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IDENTIDAD DE LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA EN LA VIDA DE LA IGLESIA ENSEÑANZA IMPARTIDA A LÍDERES DE LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA MADRE ADELA GALINDO La importancia de la clara identidad “Mediante un retorno a la memoria, se llega a una conciencia mas viva de la propia identidad” (Juan Pablo II-libro memoria e identidad).. Es tan necesario que la Renovación Carismática, haga memoria de lo que Dios ha hecho con ella en medio de Su Iglesia. O sea, hacer memoria es descubrir y definir la historia que Dios ha escrito con su intervención y con la respuesta de los hombres. La renovación debe encontrar su historia, hacer memoria para descubrir su identidad. La identidad es el ser ¿Que es la Renovación Carismática, como surge o cual es su origen, para que, que sucedió en su camino, como llegar a cumplir esa razón de ser, hasta cuando? Solo quien está claro en su identidad, puede cumplir la razón por la que Dios le dio existencia. He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”. La Virgen primero reconoce su identidad, quien es.... cual es la esencia de su ser, y luego desde quien es, se dispone con totalidad a cumplir el designio de Dios. Hay que entender la identidad de la renovación para que con visión clara de su esencia, cumpla con claridad su misión en la Iglesia. Hacer Memoria La Renovación en el Espíritu Santo surge en un momento en que se comenzaba a buscar caminos para poner en practica la “renovación de la Iglesia” querida, ordenada e inaugurada por el Concilio Vaticano II. El 25 de enero de 1959, Su Santidad Juan XXIII anunciaba su propósito de convocar un concilio Ecuménico; y lo convocaba solemnemente el 25 de diciembre de 1961, con esta oración: "Espíritu Divino, renueva tus maravillas en esta nuestra era como si fuera un nuevo Pentecostés, y concede que tu Iglesia, orando perseverantemente e insistentemente con un solo corazón y mente junto con María, la Madre de Jesús, y guiados por Pedro, promueva el reinado del Divino Salvador, el reino de justicia, de amor y de paz". En esta oración el Papa quiso manifestar las 3 dimensiones de la Iglesia del Cenáculo, la que recibe la gracia de Pentecostés: • Dimensión orante: en oración en unidad de mente y corazón. • Dimensión mariana: con María y recibiendo los efectos de su maternidad. • Dimensión eclesial: en comunión con Pedro, en el corazón de la Iglesia. Tres condiciones para una plena experiencia de Pentecostés: orante, mariana y eclesial. • Fruto: proclamar a Cristo como Salvador y promover su reinado: o sea, la entrega del corazón y de toda la persona para experimentar los efectos de su salvación y para vivir según el espíritu de amor, en relaciones fraternas y maduras que establecen una nueva civilización. ¿Como surge la RCC? La renovación Carismática no tuvo un fundador o fundadora, se inicia con una intervención directa del Espíritu Santo en grupo de personas. No ha sido un hecho humanamente planificado, sino que ha acontecido de manera inesperada y sobre todo espontánea. Surge en un clima de expectación en la Iglesia: un concilio acababa de terminar: el concilio que pedía la renovación espiritual de toda la Iglesia. • Otoño de 1966. Varios profesores católicos de la Facultad de la Universidad de Duquesne del Espíritu Santo, se reunían frecuentemente en oración fervorosa y en conversaciones acerca de la vitalidad de su vida de fe. Cada uno reconocía que había un cierto vacío, una falta de dinamismo, una debilidad espiritual en sus oraciones y actividades. Conscientes de que la fuerza de la comunidad cristiana primitiva estuvo en la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, empezaron a orar para que ese divino Espíritu manifestara en ellos su poder. Comenzaron a pedir que el Espíritu Santo les concediera una renovación y que sus vidas fuesen llenadas de su poder. Rezaban los unos por los otros: ¡Ven, Espíritu Santo! • Unas semanas más tarde, cuando oraban reciben la unción o bautismo en el Espíritu. En Febrero 30 personas participan de un retiro en la universidad y claman al el poder del Espíritu Santo, del cual todos quedan llenos. • De ahí se esparce a Notre Dame, luego a Michigan.... La Renovación Carismática había nacido! Todo comenzó con una chispa en Pittsburgh. Gracias a la fuerza incontenible del Espíritu, esa chispa se ha propagado como incendio sobre paja y ha invadido los cinco continentes de la tierra. Este fuego prende con ardor incontrolable y en pocos años, la Renovación que empezó en un pequeño cuarto, como un cenáculo, se esparce por el mundo entero.......... Todo lo de Dios nace pequeño, porque es la fuerza del Espíritu Santo lo que hace que se esparza... Lo único que hay que hacer es estar en el cenáculo y luego salir de ahí con el poder del Espíritu Santo a ser testigos vivientes del fuego recibido. ¿ Que es la RCC? Voy a darles definiciones dadas por los Sumos Pontífices recientes en diferentes ocasiones. 