Download capítulo ii - Inter Ponce
Document related concepts
Transcript
CAPÍTULO II REVISIÓN DE LITERATURA Perspectiva histórica del concepto trauma y del trastorno por estrés post-traumático Desde tiempos inmemorables se sabe que la exposición a eventos de gran impacto puede producir un cúmulo de consecuencias tanto psicológicas como fisiológicas. Según Shay (1991), ya en la Ilíada de Homero se describen las desgracias en forma vívida de la odisea de los soldados al ver la muerte de los compañeros en medio de la guerra y el impacto de esto sobre la vida del soldado. Los relatos de sobrevivientes de eventos traumáticos representan un buen testimonio de la secuela de síntomas que experimenta la persona. Saigh y Douglas (1999) indican que el relato en el Diario de Samuel Pepys, sobreviviente del gran fuego de Londres en 1666, es un buen ejemplo de los episodios de recuerdo, hipervigilancia, “flashbacks” y culpa que sufre una persona, aún después de que han pasado varios meses. De acuerdo con Saigh y Douglas (1999), es a partir del siglo 19, como resultado de la Guerra Civil en los Estados Unidos de Norte América y las guerras en Europa, que se comienza a hablar del impacto de la guerra y los síntomas fisiológicos y psicológicos presentes en algunos soldados. Se utilizaron diversas nomenclaturas para describir los efectos de la guerra como: Corazón Irritable de Soldado, Fatiga de Combate, Neurosis de Guerra, y “Shell Shock”. Estos investigadores indican que durante la Guerra Civil el Dr. Da Costa, un médico que tenía a su cargo a los soldados expuestos al combate, describe los cambios fisiológicos y los síntomas de irritabilidad, hipervigilancia, y aumento del ritmo cardíaco en los soldados expuestos a combate. Esta condición fue más tarde conocida como el síndrome Da Costa. De acuerdo a Trimble (1985) y Birmes, Hatton, Brunat, Schmitt (2003), Krapelin, el gran nosólogo del siglo 19, acuña el término “Schreck Neurosis” o Neurosis de miedo para describir una condición psicológica y psiquiátrica. Éste señala que esta condición “se compone de diversos síntomas nerviosos y/o psicológicos que surgen como consecuencia del miedo y la ansiedad ante el impacto de una situación severa como un accidente, fuego, o descarrilamiento de un tren”. También se llamó “Espina de Tren” a una condición similar en personas que habían sobrevivido a accidentes ferroviarios. Piere Janet, para el 1800, estudia y trata estos traumas que describe como síntomas histéricos y disociativos, inhabilidad para integrar la memoria, una bifase natural de supresión e intrusión, y otros síntomas resultados del abuso (Figley, 1993). Tanto Janet, como Brewer y Freud, llegan a la misma conclusión: la histeria era causada por un trauma psicológico que, a su vez, causaba diversos estados alternos de conciencia como disociación, fijación subconsciente, y reminiscencias (Birmes, Hatton, Brunat, y Schmitt, 2003). Definición del concepto trauma psicológico La palabra trauma tiene su origen en el idioma griego y significa herida, daño o derrota. Este término tiene hoy una doble definición, puede referirse al daño físico o al daño emocional o psicológico. En términos psicológicos y psiquiátricos, el trauma es visto como un evento que trae como resultado una experiencia que por definición es subjetivamente dolorosa, impactante, angustiosa y que a menudo trae como resultados efectos psicológicos y físicos (DSM-IV-TR; APA, 2002). 19 De acuerdo con Schiraldi (2000), el trauma psicológico es un evento catastrófico, o de gran impacto, que evoca una serie significativa de síntomas asociados a un estrés negativo, y que difiere cualitativamente de otros eventos o experiencias comunes. Un trauma es una herida emocional profunda, que por lo general tiende a surgir por la exposición a una variedad de eventos que, por regla general, se agrupa en tres grandes categorías: actos intencionales humanos, actos no intencionales humanos y actos de la naturaleza. Se consideran actos intencionales humanos aquellos traumas producto de la acción deliberada de una persona o grupo sobre otro, y que son por naturaleza maliciosos. Dentro de esta categoría se incluye la exposición a las guerras (torturas, prisioneros de guerra y otras atrocidades) o el haber sido víctima de abuso (físico, sexual, emocional), asalto criminal, robo, secuestro, o de cualquier otro acto que conlleve violencia. El haber sido testigo de la muerte violenta de una persona cercana, así como el haber recibido amenazas de muerte, también se consideran razones suficientes para producir un trauma. Por otro lado, están los actos no intencionales humanos, tales como el haber sufrido algún accidente automovilístico o el haber estado expuesto a desastres industriales, fuegos, explosiones, daño corporal; o someterse a una operación. Por último, están los actos de la naturaleza entre los que se incluyen desastres naturales fuera del control humano, tales como tornados, terremotos, huracanes, inundaciones, fuegos, ataque por un animal salvaje o una avalancha. El Diagnóstico del Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) y del Desorden de Estrés Agudo (DEA) son las únicas condiciones del DSM IV-TR (2002), en la que tiene que estar presente la condición de un estresor como parte del diagnóstico. En los demás 20 trastornos de ansiedad los criterios de diagnóstico incluyen sólo los síntomas. Para poder establecer el diagnóstico de TEPT y DEA tiene que estar presente la exposición ante un evento catastrófico que impacte severamente a la persona (DSM-III; APA, 1980; DSMIV-TR; APA, 2002). Los traumas intencionales parecen ser los que ejercen mayor impacto sobre las personas. La sintomatología resultante de este tipo de trauma tiende a ser de mayor complejidad, mayor duración y dificultad para el tratamiento. (DSM-IV-TR; APA, 2002). Schiraldi (2000) propuso que la naturaleza violenta de este tipo de trauma muchas veces está mediada por la degradación, la vergüenza, y el estigma de las personas expuestas. Por otro lado, Braken (2002) indica que los traumas intencionales dislocan el sistema de creencias de las personas, haciendo que pierdan la fe en la humanidad y en ellos mismos, y creando inseguridades hacia la vida y el futuro. Mientras que en los traumas originados por desastres naturales las víctimas, por lo general, tienden a recuperarse con mayor prontitud (Mcfarlane y Potts. 1999; Schiraldi, 2000). El diagnóstico del trastorno por estrés post-traumático Evolución del concepto trauma en el Manual de Estadísticas y Diagnóstico para los Desórdenes Mentales En los últimos 50 años de la historia de la psicología y la psiquiatría, la conceptualización del término trauma ha evolucionado grandemente, pues tanto su definición como las características de esta condición han variado. A continuación se examinará la evolución del concepto trauma en el Manual de Estadísticas y Diagnóstico para los Desórdenes Mentales, creado por la Asociación de Psiquiatría Americana, 21 manual de amplio uso para la determinación de los diagnósticos tanto por los psiquiatras como los psicólogos. No fue hasta finales de la Segunda Guerra Mundial que la Asociación de Psiquiatría Americana, en el Manual de Estadísticas y Diagnóstico para los Desórdenes Mentales DSM-1; (APA, 1952), reconoció como una categoría diagnóstica los resultados de las experiencias traumáticas sufridas por los soldados y los civiles. El trauma era visto como una reacción natural, resultado de la exposición a los horrores y atrocidades de la guerra, por lo que fue definido en esta edición como una reacción neurótica, de modo que se clasificó como “Gross Stress Reaction”. En la segunda edición del Manual