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EL EVOLUCIONISMO Y SUS POSIBLES IMPLICACIONES FILOSÓFICAS 1. CONCEPCIONES PREVIAS AL EVOLUCIONISMO: Mitología: Recurre a imágenes divinas para explicar el origen del ser humano y del cosmos en general. Por ejemplo, Hesíodo narra el origen del cosmos desde el Caos. Presocráticos: Buscan el origen o principio de todas las cosas en la physis (naturaleza), es decir, recurren a elementos físicos para explicar el origen de lo físico. Por ejemplo: Tales (agua); Anaxímenes (aire); Pitagóricos (número); Empédocles (los cuatro elementos), los atomistas (los átomos), etc. Fijismo: Se denomina fijismo a la teoría que considera que las especies no se han transformado desde que se configuraron, es decir, que desde su origen hasta la actualidad las especies siguen permaneciendo del mismo modo y con las mismas características. De este modo, no cabe la posibilidad de la aparición y desaparición de especies ni de ninguna modificación de sus características. Por ejemplo: Platón consideraba que las especies surgieron como copias de unas ideas que son eternas e inmutables. Aristóteles afirmaba que las formas o esencias de las cosas y, en concreto, de las distintas especies, no sufren evolución, de modo que las especies, aunque cambien aspectos accidentales (color, el tamaño, etc.) no cambian en su esencia. Creacionismo antiguo: Desde esta teoría, defendida principalmente por la religión, desde la Biblia y el Corán hasta los Vedas, se considera que las especies surgen por la creación de Dios, y son inmutables, es decir, no han variado desde su creación. Así, Dios crea el mundo y los seres vivos y sitúa a los seres humanos en un plano distinto y superior al del resto de los seres vivos. Así, por ejemplo, en el relato religioso del Arca de Noé se muestra tal afirmación: pues las especies ya estaban creadas por Dios tal cual están en la actualidad, ocupando el ser humano un lugar privilegiado dentro de la naturaleza. Aunque el Creacionismo antiguo pueda relacionarse con el Fijismo, pues se afirma la no mutación de las especies desde su creación hasta ahora, pudo haber fijistas que no eran creacionistas. Así por ejemplo, Platón considera que el mundo no fue creado desde la nada por Dios, sino que fue construido a partir de una materia inicial ya dada, teniendo como modelos las ideas. Por ello, a diferencia del pensamiento religioso, para Platón Dios no es creador, sino un constructor, un arquitecto que ordena la materia eterna y caótica según unos modelos o arquetipos, las ideas. Así, Platón es fijista pero no creacionista. Más adelante, sin embargo, veremos posturas creacionistas que, por otra parte, no son fijistas, en tanto que aceptan la teoría de la evolución. 1 2. LA “EVOLUCIÓN” DEL EVOLUCIONISMO: Los orígenes del Evolucionismo: - El lamarquismo: El lamarquismo es la primera teoría global de la evolución biológica. Se encuentra expuesta en la “Filosofía zoológica”, obra del naturalista francés Jean-Baptiste de Monet, caballero de Lamarck, publicada en 1809. Lamarck afirmó que las transformaciones de las distintas especies era debida a la necesidad de adaptarse al medio. Y es que la adaptación al medio lleva la adopción de nuevas costumbres, es decir, de nuevas habilidades que desarrollarán en la especie nuevas facultades. Así estableció la ley de uso y desuso de los órganos, por la cual afirmaba que la función crea el órgano, es decir, que ante nuevas funciones adquiridas, se adquieren con ellas nuevos órganos, lo cual conlleva un finalismo vitalista, en el que siempre habrá una superación. También estableció la heredabilidad de caracteres adquiridos, que supuso un problema, por cuanto suponía un salto cualitativo ya que las nuevas facultades cambiaban los genes de la especie. La lucha por la supervivencia y la selección natural: - El darwinismo: En contra del Fijismo y del Creacionismo, Darwin defiende un Evolucionismo Biológico en el que la selección natural se produce en la lucha por la supervivencia. Así, en su obra “El origen de las especies”, establece que los organismos son sujetos pasivos de la evolución, por cuanto ésta opera según la selección natural, la cual se entiende como la lucha en la que unos son favorecidos y, por ello, sobreviven, y otros no. Para Darwin la evolución natural no tiene finalidad alguna, es decir, no tiene ningún propósito, y es que es oportunista, esto es, consiste en un mero cambio, y no en un cambio hacia lo mejor. En su obra “El origen del hombre” se muestra al ser humano como sujeto pasivo a la selección natural, habiendo así una crítica al antropocentrismo. Aunque esta teoría de la selección natural se impuso a la de Lamarck, tampoco explicaba suficientemente el mecanismo de la evolución, en tanto que le faltaba una teoría