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NEURODIDÁCTICA Y EL DESARROLLO DE LAS FUNCIONES EJECUTIVAS Dra. Lady Meléndez Rodríguez lmelendez@uned.ac.cr Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica VIII Congreso Educativo: El sentido de la Educación en un Mundo en Crisis. Universidad Interamericana de Costa Rica, 16, 17 y18 de julio 2009. Introducción La Educación de esta sociedad crítica ha sido acusada repetidamente de ser la causa fundamental de la crisis, que se manifiesta en la falta de pertinencia de los saberes educados con respecto a las demandas sociales y económicas; además de exponer vacíos de formación ética, que se completan con antivalores que van en contra de la cohesión social, la calidad de vida y la integridad física y cultural de los ciudadanos. No obstante, resulta cada vez más claro que la Educación sólo actúa como una dimensión más de la crisis, cuya verdadera falta está en resistirse e intentar enfrentar la actual condición desde el mismo modelo tradicional de educar: formal y jerárquicamente estructurado, tendente al control, a la norma y a la acumulación de contenidos; mientras los convivientes en ese mundo en crisis reflejan un comportamiento caótico, en su intento por adaptarse a los cambios que parecen precipitarse vertiginosamente sin dosis ni mesura, sin predicción ni previsión. Por lo tanto, un escenario crítico requiere una Educación capaz de adaptarse y de sacar provecho de esa dinámica, capaz de educar para enfrentar y sobreponerse a la crisis con éxito y ganancia; lo que implica resolver el problema de educar para conocer cuando los conocimientos están en permanente movimiento, y resolver el problema de educar para autorregularse cuando la estabilidad emocional es puesta a prueba de manera constante. 2 Geake y Cooper (2003) están de acuerdo con esta idea cuando expresan que Los estudiantes que se gradúan requieren tener no solamente las destrezas de lenguaje y matemática propias de la edad, sino que también requieren demostrar destrezas del más alto nivel de razonamiento así como de autorrealización y resiliencia emocional para enfrentar un mundo socialmente fragmentado, inestable e impredecible (pp.11-12)1. Para lograrlo todos los docentes nos preguntamos lo mismo y tiene que ver con lo que estos autores sugieren: ¿cuáles son las prácticas educativas que conducen de mejor manera hacia la promoción del desarrollo social, cognitivo, afectivo y moral óptimo de niños y jóvenes, con vías a prepararse para la participación activa en las sociedades post industriales? (Geake y Cooper, 2003, p. 11)2. En ese sentido, esta comunicación pretende hacer un aporte al tema de este Congreso divulgando la forma en cómo la Neuroimaginería y la Neurodidáctica de los últimos tiempos permiten confirmar y mejorar algunos hallazgos de la Psicología aplicada a la Educación, que en este caso refiere al concepto de funciones ejecutivas y de cómo éstas pueden ser educadas con el fin de aprestar a niños y a jóvenes para aprendizajes más pertinentes con respecto a las demandas de la sociedad crítica actual. 1 Traducción libre de la autora. 2 Traducción libre de la autora. 3 La Neurodidáctica La Neurodidáctica se define como una nueva torre de vigía que emerge directamente de la Neurociencia y de los intentos por aplicar sus más recientes descubrimientos al mejoramiento de los procesos de enseñanza y de aprendizaje. Fue así denominada en 1988 por su proponente Preiss Gerhard, catedrático de la Universidad de Friburgo; quien vuelve a aparecer con este tema en la revista científica española Mente y Cerebro en el año 2003 junto a Friederich Gerhard 3 y, en el año 2006, Ralph Schumacher se suma a la nueva generación conceptual. Esta nueva disciplina viene aplicándose con la intención de conocer e impulsar el desarrollo de las altas capacidades y de la máxima potenciación de los aprendizajes, así como de aprovechar en todo lo posible su uso en el campo de las TICS y la educación, como ocurrió en su momento con las teorías de desarrollo del pensamiento, de entrenamiento cognitivo o de modificación de la inteligencia. La Neurodidáctica –Neuropedagogía, como la titula Mora (2007) o Neuroeducación como la llama Paterno (2008)- viene a ser esa suerte de eslabón que acaba por reunir lo que la epistemología, la neurología, las ciencias cognitivas, la psicología del aprendizaje y la pedagogía han intentado comprender desde siempre, y que tiene que ver con la mejor manera de aprender que a su vez nos permita organizar la mejor manera de enseñar. Sin embargo, el mérito de este nuevo enfoque se debe a que las investigaciones que desde éste se han generado traen resultados que trastocan a las más arraigadas teorías psicológicas y pedagógicas, dilucidando cómo se activa nuestro sistema nervioso cuando intentamos acercarnos a nuevos objetos de conocimiento. 3 Gerhard, F. & Gerhard, P. (2003). Neurodidáctica. Mente y Cerebro, 4,39-45. 