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Enfermedades del sistema eritrocitario. Tipos de anemia. Consideraciones de Enfermería. Policitemias. Enfermería Clínica Grupo1; Virgen Macarena. Miguel Ángel Sánchez Vacas Introducción: Fisiología del eritrocito: El eritrocito presenta una serie de características mencionadas a continuación: - Es una célula anucleada y bicóncava. Presentan una membrana deformable. Carecen de mitocondrias y, por ello, la energía que usan proviene de la glucólisis. Se hallan en un promedio de 5.200.000/µl, siendo más numerosos en el hombre que en la mujer. Concepto de hematocrito: Es un examen de sangre que mide el porcentaje del volumen de toda la sangre que está compuesta de glóbulos rojos. Esta medición depende del número de glóbulos rojos y de su tamaño. Los valores normales son 42±5% en la mujer y 47±6% en el hombre. Funciones de los eritrocitos: Su función principal es el transporte de gases, de lo que desglosamos: - Transporte de O2 en la sangre unido a la hemoglobina Aumenta la cantidad de CO2 que puede transportar la sangre ya que aumenta su solubilidad gracias al alto contenido en anhidrasa carbónica. Eritropoyesis: Es un proceso de formación de nuevos glóbulos rojos o eritrocitos. Se realiza en la médula ósea y está regulado por la hormona eritropoyetina. A partir de células madre de la médula ósea se forman los proeritroblastos, unas células de gran tamaño y núcleo voluminoso. De ellas derivan los eritoblastos, que en sucesivas divisiones acaban perdiendo el núcleo hasta formar reticulocitos. Los reticulocitos maduran, se vierten a la sangre y se convierten en glóbulos rojos. Anemias. Concepto general. Clasificación etiológica y morfológica: La anemia consiste en una insuficiencia del número de eritrocitos (glóbulos rojos [GR]), de la cantidad de hemoglobina, del hematocrito o de todos ellos. Es una anomalía frecuente que tiene muchas etiologías posibles, como las hemorragias, la alteración de la formación de eritrocitos o el aumento de su destrucción. Como la función de los glóbulos rojos es transportar el oxígeno (O2), los trastornos de estos componentes de la sangre pueden provocar hipoxia. Esta hipoxia es la responsable de muchos de los signos y los síntomas de la anemia. La anemia no es una enfermedad concreta, sino la manifestación de un proceso patológico. Se identifica y se clasifica mediante pruebas de laboratorio. Una vez detectada la anemia, habrá que investigar su causa. La anemia puede ser secundaria a enfermedades hematológicas primarias o aparecer como consecuencia de anomalías en otros sistemas orgánicos. Los diferentes tipos de anemia se establecen siguiendo criterios morfológicos (características celulares) o etiológicos (causa subyacente). La clasificación morfológica se basa en la información descriptiva y objetiva sobre el tamaño y el color de los eritrocitos, obtenida de los análisis de sangre. La clasificación etiológica está relacionada con las anomalías clínicas que causan anemia, como la hipoproducción de eritrocitos, las hemorragias o el aumento de la hemólisis. Anemia ferropénica: La anemia ferropénica, uno de los trastornos hematológicos crónicos más frecuentes, se observa en el 30% de la población mundial. El déficit de hierro puede deberse a un aporte insuficiente en la dieta, a una hipoabsorción, a hemorragias o a hemólisis. Se absorbe entre el 5 y el 10% del hierro ingerido. Esta cantidad de hierro procedente de la alimentación es suficiente para satisfacer las necesidades de los hombres y de las mujeres ancianas, pero puede no bastar para las personas que tienen mayores necesidades de hierro. La hipoabsorción de hierro se produce después de determinadas intervenciones quirúrgicas digestivas y en los síndromes de malabsorción. El hierro se absorbe en el duodeno. Los síndromes de malabsorción pueden ser debidos a una enfermedad del duodeno que altere o destruya la superficie de absorción. La