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1 Oliva Sabuco de Nantes y Barrera Nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre Karla Vargas Vargas Esta investigación se plantea como una aventura pues requiere adentrarse en un período filosófico, para algunos, omitido u olvidado y además, busca dar a conocer el quehacer filosófico de una pensadora, doblemente omitida y olvidada: primero por ser filósofa – médica y, segundo, o primero, otra vez, por ser mujer. Se encuentran en el trabajo los siguientes apartados: I. La situación de las mujeres en el Renacimiento; II. La obra de Oliva Sabuco: Nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre; III. Hipótesis y soluciones al problema de la autoría; IV. Consideraciones finales. I. La situación de las mujeres en el Renacimiento. Para Rosalía Romero (2004): El pensamiento de la Sospecha1 nos ha enseñado que existe una relación entre poder y conocimiento, es decir… la pretendida objetividad del saber ha resultado ser una porción reducida de la ciencia… la que se autocorrige según sus propios principios de autorregulación. (p.27) Ante esto, se genera la necesidad de construir una historia externa de la verdad, cuya ocupación es estudiar cómo se construyen los dominios del saber…Tarea que ha sido respondida de manera vasta por Michael Foucault2 y por el pensamiento crítico acerca y desde la Historia de las mujeres; quehacer histórico – filosófico del que, desde la óptica de Romero, por lo demás, el siglo XXI, no podrá prescindir, a menos que vuelva a ser ocultado mediante violencia y mecanismos coercitivos. Así, para ella: Sistematizar y recuperar el legado de las mujeres no es sólo un acto de justicia contra el sexismo, sino el comienzo de una reconstrucción de la historia que pretende dar una imagen más fidedigna de la realidad pasada: una imagen bisemanal de la cultura… hoy podemos constatar cómo el desconocimiento real de nuestra historia se debe a la transmisión parcial e interesada del saber. Existen saberes: unos han sido postergados y olvidados y otros forman parte de nuestras vidas. Y muchos de ellos se los debemos a mujeres que escribieron excelentes tratados. Un caso paradigmático lo representa Oliva Sabuco… (p.28) Pues esta recuperación trae a la luz la denuncia de los pilares sobre los cuales se asienta el sexismo académico, cotidiano, filosófico, sociopolítico, histórico; etc; pilares que activados en la historia hegemónica, se sintetizan en Instalado en el mundo del saber, por lo menos de manera sistematizada por Simone de Beauvoir, en el Segundo sexo. 2 Que el androcentrismo ubicaría como marginal. 1 2 …la prohibición del acceso a las instituciones educativas, la prohibición de algunos estudios, la prescripción al ámbito de otras disciplinas, la difamación o denigración de la fama, la pseudonimia, la no inclusión en las tradiciones de pensamiento y genealogías. (p.29) Se puede afirmar que la delimitación de la historia “en períodos” (y cualquier otro tipo de saber) enferma el interior de la misma pues potencia y valida que se lea como estática y de orden sumativo. Ha de recordarse que la historia no es necesariamente y excluyentemente lineal. Si se le observa desde una óptica menos reducida, se podría decir que la historia es producto de una serie de factores (epistémicos, éticos, sociales, políticos…) que acontecen en el mismo acontecer histórico que se pretende, por un lado, sistematizar, y, por otro, ordenar. Y este acontecer le deja huella al sujeto y el sujeto influye –a su vez – en la historia. Con todo y lo anterior, puede ubicarse, a Oliva Sabuco en el siglo XVI, siglo de ráfagas de luz cognoscitiva, de sed académica, de quehacer cuestionador cotidiano. Ráfagas opacadas, – como es debido – por el común androcentrismo y la particular misoginia de la época. El ser humano busca explicar su ser y hacer conectivo con el mundo y con la posible y obediente trascendencia a Dios… pero este ser humano es (ÉL) el ser humano… y aunque no lo fuera, se generaron y generan los mecanismos necesarios para ridiculizar, menospreciar, anular… a mujeres que sí estuvieron en este período y que no se dedicaron a bordar e hilar, como ocupaba Lope de Vega3, a guardar su castidad, en el caso de Luis Vives y a ser sumisas y silenciosas, para Fray Luis de León. Estas palabras4 son ilustrativas del argumento anterior: La autoridad de esta escritora5 tiene una peculiar relevancia en un período histórico en el que los autores más sobresalientes vertían en sus influyentes obras sus prejuicios misóginos. En el Renacimiento español fueron hegemónicas las obras de Luis Vives y de Fray Luis de León. En la primera mitad del siglo XVI Vives escribió Instrucción de la mujer cristiana donde defiende que no se han de formar mujeres letradas sino honestas. Las mujeres han de estar siempre ocupadas y alejadas del pensamiento, puesto que el pensamiento femenino es peligroso. Luis Vives sostiene que la principal virtud de las mujeres es “la castidad” de tal modo que una mujer soltera ha de defender su castidad y morir antes de perder su virginidad. Por su parte, Fray Luis de León en La perfecta casada, editada en la 2ª mitad del siglo VI, recomienda a las mujeres la sujeción, la humildad y el silencio. En el siglo XVII destacaremos que Quevedo, Cervantes o Lope de Vega se burlaban, sin miramientos, de “las mujeres bachilleres”. Lope de Vega escribió: ‘cuando una mujer sabe coser, hilar y remendar, ¿qué necesidad tiene de saber gramática o de componer versos? Sin embargo, este último se encuentra entre los autores que, perteneciendo a una generación posterior, escribió elogiosamente sobre la Décima Musa… (p.34) Esto no exime a Lope de Vega de haber claramente glorificado a Oliva Sabuco, llamándola Décima Musa. Romero, Rosalía. La Historia no contada. Mujeres Pioneras. 2004 5 Se refiere a Oliva Sabuco. 3 4 3 Bien lo afirma Teresa Sánchez (1996): Las conquistas del humanismo renacentista no conmovieron los pilares esenciales del pensamiento sobre la mujer… A la mujer renacentista se le adiestra, pues, para que renuncie a su identidad como ser humano autónomo. Se espera de ella que goce de su resignado acatamiento de los preceptos virtuosos y de su dependencia emocional, psicológica, social y económica. Se considera su fisiología, apta para la generación, como un don divino que le obliga a cumplir con su más sagrada misión: la reproducción. No se admite que su anatomía sea una condición que voluntariamente le permita procrear, sino que la procreación es su destino inexcusable, una imposición social y una fórmula moral para redimirse del otro lado oscuro de su naturaleza: su condición perversa. (p.18) Y aunque Oliva Sabuco no es (por lo menos expresamente) calificada de perversa6, hace un rompimiento más denso para época… reta, en la misma línea de Eva, a Dios7… come del árbol prohibido, del árbol de la sabiduría, escribe, sabe latín, apela a la socialización del conocimiento y a favor de los trabajadores, denuncia los vicios eclesiales… no hila, no teje, no procrea: ¡Crea! Y al no ser hombre incomoda y es entendida (varios siglos después) como alteridad amenazante. Ahora bien, ¿cómo se argumentaría que – aunque parezca obvio – el quehacer filosófico del momento era8 androcéntrico? La misma Oliva Sabuco se mete en problemas. Sus argumentaciones filosóficas – por ejemplo – del alma (platónica – tripartita) demuestra como ella (dentro de su intención de ruptura) cae en androcentrismo. Sobre esto, claramente, Rosalía Romero (2004) apunta: En la obra de Sabuco se encuentra una concepción del alma como principio vital: marca la frontera entre el mundo animado y el inanimado. El alma es la propiedad característica de la vida, por eso se encuentra en plantas, animales y seres humanos…En los seres humanos se encuentran tres almas o grados distintos de ella: la vegetativa, la sensitiva y la racional, la humana por antonomasia, en virtud de la cual la especie tiene la capacidad de orientación hacia la divinidad. Como podemos observar, en la concepción de ser humano se manifiesta el antropocentrismo, característico del Renacimiento, es decir, el ser racional constituye la cima de la naturaleza y el punto de contacto de ésta con Dios. El antropocentrismo renacentista conlleva también el ‘Nosce te ipsum’ (Conócete a ti mismo), que iluminaría a la Humanidad desde que grabado con letras de oro en el templo de Apolo, y asumido como principio supremo de la ética socrática, volviera a tener vigencia en el renacimiento. Nosce te ipsum implica un conocimiento del individuo de sí mismo, es decir una invitación a la introspección como vía para vivir mejor, a través de la canalización de los afectos y las pasiones. Por otro lado significa una búsqueda de la especificidad de lo humano, en un orden natural y jerarquizado. (p.31) Sensitiva, Vegetativa… por debajo, por su puesto, de la racional. ¿Quién materializa la racionalidad? El hombre que se sitúa frente al mundo… que durante su vida está en relación con el mundo; [cuya] meta de En el sentido “sexual”, aún cuando no procrea hijos. Al Dios “santísimo” y al Dios académico materializado en el quehacer filosófico y científico “masculino” de la época. 8 Y es todavía. 6 7 4 su hacer, de su sentir o su conocer, es siempre el mundo9. Porque tienen, gozan y utilizan y se unen a partir de “LA RAZÓN”: En la razón es donde pueden unificarse los hombres antes que en ninguna otra cosa. Las pasiones atan al hombre, la razón y el saber teórico le liberan. La razón es el equilibrio de toda condición, la representación desinteresada de cada situación. La cultura conduce a la razón10. Oliva Sabuco es objeto de desinterés, en el sentido de no ser vista, aunque su presencia se torna amenazante a inicios del siglo XX y no propiamente en el siglo XVI. Se vuelve amenazante porque: Oliva Sabuco bebe del saber de la academia, y también se nutre del saber de la sabiduría popular, la que se transmite por vía orales de generación en generación. Este hecho tiene claras repercusiones en su obra… por ello está exenta de los prejuicios del mundo universitario, no produciéndose en ningún momento una infravaloración de los conocimientos provenientes de las fuentes orales y extraacadémicas. Cabe pensar que muchos de los aciertos que se encuentran en sus escritos y que, posteriormente, fueron asumidos por los saberes dominantes se deben a la escucha de quienes, teniendo una intuición in recto, hacían un perfecto uso del sentido común11. Y además, al no ser “el magnánimo”, es la sensitiva y vegetativa, que lleva a que: [No sea]…de extrañar que desde la mirada de la misoginia se haya expresado la incredulidad respecto a que la persona que escribió una obra de la riqueza de la Nueva Filosofía haya sido mujer. En la historia del patriarcado este hecho no supone una excepción…”12 No se trata de “radicalizar”. Para algunos pensadores y pensadoras actuales “es evidente” que la filosofía y el quehacer filosófico es patriarcal, androcéntrico y excluyente. Pero contrario a lo que se esperaría, hay otros – los más – que no ven la evidencia. Situación que en el caso de Oliva Sabuco comprometió su integridad al punto de pedir protección especial del Rey Felipe II y que de acuerdo con Pascual Buxó13, demuestra, por un lado las condiciones de riesgo en que se encontraba Oliva Sabuco, y una posible artimaña de su padre – Miguel Sabuco – de ceder su nombre y asignarle la autoría14 a Oliva, para obtener más ganancias económicas: En opinión del doctor Martínez, sucedióle a Doña Oliva lo que a Colón, pero si éste borró el non plus ultra que hasta entonces había impedido el descubrimiento del Nuevo Mundo, ella también “tuvo el valor de escribir un nuevo sistema de medicina” con que venció “las columnas que Aristóteles y Galeno habían puesto por último término de las verdades. Schilling, K. Desde el renacimiento hasta Kant. (p.1) Schilling, K. Desde el renacimiento hasta Kant. (p.21) 11 Romero, Rosalía. La Historia no contada. Mujeres Pioneras. 2004. p. 32 12 Romero, Rosalía. La Historia no contada. Mujeres Pioneras. 2004. p. 37 9 10 13 José Pascual Buxó. Sabiduría femenina y condena social. Un caso de la España del siglo XVI. Paginas 1-6. Hipótesis controversial, que se une a las muchas y problemáticas posiciones que se dieron, respecto de la autoría del libro La Nueva Filosofía, desde el siglo XVI hasta el XX, y hasta en la actualidad. 