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Conferencia Internacional “A diez años de los Acuerdos de Paz en Guatemala” Intervención de Iosu Perales, Coordinador del Grupo Sur, en el Parlamento Europeo Permitanme, que simplifique el protocolo diciendo, con todo el afecto, amigas y amigos: Para el Grupo Sur, el proceso que vive Guatemala desde la firma de los Acuerdos de Paz conjuga la aspiración de establecer unos cimientos democráticos para una nueva nación y una nueva república, con numerosas sombras proyectadas por fuerzas ancladas en una visión autoritaria y excluyente que siguen utilizando la violencia. Hoy día, en Guatemala, la paz sigue desdibujándose y la institucionalidad de los compromisos asumidos evidencia sus peores expresiones. Ya es significativo el que ni siquiera funcionen los mecanismos estatales de protección de los Derechos Humanos y que los contenidos de los acuerdos de paz relativos a la consecución de un verdadero Estado de Derecho están muy lejos de haberse hecho realidad, y lo mismo ocurre con los compromisos relacionados con los cambios sociales y económicos. La aplicación completa de los Acuerdos no puede postergarse más, para lo cual la comunidad internacional debe renovar su compromiso con la sociedad guatemalteca. Sabemos que la comunidad internacional, en particular la Comunidad Europea, ha jugado un papel relevante desde la firma de la paz en 1996, siendo el ámbito de la cooperación el que más que ningún otro está llamado a impulsar los contenidos de los Acuerdos. El Memoradum de Entendimiento entre la Comunidad Europea y la República de Guatemala 2000-2006 y el Document o de Estrategia de País 2007-2013 tienen reconocidos como principios básicos la democracia, el respeto a los Derechos Humanos y el Estado de derecho. Es a partir de estos principios como se precisan los ejes y objetivos de la cooperación. Si hemos de creer que los citados principios expresan una voluntad real de las partes y no son un añadido estético y retórico, nos habremos de preguntar si no ha llegado la hora de una autocrítica rigurosa, a la vista de que los Derechos Humanos se violan cada día, el Estado de derecho no funciona de modo razonable y la democracia es poco más que el derecho de votar. Ciertamente, con demasiada frecuencia, los principios éticos y políticos plasmados en los acuerdos internacionales son tan sólo un alegato de buenas intenciones y no se aplican por ausencia de actitudes consecuentes de los firmantes y carecen de mecanismos que aseguren su operatividad. El Memoradum y el Documento de Estrategia están construidos desde la lógica de apoyar el cumplimiento de los Acuerdos de Paz y los Objetivos del Milenio. Si los principios democráticos y en favor de la vida no se respetan lo suficiente, decir que los propios Acuerdos no se están cumpliendo en su mayor parte, es decir poco. Los Acuerdos forman un todo y es toda su arquitectura la que está en peligro. Después de diez años no caben interpretaciones benévolas en el sentido de que algunas de sus partes se han llevado a la práctica. Es verdad que los de carácter operativo han tenido avances, pero los de carácter sustantivo referidos a la mejora de las condiciones de vida de la población y a la justicia social siguen estancados. Se firmó un contrato social y político en presencia de garantes internacionales, para instaurar la democracia, la libertad, y avanzar hacia la justicia. Hoy, el balance es muy deficitario e invita a una reflexión pesimista. Es desde el ámbito de la cooperación que la Comunidad Europea debe participar activamente en la construcción de un nuevo país. Pero también desde un activo diálogo político. Ello significa incorporar una perspectiva que corrija los déficit que hemos señalado. No sería entendible obviar que hasta el momento los principios básicos no han funcionado, sino que, muy al contrario los ejes citados deben estar empapados de un compromiso que las dos partes deben asumir. De este modo, para el Grupo Sur, las relaciones de cooperación deben situarse en la siguiente perspectiva: 1. En primer lugar la cooperación europea debe asumir los