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Filosofía conemporánea La dialéctica de Hegel. Hegel es un pensador alemán que vivió entre 1770 y 1831. Suele considerársele la culminación de una corriente filosófica denominada “idealismo alemán”. Es el autor de un compacto sistema filosófico que pretende ser una interpretación de toda la realidad tomando como base su devenir. Para Hegel la realidad (toda la realidad) está en proceso de desarrollo, y la lógica usual basada en el principio de no contradicción y en el principio de identidad no es capaz de captar ese devenir intrínseco de lo real precisamente porque está basada en la inmovilidad. Por tanto, Hegel propone una nueva lógica que pueda asumir el movimiento de lo real, a esta nueva manera de comprensión la denomina “dialéctica”, porque se basa en que cada uno de los seres es un momento en el desarrollo global de Todo. Por ejemplo, un ser humano es lo que es en cada momento, sino lo que va siendo en cada uno de sus momentos, y sobre todo lo que es en todo ese proceso. “La verdad está en el desarrollo”, para Hegel, y el desarrollo sólo puede verse con verdad si se contempla desde la totalidad, no en cada uno de sus instantes. Cada uno de nosotros es lo que es su vida en conjunto, no sólo lo que somos en cada uno de nuestros momentos, que serían sólo verdades parciales. “La verdad está en el Todo”, por tanto. Y en el desarrollo de ese Todo que es la realidad hay momentos que se van contradiciendo entre sí, para después reconciliarse tras asumir la contradicción. Porque el devenir de lo real consiste en crear contradicciones y superarlas. Hegel propone una estructura triádica para comprender el devenir dialéctico de lo real: Tesis, Antítesis y Síntesis. Con estos tres conceptos podría explicarse lo real sin identificarlo con cada una de sus verdades parciales, sus momentos. Por ejemplo: la tesis podría ser una semilla. Su antítesis serían las condiciones climatológicas con las que se enfrenta (lluvia, Sol…), las cuales si le son adversas pueden acabar con ella (a esa situación en la cual la tesis no supera su antítesis sino que queda atrapado en ella la llama Hegel alienación, un concepto que será ampliamente usado por Marx). Si por el contrario la semilla puede superar su antítesis y usarla en su provecho, deviene la síntesis entre ambas, que sería la planta que crece. El enfrentamiento y la contradicción son consustanciales a la realidad (a cualquier realidad, desde algo físico hasta algo no físico), y su afrontamiento es la condición para su superación. Uno se supera en sus dificultades, si las asume y no queda alienado por ellas. Tras superarlas, cada uno (como la semilla) ha cambiado, se ha desarrollado gracias a ellas (el alumno que no se echa atrás ante lo que tiene que estudiar sino que lo afronta con sacrificio al final se supera a sí mismo, su esfuerzo – si llega a buen fin – le transforma). La realidad no es por tanto una substancia, algo ya hecho, sino un sujeto, algo que se va haciendo. Esta es la lógica dialéctica que propone Hegel: la realidad es un inmenso proceso de tesis, antítesis y síntesis, y su comprensión vendrá de que se la contemple en su totalidad, no en cada uno de sus momentos. “La verdad está al final del proceso”. Por otra parte, Hegel afirma que “Todo lo real es racional y todo lo racional es real”, en este sentido de racionalidad dialéctica que asume la contradicción como algo esencial. Podemos comprenderlo todo según él, porque todo es comprensible. Porque según Hegel es la mismísima Razón Absoluta la que se está desarrollando en el proceso de la realidad. A esta razón Absoluta la denomina Hegel “Espíritu Absoluto”, y entiende que toda la Historia (de la Humanidad y del Universo) es un proceso de desenvolvimiento de este EspírituRazón a través de sus dificultades, desde la irracionalidad y la esclavitud inicial de la materia hasta la libertad de la razón que cree Hegel que está acabando de cristalizar en la época contemporánea. De hecho, Hegel afirma que en su época llegamos al “Fin de la Historia”, porque la Razón Absoluta ya habría llegado a Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea su meta en unas sociedades (los Estados europeos y sus ciudadanos) que serían conscientes de su racionalidad y su libertad. Hay que señalar que el planteamiento del Idealismo alemán (en el cual se suceden tres filósofos: Fichte, Schelling y Hegel) arranca de la Filosofía kantiana, de la cual estos autores se consideran sucesores en cuanto que eliminan el noúmeno kantiano, puesto que es incognoscible. Y se centran en la propia razón del sujeto, de la cual ellos progresivamente van eliminando sus límites, hasta llegar a decir que es la propia razón humana la que crea la realidad (bien es verdad que no en cuanto real, sino en cuanto cognoscible). Algo bastante alejado de la razón finita de Kant, por lo cual suele decirse de estos autores que arrancan de la Ilustración kantiana, pero que tienen mucho del movimiento romántico que cobra fuerza por esta época. De una filosofía tan omniabarcante y abstracta como la hegeliana es lógico que haya muchas interpretaciones, y tendrán fortuna principalmente dos: Los “hegelianos de izquierda”, que con Marx a la cabeza entenderán que la Historia humana es un proceso dialéctico de lucha de clases que acabará cuando se reconcilien todas las contradicciones que existen entre los seres humanos, y que por tanto es preciso luchar para acelerar ese proceso, habría que cambiar el status quo. Los “hegelianos conservadores”, que dirán que el Todo racional está en cada momento histórico encarnado en el Estado que existe, el cual sería expresión del la razón en cada pueblo, de manera que luchar contra el Estado sería irracional, debe desarrollarse por sí mismo. Habría que preservar el status quo, el cual tiene su propia dinámica. La filosofía de Marx pretende ser una interpretación científica de la historia humana, que permita predecir qué curso va a tomar en el futuro. Esta interpretación materialista de la Historia es lo que se denomina “materialismo histórico”. Marx afirma que la manera correcta de interpretar la historia no es quedándose en la superficie de las anécdotas sobre quién reinó en tal o cual país, o qué se pensaba en cada época, sino que habría que ir directamente al motor de la historia, que es la economía, las relaciones de producción entre los hombres. El motor de la historia es la lucha de clases, para Marx, de manera que a lo largo del tiempo se han sucedido diferentes sistemas económicos (esclavismo, feudalismo, capitalismo) que no son sino diferentes formas de explotación del hombre por el hombre, pues en cada uno de esos sistemas siempre ha habido una clase opresora (amos, señores y burgueses) y una clase oprimida (esclavos, siervos y proletariado). La misma ambición de los opresores lleva a que en cada época el número de oprimidos que les reportan beneficios se multiplique desmesuradamente, a la vez que el número de dirigentes se hace más pequeño (esta sería una de las leyes de la historia, la ley de acumulación del capital), de manera que llega un momento en el cual los oprimidos toman conciencia de clase, es decir, se dan cuenta de que todo el poder está en sus manos si consiguen unirse contra la minoría que les oprime. Antes o después, habrá una revolución social que cambiará el orden económico, pero lamentablemente a la explotación antigua le sucederá un nuevo sistema de explotación, cada vez más refinado, hasta llegar al más ladino de todos ellos, el capitalista, que puede incluso otorgar a los explotados una ilusión de libertad democrática, siempre y cuando no pretendan cambiar el orden de cosas. Ahí es donde entra en juego el marxismo, que deberá conseguir que el proletariado tome conciencia del devenir histórico para que Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea cuanto antes el siguiente sistema suprima la fuente de todas las alienaciones: la propiedad privada. Sin ella, será imposible que ninguna clase social pretenda aprovecharse de otra, porque no existirán las desigualdades sociales, ni siquiera existirá la posibilidad de acumular riquezas. La economía comunista constará de dos fases: primero cada Estado, dependiendo de su marcha histórica, llegará a su ritmo a la revolución comunista, por lo que cada uno de ellos deberá hacerse fuerte y organizado en medio de los enemigos, así que será necesario un gobierno dictatorial de proletarios, que administre los bienes y organice el trabajo. A cada uno se le dará en función de su necesidad, y cada uno trabajará para todos en función de su capacidad, así estarán organizados los Estados comunistas. Sin propiedad privada que se acumule en pocas manos, esos Estados contarían con muchos recursos para mantener el bienestar de sus trabajadores, con lo cual en breve la Revolución se propagaría por todo el mundo. Una vez que así fuera, se