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LOS “FILÓSOFOS DE LA SOSPECHA”: MARX, NIETZSCHE Y FREUD. Según Paul Ricoeur, Nietzsche, junto con Marx y Freud forman el grupo de los llamados “filósofos de la sospecha” o “filósofos del desenmascaramiento”. Los tres tienen en común la actitud crítica y de rechazo a la cultura y civilización occidentales y, el objetivo de liberar al hombre de las alienaciones que lo degradan e impiden su desarrollo pleno, guiando a la humanidad a una nueva etapa de libertad y felicidad. Además, los tres, cada uno a su manera, ponen al descubierto la raíz de los males que aquejan a Occidente y que han permanecido en la sombra a lo largo del tiempo. Los tres son también profundamente antirreligiosos y ateos señalando a la creencia en Dios y a la religión como responsables de una buena parte de los males de la humanidad. Para Marx, la raíz de la crisis de occidente se encuentra en una estructura económica que pervierte la relación del hombre con el trabajo, siendo éste lo que define al hombre como especie. El motor que mueve de manera oculta los mecanismos de la historia es la “lucha de clases”, en palabras de Marx “La lucha de clases es el motor de la historia”. El sistema capitalista aliena al hombre al hombre al convertirlo en mercancía (en fuerza de trabajo que se compra a cambio de un salario) y separarlo del producto de su esfuerzo (el producto del trabajo del proletario es propiedad del capitalista que lo vende para obtener un beneficio o plusvalía). Los hombres se distinguen por su pertenencia al grupo de los dueños de los medios de producción –capitalistas, burgueses- y los que sólo poseen su fuerza de trabajo –proletarios, obrerosformando dos clases sociales, la de los explotadores y la de los explotados. La alienación económica es el origen de las demás alienaciones humanas, la ideológica y la religiosa. La cultura, la política, la ciencia, el arte, la filosofía y la religión son “superestructura”, instrumentos de dominación y explotación en manos de la clase dominante para mantener bajo su yugo al proletariado. Marx pretende lograr y, a ello dedica su vida, que los proletarios de todo el mundo sean conscientes de su situación de opresión y adquieran “conciencia de clase” para que se decidan a luchar contra el sistema haciendo la revolución hasta derribarlo. La meta de la revolución es lograr la instauración del “paraíso comunista” una sociedad sin clases, sin propiedad privada, en la que todo será de todos y se harán realidad los sueños de justicia y libertad del hombre. En el paraíso comunista “cada uno dará según su capacidad y recibirá según su necesidad”. Algunas de sus obras más importantes son: “El Capital”, “El Manifiesto comunista”, “La Sagrada Familia”, “La ideología alemana”. Según Freud, psiquiatra vienés, la raíz de la crisis de occidente se encuentra en que nuestra cultura se cimienta en el olvido y la represión de la dimensión inconsciente (impulso de vida, instinto) de la mente humana. Toda forma o manifestación cultural es represiva pues somete el instinto a la razón y los valores. El precio que el hombre paga por la socialización y el progreso es la represión de los instintos y el consiguiente malestar que ocasiona en el hombre y que se manifiesta también en la cultura. Entre sus obras podemos citar: “El malestar de la cultura”, “El futuro del hombre”. Para Nietzsche (1844-1900), Occidente ha olvidado que la realidad es vida y la vida es pasión, fuerza, voluntad, libertad, agresividad, instinto de superación, 1 deseo, instinto, impulso, devenir constante. La vida es “voluntad de poder”, afirmación gozosa. La razón no es una facultad apta para captar la realidad. La razón “fosiliza” la vida al fijarla/petrificarla en “conceptos”. Las nociones de “sustancia” y “esencia”, “verdad”, “bien”, “virtud”, “Dios” son falsificaciones de la realidad. No hay “Ser”, sólo devenir; no hay “Verdad”, sólo hay perspectivas; no hay “Bien”, sólo hay voluntad de poder; no hay “Dios”, sólo hay superhombre. Sólo la voluntad accede a la vida que es el núcleo de la realidad. Occidente está enfermo y su enfermedad aqueja a la voluntad. Occidente ha soslayado la voluntad y con ella, ha matado la vida. El racionalismo y el positivismo de occidente han llevado a cabo la momificación de la vida al pretender dominarla y controlarla con los conceptos. Al controlarla, la matan. La cultura occidental niega la vida pues se ha construido sobre el pilar de la negación de la vida. El racionalismo y el positivismo han conducido a la crisis de los valores ilustrados que simbolizan la cima de la cultura occidental. La civilización occidental cae pues, es como un gigante con los pies de barro, se asienta sobre pilares falsos que no resisten ya el embate de las olas. Nietzsche afirma que la cultura y la civilización occidental se construyen sobre la base de una mentira, la mentira y la traición a la vida, la mentira de la