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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL EN LENGUA ESPAÑOLA Unicuique suum Año XLVI, número 7 (2.352) Non praevalebunt Ciudad del Vaticano 14 de febrero de 2014 En el Ángelus el recuerdo a los enfermos y el saludo a los atletas de los juegos olímpicos de Sochi Como lámparas encendidas Llamamiento a salvaguardar la creación para prevenir los desastres provocados por el mal tiempo La vocación del cristiano es ser una «lámpara encendida» que lleva a los demás la luz de Cristo. Lo recordó el Papa en el Ángelus del domingo 9 de febrero, en la plaza de San Pedro. Hermanos y hermanas, ¡buenos días! En el Evangelio de este domingo, que está inmediatamente después de las Bienaventuranzas, Jesús dice a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo» (Mt 5, 13.14). Esto nos maravilla un poco si pensamos en quienes tenía Jesús delante cuando decía estas palabras. ¿Quiénes eran esos discípulos? Eran pescadores, gente sencilla... Pero Jesús les mira con los ojos de Dios, y su afirmación se comprende precisamente como consecuencia de las Bienaventuranzas. Él quiere decir: si sois pobres de espíritu, si sois mansos, si sois puros de corazón, si sois misericordiosos... seréis la sal de la tierra y la luz del mundo. Para comprender mejor estas imágenes, tengamos presente que la Ley judía prescribía poner un poco de sal sobre cada ofrenda presentada a Georges de La Tour, «La Magdalena penitente de la lamparilla» (1642-1644) Dios, como signo de alianza. La luz, para Israel, era el símbolo de la revelación mesiánica que triunfa sobre las tinieblas del paganismo. Los cristianos, nuevo Israel, reciben, por lo tanto, una misión con respecto a todos los hombres: con la fe y la caridad pueden orientar, consagrar, hacer fecunda a la humanidad. Todos nosotros, los bautizados, somos discípulos misioneros y estamos llamados a ser en el mundo un Evangelio viviente: con una vida santa daremos «sabor» a los distintos ambientes y los defenderemos de la corrupción, como lo hace la sal; y llevaremos la luz de Cristo con el testimonio de una caridad genuina. Pero si nosotros, los cristianos, perdemos el sabor y apagamos nuestra presencia de sal y de luz, perdemos la eficacia. ¡Qué hermosa misión la de dar luz al mundo! Es una misión que tenemos nosotros. ¡Es hermosa! Es también muy bello conservar la luz que recibimos de Jesús, custodiarla, conservarla. El cristiano debería ser una persona luminosa, que lleva luz, que siempre da luz. Una luz que no es suya, sino que es el regalo de Dios, SIGUE EN LA PÁGINA 2 A los obispos polacos en visita ad limina El Pontífice con la comunidad de Sri Lanka La misericordia de Dios no excluye a nadie Junto al adversario de ayer para construir el mañana Divorciados y separados constituyen un desafío pastoral para la Iglesia. Es necesario, por lo tanto, preguntarse cómo ayudarles para no hacerles sentir excluidos de la misericordia de Dios. Lo recomendó el Papa Francisco el viernes 7 de febrero a los obispos polacos en visita «ad limina Apostolorum». Hoy el matrimonio «es considerado a menudo una forma de gratificación afectiva —afirmó el Pontífice— que se puede constituir de cualquier modo y modificar según la sensibilidad de cada uno. Por desgracia, esta visión influye también en la mentalidad de los cristianos, facilitando el recurso al divorcio o a la separación de hecho». Son personas que no deben ser abandonadas por la Iglesia. Y por esto los «Pastores —subrayó— están llamados a preguntarse cómo ayudar a quienes viven en esta situación». PÁGINAS 6 Y 7 EN PÁGINA 7 No hay otros caminos: para construir un futuro de paz es necesario colaborar con el adversario de ayer. Lo dijo el Papa Francisco a los miembros de la comunidad esrilanquesa residentes en Italia, durante el encuentro del sábado 8 de febrero, en la basílica de San Pedro. «A vuestra Patria —recordó el Pontífice— se la llama la perla del Océano Índico, por su belleza natural y su conformación. Se dice que la perla está formada por las lágrimas de la ostra. Lamentablemente, muchas lágrimas fueron derramadas en los últimos años con motivo del conflicto interno que provocó tantas víctimas y causó numerosos daños». Por ello, aseguró, «suplico al Señor que os done la paz». EN PÁGINA 2 PÁGINA 3 En el debate de preparación al Sínodo Un método nuevo de trabajo LUCETTA SCARAFFIA A treinta años de la «Salvifici doloris» El sentido del sufrimiento FERDINAND O CANCELLI L’OSSERVATORE ROMANO página 2 viernes 14 de febrero de 2014, número 7 Como lámparas encendidas quien nos da esta luz y nosotros la damos a los demás. ¡Lámpara encendida! Ésta es la vocación cristiana. VIENE DE LA PÁGINA 1 es el regalo de Jesús. Y nosotros llevamos esta luz. Si el cristiano apaga esta luz, su vida no tiene sentido: es un cristiano sólo de nombre, que no lleva la luz, una vida sin sentido. Pero yo os quisiera preguntar ahora: ¿cómo queréis vivir? ¿Como una lámpara encendida o como una lámpara apagada? ¿Encendida o apagada? ¿Cómo queréis vivir? [la gente responde: ¡Encendida!] ¡Lámpara encendida! Es precisamente Dios Al término de la oración mariana el Pontífice recordó la celebración de la Jornada mundial del enfermo, el 11 de febrero, memoria litúrgica de la Virgen de Lourdes. Saludó además, a los participantes en los juegos olímpicos invernales de Sochi, Rusia, y manifestó su cercanía a las poblaciones italianas inundadas por las lluvias. Pasado mañana, 11 de febrero, celebraremos la memoria de la Bienaventurada Virgen de Lourdes, y viviremos la Jornada mundial del enfermo. Es la ocasión propicia para poner en el centro de la comunidad a las personas enfermas. Rezar por ellas y con ellas, estar cerca de ellas. El Mensaje para esta Jornada se inspira en una expresión de san Juan: Fe y caridad: «También nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1 Jn 3, 16). En especial, podemos imitar la actitud de Jesús hacia los en- Hace treinta años se publicaba la «Salvifici doloris» El sentido del sufrimiento FERDINAND O CANCELLI «Este es el sentido del sufrimiento, verdaderamente sobrenatural y a la vez humano. Es sobrenatural, porque se arraiga en el misterio divino de la redención del mundo, y es también profundamente humano, porque en él el hombre se encuentra a sí mismo, su propia humanidad, su propia dignidad y su propia misión». El 11 de febrero de hace treinta años Juan Pablo II firmó la carta apostólica Salvifici doloris sobre el sentido del sufrimiento, afrontando uno de los temas más delicados. La síntesis que el beato Juan Pablo II nos ofrece en la carta apostólica no sólo no ha perdido en absoluto su valor, sino que sigue ofreciendo sugerencias fundamentales para la reflexión, mucho más a la luz de la actitud actual de la sociedad occidental ante el sufrimiento, que es de rechazo total o de intento de ocultarlo. Un nexo ideal recorre todo el documento: Dios y el hombre, divinidad y humanidad, sentido sobrenatural y sentido humano van juntos, como si el Creador hubiera decidido decirle a la criatura que precisamente allí donde el camino se vuelve más difícil, su brazo y el del hombre son más fuertes el uno en el otro. Así, el sufrimiento, «inseparable de la existencia terrena del hombre», no obstante la tentación de olvidarlo, tiene un primer sentido sobrenatural justamente porque —como afirmó Juan Pablo II— entró con Jesús en la «dimensión de la redención», fue el instrumento con el que el Hijo de Dios venció el pecado y la muerte. «En la cruz de Cristo no sólo se ha cumplido la redención mediante el sufrimiento, sino que el mismo sufrimiento humano ha quedado redimido», y «todo hombre tiene su participación en la redención» mediante el sufrimiento, se convierte en estrecho colaborador del proyecto divino. El segundo sentido es el humano: aun siendo el sufrimiento «una prueba, a veces una prueba bastante dura», en él el hombre puede encontrarse a sí mismo de dos modos. Los pacientes a menudo nos muestran una madurez, una profundidad de pensamiento y una visión de la vida que nos falta a nosotros, sanos y eficientes: rompiendo la dura capa del dolor, a veces algo parece entreabrirse y hablar de la parte más auténtica e íntima del hombre; y, como hombres sanos, nos quedamos pasmados ante algunos enfermos, ante el hombre que «se encuentra a sí mismo». «Cuando este cuerpo está gravemente enfermo, totalmente inhábil y el hombre se siente como incapaz de vivir y de obrar, tanto más se ponen en evidencia la madurez interior y la grandeza espiritual, constituyendo una lección conmovedora para los hombres sanos y normales», asegura el Papa en la carta. ¿Cómo no pensar en el testimonio que él mismo daría al mundo apro- L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt 00120 Ciudad del Vaticano ed.espanola@ossrom.va http://www.osservatoreromano.va TIPO GRAFIA VATICANA EDITRICE «L’OSSERVATORE ROMANO» GIOVANNI MARIA VIAN director Carlo Di Cicco subdirector Marta Lago redactor jefe de la edición don Sergio Pellini S.D.B. director general ximadamente veinte años después, al final de su vida terrenal? El segundo modo de encontrar «su propia humanidad, su propia dignidad y su propia misión» es ayudando a los que sufren a imitar a Jesús, uniendo el sufrimiento al Amor, «a aquel amor que crea el bien, sacándolo incluso del mal». El cristiano jamás permanece inerte ante el sufrimiento, porque «la revelación por parte de Cristo» del sentido salvífico de este último «no se identifica de ningún modo con una actitud de pasividad», de ningún modo excluye los esfuerzos por aliviar el padecimiento del hombre. «Manifestar plenamente el hombre al hombre y descubrirle la sublimidad de su vocación —concluye Juan Pablo II citando la constitución Gaudium et spes— es particularmente indispensable. Sucede también —como lo prueba la experiencia— que esto es particularmente dramático. Pero cuando se realiza en plenitud y se convierte en luz para la vida humana, esto es también particularmente alegre». «La dignidad —escribió el psiquiatra Harvey Max Chochinov— es la manera como me veo en vuestros ojos». Dios y el hombre se encontrarán uno junto al otro, y este último finalmente verá en los ojos de Dios su verdadera dignidad, la que hasta entonces quizá sólo entreveía en los ojos de quien se inclinaba sobre él. Redacción via del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano teléfono 39 06 698 99410 Servicio fotográfico photo@ossrom.va Publicidad: Il Sole 24 Ore S.p.A System Comunicazione Pubblicitaria Via Monte Rosa 91, 20149 Milano segreteriadirezionesystem@ilsole24ore.com fermos, enfermos de todo tipo: el Señor se preocupa por todos, comparte su sufrimiento y abre el corazón a la esperanza. Pienso también en todos los agentes sanitarios: ¡qué valioso trabajo realizan! Muchas gracias por vuestro trabajo precioso. Ellos encuentran cada día en los enfermos no sólo los cuerpos marcados por la fragilidad, sino personas, a quienes ofrecen atención y respuestas adecuadas. La dignidad de la persona no se reduce jamás a sus facultades o capacidades, y no disminuye cuando la persona misma es débil, inválida y necesita ayuda. Pienso también en las familias, donde es normal preocuparse por cuidar a quien está enfermo; pero a veces las situaciones pueden ser más pesadas... Muchos me escriben, y hoy quiero asegurar una oración por todas estas familias, y les digo: no tengáis miedo a la fragilidad. No tengáis miedo a la fragilidad. Ayudaos unos a otros con amor, y sentiréis la presencia consoladora de Dios. La actitud generosa y cristina hacia los enfermos es sal de la tierra y luz del mundo. Que la Virgen María nos ayude a practicarlo, y obtenga paz y consuelo para todos los que sufren. En estos días tienen lugar en Sochi, Rusia, los Juegos olímpicos de invierno. Quisiera hacer llegar mi saludo a los organizadores y a todos los atletas, con el deseo de que sea una auténtica fiesta del deporte y de la amistad. Saludo a todos los peregrinos presentes hoy, a las familias, a los grupos parroquiales y a las asociaciones. En especial saludo a los profesores y estudiantes procedentes de Inglaterra; al grupo de teólogas cristianas