4 Por otra parte, Blakemore y Frith prevén que “En el futuro habrá toda clase de formas nuevas y radicalmente distintas que permitan incrementar el potencial del cerebro para aprender” (2007, p.243), por lo que una mediación efectiva podría cambiar las disposiciones neuronales de tal forma que dirijan a mejor puerto cada biografía cognitiva y social. Los estudios neurológicos relacionados con el ser humano han tenido siempre las limitaciones éticas de no poder disponer de personas directamente en sesiones experimentales, a no ser aquellas que ya han muerto debido a alguna patología cerebral, que han sufrido algún accidente -comúnmente de tránsito- o quienes se han visto obligadas por condiciones de reclusión abusiva o de privación de libertad a someterse a los más inhumanos experimentos. No obstante, en la actualidad, los grandes adelantos de la tecnología de la Neuroimaginería4 han impulsado avances impredecibles en todas las áreas del desarrollo y disciplinas del conocimiento humano, al punto de referir a un nuevo marco de organización social denominado Neurocultura o cultura basada en el cerebro (Mora, 2007). Las posibilidades permitidas por el estudio de pacientes mediante la Electroencefalografía (EEG), la Magnetoencefalografía (MEG), la Tomografía axial computarizada (TAC), la Resonancia magnética (RM), la Resonancia magnética funcional (RMf), la Tomografía por emisión de positrones (TEP), la Estimulación magnética transcraneana (EMT), son sólo algunas formas novedosas de investigación que dejan estudiar las reacciones o no del sistema nervioso en vivo ante los diferentes estímulos (Blakemore y Frith, 2007; Carlson, 2007 y Carter, 2002). 4 También referida como Neuroimagería. 5 En el tema que nos ocupa, la nueva tecnología de neuroimagen ha permitido observar el comportamiento de la neurofisiología ante las situaciones de aprendizaje, así como evaluar las reacciones más exitosas frente a estímulos determinados. Esto nos lleva a decir que la Neurociencia actual da cabida para estudiar la optimización del desarrollo del cerebro basada en el aprendizaje y viceversa, que es lo que pretende la Neurodidáctica. Trasladados a la escuela, los conocimientos acerca de la Neurodidáctica nos permiten aspirar, sin duda, a un mejor desempeño educativo de todos los alumnos, proponiendo currículos que potencien el máximo desarrollo cerebral de cada uno de ellos. No obstante, hay tres situaciones que debemos admitir: i. No podemos contar con la tecnología mencionada para observar en detalle las reacciones cerebrales de cada alumno ante las distintas situaciones de aprendizaje. ii. No parece posible, al menos por ahora, formar a los futuros docentes en: a) todos los aspectos que les permita comprender la cartografía cerebral, es decir, las locaciones cerebrales en las que se encuentran o deberían encontrarse representadas las distintas funciones para aprender (revisar Carter, 2002); b) todas las rutas o conexiones sinápticas, dosis y energías que deben llevar los neurotransmisores para recuperar aprendizajes previos, así como para activar y almacenar oportuna y suficientemente los nuevos aprendizajes (revisar Carlson, 2007); ni c) todas las etapas y facetas de aprendizaje en función de la edad de desarrollo del cerebro, sus períodos sensibles y la forma en que estos procesos se dan en cada estudiante (revisar Blakemore y Frith, 2007). Esto sin tomar en cuenta todas las posibles lesiones ni todas las posibles propuestas didácticas que deban ser creadas 6 para desarrollar el máximo potencial para cada alumno, de acuerdo con la forma en que cada cerebro aprende. iii. Y, por último, tal y como lo menciona Carter (2002), por más sofisticados que nos parezcan los avances de la Neurociencia, debemos estar conscientes de que a estas alturas la visión del cerebro alcanza apenas la exactitud de un mapamundi del S. XVI, por lo que muchas de las preguntas aún no tendrán las respuestas requeridas. Al respecto cabe agregar, como comentan Geake y Cooper (2003), que la psicología cognitiva ha estado repleta de “modelos de caja negra” acerca del funcionamiento del cerebro, pero que la Neurociencia está dando la oportunidad de asomarse dentro de esa caja y de ayudar con sus aportes a la práctica educativa o, mejor dicho, a la toma de decisiones en relación con los modelos de competencias cognitivas y su veracidad en los ambientes de aprendizaje. Así, agregan los autores, la Neurociencia cognitiva actualmente puede dar cuenta de cómo y cuánto tienden a mejorar los cerebros de los aprendices, o, en otras palabras, la forma en cómo una escuela bien orientada en esta materia puede hacer la diferencia. Las formas en que el cerebro aprende Si bien los educadores tenemos evidentes dificultades para hacernos con las complejidades de la neurofisiología del aprendizaje, existe un área fuerte de encuentro entre algunos de estos aspectos y lo que mejor sabemos hacer los educadores que es enseñar. Por lo que procederemos a intentar explicarnos a partir del terreno en que nos movemos con mayor experticia. Aunque han partido desde diferentes puntos, la psicología educativa, la pedagogía moderna y las distintas tendencias para el desarrollo cognitivo, han logrado coincidir en una lógica del aprendizaje que, sin ocupar el tiempo en 7 comentar su complejidad, es necesario enfatizar que debe tal coincidencia a una innumerable cantidad de experiencias, que no sólo se encontraron entre sí en el mismo proceso, sino a su representación en la dinámica del desarrollo cerebral. Proceso donde definitivamente intervienen fenómenos neurológicos como: neurogénesis; neurotransmisores; conexiones sinápticas en condición disposicional5; procesos de memoria procedimental, de trabajo, prospectiva, episódica, semántica, emocional, de corto y de largo plazo; entre muchos otros procesos cerebrales. Esta situación permite ahora a los educadores comprenderse y explicarse interdisciplinariamente desde la lógica de las funciones ejecutivas entre otros procesos mentales, de una manera tan útil como para identificar los puntos en los que el hecho de aprender se puede encontrar obstaculizado, así como para señalar aquellas estrategias que permitirían sobreponerse a esos obstáculos y potenciar al máximo el desarrollo cerebral desde el aprendizaje; que además entendemos, no sólo tiene que ver con el desarrollo cognitivo sino con el bienestar integral de la persona, el que alude, sin duda, a las condiciones ambientales y sociales en las que convive. En resumen, como afirman Blakemore y Frith, “Sólo comprendiendo cómo el cerebro adquiere y conserva información y destrezas seremos capaces de alcanzar los límites de su capacidad para aprender” (2007, p.19). Procesos lógicos y neurológicos de aprendizaje En un intento por ofrecer una orientación para infiltrarse en la nueva corriente, este trabajo busca acercar a los educadores a una propuesta de conocimiento de las funciones ejecutivas que actúan durante los procesos mentales para aprender. 