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El discurso de Taiana "Página 12" La negociación en la Cumbre de Cambio Climático no avanza porque las naciones industrializados anunciaron metas de reducción de emisiones de gases insuficientes, a la vez que pretenden transferir su inmensa deuda ambiental a los países en desarrollo, afirmó ayer el canciller Jorge Taiana ante los delegados en Copenhague. “Argentina considera que transitar hacia una sociedad descarbonizada será posible sólo con un compromiso global equitativo y de acuerdo con el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas”, manifestó el jefe de la delegación argentina ante los delegados a la Cumbre de Cambio Climático. Taiana indicó que Argentina apuesta a “una negociación que conduzca a la aplicación plena, eficaz y sostenida de la Convención sobre Cambio Climático y a la prosecución del Protocolo de Kioto, con compromisos ambiciosos de reducción de emisiones” y “acuerdos similares y vinculantes de los Estados Unidos”. “La Convención y el Protocolo deben ser fortalecidos: cualquier intento de debilitarlos será fuertemente rechazado por la Argentina”, indicó el canciller. “Los países en desarrollo requerimos que nuestra adecuación a tecnologías menos contaminantes se produzca no mediante la adquisición de patentes o de productos tecnológicos terminados, sino participando desde el comienzo en los nuevos desarrollos tecnológicos”, fundamentó Taiana. El canciller dijo que también “debe garantizarse a los países en desarrollo el financiamiento con fondos públicos para el acceso a las nuevas tecnologías para promover la ejecución de acciones de adaptación y también de mitigación”. Y agregó que los países en desarrollo tienen “la obligación de producir un programa de acciones voluntarias de adaptación a los efectos negativos del cambio climático para transformar los sistemas de producción y, al mismo tiempo, lograr un desarrollo sostenible con vistas al bienestar de la población”. REPORTAJE AL EMBAJADOR ARGENTINO EN ESTADOS UNIDOS, HECTOR TIMERMAN “No aceptamos presiones” "Página 12" El diplomático expuso su molestia con los dichos de Arturo Valenzuela y señaló que “habrá que ver qué queda de todo esto”. No pasó por alto que sólo se haya reunido con “la derecha” y aclaró que nunca se habló con Washington de la inseguridad jurídica. Por Werner Pertot Héctor Timerman reclamó que Arturo Valenzuela aclare si realmente piensa lo que manifestó. “Valenzuela cambió las relaciones con la Argentina en las últimas 24 horas, sin que nos hayamos enterado”, advierte el embajador argentino en Estados Unidos, Héctor Timerman, que aclara de entrada: “No aceptamos que se trate de hacer presiones públicas”. El diplomático está bastante menos que contento con las declaraciones del funcionario estadounidense sobre la “inseguridad jurídica” en la Argentina y la comparación con 1996. “Solamente puede tener nostalgia del ‘96 alguien que no volvió a ver qué pasaba en la Argentina del ’96 en adelante –plantea Timerman–. Es como que yo llegue a Washington y diga que no veo el clima de optimismo que se vivía acá en 2007”, grafica. –¿Se están evaluando medidas por las declaraciones de Valenzuela? –No más allá de mostrar nuestro desagrado y de ver cómo continuamos las relaciones. Habrá que ver qué es lo que queda de esto. –¿Van a presentar una protesta formal? –Hubo un comunicado de la Cancillería. Y yo, en las reuniones que tenga, voy a manifestar este desagrado y ver de qué manera modifica esto el diálogo sobre otros temas de la relación bilateral. –¿Qué opina sobre el planteo de la “inseguridad jurídica”? 