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ITINERARIO ENTRONIZACIÓN DE LA CRUZ COMUNIDADES PASIONISTAS RITMO O DINÁMICA DE LA CELEBRACIÓN Ambientación Palabra de Dios (2 Cor. 4, 7-10) (opcional) Canto: Se detiene el tiempo ENTRONIZACIÓN DE LA CRUZ Entrada solemne Saludo del presidente Incensar la Cruz PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA (Lc. 23, 33-38) Breve comentario ORACIÓN (leída a dos coros) OFRENDAS A LA CRUZ: Hablan (corona de espinas, clavos y lanza) (opcional) CONTEMPLACIÓN / SILENCIO Tocar, besar o abrazar la Cruz Imposición de la pequeña cruz de madera Final, despedida y canto. AMBIENTACIÓN En tiempos difíciles ¿Quién no pasa por temporadas malas? ¿Quién vive en un mundo de porcelana? ¿Quién camina sin horas oscuras? A todos nos llegan momentos en los que los problemas se agolpan. Unas veces es en forma de conflictos que nos llenan de preocupación. Otras veces nos golpean fracasos inesperados. Hay ocasiones en que nos falla la gente, hasta sin quererlo, sin poder evitarlo, tal vez sin saberlo... Y entonces nos invade la inquietud, nos martillean las sienes con la preocupación, las preguntas, las dudas y el sin sentido... Aprender a ser fuertes en esos momentos no es hacernos impermeables o impasibles. No es revestirnos de una capa de dureza que nos haga inmunes a las tormentas. No es compensar los problemas con otras satisfacciones, ni negar que existen, pues muchas veces son dolorosamente reales. Ser fuertes es ser capaces de caminar, aun heridos; de creer, aun agitados; de amar, aun vacíos. La fuerza se realiza en la debilidad. No es más fuerte quien no llora, o quien no tiembla, o quien no vacila. No es más fuerte quien más grita o quien menos duda. No es más fuerte quien golpea con más contundencia. Es fuerte quien está dispuesto a arriesgarse, aunque en el camino el corazón se le atraviese una y mil veces. Quien se atreve a hablar en tiempos de silencio. A ser tenido por idiota por aventurarse a amar sin medida. Porque quien así vive y actúa no tendrá mucho descanso, pero sí una vida intensa, y apasionante, y apurará la humanidad en sí mismo y en los otros. Caminar en medio de la tormenta. ¿Alguna vez has caminado en medio de la tormenta? Cuando el viento se hace incómodo. Cuando la lluvia te cala hasta los huesos y el alma. Cuando cada paso supone un esfuerzo. Cuando muy lejos, en el horizonte, en el tiempo, suspiras por el calor del lugar seguro... Sólo si has pasado por el vendaval puedes apreciar en todos sus matices la calma. Sólo si te has visto superar las condiciones adversas eres consciente de todo lo que puedes llegar a hacer. Sólo entonces estás preparado para comprometerte con tantas causas que te van a arrojar en medio de torbellinos. Pero no idealices las tormentas: el corazón estará frío, los pies cansados, el espíritu abatido, el sentido escondido. Aun así, sigue adelante. Con la guía de quien es calma en la tormenta, luz en la oscuridad, paz en la guerra, verdad en la Cruz. Sigue adelante. Palabra de Dios "Llevamos este tesoro en vasijas de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros. Apretados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, mas no abandonados; derribados, mas no aniquilados. Llevamos siempre en nuestros cuerpos por todas partes la muerte de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo..." (2 Cor 4, 7-10) Canto · SE DETIENE EL TIEMPO Una cruz como equipaje Se detiene el tiempo cuando es Dios el que habla, quien vive en desnudez le arropan sus palabras. Cuando toca fondo la oración despojada, el alma nada quiere, sólo en Dios descansa. UNA CRUZ COMO EQUIPAJE, NO HACE FALTA NADA MÁS; SI TE VISTES DE POBREZA A SU SOMBRA CRECERÁS (bis) Puede ir muy lejos el que a nada se ata, el paso es más ligero, el cuerpo nada extraña. Arderá la tierra, sólo Dios es eterno y todo lo demás, tarde o temprano, pasa. Inquietudes ciegas, no corráis alocadas: allí donde vayáis reposa su mirada. Cuando toca fondo la oración despojada, el alma nada quiere, sólo en Dios descansa. ENTRONIZACIÓN DE LA CRUZ. Entrada Solemne de la gran cruz de madera Llevada en procesión, por un grupo de personas, la dejan en un lugar que presida y que esta preparado con antelación. Saludo del presidente Hacemos la señal que nos identifica a los cristianos, comenzando así esta celebración. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Con estas u otras palabras: La Cruz, símbolo de de tortura y de muerte. La Cruz, para nosotros cristianos, señal de salvación. Feliz árbol donde Cristo fue colgado para la salvación de todo el género humano. Vamos nosotros, unidos a todas las comunidades pasionistas, a honrar la cruz donde Cristo, nuestro salvador, nos dio nueva vida con su muerte. A Él nuestra adoración, nuestra alabanza, nuestro agradecimiento, nuestro signo de admiración… Incensar la cruz Con antelación se han encendido varias pastillas de carbón. Se invita a los participantes a que acercándose hasta el pie de la cruz, tomen una pizca de incienso con los dedos y lo echen en el incensario o cuenco. Proclamación de la Palabra de Dios Jesús es clavado en la cruz (Lc 23, 33-38) Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.» Se repartieron sus vestidos, echando a suertes. Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: «A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido.» También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!» Había encima de él una inscripción: «Este es el Rey de los judíos.» Breve comentario Oración Señor Jesús: hermano y compañero de los afligidos, que clavado sobre el madero de la Cruz, nos diste tu testamento de Amor: Siete claves de tu vida, siete mensajes de tu proyecto, siete últimos servicios a la humanidad entera. No eres el Dios-con-nosotros terrible, sino el Dios vencido por la ternura que acoges y restauras la vida hasta de tus propios asesinos. Enséñanos, cada día, a vencer el miedo al sufrimiento con la fuerza que mana de tu Cruz. y que nuestra soledad se refugie en ti. Danos la fuerza para que te asaltemos en este misterio de Amor, que seamos cómplices de sueños y hermanos de Cruz. para que ésta transforme nuestra historia, incluso los pequeños acontecimientos de cada día. A ti, Jesús crucificado, tierra de nuestra carne, en cuyo rostro resplandece la misericordia y el perdón, nuestra adoración perenne y agradecida por habernos dado a la más bendita de entre todas las mujeres, María, sombra clara del Padre en toda cruz humana. Señor Jesús, qué has prometido el paraíso al malhechor que te habló desde su cruz junto a la tuya, acuérdate también de nosotros, ahora que estás en tu Reino. Haz que llegue, consoladora tu promesa de vida eterna y de eterno amor a cada mujer y a cada hombre que afronta el acontecimiento de su muerte. A ti, Jesús, el condenado, el del rostro acogedor, dirige tu mirada a tus discípulos, danos, en medio de los sufrimientos, la audacia y la alegría de acogerte y de seguirte con confiado abandono. Cristo, compañero de ruta, fuente de vida, de toda gracia y de toda belleza, concédenos contemplar tu rostro sonriente, rostro de quien salva al mundo y lo guía hacia el Padre. A ti, Jesús, hermano de los afligidos cuyo rostro resplandece en la hora de las tinieblas, como rostro de maestro, de hijo y de amigo, nuestro amor y nuestra gratitud, con el Padre y con el Espíritu, en el tiempo que pasa y en la perenne eternidad. Amén. Ofrendas a la cruz de Cristo Preparadas de antemano: corona de espinas, clavos y lanza. Tres personas las acercan al pie de la cruz. Otra u otras personas leen lo que se propone a continuación. Está preparado como si “hablasen las cosas”: 1.- Las espinas de la corona de Cristo “Allí estuvimos nosotras, con Jesús. Estábamos adosadas a un muro, formábamos parte de una exuberante zarzamora y nos arrancaron unos soldados romanos, con una sola intención: clavarnos en la cabeza de Cristo. Nos trenzaron en forma de corona y ¡oh sorpresa! Comenzaron a clavarnos en las sienes, en la tierna cabeza de nuestro Creador. El rostro ya lo tenía ensangrentado y nosotras, con las fuertes punzadas, hicimos que nueva y fresca sangre volviera a chorrear por su rostro. ¡Qué bondad y serenidad pudimos ver en el rostro de Jesús! En estos momentos hubiéramos querido ser fino algodón, pero