5O sea, con oportunidad de conformar otras múltiples conexiones según se requiera (Damasio, 1996). 8 Los avances teóricos en estos temas abren paso tempranamente a dos conclusiones interesantes. Una de ellas tiene que ver con que aquellos aspectos que los brillantes psicólogos del aprendizaje lograron inferir de la pura observación de la conducta hoy pueden demostrarse como cambios evidentes y dinámicos en la estructura cerebral, gracias a las distintas alternativas de proyección de neuroimágenes con las que contamos. La otra se refiere a que ese cambio estructural evidente es muestra de que la planificación educativa, precisa para romper con las barreras para aprender, puede ir también directamente hacia puntos clave que deseamos desarrollar en el cerebro -tal y como pretende la Neurodidáctica- sin necesidad de dar rodeos didácticos interminables, basados en el ensayo y error. Consideramos entonces, que el éxito de la Neurodidáctica puede estar en lograr reunir a las propuestas psicológicas y pedagógicas que mejor se adapten a los nuevos descubrimientos de la Neurociencia y desde allí continuar innovando estrategias de enseñanza y aprendizaje que potencien el desarrollo cerebral, de acuerdo con lo que ya conocemos acerca de éste y ajustándonos en el camino a los múltiples hallazgos que vendrán. Uno de los aspectos más significativos de ese punto de encuentro que comentamos, y del que recientemente se ocupa la Neurodidáctica, es precisamente el de las funciones ejecutivas, tema que hemos elegido en esta ocasión en reconocimiento a la influencia significativa que la Educación puede tener sobre sus procesos, pero que la mayoría de docentes desconoce. Funciones ejecutivas Funciones ejecutivas es un término “paraguas” por lo complejo de los procesos cognitivos a los que se orienta y por las conductas intencionadas a las que 9 se dirige (Meltzer, 2007). El término agrupa un conjunto complejo y multidimensional de funciones cerebrales superiores que cumplen un rol de ordenamiento cognitivo y de control comportamental, de procesos que a su vez controlan otros procesos (Luria, 1973, citado en Scandar, 2003). Como explican Ustárroz y Muñoz-Céspedes (2005), las funciones ejecutivas incluyen a los procesos cognitivos esenciales para llevar a cabo una conducta eficaz, creativa y aceptada socialmente. Estos autores definen a las funciones ejecutivas como el conjunto de habilidades cognitivas que permiten la anticipación y el establecimiento de metas, el diseño de planes y programas, el inicio de las actividades y de las operaciones mentales, la autorregulación y monitoreo de las tareas, la flexibilidad en el trabajo cognitivo y su organización en el tiempo y el espacio. De manera cercana, Barcelò et al. (2006) consideran que las funciones ejecutivas son aquellas capacidades que permiten a una persona funcionar con independencia, con un propósito determinado, con conductas autosuficientes y de una manera satisfactoria. A la vez, estos investigadores aseguran que cuando se alteran las funciones ejecutivas, la afectación se manifiesta de manera general en todos los aspectos de la conducta. Por esa razón, más que como condiciones preestablecidas, es necesario presentar a las funciones ejecutivas como fenómenos mentales profundamente susceptibles al aprendizaje o, en su defecto, como funciones sensibles a la alteración de los procesos comprendidos en éste. Con lo que queda claro que la Educación actúa de manera influyente sobre los procesos cognitivos, emocionales y conductuales, todos ellos neurológicos. 10 Blakemore y Frith (2007), ofrecen la siguiente lista de funciones ejecutivas: capacidad para inhibir conductas inadecuadas, planificar, seleccionar acciones, tener información en mente, hacer dos cosas a la vez, controlar emociones, tomar decisiones y resolver problemas. A esta lista Carter (2002) agrega la flexibilidad, mientras que Meltzer (2007) resume que algunos elementos comunes entre las clasificaciones dadas por distintos autores son: el proponerse metas y la planificación para alcanzarlas, la organización de los comportamientos requeridos a lo largo de la consecución de las metas, la flexibilidad, los sistemas de atención y memoria que guían los procesos y los procesos de autorregulación tales como el automonitoreo. Y, para Perea (2008) las funciones ejecutivas son subyacentes a las funciones superiores en las que encierra a los procesos mentales más complejos: razonamiento, juicio crítico, atención-concentración, orientación, lenguaje, memoria, praxia y gnosia. Aunque Vygotski (1995), el defensor más claro del concepto de funciones superiores, las clasificó en: lenguaje, razonamiento abstracto, memoria lógica, atención voluntaria y capacidad de planificar y tomar decisiones. Por otro lado, Barroso y León (2002) mencionan las siguientes funciones ejecutivas: formulación de metas, planificación, implementación de planes y ejecución efectiva de planes y cada una de ellas con sus distintas acciones que coadyuvan al desarrollo de estos componentes. Mientras que Lezak et al. (s.f.) plantean que definir las funciones ejecutivas implica considerar cuatro componentes básicos: voluntad, planeación, propósito de acción y desempeño efectivo (citados en Spreen y Strauss, 1998). Punset (2007) más bien afirma que Las