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Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte Ficha de Cátedra Nº 10 Carrera de Sociología-UBA Cátedra Sociología Rural Norma Giarracca-Karina Bidaseca Seminario“Acciones Colectivas, protestas y Movimientos Sociales en el interior del país. El contexto de América Latina” Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte Introducción En esta ficha, preparada por Pablo Barbetta y Daniela Mariotti, se sintetizan los principales aportes que cientistas sociales europeos y norteamericanos contemporáneos han realizado para la comprensión de fenómenos que emergen con fuerzas después de 1968. Si bien incluimos a un argentino de origen –Ernesto Laclau- todas las condiciones de su producción son europeas. Este trabajo tiene como finalidad que ustedes conozcan a los autores, sus principales aportes para luego conseguir el texto. Es decir, les damos un pantallazo general para que ustedes, en la construcción del proyecto, elijan autores de estas corrientes que les permitan “rodear”, “densificar” vuestros temas. Las conceptualizaciones Algunas teorías que abordan los aspectos cognitivos y culturales de las acciones colectivas conciben al conflicto desde un modelo de lo “social no suturado”. A este respecto Laclau y Mouffe (1987) propusieron la noción de proceso hegemónico, a través del cual un particular es universalizado y naturalizado por un grupo social determinado que cuenta con los recursos de poder suficientes para imponer su interés particular y por lo tanto su propia definición. Existen puntos nodales en donde la Ficha de Cátedra Nº 10 1 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte arbitrariedad de esta universalización se vuelve manifiesta para quienes han sido excluidos del poder de definir. Entonces los conflictos pueden ser vistos como sucesos con efectos de dislocación (Hall, 1994, citado en Pizarro, 1998) en donde existe un antagonismo potencial. La manera en que los sujetos definen dichos conflictos, los recursos y la acción son considerados como definiciones alternativas aún en condiciones de subalternidad, como símbolos de la exclusión y de la no sutura (Ibidem, 4). Las protestas son modos de aparecer y participar en la arena política a nivel nacional e internacional. La acción colectiva de protesta aparece como una irrupción conflictiva, que se inscribe en el espacio público a partir de una demanda concreta y que necesita del discurso y de la acción para adquirir visibilidad. Pero sobre todo las protestas son luchas por la producción de sentidos, esto es, una lucha en la que los actores disputan con otros sujetos la definición de la realidad. Las luchas simbólicas se llevan a cabo en prácticas discursivas en donde se conjugan elementos provenientes de distintos órdenes que compiten por darle sentido al mundo, y las categorizaciones triunfantes se vuelven hegemónicas. Sin embargo, en la medida que los procesos de lucha continúan, las categorizaciones son re-significadas y recreadas a lo largo del tiempo por los distintos grupos sociales. Las acciones colectivas se relacionan con la aparición de un problema que no es incluido para su resolución dentro de los límites institucionales, ya sea por transformaciones recientes o por la novedad de la demanda y pueden derivar en cambios o nuevas institucionalizaciones o agotarse en pura resistencia. Para trabajar a las acciones colectivas, proponemos revisar el ordenamiento de Svampa1 sobre los estudios realizados por la teoría social y política del Norte. El criterio empleado por la autora, está orientado a delimitar los alcances y límites de las nociones tales como comportamiento colectivo, acciones colectivas y los nuevos movimientos sociales (en adelante, NMS) y supone preguntas acerca de la naturaleza del actor social, si es racional o no, y la naturaleza de la acción social, si responde a causas estructurales o a cambios en el equilibrio de la estructura de oportunidades políticas o la crisis de integración que sufren los sistemas sociales. La combinación de ambas dimensiones resulta en el siguiente esquema: 1 Forma parte de un seminario de Doctorado sobre la Acción Colectiva, dictado por M. Svampa en el IDES, 2004. Ficha de Cátedra Nº 10 2 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte Del cuadro sólo tomaremos la columna que trabaja al “Actor social Racional”, e intentaremos distinguir y sintetizar las diferentes propuestas de pensamiento. Acción Social Actor social Racional Actor social No racional Causas estructurales Matriz inspirada en el marxismo y a partir de los años ’60 en los estudios sobre identidad. Surge la idea de NMS. Carácter antagónico de la acción. La acción es portadora