de Estadísticas y Diagnóstico para los Desórdenes Mentales, DSM-II (APA, 1968) esta definición de trauma se mantuvo. Sólo fue modifica al clasificarse como una situación temporera bajo la categoría “Disturbio Situacional Transitorio”. De acuerdo con esta categoría, el trauma era visto como el resultado transitorio del haber estado expuesto a una experiencia peligrosa. La construcción del concepto vigente del Trastorno por Estrés Post Traumático no logra consolidarse como criterio diagnóstico hasta la década de los años `70. Dos factores fueron cruciales para la construcción del diagnóstico del TEPT. En primer lugar, la gran cantidad de sintomatología post-guerra exhibida por los veteranos que habían regresado de la guerra de Vietnam y, por otro lado, los trabajos de Horrowitz (1975, 1976) relacionados con las respuestas causadas por la exposición al estrés por parte de civiles que habían sido víctimas de violación, accidentes y desastres que evidenciaban la descripción de un modelo bifactorial de intrusión y evitación, similar al de los soldados expuestos a la guerra. Esto trajo como consecuencia el que se designara por primera vez 22 el TEPT como un desorden de ansiedad en el DSM-III (APA, 1980). En esta edición, la condición de TEPT fue definida como “un grupo de síntomas característicos que siguen a un acontecimiento psicológicamente traumático que, por lo general, se encuentra fuera del marco normal de la experiencia humana” (DSM-III; APA, 1980, 249). El TEPT se manifiesta como un patrón de tres categorías de síntomas que surgen después de la exposición de una persona a una experiencia traumática. Estos son identificados como: a) pensamientos intrusivos en la memoria; b) evitación de eventos y circunstancias que evoquen el recuerdo y embotamiento emocional y c) reactividad fisiológica asociada al estrés. En años recientes se publicaron el DSM-IV (1994) y el DSM-IV TR (2002) como revisión del anterior. En esta edición, la nosología general expresada en el DSM-III (APA.1980) se mantiene con la excepción del criterio relacionado con la experimentación de un evento traumático. La frase “fuera del marco normal de la experiencia humana” fue modificada en el DSM-IV por los siguientes criterios subjetivos. En el primero, la persona no solamente ha experimentado, sino que puede haber sido testigo o confrontada con un evento que conlleva la posibilidad o el riesgo de morir, ser herido severamente o que atente contra la vida o la integridad física de la persona u otro individuo. En segundo lugar, la persona que experimenta la situación tiene que haber respondido al estresor traumático con miedo intenso, terror, desamparo y horror en términos subjetivos. En tercer lugar, la víctima experimenta tanto malestar psicológico que le afecta en su desempeño social, ocupacional y en otras áreas de su funcionamiento. Esta definición amplía el alcance de lo que anteriormente se definía como experiencia traumática, lo que permite que se incluya la traumatización vicaria y la exposición a eventos cotidianos como el asalto, los accidentes, la violencia o la muerte 23 súbita de una persona significativa. También, resalta el elemento subjetivo de la experiencia y la respuesta al trauma, con lo que reconoce que las personas perciben y responden en forma diferente a eventos similares (Breslau, 2002; Breslau y Kessler, 2001). De acuerdo con Lee y Young (2001), la inclusión del término TEPT y la definición de éste ha permitido que se establezca un marco teórico y conceptual unificado que propicie la realización de investigaciones y que se integre a una gran cantidad de evidencia relativa a diversas reacciones traumáticas en diversos contextos, comorbilidad de esta condición y posibles tratamientos. El estresor traumático En la historia de la psiquiatría y la psicología, la presencia de eventos traumáticos se ha considerado como un factor exógeno asociado al TEPT. De acuerdo con el DSM-IV TR (APA, 2002), el transcurso del TEPT se inicia después que la persona ha estado expuesta a una experiencia traumática y empieza a manifestar los síntomas, y si estos persisten después de un mes de haber experimentado esta situación. Las reacciones a corto plazo con duración menor de un mes se clasifican en el DSM-IV TR bajo el criterio diagnóstico de Desorden por Estrés Agudo. El TEPT es un trastorno de ansiedad para cuya conceptualización se toma en cuenta la interacción entre un evento externo traumático y una respuesta subjetiva. En el DSM-IV se establece como primer criterio el que la persona haya estado expuesta o sido testigo de un evento traumático y, en segundo lugar, que su reacción sujetiva esté acompañada de miedo intenso, horror o impotencia. El DSM- IV TR (2002) lo define como: 24 A. La persona ha estado expuesta a un acontecimiento traumático en el cual: 1. Ha experimentado, presenciado o le han confrontado con uno o más eventos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de los demás. 2. Ha respondido con un temor, una desesperanza o un horror intenso. (p. 523) Sintomatología post-traumática ¿Cuáles son los síntomas generalmente presentes en el TEPT? Aunque los síntomas que las personas sufren por TEPT pueden ser diferentes en intensidad y en tiempo de duración, por lo general se manifiestan en una triada de síntomas: reexperimentación persistente del evento traumático, evitación persistente de los estímulos asociados al evento y embotamiento de la capacidad de respuesta del individuo y síntomas persistentes de excitabilidad, según descritos en el DSM-IV TR, (2002) y discutidas a continuación. 1. Reexperimentación de la vivencia- La persona frecuentemente tiene recuerdos o pesadillas repetitivas sobre el evento o los eventos traumáticos que le generaron angustia. Algunos tienden a evocar “flashbacks”, alucinaciones, recuerdos vívidos de que el evento está sucediendo, o sensación de que va a suceder nuevamente. Esto genera sufrimiento mental y emocional especialmente cuando ven personas, lugares u otras cosas que les lleven a evocar recuerdos del evento estresante. También se manifiestan reacciones físicas de excitabilidad (como temblores, escalofríos, palpitaciones cardíacas u otros) cuando se 25 perciben situaciones que recuerdan el evento. Para poder establecer el diagnóstico, la persona debe experimentar uno o más de estos síntomas. 2. Evasión e insensibilización emocional. Muchas de las personas que sufren del TEPT exhiben conductas de evitación de las cosas que le evocan el evento traumático. Esto trae como consecuencia que eviten todo tipo de pensamientos, sentimientos, conversaciones, actividades, lugares o situaciones que le recuerdan el incidente traumático. Por otro lado, otras personas parecen no responder a las situaciones relacionadas con el evento y manifiestan dificultad para recordar detalles del mismo. Es común que las personas muestren falta de interés hacia las actividades que antes disfrutaban, manifiesten alejamiento o distanciamiento de los demás, y sentimientos de insensibilización emocional acompañados de una visión negativa del futuro. Para poder establecer un diagnóstico, la persona debe presentar tres o más de estos síntomas. 3. Hiperexcitación emocional. Después del trauma, las personas tienden a exhibir un aumento en la excitabilidad emocional que puede incluir tener dificultad para dormir, experimentar coraje, irritabilidad, dificultad para concentrarse, hipervigilancia, nerviosismo o asustarse con facilidad. Para establecer un diagnóstico de TEPT, la persona debe exhibir dos o más de estos síntomas. 