de diversos países europeos, presentes en Roma para un congreso de estudio; a los fieles de las parroquias Santa María Inmaculada y San Vicente de Paúl de Roma, a los venidos de Cavallina y Montecarelli nel Mugello, de Lavello y de Affi, la Comunidad Sollievo, y a la escuela de San Luca-Bovalino, de Calabria. Rezo por quienes están sufriendo daños e incomodidades por causa de calamidades naturales, en diversos países —también aquí en Roma—: estoy cerca de ellos. La naturaleza nos desafía a ser solidarios y atentos para custodiar la creación, también para prevenir, en lo que sea posible, las consecuencias más graves. Y antes de despedirme, viene a mi memoria la pregunta que hice: ¿lámpara encendida o lámpara apagada? ¿Qué queréis? ¿Encendida o apagada? El cristiano lleva la luz. Es una lámpara encendida. ¡Siempre adelante con la luz de Jesús! Deseo a todos un feliz domingo y buen almuerzo. ¡Hasta la vista! Tarifas de suscripción: Italia - Vaticano: € 58.00; Europa (España + IVA): € 100.00 - $ 148.00; América Latina, África, Asia: € 110.00 - $ 160.00; América del Norte, Oceanía: € 162.00 - $ 240.00. Administración: 00120 Ciudad del Vaticano, teléfono + 39 06 698 99 480, fax + 39 06 698 85 164, e-mail: suscripciones@ossrom.va. En México: Arquidiócesis primada de México. Dirección de Comunicación Social. San Juan de Dios, 222-C. Col. Villa Lázaro Cárdenas. CP 14370. Del. Tlalpan. México, D.F.; teléfono + 52 55 5594 11 25, + 52 55 5518 40 99; e-mail: losservatore@prodigy.net.mx, or.mexico@ossrom.va. En Argentina: Arzobispado de Mercedes-Luján; calle 24, 735, 6600 Mercedes (B), Argentina; teléfono y fax + 2324 428 102/432 412; e-mail: osservatoreargentina@yahoo.com. En Perú: Editorial salesiana, Avenida Brasil 220, Lima 5, Perú; teléfono + 51 42 357 82; fax + 51 431 67 82; e-mail: editorial@salesianos.edu.pe. número 7, viernes 14 de febrero de 2014 L’OSSERVATORE ROMANO página 3 Con los esrilanqueses que viven en Italia Junto al adversario de ayer para construir el mañana No hay otros caminos: para construir un futuro de paz es necesario colaborar con el adversario de ayer. Lo dijo el Papa Francisco a la comunidad esrilanquesa residente en Italia, durante el encuentro del sábado 8 de febrero, por la mañana, en la basílica de San Pedro. ¡Buenos días! Os saludo, queridos hermanos y hermanas de la comunidad esrilanquesa en Italia. Saludo fraternalmente al cardenal Malcolm Ranjith y a los demás obispos de vuestra patria. Y doy las gracias al cardenal por la invitación a visitar Sri Lanka. Acojo esta invitación y creo que el Señor nos dará la gracia. Habéis venido en peregrinación a Roma para rendir homenaje a la Virgen, al tér- mino de las celebraciones por el 75° aniversario de la consagración a Ella de la Iglesia en Sri Lanka. Hace setenta y cinco años, las oscuras nubes de lo que fue la segunda guerra mundial se acumulaban en el cielo, y los fieles, guiados por una segura intuición de fe, se encomendaron a la Virgen, que siempre defiende a sus hijos de los peligros. En 1940, en las dramáticas circunstancias de la guerra, el arzobispo de Colombo, monseñor Jean-Marie Masson, de los Oblatos de María Inmaculada, hizo voto de hacer construir un santuario en honor a la Virgen si la isla era preservada de la invasión extranjera. Así sucedió, y tras el final de la guerra se edificó el hermoso santuario de Nuestra Señora de Lanka, en Tewatte, consagrado hace ya cuarenta años. Queridos hermanos y hermanas, la Virgen está siempre cerca de nosotros, nos mira a cada uno con amor materno y nos acompaña siempre en nuestro camino. No dudéis en recurrir a Ella en cada necesidad, sobre todo cuando se hace sentir el peso de la vida con todos sus problemas. A vuestra patria se la llama la Perla del Océano Índico, por su belleza natural y su conformación. Se dice que la perla está formada por las lágrimas de la ostra. Lamentablemente, muchas lágrimas fueron derramadas en los últimos años con motivo del conflicto interno que provocó tantas víctimas y causó numerosos daños. No es fácil, lo sé, curar las heridas y colaborar con el adversario de ayer para construir juntos el mañana, pero es la única senda que nos da esperanza de futuro, esperanza de desarrollo y esperanza de paz. Por ello, os aseguro que ocupáis un sitio especial en mi oración. Suplico al Señor que os done la paz y la reconciliación, y que os ayude en el intento de asegurar un futuro mejor para todos los habitantes de Sri Lanka. Os encomiendo a la materna intercesión de María, Nuestra Señora de Lanka. Os pido que recéis por mí y de corazón os bendigo. El Pontífice recuerda a los miembros de la universidad de Notre Dame el derecho a educar en los valores morales de la Iglesia En defensa de la libertad de enseñanza El Pontífice, el jueves 30 de enero, por la mañana, recibió a los miembros de la universidad católica estadounidense de «Notre Dame», y destacó la necesidad de un «testimonio valiente de las universidades católicas respecto a la enseñanza moral de la Iglesia y la defensa de la libertad de apoyar tales enseñanzas» a través de las instituciones formativas de la Iglesia. Queridos amigos: Me complace saludar al Consejo directivo de la Universidad de Notre Dame con ocasión de vuestro encuentro en Roma, que coincide con la inauguración del Centro universitario de Roma. Confío en que el nuevo Centro contribuirá a la misión de la Universidad, poniendo en contacto a los estudiantes con la unicidad de las riquezas históricas, culturales y espirituales de la Ciudad Eterna, y abriendo sus mentes y corazones a la admirable continuidad entre la fe de los santos Pedro y Pablo, la de los confesores y mártires de cada época, y la fe católica a ellos transmitida en las familias, en las escuelas y en las parroquias. Desde su fundación, la Universidad de Notre Dame ha dado una notable aportación a la Iglesia en vuestro país, con su compromiso en la educación religiosa de los jóvenes y en la enseñanza de un saber inspirado por la confianza en la armonía entre fe y razón en la búsqueda de la verdad y la rectitud. Consciente de la especial importancia del apostolado para la nueva evangelización, deseo expresar mi gratitud por el compromiso que la Universidad de Notre Dame ha mostrado a lo largo de los años, ayudando y reforzando la enseñanza católica en la escuela primaria y secundaria en Estados Unidos. La inspiración que guió al padre Edward Sorin y a los primeros religiosos de la Congregación de la Santa Cruz al instituir la Universidad de Notre Dame du Lac sigue siendo central, en las cambiantes cir- cunstancias del siglo XXI, por la identidad que caracteriza a la Universidad y su servicio a la Iglesia y a la sociedad americana. En la exhortación apostólica sobre la alegría del Evangelio destaqué la dimensión misionera del discipulado cristiano, que debe ser evidente en la vida de las personas y en el trabajo de cada institución eclesial. Esta implicación en un «discipulado misionero» se debería percibir de un modo especial en las universidades católicas (cf. nn. 132-134), que, por su naturaleza misma, están comprometidas en mostrar la armonía entre fe y razón y poner en evidencia la relevancia del mensaje cristiano para una existencia humana vivida en plenitud y autenticidad. Al respecto, es esencial un testimonio valiente de las universidades católicas respecto a la enseñanza moral de la Iglesia y la defensa de la libertad de apoyar tales enseñanzas, en cuanto proclamadas con autoridad por el magisterio de los Pastores, precisamente en y a través de las instituciones formativas de la Iglesia. Deseo que la Universidad de Notre Dame siga ofreciendo su indispensable e inequívoco testimonio a este aspecto de su fundamental identidad católica, especialmente ante los intentos, de cualquier parte que procedan, de diluirla. Y esto es importante: la identidad propia, como se quiso desde el inicio. Defenderla, conservarla, hacer que siga adelante. Queridos amigos, os pido que recéis por mí, para que realice el ministerio que he recibido al servicio del Evangelio, y os aseguro mis oraciones por vosotros y por todos aquellos que desempeñan su misión educativa en la Universidad de Notre Dame. Sobre vosotros y sobre vuestras familias, de modo particular sobre los estudiantes, los profesores y el personal de esta querida Universidad, invoco los dones divinos de sabiduría, alegría y paz, y cordialmente imparto mi bendición. L’OSSERVATORE ROMANO página 4 viernes 14 de febrero de 2014, número 7 COMUNICACIONES Colegio episcopal Audiencias pontificias Mons. Daniel Sturla Berhouet, arzobispo de Montevideo (Uruguay) Mons. José D. Jiménez, obispo-prelado de Cafayate (Argentina) Mons. Ham Lim Moon, obispo auxiliar de San Martín (Argentina) RENUNCIAS: El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la arquidiócesis de Montevideo (Uruguay) que monseñor NICOLÁS COTUGNO FANIZZI, S.D.B., le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico. Nicolás Cotugno Fanizzi, S.D.B., nació en Sesto San Giovanni, archidiócesis de Milán (Italia), el 21 de septiembre de 1938. Recibió la ordenación sacerdotal el 26 de julio de 1967. Juan Pablo II le nombró obispo de Melo el 13 de junio de 1996; recibió la ordenación episcopal el 28 de julio sucesivo. El mismo Papa le promovió a arzobispo de Montevideo el 4 de diciembre de 1998. El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la prelatura territorial de Cafayate (Argentina) que monseñor MARIANO ANASTASIO MORENO GARCÍA, O.S.A., le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico. Mariano Anastasio Moreno García, O.S.A., nació en Milagros (Burgos, España) el 7 de septiembre de 1938. Recibió la ordenación sacerdotal el 9 de julio de 1964. Benedicto XVI le nombró obispo-prelado de Cafayate el 17 de noviembre de 2007; recibió la ordenación episcopal el 9 de marzo de 2008. El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral del vicariato apostólico de Soddo (Etiopía) que monseñor RODRIGO MEJÍA SALDARRIAGA, S.J., obispo titular de Vulturia, le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico. Le sucede en el gobierno pastoral del vicariato apostólico el coadjutor, monseñor TSEGAYE KENENI DERARA. Rodrigo Mejía Saldarriaga, S.J., nació en Medellín (Colombia) el 5 de septiembre de 1938. Recibió la ordenación sacerdotal el 13 de diciembre de 1969. Benedicto XVI le nombró obispo titular de Vulturia y vicario apostólico de Soddo el 5 de enero de 2007; recibió la ordenación episcopal el 4 de marzo sucesivo. Tsegaye Keneni Derara nació en Metcha Borodo, vicariato apostólico de Nekemte, el 23 de noviembre de 1943. Recibió la ordenación sacerdotal el 13 de julio de 1976. El Papa Francisco le nombró obispo titular de Massimiana di Bizacena y EL SANTO PADRE HA RECIBID O EN AUDIENCIA: Jueves 6 de febrero coadjutor de Soddo el 16 de octubre de 2013; recibió la ordenación episcopal el 24 de noviembre del mismo año. —A la nueva embajadora de la República Árabe de Egipto ante la Santa Sede, Wafaa Ashraf Moharram Bassim, con ocasión de la presentación de las cartas credenciales. EL PAPA —A monseñor Franco Coppola, arzobispo titular de Vinda, nuncio apostólico en la República Centroafricana. HA NOMBRAD O: —Arzobispo de Montevideo (Uruguay) a monseñor DANIEL FERNAND O STURLA BERHOUET, S.D.B., hasta ahora obispo titular de Felbes y auxiliar de la misma arquidiócesis. Daniel Fernando Sturla Berhouet, S.D.B., nació en Montevideo el 4 de julio de 1959. Recibió la ordenación sacerdotal el 21 de noviembre de 1987. Benedicto XVI le nombró obispo titular de Felbes y auxiliar de Montevideo el 10 de diciembre de 2011; recibió la ordenación episcopal el 4 de marzo de 2012. —Obispo de Port Elisabeth (Sudáfrica) al padre VINCENT MDUDUZI ZUNGU, O.F.M. Vincent Mduduzi Zungu, O.F.M., nació en Mbongolwane, diócesis de Eshowe, el 28 de abril de 1966. Recibió la ordenación sacerdotal el 8 de julio de 1995. Se licenció en teología moral en la Universidad católica de Estrasburgo, Francia. En su Orden ha sido vicario parroquial; maestro de novicios y guardián de un convento; vicario provincial y asistente del maestro de postulantes; provincial en Sudáfrica y, en el