disolvería todo Estado, sería el fin de la política, de las fronteras y de las diferencias nacionales, y toda la Tierra sería una sucesión indiferenciada de comunidades cooperativas de trabajadores que compondrían la sociedad comunista, la cual se mantendría en funcionamiento precisamente porque haría imposible la injusticia social. Hay que señalar que para Marx, por encima de la descrita base económica de la historia se va montando la ideología, una superestructura de ideas (religión, filosofía, derecho, moral) destinada en cada época a justificar el orden económico. Ideas interesadas, por tanto, que benefician a las clases opresoras, y que sirven para adormecer la capacidad revolucionaria de las clases oprimidas, para que no tomen conciencia de sí mismos. Desde la filosofía griega al derecho romano, pasando por la ciencia moderna, todo producto cultural es sospechoso de ser ideológico, y ante ellos hay que preguntarse siempre a quién benefician. La ideología más persistente es la religión, y aquí sigue Marx el pensamiento de Feuerbach, pues sitúa en un más allá los bienes que el oprimido querría aquí y ahora, y le promete esos bienes si es paciente y abnegado en su sacrificio. Por eso la religión es el “opio del pueblo”, y no habría que entrar a discutir teóricamente con ella, pues en una sociedad donde la miseria haya desaparecido ella misma desaparecerá, ya que es “el suspiro de la criatura oprimida”. En cuanto al concepto mencionado de “alienación”, hay que señalar que lo toma Marx de la filosofía de Hegel, cuyo sentido él invierte: Hegel concebía la Historia como el desenvolvimiento dialéctico de un Espíritu que se realizaba enfrentando dificultades a través de la tríada dialéctica (tesis, antítesis y síntesis), y este mismo esquema lo usa Marx pero aclarando que lo que progresa no es espiritual, sino material, las condiciones materiales de producción, la economía. Pues bien, la alienación denunciada por Marx (en el trabajo, ante el Estado, ante Dios) consistiría en no poder superar el obstáculo (antítesis) que el sujeto (tesis) debe superar para desarrollarse (síntesis), ya sea porque es un obstáculo imaginario (Dios), o porque es demasiado fuerte (trabajo enajenante: actividad vacía, muchas horas, sueldo mísero). Los sistemas económicos opresores siempre habían multiplicado las alienaciones, el sistema capitalista se concentró en la más grave, la del trabajo (porque la esencia del ser humano es la actividad, el trabajo, para el marxismo), mientras que en el sistema comunista la dialéctica natural seguirá su curso sin provocar ninguna alienación insuperable. Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea __________________________________________________________________________________ ¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo? Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de autosacrificio, de ascetismo. En último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, en que no le pertenece; en que cuando está en él no se pertenece a sí mismo, sino a otro. Así como en la religión la actividad propia de la fantasía humana, de la mente y del corazón humanos, actúa sobre el individuo independientemente de él, es decir, como una actividad extraña, divina o diabólica, así también la actividad del trabajador no es su propia actividad. Pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo” K. Marx, Manuscritos: Economía y filosofía. 1. Con respecto al texto: a. Sitúa al autor en su momento histórico (0,25) b. Señala el tema o el problema del texto (0,25) c. Indica las ideas principales (0,5) d. Muestra las relaciones entre ellas (0,5) e. Explícalas (1) a) Esta obra es de 1844, un momento clave en la historia europea, pues se suceden las revoluciones liberales que piden por todo el continente la renovación de las caducas estructuras políticas del Antiguo Régimen. Dentro de este ambiente de cambio, el movimiento obrero va tomando cada vez más conciencia de su poder, y exige sus derechos laborales. A ello contribuye la obra y la actividad política y periodística de Marx. b) El tema del texto es la alienación en el trabajo, que consistiría en convertirlo en una actividad extraña al ser mismo del trabajador, desvirtuando la esencia de esa actividad, que sería el hacerse a sí mismo del hombre. En el trabajo alienado, el sujeto no se hace a sí mismo, sino que produce para otros, y por tanto no acaba su actividad enriquecido, sino empobrecido porque no desarrolla su ser. c) Las ideas principales son las siguientes partiendo de la pregunta con que se inicia el texto: “¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo? 1. En que el trabajo es externo al trabajador, es decir, que la misma actividad que es el trabajo no le pertenece al trabador. 2. En consecuencia: 2.1. En el trabajo el trabajador se niega. 2.2. En el trabajo el trabajador no se siente feliz. 2.3. En el trabajo el trabajador no desarrolla una energía libre y espiritual, sino que se mortifica; su trabajo no es un trabajo libre sino trabajo forzado. 2.4. En que el trabajo, la misma actividad del trabajador no es su propia actividad. Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea 2.5. En definitiva, la actividad del trabajador es pérdida de sí mismo. d) La estructura del texto puede ser la siguiente: Comienza el texto con una pregunta: ¿Qué es la enajenación del trabajo? A continuación se da una definición de la misma: que el trabajo es externo al trabajador. El resto del texto consiste en la descripción de las consecuencias de ese fenómeno de enajenación: que el trabajador no se siente feliz en el trabajo, que se mortifica, que no se siente en lo suyo, que su trabajo es forzado… En definitiva, resume al final del texto, el trabajo así considerado, lejos de ser la realización del trabajador es pérdida de sí mismo. e) En estas ideas podemos ver cómo Marx considera al ser humano como algo esencialmente activo, es decir, que su ser propio se realiza en actividad dialéctica con la naturaleza. Paralelamente a su concepción de la filosofía como praxis, proceso revolucionador de las estructuras sociopolíticas, concibe al sujeto como actividad en relación a su entorno. El ser humano no tendría esencia, según él, sino que su esencia es histórica, se hace a través del trabajo. El trabajo es la esencia humana, para Marx, porque de él deriva todo lo que cada uno de nosotros es y piensa. Por eso, de todas las alienaciones posibles (religiosa: Dios contra el hombre, política: el Estado contra el hombre, cultural: las ideologías contra el hombre), la alienación en el trabajo es la peor y la que puede provocar que el sujeto caiga en el resto de enajenaciones, ya que le atrapa en su misma esencia. A la liberación en el trabajo irá encaminada la doctrina marxista, que presupone por tanto que de esa liberación se sucederá la libertad en el resto de situaciones enajenantes que pueda provocar cualquier orden social represivo. Este proceso está concebido a la manera de la dialéctica de Hegel: el sujeto es una tesis que se enfrenta a un mundo o una actividad (antítesis) que acaba haciendo suya tras un proceso que le enriquece y desarrolla (síntesis). Estos tres momentos de la dialéctica hegeliana, ideados por su autor para explicar el autodesarrollo de un Espíritu en la Historia humana, son usados por Marx en el sentido inverso para el que se concibieron, porque según Marx lo que se desarrolla en la Historia no es nada espiritual o ideal, sino los procesos materiales de producción, el trabajo y la economía. En una palabra, la materia. Esta es la idea básica del materialismo histórico, concebido como una inversión de la dialéctica hegeliana, pues pone a la base la materia, y no el espíritu. La alienación económica, la que se da en el trabajo sería un grave obstáculo en el desarrollo de ese proceso, pues atraparía al ser humano en una situación de la que no puede salir ni sucumbiendo en la lucha ni progresando en su ser. El trabajo alienante mantiene al trabajador vivo a medias, para Marx. Por eso sería necesario restituir al trabajo su poderosa capacidad de cincelar al ser humano que trabaja, hacerle una esencia propia, porque en el trabajo debería ser el propio trabajador el que se produce, no sólo cualquier mercancía que pueda venderse para obtener beneficio. El materialismo histórico consiste en una predicción pretendidamente científica sobre el curso que seguirá la historia humana, en base al estudio del auténtico motor de esa historia, que es la economía, las relaciones de producción entre las clases sociales. Porque siempre han existido clases sociales, dice Marx, cuyo enfrentamiento es el motor de la historia: tanto en el sistema esclavista, como en el feudal o en el más refinado sistema de explotación, el capitalismo, siempre una clase (amos, señores o burgueses) ha sometido y explotado a otra clase (esclavos, siervos o proletarios), pero debido a