Download Tema 1 para desarrollar los “Ejercicios Cuaresmales” 2011
Document related concepts
no text concepts found
Transcript
LA PREDICACIÓN DE JUAN, EL BAUTISTA LECTIO: Lc. 10,3-14 1. Disposición (10min.) 1.1 Invocación al Espíritu Santo (1min.) Monitor: Todos: Monitor: Todos: Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu y todo será creado y se renovará la faz de la tierra. 1.2 Serenidad (9min.) Se invita a todos a tomar asiento y tomar una postura adecuada para el cuerpo. Relajar los músculos tomando conciencia de nuestro cuerpo, la espalda unida al respaldo de la banca o silla, las piernas de manera natural y las palmas de las manos sobre los muslos y los ojos cerrados y en silencio. Se invita a respirar serenamente durante un minuto. Se exhorta a poner atención en cada músculo del cuerpo para relajarlo: los dedos de las manos y los pies, los muslos, el abdomen, los hombros, el cuello, la mandíbula, los labios, los pómulos de las mejillas, los párpados y los músculos de las cejas. Luego se les invita a escuchar los sonidos que hay alrededor, a identificar hasta el sonido más leve que puedan oír, durante un minuto. En seguida se les invita a disponerse por que los sonidos ambientales, por más molestos que puedan resultar, no serán impedimento para estar frente a Señor. Se les invita a realizar una respiración profunda: se inhala por la nariz para llenar los pulmones y se mantiene el aire durante cuatro segundos (contar hasta cuatro), en ese momento se exhala soplando por la boca lo más despacio que podamos, al exhalar hay que relajar los músculos. Se realizan tres respiraciones profundas con un lapso de unos 20 ó 30 segundos entre cada una. Al terminar las respiraciones profundas podemos pasar a la Lectio, manteniendo la serenidad conseguida. 2. Lectio (15 min.) 2.1 Composición del lugar (5 min.) Se invita a imaginar la escena del pasaje evangélico. El monitor puede leer serenamente la siguiente guía, permitiendo que todos imaginen la escena. Imaginemos cómo podría haber sido un día en que la gente llegara al río Jordán a escuchar a Juan Bautista y a pedir ser bautizados. Imagina un gran valle de clima desértico. Imagina los colores de la arena, con tonos amarillos, naranja y rojizos. En medio de ese gran valle hay un río. En las orillas del río hay vegetación, hay plantas y algunos árboles. Imagina cómo se vería el color verde de las plantas a los lados del río en medio del valle desértico. En una de las orillas, donde el agua es mansa, Juan Bautista está predicando a las personas que se han acercado. Para llegar hasta allá, la gente ha tenido que caminar buen tiempo por el desierto y por la orilla del río, pero habían hecho ese recorrido por que habían escuchado que Juan tenía una palabra fuerte que alentaba los corazones a acercarse a Dios y sellaba las ganas y la decisión de vivir unidos a Dios mediante el signo de sumergirse en el agua del río significando la purificación interior. Venía gente del pueblo: agricultores, carpinteros, soldados, gente del gobierno… Imagina el rostro de la gente, sentada en la tierra o en alguna manta, escuchando atentamente a Juan ¿Qué estarían pensando? ¿qué pensarían los publicanos y los soldados al preguntarle a Juan qué debían hacer? La predicación de Juan los animaba a dejar el pecado y a unirse sinceramente a Dios. Ahora escuchemos cómo San Lucas narra con sencillez la experiencia de algunas personas que escuchaban a Juan Bautista. 2.2 Lectura Lc. 10, 3-14 (10 min.) En el mismo ambiente de silencio, se lee pausadamente la cita del Evangelio de San Lucas. El monitor lee cinco veces la cita, dejando unos 15 seg. de silencio entre cada una de las lecturas. “En aquel tiempo, 10 la gente preguntaba a Juan el Bautista: «Entonces ¿qué debemos hacer?» 11 Y él les respondía: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo.» 12 Vinieron también publicanos a bautizarse, que le dijeron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?» 13 Él les dijo: «No exijáis más de lo que os está fijado.» 