1. Un don del Espíritu Santo. La RCC por su esencia, experiencia y características ha sido definida por la Iglesia como un don del Espíritu para nuestro momento histórico. Un carisma de actualización de la gracia de Pentecostés. ¿Que es un carisma del Espíritu Santo? Un don gratuito, sobrenatural, en un momento histórico y concedido para el bien común, para la edificación del Cuerpo de Cristo. En el caso de la RCC, un caso particular, un don del Espíritu Santo que no se inicia con una persona, sino en grupo... y que actualiza (hace actual) la experiencia de Pentecostés. «Gracias al movimiento carismático, muchos cristianos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, han redescubierto Pentecostés como realidad viva y presente en su existencia cotidiana» (Juan Pablo II-2004) 2. Un acontecimiento religioso. Ahora bien, si es un don que se manifiesta en un hecho histórico, es un acontecimiento: Que ha sido definido como “Un acontecimiento espiritual”: un fruto del ES que acontece en un momento histórico. Acontecimiento que es fruto de las súplicas de Juan XXIII, de los Padres Conciliares y de las frecuentes alocuciones de Pablo VI, invocando el don del Espíritu Santo para la Iglesia. Estas han sido intercesiones, y cooperaciones ardientes, súplicas de Pastores que han pedido que se repitiera con una “nueva fuerza” la gracia y el acontecimiento de Pentecostés en la Iglesia hoy. 3. Una de las gracias del Concilio Vaticano II (Cardenal Ratzinger) Muchos teólogos después del Concilio solían hablar de que la Iglesia había entrado en su «invierno». Incluso se dijo que parecía que después de la gran floración del Concilio, hubiese penetrado hielo en lugar de primavera, fatiga en lugar de nuevo dinamismo. Parecía que el dinamismo estaba en cualquier otra parte excepto en ella. Por otro lado, muchos, incluso naciones enteras, sistemas querían ver al mundo sin Dios. Y otros se preguntaban ¿Dios dónde estaba? ¿Y la Iglesia, después de desear tanto una renovación, no se sentía inmersa en una tempestad? Pero he aquí, de pronto, algo que nadie había planeado. He aquí que el Espíritu Santo, por así decirlo, había pedido de nuevo la palabra. Y en hombres y en mujeres jóvenes renacía la fe, la experiencia de un Dios vivo. El Espíritu Santo había inspirado a la Iglesia con este Concilio a implorar y desear una renovación y El mismo enviaría las gracias para que se llevara a cabo. La RCC ha sido entendida por los Papas mas recientes, como una de las gracias que el ES tan invocado en el Concilio concediera a la Iglesia en un momento de gran dificultad. Y en esta definición debe siempre entenderse “Una de las gracias” junto a otras muchas, de la perenne acción del Espíritu Santo en la Iglesia. La RCC no ha inventado nada nuevo, no añade nada nuevo a lo que ya existía en el corazón y en la historia de la Iglesia. La historia de la Iglesia es la historia de 2000 años de acción del Espíritu Santo. Toda esto está enraizado en el perpetuo Pentecostés en el que vive la Iglesia. Todos los dones que el hace que surjan en la Iglesia deben ser acogidos con gratitud (LG 12) y en realidad nuestra oración debe ser siempre que el Espíritu Santo infunda su poder en la Iglesia aumentando sus carismas (santidad, ante todo) para hacerla mas fecunda. • La RCC: revitaliza lo que ya existe, por ello es un don de profunda renovación espiritual que cabe dentro de todos los estados de vida y en todos los ámbitos, es un fuego que esta disponible a quemar a todos e incendiar el campo de la Iglesia • La experiencia de la Renovación es fruto de lo que ya existe en la Iglesia. Pues la experiencia no antecede a la existencia, mas bien, la experiencia vivida es un aspecto de lo que ya la Iglesia nos enseña y es parte de su vida, del tesoro que posee en su seno materno. • El cristianismo es ser, y de ese ser se experimenta. Por ejemplo. El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, su fuerza, su luz, su sabiduría y fecundidad. Que ha experimentado la RCC? Nada más que eso. • La experiencia es la actualización vivida de la verdad ya contenida en el seno de la Iglesia. La RCC abarca ambos: la existencia y la experiencia: toma de lo ya existente en la vida de la Iglesia y lo experimenta en su propia vida. Una identidad particular: que las verdades de la fe han sido comprendidas ante todo por una experiencia vivida. 