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UNIDAD 9.- LA ECONOMÍA EN EL PERÍODO DE ENTREGUERRAS 1. LOS DESEQUILIBRIOS DE LA ECONOMIA MUNDIAL La Primera Guerra Mundial tuvo unos efectos económicos muy profundos, que se hicieron notar durante el período de entreguerras y sobre todo entre 1919 y 1929. 1.1. LAS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DE LA GRAN GUERRA La Gran Guerra supuso la desarticulación de las economías de los países combatientes, que habían orientado su economía y producción al esfuerzo bélico. Cuando el conflicto terminó, las economías de los países europeos se enfrentaban a graves problemas. La guerra había supuesto la pérdida de millones de vidas humanas, la destrucción de bienes de equipo e infraestructuras y la paralización del aparato productivo. Además, el conflicto tuvo enormes costes financieros. Para hacer frente al gasto militar se recurrió a fuentes de ingresos extraordinarios: Utilizar las reservas de oro, Emitir masivamente deuda pública, Aumentar la moneda en circulación, Pedir créditos a otros países. Estas medidas tuvieron graves efectos económicos: El aumento de moneda en circulación provocó una devaluación de su valor y un alza de los precios (inflación). A la deuda interna de los países había que sumar la deuda externa con otros países, fundamentalmente con Estados Unidos. Los tratados de paz supusieron varios efectos negativos: Se impusieron fuertes indemnizaciones a los países vencidos. Se desmantelaron los antiguos espacios económicos (Alemania perdió Alsacia y Lorena, la cuenca del Sarre y Silesia). Surgieron nuevas fronteras. Y se desorganizaron los sistemas de transporte. Un problema importante era lo relativo a las reparaciones de guerra. Los países vencedores contaban con la indemnización que debía pagar Alemania, para hacer frente a su deuda con Estados Unidos. Pero como Alemania no podía pagar las elevadas cantidades que le habían impuesto, fue Estados Unidos quien concedió préstamos a Alemania para que pagara su indemnización a los vencedores, y así estos poder resarcir su deuda con Estados Unidos. Pero la Primera Guerra Mundial afectó también al sistema económico mundial. Se produjo un desequilibrio comercial entre los países exportadores de materias primas y los países industrializados. Durante la guerra Europa demandó gran cantidad de alimentos y materias primas, pero algunos años después de su finalización, con la recuperación europea, esa demanda se frenó y creó una crisis en esos países exportadores. Finalmente, la guerra desorganizó el sistema monetario internacional, que inicialmente se basaba en el patrón oro, pero que fue abandonado por algunos países al emitir más moneda de la que equivalía a sus reservas de oro. La consecuencia fue un trastorno del comercio internacional, una anarquía monetaria y se disparó la inflación. 1.2. EL DECLIVE DE EUROPA Y EL AUGE DE ESTADOS UNIDOS Tras la Primera Guerra Mundial, Europa perdió su posición hegemónica en la economía mundial, lugar que pasó a ocupar Estados Unidos. En el plano industrial, decayó el peso económico y financiero de Europa, como resultado del esfuerzo realizado entre 1914 y 1918. Estados Unidos se convirtió en la primera potencia industrial del mundo. A finales de la década de 1920 la producción manufacturera de Estados Unidos suponía el 42,2% del total mundial, mientras que Europa tenía el 33,8%. Respecto al comercio, Europa fue perdiendo mercados en ultramar. Por su parte, Estados Unidos experimentó un gran crecimiento en su balanza comercial, llegando a acumular la mitad de las reservas de oro mundiales. A nivel financiero, Estados Unidos se convirtió en el gran acreedor de los países europeos. Y su moneda, el dólar, desplazó a la libra como principal moneda internacional; y la Bolsa de Nueva York se convirtió en el centro financiero mundial. 1.3. LA CRISIS ECONÓMICA DE POSGUERRA. 