26 Criterios diagnósticos asociados al TEPT Los síntomas asociados al TEPT por lo general comienzan a manifestarse después de varias semanas de haber experimentado el evento traumático. Sin embargo, muchas de las personas afectadas por este tipo de evento no manifiestan síntomas inmediatos sino que los exhiben meses después del evento. Es por esa razón que se requieren dos criterios para la validación de los síntomas: que éstos se extiendan por más de un mes y que los mismos causen problemas severos que afecten el funcionamiento de la persona en su vida social, su trabajo u otras áreas de la vida cotidiana. Los criterios diagnósticos para la validación de TEPT de acuerdo con el DSM-IV TR son: B. Estas alteraciones (síntomas de los Criterios B, C y D) se prolongan por más de un (1) mes. C. Estas alteraciones provocan malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. (p. 525) Para poder establecer el diagnóstico por TEPT, el DSM-IV TR (2002), se requiere no solo que la persona haya experimentado una experiencia traumática, sino que afloren una constelación de síntomas expuestos en la descripción de los criterios B-D presentados anteriormente. De acuerdo con estos criterios, es esencial que la magnitud de estos síntomas sea tal que interfiera y provoque un malestar subjetivo significativo que afecte el funcionamiento de la persona e impida el que pueda vivir una vida normal. 27 El trauma como una experiencia diversa La identificación del trauma como una experiencia estresante que produce una variedad de síntomas y que es generada por una experiencia que evoca horror y miedo intenso ha permitido que se identifiquen en la literatura de investigación una diversidad de estresores como la guerra, la violencia, el abuso y los desastres ya sean naturales o por la mano del hombre. A continuación se estarán reseñando las investigaciones relacionadas con esta diversidad de estresores. La guerra como experiencia traumática Durante la Primera Guerra Mundial, los médicos documentaron una gran cantidad de casos de soldados expuestos a combate que exhibían ciertas conductas de tipo psiquiátrico y físico. Southard (1919) reportó la morbilidad psiquiátrica de 589 soldados que sufrieron “Shell Shock”, cuyos síntomas más comunes son los cambios en pulso, “flashback”, y ansiedad. Por otro parte, Motth (1919) documentó los efectos del combate y del estrés en su libro “War Neurosis and Shell Shock”. Freud (1917, 1919) también teorizó que el trauma de guerra afecta la mente con un evento de estimulación tan poderoso que trae como secuela una perturbación permanente, influenciada por el peligro de la muerte. Investigadores como Figley (1993) y Saigh yDouglas (1999) consideran que los trabajos seminales sobre TEPT como trastorno psicológico se produce en los trabajos de Kardiner (1941, 1947) durante la Segunda Guerra Mundial. Estos autores indican que en sus obras “Traumatic Neurosis of War” y “War Stress and Neurosis Illness”, Kardiner describió los síntomas del síndrome, tales como fijación del trauma, constricción de las 28 funciones de la personalidad, la presencia de sueños atípicos (pesadillas) y la rememoración de los eventos. La mayor parte de las referencias al trauma psicológico ha estado asociada a la guerra y sus desastrosos efectos sobre los seres humanos. La Guerra de Vietnam produjo un gran cúmulo de situaciones y efectos en los veteranos que han servido como elemento catalítico para la inclusión de TEPT como nomenclatura en el DSM-III. El “National Vietnam Veteran Readjustment Study” generó un estudio abarcador sobre los problemas de ajuste a la vida civil presentados por los veteranos de Vietnam. Como parte de este estudio se desprende una investigación fundamental para el entendimiento del TEPT. De los resultados del “Trauma and the Vietnam War Generation: Report of Findings from the National Vietnam Veteran Readjustment Study” (Kulka, et al., 1990), se encontró que aproximadamente el 30% de hombres y el 26% de las mujeres que participaron en la guerra mostraban síntomas asociados al TEPT. Uno de los trabajos más influyentes acerca del TEPT y los estragos de la guerra en los Veteranos de Vietnam fue el libro “Home from the War: Vietnam Veterans: Neither Victims nor Executioners” (Lifton, 1973). En este libro el autor describe, desde una perspectiva psiquiátrica, los conflictos psicológicos, la culpa y los sentimientos vividos por los veteranos. Otro trabajo que también desarrolla el tema es el libro de Joel Brende (1985) “Vietnam Veterans: The Road to recovery”, donde el autor analiza las experiencias de los veteranos ante el conflicto bélico y su incapacidad de adaptación a la vida civil. El libro “Post-traumatic Stress disorder and the War Veteran Patient” (Kelly, ed, 1985), representa el primer trabajo que intentó analizar el impacto del trauma desde una 29 diversidad de posturas teóricas y marcos conceptuales en torno a los veteranos afectados por TEPT. Con éste se trató por primera vez el tema de las mujeres, los veteranos negros y los desórdenes disociativos. El impacto de la Guerra de Vietnam fue tan grande, que generó una gran documentación de este fenómeno por medio de la literatura y el cine. Varios libros testimoniales y biográficos fueron escritos en torno al tema: “Farewell Darkness: A Veteran’s triumph over combat trauma” (Zaczek, 1994); “From Vietnam to Hell” (Dicks, 1990) y “Soldiers Heart: Survivor’s view of combat trauma” (Hansel, ed., 1995). Con el regreso de los veteranos de la Guerra de Vietnam, el tema del TEPT emergió en la vida pública capturando la atención de las mentes y la imaginación de las personas. Esto fue evidente en la popularidad de diversas películas que abordaron esta temática, tales como: “The Deer Hunter” (1978); “Apocalypse Now” (1979); “Birdie” (1984); “Born on the Fourth of July” (1989); y “Heaven and Earth” (1993). En todas estas obras cinematográficas, se presenta a los veteranos de Vietnam tratando de lidiar con el trauma de la guerra y sus efectos, tales como el ajustarse a la vida civil y de familia. El por qué algunos veteranos sufrían más síntomas de TEPT que otros fue un tema de amplio debate entre los profesionales de la conducta humana. Hendin (1984) plantea que las circunstancias particulares de la guerra de Vietnam, donde no existía un frente de combate definido, la jungla y la popularidad desfavorable de la guerra, son elementos favorables para el trauma psicológico. Este libro ayudó grandemente a entender que en aquellas víctimas de TEPT existía una predisposición basada en problemas o experiencias preexistentes de índole psicológica. 30 El impacto de la guerra en la población civil Los estragos de la guerra no sólo afectan a los soldados, sino también a las víctimas civiles que están expuestas a altos niveles de violencia que dejan marcas permanentes en sus vidas. Estudios realizados con víctimas de la guerra han arrojado evidencia de que las víctimas civiles expuestas a las atrocidades de la guerra también han desarrollado un alto grado de incidencia de TEPT. Algunos estudios evidencian que hasta 94 % de los civiles expuestos a conflictos bélicos en África indicaron altos niveles de síntomas asociados a TEPT, (Jong, Mulhem, Ford, Van der Dam, y. Kebler, 2000). Por otro lado, estudios realizados con sobrevivientes víctimas de tortura y de la guerra en la isla de Timor Oriental, donde se utilizó como instrumento el “Harvard Trauma Questionarie Checklist” (Modvig, et al., 2000), se evidenció que hasta 97% de las personas expuestas a la guerra respondieron haber experimentado por lo menos un evento traumático y un 34% evidenció un diagnóstico de TPET. Horton (1999), indicó que el psicotrauma es un problema de gran magnitud en la población civil, lo cual se manifiesta en una gran variedad de síntomas