4. Actualiza los efectos interiores y los signos exteriores de Pentecostés El derramamiento particular del Espíritu Santo en la Iglesia después del Concilio, dirigió nuestra mirada al Cenáculo. Para comprender con profundidad esta Renovación en el Espíritu Santo, suscitada por Dios mismo en nuestros días, es necesario asomarse una vez mas a la experiencia que tuvieron los Apóstoles el domingo de Pentecostés y valorar cada uno de los elementos o signos que constituyen la riqueza inagotable de aquella efusión del Espíritu Santo. La extraordinaria efusión del Espíritu Santo en los congregados en el cenáculo se manifiesta con ciertos signos externos que orientan la atención y descubren, en lo posible, la experiencia interna del Espíritu en los Apóstoles. Los signos son reales, aunque su propósito es dirigir a la acción interior. Signos de Pentecostés Conversión personal, apertura a carismas, formación de comunidad y poder evangelizador. Viento: pues el Espíritu Santo no se ve pero su acción es real, sopla cuando quiere como quiere y lo único que necesita para hacerlo es nuestra docilidad. El viento se percibe por efectos que produce. Ruido: pues el Espíritu Santo mueve evoca la alabanza, el clamor, la exclamación, las lenguas, los cantos. Fuego: pues el Espíritu Santo es el fuego santificador, que consume al hombre viejo y lo purifica; lo hace arder de caridad y lo enciende para ser testigos de su poder en el mundo entero. Fuego santidad y misión. Temblor: pues el Espíritu Santo zarandea, conmueve hasta lo mas íntimo del corazón del hombre, removiendo las raíces del pecado y arrancando el miedo que paraliza y acomoda. Forma comunidad: hace que los que le reciben se congreguen en comunidades de amor, de oración y de servicio. En Pentecostés vemos la dimensión expresiva de la fe: los gestos que revelan lo que vive el corazón. La fe con rostro y gestos. (Juan Pablo II, primera reunión: "Gracias" por la expresión de su fe. Por los cantos, las palabras y los gestos. Es una revolución de la expresión viva de la fe que es además de materia de la inteligencia, es materia del corazón. Muchas veces, esta dimensión ha estado ausente.” Pero con principios indispensables. Y para que esto se diera habían dos principios indispensables e irrenunciables. Estar con la Virgen María y con Pedro. O sea, el principio mariano y el cetrino, dos pilares fundamentales de la vida de la Iglesia y de la acción del Espíritu Santo. Con la apertura mariana para recibir el Espíritu, con la humildad de estar en oración con la madre de la Iglesia, y con la obediencia a la Cabeza de la Iglesia, o sea, vivir este carisma en el corazón de la Iglesia y para servirle. ¿ Que Características han sido propias de la RCC? Siendo una gracia de actualización de Pentecostés, debe presenta las mismas características de aquella primera donación del Espíritu Santo: 1. Transformación interior, cambio de vida, conversión profunda • Encuentro personal con Cristo Vivo, como Salvador y Señor y deseo de entregarse a el. • Gusto por la oración personal y comunitaria. Por la intercesión: confianza en el poder de la oración • Retorno a la contemplación y a la alabanza • La meditación asidua de la Palabra y de los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía • Disponibilidad a las acciones del ES y al discernimiento, luces interiores • Conciencia mayor de la necesidad de la sanación interior, de llegar a las heridas de nuestros pecados y raíces de nuestra conducta o rasgos de comportamiento. • Liberación de los obstáculos y ataduras del corazón, remueve las trabas, derriba muros y dispone para que el Espíritu Santo pueda actuar con libertad. • Despertar de la acción poderosa de Dios en los eventos de la vida humana 2. Dinamismo evangelizador para edificar a la Iglesia Veo a