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PERÍODO 1081 – 1261 Los Comneno, los Angel y el interregno de Nicea Está período está delimitado por la llegada de la dinastía de los Comneno al trono con Alejo I como emperador en 1081 y la entrada de Miguel Paleólogo en Constantinopla en 1261, expulsando a los latinos que en 1204 habían invadido el Imperio y su capital. 1081-1204: Entre 1081 y 1204, dos dinastías acceden al trono del Imperio. Primero, la de los Comneno entre 1081 y 1185 y luego la de los Angel entre 1185 y 1204, destacando sobre todo la de los Comneno por su intento de restauración del Imperio. El intento de restauración imperial de los Comneno giró sobre todo en torno al plano de la política exterior en donde se intentó controlar la grave crisis que se estaba dando, estabilizar el Imperio y hacerlo resurgir como potencia militar. Se enfrentaron, mediante campañas militares y la diplomacia, obteniendo algunas victorias importantes, los tres frentes principales que amenazaban a Bizancio: los turcos selyúcidas en el oriental, los normandos en el occidental y los pechenegos en el septentrional. “Cuando mi padre Alejo vio que todas las partes del Imperio eran atacadas por mortales convulsiones (…) quedó sumamente perplejo. Nada le causaba tanta inquietud como ver que no tenía en torno a sí más que trescientos soldados venidos de Iconio, mal equipados y peor aguerridos y que no tenía dinero para poner más gente en pie de guerra. He oído decir a los viejos soldados que jamás el Estado se había visto reducido a tan deplorable situación. Sin embargo, como Alejo era intrépido de natural y había adquirido una larga experiencia, se dispuso a conducir la nave del Imperio a través de las tormentas y tempestades y esperó disipar a los enemigos como las rocas disipan las olas y la espuma. Creyó que era necesario, en primer lugar, mandar a los gobernadores que defendiesen contra los turcos las ciudades y plazas fuertes de Oriente… Les escribió diciéndoles que la divina providencia le había hecho gracia de evitarle las trampas de sus enemigos y le había elevado al trono. También les comunicó que tenía necesidad de tropas para mantenerse en él y que le enviasen todas las que pudiesen una vez que hubiesen dejado guarniciones suficientes. Igualmente atendió los asuntos de Occidente…” (Ana Comneno, Histoire de l’Empereur Alexis, t. IV de Histoire de Constantinople. En: Emilio Mitre, Textos y documentos de época medieval.) Por otra parte, forzados por la necesidad de apoyo para emprender las campañas militares, los emperadores acudieron a Occidente, en donde fue Venecia, en el siglo XI gran potencia marítima y comercial, la que respondió. En 1082 una crisóbula de Alejo I otorga importantes beneficios a los venecianos a cambio de su ayuda militar: “…y para remunerar de esta manera sus servicios (de los venecianos), he querido por al presente crisóbula que ellos reciban cada año cuando se distribuyan los presentes, un donativo del Tesoro imperial de veinte libras y puedan distribuirlo según su voluntad entre sus iglesias. Honra mi majestad también a su noble dux con la distinguidísima dignidad de protosebasta con paga completa. Y tal honor no se atribuye únicamente a su persona, sino que tal dignidad se otorgará también de manera ininterrumpida y perpetuamente por sucesión a los futuros dux sucesores suyos. Honra mi majestad también al patriarca de Venecia con el título de hipertinos (honorabilísimo), con un donativo de veinte libras. …Concede mi majestad a los venecianos el poder de comerciar en cualquier parte de la Romania (el Imperio) y cualquier mercancía en Laodicea marítima, Antioquía, Mamistra, Adana, Tarso, Attalia, Strobilo, Quios, Éfeso, Focea, Durazo, Vallona, Corfú, Modone, Corone, Nauplia, Corinto, Tebas, Atenas, Negroporte, Tesalónica, Crisópolis, Abidos, Adrianópolis, Heracleia, Selembria y