último período, definidor general para África y Oriente Medio en Roma. —Obispo de Montepulciano-ChiusiPienza (Italia) a monseñor STEFANO MANETTI. Stefano Manetti nació en Florencia el 20 de abril de 1959. Recibió la ordenación sacerdotal el 19 de abril de 1984. Ha sido vicario parroquial; párroco; consiliario eclesiástico de la Acción católica; responsable del centro diocesano para las vocaciones; miembro del consejo presbiteral y del colegio de consultores; formador y, en el último período, rector del seminario mayor florentino. —Obispo-prelado de Cafayate (Argentina) al padre JOSÉ DEMETRIO JIMÉNEZ SÁNCHEZ-MARISCAL, O.S.A. José Demetrio Jiménez SánchezMariscal, O.S.A., nació en Los Cerralbos (Toledo, España), el 8 de octubre de 1963. Ingresó en la Orden de San Agustín, donde recibió la ordenación sacerdotal el 23 de junio de 1988. Se licenció en filosofía en el «Angelicum» de Roma. En su SIGUE EN LA PÁGINA 10 A los obispos de la Conferencia episcopal de Polonia, en visita «ad limina Apostolorum»: —Monseñor Józef Michalik, arzobispo de Przemyśl de los latinos, con los auxiliares: monseñor Adam Szal, obispo titular de Lavello; monseñor Stanisław Jamrozek, obispo titular de Chełm. —Monseñor Jan Franciszek Wątroba, obispo de Rzeszów. —Monseñor Marian Rojek, obispo de Zamość-Lubaczów. —Monseñor Stanisław Budzik, arzobispo de Lublin, con los auxiliares: monseñor Mieczysław Cisło, obispo titular de Auca; monseñor Artur Grzegorz Miziński, obispo titular de Tarasa di Numidia; y monseñor Józef Wróbel, S.C.I., obispo titular de Suas. —Monseñor Krzysztof Nitkiewicz, obispo de Sandomierz, con el auxiliar emérito: monseñor Edward Marian Frankowski, obispo titular de Tigamibena. —Monseñor Zbigniew Kiernikowski, obispo de Siedlce, con el auxiliar: monseñor Piotr Sawczuk, obispo titular de Ottana. —Monseñor Edward Ozorowski, arzobispo de Białystok, con el auxiliar: monseñor Henryk Ciereszko, obispo titular de Dices. —Monseñor Antoni Pacyfik Dydycz, O.F.M., obispo de Drohiczyn. —Monseñor Janusz Bogusław Stepnowski, obispo de Łomża, con el auxiliar: monseñor Tadeusz Bronakowski, obispo titular de Tigisi di Mauritania; y el obispo emérito: monseñor Stanisław Stefanek. S.CHR. Rancagua, vicepresidente; monseñor Cristián Caro Cordero, arzobispo de Puerto Montt, miembro; monseñor Fernando Natalio Chomalí Garib, arzobispo de Concepción, miembro; y monseñor Ignacio Francisco Ducasse Medina, obispo de Valdivia, secretario general. —Al cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las causas de los santos. S.D.B., A los obispos de la Conferencia episcopal de Polonia, en visita «ad limina Apostolorum»: —Monseñor Józef Piotr Kupny, arzobispo de Wrocław, con el auxiliar: monseñor Andrzej Siemieniewski, obispo titular de Teuzi. —Monseñor Stefan Cichy, obispo de Legnica, con el auxiliar: monseñor Marek Mendyk, obispo titular de Rusuccuru. —Monseñor Ignacy Dec, obispo de Świdnica, con el auxiliar: monseSIGUE EN LA PÁGINA 10 Representaciones pontificas El Papa ha nombrado nuncio apostólico en Malí a monseñor SANTO GANGEMI, arzobispo titular de Umbriático, nuncio apostólico en Guinea. Santo Gangemi nació en Messina (Italia) el 16 de agosto de 1961. Recibió la ordenación sacerdotal el 28 de junio de 1986. Entró en el servicio diplomático de la Santa Sede el 1 de julio de 1991. Benedicto XVI le nombró arzobispo titular de Umbriático y nuncio apostólico en las Islas Salomón el 27 de enero de 2012; recibió la ordenación episcopal el 17 de marzo sucesivo. El mismo Santo Padre le nombró también nuncio apostólico en Papúa Nueva Guinea el 24 de marzo de dicho año. El Papa Francisco le nombró nuncio apostólico en Guinea el 6 de noviembre de 2013. Viernes, día 7 —Al embajador de la ex República yugoslava de Macedonia ante la Santa Sede, Gjoko Gjorgjevski, en visita de despedida. Sínodo de los obispos —A monseñor Ricardo Ezzati Andrello, S.D.B., arzobispo de Santiago de Chile (Chile), presidente del Comité permanente de la Conferencia episcopal de Chile: con monseñor Alejandro Goić Karmelić, obispo de El Santo Padre ha nombrado subsecretario del Sínodo de los obispos a monseñor FABIO FABENE, hasta ahora jefe de oficina en la Congregación para los obispos. número 7, viernes 14 de febrero de 2014 L’OSSERVATORE ROMANO página 5 Misa con el Papa en Santa Marta Lo que dejamos a los demás Vivir durante toda la vida en el seno de la Iglesia, como pecadores pero no como traidores corruptos, con una actitud de esperanza que nos lleva a dejar una herencia hecha no de riqueza material sino de testimonio de santidad. Son las «grandes gracias» que el Papa Francisco indicó durante la misa celebrada el jueves 6 de febrero, por la mañana, en la capilla de la Casa Santa Marta. El obispo de Roma centró su reflexión en el misterio de la muerte, partiendo de la primera lectura —tomada del primer libro de los Reyes (2, 1-4.10-12)— en la que, dijo, «hemos escuchado el relato de la muerte de David». Y «recordamos el inicio de su vida, cuando fue elegido por el Señor, ungido por el Señor». Era un «jovencito»; y «después de algunos años comenzó a reinar», pero era siempre «un muchacho, tenía veintidós o veintitrés años». Por lo tanto, toda la vida de David es «un recorrido, un camino al servicio de su pueblo». Y «así como comenzó, así terminó». Sucede lo mismo en nuestra vida, señaló el Papa, que «comienza, camina, sigue adelante y termina». El relato de la muerte de David sugirió al Pontífice tres reflexiones surgidas «del corazón». En primer lugar puso en evidencia que «David muere en el seno de la Iglesia, en el seno de su pueblo. Su muerte no lo encuentra fuera de su pueblo» sino «dentro». Y así vive «su pertenencia al pueblo de Dios». Sin embargo David «había pecado: él mismo se llama pecador». Pero «jamás se apartó del pueblo de Dios: pecador sí, traidor no». Ésta, dijo el Papa, «es una gracia»: la gracia de «permanecer hasta el final en el pueblo de Dios» y «morir en el seno de la Iglesia, precisamente en el seno del pueblo de Dios». Al subrayar dicho aspecto, el Papa invitó «a pedir la gracia de morir en casa: morir en casa, en la Iglesia». Y remarcó que «ésta es una gracia» y «no se compra», porque «es un regalo de Dios». Nosotros «debemos pedirlo: Señor dame el regalo de morir en casa, en la Iglesia». Aunque fuésemos «todos pecadores», no debemos ser ni «traidores» ni «corruptos». La Iglesia, precisó el Pontífice, es «madre y nos quiere también así», quizás incluso «muchas veces sucios». Porque es ella quien «nos limpia: es madre, sabe cómo hacerlo». Pero está «en nosotros pedir esta gracia: morir en casa». El Papa Francisco propuso luego una segunda reflexión sobre la muerte de David. «En este relato —apuntó— se ve que David está tranquilo, en paz, sereno». Hasta el punto que «llama a su hijo y le dice: yo emprendo el camino de todo hombre sobre la tierra». En otras palabras David reconoce: «¡Ahora me toca a mí!». Y después, se lee en la Escritura, «David se durmió con sus padres». He aquí, explicó el Pontífice, el rey que «acepta su muerte con esperanza, con paz». Y «ésta es otra gracia: la gracia de morir con esperanza», con la «consciencia de que esto es un paso» y que «del otro lado nos esperan». Incluso después de la muerte, en efecto, «continúa la casa, continúa la familia: no estaré solo». Se trata de una gracia que hay que pedir sobre todo «en los últimos momentos de la vida: nosotros sabemos que la vida es una lucha y el espíritu del mal quiere el botín». El obispo de Roma recordó también el testimonio de santa Teresita del Niño Jesús, quien «decía que, en sus últimos momentos, había en su alma una lucha y cuando pensaba en el futuro, a lo que le esperaba después de la muerte, en el cielo, sentía como una voz que le decía: pero no, no seas tonta, te espera la oscuridad, te espera sólo la oscuridad de la nada». Ese, precisó el Papa, «era el demonio que no quería que se confiara a Dios». De aquí la importancia de «pedir la gracia de morir con esperanza y morir confiándose a Dios». Pero el «confiarse a Dios —afirmó el Pontífice— comienza ahora, en las pequeñas cosas de la vida y también en los grandes problemas: confiarse siempre al Señor. De esta manera uno coge este hábito de confiarse al Señor y crece la esperanza». Por lo tanto, explicó, «morir en casa, morir con esperanza» son «dos cosas que nos enseña la muerte de David». La tercera idea sugerida por el Papa fue «el problema de la herencia». Al respecto «la Biblia —precisó— no nos dice que cuando murió David vinieron todos los nietos y bisnietos a pedir la herencia». A menudo existen «muchos escándalos sobre la herencia, muchos escándalos que dividen en las familias». Pero no es la riqueza la herencia que deja David. Se lee, de hecho, en la Escritura: «Y el reino quedó establecido sólidamente». David, más bien, «deja la herencia de cuarenta años de gobierno por su pueblo y el pueblo consolidado, fuerte». Al respecto el Pontífice recordó «un dicho popular» según el cual «cada hombre debe dejar en la vida un hijo, debe plantar un árbol y debe escribir un libro: y ésta es la mejor herencia». El Papa invitó a cada uno a preguntarse: «¿Qué herencia dejo yo a los que vienen detrás de mí? ¿Una herencia de vida? ¿He hecho tanto bien que la gente me quiere como padre o como madre?». Tal vez no «planté un árbol» o «escribí un libro», «pero ¿he dado vida, sabiduría?». La auténtica «herencia es la que David» revela dirigiéndose ya a las puertas de la muerte a su hijo Salomón con estas palabras: «Ten valor y sé hombre. Guarda lo que el Señor tu Dios manda guardar siguiendo sus caminos, observando sus preceptos». Así las palabras de David ayudan a entender que la verdadera «herencia es nuestro testimonio de cristianos que dejamos a los demás». Existen, en efecto, algunas personas que «dejan una gran herencia: pensemos en los santos que vivieron el Evangelio con tanta fuerza» y precisamente por esto «nos dejan un camino de vida, un modo de vivir como herencia». Al concluir, el Papa resumió los tres puntos de su reflexión transformándolos en una oración a san David, a fin de que «nos conceda a todos estas tres gracias: pedir la gracia de morir en casa, morir en la Iglesia; pedir la gracia de morir en esperanza, con esperanza; y pedir la gracia de dejar una hermosa herencia, una herencia humana, una herencia hecha con el testimonio de nuestra vida cristiana». Volver a la primera Galilea A Jesús se le debe anunciar y testimoniar con fuerza y claridad, sin medias tintas, volviendo siempre a la fuente del «primer encuentro» con Él y sabiendo vivir también la experiencia de la «oscuridad del alma». La «imagen del discípulo» trazada por el Papa Francisco corresponde a los elementos esenciales de Juan el Bautista. Y precisamente en la figura del precursor el Pontífice centró la meditación en la misa celebrada el viernes 7 de febrero en la capilla de la Casa Santa Marta. Partiendo del relato de su predicación y su muerte, narrado por el Evangelio de Marcos (6, 14-29), el Papa dijo que Juan era «un hombre que tuvo un breve tiempo de vida, un breve tiempo para anunciar la Palabra de Dios». Él era «el hombre que Dios envió a preparar el camino a su Hijo». Pero «Juan acabó mal», decapitado por orden de Herodes. Se convirtió en «el precio de un espectáculo para la corte en un banquete». Y, comentó el Papa, «cuando existe la corte es posible hacer de todo: la corrupción, los vicios, los crímenes. Las cortes favorecen estas cosas». El Pontífice trazó el perfil de Juan el Bautista indicando tres características fundamentales. «¿Qué hizo Juan? Ante todo —explicó— anunció al Señor. Anunció que estaba cerca el Salvador, el Señor; que estaba cerca el reino de Dios». Un anuncio que él «había realizado con fuerza: bautizaba y exhortaba a todos a convertirse». Juan «era un hombre fuerte y anunciaba a Jesucristo: fue el profeta más cercano a Jesucristo. Tan cercano que precisamente él lo indicó» a los demás. Y, en efecto, cuando vio a Jesús, exclamó: «¡Es aquél!». La segunda característica de su testimonio, explicó el Papa, «es que no se adueñó de su autoridad moral» aunque se le había ofrecido «en una bandeja la posibilidad de