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1 CONTEXTUALIZACIÓN DE KANT. Inmanuel Kant (1724-1804), de quien dijo el poeta alemán Heinrich Heine, en 1835, que “no tuvo vida ni historia”, no sólo es, junto con Hume, el más importante filósofo del siglo XVIII, y, por tanto, un filósofo ilustrado, sino quien abrió nuevos caminos al pensamiento y determinó toda la filosofía posterior. Toda su vida estuvo dedicada a la reflexión y en él vida y filosofía son casi la misma cosa. Sin embargo, se apasionó por la política de su tiempo: era entusiasta de Federico II el Grande, un déspota ilustrado, de la independencia de Estados Unidos y de la Revolución francesa. La amplitud de sus conocimientos, mucho más allá de la filosofía, fue asombrosa. Para Kant toda la filosofía no es sino una actividad dedicada a contestar a estas cuatro preguntas: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo esperar? ¿Qué es el hombre? Cada una de ellas la contesta así: A la primera - ¿Qué puedo saber? – contesta en la KRV; a la segunda - ¿Qué debo hacer? – contesta en su obra Crítica de la Razón Práctica; a la tercera - ¿Qué puedo esperar? – contesta en su Crítica del Juicio; y, por último, a ¿Qué es el hombre?, contesta en su Antropología. La parte de la obra kantiana que a nosotros nos interesa es la Crítica de la Razón Pura, objeto de nuestro comentario, que es no sólo una de las obras más importantes de Kant, sino una de las más relevantes de la historia del pensamiento. El problema central que aborda, y que aparece bosquejado en el texto, constituye por su temática y contenido una de las preocupaciones centrales de todo ser humano: encontrar un fundamento sólido a aquellos temas que constituyen el objeto, según Kant, de la indagación metafísica: Dios, la libertad y la inmortalidad del alma. En efecto, el pensamiento de nuestro autor gira casi por completo en buscar una respuesta a este interrogante, tal 1 2 como puede apreciarse en algunas de sus obras de madurez que, junto con la que aquí se comenta, tratan de completar la investigación del problema: la Crítica de la Razón Práctica, la Crítica del Juicio, la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres o los Prolegómenos a toda metafísica futura, por citar sólo algunas de las más relevantes. Sin embargo, la forma en que nuestro autor aborda el problema tiene claros antecedentes en la historia de las ideas. En efecto, la incuestionabilidad de las ciencias que Kant menciona en el texto, considerándolas no ya sólo como un conjunto de conocimientos sino, sobre todo, como un camino para llegar a la verdad, forma parte, en primer lugar, de la gran revolución científica y filosófica que se opera en el Renacimiento. Por una parte, las contribuciones de Copérnico, Kepler, Galileo y, sobre todo, Newton, constituyen uno de sus principales focos de influencia; su formación universitaria en la filosofía de Christian Wolff es desechada por nuestro autor tras el conocimiento directo de las obras de Leibniz y, sobre todo, de Hume. Más tarde, su maestro M. Knutzen le empuja al estudio de la física de Newton, de la cual no dudará nunca y la colocará como el punto determinante del planteamiento metodológico que aquí se comenta. Además, a la hora de abordar el reto filosófico que plantea el texto, Kant lleva hasta sus últimas consecuencias el planteamiento que había iniciado Descartes y que Hume comparte: situar la indagación sobre el conocimiento como punto de partida de la reflexión filosófica. Por ello, nuestro autor, como se ha visto en el análisis o comentario precedente, arranca de un planteamiento de neto corte epistemológico (sobre el conocimiento), a diferencia de los enfoques de los clásicos griegos y medievales que sitúan el comienzo de su filosofar en una indagación ontológica (sobre el ser). Contrasta así el planteamiento de Platón y Aristóteles, que conceden la primacía a lo dado frente a la propensión, de honda raigambre kantiana, de la primacía de lo construido. Esto hace que la doctrina de Kant haya sido incluida entre los idealismos, que inaugurara Descartes, con la nota específica de “trascendental”, término éste que caracteriza plenamente el pensamiento kantiano. 