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LA REESTRUCTURACION COGNITIVA La reestructuración cognitiva es un método terapéutico de intervención usado en la terapia cognitiva con la finalidad de procurar al paciente recursos suficientes para hacer su vida más fácil frente a los problemas o conflictos que surgen día a día. Son nuestros pensamientos humanos los que pueden modificar nuestra conducta. Cuando una situación determinada crea conflictos en una persona hay que mostrarle la manera de vencer el problema, incidiendo en sus cogniciones para cambiar las emociones o sentimientos experimentados adaptándolos de manera adaptativa a la situación que en un principio generaba el conflicto. En la reestructuración cognitiva el terapeuta utiliza diferentes métodos para flexibilizar esos pensamientos negativos haciendo que el paciente se dé cuenta del tipo de cogniciones o lenguaje empleados para así, tras la percepción, poder introducir OTROS además de los negativos. Nótese que hablo de FLEXIBILIZAR y no CAMBIAR los pensamientos negativos, esto es muy importante, dado que frecuentemente se malinterpreta esto, diciendo que en la reestructuración cognitiva se trata de PENSAR EN POSITIVO. Esto no es necesariamente así. Lo que se trata es de pensar RACIONALMENTE, en el sentido de poner a ambos lados de la balanza evidencias para apoyar un pensamiento y otro. Por ejemplo: una persona que sufre de ansiedad generalizada podría tener miedo a CASI TODO y pensar siempre en lo peor (pensamiento negativo), pero un pensamiento POSITIVO podría ser “Tal barrio tiene fama de peligroso, pero yo voy a atravesarlo a las 3 de la mañana y con mi lujoso reloj nuevo, total, no pasa nada” Como vemos, ninguno de los dos tipos de pensamiento resulta muy funcional que digamos, ni el negativo ni el positivo. El ser humano utiliza diferentes formas de expresión que dan lugar a situaciones indeseables y que simplemente, percatándose y no utilizándolo, incidirían en una mejor adaptación a la situación. Algunos de las formas de lenguaje a las que nos referimos son: 1 2 3 El razonamiento dicotómico, es decir, funcionar en función de todo o nada, blanco o negro sin opciones intermedias. Las generalizaciones excesivas en las que si un determinado sujeto es malo a nuestros ojos por algún acontecimiento previo vivido con él, todos aquellos sujetos que tengan alguna característica común con el sujeto en cuestión se vivirán al mismo tiempo como malos. Nuestra tendencia a generalizar nos impide percibir racionalmente nuevas opciones, nuevos sujetos. Por ejemplo si una mujer nos fue infiel en un pasado, nuestra tendencia a la generalización proporcionará la misma característica atribuida al resto de las mujeres. La excesiva tendencia a depender de las opiniones ajenas. Si bien es cierto que nuestra autoestima se conforma con las aportaciones día a día que el entorno nos depara también es cierto que son nuestros juicios en cuanto a nuestra persona los que atenderán o no a la crítica. Hemos sido educados en pro a la vergüenza y ante ella nos sentimos expuestos. Nuestra tendencia a 4 5 generalizar, a establecer silogismos ilógicos nos conduce a creer más la opinión ajena que la propia confianza en nuestros valores. Establecemos juicios a partir de datos informativos, lo cual crea a menudo inseguridad y una consecuente pérdida de autoestima. La aculturación y socialización excesiva. La tendencia de nuestra sociedad es a asumir unos valores aprendidos como absolutos sin cuestionarnos la relatividad de los mismos. Existen unos patrones o modelos establecidos culturalmente y por herencia simplemente creemos en ellos. Consecuencia a menudo de tal tendencia es el exceso de culpa limitando ésta nuestra felicidad. Hay que enseñar que muchas de nuestras creencias son absurdas a pesar de haberse mantenido incuestionables a lo largo de los años y generación tras generación. La liberación de la culpa es siempre un gran alivio. Pensamientos y sentimientos. Son las interpretaciones subjetivas de las situaciones las que generan las emociones expresadas. Así si te sientes deprimida porque tu pareja te ha abandonado, en realidad lo que estás diciendo es que te sientes deprimida porque tu interpretación subjetiva del abandono ha sido "rechazo" en vez de "liberación" lo cual generaría una emoción