la misma ambición de la clase dirigente, que ha ido queriendo más y concentrando en sus manos mayor riqueza (esta es la “ley de acumulación del capital”, una de las leyes históricas que Marx creía haber descubierto como científico social), las clases oprimidas de cada época se fueron haciendo más numerosas hasta alcanzar un punto de no retorno, su toma de conciencia de clase, cuando se dan cuenta de que tienen todo el poder en sus manos si se unen. Así, cada sistema de explotación, o sistema económico, ha sucumbido tras una revolución llevada a cabo por quienes estaban oprimidos. Por ser el capitalismo el Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea sistema más cruel y engañoso, el que más diferencias produce, Marx pensaba que se colapsaría inevitablemente, dando lugar primero a diferentes Estados comunistas en los que se aboliría la propiedad privada, fuente de toda alienación, gobernados por los propios proletarios dictatorialmente, con la consigna de la igualdad impuesta a todos los miembros y la imposibilidad de enriquecerse. El Estado tomaría el trabajo de cada uno según su capacidad, y daría los recursos a cada uno según su necesidad. Una vez que la revolución comunista fuera mundial, los Estados se disolverían, sería el fin de la política, de todas las superestructuras ideológicas (filosofía, derecho, moral) que en el fondo sólo buscaban justificar las injusticias, y sobrevendría la sociedad comunista, auténtico objetivo del marxismo: una continua sucesión de trabajadores que cooperan en su actividad en todo el mundo, sin distinciones de clases o fronteras. La comprensión de la esencia humana, la unión de todos y la eliminación de la propiedad privada mantendrían esa sociedad. El pensamiento de Nietzsche supone una crítica a la cultura occidental posterior a la antigüedad clásica. El autor alemán culpa a la tradición occidental dominada por el Cristianismo y el racionalismo de la mediocridad en la que, según él, ha caído el hombre occidental, incapaz de vivir de manera plena debido a la “manía de los transmundos”, que ambas tradiciones nos inculcan, y que consiste básicamente en despreciar la realidad en que vivimos y que somos para adorar otra realidad trascendente imaginaria, cuya creencia arruina nuestra inmediatez y coarta nuestra capacidad de superación, llamada por Nietzsche “voluntad de poder”. El hombre actual, resultado de esa creencia en otra realidad y del desprecio de sí mismo, para Nietzsche sólo tiene valor en cuanto que puede ser el puente al “Superhombre”, que es la denominación que él da al ser humano que asume sus facultades, ama el mundo en el que vive y ama la vida que tiene aquí y ahora. “El superhombre es el sentido de la tierra”, afirma Zarathustra en uno de sus discursos anunciadores de la muerte de Dios, queriendo decir que el superhombre es aquel que ama esta realidad, este mundo, y se entrega a él con la inocencia y curiosidad de un niño que acaba de nacer y aún no ha sido inoculado con los conceptos de culpa, pecado o error, barreras que incapacitan al ser humano para ser lo que puede ser, y que han sido erigidas en nuestra cultura por los impotentes y esclavos, que es como denomina a aquellos que carecen de voluntad de poder y anhelan que los demás también carezcan de ella. Esos “adoradores de la igualdad” no soportan la excelencia, la voluntad de ser más, que eran valores morales centrales en la cultura clásica grecolatina, anterior al Cristianismo. Por el contrario, para que nadie les deje atrás predican el valor de la renunciación, de la mansedumbre, del igualamiento, y llegan incluso a predicar la democracia o la conducta del rebaño que sigue a su pastor. Nietzsche pretende romper con estas lecciones y volver a instaurar en la conciencia europea el valor del egoísmo, entendido como un sano amor hacia sí mismo que lleva a amar tanto esta vida que uno pueda soportar la visión de su eterno retorno, en lugar de desear su apocalipsis final. Nietzsche compara la transformación que nuestra vacía cultura ha operado en nosotros con la transformación en un camello, el manso animal del desierto que hace de la paciencia y la obediencia virtudes, y se agacha bajo el Sol del desierto para que le carguen y le guíen. Negarse a sí mismo y seguir a otro con una pesada carga, esa conducta es la que han logrado los grandes “odiadores de la vida” enseñar que es deseable y buena. Hay veces que alguno de nosotros se rebela contra la carga y el guía, y se transforma como un fiero león, que quiere libertad pero que no sabe construirla. Por eso a esa segunda transformación debería seguir la que nos convierta en lo que realmente somos en el fondo, un niño, figura del superhombre, que explora el mundo y la vida de Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea manera amoral, inocente, sin resentimientos ni miedos, con creatividad artística y aceptación de lo que es. La imaginación, el juego y la inocencia del niño que fuimos antes de que las perversiones culturales de Occidente minimizaran nuestra voluntad de poder es lo que Nietzsche quiere reinstaurar como valioso. A este proceso que ha triunfado en Occidente y que enseña como buenos los contravalores de la nivelación y el odio a sí mismo es a lo que llama Nietzsche la “transvaloración de los valores”, que ha triunfado en Europa tras muchos siglos de lucha. La rebelión de los esclavos en la moral ha acabado imponiendo su moral, y ha arrinconado la propia de los señores, aquellos que aman el riesgo y no temen a la muerte porque aman la vida. Pero es una lucha que él no considera perdida, y su filosofía pretende ser una recuperación de los valores de esa antigua moral de señores, que los griegos anteriores a Sócrates y Platón asumían con plenitud. Hoy día el guía de la Iglesia cristiana se sienta en Roma, la antigua capital de la moral de señores, pero este pensador confía en que el nihilismo que se expande por Europa, y que consiste en vaciar de sentido este mundo, tenga un fin y renazca el Superhombre en nosotros cuando todos reconozcamos que Dios ha muerto, y que para el superhombre lo divino será él mismo. Un rasgo característico de la moral de esclavos triunfante es el resentimiento impotente contra aquellos que se salen del rebaño, a los cuales desea un castigo eterno, el infierno, ejecutado por la poderosa mano de Dios, el ser ficticio en el que descargan sus ansias de venganza. Los mediocres odian a quien sobresale, afirma Nietzsche, y en lugar de sobresalir ellos les desean el tormento. Por el contrario, el Superhombre no tendrá tiempo para el resentimiento contra los débiles, porque ante ellos él simplemente adoptará el pathos de la distancia, el sentimiento de que no se quiere mezclar con los infelices que odian este mundo. El Superhombre no desea el infierno para nadie, contrariamente a los grandes odiadores que predican un amor al prójimo que sólo es la máscara de un odio profundo, sordo, impotente. _____________________________________________________________________________ _______ “Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y el león, por fin en niño […] ¿Qué es pesado? así pregunta el espíritu paciente, y se arrodilla, igual que el camello, y quiere que se le cargue bien […] ¿Acaso no es: humillarse para hacer daño a la propia soberbia? ¿Hacer brillar la propia tontería para burlarse de la propia sabiduría? […] Con todas estas cosas, las más pesadas de todas, carga el espíritu paciente: semejante al camello que corre al desierto con su carga, así corre él a su desierto. Pero en lo más solitario del desierto tiene lugar la segunda transformación: en león se transforma aquí el espíritu, quiere conquistar su libertad como se conquista una presa, y ser señor en su propio desierto. Aquí busca a su último señor: quiere convertirse en enemigo de él y de su último dios, con el gran dragón quiere pelear para conseguir la victoria. ¿Quién es el gran dragón, al que el espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios? “Tú debes”, se llama el gran dragón. Pero el espíritu del león dice “yo quiero” […] Crear valores nuevos -tampoco el león es aún capaz de hacerlo: mas crearse libertad para un nuevo crear- eso sí es capaz de hacerlo el poder del león. Crearse libertad y un no santo incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, es preciso el león […] Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha podido hacerlo? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño? Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí […] Tres transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño” NIETZSCHE, Así habló Zarathustra. Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea a) b) c) d) e) 2. Con respecto al texto: a. Sitúa al autor en su momento histórico (0,25) b. Señala el tema o el problema del texto (0,25) c. Indica las ideas principales (0,5) d. Muestra las relaciones entre ellas (0,5) e. Explícalas (1) El tema del texto son las tres transformaciones que Nietzsche cree necesarias para superar al hombre occidental venido a menos por la educación platónico-cristiana y devolverle su original creatividad inocente, la que es propia de un niño y del superhombre. En cuanto al momento histórico, habría que señalar que la vida de Nietzsche abarca la segunda mitad del siglo XIX, un período muy convulso y agitado en el que se entrecruzan diversos movimientos de transformación políticos, sociales y económicos: la segunda industrialización, el crecimiento del capitalismo, un gran progreso científico, así como enfrentamientos entre tendencias opuestas como el liberalismo, el tradicionalismo, el socialismo, el anarquismo..., enfrentamientos que darán lugar a luchas nacionales, guerras territoriales y revoluciones sociales. Se trata, en definitiva, de una época en la que los viejos ideales de la Ilustración empiezan a derrumbarse, siendo Nietzsche uno de sus mayores críticos. Las ideas principales son las tres transformaciones o metamorfosis: 1. El espíritu del hombre se convierte en camello: adopta una actitud sumisa y sacrificada, de aceptación de una pesada carga de valores transcendentes y negadores de la vida. 2. En un determinado momento, el camello se transforma en león, desembarazándose de la pesada carga anterior, quiere ser libre. 2.1. El león se define por su enemigo: el dragón, el deber externo a cuya derrota se consagra, aunque el éxito en esa lucha no le proporciona la creatividad moral necesaria, pues para ello tendrá que transformarse una vez más. 3. La nueva metamorfosis convierte al león en niño, en un ser que sea capaz de crear nuevos valores, valores afirmadores de la vida. La estructura del texto es muy sencilla: se trata de la enumeración de tres metamorfosis expresadas en lenguaje metafórico, que reflejan tres actitudes axiológicas. La del camello, actitud de sumisión, de negación de libertad, de aceptación de una moral de esclavos, de aceptación de unos valores decadentes y antivitales. La del león que rechaza toda sumisión, que se libera de la anterior carga, pero que corre el peligro de quedarse sólo en eso, en sólo haberse liberado y no saber crear nuevos valores afirmadores de la vida, ascendentes. Por eso se necesita una nueva metamorfosis, la del león en el niño que es capaz de inventar o crear nuevos valores afirmativos, como si fuera un juego. Nietzsche describe aquí estas tres transformaciones del espíritu humano porque cree que son las que necesita el hombre occidental, el cual lleva encima la pesada carga de la tradición cristiana y platónica. En la primera figura del espíritu, el camello, queda simbolizado el creyente que se humilla ante otro más grande que él, sea Dios o la Verdad racional; y que hace de la negación de sí mismo una virtud. Es preciso señalar que el Cristianismo (o cualquier religión) y el platonismo son para Nietzsche similares, porque inculcan ambos esta primera figura del espíritu: le señalan al ser humano que lo valioso está fuera de sí, y que lo que él lleva dentro no merece la pena. Debe agacharse, obedecer a esa otra instancia superior, y desconocerse a sí mismo para trascenderse. Ya sea en el lenguaje creyente o en el más sofisticado de los racionalistas, ambas tradiciones han logrado taponar el torrente de fuerza creadora (voluntad de poder) que toda persona es desde su infancia, y que era la cultura occidental en su fase clásica, griega o romana. Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea La segunda fase, el león, es el necesario momento rebelde que destruye toda pesada carga y se rebela contra sus amos, pero se pierde porque no sabe aún construir valores que le guíen. Es un momento necesario, pero insuficiente. El niño es la figura del superhombre: inocente, desconocedor de la culpa y del pecado, activo jugador que explora el mundo y sus propias facultades sin ningún temor, asombrado de lo que encuentra y acepta con amor (“un santo decir sí”). Como un artista libre, mira al mundo desde la óptica del juego, no admite ninguna regla que no venga de sí mismo. También es olvido, porque el rencor es para Nietzsche algo característico del creyente, que destila todo su odio en un castigo eterno, el infierno, deseado por él a quienes aman esta vida sin pensar en otra, bajo el brazo ejecutor de un Dios omnipotente que es trasunto de su impotencia. Lejos de estas actitudes, el niño y el superhombre no tienen tiempo para el rencor, no pueden siquiera pararse a perdonar las ofensas, porque olvidan rápidamente lo que no merece la pena. Los gusanos del rencor no anidan en el cuerpo vivo del niño, sino en el muerto de quien está presa de la manía de los trasmundos. ¿Cómo hemos degenerado tanto, si en nuestro origen somos seres tan supremos? Para Nietzsche ha triunfado desde hace siglos en la cultura occidental la rebelión de los esclavos, que consiste en transvalorar los valores propios del superhombre (el riesgo, la superación, el amor a la vida, la voluntad de poder, el amor propio) señalándolos como algo negativo, ya sea pecados o errores. Tras siglos de enseñanza cristiano-racionalista, el europeo occidental tiene miedo de sí mismo, desprecia este valle de lágrimas y busca cargas que llevar con humillación y obediencia. Esto es lo que nuestro autor quiere romper con su mensaje del superhombre. Quien asuma la muerte de Dios anunciada por Zarathustra, es decir, la vaciedad de ese concepto, podrá superar el nihilismo en que sume al hombre la tradición occidental y mirar de frente este único mundo que tenemos, hasta el punto de poder soportar y desear su eterno retorno. En suma, podemos decir que el mensaje de Nietzsche es una exhortación a la autosuperación y a salir del rebaño, a buscarse a sí mismo y a vivir la vida con autenticidad, desde uno mismo. Esa es la actitud del superhombre, que no quiere confundirse con la plebe, sino que quiere buscar su propio camino. Un mensaje muy actual en nuestra sociedad de masas, en la que quizá sería la primera transformación del espíritu el consumidor en que se ha convertido el hombre occidental. “¿Pero cuántos géneros de oraciones hay? ¿Acaso aserción, pregunta y orden? Hay innumerables géneros: innumerables géneros diferentes de empleo de todo lo que llamamos «signos», «palabras», «oraciones». Y esta multiplicidad no es algo fijo, dado de una vez por todas; sino que nuevos tipos de lenguaje, nuevos juegos de lenguaje, como podemos decir, nacen y otros envejecen y se olvidan. (Una figura aproximada de ello pueden dárnosla los cambios de la matemática). La expresión «juego de lenguaje» debe poner de relieve aquí que hablar el lenguaje forma parte de una actividad o de una forma de vida. Ten a la vista la multiplicidad de juegos de lenguaje en estos ejemplos y en otros: dar órdenes y actuar siguiendo órdenes, describir un objeto por su apariencia o por sus medidas, fabricar un objeto de acuerdo con una descripción (dibujo), relatar un suceso, hacer conjeturas sobre un suceso, formar y comprobar una hipótesis, presentar los resultados de un experimento mediante tablas y diagramas, inventar una historia y leerla, actuar en teatro, cantar a coro, adivinar acertijos, hacer un chiste y contarlo, resolver un problema de aritmética aplicada, traducir de un lenguaje a otro, suplicar, agradecer, maldecir, saludar, rezar” Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea L. WITTGENSTEIN. Investigaciones filosóficas. § 23 1. Con respecto al texto: a) Sitúa al autor en su momento histórico (0,25), b) Señala el tema del texto (0,25), c) Indica las ideas principales (0,5), d) Muestra las relaciones entre ellas (0,5), e) Explícalas (1) A) Sobre el momento histórico del autor, puede decirse que la agitada vida de Wittgenstein es el reflejo de la convulsa época que le tocó vivir, especialmente las dos guerras mundiales, en la primera de las cuales participó como soldado. Asimismo, podría decirse que el lugar privilegiado que otorga a la ciencia en su primer periodo es reflejo de la creencia moderna en ella; así como el mensaje más plural de su segundo periodo puede verse como un reflejo del desengaño de la técnica y la ciencia que supusieron los acontecimientos de la segunda guerra mundial en la conciencia europea. B) El tema de este fragmento es la diversidad de usos del lenguaje, cada uno de los cuales es un juego con unos objetivos y unas reglas propias, siendo esa diversidad un conjunto que cambia continuamente. Es la tesis central de su segundo periodo. C) Las ideas principales del texto son: 1. Primero se pregunta por cuántos tipos de oraciones existen. 1.1 Se responde a sí mismo que son innumerables 1.2 Además su cantidad no es fija, sino que está sometida a la creatividad del hablante. 2 Los juegos del lenguaje que se crean al hablar recogen esta multiplicidad abierta. 