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VIII JORNADAS ESOCITE LA CIENCIA COMO PROBLEMA SOCIOLÓGICO Jorge Bartolucci IISUE/UNAM I. En esta ponencia pondré a consideración un modo específico de observar y analizar los fenómenos científicos como hechos de la vida social. El mismo se sustenta en la premisa sociológica, tan clásica como sencilla, por cierto, según la cual la realidad social es un ente que no tiene sentido propio fuera del que le dan los sujetos que la producen y reproducen.1 Es decir, que la sociedad tiene un desarrollo inmanente, que no se rige por determinantes extra sociales y que alguna. no obedece Este a enfoque ley natural teórico o necesidad presupone que histórica los hechos sociales son resultado de la interacción entre individuos históricamente situados que comparten contextos sociales, económicos, perciben, políticos valoran, y culturales representan determinados, y significan y los desde posiciones sociales y puntos de vista diferentes. 1 Max Weber, Ensayos sobre metodología sociológica, Amorrortu, Bs. As. 1978, págs. Capítulo 1, 2da. Parte. Alfred Schutz, Estudios sobre teoría social, Amorrortu, Bs. As. 1974, Cap. I, II, III Alfred Schutz, El problema de la realidad social, Amorrortu, Bs. As. 1974, Capítulo, I, II A. Giddens, Las nuevas reglas del método sociológico, Ed. Heinemann, Londres, 1975, Conclusiones Cabe subrayar que los seres humanos somos la única especie capaz de dotar de valor y significado a las cosas, a las ideas y a otros hombres. Dicho sea con el respaldo teórico de Alfred Schutz, los hechos puros y simples no existen, siempre se trata de hechos interpretados. En virtud de este peculiar atributo, la realidad social adquiere diferentes tonalidades para los seres humanos que la producimos y la vivimos cotidianamente. Como consecuencia de eso los hombres creamos todo tipo de representaciones, que son al mismo tiempo conocimientos y referentes para orientar nuestro comportamiento en sociedad. Dichas representaciones pueden asumir formas rudimentarias como las opiniones e ideas que expresamos cotidianamente o formas más elaboradas, como los mitos, las ideologías, las religiones y aún la ciencia misma. La perspectiva sociológica que aquí se presenta atiende precisamente sociales a la relación concretos; de cuestión este saber con procesos que está presente en investigaciones sobre cualquier medio social, pero que es particularmente importante cuando se trata de estudiar hechos que tienen que ver con círculos intelectuales e instituciones donde se crea y reproduce el conocimiento científico. En este caso, el diafragma observacional se cierra dando como resultado la atención a dichos espacios y experiencias como problema sociológico. Las creencias, justificaciones, doctrinas, idealizaciones, ideologías, explicaciones mitos, y teorías establecidas o reproducidas por el hombre, y mediante las cuales nos representamos y significamos la realidad, suman en conjunto nuestro conocimiento del mundo y dicho saber nos sirve tanto para constituirlo como un mundo coherente y significativo como para orientarnos en él. Mediante esas construcciones de sentido acerca de la vida cotidiana compendiamos la parte de la realidad que cotidianamente reconocemos como nuestra, e interpretamos, representamos, justificamos y expresamos el mundo en que vivimos. Esos objetos de pensamiento motivan nuestra conducta y nos ayudan a orientarnos dentro de nuestro medio social y a relacionarnos con él.2 Esto se llama ni más ni menos que cultura. Max Weber definió el concepto de cultura como un concepto de valor. Los hombres nos relacionamos con la realidad mediante ideas de valor y en dicha relación solo algunos elementos de la misma se vuelven significativos. Como resultado de este proceso significativo de la realidad, el mundo social al que pertenecemos adquiere una textura de sentido que es compartida socialmente.3 El reconocimiento intersubjetivo de esta textura de sentido es imprescindible para orientar nuestro comportamiento en la sociedad y guiar nuestras acciones. II. Por eso, sociológicamente hablando, cuando decimos que algo es social aludimos específicamente al producto de procesos interactivos de constitución compartida de la realidad. De tal manera que el carácter social de un hecho no radica solamente en que sea susceptible de ser relacionado con factores vulgarmente conocidos como sociales, sino en que es resultado de un proceso interactivo de constitución participativa de la realidad. Pongamos por caso a la ciencia. El carácter social de la ciencia no reside estrictamente en los vínculos que ésta mantiene, por ejemplo, con la economía y la política. Sino en el hecho de que su misma existencia es resultado de la interacción motivada de gente cuyos intereses y valores resultan ser inherentes a una forma peculiar de producir y transmitir el conocimiento. 