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Título de la ponencia: Propuesta teórico-metodológica para el establecimiento de una clasificación socio-ocupacional de los hogares en las zonas urbanas y aplicación para el caso mexicano Autora: Introducción. La investigación sobre hogares y trabajo desde una perspectiva sociodemográfica tiene una larga trayectoria. En ocasiones para la realización del análisis, se recurrió a la estratificación social tomando únicamente las características laborales del jefe de la unidad doméstica, basados en la idea de familia nuclear en la que el hombre era el responsable de la manutención económica y la mujer del cuidado de los hijos y las tareas domésticas. Mora (2004) señaló que, continuar con esta noción sería negar los cambios sociales y demográficos por los cuales han pasado los hogares, y se soslayaría las transformaciones sociales en curso, como el aumento de la participación económica femenina y el incremento de perceptores laborales por hogar. El objetivo de este documento es establecer una clasificación socio-ocupacional que integre los cambios en la participación económica de los distintos miembros de los hogares y en los mercados laborales a raíz de las transformaciones sociales y económicas sufridas en Latinoamérica en tiempos recientes y que permita establecer relaciones con las variables demográficas del hogar más sobresalientes. Por medio de la propuesta de la demografía de la desigualdad (Canales, 2003), así como del marco aportado por Fitoussi y Rosanvallon (1997), se elaboró una clasificación de hogares, la que se propone para analizar la información recabada por las encuestas en hogares. Para mostrar su utilidad se presenta un ejemplo de aplicación para las urbes de México usando la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), levantada por el INEGI. Propuesta de clasificación socio-ocupacional de los hogares. Durante la década de 1970 surgió en los estudios demográficos una vertiente crítica que trató de contrarrestar la idea de que la disminución de la fecundidad era la panacea a los problemas del desarrollo de América Latina. Tomaron como eje el concepto de “reproducción de la población” en un sentido amplio y se interesaron por estudiar la influencia de diversos fenómenos sociales sobre la fecundidad (CLACSO, 1981). Asimismo, condujo a la investigación de las condiciones materiales de vida, principalmente su asociación con el trabajo y la pertenencia a distintos sectores sociales. Los estudios sociodemográficos durante esa época fueron influenciados por el pensamiento estructuralista latinoamericano, de modo que se incluyeron diversos aspectos sociales para ampliar el campo de estudio a la reproducción de la población dentro del capitalismo, como un proceso “a través del cual se genera la cantidad de fuerza de trabajo necesaria para la reproducción del modo de producción capitalista” (Mertens, 1982: 51). Entonces, desde la perspectiva de la reproducción de la fuerza de trabajo dirigió el foco de atención hacia los hogares como el espacio en el que se realiza la reproducción material y social de la población. Bajo dicha corriente se encuentran los análisis de Torrado (1981), García, Muñoz y Oliveira (1982), Sheridan (1991), por mencionar algunos. Lo que tienen en común las investigaciones señaladas es que toman las características laborales del jefe del hogar para ubicar a los hogares en la estructura social. Tal como se mencionó en la introducción de este documento, Mora (2004) señaló que continuar con esta noción sería negar los cambios sociales y demográficos por los cuales han pasado los hogares, y se soslayaría las transformaciones sociales en curso. La anterior afirmación plantea una pregunta ¿desde dónde estudiar a los hogares de forma que permita incluir los cambios observados en las sociedades latinoamericanas? En la propuesta de Canales (2003) sobre la demografía de la desigualdad se encontró un marco que tiene su punto de partida en los cambios sociales y económicos que surgen con la sociedad global. La globalización se muestra como un proceso heterogéneo y diferenciado para todas las regiones, con base en los cuales se crean y se recrean diversas formas de desigualdad social, económica y espacial, que se basan en nuevas formas de estratificación social de la población, lo que configuraría una demografía de la desigualdad. Dicho autor señala que existen procesos de diferenciación social que tienen como base factores culturales, étnicos, demográficos y de género, entre otros. Se debe considerar que la globalización crea espacios caracterizados por la precariedad de las ocupaciones y condiciones de vida, que tienden a ser ocupados por sujetos sociales vulnerables. Sin embargo, se debe señalar que hay desigualdades que han permanecido y que incluso se han agravado o se profundizaron a partir de la implementación de las políticas neoliberales y de