2.1 Ese concepto recoge que hablar es una forma de vida. D) La relación entre esas ideas consiste en partir de una pregunta por la cantidad de oraciones que existen, y responder que esa cantidad es innumerable y abierta porque también lo son las diversas formas de vida de las cuales los juegos del lenguaje son expresión, de manera que la conclusión sería la unidad de las esencias del lenguaje y la vida. E) Este fragmento de las Investigaciones filosóficas es una muestra de cómo en su segundo período Wittgenstein amplió el estrecho marco positivista que al lenguaje otorgaba en su primer periodo, el del Tractatus. Para el autor del texto (y esta idea es válida en sus dos periodos, el del Tractatus y el de las Investigaciones) la filosofía no consiste en la tarea tradicional de elaboración de sistemas de verdades cerrados, sino en una actividad crítica que se debe llevar a cabo en el ámbito lingüístico: la filosofía debería ser análisis del lenguaje. Pero en su primer periodo, el análisis filosófico del lenguaje que propone nuestro autor excluye del sentido cualquier otro uso lingüístico que no sea el científico, ya sea empírico o lógico-matemático; mientras que el segundo Wittgenstein que vemos en este fragmento abre la posibilidad de que el lenguaje conste de una diversidad innumerable de usos, denominados por él juegos del lenguaje, cada uno de los cuales tiene sus propias reglas y sus propios objetivos, siendo la tarea de la filosofía entonces el análisis de esos diversos juegos, para que se respeten sus reglas, y para que no se busquen objetivos ajenos a cada juego. Por ejemplo, el lenguaje científico sería un juego que busca la verdad, y usa las reglas de la matemática; mientras que el lenguaje religioso buscaría el objetivo de dotar de sentido a la existencia humana, y sus reglas serían la oración, por ejemplo. La filosofía entendida como análisis del lenguaje deberá ocuparse de que no se apliquen las reglas de un juego en otro (por ejemplo, pretender la verdad empírica con el uso religioso del lenguaje, o buscar sentido a la existencia con el juego científico del lenguaje). Así entendida, la filosofía no enseña ningún tipo de verdad, sino que es un simple vigilante que busca que el hablante no haga trampas en sus juegos lingüísticos, o no se enrede con las diversas reglas. Porque de esas confusiones nacen los problemas filosóficos que tanto han dado que hablar a la Humanidad desde siempre, y que Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea no tienen solución porque no serían propiamente problemas, sino enredos del lenguaje, maneras incorrectas de plantear las cosas, o juegos incorrectos. La lista de usos del lenguaje con la que acaba el párrafo es un buen ejemplo de cómo el Wittgenstein en esta obra se aleja de su primera intransigencia positivista del Tractatus, que sólo admitía como lenguaje con sentido el lenguaje científico. De todas maneras, dentro de la ruptura en su trayectoria filosófica que suponen textos como este, pueden señalarse constantes en su pensamiento: además de concebir la filosofía como análisis crítico del lenguaje, Wittgenstein siempre creyó que los límites del lenguaje serían los límites del mundo de cada uno, ya sea exclusivamente el mundo de sentido científico, ya sea la diversidad de juegos que enumera aquí. Pero siempre el pensamiento estará encerrado en el lenguaje, para nuestro autor. Incluso las proposiciones de la religión, el arte, la ética o la metafísica, a las que el Tractatus despojaba de sentido cognoscitivo, son partes de diversos juegos del lenguaje que para ser bien usadas deberían respetar los objetivos y reglas de esos juegos a los que pertenecen. Por tanto, para el Wittgenstein de las Investigaciones filosóficas no se trata de establecer las condiciones de verdad de un lenguaje ideal, porque no habría ya un único lenguaje ideal (y aquí tenemos su ruptura con el Tractatus y con la escuela del positivismo lógico que inspiró), sino una multiplicidad de juegos, o usos. El filósofo analítico deberá examinar las reglas de uso del lenguaje común, en su diversidad de usos. Y de ahí parte la escuela de filosofía analítica, de la que el segundo Wittgenstein puede considerarse fundador por párrafos como este. Esta escuela, así como nuestro filósofo, conciben el lenguaje como un conjunto de reglas aprendidas por la costumbre en la práctica, de manera que el uso de determinadas palabras de acuerdo con una regla provoca comportamientos concretos en la comunidad (de ahí que a veces se haya tildado a Wittgenstein de conductista en cuanto a sus teorías sobre el uso del lenguaje). Si las reglas establecidas son respetadas, todo juego lingüístico particular será lícito. Si el análisis filosófico del lenguaje está encaminado a disolver los enredos filosóficos que se originan de no respetar las reglas de cada juego, como venimos diciendo, tenemos que para Wittgenstein la filosofía tiene una función terapéutica, no cognoscitiva. Elimina las preocupaciones filosóficas haciéndonos ver que son espejismos de un lenguaje mal usado. No es necesario resolver esos problemas, sino disolverlos. Esa es la terapia filosófica. “La vida humana es una realidad extraña, de la cual lo primero que conviene decir es que es la realidad radical, en el sentido de que a ella tenemos que referir todas las demás, ya que las demás realidades, efectivas o presuntas, tienen de uno u otro modo que aparecer en ella. La nota más trivial, pero a la vez la más importante de la vida humana, es que el hombre no tiene otro remedio que estar haciendo algo para sostenerse en la existencia. La vida nos es dada, puesto que no nos la damos a nosotros mismos, sino que nos encontramos en ella de pronto y sin saber cómo. Pero la vida que nos es dada no nos es dada hecha, sino que necesitamos hacérnosla nosotros, cada cual la suya. La vida es quehacer. Y lo más grave de estos quehaceres en que la vida consiste no es que sea preciso hacerlos, sino, en cierto modo, lo contrario; quiero decir, que nos encontramos siempre forzados a hacer algo, pero no nos encontramos nunca estrictamente forzados a hacer algo determinado, que no nos es impuesto este o el otro quehacer, como le es impuesta al astro su trayectoria o a la piedra su gravitación. Antes que hacer algo, tiene cada hombre que decidir, por su cuenta y riesgo, lo que va a hacer“. ORTEGA Y GASSET, “Historia como sistema” Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea Con respecto al texto: a) Sitúa al autor en su momento histórico (0,25), b) Señala el tema del texto (0,25), c) Indica las ideas principales (0,5), d) Muestra las relaciones entre ellas (0,5), e) Explícalas (1). a) Sobre el momento histórico, Ortega vivió la convulsión de la primera mitad del siglo XX, con el auge de las potencias europeas y las dos guerras mundiales que provocaron, la revolución soviética y el régimen a que dio lugar, así como el convulso periodo de la República española, la guerra civil y la dictadura que la siguió. Quizá estos acontecimientos llevaron a nuestro autor a desconfiar de la subordinación del individuo a cualquier sistema (ya sea marxismo o cualquier forma de fascismo), y a desear para España la integración en Europa, tras el desastre que le llevó al exilio por un tiempo. b) En cuanto al tema del texto, es el carácter radical de la vida, a la cual están subordinadas el resto de realidades; y la inevitable libertad del ser humano, que debe inventarse la vida propia desde cero, y que no puede evitar esa actividad si quiere ser humano. c) Estas son las ideas que aparecen en el texto: La realidad de la vida es la raíz del resto de realidades, que deberán definirse en función de ella, es decir, el hombre debería subordinar el resto de instancias (la razón, la ciencia, la moral, etc.) a ella, en lugar de que la vida sea la subordinada. La vida, en el ser humano, consiste en actividad, es un quehacer que no está prefijado por leyes físicas o instintos, sino que debe decidirlo cada uno inevitablemente desde su libertad. Es decir, para vivir el hombre concreto tiene que hacer algo, pero qué hace debe decidirlo él. Si no fuera así, viviría la vida de otro. Y si no hiciera nada, no viviría. d) La relación entre las ideas puede ser la siguiente: Se afirma al principio la tesis de que la vida humana es la realidad radical, pero una realidad extraña. A continuación se explican las razones de tal extrañeza: que aunque la vida sea quehacer, no nos encontramos nunca estrictamente forzados a hacer algo determinado. Termina el texto sacando una conclusión: cada hombre tiene que decidir, por su cuenta y riesgo lo que va a hacer. e) El tema que preocupa a Ortega en este texto es la vida concreta del individuo histórico, no la noción general de vida del ser humano abstracto. Influido por el existencialismo, nuestro autor considera que la tarea de la filosofía no tiene que ser el hallazgo de generalidades abstractas, sino por el contrario debería centrarse en el individuo concreto