tales como ansiedad, depresión, miedo, e inseguridad. Estos se expresan de diversas formas dependiendo de las condiciones traumáticas a las cuales las víctimas hayan sido expuestas. La incertidumbre de vivir bajo la amenaza de la violencia desatada por el terrorismo, también ha sido un factor que agrava la exposición de la población, en general, a eventos traumáticos que podrían desencadenar en TEPT. Tras los atentados del 11 de septiembre en la ciudad de Nueva York, Galea, et al. (2002) evaluaron la prevalencia y correlatos de TEPT en los residentes de Manhattan con una muestra de 988 adultos. Estos autores encontraron que el 19.3% de los participantes mostró síntomas 31 consistentes con el diagnóstico de TEPT y un 57% reportó tener síntomas asociados a TEPT, entre las cuales estaban las memorias intrusivas (27.4%) y el insomnio (24.5%). En este estudio se evaluaron factores predictores y se encontró que la proximidad al desastre, el pobre sostén social, el haber experimentado estrés antes del evento, el padecer de ataques de pánico con anterioridad al evento, la pérdida de las posesiones y el tratar de salvar a otros aumentaban la posibilidad de exhibir síntomas asociados al TEPT. Los desastres como experiencias traumáticas Un desastre puede considerarse como un evento inusual catastrófico que afecta a un gran número de personas. Algunos pueden ser causados por la mano del hombre; y otros son naturales. De acuerdo con McFarlane y Potts (2000), el primer estudio sistemático en torno a los efectos psicológicos de los desastres fue conducido por Sterling. Éste estudió una población afectada por un terremoto en el pueblo de Messina, Italia en 1907 y un desastre minero ocurrido en 1906. En éste se reporta que Sterling encontró que 23% de los sobrevivientes expresaron problemas del sueño y pesadillas. El colapso de una represa y la inundación súbita de un pueblo en Buffalo Creek en 1972 es uno de los desastres más estudiados. En varios estudios longitudinales realizados durante 14 años se encontró que a través del tiempo hubo un 59% de prevalencia de los síntomas, y aproximadamente un 25% de la población expuesta al desastre llenaba los criterios diagnósticos TEPT (Green et al. 1991; Green, Lindy, 1994; Green, Lindy, Grace, Leonard, 1992). Shore, Vollmer y Tatum (1989) examinaron una muestra de 1,016 de personas que estuvieron expuestas a la erupción del volcán Santa Helena y compararon la 32 población expuesta con un grupo control. Estos encontraron una prevalencia de TEPT baja de 4.5% en los hombres y de un 3% en las mujeres. Canino, Bravo, Rubio-Stipec y Woodberry (1990) estudiaron el impacto del derrumbe que causó el desastre de Mameyes en Puerto Rico un año después de la exposición al evento. Estos encontraron altos niveles de depresión, malestar somático y un aumento en los desórdenes de pánico y abuso del alcohol en la población estudiada. También se identificó una prevalencia de TEPT de 4% en la población. Estos también concluyeron que las condiciones físicas y mentales previas a un desastre tienen un efecto significativo en los niveles de estrés que se manifiesta en las víctimas, posterior al evento. Catapano et al. (2001), por su parte, estudiaron la comunidad de Sarno, Italia que fue afectada por un derrumbe. En este estudio se reportó que un 27.6% de las personas expuestas llenaron los criterios del DSM-IV para TEPT. Al comparar esta muestra con un grupo control, se encontraron diferencias significativas entre los dos grupos en estados de ansiedad (.001), disturbios del sueño; eficacia subjetiva (.000) y depresión (.016). De estas investigaciones se desprende que en las comunidades de víctimas de desastres naturales los síntomas intrusivos decrecen en forma marcada a través del tiempo, especialmente en los primeros dos años; mientras que la presencia de síntomas intrusivos y pesadillas son los reportados con más frecuencia (Mcfarlane y Potts, 1999). La exposición a la violencia en la comunidad, como experiencia traumática En la sociedad moderna un gran número de personas está en riesgo de ser víctimas o testigos de la violencia extrema. De acuerdo con el FBI la tasa de incidencias de delitos ha aumentado en los EE.UU. y también en Puerto Rico. Según el informe social criminal de Puerto Rico entre 1991 al 1996 hubo un aumento considerable en las 33 tasas de violencia, delitos contra la propiedad, maltrato de menores y violencia doméstica, que reflejan que los patrones de violencia han aumentado consistentemente en la Isla (ELA, 2003). La violencia comunitaria es un término complejo que puede ser definido como la exposición de los ciudadanos a armas, drogas y violencia. Entre estos se puede incluir una amplia gama de eventos tales como: tiroteos, asaltos, ataques físicos y el abuso sexual, físico y emocional (Hamblen y Goguen, 2002). La violencia comunitaria afecta de forma permanente a los vecindarios debido a la incertidumbre en que se vive. Por lo general, ésta ocurre sin aviso, en forma súbita, descontrolada y aterrorizante. La violencia comunitaria muchas veces es intencional, y quienes la sufren se sienten incapaces de confiar en las demás personas. El TEPT es uno de los trastornos mentales más comunes que se observan en personas que han estado expuestas a crímenes violentos tales como violación y asalto agravado ( Baldwin, 1994; Breslau, Davis, Andreski y Paterson, 1991; Kilpatrik y Resnick, 1993). El experimentar un crimen violento satisface claramente el criterio A del TEPT, que establece que la vida está en riesgo y se experimenta intenso miedo, horror y desvalidez (DSM-IV-TR, 2002). Tanto los niños como los adolescentes y los adultos pueden experimentar el TEPT por haber estado expuestos los devastadores eventos de violencia en la comunidad donde viven. En los adolescentes, es común la experiencia de pesadillas y pensamientos intrusivos acerca del evento traumático. La conducta de estos, por lo general, manifiesta baja autoestima, pobre imagen corporal, problemas de aprendizaje, uso y abuso de drogas, y sexualidad promiscua. También se reporta una incidencia mayor de intentos 34 suicidas, abandono de hogar y participación en actividades de alto riesgo. El riesgo de desarrollo de TEPT aumenta en proporción a la severidad y continuidad de la exposición al evento y la proximidad de éste (Boney-McCoy y Finkelhor, 1995). En un estudio realizado por Boney-Mcoy y Finkelhor (1995), con una muestra nacional, se encontró que una tercera parte de los adolescentes indicaron haber sido víctimas de asalto. Estos manifestaron mayor cantidad de síntomas psicológicos y de conducta asociados al TEPT. El abuso sexual mostró el mayor nivel de sintomatología, seguido del asalto físico agravado. En el estudio, se concluyó que existe una morbilidad substancial entre la salud mental de los adolescentes y la victimización. Por otro lado, Wright y Stabb (1996) realizaron un estudio con jóvenes adolescentes de escuela superior que vivían en zonas expuestas a altos niveles de violencia y encontraron que el 29 % de estos mostraron síntomas asociados al TEPT. El estudio arroja que las mujeres exhibían mayor cantidad de síntomas asociados al TEPT que los varones. Foy y Gogun (1998) afirman que existe suficiente evidencia para argumentar que los adolescentes expuestos a la violencia, ya sea de gangas, o por conflictos interpersonales o familiares, por drogas y también aquellos que han sido testigos, víctimas o hayan experimentado en forma vicaria la violencia, son susceptibles experimentar trauma psicológico y que subsiguientemente podría desarrollarse en TEPT. La población adulta también está expuesta a altos niveles de violencia comunitaria. Algunas