Derechos Humanos como criterio central y regulador de las relaciones con la República de Guatemala, desde un enfoque de integralidad e interdependencia de todos los derechos, aplicando además su transversalidad en la esfera de lo público y de lo privado, e incorporando indicadores de medición del avance y aplicación de los derechos. Esto quiere decir que es necesario que se asuma que la perspectiva de una buena cooperación internacional no permite diferenciar una agenda para los Derechos Humanos y otra para las políticas de cooperación. Antes bien, se debe asegurar la primacía de las obligaciones relativas a los derechos, en virtud del derecho internacional sobre las políticas y acuerdos económicos. La Unión Europea, como la comunidad internacional, debe presionar a las instituciones y autoridades guatemaltecas para que asuma su responsabilidad pública en la defensa y promoción de los DDHH, la reforma en profundidad de la Justicia, el fin de la impunidad y de la remilitarización, y la asunción de una política pública de la Memoria Histórica. 2. En segundo lugar, la cooperación europea debe ser sensible a la situación de las poblaciones más vulnerables: las mujeres y los pueblos indígenas. En un país donde la violencia de género, más exactamente la violencia machista, y la marginalización de la mujer son muy altos, es necesario una mayor implicación de la cooperación en la promoción de los derechos de las mujeres, promoviendo programas que los fomenten, así como una presión política sobre autoridades e instituciones con el fin de se elaboren políticas públicas de género a todos los niveles, considerando muy especialmente la realidad de las mujeres indígenas, doblemente discriminadas. Pensamos que la cooperación de la UE debe adoptar una perspectiva de género que incluya el fortalecimiento interno de las organizaciones de mujeres. Poner fin a la violencia de género y favorecer políticas de igualdad requieren medidas urgentes. También es necesario impulsar programas de educación de los hombres. En cuanto a las poblaciones indígenas hace falta una cooperación europea que apueste por sus derechos y que promueva las transformaciones sociales y políticas, incluidas las constitucionales, que requieren los pueblos indígenas. El respeto a sus tradiciones y formas de vida, la co-oficialidad de sus idiomas, el derecho a la tierra, al territorio y a los recursos naturales, la soberanía alimentaria, son algunos de los renglones que deben ser impulsados desde la cooperación. Pero, Guatemala, un país multiétnico, multilingue y pluricultural, necesita, además, refundarse sobre bases jurídicas, políticas y morales, que reconozcan relaciones de igualdad entre sus pueblos. La cooperación europea debe contribuir a ello. Precisamente la cooperación vía “Apoyo Presupuestario” que, por cierto, según la Unión Europea está condicionada a la participación ciudadana, lo que no ha ocurrido hasta ahora, debe ponerse al servicio de estas poblaciones y de las mayorías del país en los ámbitos de la educación, la salud, el desarrollo endógeno participativo y otras coberturas sociales. 3. En la perspectiva de las relaciones entre la UE y la República de Guatemala, el cumplimiento de los Acuerdos de Paz debe constituir el factor inspirador. En esta línea, el Grupo Sur lo dice claramente: es necesario una correlación de fuerzas diferente en el país que presione y garantice el desarrollo de los Acuerdos. Sólo una sociedad civil fuerte e influyente podrá hacer posible que los Acuerdos, con toda su carga ética y política de justicia y libertad, se cumplan. La paz no puede convertirse en un asunto de especialistas. No nos engañemos. Ni siquiera la UE que es la región del mundo que más y mejor coopera con Guatemala puede sustituir el poder necesario de una sociedad civil participativa. Apostar por apoyar la participación de la sociedad civil en todos los niveles, desde lo local a lo nacional, y en todos los ámbitos, desde los DDHH hasta la implementación de procesos socioeconómicos, es sencillamente fundamental. De lo contrario, es muy real el peligro de que la paz sea solamente un discurso