decir: yo soy el mesías». Juan, en efecto, «tenía mucha autoridad moral, muSIGUE EN LA PÁGINA 9 L’OSSERVATORE ROMANO número 7, viernes 14 de febrero de 2014 páginas 6/7 El Papa Francisco a los obispos de la Conferencia episcopal polaca en visita «ad limina Apostolorum» En el debate de preparación al Sínodo La misericordia de Dios no excluye a nadie Un método nuevo de trabajo Divorciados y separados constituyen un desafío pastoral para la Iglesia. Por eso es necesario preguntarse cómo ayudarles a que no se sientan excluidos de la misericordia de Dios. Es lo que recomendó el Papa Francisco el viernes 7 de febrero, por la mañana, a los obispos polacos, a quienes recibió en visita «ad limina Apostolorum». Queridos hermanos en el episcopado: Os saludo cordialmente a cada uno de vosotros y a las Iglesias particulares que el Señor ha confiado a vuestra guía paterna. Doy las gracias a monseñor Józef Michalik por sus palabras, sobre todo por haberme asegurado que la Iglesia que está en Polonia reza por mí y por mi ministerio. Se puede decir que nos encontramos en vísperas de la canonización del beato Juan Pablo II. Todos llevamos en el corazón a este gran pastor que, en todas las etapas de su misión —como sacerdote, obispo y Papa—, nos dio un ejemplo luminoso de abandono total a Dios y a su Madre, y de dedicación completa a la Iglesia y al hombre. Nos acompaña desde el cielo y nos recuerda cuán importante es la comunión espiritual y pastoral entre los obispos. La unidad de los pastores, en la fe, en la caridad, en la enseñanza y en la solicitud común por el bien de los fieles constituye un punto de referencia para toda la comunidad eclesial y para quienquiera que busque una orientación segura en la senda diaria por los caminos del Señor. Que nada ni nadie cree divisiones entre vosotros, queridos hermanos. Estáis llamados a construir la comunión y la paz arraigadas en el amor fraterno, y a dar a todos un ejemplo alentador. Ciertamente, esta actitud será fecunda y dará a vuestro pueblo fiel la fuerza de la esperanza. Durante nuestros encuentros de estos días confirmé que la Iglesia en Polonia tiene grandes potencialidades de fe, de oración, de caridad y de práctica cristiana. Gracias a Dios, en Polonia hay una buena frecuencia a los sacramentos, hay valiosas iniciativas en los sectores de la nueva evangelización y la catequesis, hay una amplia actividad caritativo-social y un desarrollo satisfactorio de las vocaciones sacerdotales. Todo esto favorece la formación cristiana de las personas, la práctica motivada y convencida, la disponibilidad de los laicos y de los religiosos a colaborar activamente en las estructuras eclesiales y sociales. Respecto al hecho de que también se verifica cierta disminución en diferentes aspectos de la vida cristiana, se requiere un discernimiento, una búsqueda de los motivos y de los modos de afrontar los nuevos desafíos, como por ejemplo la idea de una libertad sin límites, la tolerancia hostil o desconfiada de la verdad, o el malhumor por la justa oposición de la Iglesia al relativismo imperante. Ante todo, en el ámbito de la pastoral ordinaria, quiero focalizar vuestra atención en la familia, «célula básica de la sociedad», «lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros, y donde los padres transmiten la fe a sus hijos» (Evangelii gaudium, 66). Hoy, en cambio, el matrimonio es considerado a menudo una forma de gratificación afectiva que se puede constituir de cualquier modo y modificar según la sensibilidad de cada uno (cf. ibíd.). Por desgracia, esta visión influye también en la mentalidad de los cristianos, facilitando el recurso al divorcio o a la separación de hecho. Los pastores están llamados a preguntarse cómo ayudar a quienes viven en esta situación, a fin de que no se sientan excluidos de la misericordia de Dios, del amor fraterno de los demás cristianos y de la solicitud de la Iglesia por su salvación; cómo ayudarles a que no abandonen la fe y eduquen a sus hijos en la plenitud de la experiencia cristiana. Por otra parte, es preciso preguntarse cómo mejorar la preparación de los jóvenes al matrimonio, de manera que descubran cada vez más la belleza de esta unión que, bien fundada en el amor y en la responsabilidad, es capaz de superar las pruebas, las dificultades y el egoísmo con el perdón recíproco, reparando lo que corre el riesgo de arruinarse y no cayendo en la trampa de la mentalidad del descarte. Es necesario preguntarse cómo ayudar a las familias a vivir y apreciar tanto los momentos de alegría como los de dolor y debilidad. Las comunidades eclesiales han de ser lugares de escucha, de diálogo, de consuelo y de apoyo para los esposos en su camino conyugal y en su misión educativa. Que siempre puedan encontrar en los pastores el apoyo de auténticos padres y guías espirituales que los protejan de la amenaza de las ideologías negativas y los ayuden a ser fuertes en Dios y en su amor. La perspectiva del próximo encuentro mundial de la juventud, que tendrá lugar en Cracovia en 2016, me lleva a pensar en los jóvenes, quienes, junto con los ancianos, son la esperanza de la Iglesia. Hoy, un mundo rico en instrumentos informáticos les ofrece nuevas posibilidades de comunicación, pero, al mismo tiempo, reduce las relaciones interpersonales de contacto directo, de intercambio de valores y de experiencias compartidas. Sin embargo, en el corazón de los jóvenes hay un anhelo de algo más profundo, que valore plenamente su personalidad. Es preciso satisfacer este deseo. En este sentido, la catequesis ofrece amplias posibilidades. Sé que en Polonia participa en ello la mayor parte de los alumnos de las escuelas, quienes logran un buen conocimiento de las verdades de la fe. La religión cristiana, sin embargo, no es una ciencia abstracta, sino un conocimiento existencial de Cristo, una relación personal con Dios que es amor. Quizá sea necesario insistir más en la formación de la fe vivida como relación, en la que se experimenta la alegría de ser amados y de poder amar. Es indispensable intensificar la solicitud de los catequistas y de los pastores, para que las nuevas generaciones puedan descubrir plenamente el valor de los sacramentos como medios privilegiados de encuentro con Cristo vivo y fuente de gracia. Los jóvenes han de ser animados a formar parte de los movimientos y de las asociaciones, cuya espiritualidad se basa en la Palabra de Dios, en la liturgia, en la vida comunitaria y en el testimonio misionero. También han de tener la oportunidad de expresar su disponibilidad y su entusiasmo juvenil en las obras de caridad promovidas por los grupos parroquiales o escolares de Cáritas o en otras formas de voluntariado y de misión. Su fe, su amor y su esperanza han de reforzarse y florecer en su compromiso concreto en el nombre de Cristo. El tercer punto que quiero recomendaros son las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Con vosotros doy gracias al Señor porque en los últimos decenios ha enviado a la tierra polaca numerosos obreros para su mies. Muchos buenos y santos sacerdotes polacos desempeñan con dedicación su ministerio tanto en sus propias Iglesias locales como en el extranjero y en las misiones. Pero la Iglesia en Polonia no debe cansarse de seguir rezando por las nuevas vocaciones sacerdotales. A vosotros, queridos obispos, os compete la tarea de preocuparos de que esta oración se traduzca en un compromiso concreto en la pastoral vocacional y en la buena preparación de los candidatos en los seminarios. En Polonia, gracias a la presencia de buenas universidades y fa- cultades teológicas, los seminaristas adquieren una valiosa preparación intelectual y pastoral. Esta debe ir acompañada siempre por la formación humana y espiritual, para que vivan una intensa relación personal con el buen Pastor y sean hombres de oración asidua, abiertos a la acción del Espíritu Santo, generosos, pobres de espíritu y llenos de amor ardiente al Señor y al prójimo. En el ministerio sacerdotal, la luz del testimonio podría ofuscarse o «ponerse debajo del celemín» si faltara el espíritu misionero, la voluntad de «salir» con una conversión misionera siempre renovada para buscar —también en las periferias— y llegar a quienes esperan la buena nueva de Cristo. Este estilo apostólico requiere también espíritu de pobreza y abandono para ser libres en el anuncio y sinceros en el testimonio de la caridad. Con este propósito, recuerdo las palabras del beato Juan Pablo II: «De todos nosotros, sacerdotes de Jesucristo, se espera que seamos fieles al ejemplo que Él nos dejó. Por tanto, que seamos “para los demás”. Y si “tenemos”, que tengamos también “para los demás”. Más aún, porque si tenemos, tenemos “de los demás” (…). Con un estilo de vida cercano al de una familia media, mejor todavía, al de una familia más pobre» (Discurso a los seminaristas, al clero y a los religiosos en la catedral de Stettino, 11 de junio de 1987, 9). No olvidemos, queridos hermanos, las vocaciones a la vida consagrada, sobre todo las femeninas. Como habéis observado, preocupa la disminución de la adhesión a las congregaciones religiosas también en Polonia: es un fenómeno complejo, cuyas causas son múltiples. Deseo que los institutos religiosos femeninos sigan siendo, de modo adecuado a nuestros tiempos, lugares privilegiados de la realización y el crecimiento humano y espiritual de las mujeres. Que las religiosas estén dispuestas a afrontar también las tareas y las misiones difíciles y exigentes que valoren su capacidad intelectual, afectiva y espiritual, sus talentos y carismas personales. Recemos por las vocaciones femeninas y acompañemos con estima a nuestras hermanas que, a menudo en silencio y sin ser observadas, entregan su vida por el Señor y por la Iglesia, LUCETTA SCARAFFIA uando Jesús dirigió a la samaritana algunas de sus palabras más significativas, enviándola a testimoniar a la gente, no parecía, en absoluto, impresionado por el hecho de que había tenido cinco maridos. Acogió con misericordia su sed de verdad y amor, y le ayudó a cambiar. Este es el episodio que viene enseguida a la memoria leyendo las primeras síntesis de las respuestas al cuestionario de preparación al Sínodo sobre la familia. Las preguntas tocaron el punto central del problema, que a su vez es el corazón de la confrontación entre la Iglesia y la sociedad hoy, es decir, el hecho de que los católicos quieren sentirse parte de una institución dispuesta a comprender, acoger y perdonar más que a juzgar, levantar barreras y marcar confines entre lo que se debe hacer y lo que se tiene que vivir después, día a día. Los problemas morales existen —por cierto, nadie los niega—, pero la cuestión urgente es cómo hay que afrontarlos con las personas reales enfrente, que presentan sus sufrimientos, sus deseos traicionados por la realidad, sus ideas equivocadas y, a menudo, su sed de aceptación y de perdón. Como especificó bien el teólogo Serge-Thomas Bonino en «La Croix», el punto crucial es comprender «si las respuestas expresan lo que los católicos viven en lo más hondo o, más bien, reflejan la influencia del espíritu del mundo». Este trabajo de discernimiento será sin duda tarea de quienes, en el Vaticano, ya se están dedicando al examen de las respuestas que van llegando de todo el mundo. Cierto, no todas las Conferencias episcopales fueron tan rápidas y abiertas con los fieles, no en todos los países los cuestionarios suscitaron discusiones apasionadas y el mismo fervor, marcando verdaderamente el comienzo de un método C Encuentro con las familias en la plaza de San Pedro en el Año de la fe, 26 de octubre de 2013 en la oración, en la pastoral y en la caridad. Concluyo exhortándoos a ser solícitos con los pobres. También en Polonia, a pesar del actual desarrollo económico del país, hay muchos necesitados, desempleados, sin vivienda, enfermos y abandonados, así como muchas familias —sobre todo las numerosas— sin medios suficientes para vivir y educar a sus hijos. Estad cerca de ellos. Sé cuánto hace la Iglesia en Polonia en este campo, mostrando gran generosidad no sólo en su patria sino también en otros países del mundo. Os