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II ENCUENTRO DE RECTORES DE LA REGIÓN ANDINA “LA RESPONSABILIDAD SOCIAL Y EL COMPROMISO CIUDADANO DE LAS UNIVERSIDADES CATÓLICAS EN AMÉRICA LATINA: PARA QUE NUESTROS PUEBLOS TENGAN VIDA” UNIVERSIDAD CATÓLICA BOLIVIANA “SAN PABLO” 28 Y 29 DE NOVIEMBRE DE 2011 LA PAZ - BOLIVIA PRIMER DÍA: “RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS UNIVERSIDADES CATÓLICAS EN AMÉRICA LATINA” Primer Panel: “UNA CONCEPTUALIZACIÓN SOBRE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL ESPECÍFICA DE UNA UNIVERSIDAD CATÓLICA” Presidente: Dr. Hans van den Berg, Rector Nacional de la Universidad Católica Boliviana “San Pablo”, Bolivia. Coordinador: Dra. Jeanette C. Rincòn, Directora de Cultura y Deportes de la Universidad Católica Cecilio Acosta, Maracaibo, Venezuela. Introducción del Presidente del panel. Ponencia 1: Rvdo. P. Edmundo Alarcón Caro, Docente Programa Profesional de Teología de la Universidad Católica Santa María, Arequipa, Perú. Responsabilidad Social y Universidades Católicas Dr. Edmundo Alarcón Caro Introducción El tema de la Responsabilidad Social (RS) ha cobrado gran importancia en los últimos tiempos, son muchas las organizaciones, empresas y entidades que cada día implementan acciones de este tipo en su gestión empresarial.1 En este marco de „mayor conciencia‟ social, las universidades no pueden mantenerse ajenas a estas pulsiones sociales y por eso se plantean la aplicación de la Responsabilidad Social en la Universidad, es lo que se conoce ya como Responsabilidad Social Universitaria (RSU). Cada día son más las universidades que se involucran en esta nueva forma de ser y gestionar, no sólo porque ellas también son organizaciones, sino porque además ellas tienen en sus manos la formación de los futuros profesionales que trabajarán en las empresas, los futuros ciudadanos que tendrán que impulsar democráticamente los derechos humanos y los futuros políticos que tendrán a su cargo el bien común en nuestro mundo globalizado.2 1. Algunos datos de referencia Siempre relacionada con la actividad empresarial, las primeras manifestaciones de responsabilidad social empresarial (RSE) se remontan a los años 50 y 603. Antes de estas fechas estuvo vigente la caridad del empresario, entendido como individuo y no como empresa. En la década de los 50, nuevos mecanismos tributarios incentivaron los aportes caritativos, además beneficiaban a las empresas. A partir de los años 60, destacados empresarios (Thomas Watson de IBM, David Rockefeller del Chase Manhattan y otros) plantearon -por primera vez- la idea de una responsabilidad social de las empresas. En la década de los 70, este fenómeno adquirió mayor connotación como respuesta a una serie de demandas provenientes de distintos sectores de la economía mundial. Surge entonces una preocupación por la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) a partir de los grupos de presión de la empresa (accionistas, inversionistas, trabajadores y sindicatos, consumidores y ONGs o movimientos globales). Simultáneamente a estas presiones, las empresas empezaron a diseñar, elaborar y hacer públicos sus códigos de conducta para guiar su labor con los trabajadores, la comunidad y el medio ambiente. Es difícil determinar con exactitud el momento y origen de esta nueva tendencia algunos autores postulan que el inicio de una mayor preocupación por la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) -en los años 90- se vio impulsada con la caída del muro de Berlín. Ese sería el momento en que los gobiernos reconocen que dejarán de ser un factor decisivo en el mundo y que deberán ceder terreno a otros actores sociales. A esto se suma el surgimiento de nuevas tecnologías y, particularmente, de Internet, herramienta que abrió a 1 Forética (2008).”Informe Forética 2008-Evolución de la RSE en España”. Ed. Forética. Universidad de las Américas Puebla (2004). “Universidad Construye país. Observando la Responsabilidad Social Universitaria”. Recuperado 2/2010. http:www.udlap.mx/rsu/pdf/2/ObservandolaRSU.pdf 3 Cox, Sebastian y Dupret, Javier, Documento para Análisis “La Responsabilidad Social Corporativa como aporte a la ética y probidad públicas”, Santiago de Chile, 1999. 2 las sociedades y forzó a las compañías a ser más trasparentes en sus transacciones. 