2 3 Por otra parte, el conflicto que le precede entre Racionalismo y Empirismo, es decir, entre dogmatismo y escepticismo propician respectivamente el ambiente de afirmación y negación de la Metafísica con que se abre la Ilustración, de la que nuestro autor es representante legítimo, pues comparte con la época su tesón a la hora de compendiar de modo esquemático los problemas planteados, aceptando la posibilidad de que la razón pueda constituirse en tribunal de sí misma, tal como lo indica en otros párrafos del prólogo de la KRV que ahora se comenta. Por último, señalemos que Kant no sólo representa el punto culminante de las corrientes iniciadas en el Renacimiento, sino que constituye el germen de muchos planteamientos filosóficos, muchas veces críticos respecto a la obra kantiana, del siglo XIX. Digamos, finalmente, algo sobre la influencia de Kant en la filosofía posterior. Ya en vida de Kant sus obras levantaron polémica. Él contestó en la medida de sus posibilidades a dichas críticas, al tiempo que continuaba la edificación de su sistema filosófico. El influjo de su pensamiento es incalculable. De modo breve sintetizamos sus hitos más importantes: Toda la filosofía alemana posterior toma a Kant como punto de referencia. El idealismo alemán, con Fichte, Schelling y Hegel a la cabeza, se constituye en torno a sus principales tesis: la razón, el yo, la dialéctica, la naturaleza, la historia, etc. Posteriormente, en el siglo XIX, Marx, Schopenhauer y Nietzsche lo toman como punto de referencia crítica. En la segunda mitad del siglo XIX se produce un retorno a Kant, tras el predominio de Hegel por un lado y el del Positivismo por otro. Esta vuelta a Kant da origen al movimiento filosófico llamado Neokantismo, primero con la Escuela de Magburgo, que ve en Kant, sobre todo, al teórico del conocimiento, y, posteriormente, con la Escuela de Baden. Ya en el siglo XX, la Fenomenología de Husserl se inspira en Kant y Descartes. Del mismo modo Heidegger, al escribir su obra Ser y tiempo, parte de una reflexión sobre la metafísica kantiana, en la que es central el concepto de tiempo. El Marxismo del siglo XX critica a Kant como 3 4 pensador burgués, aunque toma de él aspectos de su filosofía práctica. En Francia, Italia y Gran Bretaña, el kantismo penetra de la mano de los principales pensadores nacionales. En España, Ortega y Gasset confesaba haber vivido durante años en la atmósfera kantiana y lo consideraba imprescindible para pensar a la altura de nuestro tiempo. En los últimos años es notable la actualidad que ha adquirido Kant, sobre todo en el campo de la Ética, la Estética y la Filosofía de la Historia, sin olvidar la enorme influencia ejercida sobre los juristas de nuestro siglo, que se mantiene aún viva. NOCIONES Y TEMAS DE KANT 1. Experiencia y conocimiento a priori Kant parte de su convicción de que la validez de las matemáticas y la física (o ciencias naturales, como dice el texto) es incuestionable, y su planteamiento se dirige por tanto, en primer lugar, a indagar qué hace que estas ciencias constituyan un conocimiento válido, para tratar, posteriormente, el tema de si la Metafísica puede o no seguir este camino. Su indagación acerca del modo como son posibles las ciencias le lleva directamente a una serie de planteamientos epistemológicos en los que se advierte su concepción del conocimiento. Así, Kant distingue dos elementos en el conocimiento: el elemento empírico o juicio sintético como él le llama, y el a priori. En efecto, cuando afirma que todo nuestro conocimiento, en el orden temporal, comienza con la experiencia, es decir, con las impresiones sensibles que constituyen la materia de nuestro conocimiento, nos está diciendo que la experiencia es necesaria en el proceso cognitivo, pero que no es suficiente, o sea, que en nuestro conocimiento no todo se reduce a lo empírico, ya que al ser recibidas dichas impresiones por el sujeto son informadas por su propia facultad cognoscitiva. Tanto el elemento empírico como el a priori constituyen para nuestro autor los requisitos imprescindibles del conocimiento científico, a saber, ampliar nuestro conocimiento de la realidad (elemento empírico) y darle al mismo ese valor universal y necesario (elemento a priori) propio de la