2 Alfred Schutz, Amorrortu Editores, Bs. As., 1974 3 Max Weber, Ensayos de Metodología sociológica, Amorrortu, Bs. As., 2001, Pág., 65 Max Weber resumió de manera impecable la naturaleza social, de la ciencia cuando afirmó que la verdad científica era lo que pretendía valer para todos aquellos que quieren la verdad.4 En efecto, al igual que cualquier otra forma de explicación de la realidad, la razón científica es una construcción social, cultural, que ofrece una manera específica de representarnos el mundo físico y social, y que responde a principios que son válidos exclusivamente para quienes de una u otra manera compartimos una forma particular de racionalizar el conocimiento sobre la vida que nos circunda. Convengamos únicamente con en Weber los que países no es casual occidentales que donde haya la sido ciencia adoptó la forma y el contenido que hoy le conocemos. Con el arte aconteció lo mismo, ya que sólo a Occidente le fue dado ser la cuna de la literatura impresa y la notación musical. Fuera de Occidente tampoco existió una ciencia jurídica racional y una administración que dotó a la actividad económica de la exactitud técnico-jurídica que la caracteriza. Es obvio que en cada uno de estos casos, se trata de un racionalismo específico y peculiar de la civilización de occidente. También lo es que en todas las esferas de la vida y en todas partes se han llevado y se llevan a cabo procesos de racionalización, y que lo que podemos considerar racional desde un punto de vista puede parecer irracional desde otro. Lo peculiar de su especificidad histórica y cultural es, justamente, cuál o cuáles de dichas esferas fueron o son racionalizadas en su momento y desde qué punto de vista.5 4 Max Weber, Ensayos de Metodología sociológica, Amorrortu, Bs. As., 2001, Pág., 73 5 Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Ediciones Coyoacán, México, 1994 Cierto es que la ciencia, por su carácter universal, está expuesta a estructuras sociales muy diversas, posición que le permite actuar con grados de independencia muy altos. Las sociedades humanas son aglomeraciones de individuos que por lo general se relacionan entre sí mediante intercambios de bienes, servicios e información dentro de un territorio definido geográfica, histórica, cultural y políticamente y, en buena medida, atadas a un hilo lingüístico. La comunidad científica, en cambio, es un tipo de sociedad que no está delimitada territorialmente, no comparte la misma lengua o cultura y opera en sistemas políticos e ideológicos muy diversos. 6 La pregunta que llevó a Merton a trazar un nuevo campo de la sociología especializado en el estudio del medio social donde se crea y reproduce la ciencia, fue precisamente ¿cuál sería la sustancia que le daba consistencia a una institución que pese a carecer de los lazos de cohesión social ordinarios, contó desde sus comienzos con un grado de integración particularmente elevado? 7 La palabra ciencia nos remite así a una entidad suigeneris entre las instituciones productoras de cultura. A un fruto cultural, obra de personas fuertemente cohesionadas alrededor de un conjunto de principios que han establecido un orden social específico al cual se obligan. En términos de este razonamiento, no hay la menor paradoja ni tampoco necesidad alguna de recurrir a los llamados nuevos sociólogos de la ciencia, para admitir que hasta una actividad tan racional como la ciencia esté basada en valores y creencias como la de cualquier otro grupo humano. Lo que diferencia a los científicos de otros grupos sociales no es la ausencia de 6. Larissa Lomnitz, "El Congreso Científico: una perspectiva antropológica", en Vuelta (México D.F.) octubre de 1991, núm., 59, p. 45. 