2. Responsabilidad Social Desde el mundo empresarial, el Libro Verde4 de la Comisión de las Comunidades Europeas, entiende la RS como “la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores.” “Ser socialmente responsable no significa solamente cumplir plenamente las obligaciones jurídicas, sino también ir más allá de su cumplimiento invirtiendo «más» en el capital humano, en el entorno y las relaciones con los interlocutores. La experiencia adquirida con la inversión en tecnologías y prácticas comerciales respetuosas del medio ambiente sugiere que ir más allá del cumplimiento de la legislación puede aumentar la competitividad de las empresas. La aplicación de normas más estrictas que los requisitos de la legislación del ámbito social, por ejemplo en materia de formación, condiciones laborales o relaciones entre la dirección y los trabajadores, puede tener también un impacto directo en la productividad. Abre una vía para administrar el cambio y conciliar el desarrollo social con el aumento de la competitividad.”5 Ser responsable socialmente entonces significa, para las empresas, ir “más allá” de la obligación, lo cual es ciertamente meritorio, pero además esto “puede aumentar la competitividad de las empresas… puede tener un impacto directo en la productividad…” Sin duda, este acercamiento no deja de tener un carácter interesado en la economía de la empresa, y los beneficios que puedan generarle. Dejando de lado el carácter sólo empresarial (que deja también bienestar en las sociedades y grupos de su entorno), la Responsabilidad Social se desarrolla cuando una organización toma conciencia de sí misma, de su entorno, y de su papel en ese entorno. Implica la superación de un enfoque egocéntrico. Esta conciencia organizacional trata de ser global e integral (incluye tanto a las personas como al ecosistema, tanto a los trabajadores como a los clientes) y, a la vez, trata de "contagiarse" en todas las partes de la organización (todas las personas de la organización deben poder acceder a ese nivel de conciencia).6 La toma de conciencia está ligada a preocupaciones tanto éticas como interesadas. Se trata de una voluntad ética e interesada a la vez de hacer Comisión de las Comunidades Europeas, Libro Verde. Fomentar un marco europeo para la Responsabilidad Social. Bruselas, 18.07.2001. 4 5 6 Ibid, 21. Francoise Vallaeys, Qué es la Responsabilidad Social Universitaria, PUCP. las cosas "bien" para que todos los beneficiarios internos y externos de los servicios de la organización estén "bien". La ética, entonces, no es un freno al interés egoísta de la organización sino al contrario como empuje para su provecho. Se crea así una articulación pocas veces practicada entre ética y eficacia.7 La definición de lo que es "bueno" hacer o dejar de hacer, depende de una negociación o diálogo entre los interesados y afectados por los servicios de la organización, o de una anticipación de los intereses de los afectados (sobre todo cuando estos no pueden participar realmente del debate, como por ejemplo las generaciones futuras). De lo que se trata entonces, es de una opción por “concertar” dialógicamente con todos, con miras al bienestar de la comunidad en general 3. La Responsabilidad Social Universitaria Considerando el papel fundamental que desempeñan las Universidades en la sociedad actual, éstas no pueden desentenderse de asumir su preocupación y acción por los efectos de su participación en las sociedades, porque las consecuencias de su accionar, para bien o para mal, tienen impactos globales. Por eso, así como la Empresa ha tenido que superar el enfoque filantrópico de la inversión social (como gasto extra) para entenderse a sí misma bajo el nuevo paradigma de la Responsabilidad Social, la Universidad debe tratar de superar el enfoque de la "proyección social y extensión universitaria" como “apéndices” bien intencionados a su función central de formación estudiantil y producción de conocimientos, para poder asumir la verdadera exigencia de la Responsabilidad Social Universitaria. Es importante que las Universidades asuman una reflexión de la institución académica sobre sí misma en su entorno social, analicen su responsabilidad y sobre todo su parte de culpabilidad en los problemas crónicos de la sociedad; las universidades deben dejar de pensarse como una “isla de académicos”, o como una „burbuja de paz y racionalidad‟ en medio de la tormenta en que se debate el “Titanic planetario”, como llama Edgar Morin a nuestro “barco Tierra”, esa lujosa nave tecnocientífica pero sin rumbo8. Porque todos los líderes que hoy gobiernan las instituciones públicas y privadas, que dirigen a este Titanic, han salido de las mejores Universidades y aplican a diario ciencias y tecnologías aprendidas ahí, que sin embargo crean y 7 Está demás decir que la Responsabilidad Social implica el respeto del marco legal. Como es