ciencia. Íntimamente relacionado con este elemento a priori del conocimiento se encuentra uno de los temas más recurrentes de la KRV, que no es otro que lo que Kant llama “revolución copernicana”, y que consiste en afirmar que la necesidad y universalidad del conocimiento viene del lado de nuestra facultad cognoscitiva, es decir, que no es el objeto quien conforma o rige 4 5 al sujeto sino al revés. Por tanto, el acto de conocer no será ya la “adaequatio intellectus ad rem” (adecuación de la inteligencia a la cosa) de la escolástica, ni tampoco la fe ciega en las ideas innatas, como preconizaba el racionalismo, sino que todo conocimiento tendrá que partir siempre de estos dos supuestos: el dato empírico y el dato a priori, o sea, de los juicios sintéticos a priori, por decirlo con la terminología kantiana. De aquí que tanto la experiencia como las formas a priori se constituyan como los elementos imprescindibles para la elaboración del conocimiento o ciencia. 2. Metafísica y ciencia. La posibilidad de las ciencias la traduce Kant, en términos epistemológicos, al hecho de que en su interior se encuentren lo que Kant llama juicios sintéticos a priori. Estos juicios se distinguen de los analíticos y de los sintéticos, pues en los analíticos, el predicado se incluye en el sujeto, no aumentan conocimiento y tienen un carácter netamente apriórico; en los sintéticos, el predicado sí añade conocimiento al sujeto, son a posteriori y sí amplían nuestro conocimiento. En los juicios sintéticos a priori, nueva clase de juicios que Kant distingue, por ejemplo, “Todo lo que sucede tiene una causa”, el predicado causa no está incluido en la noción de sujeto, sino que añade algo nuevo a éste, y, en este sentido, son sintéticos; pero el predicado causa no está tomado de la experiencia, por lo que le añade al sujeto universalidad y necesidad, caracteres que la experiencia no puede proporcionar. Al admitir este tipo de juicios, Kant descubre el funcionamiento gnoseológico de las matemáticas y la física, pues en ellos se verifican los dos elementos que, tal como se ha visto, Kant exige al conocimiento: el empírico y el a priori. Sentadas las bases que constituyen el origen del conocimiento, según Kant, la deducción sobre el carácter no científico de la Metafísica es obvia. Esta no trabaja con datos empíricos, sino con datos a priori. Por tanto, para Kant la Metafísica no será nunca ciencia, si partimos de los supuestos epistemológicos kantianos. Por eso Kant llamará a esta parte de su KRV Dialéctica trascendental [o lógica de la apariencia o ilusión] y en ella criticará a la Metafísica por su pretensión de ofrecer conocimiento de objetos extraempíricos. Ahora bien, la crítica de Kant a la Metafísica no conlleva una negación de la libertad, la inmortalidad del alma o la idea de Dios, que son el objeto de estudio de la misma; su investigación se dirige a mostrar que dichas ideas no son susceptibles de conocimiento científico. Kant llegará a esas verdades por otro camino, el que se abre a partir de sus obras Crítica de la Razón Práctica y Fundamentación de la Metafísica de las costumbres. La razón, aunque limitada en su uso teórico, queda abierta a otros campos en los que sí es posible su elucidación. Deja pues Kant, para las Ideas de la Razón Pura, un uso regulativo como útiles y necesarias para la investigación científica, tomadas como ideales inalcanzables por la razón teórica que se convierten en acicates para la investigación. 5 6 TEMAS TEMA 1º. LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO DE KANT. INTRODUCCIÓN. 1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA DE LA KRV. La teoría del conocimiento de Kant se encuentra en la respuesta que él da a la pregunta: ¿Qué puedo conocer? Pregunta contestada en su obra Crítica de la razón pura (en adelante KRV). Para que haya conocimiento, dice Kant, es necesario que se den dos condiciones: a) Que las proposiciones posean un valor universal y necesario. b) Que el contenido de las proposiciones provenga de la intuición empírica. De aquí que la finalidad de la KRV sea doble: a) Fundamentar la validez del conocimiento e intentar así superar el escepticismo de Hume, que desembocaba en el escepticismo. b) Demostrar la imposibilidad