investigaciones sugieren que entre el 39% al 70% de la población ha sufrido un evento traumático relacionado con la violencia. Las mujeres figuran como el grupo poblacional más expuesto a ésta (Norris, Foster, Weisshar, 2002; Resnick y Kilpatrick, 1994). En un estudio realizado con 4,000 mujeres civiles, Resnick, et al. 35 (1993) encontraron que el promedio de exposición a lo largo de la vida a un evento traumático era 69%, mientras que la exposición, al crimen, asalto, homicidio o muerte ocurre en el 36% de en la población. En este estudio, también se encontró que la prevalencia del TEPT fue 12.3% en la población y que el 4.6% manifiesta síntomas aún a los 6 meses del evento. También se encontró diferencias significativas de la presencia de síntomas de TEPT entre las mujeres no expuestas (9.4%) y expuestas al crimen (25.8%). Estos encontraron que el 12.7 % de las mujeres entrevistadas reportó haber sido víctima de violación, un 14.3 % indicó haber sido molestada o sufrir un intento de abuso sexual, el 10.3 % reportó haber sido atacada físicamente, mientras que un 13.4% reportó la muerte por asesinato de una persona conocida. El 35.6% de las mujeres encuestadas indicó que en algún momento en su vida había sido víctima de algún tipo de acto criminal, y el 51.3 % de las que habían experimentado un acto criminal indicaron el haber sido víctima de más de un episodio de violencia criminal al momento del estudio (Resnick, et al.; 1993). La diversidad de estudios sobre la prevalencia de violencia y TEPT han sido consistentes en demostrar que entre un 30% y un 80% de las víctimas de ataque sexual manifiestan síntomas de TEPT, lo cual varía dependiendo del tipo de victimización sexual al que hayan estado expuestas. En los casos de ataques físicos graves, entre un 23% y un 39% manifiestan síntomas asociados a TEPT. Los hombres están más propensos a ataques de agresión física, mientras que las mujeres sufren mayormente ataques sexuales. Las mujeres tienden a desarrollar más que los varones TEPT en respuesta cuando son víctimas de ataque sexual, físico o asalto (Acierno, Kilpatrick y Resnick, 1999; Baldwin, 1994; Kesler, et al. 1995). 36 Las experiencias traumáticas y violentas cada día son más comunes en nuestra sociedad y éstas a menudo traen como consecuencia efectos negativos en las víctimas, los perpetradores, las familias y la sociedad. Las víctimas de violencia criminal sufren aún años después del evento traumático efectos psicológicos, físicos, sociales y emocionales que les incapacitan para funcionar adecuadamente. De acuerdo a Korn (2000), aproximadamente un 69% de la población en los EUA experimentará un evento traumático durante el transcurso de su vida, lo que incidirá en que entre un 20 % y un 25% de la población expuesta experimentará al TEPT. Epidemiología del TEPT Los estudios epidemiológicos de cualquier orden buscan investigar la distribución, presencia y factores determinantes de esta condición dentro de una población. Para poder investigar la epidemiología del TEPT, es necesario reconocer la importancia que tiene el evento estresor como criterio primario en el desarrollo de la condición, así como el alcance y la prevalencia de los eventos traumáticos. Los estudios epidemiológicos de TEPT (Breslau, 1998; Lee yYoung, 2001) han tratado de responder las siguientes preguntas: • ¿Cuán frecuentemente ocurre un evento traumático? • ¿Cuáles son los factores de riesgo para la exposición al trauma? • ¿Cuánta es la prevalencia del TEPT? • ¿Cuál es el riesgo de desarrollar el TEPT después de estar expuesto a un evento traumático? • ¿Cuáles son los factores de riesgo para el desarrollo del TEPT luego de un trauma? 37 Los modelos de estudios epidemiológicos de trauma descansan en su mayoría en diseños cuasi experimentales u observacionales. Para investigar los aspectos epidemiológicos del trauma psicológico, tenemos dos diseños básicos: el tomar una muestra de una población o una muestra que haya estado expuesta a experiencias traumáticas. De acuerdo con Mc Farlane y Potts (1999), comparar estudios epidemiológicos es difícil por una serie de razones. Uno de los problemas es el uso de diversos sistemas diagnósticos, tales como el DSM III o DSM IV, y el IDC-10, o el uso de diversas metodologías. Por lo general, las muestras son selectivas y muchas veces no representativas. Las diferencias entre poblaciones traumatizadas son significativas en términos de la variación en los niveles de estresores y la intensidad subjetiva de exposición al riesgo por parte de los participantes. En la literatura de investigación hay diversos estudios de la prevalencia del TEPT. Los estudios epidemiológicos tienen varios objetivos: 1. Determinar el por ciento de incidencia o prevalencia de un desorden de tal manera que la sociedad pueda analizar los parámetros del problema, establecer una política pública adecuada y proveer mecanismos para ofrecer tratamiento del desorden. 2. Entender aquellos factores que influyen el desarrollo de la condición. 3. Entender cómo se manifiestan en nuestra sociedad y cultura, brindando información normativa de la presencia de una condición. 38 Prevalencia de trauma y del TEPT El primer estudio epidemiológico sobre el TEPT identificado en esta revisión de literatura se realizó entre los veteranos de Vietnam. El mismo fue realizado entre 19861988 con una muestra de 3,016 veteranos y es conocido como el “National Vietnam Veterans Readjustment Survey” (Kulka, et al., 1990). En éste se encontró que el índice de prevalencia fue de 30.9% para los hombres y 26.9% el de las mujeres expuestas al combate. Por otro lado, el 22.5% de hombres y el 21.2% de las mujeres que participaron en el estudio manifestaron síntomas de TEPT en algún momento en sus vidas y sufrían síntomas serios de reacción de estrés. Esta investigación arrojó resultados que sugerían que en esta población de veteranos que experimentaron TEPT, más de la mitad había tenido problemas asociados con la justicia, abuso de drogas y alcohol, y problemas matrimoniales, los que muchas veces terminan en el divorcio. El “National Comorbidity Survey Report”, realizado por Kessler, Sonnega, Bromet, Huges y Nelson (1995) entre 1990 y 1992, utilizando los criterios del DSM-IIIR, entrevistaron una muestra representativa de los EEUU compuesta de 8,098 personas entre las edades de 18 a 54 años. En este estudio, se encontró que el 60.7% de los hombres y 51.2% de las mujeres reportaron por lo menos un evento traumático en su vida. Las experiencias traumáticas más comunes reportadas por los participantes fueron: ser testigo de la muerte o daño de alguna persona, haber estado en un fuego, inundación o desastre natural, haber estado involucrado en un accidente donde hubo riesgo de perder la vida y, la exposición a combate. Del total de las personas que experimentaron trauma, sólo un 7.8% desarrolló TEPT; en las mujeres la prevalencia fue de 10.4% y en los hombres 5%. 