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GESTIÓN DEL MARKETING DEPORTIVO El deporte en otros contextos geográficos se puede entender como un producto de consumo y un objeto económico muy atractivo en el mercado de bienes y servicios. Esta relación social-económica asociada al estado de bienestar que tiene el deporte (especialmente el deporte social comunitario), hace que la inversión realizada en el mismo por parte de las administraciones públicas, sea fácilmente justificable como una medida del cuidado de la salud en la ciudadanía. Pero además, el soporte económico que supone la industria del deporte en un país, conlleva un argumento importante como fuente de empleo en épocas de crisis. ¿Qué hace diferente al deporte que conlleve la necesidad de aplicar y adaptar técnicas de marketing?. El ámbito deportivo, se caracteriza por el “dónde”, es decir todo lo que rodea a la práctica de actividad física, por tanto, podríamos referirnos tanto a productos como a servicios deportivos. En el caso de los productos, cobra especial importancia los elementos tangibles los cuales (color, diseño, etc.), lo describen en buena parte. Sin embargo, en el caso de los servicios deportivos las características tangibles cobran una importancia relativa y por tanto unas repercusiones claves en cuanto a las acciones de marketing. Si al proceso de generar productos se le ha denominado producción, al de promoción de servicios se le ha denominado servucción. En el caso de los servicios, este proceso de servucción obedece a la ley de sistemas, lo que viene a significar que cualquier cambio en una de las partes o en su totalidad, tiene efectos sobre cada uno de los elementos y sobre cada relación de los mismos en el sistema. La idiosincrasia de la práctica deportiva viene definida por su indeterminación y su dificultad de predicción. Ello hace que se consuman experiencias de muchos tipos, pero muchas de ellas presentan componentes emocionales tan altos que son capaces de llevar a conductas extremas. Esta incertidumbre, como rasgo característico del ámbito deportivo, integra una serie de conceptos que permite matizarlo. Un ejemplo de ello es la intangibilidad que se refiere a que un servicio no puede ser percibido por los sentidos (verse, probarse, sentirse, olerse o experimentarse) con anterioridad a su consumo o adquisión; así como conocer los resultados antes del servicio. Otro término es la inseparabilidad de los servicios que significa que se producen y consumen al mismo tiempo, por lo que usuario y proveedor afectan al resultado final del servicio. De igual manera, se destaca la característica de heterogeneidad, es decir la dificultad de estandarización ya que son muchos los factores que pueden hacerlos variar, aquí toma importancia la individualización de la oferta. Si hiciéramos un símil entre marketing deportivo y la modalidad deportiva del tiro con arco, la diana sería el público objetivo y las flechas, las herramientas de marketing. Dependiendo del tamaño de la diana (público objetivo), de las condiciones de lanzamiento definidas por el entorno (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades), del tipo de flecha que utilices (publicidad, marketing directo, relaciones públicas, etc.) y de la forma en que las lances (momento de lanzar, fuerza de lanzamiento), la posibilidad de acertar a tu público objetivo variarán. Debemos tener cuidado por que todo comunica. No sólo las campañas de marketing comunican un mensaje, sino también todos aquellos soportes, lenguaje verbal y corporal, nos pueden poner en evidencia de algo que no queremos que sea visible. Hay que recordar que los mejores vendedores son nuestros propios clientes/usuarios. Haciendo la diana más grande para no fallar ¿Cuál debe ser nuestro objetivo?. Si logramos definir con sumo detalle nuestro producto/servicio deportivo, el entorno (competidores, legislación, etc.), nuestra propia organización y el público objetivo; podremos tener más opciones para elegir la herramienta de marketing (flecha) que aporte el mensaje más efectivo. En un mercado cambiante como el deportivo, las entidades deben tener un sentido del ritmo que permita anticipar los cambios en los hábitos de la población, aplicar las estrategias más adecuadas a la mayor brevedad posible y temporalizar los cambios necesarios para la adaptación al nuevo entorno. Esos cambios nos implican la actualización constante de las herramientas para la gestión de las comunicaciones con fines comerciales, además debemos desarrollar la capacidad de adaptarnos a lo contextos que implican la globalización que aplica al deporte. No en vano, las actuales organizaciones deportivas en sus viajes incluyen dentro de su “equipaje”, un jefe de prensa que este pendiente de generar y proteger la información generada por la delegación que acompaña. El objetivo es claro, rentabilizar la inversión realizada por los patrocinadores. De esta forma se consigue ubicar fácilmente su nombre, sin necesidad de fotografías, en los medios de comunicación, utilizando el deporte como vehículo y al mismo tiempo, integrar a los deportistas, accionistas o seguidores del propio evento o entidad deportiva. En definitiva, lograr el ahorro económico que simbolizaría pagar una publicidad explícita de la empresa o producto y lo más difícil, lograr a través de ello, la notoriedad suficiente como para ser aceptado por los consumidores. Se podría decir que en esto del marketing deportivo no hay fronteras. Desde poner un anuncio durante la repetición de una jugada, hasta colocar a una mascota con el nombre de la empresa en un palco VIP. El deporte ha pasado a ser vehículo y como tal, cualquier parte del mismo y cualquier momento de su viaje, puede ser aprovechado para comunicar.