de la metafísica dogmática, ya que sus principios no son experimentables, sino que son principios de la razón aplicados a objetos suprasensibles. Para llevar a cabo esta tarea es necesario efectuar un examen previo de las capacidades de la razón humana: una crítica de la razón que consistirá en un análisis crítico de las capacidades cognoscitivas en los distintos niveles en que puede operar y que será trascendental: búsqueda a priori de las condiciones del conocimiento. Kant parte de que ciencias como la matemática o la física presentan conocimientos fiables y rigurosos. De lo que se trata es entonces de fundamentar tales conocimientos, es decir, de responder a las siguientes preguntas: ¿cómo es posible la matemática? ¿Cómo es posible la física?; en suma, ¿cómo es posible la ciencia? Para ello, dice Kant, es necesario que se den dos condiciones: a) Que las proposiciones tengan un valor universal y necesario. b) Que el contenido de las proposiciones provenga de la intuición empírica. Y la respuesta la encuentra Kant tras analizar los distintos tipos de juicios. Estos son de cuatro clases: 1. Juicios analíticos: Son aquellos en los que el predicado está contenido en el sujeto. Estos juicios son explicativos, es decir, no amplían el conocimiento al no añadir nada al sujeto. Vgr. hierba verde, nieve blanca, cielo azul. 6 7 2. Juicios sintéticos: Son aquellos cuyo predicado no está contenido en el sujeto. Estos juicios son extensivos o ampliativos, es decir, añaden algo al sujeto o amplían su significado. Vgr. El niño es alto, educado, deportista, etc. 3. Juicios a priori: Son aquellos que no nacen de la experiencia. Vgr. Honrarás a tu padre y a tu madre, Haz el bien y no mires a quién, Amarás a Dios sobre todas las cosas, etc. Son juicios con valor universal y necesarios. 4. Juicios a posteriori: Los que brotan de la experiencia. Vgr. Hoy ha llovido, Esta mañana me levanté a las 6.30, etc. Los juicios creadores de ciencia, según Kant, son los sintéticos y los a priori. Luego los juicios que pueden fundamentar la ciencia son los juicios sintéticos a priori. Pero Kant, no contento con esta respuesta, se vuelve a preguntar: ¿cómo son posibles tales juicios? Y responde Kant que sólo la crítica de la razón nos puede conducir a dicho objetivo. Y aquí empieza de nuevo Kant otro planteamiento: ¿Cómo conoce nuestra razón? ¿Por qué vías o medios llega la razón a conocer? Y él responde diciendo que la teoría del conocimiento se basa en dos fuentes o facultades: la sensibilidad y el entendimiento. Por medio de la sensibilidad recibimos el dato empírico, y por medio del entendimiento los objetos de la experiencia quedan revestidos de las determinaciones universales y necesarias requeridas por el saber científico. La razón pura queda al margen de la constitución del objeto científico, los conceptos (ideas) de la razón no se aplican a los fenómenos, dado que las ideas sólo producen síntesis metaempíricas. 2. PARTES DE LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA Kant divide la Crítica de la Razón Pura en tres partes: 1. Estética transcendental (Sensibilidad), 2. Analítica transcendental (Entendimiento) y 3. Dialéctica transcendental (Razón), que se corresponden respectivamente con las facultades señaladas entre paréntesis. La Estética transcendental estudia las condiciones espacio temporales del conocimiento que, como intuiciones puras, producen la primera síntesis de carácter sensible. La Analítica transcendental tiene por objeto el estudio de los conceptos puros del entendimiento o categorías, condición necesaria para que lo dado en la sensibilidad adquiera el carácter de objeto pensado. La Dialéctica transcendental se ocupa del problema de la posibilidad de la Metafísica como ciencia. Los postulados básicos de los que parte la Crítica de la Razón Pura son tres: 7 8 1. No hay conocimiento objetivo sin datos empíricos, como tampoco es posible objetividad alguna sin aprioridad. 2. Las facultades designan distintos niveles de aprioridad del sujeto transcendental. 