adecuada para aclarar cómo las variaciones se transmiten por herencia. La herencia biológica: - El mutacionismo: La explicación de la herencia biológica será desarrollada por Gregor Mendel tras sus experimentos con guisantes en el jardín de su monasterio. A partir de Mendel, la investigación genética en la segunda parte del siglo XIX y comienzos del XX promovió una nueva teoría, el mutacionismo, según la cual el progreso evolutivo depende de mutaciones. Alrededor de 1901, Hugo de Vries distinguió dos tipos de variaciones: las modificaciones, provocadas por cambios medioambientales, que no se heredan; y las mutaciones, que son alteraciones que se producen en los genes de los organismos vivos y se transmiten por herencia. Sin embargo, según esta teoría, las mutaciones se producirían por causas que actúan al azar, que no necesariamente provocan mejoras. 2 La Teoría Sintética de la Evolución. - El neodarwinismo: La teoría sintética surge ante la controversia entre “Selección natural” de Darwin, y las “mutaciones” establecidas por Mendel y Vries. Así, Huxley y Dobznansky, en teoría sintética, las hacen complementarias para explicar la evolución de los organismos. En sus estudios se intentan armonizar el principio darvinista de la selección natural y los principios genéticos de la mutación como mecanismos explicativos del proceso evolutivo. Según esta teoría, las mutaciones explican las variaciones casuales de los organismos que se heredan, y la selección natural dirige el curso de la evolución eliminando las variaciones menos dotadas y perpetuando a los individuos mejor adaptados. La síntesis entre ambas surge con el avance y profundización de los estudios genéticos. Con Watson y Crack, y el descubrimiento del ADN, surge la biología molecular que será acorde con la teoría sintética. 3. IMPLICACIONES FILOSÓFICAS DEL EVOLUCIONISMO: ¿Y el primer trozo de ADN?: Las nuevas teorías evolucionistas consideran demostrado la evolución de las distintas especies ante el descubrimiento y análisis del ADN. Y es que afirman que se podría construir un gran árbol genealógico del ADN, pues nuestro ADN tiene genes idénticos a las especies precedentes, y éstas a otras, y así sucesivamente. Sin embargo, este retorno a la especie precedente no puede llegar hasta el infinito, es decir, necesitamos formular un principio de todo, un primer microorganismo del que surgió todo lo demás, y que muestra ese origen común. De este modo, aunque pudiéramos desarrollar este “gran árbol de familia” que nos remonta a un primer microorganismo, la pregunta por el principio del mundo queda todavía abierta. Y es que, aunque aceptemos que todas las especies tienen un mismo “padre” o mismo origen, no obstante, la explicación de éste no se puede realizar por medio de la teoría evolucionista, sino que es necesario abogar por teorías que ya no tienen relación con la evolución. Y es que, aunque el evolucionismo pueda explicar “el origen de las especies”, no puede explicar el origen del primer microorganismo. Ante esta pregunta fundamental, en la actualidad hay tres teorías o hipótesis: - La tesis creacionista: Considera que es Dios el que crea este primer microorganismo del que evoluciona todo lo demás. Así, se suele hacer referencia a que es “el dedo de Dios” el que pone este microorganismo y el que inicia su evolución hacia lo complejo. - La tesis de origen extraterrestre: Se explica que es por algún factor externo a la Tierra (por ejemplo, la caída de un meteorito) el que produce el primer microorganismo. - La tesis de la casualidad: Considera que es el azar, la casualidad, la que hizo que se produjera el primer microorganismo. Una vez formado éste de modo casual, se afirma que hay una tendencia natural de este primer organismo a reproducirse, es decir, a avanzar hacia adelante, hacia lo complejo. 3 ¿Tiene la Evolución una finalidad, un sentido, un progreso?: Esta última teoría de la casualidad es la que en su mayoría mantienen los defensores del evolucionismo biológico. Como sabemos, el evolucionismo afirmaba que la evolución no implica ni finalidad, ni sentido, ni progreso hacia algo mejor, sino que es del todo casual, azarosa. Sin embargo, al afirmar que, una vez creado el primer microorganismo, hay una tendencia natural hacia delante, hacia lo complejo, entonces se derivan las siguientes cuestiones: la cuestión de si esta tendencia natural no es sino un fin, una meta a la que el organismo tiende; la cuestión de que haya un sentido en esta evolución, por cuanto lo natural y esencial es moverse hacia lo complejo; y la cuestión de que sea un progreso hacia algo mejor, pues se habla de “avance hacia delante” y esto remite directamente a la noción de progreso. Ante tales cuestiones y problemas se presentan dos posturas: - La postura finalista: Esta