Download Arquidiocesis_Puebla_2015
Document related concepts
Transcript
Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe www.virgendeguadalupe.org.mx Versión estenográfica de la Homilía pronunciada por S. E. Mons. Víctor Sánchez Espinosa, Arzobispo de Puebla en la peregrinación de dicha arquidiócesis a la Basílica de Guadalupe. 12 de febrero de 2015 Queridas hermanas y hermanos, una vez más, como cada año en estas fechas como iglesia angelopolitana peregrinamos hasta este santuario, para postrarnos a los pies de Santa María de Guadalupe y proclamar con Ella la grandeza del Señor, que nos ha mostrado su misericordia de muchas maneras. Hoy venimos a agradecerle a nuestra Morenita del Tepeyac muchos acontecimientos de nuestra iglesia particular de Puebla y de nuestra Iglesia Universal. Especialmente, le agradecemos nuestra Asamblea Anual de Pastoral, nuestro V Sínodo Diocesano y de nuestra Iglesia Universal el año de la Vida Consagrada y el Sínodo de la Familia; todos regalos que han de llevarnos a ser más y mejores discípulos-misioneros de Jesucristo imitando a la Madre del Amor que se encaminó presurosa a servir. Como María que fue presurosa a casa de Isabel, como lo escuchamos en el Evangelio, también nosotros debemos ser, como nos lo pide el Papa, Iglesia en salida para primeriar a todos el amor de Dios que nos amó primero. Salgamos, salgamos, nos dice el Santo Padre, a ofrecer a todos la vida de Jesucristo. Salgamos, todos, los obispos, los sacerdotes, los diáconos, las personas consagradas, los seminaristas y ustedes queridos files laicos de Cristo Jesús. Salgamos a comunicar la alegría de ser amigos de Jesús, sin otro interés que buscar la gloria de Dios, el servicio de toda la gente y la edificación de la Iglesia. Claro, que este salir no significa dejar la casa de Dios que es la Iglesia, ni perder el contacto con Jesús y con el Espíritu Santo, tampoco significa que cada uno vaya por su lado como un evangelizador solitario, olvidando al resto de la familia que es la Iglesia. La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido. Y el verdadero misionero sabe que nunca deja de ser discípulo por eso siempre debemos estar unidos a Jesús y buscar lo que Él busca: la gloria del Padre. Unidos a Jesús en su Iglesia y a través de su Palabra, a través de su Liturgia sobre todo de las celebraciones sacramentales, de la vida de oración y de una manera especial de nuestra Celebración Eucarística Dominical, podremos llenarnos de su amor para buscar la gloria del Padre. Y sólo así podremos ser Iglesia Madre, tierna, sencilla, acogedora, servicial, pobre. Sólo así podremos ser Iglesia en salida, para servir a nuestros hermanos hombres y mujeres llevándolos a la vida verdadera en la comunión con Dios a través de los tres ámbitos que nos pide el Papa. La Pastoral Ordinaria, destinada a encender los corazones de los fieles que regularmente frecuentan la Iglesia, pero también a los que conservan una fe católica, aunque no participen frecuentemente del culto cristiano. A los que están en el ámbito de las personas bautizadas que no viven las exigencias del bautismo y sobre todo a los alejados, a quienes no conocen a Jesucristo o siempre lo han rechazado. Aquí en el Tepeyac contemplamos a Santa María de Guadalupe saliendo presurosa, para ofrecernos a todos: a los cercanos, a los medios cercanos y a los alejados, el más grande de los servicios en quien Dios viene a nosotros, para rescatarnos del pecado, darnos su Espíritu convocarnos en su Iglesia y hacernos hijos suyos, participes de sus vida plena y eterna. Deseosa de que todos los pueblos alaben al Señor, Santa María de Guadalupe, la Inmaculada, corrió presurosa hasta este lugar, al Tepeyac; para llevarnos al encuentro del Verdadero Dios por quien se vive y que hace nuestra vida verdadera. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría, también, nos dice el Papa, y quien ha acogido ese amor vuelve el sentido a su vida ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a los demás? También él corre a comunicarlo a sus hermanos. En el Evangelio vemos a María la más perfecta discípula-misionera de Cristo primeriando a Isabel el amor de Dios al llevarle a su Divino Hijo que se revela como fundamento de la dignidad de todos los seres humanos, como un amor más fuerte que las potencias del mal y la muerte, siendo también fuente de gozo, confianza filial, consuelo y esperanza. Y ahora, queridos hermanos, que nuestra patria padece egoísmo, injusticia, inequidad, indiferencia, corrupción, violencia y muerte, debemos imitar a María y encaminarnos presurosos a servir a los demás. Especialmente, a los hermanos más necesitados: a los pobres, a los migrantes, a los marginados llevándolos al encuentro con Jesús. Reflexionando en la compleja situación que afecta nuestro México los obispos hemos señalado que esto hace evidente que nos hemos alejado de Dios, lo vemos en el olvido de la verdad, en el desprecio de la dignidad humana, en la miseria, en la inequidad crecientes, en la pérdida del sentido de la vida, de la credibilidad y confianza necesarias para establecer relaciones sociales estables y duraderas, pero también los señores obispos, de México, hemos constatado que todos somos parte de la solución, que reclama en nosotros, mentalidad y verdad nuevos, para ser capaces de auténticas relaciones fraternas de amistad sincera, de convivencia armónica, de participación solidaria. A nosotros los bautizados nos corresponde salir para ofrecer a todos la vida de Jesucristo, conscientes de que, como también ha señalado el Santo Padre, si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia es que tantos y tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad que los sostenga, sin un horizonte de sentido y de vida. Quizá, ante el tamaño de las dificultades y lo limitados de nuestros recursos y capacidades, sintamos temor y cuando eso suceda y el miedo y el desaliento comiencen a invadirnos escuchemos a la Guadalupana, a nuestra Morenita que invitándonos a recibir con fe, esperanza y amor a su Hijo nos repite lo mismo que le dijo a san Juan Diego: no se turbe tu corazón, ni te inquiete cosa alguna ¿no estoy Yo aquí que soy tu Madre? Con esta confianza hemos venido hasta este lugar. Pongamos en sus manos maternales lo que somos y hacemos, nuestros proyectos. Pongamos en sus manos maternales nuestra Puebla, nuestra patria, nuestra Iglesia y nuestro mundo. De modo especial encomendemos al amparo de la Madre de Dios a todas nuestras familias poblanas y roguemos que interceda por el Papa y por los padres sinodales, para que el próximo Sínodo de la Familia ofrezca orientaciones para una pastoral que haga de toda familia una escuela de amor, comunión y solidaridad. Y a nuestras familias que atraviesa por alguna dificultad y a quienes las asisten les recuerdo las palabras del Santo Padre: La Iglesia tiene las puertas abiertas para recibir a los necesitados, los arrepentidos y no sólo a los justos o aquellos que creen ser perfectos. La Iglesia no se avergüenza del hermano caído y no finge no verlo, al contrario se siente comprometida y obligada a levantarlo y animarlo a retomar el camino, lo acompaña hacia el encuentro definitivo en la Jerusalén Celeste. De esto debemos dar testimonio todos nosotros aquí reunidos. Los señores obispos, los sacerdotes, los laicos, queridos fieles de nuestras parroquias. Y también las personas consagradas, junto a las que en este Año de la Vida Consagrada el Papa nos invita a mirar al pasado con gratitud, a vivir el presente con pasión escuchando lo que el Espíritu dice a la Iglesia de hoy para servir a la humanidad. Con la compasión de Jesús por la humanidad, que inspiró a sus fundadores y a sus fundadoras a abrazar el futuro con esperanza, fiados en Áquel en quien hemos puesto nuestra confianza y para quien nada es imposible. Con esta confianza, queridos hermanos, sigamos adelante haciendo de nuestras diversas pastorales y apostolados un servicio a la familia y así estaremos contribuyendo eficazmente a la edificación de un México justo y en paz. Que nuestra Morenita del Tepeyac, a quien hoy venimos a visitar hasta su casita, que san Juan Diego, san José María de Yermo, san Juan Pablo II, el Beato Juan e Palafox y Mendoza y el Beato Sebastián de Aparicio intercedan por nosotros, intercedan por nuestra Puebla, por nuestro México y por el mundo entero, para que el Señor nos dé la fuerza necesaria para contribuir a un desarrollo integral del que nadie quede excluido y así alcanzar la vida eterna. Estos son los sentimientos, queridos hermanos y hermanas, que nos mueven para peregrinar toda esta semana y sobre todo el día de hoy 12 de febrero, como cada año lo hacemos, hasta esta casita de la Morenita del Tepeyac. Pues, con esos sentimientos vamos a continuar participando en nuestra Celebración Eucarística.