1920-1921. Tras la guerra, la economía pareció recuperarse, pero pronto esta situación acabó y estalló una grave crisis. Una vez lograda la paz, la economía internacional conoció entre 1919 y 1920 un intenso pero corto boom económico. Los países europeos necesitaban maquinaria y herramientas para reconstruir las infraestructuras y el aparato productivo. La economía de Estados Unidos, así como las de Japón y Canadá, se beneficiaron del notable incremento de la demanda europea. Este proceso de reconstrucción se pudo realizar debido a los créditos que los países europeos habían recibido para poner en marcha sus economías. Pero este proceso de crecimiento favoreció una subida de los precios y generó una inflación a nivel mundial. Pronto quedó interrumpido el crecimiento económico, porque Estados Unidos frenó bruscamente la concesión de créditos al exterior. La crisis que se produjo entre 1920-1921, de corta duración, fue entendida como algo normal en el proceso de transformación de una economía de guerra a una economía normal en un estado de convivencia en paz. 1.4. LA RECUPERACIÓN Y SUS LÍMITES, 1921-1925 Para llevar a cabo la reconstrucción de la economía internacional se intentó restaurar el sistema económico liberal anterior a la guerra. Para ello, lo primero que había que hacer era frenar la inflación. Para conseguir este objetivo había que disminuir la cantidad de moneda en circulación y volver al patrón oro. Pero faltó cooperación internacional para conseguir este objetivo. Para superar la inflación se pusieron en marcha distintas políticas económicas: Los países neutrales, así como Estados Unidos y Reino Unido, adoptaron una política deflacionista (reducción del gasto público, subida de impuestos, reducción de la moneda en circulación y de los créditos). Esto produjo una reducción de la producción y un aumento del número de parados. Un segundo grupo de países, Francia, Bélgica e Italia, muy endeudados, se vieron impotentes para frenar la inflación y no lo consiguieron hasta 1926. Un tercer grupo de países, Alemania, Austria, Hungría, Checoslovaquia y Polonia, sufrieron una hiperinflación, los precios se disparaban día a día y estaban fuera de su control. La situación más espectacular fue la de Alemania, que emitió una excesiva cantidad de moneda, que elevó desmesuradamente los precios y hundió su economía. Como consecuencia, Alemania suspendió el pago de reparaciones de guerra. Francia y Bélgica no aceptaron este hecho y ocuparon militarmente la cuenca industrial del Ruhr en enero de 1923, para cobrarse los pagos no recibidos. Para restablecer el sistema monetario internacional, se convocó la Conferencia Internacional de Génova en 1922, con el objetivo de estabilizar las monedas y retornar al patrón oro. En esta conferencia se aprobó el llamado patrón cambio oro, que suponía respaldar la moneda propia en parte con reservas de oro y en parte con divisas de otros países. La mayoría de los países adoptaron este sistema. Para solucionar el problema de las reparaciones de guerra, en 1924 se aceptó la propuesta de Estados Unidos, el llamado Plan Dawes. Dicho plan adaptó el pago de la deuda alemana a su ritmo de crecimiento y suministró un cuantioso préstamo para que Alemania pudiese reconstruir su economía. Además, Alemania adoptó una nueva moneda, el reichsmark. La adopción del Plan Dawes posibilitó hacer frente a las indemnizaciones de guerra y saldar las deudas existentes con los Estados Unidos. Pero generó un problema añadido, el que la economía mundial dependiese casi exclusivamente del sistema financiero norteamericano. 2. LA RECUPERACIÓN DE LOS AÑOS VEINTE La economía mundial conoció en la segunda mitad de la década de los años veinte una etapa de expansión, pero limitada sobre todo a Estados Unidos. 2.1. LOS FELICES AÑOS VEINTE EN ESTADOS UNIDOS Estados Unidos conoció entre 1922 y 1929 un espectacular crecimiento, tanto de producción industrial como de sus exportaciones. La expansión económica de Estados Unidos se caracterizó por apoyarse en sectores económicos novedosos. En primer lugar, experimentaron un gran impulso las nuevas industrias, como el automóvil, las industrias eléctricas y de fabricación de electrodomésticos, la industria química, la industria aeronáutica y el desarrollo de nuevas fuentes de energía como la electricidad y el petróleo. La industria del automóvil constituyó el símbolo de los nuevos tiempos. Estados Unidos acaparó el 80% de la producción mundial. En 1929, de los 35 millones de vehículos en circulación en el mundo, más de 26 millones corresponden a Estados Unidos. En segundo lugar, en la industria estadounidense se impuso la producción en masa. Se mecanizaron la mayoría de las tareas, se racionalizó el trabajo (taylorismo) y se adoptó la producción en serie (fordismo). El resultado fue un aumento espectacular de la producción sin incrementar la mano de obra, y con abaratamiento de los precios. Se puso en marcha también la publicidad y se incorporaron sistemas de compra a plazos. Esto hizo que personas de un poder adquisitivo medio y bajo pudieran acceder a los productos. Se empezó a desarrollar una economía de masas. 