de elementos emancipatorios. Touraine, Thompson, Scott, Melucci. Estructura de oportunidades políticas y crisis del sistema Se pone énfasis en la emergencia de la acción colectiva, ¿Por qué a veces se produce y otras veces no? Paradigma de la interacción estratégica que pone el énfasis en las oportunidades del cambio. Tilly, Tarrow, Mac Adam, Gamsosn, Melucci, Olson, entre otros. La acción colectiva es de corte emotivo, surge como respuesta a un cambio societal, por ejemplo la modernización. Se incluye al paradigma de la sociedad de masas, sobre todo la crítica aristocrática a las masas. Psicología social de Lebon, Tarde. Impacto en el positivismo latinoamericano: Ramos Mejía. Paradigma que se reelabora a partir de los ’50 con la transición a los totalitarismos Germani, etc. Se estudia la conducta o comportamiento colectivo, propio del funcionalismo. Es paradigma que menos ha estudiado la acción colectiva y además posee muchas dificultades para pensar el cambio. Smelser por ejemplo piensa que los individuos se reúnen para resolver alguna cuestión y lo hacen a partir de creencias. 1) Procesos políticos, movilización de recursos y estructura de oportunidades políticas Se define “acciones colectivas” al conjunto de relaciones que se relaciona con la aparición de un problema que no es incluido para su resolución dentro de los límites institucionales, ya sea por transformaciones recientes o por la novedad de la demanda. Las acciones colectivas se fundan en situaciones que colocan a los sujetos en espacios de la negociación política. Ficha de Cátedra Nº 10 3 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte En este sentido, es que se ajustan los estudios (escuela americana) sobre procesos políticos y el enfoque de la “estructura de oportunidades políticas”. El concepto de estructura de oportunidades políticas fue acuñado por la escuela americana de movimientos sociales, más precisamente, por aquellos investigadores cuya aproximación teórica remite al modelo del proceso político. Éste surgió en respuesta a la teoría de movilización de recursos, que a partir de la década de 1960, proponía un nuevo enfoque en el estudio de los movimientos sociales con el objetivo de distanciarse de las teorías de la sociedad de masas y del comportamiento colectivo, las cuales sostenían que la causa de la insurgencia social respondía a factores psicológicos más a que a factores de índole política. Como sostiene Mc Adam (1997) “los movimientos sociales eran vistos como esfuerzos colectivos para manejar o resolver más las tensiones psicológicas que las producidas por rigideces del sistema” (pág. 144). De esta manera, mientras que la acción colectiva de los movimientos sociales era considerada como irracional, la política institucionalizada era interpretada como racional, ya que persigue una meta política sustantiva. A diferencia de estas teorías, la escuela de movilización de recursos enfatiza la intencionalidad y racionalidad de los sujetos intervinientes en la protesta. Este marco conceptual reemplaza a la muchedumbre y a las variables psicológicas de alienación y frustración como eje central del análisis de la acción colectiva, y propone un actor racional, ya sea individual o grupal, que emplea un razonamiento estratégico e instrumental (Cohen; 1988). La pregunta que subyace a este abordaje se sitúa en el “cómo” de la acción colectiva, preguntándose tanto por las motivaciones individuales como colectivas para actuar. Aquí, en base de un actor que analiza la posibilidad de actuar de acuerdo a cálculos de costo/beneficio, las variables a enfatizar son la organización, las interacciones, oportunidades y estrategias. Si bien la racionalidad estratégico –instrumental de la acción colectiva les había permitido distanciarse de la teoría de masas y del comportamiento colectivo, los sumergía en otro problema: cómo dar respuesta al problema del free rider (quien aprovecha individualmente de una conquista o derecho conseguido por un grupo en el que no participó) de Mancur Olson. Los autores de la escuela de movilización de recursos sostienen que “Olson yerra al asumir que quienes son movilizados a la acción colectiva son individuos desorganizados (modelo de mercado) cuando, de hecho, ya están organizados en grupos de solidaridad” (Cohen; 1988: 13). Sin embargo, según Ficha de Cátedra Nº 10 4 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte Cohen, la respuesta no hace más que remitir la problemática hacia otro ámbito, dejando sin resolver por qué los individuos persiguen racionalmente sus intereses, se involucran en grupos y qué los hace solidarizarse en primer lugar. Por otro lado, también diferían en cuanto a las causas del desarrollo de una acción