amigos, teníamos que responder para lo que fuimos hechas: espinas, y así ser punzantes, como nos habían fabricado. Le hicimos sangrar, recordamos perfectamente el latido de sus sienes, pudimos compulsar su fiebre. Nosotras, inocentes espinas, creadas por Él y haciéndole daño. Nosotras, dominadas y llevadas por la maldad de aquellas manos crueles y enemigas. Y así se mezcló el frío sudor, la sangre, los salivazos con nuestras lágrimas. Porque nosotras, amigos, también tenemos sentimientos y tenemos corazón. Todo ocurrió en el rostro de Cristo, nuestro y vuestro amigo. Allí estuvimos nosotras: espinas clavadas en la cabeza de Jesús”. 2.- Los clavos de la Cruz de Cristo. “Somos de hierro y con la fuerza del martillo traspasamos las manos y los pies de Cristo Jesús. Manos que desparramaron el bien, tocaron las sucias carnes de leprosos y las limpiaron, acariciaron a los niños, bendijeron a multitudes. Pies que caminaron siempre por la senda del bien. Manos benditas, traspasadas por nosotros: clavos fuertes y gruesos. ¡Qué crueldad! Pies de un caminante peregrino, anunciador de paz y traspasado brutalmente por nosotros. No nos maldigáis, nos obligaron, nos machacaron contra sus carnes, nos golpearon con fuerza en nuestras cabezas y traspasamos el cuerpo de Cristo”. 3.- La lanza que traspasó el costado de Cristo. “Un largo palo y una punta hiriente y punzante: soy yo, la lanza, yo toque el corazón de Cristo. De él manó sangre y agua, le quedaba poca, ya la había dado toda. ¡Qué dolor el mío al tener que traspasar el buen corazón de Jesús! Fui dirigida por la mano de un soldado. ¡Qué dolor, amigo que me escuchas, al recordarte este hecho! Rematé a tu amigo, traspasé el corazón de mi Creador, Creador de los minerales, del hierro de la que estoy hecha. El palo que me sujetaba se estremeció y yo también. La potente mano del soldado nos pudo. Jesús, soy la lanza que atravesé tu corazón. Que la sangre que manó salve a toda la humanidad y a toda la naturaleza: plantas, árboles de donde sacaron el palo que me sujetaba y también salve a los minerales, de donde salí yo. Te toqué el corazón. Déjame que ahora te bese en silencio. Contemplación Música de fondo Tocar, besar o abrazar la cruz Motivado por el presidente, pueden ir pasando las personas que lo deseen, poniendo su mano sobre el madero de la Cruz, o bien dando un beso o un abrazo en ella. Imposición de la pequeña cruz de madera A continuación, cada asistente, va pasando y se le hace entrega de una pequeña cruz de madera. Final, despedida Gracias a la Cruz de Cristo hemos sido salvados todos los hombres y mujeres, de cualquier color y del mundo entero, lo sepan y conozcan o lo ignoren y nunca lo sepan. Él nos ama a todos. Él siempre nos espera y nos espera con las manos abiertas como para abrazarnos y los pies clavados, así no se escapa. Está. Espera, pues, y escucha mis cuidados… Pero, ¿Cómo te digo que me esperes si estás, para esperar, los pies clavados? Así lo cantó en su día Lope de Vega. Con el dedo pulgar hagamos la señal de la cruz sobre la frente de las personas que tenemos a nuestro lado. Se realizan la acción. Y todos unidos y a la vez, hacemos la señal de la Cruz, diciendo: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén Podéis ir en la paz del Señor, señalados por el signo que nos salva: la Cruz de Cristo Jesús. TODOS: Demos gracias a Dios. Canto SANTA CRUZ, CON TU FUERZA NOS ARRASTRAS, SANTA CRUZ, DE TI CUELGA LA ESPERANZA, PORQUE ANTE TI NO CABEN MÁS POSTURAS QUE ADORAR Cómo no adorar al hombre que clavado en el madero perdonó, sus palabras eran fuego, el amor ardió. No quisieron que hablara , le arrancaron la voz; mas no muere quien grita la Palabra de Dios. Cómo no adorar al hombre cuya carne se agrieta de dolor; se ahogan los sentidos, el final llegó. Campanadas de muerte van tocando clamor; adelantan la aurora: Era Hijo de Dios. Cómo no adorar al hombre que bajando a lo más hondo resistió. Y el sello de la vida en su piel grabó. Anduvieron buscando, ningún resto se halló; se le abrieron los ojos: Él venía de Dios. PASIONISTAS Configuración Sagrado Corazón de Jesús PASTORAL JUVENIL VOCACIONAL