y real, que no debería caer presa de sistemas abstractos. La libertad humana es para Ortega una condición constitutiva del ser humano, del que podría decirse incluso que carece de esencia, porque es historia. Cada uno de nosotros es un quehacer que se va definiendo conforme va inventándose su vida, y todo ello debe hacerlo sin ninguna seguridad de éxito o de corrección de ningún tipo, meramente desde la soledad de nuestra propia libertad. La razón, asimismo, no es una instancia absoluta despegada de todo individuo, sino que por el contrario es una facultad incrustada en cada uno cuya función es estructurar ese quehacer vital. La razón es praxis, no teoría, para Ortega, y debería usarse para escribir la historia de cada uno, en lugar de buscar esencias supraindividuales de cuyo carácter absoluto duda nuestro autor. “Yo soy yo y mi circunstancia”, esta frase de Ortega viene a llamarnos la atención sobre el carácter contextual de cada individuo, que debería usar su razón (así como el resto de facultades) para insertarse en su contexto, hacerse a sus circunstancias, en lugar de salirse de ellas en busca de absolutos ideales. Sin caer en las corrientes irracionalistas tan propias del siglo XX, Ortega sí que relativiza mucho por tanto el tradicional valor absoluto que se le ha dado a la razón en Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea Occidente (crítica al cientifismo), y el valor de esa facultad lo establece cuando se pone al servicio de la vida concreta, cuando se convierte en la planificadora del quehacer cotidiano que debe decidir cada uno, y que acaba definiendo quién es cada uno. Yo soy lo que hago, y la decisión sobre mi hacer la tomaré libremente, asumiendo el riesgo de un ensayo del que no puedo esperar repetición. Esa es la circunstancia humana. Puesto que la razón no debe usarse prioritariamente para descubrir verdades absolutas, su uso lo define Ortega como la búsqueda de perspectivas: el individuo es finito, y su circunstancia también. La única ampliación de su vida será la capacidad de ponerse en el lugar de otros, de ver las cosas desde otros puntos de vista. Esto es el perspectivismo de Ortega: la razón no descubre absolutos, pero puede ayudar a no considerar un absoluto la propia posición desde el momento en que nos ofrece otros puntos de vista. De este perspectivismo se deriva lógicamente el mismo carácter asistemático de la filosofía de Ortega, cuya obra se compone en gran medida de ensayos y artículos periodísticos, y es que para él ni la razón ni el individuo concreto (dos realidades inseparables, según Ortega) pueden hacer abstracción de la realidad que nos rodea. Hay una copertenencia entre el individuo y su circunstancia, y la razón debe ser la mediadora. Esa es la verdad concreta en cuya búsqueda consiste el quehacer filosófico, y en eso consiste la razón vital de Ortega. “Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo, es responsable de todo lo que hace. El existencialista no cree en el poder de la pasión. No pensará nunca que una bella pasión es un torrente devastador que conduce fatalmente al hombre a ciertos actos y que por consecuencia es una excusa; piensa que el hombre es responsable de su pasión. El existencialista tampoco pensará que el hombre puede encontrar socorro en un signo dado sobre la tierra que le orienta; porque piensa que el hombre descifra por sí mismo el signo como prefiere. Piensa, pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar el hombre.” J. P. SARTRE, El existencialismo es un humanismo 1. Con respecto al texto: a) Sitúa al autor en su momento histórico (0,25), b) Señala el tema del texto (0,25), c) Indica las ideas principales (0,5), d) Muestra las relaciones entre ellas (0,5), e) Explícalas (1) a) El momento histórico que le tocó vivir a Sartre fue el convulso siglo XX, del que alcanzó a presenciar las dos guerras mundiales, y participó en la segunda combatiendo a los nazis en la resistencia francesa durante la ocupación de París. Durante la guerra fría se mostrará afín al pensamiento marxista, y será un líder de las revueltas estudiantiles de Mayo del 68 en París. También se manifestó continuamente por la descolonización de Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea b) c) d) e) Argelia. Es el clásico ejemplo de intelectual comprometido con la problemática política y cultural de su sociedad. En cuanto al tema del texto, es la idea central del pensamiento existencialista, que afirma la radical e ineludible libertad del individuo concreto, que debe arriesgarse a construir su vida desde un vacío que debe llenar tomando la responsabilidad de sus decisiones. Nada externo a él puede indicarle con garantías plenas la mejor manera de vivir, de manera que cada uno debe inventarse a sí mismo desde cero, y la vida sería un ensayo que no se podrá rectificar, y del que no conocemos realmente las reglas. Las ideas principales pueden ser las siguientes: 1. El hombre está solo en la tarea de construirse o inventarse. 2. Porque, de entrada, el hombre es un ser arrojado al mundo, sin esencia, sin determinar. 3. Y en esa tarea de inventarse, no hay nada (ninguna pasión ni signos) que le orienten en sus elecciones. 4. Y en el caso de que hubiera alguna pasión, es responsable de sus pasiones y si hubiera algún signo habrá de descífralo por sí mismo. 5. En consecuencia, cada hombre habrá de inventarse a sí mismo. En cuanto a las relaciones entre las ideas, el texto es una profundización o explicitación del significado de la radical libertad del ser humano. Si el hombre es radicalmente libre, esto quiere decir que nada puede haber que limite esa libertad: ni una pasión, sentimiento o instinto que le lleve a ciertos actos; ni ningún signo dado que le indique qué ha de hacer. En conclusión, estamos condenados a inventarnos solos. Por ello mismo, somos responsables de lo que hemos hecho de nosotros. Las ideas del texto son una muestra de la tesis central del existencialismo sartriano, que es la irrenunciable libertad que constituye la esencia del ser humano concreto. Como existencialista, este autor centra sus reflexiones en el individuo y se aleja de todo sistema de ideas que defina a priori lo que el ser humano concreto es. Por el contrario, Sartre piensa que el individuo no tiene esencia, sino historia, y que es en su historia particular donde va definiendo lo que es. Y cada uno se define a sí mismo libremente, que es lo mismo que sin referentes. A la hora de ir siendo lo que somos, al hacernos en nuestra vida concreta, que es la única manera de ir definiéndonos, es muy normal que cada uno de nosotros sienta lo que Kierkegaard llamaba “el vértigo de la libertad”, y que Sartre llama “angustia”, o “náusea”: es la sensación de pérdida o desorientación que inevitablemente tendrá que superar todo ser humano que asuma su existencia como la tarea desde cero que plantean los existencialistas que es. Debemos hacernos a nosotros mismos sin ayuda externa, sin ningún referente (Dios, valores, sistemas teóricos) que nos oriente, y aceptando la duda como condición ineludible de una existencia auténtica. Aferrarse a hipotéticos referentes externos (Dios, valores morales o verdades objetivas) no es más que una forma de cobardía, para Sartre. Cada uno debe inventarse a sí mismo desde la nada, porque existir es estar arrojado a un vacío que debe ser llenado desde uno mismo. Por eso comienza el texto con esa afirmación tan rotunda: “Estamos solos, sin excusas”, y ese es el significado de esa frase tan citada, “el hombre está condenado a ser libre” es decir, la libertad es la esencia del ser humano, y si esa libertad es vivida angustiosamente como desorientación en medio de la existencia, pues esa es la condena que cada individuo debe asumir como parte de la vida humana concreta. El existencialismo sartriano es vivir con una duda, acostumbrarse a la incertidumbre, asumir la condición de ser inacabado que siempre tenemos. Asumir que la vida es un ensayo del que no podemos tener referencias previas o externas para hacerlo mejor, y que incluso no podremos evaluar sus resultados, porque cuando acabe ya no estaremos. El ateísmo, la libertad como Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea condena y el reto de la existencia auténtica se implican en el filósofo francés, y su filosofía un exhortación a superar esa náusea que produce la soledad humana. La radical libertad de cada uno, y su ineludible responsabilidad, llevan en el texto incluso a desconfiar de la sobrevaloración de las pasiones, algo muy frecuente hoy día según Sartre, a las cuales uno siempre puede oponerse si realmente se lo propone, por muy fuerte que sea. Si somos arrastrados por ellas, es porque nos dejamos arrastrar. No hay excusas a la responsabilidad de cada uno, aunque sea frecuente buscar esas soluciones fáciles. Igualmente, en el texto rechaza la presencia de sistemas comunes de significado que