postura, mantenida por pensadores como Chardin o Bergson, considera que la tendencia evolutiva lleva a niveles superiores de complejidad y de perfección, y que, por consiguiente, sí hay en la evolución un progreso hacia algo mejor, un sentido, una finalidad que culmina en la creación de seres superiores. - La postura azarosa: Esta postura, defendida por Jacques Monod, considera que el azar es el único mecanismo explicativo de la evolución, es decir, que no hay ni progreso, ni sentido, ni finalidad en la misma. Así, el ser humano entendido como homo sapiens es uno de los muchos posibles resultados en los que ha derivado la evolución de las especies, ya que podría haber sido de otro modo, en tanto que es resultado de una mera cuestión de azar. Los problemas éticos: 1. Según el Evolucionismo, la información genética no sólo almacena rasgos físicos, sino también pautas de comportamiento. Esto hace que nos planteemos una cuestión fundamental, a saber: ¿Cuál es la naturaleza del ser humano? Por un lado, el Evolucionismo muestra que la especie humana, como el resto de especies, es egoísta por naturaleza, en tanto que ha de luchar por la supervivencia en el medio ante otras. Por otro lado, la experiencia nos da cuenta de que el ser humano tiene un comportamiento altruista, cooperativo, puesto que vive con otros en sociedad. Esta dualidad entre egoísmo y altruismo hace que nos cuestionemos por qué somos altruistas los seres humanos si en nuestra naturaleza biológica predomina el egoísmo, la lucha por sobrevivir. Ante esta cuestión la ética evolucionista, que es una ética que se basa en el aspecto biológico del ser humano, considera que el altruismo es también algo biológico, es decir, que forma parte de nuestra lucha por la supervivencia. Como el altruismo es una forma de conducta moral, entonces el evolucionismo considera que la moral es el resultado del proceso evolutivo, es decir, es una manifestación orgánica en un nivel superior de adaptación evolutiva, son pautas de comportamiento adoptadas para la conservación de uno. Sin embargo, esta afirmación plantea una cuestión: si el altruismo surge como algo que te beneficia individualmente para la lucha por sobrevivir, entonces ¿no es este altruismo una forma de egoísmo? 4 Si es así, entonces no es propiamente altruismo, es cooperación interesada, es buscar el bien común sólo y exclusivamente porque te beneficia individualmente en tu supervivencia. Es, en resumidas cuentas, un egoísmo camuflado, en el que todo ser humano participa en la gran carrera del engaño. Y es que, desde esta perspectiva evolucionista, la bondad moral de los hombres sería en realidad una argucia de nuestra biología, es decir, ser bueno sería nuestra mejor arma biológica, lo cual cuestiona radicalmente aquello que entendemos por bueno. 2. Según el Evolucionismo, nuestra naturaleza biológica hace que nuestra vida, al igual que el resto de especies, sea una lucha por sobrevivir. Pero si estamos definidos por naturaleza a luchar por la supervivencia, entonces: ¿Somos los seres humanos realmente libres? Si seguimos al pie de la letra la tesis evolucionista en la que toda especie tiende a elegir aquello que optimiza sus posibilidades de supervivencia, entonces cabría preguntarse si realmente el hombre tiene libertad a la hora de tomar decisiones o bien si sus decisiones están determinadas por esta tendencia a la conservación, aunque no seamos conscientes de ello. Y es que si consideramos al ser humano desde un punto de vista exclusivamente biológico, entonces, como el resto de animales, nos moveremos según el instinto de supervivencia. Así, aunque tuviéramos la capacidad de raciocinio, la razón únicamente nos serviría como un instrumento al servicio de los instintos, es decir, como una herramienta que nos facilita conseguir del modo más efectivo posible aquello que nuestra naturaleza tiende: su conservación. De este modo, al igual que decimos que los animales no poseen libertad alguna en sus decisiones, pues están determinados por sus instintos, el ser humano tampoco tendría libertad, pues, aunque tiene la razón, ésta está al servicio de aquellos. Así, estaríamos negando el libre albedrío, puesto que el hombre estaría predeterminado a la hora de tomar decisiones, esto es, estaría completamente determinado por el motivo más fuerte, que, en este caso, es su supervivencia. Esta postura determinista fue defendida por la corriente conductista en psicología así como por un filósofo del siglo XIX llamado Schopenhauer, quien precisamente decía que todo ser natural, desde el reino vegetal hasta el ser humano, está predeterminado por instintos, siendo el instinto o motivo más fuerte lo que él denomina Voluntad de vivir. 