funciones ejecutivas son los procesos mentales mediante los cuales resolvemos deliberadamente problemas internos y externos. Los problemas internos son el resultado de la representación mental de 11 actividades creativas y conflictos de interacción social, comunicativos, afectivos y motivacionales nuevos y repetidos. Los problemas externos son el resultado de la relación entre el individuo y su entorno. La meta de las funciones ejecutivas, agrega el autor, es solucionar estos problemas de una forma eficaz y aceptable para la persona y la sociedad. En el caso de Gioia, et al. (2000), citados en Arango (2008), plantean que existen ocho áreas o dominios de la función ejecutiva que son: inhibición, cambio (shift), control emocional, iniciativa, memoria de trabajo, organización y planificación, orden y control (monitoring). Como se puede inferir, las funciones ejecutivas podrían definirse como procesos que asocian las ideas simples y las combinan hacia la resolución de problemas de alta complejidad. Y, de acuerdo con las definiciones y clasificaciones revisadas, puede decirse que los investigadores citados son coincidentes en afirmar que las funciones ejecutivas son habilidades cognitivas de orden superior, que le permiten a la persona lograr un objetivo o resolver un problema; para lo que requiere, en primer lugar, de un diseño lógico y planificado de una serie de acciones o estrategias que la guíen hacia la consecución de ese objetivo o a la solución del problema. Asimismo, la persona requiere la capacidad de observar críticamente ese proceso que ha desarrollado, revisar si las estrategias de solución son las adecuadas, corregir los errores y modificar las acciones y comportamientos que se necesitan para conseguir lo propuesto. Como es posible observar, existen distintas clasificaciones acerca de las funciones ejecutivas, pero todas ellas dejan ver que son estrictamente necesarias para realizar acciones productivas eficientes, exitosas y socialmente adaptadas y que dependen de los sistemas de atención y memoria. Asimismo, y a pesar de la 12 diversidad de funciones ejecutivas que se anotan en las distintas taxonomías, la mayoría de investigadores coinciden en señalar a las funciones ejecutivas como el conjunto de las capacidades que hacen que el pensamiento se transforme en las diversas acciones requeridas para funcionar de forma organizada, flexible, y eficaz, encargándose de adaptar al individuo a diferentes situaciones y de permitirle la solución de problemas de manera exitosa y aceptable (Punset, 2007). En nuestro caso y desde la lógica de la mediación pedagógica, hemos denominado funciones ejecutivas a las siguientes: observación, anticipaciónpredicción-flexibilidad, orden-organización-planificación, resolución de problemas, toma de decisiones y comunicación asertiva (Meléndez, 2004), las que tienen en común con las listas anteriores que conllevan los más altos procesos cognitivos, que en su mayoría se procesan en la parte prefrontal6 y frontal del cerebro y se relacionan -de manera significativamente proximal- con las áreas que interactúan para constituir lo que Carter (2002) ha dado en llamar el cerebro social, que se ilustra mediante la siguiente figura. 6 La corteza prefrontal es indispensable para la planificación y la toma de decisiones, el control de la atención y de conductas inapropiadas, aparte de ordenar a los ganglios basales el momento apropiado para inhibir movimientos. 13 Figura 1 Cerebro social Tomada y adaptada de Carter (2002). Un cerebro social adecuado depende, en gran medida, del funcionamiento del control de los impulsos que nos llevan a cometer acciones inapropiadas y a actuar en momentos inoportunos. También depende de prestar atención en el momento justo a las indicaciones propicias, inclusive a las que nos dictan nuestros pensamientos cuando están en sintonía con el comportamiento que los otros esperan y califican como adecuados. El buen funcionamiento integrado de las zonas marcadas en esta figura es el encargado de lograrlo. Cuadro 1 Tipologías de las funciones ejecutivas Gioia et al. (2000) Inhibición, cambio (shift), control emocional, iniciativa, memoria de trabajo, organización y planificación, orden y control (monitoring). Barroso y León (2002) Formulación de metas, planificación, implementación de planes y ejecución efectiva de planes y cada una de ellas con sus distintas acciones que coadyuvan al desarrollo de estos componentes Meléndez (2004) Observación, anticipaciónpredicciónflexibilidad, ordenorganizaciónplanificación, resolución de problemas, toma de decisiones y comunicación asertiva Ustarroz y MuñozCéspedes (2005) El conjunto de habilidades cognitivas que permiten la anticipación y el establecimiento de metas, el diseño de planes y programas, el inicio de las actividades y de las operaciones mentales, la autorregulación y monitoreo de las tareas, la flexibilidad en el trabajo cognitivo y su organización en el tiempo y el espacio. Blakemore y Frith (2007) La capacidad para inhibir conductas inadecuadas, planificar, seleccionar acciones, tener información en mente, hacer dos cosas a la vez, controlar emociones, tomar decisiones y resolver problemas Meltzer (2007) El proponerse metas y la planificación para alcanzarlas, la organización de los comportamientos requeridos a lo largo de la consecución de las metas, la flexibilidad, los sistemas de atención y memoria que guían los procesos y los procesos de autorregulación tales como el automonitoreo. 