la renovación como lo sucedido en Pentecostés: en el cenáculo, reciben la efusión del Espíritu Santo, pierden el temor, reciben carismas y salen a todo el mundo a ser testigos de la gracia recibida. Sentido de comunidad y fraternidad: grupos de oración, comunidades de mayor compromiso. apostolados en todos los campos. Deseo de proclamar a todo el mundo el kerigma fundamental, el anuncio del Evangelio. A todas las naciones, en todos los ámbitos, hambre por dar a conocer al Señor. Apertura a los carismas del ES, a la alabanza, lenguas, profecía, visión, intuición, etc. sanación, milagros para el bien común. Muy típico: Congregarse para glorificar a Dios y para meditar en su palabra. (Conferencias). Espiritualidad que toca a todas las espiritualidades: renueva y vitaliza todas las corrientes espirituales que el Espíritu Santo a hecho surgir a lo largo de la historia de la Iglesia. No arranca de las raíces propias, sino que le inyecta una particular fuerza. Es un don para todos. Juan Pablo II: “Estoy convencido que este movimiento es signo de la acción del Espíritu Santo”. "Una gracia dirigida a santificar a la Iglesia, a renovarla en su gusto por la oración, para redescubrir con el Espíritu Santo el sentido de la gratuidad de su don, de gozosa alabanza, de confianza en la intercesión y ser convertidos en una fuente de evangelización” (Enero 1987) «Deseo que la espiritualidad de Pentecostés se difunda en la Iglesia, como empuje renovado de oración, de santidad, de comunión y de anuncio» (Juan Pablo II en 2004) Para responder a los desafíos de la Iglesia y del mundo contemporáneo Pablo VI dijo: “Debe darse una renovación, un rejuvenecimiento del mundo. Debe darse de nuevo una espiritualidad, un alma, un pensamiento religioso al mundo, deben abrirse de nuevo los labios cerrados a la oración, abrirse el canto, a la alegría, al himno, al testimonio. Porque hoy, o se vive con devoción, con profundidad, con energía y con gozo la propia fe o se le pierde” O sea, debía vivirse la fe con un nueva fuerza y debía evangelizarse con un nuevo ardor, un nuevo método y una nueva expresión... Una que apelara y llegara al corazón del hombre moderno. Juan Pablo II, 30 de mayo 1998 (vigilia de Pentecostés en el año del Espíritu Santo) “ Los movimientos eclesiales son una respuesta, suscitada por el Espíritu Santo, a este dramático desafío del fin del milenio” En una hora oscura. El Espíritu Santo mandó su rayo de luz, en una hora peligrosa envió su consuelo y su fuerza, en una hora oscura mandó su luz. En una hora fría mandó su fuego. Y por ello, “Esta generación, dijo Pablo VI, a los lideres de la renovación, pueden proclamar en voz alta, al mundo, la gloria y grandeza del Dios de Pentecostés. Esta gracia debe ser explotada en plenitud. “Vivimos en la Iglesia un momento privilegiado del Espíritu Santo”. (Pablo VI) La Iglesia y el mundo necesitan mas que nunca que el prodigio de Pentecostés se prolongue en la historia”. (1974) “Estoy convencido que es un signo de la acción del Espíritu Santo, “Una manifestación elocuente de lo que el Espíritu está diciendo a las iglesias”. (Juan Pablo II) El mundo necesita mucho de esta acción del Espíritu Santo y de muchos instrumentos para esta acción por que la situación del mundo es muy peligrosa. El materialismo se opone al espíritu, y hay muchas clases de materialismo, es la negación de lo espiritual y por ello, se requiere la acción del Espíritu. Para hacer memoria, dijo el Siervo de Dios, Juan Pablo II en la carta apostólica al inicio del Tercer Milenio: es necesario descubrir las luces de lo hechos pero también sus sombras. Algunas sombras “Debemos reflexionar, hacer memoria de las vicisitudes del pasado, para descubrir las grandes luces del presente” (Memoria e identidad, Juan Pablo II) Dificultades del comienzo: toda obra de Dios mientras se reconoce y se entiende a si misma, o sea encuentra su identidad, tiene tropiezos en su caminar. Juan Pablo II: Ciertamente no faltaron riesgos, porque la acción del Espíritu Santo se desarrolla en vasos de barro (2 cor. 4, 7) Que pueden reprimir su libre acción o desvirtuarla. Nosotros conocéis cuales son: • Una excesiva importancia dada a la experiencia emocional de lo divino. • La búsqueda desmedida de lo espectacular y de lo extraordinario. • El ceder a interpretaciones apresuradas y a veces desviadas de la Escritura. • Un replegarse que rehúye