39 De acuerdo con Kesler, et al (1995) los eventos traumáticos más comunes asociados al TEPT en los hombres fueron la violación sexual, la exposición a combate, y el abuso o maltrato infantil. En las mujeres los eventos más comunes fueron violación, abuso sexual, ataque físico, amenaza con un arma y abuso físico en la infancia. En otra investigación llevada a cabo en Australia (Cramer, Burgess y McFarlane, 2002) tomando como base los resultados de la Encuesta Nacional de Bienestar y Salud Mental de Australia, se estudio la distribución y los factores de riesgo asociados al trauma y el TEPT. Se encontró que el 57% de la población reportó haber experimentado un trauma en algún momento en su vida. Los hombres estuvieron expuestos a una cantidad mayor de traumas y experimentaron más traumas que las mujeres, mientras que éstas reportaron mayor número de traumas relacionados con el abuso sexual. La prevalencia después de un año de TEPT en la población adulta fue de 1.5%; esto ocurrió en el 3.8% de las mujeres y en el 2.0% de los hombres que experimentaron trauma. Se encontró además, que el tipo de trauma parece ser el determinante mayor en el progreso de TEPT, lo que es consistente con otras investigaciones (Rosenman, 2002). El primer estudio epidemiológico, realizado utilizando los criterios del DSM-IV e identificado en esta revisión de literatura, lo llevó acabo Breslau, Kessler, Chilcoat, Schultz, Davis, y Andreski (1998). En éste se investigó la prevalencia de trauma y de TEPT en una muestra de adultos jóvenes (18-45 años). Se encontró que la prevalencia de experiencias traumáticas era de 89.6% y que un 8.3% exhibía sintomatología asociada al TEPT. Varios estudios recientes se han realizado fuera de los EEUU. En Alemania Perkonigg, Kessler, Store y Wittchen (2000), reportaron haber encontrado tasas bajas de 40 prevalencia de TEPT en una muestra de jóvenes alemanes (14-24 años), un 1% para los varones y 2.2% para las mujeres. Éste es el primer estudio que refleja discrepancia en relación con otros estudios epidemiológicos reseñados en esta literatura. Por otro lado, Frans (2003) en Suecia investigó la prevalencia de TEPT en la población general encontrando que un 58.9% de los encuestados reportaron haber tenido por lo menos un evento traumático durante el transcurso de su vida. Éste encontró una prevalencia de TEPT de 5.6% durante el transcurso de la vida, y las mujeres constituían el grupo poblacional de mayor riesgo de desarrollar el TEPT en una proporción de 2:1. Al presente, el único estudio epidemiológico de trauma con una población de hispanos identificado en esta revisión de literatura fue realizado en México por Norris, Murphy, Baker, Perilla, Gutiérrez-Rodríguez y Gutiérrez-Rodríguez (2003). En éste se encuestaron 2,509 adultos en cuatro ciudades para detectar la prevalencia de trauma y del TEPT. Los autores utilizaron los criterios del DSM-IV (APA 1994) y la Entrevista Diagnóstica Internacional Compuesta (WHO, 1997). En esta investigación se encontró una prevalencia de exposición a trauma de un 76% a lo largo del transcurso de la vida y un prevalencia del TEPT de 11.2% al momento del estudio. Comorbilidad del TEPT y otros desórdenes psiquiátricos Un factor de importancia para el entendimiento, diagnóstico y tratamiento del TEPT es la alta tasa de comorbilidad con otras condiciones psiquiátricas, que sugieren que esta condición no debe verse como un desorden separado sino como el efecto complejo de un trauma psicológico (Brady, 1997; Orsillo, Raja, Hammond, 2002). Se ha identificado con frecuencia la comorbilidad del TEPT con condiciones tales como otros desórdenes de ansiedad (30-60%), trastornos afectivos (26-65%), abuso de drogas y 41 alcohol (60-80%) y desórdenes de la personalidad (40-60%) (Brown, Campbell, Lehman, Grisham y Mancill, 2001; Schur, Friedman y Bernardy, 2002; Zayfert, Becker, Unger, y Shearer, 2002). Entre los trastornos afectivos más comunes encontrados en las personas con TEPT están la depresión mayor, la distimia y la manía. Según Davidson, Stein, Shalev y Yehuda (2004) y Kessler et al. (1995) la depresión mayor es el trastorno con mayor comorbilidad tanto para hombres, como para mujeres. Resulta evidente que otros trastornos de ansiedad aparecen con una frecuencia de dos a cuatro veces mayor en las personas con TEPT. Del 15% al 30 % de las personas que sufren TEPT presentan otro trastorno de ansiedad comórbido siendo el más frecuente la fobia simple, seguido de fobia social, agorafobia, ansiedad generalizada y trastorno de pánico (Breslau, et al. 1991; Kessler et al. 1995). También, el abuso de substancias y alcohol ha sido consistentemente asociado al TEPT. Un 30% de las mujeres y hasta un 50% de los varones han reportado problemas de adicción a drogas o alcohol, según reportado por Breslau, et al. (1991); Kessler et al. (1995) y Kulka et al. (1990). Por otro lado, es común que las personas que sufren del TEPT manifiesten problemas somáticos, tales como dolores físicos (cabeza, espalda, cuello), problemas gastrointestinales, desórdenes músculo-esqueletales y trastornos de sueño (Andreski, Chilcoat y Breslau, 1998, Scaer, 2001). El TEPT también ha estado asociado a la fatiga crónica y la fibromialgia (Engel, 2004; Scaer, 2001). De acuerdo con Jiménez-Treviño y otros (2003) es evidente que el TEPT presenta un cuadro complejo de sintomatología que puede concurrir con otros diagnósticos y por ello resulta difícil el diagnóstico de la condición. 42 Investigaciones relacionadas al trauma con puertorriqueños La isla de Puerto Rico parece ser un lugar idóneo para el florecimiento de diversos tipos de psicología patológica. Esto se debe a que en Puerto Rico se han documentado a través de las últimas décadas, altas tasas de alcoholismo, drogadicción, pobreza, sobrepoblación, violencia y criminalidad (Martínez-Taboas, 1995). Resulta desalentador el descubrir la escasez de investigaciones que intentan auscultar de una manera sistemática la manifestación de las experiencias traumáticas en la población puertorriqueña. De acuerdo con Martínez-Taboas (1995) contamos con muy pocos estudios epidemiológicos que ausculten de una manera sistemática y programática la manifestación de diversas patolologías en Puerto Rico. Es evidente la escasez de investigaciones y de estudios realizados asociados con la incidencia de experiencias traumáticas y TEPT en la población puertorriqueña, por lo que amerita ser estudiado. Los trabajos seminales encontrados en esta revisión de literatura en torno al TEPT en Puerto Rico los realizaron García-Palmieri (1984) y González- Forestier (1991), quienes hicieron un intento de describir las características generales de los soldados puertorriqueños que estuvieron activos en la guerra de Vietnam. En estos estudios se estimó que entre 2,000 y 7,000 veteranos puertorriqueños tenían problemas serios de ajuste a la vida civil. Se evidenció que, aunque no todos llenaban los criterios para el diagnóstico del TEPT, muchos exhibían gran parte de los síntomas, manifestaban un cuadro de sufrimiento emocional y de estados de ansiedad. Se encontró, además, la manifestación de conductas asociadas a esta condición como el uso y abuso de drogas y alcohol, alta tasa de divorcios, problemas de empleo y ansiedad. Por otro lado, Ortega y Rosenhek (2000) encontraron que los veteranos puertorriqueños estaban en mayor riesgo 43 de TEPT y de experimentar sintomatología más severa que los veteranos blancos, no hispanos. Esto es consistente con lo encontrado por Albert (2002), quien investigó la prevalencia del TEPT en una muestra de 1,005 pacientes que recibían tratamiento psiquiátrico en Chicago y encontró que los hispanos manifestaron tasas más altas del TEPT y que aquellos que reportaron ser puertorriqueños reportaron una tasa dos veces más frecuentes en comparación con otros hispanos. En estudios más recientes, Galea, Vlajov, Tracy, Hover, Resnick, Kilpatrick (2004), investigaron el TEPT en grupos hispanos de Nueva York, posterior al desastre del 11 de septiembre del 2001. Estos encontraron que los puertorriqueños y los dominicanos reportaron mayor cantidad de síntomas asociados con el TEPT, 13.2% y 14.3 % respectivamente y que entre el 60% al 70% experimentaron ataques de pánico peritraumáticos al evento. En el artículo Proyecciones de Diagnóstico Psiquiátricos: Puerto Rico, Año 2000, se expresó el hecho de que los trastornos de ansiedad