15 A tenor de la clasificación de Meléndez (2004) la observación es la habilidad de concentrar eficientemente todos los canales de percepción en el fenómeno de análisis, con el fin de identificar todos los posibles componentes del objeto y sus relaciones. La anticipación-predicción-flexibilidad tiene que ver con la habilidad de adelantar probabilidades y consecuencias a partir de los ordenamientos realizados o mentalmente sostenidos; incluye todas las posibles variables que quepan en la pregunta ¿qué pasaría si….…? y sus respuestas con posibles resultados antes de que éstos ocurran. En otras palabras, es la habilidad de plantear hipótesis y especulaciones de resultados y predispone para cambios seguros, con lo que se logra el pensamiento flexible. El orden-organización- planificación se refiere a la habilidad de organizar la información (datos o componentes), siguiendo criterios o secuencias preestablecidas o que se encuentran bajo prueba de ensayo y error mientras se intenta la resolución de problemas. Los criterios suelen definirse por variables de espacio, tiempo, distancia, peso, volumen, tamaño, calidad, costo, uso y otras. En caso de que el ordenamiento tenga que ver con el hecho de seguir pasos o fases para diseñar o cumplir un plan se incluye además el planteamiento de metas. La habilidad de resolución de problemas que incluye a las tres anteriores. Además, es necesario recordar que la resolución de un problema requiere inicialmente de la identificación clara del problema fundamental, de los problemas derivados, así como de los paralelos y de la determinación de las causas y consecuencias de cada uno de éstos, antes de ensayar las soluciones. También es requisito para la resolución de problemas, contar con más de una solución posible y que así el estudiante ejerza la habilidad de toma de decisiones, 17 seleccionando la mejor solución según las circunstancias dadas o sus posibles cambios. Y, por último, parece que resolver el problema no lo es todo si no logramos ser persuasivos en el momento de comunicar nuestra propuesta, cuya exposición obliga a una interpretación de la intencionalidad de los destinatarios y a la utilización de un lenguaje apropiado, como elementos indispensables de una comunicación asertiva. Además de los procesos mencionados es necesario llamar la atención sobre uno de los que ocurren transversalmente durante el devenir de los anteriores y que es el de autorregulación. Al respecto, hace falta reconocer que la relación de regiones y organelas a la que Blakemore y Frith llaman el cerebro social incluye a la corteza prefrontal medial del cerebro, al surco temporal superior y a los polos temporales adyacentes a la amígdala; que según las autoras intervienen de la siguiente manera: La corteza prefrontal medial está implicada en el control de estados internos tanto del yo como de los demás. El surco temporal superior es importante para reconocer y analizar movimientos y acciones de las personas. El polo temporal tiene que ver con el procesamiento de las emociones. La activación sistemática de estas tres regiones cerebrales en toda clase de tareas de mentalización da a entender que desempeñan papeles clave en esta última (2007, p.154). En otras palabras, parece que un adecuado comportamiento que a su vez garantice el bienestar social requiere de un reconocimiento del sí mismo separado del otro y de las intenciones y emociones de todos, así como de la autorregulación de esas emociones y del sentimiento empático cuando sea necesario; situaciones 18 que a veces se encuentran alteradas en algunos estudiantes y que, por supuesto, disponen un ambiente social adverso en el que es muy difícil sentirse bien para aprender. Se espera que, constantemente, el estudiante se autorregule en cuanto a los movimientos, actos y discursos demandados por la tarea que debe ejecutar y por el comportamiento socialmente aceptado. Uno de los problemas que más afecta a los procesos de aprendizaje es la falta de autorregulación de los impulsos, sobre todo de aquellos que llevan a moverse sin control y a cometer conductas inapropiadas, lo que redunda en la falta de atención y así de comprensión y retención de los aprendizajes, sin contar el rechazo de los otros y aversiones permanentes. Por eso, tratar el tema de autorregulación para ganar en procesos de atención y concentración, es indispensable. Cabe enfatizar, el papel esencial de la corteza prefrontal del cerebro en los procesos de autorregulación. Una de las advertencias más urgente de hacer en el campo educativo es que las distintas dificultades para aprender afectan o se relacionan de manera distinta y en diferentes grados con las funciones ejecutivas y a las formas de autorregulación, las que, a su vez, no se comportan de manera uniforme sino individual, por lo que las propuestas educativas deben atender a la diversidad de esas manifestaciones (Fisher y Daley en Meltzer, 2007). Esto no implica que haya que atender a cada estudiante de manera particular, sino que se deben construir propuestas socializadas de educación para satisfacer las demandas individuales y construir respuestas colectivas a las necesidades de conocimiento. 19 Evaluación de las posibilidades de aprender En atención a las funciones ejecutivas, la evaluación de las posibilidades de aprender tiene poco que ver con contenidos acumulados en la memoria a corto plazo, a los que sí se dedica la evaluación de los aprendizajes desde hace más de un siglo. Esta, en definitiva, constituye una llamada de atención para quienes apoyan las propuestas más actuales del aprender a aprender pero que, sin embargo, no acaban de despegarse de las formas tradicionales de evaluar, que siguen ocupadas en el paso efímero de contenidos por la memoria de trabajo. Por lo tanto, la evaluación de las posibilidades de aprender apela a la compilación y aplicación de instrumentos dirigidos a identificar el estado de los elementos que constituyen a las funciones ejecutivas según la taxonomía elegida. Gioia et al. (2002) por ejemplo, diseñaron el Behavior Rating Inventory Executive Function (BRIEF), escala que permite evaluar el funcionamiento ejecutivo en el hogar y en la escuela, tomando en cuenta las ocho áreas o dominios que definen en el siguiente cuadro. Cuadro 2 Área 1. Inhibición Descripción Habilidad para resistir a los impulsos y detener una conducta en el momento adecuado. 