transformaciones sociales más amplias. Al respecto, Fitoussi y Rosanvallon (1997) realizaron un análisis sobre las desigualdades sociales, a las que clasificaron en “estructurales” y “dinámicas”. Las primeras, también llamadas “tradicionales”, se heredaron del pasado y fueron interiorizadas por la sociedad; son resultado de los conflictos de interés y de las relaciones de fuerza entre grupos o clases sociales. Pero, al extenderse el campo de las desigualdades se modificaron las percepciones sobre las diferencias de la sociedad. Así, aparecieron las “nuevas” (dinámicas) desigualdades, que tienen su origen en la recalificación de diferencias dentro de categorías a las que antes se consideraban homogéneas, como resultado de la dinámica y evolución del sistema. Estas desigualdades representan la heterogeneidad de situaciones de los individuos, que aunque pertenecen a una misma categoría social, no se enfrentan a las mismas situaciones. Tomando en cuenta las propuestas anteriores, se observó que en los mercados de trabajo en la región, la heterogeneidad laboral puede considerarse como un fenómeno que se traduce en desigualdades estructurales y que estableció grupos diferenciales de trabajadores. En tanto que, la globalización trajo consigo la flexibilización del mercado laboral que se tradujo en la precarización del empleo asalariado. A partir de lo expuesto, para el establecimiento de los tipos de hogares, en primer lugar se observó la relación que tienen los hogares con el mercado de trabajo por medio de la participación económica de sus integrantes a partir de las siguientes condiciones: 1) si se encontraban activos; 2) si se encontraban ocupados; 3) si ofertaban o demandaban mano de obra. De esta forma, se establecieron los hogares no económicamente activos, los patronales y los desocupados. Ahora, para clasificar a las unidades domésticas que participan en el mercado laboral, se tomaron una serie de factores que se describen a continuación. Se toma a la heterogeneidad laboral como una desigualdad estructural, que ha sido abordada por distintas teorías; sin embargo, como lo señala Pacheco (2004) destacan en mayor medida la división entre actividades asalariadas y no salariadas. García, Muñoz y Oliveira (1982) mencionaron que la diferenciación de la población activa entre dichas actividades ha estado vinculada a un proceso de división social del trabajo y de concentración del ingreso que ha traído consigo una fuerte desigualdad social. Al incluir a todos los ocupados de los hogares, es posible que se presenten situaciones en que estos combinen actividades asalariadas y no asalariadas como forma de obtener ingresos del trabajo. Entonces, se propone un tipo de unidad doméstica en el que sus miembros se dediquen a ambos tipos de ocupaciones, a los que se les denomina como “hogares mixtos”. El siguiente eje en la clasificación socio-ocupacional de los hogares es la precarización del empleo asalariado, como una nueva desigualdad, entendido como un deterioro de las condiciones de trabajo en la actual fase del capitalismo global (Mora, 2010), distinción que permite separar a los trabajadores según su acceso a empleos precarios o protegidos. García (2011), que el marco conceptual sobre empleo precario hace referencia a tres dimensiones: inestabilidad, inseguridad o falta de protección social y vulnerabilidad social y económica. La inestabilidad laboral puede traducirse en la falta de contrato de trabajo y la inseguridad se refleja en la falta de acceso a los sistemas de seguridad social.1 Entonces, la propuesta de clasificación contempló en primer lugar, si los hogares tienen únicamente trabajadores no asalariados, asalariados o una combinación de ambos. En segundo lugar, en caso de contar únicamente con trabajadores asalariados, si estos tenían contrato escrito y seguridad social, y si esta cubría a los integrantes de la unidad doméstica, con lo que se estaría observando una distinción entre trabajadores precarios o protegidos y como los beneficios de este tipo de empleos son extensivos a los hogares. Los criterios de clasificación se pueden observar en el recuadro 1. Cabe señalar que en la dimensión de inseguridad pueden incluirse otros indicadores que sean propicios dependiendo de los contextos laborales de los países. Recuadro 1. Criterios para definir la clase socio-ocupacional de los hogares en las zonas urbanas Clase socioocupacional Asalariado protegido Asalariado precario No asalariado Mixto 1 Criterios de clasificación Todos los ocupados del hogar son asalariados que cuentan con contrato y seguridad social. Y, al menos el 75% de los miembros del hogar tienen los requisitos para ser cubiertos por la seguridad social, como extensión de esta prestación laboral por parte de los miembros ocupados. Todos los ocupados del hogar son asalariados y al menos tienen una de estas características: - Al menos un asalariado no tiene contrato. - Al menos