7. Robert K. Merton, Op. cit. pp., 617-919. valores y creencias, sino las formas bajo las cuales otorgan legitimidad y validez a los mismos. III. Las ideas procedentes de la sociología acerca del sostén social de la ciencia también han sido revalidadas por disciplinas alternas. Me refiero en particular a la teoría del conocimiento, según versión de Karl Popper y a la historia de la ciencia, mediante la contribución de Thomas Kuhn. Los criterios que propone Popper en La lógica de la investigación científica para trazar la línea que separa a la ciencia empírica de la metafísica, apuntan, muy a pesar suyo,8 a un sitio cercano a la concepción sociológica. En palabras del propio Popper, su criterio de demarcación entre la ciencia y la metafísica "ha de considerarse como una propuesta para un acuerdo o convención". Popper advierte que ante la posibilidad de que surjan diferencias en cuanto a lo apropiado de tales convenciones, la discusión razonable de esta cuestión sólo es posible "entre partes que tienen una finalidad común a la vista". Y añade: "Por supuesto que la elección de tal finalidad tiene que ser, en última instancia, objeto de una decisión que vaya más allá de toda argumentación racional". Aclaración que es tanto más significativa para nosotros cuanto que remite a una nota al pie de página que dice: "Creo que siempre es posible una discusión razonable entre partes interesadas por la verdad y dispuestas a prestarse atención mutuamente."9 8. Con esta expresión aludo a su negativa rotunda a aceptar la idea de Kuhn de volverse hacia la sociología y a la psicología con objeto de aclarar los objetivos de la ciencia y su posible progreso. Véase: Karl Popper, "La ciencia normal y sus peligros", en I. Lakatos y A. Musgrave, Criticism and the Growth of Knowledge, Cambridge University Press, Cambridge, Mass, 1970. 9Karl R. Popper, La Lógica de la Investigación Científica, Editorial Tecnos, Madrid, 1977, p. 37. De por sí, la idea de "acuerdos y convenciones" entre partes que tienen "una misma finalidad" o "interesadas por la verdad" nos remite a una comunidad de intereses igual a la que se alude argumento de en la cita de Popper existen Max Weber. todavía más Pero en el elementos que acercan su pensamiento a la perspectiva sociológica. Su ataque a los criterios positivistas de la demarcación científica puede resumirse en una sola frase que dice: "las teorías no son nunca verificables empíricamente".10 De acuerdo con esta propuesta, lo que caracteriza al método científico es su manera de exponer a falsación el saber que se propone como válido, sometiéndolo a contrastación de todos los modos imaginables. Dado que esta idea de contrastación implica que las teorías científicas no son enteramente justificables o verificables, la objetividad de los enunciados científicos no tiene donde contrastación descansar más intersubjetiva. que en mecanismos El famoso de argumento Popperiano de que su propuesta no ofrece al pensamiento científico más que un estatuto conjetural y que queda en manos de la comunidad científica decidir qué conjetura es mejor que otra, es la mejor evidencia del acercamiento de su filosofía a la sociología de la ciencia. Al sacar la discusión sobre la teoría del método científico del terreno estrictamente lógico, o mejor dicho formal, Popper hizo un llamado a definir la ciencia empírica por sus reglas o normas: "por nuestra manera de enfrentarnos con los sistemas científicos, por lo que hacemos con ellos y lo que a ellos les hacemos".11 Esto sería inviable de no existir consenso sobre unas reglas de juego que según su 10Ibidem., p. 39. 11Ibidem., p.49. propia teoría del método científico no pueden reclamar validez formal sino moral, lo que equivale a decir social. La aparición de la obra La estructura de la investigación científica de Thomas Kuhn, avivó la búsqueda de elementos sociales dentro de la actividad científica y renovó la discusión en torno a las bases sociales del conocimiento científico. El detonante fue la inteligente pregunta de Kuhn, de si era pertinente hablar de verdades científicas para referirse a algo que en cualquier momento la propia comunidad científica podía convenir que era falso. En respuesta a esa interrogante, Kuhn propone hablar de "paradigmas científicos" en vez de "verdades científicas", refiriéndose a las realizaciones científicas universalmente reconocidas que proporcionan a la comunidad científica modelos provisorios de problemas y soluciones. La idea de Kuhn refuerza el punto de vista sociológico, puesto que en principio, las verdades que valen para los científicos no difieren demasiado de las verdades que son válidas para los miembros de cualquier otro grupo humano. Lo diferente es que la comunidad científica posee procedimientos informales universalmente aceptados para administrar el proceso de establecer sus verdades. De esta manera Kuhn, como Popper, piensa que el método científico se ejerce en el proceso de evaluación más que en el de creación.12 Y al igual que Merton, da por sentado que para que eso ocurra debe existir un substrato normativo único. Pero propone que las respuestas a los vínculos entre la ciencia y la sociedad no deben buscarse en la función que cumple el ethos científico sino en lo que los científicos hacen; ya que únicamente así puede conocerse 12 Thomas S. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas, Breviarios, Fondo de Cultura Económica, México, 1980, (Breviarios núm)., p. 253. qué problemas emprenden y qué elecciones se toman en circunstancias específicas. Esto implica hacer descripciones detalladas de los procesos de reproducción del quehacer científico, tanto de sus facetas ideológicas como prácticas y de las circunstancias específicas en las cuales ambas cosas son transmitidas y fortalecidas. Kuhn se pregunta al respecto: ¿Cómo eligen en realidad los científicos entre teorías en competencia? ¿Cómo hemos de entender de qué modo progresa la ciencia? ¿Por qué la ciencia progresa como lo hace? ¿Cómo la ciencia progresa de hecho? A su entender, todavía se necesita una gran cantidad de cuidadosa satisfacer investigación estas empírica incógnitas. antes Pero de cualquiera intentar sea la respuesta, en definitiva, la explicación tendrá ribetes sociológicos. Esto es, una descripción de un sistema de valores, junto con un análisis de las instituciones mediante las cuales el sistema científico es trasmitido y fortalecido. IV. En los años sesenta, un giro de indiscutida inspiración post-kuhniana favoreció el surgimiento de nuevas líneas de investigación que pretendieron renovar la discusión teórica y el análisis sociológico de la actividad científica. A partir de allí, la perspectiva fijada por Robert Merton empezó a sufrir investigación consideraban la que una resistencia se de propusieron disociación nuevos programas revertir exagerada de sociales y los aspectos cognitivos. 13 13Hebe Vessuri."Perspectivas Recientes...", Art. cit., p. 60. los lo de que aspectos A decir verdad, dicha exageración se debió en parte a que las tesis de Merton científico en un fueron sentido asimiladas inverso a por sus el medio intenciones originales. Efectivamente, la tesis mertoniana de que la ciencia era una institución que debía su existencia a la expresa adhesión de sus miembros a un ethos reabsorbió en la propia reforzando el mito de ideología su de autonomía peculiar, se los científicos social. Además, la existencia de una estructura normativa de la ciencia con base en los valores propuestos por Merton comenzó a ser tomada con bastante criticismo. Estudios más o menos tangenciales a los inspirados por él empezaron a revelar que este tipo de valores resultaban ser opacos a la observación y que en primer plano aparecía, en cambio, la competencia entre los científicos por lograr el mayor reconocimiento posible entre sus colegas, por ejemplo. No obstante, este movimiento intelectual recuperó la idea mertoniana creencia de que tenían descubrimiento no sólo raíces de la el error, sociales, verdad la sino estaba ilusión que o la también el condicionado por la sociedad y la historia. Pero en atención a las tesis de Kuhn, en lugar de hablar de verdades se pasó a hablar de creencias verdaderas; es decir, esas creencias científicos acuerdan calificar como verdaderas. que los Según este enfoque, el estudio social de la ciencia requiere por lo tanto, conocer las situaciones y episodios concretos y particulares donde se llevan a cabo tales acuerdos. De esta manera, la nueva propuesta sociológica volvió a poner énfasis en la importancia de hacer a un lado los modelos lógicos y prestar atención a los modelos históricos y sociológicos. Por lo visto, la afanosa e ingeniosa búsqueda de factores sociales dentro de la actividad científica de este "intento multiforme de desacralizar la ciencia", como lo definió Hebe Vessuri, no llevó mucho más lejos que sus antecesores la solución a la criticada disociación entre lo cognitivo y lo social.14 VI. Una dilucidación sociológica adecuada de la naturaleza social de la ciencia demanda considerar el problema en sus justos términos. Tanto daño hace la sobre determinación de la sociedad sobre los hechos científicos como su desconocimiento. Cuando se dice que el desarrollo de la ciencia es determinado y estimulado por la sociedad no es obligado pensar en una determinación causal rígida, directa y en línea recta. Por