representaban la categoría de mayor crecimiento esperado para el año 2000, con un 5% de aumento, afectando en forma especial a la población femenina (Avilés, Canino, Rubio-Stipec, 1990). Otros artículos, Canino, Bird, Rubio-Stipec y Bravo (1997; 2000) hacen un recuento de los estudios epidemiológicos de corte psiquiátrico realizados en Puerto Rico, entre la década del 1980 al 1990. En éstos se encontró que la prevalencia y los correlatos de los trastornos psiquiátricos en Puerto Rico no son significativamente diferentes a los que se observan en los EEUU. Sólo se encontró diferencia significativa entre la población de EEUU y de Puerto Rico en la manifestación de síntomas asociados con la somatización, los cuales 44 son más altos en Puerto Rico que en los EUA. Por otro lado, se reportaron índices más bajos asociados a trastornos de uso y abuso de drogas en la población puertorriqueña. Diversos estudios con puertorriqueños han encontrado correlación entre la experimentación de eventos traumáticos y el ataque de nervios. El ataque de nervios es una categoría popular para describir una condición estresante caracterizada por temblores, desmayos, palpitaciones, sensación de calor en el pecho y en la cabeza, temblores y episodios similares a las convulsiones (DSM-IV TR, 2002). Los ataques de nervios usualmente se manifiestan en situaciones estresantes tales como funerales, la escena de un accidente o durante una pelea de tipo familiar (Guarnaccia, Rivera, Franco y Neighbors, 1996). Guarnaccia, Canino, Rubio-Stipec y Bravo (1993) llevaron a cabo un estudio epidemiológico en torno a la incidencia de ataque de nervios en relación con las inundaciones del 1985 en Puerto Rico, y encontraron que aquellos que reportaron mayor incidencia de ataques de nervios por lo general eran mujeres mayores, con pobre educación y que habían estado casadas. En este estudio también se encontró que los participantes manifestaron patrones de comportamiento concurrentes similares a los desórdenes depresivos y de ansiedad. El 17% de los que reportaron sufrir de ataques de nervios llenaban los criterios del diagnóstico para el TEPT y se estimó una prevalencia del ataque de nervios de 13.8%. Por otro lado, Schechter, Marshall, Salman, Goetz, Davies, y Liebowitz (2000), en un estudio piloto con hispanos (puertorriqueños y dominicanos) que sufrían de ataques de nervios, encontraron que aproximadamente el 63% tenía un historial de trauma en la niñez asociado al abuso físico, sexual o padres usuarios de drogas. Es evidente que todos los participantes en ambos estudios 45 manifestaban sintomatología que cumplía con los criterios diagnósticos para desórdenes de ansiedad o de tipo afectivo. La exposición a desastres naturales es un evento común en Puerto Rico; cada año la población de la Isla está expuesta a una temporada de amenaza de lluvias torrenciales y huracanes. Durante la última década, Puerto Rico ha sufrido el embate de varios huracanes e inundaciones que dejaron a gran parte de la población expuesta a situaciones de desastre. Diversos estudios (Bravo, Rubio-Stipec, Canino, Woodbury, Ribera, 1990; Canino, Bravo, Rubio-Stipec y Woodbury, 1990; Escobar, Canino, Rubio-Stipec y Bravo, 1992; Guarnaccia, Canino, Rubio-Stipec y Bravo, 1993; Sattler, Preston, Kaiser, Olivera, Valdez y Schlueter, 2002) han explorado diferentes aspectos de la exposición a desastres y la salud mental en las personas puertorriqueñas. En todas las investigaciones se han identificado tres aspectos esenciales de la exposición al trauma ocasionado por un desastre natural. En primer lugar, la exposición al desastre ha estado relacionada con una alta prevalencia de somatización como dolores abdominales, amnesia, desmayos, visión doble y parálisis, lo que concuerda con otras investigaciones reseñadas anteriormente (Andreski, Chilcoatt y Breslau, 1994, Scaer, 2001). En segundo lugar, entre un 12% y 50% manifestaron síntomas asociados a trauma o desorden de estrés agudo y, en último lugar, la gran mayoría de las personas expuestas al desastre manifestaron nuevos síntomas asociados a depresión, ansiedad y somatización. Investigaciones relativas a trauma y TEPT con estudiantes universitarios Los estudiantes universitarios no están exentos de la exposición a eventos traumáticos. De hecho, diversos estudios indican que la exposición a eventos traumáticos es un factor de riesgo común en este sector poblacional (Arata, 1999; Breslau, Wilcox, 46 Store, Lucia y Anthony, 2004; Green, 1995; Kirk y Dollar, 2002; Lauterbach y Vrana, 1991; Oswalt y Silberg, 1995; Vrana y Lauterbach, 1994). De acuerdo con Kirk y Dollar (2002) y Strauser y Lusting (2001), la exposición a experiencias traumáticas suele dejar un efecto, ya sea transitorio o a largo plazo, en la vida de los estudiantes que puede manifestarse en quejas somáticas, uso de substancias, “flashbacks”, problemas de concentración y memoria que inciden adversamente en el aprovechamiento y el desempeño académico de éstos. Diversos estudios han examinado la prevalencia de eventos traumáticos entre la población de estudiantes universitarios; en estos estudios se refleja que la exposición a eventos traumáticos es común dentro de este sector. Vrana y Lauterbach (1994) encontraron que un 84% de los estudiantes universitarios indicaron haber estado expuestos por lo menos una vez en la vida a experiencias traumáticas, y una tercera parte de los encuestados expresó haber estado expuesto a cuatro o más eventos traumáticos en el transcurso de sus vidas. Green (1995) encontró patrones similares en una muestra de estudiantes universitarios, quienes alcanzaron hasta un 90% de exposición a experiencias traumáticas. Ambos estudios estuvieron limitados, ya que sólo se examinó la exposición a eventos traumáticos, pero no se intentó examinar la prevalencia de TEPT. Uno de los estudios más completos en esta área lo realizó Bernat, Ronfeldt, Calhoun y Arias (1998). En éste se encontró que aproximadamente el 67% de los participantes reportó haber experimentado por lo menos un evento traumático de gran magnitud en sus vidas. Por otro lado, las mujeres reportaron mayor incidencia de experiencias traumáticas que los varones. El mayor nivel de exposición a este tipo de experiencia ocurrió durante la adolescencia, antes de haber cumplido los 18 años. El 47 12% de los que reportaron haber estado expuestos al trauma cumplía con los criterios de diagnóstico de TEPT y estos representaban el 4% de la totalidad de la muestra. Cross y McCanne (2001) adaptaron el “Posttraumatic Stress Disorder Interview” (PTSD-I) en un cuestionario de auto administración; estos lo administraron a un grupo de mujeres y encontraron que aproximadamente el 90% de las participantes reportó haber vivido experiencias traumáticas en algún momento de sus vidas. Las experiencias que más se reportaron fueron la muerte súbita de un familiar o amigo, el abuso sexual, accidentes graves y abuso físico. La exposición a la violencia es común dentro del grupo de edad universitaria. Rosenthal y Milles-Hutton (2001) compararon dos muestras de adultos universitarios y no universitarios. Estos encontraron que no existen diferencias en los niveles de exposición a la violencia tanto como víctima o testigo y en los síntomas de trauma psicológico reflejados por ambos grupos. Por otro lado, Ruggiero, et al. (2003) examinaron las propiedades del “PTSD Checklist- Civilian Version” (PCL-C) en un grupo de 392 estudiantes universitarios entre los 18 a 44 años de edad. Se encontró que un 97.7% de los que respondieron indicaron haber estado expuestos a por lo menos un evento potencialmente traumático. Por otro lado, un 78.9% reportó haber sido