colectiva. Mientras que los teóricos clásicos sostenían como causa principal los altos grados de tensión o de descontento, los teóricos de la escuela de movilización de recursos afirmaban que éste era un factor explicativo insuficiente. Según estos autores, como el agravio o descontento está siempre presente en la vida social tiene poca importancia en la generación de una insurrección. Así, el desarrollo de una acción colectiva deviene de “un significativo aumento en el nivel de los recursos disponibles para sostener una actividad colectiva de protesta” (Mc Adam; 1985: 21). En un contexto teórico donde el campo político está dividido entre miembros y grupos excluidos o desafiantes2, éstos últimos, al no contar ni con los recursos organizacionales necesarios para generar y mantener una insurrección social ni con recursos políticos convencionales (votos, dinero para campañas, etc.) son virtualmente impotentes políticamente. De esta manera, un determinado movimiento social sólo podrá tener mayor influencia en el proceso de toma de decisiones en la medida en que sponsors externos, tales como fundaciones, agencias gubernamentales, etc., les proporcionen dichos recursos. Sin embargo, si bien el aumento en los recursos supone un acortamiento de la brecha entre los miembros y los grupos excluidos, el hecho de que los recursos provengan de actores externos implica el establecimiento de un límite en los objetivos sustantivos del movimiento. En otras palabras, los objetivos podrán ser tan radicales como aquellos sostenidos por los sponsors (Mc Adam; 1985). En contraposición a esta postura que supone considerar a una élite política deseosa de sponsorear la insurrección social, los teóricos del proceso político sostienen que éstos reflejan un permanente conservadurismo que los lleva a resistir cambios que amenazarían la realización de sus intereses. De esta manera, la generación de insurgencia social recae, no ya en los miembros que proveen recursos a los grupos excluidos, sino en un actor, que si bien convive con la disparidad de poder, posee una 2 Siguiendo a Gamson (1975), Mc Adam (1985) sostiene que los primeros son “grupos que poseen suficientes recursos políticos y económicos para asegurar que su interés sea rutinariamente tenido en cuenta en el proceso de toma de decisiones” Los segundos, en cambio, son “grupos cuyos intereses son rutinariamente “organizados afuera” de la deliberación política institucional debido a su escasez de influencia sobre la negociación” (pág. 24). Ficha de Cátedra Nº 10 5 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte capacidad latente de ejercer influencia política. Y por lo tanto, como sostiene Mc Adam (1985) “el involucramiento de la elite en la protesta social es generalmente reactivo, ocurriendo sólo como respuesta a las presiones generadas por movimientos sociales de masas” (pág. 31). Pero esto no puede ser posible sin el desarrollo de un proceso de “liberación cognitiva” (Mc Adam; 1985), el cual supone una transformación tanto de conciencia como de comportamiento por parte de aquellos actores que serán la base para la emergencia de un movimiento de protesta. El cambio de conciencia tiene tres aspectos distintos: a) a nivel del sistema: la autoridad de gobernantes o los arreglos institucionales pierden legitimidad; b) a nivel de las personas: aquellas que generalmente son fatalistas y que creen que los arreglos institucionales existentes son inevitables, comienzan a demandar derechos y/o cambios en ellos, y por último, c) a nivel de la eficacia: personas que ordinariamente se consideran políticamente impotentes, comienzan a creer en su capacidad para alterar su suerte (Piven y Cloward; 1979, en Mc Adam; 1985). El proceso de liberación cognitiva tendrá mayores consecuencias positivas en la medida en que esté presente bajo condiciones de fuerte integración social. Por esta razón, los autores del modelo de proceso político introducen otro factor a tener en cuenta: la existencia o no de “estructuras de movilización”, es decir, “los canales colectivos tanto formales como informales, a través de los cuales la gente puede movilizarse e implicarse en la acción colectiva” (Mc Adam, Mc Carthy y Zald; 1999: 24). En otras palabras, el término refiere a grupos de nivel medio tales como organizaciones y las redes informales que constituyen la base colectiva de los movimientos sociales. El argumento de los autores sostiene que “cuanto más integrada una persona esté a una comunidad minoritaria, más fácilmente puede ser movilizada hacia la participación en actividades de protesta” (Mc Adam; 1997: 179). Además, estas organizaciones son la fuente primaria de reclutamiento de nuevos participantes para el