obvio que "hay que cumplir con la ley", nos interesamos aquí sólo por la parte "voluntarista" de la Responsabilidad Social, la que define acciones más allá de lo que exige la ley. 8 Ver E. Morin, "ESTAMOS EN UN TITANIC": http://www.iadb.org/etica/Documentos/dc_mor_estam.doc reproducen el mal desarrollo en el cual la mayor parte de la humanidad trata de sobrevivir. La relación entre la crisis del saber tecnocientífico hiperespecializado (fragmentado) y su ceguera crónica frente a los efectos globales que engendra por un lado, y la crisis social y ecológica mundial por otro lado, tiene que ser el punto de partida para una reforma universitaria de responsabilización social, que no sea sólo superficial o cosmética, sino una profunda reflexión sobre el significado social de la producción de conocimiento y la formación profesional de líderes en la era de la ciencia. No se trata sólo de reformar a las malas políticas, sino también a los malos conocimientos y epistemologías9 que la Universidad contribuye en producir y transmitir, y que inducen a estas malas políticas, cada Universidad podrá empezar a elaborar su propio diagnóstico y reforma. Por eso, la Responsabilidad Social Universitaria exige, desde una visión holística, articular las diversas partes de la institución en un proyecto de promoción social de principios éticos y de desarrollo social equitativo y sostenible, para la producción y transmisión de saberes responsables y la formación de profesionales ciudadanos igualmente responsables10. 4. Responsabilidad Social y Universidades Católicas En este gran contexto de responsabilidad social universitaria, ¿dónde se ubican las universidades católicas? ¿cuál es/debe ser su papel o accionar socialmente responsable? Lo primero que debemos establecer es que las Universidades Católicas, dado su carácter e identidad cristiana, no puede desentenderse de las realidades humanas y sociales. Así, la Ex Corde Ecclesiae dice que: “La Universidad Católica, en cuanto Universidad, es una comunidad académica, que, de modo riguroso y crítico, contribuye a la tutela y desarrollo de la dignidad humana y de la herencia cultural mediante la investigación, la enseñanza y los diversos servicios ofrecidos a las comunidades locales, nacionales e internacionales”11 Por otro lado, la Universidad Católica, es el natural lugar de encuentro entre la fe y la razón, entre la fe y la cultura, entre la fe y la vida. Encuentro que con frecuencia es evitado o rechazado, lo que puede significar, entre otras cosas: incompetencia, ignorancia, miedo, falta de identidad; o cerrazón e incapacidad para dialogar. Especialmente por la muy difundida creencia de 9 Teoría 10 de los fundamentos y métodos del conocimiento científico. Como ejemplo de Responsabilidad Social Universitaria en América Latina, existe la muy interesante experiencia chilena: “Universidad construye país” , que agrupa varias Universidades alrededor de un proyecto que se basa en una visión integral de Responsabilidad Social dentro de la Universidad (cubriendo los aspectos de Gestión, Docencia, Investigación y Extensión): http://www.construyepais.cl 11 Ex Corde Ecclesiae n. 12 que existe una incompatibilidad, entre estos ámbitos. expresamente lo aclara el Documento de Aparecida: Lo cual no es así, “Ante la falsa visión, tan difundida en nuestros días, de una incompatibilidad entre fe y ciencia, la iglesia proclama que la fe no es irracional. Fe y razón son dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva en la contemplación de la verdad…” (D.A. 494) Esto es vital en una Universidad Católica, porque no se trata solamente de ofrecer las mejores ciencias y técnicas, acordes con los avances científicos actualizados; se trata de la calidad ética de los profesionales que damos a la sociedad. Así lo expresaba, Joseph Ratzinger, cuando aún era Cardenal: “Es importante que en una Universidad Católica no se aprenda sólo la preparación para una cierta profesión. Una Universidad Católica es algo más que una formación profesional, en la que aprendo física, sociología, química… Es muy importante una buena formación profesional, pero si fuera sólo esto no sería más que un techo de escuelas profesionales diferentes. Una Universidad tiene que tener como fundamento la construcción de una interpretación válida de la existencia humana. A la luz de este fundamento podemos ver el lugar que ocupan cada una de las ciencias, así como nuestra fe cristiana, que debe estar presente a un alto nivel intelectual”12. En otras palabras, la Universidad se constituye en factor fundamental de construcción de la sociedad, necesita