1 –Extrañar la situación que vivía la Argentina en el ’96 es como que yo llegue a Washington y diga que no veo el clima de optimismo que se vivía acá en 2007. Ese año acá estaban en una bicicleta financiera que terminó en un desastre. En 1996, la Argentina estaba en una situación donde una minoría vivía el jolgorio de la convertibilidad mientras cerraban fábricas, expulsaban gente, y esto llevó a la crisis de 2001. –¿Obama no hizo campaña contra esa bicicleta financiera? –Sí, claro. Valenzuela le recomienda a la Argentina que vuelva a la pirueta del endeudamiento permanente, algo que Obama identifica como el motivo del colapso financiero de los Estados Unidos. O él no representa la visión de Obama u Obama quiere para la Argentina algo que no quiere para Estados Unidos, lo que me parece difícil de entender. –¿Es habitual que los funcionarios estadounidenses se reúnan con los presidenciables de la oposición? –La Argentina es abierta en ese sentido y no veo un problema en que quiera dialogar con distintos sectores sociales. Lo que sí me parece que marca una decisión política es sólo reunirse con la derecha argentina: Macri, Cobos y De Narváez. Yo le pedí que se reuniera con actores sociales como dirigentes obreros y con el partido radical. Le dije que hay que escuchar muchas voces en la Argentina. Nunca me imaginé que sólo le interesaba juntarse con la derecha. –¿A la CGT le negó una reunión? –El no le pidió reunirse a la CGT. El hecho es que no se reunió con ningún dirigente sindical, los radicales y la izquierda democrática. Esto indica una concepción ideológica de Valenzuela. Solamente puede tener nostalgia del ’96 alguien que no volvió a ver qué pasaba en la Argentina del ’96 en adelante. El partido radical le pidió dos veces reunirse con él y le dijo que no tenía tiempo. –Pero en el encuentro con Cobos estaba Ernesto Sanz, titular de la UCR. –No, él dijo que se reunió con el vicepresidente argentino. Hay que preguntarle a la UCR si existió una reunión institucional. A mí me dicen que no se dan por satisfechos con esa reunión. Y tengo entendido que el señor Cobos no pertenece al partido radical. Si le levantaron la expulsión en las últimas 48 horas, bienvenido sea, pero yo tengo entendido que no. –Si Cobos fue como vicepresidente, ¿por qué van con él Sanz, Rodolfo Terragno y Raúl Baglini? –No lo sé. El discurso de Cobos no cierra y el de Valenzuela, tampoco. Si hubieran ido los radicales, seguramente habrían recordado las presiones de Estados Unidos a Illia y Alfonsín por sus posiciones de no ceder ante los intereses del momento. Al igual que ocurrió con Perón, Kirchner y Cristina. Distinta fue la relación con Menem, Duhalde y De la Rúa, que cedieron y recibieron grandes felicitaciones y palmadas en el hombro. No aceptamos que se trate de hacer presiones públicas. Valenzuela cambió las relaciones con la Argentina en las últimas 24 horas sin que nos hayamos enterado. –¿Está diciendo que no representa al gobierno de Obama con lo que dijo? –Lo que digo es que nunca tuvimos ningún diálogo desde que asumió Cristina sobre la supuesta inseguridad jurídica. Valenzuela no le planteó el tema ni al vicecanciller, ni al jefe de Gabinete, ni siquiera cuando me pasó por escrito los temas que quería hablar con Aníbal Fernández. Me da la sensación de que en las últimas 24 horas hubo un cambio, si no, ¿por qué no se lo dijo a los funcionarios argentinos? –Valenzuela aclaró que “no necesariamente” piensa que hay inseguridad jurídica. Asegura que repetía opiniones de empresarios. –La palabra “necesariamente” pone en duda lo que piensa. O lo piensa o no lo piensa. Tendría que decir si lo piensa o no. Yo no puedo saberlo y le pido que lo aclare. Si lo piensa, ¿por qué no nos lo 2 planteó antes? Si no lo piensa, ¿para qué lo repite? Sabe tanto castellano como yo, así que no es un problema de interpretación. La Conferencia de Copenhague / Negociaciones frenéticas Gesto de EE.UU. para salvar la cumbre "La Nación" La Casa Blanca comprometió su apoyo al fondo de US$ 100.000 millones para los países pobres; llega Obama para impulsar un acuerdo COPENHAGUE.- En una carrera contra reloj para evitar el fracaso de la mayor cumbre climática en la historia, Estados Unidos realizó ayer una dramática intervención que renovó las esperanzas de lograr un acuerdo global al ofrecerles a los países pobres aumentar su aporte al fondo 100.000 millones de dólares para que financien las políticas que mitigarían el calentamiento global. En un anuncio que fue calificado por algunos analistas como una "jugada maestra" de la diplomacia norteamericana, la secretaria de Estado Hillary Clinton sorprendió ayer al plenario de la cumbre al anunciar que Washington está dispuesto a contribuir al fondo global de 100.000 millones de dólares hasta 2020. La iniciativa de Estados Unidos es la primera señal de apoyo de la Casa Blanca a un compromiso