2.2. LA SITUACIÓN EUROPEA Europa se recuperó de la crisis de posguerra, pero dejó de ser el centro de la economía mundial. De las potencias europeas, sólo Francia y Alemania conocieron un importante crecimiento de la producción industrial: Francia mejoró su industria gracias al impulso de los nuevos sectores industriales, como la electricidad y el automóvil. En Alemania, la recuperación económica se inició a partir de 1924. A esto contribuyó la llegada de capitales británicos y estadounidenses, la racionalización del trabajo y la concentración empresarial. En el Reino Unido, por otro lado, el período 1924-1929 estuvo caracterizado por un relativo estancamiento económico. El gobierno británico se arriesgó y adoptó por su cuenta el patrón oro para su moneda, tras la guerra, lo que provocó que sus productos resultaran más caros y que sus exportaciones decayeran. 2.3. LOS LÍMITES DE LA EXPANSIÓN Este crecimiento económico experimentado por Estados Unidos entre 1922 y 1929 tenía serios desequilibrios que afectaban a otras zonas del mundo: La crisis permanente de los sectores tradicionales (agrícola, textil, siderurgia, carbón) frente a la expansión de las industrias nuevas (electricidad, petróleo, química, automóvil). El descenso de la capacidad de consumo de la población. Ello fue debido a que los beneficios industriales recayeron en los empresarios y no en la mayoría de la población. Los agricultores se encontraban mayormente endeudados y el desempleo había crecido en gran manera, lo que redujo mucho el consumo. El comercio mundial también se estancó a causa de la caída del consumo y de la imposición de tasas aduaneras a las importaciones (proteccionismo). La inestabilidad del sistema monetario internacional fue otro escollo importante. El sistema del patrón cambio oro no logró estabilizar la situación por falta de cooperación internacional. Finalmente, también se produjo un descenso de las inversiones de capital en las actividades productivas. Muchos capitales se invirtieron en Bolsa porque la especulación ofrecía mayor beneficio. 3. EL CRACK DE 1929 Y LA GRAN DEPRESIÓN El crecimiento económico de los años veinte se frenó bruscamente en 1929. En octubre de ese año se produjo la quiebra de la Bolsa de Nueva York, que provocó el hundimiento de las inversiones y de la actividad económica en los Estados Unidos, provocando a su vez una crisis económica a nivel mundial. 3.1. LAS CAUSAS DEL CRACK DE 1929 Las causas del crack de 1929 hay que buscarlas en los desequilibrios económicos de los años veinte: La crisis de los sectores industriales tradicionales (textil, carbón, siderurgia y construcción naval), lo mismo pasó con la agricultura, que estaba en crisis desde 1921. Los sectores más favorecidos (automóvil, electrodomésticos) vieron también afectadas sus ventas desde 1927 por la disminución del poder de compra y el descenso de los salarios en la mayoría de la población. También entró en crisis el sector de la construcción. Crisis que se inició hacia 1925 en la construcción de viviendas particulares y en 1928 en la de edificios comerciales. La situación de la Bolsa de Nueva York era en realidad muy frágil, entre 1927 y 1929 el valor de las acciones creció y atrajo a muchos inversores. Había por tanto un desequilibrio entre el estancamiento de la economía real y el desmesurado crecimiento de las acciones, que dio lugar a una colosal burbuja especulativa. No se correspondía el valor de las acciones con los beneficios reales de las empresas. Esto creó una situación muy peligrosa. Un primer descenso brusco de las cotizaciones, causado por la retirada de los inversores, sembró el pánico entre los que habían comprado las acciones a crédito, que intentaron venderlas rápidamente. Repentinamente el 24 de octubre, conocido como el “jueves negro”, 13 millones de acciones se ofrecieron a la venta con una demanda casi nula. El pánico se extendió y el 29 del mismo mes se pusieron a la venta otros 16 millones de acciones. El mercado se colapsó y el hundimiento de las acciones continuó hasta 1933. 