el compromiso apostólico. • La independencia y complacencia que aísla del corazón de la Iglesia y de sus pastores. Permaneced en constante y agradecida actividad hacia todo don que el Espíritu Santo desea difundir en nuestros corazones, pero no olvidando, sin embargo, que no hay carisma que no sea dado “para utilidad común”. (1 cor. 12,7). La RCC como cualquier otro don es siempre para la Iglesia y encuentra su identidad en ser “Iglesia” y “estar en comunión con la Iglesia” sus pastores, magisterio y pastoral. • En sus comienzos, mientras este don se abría camino y maduraba, algunos en la RCC no entendían como encajar este don, este carisma, en el corazón de la Iglesia, y algunos incluso pensaron que era una gracia paralela. Casi como una gracia indispensable para la sobrevivencia de la Iglesia: cuando lo indispensable para la vida y garantía de todo carisma es la Iglesia, en cuyo seno crecen las obras de Dios, y para cuyo bien, existen. • Ningún don del Espíritu Santo es para ser vivido o ejercitado sino es dentro del seno materno por eso, Pentecostés fue en el cenáculo (lugar de la Eucaristía, del sacerdocio y los pastores) o sea en el seno eclesial: con la Madre de la Iglesia: con el corazón materno, y con el Cabeza visible de la Iglesia: el corazón Petrino. Y con ello, el Espíritu Santo nos indicaba que la Iglesia es una familia: Madre, Cabeza, y Cuerpo en que el Espíritu Santo da vida a través del poder en la historia, engendrando con sus soplos diferentes carismas. En Pentecostés estaba el principio Mariano y Petrino. En el documento sobre los movimientos eclesiales, escrito en 1998 por el Cardenal Ratzinger: Describe con exactitud las dificultades del comienzo: “Aquellos movimientos, efectivamente, padecieron -por así decirlo- enfermedades de la primera edad. Se les había concedido acoger la fuerza del Espíritu, el cual, sin embargo, actúa a través de hombres y no los libra por encanto de sus debilidades: • Propensión al exclusivismo, a no verse como parte del conjunto, de donde provino la dificultad para integrarse en las iglesias locales. • Tenían la convicción de que la iglesia local debería elevarse, por así decir, a su modelo y nivel, y no viceversa. De a aquí surgieron fricciones y fueron responsables ambas partes. Se hizo necesario reflexionar sobre cómo las dos realidades -la nueva floración eclesial originada por situaciones nuevas y las estructuras preexistentes de la vida eclesial, es decir, la Parroquia y la Diócesis- podían relacionarse de forma adecuada. Pues existe una permanente forma fundamental de la vida eclesial en la que se expresa la continuidad de los ordenamientos históricos de la Iglesia. Y se tienen siempre nuevas irrupciones del Espíritu Santo, que vuelven siempre viva y nueva la estructura de la Iglesia. Pero casi nunca esta renovación se encuentra del todo inmune de sufrimientos y fricciones. Por lo tanto, no se nos puede eximir de la obligación de dilucidar cómo se deba encajar con continuidad lo establecido y lo nuevo que surge. Pero las sombras de los comienzos son siempre fruto de la inmadurez y a la vez, del asombro ante lo nuevo que se da. Son sombras, podríamos decir, mayormente superadas. Y nunca las sombras son mas fuertes que los rayos de luz que trasmiten esas mismas obras de Dios. Pablo VI quien veía la necesidad de que se prolongara en este momento histórico el prodigio de Pentecostés dijo en esa misma alocución: “Entonces esta renovación espiritual ¿como no va a ser un don para la Iglesia y para el mundo? Y en este caso, ¿como no adoptar todos los medios para que siga siéndolo? Esta renovación espiritual debe partir de una sólida base de comunión eclesial, o sea, comunión de espíritus y de propósitos con la Iglesia y de una fidelidad absoluta a la doctrina de la fe. (Estos son los medios) Madurez Eclesial Estos dos medios, Comunión con la Iglesia y Fidelidad a la doctrina, presentados tan claramente a la RCC por Papa Pablo VI, son el camino claro para que la RCC viva y avance con madurez eclesial. El Siervo de Dios Juan Pablo II dijo el 5 de Junio, 1998 ¡Cuánta necesidad existe hoy de personalidades cristianas maduras, conscientes de su identidad bautismal, de su vocación y misión en la Iglesia y en el mundo! ¡Cuánta necesidad de comunidades cristianas vivas! Y aquí entran los movimientos y las nuevas comunidades eclesiales: son la respuesta, suscitada