orienten al ser humano en su entorno cultural: “el hombre descifra por sí mismo el signo como prefiere”, algo que liga a Sartre con las corrientes postmodernas que introducen algún grado de relativismo en la cultura. Aunque no coincida con ellas en los presupuestos, vemos que la radical libertad que atribuye al individuo le lleva incluso a negar la objetividad de los productos culturales, que vendrían a ser puras interpretaciones, como afirman esas corrientes. La filosofía de Sartre es por tanto la negación de todo fundamento a la existencia humana, y en ese sentido es una crítica a la modernidad: “El hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar el hombre”. La constitutiva libertad que debemos asumir nos impide saber con certeza que la Razón, Dios, los Valores o la Belleza nos puedan orientar en el proyecto que es nuestra vida concreta. Todo eso han sido creaciones particulares hechas por hombres particulares, que podrían ayudarnos, pero que en ningún momento nos salvan del hecho de que la vida propia, si es auténtica, es un salto al vacío, un encadenamiento de decisiones y elecciones que vamos haciendo sin garantías de ser las correctas. Vivir es ir eligiendo en medio de la duda, y al asumir esta incertidumbre es cuando podríamos ir construyendo nuestra propia esencia humana, que de esta manera será diferente de la de cualquier otro ser humano. El individuo es irreductible, no solo ante cualquier sistema teórico, sino incluso ante cualquier otro individuo. Universos inconmensurables, los individuos que se van inventando a sí mismos están condenados a convivir, y ahí radica otro de los males que señala Sartre para nosotros: “El infierno son los otros”, dirá este autor, en el sentido que nos encontramos en medio de otras personas a las que jamás podremos entender del todo, porque la libertad humana ineludible lleva a la absoluta diversidad de todos. Queremos ser semejantes y convivir con placidez con todos, pero esta tarea se ve muy dificultada por el hecho de que a la base de cada existencia individual está una libertad que no sólo angustia a cada uno, sino que además puede alejarnos entre nosotros al volvernos irremediablemente incomprensibles para el otro. Por eso Sartre define al ser humano como un absurdo y una “pasión inútil”, y llega a afirmar que la comunicación humana es imposible. “[Cuando hay un debate ético en el que participan personas de diferentes credos religiosos y diferentes culturas] las perspectivas iniciales de los participantes, que tienen su raíz en su propia religión y cultura, van “descentrándose” [los participantes van dejando de ver todo desde su propia perspectiva para ir poniéndose en el lugar de los otros] cada vez con más fuerza […] a medida que el proceso de interrelación mutua de las diferentes perspectivas se va acercando a la meta de la inclusión completa. Resulta interesante constatar que la práctica de la argumentación ética apunta ya, por su propia Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea dinámica, en esta dirección de que el participante en un debate ético salga de su propia y exclusiva posición para incluirse en la posición del otro. Si atendemos al punto de vista del diálogo, bajo el cual sólo obtienen aceptación aquellas normas morales que son igualmente buenas para todos, el discurso racional aparece como el procedimiento más apropiado [para resolver un conflicto ético], ya que se trata de un procedimiento que asegura la inclusión de todos los afectados y la consideración equitativa de todos los intereses en juego” J. HABERMAS, “Acción comunicativa y razón sin trascendencia”, en Entre naturalismo y religión Con respecto al texto: a) Sitúa al autor en su momento histórico (0,25), b) Señala el tema del texto (0,25), c) Indica las ideas principales (0,5), d) Muestra las relaciones entre ellas (0,5), e) Explícalas (1) a) El autor, J. Habermas, es un filósofo vivo en la actualidad que desde posiciones izquierdistas analiza algunos de los problemas actuales: el nacionalismo, la emigración, el multiculturalismo, el cientifismo… b) El texto aborda el problema de cuál es el procedimiento más apropiado para resolver los conflictos en cuanto normas morales que se producen en nuestro mundo multicultural entre las diversas culturas y religiones. c) Las ideas principales del texto son las siguientes: Cuando las personas dialogan teniendo culturas diferentes empiezan estando centrados en su cultura pero poco a poco son capaces de ponerse en el punto de vista de las otras culturas. La meta sería que fueran capaces de incluir completamente la posición de los otros. Argumentar en ética implica por su propia lógica ser capaz de ver las cosas también desde el punto de vista de los otros. Dialogar en ética supone aceptar sólo las normas morales que son buenas para todos. El procedimiento más apropiado para resolver los conflictos multiculturales es el diálogo racional, que implica la participación de todos y la consideración de los intereses de todos. d) La estructura del texto: Constatación de un hecho: en los debates éticos multiculturales las personas poco a poco son capaces de salir de su punto de vista y ponerse en la piel de los otros. Constatación de una tendencia o dinámica: la anterior observación le sirve a Habermas para comprender la dinámica de las argumentaciones en ética: dialogar en ética es ser capaz de ponerse en el punto de vista de los otros. Conclusión: el discurso racional aparece como el procedimiento más apropiado para resolver un conflicto ético. o Condición: si entendemos que se da realmente un diálogo cuando sólo obtienen aceptación aquellas normas morales que son igualmente buenas para todos. o Razón: ya que se trata de un procedimiento que asegura la inclusión de todos los afectados y la consideración equitativa de todos los intereses en juego. e) Explicación de las ideas principales: vivimos en un mundo multicultural en el que sobre las cuestiones éticas hay perspectivas diversas, debido a las diferentes religiones y culturas, pues la cultura en la que nacemos es como la perspectiva desde la que vemos todo; cuando se da un debate sobre las normas morales entre gente de cultura o religión diferente, los participantes van dejando de ver todo desde su Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea propia perspectiva para ir poniéndose cada vez más en el lugar de los otros; bueno, quizás eso no sea siempre así, pero Habermas quiere decir que el verdadero diálogo ético implica esto, porque si todos siguieran inamovibles en sus posiciones iniciales, no habría diálogo, ya que no tiene sentido debatir una cuestión si los que debaten no tienen la más mínima intención de escuchar al otro y de, quizás, cambiar sus ideas. Teniendo en cuenta esto, comprendemos que dialogar con otros argumentando en cuestiones éticas significa salir del propio punto de vista y ser capaz de entender los puntos de vista y los intereses de los otros, lo que significa que no hay diálogos éticos, ni ética misma, si no se da una cierta imparcialidad; ser bueno implica ir abandonando la propia perspectiva, dejar el egoísmo de la propia perspectiva e ir incluyendo en la manera de pensar los puntos de vista diferentes de los propios. A partir de ahí se deduce que el procedimiento más moral para resolver los conflictos morales es un diálogo en condiciones de igualdad; si hay condiciones de igualdad en el diálogo sólo se aceptarán aquellas normas morales que sean igualmente buenas para todos; la razón por la que Habermas saca esa conclusión es que es el único procedimiento que asegura la inclusión de todos los afectados y la consideración igualitaria de todos los intereses en juego. En conclusión, según Habermas, en un mundo multicultural y conflictivo como el nuestro la ética consiste en el diálogo, la igualdad y la imparcialidad. VISIÓN PANORÁMICA DE LA FILOSOFÍA DEL S. XIX. En la época contemporánea podríamos decir que hay una primera etapa de optimismo y de confianza en las fuerzas del hombre, en su razón y su libertad, lo que se manifiesta en la filosofía del Idealismo alemán, que ofrece el reflejo idealista del optimismo con que la sociedad burguesa naciente sentía sus principales valores, la libertad de la Revolución francesa y la razón del siglo de la Ilustración, y presenta al hombre como expresión en el mundo de la Razón infinita. Luego en la parte central del siglo XIX empieza a tomarse conciencia de los graves problemas e injusticias que se están produciendo en el proletariado; esto se refleja en una filosofía de la revolución como la de Marx, que quería acabar con el capitalismo e implantar el comunismo, o en filosofías reformistas, como el positivismo de Comte, que proponía abandonar la religión y la filosofía, ir a lo científico y organizar científicamente la sociedad, o el liberalismo utilitarista de J.S. Mill, que luchó por conseguir la felicidad para la mayor cantidad de