3.2. LA GRAN DEPRESIÓN El hundimiento de la Bolsa provocó una reacción en cadena que colapsó la economía estadounidense y dio lugar a una larga crisis conocida como la gran depresión. Las características de esta crisis fueron las siguientes: El hundimiento bursátil provocó la destrucción del ahorro de muchos pequeños y medianos inversores y la drástica reducción del crédito, del consumo y de la inversión. Los bancos se hundieron porque las personas retiraban sus ahorros y porque muchos préstamos quedaron sin devolver. El cese de la demanda y de las inversiones tuvo por consecuencia la crisis industrial y unas enormes tasas de paro (en 1932, 12 millones de parados, 25% de la población activa). Muchas empresas tuvieron que cerrar. El país más rico del mundo no disponía de un sistema de ayuda a los parados, que cayeron en la miseria. Millones de ciudadanos se convirtieron en mendigos, al perder su trabajo y sus hogares. La crisis agraria se acentuó por el hundimiento de los precios y de la capacidad adquisitiva de los campesinos. La miseria en el mundo rural fue mayor aun que en las ciudades. Muchos agricultores perdieron sus tierras. Estados Unidos era la primera potencia económica y el motor financiero del mundo, por lo que la crisis no tardó en extenderse por otros países. La crisis se expandió por el resto del mundo a través de dos canales: el comercio y las finanzas internacionales. Entre 1929 y 1932, se redujo el comercio mundial en 2/3 de su valor. Estados Unidos redujo sus importaciones y adoptó una política proteccionista, lo que afectó a las exportaciones de muchos países. Otros países siguieron su ejemplo, imponiendo medidas proteccionistas en sus economías, lo que condujo a un estancamiento del comercio durante la década de los años 30. El segundo canal de exportación de la crisis fue la repatriación de capitales, que desató una crisis financiera internacional. Estados Unidos dejó de exportar capitales a otras zonas del mundo y exigió la devolución de los capitales invertidos con anterioridad. 3.3. LAS CONSECUENCIAS SOBRE EL RESTO DEL MUNDO La extensión de la crisis afectó a todo el planeta, aunque hubo dos grupos de países que sufrieron más la crisis: Aquellos cuya economía dependía de la venta de materias primas, y Los países de Europa que dependían de los créditos e inversiones de Estados Unidos. Prácticamente el único estado que se libró de la crisis fue la Unión Soviética, debido a sus sistema económico de planificación estatal, completamente desvinculado del sistema capitalista. Los primeros en sufrir los efectos más dramáticos y devastadores de la crisis fueron los países exportadores de bienes agrícolas y de recursos minerales. Los precios de los productos primarios cayeron un 55% en 1933 a causa de la reducción de la demanda por parte de las zonas industrializadas. Al daño provocado por el desplome de las exportaciones se añadió la reducción de los préstamos y las inversiones extranjeras. Dentro de este grupo se encontraban los países de Europa Oriental, la mayoría de Latinoamérica, China y los países del sudeste asiático. El segundo grupo de países afectados era el compuesto por los países europeos que dependían de las inversiones y préstamos estadounidenses. De todos ellos, nos detendremos en los casos más significativos. Alemania y Austria Estos países sufrieron la crisis de forma brutal. El crecimiento y la recuperación de su economía para hacer frente a las reparaciones de guerra dependía de los créditos concedidos. Su sistema bancario estaba fuertemente endeudado con el exterior. Cuando ese dinero dejó de fluir, los bancos quebraron, no pudieron dar respuesta a los inversores, que querían retirar su dinero, ni a las reparaciones de guerra. El colapso del sistema bancario trajo consigo el cierre de numerosas empresas y creció el número de parados (6 millones de parados en Alemania, en 1931, 20% de la población activa). Reino Unido Este país venía recuperándose lentamente tras finalizar la guerra, pero sufría un proceso de estancamiento económico por haber adaptado su moneda al patrón oro, y resultar caros sus productos en el mercado internacional. La depresión hundió definitivamente las exportaciones y provocó el descenso de la producción industrial, incrementando el número de parados (más de 2 millones en 1931, 11% de la población activa). En 1931 optó por abandonar el patrón oro y se vio obligado a devaluar su moneda, la libra esterlina. Francia Los efectos de la crisis llegaron más tarde a Francia, debido al carácter diversificado de su agricultura y su menor nivel de industrialización, lo que le suponía una menor dependencia de los capitales extranjeros. Pero el abandono del patrón oro por parte de Reino Unido y la devaluación de la libra esterlina redujeron la competitividad de los productos franceses. En definitiva, las quiebras bancarias producidas por la crisis financiera internacional arrastraron tras de sí a todo el sistema monetario, con lo que las inversiones y los intercambios internacionales se hundieron. 