2. Cambio (Shift) Habilidad para hacer transiciones y tolerar cambios, flexibilidad para resolver problemas y pasar el foco de atención de un tema a otro cuando se requiera. 3. Control emocional Refleja la influencia de las funciones ejecutivas en la expresión y en la regulación de las emociones. 4. Iniciativa Habilidad para iniciar una tarea o actividad sin ser motivado a ello, incluye aspectos tales como la habilidad 20 para generar ideas, respuestas o estrategias de resolución de problemas de modo independiente. 5. Memoria de trabajo Capacidad para mantener información en la mente, con el objeto de completar una tarea, registrar y almacenar información o generar objetivos. La memoria de trabajo es esencial para llevar a cabo actividades múltiples o simultáneas, como por ejemplo cálculos aritméticos o seguir instrucciones complejas. 6. Organización y Componentes importantes para la resolución de planificación problemas. La organización implica la habilidad para ordenar la información e identificar las principales o los conceptos clave en tareas de aprendizaje o cuando se trata de comunicar información, por vía oral o por escrito. La planificación involucra plantearse un objetivo y determinar la mejor forma para alcanzarlo, con frecuencia a través de una serie de pasos secuenciados. 7. Orden Aspecto de la organización es la habilidad para ordenar las cosas del entorno, incluye mantener el orden en los elementos de trabajo, juguetes, escritorios u otros lugares donde se pueden guardar objetos, además de tener la certeza de que los materiales que se necesitaran para realizar una tarea estén efectivamente disponibles. 8.Control Comprende dos aspectos: 1º hábito de controlar el propio (monitoring) rendimiento durante la realización de una tarea o inmediatamente después de finalizar la misma, con el objeto de cerciorarse de que la meta propuesta se haya alcanzado apropiadamente. 2º denominado autocontrol (selfmonitoring), refleja la conciencia del niño acerca de los efectos que su conducta provoca en los demás. Asimismo, las diversas pruebas existentes para valorar las habilidades de ordenamiento lógico de categorías de información, el seguimiento de secuencias, el 21 planteamiento de metas, la resolución de problemas y la autorregulación, entre otras, son igualmente válidas para construir el perfil de las funciones ejecutivas que ha logrado construir cada sujeto. Todo con el fin de diseñar propuestas didácticas que precisamente lleven a desarrollar y a mejorar la calidad de esas funciones, que a su vez se reviertan en mejores condiciones mentales para seguir aprendiendo. No obstante, una vez que se diseñan las actividades didácticas y se disponen los materiales de trabajo también es necesario evaluar la capacidad que éstos pueden tener para desarrollar los procesos de aprendizaje que buscamos, así como las funciones ejecutivas y demás habilidades para aprender. Enseguida presentamos una lista de cotejo que puede resultar útil a ese propósito, en tanto permite identificar las características con las que cuenta o no el material didáctico que se utiliza; con el único fin de adaptarlo de mejor manera para que cumpla con sus objetivos de promover las funciones ejecutivas a partir de un desarrollo cerebral que, a su vez, beneficie las posibilidades de seguir aprendiendo y estabilizando procesos de autorregulación, que a la postre redundarán en mejores condiciones de vida para los sujetos y en una mayor cohesión social. Cuadro 3 Instrumento para el análisis de actividades y del material didáctico Lady Meléndez Rodríguez Universidad Estatal a Distancia-Costa Rica (2007) Marque X en la casilla que mejor indique si el material que analiza incluye o no cada aspecto. ASPECTOS MOTIVACIÓN. El material: Se relaciona con la vida del estudiante Toma en cuenta los conocimientos previos del estudiante Respeta las creencias personales y culturales del estudiante Se adapta a los distintos estilos de aprendizaje Es adecuado a la edad de los estudiantes SI NO 22 Es adecuado al nivel curricular que siguen los estudiantes Respeta las características personales del estudiante SELECCIÓN, ATENCIÓN, CONCENTRACIÓN. El material: Llama la atención del estudiante Incluye instrucciones comprensibles Permite la secuencia lógica de ejecución de la actividad Favorece la integración sensorial de al menos dos sentidos (visual, auditiva, táctil, olfativa, gustativa, kinestésica) Está adecuado al tiempo promedio de concentración de los estudiantes PROCESOS DE ELABORACIÓN. El material permite al estudiante: Señalar los elementos de la actividad Nombrar los elementos de la actividad Seguir las instrucciones incluidas en la actividad Describir las relaciones entre los elementos de la actividad Reconocer similitudes entre los elementos Reconocer diferencias entre los elementos Asociar elementos según criterios dados Agrupar elementos según criterios dados Ordenar elementos según criterios dados PROCESOS DE SALIDA. El material permite al estudiante: Responder a preguntas sobre la actividad Describir lo que hace Dar razones sobre lo actuado Señalar sus errores Explicar sus errores Corregir sus errores Señalar los errores de los otros Explicar los errores de los otros Utilizar símbolos Utilizar el lenguaje no verbal Utilizar el lenguaje metafórico (verbal o gráfico) Narrar experiencias relacionadas con