14 5 ¿Presentando la obra como si fuese una mujer excepcional obtendría mayores beneficios económicos? Nada hay en lo poco que sabemos del padre de doña Oliva que nos lo presente como admirador o protector de las mujeres. Por el contrario, es su hija quien en “la carta dedicatoria” a Felipe II, le pide al gran León, rey y señor de los hombres”, que la ampare como mujer puesto que corresponde a la magnanimidad del monarca dar protección a los pobres y a los débiles: Una humilde sierva y vasalla, hincadas las rodillas en ausencia, pues no puede en presencia, osa hablar. Dióme esta osadía y atrevimiento aquella antigua ley de alta caballería, a la cual los grandes señores y caballeros de alta prosapia… se quisieron atar y obligar, que fue favorecer siempre a las mujeres en sus aventuras. …Esta solicitud de favor al rey de España no puede reducirse, a nuestro juicio, a un mero recurso retórico para captar la benevolencia de su juez, sino que parece entrañar un positivo indicio de la peculiar situación en que se hallaba doña Oliva… ¿de qué cautiverio o tiranía deseaba huir y por qué se veía forzada a poner bajo la protección de la majestad católica “este mi hijo que yo he engendrado y reciba este servicio de una mujer, que pienso es el mayor, en calidad, que cuantos han hecho los hombres”?... pues detrás de la cautiva figura de Getulia se escondía la prueba de que doña Oliva estaba decidida a defender lo que ella consideraría sus legítimos derechos de autora. Así, Oliva pasa a ser Getulia perdida en el centro del mundo de Pico della Mirandola; quien en su Oratio, insiste en que la riqueza del hombre (del ser humano) está, según explica Victoria Camps15, en no ocupar un puerto determinado en la jerarquía del cosmos y no poseer una naturaleza fijada de una vez…, en ser un “ser libre” de elegir cualquier género de vida y convertirse en cualquier criatura. Oliva decide no reptar y no ser receptáculo pasivo aristotélico, la época de responde un tal vez tajante a Oliva Sabuco; y ese tal vez está gravemente matizado por el problema de la autoría – que aparece siglos después - del texto que compete a la investigación presente: La Nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre. Pero antes de desarrollar esta temática de la autoría, se dará a conocer de qué se ocupa la obra. 15 Camps, Victoria. Historia de la Ética. 1. De los griegos al renacimiento. 1988. 6 II. La obra de Oliva Sabuco: Nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre. Para Florentino. M. Torner16, el ideario del texto La Nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre, goza de gran diversidad temática tanto en el campo médico como en el filosófico, sin escapar a lo moral y lo psicológico, y según Henares17, a lo religioso. En el Coloquio del conocimiento de si mismo se plantea de manera general un sistema fisiológico, psicológico y moral en el que hay un ruptura clara, pues, ante el desorden de escala de valores que durante siglos había situado a cada ser en una casilla concreta…18 la obra y la autora plantean otras opciones: el ser humano debe – es imperativo moral – conocerse a si mismo y este conocimiento le permitirá ampliar su rango de acción a lo social y a lo político. Torner19 sintetiza de manera esclarecida el ideario de los coloquios, y por ello, se hace uso in extenso de sus palabras: Contiénense, por tanto, en este coloquio los fundamentos o líneas generales de un sistema fisiológico, tanto como de un sistema psicológico y de una doctrina moral. En este coloquio del microcosmos. Una vez conocido el pequeño mundo constituido por el hombre y los medios convenientes a la conservación y mejora de su vida, siente uno de los interlocutores la necesidad de conocer el macrocosmos, pues es género de tontería vivir en este mundo grande y no entenderlo ni saber cómo está (p.31) Para Sabuco, hay un déficit y a la vez una deuda de y con los filósofos y filosofías de la Antigüedad, deuda que se aplica al espacio filosófico y al de la medicina. Médicos y filósofos desconocen la naturaleza del hombre y si esto es así, es irremediable que los pasos de ambas áreas del saber se fundamenten en errores o sean propiamente errores. El texto de Sabuco es calificado, por ella misma como muy extraño y nuevo. Es tan extraño como su autora y la novedad deviene en sus planteamientos médicos. Torner pregunta y afirma: ¿Cuál es esta novedad que tan desembarazadamente proclama el bachiller Sabuco? Es ni más ni menos que un nuevo sistema fisiológico, según el cual la sangre no nutre y alimenta a nuestro cuerpo. Esta función esencial la desempeña un jugo blanco que desde el cerebro pasa a todas las partes del organismo. Veamos cómo. (p. 31) Torner, F. Licenciado en Filosofía y Letras. Doña Oliva Sabuco de Nantes. Siglo XVI. Biblioteca de Cultura española. M. Aguilar Editor. Marqués de Urquijo, 43 – Apartado 8011. Madrid. (sf) Páginas 31-68. 17 Henares, D. El horizonte religioso de Sabuco. Centro de Estudios de Castilla – La Mancha. Páginas 125-135. 18 Afirmación que se encuentra en el prólogo del libro, pero no se indica el nombre de quien lo escribe. 19 Algunas aclaraciones se hacen necesarias: a) Se mantiene el orden de redacción del texto original, por lo que no se considerarían algunas leyes gramaticales, b) Torner considera que el autor de La Nueva Filosofía es Miguel Sabuco; posición que ya por si misma es controversial. Pese a ello, la síntesis que hace del texto es muy valiosa y se utiliza por el hecho de ser de “la época”; c) además, en esta investigación se sigue la hipótesis de que la autora es Oliva Sabuco, y no su padre; apoyada en la clarificación que hace Rosalía Romero. 16 7 Sobre el ser humano, se plantea en La Nueva Filosofía un claro perfil antropológico, que además haría alarde de la riqueza literaria - dadas las imágenes que utiliza y, recuerda – una vez más – la necesidad de entender al ser humano renacentista como un ser ubicado en el centro del mundo… conociendo (se) y conociendo hacia el afuera. Ampliando sus horizontes existenciales al abrirse el espacio continuado de la morbosidad científica. Sobre las cuestiones fisiológicas médicas, se encuentra que: Acepta Sabuco la antigua comparación del hombre con el árbol, y piensa según ella, que el hombre es un árbol invertido. El árbol hinca las raíces en la tierra y levanta en el aire su tallo y tronco. El hombre, por e contrario, tiene la raíz en lo alto y su tallo se dirige hacia abajo, pues la raíz es el cerebro, y el tallo o caule según la palabra preferida por el bachiller Sabuco, la médula espinal. El cerebro es la raíz del hombre, porque es el órgano por donde hace su nutrición, extrayendo de elementos exteriores las substancias necesarias. Las membranas del cerebro, llamadas pía y dura máter producen, prolongándose hacia abajo, dos grandes senos, en los cuales reciben los alimentos: la boca y el estómago. La masticación, en la boca, los tritura y extrae sus jugos, que en parte pasan desde aquí al cerebro, sorbidos por los filamentos nerviosos que terminan en la lengua y el paladar. Lo demás pasa al estómago, donde sufre las modificaciones de la digestión o decocción, que se efectúa con el calor de tres vísceras que, como tres ascuas encendidas, rodean al estómago, que es una verdadera marmita. Aquellas ascuas son el hígado, el corazón y el bazo. Del estómago chupa el cerebro la materia útil para la nutrición. Durante el sueño, también, suben del estómago al cerebro vapores nutricios, que una vez en éste, se condensan, y, en unión del jugo que procede de la boca y del estómago, forman el quilo o jugo blanco cerebral, cuya distribución por todo el cuerpo regula la piamáter. Tal distribución se verifica por distintas vías. La más importante es el vértice del cráneo y las comisuras entre sus varios huesos, por donde se sale el jugo blanco para correr por debajo de la piel, o cuero, que es un nervio que recubre exteriormente el cuerpo llevando los principios nutritivos a todas sus partes y miembros. Una cantidad de jugo del cerebro desciende del tronco, o médula, se distribuye por los nervios que de ella arrancan y la parte que llega a los testículos sufre nuevas modificaciones para convertirse en semen. En la mujer, el jugo que sigue trayectoria equivalente se convierte en menstruo, especie de riego que favorece la eficaz recepción del germen masculino. Del mismo jugo se origina igualmente la leche en la mujer y en las demás hembras mamíferas. La sangre misma no es otra cosa que tal jugo blanco, modificado en las tres vísceras antes mencionadas La sangre que hace el corazón es más aérea y espirituosa, y la que hace el bazo es más terrestre y más negra, y la que hace el hígado es media entre las dos. La función de la sangre no es otra que la de irrigar el jugo blanco y las partes todas del cuerpo para ablandar uno y otras y favorecer de este modo la asimilación de aquél por el organismo. Es, como se ve, y como repetidamente nos dice Sabuco, función semejante a la que ejerce en agua en la tierra para la nutrición de los vegetales. […] (p. 32-35) El cerebro halla también sustento en el aire, el cual nos alimenta de dos maneras, exterior una, por la piel, interior otra, mediante la respiración, por la cual no solo se suministran al cerebro la humedad y el frío que necesita, sino que se reconfortan sus espíritus20 (p.36) Según el texto, no se especifica en su obra qué son los espíritus, pero parecen ser aire modificado en el organismo. Sobre los espíritus dice que se reparan con los bostezos, que dan movimiento, y en algún momento los relaciona con ventosidad. 20 8 Existen en el cuerpo humano dos armonías que es preciso conservar concordes entre si para así evitar perturbaciones en la salud. Es una la armonía primera, o principal, del cerebro. Es otra la armonía segunda, del estómago. El cerebro es, por naturaleza, frío y húmedo, así como el estómago es cálido y seco. Si, por una causa cualquiera, que puede ser una pasión violenta o una emoción excesiva, se altera la armonía primera, la piamáter se cae, el jugo cerebral se derrama por vías anormales (y aún el que recorre por las habituales va viciado), y precipitándose por el estómago, hace huir de éste y de las vísceras circundantes el calor vital, y se trastorna también de esta manera la segunda armonía, produciendo en la salud accidentes más o menos graves, según la cantidad de jugo blanco derribado. Frío y calor son contrarios, y para que mutuamente no se perjudiquen o destruyan es preciso velar por el equilibrio de ambas armonías, manteniéndolas dentro de sus propios límites. El Hacedor de la Naturaleza puso en el hombre el cuello estrecho y largo para mejor aislar la una de la otra. La armonía del cerebro no sólo se altera por causas de orden espiritual, como las mencionadas; puede destruirse a si mismo, produciendo la discordia del alma y cuerpo, origen de numerosas dolencias, por causas de orden material, como es el jugo de alimentos de mala calidad. La armonía menor del estómago sólo se perturba con cosas corpóreas, como son los malos alimentos, el exceso de éstos o el jugo que se derrama del cerebro. Hemos llegado, pues, al estudio del mecanismo fisiológico de las enfermedades y de la muerte. Sabemos que la salud consiste en una buena nutrición del cerebro, en el mantenimiento de su armonía y en el funcionamiento regular de aquellas de sus partes encargadas de la distribución del jugo blanco, principalmente de la piamáter, que ha de mantenerse constantemente elevada. Si, por cualquiera de las causas apuntadas, esta membrana se cae, expulsando del cerebro el quilo o jugo nutritivo por vías que no son las normales, o en cantidad excesiva, o viciado de alguna manera, la enfermedad se produce. El buen funcionamiento, lo que podríamos llamar auge fisiológico del cerebro, recibe del bachiller Sabuco el nombre de cremento, que vale tanto como aumento p crecimiento. Coincide siempre el cremento con un estado de salud. Por el contrario, la cesación o la disminución de la actividad del cerebro, así como la caída de su jugo, recibe la denominación de decremento, que viene a coincidir siempre con la enfermedad. Este cremento y decremento del cerebro son, por lo tanto, las causas generales verdaderas de la salud y de la enfermedad, respectivamente y no la simetría y asimetría de los humores… Sobre los decrementos que llamaremos accidentales, destácanse otros decrementos mayores, generales y constantes producidos por la edad. Distingue Sabuco dos vidas: una primera, que progresa y asciende en constante cremento hasta una edad determinada, variable dentro del cuarto decenio de la vida, edad crítica que recibe el nombre de climaterio, y una segunda vida, que se inicia a partir de este momento y se caracteriza por un período de estabilidad, que es en el hombre lo que la madurez en las frutas, seguido de un lento descenso o decremento general, que naturalmente termina en la muerte, que se produce por agotamiento del húmido radical. En una y otra vida puede sobrevenir la muerte violenta, a lenta, ya rápida, debida siempre a la extinción del calor del estómago. La caída del jugo puede ser tan subitánea y en tal cantidad, que la muerte sea repentina. Pero también en la naturaleza hay crementos y decrementos, que influyen en el hombre. Los tienen los astros, principalmente el Sol y la Luna, cuyo influjo sobre nuestra existencia es...inmenso y constante. Amenazan, por consiguiente, la salud, dos géneros de enemigos: las pasiones y emociones, que nuestro bachiller llama afectos, residentes en el hombre mismo, y algunos agentes exteriores que en definitiva, vienen a producir iguales resultados que aquellas. Tales son la peste, los tóxicos, las condiciones climatológicas adversas, el mal de ojo, etc. El cambio brusco de clima, por ejemplo, es muy perjudicial… por lo cual es prudente aconsejar al hombre delicado que no camine ni mude su suelo y cielo (p.38-42) Es interesante saber cómo puede una pasión o una emoción violenta producir discordia entre el alma y el cuerpo, causante de enfermedades. En el cerebro tiene su residencia y asiento el alma. Cuando hasta aquél penetra por los sentidos, la especie, es decir la imagen, de algo que el alma repugna o aborrece, ésta actúa sobre la piamáter para que con violentas sacudidas, rechace o expulse aquella 9 especie aborrecida Así lo hace la piamáter, cuyas sacudidas pueden ser de tal modo violentas, que no solo rechacen la especie odiada, sino que con ella lancen fuera de su natural centro el jugo blanco cerebral con las consecuencias ya conocidas. Ciertamente esta doctrina…materializa en extremo los fenómenos mentales; pero resulta indudable