poner en práctica el pluralismo que respeta las diferencias y sabe escuchar; pero también la identidad cristiana que no se deja llevar por relativismos fáciles y cómodos, sino que apunta a la búsqueda de la verdad, a la convivencia fraterna, al servicio de la persona y la sociedad. Como muy bien lo expresa el Documento de Aparecida, las Universidades Católicas tienen que ofrecer: “... una formación dada en un contexto de fe, que prepare personas capaces de un juicio racional y crítico, conscientes de la dignidad trascendental de la persona humana. Esto implica una formación profesional que comprenda los valores éticos y la dimensión de servicio a las personas y a la sociedad; el diálogo con la cultura, que favorezca una mejor comprensión y transmisión de la fe; la investigación teológica que ayude a la fe a expresarse en lenguaje significativo para estos tiempos.” (D.A. n. 341). Basados en los elementos de identidad y los criterios que deben considerar las Universidades Católicas, nos planteamos el lugar de la Responsabilidad Social en ellas, y sin lugar a dudas podemos decir que ella (la RS) no es ajena al quehacer de nuestras Universidades. Más aún, tenemos en nuestras manos el gran desarrollo del pensamiento social cristiano, que desde mucho antes que los empresarios, ha expresado su preocupación por las cuestiones sociales, y como sabemos, se ha hecho efectivo en la Doctrina Social de la Iglesia. 12 Card. Joseph Ratzinger, en la Universidad Católica San Antonio de Murcia, diciembre 2002. Aventurándonos un poco, podríamos decir que la DSI (dada su precedencia histórica), ha puesto las bases para lo que hoy se denomina como Responsabilidad Social, aunque es evidente, que en la RS, hay una clara „exclusión‟ a cualquier referencia de lo creyente. Podemos decir entonces, que la Responsabilidad Social, es una propuesta „laica‟ o „laicizada‟, que “evita” o no hace referencia a nada que sea religioso (síntoma de nuestros tiempos). De cualquier modo, no es difícil notar que los principios y valores (ej. justicia, justicia social, respeto por la creación, participación, corresponsabilidad, etc.) propuestos por la DSI, se reflejan en los principios que promueve la RS. Sin embargo, la gran diferencia radica en que la DSI está inspirada por el Evangelio, y debe caminar a través de ese cauce, para iluminar la sociedad y los problemas que en ella se entremezclan. Es bastante conocido que la DSI considera los valores de la equidad, la participación de los trabajadores y la búsqueda de intereses colectivos. Independientemente de si se gana dinero o no, el ser humano es el fin último, y sus derechos se derivan de su dignidad inalienable. Ej. La sensibilidad al medio ambiente, la oposición al trabajo infantil son factores a los que la empresa responde requerida por los clientes concienciados en estos temas. La Universidades católicas, sin duda, tienen que responder a los actuales contextos de aguda pobreza, inequidad, injusticia, violencia, migración creciente, vulneración de los derechos humanos, que son el resultado del fracaso de los modelos económicos y políticos… estas realidades desafían la vida del creyente. Así la RSU en las universidades católicas y de inspiración cristiana, sería simplemente la expresión de la DSI, propuesta por el Magisterio de la Iglesia, la cual debe ser hecha concreción. Dicho de otro modo, las Universidades Católicas, tenemos en el amplio Magisterio Social de la Iglesia, la mejor forma de ser “socialmente responsables” (para estar a tono con los términos), ciertamente no se trata sólo de homologar términos, porque no podemos olvidar que es el anuncio del Evangelio, el motor que anima nuestras motivaciones. La última encíclica social Caritas in Veritate nos advierte sobre las diferencias principalmente de carácter ético, con respecto a la responsabilidad social empresarial, cuando dice: “… se está extendiendo la conciencia de la necesidad de una «responsabilidad social» más amplia de la empresa. Aunque no todos los planteamientos éticos que guían hoy el debate sobre la responsabilidad social de la empresa son aceptables según la perspectiva de la doctrina social de la Iglesia, es cierto que se va difundiendo cada vez más la convicción según la cual la gestión de la empresa no puede tener en cuenta únicamente el interés de sus propietarios, sino también el de todos los otros sujetos que contribuyen a la vida de la empresa: trabajadores, clientes, proveedores de los diversos elementos de producción, la comunidad de referencia.” CV, 40. En efecto, no podemos dejar la acción social a merced de los