gente posible, mediante la educación y el voto de mujeres. Aunque se va dando una mejora de los aspectos económico, social y político de las masas populares, sin embargo al final de siglo aparece el pensamiento de Nietzsche que pone en tela de juicio absolutamente todo: la religión, la moral, la ciencia, la política… Posiblemente los dos movimientos más importantes, surgidos ambos, en cierto modo, del rechazo al absolutismo racionalista hegeliano, son el marxismo y el vitalismo. A lo que, en términos generales, se opone Marx es al idealismo que impregna todo el pensamiento de Hegel. Un idealismo que se manifiesta en todas las facetas de su filosofía. Marx va a enfrentarse a Hegel desde un planteamiento materialista. - - Mientras que para Hegel la esencia del hombre es la “autoconcienca”, el “espíritu”, la “razón”, Marx se opone y piensa que hay que superar esa antigua concepción del hombre como ser teórico. Nos dirá que el hombre es un ser activo, práctico, siendo su actividad principal el trabajo. Si hay que hablar de esencias, la esencia del hombre es la laboriosidad, el trabajo, la producción, a través de la cual se hace a sí mismo, entra en relación con la naturaleza y con los otros hombres. Mientras que Hegel entendía la historia como el proceso de conquista de la libertad, pero una libertad espiritual, la consecución de la autonomía de la razón; Marx requiere que la historia debe ser el proceso de una liberación real, no sólo en el pensamiento, la cual sólo se Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea logrará a través del trabajo, pero de un trabajo en el que el hombre no se aliene, sino que realice su propia esencia. Mientras que Hegel afirmaba que todo es racional, significando esto que todo concordaba con la razón, Marx nos va a decir que no, que en absoluto todo lo que hay es justificable racionalmente. En muchas ocasiones hay situaciones que la razón no puede justificar. Hegel defendió que la realidad es móvil, que se desenvuelve a lo largo de la historia. En este punto estarían de acuerdo, aunque señalen condiciones distintas de tal desarrollo. Para Hegel la realidad era de naturaleza dialéctica. También para Marx. Pero la contradicción, motor de ese devenir dialéctico no es ideal, sino real. El motor del cambio de la realidad es la lucha del hombre ante la naturaleza y de unos hombres frente a otros en el trabajo (lucha de clases). En coherencia con todo lo anterior, si la filosofía para Hegel es la expresión de modo sistemático, en conceptos, del desenvolvimiento de la realidad, es decir, la interpretación teórica de la realidad, en la 11ª tesis contra Feuerbach, Marx dice: “Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo” (Filosofía de la acción). Hegel defendía que la dialéctica era el modo apropiado, Marx también defendería esto. Pero interpretando de modo distinto ese método, quitándole el enfoque idealista que tiene en Hegel. Piensa Marx que para no caer en el idealismo que él critica, toda filosofía ha de partir de la realidad social concreta en que el filósofo vive y piensa. Es esa la premisa fundamental de la que debe partir toda filosofía. La otra corriente es el vitalismo, una corriente filosófica que sitúa en el centro de su reflexión el fenómeno de la vida. Un movimiento que ha sido caracterizado clásicamente por su irracionalismo, pero que no renuncia a la razón. Simplemente intenta explicar algo tan confuso, tan contradictorio, tan poético y miserable, tan bello y doloroso como es la vida. Y para ello la razón, la razón científica es un instrumento inapropiado. La realidad en su continuo fluir no se alcanza con los conceptos universales, sino con una intuición más o menos irreal o supranacional, no se puede alcanzar a menudo con el razonamiento establecido y socialmente aceptado, sino a través de una intuición personal, muchas veces irracional, producto de una razón entendida de modo menos restrictivo. También característico de este movimiento es su pluralismo, ya que la vida es un fenómeno tan complejo que no se puede interpretar en una sola dirección. Asimismo, es un rasgo importante lo que se ha dado en llamar actualismo: No existe sino el presente, no hay sino movimiento, vida, devenir. El futuro es una forma de no ser y, por tanto, hipotecarse al futuro es una forma de morir. Es el vitalismo, entonces, un movimiento no sólo de análisis de la vida, sino de exaltación de la vida en toda su gran amplitud y no sólo de exaltación de la vida, sino de incitación a vivir, a meternos dentro de esa variedad sin sucumbir a la tentación de quedarnos en una sola parcela para así poder manejarnos mejor, aún a costa de renunciar a un montón de bellezas, de goces y de dolores, también, que harían que viviésemos esa vida en total plenitud. (Cfr. F. Savater. Nietzsche. Barcanova. Barcelona 1982). El representante más importante es Nietzsche. Ambas corrientes, junto con el positivismo, abren el camino de la filosofía del siglo XX. VISIÓN PANORÁMICA DE LA FILOSOFÍA DEL S. XX. El siglo XX es un siglo muy complejo. En los inicios sigue las tendencias del siglo XIX: liberalismo económico – político, crecimiento científico – tecnológico y lucha de partidos obreros por ampliar los derechos políticos y económicos. En esta época se crea el positivismo lógico y la filosofía analítica, ambos consecuencia de las teorías del primer y segundo Wittgenstein, que se caracterizan por su admiración y respeto por las ciencias naturales y por su defensa del empirismo y que tiene como objeto principal el análisis del lenguaje. El primero analiza fundamentalmente Pregunta tus dudas en clase o a jmanuelchez@gmail.com. Filosofía conemporánea el lenguaje científico, único lenguaje posible. El segundo hace un análisis del lenguaje ordinario en los distintos contextos en los que se emplea, es lo que llaman “juegos del lenguaje”. Pero las dos guerras mundiales, sobre todo la segunda, supusieron una crisis en las conciencias de las personas, con consecuencias en la sociología y la filosofía occidentales. El existencialismo (1927-1950 aprox.) intenta responder a esta sensación de vivir una vida sin sentido y a esta gran decepción. En cualquier caso, se considera la existencia como la realidad radical del ser humano y la libertad como condición necesaria. Cada uno ha de afrontar la construcción de su propia vida sin ningún tipo de apoyo. El representante más conocido es Sartre. Frente a esa terrible experiencia hubo también otra respuesta, la de la llamada “Escuela de Francfort”, grupo de filósofos alemanes de tendencia marxista que querían hacer un análisis de las cosas que funcionaban mal en la sociedad para cambiarlas y que no se volvieran a repetir esos desastres. Critican la alienación a la que están sometidos los individuos, en aras al pretendido progreso tecnológico, que no es un progreso en humanidad o un progreso moral. Por eso también se llama “teoría crítica” (1923 – 1968). Habermas es de otra generación, pero de alguna manera podríamos considerarle sucesor de los principales miembros de la Escuela de Francfort, pues sigue los postulados de la teoría crítica, pero señalando la existencia de una racionalidad dialógica que nos invita a dialogar en condiciones de igualdad sobre nuestros problemas, de manera que el acuerdo sobre normas morales al que lleguemos y que puedan aceptar todos los afectados se convertirá en un acuerdo racional y obligatorio. Es lo que se conoce como ética dialógica y que se basa en la conocida como “situación ideal de habla”. En la tercera parte del siglo XX nuestro mundo está caracterizado por la mundialización de la economía de mercado y sus recurrentes crisis, por la expansión de las nuevas tecnologías, por la inmigración, el multiculturalismo y por la proliferación de movimientos de resistencia (feminismo, ecologismo, movimiento gay o movimientos anti-sistema). La filosofía de la postmodernidad (19792003, aprox.) es la respuesta a este mundo: critica el que se quiera defender un mundo uniforme y unívoco, la soberbia de creer que se puede dar fundamento y sentido a todo desde la razón, la vanidad del etnocentrismo europeo que se cree superior al resto del mundo o la sacralización de las grandes palabras de la modernidad (verdad, libertad, justicia, progreso). Su mirada es la de la contingencia, la reversibilidad, la fragmentación, la pluralidad, la interpretación, a diferencia… En cuanto a la filosofía española, habría que decir que en el último tercio del XIX se revitaliza por el contacto con las filosofías europeas, lo que producirá sus frutos en los inicios del siglo XX. Destacaremos a Unamuno y Ortega, para los que, desde posiciones diversas, los temas centrales son la existencia, la vida y la historia. A partir de los años sesenta, se produce otra revitalización y la filosofía española se abre totalmente a las corrientes europeas. 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