sin embargo; la primacía o predominio de lo psíquico sobre lo físico; ya que una perturbación psíquica es la causa que determina las perturbaciones corporales. El papel de la medicina y la higiene no puede ser más que este: conservar, favorecer o restaurar el cremento del cerebro, estimulando aquél por todos los medios adecuados, y evitando las causas productoras de éste. Para lo primero el médico ha de saber que la salud se sustenta sobre tres columnas o empentas … dos espirituales y una corporal. Las espirituales son la alegría, contento o placer, que todo es uno y la esperanza de bien. La corpórea es el calor concertado de la armonía segunda del estómago. Si las pasiones y los movimientos violentos del ánimo originan las diversas dolencias, claro está que el mejor tratamiento que a éstas puede aplicarse será el que directamente tienda a aquietar el espíritu y confortarlo, ya mediante razonamientos o discursos adecuados, ya con la eutrapelia que es buena conversación de un buen amigo, ya por la acción maravillosa de la música que es la cosa que más conforta, alegra y afirma el celebro, de las que hay fuera del hombre, porque como sea un género de alegría espiritual que alegra el ánimo, se le pega casi como afecto de algún natural, en tanto que con la música se sana el daño que hizo el veneno en el celebro, y se pone por remedio. He aquí por qué los mordidos de las tarántulas sanan bailando a buena música según aceptada opinión en la época de nuestro autor, y aún hoy divulgada entre la gente campesina de algunas comarcas españolas. La contemplación de la naturaleza y la tranquila belleza campestre obran en igual sentido. Por eso es buen remedio salirse al campo, donde el movimiento de los árboles y el suave ruido del agua se oiga (p. 43-44) En lo físico, como en lo moral, es precepto excelentísimo el que aconseja templanza en todo. Ella es señora y gobernadora de la salud del hombre tanto practicada en los deleites, apetitos y afectos, como en el trabajo y el ejercicio, o en el sueño, el ocio y la comida. (p.44) Muy discretas normas higiénicas va dejando el bachiller… Señalemos de modo especial las que insisten en la necesidad de respirar aire puro, renovándolo convenientemente en las habitaciones, principalmente cuando hay enfermos; las que nos prohíben alimentos flemáticos y melancólicos… Por donde advertimos en Sabuco teorías que proceden de la medicina humoral… (p.44) 10 Desperdigadas por las páginas de La Nueva Filosofía hállanse las nociones fundamentales de una doctrina psicológica. Distingue Sabuco en el alma tres partes, o mejor, tres grados, la vegetativa, la sensitiva y la intelectiva o racional. En los vegetales obra solo la primera; en los animales la primera y la segunda, y en el hombre coexisten las tres. Durante el sueño, así como durante el trabajo físico, obra la vegetativa. En la vigilia y el ocio, que permite trabajar al pensamiento, obran las otras dos. El alma racional reside en el cerebro, donde ejercen sus potencias las varias acciones que le son propias: por el entendimiento conoce y siente el alma los males presentes; por la memoria recuerda los pasados; por la razón teme los futuros; la voluntad aborrece esos tres géneros de males y ama los bienes. Esas potencias no consisten en órgano corporal alguno. El cerebro es, por tanto, la sede y asiento del alma, raíz de la vida, origen y principio de todos los movimientos del cuerpo y centro de la sensibilidad y nutrición. Es pues la pieza, la pieza capital de nuestro organismo y no el corazón o el hígado, como ciertas escuelas filosóficas y médicas habían afirmado. El es el regio alcázar, la digna morada del alma, que procedente del cielo, es de origen divino e inmortal. Las distintas operaciones del espíritu tienen lugar en tres celdas en el que el cerebro se divide: La primera de ellas, estancia del sensorio o sentido común, se halla situada en la frente. Allí el entendimiento juzga lo presente y dice a la voluntad si es bueno o es malo. La segunda celda es la de la estimativa, y en ella el entendimiento juzga lo ausente. La tercera corresponde a la memoria, se halla situada en la parte posterior, y en ella se guardan las especies de lo pasado. Por medio de estas especies, el alma tiene noticias del mundo exterior. Pero ¿qué son las especies?...las sensaciones… las imágenes o representaciones mentales de las cosas. Ya se creería que son algo material, que penetrara en el cerebro y que queda flotando en su masa aguanosa… ya se nos habla de ellas como si fuesen la imagen, reflejada en el cerebro, de las cosas exteriores…En otras ocasiones las llama especies intelectuales y asegura que son incorpóreas. Pues bien, estas especies penetran por las cinco puertas de los sentidos y pasan directamente a la primera celda, y de éste a la tercera, donde permanecen almacenadas hasta que, solicitadas por el entendimiento, pasan a la segunda celda, o estimativa, para volver a aquella una vez que el entendimiento las ha considerado suficientemente. Este sencillo mecanismo le basta a nuestro bachiller para explicar los más diversos, y complicados fenómenos mentales.” (p. 49 – 51) Para Sabuco la experiencia, como fuente de conocimiento y medio de verificación, es el único fundamento en que se puede asentar la verdad de un conocimiento y de una doctrina21. Afirma: No me creáis a mí, creé a la experiencia, que no miente, y justo es lo que yo pido, que se pruebe y se experimente La experiencia tiene, pues, dos valores: es, por un lado, fuente del conocimiento verdadero; es, por otro, el medio de contrastar la verdad del conocimiento adquirido o de la teoría pensada. Por eso el bachiller Sabuco acude con extraordinaria frecuencia al dato de la Naturaleza, que es el dato de la experiencia pura. Más, por una notable paradoja… recurre a Plinio (p. 57-58) A partir de su posición teórica en la que se afirma una relación estrecha entre lo material y lo espiritual, algunos elementos morales que se encuentran en Sabuco, serían: la relación de higiene – virtud, las virtudes como potenciadoras de salud corpórea y del alma, la austeridad como evitación de problemas y, Esta necesidad de “verificación” y de “credibilidad” puede también relacionarse con la urgencia de la autora de reivindicar su quehacer y planteamiento filosóficos, y por otro lado, y en especial, su condición como mujer pensadora, filósofa y médica de la época. 21 11 en especial, la no delegación – en otros – de la responsabilidad personal de trascender esta inmediatez y vincularse con Dios. Sobre estos asuntos, escribe Florentino Torner: En primer lugar, señalaremos el hecho de que, siendo tan íntimas como sabemos las relaciones de lo espiritual y lo material, las normas médicas e higiénicas tienen, por eso mismo, valor de normas morales. A su vez, las virdes como la prudencia y la templanza, por ejemplo son la salud del alma y, por reflejo, la del cuerpo. Pero lo fundamental es que, por su misma naturaleza y por su origen, el alma tiende de un modo espontáneo hacia determinados fines, Así como las cosas naturales no pasan y están quedas hasta haber llegado a su lugar natural, como la piedra a bajar y el humo a subir, así tu alma nunca posa en lugar ni tiene asiento, contento ni sosiego hasta que llega a ver a Dios, y allí se hinche su capacidad” (p.61-62) Los bienes terrenos, por consiguiente, nunca podrán satisfacerla, por muchos que ellos sean. Y Pues esto es así, que nunca te haz de hartar de riquezas, más vale no empezar, y evitarás tantos daños como traen consigo, y vivirás en sosiego, felicidad y alegría… (p.62) Aún hay otra razón para desear la pobreza, y es que, trayendo la riqueza consigo tantos cuidados y motivos de disgusto, que pueden provocar en un momento la caída del jugo del cerebro, como hemos visto, es mejor no tener grandes cosas, ni riquezas donde pueda haber grandes pérdidas, para evitar estos peligros Si no obstante, los cuidados y disgustos sobrevienen, hemos de tener el ánimo preparado para vencerlos, y pensar con Séneca que no hay hombre más infelice y desdichado que el que no le viene adversidad ninguna, porque Dios no juzga bien de éste. El varón magnánimo tiene siempre constante su ánimo, ni en las cosas adversas se cae, ni en las prósperas se alza, ni espera el mal futuro como cierto, para temerlo, ni el bien para desearlo demasiadamente… Con lo necesario a la vida está contento el sabio y prudente, no teme la muerte y daños futuros… (p.63) Las almas tienen todas, un mismo origen. Sin embargo, no todos los hombres son de igual condición moral… En cambio, expresa Sabuco con singular energía los abismos que separan al varón magnánimo señor, señor a natura, del hombre servil por naturaleza. Aquéllos son para regir, gobernar y mandar a los siervos a natura, que son para ser mandados, regidos y gobernados del magnánimo; porque nació para ser mandado y regido su poco entendimiento, y por esto no recibe pesar ni tristeza de ello. Y al contrario, el magnánimo recibe gran pesar y tristeza de hacer cosas serviles y se mandado; porque es para cosas de entendimiento y no de trabajo. (p.63) Sabuco advierte que la experiencia moral no se hereda y que la honra de cada uno está en sus propias manos, si bien la palabra honra expresa más aquí, categoría social que ética. Convendría, según nuestro 12 autor, que los reyes cristianos y el Papa promulgasen una ley con este solo precepto: Honos in manibus tuis con la cual se abra la puerta de la honra para todo el mundo, para que en la guerra y actos virtuosos los bajos tengan esperanza y puedan subir a la cumbre de honra, y la bajeza del linaje, y vicios, y pecados ajenos no les impidan ni cierren la puerta. La empenta espiritual de la salud es la esperanza de bien Esta esperanza mueve todas las acciones del hombre. Pero como el bachiller Sabuco no nos dice cuál es su concepto de bien, en esa fórmula pueden comprenderse los más varios y contradictorios contenidos… [Por ejemplo, se presenta contradicción]22 al tratar el afecto de venganza. Después de condenar esta pasión con las palabras más rigurosas, añade: Este afecto ha de saber dejar el hombre con prudencia. Si queda herido o tiene enfermedad, para tiempo más oportuno halo de dejar, y poner en su lugar, como dentro de un libro o escrito en la pared, para su tiempo, y curar de su salud como dijimos de los cuidados. (p.64) Sobre Dios, su lugar, la creencia, el conocimiento y las costumbres cristianas, de acuerdo con Domingo Henares23, se puede afirmar que en los textos de Sabuco se encuentra una línea místico religiosa innegable, propia – además – de la época. Para Henares, liberarse de la religión no es un quehacer renacentista; sino que: …esta significa por lo común entrada y aposento, baluarte y defensa del edificio religioso que habitan los filósofos. Esto es, leído en profundidad el bachiller Sabuco, hay una equivalencia de lenguaje que sirve de pasarela entre la ciencia y la fe (p.126) Para él, hasta Sabuco mismo/a es expresamente religioso/a: Pero el bachiller Sabuco es un pensador fidelísimo intérprete de su época… como auténtico ejemplar renacentista, laico y religioso, participa en el esfuerzo de su tiempo para armonizar los saberes científicos con los datos revelados. Hasta el punto que, en su obra, Dios está – además de supuesto – fervorosamente explícito, nombrado dentro de la ortodoxia vigente, vivido cristianamente, con asomo a veces de verdadero misticismo (p.125) Henares afirma que en Sabuco se mantiene todo un sentimiento de estar gobernados por la providencia divina y que esto le permite al ser humano equilibrar su deseo de querer entender, o conformarse, con el ejercicio de la voluntad divina, para así, plenificarse y desear objetos más amables. En Miguel Sabuco, por el contrario, tenemos una serenidad ante los aconteceres del mundo y de nuestra vida más conforme con una interpretación providencialista, un acatamiento sumiso y reverencial ante los decretos de Dios, pero no por inevitables, sino para que resplandezca más la libertad humana que elige precisamente, lo que quiere la divina voluntad; en la creencia de que la 22 23 Corchetes míos. Henares, D. El Horizonte religioso de Sabuco. Centro de Estudios de Castilla-La Mancha. Páginas 125-135. 