transvaloración llevada a cabo por Sócrates y Platón y continuada y desarrollada por la religión judeo-cristiana (un platonismo para débiles mentales). Esa transvaloración constituye una traición de los auténticos valores griegos, el elemento dionisíaco (vida, pasión, instinto, impulso, lucha, tensión, caos, desenfreno, sí a la vida, locura, placer, dolor que se expresa en la tragedia y el culto a Dionisos –dios del vino-) que han sido sustituidos por los falsos valores representados en el elemento apolíneo (razón, equilibrio, concepto, virtud, control, cordura que se expresa en la poesía épica y el culto a Apolo). A partir de las filosofías de Sócrates y Platón, lo “bueno” se transforma en “malo” y lo “malo” en “bueno”. Esa inversión de los valores se desarrolla aún más y se difunde por medio de la religión judeo-cristiana, religión de hombres débiles y resentidos, incapaces de tomar y vivir la vida como viene y que se refugian en un “dios” creado por ellos para protegerse de los fuertes y esconder su debilidad. La moral occidental y toda la cultura no es más que un refugio construido por los débiles para protegerse de los fuertes. La moral judeo-cristiana que es la moral occidental es la moral de los débiles, de los esclavos, de los incapaces, de los que no tienen voluntad de poder, de los que han nacido para someterse a los fuertes. La moral y la religión judeo-cristiana llama “virtud” a la feo, débil e innoble (la humildad, la mansedumbre, la pobreza, la paciencia, la templanza, la caridad, la misericordia) y “vicio” a lo que manifiesta la fuerza y la nobleza (soberbia, orgullo, riqueza, poder). Por miedo, los débiles han traicionado la vida y sometido a los fuertes mediante las normas, los valores y las virtudes morales que se han inventado. Es la hora de que los hombres fuertes, aquellos dotados de voluntad de poder, rompan sus cadenas y proclamen su superioridad. Ha llegado la hora del advenimiento del superhombre. Es la hora de gritar “¡Dios ha muerto!”. 2 Nietzsche pone de manifiesto el “nihilismo pasivo”, el vacío, la nada, el agotamiento que aqueja a occidente, consecuencia de la transvaloración en que se funda y, a su vez propugna un “nihilismo activo”. El nihilismo activo consiste en reducir a la nada, en desmontar y destruir la cultura occidental en su conjunto para reedificar una nueva humanidad. Primero, mediante la “filosofía a martillazos”, destruirá todos los valores sobre los que se asienta la civilización occidental para así, estar en condiciones de construir un nuevo mundo y una nueva cultura, la del superhombre simbolizada por el “niño”. Nietzsche habla de la etapa del camello, la etapa del león y la etapa del niño. La etapa del camello es la del hombre que vive bajo el peso –la joroba- de los falsos valores que le impiden hacer su voluntad y “vivir la vida”; la etapa del león es la del que se rebela y destruye a dentelladas esa falsa civilización reduciéndola a añicos; la etapa del niño es la del superhombre que tiene ante sí un futuro abierto en el que todo está por hacer y que hará lo que él quiera. La crítica de Nietzsche a la cultura occidental se extiende a todas sus dimensiones, la economía, la política, la ciencia, la técnica, la filosofía, la literatura, el arte, la moral, la religión… Nada se salva de la demolición. Hay que empezar de cero para construir una civilización auténticamente humana que haga posible la plena manifestación del espíritu y la fuerza humana. Nietzsche es un autor complejo. Se expresa en forma de “aforismos”, metáforas e imágenes para expresar sus ideas lo que hace difícil la interpretación del verdadero sentido de su pensamiento. Rechaza los conceptos y la exposición sistemática de las ideas que ha caracterizado la filosofía por considerar que son construcciones de la razón y, por consiguiente, incapaces de expresar y contener la “fuerza de la vida”, la “voluntad de poder”. Gran conocedor de la cultura griega –fue profesor de lengua y cultura griega en la Universidad de Basilea- y amante del arte estuvo enfermo la mayor parte de su vida. Su debilidad física y psíquica fue aumentando con el tiempo hasta llegar a obligarle a abandonar su cátedra en la universidad. Viaja por diversas partes de Europa en un vano intento de recuperar la salud. Pasó los últimos diez años de su vida, perdida totalmente la razón, cuidado por su hermana. La influencia de la obra de Nietzsche en la configuración del pensamiento del siglo XX está fuera de toda duda. Influye en el psicoanálisis, escuela fundada por Freud, en algunas corrientes del marxismo, en el existencialismo alemán (Heidegger) y francés (Sartre), en la hermenéutica de Gadamer y en la obra de deconstructivistas como Foucault. La filosofía de Nietzsche es un punto de referencia obligado para los intelectuales del siglo XX. Entre sus obras más destacadas podemos citar: “Así habló Zaratustra”, “Ecce Homo”, “El Anticristo”, “Genealogía de la moral”. 3