hemorragia es una de las causas más importantes del déficit de hierro en los adultos. Anemias megaloblásticas: Las anemias megaloblásticas son un grupo de trastornos causados por una alteración en la síntesis de ADN y que se caracterizan por la presencia de eritrocitos de gran tamaño. Cuando se altera la síntesis del ADN, la maduración de los eritrocitos se vuelve defectuosa. Los eritrocitos son grandes (macrocíticos) y anormales y reciben el nombre de megaloblastos. Estos eritrocitos macrocíticos son fáciles de destruir porque tienen una membrana plasmática frágil. Aunque las anemias megaloblásticas se deben en su inmensa mayoría a una carencia de cobalamina (vitamina B12) y de ácido fólico, este tipo de deformidad de los eritrocitos también puede ser secundaria a la inhibición de la síntesis del ADN por fármacos, a errores congénitos del metabolismo de la cobalamina y del ácido fólico o a una eritroleucemia (enfermedad maligna de la sangre caracterizada por la proliferación de las células eritropoyéticas en la médula ósea). Dos causas frecuentes de anemia megaloblástica son el déficit de cobalamina y el déficit de ácido fólico. Anemia aplásica: La anemia aplásica es una enfermedad en la que el paciente presenta una pancitopenia (disminución de todos los tipos de células sanguíneas: eritrocitos, leucocitos y plaquetas) en la sangre periférica e hipocelularidad en la médula ósea. Los signos y síntomas varían desde un trastorno crónico que se trata con eritropoyetina o con transfusiones de sangre hasta una situación muy grave que cursa con hemorragias y sepsis. Policitemias: La policitemia es la producción y la presencia de un número elevado de eritrocitos. Esta abundancia de eritrocitos puede llegar a ser de tal magnitud que altere la circulación como consecuencia del aumento de la viscosidad (hiperviscosidad) y del volumen (hipervolemia) sanguíneos. Los dos tipos de policitemia son la policitemia primaria, o policitemia vera, y la policitemia secundaria: - La policitemia vera se considera un trastorno mieloproliferativo que surge a partir de una mutación cromosómica en una sola célula madre pluripotencial. Por tanto, estarán afectados no sólo los eritrocitos sino también los granulocitos y las plaquetas, teniendo lugar una hiperproducción de las tres estirpes celulares. La enfermedad aparece de manera insidiosa y sigue una evolución crónica y oscilante. Suele observarse en personas mayores de 50 años. Este trastorno mieloproliferativo provoca un aumento de la viscosidad y del volumen sanguíneos y una congestión de órganos y tejidos. La esplenomegalia es frecuente. - La hipoxia crónica es la causa de la policitemia secundaria. La hipoxia estimula la producción de eritropoyetina en el riñón, lo que a su vez estimula la formación de eritrocitos. La necesidad de oxígeno puede ser secundaria a una gran altitud, neumopatías, enfermedades cardiovasculares, hipoventilación alveolar, alteración del transporte de oxígeno o hipoxia tisular. Así pues, más que una reacción patológica, la policitemia secundaria es una respuesta fisiológica en la que el organismo intenta compensar un trastorno. Datos subjetivos. Patrones funcionales. Anemia en general: Información importante para la salud Historia clínica de salud: hemorragia o traumatismo recientes; hepatopatía crónica, endocrinopatía o nefropatía (incluida la diálisis); enfermedades digestivas (síndrome de malabsorción, úlceras, gastritis o hemorroides); trastornos inflamatorios (especialmente la enfermedad de Crohn); exposición a radiación o a sustancias químicas tóxicas (arsénico, plomo, benceno, cobre) Medicamentos: uso de vitaminas o de suplementos de hierro; ácido acetilsalicílico, anticoagulantes, anticonceptivos orales, fenobarbital, penicilinas, antiinflamatorios no esteroideos, fenacetina, quinina, quinidina, fenitoína, metildopa, sulfamidas Cirugía y otros tratamientos: intervención quirúrgica reciente, resección