la actividad Hacer chistes lógicos con respecto al material, sus errores o los de los otros Ejecutar las acciones requeridas Entregar un producto acabado PROCESOS COMPLEJOS. El material permite al estudiante: Explicar desde cualquier parte del proceso Informar sobre los pasos seguidos Identificar el momento del error Narrar formas de corrección Decir cómo hacerlo mejor Realizar actividades similares en contextos distintos Realizar actividades similares con criterios cambiados Proponer otras actividades con fines similares FUNCIONES EJECUTIVAS. El material permite al estudiante: 23 Observar todos los detalles de la actividad Identificar el problema que debe resolver Predecir posibles resultados Organizar los pasos a seguir Distribuir responsabilidades Ejecutar las tareas siguiendo el plan de acción Redirigir el proceso cuando hay error Decidir sobre la respuesta más adecuada Argumentar su decisión Asumir correcciones FORMAS DE RAZONAMIENTO: El material permite al estudiante: Inferir detalles a partir de explicaciones generales Llegar a explicaciones generales a partir de experiencias particulares Observar ejemplos Construir ejemplos Completar espacios en blanco Completar crucigramas Armar rompecabezas (puzzles) Diseñar esquemas Resolver redes semánticas Diseñar redes semánticas Resolver mapas conceptuales Diseñar mapas conceptuales ESTRATEGIAS DE ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD. El material permite: Desarrollar la actividad en grupos Trabajar con grupos heterogéneos Calendarizar las etapas Monitorear los grupos de trabajo Plantear varias alternativas de solución Exponer un producto Evaluar un producto individual Evaluar un producto grupal Sistema de memorias Otro aspecto de consideración fundamental en el tema de las funciones ejecutivas es el sistema de memorias requerido para su adecuado desarrollo. De acuerdo con Mayer “El aprendizaje es la construcción del conocimiento; la memoria es el almacenamiento del conocimiento y el pensamiento es la manipulación lógica de ese conocimiento” (2003, p.50). Es decir, el conocimiento se constituye de representaciones mentales de distinto tipo, que pueden ser clasificadas por la forma 24 en cómo éstas ingresan mediante nuestro sistema neurosensorial o por la forma en que esas representaciones pasan por la memoria de trabajo, establecen relaciones entre sí y, finalmente, se integran para instalarse en la memoria a largo plazo como un aprendizaje significativo. Por lo tanto, la memoria, más que un proceso lineal de recordar y hacer, se comporta como un sistema complejo de procesos que depende del material que se debe memorizar y de la forma en que éste se presenta al sujeto que aprende. Esa complejidad así se representa en las partes, sustratos e interacciones neurofisiológicas que ocurren en la dinámica de registrar, almacenar y recuperar información; tal y como se observa en los tipos de memoria que enseguida se exponen. Memoria procedimental. La memoria procedimental se refiere a la secuencia ordenada de recuerdos que nos permiten ejecutar una acción. Posiblemente, se refiere a una acción que hemos practicado tantas veces que se ha automatizado en nuestro cerebro, por lo que no necesitamos detenernos para traer a la conciencia cada paso, como puede ser conducir un auto una bicicleta o realizar tareas operarias en una fábrica. Lesiones en el hipocampo, pueden inhibir el recuerdo de procedimientos nuevos pero no necesariamente de aquellos que fueron aprendidos antes de la lesión (Blakemore y Frith, 2007). Carter (2007) indica que estas memorias están almacenadas en el cerebelo y el putamen y que las costumbres más arraigadas se guardan en el núcleo caudado. Memoria de trabajo. Este tipo de memoria nos permite cumplir con las tareas cotidianas que nos parecen más simples, inclusive mientras ejecutamos otras ocupaciones. Deja mantener guardada, durante un tiempo breve, información útil 25 para resolver problemas inmediatos. Por ejemplo, números de teléfono, una corta lista de artículos que requerimos del supermercado, el nombre de una persona o compañía que necesitamos contactar muy ocasionalmente. Blakemore y Frith (2007) refieren los estudios de Fuster (1971) para advertir que esta forma de memoria parece ocupar una pequeña zona de la corteza prefrontal. Memoria prospectiva. Esta memoria es la que funciona cuando debemos recordar que tenemos que hacer algo en un futuro próximo mientras ejecutamos otras tareas. Por ejemplo, sacar a tiempo el pan del horno mientras nos encontramos concentrados escribiendo un artículo, recoger a nuestro hijo de la escuela al concluir la entrevista con el jefe, o simplemente desconectar la estufa una vez que hemos concluido la labor. En este caso la corteza frontopolar parece ser la clave para recordar lo que debemos hacer en el futuro (Blakemore y Frith, 2007). Memoria episódica. La memoria episódica tiene que ver con el recuerdo de sucesos en los que hemos sido protagonistas o testigos, en espacios y tiempos determinados. Mencionan las mismas autoras, que en este tipo de memoria parecen estar implicados la corteza frontal y el hipocampo. Carter (2002) explica que los episodios se codifican en el hipocampo, se reparten a diferentes puntos de la corteza y se recuperan por intervención de la corteza frontal, lo que sucede de igual manera en el caso de la memoria semántica. Memoria semántica. Este tipo de memoria es una de las más importantes en los procesos de aprendizaje y en general en todos los aspectos de la vida, ya que nos 26 permite almacenar todos los conceptos conocidos e ir agregando elementos nuevos que podamos aprender y que se relacionen con estos conceptos. Las zonas cerebrales que intervienen en este caso son la corteza entorrinal