que implica un esfuerzo financiero de gran magnitud, aunque Clinton no brindó especificaciones respecto de la suma de dinero que destinará Washington al fondo. La jefa de la diplomacia norteamericana condicionó el aporte de Estados Unidos a que China, el principal contaminador del mundo, sea transparente en los reportes de sus emisiones. Washington y Pekín se enfrascaron esta semana en una fuerte disputa en el marco de la cumbre: China acusa a Estados Unidos de evadir su compromiso para combatir el calentamiento global, al tiempo que Estados Unidos demanda al gigante asiático mayores concesiones. El primer ministro chino y número dos del gobierno comunista, Wen Jiabao, ratificó ayer que su país reducirá sus emisiones de CO2 entre el 40% y el 45% en función del PBI (la denominada "intensidad carbono"). Sin embargo, China reiteró que no aceptará la supervisión de ningún organismo internacional. "Nuestras acciones de reducción de emisiones se harán de forma transparente, con la supervisión de la ley y ante los ojos de la prensa", dijo el delegado Hu Yafei. Estados Unidos, por su parte, no modificó su propuesta de reducir sus emisiones un 17% respecto de 2005, equivalente a tan sólo un 4% respecto de 1990. El choque de los dos mayores emisores de gases contaminantes del mundo empantanó aún más las negociaciones en el Bella Center, donde representantes de 193 países se preparaban ayer para una larga noche en la que intentarían sellar un acuerdo global respecto de las metas para reducir emisiones de CO2 y del financiamiento de las políticas para mitigar el cambio climático, principales desafíos del encuentro. Mientras se esperaba en Copenhague la llegada del presidente norteamericano, Barack Obama, que daría un impulso a un pacto entre las delegaciones norteamericana y china, varios jefes de Estado y de gobierno mantuvieron ayer encuentros paralelos a la cumbre para consensuar posiciones. Consciente del riesgo de que la cumbre termine en un estrepitoso fracaso, la Unión Europea (UE) celebró una minicumbre con la presencia de los presidentes de España, José Luis Rodríguez Zapatero; de Francia, Nicolas Sarkozy; de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y del primer ministro británico, Gordon Brown. "Ni Estados Unidos ni China pueden fallar en esta cita histórica ni eludir sus compromisos con el mundo", advirtió Zapatero a las potencias económicas. En tanto, Sarkozy fue drástico y terminante: "Hay que cambiar de rumbo en esta conferencia porque avanzamos hacia el desastre". Con matices y discursos variados, los líderes latinoamericanos enviaron ayer un mensaje signado por el antagonismo a las propuestas presentadas. El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, pidió que las promesas de los países industrializados "no se conviertan en un espejismo", mientras que sus 3 pares de Bolivia, Evo Morales, y de Venezuela, Hugo Chávez, culparon al capitalismo de las consecuencias del cambio climático. Tras la comida oficial ofrecida por la reina Margarita de Dinamarca en el palacio real, anoche comenzaron las horas más críticas de la cumbre. En maratónicas reuniones que se extendieron hasta la madrugada, las delegaciones continuaban las consultas para alcanzar un acuerdo global que impediría el aumento de la temperatura media de la Tierra por encima de los 2 grados centígrados. Esta es la cifra que los científicos consideran el límite para evitar que el planeta ingrese en una espiral de acontecimientos apocalípticos, como sequías, inundaciones y el aumento del nivel de los mares, que amenazan la vida de millones de personas en todo el mundo. Los posibles escenarios * Un acuerdo jurídicamente vinculante. Se acordarían objetivos específicos de reducción de emisiones de gases contaminantes de los países industrializados y emergentes individualmente para limitar el aumento de la temperatura. A esto se agregarían promesas de financiamiento por parte de países desarrollados para las naciones en vías de desarrollo. * Un acuerdo "político". Se elaboraría un acuerdo marco, que conduzca a un nuevo pacto jurídicamente vinculante. Algunos creen que aún es posible lograrlo. * Declaración final no vinculante. La peor opción. La declaración establecería que los países se