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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL EN LENGUA ESPAÑOLA Unicuique suum Año XLVI, número 19 (2.364) Non praevalebunt Ciudad del Vaticano 9 de mayo de 2014 La preocupación del Pontífice por la grave situación en el país Paz para Ucrania Y oración por las víctimas del corrimiento de tierra en Afganistán Una invitación a rezar por Ucrania y por las víctimas del corrimiento de tierra que se produjo en la provincia de Badakhshan, Afganistán, dirigió el Papa Francisco a los fieles que participaron en el Regina caeli del domingo 4 de mayo, en la plaza de San Pedro. Antes de recitar la oración Queridos hermanos ¡buenos días! y hermanas, El Evangelio de este domingo, que es el tercer domingo de Pascua, es el de los discípulos de Emaús (cf. mariana el Pontífice habló del episodio evangélico de los discípulos de Emaús, invitando a los cristianos a avivar en el corazón «el calor de la fe y de la esperanza» a través de la meditación de la Palabra de Dios y la comunión durante la misa. Lc 24, 13-35). Estos eran dos discípulos de Jesús, los cuales, tras su muerte y pasado el sábado, dejan Jerusalén y regresan, tristes y abatidos, hacia su aldea, llamada precisamente Emaús. A lo largo del camino Jesús Enfrentamientos en el centro de Odesa, Ucrania (Ansa) Agradecimiento del Papa a la Guardia Suiza Pontificia Detrás de esos uniformes Vuestro servicio es «un auténtico testimonio, porque expresa concretamente el deseo de entregarse a una tarea importante y de gran responsabilidad». Así agradeció el Pontífice a la Guardia Suiza Pontificia, su servicio a la Santa Sede en el día del aniversario del Saqueo de Roma de 1527. PÁGINAS 6 Y 7 resucitado se les acercó, pero ellos no lo reconocieron. Viéndoles así tristes, les ayudó primero a comprender que la pasión y la muerte del Mesías estaban previstas en el designio de Dios y anunciadas en las Sagradas Escrituras; y así vuelve a encender un fuego de esperanza en sus corazones. Entonces, los dos discípulos percibieron una extraordinaria atracción hacia ese hombre misterioso, y lo invitaron a permanecer con ellos esa tarde. Jesús aceptó y entró con ellos en la casa. Y cuando, estando en la mesa, bendijo el pan y lo partió, ellos lo reconocieron, pero Él desapareció de su vista, dejándolos llenos de estupor. Tras ser iluminados por la Palabra, habían reconocido a Jesús resucitado al partir el pan, nuevo signo de su presencia. E inmediatamente sintieron la necesidad de regresar a Jerusalén, para referir a los demás discípulos esta experiencia, que habían encontrado a Jesús vivo y lo habían reconocido en ese gesto de la fracción del pan. El camino de Emaús se convierte así en símbolo de nuestro camino de fe: las Escrituras y la Eucaristía son los elementos indispensables para el encuentro con el Señor. También nosotros llegamos a menudo a la misa dominical con nuestras preocupaciones, nuestras dificultades y desilusiones... La vida a veces nos hiere y nos marchamos tristes, hacia nuestro «Emaús», dando la espalda al proyecto de Dios. Nos alejamos de Dios. Pero nos acoge la Liturgia de la Palabra: Jesús nos explica las Escrituras y vuelve a encender en nuestros corazones el calor de la fe y de la esperanza, y en la Comunión nos da fuerza. Palabra de Dios, Eucaristía. Leer cada día un pasaje del Evangelio. Recordadlo bien: leer cada día un pasaje del Evangelio, y los domingos ir a recibir la comunión, recibir a Jesús. Así sucedió con los discípulos de Emaús: acogieron la Palabra; compartieron la fracción del pan, y, de tristes y derrotados como se sentían, pasaron a estar alegres. Siempre, queridos hermanos y hermanas, la Palabra de Dios y la Eucaristía nos llenan de alegría. Recordadlo bien. Cuando estés triste, toma la Palabra de Dios. Cuando estés decaído, toma la Palabra de Dios y ve a la misa del domingo a recibir la comunión, a participar del misterio de Jesús. Palabra de Dios, Eucaristía: nos llenan de alegría. Por intercesión de María santísima, recemos a fin de que cada cristiano, reviviendo la experiencia de SIGUE EN LA PÁGINA 2 Misa de acción de gracias en la iglesia romana de San Estanislao La piedra y la roca Discurso a la Acción católica italiana Dinamismo misionero PÁGINA 3 Al Consejo de asuntos económicos Transparencia y eficiencia al servicio del Evangelio PÁGINA 11 PÁGINA 5 L’OSSERVATORE ROMANO página 2 viernes 9 de mayo de 2014, número 19 Visita a la Academia eclesiástica pontificia Las raíces reales de la profecía Ha sido un signo de atención especial y paterna la visita que el Papa realizó de forma privada a la Academia eclesiástica pontificia. Allí pasó toda la tarde del viernes 2 de mayo con la comunidad, formada este año por 29 sacerdotes —provenientes de 16 países de cuatro continentes— que se preparan para vivir su ministerio al servicio directo del Santo Padre en las representaciones pontificias diseminadas en todo el mundo. Un clima de sencillez, confianza y familiaridad caracterizó el encuentro, vivido por los presentes con especial intensidad. El Papa Francisco llegó a la Academia hacia las 18.00, acogido con calor por el presidente, el arzobispo Giampiero Gloder, los superiores, las Hermanas Franciscanas Misioneras del Niño Jesús que prestan servicio en la casa y los alumnos, que lo recibieron como a un padre que visita a sus hijos. El Santo Padre se dirigió a la capilla, donde presidió la oración cotidiana de Vísperas, y luego se entretuvo con toda la comunidad para un diálogo abierto, que tocó diversos temas de la formación y de la vida en la Iglesia. Interpelado por las preguntas de los sacerdotes, el Pontífice, entre otras cosas, indicó las prioridades de la formación del futuro diplomático de la Santa Sede. Según el Papa hay tres elementos fundamentales que la sostienen: la preparación (estudio profundo de las problemáticas que evite la improvisación), la fraternidad (amistades sacerdotales que per- mitan vencer la ambición y la crítica) y, sobre todo, la oración (además de la oración litúrgica, el coloquio silencioso delante del sagrario, llevando ante el Señor las situaciones y los problemas que se viven en el ministerio). Al Pontífice se le preguntó, entre otras cosas, cómo puede un diplomático vivir la profecía y la utopía del bien. El Papa Francisco respondió que son necesarias tres dimensiones para ser profetas. Ante todo, la memoria del pasado: es la memoria de la fidelidad de Dios y de la infidelidad del pueblo, que los profetas mantienen viva, como se ve bien en el Antiguo Testamento. Además, quien es enviado como diplomático debe conocer la historia de Dios con el pueblo que está llamado a servir. En segundo lugar, la capacidad de mirar bien el presente. Y este realismo del presente está vinculado a la preparación, al estudio y al conocimiento, para comprender a fondo cuál es la situación de un país; y significa estudiar, conocer, visitar, hablar con la gente. En tercer lugar, la utopía del futuro. ¿Cuál será el camino del futuro para cada pueblo? No todos los caminos se pueden recorrer: aquí es necesaria también la prudencia. Un profeta —continuó el Papa Francisco— debe basarse en estos tres pilares para decir la palabra justa, realizar el gesto justo que se elabora en la oración. Cuando se pierde la memoria, la memoria del Evangelio, la memoria de la Iglesia, la memoria de la historia de un pue- Regina caeli del domingo 4 de mayo VIENE DE LA PÁGINA 1 los discípulos de Emaús, especialmente en la misa dominical, redescubra la gracia del encuentro transformador con el Señor, con el Señor resucitado, que está siempre con nosotros. Siempre hay una Palabra de Dios que nos da la orientación después de nuestras dispersiones; y a través de nuestros cansancios y decepciones hay siempre un Pan partido que nos hace ir adelante en el camino. Tras la oración del Regina caeli, el Papa se dirigió a los presentes con estas palabras. Queridos hermanos y hermanas: Deseo invitaros a encomendar a la Virgen la situación de Ucrania, donde no cesan las tensiones. La situación es grave. Rezo con vosotros por las víctimas de estos días, pidiendo que el Señor infunda sentimientos de pacificación y fraternidad en los corazones de todos. Recemos también por los difuntos a causa del enorme corrimiento de tierra que se precipitó hace dos días sobre un poblado de Afganistán. Que Dios omnipotente, que conoce el nombre de cada uno de ellos, los acoja a todos en su paz; y dé a los supervivientes la fuerza para seguir adelante, con el apoyo de cuantos trabajan por aliviar sus sufrimientos. Después de los llamamientos en favor de Ucrania y Afganistán, el Papa recordó la celebración de la Jornada nacional de la Univesidad católica del Sacro Cuore y saludó a algunos de los grupos presentes, en especial a los miembros de la asociación «Meter» y a los participantes en la marcha por la vida. Queridos hermanos y hermanas: Hoy es la 90ª Jornada nacional de la Universidad católica del Sacro Cuore, que tiene por tema «Con los jóvenes, protagonistas del futuro». ¡Hermoso tema! ¿Cuántos jóvenes hay hoy aquí? ¿Cuántos? Vo- L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt 00120 Ciudad del Vaticano ed.espanola@ossrom.va http://www.osservatoreromano.va TIPO GRAFIA VATICANA EDITRICE «L’OSSERVATORE ROMANO» GIOVANNI MARIA VIAN director Carlo Di Cicco subdirector Marta Lago redactor jefe de la edición don Sergio Pellini S.D.B. director general sotros sois protagonistas del futuro. Vosotros habéis entrado en el futuro, en la historia. Este es el tema de hoy. Rezo por esta gran Universidad, para que sea fiel a su misión originaria y actual en el mundo de hoy. Si Dios quiere pronto iré a visitar aquí en Roma la Facultad de medicina y cirugía y el Policlínico «Gemelli», que cumple 50 años de vida y pertenece a la Universidad católica del Sacro Cuore. Saludo a la Asociación «Meter», que desde hace casi veinte años lucha contra toda forma de abuso de menores. Gracias por vuestro compromiso. Saludo también a los participantes en la Marcha por la vida, que este año tiene carácter internacional y ecuménico. A «Meter» y a los participantes en la Marcha por la vida muchas felicidades y adelante, y a trabajar en esto. Doy las gracias por su presencia a los numerosos grupos parroquiales y juveniles. A todos vosotros os deseo un feliz domingo. ¡Buen almuerzo y hasta la vista! Redacción via del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano teléfono 39 06 698 99410 Servicio fotográfico photo@ossrom.va Publicidad: Il Sole 24 Ore S.p.A. System Comunicazione Pubblicitaria Via Monte Rosa 91, 20149 Milano segreteriadirezionesystem@ilsole24ore.com blo, todo acaba en la ideología. Para comprender la realidad se debe leer el presente con ojos de creyente. No existen hermenéuticas asépticas: es una ilusión pensar que se puede leer la realidad prescindiendo de nuestra condición de discípulos de Jesucristo. La interpretación con la cual es necesario comprender el presente, la hermenéutica cristiana, son los ojos del discípulo. De aquí la conexión con la utopía del futuro. Es la promesa: ¿qué nos promete Dios en el futuro? La profecía es decir la palabra justa, la que el Espíritu sugiere decir, después que se hizo el esfuerzo en la oración, en el estudio y en la reflexión para hacer memoria del pasado, leer el presente y decir una palabra sobre el futuro. El Papa Francisco afrontó además algunos aspectos de la vida en las nunciaturas. Por un lado destacó la importancia de ese servicio para la Iglesia y la necesidad de que los representantes pontificios cultiven un clima de fraternidad con los obispos de los países donde viven; por otro lado, indicó los peligros en los que puede caer quien desempeña este ministerio. Durante la conversación, antes de cenar con la comunidad de la Academia, el Papa habló también de otros temas de actualidad en la Iglesia, como el compromiso por la tutela de la dignidad de la vida humana también a nivel internacional, las expectativas relativas al próximo Sínodo de los obispos sobre la familia, la dimensión carismática de toda institución eclesial. El Santo Padre escuchó con atención a los sacerdotes que se preparan para el servicio en las nunciaturas, mostrando los rasgos