14 Preguntáronle también unos soldados: «Y nosotros ¿qué debemos hacer?» Él les dijo: «No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas y contentaos con vuestra soldada.»” Luego se invita a que cada uno repita interiormente la cita: “la gente preguntaba a Juan el Bautista: «Entonces ¿qué debemos hacer?» ” cinco veces más, con 15 seg. de silencio entre cada repetición; para facilitar la repetición, el monitor da entrada diciendo solamente: “la gente preguntaba…” Al terminar la Lectio, se invita a todos a hacer una respiración profunda y, al exhalar, se abre los ojos para realizar la Meditatio. 3. Meditatio (15 min.) 3.1 Lectura de la guía de meditación (10 min.) Se lee la siguiente guía de meditación. Pueden ser varios lectores. Se invita a todos a subrayar o guardar en la memoria una o dos frases que le llamen la atención, las cuales le ayudarán en el momento de la Oratio. El testimonio de Juan el Bautista nos alienta a reconocer que el plan de amor de Dios se lleva a cabo en la historia aunque nosotros no veamos claro su desarrollo, y se realiza en el lugar y el tiempo que vivimos aún con todas las dificultades individuales y sociales; Juan respondió de forma muy madura ante las cosas que iban contra el crecimiento del Reino de Dios: sencillamente rompió con ellas. Se presentó invitando a la conversión y la Iglesia nos pide reflexionar, al inicio de esta cuaresma, sobre el amor de Dios presente en nuestras vidas, alentándonos en las adversidades, sanando las heridas, fortaleciendo las debilidades y alegrando los corazones en la fe. Es un hecho, nuestra sociedad actual se percibe apesadumbrada, mucha gente se muestra desanimada o le falta entusiasmo, la crisis moral que padecemos hace que se pierda el aliento para buscar una vida más plena y más bien parece que no vale la pena volver a empezar y esforzarse de nuevo. Algunos viven desconcertados, y no saben cómo reaccionar ante la situación difícil; las preguntas son ¿vale la pena seguir?¿qué deberíamos hacer?¿por dónde empezar?. El Papa Benedicto XVI nos invita a una renovación moral: el camino de la verdad y el bien es el que da esperanza a la vida de los hombres y los lleva al amor, sólo el amor de Dios llena de alegría los corazones afligidos. El ser humano es consolado por Dios, la compañía de Jesús es gozosa y llena de vida a los hombres. Jesús nos exhorta a cambiar la tristeza por el gozo que viene del Espíritu Santo; muchos creen que el evangelio es una carga más en la vida y que la Palabra de Dios es sólo una doctrina; necesitamos renovar la fe, Jesús nos pide “No se turbe su corazón. Creen en Dios, crean también en mi.” (Jn 14,1) La Palabra de Dios es palabra de consuelo y de esperanza; es Palabra que acompaña, comprende y sana, Palabra que fortalece y renueva. Dios viene al encuentro de cada uno de nosotros en la Sagrada Escritura, invitándonos a dialogar, a platicar de nuestras cosas, de nuestra vida, dispuesto a escucharnos y a responder a nuestros cuestionamientos (VD 22-24). Jesús nos dedicará palabras de vida y amor, junto con palabras de reprensión necesaria para la conversión de nuestros corazones y de nuestros ambientes. Juan Bautista exhortaba a la fe y a la penitencia: créanlo, Dios está cerca de nosotros y es necesario ordenar nuestra vida para vivir en su alegría. La vida cristiana tiene un orden y Juan invitaba a todos a seguir este orden en la propia vida y con las circunstancias propias de cada uno. La gente lo escuchaba, pero no sabían qué hacer, la pregunta era: ¿y nosotros qué debemos hacer? Esta pregunta es muy significativa en nuestros tiempos, pues simboliza al ser humano desconcertado, perdido, pero que empieza a buscar el camino de Dios. Es la pregunta de la conversión que nace de la fe; un ser humano que se deja tocar por la fe en Cristo experimenta en su interior unas ganas de cambiar uno mismo y ayudar a la construcción del Reino. La respuesta de Juan Bautista a esta pregunta de conversión es una invitación muy sencilla, pero muy profunda: es necesario regresar a la vida ordinaria; Juan les dice a los ricos, a los publicanos y a los soldados que era necesario que ahí donde vivían y con la gente que vivían hicieran presente a Dios por medio de la justicia y la solidaridad. Muchos esperaban que el Mesías llegaría a “cambiar todo”, hoy tal vez algunos dirían que la llegada de Dios debería ser “todo un espectáculo”, algo que rompiera récords de audiencia en los medios de comunicación. Pero Juan dice que no se trata de hacer “grandes cambios”, se trata de aprender a vivir en el orden de Dios: vivir la justicia y la solidaridad con sencillez, decir