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Aplicación de la tecnología emergente de altas presiones en alimentación Entrevistamos a J. Antonio Torres, profesor de la Universidad Estatal de Oregón en Estados Unidos, que nos habla sobre la tecnología de altas presiones y sus aplicaciones en el sector alimentario… J. Antonio Torres trabaja en el Grupo de Ingeniería de Procesos Alimentarios del Departamento de Ciencia y Tecnología de los alimentos de la Universidad Estatal de Oregón en Estados Unidos. Doctorado en Ingeniería de los Alimentos por el Instituto tecnológico de Massachusetts, cursó también un Master en Microbiología de los Alimentos y obtuvo el grado de licenciatura en Matemáticas e Ingeniería Industrial y Química en la Universidad Católica de Santiago de Chile. Antonio ha trabajado en la OSU (Oregon State University) desde 1985, donde su investigación, centrada en las tecnologías alimentarias tanto convencionales como alternativas y la utilización de biopolímeros en los alimentos, ha dado como resultado de más de 120 publicaciones. En la actualidad, realiza alrededor de unas 20 presentaciones al año en los Estados Unidos, Europa y América Latina. Actualmente, la mayoría de sus investigaciones se centran en las altas presiones hidrostáticas (HPP de sus siglas en inglés, High Pressure Processing), y en los tratamientos térmicos asistidos por altas presiones (PATP, de sus siglas en inglés, PressureAssisted Thermal Processing), y en particular, en la cinética de las reacciones químicas que se producen en los alimentos a altas temperaturas y altas presiones. ¿Cuáles son las principales características y efectos de la aplicación de la tecnología de altas presiones en el ámbito de la alimentación? La industria ha hecho grandes inversiones en un gran número de instalaciones para el procesamiento de los alimentos utilizando tecnologías basadas en tratamientos térmicos. Aunque su fiabilidad y eficacia son ampliamente reconocidas, las altas temperaturas empleadas en estas tecnologías provocan cambios altamente indeseables como la destrucción de nutrientes esenciales, la pérdida de propiedades sensoriales, y la disminución de compuestos considerados beneficiosos para la salud como son los antioxidantes. En las dos últimas décadas, se han desarrollado nuevas tecnologías como alternativa a los procesos convencionales de conservación de alimentos por la aplicación de calor. Entre ellas, sólo los procesos basados en la alta presión hidrostática (APH) se encuentran ampliamente comercializados. La amplia difusión de la tecnología APH se debe a que sin afectar la calidad de los alimentos puede inactivar enzimas y microorganismos, incluso aquellos patógenos de alto riesgo para el consumidor como Listeria monocytogenes y Escherichia coli serotipo O157:H7. ¿Cuál está siendo la penetración de esta tecnología en la industria alimentaria? ¿Y en qué tipo de productos está demostrando mejores resultados? La tecnología de altas presiones, también conocida por las siglas en inglés HPT (High Pressure Treatment) o HPP (High Pressure Processing) se utilizó por primera vez en Estados Unidos a finales del siglo XIX en leche (670 MPa, 10 min), consiguiéndose 5-6 reducciones logarítmicas de la carga microbiana sin aplicar calor. La comercialización de este descubrimiento se demoró casi un siglo debido a la falta de unidades comerciales apropiadas para el procesado de alimentos, es decir, equipos capaces de operar hasta un millón de ciclos con una mínima interrupción para reparaciones y mantenimiento. Esta limitación se superó a finales de la década de los ochenta, lo que trajo al mercado el primer producto APH: un zumo de frutas en Japón. En las últimas dos décadas se han establecido importantes programas de investigación sobre esta tecnología en Japón, Europa, América Latina y Estados Unidos. En las aplicaciones comerciales se utilizan generalmente presiones que oscilan entre 300 y 700 MPa durante 3-5 minutos a temperatura ambiente o preferiblemente de refrigeración. El efecto de la alta presión hidrostática, a diferencia de lo que ocurre en los procesos térmicos y otras tecnologías de conservación, es casi instantáneo y uniforme en todo el alimento. Por ende, el diseño del proceso es independiente de la geometría y tamaño del producto, así como del equipo de tratamiento, por lo que el escalado a nivel comercial de los efectos observados en unidades de laboratorio y planta piloto es extremadamente simple y seguro. Esta característica es también importante cuando es necesario renovar equipos, se adquieren equipos de dimensiones mayores, o se cambia el volumen y geometría del envase. Ninguno de estos cambios afecta al tiempo y presión seleccionado para el proceso. Estas ventajas en la implementación comercial de los procesos APH son razones importantes por las cuales esta tecnología ha llegado en poco tiempo al consumidor con una amplia variedad de productos. El crecimiento exponencial durante las últimas dos décadas del número