de humanidad, paternidad y cercanía que caracterizan su modo de entrar en relación con los demás y que constituyen un modelo, además de serlo para cada pastor, también para quien se prepara para representar al Papa ante las comunidades católicas y en los países de todo el mundo. Visita del Papa a la Secretaría de Estado El martes 6 de mayo, por la mañana, el Papa Francisco visitó la Secretaría de Estado donde, junto con el sustituto, el arzobispo Angelo Becciu, quiso acudir a las oficinas que no pudo conocer por falta de tiempo en su visita precedente que tuvo lugar el 15 de abril pasado. Fue este un ulterior gesto de amabilidad y delicadeza con el que el Santo Padre quiso manifestar su gratitud por el trabajo que realizan los oficiales de la Secretaría de Estado al servicio de la Santa Sede. Tarifas de suscripción: Italia - Vaticano: € 58.00; Europa (España + IVA): € 100.00 - $ 148.00; América Latina, África, Asia: € 110.00 - $ 160.00; América del Norte, Oceanía: € 162.00 - $ 240.00. Administración: 00120 Ciudad del Vaticano, teléfono + 39 06 698 99 480, fax + 39 06 698 85 164, e-mail: suscripciones@ossrom.va. En México: Arquidiócesis primada de México. Dirección de Comunicación Social. San Juan de Dios, 222-C. Col. Villa Lázaro Cárdenas. CP 14370. Del. Tlalpan. México, D.F.; teléfono + 52 55 5594 11 25, + 52 55 5518 40 99; e-mail: losservatore@prodigy.net.mx, or.mexico@ossrom.va. En Argentina: Arzobispado de Mercedes-Luján; calle 24, 735, 6600 Mercedes (B), Argentina; teléfono y fax + 2324 428 102/432 412; e-mail: osservatoreargentina@yahoo.com. En Perú: Editorial salesiana, Avenida Brasil 220, Lima 5, Perú; teléfono + 51 42 357 82; fax + 51 431 67 82; e-mail: editorial@salesianos.edu.pe. número 19, viernes 9 de mayo de 2014 L’OSSERVATORE ROMANO página 3 El Papa Francisco a la Acción católica italiana Dinamismo misionero Permanecer con Jesús, ir más allá de los propios confines y gozar en el Señor. Son las tres actitudes que alimentan el dinamismo misionero y evitan la tentación de una vida como «estatuas de museo». Así resumió las consignas el Papa Francisco a los miembros de la Acción católica italiana, a quienes recibió en audiencia el sábado 3 de mayo, en el aula Pablo VI, con ocasión de la Asamblea nacional. Queridos amigos de la Acción católica: Os doy la bienvenida a todos vosotros, que representáis a esta hermosa realidad eclesial. Saludo a los participantes en la Asamblea nacional, a los presidentes parroquiales, a los sacerdotes consiliarios y a los amigos de la Acción católica de otros países. Saludo al presidente Franco Miano, a quien agradezco la presentación que ha hecho, y al nuevo consiliario general, monseñor Mansueto Bianchi, a quien deseo todo bien en esta nueva misión, y a su predecesor monseñor Domenico Sigalini, que tanto ha trabajado: le doy las gracias por la entrega con la que sirvió durante muchos años a la Acción católica. Dirijo un saludo especial al cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia episcopal italiana, y al secretario general, monseñor Nunzio Galantino. El tema de vuestra Asamblea, «Personas nuevas en Cristo Jesús, corresponsables de la alegría de vivir», se inserta bien en el tiempo pascual, que es un tiempo de alegría. Es la alegría de los discípulos en el encuentro con Cristo resucitado, y requiere ser interiorizada dentro de un estilo evangelizador capaz de incidir en la vida. En el actual contexto social y eclesial, vosotros laicos de la Acción católica estáis llamados a renovar la opción misionera, abierta a los horizontes que el Espíritu indica a la Iglesia y expresión de una nueva juventud del apostolado laical. Esta es la opción misionera: todo en clave misionera, todo. Es el paradigma de la Acción católica: el paradigma misionero. Esta es la opción que hoy hace la Acción católica. Sobre todo las parroquias, especialmente las marcadas por el cansancio y la cerrazón —y son muchas. Parroquias cansadas, parroquias cerradas... ¡existen! Cuando saludo a las secretarias parroquiales, les pregunto: ¿Pero usted es secretaria de esas que abren las puertas o de las que cierran la puerta? Estas parroquias necesitan vuestro entusiasmo apostólico, vuestra total disponibilidad y vuestro servi- cio creativo. Se trata de asumir el dinamismo misionero para llegar a todos, privilegiando a quien se siente alejado y a los grupos más débiles y olvidados de la población. Se trata de abrir las puertas y dejar que Jesús pueda salir fuera. Muchas veces tenemos a Jesús encerrado en las parroquias con nosotros, no salimos fuera y no dejamos que Él salga fue- ra. Abrir las puertas para que Él salga, al menos Él. Se trata de una Iglesia «que sale»: siempre Iglesia que sale. Este estilo de evangelización, animado por una fuerte pasión por la vida de la gente, es especialmente adecuado a la Acción católica, formada por el laicado diocesano que vive en estrecha corresponsabilidad con los Pastores. En esto os ayuda la popularidad de vuestra asociación, que a los compromisos intraeclesia- El lunes 5 de mayo, por la mañana, el Papa Francisco recibió a los miembros de la presidencia de la Conferencia de los superiores mayores de Estados Unidos les sabe unir el compromiso de contribuir a la transformación de la sociedad para orientarla al bien. He pensado entregaros tres verbos que pueden constituir para todos vosotros una guía de camino. El primero es: permanecer. Pero no permanecer encerrados, no. ¿Permanecer en qué sentido? Permanecer con Jesús, permanecer gozando de su compañía. Para ser anunciadores y testigos de Cristo es necesario permanecer ante todo cercanos a Él. Es en el encuentro con Aquél que es nuestra vida y nuestra alegría, que nuestro testimonio adquiere cada día nuevo significado y nueva fuerza. Permanecer en Jesús, permanecer con Jesús. Segundo verbo: ir. Jamás una Acción católica estática, ¡por favor! No detenerse: ¡ir! Ir por las calles de vuestras ciudades y vuestros pueblos, y anunciar que Dios es Padre y que Jesucristo os lo ha dado a conocer, y que por ello vuestra vida ha cambiado: se puede vivir como hermanos, llevando dentro una esperanza que no defrauda. Que viva en vosotros el deseo de hacer circular la Palabra de Dios hasta los confines, renovando así vuestro compromiso de encontrar al hombre donde quiera que se encuentre, allí donde sufre, allí donde espera, allí donde ama y cree, allí donde están sus sueños más profundos, los interrogantes más auténticos, los deseos de su corazón. Allí os espera Jesús. Esto significa: salir fuera. Esto significa: salir, ir saliendo. Y, por último, gozar. Gozar y alegrarse siempre en el Señor. Ser personas que cantan la vida, que cantan la fe. Esto es importante: no sólo recitar el Credo, recitar la fe, conocer la fe, sino cantar la fe. Esto es. Decir la fe, vivir la fe con alegría, y a esto se llama «cantar la fe». Y no lo digo yo, lo dijo san Agustín hace 1600 años: «¡cantar la fe!». Personas capaces de reconocer los propios talentos y los propios límites, que saben ver en sus jornadas, incluso en las más sombrías, los signos de la presencia del Señor. Alegrarse porque el Señor os ha llamado a ser corresponsables de la misión de su Iglesia. Alegrarse porque en este camino no estáis solos: está el Señor que os acompaña, están vuestros obispos y sacerdotes que os sostienen, están vuestras comunidades parroquiales, vuestras comunidades diocesanas con las que compartís el camino. ¡No estáis solos! Con estas tres actitudes: permanecer en Jesús, ir hasta los confines y vivir la alegría de la pertenencia cristiana, podréis llevar adelante vuestra vocación, y evitar la tentación de la «quiete», que nada tiene que ver con el permanecer en Jesús; evitar la tentación de la cerrazón y del intimismo, tan edulcorada, disgustosa por cuanto es dulce, la del intimismo... Si vosotros salís, no caeréis en esta tentación. Y evitar también la tentación de la seriedad formal. Con este permanecer en Jesús —ir hasta los confines, vivir la alegría evitando estas tentaciones—, evitaréis llevar adelante una vida más parecida a estatuas de museo que a personas llamadas por Jesús a vivir y difundir la alegría del Evangelio. Si queréis escuchar el consejo de vuestro consiliario general —es muy pacífico, porque lleva un nombre apacible, él, es Mansueto—, si queréis acoger su consejo, convertíos en burritos, pero jamás en estatuas de museo, por favor, jamás. Pidamos al Señor, para cada uno de nosotros, ojos que sepan ver más allá de la apariencia; oídos que sepan escuchar gritos, susurros y también silencios; manos que sepan sostener, abrazar y curar. Pidamos, sobre todo, un corazón grande y misericordioso, que desee el bien y la salvación de todos. Que os acompañe en el camino María Inmaculada, y también mi bendición. Y os doy las gracias porque sé que rezáis por mí. Ahora os invito a rezar a la Virgen, que es nuestra Madre, que nos acompañará en este camino. La Virgen siempre iba detrás de Jesús, hasta el final, lo acompañaba. Pidámosle que nos acompañe siempre en nuestro camino, este camino de la alegría, este camino del salir, este camino del permanecer con Jesús. Año teresiano en las diócesis de España «El Papa Francisco ha concedido la gracia de Año Jubilar Teresiano para todas las diócesis de España, desde el día 15 de octubre de 2014 hasta el 15 de octubre de 2015, con el fin de celebrar con solemnidad el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús». Lo anuncia la Conferencia episcopal española en un comunicado. «El Santo Padre —continúa la nota— ha concedido al presidente de la Conferencia episcopal y al obispo de Ávila la gracia de impartir, durante el Año jubilar, la bendición papal y la indulgencia plenaria a todos los fieles cristianos presentes en las celebraciones que se determinen, y que, arrepentidos y movidos por la caridad, hayan asistido a los ritos sagrados, según las condiciones canónicas», es decir, la Confesión, la Eucaristía y la oración por las intenciones del Papa Francisco. L’OSSERVATORE ROMANO página 4 viernes 9 de mayo de 2014, número 19 A los obispos de Botsuana, Sudáfrica y Suazilandia el Papa subraya la vivacidad de la Iglesia en esa región Una semilla que crece en medio de las dificultades En la mañana del viernes 25 de abril el Papa recibió en audiencia a los prelados de la Conferencia episcopal de Botsuana, Sudáfrica y Suazilandia en visita «ad limina Apostolorum». Publicamos una traducción del discurso en inglés que el Papa les entregó. Queridos hermanos obispos: Os doy una cordial bienvenida mientras realizáis esta peregrinación ad limina Apostolorum, que os ha conducido aquí para rezar ante las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo y para reflexionar conmigo sobre las alegrías y los desafíos de la Iglesia en Botsuana, Sudáfrica y Suazilandia. Vuestra presencia expresa vuestra unión con el Sucesor de Pedro y os ofrece la oportunidad de renovar vuestra fe y vuestro ministerio de guiar al pueblo de Dios. Agradezco al cardenal Napier las afectuosas palabras de saludo pronunciadas en nombre de los católicos de vuestras diócesis, sacerdotes, religiosos y fieles laicos. A través de vosotros, les aseguro mi amor y mi solidaridad orante. Nuestro encuentro de hoy nos permite dar gracias a Dios Padre por el crecimiento de la Iglesia en vuestros países, merced a los esfuerzos de los misioneros provenientes de muchas tierras, los cuales, junto con los hombres y las mujeres nativos de Sudáfrica, Botsuana y Suazilandia, han plantado, profundamente, las semillas de la fe de vuestra gente. Durante generaciones han salido a su encuentro dondequiera que se encontraba, en las aldeas, en los pueblos y en las ciudades, y especialmente en las áreas urbanas en constante expansión. Han construido las iglesias, las escuelas y los hospitales que han servido a vuestros países durante casi dos siglos; esta herencia resplandece aún hoy en el corazón de cada creyente y en las obras duraderas de apostolado. El Evangelio enseña que la semilla de la Palabra, una vez plantada, crece por sí sola incluso cuando el agricultor duerme, cumpliendo su voluntad «de formas muy diversas que suelen superar nuestras previsiones y romper nuestros esquemas» (Evangelii gaudium, 22). A pesar de