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Transcript
HALLAN UN PLANETA QUE PUEDE SER HABITABLE MUY
CERCA DE LA TIERRA
No puede ser más emocionante, porque está casi a la vuelta de la esquina, considerando las
dimensiones del Universo, y se parece mucho a la Tierra. Un equipo internacional de astrónomos,
liderado por el español Guillem Anglada-Escudé, de la Universidad de Queen Mary en Londres, y en
el que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), acaba de anunciar el
descubrimiento de un planeta potencialmente habitable en la órbita de la estrella Próxima
Centauri, la más cercana al Sistema Solar, a poco más de cuatro años luz. Toda una sorpresa. La
distancia puede parecer insuperable, pero en realidad es formidablemente más corta que la que nos
separa de la mayoría de los candidatos a albergar vida, lo que podría convertir este mundo en el
primer objetivo para un futuro viaje interestelar. Además, Próxima b, como ha sido bautizado, tiene
unas características prometedoras: es probablemente rocoso, un poco más masivo que el nuestro y
se encuentra en la región en torno a su estrella que le permitiría albergar agua líquida sobre su
superficie. La descripción aparece publicada en la revista Nature
Próxima Centauri, una fría enana roja de la constelación de Centaurus, es demasiado débil para poder
ser observada a simple vista sin ayuda, pero en los últimos meses los científicos no le han quitado
ojo. Durante el primer semestre de este año, la estrella fue seguida con regularidad con el
espectrógrafo HARPS, instalado en el Telescopio de 3,6 metros del Observatorio Europeo Austral
(ESO) en La Silla (Chile) y monitorizada simultáneamente con otros instrumentos de todo el mundo.
La campaña fue denominada «Pale Red Dot» («Punto rojo pálido», por la famosa frase de Carl Sagan
que describe a la Tierra como un punto azul pálido) y buscaba el pequeño bamboleo que, por la
fuerza de la gravedad, provocaría en la estrella la existencia de un planeta en órbita.
Las primeras señales de un posible mundo ya se habían detectado antes, en 2013, pero no eran del
todo convincentes. Al combinar los datos de «Pale Red Dot» con observaciones anteriores, el equipo
pudo confirmar sus sospechas. A veces, Próxima Centauri se aproxima a la Tierra a unos 5 kilómetros
por hora –el ritmo de una marcha humana normal- y, a veces, retrocede a la misma velocidad. Este
patrón regular se repite con un período de 11,2 días. El análisis de esos cambios indicó la presencia
de un planeta con una masa al menos 1,3 veces mayor que la del nuestro, orbitando cada once días
muy cerca de la estrella, a unos 7 millones de kilómetros, sólo el 5% de la distancia entre el Sol y la
Tierra. Pero como su estrella es mucho más débil que la nuestra, Próxima b se encuentra dentro de
la llamada «zona habitable», con una temperatura superficial que permitiría la presencia de agua
líquida.
Sin embargo, no todo son buenas noticias en Próxima b. Las condiciones en la superficie pueden
verse fuertemente afectadas por las llamaradas de rayos X y de radiación ultravioleta procedentes
de la estrella, mucho más intensas que las que experimenta la Tierra con respecto al Sol. De existir,
la atmósfera del planeta podría estar evaporándose lentamente, o tener una química más compleja
que la de la Tierra.
DÍA Y NOCHES ETERNAS
El trabajo de los científicos solo acaba de empezar. Hacen falta más observaciones para confirmar si
realmente ha sido encontrado un «gemelo» de la Tierra. «Para que un planeta sostenga la vida, al
menos como la conocemos, es fundamental que tenga agua y una atmósfera. Para comprobarlo, un
primer paso es ver si transita (pasa por delante) o eclipsa su estrella», explica a ABC Cristina Rodríguez
López, miembro del equipo del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) que ha participado en
el estudio.
Si se da el caso, de lo que aún no hay evidencias, en ese momento, «podríamos buscar durante el
tránsito biomoléculas indicativas de vida, como agua, dióxido de carbono, metano, ozono... u otros
compuestos que puedan indicar un proceso biológico de otro tipo», indica. Otros datos a tener en
cuenta son la emisión térmica del planeta, su temperatura, radio y tamaño exactos, o si sufre un
acoplamiento de marea, lo que es muy probable: esto provocaría que el mismo lado del planeta
permanezca siempre expuesto a la luz del día, mientras que el otro esté en perpetua noche.
«Lo cierto es que necesitamos estudiar este sistema intensamente en años venideros para poder
empezar a responder todas estas preguntas», subraya Rodríguez López. Actualmente, el equipo de
«Pale Red Dot» y otros grupos científicos buscan tránsitos provocados por Próxima b desde diversos
observatorios en Chile y Sudáfrica. El advenimiento de nuevos telescopios, como el europeo
extremadamente grande E-ELT o el espacial James Webb, serán fundamentales para desentrañar los
misterios de este mundo o de otros similares. Los investigadores no descartan encontrar nuevos
planetas en el sistema.
«Se han encontrado muchos exoplanetas y van a descubrirse aún muchos más, pero buscar el
potencial análogo de la Tierra más cercano y conseguirlo ha sido la experiencia de toda una vida
para todos nosotros. El siguiente paso es la búsqueda de vida en Próxima b», dice Anglada-Escudé en
un comunicado.
VIAJE INTERESTELAR
Pero lo más apasionante de esta historia es la posibilidad, por la cercanía del planeta, de llegar hasta
allí en el futuro. «Si pudiéramos enviar una sonda a la velocidad de la Voyager I, unos 61.000 km/h,
tardaríamos en llegar unos 75.000 años. Es posible que el viaje pudiera acortarse un poco, con
maniobras de aceleración utilizando la influencia gravitatoria de otros planetas del Sistema Solar»,
apunta Rodríguez López.
De hecho, el sistema Alfa Centauri es también el objetivo del primer intento de la humanidad de
viajar a otro sistema solar, el proyecto «StarShot», presentado hace algunos meses por el brillante
astrofísico Stephen Hawking y el multimillonario ruso Yuri Milner.
El plan pretende enviar una flotilla de pequeños robots con una tecnología que permita acelerarlos
hasta un 20% de la velocidad de la luz. De esta forma, tardarían solo 20 años en llegar, sumados a los
20 años que hacen falta para desarrollar el ingenio. «Quizás ahora, cuando tengan noticia del
descubrimiento de Próxima b, apunten hacia él», dice la investigadora. Lleguemos a verlo o no, sería
un fabuloso regalo para las generaciones venideras.
24/08/2016
www.abc.es
Judith de Jorge Gama