13 elección, entonces, está bien hecha. Y esta es la máxima expresión de la fe en Dios omnipresente, como tiempo y lugar donde los hombres se mueven. (p.216) Para respaldar su posición Henares se vale de otras argumentaciones que se hace necesario rescatar: por un lado, se apoya en la “confesión de fe” que hace Sabuco (en este caso Miguel y no Oliva) en la elaboración de su testamento. Por otro, arguye que ninguno de los suyos, ni es nombrado, perseguido, o sospechoso para la Inquisición; y finalmente se apoya en el pasaje de la vida y la montaña, en donde expresamente se invoca a Dios: De esta manera passa la vida del hombre, la mitad en la subida del monte, de alegre camino, en la mocedad, y la otra mitad en la abaxada de triste camino, en la vejéz, quando Dios no pone tropezon, que es la muerte violenta…(p.128) El hecho de que en las argumentaciones de los coloquios se encuentre el principio de causalidad, es relacionado con el conocimiento de Dios. Para Henares: La puesta en juego del principio de causalidad ha sido el trampolín o recurso más utilizado en occidente para acercarnos a una demostración, llamada racional, de la existencia de Dios. Y este proceder… aparece en los textos de Sabuco… El paxaro de Indias (que nombran resucitado) quando viene el invierno hinca las uñas en una rama alta de un árbol, allí está como muerto, colgado todo el invierno, hasta que viene el dador de las vidas segunda causa de Dios, que es el Sol, y lo resucita, y dá vida á él, y á los demás, y á las plantas, que también están como muertas, sin hacer señal de vida.” (p.128) El imperativo Conócete a ti mismo es vinculado con Dios, ya que – aún con las claras limitaciones del ser humano, en tanto no “alcanza a Dios” pues sus límites no se lo permiten - evidenciaría lo ruin y bajo de este mundo terrenal, y, por defecto, interpelaría a la grandeza y bienaventuranza del saber de Dios: …importa destacar el aprecio y estima… del conocimiento en sí, como el adorno más noble que pueda ostentar nuestra alma, ya que por él se advierte la ruindad y bajeza de este mundo, a la par que la grandeza y bienaventuranza del saber de Dios. Por una parte, claro está, es innegable la ascendencia platónica de esta supremacía del conocimiento, por cuanto esta prerrogativa del hombre (de su alma) desciende nada menos que del cielo, patria y origen del alma y tiene ‘un sabor y olor de Dios’. Y por otro lado, además, con ser tanta gloria de la sabiduría, acrecienta más la grandeza de Dios, o de las cosas eternas, ya no pueden ser abarcados en profundidad por nuestro conocimiento (p. 129) La sabiduría que tiene el ser humano, y que en especial, puede llegar a alcanzar el gran tesoro limitante pues le permite moverse en el mundo y le impide – por inherencia – llegar a Dios, en tanto objeto de cocimiento. La tendencia hacia Dios, le recuerda al ser humano su imperfección, pero a su vez, sospechosamente, le mueve a seguir y a hacer de su existencia una carrera sin meta alcanzable; pero con meta al fin y en esta tarea, consiste su deleite. “Hay en Sabuco una cierta teología negativa, que no hace sino, magnificar la grandeza de Dios frente a la pequeñez de nuestro entendimiento; y, en la misma línea, una declaración añadida del principio de 14 causalidad que da por supuesta la conclusión de que Dios está al principio de todo proceso. Para deducir, en segundo término, otra ‘docta ignorancia”, aquella sensatez del conocimiento precavido que va desde Sócrates y el Pseudos-Dioniso hasta Nicolás de Cusa: Quien puede comprehender la grandeza, y vastidad de los Cielos, pues una estrella nos parece una pulga por lo muy lexos que está? Y pues estas cosas corporeas, y exteriores no las puede el entendimiento humano apear, ni comprehender, como podrá entender, y aprehender a Dios hacedor de ellas, causa primera, y principio de todas las causas? Como entenderá sus actos interiores, esencia, y prudencias disfrazadas por el mundo? No ay para que el hombre intente nada de esto, porque todas las perfecciones están en Dios infinitas… y este no poder comprehender a Dios, es el comprehender a Dios.” (p.129) … renuncia, pues, nuestro autor, al conocimiento de la esencia de Dios, bastándole con la identificación con su existencia, o, según costumbre también, viéndolo como causa primera, noción más asequible al hombre… (p.130) En síntesis, le atañe al ser humano – aún con todo y su pequeñez – trascender esta condición limitante y además de tratar de entender y de acomodarse a los designios divinos, vivir una vida de continuo sobresalto para dar pasos (aunque tal vez lentos y limitados) hacia Dios, de tal forma que: un verdadero sobresalto, quiere conducir al hombre, y a través de toda la excelencia de la creación, hasta el amor de Dios y la felicidad consiguiente. Pues todo lo que es digno de ser amado está en Dios de manera infinita… (p.130) Todo esto será posible porque en Sabuco se encuentran pautas de conducta personal y social que contribuyen al buen vivir y que para Henares – una vez más – no escapan de quehacer cristiano: …Sabuco aflora por sus escritos el modo de conducta que conviene a los creyentes, mientras van de paso a su patria ulterior y más duradera, teniendo en cuenta que los caminos hacia un lugar forman parte de ida y de vuelta de ese mismo lugar. Quiero decir que, si la senda es mala, no habrá buena posada capaz de darnos descanso; mientras que una marcha alegre es anticipo de una feliz llegada” (p.130) Agrega de manera vinculante lo siguiente: Y ¿cómo no acordarse de Sócrates… leyendo a Sabuco? El despego de las cosas terrenales es su norma, ya sean riquezas, honores o pontificados, porque son ‘un poco de estiércol, y hojarascas que mañana no son… y ponen en peligro estas dos vidas del alma, y del cuerpo’ (p.131) Se requiere, para llegar a Dios, cierto desprecio a lo sensible (pero no total) y esto podría leerse como un platonismo matizado pues no debemos aborrecer totalmente los recursos y riquezas de este mundo en que nos correspondió vivir; pero tampoco deben estos elementos convertirse en piedra de tropiezo para ser buenos seres humanos. Lo que llevaría a afirmar que: mejorando nuestra forma de estar en el mundo, acercarnos a la plenificación. Henares explica: En este desprecio por todo lo sensible hay otra vez un platonismo matizado, pues la inclinación al otro mundo no es absoluta, si no que se trata de preferencias o de ventajas ya en esta vida 15 terrenal. Así, no es bueno tener riquezas, por ejemplo, porque evitamos el robo, quizás el asesinato, y podemos llegar con sosiego, a la muerte natural. Incluso es aconsejable, si nos ocurre eso que se llama una buena posición, remediar la pobreza de otros” (p.131) Finalmente, sobre esta temática mística – religiosa, ha de revisarse otro elemento importante y es el lugar de Dios en el mundo y en microcosmos del ser humano: Explica Henares que: La visión que tiene Sabuco del mundo es sorprendente… Su cosmología es la típica y tópica de los medievales. Su visión de la naturaleza va de la cosmogonía al misticismo. El mundo como desconocido e incomprensible, pero como itinerario seguro hacia Dios. Antonio.-… Pues imagina (señor Veronio) un huevo de Avestruz grande, redondo, con tres claras, y once cáscaras. En este huevo la yema pequeña redonda es la tierra, y la primera clara pequeña, que la cerca, es el agua (que toda la cercaba). Y la segunda clara mayor, es el ayre. Y la tercera, muy más mayor, es el fuego. La primera cáscara es el primer Cielo. Y la segunda, es el segundo cielo, etc…El onceno, es el postrero, donde todo se acaba, y fuera dél no ay cosa alguna criada, mala ni buena. Es inmóvil, que no se mueve, y es el cielo empýreo, y casa de Dios, dónde está la Corte Celestial…y cuando las paredes de la casa del Criador son tales, y tan incomprensibles del entendimiento humano, qué será lo dé dentro, y qué tales serán aquellas salas, Palacios, retretes Reales, y divinos, y su gloria eterna, delytes, y conversación de aquel omnipotente Dios, que lo crió, y lo hinche todo, y felicita con su presencia beatífica… y passados cien mil cuentos de millones de años, entonces comienza la eternidad de Dios” (p. 133-134) … y aunque su afirmación de que Dios hizo el Universo pueda tomarse como postura filosófica en tanto que busca la causa primera de lo creado, el tono y la religiosidad que impregna este trabajo, lo sitúan más bien entre los autores medievales. Queda patente la primacía de la fe que conduce por este mundo, huella de Dios, a los que van de camino a su salvación eterna. Lejos de la tierra y de su centro, ‘que es donde está el infierno’. Y por el influjo de la Luna, en el universo de Sabuco la filosofía musulmana de las inteligencias está a la base (p.134) Sabuco es leído por este autor como espiritualista, ya que admite una primera causa espiritual del universo: Dios creó, rige y gobierna el mundo y es causa primera. El alma humana pasa a ser causa segunda. Se afirma en La Nueva Filosofía, que de la causa primera hacen todas las otras causas segundas: …para hacer mover, y causar, y criar lo que les fué mandado En el caso del ser humano, su alma pasa a ser causa segunda, pues el alma humana es la forma del hombre y su cuerpo la materia, que es suministrada por los cuatro elementos de Empédocles. Pero en el ser humano, ambas – forma y materia – se influyen mutuamente, lo cual hace que Henares se pregunte si ha Sabuco se le puede llamar materialista o supramaterialista. A esto Henares responde con esta argumentación: La supeditación de lo corpóreo a lo espiritual es en él constante; pero reconoce a la vez que, las manifestaciones del espíritu hállanse condicionadas por la materia. El cuerpo y sus diversas partes. 16 sirven – dice – como criados al alma y a la señora que está en el celebro (p. 59) Desde lo anterior, para él, determinismo fisiológico: no puede sorprendernos hallar en Sabuco algunas manifestaciones de Bailan los hombres – se lee en El Coloquio del conocimiento de si mismo - a este son del cremento y decremento del celebro, y no lo sienten. Acontéceles lo que a los que miran de lejos bailar, donde no se oye el son: parecen menos suyos y desordenados, porque no se oye el son a cuya consonancia se mueven, y no suyo de su albedrío. Así nosotros bailamos al son de estos crementos y decrementos, y como no entendemos el son ni lo oímos, parécenos que son nuestros aquellos meneos y de nuestro albedrío, y no movidos a la consonancia de aquella causa que los hace. Sería difícil afirmar que Dios no está en el pensamiento de Sabuco, pero a su vez debe considerar la tremenda contradicción, que para efectos de la época, esto implicaría, pues se asiste en el renacimiento a un re-encuentro del ser humano consigo mismo y con el mundo… encuentro que no escapa a la determinación divina. Ha de volverse a Pico della Mirándola24, quien resignifica la libertad humana, a pesar o no, de la existencia de un Dios: …Tú, que no estás constreñido por límite alguno, determinarás por ti mismo los límites de tu naturaleza, según tu libre albedrío, en cuyas manos te he confiado… No te he dado, oh Adán, ni un lugar determinado, ni una fisonomía propia, ni un don particular, de modo que el lugar, la fisonomía, el don que tú escojas sean tuyos y los conserves según tu voluntad y tu juicio. La naturaleza de todas las otras criaturas ha sido definida y se rige por leyes prescritas por mí. Tú, que no estás constreñido por límite alguno, determinarás por ti mismo los límites de tu naturaleza, según tu libre albedrío, en cuyas manos te he confiado. Te he colocado en el centro del mundo para que desde allí puedas examinar con mayor comodidad a tu alrededor qué hay en el mundo. No te he creado ni celestial ni terrenal, ni mortal, ni inmortal para que, a modo de soberano artífice de ti mismo, te moldees en la forma que prefieras. Podrás degenerar en las criaturas inferiores que son lo animales brutos; podrás, si así lo dispone el juicio de tu espíritu, convertirte en las superiores, que son seres divinos” (2000: 99) Pico della Mirandolla, G (2000). Discurso de la Dignidad del Hombre. En María. Morrás (Selección y traducción de textos.), Manifiestos del humanismo (pp. 97-133). Barcelona: Península. 24 17 III. Hipótesis y soluciones al problema de la autoría. “¡Lástima grande que la diligencia de un erudito nos haya destruido para siempre el bello mito de esta mujer filósofa y reformadora de la Ciencia!”25 ¿Fue Dios quien salvó a Oliva de la Inquisición? ¿Fue su padre? ¿Fue ella misma? ¿Quién escribió La Nueva Filosofía del Hombre? ¿Por qué después de varios siglos de considerarle autora, el sistema dominante y la lectura de documentos oficiales la destronaron de su lugar? A todas estas interrogantes, se tratará de dar respuesta en este apartado. Aunque reiterativo el uso de autores que trabajan sobre “El Caso Sabuco”26 Henares27 vuelve a dar fuerza a esta investigación cuando – con ánimo de glorificar la existencia e importancia del Renacimiento en España, afirma que: La verdadera filosofía pretérita no está en los manuales de historia al uso, ni en los ensayos literarios sobre algún sistema, ni siquiera en las tesis eruditas que enfocan un pensamiento aislado, un objeto puntual, o acaso alguna obra en panorámica. Porque la filosofía de un autor, su expresión más viva, sólo puede advertirse donde alienta, esto es, en sus propios escritos… Este criterio anterior no ha tenido, sin embargo, valor ni uso hasta épocas muy recientes; pues, en efecto, y refiriéndome sobre todo a la filosofía española del pasado, sólo hemos hecho que merodear el tópico de su inexistencia, dando por buenas las opiniones que (falsamente europeizantes) se esforzaron en vano por demostrar que en España no hubo, por ejemplo, ni un mínimo apunte del Renacimiento científico. Como si nuestro país se hubiera salvado, milagrosamente, del tiempo y de sus avatares; como si Huarte de San Juan o Francisco Vallés, Sabuco y Luis Vives no pudieran parangonearse con Montaigne, Giordano Bruno, y el mismo Bacon… ¿Cómo puede hablarse de Descartes, olvidando injustamente a Gómez Pereira; o cómo estudiar a Leibniz sin hacer referencias al P. Izquierdo?... más sirvan estas interrogaciones como indicativo de la mediocridad del método que hace historia de la filosofía sin tener trato con los autores en sus textos. Por lo mismo que se ha llegado a decir que en la obra de Sabuco no hay alusiones a una vida trascendente, al otro lado de nuestra existencia mortal, muy cerca de Dios y de sus bienes” (p.125) Luego de semejante furor y nacionalismo, con el fin de dar a conocer la problemática de la autoría del libro, sus hipótesis y soluciones, se hace necesario explicar que esta situación todavía no está resuelta. Se encuentran básicamente dos posiciones: a) Hipótesis a favor de Miguel Sabuco; b) Hipótesis a favor de Oliva Sabuco. Florentino. M. Torner. Licenciado en Filosofía y Letras. Doña Oliva Sabuco de Nantes. Siglo XVI. Biblioteca de Cultura española. M. Aguilar Editor. Marqués de Urquijo, 43 – Apartado 8011. Madrid. (sf). Página 20. 