totalmente distinta. Una de las técnicas dentro de la Reestructuración cognitiva es la "Imaginería racional", mediante esta técnica podemos ser capaces de poner límites racionales a suposiciones irracionales. Tratamos de cambiar el lenguaje sacado fuera de contexto y que invalida o paraliza nuestra salud vital por formulaciones que tengan un buen asentamiento en la realidad. Son esos casi imperceptibles mensajes taquigrafiados que invaden nuestra mente desagradables. los que generan las emociones Para terminar la sección quiero destacar los once juicios racionales citados por Ellis (uno de los fundadores de la terapia cognitiva) y reformulados a partir de prejuicios de nuestra sociedad irracional: 1. 2. 3. 4. 5. Aprendamos a separar lo necesario de lo deseable. ¿Qué recompensa extraemos de determinados logros? ¿La obtención de los mismos por el simple hecho de obtenerlos sin más es el único criterio que nos lleva a la lucha? A menudo olvidamos que algunos logros nos proporcionan dicha interna, placer y ése es el motivo por lo que aspiramos a ellos, sin embargo otro simplemente son esfuerzos innecesarios que no conducen a nada más que a una valoración por esa consecución. La autoestima no sólo se conforma con los hechos externos obtenidos, es nuestro lenguaje interior el que proporcionará la seguridad necesaria para mantener nuestra valía en alto. Acusamos, castigamos, calificamos y etiquetamos por un aprendizaje cultural. Aprendamos a aceptar que fallamos, erramos y no hay que imponerse sacrificios ni culpa alguna por ello. Tenemos tendencia a hacer más terrible la emoción sufrida cuando nos sentimos frustrados. Aceptemos que no siempre las cosas funcionan como uno quisiera. Cada cual se crea su propia infelicidad aunque tendamos en mostrar a otros como responsables de nuestros sufrimientos. Recuerda: tú eliges ser o no ser feliz. Si tiene que llegar una situación desagradable llegará igual que anticipes o no tu preocupación. Por tanto, vive el presente y ocúpate de lo desagradable en el mismo momento que se dé. 7. Ni evites responsabilidades ni asumas lo de todos. Tanto un lado como el otro conducen a la insatisfacción. 8. Ser independiente no significa no tener amigos, simplemente no depender del entorno para sobrevivir. 9. Mantenerse atado a un pasado evita vivir el presente saboreando los irrepetibles momentos. 10. Ayudar a los demás no es sinónimo de no vivir tu propia realidad a tenor de ellos y sus problemas. Deja que cada cual tome las riendas de su vida. 11. Evita ser perfeccionista. Crea siempre expectativas palpables y reales. 6. En la reestructuración cognitiva se le enseña al paciente la manera de identificar esas creencias irracionales para que finalmente sean capaces de hacerlo por sí mismos y mejorar así su calidad de vida. La finalidad última de la terapia es la de dar al sujeto las herramientas necesarias para que se defienda ante las inclemencias de la vida de forma saludable. Reestructuración cognitiva La reestructuración cognitiva es una estrategia general de las terapias cognitivoconductuales, destinada a modificar el modo de interpretación y valoración subjetiva, mediante el diálogo socrático, la modelación y la práctica de hábitos cognitivos nuevos. La Terapia Racional-Emotiva Conductual y la Terapia Cognitiva son modelos de abordaje clínico, donde la reestructuración cognitiva figura de modo prominente. Historia Lo que años después se conocería como reestructuración cognitiva, fue desarrollado y introducido en la literatura psicológica en el año 1958, por Albert Ellis. A través de las décadas fue ampliado y profundizado por los practicantes de la TREC y posteriormente por la escuela de Aaron Beck. Actualmente se aplica a una gran variedad de poblaciones, entre ellas, adolescentes, niñas y niños de edad escolar, y poblaciones esquizofrénicas, con modificaciones técnicas importantes, aun en desarrollo. La terapia de aceptación y compromiso: tercera generación de la terapia cognitivo conductual Después de la aparición de la terapia de conducta y la llamada revolución cognitiva, ha surgido con la aparición de una serie de terapias experienciales y contextuales, como son la Dialectical Behavior Therapy (DBT; Linehan, 1993), la Functional Analytic Psychotherapy (FAP; Kohlenberg y Tsai, 1991), la Integrative Behavioral