testigo de un evento traumático y un 98% identificó que un amigo o pariente había sido víctima de experiencias traumáticas. En términos de la muestra, el incidente más común reportado fue la exposición a accidentes de tráfico (63.6%), seguida de la muerte súbita de una persona amada (44%), el ser víctima de un desastre natural (37.3%) y enfermedad o heridas graves (28%). Por otro lado, varios de los participantes reportaron haber estado expuestos a violencia interpersonal en diversas formas como abuso emocional (25.1%), asalto o ataque físico (22.2%), abuso sexual en la 48 niñez (6.7%), abuso sexual de adulto (14.5%) y abuso físico en la infancia (4.3%). Del total de la muestra, un 13% cumplía con los criterios para el diagnóstico del TEPT. Kirk y Dollar (2002) utilizaron una muestra de 234 estudiantes universitarios. Encontraron que el 48 % de los encuestados había estado expuesto a más de tres eventos estresantes. El 52% indicó haber estado expuesto a situaciones terribles donde pensaron que podían recibir daño físico serio o perder la vida, mientras que un 44% estuvo expuesto a accidentes automovilísticos graves donde hubo heridos. Por otro lado, un 41% expresó haber perdido a un familiar en un accidente, crimen o desastre. En este estudio se encontraron diferencias significativas entre las respuestas de hombres y mujeres, especialmente en las mujeres, quienes reportaron una mayor exposición a abuso sexual y violación. Los hombres reportaron mayor exposición a eventos tales como accidentes y a situaciones donde podían recibir daño físico serio o perder la vida. En relación con los efectos de las experiencias traumáticas, un 24 % indicó haber experimentado pesadillas en torno a la experiencia, y el 20% reportó haber tenido “flashbacks” o pensamientos intrusivos relacionados con el evento. Lo más notable en este estudio es que el 40% de los participantes respondió que aún continuaba experimentando emociones asociadas a la experiencia traumática. Un 15% reportó que el impacto de esa experiencia fue bastante severo, mientras que el 7% indicó que el impacto fue muy severo en su vida. En términos generales, en este estudio se encontró que existe un alto nivel de exposición a eventos traumáticos en los estudiantes universitarios y que un por ciento significativo se ve afectado por el impacto de estos en su vida personal, social y académica. Por otro lado, Purves y Erwin (2002) examinaron la incidencia de estrés posttraumático en relación a los niveles de exposición a eventos traumáticos, en una muestra 49 de 700 estudiantes universitarios británicos. Consistente con los estudios realizados con estudiantes americanos, se encontró que el estrés post-traumático fue común (23.3%) y que las mujeres reportaron mayor incidencia de estrés post-traumático. También se encontró que la experiencia del trauma estaba significativamente asociada con la naturaleza del trauma. Los hombres reportaron experiencias mayormente asociadas a accidentes o muerte, mientras que las mujeres reportaron experiencias traumáticas mayormente asociadas a abuso sexual y violación. En un estudio realizado en Japón (Mizuta, et al., 2005) se examinó la prevalencia de eventos traumáticos a lo largo de la vida con estudiantes universitarias mujeres (1,826). Estos encontraron que los resultados eran muy similares a otros estudios realizados en el hemisferio occidental; la exposición a eventos traumáticos fue común a las participantes (80.3%; n = 883). Estos encontraron que el evento traumático que más reportaron las estudiantes (65%) fueron los desastres naturales, ya que Japón es una isla sujeta a tifones y terremotos recurrentemente. Excluyendo este evento, se encontró que un 53.1% reportó haber experimentado otro tipo de evento traumático, siendo los más comunes accidentes de auto y muerte de un pariente o ser querido (17%), ser testigo de una muerte o daño severo (12.8%) y ser molestado sexualmente (10.4%). Resulta relevante en este estudio que un 19.7% reportara otro tipo de incidentes no descrito en el cuestionario. La mayor incidencia de estas experiencias ocurrió en el transcurso de la escuela intermedia a la universidad. 50 Resulta evidente que la exposición a eventos traumáticos en la población universitaria suele ser bastante común. Un por ciento importante de los expuestos a estas experiencias reportan la persistencia de síntomas asociados al TEPT, que de una forma u otra afectan su funcionamiento psicosocial y académico. En conclusión podemos afirmar que el trastorno por estrés postraumático (TEPT) y el desorden de ajuste por ansiedad (DAD) son posibles condiciones que pueden surgir en personas que han estado expuestas a fuertes estresores tanto psicológicos, como físicos. Personas de todas las edades están expuestas a diversos tipos de experiencias traumáticas a lo largo de su vida. Es evidente que el TEPT no ocurre en todas las personas que han sido expuestas a eventos traumáticos. Aunque se sabe que para un diagnóstico de TEPT la persona debe haber sufrido o experimentado un evento traumático, la simple exposición no es indicativa, ni explica él porqué algunas personas desarrollan esta condición y otras no. Los estudios epidemiológicos han demostrado que ésta, como característica única, no es suficiente como predictor de esta condición. De esta revisión de literatura, se puede concurrir con lo expuesto por Yehuda (1999) al indicar que los factores de riesgo del TEPT pueden ser divididos en dos grandes categorías; aquellos que son pertinentes al evento traumático per se, como, por ejemplo, la severidad del evento, la continuidad, la exposición y el tipo de trauma y aquellos que son relevantes al individuo que ha experimentado el evento traumático tales como el género, los factores genéticos y biológicos, las experiencias pasadas y las características de la personalidad. 51 La prevalencia de TEPT en la población general de adultos norteamericanos se estima entre el 1% al 14% de acuerdo al DSM-IV TR (APA, 2002). En las últimas décadas, la explosión de reportes de experiencia traumáticas en los EEUU y en el mundo entero han levantado numerosos cuestionamientos sobre la magnitud, incidencia y exposición de la población a tales eventos. La posibilidad de atentados terroristas (Vastag, 2002), el aumento considerable en la incidencia criminal, la diseminación de la violencia en las calles y en las familias, las guerras, el terrorismo y los desastres naturales están exponiendo a un mayor número de personas ante situaciones traumáticas estresantes que pueden generar a largo plazo estrés postraumático. Las investigaciones también han demostrado que el TEPT tiene una comorbilidad con otros problemas como la dependencia de drogas y alcohol y el trastorno del ánimo que afecta a largo plazo el desempeño social y ocupacional de las personas que sufren esta condición, lo que amerita el que se estudie la presencia de esta condición en la población civil. Objetivos de la investigación Los siguientes objetivos principales dirigirán el curso de este estudio descriptivo de investigación epidemiológica: • ¿Cuál es la prevalencia de eventos traumáticos en la población de estudiantes universitarios a ser estudiada? • ¿Qué tipo de evento estresor es más común en la muestra estudiada? • ¿Qué por ciento manifiesta síntomas de TPET? • ¿Existe una diferencia en género en la exposición a estos eventos? • ¿Cuáles son los síntomas que más prevalecen en la muestra? 52 • Examinar si existe una relación entre TEPT, los ataques de nervios y los síntomas de somatización. • Identificar cuáles áreas de la vida reportan los participantes que se vieron afectadas tras la exposición al evento traumático. 53