4. LAS POLÍTICAS ECONÓMICAS FRENTE A LA DEPRESIÓN 4.1. EL FRACASO DE LAS SOLUCIONES TRADICIONALES Las primeras medidas ante la crisis tuvieron en común dos tipos de respuestas tradicionales: las políticas deflacionistas y el proteccionismo: Las políticas deflacionistas. Los gobiernos tendieron a aplicar la receta clásica del liberalismo económico: fomentar la bajada de precios para reactivar el consumo. Para ello, hicieron una reducción de los gastos públicos y disminuyeron el crédito y el volumen de moneda en circulación. Y a la vez, para recuperar la rentabilidad de las empresas, bajaron los salarios. Pero esta política fracasó completamente y se acentuó la crisis. El proteccionismo económico. Para proteger sus industrias y su agricultura, los gobiernos optaron por poner barreras a las importaciones. Lo hicieron a sabiendas de que perjudicaría el consumo internacional, y de este modo a sus propias economías. La búsqueda de una salida colectiva a la crisis propició la Conferencia Económica Mundial de Londres (1933), en la que se propuso la vuelta al patrón oro y la reducción de aranceles a los productos. Sin embargo, no se llegó a ningún acuerdo y cada país afrontó la crisis por su cuenta. 4.2. LAS POLÍTICAS INTERVENCIONISTAS El colapso del sistema generó un debate en torno a la revisión del liberalismo económico. Fue el economista británico John Maynard Keynes quien propuso una mayor intervención del Estado en la economía. Frente a la mayor parte de los economistas, que pensaban que el paro se reduciría con un descenso de los salarios, Keynes mantuvo que el nivel de empleo dependía de la capacidad de consumo y que los bajos salarios limitarían las compras. Para estimular la demanda eran necesarios altos salarios que aportaran dinero al mercado, lo que produciría una subida de precios. El consiguiente aumento de la inflación no le preocupaba puesto que sería contrarrestado por el pleno empleo y el alto consumo. Es lo que se conoce como una “inflación controlada”. Estas ideas inspiraron el New Deal y supusieron una alternativa a la concepción liberal del capitalismo. La mayoría de los países, ante el fracaso de las medidas deflacionistas, respondieron con medidas improvisadas de intervención del Estado en la economía, para relanzar la actividad económica y frenar el paro. De este modo, se emprendieron obras públicas y planes de empleo, se subvencionó a empresas industriales y agrícolas, y se siguió manteniendo el proteccionismo. Estas medidas adoptadas variaron en relación a la situación de cada país. Estados Unidos En este país, en 1933 llegó a la presidencia demócrata Franklin Delano Roosevelt, justo en el momento más intenso de la depresión: fuerte caída de la demanda, hundimiento de la producción y de la inversión, caída de los precios y elevadísimo número de parados. Roosevelt puso en marcha un programa de intervención económica estatal, conocido como New Deal (nuevo modelo). Entre 1933 y 1938 adoptó una serie de medidas para combatir la deflación, relanzar la economía y crear empleo: Se puso en marcha un programa para sanear el sistema bancario. Se clausuraron los bancos con serias dificultades económicas, y el resto quedaron bajo la supervisión de la Reserva Federal. Se fijó un seguro sobre los depósitos bancarios y se prohibió la exportación de oro. Se devaluó el dólar en un 50%, y con el abandono del patrón oro se pretendió subir los precios interiores y favorecer las exportaciones, especialmente las agrícolas, que resultaron así más competitivas. Se emprendió un programa de fuertes inversiones en obras públicas para relanzar la economía y crear puestos de trabajo. Se intentó disminuir la producción agrícola para elevar los precios de los productos del campo y que se recuperaran las rentas de los agricultores. Para ello se concedieron subvenciones a aquellos