sus numerosos desafíos, vuestros países han sido bendecidos con parroquias florecientes que a menudo prosperan incluso en las mayores adversidades: largas distancias entre las comunidades, carencia de recursos materiales y acceso limitado a los sacramentos. Sé que en algunas diócesis estáis formando a diáconos permanentes para ayudar al clero donde hay pocos sacerdotes. Es un esfuerzo concertado para renovar y profundizar la formación de catequistas laicos que ayuden a las madres y a los padres a preparar a las generaciones futuras en la fe. Los sacerdotes, los religiosos y las religiosas tienen un solo pensamiento y un solo corazón en su servicio a los hijos y a las hijas más indefensos de Dios –viudas, madres solas, divorcia- dos, niños en peligro y, especialmente, los millones de niños huérfanos a causa del sida–, muchos de los cuales están al frente de familias en áreas rurales. En verdad, los católicos viven y comparten la riqueza y la alegría del Evangelio con las demás personas que están a su alrededor. Minoría católica en países de religión mixta, los fieles deben confiar cada vez más en sus propios medios y cada vez menos en la ayuda de los países que fueron los primeros consecuencia, la vida de la sociedad en su conjunto. En este mar de dificultades nosotros, obispos y sacerdotes, debemos dar un testimonio coherente de la enseñanza moral del Evangelio. Confío en que no disminuya vuestra determinación a enseñar la verdad «a tiempo y a destiempo» (2 Tm 4, 2), con el apoyo de la oración y del discernimiento, y siempre con gran compasión. Aprecio el hecho de que vosotros, obispos de Botsuana, Sudáfrica y en mandar misioneros. Muchos de ellos trabajan con gran generosidad en numerosos proyectos caritativos, mostrando el rostro amoroso de Cristo a cuantos tienen más necesidad de Él. ¡Cada uno es signo de esperanza para toda la Iglesia! Ruego para que sigan perseverando en la edificación del reino del Señor con sus vidas, que dan testimonio de la verdad, y con el trabajo de sus manos, que alivia el sufrimiento de muchos. Me habéis hablado de algunos de los difíciles desafíos pastorales que deben afrontar vuestras comunidades. Las familias católicas tienen menos hijos, con repercusiones en el número de las vocaciones al sacerdo- Suazilandia, estéis unidos a vuestra gente en los lugares donde vive, trabaja y estudia, solidarios con el gran número de desempleados en vuestros países. La mayor parte de las personas logra identificarse inmediatamente con Jesús, que era pobre y marginado, que no tenía un lugar donde apoyar la cabeza. Al responder a estas exigencias pastorales, os pido que ofrezcáis, además de vuestro apoyo material, una mayor ayuda espiritual y una sólida guía moral, recordando que la ausencia de Cristo es la mayor pobreza. También aquí debemos encontrar modos nuevos y creativos para ayudar a las personas a encontrar a Cristo a través de una comprensión más profunda de la fe. Otro desafío importante al que ya he aludido es el número reducido de sacerdotes —vuestros primeros colaboradores en la tarea de la evangelización—, así como una disminución significativa de los seminaristas. Es necesario un nuevo impulso: una promoción nueva y auténtica de las vocaciones en todos los territorios, una selección atenta de los candidatos para los estudios en el seminario, el aliento paterno a cuantos se están formando, y el acompañamiento atento en los años posteriores a la ordenación. Junto con los sacerdotes, los religiosos y los catequistas laicos han desarrollado y siguen desarrollando un papel fundamental en el crecimiento de vuestras comunidades. Es esencial que reciban de vosotros aliento y apoyo, especialmente a través del desarrollo de programas de formación permanente, basados firmemente en la palabra inspirada de Dios, y dando a conocer a niños y adultos la vida de oración y la recepción fecunda de los sacramentos. En particular, el sacramento de la reconciliación debe redescubrirse como dimensión fundamental de la vida de gracia. La santidad y la indisolubilidad del matrimonio cristiano, que a menudo se resquebraja bajo las enormes presiones del mundo secular, deben profundizarse a través de una doctrina clara y sostenerse cio y a la vida religiosa. Algunos católicos se alejan de la Iglesia para dirigirse a otros grupos que parecen prometer algo mejor. El aborto se suma al dolor de muchas mujeres, que ahora llevan en sí profundas heridas físicas y espirituales, tras haber cedido a las presiones de una cultura secular que disminuye el don de Dios de la sexualidad y el derecho a la vida de los hijos por nacer. Además, la tasa de separaciones y divorcios es alta, incluso entre las familias cristianas, y con frecuencia los hijos no crecen en un ambiente familiar estable. También observamos con gran preocupación, y no podemos dejar de deplorarlo, un aumento de la violencia en perjuicio de mujeres y niños. Todas estas realidades amenazan la santidad del matrimonio, la estabilidad de la vida familiar y, en mediante el testimonio de parejas casadas comprometidas. El matrimonio cristiano es una alianza de amor para toda la vida entre un hombre y una mujer; comporta sacrificios auténticos para evitar las nociones ilusorias de la libertad sexual y para favorecer la fidelidad conyugal. Vuestros programas de preparación para el sacramento del matrimonio, enriquecidos con la enseñanza del Papa Juan Pablo II sobre el matrimonio y la familia, se están revelando como instrumentos prometedores y, de hecho, indispensables para transmitir la verdad que libera acerca del matrimonio cristiano, y están infundiendo en los jóvenes una nueva esperanza para sí mismos y para su futuro como esposos y esposas, padres y madres. He notado también la preocupación que habéis expresado por el resquebrajamiento de la moral cristiana, incluyendo la creciente tentación de pactos deshonestos. Se trata de una cuestión que habéis afrontado proféticamente en vuestra declaración pastoral sobre la corrupción. Como habéis destacado, «la corrupción es un robo a los pobres…, hiere a quien es más vulnerable…, daña a toda la comunidad…, destruye la confianza». La comunidad cristiana está llamada a ser coherente con su testimonio de las virtudes de honradez e integridad, para que podamos estar ante el Señor y ante nuestro prójimo con las manos limpias y el corazón puro (cf. Sal 24, 4) como levadura del Evangelio en la vida de la sociedad. Teniendo presente este imperativo moral, sé que seguiréis afrontando esta y otras graves preocupaciones sociales, como la plaga de los refugiados y los inmigrantes. Que nuestras comunidades católicas acojan siempre a estos hombres y mujeres y que encuentren en ellas corazones y casas abiertos mientras tratan de comenzar una vida nueva. Queridos hermanos obispos: En mi exhortación apostólica Evangelii gaudium, publicada al final del Año de la fe, con el que se conmemoró el quincuagésimo aniversario de la apertura del concilio Vaticano II, expresé mi esperanza de que todos los cristianos comiencen un nuevo capítulo de la evangelización caracterizado por la alegría evangélica, buscando nuevos «caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años» (cf. n. 1). ¡Ha llegado la hora de reavivar el precioso don de la fe, para que renovéis vuestro celoso servicio al pueblo de Dios! Que los santos de África os sostengan con su intercesión. Que Nuestra Señora de África esté siempre a vuestro lado y os guíe mientras participáis en la misión de Cristo de enseñar, santificar y gobernar. Con estos sentimientos, y con gran afecto, os imparto mi bendición apostólica a vosotros y a todos los amados sacerdotes, religiosos y fieles laicos de vuestros países. L’OSSERVATORE ROMANO número 19, viernes 9 de mayo de 2014 página 5 Misa del Santo Padre en la iglesia romana de San Estanislao en acción de gracias por la canonización de Juan Pablo II La piedra y la roca Juan Pablo II fue una «piedra» anclada firmemente en la «gran roca» que es Cristo. El Papa Francisco utilizó esta imagen para recordar el testimonio del Pontífice polaco durante la misa celebrada el domingo En el pasaje de los Hechos de los Apóstoles hemos escuchado la voz de Pedro, que anuncia con fuerza la resurrección de Jesús. Pedro es testigo de la esperanza que es Cristo. Y en la segunda lectura también Pedro confirma a los fieles en la fe en Cristo, al escribir: «por medio de Él, creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos..., de manera que vuestra fe y vuestra esperanza estén puestas en Dios» (1 P 1, 21). Pedro es el punto de referencia firme de la comunidad porque está cimentado en la Roca que es Cristo. Así fue Juan Pablo II, auténtica piedra anclada en la gran Roca. Una semana después de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, nos reunimos en esta iglesia de los polacos en Roma, para dar gracias al Señor por el don del santo obispo de Roma hijo de vuestra nación. En esta iglesia a la que él vino más de 80 veces. Siempre venía aquí, en los diferentes momentos de su vida y de la vida de Polonia. 4 de mayo, por la mañana, en la iglesia romana de San Estanislao en vía «delle Botteghe Oscure», en acción de gracias por la canonización del pasado 27 de abril. Publicamos a continuación la homilía. En los momentos de tristeza y de abatimiento, cuando todo parecía perdido, él no perdía la esperanza, porque su fe y su esperanza estaban puestas en Dios (cf. 1 P 1, 21). Y así era piedra, roca para esta comunidad, que aquí reza, que aquí escucha la Palabra, prepara para los Sacramentos y los administra, acoge a quien pasa necesidad, canta y hace fiesta, y desde aquí sale hacia las periferias de Roma... Vosotros, hermanos y hermanas, formáis parte de un pueblo que ha sido muy probado en su historia. El pueblo polaco sabe bien que para entrar en la gloria es necesario pasar a través de la pasión y la cruz (cf. Lc 24, 26). Y lo sabe no porque lo ha estudiado, lo sabe porque lo ha vivido. San Juan Pablo II, como digno hijo de su patria terrena, recorrió este camino. Lo siguió de manera ejemplar, recibiendo de Dios un despojamiento total. Por ello «su carne descansa en la esperanza» (cf. Hch 2, 26; Sal 16, 9). ¿Y nosotros? ¿Estamos dispuestos a seguir este camino? Vosotros, queridos hermanos, que formáis hoy la comunidad cristiana de los polacos en Roma, ¿queréis seguir este camino? San Pedro, también con la voz de san Juan Pablo II, os dice: «Comportaos con temor durante el tiempo de vuestra peregrinación» (1 P 1, 17). Es verdad, somos viandantes, pero no errantes. En camino, pero sabemos adonde vamos. Los errantes no lo saben. Somos peregrinos, pero no vagabundos, como decía san Juan Pablo II. Los dos discípulos de Emaús al ir eran errantes, no sabían dónde acabarían, pero a la vuelta no. Al regresar eran testigos de la esperanza que es Cristo. Porque lo habían encontrado a Él, al Viandante Resucitado. Este Jesús es el Viandante Resucitado que camina con nosotros. Jesús está aquí hoy, está aquí entre noso- tros. Está aquí en su Palabra, está aquí en el altar, camina con nosotros, es el Viandante Resucitado. También nosotros podemos llegar a ser «viandantes resucitados», si su Palabra caldea nuestro corazón, y su Eucaristía nos abre los ojos a la fe y nos nutre de esperanza y de caridad. También nosotros podemos caminar al lado de los hermanos y hermanas que están tristes y desesperados, y caldear su corazón con el Evangelio, y partir con ellos el pan de la fraternidad. Que san Juan Pablo II nos ayude a ser «viandantes resucitados». Amén. Los trabajos de la Comisión pontificia para la protección de los menores No tratará casos individuales de abuso la Comisión pontificia para la tutela de los menores instituida por el Papa Francisco el 22 de marzo de este año. Más bien presentará recomendaciones sobre las directrices para asegurar el deber de la responsabilidad y las mejores prácticas a seguir para sensibilizar a las personas sobre las trágicas consecuencias de comportamientos tan detestables. La precisión llegó al término del primer encuentro de la Comisión que, iniciado el jueves 1 de mayo en el Vaticano, prácticamente concluyó el sábado 3, por la mañana, con el encuentro con los periodistas en la Oficina de