26 Así llamado por Rosalía Romero. 27 Henares, D. El horizonte religioso de Sabuco. Centro de Estudios de Castilla – La Mancha. Páginas 125-135. 25 18 a) Hipótesis a favor de Miguel Sabuco Esta hipótesis se basa, más que todo, en el estudio, para algunos, detallado y para otros pormenorizado, de los textos antiguos que hacen referencia a la situación histórica de Miguel Sabuco, el padre de Oliva Sabuco, su familia y condición socioeconómica. Algunos defensores antiguos de esta posición serían José Marco Hidalgo (1903), Florentino Torner (sin fecha) y más recientemente Domingo Henares (). José Marco Hidalgo, en el documento “Doña Oliva no es escritora”, incluido en la “Revista de archivos, bibliotecas y museos (historia y ciencias auxiliares)”, órgano oficial del cuerpo facultativo del ramo, que se publicaba una vez al mes, en Julio de 1903, esgrime varias razones para no otorgar autoría a Doña Oliva Sabuco. Estas “razones” se basan en la lectura y análisis del testamento de Miguel Sabuco y pueden agrupar en razones de producción y prestigio, razones de relaciones familiares y razones coyunturales. José Marco Hidalgo escribe que Miguel Sabuco, en testamento, arguye – contra maldición – que: “Iten, declaro que yo compuse un libro yntitulado Nueva Filosofía o norma y otro libro que se imprimieron, en los quales puse e pongo por autora a la dicha Luisa de Oliva mi hija, solo por darle el nombre e la onrra, y reservo el fruto y probecho que resultare de los dichos libros para my y mando a la dicha mi hija Luisa de Oliva no se entremeta en dicho privilegio, so pena de mi maldición, atento lo dicho, demas que tengo fecha ynformacion de cómo yo soy el autor y no ella. La qual ynformacion esta en una scriptura que paso ante Villareal scribano” (p.8) Argumenta primero el escribano que respecto de la producción y prestigio de la época, es importante rescatar que “… cada cual recababa para sí la gloria de su trabajo é inventos; porque hay que decirlo muy alto en honor de los escritores españoles del siglo XVI cada obra escrita en aquel tiempo era un paso de gigante dado en los antros tenebrosos de la ciencia, asequible á muy pocos, pues cada idea nueva suponía el descubrimiento de un principio fundamental en que se apoya la ciencia moderna. Así lo demuestran la Nueva Filosofía y Vera medicina...” (p.10) Segundo, que las relaciones familiares, especialmente las de Miguel Sabuco con su hija Oliva, eran tensas y que esto llevaría a afirmar cierto temor, por parte del padre, acerca de lo que su hija haría con la obra, una vez muerto él. Así, afirma que: “Con motivo del pleito sostenido por la dote de Doña Oliva, debieron distanciarse bastante el padre y los hijos, y aún tal vez más al contar aquél segundas nupcias con Ana García, de la que tuvo un hijo, al que mejoró en su testamento cuanto pudo, dentro del derecho castellano. No sería, pues, de extrañar que el padre temiese que su hija intentase desvirtuar después de su muerte lo que había respetado durante su vida. Esta idea me lleva á presumir que ni Doña Oliva ni su marido D. Acacio debieron hacer oposición á la información practicada por su padre para acreditar que él y no otro fue el autor de Nueva Filosofía” (p.10) 19 Coyunturalmente José Marco Hidalgo se respalda en otros factores para favorecer su hipótesis inclinada hacia Miguel Sabuco. A saber: la calida de los testigos y el amor de padre y del padrino hacia Oliva Sabuco. Sobre esto ha de citarse lo siguiente: “Aún existen más datos de gran fuerza para asentir la nueva opinión a favor del bachiller Sabuco, siendo el primero la afición de éste al estudio…el segundo la calidad de los testigos que intervinieron en el otorgamiento los documentos que van citados… La posición social de todos ellos, el carácter que imprime en algunos el cargo público que desempeñan, los títulos académicos que ostentan y la amistad íntima que debe suponerse existiera entre ellos y el bachiller Sabuco, son circunstancias que hacen suponer conocían el secreto que hoy se pretende aclarar, y que el padre de Doña Oliva no falseó la verdad declarándose autor de la Nueva Filosofía” (p.11) “Creo no equivocarme al suponer que, que en el caso de no ser cierta la confesión del bachiller Sabuco, la hubiese impugnado el doctor Heredia, y no haberlo hecho es una prueba más de la veracidad de aquél, dejando aparte la sospecha que me asalta de que, si bien el bachiller Sabuco pudo escribir Nueva Filosofía, no así la Vera medicina, que casi me atrevería á asegurar sea obra del doctor Heredia, y que ambos llevados en un excesivo amor hacia su hija y ahijada, decidiesen, de común acuerdo, darle el nombre de Doña Oliva. Porque resulta, á mi entender, un hecho muy significativo que el bachiller Sabuco exprese en su testamento el título de su tratado de filosofía y nada diga del otro libro, que creo no puede ser más que el de Vera medicina, puesto que ambos son las únicas obras que se reconocen como originales a su hija” (p.11) Florentino Torner, en su documento “Doña Oliva Sabuco de Nantes”, escrito en el siglo XVI, (que carece de fecha) es más tajante con su posición a favor de Miguel Sabuco. De hecho, las citas utilizadas en este trabajo, para desglosar el ideario del texto La Nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre, son tomadas de él. Sobre el asunto de la autoría considera que, sobre Oliva Sabuco, debe aclararse que: “Durante más de trescientos años, en efecto, a la Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre fué íntimamente vinculado el nombre famosiño de Doña Oliva Sabuco de Nantes; más a partir de 1903, un nombre nuevo, el de Miguel Sabuco y Álvarez, viene a sustituir al de su hija, sin lograrlo en definitiva, pues en libros muy recientes figura sólo el de ella, aunque en casi todos los manuales de Literatura y de Historia publicados en los últimos veinte años van emparejados uno y otro. Quiere esto significar que desde su primera aparición, en 1587, hasta la fecha arriba mencionada, el célebre libro fué universalmente atribuido a doña Oliva. Un celoso registrador de la propiedad, D. José Marco Hidalgo, movido quizás en lo subconsciente por el honroso hábito de registrar cada cosa bajo el nombre de su legítimo propietario, destruyó la falsa atribución y consignó para siempre La Nueva Filosofía a nombre del bachiller Miguel Sabuco en esa especie de gran registro de la propiedad intelectual, que es, en uno de sus aspectos, la historia de la Literatura. Nuestra perplejidad es bien comprensible: ¿Cuál de las dos biografías es más interesante, la de quien fue la autora cebérrima del libro durante trescientos dieciséis años, o la del desconocido que lo es solo desde hace treinta? (P. 7-8) “La verdad es, sin embargo, que las dudas acerca de la verdadera personalidad del autor de La Nueva Filosofía eran muy antiguas. Ya en 1728, el famoso Dr. D. Martín Martínez defendía a doña Oliva contra quienes decían “que esta obra no fué de mujer”. Con notable vehemencia las manifestaba en 1841 D. Anastasio Chinchilla en su Historia de la Medicina Española. Las resucitaba en 1886 J. M. Guardia en sus artículos de la Revue philosophique de la France et de l’Etranger, sobre la misma doña Oliva. Lamentable caso el de esta señora. Hasta comienzos de nuestro siglo mereció las más exaltadas glorificaciones: 20 décima Musa, la llamó el gran Lope, insigne doctriz, la llama otro autor [Dr. Martín Martínez]28, un tercero la denomina heroica matrona [D. Joseph Quer], otro la apellidó honor de España, ilustre su era…esplendor orgullo de su sexo [J. Sánchez Ruano], y un quinto autor [D. Joaquín Roa y Erostorbe], quería que Alcaraz, patria de doña Oliva, engastase en perlas el nombre de esta omnisciente escritora. Y de pronto por virtud de documentos descubiertos en 1903 [D. J. Marco Hidalgo]29, vino a quedar reducida a una mujer vulgar y aún pequeña moralmente según las excesivas palabras de un benemérito erudito [D. Joaquín Roa y Erostorbe]30. Lamentablemente asimismo, porque, se ha perdido un argumento de mil filos, al que recurrían con igual empeño los que defendían la igualdad intelectual de los sexos, los que con el ejemplo de tan ilustre mujer querían afrentar al sexo fuerte por dejarse arrebatar el cetro de la Ciencia; los que sostienen la superioridad de la mujer española, al modo de Nicolás Antonio, quien reconociendo que la ciencia es cosa rara entre mujeres, afirmaba que no lo era tanto entre las nuestras; los que para exaltar la cultura de nuestro siglo, alegaban que hasta las damas hacían alarde de su erudición filosófica aduciendo enseguida el hombre de doña Oliva31” (p.8-10) Sobre Miguel Sabuco, apunta que “Era cosa generalmente aceptada en el pequeño círculo de los estudiosos de La Nueva Filosofía que el padre de doña Oliva había sido médico. Tal creencia no se apoyaba en ningún fundamento sólido. Pero entre los documentos exhumados por el Sr. Marco Hidalgo figura el asiento de un libramiento, que lleva fecha de 4 de febrero de 1572, por lo cual se manda Librar en el dicho mayordomo al bachiller Sabuco, boticario, 17.200 maravedís de medicinas que se tomaron para los pobres” (p.12) “En 1587, cuando doña Oliva contaba con veinticinco años de edad, apareció en Madrid, bajo su nombre la Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre, libro que, si por su carácter y contenido no podía hacer popular al autor, le confirió la celebridad en el círculo más reducido y más selecto de los doctos. Y aquí comienza, por parte del bachiller Sabuco, la más extraña conducta que en un autor y en un padre pueda imaginarse. Porque al mismo tiempo que públicamente concedía a su hija la paternidad de la Nueva Filosofía, en privado hacía extender solemnes documentos en que constaba ser él el verdadero y único autor de la notable obra.” (p. 14) “El fraude no era, ciertamente, fácil de deshacer, pues que el privilegio real estaba a nombre de doña Oliva, y ésta firmaba igualmente la dedicatoria al rey, sin incurrir en probable responsabilidad” (p.15) “El párrafo del testamento que acabamos de reproducir revela en el bachiller una aguda actitud de desconfianza hacia su hija. ¿Justificada? Las relaciones entre ambos no era, por cierto, muy cordiales. Quizá el bachiller Sabuco era hombre de fantástico y desigual carácter, como parece confirmárnoslo el raro capricho de atribuir a su hija la Nueva Filosofía, sino es que por este medio buscaba más fácil éxito a la obra, reservándose el descubrir la superchería para tiempo oportuno, según las precauciones que se Los corchetes de este párrafo son míos Se refiere al documento: Doña Oliva Sabuco no fue escritora, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, julio 1903. 30 Se refiere al documento: Apuntes para una Biblioteca de Escritoras Españolas desde el año 1401 a 1833. Madrid, 1905. Dos vols. 31 Se refiere a D. Patricio de Azcárate. 28 29 21 tomaba en los documentos que examinamos. Lo que puede afirmarse es que las cuestiones de intereses dividieron y enemistaron a la familia.” (p.15-16) “La enemistad del bachiller Sabuco con doña Oliva era cierta. Entre padre e hija había surgido lamentables ocasiones de discordia con motivo del dote de ésta, excesivo al parecer del bachiller Sabuco, que dio lugar a un gran pleito en el que se concertaron ´ por bien de paz `. El lenguaje formulario de los documentos nos permite, sin embargo, adivinar algo de lo que fué el carácter de Miguel Sabuco y asomarnos a las pasiones y diarias mezquindades que perturbaron su existencia familiar. A pesar de todo, era hombre de altas aficiones y de sociedad distinguida. Así lo dejan suponer los nombres de algunos de los testigos que comparecen en los documentos…” (p.17) “Quién o quienes fueron los maestros del autor de la Nueva Filosofía? Con argumentos excesivamente flacos han supuesto Guardia y Cuartero que otro alcaraceño insigne, el famoso humanista Pedro Simón Abril, ejerció directo y reconocible influjo sobre aquel. No nos parece aceptable tal hipótesis. Fundamentalmente, Sabuco se nos presenta como reformador de la ciencia médica y levanta bandera contra Galeno y Avicena. Simón Abril piensa que la medicina no necesita reforma, y admite respetuosamente la tradición galenista: La medicina menos tiene de reformar que ninguna otra otra manera de doctrina, por haber siempre seguido la lición y doctrina de Hipócrates y Galeno, que son escritores antiguos, y que la pusieron en método y orden de razón; lo cual, si la demás ciencias hubieran guardado y conservado la buena y sana doctrina de los antiguos, no hubiera caído en su antigua dignidad y perfición” (p. 19) “¿Escribió el bachiller Sabuco más obras que La Nueva Filosofía? No podríamos afirmarlo con plenitud de certidumbre pero hay indicios que nos lo hacen suponer. En la Carta dedicatoria al Rey nuestro seños dice el bachiller: Y si alguno, por haber yo dado avisos de algunos puntos de esta materia, en tiempo pasado, ha escrito o escribe usurpando estas verdades de mi invención, suplico a V. Católica Majestad mande las deje, porque no mueva a risa, como la corneja vestida de plumas ajenas” (p.22) Henares, por su parte, en su artículo El horizonte religioso de Sabuco, escribe toda su argumentación en masculino y sólo le nombra, en todo el texto, como el bachiller Sabuco. Se intuye, por la lectura del texto, que el autor ha escrito muchos más textos alrededor de Sabuco, aunque a éstos no se tuvo acceso, para efectos de esta investigación. b) Hipótesis a favor de Oliva Sabuco. Esta hipótesis, a de aclararse, no se basa exclusiva y excluyentemente, en la argumentación de orden “genérico”. No busca – ni en esta investigación – ni, al parecer, en los textos estudiados caer en una suerte de reivindicación infundamentada. Se trata, más bien, por un lado, de otra lectura de la situación de Oliva Sabuco y su obra y, por otro, de probelamtizar, básicamente qué fue lo que hizo que a inicios del siglo XX, Oliva Sabuco – quien había sido entendida como autora de La Nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre – se tornara amenazante al interior del quehacer académico de la época. 