la verdad y hacer el bien en medio de las personas con las que convivimos todos los días, esto es la alegría cristiana. La conversión del corazón hace fuerte a los seres humanos, se trata de cambios sencillos, pero que ponen al hombre en el camino trasformador y creador de Dios. El evangelio para nosotros es que ¡la deteriorada situación moral de nuestra sociedad tiene salvación! Pero es necesario dejar de ser cómplice de las maneras de vivir que la deterioran. Juan Bautista invita a dejar atrás las actitudes y acciones que empobrecen la vida y la llenan de tristeza, su vida en el desierto simboliza su espíritu de renuncia a todo lo que aleja de Dios y nos invita a hacer lo mismo haciendo un examen de conciencia, reconociendo nuestra participación en los males de nuestro pueblo, pidiendo perdón por nuestros pecados y tomando una actitud de compromiso con el Reino de Dios. La penitencia lleva a la alegría, la humildad nos prepara para reconocerla y acogerla, la alegría del ser humano implica la purificación del corazón para purificar nuestros ambientes familiares y sociales. Jesús nos invita a reconocer que nosotros solos no podemos cambiar las cosas; las autoridades civiles y eclesiásticas son seres humanos, ellos tampoco lo pueden hacer por sus solas fuerzas; ni tampoco se trata sólo de llegar un acuerdo entre todos para cambiar. La transformación social requiere la conversión del corazón de cada ser humano y ésta se logra sólo por la fe. Los ambientes más hostiles, simbolizados por los publicanos y los soldados del evangelio, pueden ser transformados rompiendo con los círculos de injusticia. Jesús no duerme, está actuando hoy inspirando corazones, inquietándolos para preguntar “¿qué debemos hacer?” Es necesario iniciar por nuestro corazón y las relaciones con las personas de todos los días; no se trata de tumbar todo y romper con todos, sino de dejarse transformar en la sencillez, tal como fueron transformados los pastores que llegaron al pesebre y regresaron a sus vidas cotidianas, a los esfuerzos de todos los días, llenos de alegría. 3.2 Breve collatio (5 min.) Se invita a que algunos de los orantes expresen en voz alta, de manera concreta, alguna de las frases que le llamó la atención de la guía de meditación. 4. Oratio (7 min.) Se trata de platicar con Jesús, como quien nos ama. Se invita a los orantes a orar a partir de la Lectio y la Meditatio, el monitor puede exhortar a los orantes con estas u otras palabras parecidas: Ahora somos invitados a orar al Señor a partir de la Lectio y la Meditatio. Respondamos a la pregunta ¿Qué decimos nosotros al Señor como respuesta a su palabra? Se trata de comentar con Jesús la palabra que hemos escuchado de parte de él, agradeciendo, intercediendo por alguien, pidiendo los bienes espirituales que necesitamos o alabándolo en nuestro interior, en un ambiente de silencio sagrado. 5. Contemplatio (10 min.) En la contemplación se nos invita a responder a la pregunta ¿Qué conversión de la mente, del corazón y de la vida nos pide el Señor? El monitor puede exhortar a los orantes con estas palabras: 5.1 Propósito individual (5 min.) Primero es necesario considerar nuestra mente y nuestro corazón y encontrar los pensamientos y actitudes que es necesario corregir o fortalecer y las acciones que hemos de considerar. A partir de la Palabra del Señor ¿qué promesa le haces al Señor acerca de ti? 5.2 Compromiso (5 min.) Luego del propósito individual llegamos a la relación con los demás. Ahora consideramos las actitudes y acciones con el prójimo ¿qué acción a favor de los demás te comprometes a realizar, a partir de la Palabra del Señor? 6. Actio (3 min.) El monitor invita a los orantes a realizar la oración final. Es necesario ayudar a los orantes a retornar serenamente a la acción. Puede seguir esta guía: Respira serenamente. Llega el momento de regresar a la vida a dar testimonio del amor de Dios. Tratemos de llevar el corazón sereno y encendido a nuestros hogares; no olvides el propósito individual y el compromiso que haz hecho a Jesús. Haremos una respiración profunda, al exhalar abriremos nuestros ojos para dar gracias a Dios todos juntos. Permanece sentado con serenidad. Terminaremos nuestra Lectio divina ofreciendo al Señor un salmo. Después del salmo: V. Bendigamos al Señor R. Demos gracias a Dios.