de intestino delgado, gastrectomía, prótesis de válvula cardíaca, quimioterapia, radioterapia Patrones funcionales de salud Percepción de salud y su cuidado: antecedentes familiares de anemia; malestar Nutricional-metabólico: náuseas, vómitos, anorexia, adelgazamiento; disfagia, dispepsia, pirosis, sudoración nocturna, intolerancia al frío Eliminación: hematuria, disminución de la diuresis; diarrea, estreñimiento, flatulencia, heces alquitranadas, melenas Actividad-movilidad: fatiga, debilidad muscular y disminución de fuerza; disnea, ortopnea, tos, hemoptisis; palpitaciones; disnea de esfuerzo Conocimiento y percepción: cefalea; dolor abdominal y dolor óseo; dolor en la lengua; parestesias en pies y manos; prurito; trastornos visuales, gustativos o auditivos; vértigo; hipersensibilidad al frío Sexualidad y reproducción: menorragia, metrorragia; embarazo reciente o actual; impotencia masculina. Datos objetivos. Exploración física. Anemia en general: Generales: Letargo, apatía, adenopatías generalizadas, fiebre Tegumentarios: Palidez de piel y mucosas; escleróticas azules, blancas pálidas o ictéricas; queilitis; sequedad de la piel; coiloniquia, uñas quebradizas; ictericia, petequias; equimosis; epistaxis o sangrado gingival; cicatrización mala; pelo seco, quebradizo y fino Respiratorios: Taquipnea Cardiovasculares: Taquicardia, soplo sistólico, arritmias; hipotensión postural, aumento de la tensión diferencial, soplos (especialmente carotídeos); claudicación intermitente, edema maleolar Digestivos: Hepatoesplenomegalia; glositis; lengua roja; estomatitis, distensión abdominal; anorexia Neurológicos: Confusión, deterioro del juicio, irritabilidad, ataxia, inestabilidad en la marcha, parálisis Hallazgos posibles: ↓ eritrocitos; ↓ Hemoglobina; ↓ Hematocrito; ↓ hierro, ferritina, folato o cobalamina (vitamina B12) séricos; presencia de sangre oculta en heces; ↓ eritropoyetina sérica Descripción de los principales medios diagnósticos. Anemia en general: Los principales medios diagnósticos son los descritos en los datos objetivos y en los datos subjetivos. Problemas de Colaboración. Intervenciones. Medidas terapéuticas. Distinguir entre los tres tipos de anemias estudiadas y la poliglobulia. - Anemia ferropénica: El objetivo principal de los cuidados de colaboración para la anemia ferropénica es tratar la enfermedad subyacente que está causando la disminución del aporte o de la absorción del hierro. Además, los esfuerzos se dirigirán a reponer el hierro. Para ello se aumentará el aporte de hierro en la dieta. Hay que enseñar al paciente qué alimentos constituyen una buena fuente de hierro. Si la nutrición es adecuada, posiblemente no resulte práctico aumentar la ingesta de hierro con medidas dietéticas. En tales circunstancias se suministran complementos de hierro orales y, en ocasiones, por vía parenteral. Si la ferropenia se debe a una hemorragia aguda, es posible que el paciente necesite una transfusión de concentrado de hematíes. - Anemia megaloblástica: Si el paciente carece de factor intrínseco o presenta una alteración de la absorción en el íleon, será incapaz de absorber la cobalamina sea cual fuere la cantidad ingerida. No obstante, hay que enseñar al paciente a seguir una dieta adecuada para mantener una buena nutrición. El tratamiento de elección es la administración parenteral de cobalamina (cianocobalamina o hidroxicobalamina). En ausencia de tratamiento, estos pacientes morirán al cabo de uno a tres años. Nunca se insistirá demasiado en la eficacia de las inyecciones de cobalamina para alterar el curso, de lo contrario mortal, de la enfermedad. La dosis y la frecuencia de administración pueden modificarse. Un régimen terapéutico típico consiste en 1.000 mg de cobalamina intramuscular al día durante 2 semanas, después semanalmente hasta que se normalice el hematocrito y a continuación mensualmente de por vida. Hoy en día se dispone de una cianocobalamina