y los lóbulos temporales. Memoria emocional. Existe una relación muy estrecha entre las emociones y los recuerdos o los recuerdos y las emociones. Blakemore y Frith arguyen que las memorias de los sucesos emotivos se forman más rápidamente y son más duraderas que los recuerdos neutros. Por otra parte, la memoria emocional es de gran importancia para la supervivencia, ya que frecuentemente, de manera inmediata y aún cuando no hayamos sido los protagonistas del suceso, nos recuerda hechos mediante la activación del hipocampo y la amígdala, que envían mensajes de alerta al resto del cuerpo. Memoria sensorio-motora. En realidad la memoria sensorio-motora es un complejo de memorias en las que se experimentan sensaciones como olores, sabores, movimientos, imágenes, que parecieran estar ocurriendo nuevamente cuando recordamos, en tanto se observa una activación cerebral similar en las mismas zonas que fueron activadas cuando sucedieron las experiencias, pero en este caso con la mediación del hipocampo (Damasio, 1996). Memoria a corto plazo. Se considera memoria de corto plazo a la que es capaz de conservar información un tiempo suficiente para ejecutar una tarea que es útil en determinado momento, pero que luego se desecha, como sucede en el caso de la información almacenada en la memoria de trabajo. Memoria a largo plazo. Se trata de la memoria duradera, dada su utilidad permanente y frecuente en muchos aspectos de la vida, o por el impacto emocional causado, en el caso de la memoria emocional. Se almacena en la corteza cerebral, 27 no necesariamente se requiere del hipocampo para recuperarla y en algunos casos de la amígdala. La memoria procedimental, semántica y emocional pueden ser ejemplos de memoria a largo plazo. En general podemos encontrar otras categorías relacionadas con tipos de memoria en la diversa literatura neurocientífica, no obstante, lo más interesante es, como ya dijimos, que la memoria rara vez funciona con sólo un tipo de ésta, sino que lo hace como un sistema en cadena y que el hipocampo parece estar involucrado en casi todos los casos de recuperación de los recuerdos. Figura 2 Sistema de memorias S SS Tomada y adaptada de Carter (2002). La memoria es un sistema sumamente complejo, en el que intervienen una serie de áreas diferentes del cerebro, tanto del sistema límbico como de la neocorteza. Por ejemplo, muchos instintos están grabados genéticamente en el núcleo caudado, el hipocampo interviene en la recuperación de casi todo tipo de recuerdos, la amígdala almacena memorias traumáticas. El putamen se encarga de guardar memorias de procedimiento, el lóbulo temporal memorias de largo plazo y el lóbulo frontal memorias de corto plazo como es el caso de las memorias de trabajo. 28 Conclusión Blakemore y Frith, lo explican con suma claridad: El conocimiento de cómo aprende el cerebro podría tener, y tendrá, un gran impacto en la educación. Comprender los mecanismos cerebrales que subyacen al aprendizaje y la memoria, así como los efectos de la genética, el entorno, la emoción y la edad en el aprendizaje, podrían transformar las estrategias educativas y permitirnos idear programas que optimicen el aprendizaje de personas de todas las edades y con las más diversas necesidades (2007, p.19). Es aquí donde la dedicación a las funciones ejecutivas en los ambientes de aprendizaje marca un punto de giro esencial, no sólo para que las propuestas de aprender a aprender sean realmente una realidad, sino para responder a las demandas actuales a la educación, que comentáramos en la introducción a este trabajo. Es muy importante tomar en cuenta que la información que no ha sido aprendida en forma significativa es desechada muy fácilmente por la memoria y el cerebro en general, no así las funciones ejecutivas. Por lo que es nuestro criterio, que la educación debería esforzarse más en desarrollar estas funciones que luego le permitirán al estudiante adaptarse exitosamente a las demandas presentes y futuras, que gastar el tiempo en contenidos que, si no se utilizan, pronto se olvidan y requerirán cíclicamente de nuevos y costosos aprendizajes. En resumen, la Educación para el mundo en crisis debe dirigir sus objetivos al desarrollo de las capacidades para aprender a aprender, que no son otras distintas a las contenidas en lo que hemos definido como funciones ejecutivas en este trabajo. Tales capacidades tienen que ver con la forma de hacerse con el conocimiento en 29 permanente movimiento y con la estabilidad emocional por encima de amenazas constantes. Lo que alude a la Educación en dos vías: una que potencia el desarrollo de las funciones ejecutivas y otra que realimenta a las posibilidades de seguir aprendiendo gracias a las capacidades desarrolladas. Al respecto, es necesario destacar que si bien este tema ha sido tratado por la psicología educativa desde hace algunas décadas, las luces que sobre el mismo ha aportado la Neuroimaginería permiten confirmar precisamente esa doble vía de la que hablamos: la influencia positiva de la Educación sobre las funciones ejecutivas y la posibilitación de mayores capacidades de aprendizaje a partir de funciones ejecutivas mejor constituidas, como lo demanda la sociedad actual. 30 Referencias Arango, O. (2008) Estructura factorial de la función ejecutiva desde el dominio conductual. Diversitas- Perspectivas en psicología. Vol 4. No 1. Pp. 63-77. Barroso, J.M. y León, J. (2002). Funciones ejecutivas: control planificación y organización del conocimiento. Revista de Psicología General y Aplicada. Vol. 55 (1). Barceló, E., Lewis, S. y Moreno, M. (2006) Funciones ejecutivas en estudiantes universitarios que presentan bajo y alto rendimiento académico. 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