intereses privados, por eso dice la última encíclica social, la DSI es “caritas in veritate in re social” es decir el anuncio del amor de Cristo en las realidades sociales, porque: “Sin verdad, sin confianza y amor por lo verdadero, no hay conciencia y responsabilidad social, y la actuación social se deja a merced de intereses privados y de lógicas de poder, con efectos disgregadores sobre la sociedad, tanto más en una sociedad en vías de globalización, en momentos difíciles como los actuales” CV, 5. Así por ejemplo, la DSI considera los valores de la equidad, la participación de los trabajadores y la búsqueda de intereses colectivos, independientemente de si se gana dinero o no, o de la mejora en la productividad de la empresa. Para la DSI la persona es el fin último y sus derechos se derivan de su dignidad inalienable. La persona según la RSC es un medio para el fin de la empresa (ganar dinero y permanecer en el mercado). En la DSI se defiende la dignidad de la persona por principio, porque es un fin en sí misma, a la que cualquier medio debe someterse, según el viejo principio de “el fin no justifica los medios”. En el tema de la Participación, otro ejemplo, según la DSI la persona es protagonista tiene derecho a participar en las decisiones empresariales. Cooperativas, como el grupo Mondragón, se han constituido de esta forma, porque la autogestión es un valor en sí mismo. Sin embargo, la empresa capitalista, no tiene por qué ofrecer esa gestión del personal en las decisiones de la empresa, que es competencia de la Dirección y el Consejo de Administración. En el ámbito de la responsabilidad la encíclica SRS 38, nos recuerda que “todos somos responsables de todos.” Se podría hablar de clientes responsables, que elijan consumir e invertir en marcas de empresas responsables. No se puede exigir a las empresas una mayor exigencia que la de los ciudadanos. El poder de los trabajadores es crear sindicatos responsables, que atiendan no sólo a los intereses de los trabajadores de la empresa sino al del conjunto, incluyendo parados y trabajadores del llamado tercer mundo. El poder de los consumidores está en agruparse en asociaciones desde las que exigir estos valores. El poder de los ciudadanos es elegir a sus representantes mediante el voto. Además de todo ello queda la coherencia y testimonio personal. No puedo cambiar mi empresa, pero sí mi puesto de trabajo. No puedo vencer el consumismo reinante consecuencia de una propaganda apabullante, pero puedo ser austero. No se puede menospreciar lo pequeño, porque como decía Schumacher, en su famoso libro, lo pequeño es hermoso. Muchas cosas pequeñas quizá no cambien el mundo pero ayudan a hacerlo más habitable. La alegría también se basa en seguir la conciencia cuidando los detalles, como ofrecer y acabar una tarea, prestar un servicio con buena cara, cumplir los horarios y normas laborales. Por eso es importante recordar la ineludible dimensión profética que tiene la DSI, la cual plantea la exigencia del anuncio y denuncia de los males en la sociedad. “Al ejercicio de este ministerio de evangelización en el campo social, que es un aspecto de la función profética de la Iglesia, pertenece también la denuncia de los males y de las injusticias. Pero conviene aclarar que el anuncio es siempre más importante que la denuncia, y que ésta no puede prescindir de aquél, que le brinda su verdadera consistencia y la fuerza de su motivación más alta.” SRS, 41. Es a través de la DSI que las Universidades Católicas, pueden ejercer la dimensión profética, que les viene del Evangelio: “… esta doctrina es un camino peculiar para el ejercicio del ministerio de la Palabra y de la función profética de la Iglesia. En efecto, para la Iglesia enseñar y difundir la doctrina social pertenece a su misión evangelizadora y forma parte esencial del mensaje cristiano, ya que esta doctrina expone sus consecuencias directas en la vida de la sociedad y encuadra incluso el trabajo cotidiano y las luchas por la justicia en el testimonio a Cristo Salvador.” Compendio, 68. 5. La Responsabilidad Social Universitaria como nuevo contrato social para la Universidad13 En el Perú la PUCP, es una de las Universidades que se ha planteado la Responsabilidad Social, y la viene trabajando desde hace ya algunos años. La PUCP propone tres grandes ejes para este nuevo contrato social universitario, darle de nuevo sentido histórico a la aventura universitaria y promover una verdadera Responsabilidad Social Universitaria: - 13 La responsabilidad social de la ciencia La formación a la ciudadanía democrática, La formación para el desarrollo. Francoise Vallaeys, ¿Qué es la Responsabilidad Social Universitaria? 