de instalaciones APH en el mundo, así como el incremento en casi 10 veces del volumen de trabajo de las instalaciones en operación, se debe al interés comercial en estos productos. En Estados Unidos operan más de la mitad de los equipos APH mientras que en España el número de unidades en operación comercial es de al menos 12. Cabe hacer notar que la empresa española, NC Hyperbaric construyó a lo menos dos tercios de las unidades en operación en países europeos (www.nchyperbaric.com). En cuanto a tipo de productos, y así mismo como al tamaño de las empresas que han adoptado esta tecnología, no existe ninguna preferencia. Ha sido utilizada en productos cárnicos, vegetales, frutas, zumos, mariscos y pescados y las empresas pueden ser grandes trasnacionales como la división Oscar Mayer de Kraft Foods o PYMES interesadas en un producto nicho tal como la empresa Frubaca en Portugal. Aparte de con el objetivo de la conservación de los productos, ¿qué otras aplicaciones tiene la tecnología? Las razones por las que una empresa puede decidir adoptar esta tecnología, y tenga éxito en el mercado, son muy diversas pero entre las principales se pueden mencionar las siguientes. La principal razón puede ser probablemente la eliminación de un riesgo de seguridad alimentaria es probablemente la principal razón. Un ejemplo son las carnes loncheadas, ya que el proceso desde el corte de rebanadas, su manejo mecánico y por operadores, hasta el envasado, son un riesgo de contaminación del producto por contacto con maquinarias, operadores y el medio ambiente. Otro ejemplo es el tratamiento de carnes crudas procesadas por ahumado en frío o en caliente, tratamientos que no son capaces de eliminar los patógenos presentes en forma natural en la materia prima. Por otra parte, se puede utilizar para conservar las características sensoriales del producto fresco (como sería el caso de una salsa con componentes frescos o el de un zumo), o para retener compuestos funcionales de alto valor en el mercado, como son los antioxidantes naturales de un alimento. Finalmente, otra de las aplicaciones se basa en lograr efectos que no son posibles con otras tecnologías, como lo es el procesamiento de langostas y otros mariscos sin utilizar calor. Al desnaturalizar las proteínas logra efectos únicos como es la remoción de la carne de una langosta o la apertura sin esfuerzo mecanico de una ostra o una almeja. ¿Con qué trámites legales se encuentran los productos tratados por la tecnología de altas presiones en el ámbito europeo? Los tratamientos de alta presión hidrostática están en el mercado en una situación algo vaga, ya que hay productos que estaban en el mercado antes de la implantación de la legislación relativa a los “novel food”, y otros que se han tenido que lanzar demostrando que no tienen efectos negativos. ¿Cuáles son los principales retos a afrontar para mejorar la tecnología? Desde mi punto de vista uno de los retos es encontrar empresarios visionarios para encontrar aplicaciones nuevas y no sencillamente convencionalmente. reemplazar Cuando se productos obtenidos utilizan tecnologías convencionales, e incluso cuando se desarrolla solo una extensión de un producto existente, no siempre se logra encontrar un producto que responda a las necesidades del consumidor. Otro, es mejorar la capacitación técnica de las empresas en los principios fundamentales de una nueva tecnología, lo que implica la necesidad de que los investigadores sean capaces de traducir y transmitir su conocimiento de forma efectiva. Por último, es necesario desarrollar la tecnología de procesos térmicos asistidos por alta presión (PTAP) para obtener productos que no requieran de refrigeración durante su distribución y almacenamiento. Los productos tratados por la tecnología de altas presiones presentes hoy en el mercado necesitan de refrigeración, pH <4.5 o actividad de agua reducida para evitar la germinación de las esporas bacterianas. La inactivación de esporas bacterianas por una combinación de alta presión y temperatura permitirá utilizar procesos térmicos a menor temperatura, menor tiempo o una combinación de ambos. Por ello, los efectos de degradación térmica de la calidad serán menores a los observados en procesos térmicos convencionales. Además, en el diseño de tratamientos PTAP se debe considerar que la temperatura del fluido del contenedor de alta presión, y también la del alimento a procesar, aumenta y disminuye casi instantáneamente durante su compresión y descompresión, respectivamente. La transferencia de resultados experimentales a las plantas comerciales tendrá una complejidad mucho mayor que el de la propia tecnología de altas presiones, por lo que es necesario el apoyo a la industria de investigadores especializados y de centros tecnológicos que faciliten a la industria de alimentos la incorporación de estas nuevas tecnologías, y por ende promuevan la seguridad y calidad de los productos para el consumidor. Más información: Tecnología de Altas Presiones