doy las gracias a vosotros y a vuestras comunidades por esta obra. Seguid alentando a vuestros sacerdotes, a los religiosos y a todos los fieles a tener la «fantasía de la caridad», y a practicarla siempre. Y no olvidéis a quienes, por diferentes motivos, dejan el país y tratan de comenzar una nueva vi- da en el exterior. Su número creciente y sus exigencias quizá requieran mayor atención por parte de la Conferencia episcopal. Acompañadlos con adecuado cuidado pastoral, para que conserven la fe y las tradiciones religiosas del pueblo polaco. Queridos hermanos, os agradezco vuestra visita. Llevad mi saludo cordial a vuestras Iglesias particulares y a todos vuestros compatriotas. Que la Virgen María, Reina de Polonia, interceda por la Iglesia en vuestro país: proteja con su manto a los sacerdotes, a los religiosos, a las religiosas y a todos los fieles, y obtenga a cada uno y a cada comunidad la plenitud de las gracias del Señor. Invoquémosla juntos: Sub tuum praesidium confugimus, Sancta Dei Genitrix, nostras deprecationes ne despicias in necessitatibus, sed a periculis cunctis libera nos semper, Virgo gloriosa et benedicta. Hacia la JMJ La invitación a la JMJ programada en Cracovia en 2016, en coincidencia con el 1050° aniversario del bautismo de Polonia, renovó al Papa Francisco el arzobispo Józef Michalik, presidente de la Conferencia episcopal polaca, en conclusión de la visita ad limina. Presentando al Pontífice la situación de las 44 diócesis de la Iglesia del país, el prelado afirmó que el 93 por ciento de los casi 38 millones de habitantes «se consideran cristianos porque están bautizados. Nuestro episcopado —afirmó— está unido en cuestiones de fe, moral y disciplina pastoral. Las diócesis disponen de un clero con celo pastoral y formación. Hay diez universidades y facultades teológicas», con 4.262 candidatos al sacerdocio y 501 novicias. «Más del 50 por ciento de los católicos participa en la misa dominical», dijo, recordando, entre otras cosas, que «el 75 por ciento de los polacos están en contra del aborto». En materia de evangelización, monseñor Michalik puso de relieve que hay «2.015 misioneros polacos». Además, «la catequesis de los niños y de los jóvenes se asegura en todas las escuelas, incluso en las estatales». En cuanto a los medios de comunicación, el arzobispo destacó que «nacen nuevos semanarios y revistas, fundados por laicos cercanos a de Cracovia la Iglesia. Desde hace veinte años la televisión nacional reserva algunas horas a la semana a programas católicos. Existe y está activa la televisión católica «Trwam» y en cada diócesis hay radios católicas. La tirada de los semanarios y de las revistas católicas alcanza el millón de copias». Con respecto a la pastoral, continuó, «hemos iniciado programas de nueva evangelización, coordinados con las iniciativas ya existentes y dirigidas en especial a las personas que se alejaron de la Iglesia». Y en las iniciativas de pastoral juvenil a nivel nacional «participan decenas de miles» de jóvenes. Tras subrayar el compromiso de la fundación eclesial «Opera Nuovo Millennio», que «ayuda con becas de estudio a más de 2.500 jóvenes procedentes de familias numerosas», el arzobispo puso de relieve las numerosas peregrinaciones a pie al santuario mariano de Częstochowa y a otros santuarios, donde cada año van cientos de miles de personas. Por último, entre los desafíos a afrontar, habló de la emigración de millones de jóvenes en busca de trabajo. «La crisis de la familia —concluyó— es real y grave: casi el 30 por ciento de las parejas se divorcian y la natalidad registra una disminución dramática». nuevo de trabajo. Pero donde esto sucedió —como se nota por las reacciones y los artículos publicados no sólo en Francia, sino también en Alemania, Estados Unidos y Suiza—, se manifestó una notable vitalidad. Y ésta es la novedad más interesante: una ferviente voluntad de comprender más, de hacerse una idea y confrontarla pacíficamente sustituyó a la contraposición entre jerarquía y fieles, que sólo se podía resolver mediante la obediencia o el alejamiento. Esto se ve sobre todo en Francia, hoy en el centro de innovaciones serias en el plano legislativo que afectan a la institución familiar y a la filiación: en lugar de la dura contraposición entre las dos partes del conflicto, que obviamente asumió enseguida el tono de un enfrentamiento de carácter político —sólo atenuado parcialmente por la presencia de una patrulla determinada de intelectuales laicos contrarios a dichas innovaciones—, se está llevando a cabo una discusión libre. También en el seno de la Iglesia, como testimonian los artículos más recientes de «La Croix», se da voz a opiniones diferentes y a la discusión moderada. Por ejemplo, a quien disiente del compromiso de Manif pour tous no se le considera traidor, sino que sus objeciones son escuchadas con atención. Y cuanto más libre esté de la hipoteca de la política, tanto más libre e interesante llegará a ser la discusión y atraerá a otras personas que se habían alejado por desconfianza ante el rumbo que estaba tomando el debate. Los católicos han vuelto a pensar con vivacidad y pasión, y esto permitirá afrontar, a largo y a corto plazo, los problemas no sólo en el último momento, cuando los cambios culturales ya se están transformando en leyes, sino también antes, en el mismo momento en que se prevé un nuevo desarrollo. Esto es particularmente importante en una situación histórica como la actual, donde los cambios en el ámbito de la estructura familiar y de la procreación son rapidísimos, impulsados por las tecnociencias. También en Francia, por ejemplo, se está discutiendo sobre la educación con respecto al género, impuesta en las escuelas. Pero para afrontar este problema es necesario saber que en los próximos treinta años, o incluso antes, se prevé la realización del útero artificial, así como la posibilidad de engendrar por sí solo un hijo, creando con las propias células madre un óvulo y un espermatozoide. En vez de perseguir el progreso, hay que saber preverlo, para afrontar las nuevas situaciones con mayor sabiduría y seguridad. Todo esto impulsa a la Iglesia a presentarse de modo positivo. Así, lo que se ve como prohibición, debe proponerse como riqueza de un ofrecimiento alternativo, que ya existe pero que hoy, a menudo, precisamente sobre los temas de la sexualidad y la familia, se olvida o se transmite mal. L’OSSERVATORE ROMANO página 8 viernes 14 de febrero de 2014, número 7 Los rollos del mar Muerto consultables con altísima resolución en la red Qumrán en archivo digital Más de diez mil nuevas imágenes multiespectrales, descripciones más detalladas de los manuscritos, traducciones ahora disponibles también en ruso y en alemán, un motor de búsqueda más veloz y enlaces facilitados desde Facebook y Twitter: son las novedades que Israel Antiques Authority anunció para el archivo digital (The Leon Levy Dead Sea Scrolls Digital Archive) de los rollos del mar Muerto, la extraordinaria colección (conservada en el Israel Museum de Jerusalén) de miles de pergaminos y papiros encontrados en 1947 en algunas cuevas del desierto de Judá y consultables en la red en un portal (deadseascrolls.org.il), que permite ver los valiosos documentos en alta resolución, con la posibilidad de agrandar hasta el mínimo detalle y percibirlo con sorprendente nitidez. «Es una extraordinaria unión entre alta tecnología e historia antigua», escribió Ian Black en el «Guardian» del 4 de febrero pasado, que permite tener en un ordenador o en un smartphone tesoros que sólo cinco personas en el mundo están autorizadas a tocar físicamente. «La novedad —explica Pnina Shor, responsable del proyecto— reside en la altísima calidad de las imágenes obtenidas con un sistema ideado específicamente para los rollos: son absolutamente idénticos a los originales». Una tecnología ideada por la Nasa para permitir que cualquiera se acerque a esta extraordinaria colección. Pero ¿qué son los manuscritos de Qumrán? Se trata de cerca de setecientos cincuenta textos encontrados en once cuevas, escritos en hebreo, arameo (la lengua, muy cercana al hebreo, hablada por Jesús) y griego, ahora divididos en casi quince mil trozos, desde los grandes rollos de pergamino —pero hay uno, celebérrimo, en cobre— hasta los fragmentos de papiro, a veces más pequeños que un sello postal. Son textos escriturísticos (canónicos y no canónicos), comentarios a textos bíblicos y documentos religiosos, expresión de una comunidad formada por judíos marginados y contrarios a los sacrificios en el Templo de Jerusalén, quizá cercanos a los esenios. Entre los manuscritos más importantes figura el rollo del profeta Isaías, trece siglos más antiguo que el rollo conservado hasta ahora, y entre los más discutidos, un fragmento (7Q5) que en 1972 el papirólogo José O’Callaghan propuso que se reconociera, con escaso consenso, como un pasaje del evangelio de Marcos (sobre este tema es útil el tomo a cargo de Flavio Dalla Vecchia, Ridatare i Vangeli?, editado por Queriniana). En suma, un grupo de textos que como ningún otro permite contextualizar los orígenes del cristianismo descrito en el Nuevo Testamento. Los manuscritos se remontan efectivamente a una época que va desde el siglo III antes de la era cristiana hasta casi la mitad del siglo I de la era cristiana y tocan dos aspectos fundamentales: la evolución del judaísmo que llevó al primer cristianismo y la historia del texto bíblico. Este tesoro fue descubierto casualmente por Muhammad al-Dib («Mahoma el Lobo»), un joven pastor que, en abril de 1947, entró en una cueva y encontró decenas de tinajas, muchas intactas, algunas volcadas y destapadas y otras rotas. Muhammad y un amigo suyo enseguida procuraron vender algo, pero en Belén, adonde iban habitualmente, nadie quiso pagar las veinte esterlinas que pedían por el primer rollo de pergamino. Por fin, un mercader cristiano se convenció y adquirió el manuscrito. Así comenzó una extraordinaria historia en la que entraron y salieron, como en un escenario, beduinos, mercaderes, anticuarios, eclesiásticos, autoridades públicas y estudiosos, en el contexto cada vez más dramático que al año siguiente llevaría al nacimiento del Estado de Israel. Mientras tanto, los manuscritos del mar Muerto iban de un país a otro, a veces desperdigándose, fragmentados por los mismos vendedores para obtener mayor ganancia, y su historia daba la vuelta al mundo despertando legítima cu- riosidad e hipótesis fantasiosas, tan interesantes como inverosímiles. Muchas son las ediciones de los textos de Qumrán, a partir de la edición crítica de Oxford en la serie «Discoveries in the Judaen Desert». En el marco de una bibliografía inmensa destaca «La Revue de Qumrán», y ahora la colección «La Bibliotèque de Qumrân», dirigida por Katell Berthelot, Fragmento del «Rollo del Templo 11Q19» Thierry Legrand y (siglo II antes de la era cristiana) André Paul, que desde 1998 publica Éditions du Cerf; desde 2013 Edizio- tos del mar Muerto en nueve tomos, ni Dehoniane de Bolonia publica en reuniéndolos en tres partes, según Italia una adaptación de la misma a las Escrituras hebreas: Ley, Profetas cargo de Giovanni Ibba. Esta inicia- y Escritos; y testimoniada, además, tiva prevé la publicación de los tex- por los Evangelios. El Papa Francisco invita a no permanecer callados porque el Evangelio no es silencioso El sentido nuevo de las palabras JORGE MILIA «Hacer lío» es una expresión común en boca de los argentinos. «Hacen lío» los niños cuando gritan, los hinchas cuando celebran un triunfo, los adolescentes lo hacen de buena gana en sus dormitorios ignorando los auriculares. «Hacen lío» los estudiantes cuando festejan que se recibieron, pero también «hacen lío» las manifestaciones que convierten en un infierno la ciudad de Buenos Aires, bloqueando las calles para protestar; o los que quieren hacerse escuchar a toda costa, a veces con el típico bombo que el mismo Papa hizo entrar a la audiencia con los jugadores de fút- bol argentinos, provocando no poco revuelo en el protocolo vaticano. «Hacer lío», entonces, es un término corriente, que el Papa utilizó en