intranasal. Es un gel nasal que se aplica el propio paciente una vez por semana. También existen formulaciones orales con altas dosis de cobalamina y formulaciones sublinguales. La anemia puede desaparecer siempre que se mantenga la administración de cobalamina. No obstante, las complicaciones neuromusculares de larga duración pueden ser irreversibles. - Anemia aplásica: El pronóstico de la anemia aplásica no tratada es malo (aproximadamente el 75% mortal). Sin embargo, los avances en el tratamiento médico, como los trasplantes de médula ósea y la inmunodepresión con globulina antitimocítica (GAT) y ciclosporina, han mejorado notablemente los resultados. La GAT es un suero equino que contiene anticuerpos policlonales contra los linfocitos T humanos. El fundamento teórico de este tratamiento es que la anemia aplásica es una enfermedad inmunitaria. - Policitemia: Una vez establecido el diagnóstico de policitemia vera, el tratamiento está dirigido a disminuir el volumen y la viscosidad de la sangre y la actividad de la médula ósea. Se puede practicar una flebotomía para disminuir el volumen sanguíneo hasta alcanzar el hematocrito deseado. El objetivo de la flebotomía es reducir el hematocrito y mantenerlo por debajo de un 45-48%. En líneas generales, en el momento del diagnóstico se pueden extraer entre 300 y 500 ml de sangre a días alternos hasta normalizar la masa eritrocitaria. Un paciente sometido a flebotomías repetidas acabará sufriendo ferropenia, aunque este efecto rara vez es sintomático. Hay que evitar los suplementos de hierro. La terapia de hidratación se utiliza para disminuir la viscosidad sanguínea. Para inhibir la actividad de la médula ósea se pueden administrar mielosupresores como el busulfán, la hidroxiurea, el melfalán y el fósforo radioactivo. El alopurinol permite reducir el número de episodios agudos de gota. Un punto polémico es la administración de antiplaquetarios, como el ácido acetilsalicílico y el dipiridamol, para prevenir las complicaciones trombóticas, puesto que estos fármacos irritan la mucosa gástrica y provocan problemas digestivos como, por ejemplo, hemorragias. Diagnósticos Enfermeros. Intervenciones. Matizar entre los tres tipos de anemias. No sobre la poliglobulia. - Anemia ferropénica: Con el fin de determinar la etiología de la anemia se llevan a cabo pruebas diagnósticas (p. ej., prueba de sangre oculta en heces). Para detectar una hemorragia digestiva están indicadas la endoscopia y la colonoscopia. Es importante conocer qué grupos de personas están más predispuestas a padecer una anemia ferropénica, como las mujeres premenopáusicas y las embarazadas, las personas de estado socioeconómico bajo, los ancianos y aquellas personas que sufren hemorragias. En estos grupos es fundamental informar acerca de la dieta, indicando qué alimentos son ricos en hierro. Los complementos de hierro tienen una trascendencia especial en las embarazadas. Hay que comentar con el paciente la necesidad de realizar pruebas diagnósticas para establecer la causa del problema. Más adelante se determinarán la hemoglobina y el recuento de eritrocitos para valorar la respuesta al tratamiento. Es importante hacer hincapié en el cumplimiento de la dieta y del tratamiento farmacológico. Para rellenar los depósitos corporales de hierro, el paciente necesita mantener la ferroterapia hasta 2 o 3 meses después de que la hemoglobina se haya normalizado. En los pacientes que necesitan tomar complementos de hierro de por vida es obligado vigilar la aparición de problemas hepáticos por depósito de hierro. - Anemia megaloblástica: Los eritrocitos son grandes (macrocíticos) y de forma anormal tienen una estructura que contribuye a la destrucción de los eritrocitos debido a la fragilidad de la membrana plasmática. La concentración de cobalamina en el suero es baja. También se determina la concentración sérica de folato. Si esta última es normal, pero la cifra de cobalamina