Couples Therapy (IBCT; Jacobson, Christensen, Prince, Cordova, y Eldridge, 2000), and la Mindfulness-Based Cognitive Therapy (MBCT; Segal, Williams, y Teasdale, 2002), entre algunas otras, tienen en común haberse introducido en campos que hasta ahora estaban tratados por terapias más alejadas de un planteamiento básicamente empírico y enfatizan elementos como la aceptación, la conciencia plena, la desactivación cognitiva, la dialéctica, los valores, la espiritualidad y las relaciones (Hayes, 2004). Este autor considera estas terapias como una nueva generación, la tercera, dentro de la terapia cognitivo conductual. La terapia de aceptación y compromiso (Hayes, Strosahl, y Wilson, 1999; Wilson y Luciano, 2002) se ha desarrollado desde esta perspectiva y es un marco muy potente para realizar cualquier proceso psicoterapéutico. Esta terapia se basa en la teoría de los marcos relacionales que incorpora los avances sobre el estudio del lenguaje, que ha demostrado que somos capaces de establecer relaciones arbitrarias entre diferentes estímulos, por ejemplo, entre A y B y entre B y C. Aparecen entonces otras relaciones no entrenadas, implícitas entre A y C (combinatorial entailment), entre C y A y entre B y A (mutual entailment). Además, aparece una transformación de funciones, de forma que la persona reacciona de forma similar ante todos ellos (A, B, y C), es decir, todos ellos cobran la misma función. Este tipo de condicionamiento, parece que se da solamente cuando existe el lenguaje. En consecuencia, cuando se condiciona una palabra a un objeto, las reacciones que se habían condicionado al objeto se dan ante la palabra. Es decir, igual que un objeto nos evoca la palabra que lo nombra socialmente, la misma palabra nos evoca reacciones internas similares a las que provoca el objeto original. (Hayes, Barnes-Holmes, y Roche, 2001). La relación de equivalencia de Sidman es solamente un ejemplo de cómo los seres humanos nos condicionamos a las relaciones entre estímulos. También somos capaces de condicionarnos a otros tipos muy diferentes de relaciones. Veamos un ejemplo en la relación de orden, que determina que un objeto va antes que otro, y reaccionamos ante ellos de acuerdo con el orden establecido. Las relaciones que establecemos son arbitrarias en el sentido de no estar circunscritas a las propiedades físicas de los objetos, sino que son establecidas por los usos y experiencias sociales, es decir, son dependientes del contexto social. Así, solemos comer antes los entremeses que el postre, en un determinado contexto social. Las relaciones que somos capaces de establecer los humanos son incontables.(Hayes, Barnes-Holmes, y Roche, 2001). Un marco relacional surge cuando se da un condicionamiento a una relación arbitraria que tiene las propiedades de implicación mutua, implicación combinatoria y transformación de funciones. La terapia de aceptación y compromiso se encuadra dentro del conductismo radical, que considera las cogniciones como conductas y, como tales, sujetas a las mismas leyes que cualquier otro comportamiento. De forma que lo importante para ella no es el contenido de los pensamientos, sino la función que tienen en el contexto en el que se dan. Por eso, apenas emplea la reestructuración cognitiva, porque su intención principal no se dirige a cambiar el contenido de los pensamientos, sino que modifica la función que tienen (Hayes, Strosahl, y Wilson, 1999; Wilson y Luciano, 2002). Parte de una teoría de la psicopatología que considera como elemento fundamental de la salud la flexibilidad psicológica. La patología surge cuando se limita dicha flexibilidad. Son fuentes de rigidez psicológica: la evitación experiencial, no vivir el presente, la falta de claridad y de compromiso con los propios valores, no vivir el yo como contexto y la fusión cognitiva, que consiste en vivir de acuerdo a como nos dicen nuestro pensamientos, sentimientos, emociones y sensaciones en lugar de contrastar nuestra experiencia con la realidad (Hayes et al. 2004). Dentro de las figuras psicopatológicas consideradas por la terapia de aceptación y compromiso, destaca el trastorno por evitación experiencial, que consiste en evitar los pensamientos, sentimientos, emociones y sensaciones que nos resultan desagradables, pero de forma destructiva, es decir, sin