prensa de la Santa Sede. El cardenal Séan Patrick O’Malley, arzobispo de Boston, único purpurado llamado por el Santo Padre a formar parte de la Comisión, al ofrecer un breve resumen de los trabajos, aseguró que entre las directrices que formarán parte de los estatutos figuran precisamente las propuestas para la sensibilización de las personas no sólo «sobre las trágicas consecuencias de los abusos sexuales respecto a los menores» sino también sobre las igualmente devastadoras «falta de escucha, ausencia de información ante la sospecha de abusos y falta de apoyo a las víctimas de abusos sexuales y a sus familias». En el encuentro con los periodistas estuvieron presentes todos los actuales miembros de la Comisión. El director de la Oficina de prensa, padre Federico Lombardi, acompañaba al cardenal O’Malley, al jesuita alemán Hans Zollner y a la irlandesa Mary Collins, víctima ella de abusos sexuales. El cardenal O’Malley inició su intervención —explicativa de la misión confiada por el Papa al nuevo orga- Responsabilidad y transparencia nismo— con palabras dirigidas a las víctimas. «Mientras iniciamos juntos nuestro servicio —dijo el purpurado— deseamos expresar nuestra profunda solidaridad a todas las víctimas que han sufrido abusos sexuales, como niños o adultos vulnerables, y deseamos hacer público que, desde el inicio de nuestro trabajo, hemos adoptado el principio de que el bien de un niño o de un adulto vulnerable es prioritario en el momento en el que se toma cualquier decisión». Al tratar sobre los contenidos de estos primeros días de trabajo, el purpurado explicó que cada uno «pudo compartir ideas, experiencias y aspiraciones. Respondiendo a las peticiones del Santo Padre, estos debates se dedicaron a la naturaleza y a los objetivos de la Comisión, y al aumento del número de los miembros, de forma que se incluyan personas procedentes de otras zonas geográficas y de otros ámbitos de competencia». Se examinaron luego muchas propuestas acerca de los modos en los cuales la Comisión podría colaborar con expertos de diversos sectores relacionados con la salvaguarda de niños y adultos vulnerables. «Nos hemos reunido también con algunos miembros de la Curia romana —precisó el arzobispo de Boston— en relación a ámbitos de futura cooperación, entre los cuales, representantes de la Secretaría de Estado, de la Congregación para la doctrina de la fe, de la Congregación para el cle- Encuentro con la Comisión para la tutela de los menores El jueves 1 de mayo se reunió por primera vez en el Vaticano la Comisión pontificia para la tutela de los menores, cuyos trabajos prosiguieron hasta el día 3. Los miembros del nuevo organismo participaron en la misa matutina que celebró el Papa Francisco en la capilla de la Casa Santa Marta, donde tuvo lugar el encuentro. ro, de la Oficina de prensa de la Santa Sede y de la Gendarmería vaticana». En cuanto Comisión consultiva del Santo Padre, la primera tarea es comunicar al Papa Francisco los resultados del trabajo. A su tiempo, precisó el cardenal O’Malley, se propondrán las iniciativas para alentar «la responsabilidad local en el mundo y el recíproco compartir de los “procedimientos mejores” para la protección de todos los menores», con programas de educación, formación y respuestas a los abusos. En el encuentro del viernes 2 con el Papa, los miembros de la Comisión compartieron también, precisó el cardenal, «la importancia que atribuimos a algunos sectores de nuestro futuro trabajo». «Consideramos particularmente importante garantizar el ejercicio de la responsabilidad en la Iglesia —continuó— incluido el desarrollo de los instrumentos para protocolos y procedimientos eficaces y transparentes». El purpurado anticipó que se propondrán al Santo Padre los estatutos destinados a expresar con mayor precisión «la naturaleza de la Comisión, su estructura, su actividad y sus objetivos». El arzobispo de Boston concluyó pidiendo la oración «de todos los que deseen apoyar el trabajo de la Comisión»; a los católicos solicitó en especial que se comprometan «a hacer de nuestras parroquias, escuelas e instituciones, lugares seguros para todos los menores. Nosotros nos empeñamos juntamente con las personas de buena voluntad a garantizar que los niños y los adultos vulnerables estén protegidos de los abusos». L’OSSERVATORE ROMANO número 19, viernes 9 de mayo de 2014 páginas 6/7 El gracias del Papa a la Guardia Suiza pontificia Detrás de esos uniformes Un servicio que expresa un auténtico testimonio. Y por este servicio realizado con fidelidad y abnegación, el Papa Francisco quiso dar las gracias a la Guardia Suiza pontificia el lunes 5 de mayo —víspera del día que se conmemora el aniversario del Saqueo de Roma— durante la audiencia que tuvo lugar en la sala Clementina. Señor comandante, queridos Guardias, queridos familiares y amigos de la Guardia Suiza pontificia: Con alegría os recibo en este día importante para vosotros, ¡un día de fiesta! Os saludo a todos con afecto y gratitud. El 6 de mayo es una fecha que permanecerá grabada en vuestra mente y os permitirá, a lo largo de vuestra vida, revivir con alegría un momento significativo de vuestra permanencia en el Cuerpo de la Guardia Suiza. Es un día especial, porque conmemoramos el Saqueo de Roma y el acto heroico de vuestros predecesores que, en 1527, entregaron la propia vida para defender a la Iglesia y al Papa. Vuestra entrega es la confirmación de que su valentía y su fidelidad han dado fruto, como dice el Evangelio: la semilla arrojada a la tierra y muerta ha dado fruto (cf. Jn 12, 24). El contexto social y eclesial ha cambiado mucho desde entonces: la sociedad es distinta respecto a aquellos tiempos. Pero el corazón del hombre, su capacidad de ser fiel y valeroso —acriter et fideliter, dice vuestro lema— sigue siendo el mismo. Vuestro servicio es, por lo tanto, un auténtico testimonio, porque expresa concretamente el deseo de entregarse a una tarea importante y de gran responsabilidad. A esta opción habéis llegado con la ayuda de vuestras familias y de las comunidades que os han educado. También a ellas dirijo mi sincero agradecimiento. Prestar servicio en la Guardia Suiza pontificia significa vivir una experiencia que contempla el encuentro del tiempo y del espacio de modo particular: Roma cuenta con la riqueza de innumerables monumentos y lugares históricos y artísticos que manifiestan la grandeza de su cultura y su historia. Sin embargo, esta ciudad no es sólo un gran museo, sino una encrucijada de turistas y peregrinos que provienen de todo el mundo: personas de diversas lenguas, tradiciones, religiones y culturas llegan aquí con motivaciones diferentes. En este movimiento de historia y de historias personales está también cada uno de vosotros. Con vuestro peculiar servi- El juramento de treinta guardias La mano izquierda cerrada en torno a la bandera; tres dedos de la mano derecha abiertos y elevados hacia lo alto invocando a la Santísima Trinidad como testigo de su fidelidad. Así, treinta nuevos alabarderos de la Guardia Suiza pontificia han prestado juramento el martes 6 de mayo, por la mañana. La ceremonia, que tuvo lugar en el patio de San Dámaso del palacio apostólico, fue presidida por el arzobispo Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado. El prelado, en las palabras de su discurso no dudó en invitar a que «en la base de todo esté el sentido de fe y de amor a la Iglesia y a su Pastor universal», y renovó en nombre del Papa Francisco «la expresión de la más cordial gratitud —dijo a los guardias— por el trabajo que desempeñáis en el territorio del Vaticano». La ceremonia fue inaugurada por un breve saludo del comandante Daniel Rudolf Anrig, quien, tras depositar una corona de laurel ante el monumento en memoria de los 147 soldados que dieron su vida en el año 1527 en defensa del Papa Clemente VII, destacó la especificidad de la misión que el Cuerpo está llamado a realizar con fidelidad, lealtad y honor, pero sobre todo con amor, al servicio del Papa. Características de un servicio que, precisó luego monseñor Markus Heinz —oficial de la sección alemana de la Secretaría de Estado, a quien se le ha confiado «ad interim» la atención espiritual de la Guardia Suiza—, los jóvenes alabarderos se comprometen a desempeñar con espíritu de sacrificio, dispuestos también a entregar la propia vida. Y ciertamente no se trata sólo «de un riesgo profesional, similar al de un soldado o de un agente de seguridad. La razón profunda está Robert Schiess, «Un cortejo de mercenarios suizos cruza los Alpes» (siglo XX, cuartel de la Guardia Suiza pontificia) en la entrega de sí mismo que Jesús vivió en primera persona», especificó monseñor Heinz al recordar lo que escribe el evangelista Juan: «Nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por sus amigos». Además de la valentía, «vuestro servicio —continuó el prelado— se funda en la fidelidad: es decir, estar dispuestos a comprometerse totalmente no sólo en la situación extrema, sino también en las ocupaciones cotidianas del servicio y de la vida en el Cuerpo de la Guardia». Fiel y fuerte, añadió, es quien sabe resistir a las dificultades y a las tentaciones, tratar siempre de hacer el bien y superar los obstáculos. «El juramento de hoy —volvió a destacar— vale precisamente en los momentos fatigosos del servicio, en la cotidianidad, que es el lugar de vuestro heroísmo». Por último, monseñor Heinz propuso la fórmula del juramento en alemán, francés e italiano, las tres expresiones lingüísticas de los cantones suizos de los que son originarios los treinta nuevos alabarderos. Tras el juramento la banda del Cuerpo ejecutó un breve repertorio musical. Asistieron a la ceremonia una decena de cardenales, entre ellos el presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, Giuseppe Bertello, numerosos arzobispos y obispos, entre los que se contaba el prefecto de la Casa pontificia Georg Gänswein; los monseñores Peter Bryan Wells, asesor de la Secretaría de Estado, José Avelino Bettencourt, jefe del Protocolo, y Alfred Xuereb, prelado secretario general de la Secretaría de asuntos económicos. Entre las numerosas autoridades presentes, el embajador Pierre-Yves Fux, de la Confederación helvética, que en breve presentará las cartas credenciales al Santo Padre. La delegación del gobierno de Svitto, cantón invitado de este año, estaba representada por el presidente Walter Stählin, mientras que al ejército suizo lo representaba el comandante de división HansPeter Walser. cio, estáis llamados a dar un sereno y gozoso testimonio cristiano a cuantos llegan al Vaticano para visitar la basílica de San Pedro y para encontrar al Papa. Vivid intensamente vuestras jornadas. Manteneos firmes en vuestra fe y generosos en la caridad hacia las personas que encontráis. El uniforme que lleváis, este año cumple cien años. Sus colores y su estilo son conocidos en todo el mundo: recuerdan entrega, seriedad, seguridad. Identifican un servicio singular y un pasado glorioso. Sin embargo, detrás de cada uniforme hay una persona concreta: con una familia y una tierra de proveniencia, con una personalidad y una sensibilidad, con deseos y proyectos de vida. Vuestra divisa es un sugestivo rasgo característico de la Guardia Suiza y atrae la atención de la gente. Pero recordad que no es el uniforme sino el que lo lleva puesto quien debe impresionar a los demás por su amabilidad, por el espíritu de acogida, por la actitud de caridad hacia todos. Tened presente esto también en las re- laciones entre vosotros, dando importancia, incluso en vuestra vida comunitaria, al compartir los momentos alegres y aquellos más difíciles, sin ignorar a quien entre vosotros se encuentra en dificultad y a veces tiene necesidad de una sonrisa y de un gesto de aliento y de amistad; evitando una distancia negativa que divide a los compañeros y que, en la vida de todas las personas del mundo, puede generar desprecio, marginación o racismo. Queridos guardias suizos, cada día experimento de cerca vuestra entrega y vuestra diligencia: por ello os estoy muy agradecido. Sed fieles a lo que habéis cultivado en el corazón y tened la certeza de que el Señor está siempre a vuestro lado y sostiene vuestro