por el Espíritu Santo, a este dramático desafío del fin del milenio" “Se abre una etapa nueva ante los movimientos, "La de la madurez eclesial" (ib., n. 6). También las comunidades carismáticas están llamadas hoy a dar este paso, y estoy seguro de que el International Catholic Charismatic Renewal Services podrá desempeñar un papel importante con vistas a la maduración de la conciencia eclesial en las diversas comunidades carismáticas católicas esparcidas por el mundo. Lo que dije en aquel momento en la plaza de San Pedro lo repito a todos ustedes reunidos en Rimini: "La Iglesia espera de nosotros frutos "maduros" de comunión y de compromiso" (ib.). ¿Que es la madurez eclesial? Según nos explica Monseñor Stanislaw Rylko (presidente del consejo pontificio para los laicos) • Una clara conciencia de la vocación en la Iglesia en cuanto a movimiento eclesial: tener claridad de la identidad y de la misión. • Quiere decir también amor por la Iglesia, por el Papa, por los obispos. Sentir con la Iglesia. • Quiere decir fidelidad al magisterio de la Iglesia. • Pasión misionera y evangelizadora. Urgencia la necesidad de un anuncio fuerte pero para ello, una sólida y profunda formación cristiana • Fidelidad a sus propios carismas, que los vivan a fondo y no superficialmente y tengan valentía y autenticidad para comunicarlo a los demás. • Un profundo sentido de comunión eclesial, también en referencia a los otros movimientos y comunidades. San Bernardo de Claraval sobre este tema: "yo los admiro a todos, pertenezco a uno de ellos por la observancia, pero a todos en la caridad. Tenemos necesidad todos los unos de los otros, el bien espiritual que yo no tengo ni poseo lo recibo de los otros". Este es un componente esencial de la madurez eclesial, aprecio todos lo dones y movimientos, porque en cada uno veo el mismo principio activo y este principio activo es el Espíritu Santo. • Ser escuelas de comunión: Juan Pablo II alentó a la RCC a ser «signo viviente de esperanza, faro de la Buena Noticia de Cristo para los hombres y las mujeres de nuestro tiempo». Lo que significa, añade, ser «auténticos testigos» en «cordial unión con los sucesores de los apóstoles», los obispos, y de esa verdad que tanto necesita hoy el mundo. Las comunidades carismáticas, concluye el Papa, tienen también el gran desafío que el nuevo milenio plantea a la Iglesia: ser «la casa y la escuela de la comunión». En un gesto elocuente, Juan Pablo II, eligió Pentecostés 1998, en el año dedicado al Espíritu Santo, para congregar a todos los movimientos eclesiales que ponen de manifiesto de manera vital la acción del Espíritu Santo, y al hacerlo quiso en un gran cenáculo, alrededor de la Eucaristía, fortalecer la comunión con Pedro, quien tiene como sucesor del Apóstol que es custodiar y promover. Quiso con esto que los movimientos dieran un “testimonio común” ante la Iglesia y el mundo. Dicho congreso fue promovido oficialmente por el Pontificio Consejo para los Laicos quien formalmente invitó a un representante de la RCC a presentar al Santo Padre en nombre de todos los movimientos, los votos de fidelidad a Su Santidad y a la Iglesia. La RC como todos los movimientos ha sido llamada a la madurez eclesial, descubrirse como un componente de toda la obra de renovación que el ES está haciendo en la Iglesia. ¿ Hacia donde va la RCC? No lo se, solo puedo dar mi humilde parecer. ¿Como veo a la RCC según mi propia aunque limitada experiencia? Lo pensé en la Vigilia Pascual: la hoguera que ardía con grandes llamas, donde todos venimos a orar y de allí entramos en la Iglesia y de el cirio que se prendió con el fuego de la hoguera, se prendieron cada una de nuestras velas, la Iglesia que estaba oscurecida por la falta de luz, se iluminó con el fuego de cada vela. Así veo a la RCC como una hoguera en el corazón de la Iglesia. y de ella muchos cogen el fuego que prende sus propias velas, grupos, movimientos, apostolados y con ese fuego encienden la Iglesia. La RCC, según mi pobre entender, será una hoguera en donde muchos se prenden y luego se van a servir a la Iglesia donde ella las necesite. Porque el Señor nos dice: “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra y ¡como desearía que ya estuviera ardiendo” (Luc 12, 19) La misión de la RC, creo yo, es encender el fuego, expandirlo, entregarlo y que cada vela se prenda en el rincón que la Iglesia necesita