3. Según el Evolucionismo, hay especies más complejas y, por tanto, superiores, y otras inferiores. Pero, ¿y si esta distinción se trasladara a seres de la misma especies? Si esto se hace así, entonces, ¿no estaríamos afirmando que hay razas inferiores y superiores? Esto precisamente es lo que se ha afirmado desde ideologías extremas como el nazismo. Así, en concreto, el nazismo alemán, consideraba que dentro de la especie humana podíamos distinguir entre razas superiores y razas inferiores. Para ellos, la raza superior era representada por la raza aria, mientras que una raza inferior era la de los judíos. De ahí que Hitler llegara a declarar que «sin duda los judíos son una raza, pero no humana». Por consiguiente, si desde una ideología, como fue el nazismo, se acepta la diferenciación entre razas superiores e inferiores, tal y como se afirma la distinción entre especies superiores e inferiores, entonces esto puede llevar a la justificación y legitimación de aplicar ellos mismos la selección natural, es decir, de hacer prevalecer la raza superior sobre la inferior. 5 Esta forma de aplicar ellos mismos la selección natural en el ámbito de la especie humana fue precisamente lo que se sintió legitimado a hacer el nazismo alemán con respecto a la cuestión judía. No sólo prohibió cualquier reproducción entre arios y judíos, pues consideraban que de tales fecundaciones sólo podría nacer un ser contaminado por una raza inferior, sino que se llevó a cabo el plan más trágico de toda nuestra historia, aquel que ha mostrado de la forma más brutal lo que el hombre es capaz de hacer con el hombre: el exterminio de más de seis millones de judíos. 4. Según el Evolucionismo, al ser humano se fundamenta, se explica, por su naturaleza biológica, es decir, como un producto de la evolución natural. Esto plantea la siguiente cuestión: ¿tienen las personas la misma dignidad si tienen un fallo genético? El Evolucionismo, como ya sabemos, fundamenta al ser humano desde una perspectiva exclusivamente biológica, en tanto que entiende que el hombre es un producto de la naturaleza, de la evolución. Lo que ocurre cuando consideramos al hombre desde un punto de vista biológico o natural, es que vemos que hay seres, digamos, “normales”, y seres que tienen algún fallo en sus genes, como puede ser cualquier tipo de minusvalía o bien una enfermedad de nacimiento. Y es que si analizamos a los hombres sólo por su biología, entonces podemos distinguir entre ellos diferencias biológicas. Es por ello por lo que si seguimos las tesis evolucionistas de manera rigurosa vemos cómo, al fundamentar al hombre por su naturaleza biológica, no podrían aceptar la completa igualdad entre los humanos, pues vemos diferencias biológicas entre ellos. Y ese es precisamente el problema del Evolucionismo: al centrarse en la constitución biológica, no aceptan la igualdad entre individuos, no conciben al ser humano como un valor absoluto, como algo que tiene dignidad por sí mismo. Por ello es necesario fundamentar al hombre desde la ética, puesto que desde ésta todo hombre es digno y valioso por sí mismo. 5. Según el Evolucionismo, las especies se adaptan al medio, luchan por su supervivencia, y la selección natural rige el proceso por el cual unas siguen evolucionando y otras se extinguen. Sin embargo, si tales conceptos (adaptación, lucha, supervivencia, selección natural) se aplicaran a la sociedad, entonces: ¿no derivaríamos en un liberalismo extremo? Si se entiende que la sociedad es un producto de la evolución, y que, por tanto, rige también en ella la adaptación y supervivencia al medio, entonces la política a la que derivaríamos sería la liberalista, pero un liberalismo extremo. Al igual que en el estado de naturaleza, los seres buscan sus intereses e intentan adaptarse al medio natural y sobrevivir en él, si se traslada a la sociedad, entonces los individuos buscarían sus intereses y se intentarían adaptar y sobrevivir al medio, que en este caso, sería el mercado. Como también la sociedad estaría regida por la selección natural, entonces la mejor forma política sería liberal, aquella que tiene como eslogan: “dejar hacer, dejar pasar”. Esto significa que la competencia desleal estaría permitida, que las luchas entre los individuos para adaptarse al libre mercado estarían todas legitimadas, puesto que el Estado no intervendría ni regularía la sociedad. Y es que, este tipo de política consideraría que es la selección natural (la llamada “mano invisible” de Adam Smith y David Ricardo, fundadores del liberalismo económico clásico) la que regiría la sociedad. De ahí que el liberalismo más extremo considere que el Estado no ha de intervenir en los asuntos sociales, puesto que se entiende que las desigualdades económicas y sociales son el resultado de la selección natural en la sociedad, de los mejores adaptados y los no adaptados. 6