camino, especialmente cuando se siente el cansancio y la incertidumbre al caminar. Él no abandona jamás. También yo deseo expresaros mi cercanía y, mientras os encomiendo a vosotros y a vuestras familias a la maternal protección de la Bienaventurada Virgen María y a la intercesión de vuestros santos patronos Nicolás, Sebastián y Martín, os bendigo de corazón. Misa del cardenal secretario de Estado para la Guardia Suiza pontificia Un tiempo para acrecentar la fe «Acceder al rico patrimonio de fe y de valores espirituales que han marcado la historia» de la Guardia Suiza pontificia, para volver a encontrar en ella «los orígenes del peculiar y apreciado servicio» ofrecido a la Iglesia y al Papa. Y de este modo «ser valerosos testigos de Cristo y del Evangelio en el ámbito del Vaticano y en cualquier otro ambiente» frecuentado. Fue esta la consigna que el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, encomendó el martes 6 de mayo, por la tarde, al comandante, a los oficiales y suboficiales, y a los alabarderos del cuerpo militar. En el altar de la cátedra de la basílica de San Pedro, el purpurado presidió la misa con la que se concluyó la jornada conmemorativa de la heroica muerte de 147 soldados helvéticos que cayeron defendiendo al Pontífice en el saqueo de Roma de 1527. De esta forma, con la presencia del secretario de Estado se concluyó el programa celebrativo de este año, precedido por el encuentro en la víspera con el Papa Francisco y cuyo momento culminante fue el del juramento de treinta y nueve reclutas el martes por la mañana. En la homilía el cardenal Parolin comentó el pasaje evangélico de Juan (6, 30-35) donde Jesús hace referencia al maná que el pueblo de Israel, huido de la esclavitud de Egipto, comió en el desierto. Y al respecto alertó contra ese «modo inmaduro de vivir la religión, que nos afecta un poco a todos, porque es muy humano», y que se manifiesta en la actitud de no mirar a Cristo, sino las cosas que de Él nos esperamos. Sin embargo, recordó, el Señor «no se escandaliza, es paciente» y «quiere conducirnos a dar el paso decisivo de creer en Él». De aquí la invitación «a ir más allá de las apariencias, para reconocer que en sus palabras, en sus gestos y, sobre todo, en el don que hace de su vida, está el verdadero pan del cielo, el pan de la vida». En efecto, explicó el secretario de Estado, también nosotros «a veces somos tentados de no ver las gracias que Dios nos regala y las maravillas con que circunda nuestra vida. El don más grande es Jesús en medio de nosotros, con su palabra que ilumina nuestro camino y con sus sacramentos que sostienen nuestros pasos. En todo momento Él se presenta a nosotros como Aquel que da la vida al mundo». Y puesto que —prosiguió refiriéndose de nuevo a las circunstancias de la celebración— «en cada Eucaristía se renueva el sacrificio de Cristo que muriendo en la cruz ha dado su vida por la salvación de los hombres, hoy nuestro recuerdo se dirige» a esos suizos que, el 6 de mayo de hace 487 años, «no vacilaron en inmolar su existencia defendiendo» a Clemente VII. De ahí, pues, la exhortación a los presentes en el rito —que fue alegrado por los cantos del coro Singkreis Brunnen— a ser para «todos “signo” de caridad y esperanza evangélica», a través de un «testimonio que puede llegar a ser extremadamente exigen- te». Por lo demás, aseguró el purpurado, «la fuerza que viene de Dios y que es su Santo Espíritu nos hace capaces de afrontar toda dificultad y de no echarnos para atrás ante los pequeños y grandes sacrificios» que tal «testimonio conlleva». Finalmente el cardenal pidió «trabajar con alegría y confianza, sin dejarse perturbar por dificultades e incomprensiones» y sabiendo «acoger este tiempo de servicio a la Santa Sede como una ocasión providencial para crecer en la fe y llegar a ser con Jesús “pan bueno” para las personas que encuentran en su actividad cotidiana». Un buen deseo también para los jóvenes guardias suizos que prestaron juramento, viviendo —destacó el secretario de Estado— un «momento especial y significativo», por el «don que han recibido» y por la «responsabilidad que, libre y generosamente, han asumido». L’OSSERVATORE ROMANO página 8 viernes 9 de mayo de 2014, número 19 Misa del Santo Padre en Santa Marta Ningún miedo a la alegría Hay muchos cristianos que tienen «miedo a la alegría». Cristianos «murciélagos», los definió «con un poco de humor» el Papa Francisco, que van con «cara de funeral», moviéndose en la sombra en lugar de dirigirse «a la luz de la presencia del Señor». El hilo conductor de la meditación del jueves 24 de abril en la capilla de la Casa Santa Marta fue precisamente el contraste entre los sentimientos que experimentaron los Apóstoles después de la resurrección del Señor: por una parte, la alegría de saber que había resucitado, y, por otra, el miedo de verlo de nuevo en medio de ellos, de entrar en contacto real con su misterio viviente. Inspirándose en san Lucas (24, 35-48) propuesto por la liturgia, el Papa recordó, en efecto, que «la tarde de la resurrección los discípulos estaban contando lo que habían visto»: los dos discípulos de Emaús hablaban de su encuentro con Jesús durante el camino, y así también Pedro. En resumen, «todos estaban contentos porque el Señor había resucitado: estaban seguros de que el Señor había resucitado». Pero precisamente «estaban hablando de estas cosas», relata el Evangelio, «cuando se presenta Jesús en medio de ellos» y les dice: «Paz a vosotros». En ese momento, observó el Papa, sucedió algo diferente de la paz. En efecto, el Evangelio describe a los apóstoles «aterrorizados y llenos de miedo». No «sabían qué hacer y creían ver un fantasma». Así, prosiguió el Papa, «todo el problema de Jesús era decirles: Pero mirad, no soy un fantasma; palpadme, ¡mirad mis heridas!». Se lee además en el texto: «Como no acababan de creer por la alegría…». Este es el punto focal: los discípulos «no podían creer porque tenían miedo a la alegría». En efecto, Jesús «los llevaba a la alegría: la alegría de la resurrección, la alegría de su presencia en medio de ellos». Pero precisamente esta alegría se convirtió para ellos en «un problema para creer: por la alegría no creían y estaban atónitos». En resumen, los discípulos «preferían pensar que Jesús era una idea, un fantasma, pero no la realidad». «El miedo a la alegría es una enfermedad del cristiano». También nosotros, explicó el Pontífice, «tenemos miedo a la alegría», y nos decimos a nosotros mismos que «es mejor pensar: sí, Dios existe, pero está allá, Jesús ha resucitado, ¡está allá!». Como si dijéramos: «Mantengamos las distancias». Y así «tenemos miedo a la cercanía de Jesús, porque esto nos da alegría». Esta actitud explica también por qué hay «tantos cristianos de funeral», cuya «vida parece un funeral permanente». Cristianos que «prefieren la tristeza a la alegría; se mueven mejor en la sombra que en la luz de la alegría». Precisamente «como esos animales —especificó el Papa— que logran salir solamente de noche, pero que a la luz del día no ven nada. ¡Como los murciélagos! Y con sentido del humor diríamos que son “cristianos murciélagos”, que prefieren la sombra a la luz de la presencia del Señor». En cambio, «muchas veces nos sobresaltamos cuando nos llega esta alegría o estamos llenos de miedo; o creemos ver un fantasma o pensamos que Jesús es un modo de obrar». Hasta tal punto que nos decimos a nosotros mismos: «Pero nosotros somos cristianos, ¡y debemos actuar así!». E importa muy poco que Jesús no esté. Más bien, habría que preguntar: «Pero, ¿tú hablas con Jesús? ¿Le dices: Jesús, creo que estás vivo, que has resucitado, que estás cerca de mí, que no me abandonas?». Este es el «diálogo con Jesús», propio de la vida cristiana, animado por la certeza de que «Jesús está siempre con nosotros, está siempre con nuestros problemas, con nuestras dificultades y con nuestras obras buenas». Por eso, reafirmó el Pontífice, es necesario superar «el miedo a la alegría» y pensar en cuántas veces «no somos felices porque tenemos miedo». Como los discípulos que, explicó el Papa, «habían sido derrotados» por el misterio de la cruz. De ahí su miedo. «Y en mi tierra —añadió— hay un dicho que dice así: el que se quema con leche, ve una vaca y llora». Y así los discípulos, «quemados con el drama de la cruz, dijeron: no, ¡detengámonos aquí! Él está en el cielo, está muy bien así, ha resucitado, pero que no venga otra vez aquí, ¡porque ya no podemos más!». El Papa Francisco concluyó su meditación invocando al Señor para que «haga con todos nosotros lo que hizo con los discípulos, que tenían miedo a la alegría: abrir nuestra mente». En efecto, se lee en el Evangelio: «Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras». Así pues, el Papa deseó «que el Señor abra nuestra mente y nos haga comprender que Él es una realidad viva, que tiene cuerpo, está con nosotros y nos acompaña, que ha vencido: pidamos al Señor la gracia de no tener miedo a la alegría». La comunidad cristiana en tres pinceladas Armonía, testimonio, atención a los necesitados: «tres pinceladas» de la imagen que representa a una comunidad cristiana, obra del Espíritu Santo según el modelo del «pueblo nacido de lo alto», personas «que aún no se llamaban cristianos» pero sabían dar testimonio de Jesucristo. Es la imagen presentada por el Papa el martes 29 de abril, por la mañana, durante la misa en Santa Marta. Se refirió a un pasaje de los Hechos de los Apóstoles (4, 32) para subrayar cómo la Iglesia, tras recordar durante toda la semana de Pascua el sentido del «renacer de lo alto», presenta ahora la imagen de lo que era «la comunidad de los nuevos cristianos»: un «pueblo recién nacido», formado por personas que «aún no se llamaban cristianos». «La multitud de aquellos que se habían convertido en creyentes —destacó— tenía un solo corazón y una sola alma: y este es el primer rasgo». El segundo lo constituye el hecho de que se trataba de una multitud que «con gran fuerza daba testimonio del Señor Jesús». El tercero es que entre ellos «nadie pasaba necesidad». Son las «tres peculiaridades —explicó el Santo Padre— de este pueblo renacido: la armonía entre ellos, la paz; el testimonio fuerte de la resurrección de Jesucristo y los pobres». Sin embargo, «no siempre funcionó así», añadió. En efecto, con el paso del tiempo «llegaron las luchas internas, las luchas doctrinales, las luchas de poder entre ellos. Incluso en la relación con los pobres surgieron problemas; las viudas se lamentaban de que no se las atendía bien»: en resumen, no faltaban dificultades. Sin embargo, esta imagen muestra cómo deber ser realmente «el modo de vivir de una comunidad cristiana», de quienes creen en Jesús. Ante todo, destacó el Papa Francisco, es necesario construir un clima en el que reine «la paz y la armonía. “Tenía un solo corazón y una sola alma...”