un asalariado no tiene seguridad social. - Los asegurados del hogar por parte del trabajo del asalariado representan menos del 75% de los miembros del hogar. Todos los ocupados se dedican a actividades no asalariadas: - Trabajadores por cuenta propia - Trabajadores por cuenta propia que ocupan trabajo no remunerado - Trabajadores no remunerados (familiares y no familiares) En este tipo de hogar hay trabajadores asalariados y no asalariados. No se incluye la vulnerabilidad económica debido a que este tipo de clasificación sirve para analizar las diferencias de ingresos entre hogares, por lo que incluirla resultaría redundante. Patronal Desocupado No económicamente activo Al menos uno de sus miembros ocupados tiene una empresa o negocio donde contrata mano de obra asalariada. Todos sus miembros económicamente activos se encuentran desocupados Ninguno de sus integrantes en edad activa participa en el mercado de trabajo. Fuente: Elaboración propia. Finalmente, en el cuadro 1 (anexo) se presenta la aplicación de la clasificación para las zonas urbanas de México, en el que se puede observar la distribución porcentual de los hogares según su relación con el mercado de trabajo. En el cuadro 2 (anexo) se incluyen únicamente a los hogares que participan en el mercado laboral y su distribución según su composición de parentesco. Conclusiones. La clasificación socio-ocupacional propuesta permitirá observar la heterogeneidad en la composición de los trabajadores al interior de los hogares, tomando en cuenta su posición en el trabajo. Así también, permitirá analizar las diferencias entre unidades domésticas en cuanto a sus características sociodemográficas y de participación el mercado de trabajo, cuestión que ya se observó en el cuadro 2. Se plantea como una herramienta útil para observar las desigualdades de ingreso que se generan en los mercados laborales por medio de la pertenencia a sectores asalariados y no asalariados. Asimismo, abre la posibilidad de observar en qué medida los hogares diversifican sus actividades para la obtención de ingresos. Por otra parte, se podrá analizar a los hogares que no participan en el mercado de trabajo y el tipo de ingresos que reciben. Bibliografía GARCÍA, B., MUÑOZ, H. y OLIVEIRA, O. Hogares y trabajadores en la Ciudad de México. México, El Colegio de México, 1982. SHERIDAN, C. Espacios domésticos. Los trabajos de la reproducción Colección Miguel Othón de Mendizábal, México, D.F.: CIESAS. (1991) TORRADO, S. Estrategias familiares de vida en América Latina: la familia como unidad de investigación censal. Notas de población, 1981. CANALES, A. Demografía de la desigualdad. El discurso de la población en la era de la globalización. En CANALES, A. y LERNER, S. (coords.) Desafíos teórico-metodológicos en los estudios de población en el inicio del milenio. México: El Colegio de México, Universidad de Guadalajara, Sociedad Mexicana de Demografía, 2003, pp. 43-86. CLACSO. Programa de Investigaciones Sociales sobre Población y América Latina (PISPAL), México, 1981. FITOUSSI, J. y ROSANVALLON, P. La nueva era de las desigualdades. Argentina: Ediciones Manantial, 1997. GARCÍA, B. Las carencias laborales en México: conceptos e indicadores. En PACHECO, E. y DE LA GARZA, E. (coords.) Trabajos atípicos y precarización del empleo, México: El Colegio de México, 2011, p. 81-113. MERTENS, W. Investigación sobre población en América Latina: Presentación y evaluación de perspectivas recientes. En MERTENS, W (coord..), Reflexiones teórico-metodológicas sobre investigaciones en población, México, El Colegio de México, CLACSO, 1982, pp. 11-58. MORA, M. Ajuste y empleo. La precarización del trabajo asalariado en la era de la globalización, México: El Colegio de México, 2004. MORA, M. Visión crítica del vínculo entre jefatura de hogar, estratificación social y análisis de clase, Revista de Ciencias Sociales, 2010, n. 105, pp. 11-24. PACHECO, E. Ciudad de México, heterogénea y desigual. Un estudio sobre mercado de trabajo, México: El Colegio de México, 2004. Cuadro 1. Zonas urbanas de México, 2010 Distribución porcentual de los hogares según inserción laboral Inserción socio-ocupacional del hogar 2010 Asalariado protegido 19.2 Asalariado precario 41.3 No asalariado 9.8 Mixto 13.4 Patronal 6.2 Desocupado 1.4 Hogar No Económicamente Activo 8.7 Total 100 Fuente: Elaboración propia a partir de ENIGH 2010, INEGI. Cuadro 2. Zonas urbanas de México, 2010 Distribución porcentual de los hogares según composición de parentesco Variables sociodemográficas Asalariado Asalariado No protegido Precario asalariado Unipersonal 9.9 6.9 14.9 Nuclear monoparental 12.4 12.2 13.1 Nuclear biparental 64.6 51.7 54.4 Ampliado 13.1 29.2 17.6 Total 100 100 100 *Las diferencias entre categorías son estadísticamente significativas, =0.01. Mixto Total 1.2 7.9 54 36.9 100 7.6 11.7 55.3 25.4 100 Fuente: Elaboración propia a partir de ENIGH 2008 y ENIGH 2010, INEGI.