que redujesen sus cosechas y el área sembrada. Con respecto a la industria, favoreció a las grandes empresas, eliminando la competencia. Limitó su producción para acabar con los excedentes y fijó acuerdos sobre precios, estimulando así mismo las inversiones. Se forzó a los empresarios a aceptar mejoras sociales, como el establecimiento de un salario mínimo, la limitación de la jornada laboral semanal a 40 horas, el derecho a la libre sindicación y a la negociación colectiva. Se crearon seguros de invalidez, paro y vejez. Para reducir el paro, se ofrecieron puestos de trabajo directos en labores de repoblación forestal, y en la construcción de edificios públicos e infraestructuras del Estado. También se estimuló mediante créditos la iniciativa empresarial de los desempleados. El New Deal tuvo unos efectos limitados a nivel económico, no logró recuperar los niveles de producción alcanzados antes de 1929 y no consiguió eliminar el paro, aunque redujo los efectos de la miseria entre la población más afectada y permitió recuperar al pueblo americano la confianza en el sistema democrático y la ilusión de pertenecer a una gran nación. Reino Unido El gobierno británico recurrió a una política intervencionista para hacer frente a la crisis: proporcionó ayudas económicas a los parados, contribuyó a transformar muchas empresas e impulsó las regiones con industrias exportadoras. El gobierno se vio obligado a devaluar la libra esterlina, que abandonó el patrón oro en 1931, con objeto de activar la industria nacional y la exportación. A esta medida siguieron otras, como la construcción de viviendas sociales o el establecimiento de bajos tipos de interés para favorecer el crédito. Además, Reino Unido buscó la reactivación económica impulsando sus intercambios con las colonias. Estableció acuerdos con sus antiguos dominios y creó en 1911 un área económica y cultural, la British Commonwealth of Nations. Las consecuencias de esta política supusieron el aumento de la producción industrial, la disminución del paro y el crecimiento de los intercambios comerciales. Francia Los gobiernos de la derecha, entre 1932 y 1936, recurrieron a medidas deflacionistas, pero supusieron un fracaso. El descontento popular favoreció la llegada al poder del Frente Popular en 1936 (formado por socialistas, comunistas y republicanos radicales). Este gobierno intentó reactivar la economía desde medidas más de izquierdas: aumentó el poder adquisitivo de los trabajadores, impulsó un programa de obras públicas y aumentó los impuestos. Se establecieron los acuerdos de Matignon (1936) entre la patronal y los sindicatos, que pusieron fin a la conflictividad obrera. Se subieron los sueldos una media del 12%, se redujo la jornada laboral a 40 horas semanales y se concedieron tres semanas de vacaciones pagadas. Esta política mejoró las condiciones de los trabajadores pero no consiguió reactivar la economía. A finales de los años 30 se produjo un cambio de gobierno, y se volvió a una política más liberal, de recorte en derechos sociales y devaluación de la moneda. Alemania En Alemania, la República de Weimar puso en marcha una estricta política deflacionista, lo que condujo a un aumento del paro y del malestar social. El ascenso de Hitler al poder en 1933 (el Tercer Reich), llevó a un cambio en la política económica. El nuevo estado acometió la solución de la crisis con el recurso a la autarquía, mediante grandes inversiones estatales, que permitieron una total autosuficiencia en el sector primario y en el industrial. La denuncia del Tratado de Versalles propició una política de rearme que contribuyó al desarrollo de una industria militar. El resultado inmediato de esta política económica fue el pleno empleo (el Ejército absorbió a buena parte de los parados), el crecimiento industrial, la contención de la inflación, el estancamiento salarial y la limitación del consumo. Sin embargo, la autarquía a medio y largo plazo era inviable. La necesidad de materias primas y de productos alimenticios hizo necesarias las importaciones. La potente industria alemana generaba unos excedentes que era preciso colocar en otros países, lo que provocó una política imperialista sobre parte de Europa Oriental en busca de mercados. Esta política les condujo a medio plazo a imponer su dominio militar para asegurar sus intercambios comerciales, presagiando un nuevo conflicto europeo.