22 Se encuentran, dentro de las limitaciones de la investigación, a favor de Sabuco, Baquero Almansa (1884); José Biedma López, José Pascual Buxó, Rosalía Romero (2004), Mónica Balltondre (2006), Andrés García Cerdán (2007) y María-Milagro Rivera Garretas. Siendo únicamente de la época, propia de la polémica – evidentemente – Baquero Almansa. Baquero Almansa, en el texto: Hijos ilustres de la Provincia de Albacete, que es un estudio bio-bibliográfico, premiado en público certamen con una Corona de oro y plata que está prologado por el Excmo, Sr. Marqués de Molins, escrito en 1884, escribe sobre Oliva Sabuco y su obra, varias argumentaciones – a favor de su autoría – cuyos ejes serían, la glorificación de Alcaráz, la legitimidad de su filiación a la familia de los Sabuco, el talento (desde le punto de vista de él, anticipado, pero no desaprobado) particular para la edad en que aparece la obra y en especial por el hecho de ser mujer, los alardes – de la época – respecto a su lugar dentro de la historia de la filosofía y de la medicina española; y su estilo propia del siglo de oro. Algunas citas del documento de 1884, respaldan lo afirmado en el párrafo inmediatamente anterior: “Gloriosa hija de la provincia de Albacete, insigne Doctriz, «rarum in sexu decus»32 como la pondera D. Nicolás Antonio. La ciudad de Alacaráz tiene la honra de haber sido su cuna…La misma Doña Oliva, en sus obras, declara paladinamente su patria; pero tampoco afortunados han sido los autores que de esta singular mujer han tratado, en punto á datos biográficos, que algunos ni aún en esto aciertan. Igualmente discrepan respecto á la fecha de su nacimiento y á su condición social. Hay quien la supone floreciendo á mitad del siglo XV; quien niega que pudiera nacer hacia 1560, porque publicadas sus obras por primera vez en 1587, acusarían precocidad inverosímil; quien conjetura que debió de pertenecer «á una de las familias moriscas entonces perseguidas y obligadas á vivir en forzosa oscuridad» (p.174) “… fue hija legítima del Bachiller Sabuco…que en su tiempo y antes, hubo en Alcaráz regidores de su apellido, de que se infiere lo principal y bien quiso de su familia, como también de un privilegio, por el cual la Ciudad se obligó á pagarle cierto canon, no más que en reconocimiento de su dominio sobre unas casas cedidas para fabricar la del Común” (p. 174-175) “Es, pues, cierto, que á la edad de veinticinco años, Doña Oliva poseía un singular talento, ya tan maduro y sazonados como lo revelan sus obras.” (p.175) “Lo pretencioso y vario de tales asuntos mueve desde luego á curiosidad al estudioso, y el interés aumenta viendo la arrogancia con que la Doctora alcaraceña, en su dedicatoria á Felipe II, suelta frases como las siguientes: «Este libro faltaba en el mundo como otros muchos sobran. Todo este libro faltó á Galeno, á Platón y á Hipócrates en sus tratados de Vita et morte. Faltó también a los naturales, como Plinio, Eliano, y los demás, cuando trataron de Homine. Esta era la filosofía necesaria, y la mejor y de más fruto, y esta toda dejaron intacta los grandes filósofos antiguos…Y no se contente V.M. con oirlo una vez, sino dos, y tres, que cierto él dará contento, y alegría, y gran premio…Dos yerros grandes traen perdido al mundo y sus repúblicas, que son estar errada y no conocida la naturaleza del hombre; por lo cual está errada la medicina, y este yerro nació de esta filosofía y sus principios errados: por lo cual también gran parte y la principal de la filosofía está errada Y de lo uno y de lo otro, lo que se lee en las escuelas no es así…» (p.176-177) “Nacen tamaños alardes, no de necia soberbia, que Doña Oliva se muestra humilde y modesta en otros pasajes… sino de la profunda convicción que habían labrado en su espíritu sus atrevidas elucubraciones. 32 [dignidad rara en su sexo] 23 El juicio de la posteridad las ha estimado, en efecto, como de valor muy subido, asignando á Doña Oliva un lugar eminente en la historia de la Filosofía y la Medicina españolas” (p. 177) “Siglos antes que ingleses y franceses lo enseñaran, expuso y sustentó con brío nuestra insigne Doctora su original pensamiento sobre la esencia y caracteres del fluido nervioso y su participación é influjo en la economía humana, ora bajo el punto de su actividad física, ora bajo el de su energía moral y psicológica, afanándose no infructuosamente por explicar y considerar en armónica relación la vida del cuerpo con la del alma y el mundo de la materia con el del espíritu” (p. 177-178) “… creencia vulgar que la insigne filósofa sólo escribió de fisiología y de higiene” (p. 182) “…y el Dr. Martínez no está lejos de hallar éste y otros alardes justificados, antes compara a Doña Oliva con Colón, en haber descubierto (para la ciencia médica) un nuevo mundo. «Su pensamiento, dice, pareció sólo sibílico furor de una fecunda imaginativa; pero los experimentos de nuestro siglo ya le han reducido á sistema.»” (p.182) “Su estimación como filósofa viene de más moderno, de cuando la restauración de los estudios filosóficos de nuestro país, y más propiamente, de cuando algunos castizos patriotas se propusieron reanudar el roto hilo de la antigua tradición científica española, ensalzándola con los modernos progresos del espíritu. Entonces ha sido estudiada doña Oliva, quilatado y clasificado su pensamiento filosófico” (p.183) “Finalmente, no es menos señalado el puesto que le corresponde como escritora, entre los buenos estilistas de nuestro siglo de oro, por su gusto nada vulgar, su erudición copiosa, oportuna y amena, su vocabulario rico y puro, su frase siempre castiza y bien cortada, su estilo variado, sin descender á lo trivial cuando sencillo, ni tocar en la demasía cuando florido y remontado, y á trechos tan elocuente como este, que no resisto á la tentación de copiar, pues me parece una admirable auto-semblanza, de perlas para rematar gustosamente este artículo: «La magnanimidad, señor Veronio, que dice grande ánimo, es una gran virtud, y muy amable: siempre esta junta con grande y alto ingenio, y sus hermanas la prudencia y liberalidad. El hombre que la tiene, nunca intenta cosas pocas y bajas y de poco momento; no se satisface su ánimo ni pone su afición y estudio en cosas pequeñas; siempre inventa y prueba cosas grandes y nuevas; habla poco y á espacio; no habla de si mismo mucho; su andamio y meneo es grave, tardío y perezoso, y así su lengua…Es fácil para perdonar, no es vengativo ni tiene mucha memoria del mal que le hicieron: fácilmente lo olvida… cuando más puede menos se venga, y perdona liberalmente; que siempre esta virtud tiene consigo á su hermana liberalidad, que es dar y hacer bien francamente á todos, como el sol para las criaturas; y por eso el magnánimo más se goza y alegra en dar que en recibir, como sea á natura señor para mandar á los que son á natura siervos y pusilánimes, y el recibir sea un género de servidumbre y minoridad, y el dar un género de señorío…No es fingido en sus cosas; su amor es verdadero, para hacerle bien á lo que ama; no tiene dos caras; no es mentiroso en obras ni en palabras. El mentir es de bajo entendimiento, porque es un género de miedo…Siempre está constante su ánimo: ni en las cosas adversas se cae ni en las prósperas se alza, ni espera el mal futuro como cierto para temerlo, ni el bien para desearlo demasiadamente; no se acuerda mucho del mal pasado, para entristecerse por ello; siempre es uno, constante, prudente y firme. No le pueden traer los casos adversos tanto mal que baste á quitarle el contento y alegría que tiene de sus bienes naturales; y si no estima lo que todos estiman, ni se cae su ánimo con las cosas que á todos derriban; cuando se considera y se conoce á si mismo, huélgase mucho viendo su vida y naturaleza tan diferente de la de los otros, y da la gloria á Dios… » (p. 184-185-186) José Biedma López, en su texto Doña Oliva Sabuco analiza la tesis central del texto La Nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre; la vincula críticamente con argumentos de filósofos de la antigüedad y además, 24 de escribir sobre la autoría, en femenino, o sea, se refiere expresamente a Oliva Sabuco, le da crédito a la obra porque “rescata” elementos propios del Renacimiento. Entre ellos, los siguientes: Primero, la idea de que la dignidad del hombre reside en su libertad, en su capacidad de acción y el poder que tiene para construir su destino y regular sus acciones. Podría afirmarse que el ser humano no es arrojado al mundo sin armas… Son armas por excelencia, en la propuesta de Oliva Sabuco, el ejercicio de la racionalidad y la voluntad y virtud. Segundo, una tendencia clara – desde la óptica de Biedma – a la armonía y a la paz. Una búsqueda intencional de resolución de conflictos mediante el diálogo y la búsqueda de algún factor común que permitiera, poco a poco, la comunicación y el entendimiento entre religiones, filosofías, creyentes, “paganos” y política. Tercero, y final, la consideración de la educación como un instrumento para la formación integral del ser humano. Una formación que no escapa – ni quiere escapar - al oscurecido campo de los sentimientos y la sensibilidad. Pascual Buxó, en su artículo: Sabiduría femenina y condena social. Un caso de la España del siglo XVI, por otra parte, como se puede apreciar en la páginas iniciales de esta investigación, defiende a Oliva Sabuco, desde las mismas argumentaciones que se han utilizado en su contra. Explica, claramente, que si Oliva requería de la protección del Rey, no era pura retórica su posición, sino una evidencia de su situación de riesgo. Además, explica que en la época era propio que los amigos y mecenas del escritor del libro – en este caso escritora – escribieran elogios y demás… y esto está claro: “Pero no son estos los únicos indicios de que doña Oliva tuvo mucho que ver en la factura de La Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre… era también costumbre de antaño, que al publicar un libro, los amigos o mecenas del autor dedicasen alguna pieza en su elogio. La primera edición de La Nueva Filosofía iba precedida de dos sonetos compuestos por un licenciado don Juan de Sotomayor… amigo cercano de la familia de Sabuco… establece una sugestiva contraposición entre la oliva funérea, quemada y hecha ceniza para manifestación del duelo, y la oliva, fruto y cifra del árbol de la sabiduría, que revela – al igual que Minerva – secretos desconocidos para los hombres: Oliva de virtud y belleza, con ingenio y saber hermoseada Oliva do la ciencia está cifrada, con gracia de la suma eterna alteza. Oliva de los pies a la cabeza de mil divinos dones adornada; 25 Oliva, para siempre eternizada has dejado tu fama y tu grandeza La oliva en la ceniza convertida y puesta en la cabeza, nos predica que de cenizas somos y seremos; más otra Oliva bella, esclarecida en su libro nos muestra y significa secretos que los hombres no sabemos Arguye también, respecto de las riñas familiares, que aunque estas no eran desconocidas, sobre la capacidad de Oliva Sabuco, frente a la producción del texto, se puede plantear una hipótesis, que para él es como sigue: “…desde muy pequeña, Oliva habría frecuentado las tertulias en las que su padre; el doctor Heredia, su padrino de bautismo; el poeta Juan Sotomayor, y otros ingenios provincianos, muy probablemente bajo el magisterio del sabio humanista Pedro Simón Abril, disertaban periódicamente sobre asuntos relacionados con la filosofía moral y natural y, en particular, con la medicina. La joven Oliva destacaría en esas reuniones por su lucidez intelectual, no menos que por su competencia literaria, de suerte que – como consecuencia y decantación de lo tratado en esas reuniones – a ella le correspondería redactar o retocar los tratados que luego integraron la Nueva filosofía del hombre. ” (p.8-9) “Quizá haya sido doña Oliva quien observaría que tanto la medicina como la filosofía moral eran las ciencias que requerían de mayor reforma por ser las más directamente relacionadas con el mejoramiento de la vida y la salud humanas, esto es, con su felicidad, y que, por lo tanto, las nuevas doctrinas fisiológicas y médicas propugnadas por su padre y padrino habrían también de ir expuestas conjuntamente, estableciendo una explícita relación entre la salud corporal y la del espíritu. Ahí residiría la novedad atribuible a doña Oliva y la causa de su actitud de defensa de su condición de verdadera o última autora de una “nueva filosofía” que enseñaba al hombre a “entender su naturaleza” y saber las causas “por qué vive y muere o enferma”, con lo cual evitará “la muerte temprana o violenta y podrá vivir feliz hasta llegar a la muerte natural que pasa sin dolor” (p.10-11) “Por