otra parte, cuando se afirma que los cambios científicos sólo son posibles si los prerrequisitos científicos son creados dentro de la ciencia misma, no hay razones para negar la influencia de factores que pueden aligerar o frenar el desarrollo por ella misma orientado.15 El desafío de un estudio social de la ciencia que combine el enfoque histórico con el sociológico, consiste precisamente en comprender el desarrollo de la ciencia como un proceso factores cultural intrínsecos peculiar y regular conexos que e identificar lo impulsan los y reproducen. Lo que en pocas palabras significa observar y analizar los hechos científicos sin perder de vista su base de cimentación social. Una estrategia analítica de este tipo requiere, ante todo, hacer a un lado la tentación intelectual de recurrir a las generalizaciones sociales para explicar mecánica, directa y unilateralmente los hechos observados. Hacerlo equivale a caer constantemente en ilusiones simplificadoras de la realidad social. Al no ser determinada, la conducta humana en sociedad 14Ibidem., p. 62. 15Antonio Lafuente y José Sala Catalá, Op.cit., pp. 13-23. nunca es completamente predecible, ni puede ser explicada como producto mecánico de la obediencia o de la presión de las fuerzas estructurales. Al contrario, por principio es siempre contingente. Indefectiblemente, el ejercicio de la significación de la realidad social representa un margen de libertad que, por mínima que sea, pone de manifiesto una elección que supone una determinada valoración y una toma de posición frente a las restricciones y oportunidades que se presentan en la vida. Por lo mismo, se plantea la necesidad de considerar dichas generalidades a partir de la forma como son o fueron registradas, representadas y comunicadas socialmente por los propios sujetos en interacción permanente. Los factores sociales no están escindidos de las problemáticas individuales, son hechos vivos que forman parte de la realidad cotidiana de las personas. Acordemos con Wright Mills que cuando las clases suben o bajan, un hombre tiene trabajo o inversiones no lo tiene, aumenta o cuando la proporción disminuye, un hombre toma de las nuevos alientos o se arruina, cuando sobrevienen guerras, un agente de seguros se convierte en un lanzador de cohetes, un oficinista en un experto en radar, las mujeres viven solas y los niños crecen sin padre. Ni la vida de un individuo ni la historia de una sociedad son comprensibles sin relacionar ambos niveles de la realidad.16 Asumamos que los protagonistas de la vida científica, como los de cualquier otro hecho social son personas que en su vida cotidiana se ven obligados a responder a las demandas que se derivan de realidades personales complejas. Si se pierde de vista esta obviedad, lo cual es bastante frecuente, el observador 16 Wright Mills, México, 1975 La imaginación sociológica, Fondo de Cultura Económica, queda situado frente a sus protagonistas como si sus vidas se redujeran solamente al lado que motiva su interés cognoscitivo particular. Observados fuera de la trama social en la que se hallan envueltos se convierten exclusivamente en estudiantes, maestros, científicos, obreros o empresarios, por mencionar algunos ejemplos. Lo más grave del caso es que, así, la actuación de los sujetos siempre es entendida como respuesta a las determinaciones unilaterales que impone el sistema social de referencia. Desde esa perspectiva, resulta imposible distinguir el valor y el significado que los sujetos le otorgan a la parte de su realidad que cae dentro de nuestro objeto de estudio y comprender el sentido que asume para ellos en el complejo de sus respectivas problemáticas de vida. El valor de un acervo empírico documental o de campo que remite a cualquier aspecto de la vida social e histórica de la ciencia, reside en que facilita el acceso al sentido que puede tener o haber tenido para quienes se involucraron en procesos de interacción delimitados socialmente. No se trata de evidencia de algo particular que requiere ser explicado mediante generalizaciones. Son varios los sociólogos contemporáneos que han hecho hincapié en este punto de vista sociológico. Tomemos el caso de Michel Crozier, por ejemplo. La base teórica de sus estudios sobre las organizaciones complejas, descansa en el postulado de que el hombre antes que nada es una cabeza, es decir: libertad. Un ser que actúa intencionalmente, capaz de perseguir metas y de enfrentarse a diversas situaciones manipulando los