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TEJIDO SOCIAL Es el conjunto de redes personales, categoriales, estructurales, formales y funcionales, de iniciativas o asociativas y mixtas o inter sistémicas, que constituyen un activo para los individuos y la sociedad pues les permite ampliar sus opciones y oportunidades para mejorar su calidad de vida. “La sociedad existe como tejido social de sus ciudadanos y ciudadanas; a mayor tejido social, más sociedad”. en la sociedad existen redes o vínculos entre las personas, así como entre instituciones y estructuras sociales, que les permite formar parte de una misma cultura y que a su vez hace posible obtener mejores soluciones para vivir en sociedad, pero sobre todo para mejorar la calidad de vida. esas redes y vínculos se crean por la comunidad de intereses, de valores y de la aceptación de normas morales, sociales y jurídicas para regir a esa sociedad. Normas que ordinariamente son cumplidas en un porcentaje importante, lo que hace posible que se pueda decir que el tejido social está debidamente compuesto. Pero si todo lo anterior se ve disminuido en una gran medida, sobre todo en lo que toca a la observación de normas morales y jurídicas, por el alejamiento a los valores que éstas tienden a realizar, se puede entonces afirmar, que el tejido social se ha descompuesto, y por tanto, también están “descompuestas” formas de vida previamente aceptadas. cuando el tejido social es objeto de deterioro y debilitamiento connota el aislamiento del individuo del conglomerado social atribuido a la pérdida de sus principales redes sociales, y de valores como la confianza y la solidaridad, el tejido también se debilita cuando las normas de convivencia ciudadana son irrespetadas y vulnerables o cuando las leyes son fácilmente burladas o desconocidas. un tejido social cohesionado se sincretiza con el ideal de solidaridad; y el papel más importante y una de las funciones Estatales de medular importancia se materializa en la protección y fortalecimiento del tejido social. la cohesión del tejido social mide el cumplimiento de los fines de la democracia, es decir, se refleja en el reconocimiento de los derechos de la gente, en los deberes impuestos y en su corresponsabilidad, en la erradicación de la violencia, en la reducción de la pobreza en una mayor participación del individuo en sociedad. Cohesión social La Estrategia del Consejo de Europa para la cohesión social, la define como “la capacidad de una sociedad para asegurar el bienestar de todos sus miembros, minimizar las disparidades y evitar la polarización: una sociedad cohesionada es una comunidad de apoyo mutuo compuesta por individuos libres que persiguen estos objetivos comunes por medios democráticos”. “en una sociedad cohesionada la gente también acepta la responsabilidad mutua, por lo cual es necesario reconstruir un sentido de sociedad de pertenencia y de compromiso con objetivos sociales compartidos”. el alcance difuso del concepto de cohesión social sirve para colocar bajo su alero los problemas generales de pobreza, desigualdad, exclusión social y gobernabilidad. Capital social Una primera noción cercana a la de cohesión es la de capital social, que a su vez tiene varias acepciones. Robert Putnam definió el capital social como “rasgos de organización social tales como redes, normas y confianza social, que facilitan la coordinación y la cooperación para beneficio mutuo” (Putnam, 1995). Puede entenderse, también, como patrimonio simbólico de la sociedad en el manejo de normas, redes y lazos sociales de confianza, que permiten reforzar la acción colectiva, sentar bases de reciprocidad en el trato y crear mayores sinergias a través de la concertación grupal en torno a objetivos comunes. el concepto de capital, social es afín al de cohesión por cuanto vincula disposiciones subjetivas con dinámicas colectivas. Integración social otros autores han definido la integración social como dinámicas de sociedades que son estables, seguras y justas, basadas en la promoción y protección de todos los derechos humanos, como también en la no-discriminación, la tolerancia, el respeto por la diversidad, la igualdad de oportunidades, la solidaridad, la seguridad, y la participación de todos, incluyendo a los grupos y persona en situación de desventaja y vulnerabilidad (Schindlmayr, Huber y Zelenev, 2006). Inclusión social supone el esfuerzo por adaptar el sistema de manera tal que pueda incorporar a una diversidad de actores e individuos en su calidad de tales. En este sentido la inclusión responde a la idea de desarrollo humano y de libertad en Amartya Sen (Sen, 1999 y 2000) que, en oposición a la idea de exclusión centrada en la privación de capacidades, connota la incorporación de los excluidos a mecanismos de transmisión y dotación de capacidades que permiten revertir los círculos viciosos de la pobreza. En el campo político, la inclusión implica que las entidades de gobierno “alientan proactivamente y facilitan la participación activa de los ciudadanos a través de todo el proceso de gestión y aplicación de políticas”(Schlindlmayr y otros, op. cit.), y uno de sus mecanismos privilegiados es el “mainstreaming”, a saber, “una estrategia que permite que la preocupaciones y experiencias de los grupos excluidos hagan parte integral del diseño, la implementación, el monitoreo y la evaluación de políticas y programas en todas las esferas políticas, económicas y sociales, a fin de que la desigualdad no se perpetúe” Este concepto resulta también muy útil a la cohesión social, por cuanto evita que las aspiraciones y demandas de algunos grupos que carecen