causa de su misma profesión, bien pudieron ser el doctor Heredia y el bachiller Sabuco los primeros en formular la doctrina médica y fisiológica, contrapuesta a la galénica tradicional… pero el interés del médico y el farmacéutico se contraía principalmente a los fines terapéuticos de sus hipótesis, en tanto que doña Oliva elaboraría con mayor sutileza y galanura las consideraciones psicológicas y morales que dan precisamente al primer coloquio del libro su carácter peculiar: el de ser un tratado de las pasiones doblemente sustentado en una más coherente exposición de la doctrina fisiológica de Heredia y Miguel Sabuco y en los múltiples ejemplos probatorios extraídos particularmente de la Historia natural de Plinio, pero también de los acontecimientos de que ella tenía noticia” (p.11) “A juzgar por su disposición y factura, es lo más probable que doña Oliva haya redactado enteramente el primer tratado y retocado – o quizá traducido del latín al castellano –los cuatro siguientes tratados, que suponemos redactados por el doctor Heredia y Miguel Sabuco” (p.l 12) 26 Finalmente, sobre la posición de Buxó, y tal vez la línea más rica de su argumentación, la plantea en términos gramaticales y “de género”: “En fin, citaré un pasaje en el cual el sujeto de la enunciación manifiesta tanto gramatical como psicológicamente, toda su personalidad femenina; no se trata – aclarémoslo – de un discurso femenino citado, sino la autora en el trance de asumirse como inequívoco sujeto femenino: “Si yo perdiese esto que tanto amo, sería yo tan apocada y pusilánime que perdiese la vida también por ello, como las otras mujeres tontas que no sabían ni conocían estos enemigos del gran género humano… A mi juicio este pasaje hecha una clara luz sobre lo dicho por doña Oliva, tanto en su dedicatoria al rey como en la carta al presidente de Castilla: la “cautiva Getulia es ella misma”, una mujer inteligente férreamente sometida, no solo a la tutela paterna, sino condenada a su misma aniquilación intelectual” (p. 15-16) Otra autora que favorece la autoría de Oliva Sabuco es Mónica Balltondre, quien en el texto: La Nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre, de Oliva Sbuco, llama a la autora: “transexual”: “…estamos ante una clásica transexual por intervención historiográfica. En 1587 a nombre de Oliva Sabuco vieron la luz nueve coloquios…Siguió siendo Oliva Sabuco de Nantes Barrera, en la historia hasta entrado el siglo XX… Balltondre busca, sanamente, no sobreinterpretar ni los datos biográficos de la autora, ni los documentos pertinentes, que existen alrededor la temática. Se acerca, en fin, con cautela y esgrime – según ella misma lo indica – un argumento de tipo textual, a favor de la autora: En el coloquio me parece haber encontrado muchas más referencias al sexo femenino de las que cabría esperar en un texto de la época. Si las comparamos con otras obras coetáneas, e incluso con libros dirigidos a mujeres…donde las interlocutoras son mujeres, hablando de temas de mujeres, creemos notar en el primer coloquio de la obra de Sabuco una consideración atenta hacia la mujer, que no pasa por un aprecio superior a la condición femenina, sino por un especial cuidado para considerarla… el hecho que, hablando del hombre en genérico, tome en cuenta a la mujer, parece bastante atípico por aquel entonces… Estas muestras solo las encontramos en el primer coloquio… trae avisos para ambos sexos y su propuesta médica va dirigida a toda la humanidad, y no es que quiera trasmitir conocimiento y comprensión de la condición femenina en especial. Por eso mismo, es insólito que aluda al género femenino con tanta frecuencia y específicamente. Puede que este argumento no sea muy sólido, pero en todo caso, no nos resistimos a dar por zanjada la cuestión de la autoría y preferimos mantener a la hija, porque al fin y al cabo, es a ella a quien se le concedió el privilegio real de publicación en su momento” (p. 259-260) Andrés García Cedrán, en su artículo: Oliva Sabuco de Nantes y el cientificismo mágico, publicado en el periódico El día, en Albacete cultura, el lunes 27 de agosto 200733, ubica – nada más y nada menos – a Sabuco en una forma de producción y de conocimiento que él llama cientificismo mágico. La forma del artículo, por si mismo, es mágico. García Cedrán considera que tal vez Oliva Sabuco tuvo clara influencia y sugerencias de Simón Abril, y que escuchaba las conversaciones que se daban en su casa, sobre las temáticas filosóficas y médicas; especialmente de su padre y su Padrino el Dr. Heredia. 33 Páginas 10 y 11 27 Considera que cuando ya Oliva Sabuco leía a Plinio, en la fábula del joven y el delfín, ella refuerza la idea de que los seres humanos y los animales compartimos afectos; y que, para el caso de los seres humanos, el alma intelectiva los convierte en una suerte de semidios. Escribe: Tal es la de la humanista: la razón, el entendimiento y la voluntad han de llevar al hombre a los confines del mundo, al centro simbólico del universo” ” (p.10) Cariñosamente rescata la doctrina de la felicidad que hay en Oliva Sabuco y es aquí donde la inserta en imaginería fantástica, que no desprecia ni olvida el saber de los pueblos y el sentido común. Para él: “… la joven se adentra en la naturaleza, y bucea en la naturaleza del hombre, a la busca de la alegría, ascendiendo por la escala de la virtud, y el saber, filtrándose hasta los nervios, el corazón, las rodillas, el estómago, el cosmos. Es cierto que se deja llevar por la imaginería fantástica…En ningún momento sin embargo, se olvida del sentido común y de la sabiduría del pueblo” (p.10) Respecto a la protección del Rey y a su producción filosófica, médica humanista, considera que el caso de Oliva Sabuco es extraordinario pues recibe educación de élite y la iguala con Sor Juana Inés de la Cruz y Teresa de Cartagena; ésta última ejemplar en la defensa de sus posiciones de pensamiento: “Casi un milagro en la España de Felipe II, en los tiempos del segundo Renacimiento o Renacimiento cristiano, esta docta puella de Alcaraz, ha recibido una educación de élite, que incluye amplios conocimientos científicos y filológicos. Como Sor Juana Inés de la Cruz, viene Oliva Sabuco a engrosar la lista de mujeres que encuentran en el estudio y el conocimiento su libertad. Esta actitud podría quedar resumida en las palabras de Teresa de Cartagena al frente de La Admiración Operum Dei: ‘Maravíllanse las gentes de lo que en el tratado escribí, y yo me maravillo de lo que en verdad callé’” Ya Teresa de Cartagena había defendido, ante sus detractores, que si Dios concedió el don de la escritura a los hombres, también se lo había concedido a las mujeres. La misma naturalidad había en la escritura femenina, siendo la mujer cualquier cosa menos un ser inferior, como se desprendía de Aristóteles y un sinfín de interpretaciones misóginas” (p.10) Finalmente, por un lado, la ubica indubitablemente en el Renacimiento porque considera que hayan fervor propio de la época en su escritura y porque le devuelve, al ser humano, la posibilidad de “conectar” lo sentimental con lo racional; y por otro, argumenta a favor de lo que el llama humanismo ensayístico. Respecto a la conexión del sentimiento con la razón, escribe: “El viaje interior, el del humanismo sentimental, comienza en el cerebro. A este viaje se apunta también la virtud, en su amplitud de bien, inteligencia, felicidad. La sabiduría y lo virtuoso son caras de la misma moneda” (p.11) El respaldo desde el estilo de escritura, que él llama: humanismo ensayístico, lo establece a partir de la escritura en Coloquios. Para García Cedrán, no es antojadizo que el texto de La Nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre, haya sido escrito en forma de diálogos y, además, que Oliva sobrevalore la eutrapelia, o buena conversación, como elemento medular de la felicidad: 28 “Que interesante es que para Oliva Sabuco la eutrapelia sea uno de los elementos que forjan la felicidad, que dan la salud. La buena conversación, la amistad, el intercambio intelectual, se consideran valores en si mismos. Entonces no es en vano que organice sus disquisiciones en forma de coloquios, diálogos, conversación…la forma responde perfectamente al estilo del humanismo ensayístico. A veces, en la Nueva Filosofía, parece que Oliva entable diálogo consigo misma, yendo un paso más allá. Es ‘el decirse a si misma’ de la introspección y el monólogo interior. ” (p.11) Oliva Sabuco está entre el mito y el logos y por ello la ubica en cientificismo ingenuo, misticismo pagano y, cientificismo mágico: “En verdad se puede hablar de logros científicos y filosóficos. Sin duda es un texto de un inaudito valor artístico. ¿Por qué no hablar de un cientificismo ingenuo, esto es, nacido libre, que no se arrodilla, o de misticismo pagano? ¿Entre el mito y el logos, el de Oliva es un pensamiento fantástico e inagura lo que podríamos llamar ‘cientificismo mágico’?” (p.11) Del texto de María-Milagros Rivera Garretas, llamado: Oliva Sabuco de Nantes Barrera, se rescata el apartado en el que Rivera analiza la formación de Oliva Sabuco y sus planteamientos políticos, y cómo esto implicaba otras rupturas que no eran exclusivamente de orden “genérico”. Se asiste a la revisión de una autora que sabe latín y griego, pero que considera que no son las lenguas adecuadas para transmitir el conocimiento a los pueblos y comunes, a los no letrados. Propone toda una consideración epistemológica acerca de la importancia – como ya se explicó en apartados precedentes, de la experiencia como fuente del conocimiento y como medio de verificación de la “verdad” de sus propuestas. Se desembaraza, como afirma Rivera, de todo un liar filosófico, en donde hasta la forma de escritura era impersonal. Ella escribe para sí y en espacios que le permitan ejercer su libertad. Y, finalmente concibe una medicina que la aleja de los “médicos” y, a la vez, de “las sanadoras”. Para respaldar las afirmaciones anteriores de Rivera, acerca de Sabuco, se escriben algunas citas: “Oliva Sabuco no fue a la universidad. Su autoridad científica, tanto filosófica como médica, se la dan su talento individual que ella, como un siglo antes Teresa de Cartagena, atribuye a Dios, y a su experiencia personal, no el conocimiento erudito; un conocimiento que, en su opinión estaba lleno de hipótesis frecuentemente contradictorias y era producido y transmitido por los universitarios en unas lenguas que la mayor parte de la gente no podía entender: “Dexemos el Latín y el Griego –escribió en el diálogo de la Vera medicina –y hablemos en nuestra lengua, que hartos daños ay en el mundo por estar las ciencias (especial las leyes) en Latín”. Se distancia así, a pesar de que ella sabía latín, de un sistema de producción y de transmisión de conocimiento sustentado por la lógica, un método que Oliva Sabuco pretende en broma no poseer: 29 “Por Dios que ni siquiera este zurrón lleno de lógica para probarlo; pero con mi rústica Minerva, sin argumentos de lógica, ni sofismas, lo pruebo por estas razones” (p.132) “Antonio es el pastor que personifica a la autora y el que con más fuerza defiende la primacía de la experiencia sobre la academia: Doctor. – Si un simple simplazo patán, que no estudió medicina, quisiesse reírse de tan grandes Autores y quisiesse enmendar toda la medicina, sin averla estudiado, y sin libros…? Antonio. -… Y también decís verdad, que no estudié medicina, porque si la estudiara yo quedara tan confundido de ella, y de tantos Autores, y opiniones contrarias, que andándome tras ellos, nunca yo hallara, ni sacara en blanco estas verdades de la vera medicina… en lo qual podeis ver… cuanto más prevalece, y puede más la naturaleza que el arte. (p. 133) “Para hacer ciencia en primera persona, Oliva Sabuco se desembarazó primero tanto del método como de muchos de los conocimientos de la filosofía y de la ciencia dominantes en su época. Es decir, abrió para sí un espacio en el cual ella podía operar con libertad; un espacio despejado de lo que Luisa Mauro ha llamado «mediador medido»; es decir un espacio despejado de moldes pensados para ella por otros y abierto, en cambio, al infinito, a un infinito que se le manifiesta cuando toma conciencia de su finitud y de sus carencias. A esta intuición le llevaron la observación de la naturaleza – la suya y la exterior a sí – y su necesidad y deseos personales de búsqueda de la verdad, una verdad en la cual la autora pudiera reconocerse y dar significado a su experiencia: Doctor. – De manera (señor Antonio) que quereís vos saber más con sola vuestra naturaleza sin arte, que los antiguos con naturaleza y arte? Antonio. – Yo no se nada solamente os diré las verdades que siento, sin refutar a nadie; si no las quisiéredes creer, probadlas, y haced experiencia, y cree a ella y ni a mí. (p. 134) “Su propósito es dar a conocer una medicina que afín a la naturaleza humana que evite la muerte violenta, es decir, la muerte por enfermedad. Ella la concibe como una medicina nueva, desconocida tanto por los antiguos como por las empíricas (convertidas en brujas cuando delatadas a la Inquisición) que tradicionalmente curaban en Europa con un saber que existía fuera de los circuitos del conocimiento y de los títulos universitarios” (p.134) “Se sitúa, pues, a cierta distancia tanto de los médicos como de las sanadoras: A las viejas dan más crédito, que a los Médicos. La causa es porque las viejas curan con empastos, y posturas, y remedios por defuera, porque no saben