su diálogo con los jóvenes en Río de Janeiro. Pero lo hizo de una manera peculiar. «Quisiera decir una cosa. ¿Qué es lo que espero como consecuencia de la Jornada de la Juventud? Espero lío. (…) quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera, quiero que la Iglesia salga a la calle (…)». Quiere que haya lío, alboroto, ruido, movimiento, que los jóvenes reclamen espacio en la sociedad, y por qué no, también en la Iglesia. Las iglesias están apagadas —parece decir el Papa argentino— cuando los cristianos no «hacen lío», cuando los sacerdotes no salen al encuentro de las «ovejas» que le han sido confiadas. Y la existencia misma no tiene la sal de la buena masa de evangélica memoria. La idea de que la Casa de Dios debe abrir sus puertas no es nueva. Es tan vieja como el cristianismo. El «hagan lío» de Francisco es para que las puertas de las iglesias estén siempre abiertas de par en par y puedan dar refugio a la humanidad dolorida del pueblo de Dios en camino por el mundo. Pero también para que desde adentro del lugar de culto se pueda salir para llevar al mundo, a todos, el tesoro que custodia. «Hagan lío», no se queden callados, repitió cuando volvió a Roma, ya dentro de los muros vaticanos. La Buena Noticia no es silenciosa. Nos está pidiendo que no nos quedemos callados. No lo estuvo Jesús cuando echó a los mercaderes del templo o cuando querían lapidar a la adúltera. «Háganse escuchar», es otra forma de referirse a lo mismo. Un protagonismo, un hacerse ver, pero con algo positivo adentro. Y que no involucra solamente a la Iglesia. En un clima de enfrentamiento político que se creía superado desde hace décadas en la sociedad argentina, donde incluso familias, amigos y colegas han dejado de hablarse o frecuentarse solamente por diferencias de opinión política, donde empezando por los políticos hay muchos que quieren sacarse una foto con «Francisco» y hasta los enemigos de un tiempo hoy son —realmente es el caso de decirlo—, «más papistas que el Papa», se ha empezado a escuchar, después de la Jornada mundial de la juventud, que es necesario «hacer lío», pero en un sentido nuevo, así como lo entiende el Papa. Lo que asombra es que todos, absolutamente todos, más allá de la inevitable instrumentalización política, están seguros de haber comprendido, precisamente por la fuerza y la expresividad de la frase, qué significa ese «positivo». «Lo dijo el Papa», agregan. Y por lo tanto está claro. Por eso la expresión está cambiando de sentido. Es más, ya lo hizo. Más que cambiar, podemos decir que el Papa Francisco la ha «transfigurado». Es evidente que no se trata solo de un tema para filólogos o semiólogos. No. Como cualquier transfiguración que sigue ocurriendo, hace ver bajo una nueva luz, ha re-creado, lo que ya estaba. Y lo ha vuelto a poner en marcha. número 7, viernes 14 de febrero de 2014 L’OSSERVATORE ROMANO página 9 Misa con el Papa en Santa Marta VIENE DE LA PÁGINA 5 cha. Toda la gente iba a él. El Evangelio dice que los escribas» se acercaban para preguntarle; «¿Qué debemos hacer?». Lo mismo hacía el pueblo y los soldados. «¡Convertíos!» era la respuesta de Juan, y «no estaféis» También «los fariseos y los doctores» miran la «fuerza» de Juan, reconociendo en él a «un hombre recto. Por ello fueron a preguntarle: ¿pero eres tú el mesías?». Para Juan fue «el momento de la tentación y de la vanidad». Hubiese podido responder: «No puedo hablar de esto...», terminando por «dejar la pregunta en el aire. O podía decir: no lo sé... con falsa humildad». En cambio, Juan «fue claro» y afirmó: «No, yo no soy. Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no soy digno de agacharme para dasatarle la correa de sus sandalias». Así no cayó en la tentación de robar «el título, no se adueñó del oficio». Dijo claramente: «Yo soy una voz, sólo eso. La palabra viene después. Yo soy una voz». Y «ésta —resumió el Papa— es la segunda cosa que hizo Juan: no robar la dignidad». Fue un «hombre de verdad». «La tercera cosa que hizo Juan —continuó el Pontífice— fue imitar a Cristo, imitar a Jesús. En tal medida que, en aquellos tiempos, los fariseos y los doctores creían que él era el mesías». Incluso «Herodes, que lo había asesinado, creía que Jesús fuese Juan». Precisamente esto muestra hasta qué punto el Bautista «siguió el camino de Jesús, sobre todo en el camino del abajamiento». En efecto «Juan se humilló, se abajó hasta el final, hasta la muerte». Y fue al encuentro del «mismo estilo vergonzoso de muerte» del Señor: «Jesús como un malhechor, como un ladrón, como un criminal, en la cruz», y Juan víctima de «un hombre débil y lujurioso» que se dejó llevar «por el odio de una adúltera, por el capricho de una bailarina». Son dos «muertes humillantes». Como Jesús, dijo de nuevo el Papa, «también Juan tuvo su huerto de los olivos, su angustia en la cárcel cuando creía haberse equivocado». Por ello «manda a sus discípulos a preguntar a Jesús: dime, ¿eres tú o me equivoqué y existe otro?». Es la experiencia de la «oscuridad del alma», de la «oscuridad que purifica». Y «Jesús respondió a Juan como el Padre respondió a Jesús: consolándole». Precisamente hablando de la «oscuridad del hombre de Dios, de la mujer de Dios», el Papa Francisco recordó el testimonio «de la beata Teresa de Calcuta. La mujer a la que todo el mundo alababa, el premio Nobel. Pero ella sabía que en un momento de su vida, largo, existió sólo la oscuridad dentro». También «Juan pasó por esta oscuridad», pero fue «anunciador de Jesucristo; no se adueñó de la profecía», convirtiéndose en «imitador de Jesucristo». En Juan está, por lo tanto, «la imagen» y «la vocación de un discípulo». La «fuente de esta actitud de discípulo» ya se reconoce en el epi- sodio evangélico de la visita de María a Isabel, cuando «Juan saltó de alegría en el seno» de su madre. Jesús y Juan, en efecto, «eran primos» y «tal vez se encontraron después». Pero ese primer «encuentro llenó de alegría, de mucha alegría el corazón de Juan. Y lo transformó en discípulo», en el «hombre que anuncia a Jesucristo, que no se pone en el lugar de Jesucristo y que sigue el camino de Jesucristo». En conclusión, el Papa Francisco sugirió un examen de conciencia «acerca de nuestro discipulado» a través de algunas preguntas: «¿Anunciamos a Jesucristo? ¿Progresamos o no progresamos en nuestra condición de cristianos como si fuese un privilegio?». Al respecto es importante mirar el ejemplo de Juan que «no se adueñó de la profecía». Y luego un interrogante: «¿Vamos por el camino de Jesucristo, el camino de la humillación, de la humildad, del abajamiento para el servicio?». Papa Francisco recordó que el Señor habló a su pueblo no sólo con palabras. «Los profetas —dijo— referían las palabras del Señor. Los profetas anunciaban. El gran profeta Moisés dio los mandamientos, que son palabra del Señor. Y muchos otros profetas decían al pueblo aquello que quería el Señor». Sin embargo, «el Señor —añadió— habló también de otra manera y de otra forma a su pueblo: con las teofanías. Cuando Él se acerca al pueblo y se hace sentir, hace sentir su presencia precisamente en medio del pueblo». Y recordó, además del episodio propuesto por la primera lectura (1 Re 8, 1-7.9-13), algunos pasajes referidos a otros profetas. «Sucede lo mismo también en la Iglesia» —explicó el Papa—. El Señor nos habla a través de su Palabra, recogida en el Evangelio y en la Biblia; y a través de la catequesis, de la homilía. No sólo nos habla, sino que también «se hace presente —precisó— en medio de su pueblo, en medio de Según el Pontífice, si nos damos cuenta de no estar «firmes en esto», es bueno «preguntarnos: ¿cuándo tuvo lugar mi encuentro con Jesucristo, ese encuentro que me llenó de alegría?». Es un modo para volver espiritualmente a ese primer encuentro con el Señor, «volver a la primera Galilea del encuentro: todos nosotros hemos tenido una». El secreto, dijo el Papa, es precisamente «volver allí: reencontrarnos con el Señor y seguir adelante por esta senda tan hermosa, en la que Él debe crecer y nosotros disminuir». su Iglesia. Es la presencia del Señor. El Señor que se acerca a su pueblo; se hace presente y comparte con su pueblo un poco de tiempo». Esto es lo que sucede durante la celebración litúrgica que ciertamente «no es un buen acto social —explicó una vez más el obispo de Roma— y no es una reunión de creyentes para rezar juntos. Es otra cosa» porque «en la liturgia eucarística Dios está presente» y, si es posible, se hace presente de un modo aún «más cercano». Su presencia, dijo nuevamente el Papa, «es una presencia real». Y «cuando hablo de liturgia —puntualizó el Pontífice— me refiero principalmente a la santa misa. Cuando celebramos la misa, no hacemos una representación de la Última Cena». La misa «no es una representación; es otra cosa. Es propiamente la Última Cena; es precisamente vivir otra vez la pasión y la muerte redentora del Señor. Es una teofanía: el Señor se hace presente en el altar para ser ofrecido al Padre para la salvación del mundo». Así, el Papa Francisco volvió a proponer, como lo hace a menudo, un comportamiento común en los fieles: «Nosotros escuchamos o decimos: “pero, yo no puedo ahora, debo ir a misa, debo ir a escuchar mi- En misa sin reloj A misa no se va con el reloj en la mano, como si se debieran contar los minutos o asistir a una representación. Se va para participar en el misterio de Dios. Y esto es válido también para quienes vienen a Santa Marta a la misa celebrada por el Papa, que, dijo en efecto el Pontífice el lunes 10 de febrero, a los fieles presentes en la capilla de su residencia, «no es un paseo turístico. ¡No! Vosotros venís aquí y nos reunimos aquí para entrar en el misterio. Y ésta es la liturgia». Para explicar el sentido de este encuentro cercano con el misterio, el sa”. La misa no se escucha, se participa. Y se participa en esta teofanía, en este misterio de la presencia del Señor entre nosotros». Es algo distinto de las otras formas de nuestra devoción, precisó nuevamente poniendo el ejemplo del belén viviente «que hacemos en las parroquias en Navidad, o el vía crucis que hacemos en Semana Santa». Éstas, explicó, son representaciones; la Eucaristía es «una conmemoración real, es decir, es una teofanía. Dios se acerca y está con nosotros y nosotros participamos en el misterio de la redención». El Pontífice se refirió luego a otro comportamiento muy común entre los cristianos: «Cuántas veces —dijo— contamos los minutos... “tengo apenas media hora, tengo que ir a misa...”». Ésta «no es la actitud propia que nos pide la liturgia: la liturgia es tiempo de Dios y espacio de Dios, y nosotros debemos entrar allí, en el tiempo de Dios, en el espacio de Dios y no mirar el reloj. La liturgia es precisamente entrar en el misterio de Dios; dejarnos llevar al misterio y estar en el misterio». Y, dirigiéndose precisamente a los presentes en la celebración continuó así: «Por ejemplo, yo estoy seguro de que todos vosotros venís aquí para entrar en el misterio. Tal vez, sin embargo, alguno dijo “yo tengo que ir a misa a Santa Marta, porque el itinerario turístico de Roma incluye ir a visitar al Papa a Santa Marta todas las mañanas....”