3. Cada una de las facultades, mediante las formas a priori, reduce a unidad una diversidad de contenidos. Desde estos supuestos epistemológicos, Kant aborda en la primera parte de la KRV, la Estética Trascendental, cómo se da la síntesis entre lo empírico y lo a priori a nivel de la sensibilidad, mostrando las formas a priori de la sensibilidad que no son otras que el espacio y el tiempo, que se constituyen como condiciones de posibilidad de toda experiencia. El resultado de nuestro conocimiento a nivel de la sensibilidad, por medio de la intuición, ¡que en Kant siempre es sensible!, es lo que él llama fenómeno, concepto éste muy importante para dilucidar los contenidos de la Dialéctica Trascendental que más tarde abordaremos. En esta parte de la KRV, Kant demuestra la aprioridad del espacio, lo que hace posible los juicios sintéticos a priori en la Geometría, y la aprioridad del tiempo, que hace posibles los juicios sintéticos a priori en la Aritmética, mostrando así cómo es posible la Matemática como ciencia. En la segunda parte de la KRV, la Analítica Trascendental, Kant trata fundamentalmente el tema de la cooperación entre la sensibilidad y el entendimiento, de cómo englobar lo particular en lo general, en orden al conocimiento, tema clave de su enfoque gnoseológico. Así, nuestro autor analiza pormenorizadamente los conceptos puros del entendimiento o categorías. Con esto completa Kant su visión sobre el conocimiento de los objetos: se produce cuando el entendimiento refiere o encaja los datos múltiples de la sensibilidad en sus categorías. Es preciso tener en cuenta que, para Kant, el conocimiento resulta de la cooperación de la sensibilidad y el entendimiento y que ambos son igualmente importantes. Son los conceptos puros del entendimiento o categorías las formas fundamentales de toda la síntesis intelectual que se aplican a las intuiciones puras, y dan lugar a los principios que sustentan la Física, la hacen un conocimiento exacto y científico y, a la vez, real y verdadero. En la tercera parte de la KRV, la Dialéctica Trascendental, Kant vuelve sobre el problema de la Metafísica planteado en el texto. Llama Dialéctica (lógica de la apariencia o ilusión) a su investigación por considerarla una crítica de la metafísica en su pretensión de ofrecer conocimiento de objetos extraempíricos. Ahora bien, la crítica de Kant a la Metafísica no conlleva una negación de la libertad, la inmortalidad del alma o la idea de Dios: su investigación se dirige a mostrar que dichas ideas no son susceptibles de conocimiento científico. Kant llegará a esas verdades por otro camino, el que se abre a partir de sus obras Crítica de la Razón Práctica y Fundamentación de la 8 9 Metafísica de las costumbres. La razón, aunque limitada en su uso teórico, queda abierta a otros campos en los que sí es posible su elucidación. Deja pues Kant, para las Ideas de la Razón Pura, un uso regulativo como útiles y necesarias para la investigación científica, tomadas como ideales inalcanzables por la razón teórica que se convierten en acicates para la investigación. TEMA 2º. LA CRÍTICA A LA METAFÍSICA. El término Metafísica es tan frecuente en la filosofía kantiana que resulta obligatorio distinguir los diferentes sentidos con que Kant los aplica. 1º. En primer lugar, hay que entenderlo como la Metafísica tradicional heredada de las tradiciones filosóficas anteriores, especialmente del Racionalismo, y sistematizada en la obra del filósofo alemán Christian Wolff. Por tradición que se remonta hasta Platón, la Metafísica es la parte de la Filosofía que se ocupa de conocer aquellas realidades que están más allá de la experiencia sensible. Se puede decir que es un conocimiento exclusivamente a priori. Christian Wolff, en cuyo pensamiento se había formado Kant, distinguía una Metafísica General, de contenido ontológico (el ser en general), de una Metafísica Especial, a la que se le había encargado la misión de ocuparse del alma (Psicología), del Mundo (Cosmología) y de Dios (Teodicea), de un modo racional. A los filósofos defensores de este buen hacer y de la validez de la Metafísica los llamará Kant “filósofos dogmáticos”, y “escépticos” a quienes la atacan. 