en la misma gran ciudad (Constantinopla) y simplemente en todos los lugares bajo mi autoridad, no debiendo pagar ninguna mercancía el commerchion ni cualquier otro impuesto del Estado…” Extraído de: El mundo bizantino: la encrucijada entre Oriente y Occidente. Salvador Claramunt. Esta crisóbula de 1082 puede considerarse como la consagración definitiva de la preponderancia veneciana en Bizancio, plantea H. Pirenne que “de aquí en adelante, los venecianos quedan exentos, en todo el imperio, de toda clase de tasas comerciales y, por lo tanto, gozan de una situación más favorable que la de los propios súbditos del Basileus”. Charles Diehl expone que los venecianos monopolizaron progresivamente el comercio en los mares orientales, se tornaron intermediarios en el tráfico con Occidente y se introdujeron por todas partes en el Imperio generando no solamente importantes pérdidas económicas para el estado (el comercio y los derechos de aduana eran una de las principales fuentes de ingresos) sino también malestar entre los bizantinos, fomentándose así el sentimiento antilatino. Los esfuerzos militares de los emperadores bizantinos entre los siglos XI y principios del XIII tuvieron sus consecuencias en el ámbito interno del Imperio. En primer lugar, Robert Boutruche dice que el siglo XII es el del “triunfo de los poderosos”, el fortalecimiento de la aristocracia y el avance de las grandes fincas por encima del campesinado libre y la pequeña y mediana propiedad que había comenzado en el siglo X, ya era una realidad y se había traducido en el dominio de esa aristocracia y sus grandes fincas, el incremento de los vínculos de dependencia social y un empeoramiento cada vez mayor de la situación del campesinado. La política, tanto de los Comneno como de los Angel, a excepción del caso de Andrónico I Comneno, es una política aristocrática. La situación se acentúa con la aplicación del sistema de pronoia al cual los Comneno dan especial impulso y que persistirá hasta los últimos días del Imperio. Dicho sistema, según Cortázar y Sesma, “…consistía en la cesión en usufructo de una tierra de titularidad pública y sus parecos o colonos a un gran propietario a cambio de su compromiso de explotarla y, en caso de guerra, aportar hombres y equipo militar. Por su parte, la charistiké era la cesión, por parte de la autoridad imperial, del usufructo de un bien de propiedad eclesiástica a un laico, a cambio de restaurarlo y de sostener a los monjes”. La fuente de la concesión era el emperador y los destinatarios eran militares. El objetivo principal de los emperadores era obtener el servicio militar, Hélène Ahrweller plantea que mediante este sistema se encontró una manera de pagar a muchas personas por vía directa en un momento en donde los recursos eran escasos y, además, se alivió la maquinaria administrativa fiscal ya que los beneficiarios actuaban en nombre del fisco. Debe aclararse que no se trata de un feudalismo como el que se desarrolló en Occidente. Robert Boutruche remarca que si bien este sistema implicaba un señorío en donde un poseedor exigía censos y prestaciones y se beneficiaba con exenciones administrativas y fiscales, el individuo que detentaba la pronoia no era un vasallo porque no prestaba un juramento contractual que pudiera ser asimilado al homenaje. Por lo tanto, la pronoia no era un feudo, sino una concesión pública otorgada por el Estado que, además, no podía enajenarse o fraccionarse en condiciones similares a las de subenfeudaciones. En segundo lugar, entre el siglo XI y principios del XIII se genera un ambiente de importante conflictividad política y social, sobre todo a partir de la muerte de Manuel I Comneno y durante el reinado de los Angel. Las luchas por el poder se hacen cada vez más fuertes y los golpes de estado se suceden en el Imperio, se producen levantamientos en Asia Menor y surgen importantes