recursos conservar u obtener que tenga lo que considere a su alcance para más valioso y de inventar alternativas en función de las circunstancias y de los movimientos de los demás. Aún en situaciones de clara dependencia y represión, los hombres no sólo no se adaptan pasivamente a las circunstancias, sino que son capaces de maniobrar con ellas y utilizarlas de manera activa.17 Si admitimos que en toda sociedad, el hombre dispone de un margen de libertad teóricamente irreducible para perseguir ciertos fines y hacer valer determinados intereses en interacción con los demás, es ilusorio querer buscar la explicación de sus comportamientos empíricamente observables, en otro lugar que no sea la forma particular bajo la cual éste haya pasado a formar parte del tramado social al que se halla interconectado. Conclusión Los hechos emergen del sociales son realidades entrecruzamiento de contingentes, acciones que intencionales llevadas a cabo bajo circunstancias históricas valoradas, representadas y actuadas desde puntos de vista diferentes. Tales acciones expresan las limitaciones y posibilidades que los protagonistas, en su afán, perciben como parte consustancial de su realidad social más o menos inmediata. La idea subyacente en este ensayo, es que su participación y grado de incidencia en la evolución de un proceso histórico y social, ha de tener bastante que ver con las diversas interpretaciones que los participantes construyen sobre las condiciones culturales, políticas, sociales, intelectuales y económicas que los afectan. El manejo de la información recabada tiene como objeto medular, primero, revelar el sentido y significado de la conducta social de los sujetos involucrados, y segundo, configurar la situación analizada mediante el 17 Michel Crozier, El actor y el sistema. Las restricciones de la acción colectiva., Editorial Alianza, 1990. entrecruzamiento de las líneas trazadas desde diferentes puntos de vista implicados en la trama. Para que la reconstrucción de los hechos adquiera mayor densidad, en la medida de lo posible, es provechoso fuentes recabadas durante la que investigación las diversas se sostengan unas a las otras y se refieran mutuamente; de esta manera se apuntala el propósito de captar la historia haciéndose. A fin de contar con referentes que permitan establecer relaciones entre el tiempo corto y el largo, entre el acontecimiento y la estructura, la información obtenida por vía documental o directa ha de ser contextualizada en el marco de procesos sociales, políticos y económicos de mayor alcance y duración. Al hablar de contexto no me refiero a la habitual introducción de esa dimensión de la realidad como mero antecedente histórico del problema de investigación, o bien, como un telón de fondo que se tiende para darle ubicuidad al movimiento de los hechos y personajes más cercanos. Me refiero a encontrar los lazos que integran estudio al a los mundo protagonistas de vida al de cual nuestro se objeto hallan de ligados significativamente. Un hecho social es parte del contexto de la misma manera que un pasaje literario es parte indisoluble del argumento de la obra. Hecho y contexto, al igual que otras antinomias como individuo y sociedad, interno y externo, centro y periferia son partes constitutivas de un mismo tejido social elaborado con base en la interacción significativa de los participantes a diferentes niveles de la vida social. En términos operativos, esta premisa teórica está obligada a cumplir con el mandato de no concebir a la sociedad como el instrumento de opresión que muchos pretenden que sea, ni aislar al actor del proceso social en el que participa. La trama resultante de este procedimiento analítico es investigador la a única escalar vía válida dimensiones que faculta al histórico-sociales superiores en procura de una reconstrucción más compleja del objeto de estudio. Para quienes nos dedicamos a la sociología de la ciencia, esta perspectiva teórica es particularmente indicada. No solo por ser conocimiento la vía idónea sobre las bases para aumentar sociales que nuestro sostienen nuestros sistemas educativos y científicos, sino también para justipreciar adecuadamente las posibilidades reales de cambio. Difícilmente podremos darle una solución directa y efectiva a los problemas presentados por la educación y la ciencia en Latinoamérica si no alcanzamos a entender la estructura social que la sostiene y los patrones de acción que desde la misma se reproducen sistemáticamente.