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40 CATEQUESIS POR MONS. ESTEBAN ESCUDERO OBISPO DE PALENCIA EL SACRAMENTO DEL ORDEN La misión confiada por Cristo a sus Apóstoles. Cristo, el Señor, para conducir al Pueblo de Dios y hacer que todos sus miembros lleguen a la salvación, instituyó en su Iglesia diversos ministerios, dándoles una potestad sagrada al servicio de sus hermanos. Los Apóstoles recibieron directamente del Señor el poder de enseñar, santificar y gobernar en su propio nombre y autoridad y, antes de morir, lo transmitieron a quienes les sucedieron a través del sacramento del Orden. El Catecismo de la Iglesia Católica define así este sacramento: “El Orden es el sacramento gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento del ministerio apostólico. Comprende tres grados: el episcopado, el presbiterado y el diaconado”. El sacramento del Orden se confiere por la imposición de manos sobre el candidato y la oración de consagración, distinta según los grados. Los obispos y los presbíteros representan a Cristo y participan de su sacerdocio. Los diáconos son ordenados para el ejercicio de la caridad. La presencia de Cristo en sus sacerdotes no debe ser entendida como si éstos estuviesen exentos de todas las flaquezas humanas, del afán de poder, de errores, es decir, del pecado. Ahora bien, al actuar en nombre de Cristo, representan al Señor en la comunidad eclesial y confieren la gracia santificante a través de los sacramentos. Si bien todos los fieles cristianos están llamados a la santidad, los sacerdotes – obispo y presbíteros-, en virtud de la especial consagración que reciben por el sacramento del Orden, están llamados especialmente a alcanzar la perfección evangélica, pues, aunque el Señor puede conceder su gracia incluso a través de ministros indignos, la eficacia del apostolado de los sacerdotes depende ordinariamente del ejemplo de su vida ante sus feligreses. El ministerio de los obispos. El concilio Vaticano II enseña que los obispos reciben la plenitud del sacramento del Orden. Los obispos, en comunión con el Papa y siempre bajo su autoridad, forman el colegio episcopal, en el cual se continúa la misión que Cristo encomendó a los doce Apóstoles. El obispo de Roma es el Vicario de Cristo en la tierra, en cuanto sucesor de San Pedro. Cada obispo por su parte es sucesor de los Apóstoles. El obispo es el principio de unidad y de comunión de los fieles en su diócesis. Su misión principal, por consiguiente, es reunir en la comunión de la Iglesia las distintas comunidades cristianas (parroquias, congregaciones religiosas, movimientos laicales, etc.) para formar una diócesis o Iglesia particular. Como representante principal de Cristo en ella, ejerce en nombre del Señor las funciones de enseñar, de santificar y de regir a sus diocesanos. Además, en cuanto transmisor cualificado de la tradición de la Iglesia, es el maestro de la fe del pueblo de Dios. En cuanto sumo sacerdote, santifica al pueblo celebrando las funciones litúrgicas más solemnes y administrando todos los sacramentos. Igualmente, el obispo como representante de Cristo, gobierna la Iglesia particular que se le ha confiado a través de sus enseñanzas, el ejemplo de su vida y la autoridad recibida del Señor para servicio de su pueblo. El ministerio de los presbíteros. Los presbíteros, cooperadores necesarios y ayuda imprescindible del orden episcopal, forman, junto con su obispo, un solo presbiterio, dedicado a diversas tareas pastorales. Los presbíteros participan igualmente de la misión de enseñar, de santificar y de regir al Pueblo de Dios. Por el Bautismo introducen a los hombres en la Iglesia de Cristo; por el Sacramento de la Penitencia reconcilian a los pecadores con Dios y con la Iglesia; con el sacramento de la Unción alivian a los enfermos; con la celebración, sobre todo, de la misa ofrecen sacramentalmente el Sacrificio de Cristo. En la administración de todos los sacramentos, los presbíteros participan del ministerio del obispo, y así lo hacen presente en cierto modo en cada una de las asambleas de los fieles. La misión de los diáconos. Los diáconos reciben el sacramento del Orden a fin de ayudar al obispo principalmente en las funciones de caridad para con los más necesitados. En las funciones litúrgicas, el diácono puede leer y explicar el evangelio, presidir matrimonios y exequias y distribuir la comunión a los fieles. Con determinadas condiciones pueden estar casados y ejercer las funciones propias del diaconado de modo permanente durante toda su vida. TEXTOS DEL COMPENDIO DEL CATECISMO 326. ¿Cuál es el efecto de la Ordenación episcopal? La Ordenación episcopal da la plenitud del sacramento del Orden, hace al Obispo legítimo sucesor de los Apóstoles, lo constituye miembro del Colegio episcopal, compartiendo con el Papa y los demás obispos la solicitud por todas las Iglesias, y le confiere los oficios de enseñar, santificar y gobernar. 328. ¿Cuál es el efecto de la Ordenación presbiteral? La unción del Espíritu marca al presbítero con un carácter espiritual indeleble, lo configura a Cristo sacerdote y lo hace capaz de actuar en nombre de Cristo Cabeza. Como cooperador del Orden episcopal, es consagrado para predicar el Evangelio, celebrar el culto divino, sobre todo la Eucaristía, de la que saca fuerza todo su ministerio, y ser pastor de los fieles. 330. ¿Cuál es el efecto de la Ordenación diaconal? El diácono, configurado con Cristo siervo de todos, es ordenado para el servicio de la Iglesia, y lo cumple bajo la autoridad de su obispo, en el ministerio de la Palabra, el culto divino, la guía pastoral y la caridad. 334. ¿Se exige el celibato para recibir el sacramento del Orden? Para el episcopado se exige siempre el celibato. Para el presbiterado, en la Iglesia latina, son ordinariamente elegidos hombres creyentes que viven como célibes y tienen la voluntad de guardar el celibato «por el reino de los cielos» (Mt 19, 12); en las Iglesias orientales no está permitido contraer matrimonio después de haber recibido la ordenación. Al diaconado permanente pueden acceder también hombres casados. 336. ¿Con qué autoridad se ejerce el sacerdocio ministerial? Los sacerdotes ordenados, en el ejercicio del ministerio sagrado, no hablan ni actúan por su propia autoridad, ni tampoco por mandato o delegación de la comunidad, sino en la Persona de Cristo Cabeza y en nombre de la Iglesia. Por tanto, el sacerdocio ministerial se diferencia esencialmente, y no sólo en grado, del sacerdocio común de los fieles, al servicio del cual lo instituyó Cristo. ORACIÓN Oh Dios, que para gloria tuya y salvación del género humano constituiste a tu Hijo único sumo y eterno sacerdote, concede a quienes él eligió para ministros y dispensadores de sus misterios la gracia de ser fieles en el cumplimiento del ministerio recibido. Por N.S.J. Amén.