ocuparán de la protección del clima y se postergaría la discusión. Agencias DPA, EFE, AP y ANSA Opinión Los tres desafíos de la lucha contra el cambio climático "La Nación" Roberto Bouzas Para LA NACION El fenómeno del cambio climático plantea desafíos enormes en varias dimensiones. El primero proviene de su propia naturaleza: enfrentar el problema requiere asumir costos hoy para obtener beneficios en un futuro distante. Estos beneficios, además, no se conocen con precisión, porque hay un fuerte elemento de incertidumbre sobre el impacto del cambio climático sobre la vida en el planeta. Si bien el consenso científico sobre la existencia del fenómeno y su relación con la actividad humana ha aumentado notablemente, existe un alto grado de incertidumbre (inevitable) sobre su evolución y sus repercusiones en un plazo de décadas. El argumento más fuerte para asumir costos hoy es la posibilidad cierta de riesgos catastróficos y el carácter no lineal de los fenómenos atmosféricos y su efecto sobre la actividad humana. El segundo desafío proviene de su carácter de problema global. El cambio climático es un fenómeno que no puede ser atacado eficientemente sólo con políticas nacionales, sino que requiere de un marco de cooperación internacional. Un país o un grupo de países no pueden contener el problema por sí solos, por cuanto las repercusiones económicas de las medidas que eventualmente adopten podrían generar estímulos para que la actividad económica se desplazara hacia zonas geográficas no reguladas. En ese caso, no sólo habría un perjuicio económico para los países que tomaron la iniciativa, sino que además se frustraría el propósito mismo de la política: las emisiones se desplazarían a otras regiones pero no disminuirán en términos absolutos. Finalmente, el tercer desafío proviene de las fuertes implicancias distributivas de enfrentar el problema. La acumulación de gases de efecto invernadero no es un problema de flujos sino de stocks, ya que los gases emitidos se acumulan en la atmósfera por un largo período. Esto implica que el calentamiento que se está produciendo y se producirá es el producto de las emisiones que han ocurrido desde la Revolución Industrial. Si bien al ritmo actual de emisiones en dos o tres décadas esta asimetría en la contribución a la creación del problema habrá desaparecido, hoy no es el caso y los países que menos han contribuido en el pasado (los países en desarrollo) demandan que la 4 mayor parte de la carga recaiga sobre quienes han sido más responsables (los países industrializados). Otras dos características fuertemente asimétricas del cuadro actual son que la disponibilidad de recursos para enfrentar el problema es muy diferente entre categorías de países, así como los impactos esperados. Finalmente, el fenómeno del cambio climático y su tratamiento tiene implicaciones distributivas importantes no sólo en el plano internacional, sino también en el plano interno. En efecto, las actividades más afectadas por eventuales medidas de mitigación serán las que más contribuyen a las emisiones, por lo que es previsible esperar una fuerte oposición de su parte. Esta reacción ha sido particularmente evidente en Estados Unidos, donde importantes sectores empresariales se han organizado y movilizado de manera activa para oponerse a la adopción de medidas que impliquen gravar de algún modo las emisiones. Esta oposición también explica el surgimiento de propuestas para aplicar medidas de ajuste en frontera a las importaciones provenientes de países que no adopten medidas equivalentes de mitigación. En síntesis, el problema del cambio climático presenta todas las complejidades imaginables de un problema global. Esto explica la dificultad para alcanzar un acuerdo y la poca flexibilidad de algunas posiciones nacionales. Si bien la cumbre de Copenhague no terminará con un acuerdo detallado, es esencial que concluya con una hoja de ruta para que la comunidad internacional diseñe una estrategia aceptable antes del año 2012, cuando vence el Protocolo de Kyoto, que es el instrumento legal internacional actualmente vigente. El autor es profesor de la Universidad de San Andrés e investigador principal del Conicet. Pelea por la atmósfera "Página 12" Por Cledis Candelaresi