retórico de los sucesivos gobiernos. La sociedad civil y sus expresiones organizadas, deben ser actores de interpelación permanente por el cumplimiento de los Acuerdos, como también portadores de propuestas. La democratización del país, la gobernabilidad entendida como legitimidad, la alternancia en el gobierno con garantías electorales, la resolución de los conflictos por la vía del diálogo y la concertación...todo ello pasa por una sociedad civil viva, movilizada. A propósito de la legitimidad es oportuno recordar con Montesquieu que “ningún poder sin límites puede ser legítimo”. Y es que la legitimidad no viene del origen ni de la finalidad del poder, sino de la forma en que se ejerce: viene del hecho de marcar límites y compartirlo con los demás. Por eso es esencial fortalecer la participación ciudadana en los asuntos públicos. Sin embargo, resulta desalentador que la nueva Estrategia de País 2007-2013 de la Unión Europea apenas recoge el papel de los actores sociales, focalizando su interés en el Estado. No puede comprenderse este hecho de la misma Estrategia que promete incentivar la cohesión social. ¿Se trabajará la cohesión social sin la gente? Es un enigma. Al menos en la Estrategia sí se recoge el fortalecimiento de las organizaciones indígenas, lo cual es positivo. 4. Para el Grupo Sur en Guatemala, mejor dicho en las relaciones UERepública de Guatemala se ha dado un retroceso en los últimos tiempos en lo que se refiere a participación de la sociedad civil. El Mesodiálogo no fue una experiencia perfecta. Pero permitió reunir por primera vez a actores de la sociedad civil de ambas regiones, con representaciones del gobierno y de la UE. No fue poca cosa. Tal vez, en su declive tuvo más peso la escasa voluntad del gobierno de fortalecer su rol que las dificultades de su formato. Nosotros, sin ánimo de resucitar una polémica acerca de las luces y sombras del Mesodiálogo, pensamos que hace falta un espacio que reúna a las partes citadas con el fin de dar un seguimiento a las políticas de cooperación, buscando su mayor eficacia. Lo reivindicamos y lo planteamos en esta Conferencia como tema para la reflexión. 5. La cooperación de la Unión Europea con Guatemala, tiene en las ONGD a un gran aliado. Ciertamente, nuestra experiencia y capacidad instalada en el terreno es nuestro valor agregado. No somos meras agencias intermediarias, sino organizaciones pensantes con capacidad de propuestas. Una buena perspectiva de la cooperación de la UE con Guatemala debe pasar por la creación de espacios que nos permitan plantear diagnósticos y prioridades para la implementación del desarrollo humano sostenible, de los DDHH y de la democracia. Es verdad que en ocasiones somos consultadas, pero hace falta algo más: hay que contar con las ONGD en los procesos de elaboración de las estrategias para el país. Con mayor razón debe tenerse en cuenta a las ONG locales. Sin su concurso será más difícil acertar en las buenas políticas de cooperación. No se debe prolongar por más tiempo una cooperación basada en criterios estrictamente europeos. De esta relación debe surgir una mejor coordinación de nuestros esfuerzos en el país. La cooperación necesita de la convergencia y la complementariedad, de la unión de los actores empujando en una misma dirección. Ello hará que la cooperación, vector básico para unas relaciones entre la UE y la República de Guatemala, se erija en un factor para la seguridad de que la paz no sea una apuesta fallida. Amigas y amigos “La paz es fruto de nuestras lágrimas y sangres” dice una lápida en un cementerio de Guatemala. 150.000 personas muertas, 50.000 desaparecidas, 200.000 niñas y niños huérfanos, cerca de un millón y medio de víctimas, de las cuales el 85% mayas, es demasiado. Tanto que no se puede aceptar que aún prevalezcan situaciones que están en el origen de esta tragedia. La apuesta por la libertad y la justicia, que son algo único ya que no pueden concebirse la una sin la otra, por los Derechos Humanos y por la democracia, es un apasionante reto que nos convoca a seguir el llamado del poeta cuando dijo: “Vamos patria a caminar”