. ¡No! Vosotros venís aquí, nosotros nos reunimos aquí, para entrar en el misterio. Y esto es la liturgia, el tiempo de Dios, el espacio de Dios, la nube de Dios que nos envuelve a todos». El Papa Francisco compartió con los presentes algunos recuerdos de su infancia: «Recuerdo que siendo niño, cuando nos preparábamos para la Primera Comunión, nos hacían cantar “Oh santo altar custodiado por los ángeles”, y esto nos hacía comprender que el altar estaba custodiado por los ángeles, nos daba el sentido de la gloria de Dios, del espacio de Dios, del tiempo de Dios. Y luego, cuando hacíamos el ensayo para la Comunión, llevábamos las hostias para el ensayo y nos decían: “mirad que éstas no son las que recibiréis; éstas no valen nada, porque luego estará la consagración”. Nos hacían distinguir bien una cosa de la otra: el recuerdo de la conmemoración». Por lo tanto, celebrar la liturgia significa «tener esta disponibilidad para entrar en el misterio de Dios», en su espacio, en su tiempo. Y, llegando ya a la conclusión, el Pontífice invitó a los presentes a «pedir hoy al Señor que nos done a todos este sentido de lo sagrado, este sentido que nos haga comprender que una cosa es rezar en casa, rezar en la iglesia, rezar el rosario, recitar muchas y hermosas oraciones, hacer el vía crucis, leer la Biblia; y otra cosa es la celebración eucarística. En la celebración entramos en el misterio de Dios, en esa senda que nosotros no podemos controlar: sólo Él es el único, Él es la gloria, Él es el poder. Pidamos esta gracia: que el Señor nos enseñe a entrar en el misterio de D ios». L’OSSERVATORE ROMANO página 10 Colegio episcopal VIENE DE LA PÁGINA 4 ministerio ha sido, entre otras cosas, vicario parroquial y párroco en diversas parroquias; docente en diversas instituciones en Argentina y vicario regional dentro de su Orden. —Obispo auxiliar de la diócesis de San Martín (Argentina) al presbítero HAM LIM MO ON. Ham Lim Moon nació en Suwon (Corea del Sur) el 16 de junio de 1955. Recibió la ordenación sacerdotal el 12 de octubre de 1984, incardinado en la arquidiócesis de Buenos Aires. Obtuvo la licenciatura en teología espiritual en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. En su ministerio ha sido vicario parroquial y capellán de un hospital; párroco en diversas parroquias; responsable del curso de formación permanente para el clero de Buenos Aires y miembro del consejo presbiteral. —Obispo titular de Feradi maggiore y auxiliar de San Salvador da Bahía (Brasil) al presbítero ESTEVAM SANTOS SILVA FILHO. Estevam Santos Silva Filho nació en Vitória da Conquista, archidiócesis de San Salvador da Bahía, el 10 Congregación para las causas de los santos de abril de 1968. Recibió la ordenación sacerdotal el 9 de junio de 1995. Cursó una especialización en comunicación en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (Colombia). En su ministerio ha sido párroco en diversas parroquias; director espiritual y formador en diversos seminarios; miembro del consejo de formadores, del consejo presbiteral y del colegio de consultores; ecónomo y asesor eclesiástico de la pastoral archidiocesana de comunicación y del sector juvenil. —Visitador apostólico para los fieles sirios residentes en Europa Occidental a monseñor BASILE GEORGES CASMOUSSA, arzobispo emérito de Mossul (Irak) y obispo de la curia patriarcal siro-católica. Basile Georges Casmoussa nació en Karakoche, archieparquía de Mossul de los sirios, el 25 de octubre de 1938. Recibió la ordenación sacerdotal el 10 de junio de 1962. El Sínodo de la Iglesia siro-católica lo eligió arzobispo de Mossul el 8 de mayo de 1999; recibió la ordenación episcopal el 9 de diciembre del mismo año. El 26 de junio de 2010 fue trasladado a la función de obispo de la curia patriarcal de Antioquía de los sirios. Audiencias pontificias VIENE DE LA PÁGINA 4 ñor Adam Bałabuch, obispo titular de Aurusuliana. —Monseñor Wiktor Paweł Skworc, arzobispo de Katowice. —Monseñor Jan Kopiec, obispo de Gliwice, con el auxiliar: monseñor Gerard Alfons Kusz, obispo titular de Tagarbala. —Monseñor Andrzej Czaja, obispo de Opole, con el auxiliar: monseñor Paweł Stobrawa, obispo titular de Eca. Lityński, obispo titular de Cemeriniano; y con el auxiliar emérito: monseñor Paweł Socha, C.M., obispo titular de Tunigaba. —Monseñor Sławoj Leszek Głódź, arzobispo de Gdańsk, con el arzobispo emérito: monseñor Tadeusz Gocłowski. C.M. —Monseñor Ryszard Kasyna, obispo de Pelplin, con el auxiliar: monseñor Wiesław Śmigiel, obispo titular de Beatia. —Monseñor Wacław Depo, arzobispo de Częstochowa. —Monseñor Andrzej Wojciech Suski, obispo de Toruń, con el auxiliar: monseñor Józef Szamocki, obispo titular de Clipia. —Monseñor Henryk Marian Tomasik, obispo de Radom, con el auxiliar: monseñor Adam Odzimek, obispo titular de Tadamata. —Monseñor Wojciech Ziemba, arzobispo de Warmia, con el auxiliar: monseñor Jacek Jezierski, obispo titular de Liberalia. —Monseñor Grzegorz obispo de Sosnowiec. Kaszak, —Monseñor Jan Styrna, obispo de Elbląg, con el auxiliar: monseñor Józef Wysocki, obispo titular de Precausa. —Al cardenal Marc Ouellet, P.S.S., prefecto de la Congregación para los obispos. —Monseñor Jerzy Mazur, S.V.D., obispo de Ełk, con el auxiliar: monseñor Romuald Kamiński, obispo titular de Agunto. Sábado, día 8 —Al cardenal Julián Herranz. A los obispos de la Conferencia episcopal de Polonia, en visita «ad limina Apostolorum»: —Monseñor Andrzej Dzięga, arzobispo de Szczecin-Kamień, con el auxiliar: monseñor Marian Błażej Kruszyłowicz, O.F.M.CONV., obispo titular de Adrumeto. —Monseñor Edward Dajczak, obispo de Koszalin-Kołobrzeg, con el auxiliar: monseñor Krzysztof Zadarko, obispo titular de Cavaillon. —Monseñor Stefan Regmunt, obispo de Zielona Góra-Gorzów, con el auxiliar: monseñor Tadeusz viernes 14 de febrero de 2014, número 7 Promulgación de decretos El viernes 7 de febrero de 2014, el Santo Padre Francisco recibió en audiencia privada al cardenal Angelo Amato, S.D.B., prefecto de la Congregación para las causas de los santos. Durante la audiencia el Romano Pontífice autorizó a la Congregación la promulgación de los siguientes decretos: —el martirio del siervo de Dios FRANCESCO ZIRANO, sacerdote profeso de la Orden de los Frailes Menores Conventuales, nació en Sásari (Italia) en 1564, y fue asesinado, por odio a la fe, en Argel (Argelia) el 25 de enero de 1603; —el martirio de los siervos de Dios PABLO YUN JI-CHUNG, laico, y 123 compañeros, asesinados, por odio a la fe, en Corea entre 1791 y 1888; —las virtudes heroicas del siervo de Dios JESÚS MARÍA ECHAVARRÍA Y AGUIRRE, obispo de Saltillo (Mé- xico), fundador del instituto de las Hermanas Catequistas Guadalupanas; nació en Real de San Pedro de Bacubirito (México) el 6 de julio de 1858 y murió en Saltillo (México) el 5 de abril de 1954; —las virtudes heroicas del siervo de Dios FAUSTINO GHILARDI (en el siglo: Guglielmo Giacomo), sacerdote profeso de la Orden de los Frailes Menores; nació en Pieve a Nievole (Italia) el 6 de mayo de 1858 y murió en San Vivaldo di Montaione (Italia) el 25 de octubre de 1937; —las virtudes heroicas de la sierva de Dios MARÍA RO CÍO DE JESÚS CRUCIFICAD O (en el siglo: María Josefa Rodríguez Xuárez de la Guardia), religiosa profesa de la congregación de las Hermanas del Amor de Dios; nació en Colmenar (España) el 23 de mayo de 1923 y murió en Roma (Italia) el 30 de marzo de 1956. Lutos en el episcopado —Monseñor CORNELIUS JOHN PASICHNY O.S.B.M., obispo emérito de la eparquía de Toronto de los ucranianos y de Canadá oriental, falleció el 30 de enero. Había nacido en Winnipeg el 27 de marzo de 1927. Era sacerdote desde el 5 de julio de 1953. Juan Pablo II le nombró obispo de Saskatoon de los ucranianos el 6 de noviembre de 1995; recibió la ordenación episcopal el 17 de enero de 1996. El mismo Papa le trasladó a la eparquía de Toronto de los ucranianos y de Canadá oriental el 1 de julio de 1998; y aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha sede el 3 de mayo de 2003. —Monseñor ROSEND O ÁLVAREZ GASTÓN, obispo emérito de Almería (España), falleció el 3 de febrero. Había nacido en Mues, archidiócesis de Pamplona, el 10 de agosto de 1926. Era sacerdote desde el 22 de julio de 1951. Juan Pablo II le nombró obispo de Jaca el 16 de noviembre de 1984; recibió la ordenación episcopal el 12 de enero de 1985. El mismo Papa le trasladó a Almería el 12 de mayo de 1989; y aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha diócesis el 15 de abril de 2002. —Monseñor PERE TENA GARRIGA, obispo titular de Cerenza y auxiliar emérito de Barcelona (España), falleció el 10 de febrero. Había nacido en Hospitalet de Llobregat, archidiócesis de Barcelona, el 14 de mayo de 1928. Era sacerdote desde el 29 de julio de 1951. Juan Pablo II le nombró obispo titular de Cerenza y auxiliar de la archidiócesis de Barcelona el 9 de junio de 1993; recibió la ordenación episcopal el 5 de septiembre del mismo año. El Papa aceptó su renuncia a la función de auxiliar de dicha sede el 15 de junio de 2004. Credenciales de la embajadora de la República Árabe de Egipto Lunes, día 10 —Al cardenal Antonio Cañizares Llovera, prefecto de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos. —Al cardenal Agostino Vallini, vicario general para la diócesis de Roma. —A monseñor Gerhard Müller, arzobispo, obispo de Ratisbona (Alemania), de la Congregación para la de la fe. Ludwig emérito prefecto doctrina —A monseñor Cesare Nosiglia, arzobispo de Turín (Italia). El jueves 6 de febrero, por la mañana, el Papa Francisco recibió en audiencia a la señora Wafaa Ashraf Moharram Bassim, embajadora de la República Árabe de Egipto, con ocasión de la presentación de las cartas credenciales con las que es acreditada ante la Santa Sede número 7, viernes 14 de febrero de 2014 L’OSSERVATORE ROMANO página 11 11 de febrero de 2013 El instante en el que se dividieron las aguas Publicamos el editorial del periódico italiano «Avvenire» del 11 de febrero. PIERANGELO SEQUERI Ese momento de estremecimiento, que pareció secar el tiempo, duró verdaderamente un instante. El pueblo de Dios —debemos decirlo— fue el primero en reanimarse. Mientras que los doctores discutían, en el templo y fuera del templo, el sentido de la fe comenzó a hacer circular un aire de respeto, de admiración, de comprensión y de reconocimiento, tan espontáneo y envolvente, que incluso los doctores dejaron de agitarse y comenzaron a reflexionar. Por un instante, la sobria compostura del anuncio no se nos presentaba como el claro signo de su meditada inspiración: primero sufrida, luego acogida y, por último, resuelta en la pacificación del Espíritu. Por un instante, la humildad del gesto nos consternó —y hasta nos afligió— como si fuese una humillación del ministerio petrino, en lugar de la exaltación de su restablecimiento total a la Iglesia que el Señor guía. Por un instante, la serena determinación de ese acto extremo —acto de magisterio y de ministerio del Papa incluso eso, no lo olvidemos— se nos presentó como un gesto de humana y comprensible liberación del peso. En cambio, era la imprevisible audacia de la libertad cristiana; la que retoma totalmente sobre sí, para no cargarla sobre el ministerio eclesial, la fragilidad de la vasija de arcilla donde todos llevamos el misterio. En la realidad, un escenario de altísima tensión, polarizado en torno a la casa de Pedro, era improvisamente obstaculizado y hasta alterado por un último llamamiento de Pedro a toda la Iglesia. Su poder conmovedor estaba todo en lo ordinario entre los tonos y el gesto. Las palabras eran apacibles y mínimas, al borde del silencio que se siguió después. El gesto elevaba la montaña y le ordenaba tirarse al mar. La audacia impensada del gesto profético del Papa Benedicto XVI entregaba abiertamente a la Iglesia el testimonio de la dureza y de la urgencia de una hora que no podía ya esperar. La Iglesia no puede ya limitarse a custodiarse a sí misma, al amparo del viento y del fuego de Dios. Mientras tanto, el afectuoso minimalismo de la despedida, que se disponía a honrar la continuidad de su intercesión en la forma de una presencia transfigurada y discreta, comenzaba a iluminar las sombras con la serenidad de sus modos. E inauguraba, precisamente así, la inédita continuación «monástica» del ministerio de un Papa «emérito»: pura presencia testimonial e invisible intercesión orante. Ministerio de la confirmación de la fe que se prolonga espiritualmente, y sin interferencia alguna, con otros medios. Mediación oculta, cierto, pero también —y esto inmediatamente— fidelidad de una presencia que quita todo pretexto para los mezquinos moralismos de los grillos parlantes. El servidor de los siervos de la Iglesia no huye. Se retira, cuando el Señor llama, para allanar el camino —en perfecta obediencia— a aquél que el Señor ha destinado a la sucesión de Pedro. A la luz de la integridad que el gesto ha conservado, y de la exhuberancia de hechos que se siguieron, su inspiración nos persuade, cada día que pasa, del alcance histórico y teológico de su carisma y de su promesa. Hemos aprendido algo sobre