tener en cuenta las consecuencias a largo plazo de las evitaciones. Los sujetos con trastorno por evitación experiencial intentan controlar los sucesos internos y descontrolan la propia vida (Hayes et al 1999; Wilson y Luciano, 2002). El objetivo de la terapia de aceptación y compromiso es eliminar la rigidez psicológica para lo que emplea algunos procedimientos básicos como la aceptación, estar en el presente, el desarrollo y el compromiso con los valores propios, el descubrimiento del yo como contexto y la desactivación del pensamiento (cognitive defusion). Estos procedimientos están totalmente relacionados, de tal manera que si se aplica la desactivación del pensamiento, se está presente y se aceptan los pensamientos, sentimientos, emociones y sensaciones, descubriendo y viviendo el yo como contexto, etc. (Hayes et al, 2004). La aplicación de estos procedimientos se realiza siguiendo una agenda terapéutica, que no es un procedimiento rígido, sino más bien una guía tentativa que se ha de adaptar a cada paciente y a cada problema (Hayes, et al, 1999). Una vez realizada la evaluación que incluye el análisis funcional, se tienen que fijar los objetivos terapéuticos. En el caso de la terapia de aceptación y compromiso, se trata de determinar cuales son los valores del paciente y su compromiso con ellos, porque posiblemente esté centrando toda su vida en la solución de su problema, abandonando las cosas más importantes o aplazándolas para cuando lo resuelva, lo que habrá dado lugar a la aparición del trastorno por evitación experiencial. El objetivo de la terapia será llevar a cabo el compromiso del paciente con sus valores y enfrentar su problema desde esa perspectiva y no solamente acabar con el sufrimiento que le trae a consulta. La terapia de aceptación y compromiso nos avisa de que el paciente llega a la terapia con una idea de cómo resolver su problema y quiere que el terapeuta le ayude a ir en la misma dirección porque en realidad no ve otra salida. Pero hay que enseñarle que no es por ese camino por donde va a lograr superarlo, tiene que cambiar de planes. Poniendo el ejemplo de un paciente que esté enganchado en el análisis de la situación, realizando grandes esfuerzos para lograr conocer las causas últimas de su problema antes de actuar, vendrá con la petición de que se le ayude a entender las últimas causas de su malestar, en lugar de aceptar lo que le pasa y vivir su experiencias internas mientras pone en marcha sus valores. La técnica de la desesperanza creativa de la terapia de aceptación y compromiso (Hayes, et al, 1999; Wilson y Luciano, 2002) es un procedimiento adecuado para hacer ver al paciente que los métodos que está aplicando no son eficaces y que tiene que abrir su mente a otras alternativas, se trata de hacerle comprender que los intentos de control no son la solución, sino el problema.Una vez puestos en cuestión los planes del paciente, se está en disposición de aplicar los procedimientos de la terapia de aceptación y compromiso. La aceptación es el proceso que da nombre a la terapia y consiste en abrirse a la experiencia de los pensamientos, sentimientos, emociones y sensaciones sin hacer nada para que desaparezcan (Hayes, et al, 2004). En la exposición a los estímulos temidos es necesaria la aceptación, nos se pretende ni se buscan la extinción ni la habituación, aunque seguramente se llegarán a dar. La aceptación no es pasiva, sino que abrirse al sufrimiento en la persecución de los valores y objetivos que se puedan activar en presencia del estímulo temido. El compromiso con los valores genera el deseo y la determinación para actuar (willingness) que permite exponerse al estímulo temido sin dar conductas de evitación. Uno de las misiones más importantes de esta terapia reside en el desarme del pensamiento (cognitive defusion) (Luoma y Hayes, 2003) que profundiza la distancia con los propios pensamientos; que ya Beck planteaba como necesaria para poder realizar la terapia cognitiva y que consiste en considerar los pensamientos como hipótesis y no como verdades absolutas. “El desarme cognitivo implica un cambio en el uso normal del lenguaje y las cogniciones de tal manera que el proceso de pensamiento se hace más evidente y las funciones de los productos de pensamientos se amplían” (Luoma y Hayes, 2003). 28/06/2007