. La paz, una comunidad en paz. Esto significa —añadió— que en esa comunidad no había espacio para las murmuraciones, las envidias, las calumnias, las difamaciones», sino sólo para la paz. Porque «el perdón, el amor, lo cubría todo». Para calificar a una comunidad cristiana de este modo —especificó el Papa Francisco— «debemos preguntarnos: ¿cuál es la actitud de los cristianos? ¿Son mansos, humildes? ¿En esa comunidad hay luchas entre ellos por el poder, conflictos por la envidia? ¿Se critica? Entonces no van por la senda de Jesucristo». La paz en una comunidad, en efecto, es una «peculiaridad muy importante. Tan importante porque el demonio trata de dividirnos, siempre. Es el padre de la división; con la envidia, divide. Jesús nos hace ver este camino, el camino de la paz entre nosotros, del amor entre nosotros». Pasando luego a explicar el segundo rasgo característico de esta imagen, el Santo Padre invitó a preguntarse si la comunidad cristiana «da testimonio de la resurrección de Jesucristo: esta parroquia, esta comunidad, esta diócesis, ¿cree de verdad que Jesucristo ha resucitado?». En el caso en el que la respuesta no sea explícita y decidida, «el corazón tal vez está lejos» de esta certeza. Es necesario, en cambio, «dar testimonio de que Jesús está vivo, entre nosotros»: sólo así se puede verificar cómo va una comunidad. Por último, el Pontífice habló de los pobres y del lugar que ellos ocupan entre nosotros. Al respecto se debe hacer un examen de conciencia que, precisó, se puede subdividir en dos partes: «¿Cuál es tu actitud, o la actitud de esta comunidad hacia los pobres?»; y después, «¿es pobre esta comunidad? ¿Pobre de corazón y pobre de espíritu? ¿O pone la confianza en las riquezas, en el poder?». Como conclusión, el Papa reafirmó las tres características que identifican a una comunidad cristiana: «Armonía, testimonio, pobreza y estar atentos a los pobres». Precisamente esto —recordó— es lo que Jesús explicaba a Nicodemo», destacando que todo es obra del Espíritu Santo, «el único que puede hacer esto». Porque «el espíritu construye la Iglesia. El Espíritu construye la unidad; el Espíritu te impulsa hacia el testimonio; el Espíritu te hace pobre, porque Él es la riqueza; y lo hace para que tú puedas ocuparte de los pobres. Por ello Jesús dice: «El viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene y adónde va». Así es quien ha nacido del Espíritu. «Pensemos —fue la invitación final— en nuestras comunidades, en nuestras parroquias, en nuestros movimientos, en nuestros colegios, en nuestras diócesis. Nos hará bien compararnos un poco con esto: ¿mi comunidad está en paz y en armonía o está dividida? ¿Mi comunidad da testimonio de Jesucristo o sabe que Cristo ha resucitado, lo sabe intelectualmente pero no hace nada, no lo anuncia? ¿Se ocupa mi comunidad de los pobres? ¿Es una comunidad pobre?». Que el Espíritu Santo, fue el deseo del Santo Padre, «nos ayude a ir por este camino, el camino de quienes han renacido en el bautismo». También hoy se mata en nombre de Dios El Papa Francisco lloró al recibir la noticia de los cristianos que en estos días fueron crucificados en un país no cristiano. Lo dijo él mismo en la celebración de la misa en la capilla de la Casa Santa Marta, el viernes 2 de mayo, por la mañana. También hoy, dijo, hay gente que piensa en adueñarse de las conciencias y así «en nombre de Dios mata, persigue». Y hay cristianos que, como los apóstoles, «son dichosos al ser juzgados dignos de sufrir ultrajes por el nombre de Jesús». Precisamente esta «alegría de los mártires cristianos» es una de las «tres imágenes» propuestas por el Pontífice. Mártires «hoy —afirmó— hay muchos: pensad que en algunos países sólo por llevar el Evangelio vas a la cárcel. No puedes llevar una cruz, te harán pagar la multa. Pero el corazón está alegre». Una imagen, la de la «alegría del testimonio», que ve precisamente juntos a los apóstoles con los mártires de hoy. Y de la predicación de los apóstoles el Papa quiso hablar en la homilía, al recordar que cuando fueron arrestados y flagelados se sentían dichosos por haber dado testimonio del Señor. Las otras dos imágenes presentadas por el Pontífice son: Jesús con todo su amor por la gente y «la hipocresía de los dirigentes eclesiásti- número 19, viernes 9 de mayo de 2014 cos con todas sus maniobras políticas» para oprimir al pueblo. El pasaje del Evangelio de san Juan (6, 1-15) relata que a Jesús le seguía «mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos, con los endemoniados». Pero lo seguían también para escucharlo, explicó el Papa, «porque la gente decía de Él: ¡éste habla con autoridad! No como los demás, los doctores de la ley, los saduceos, toda esta gente que hablaba pero sin autoridad». Estas eran personas, en efecto, que «no tenían un discurso fuerte como el de Jesús». Y «fuerte no porque Jesús gritase: fuerte en su mansedumbre, en su amor, fuerte en la mirada» con la que el Señor «miraba a la gente, con mucho amor». La fuerza es precisamente el amor: he aquí la autoridad de Jesús, y por eso «la gente lo seguía». «Jesús ama a la gente» y «piensa en el hambre de la gente: “Los que están aquí tienen hambre, ¿cómo podemos darles de comer?”». Jesús «se ocupa de los problemas de la gente. A Él no se le pasa por la cabeza hacer, por ejemplo, un censo: veamos cuántos nos siguen, ¿ha crecido la Iglesia?». Jesús «habla, predica, ama, acompaña, camina con la gente». Es «manso, humilde». Hasta tal punto que «cuando la gente, dejándose llevar un poco por el entusiasmo de ver a una persona tan buena que habla con autoridad, que ama tanto, quiere hacerlo rey, Él los detiene. Y les dice: ¡no, esto no! Y se marcha». El Papa Francisco hizo referencia también a la primera lectura (Hch 5, 34-42), que presenta a los discípulos con el «problema del Sanedrín, cuando los saduceos lo detienen tras la curación de un enfermo». Y recordó que, después de la curación, «el sumo sacerdote con los que estaban de su parte, es decir, la secta de los saduceos, llenos de celos, tomaron a los apóstoles y los llevaron a la prisión pública». Pero «sabemos que el ángel hizo salir a los apóstoles de la prisión»; y así fueron inmediatamente al templo a enseñar. La reacción del sumo sacerdote y de su gente, fue la de llevar a los apóstoles ante el sanedrín. «Pero yo —dijo el Papa— quisiera detenerme un poco en esta palabra: llenos de celos». Estaban celosos porque «no toleraban que la gente siguiese a Jesús. No lo soportaban», y por ello «estaban celosos». Pero se trata de «una mala actitud»: de los celos, en efecto, se pasa a la envidia. Sin embargo, continuó, «esta gente sabía bien quién era Jesús, lo sabía». Por lo demás, «esta gente era la misma que había pagado a los guardias para que dijeran que los apóstoles habían robado el cuerpo de Jesús. Habían pagado para silenciar la verdad». Y «cuando se paga para esconder la verdad, estamos en una maldad muy grande». También L’OSSERVATORE ROMANO el pueblo sabía quiénes eran estas personas y, en efecto, no las seguían. Más bien las «toleraban, porque tenían la autoridad: la autoridad del culto, la autoridad de la disciplina eclesiástica en ese tiempo, la autoridad del pueblo». En cambio «la gente seguía a Jesús», quien les dice claramente a los poderosos que «cargaban pesos opresores sobre los fieles y los ponían sobre los hombros de la gente». Poderosos que no toleraban la mansedumbre de Jesús, no toleraban la mansedumbre del Evangelio, no toleraban el amor y llegaban incluso a pagar por envidia, por odio. He aquí, por lo tanto, «dos imágenes» que se contraponen. La imagen de Jesús conmovido con la gente porque, dice el Evangelio, veía a las personas «como ovejas que no tienen pastor». Y luego «éstos con sus maniobras políticas, con sus maniobras eclesiásticas para seguir dominando al pueblo». En definitiva, destacó el Papa, «algo tenían que hacer» y decidieron: «les daremos unos buenos bastonazos y después, ¡a casa!». Cometieron una injusticia, porque se consideraban «dueños de las conciencias» y «se sentían con el poder de hacerlo». Y, añadió el Pontífice, «también hoy en el mundo son muchos» los que se comportan así. Precisamente al respecto el Papa Francisco confesó haber llorado al recibir la noticia de los «cristianos crucificados en cierto país no cristiano». Sí, afirmó, «también hoy esta gente en nombre de Dios mata, persigue». Pero «también hoy hay gente» con la misma actitud de los apóstoles que —se lee en los Hechos— «se marcharon del Sanedrín alegres de haber sido juzgados dignos de sufrir ultrajes por el nombre de Jesús». Y precisamente esta es «la tercera imagen de hoy» propuesta por el obispo de Roma: «la alegría del testimonio». Son tres imágenes para observar bien, porque tienen relación con la cuestión central de «nuestra historia de salvación». Quien tiene sitio en la Iglesia En la Iglesia no hay sitio para quien sigue a Jesús sólo por vanidad, por deseo de poder y por deseo de acumular dinero. Sólo hay sitio para quien lo ama y lo sigue precisamente porque lo ama. Ha sido muy claro el Papa Francisco al reafirmar la actitud justa del cristiano que se pone en camino por la senda del Señor. Y el lunes 5 de mayo, por la mañana, en la misa que celebró en la capilla de Santa Marta, pidió que nos preguntemos de qué modo seguimos a Jesús. El Pontífice partió del pasaje de san Juan (6, 22-29) en el que se dice que la multitud, que comió gracias al milagro de la multiplicación de los panes y de los peces realizado por Jesús, al no verlo ya, lo va a buscar «a la otra orilla del mar». Jesús, dijo el Papa, «llama la atención de la gente sobre algunas actitudes que no son buenas y, es más, hacen mal». Después de la multiplicación de los panes «la gente estaba alegre» por lo que había hecho Jesús, hasta el punto que «querían convertirlo en rey». Pero Él «huyó, solo. Fue a rezar al monte. Luego, esta gente, que lo seguía con el corazón, lo amaba, al enterarse que Jesús estaba en la otra orilla, fueron a buscarlo. Jesús los reprende por esta actitud: “En verdad os digo: vosotros me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros”». Es como si dijese: «Vosotros me buscáis por un interés». Y «creo —añadió el Pontífice— que nos hace siempre bien preguntarnos: ¿por qué busco a Jesús? ¿Por qué sigo a Jesús?». «Nosotros somos todos pecadores», explicó el Santo Padre. Y, por lo tanto, siempre tenemos algún interés, algo «que purificar al seguir a Jesús; debemos trabajar interiormente para seguirlo, por Él, por amor». Pero también la gente de la que habla el Evangelio lo amaba. «Lo amaba de verdad», destacó el Papa, porque «hablaba como uno que tiene autoridad». Sin embargo había también ventajas. Y «en mi seguimiento de Jesús —se preguntó de nuevo el obispo de Roma— ¿busco algo que no es precisamente Jesús? ¿Tengo rectitud de intención o no?». La respuesta se puede encontrar en las enseñanzas mismas de Jesús, el cual «indica tres actitudes que no son buenas al seguirlo a Él o al buscar a Dios». La primera es la vanidad, en relación a la cual el obispo de Roma hizo referencia a las advertencias de Jesús contenidas en el Evangelio de Mateo (6, 3-5; 16-17). Y esto, destacó, «lo dice sobre todo a los dirigentes, que querían hacerse ver, porque les gustaba —para decir la palabra justa— darse importancia. Y se comportaban como auténticos pavos reales. Pero Jesús dice: no, esto no funciona. La vanidad no hace bien». Algunas veces también «nosotros hacemos cosas buscando sobresalir» por vanidad. Pero, advirtió el Pontífice, la vanidad es peligrosa porque puede hacernos resbalar hacia el orgullo, la soberbia. Y cuando sucede esto, «todo se acaba». Por ello, sugirió, siempre debemos preguntarnos: «¿Cómo hago las cosas? Las cosas buenas que hago, ¿las hago a escondidas o para que me vean?». Y si Jesús dice esto a los dirigentes, a los jefes, es como si «lo dijese a nosotros, a nosotros pastores. Un pastor que es vanidoso no hace bien al pueblo de Dios». A esos dirigentes de los que habla Jesús en el Evangelio les gustaba vestirse con trajes de lujo, destacó entre otras cosas el Papa. Y confesó página 9 que cuando ve «a un pastor, a un sacerdote, a un obispo que va por la calle vestido majestuosamente, como si fuese a una fiesta mundana», se pregunta: «¿Qué piensa la gente de esto? Que ese pastor no sigue a Jesús; sea sacerdote u obispo, no sigue a Jesús. Luego le sigue un poco pero le gusta la vanidad». Esta es una de las cosas que Jesús reprocha. Y del mismo modo reprende a quien busca el poder. «Algunos siguen a Jesús porque inconscientemente buscan el poder», explicó el Santo Padre. Y recordó las peticiones de Juan y Santiago, los hijos de Zebedeo, que querían un sitio de poder cuando llegase el reino prometido. «En la Iglesia hay trepadores, y son muchos...», comentó el Papa. Pero sería mejor, añadió, que fuesen «hacia el norte e hicieran alpinismo. Y más sano. Pero no vengan a la Iglesia para trepar». Jesús, recordó también, «reprende a esos trepadores que buscan el poder. A Santiago y a Juan, a quienes tanto quería, que buscaban el poder, les dijo: pero vosotros no sabéis lo que pedís, no lo sabéis». El deseo de poder por parte de los discípulos de Jesús, recordó una vez más el Santo Padre, se prolongó hasta el último instante, hasta el momento en el que Jesús estaba a punto de subir al cielo. Ellos pensaban que estaba casi llegando el momento del reino y su pregunta al Señor era: «¿Ahora llega el reino, el momento de nuestro poder?». Sólo cuando desciende sobre ellos el Espíritu Santo, explicó, los discípulos