5.1. Garantizar la Responsabilidad Social de las Ciencias En primer lugar debemos reconocer que la ciencia nunca fue neutral, pero nunca fue menos neutral como ahora. Karl Otto Apel, como muchos otros intelectuales desde hace décadas, nos advierte de "la urgente necesidad de una nueva fundamentación racional, filosófica, de la ética en la época de la ciencia"14, porque, por primera vez desde el nacimiento del homo faber, la acción humana es capaz de suprimir definitivamente toda acción futura. Esta nueva visión que el hombre tiene de sí mismo y de su poder, precisamente del poder de su saber, implica una nueva definición de la responsabilidad a escala planetaria, que no puede sin más ser concebida en el marco de las morales tradicionales vigentes. Las ciencias son el punto arquimédico de esta ética planetaria: en buena cuenta, son ellas que inventan los nuevos problemas de la agenda ética (contaminación, riesgos nucleares, manipulaciones genéticas, etc.) y, al mismo tiempo, necesitamos de ellas para darle solución a estos problemas. Es por lo tanto necesario someter la actividad científica a un control moral, social y político. La sociedad democrática debe recuperar poder sobre la producción y el uso del saber tecnocientífico, controlar el destino de la ciencia que está ahora íntimamente ligado al destino de la humanidad15. Y, desde un punto de vista ético, no es justo que los afectados por el avance científico (es decir todos nosotros) no puedan opinar acerca de las decisiones fundamentales que comprometen su vida y futuro. Un lugar estratégico para instituir y promover la responsabilidad social de la ciencia es justamente la Universidad, porque es el lugar de convergencia entre la producción del saber científico (la investigación), la reproducción de este saber (transmisión de los conocimientos y formación de los ciudadanos profesionales que socializan las ciencias y tecnologías) y la información del gran público sobre el quehacer científico (la Universidad es un espacio social abierto al debate público). La Universidad tiene la responsabilidad social de promover el debate, facilitarlo, conducirlo y enriquecerlo, dando al público ciudadano los medios para informarse, reflexionar y juzgar, y a las empresas los conocimientos adecuados para aplicar su propia Responsabilidad Social. El pluralismo y la racionalidad de los académicos pueden servir de garantía para que este debate sea todo lo transparente y libre posible. La organización de conferencias, mesas redondas, seminarios en donde se encuentran juntos 14 K.O. APEL (1980) Notwendigkeit, Schwierigkeit und Möglichkeit einer philosophischen Begründung der Ethik im Zeitalter der Wissenschaft, en Libro de homenaje a Constantino Tzatzo, Atenas. Trad. castellana en Estudios Eticos, Barcelona, Alfa, 1986. 15 Está claro que la situación social actual de las ciencias no puede razonablemente hacer temer un impedimento del avance científico por culpa de este control ciudadano. Ya no estamos en la situación del siglo XVI. Sólo grupos muy marginales (entonces poco operantes en el debate) podrían querer un cese unilateral de la investigación científica. científicos comprometidos en difundir los resultados de sus investigaciones de modo comprensible, estudiantes en formación profesional y el público en general, es el modelo de esta Responsabilidad Social Universitaria para con la culturización científica de la ciudadanía y la culturización ciudadana de la ciencia. Pero debe ser obviamente complementado por acciones estratégicas de difusión de la información científica pertinente y de formación continua de las personas a la comprensión crítica de la actividad científica. El contrato social mencionado, en ese sentido, coloca a la Universidad en una nueva posición. Ya no tiene que defender a la ciencia contra el Estado, sino a la sociedad contra/con la ciencia. Así adquiere un nuevo papel público, aquel de velar por los intereses sociales en la misma actividad científica. 