Desde Copenhague La Cumbre de Cambio Climático terminará hoy posiblemente con el aval a un texto al cual en esta madrugada los negociadores técnicos intentaban darle forma, pero que no implicará ni un compromiso cerrado ni una solución definitiva al problema que aquí quedó recién esbozado. Alguna vez la disputa entre los países fue por el territorio, otras por el petróleo, a veces por la soberanía de los mares. Ahora es por otro bien escaso y preciado: una porción de la atmósfera. Como todo bien limitado y escaso, tiene valor económico. Y, según miden los especialistas, la atmósfera se mensura por su capacidad de absorber carbono. Hoy esa disponibilidad es de 1000 gigatoneladas que, según métodos de medición consensuados en la comunidad científica, tendría un costo de 50 dólares la tonelada. De ahí se puede estimar el extraordinario precio del paquete que está en juego. Sobre la base de que es un recurso limitado, la contaminación de uno va en detrimento de la que puede provocar el otro a costa de que el planeta estalle, en sentido figurado, o literal, para algunas zonas en situación crítica. Desde una visión fotográfica, hoy el 55 por ciento de esa torta le corresponde a las naciones desarrolladas –principales contaminadoras– en las que vive sólo el 20 por ciento del planeta. Y la cuestión es cómo se prorrateará lo que queda disponible de ahora en más. Hasta que se produzca el “desacople” de desarrollo-mayor contaminación, los países más pobres quieren ejercer su derecho a contaminar para que pueda crecer su industria con la libertad que lo hizo la del Norte cuando el problema de la alteración climática no existía. Pero si estos países no hicieran nada para limpiar sus economías, en poco más de una década terminarían capturando el 70 por ciento de la atmósfera disponible, básicamente por la eclosión de las economías de China e India, según explicó a Página/12 uno de los economistas responsables del reciente trabajo de Cepal sobre impacto del calentamiento en las economías latinoamericanas. Revertir el mix en desmedro de los países ricos de ese modo veloz y rotundo es inviable desde todo punto de vista. Pero tampoco parece sencillo mantener el esquema en el que un núcleo de ricos se 5 sigan apropiando de la mayor parte del espacio disponible. Aquí apuntó certeramente ayer Evo Morales cuando desde el estrado clamó por “una distribución equitativa de la atmósfera”. Ese tesoro que algunos papers cotizan en un trillón de dólares. Lo que se discutió acaloradamente en estos diez días es finalmente eso: quién tendrá derecho a contaminar cuánto y en qué tiempo. También cómo se hará para disminuir las emisiones de CO2 y en qué condiciones las naciones ricas, poseedoras de las más avanzadas tecnologías de producción limpias, la van a transferir al resto. Los esquemas numéricos esbozados hasta esta madrugada en los documentos de trabajo no dan la pauta de que pueda haber un reparto más justo del bien en disputa. Más bien, todo lo contrario. Incluso si se mira en detalle la propuesta europea de reducir a 2020 el 30 por ciento de sus emisiones, meta que trepa al 80 en el 2050, la más generosa de las puestas sobre la mesa, se ve la trampa al menos para los subdesarrollados. Según postula el G77 con el agregado de los chinos, el aire debería repartirse en función de tres criterios básicos: la cantidad de habitantes, las emisiones históricas y las previsibles en el futuro. Si se juzga la propuesta europea en base a este prisma, la Comunidad se estaría quedando en la próxima década con el doble de la atmósfera que le correspondería. Ni siquiera la esperada aparición de Barack Obama en la histórica jornada de hoy, con algún eventual anuncio descollante, revertiría de cuajo este cuadro desfavorable para las naciones más pobres, las que más sufren las consecuencias de una sociedad de consumo que devoró hasta el aire. La compleja y estratégica puja por este nuevo preciado bien no se terminará ni con un compromiso de ayudar financieramente a los cambios económicos necesarios para que los países adapten sus economías ni con la promesa de hacer algún esfuerzo descontaminador como los que fueron propuestos informalmente antes de que empezaran las confrontaciones técnicas de Copenhague. 6