2º. En segundo lugar, Kant entiende también por Metafísica la existencia de una tendencia natural de los hombres que les lleva a preguntarse sobre las cosas, y, a través de esas preguntas y respuestas, creer que han alcanzado el conocimiento absoluto. A causa de esta disposición natural es por lo que surge en la reflexión, el pensamiento, el conocimiento, la ciencia y la filosofía. Esa tendencia natural es inevitable en los hombres, pero tiene que estar sometida a la crítica y tribunales y no vagar a sus anchas sin control alguno. 3º. También llama Kant Metafísica a la totalidad de su sistema filosófico, incluyendo la crítica que él mismo hace a los sistemas doctrinarios de metafísica o metafísicas tradicionales. En este sentido, Metafísica es su propia investigación (la de Kant), porque en todo momento se aboga por la existencia de determinados elementos del conocimiento, aunque no los únicos y exclusivos, que son totalmente independientes de la experiencia y sin los cuales aquel no podría darse (nos referimos a los juicios a priori). Es, si se quiere, una Metafísica crítica, porque es la propia racionalidad humana la que critica las ansias desmedidas de la razón, pero aceptando que debe existir un tribunal al que someterse. Por tanto, en esta tercera interpretación es donde cabe la crítica de Kant a la Metafísica, crítica que es una crítica epistemológica, es 9 10 decir, una crítica a las pretensiones de la metafísica tradicional de conocer lo que está más allá de la experiencia y darle a ello un valor científico. Kant dice que estas pretensiones son ilusorias, ya que la Metafísica no se apoya en fenómenos (elementos empíricos) sino en noúmenos (elementos no empíricos). La Metafísica, presa de sus ilusiones, ha trascendido sin rigor los límites de la ciencia (recuérdese que CIENCIA = JUICIOS SINTÉTICOS + JUCIOS A PRIORI) y ha pretendido instalar como conocimientos objetivos lo que son sólo meras especulaciones. La razón humana, motivada por ciertas analogías con las matemáticas y fascinada por el poder de abstracción que naturalmente posee, se cree capaz de poder alcanzar la condición de todas las condiciones, es decir, lo absoluto e incondicionado, si bien es sólo una ilusión. Es en la Dialéctica trascendental, tercera parte de la KRV, donde Kant intenta establecer los porqués de esas transgresiones de la razón y analizar las que han sido las principales ideas de la metafísica dogmática (también llamada tradicional o racionalista). Sabiendo cuales son los límites de la ciencia y del conocimiento válido (experiencia + datos a priori: espacio y tiempo en la Sensibilidad, y categorías en el Entendimiento), Kant pasa a examinar las posibilidades de la Metafísica tradicional, especialmente la cultivada por la Escolástica y el Racionalismo, dentro del marco general del conocimiento. Imitando de manera muy cercana el estilo de David Hume, Kant nos viene a decir que por apoyarse en noúmenos y no en fenómenos, que son la condición primera para formar juicios científicos, la razón cae en la trampa de la ilusión metafísica al pretender un conocimiento más allá de lo posible. De este modo pasa sucesivamente revista a los temas que han constituido el objeto esencial de la Metafísica tradicional: Alma o “yo”, Mundo o “cosas” y Dios como síntesis de todos los objetos del pensamiento y fundamento de las otras dos ideas anteriores, señalando los errores cometidos en la construcción de cada una de estas ideas, que enumeramos a continuación: Los paralogismos (falsos razonamientos) de la psicología racional, las antinomias (contradicciones) de la razón pura y el ideal (falso) de la razón pura. Concluye Kant diciendo que todo intento futuro de convertir a la Metafísica en una ciencia está condenado al fracaso. Pero en ningún caso tiene esto significa que la Metafísica vaya a desaparecer. El propio Kant luchará por justificar un campo nuevo para la continuidad filosófica: la ética, aunque habiéndole eliminado las cargas de su dependencia de la Metafísica dogmática y con un tratamiento distinto tanto al seguido hasta ahora como al que tiene el conocimiento científico o verdadero. Ese nuevo proceder no será el del conocimiento teórico o ciencia, sino el de la praxis; mejor dicho, Kant colocará como postulados de la Crítica de la Razón Práctica los temas de la indagación metafísica: Dios, alma, libertad, mundo, etc. Pero este asunto es un tema de estudio que se sale de los límites del nuestro. 10