5.2. Promover la formación a la ciudadanía democrática Es ampliamente conocido que la participación ciudadana, está reducida sólo al voto, con muy poco control sobre la selección de los candidatos; los procesos electorales son cada vez más costosos y están contaminados por la acción de los medios de comunicación. Esto es más grave cuando pasamos de la problemática nacional a la problemática mundial, donde las decisiones importantes se toman sin ningún tipo de fiscalización por parte de los pueblos. En cuanto a la actividad de opinar, ella ha sido confiscada desde hace buen tiempo por las agencias encuestadoras que, por un lado, atomizan a los individuos reducidos a su sola opinión privada emitida inmediatamente, y, por el otro lado, controlan el manejo de los temas, con las preguntas y el tipo de respuestas posibles se manejan en las encuestas. Esta actividad ciudadana de fomento de una opinión ilustrada no es inmediata. Implica formación, información, capacidad de juicio, diálogo, razonamiento, decisión, militancia, toda una serie de actividades humanas propiamente racionales, públicas y políticas que no son naturales sino complejas y necesitan de un aprendizaje, y un aprendizaje a la vez libre (sino no tiene sentido) y común (sino no tiene eficacia)16. Uno de los espacios sociales más propicios para cumplir con esta formación de adultos responsables ciudadanos es la Universidad17. Curiosamente, podemos darnos cuenta que, en nuestras sociedades dichas democráticas, falta un verdadero espacio público de aprendizaje y ejercicio ciudadanos. Obviamente, la tarea específica de formar ciudadanos informados, capaces de reflexión y diálogo, significa que la Universidad debe abrirse mucho más a la educación del adulto, la formación continua y la 16 La carencia de una institución social que cumpla con esta tarea explica por qué los derechos humanos han tenido tanta promoción y los derechos ciudadanos tan poca: no se necesita aprender a ser humano, pero sí a ser ciudadano. 17 La escuela primaria y secundaria son esenciales para la formación ciudadana del joven, pero sólo la Universidad puede iniciar en los debates políticos complejos a adultos con derecho de voto y responsabilidad jurídica. facilitación de espacios de debate y reflexión ciudadana, ilustrados sin ser especializados (cultura humanística y no cultura científica). Otra vez, esta meta de Responsabilidad Social Universitaria se ve en parte realizada en todos los congresos y seminarios abiertos al público, con exposiciones breves, sencillas y sintéticas de expertos comprometidos en difundir la información pertinente y útil a la ciudadanía. Pero falta incluir esta meta de la educación a la ciudadanía en la política institucional de las Universidades y el currículo de sus diversas carreras. Esto implicaría tomar el riesgo de caer en el ¿„activismo político‟ y adoctrinamiento de los estudiantes? El temor es legítimo, pero la situación actual de pseudo neutralidad universitaria, puede constituir el peor activismo político (porque solapado), y el peor adoctrinamiento (porque invisible y negado en cuanto tal). Lo único que debemos temer, en ese sentido, es de promover una Universidad donde se declara: "aquí no se hace política, sólo formación científica", porque ésta es la más peligrosa posición política posible, posición positivista cientificista que, negando ser una "posición", desde la altura de su pretendida neutralidad axiológica, impide de antemano cualquier crítica contra ella, y reconduce al primer peligro mencionado de una actividad científica no fiscalizada. 5.3. Educar al estudiante como un agente de desarrollo La Universidad juega aquí otra vez un papel central, su Responsabilidad Social tiene que orientar la formación general y especializada del estudiante hacia la promoción del desarrollo justo y sostenible, creando así un nuevo perfil del egresado universitario: Un estudiante preocupado por las injusticias a su alrededor y con voluntad de comprometerse en acciones concretas. Un estudiante que haya podido desarrollar su propia capacidad solidaria en acciones de voluntariado conducidas desde la Universidad. Un estudiante informado, capaz de contextualizar su saber especializado en vista a la solución de los problemas cruciales de su sociedad. Un estudiante capaz de escuchar, intercambiar y entrar en empatía con el otro, es decir que haya podido beneficiar de experiencias sociales formativas a nivel emocional. Un estudiante formado a la ética del diálogo. Un estudiante promotor de democracia y participación, que sabe ser ciudadano, es decir que “sabe gobernar y ser gobernado” como decía Aristóteles. Esto obliga la Universidad a instituir la problemática del desarrollo como tema transversal prioritario en todas las carreras y darse los medios para formar a sus profesores en el enfoque, reintegrando los saberes en el marco de la solución de problemas de desarrollo. También obliga a una nueva relación al saber: Integrar la cultura humanista con la cultura científica, en cuanto es la primera la que le da sentido, sintetiza, ubica y vigila a la segunda. Formar equipos de docentes e