es baja, la causa de la anemia megaloblástica será probablemente un déficit de cobalamina. Los pacientes con anemia perniciosa están más predispuestos a sufrir un cáncer de estómago, por lo que estará indicado realizar una gastroscopia con biopsia de la mucosa gástrica. Otro método para valorar la función de las células parietales es la prueba de Schilling. Después de administrar al paciente cobalamina marcada con un radionúclido, se mide la cantidad de cobalamina excretada por la orina. Una persona que sea incapaz de absorber la cobalamina excretará tan sólo una cantidad pequeña de la forma radioactiva. Puesto que existe una predisposición familiar a la anemia perniciosa, la causa más frecuente de carencia de cobalamina, en todos los pacientes con antecedentes familiares de anemia perniciosa debe descartarse la presencia de síntomas. Aunque la enfermedad no es evitable, la detección y el tratamiento precoces pueden hacer desaparecer los síntomas. Las medidas enfermeras presentadas en el Plan de cuidados enfermeros para el paciente con anemia son adecuadas para el paciente con anemia por déficit de cobalamina. Además de estas intervenciones, la enfermera debe comprobar que no se han producido lesiones por una disminución de la sensibilidad al calor o al dolor, secundaria a un deterioro neurológico. Hay que proteger al paciente de las quemaduras y los traumatismos. Cuando sea necesario aplicar calor con fines terapéuticos, se examinará la piel del paciente a intervalos frecuentes para descartar su enrojecimiento. Los cuidados evolutivos se centran en garantizar un buen cumplimiento del tratamiento por parte del paciente. También hay que comprobar minuciosamente las alteraciones neurológicas que no se hayan corregido por completo mediante el tratamiento adecuado de reposición de cobalamina. Debido a la predisposición al carcinoma gástrico, en los pacientes con anemia perniciosa secundaria a gastritis crónica atrófica hay que evaluar con frecuencia este problema. - Anemia aplásica: El diagnóstico se confirma mediante pruebas analíticas. Puesto que en la anemia aplásica están afectados todos los elementos de la médula ósea, las cifras de hemoglobina, de leucocitos y de plaquetas suelen ser bajas. Los demás índices eritrocitarios son normales. Por tanto, el proceso se clasifica como una anemia normocítica normocrómica. La cifra de reticulocitos es baja. El tiempo de hemorragia está alargado. La anemia aplásica se estudia más exhaustivamente analizando los diferentes parámetros del hierro. La sideremia y la capacidad total de captación del hierro están elevados y son los primeros signos de la inhibición de la eritropoyesis. La biopsia, la aspiración y el examen anatomopatológico de la médula ósea están indicados ante cualquier estado anémico. Sin embargo, son especialmente importantes en la anemia aplásica, en que la médula ósea muestra hipocelularidad y aumento de la médula amarilla (contenido adiposo), lo que en ocasiones se denomina «tapón seco». Las intervenciones para la anemia aplásica se basan en identificar y eliminar la causa subyacente (cuando sea posible) y en proporcionar los cuidados de apoyo hasta que revierta la pancitopenia. Las intervenciones enfermeras están dirigidas a prevenir las complicaciones secundarias a las infecciones y las hemorragias. El tratamiento de elección para los adultos menores de 45 años que dispongan de un donante compatible para el antígeno leucocitario humano (HLA) es el trasplante de médula ósea. Los mejores resultados se consiguen en un paciente joven que no haya recibido transfusiones con anterioridad. Las transfusiones previas aumentan el riesgo de rechazo del injerto. En los pacientes mayores de 45 años o que carecen de un donante compatible, el tratamiento de elección es la inmunodepresión con GAT o con ciclosporina. Aunque es posible que esta pauta obtenga sólo un resultado parcial, a menudo, permite evitar las transfusiones.