receptar purgas, ni lo entienden, ni menos ossan; y como curan sin purgantes medicamentos…aunque en lo que hacen no aciertan, lo menos aciertan en no hacer este menor yerro, y a tiento sin entenderlo les salen bien…” (p.134) “Su conocimiento de la lengua latina visible especialmente en los dos últimos coloquios, llamados Dicta Breve, la sitúa entre las mujeres amantes del saber que en los siglos XVI y XVII se hicieron con una educación clásica y erudita, de tradición parcialmente humanística, pero no fueron ya preferentemente nobles ni ejercieron de damas latinas en las cortes de la época” (p.137) En último lugar, en el asunto del respaldo de autoría a Oliva Sabuco, se presenta a Rosalía Romero, quien en: La Historia no contada. Mujeres Pioneras, escrito en el 2004, criticando el común y evadido 30 androcentrismo y sexismo filosófico, explica por qué Oliva Sabuco se tornó amenazante, siglos después de la publicación de su texto. Romero, mantiene una posición particularmente rica, respecto a la autoría de Oliva Sabuco. Considera que el asunto del testamento de Miguel Sabuco, las supuestas disputas por cuestiones de dinero, los alejamientos entre familiares y demás… fueron una forma de protección; por parte de Miguel Sabuco, hacia su hija; quien dada la época, podía exponerse a la Inquisición y no sólo ella, sino, la familia entera. Desde esto, para Romero, sucede que: “En el siglo XVI la caza brujas se ejercía con notable virulencia; y también ocurrió en España. Hay una hipótesis explicativa… la caza de brujas constituye un fenómeno de persecución promovido por las clases dominantes en contra de las sanadoras y a favor de la emergente clase médica… La Iglesia sostenía que una mujer que tiene la osadía de curar sin haber estudiado debía morir. Pero, como es sabido, las mujeres no tenían la posibilidad de estudiar. Por otra parte los médicos culpaban a las sanadoras de las enfermedades que ellos no sabían curar… Oliva y Migue Sabuco conocían ciertos hechos como que el padre de Luis Vives en los años veinte había sido llevado a la hoguera por la Inquisición, y también conocían el dato de que Juana de Arco había sido acusada por bruja y hechicera, y, finalmente, quemada en la hoguera. El poder y el prestigio no eximían de que algo así pudiera ocurrir… padre e hija vivieron con miedo; por ello Miguel Sabuco dejó los documentos que no utilizó en vida; no le arrebató la autoría a su hija; la protegió de una posible acusación por brujería, porque Oliva podía ser una candidata y ellos sabían muy bien que es mejor prevenir que curar. Y posiblemente, hasta fingieron problemas económicos… amenazaba la ley con ser acusados de complicidad si conocían a brujas y no las denunciaban; a ello se suma el hecho, de que como cuentan las investigaciones, en muchas ocasiones las rencillas y envidias fueron los motores de las denuncias por brujería. Realmente yo creo que Miguel Sabuco lo hizo muy bien; mucho mejor que los fieles al documento, cuando ya no es necesario” (p.42-43) Los anteriores son los argumentos a favor y en contra, ya sea de Miguel Sabuco o de Oliva y, aún cuando no se ha llegado, incluso en la actualidad, a ninguna respuesta definitiva, en esta investigación se mantiene la posición de Romero, pues parece tener más argumentos; a pesar de la documentación revisada. Debe agregarse, que al sumarse la investigación, a esta hipótesis, me libero parcialmente – aunque sea desde un espacio de consolación - del androcentrismo y sesgo claro del quehacer filosófico. Fue casi traumático, creer en Oliva Sabuco y luego caer en la línea de la incertidumbre, respecto a su producción filosófica. 31 IV. Consideraciones finales Asumiendo que es Oliva Sabuco la autora del texto La Nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre, desde su perspectiva, el no conocer el ser humano, y que el ser humano no se conozca a si mismo, son errores para la Filosofía y para la Filosofía natural o medicina. En este deseo de “evidenciar” errores se asiste a la tendencia y necesidad renacentista de conocer la vinculación entre ser humano y la naturaleza. Interés que trascendería, para efectos de la época, (por omisión y validación sociopolítica), la condición genérica de ese ser humano del que se habla. Un ser humano nombrado hombre y con ello, una estrategia intencional o no de la historia para no ver, o distorsionar la mirada de y hacia las mujeres. Todo esto respaldado en el sexismo y androcentrismo general del quehacer filosófico y particular del Renacimiento; por lo menos desde la posición teórica de los autores, trabajados en la investigación, que respaldaron a Oliva Sabuco. Lo que podría interpretarse como una suerte de economía humana, propia del Renacimiento, fundamentada en la vinculación de lo moral, lo físico, lo biológico, da origen, entonces al problema llamado universalidad sustitutoria, visto desde las teorías críticas feministas. Por agrupar a todas las personas en la categoría “hombre”, se diluyen, no solo las particularidades de género, sino las particularidades que hacen de cada uno, un ser irrepetible. En algunas frases de las citas que respaldan la investigación, queda claro que sí hay androcentrismo y sexismo; pero esa no es la médula de la cuestión en este trabajo, así que al tratar específicamente la obra La nueva filosofía de la Naturaleza del hombre, se desean rescatar los siguientes elementos: Sintéticamente se puede afirmar que en el primer coloquio, sobre el conocimiento de si mismo, como afirma Torner, se encuentran los fundamentos de orden fisiológico, psicológico y moral, de de los sistemas, que la autora propone. Debe anotarse aquí que el ser humano como microcosmos, podrá aventurarse al macrocomsos pues hay una interconexión “natural”, en tanto son seres y “sobrenatural”, en tanto se podría afirmar que la Naturaleza y el ser humano, tiende a Dios. Se dan en este coloquio los consejos para evitar las enfermedades y prolongar la vida. se critica fuertemente la filosofía y la medicina antigua y, rescata continuamente, la estrecha relación entre el cuerpo y la mente. Y, es en este coloquio donde aparece el jugo blanco, encargado de mantener el equilibrio corpóreo, pero tendiente a desequilibrio por efecto de exceso de pasiones y afectos. 32 En el segundo coloquio, en que se trata la compostura del mundo como está, se trata sobre la Naturaleza y la Cosmología. Llama la atención acá la posición que mantiene Oliva Sabuco, acerca del orden del mundo, lo que podría llamarse, la teoría del huevo de avestruz, donde la tierra, siendo la yema, está en el centro del huevo, cubierta por tres claras y ocho cáscaras, que a su vez se corresponden con los elementos de fuego, aire y agua (cercanos cada uno de acuerdo a su posición a la yema, que es el elemento tierra) y ocho cielos. En el tercer coloquio, donde se trabajan las cosas que mejoran las repúblicas, Oliva Sabuco llama la atención a las instituciones eclesiales; apela por una educación más igualitaria; por buenas condiciones laborales para los trabajadores y, en términos actuales, por una mayor responsabilidad estatal. Apuesta por una sana resolución de conflictos, pues “A quien yo quiero mal, dele Dios pleito y orinal”34 . Busca que haya mejora social, especialmente de los menos protegidos, a partir de la agricultura, la ganadería y acueductos y a partir de mejores “políticas” respecto a los casamientos y genituras…, entre otros. La obra en general se trata, como es propio del Renacimiento, de un producto que sacia la sed del conocer, pero a su vez deja amplias y profundas interrogantes. La misma obra es criticada, no solo por la controversia de autoría, sino porque, casi todo, exceptuando lo del “jugo nervioso”, según los criterios de los analistas citados en la investigación, ya estaba dicho. Ante esta crítica, habría que replicar con una pregunta: ¿Qué del conocimiento pasado, y presente, no estaba ya dicho de alguna manera? Recuérdese que es una época en que hay una continua revisión de conocimientos y por ello, algunas cosas podían o no ser bien aceptadas. No se intenta trivializar la crítica, se trata – en este caso – de “rescatar” un elemento presente en el ejercicio académico de la época renacentista: volver a los clásicos. Lo anterior se enlaza con el temor a lo nuevo…, tal vez contradictorio con el espíritu inicial del Renacimiento, pero totalmente válido – por lo menos en el contexto de la obra en estudio – dado que, se interpreta aquí, no era un temor propiamente a lo nuevo, sino, al aparato sociopolítico, ideológico (en este caso, además eclesial) que filtraba lo que se debía o no conocer y quién era sujeto de razón y quién podía o no conocer. En este sentido no puede estar equivocado Michael Foucault, cuando afirma que cada sistema social tiene los sistemas necesarios – y desde sus propios parámetros – de verificación de sus “verdades”. Y es por ello que desde el punto de vista de Romero, a Oliva la salvó de los tribunales de la Inquisición, toda la estrategia de protección elaborada y llevada a cabo por Miguel Sabuco, su padre. En el texto se trabajan diferentes temáticas de orden filosófico y una de las que más se presenta como controversial es la teoría (platónica) tripartita del alma que sostiene Oliva Sabuco; pues a partir de esta teoría, la misma autora cae en las garras del antropocentrismo, dado que el alma femenina es sensitiva y la condición de vida de las mujeres se acerca a lo vegetativo. La mujer debe luchar (aunque el hombre 34 Sabuco, Oliva. La nueva Filosofía de la Naturaleza del Hombre. Página 281. 33 también) contra sus pasiones y elevarse – por resignación, fe o sacrificio – al destino autocumplidor que Dios ya ha escrito para ella. El destino ya está dado, entonces todo aquello, o todo aquél que se revele ante la predestinación, será desechado o será perseguido. Recuérdese que la Inquisición se respalda, desde criterios actuales, en la lectura del otro, de la alteridad como amenazante. Y si se era mujer, ni tan siquiera se ocupaba argumentar pues, como indica Romero, en la carta Malleus Maleficarum, se estipula que: “Si alguien preguntara cómo es posible determinar si una enfermedad ha sido causada por un hechizo o es consecuencia de un defecto físico natural, responderemos que ante todo debe acudirse al juicio de los médicos” Desde el punto de vista de la misma autora, la Iglesia sostenía una mujer que osara curar sin haber estudiado, debía morir; pero, como no tenían oportunidad de estudiar, entonces los médicos culpaban a las sanadoras de todo aquello que no supieran y que no pudieran curar. Así, Oliva Sabuco debe esconderse, pero luego es escondida. Otro elemento que se desea puntuar, al interior de la obra, es la cuestión psicológica y lo que podría llamarse psicosomática. Esta postura, se respalda, según la posición que se mantiene en esta investigación, desde la necesidad de la época de enlazar al ser humano con la totalidad. La Naturaleza le afecta y esta le puede afectar y en esta afectación juegan un papel primordial las pasiones y los afectos; los cuales estarán regulados por el cerebro, que para mantener la salud, se las ingenia en la continua búsqueda de equilibrio, interno y externo. Oliva Sabuco invita al buen vivir y este estilo de vida requiere de un sujeto atento que aprenda a diferenciar, en el nivel corpóreo y afectivo, qué le afecta, cómo le afecta y hasta qué punto. Esto sólo será posible si, otra vez, el ser humano se conoce a si mismo y evita concientemente todo aquello que va en contra de su felicidad. La música, el aire puro, el equilibrio alimenticio, y los amigos y buena conversación, ayudan al buen vivir y con esto se aumentan las posibilidades del buen morir. No parece haber en el texto, de manera expresa, temor a la muerte. La misma es vista como inevitable y recuérdese que Oliva se respalda en Séneca y sigue su forma de pensar, si se quiere, acerca de la brevedad de la vida, los temores infundados y la servidumbre voluntaria. En el ámbito epistemológico no debe olvidarse la posición de Oliva Sabuco respecto a la experiencia como fundamento del conocimiento y como medio para contrastar la verdad. Esto puede también trasladarse, como se explicó en el cuerpo de la investigación, a una clara necesidad de la autora por ganar credibilidad 34 respecto de sus planteamientos y porque leyeran sus argumentaciones no como planteamientos de segunda o tercera categoría o como herejías cognoscitivas, solo por el hecho de ser mujer. Sobre el problema de la autoría, ya se ha recalcado en el trabajo, que se mantiene la posición de Rosalía Romero, pues se considera más rica en fundamentos y argumentaciones; pero se tiene claro que esta posición, por un lado, tiene que luchar contra documentos oficiales, y por otro, el tema de la autoría, no es tema acabado. Se considera una limitación del trabajo el hecho de que la obra que se utilizó como fuente primaria, encontrada en la Biblioteca Carlos Monge Alfaro, sólo contenía los tres primeros Coloquios: sobre el conocimiento de si mismo, sobre la compostura del mundo como está y de las cosas que mejoran las repúblicas. Bibliografía Abad, J y Díaz C (1998). Historia de la Filosofía. España: McGraw Hill Interamericana. Belaval, Yvone (Directora) (1980). Historia de la Filosofía. La Filosofía del Renacimiento. Madrid: Siglo XXI. Camps, V (1988). Historia de la ética I. De los griegos al renacimiento. Barcelona: Crítica. Chevallier, J (1967). Los grandes textos políticos. 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