tendencias separatistas en los territorios fronterizos del Imperio. Todo ello tiene que ver con los esfuerzos exigidos por las campañas militares, con la carencia cada vez mayor de recursos de las arcas reales, el peso asfixiante de los impuestos sobre los pocos campesinos libres que quedaban y el empeoramiento cada vez mayor de la situación de éstos. Sumado a las costosas campañas militares continuas del Imperio, a la conflictividad interna y los problemas que presionaban a los emperadores, un nuevo elemento de gran importancia aparece en el transcurso de estos siglos: el pasaje de las cruzadas latinas por el Imperio bizantino. Según Steven Runciman, las cruzadas son fundamentales porque producen un desplazamiento del centro de la civilización desde Bizancio y los países del Califato árabe hacia la Europa occidental: “…las Cruzadas constituyen un hecho central en la historia de la Edad Media. Antes de su iniciación, el centro de nuestra civilización estaba situado en Bizancio y en los países del Califato árabe. Antes de su desaparición, la hegemonía de la civilización se había desplazado a la Europa occidental”. La llegada de los cruzados era un problema absolutamente nuevo que había que ver cómo enfrentarlo. Un hecho que refleja la complejidad de la situación, es que en el caso de la primera cruzada, por ejemplo, Alejo I Comneno, que se encontraba frente a algo desconocido y sin precedentes, tuvo que ver cómo llegaba entre los cruzados Bohemundo, el caudillo de los normandos, a quien se había enfrentado recientemente. Plantea Maier que los sucesos ocurridos a raíz de las cruzadas, modificaron las relaciones entre Bizancio y Occidente, enfrentando y enemistando esos mundos más que nunca. En la misma línea, expone Antonio Bravo que la “agresión occidental” que implicaron las cruzadas fomentó el desprecio al extranjero, la xenofobia en los bizantinos. Sobre todo la Cuarta Cruzada fue de vital importancia: los intereses de los cruzados se desvían de Tierra Santa hacia Constantinopla, a la cual atacan y toman en 1204. 1204 – 1261: Consecuencia de la Cuarta Cruzada y la toma de Constantinopla, es la fragmentación del Imperio como entidad política. Los cruzados se repartieron entre ellos los territorios del Imperio e impusieron un emperador latino en Constantinopla. Sin embargo, quedaron ciertos focos bizantinos que posteriormente lograrían retomar el poder: en Trebisonda se instalaron los Comneno y en Nicea se instalaron los Láskaris. La importancia de Nicea reside en que allí se agruparon en torno a los Láskaris aquellos ciudadanos principales que se habían escapado de Constantinopla, se instaló el patriarca y Constantino Láskari fue reconocido como emperador por la nobleza y el patriarca, convirtiéndose en depositario de la legitimidad imperial. Nicea se convirtió así en la sede del Imperio legítimo. En 1261 Miguel Paleólogo se proclamó <<emperador>> griego de Nicea, entró en Constantinopla y fue coronado nuevamente. Con Miguell VIII se inició la dinastía de los Paleólogo en el trono bizantino. Bibliografía: AHRWELLER, Hélèn. La <<pronoia>> en Bizancio. En: Estructuras feudales y feudalismo en el mundo mediterráneo (siglos X-XIII). España, Crítica, 1984. BOUTRUCHE, Robert. Señorío y feudalismo. España, Siglo XXI, 1998. Tomo I: Los vínculos de dependencia. BRAVO, Antonio. Bizancio. Perfiles de un Imperio. Madrid, Akal, 1997. (Bibliografía obligatoria) BRAVO, Antonio; ÁLVAREZ, Mª José. La civilización bizantina de los siglos XI y XII: Notas para un debate todavía abierto. (Artículo digital en www.dialnet.unirioja.es) CORTAZAR, J.A.; SESMA, J.A. Manual de Historia Medieval. Madrid, Alianza Editorial, 2014. DIEHL, Charles. La decadencia económica de Bizancio. En: CIPOLLA, C.; BERNARDI, A.; FINLEY, M; DIEHL, C.; VILAR, P.; ELLIOT, J.; LEWIS, B.; BOXER, C. 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