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En Washington: dos ministros cubanos de Comercio en cuatro décadas “Son bienvenidos en Cuba para hacer negocios”, aseguró Rodrigo Malmierca a los empresarios estadounidenses reunidos este martes en la Cámara de Comercio Autor: Sergio Alejandro Gómez, enviado especial | internacionales@granma.cu 16 de febrero de 2016 23:02:31 Rodrigo Malmierca, ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera de Cuba, en su presentación ante la Cámara de Comercio de los Estados Unidos. Fotos: Ismael Francisco WASHINGTON.—A comienzos de octubre de 1977 cerca de 70 hombres de negocio norteamericanos se reunieron en Washington para exigir el levantamiento del bloqueo a Cuba. La cita contaba con un invitado inédito, el entonces ministro de Comercio Exterior de la Isla, Marcelo Fernández Font. El ambiente era propicio. Comenzaba un deshielo en las relaciones de la administración de James Carter con La Habana y ese mismo año se abrieron las oficinas de intereses en ambas capitales, que se transformaron en embajadas en julio del año pasado. Los viajes a la Isla de ciudadanos estadounidenses llegaron a estar completamente liberados, aunque por un breve periodo. Jonathan Bingham, un funcionario del Departamento de Estado norteamericano presente en aquel encuentro, calificó el bloqueo como “algo pasado de moda que debería ser terminado sin condiciones previas”. El ministro cubano ofreció una conferencia sobre el panorama de la economía cubana, su evolución y perspectivas de desarrollo. Fernández Font, por su parte, aseguró que Cuba estaba interesada en desarrollar relaciones comerciales y económicas con los Estados Unidos, pero en condiciones de igualdad, beneficio mutuo, sin restricciones y sin barreras discriminatorias. Hoy, otro ministro de Comercio Exterior cubano se encuentra en la capital estadounidense, esta vez como invitado oficial, con las relaciones diplomáticas restablecidas, pero aún con el bloqueo vigente. Casi cuatro décadas después, el debate transcurre casi en los mismos términos. La influyente Cámara de Comercio de los Estados Unidos, la institución de su tipo más grande del mundo, propició una nueva cita con un amplio grupo de empresarios favorables al aumento de los nexos con Cuba. Esa Cámara, que representa a casi tres millones de hombres de negocio, desde pequeños agricultores hasta trasnacionales, está enclavada justo frente a la Plaza Lafayette, que custodia la parte delantera de la Casa Blanca. En la capital estadounidense nada se deja al azar. Entre las pocas cosas que se escapan del invisible control del poder está el clima, que el lunes paralizó la ciudad con una nevada e impidió que Malmierca visitará el Estado de Virginia, donde lo esperaba el gobernador Terry McAuliffe. El martes en la mañana la nieve se convirtió en lluvia y ya para el mediodía el sol calentaba la explanada donde están los más importantes monumentos de esta ciudad. La numerosa prensa acreditada aquí para cubrir eventos políticos, que apenas salía de la pereza del feriado por el Día del Presidente —todos los primeros lunes de febrero—, mostró interés por la presencia de la delegación cubana, presidida por Malmierca e integrada por funcionarios de su cartera, la Cancillería, el Banco Central de Cuba y la Cámara de Comercio de la Isla, así como directivos de empresas cubanas y miembros del cuerpo diplomático cubano. “Este es un día histórico”, dijo el embajador José Ramón Cabañas durante su intervención en el almuerzo de trabajo que siguió al breve encuentro privado. La numerosa prensa acreditada aquí para cubrir eventos políticos, mostró interés por la presencia de la delegación cubana, presidida por Malmierca. “Durante los últimos meses esa palabra se ha usado bastante”, reconoció, pero es difícil no calificar así a un día en que coincide la visita de un ministro cubano en Washington con la presencia en La Habana del secretario de Transporte estadounidense para la firma de un acuerdo de vuelos directos. Antes, el Vicepresidente Ejecutivo y Jefe de Asuntos Internacionales anfitrión, Myron Brillant, había pasado revista a su posición por más de 15 años: levantar el bloqueo y hacer negocios. Una postura que han sostenido aún con más fuerza después de los anuncios del 17 de diciembre pasado. Carlos Gutiérrez, el exsecretario de Comercio que asumió la presidencia del Consejo de Negocios Estados Unidos-Cuba, bajo la sombrilla de la Cámara, llamó a los empresarios a actuar. “Estamos pidiéndole a las empresas que, si quieren estar en Cuba, que se metan en la cuestión política a exigir que vayan quitando las sanciones”, le dijo a la prensa tras concluir su discurso oficial. “Mientras más se hagan inversiones y más transacciones se aprueban, más difícil será revertir este proceso. Será muy difícil que alguien llegue y diga: esto se acabó”. Quizá nada ilustra mejor las transformaciones ocurridas en los últimos años que la historia de este empresario de origen cubano, que dirigió la trasnacional de alimentos Kellogg´s y terminó siendo parte de la administración de George W. Bush y la Comisión de Asistencia a una Cuba Libre, el injerencista organismo encargado de dirigir una supuesta transición política en la Isla. Gutiérrez es ahora uno de los más influyentes defensores dentro de su partido del cambio de política de la administración Obama y un convencido de la inevitabilidad del fin del bloqueo. “De que va a pasar, va a pasar”, dijo. Pero aún faltan otros muros, mentales y reales. Ante una pregunta de Granma en la conferencia de prensa, la vicepresidenta para las Américas de la Cámara, Jodi Bond, recordó algunos de los escollos que quedan en el camino para llegar a ese día. “Reconozco cuan poco conocen los legisladores estadounidenses sobre la cambiante realidad de Cuba”, dijo. El trabajo consiste, añadió, en “instruirlos” sobre la opinión predominante del pueblo y las compañías estadounidenses que quieren el fin de las sanciones. Durante toda la jornada, muchos periodistas debatían sobre hasta dónde escalar su información del día: “el primer ministro cubano oficialmente invitado en medio siglo”, “en décadas” o “la delegación más importante vinculada a la economía”. El ministro cubano se encargó de demostrar que sus objetivos trascendían lo anecdótico. Durante más de 40 minutos ofreció una conferencia sobre el panorama de la economía cubana, su evolución y perspectivas de desarrollo. “Son bienvenidos en Cuba para hacer negocios”, le dijo a los empresarios reunidos allí. Cuba tratará a las compañías estadounidenses de la misma manera que a las del resto del mundo, añadió en conferencia de prensa. “No las discriminaremos ni haremos el proceso más complicado”. Malmierca explicó que la inversión extranjera es clave en los planes de desarrollo del país, que aspira recibir anualmente 2 000 millones dólares por esta vía. “¿Cuánto de ese dinero podría provenir de Estados Unidos?”, preguntó uno de los periodistas norteamericanos. Depende: puede ser todo o puede ser nada, respondió el ministro cubano. “El bloqueo es el principal obstáculo”.