comprenden y cambian de actitud. En nuestra vida cristiana, sin embargo, «el pecado —destacó el obispo de Roma— permanece. Y por ello nos hará bien hacernos la pregunta: ¿cómo sigo yo a Jesús? ¿Sólo por Él, incluso hasta la cruz, o busco el poder y uso a la Iglesia, a la comunidad cristiana, a la parroquia, a la diócesis para tener un poco de poder?». La tercera cuestión «que nos aleja de la rectitud de intención es el dinero». Están, en efecto, «los que siguen a Jesús por el dinero —afirmó sin medias tintas el Papa— y con el dinero. Buscan aprovecharse económicamente de la parroquia, de la diócesis, de la comunidad cristiana, del hospital, del colegio... Esta tentación existió desde el inicio. Y hemos conocido muchos buenos católicos, buenos cristianos, amigos, bienhechores de la Iglesia, incluso con varias honorificencias, muchas. Y que luego se descubrió que hicieron negocios un poco oscuros. Eran auténticos especuladores e hicieron mucho dinero. Se presentaban como bienhechores de la Iglesia, pero acumulaban mucho dinero y no siempre era dinero limpio». Y aquí el Santo Padre repitió las preguntas: «¿Cómo sigo yo a Jesús? ¿Hay vanidad en mi seguimiento de Jesús? ¿Hay deseo de poder? ¿Hay deseo de dinero? Nos hará bien —exhortó— examinar un poco nuestro corazón, nuestra conciencia sobre la rectitud de intención en el seguimiento de Jesús. ¿Lo sigo sólo por Él? Y este es el camino de la santidad. ¿O lo sigo por Él pero también para tener alguna ventaja para mí?». Y esto no es cristiano. Por lo tanto, concluyó, «pidamos al Señor la gracia de enviarnos el Espíritu Santo para seguirlo con rectitud de intención: sólo por Él, sin vanidad, sin deseo de poder, y sin deseo de dinero». L’OSSERVATORE ROMANO página 10 viernes 9 de mayo de 2014, número 19 COMUNICACIONES Colegio episcopal RENUNCIAS: El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Kharkiv—Zaporizhia (Ucrania) que monseñor MARIAN BUCZEK le había presentado en conformidad con el canon 401 § 2 del Código de derecho canónico. Marian Buczek nació en Cieszanów, diócesis de Zamość—Lubaczów (Polonia), el 14 de marzo de 1953. Recibió la ordenación sacerdotal el 16 de junio de 1979. Juan Pablo II le nombró obispo titular de Febiana y auxiliar de la archidiócesis de Lviv de los latinos el 4 de mayo de 2002; recibió la ordenación episcopal el 20 de junio del mismo año. Benedicto XVI le nombró obispo coadjutor de la diócesis de Kharkiv—Zaporizhia el 16 de julio de 2007. Pasó a ser obispo residencial de dicha sede el 19 de marzo de 2009. El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Limburg (Alemania) que monseñor FRANZ-PETER TEBARTZ-VAN ELST le había presentado en conformidad con el canon 401 § 2 del Código de derecho canónico. Audiencias pontificias EL SANTO PADRE HA RECIBID O: Viernes 2 de mayo —A monseñor Gabriele Giordano Caccia, arzobispo titular de Sepino, nuncio apostólico en Líbano. —Al presidente de la República de Angola, José Eduardo Dos Santos, con su esposa y el séquito. Sábado, día 3 —Al cardenal Reinhard Marx, arzobispo de München und Freising (República federal de Alemania), coordinador del Consejo para la economía. —Al cardenal Marc Ouellet, P.S.S., prefecto de la Congregación para los obispos. A los obispos de la Conferencia episcopal de Sri Lanka, en visita «ad limina Apostolorum»: —Al cardenal Albert Malcolm Ranjith Patabendige Don, arzobispo de Colombo, con los auxiliares: monseñor Fidelis Lionel Emmanuel Fernando, obispo titular de Orta; monseñor Sampathawaduge Maxwell Grenville Silva, obispo titular de Lesina. —Monseñor Norbert Marshall Andradi, O.M.I., obispo de Anuradhapura. —Monseñor Julian Winston Sebastian Fernando, S.S.S., obispo de Badulla. —Monseñor Joseph obispo de Batticaloa. Ponniah, —Monseñor Warnakulasurya Wadumestrige Devsritha Valence Mendis, obispo de Chilaw. —Monseñor Raymond Kingsley Wickramasinghe, obispo de Galle. —Monseñor Harold Anthony Perera, obispo de Kurunegala. —Monseñor Rayappu obispo de Mannar. Joseph, —Monseñor Cletus Chandrasiri Perera, O.S.B.SILV., obispo de Ratnapura. —Monseñor Joseph Kingsley Swampillai, obispo de Trincomalee. Lunes, día 5 —Al cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, arzobispo de Lima (Perú). —Al cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, arzobispo de San Cristóbal de La Habana (Cuba). —A monseñor Marek Solczyński, arzobispo titular de Cesarea de Mauritania, nuncio apostólico en Georgia, en Armenia y en Azerbaiyán. A los obispos de la Conferencia episcopal de Burundi, en visita «ad limina Apostolorum»: —Monseñor Simon Ntamwana, Arzobispo de Gitega. —Monseñor Joachim Ntahondereye, obispo de Muyinga. —Monseñor Gervais Banshimiyubusa, obispo de Ngozi, con el obispo emérito, monseñor Stanislas Kaburungu. —Monseñor Bonaventure Nahimana, obispo de Rutana. —Monseñor Blaise Nzeyimana, obispo de Ruyigi. —Monseñor Evariste Ngoyagoye, arzobispo de Bujumbura. —Monseñor Thomas Savundaranayagam Emmanuel, obispo de Jaffna. —Monseñor Jean Ntagwarara, obispo de Bubanza, con el obispo coadjutor, monseñor Georges Bizimana. —Monseñor Joseph Vianney Fernando, obispo de Kandy. —Monseñor Venant obispo de Bururi. Bacinoni, Franz-Peter Tebartz-van Elst nació en Kevelaer-Twisteden, diócesis de Münster, el 20 de noviembre de 1959. Recibió la ordenación sacerdotal el 26 de mayo de 1985. Juan Pablo II le nombró obispo titular de Giro di Tarasio y auxiliar de la diócesis de Münster el 14 de noviembre de 2003; recibió la ordenación episcopal el 18 de enero de 2004. Benedicto XVI le nombró obispo de Limburg el 28 de noviembre de 2007. EL PAPA HA NOMBRAD O: —Obispo de Kharkiv—Zaporizhia (Ucrania) a monseñor STANISLAV SZYROKORADIUK, O.F.M., hasta ahora obispo titular de Surista, auxiliar de Kyiv-Zhytomyr y administrador apostólico «ad nutum Sanctae Sedis» de Lutsk de los latinos (Ucrania). Stanislav Szyrokoradiuk, O.F.M., nació en Kornachovka, diócesis de Kamyanets-Podilskyi de los latinos, el 23 de junio de 1956. Recibió la ordenación sacerdotal el 4 de junio de 1984. Juan Pablo II le nombró obispo titular de Surista y auxiliar de la diócesis de Kiev-Zhytomir el 26 de noviembre de 1994; recibió la ordenación episcopal el 6 de enero de 1995. Benedicto XVI le nombró administrador apostólico «ad nutum Sanctae Sedis» de Lutsk de los latinos el 24 de julio de 2012. —Obispo de Lutsk (Ucrania) a monseñor VITALIY SKOMAROVSKYI, hasta ahora obispo titular de Bencenna y auxiliar de Kyiv-Jitomir. Vitaliy Skomarovskyi nació en Berdychiv (Ucrania) el 30 de diciembre de 1963. Recibió la ordenación sacerdotal el 27 de mayo de 1990. Juan Pablo II le nombró obispo titular de Bencenna y auxiliar de KyivJitomir el 7 de abril de 2003; recibió la ordenación episcopal el 7 de junio del mismo año. —Obispo de Abeokuta (Nigeria) a monseñor PETER KAYODE ODETOYINBO. Peter Kayode Odetoyinbo nació en Ibadan el 28 de enero de 1964. Recibió la ordenación sacerdotal el 7 de octubre de 1989. Obtuvo el doctorado en historia de la Iglesia en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. En su ministerio ha sido vicario parroquial y párroco; docente en diversos seminarios y en un instituto; presidente de una asociación para sacerdotes en Ibadan y en el último período, vicario general. Curia romana El Santo Padre ha nombrado secretario encargado de la vicepresidencia de la Comisión pontificia para América Latina al profesor abogado GUZMÁN CARRIQUIRY, hasta ahora secretario de la misma Comisión. Lutos en el episcopado —Monseñor FRANCISCO OVIDIO VERA INTRIAGO, obispo titular de Autenti y auxiliar de Portoviejo (Ecuador), falleció el 21 de abril. Había nacido en Junín, arquidiócesis de Portoviejo, el 7 de octubre de 1942. Era sacerdote desde el 28 de junio de 1970. Juan Pablo II le nombró obispo titular de Autenti y auxiliar de Portoviejo el 16 de diciembre de 1992; recibió la ordenación episcopal el 2 de febrero de 1993. —Monseñor JOSÉ MOREIRA BASTOS NETO, obispo de Três Lagoas (Brasil), falleció el 26 de abril. Había nacido en Simonésia, diócesis de Caratinga, el 25 de enero de 1953. Era sacerdote desde el 28 de octubre de 1979. Benedicto XVI le nombró obispo de Três Lagoas el 7 de enero de 2009; recibió la ordenación episcopal el 19 de abril del mismo año. —Monseñor ALOÍSIO RO QUE OParzobispo emérito de Uberaba (Brasil), falleció el 27 de abril. Había nacido en São Vendelino, diócesis de Montenegro, el 19 de junio de 1936. Era sacerdote desde el 29 de junio de 1961. Juan Pablo II le nombró obispo de Ituiutaba el 22 de enero de 1983; recibió la ordenación episcopal el 21 de abril sucesivo. El mismo Papa le nombró obispo coadjutor de Campanha el 9 de noviembre de 1988. Pasó a ser obispo residencial de dicha sede el 15 de mayo de 1991. El Santo Padre le promovió a arzobispo de Uberaba el 28 de febrero de 1996 y aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha archidiócesis el 7 de marzo de 2012. PERMANN, S.C.I., —Monseñor PROTACIO G. GUNGON, obispo emérito de Antipolo (Filipinas), falleció el 26 de abril. Había nacido en Santa María, diócesis de Malolos, el 19 de junio de 1925. Era sacerdote desde el 29 de marzo de 1952. Pablo VI le nombró obispo titular de Obba y auxiliar del arzobispo de Manila el 8 de julio de 1977; recibió la ordenación episcopal el 24 de agosto del mismo año. Juan Pablo II al erigir la diócesis de Antipolo le nombró obispo de la misma sede el 24 de enero de 1983. El Papa aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha diócesis el 18 de octubre de 2001. L’OSSERVATORE ROMANO número 19, viernes 9 de mayo de 2014 página 11 El Pontífice a los miembros del Consejo de asuntos económicos Transparencia y eficiencia al servicio del Evangelio La Iglesia tiene la «responsabilidad de tutelar y gestionar con atención los propios bienes a la luz de su misión de evangelización con especial atención hacia los necesitados». Lo recordó el Papa Francisco a los miembros del Consejo de asuntos económicos, a quienes recibió en audiencia el viernes 2 de mayo, por la mañana, en la sala de los Papas, con ocasión del primer encuentro del nuevo organismo, creado el pasado 24 de febrero. Tras el saludo del cardenal Reinhard Marx, coordinador del Consejo, el Pontífice pronunció las siguientes palabras. Os doy las gracias por esta reunión y por el trabajo que realizaréis. Muchas gracias! Lo necesitamos, vosotros lo sabéis, para llevar adelante este trabajo en el sentido que el cardenal Marx ha explicado. El Consejo de asuntos económicos ha sido instituido con el Motu proprio Fidelis dispensator et prudens, el pasado 24 de febrero, juntamente con la Secretaría de asuntos económicos y la Oficina del auditor general. El Motu proprio subraya la misión tan relevante de este acto: la consciencia que tiene la Iglesia de su responsabilidad de tutelar y gestionar con atención los propios bienes a la luz de su misión de evangelización, con especial atención hacia los necesitados. El cardenal lo destacó bien, y no debemos salir de este camino. Todo, transparencia, eficiencia, todo para este fin. Todo es para esto. La Santa Sede se siente llamada a poner en práctica esa misión, teniendo en cuenta especialmente su responsabilidad hacia la Iglesia univer- sal. Además, estos cambios reflejan el deseo de poner en práctica la necesaria reforma de la Curia romana para servir mejor a la Iglesia y a la misión de Pedro. Este es un desafío importante, que requiere fidelidad y prudencia: «fidelis dispensator et prudens». El itinerario no será sencillo y requiere valor y determinación. Una nueva mentalidad de servicio evangélico debería establecerse en las diversas administraciones de la Santa Sede. El Consejo de asuntos económicos desempeña un papel significativo en este proceso de reforma; tiene la tarea de vigilar la gestión económica y controlar las estructuras y actividades administrativas y financieras de estas administraciones; desempeña su actividad en estrecha relación con la Secretaría de asuntos económicos. Aprovecho para dar las gracias también al cardenal Pell por su esfuerzo, su trabajo; también por su tenacidad de «rugbyer» australiano... ¡Gracias, eminencia! El Consejo representa a la Iglesia universal: ocho cardenales de diversas Iglesias particulares, siete laicos que representan