el ministerio petrino en la Iglesia, que tal vez habíamos olvidado. En cuanto herencia personalmente entregada por el Señor, para la edificación de la Iglesia, el ministerio de Pedro no es propiedad identitaria, sino un bien común. No se le ocupa como dueños, sino como servidores. En ese gesto, que volvió a abrir la historia a la Iglesia, hemos aprendido algo también sobre el Papa Benedicto XVI, que aún no habíamos comprendido. (Y quien tiene oídos para entender, tiene ojos para ver, ahora). Desde ese instante, en el que se dividieron las aguas, ya ha pasado todo un año. El poder de ese gesto, que desafió, por amor a la Iglesia, la incomprensión mundana de los sa- El Papa Francisco pide en tuit rezar por Benedicto Valentía y humildad XVI bios y de los inteligentes, iluminó milagrosamente el camino para el pueblo de Dios que estaba entre las sombras. Pero no dejó de golpear —al menos por un momento— la mirada astuta e incrédula de los poderosos de la tierra, que se sintieron mucho menos ágiles en el impulso y en la renovación. Un apacible y culto sacerdote bávaro, tras haber instruido y confirmado también como Papa la fe de la Iglesia entre las aguas, resonó por último, con su despedida del ministerio supremo, la campana del despertar para la Iglesia del tercer milenio. Su tañido resonó como un golpe de martillo para toda incautación propietaria del ministerio eclesial, madre de todas sus corrupciones: de la autoridad en el privilegio, del misterio de la intriga, del carisma en la carrera. En un relámpago de silencio atónito, que duró casi media hora, el fundamentalismo religioso y la condescendencia mundana, que asechan a los aspirantes líderes de la comunidad, en la Iglesia, se vieron desnudos y vacíos de legitimación. Ahora toca de verdad al pueblo de Dios, y a sus jefes, moverse a la altura de ese gesto. En una entrevista del arzobispo Gänswein al Centro televisivo vaticano De Benedicto a Francisco «El 11 de febrero del año pasado —recuerda el arzobispo Georg Gänswein en una entrevista al Centro televisivo vaticano (CTV)— fue una jornada muy especial. Los sentimientos, tras el anuncio de la renuncia del Papa Benedicto eran de tristeza, pero también de gratitud. Está claro, despedirse es siempre algo triste, algo que hace mal, que es doloroso. Por otro lado, estaba también el sentimiento de gratitud por estos años que pude vivir junto a un gran Papa. Lo supe poco antes, y, ciertamente, cuando el Papa me lo dijo, me lo dijo con la orden de no decirlo a nadie, y yo no dije nada. Lo sabía, sin embargo, en el momento que lo dijo, me sacudió. El último día del Pontificado fue para mí un día de un dolor bastante fuerte». En el curso de la entrevista realizada por Alessandro Di Bussolo —cuya primera parte se encuentra en la red en el sitio del CTV, mientras que la versión completa se publica el 14 de febrero— Gänswein añadió: «Ha sido un gran acto de valentía, un acto incluso revolucionario, que abrió la posibilidad que nadie podía ver en ese momento». Usted ya dijo —le hace presente Di Bussolo— que fue el gesto de Benedicto lo que favoreció también el gran impacto emotivo de Francisco entre los fieles. «Creo fuertemente en esto —repite Gänswein—, es un aspecto que no se debe subestimar. Todos estamos viendo que el impacto del Papa Francisco en el mundo, no sólo en los fieles de la Iglesia, si- no en el mundo, es un impacto enorme, y este impacto fue favorecido también por el Papa Benedicto con la renuncia. Abrió una posibilidad que hasta ahora no existía, y se ve que el Papa Francisco tomó entre las manos esta situación y nos alegramos que hoy sea así». Con ocasión de sus treinta años, el CTV realizó también un estuche de cinco DVD titulado De Benedicto a Francisco, que presenta las más importantes transmisiones en directo que marcaron el cambio de Pontificado. Desde el 11 de febrero al 27 de marzo, desde la renuncia de Benedicto hasta la primera audiencia de Francisco: imágenes sin comentarios de un tramo crucial de la historia de la Iglesia. Y del mundo. L’OSSERVATORE ROMANO página 12 viernes 14 de febrero de 2014, número 7 En la audiencia general del miércoles 12 el Papa Francisco continúa sus reflexiones sobre la Eucaristía Un encuentro que cambia la vida Una celebración eucarística puede ser incluso impecable desde el punto de vista exterior, pero si no conduce al encuentro con Jesús corre el riesgo de no llevar ningún sustento a nuestro corazón y a nuestra vida. Es el punto central de la reflexión propuesta por el Papa Francisco el miércoles 12 de febrero, por la mañana, durante la audiencia general en la plaza de San Pedro. Queridos hermanos ¡buenos días! y hermanas, En la última catequesis destaqué cómo la Eucaristía nos introduce en la comunión real con Jesús y su misterio. Ahora podemos plantearnos algunas preguntas respecto a la relación entre la Eucaristía que celebramos y nuestra vida, como Iglesia y como cristianos. ¿Cómo vivimos la Eucaristía? Cuando vamos a misa el domingo, ¿cómo la vivimos? ¿Es sólo un momento de fiesta, es una tradición consolidada, es una ocasión para encontrarnos o para sentirnos bien, o es algo más? Hay indicadores muy concretos para comprender cómo vivimos todo esto, cómo vivimos la Eucaristía; indicadores que nos dicen si vivimos bien la Eucaristía o no la vivimos tan bien. El primer indicio es nuestro modo de mirar y considerar a los demás. En la Eucaristía Cristo vive siempre de nuevo el don de sí realizado en la Cruz. Toda su vida es un acto de total entrega de sí por amor; por ello, a Él le gustaba estar con los discípulos y con las personas que tenía ocasión de conocer. Esto significaba para Él compartir sus deseos, sus problemas, lo que agitaba su alma y su vida. Ahora, nosotros, cuando participamos en la santa misa, nos encontramos con hombres y mujeres de todo tipo: jóvenes, ancianos, niños; pobres y acomodados; originarios del lugar y extranjeros; acompañados por familiares y solos... ¿Pero la Eucaristía que celebro, me lleva a sentirles a todos, verdadera- Los tuits en @Pontifex_es 7 FEB [11.07 AM] Cuando nos inunda el amor de Dios, la vida adquiere otro sabor 8 FEB [10.08 AM] Los sacramentos, especialmente la Penitencia y la Eucaristía, son momentos privilegiados para el encuentro con Cristo 10 FEB [12.10 PM] Pidamos por todos los sacerdotes buenos y fieles, que se entregan a los demás con generosidad y abnegación, sin hacer ruido 11 FEB [12.05 PM] Saludo a los enfermos y a cuantos sufren. Cristo crucificado está con ustedes: acójanse a Él 13 FEB [11.13 AM] Pidamos por los seminaristas, para que, oyendo la voz del Señor, la sigan con decisión y alegría mente, como hermanos y hermanas? ¿Hace crecer en mí la capacidad de alegrarme con quien se alegra y de llorar con quien llora? ¿Me impulsa a ir hacia los pobres, los enfermos, los marginados? ¿Me ayuda a reconocer en ellos el rostro de Jesús? Todos nosotros vamos a misa porque amamos a Jesús y queremos compartir, en la Eucaristía, su pasión y su resurrección. ¿Pero amamos, como quiere Jesús, a aquellos hermanos y hermanas más necesitados? Por ejemplo, en Roma en estos días hemos visto muchos malestares sociales o por la lluvia, que causó numerosos daños en barrios enteros, o por la falta de trabajo, consecuencia de la crisis económica en todo el mundo. Me pregunto, y cada uno de nosotros se pregunte: Yo, que voy a misa, ¿cómo vivo esto? ¿Me preocupo por ayudar, acercarme, rezar por quienes tienen este problema? ¿O bien, soy un poco indiferente? ¿O tal vez me preocupo de murmurar: Has visto cómo está vestida aquella, o cómo está vestido aquél? A veces se hace esto después de la misa, y no se debe hacer. Debemos preocuparnos de nuestros hermanos y de nuestras hermanas que pasan necesidad por una enfermedad, por un problema. Hoy, nos hará bien pensar en estos hermanos y hermanas nuestros que tienen estos problemas aquí en Roma: problemas por la tragedia provocada por la lluvia y problemas sociales y del trabajo. Pidamos a Jesús, a quien recibimos en la Eucaristía, que nos ayude a ayudarles. Un segundo indicio, muy importante, es la gracia de sentirse perdonados y dispuestos a perdonar. A veces alguien pregunta: «¿Por qué se debe ir a la iglesia, si quien participa habitualmente en la santa misa es pecador como los demás?». ¡Cuántas veces lo hemos escuchado! En realidad, quien celebra la Eucaristía no lo hace porque se considera o quiere aparentar ser mejor que los demás, sino precisamente porque se reconoce siempre necesitado de ser acogido y regenerado por la misericordia de Dios, hecha carne en Jesucristo. Si cada uno de nosotros no se siente necesitado de la misericordia de Dios, no se siente pecador, es mejor que no vaya a misa. Nosotros vamos a misa porque somos pecadores y queremos recibir el perdón de Dios, participar en la redención de Jesús, en su perdón. El «yo confieso» que decimos al inicio no es un «pro forma», es un auténtico acto de penitencia. Yo soy pecador y lo confieso, así empieza la misa. No debemos olvidar nunca que la Última Cena de Jesús tuvo lugar «en la noche en que iba a ser entregado» (1 Cor 11, 23). En ese pan y en ese vino que ofrecemos y en torno a los cuales nos reunimos se renueva cada vez el don del cuerpo y de la sangre de Cristo para la remisión de nuestros pecados. Debemos ir a misa humildemente, como pecadores, y el Señor nos reconcilia. Un último indicio precioso nos ofrece la relación entre la celebración eucarística y la vida de nuestras comunidades cristianas. Es necesario tener siempre presente que la Eucaristía no es algo que hacemos nosotros; no es una conmemoración nuestra de lo que Jesús dijo e hizo. No. Es precisamente una acción de Cristo. Es Cristo quien actúa allí, que está en el altar. Es un don de Cristo, quien se hace presente y nos reúne en torno a sí, para nutrirnos con su Palabra y su vida. Esto significa que la misión y la identidad misma de la Iglesia brotan de allí, de la Eucaristía, y allí siempre toman forma. Una celebración puede resultar incluso impecable desde el punto de vista exterior, bellísima, pero si no nos conduce al encuentro con Jesucristo, corre el riesgo de no traer ningún sustento a nuestro corazón y a nuestra vida. A través de la Eucaristía, en cambio, Cristo quiere entrar en nuestra existencia e impregnarla con su gracia, de tal modo que en cada comunidad cristiana exista esta coherencia entre liturgia y vida. El corazón se llena de confianza y esperanza pensando en las palabras de Jesús citadas en el Evangelio: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día» (Jn 6, 54). Vivamos la Eucaristía con espíritu de fe, de oración, de perdón, de penitencia, de alegría comunitaria, de atención hacia los necesitados y hacia las necesidades de tantos hermanos y hermanas, con la certeza de que el Señor cumplirá lo que nos ha prometido: la vida eterna. Que así sea. A los fieles presentes en la plaza de San Pedro Misioneros en todos los ambientes El cristiano no debe tener miedo de dar, compartir y amar; y «dejemos que Cristo, presente en la Eucaristía, nos transforme y nos guíe para salir de nosotros mismos». Es la recomendación dirigida por el Pontífice a los fieles de lengua árabe presentes en la audiencia general en la plaza de San Pedro. Además, refiriéndose al tema de la catequesis, a los peregrinos de lengua española dijo: «Invito a todos a vivir la Eucaristía con espíritu de fe y de oración, sabiendo que quien come el Cuerpo de Cristo y bebe su Sangre tendrá la vida eterna». Por último, al dirigir su saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, expresó: «Un pensamiento especial dirijo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. El viernes próximo celebraremos la fiesta de los santos Cirilo y Metodio, evangelizadores de los pueblos eslavos y patronos de Europa. Que su testimonio os ayude a vosotros, queridos jóvenes, a llegar a ser en cada ambiente discípulos misioneros; os aliento a vosotros, queridos enfermos, a ofrecer vuestros sufrimientos por la conversión de los pecadores; que sea ejemplo para vosotros, queridos recién casados, a hacer del Evangelio la norma fundamental de vuestra vida familiar».