investigadores en comunidades de innovación capaces de autoaprendizaje interactivo en base a problemas complejos. "Desfetichizar" el saber enseñando al estudiante no sólo el dato informativo, sino cómo se llegó a este dato, es decir enseñándole a conocer el conocimiento. Reconocer la diferencia entre informar y formar: la información ya no es el privilegio de los expertos y profesores en la hora del "google.com", pero Internet ¡no es una Universidad! El nuevo contrato social conduce a nuevas relaciones en el aula: Incentivar una cultura docente más democrática, basada en la facilitación del autoaprendizaje del estudiante18. Promover nuevas técnicas pedagógicas como el ABP (Aprendizaje Basado en Problemas), el aprendizaje lúdico y el aprendizaje basado en proyectos. Organizar el aula como un espacio social que puede ser en gran medida confiado a los estudiantes para la responsabilidad de su autogestión. Combinar el trabajo presencial con el uso de los TICs y el aula virtual, etc. 5.4. Buenas razones para firmar este contrato social Existen muchas buenas razones que pueden convencernos de firmar este nuevo contrato social entre la Universidad y la sociedad. 18 - Si la sociedad no firma este contrato social, está condenada a perder poco a poco la democracia en beneficio del poder tecnocrático de los expertos. Si la política se vuelve un asunto de especialistas y expertos, es obvio que no podemos racionalmente encomendar a un pueblo "ignorante" elegir a los expertos "sabios" que velaran por el bien público. Si no existe una "institución puente" entre la sociedad civil y la administración de la "cosa pública" (República) capaz de cubrir de algún modo la brecha y educar al ciudadano, el mismo paradigma de la democracia representativa está en peligro. - Si la sociedad no firma este contrato social, arriesga seguir con la inestabilidad social que, en ciertas situaciones de crisis, puede generar en movimientos populares irracionales, oscurantistas, y muy violentos, que Ver el artículo : La Universidad como espacio de aprendizaje ético, de Miquel Martínez Martín, María Rosa Buxarrais Estrada y Francisco Esteban Bara: http://www.campus-oei.org/valores/monografias/monografia03/reflexion02.htm fácilmente derrumban a la democracia siempre frágil. Por eso, las democracias actuales no pueden comprarse el lujo (inmoral además) de un pueblo "ignorante" en la era de la tecnociencia y la globalización. No sólo existen argumentos económicos en contra, sino también políticos y geoestratégicos19. - Si la sociedad no firma este contrato social, arriesga perder globalmente el control sobre su futuro por una actividad tecnocientífica descontrolada, sin límites y que aliene sistemáticamente el poder político, incapaz de tener la iniciativa en el diseño de políticas públicas, sino sólo capaz de gestionar a duras penas los nuevos problemas que la tecnociencia acelerada le inventa a diario. Arriesga perder el control ciudadano sobre las medidas globales necesarias al mantenimiento de los grandes equilibrios ecológicos. Es necesario instituir una responsabilidad social de la ciencia que pueda anticipar y controlar los riesgos a futuro de tal o cual aplicación tecnológica. - Si la sociedad tiene interés en firmar el contrato social, es obvio que la Universidad también, por las mismas razones. De lo que se trata en realidad es de dotar a la organización social actual de un sistema inmunológico pensante que pueda relacionar Ciencia con Cultura humanista y Democracia participativa, fomentando así una cultura general de paz y de desarrollo equitativo y sostenible. Así es que se puede formular el Nuevo contrato social entre la Universidad y la Sociedad en estos términos: "Tú, Sociedad, me garantizas autonomía y recursos, y yo, Universidad, te doy (1) más Democracia a través de la formación de estudiantes y ciudadanos responsables, (2) más Ciencia responsable, lúcida y abierta a la solución de los problemas sociales de la humanidad, y (3) mejor Desarrollo equitativo, innovador y sostenible, con profesionales competentes y comprometidos." ______________________ 19 No nos olvidemos de que en el mismo país de Kant y Humboldt, el pueblo fanatizado se puso bajo las ordenes de un Führer; que Yugoslavia se derrumbó bajo los brotes incontrolables del odio racista; que nuestros pueblos hambrientos de América Latina no pocas veces han aplaudido los golpes militares que sepultaban a la democracia; que un movimiento terrorista tan sangriento como Sendero Luminoso nació en Perú de la marginación y discriminación social de pequeños universitarios provincianos mal formados.