de voz o de condiciones mínimas de deliberación política, queden confinados al círculo vicioso de la invisibilidad-exclusión. Colocar tales aspiraciones y demandas en el “torrente” por donde fluye la política y las políticas, modifica no sólo sus condiciones sociales, sino su percepción respecto de la sociedad a la que pertenecen. Los problemas de la cohesión social La creciente preocupación de la comunidad internacional por la cohesión social se explica por las aprehensiones respecto de cómo dicha cohesión puede verse amenazada por procesos globales que impactan las realidades nacionales. Tales procesos se refieren al reordenamiento económico y productivo a escala mundial y su impacto sobre condiciones de bienestar y de igualdad (o desigualdad), a las mutaciones culturales que emanan de la difusión de la sociedad de la información y de las comunicaciones, y a la recomposición sociodemográfica por efecto de migraciones internacionales. Cohesión social, ciudadanía y pacto social La respuesta europea frente a estos elementos es que la plena titularidad de derechos sociales constituye la manera más universal y democrática de promover la cohesión social. No es, pues, sólo cuestión de prestaciones que las personas reciben del Estado en su calidad de vulnerables o pobres, sino de derechos que se ejercen en calidad de ciudadanos. Según Norberto Bobbio, “la razón de ser de los derechos sociales como a la educación, el derecho al trabajo, el derecho a la salud, es una razón igualitaria” puesto que “tienden a hacer menos grande la desigualdad entre quienes tienen y quienes no “tienen, o a poner un número de individuos siempre mayor en condiciones de ser menos desiguales respecto a individuos más afortunados por nacimiento o condición social.” Un desarrollo basado en la ciudadanía social conlleva, pues, la decisión de una sociedad de vivir entre iguales, lo que no implica homogeneidad en las formas de vivir y pensar, sino una institucionalidad incluyente que asegura a todos las oportunidades de participar en los beneficios de la vida colectiva y en las decisiones que se toman respecto de cómo orientar esa vida colectiva. En este sentido, ser pobre no es sólo una condición socioeconómica en que no se accede a los mínimos considerados por un escala de necesidades básicas, o en que no se participa del progreso colectivo por la distancia en ingresos de los pobres respecto de los ingresos medianos ser pobre es sobre todo carencia de ciudadanía o condición pre-ciudadana, en la medida en que se le niega al pobre la titularidad de derechos sociales y de participación. Una sociedad de iguales implica una sociedad justa. La titularidad de los derechos sociales encarna la efectiva pertenencia a la sociedad, pues implica que todos los ciudadanos están incluidos en la dinámica del desarrollo, y del bienestar que dicho desarrollo promueve. Supone un freno a las desigualdades económicas mediante la acción deliberada del Estado, pues tales desigualdades, más allá de cierto punto, privan a muchos miembros de la sociedad de una real pertenencia a la misma; y un reconocimiento de todos los miembros de la sociedad sin distinciones de género, raza, etnia, edad, grupo socioeconómico y localización geográfica. Cohesión social y pacto social El contrato social es aquél en que la sociedad en su conjunto está representada para suscribir un marco normativo traducido a políticas, y que encarna un compromiso entre la sociedad civil y el Estado. Así, el pacto a la vez se nutre de la cohesión social y la refuerza. Un nuevo contrato social le permite a la sociedad darse un horizonte de sentido y de orientación. Ese mismo contrato debe ayudar también a definir con mayor precisión en qué se traducen los derechos sociales. El contrato social sienta las bases para procesar intereses colectivos en torno al valor central del bien común, y a la vez requiere, como contraparte, un pacto fiscal que sirva de instrumento financiero para avanzar en la plena realización de los derechos económicos y sociales. El contrato mismo constituye un proceso en que se pone en ejercicio la pertenencia de todos a un acuerdo compartido. En cuanto tal, fija mínimos aceptables en términos de acceso y en términos de solidaridad que involucra a todos. FUENTE BIBLIOGRÁFICA Cohesión Social y Derechos Ciudadanos,(CEPAL – Colección Documento de proyecto Cohesión social en América Latina y el Caribe: una revisión perentoria de algunas de sus dimensiones) ética social supone una dimensión subjetiva, a saber, la interiorización por parte de los sujetos de un “saber conducirse” en las relaciones con los demás, donde los bienes públicos y el bienestar general aparecen como motivaciones que guían comportamientos de las personas. En términos objetivos, la ética social alude al conjunto de normas y valores que una sociedad posee como patrimonio simbólico consolidado y vigente. Para nuestros fines, la ética social se refiere a la comunidad de valores, el consenso en torno a mínimos normativos y mínimos sociales, la solidaridad como valor ético y valor práctico, y un principio asumido de reciprocidad en el trato. Los mecanismos de integración e inclusión sociales incluyen, entre otros, el empleo, los sistemas educacionales, la titularidad de derechos, y las políticas pro-equidad, pro-bienestar y de protección social. Los comportamientos y valoraciones de los sujetos abarcan ámbitos tan diversos como la confianza en las instituciones, el capital social, el sentido de pertenencia y solidaridad, la aceptación de normas de convivencia, y la disposición a participar en espacios de deliberación y en proyectos colectivos.