varias partes del mundo y que contribuyen con su experiencia al bien de la Iglesia y a su especial misión. Los laicos son miembros a pleno título del nuevo Consejo: no son miembros de segunda clase, ¡no! Todos al mismo Primera reunión del Consejo de asuntos económicos El Consejo de asuntos económicos —instituido por el Santo Padre con el motu proprio Fidelis dispensator et prudens del 24 de febrero pasado— tuvo su primera reunión en la jornada del viernes 2 de mayo, en la sala Bolonia del palacio apostólico. Los trabajos, que iniciaron en Audiencia a la Papal Foundation Asistencia y formación Agradecimiento por la actividad de asistencia y formación desempeñada al servicio de la misión de la Iglesia expresó el obispo de Roma a los miembros de la «Papal Foundation», a quienes recibió en audiencia el viernes 2 de mayo, por la mañana, en la sala Clementina. Tras el saludo del cardenal Donald William Wuerl, arzobispo de Washington y presidente de la asociación, el Pontífice pronunció el siguiente discurso. Señor cardenal, queridos amigos, Dirijo mi cordial bienvenida a vosotros, miembros de la Papal Foundation, con ocasión de vuestra peregrinación anual a Roma. Durante el período pascual todos los cristianos del mundo se unen para celebrar la victoria del Señor sobre el pecado y sobre la muerte, el alba de la nueva creación y la efusión del Espíritu Santo. Que la alegría de la resurrección colme vuestros corazones de esa paz que el mundo no puede dar (cf. Jn 14, 27), y vuestra oración junto a las tumbas de los apóstoles y mártires os renueve en la fidelidad al Señor y a su Iglesia. Desde su constitución, la Papal Foundation ha tratado de promover la misión de la Iglesia, con el apoyo a una amplia serie de obras de caridad especialmente queridas por el sucesor de Pedro. Estoy muy agradecido por la asistencia que la Fundación ha dado a la Iglesia en los países en vías de desarrollo a través de donaciones para sostener proyectos educativos, caritativos y apostólicos, pero también por las becas de estudios que pone a disposición de laicos, sacerdotes y religiosos para sus estudios aquí en Roma. De este modo, vosotros contribuís a asegurar la formación de una nue- nivel. El trabajo del Consejo es de gran peso y de gran importancia, y ofrecerá una aportación fundamental al servicio realizado por la Curia romana y las diversas administraciones de la Santa Sede. Os deseo un buen trabajo y os agradezco mucho lo que hacéis y lo que haréis. ¡Muchas gracias! Y rezad por mí, que lo necesito. va generación de guías de la comunidad, los cuales, en la mente y en el corazón están forjados por la verdad del Evangelio, la sabiduría de la doctrina social católica y el profundo sentido de comunión con la Iglesia universal en su servicio a toda la familia humana. En estas jornadas de gran importancia, marcadas por la canonización de dos extraordinarios Papas de nuestro tiempo, Juan XXIII y Juan Pablo II, oro para que seáis confirmados en la gracia de vuestro Bautismo y en el compromiso de ser discípulos misioneros llenos de la alegría que brota del encuentro personal con Jesús Resucitado (cf. Evangelii gaudium, 119). Confío a vosotros y a vuestras familias a la intercesión de María, Madre de la Iglesia, y cordialmente os imparto mi bendición apostólica como prenda de alegría y de paz en el Señor. la mañana y terminaron a las 18.00, fueron presididos por el cardenal coordinador, Reinhard Marx. Además de los quince miembros, participaron también los cardenales Pietro Parolin, secretario de Estado, y George Pell, presidente de la Secretaría de asuntos económicos, así como el prelado secretario de dicho Consejo, monseñor Brian Ferme. El Papa Francisco recibió al Consejo el viernes por la mañana y les dirigió un breve discurso. Como evidenciaron tanto el Santo Padre en su discurso, como el cardenal coordinador en su saludo, los miembros eclesiásticos y laicos del Consejo están al mismo nivel, con igual responsabilidad y derechos. Esto se vio concretamente en la reunión misma por el hecho de que eclesiásticos y laicos ocuparon lugares alternados y no separados en torno a la mesa de los trabajos. El encuentro, que se desarrolló en un ambiente positivo y constructivo, tuvo como objeto, en primer lugar, el borrador de los estatutos del Consejo mismo, cuyo examen se proseguirá también en la próxima reunión para que puedan ser presentados a la aprobación del Santo Padre. Además, se presentó al Consejo el trabajo realizado por la Comisión de estudio y de dirección de la organización de la estructura económico-administrativa de la Santa Sede (COSEA), instituida por el Santo Padre el 18 de julio de 2013. La información y la continuidad del trabajo realizado están garantizadas por el hecho de que el presidente y otros dos miembros de la COSEA son ahora miembros del Consejo de asuntos económicos. La próxima reunión quedó fijada para el 5 de julio. Otras dos reuniones están previstas en septiembre y en diciembre de este año. L’OSSERVATORE ROMANO página 12 viernes 9 de mayo de 2014, número 19 En la audiencia general el Papa Francisco habla del don de consejo La mamá, la Virgen y el muchacho Al don de consejo —a través del cual «es Dios mismo, con su Espíritu, quien ilumina nuestro corazón, de tal modo que nos hace comprender el modo justo de hablar y de comportarse»— dedicó el Papa Francisco la catequesis de la audiencia general del miércoles 7 de mayo en la plaza de San Pedro. Queridos hermanos ¡buenos días! y hermanas, Hemos escuchado en la lectura del pasaje del libro de los Salmos que dice: «El Señor me aconseja, hasta de noche me instruye internamente» (cf. Sal 16, 7). Y este es otro don del Espíritu Santo: el don de consejo. Sabemos cuán importante es, en los momentos más delicados, poder contar con las sugerencias de personas sabias y que nos quieren. Ahora, a través del don de consejo, es Dios mismo, con su Espíritu, quien ilumina nuestro corazón, de tal forma que nos hace comprender el modo justo de hablar y de comportarse; y el camino a seguir. ¿Pero cómo actúa este don en nosotros? En el momento en el que lo acogemos y lo albergamos en nuestro corazón, el Espíritu Santo comienza inmediatamente a hacernos sensibles a su voz y a orientar nuestros pensa- mientos, nuestros sentimientos y nuestras intenciones según el corazón de Dios. Al mismo tiempo, nos conduce cada vez más a dirigir nuestra mirada interior hacia Jesús, como modelo de nuestro modo de actuar y de relacionarnos con Dios Padre y con los hermanos. El consejo, pues, es el don con el cual el Espíritu Santo capacita a nuestra conciencia para hacer una opción concreta en comunión con Dios, según la lógica de Jesús y de su Evangelio. De este modo, el Espíritu nos hace crecer interiormente, nos hace crecer positivamente, nos hace crecer en la comunidad y nos ayuda a no caer en manos del egoísmo y del propio modo de ver las cosas. Así el Espíritu nos ayuda a crecer y también a vivir en comunidad. La condición esencial para conservar este don es la oración. Volvemos siempre al mismo tema: ¡la oración! Es muy importante la oración. Rezar con las oraciones que todos sabemos desde que éramos niños, pero también rezar con nuestras palabras. Decir al Señor: «Señor, ayúdame, aconséjame, ¿qué debo hacer ahora?». Y con la oración hacemos espacio, a fin de que el Espíritu venga y nos ayude en ese momento, nos aconseje sobre lo que todos debemos hacer. ¡La oración! Jamás olvidar la oración. ¡Jamás! Nadie, nadie, se da cuenta cuando rezamos en el autobús, por la calle: rezamos en silencio con el corazón. Aprovechamos esos momentos para rezar, orar para que el Espíritu nos dé el don de consejo. Los tuits en @pontifex_es 1 MAY [11.25 AM] Les pido a quienes tienen responsabilidad política de no olvidar dos cosas: la dignidad humana y el bien común 2 MAY [12.00 PM] Nadie es más paciente que Dios Padre. Nadie comprende y sabe esperar como Él 3 MAY [12.00 PM] No tengas miedo, abre las puertas a Cristo 5 MAY [11.05 AM] ¿Qué significa evangelizar? Dar testimonio con alegría y sencillez de lo que somos y creemos 6 MAY [12.00 PM] Una sociedad que abandona a los niños y a los ancianos cercena sus raíces y oscurece su futuro El abrazo a un grupo de detenidos «Salimos de los muros de la cárcel para vivir una jornada de libertad y de serenidad en el Vaticano». En nombre de los veinte detenidos que están pagando su pena en la cárcel italiana de Viterbo, uno de ellos no esconde «la alegría, la emoción y sobre todo la esperanza que suscita el encuentro con el Papa en nosotros y en nuestras familias». Esperanza, especificó, de tener «la fuerza interior para recomenzar». Y en la audiencia general en la plaza de San Pedro presentaron al Pontífice todas sus ansias, pero también sus «deseos de volver a ser libres». Hablan de una «experiencia única e incluso impensable» hecha posible gracias a la directora Teresa Mascolo, a una religiosa y al magistrado de vigilancia. «Los que hoy han encontrado al Papa —explica la directora— están en régimen de alta y media seguridad y por lo tanto, están ya realizando un itinerario de reeducación y reinserción». Hace algún tiempo, añade, tuvieron «la oportunidad de visitar la basílica vaticana y rezar ante las tumbas de los Papas, en particular de Juan XXIII y Juan Pablo II. Con ellos se encontraba también una representación de la guardia del personal carcelario. Hablando de «itinerarios difíciles pero posibles», estuvieron presentes también los 450 familiares de los jóvenes seguidos por la comunidad de San Patrignano, que desde hace años está en primera línea en la recuperación de los drogadictos. En la intimidad con Dios y en la escucha de su Palabra, poco a poco, dejamos a un lado nuestra lógica personal, impuesta la mayoría de las veces por nuestras cerrazones, nuestros prejuicios y nuestras ambiciones, y aprendemos, en cambio, a preguntar al Señor: ¿cuál es tu deseo?, ¿cuál es tu voluntad?, ¿qué te gusta a ti? De este modo madura en nosotros una sintonía profunda, casi connatural en el Espíritu y se experimenta cuán verdaderas son las palabras de Jesús que nos presenta el Evangelio de Mateo: «No os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros» (Mt 10, 19-20). Es el Espíritu quien nos aconseja, pero nosotros debemos dejar espacio al Espíritu, para que nos pueda aconsejar. Y dejar espacio es rezar, rezar para que Él venga y nos ayude siempre. Como todos los demás dones del Espíritu, también el de consejo constituye un tesoro para toda la comunidad cristiana. El Señor no nos habla sólo en la intimidad del corazón, nos habla sí, pero no sólo allí, sino que nos habla también a través de la voz y el testimonio de los hermanos. Es verdaderamente un don grande poder encontrar hombres y mujeres de fe que, sobre todo en los momentos más complicados e importantes de nuestra vida, nos ayudan a iluminar nuestro corazón y a reconocer la voluntad del Señor. Recuerdo una vez en el santuario de Luján, yo estaba en el confesonario, delante del cual había una larga fila. Había también un muchacho todo moderno, con los aretes, los tatuajes, todas estas cosas... Y vino para decirme lo que le sucedía. Era un problema grande, difícil. Y me dijo: yo le he contado todo esto a mi mamá, y mi mamá me ha dicho: dirígete a la Virgen y ella te dirá lo que debes hacer. He aquí a una mujer que tenía el don de consejo. No sabía cómo salir del problema del hijo, pero indicó el camino justo: dirígete a la Virgen y ella te dirá. Esto es el don de consejo. Esa mujer humilde, sencilla, dio a su hijo el consejo más verdadero. En efecto, este muchacho me dijo: he mirado a la Virgen y he sentido que tengo que hacer esto, esto y esto... Yo no tuve que hablar, ya lo habían dicho todo su mamá y el muchacho mismo. Esto es el don de consejo. Vosotras, mamás, que tenéis este don, pedidlo para vuestros hijos: el don de aconsejar a los hijos es un don de Dios. Queridos amigos, el Salmo 16, que hemos escuchado, nos invita a rezar con estas palabras: «Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con Él a mi derecha no vacilaré» (vv. 7-8). Que el Espíritu infunda siempre en nuestro corazón esta certeza y nos colme de su consolación y de su paz. Pedid siempre el don de consejo.