movimiento. Por otro lado, los teóricos del modelo político no sólo toman distancia de sus pares de la escuela de movilización de recursos en relación con la noción del actor sino que también se apartaban del rol que asume el contexto político en el marco teórico. Si bien algunos investigadores, provenientes de esta corriente de pensamiento, prestaban atención a los procesos sociales más amplios y a las circunstancias políticas que Ficha de Cátedra Nº 10 6 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte afectaban la posibilidad de aquellos que desafiaban el status quo para inscribir su demanda en el espacio público, muchos otros muy frecuentemente descuidaban los factores políticos que proveían tanto situaciones de injusticia como recursos (Meyer; 1999). Durante los años 70’ y 80’ la aproximación teórica del modelo del proceso político sostenía que los activistas no elegían sus metas, estrategias y tácticas en el vacío. Más bien, afirmaban la idea de que el contexto político, definido bastante ampliamente, influía sobre la capacidad de movilización de los activistas, permitiendo que algunos reclamos puedan relativamente tomar fuerza mientras que otros no. Como sostiene Meyer (1999) “si queremos entender las opciones que los activistas realizan, necesitamos acceder no sólo a los recursos disponibles de los grupos de desafiantes sino también a las avenidas disponibles para realizar los reclamos” (pág. 82). Aquí el centro del análisis está puesto en el estado y sus instituciones, quienes a través de su accionar más o menos abierto al reconocimiento de un determinado reclamo, hacen de una protesta más o menos atractiva en términos de costos de participación. Es en este contexto, que el término de estructura de oportunidades políticas fue desarrollado. Una definición clásica del concepto refiere a “dimensiones consistentes -aunque no necesariamente formales, permanentes o nacionales- del entorno político, que fomentan o desincentivan la acción colectiva entre la gente” (Tarrow; 1997: 49). De aquí que la tesis central de este abordaje es que la gente se suma a los movimientos sociales como respuesta a la expansión de las oportunidades políticas, creando a continuación otras nuevas a través de la acción colectiva. En otras palabras, el concepto de oportunidad política pone énfasis en los recursos exteriores al grupo y refiere a variables contextuales que restringen o apoyan las dinámicas de la acción colectiva. En este contexto, creemos que dicho marco teórico, al ponderar la estructura externa en la que surge la acción, no hace más que restar capacidad agencial al actor. Sin embargo, la combinación de oportunidades políticas y las estructuras de movilización si bien dotan a los grupos de cierto potencial para la acción, resultan insuficientes como factores explicativos del surgimiento de un movimiento social. Según Eder (1998), el concepto de estructura de oportunidades políticas separa de manera demasiado limpia el fenómeno de los movimientos sociales de su entorno” (pág. 343), lo que impide que su interacción pueda ser conceptualizada adecuadamente. Así, introducen como concepto mediador entre ambos, el de marco o frame. Ficha de Cátedra Nº 10 7 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte Según Tarrow (1992), la posibilidad de que una acción colectiva se lleve a cabo requiere que alguien pueda tomar ventaja de la oportunidad política, desarrollar organizaciones de algún tipo, e interpretar el agravio y movilizar consenso alrededor de él. En otras palabras, se requiere de “esfuerzos estratégicos consciente realizados por grupos de personas en orden de forjar formas compartidas de considerar el mundo y así mismas que legitimen y muevan a la acción colectiva (Mc Adam, Mc Carthy y Zald; 1999: 27). En este sentido, el proceso de enmarcado conecta los asuntos políticos y las percepciones de los ciudadanos acerca de dichos asuntos, permitiendo el surgimiento de una acción colectiva. Como sostienen Gamson y Meyer (1999) “cuando no se reconoce la oportunidad es como si no existiera. La oportunidad política implica la percepción de una posibilidad de cambio, es decir, tiene un componente que es, básicamente, un «constructo» social” (pág. 401). Así, como sostiene Eder (1998) “el marco es una variable cultural que explica qué motiva a los actores sociales a involucrarse en la acción colectiva. Por lo tanto, el concepto de estructura de oportunidad política se puede relacionar con el nivel de la acción social; los marcos son tanto parte del contexto de la acción colectiva como de la acción colectiva misma y por lo tanto, pueden tender puentes entre ambos niveles de análisis” (pág. 343). El proceso de enmarcado supone: a) definir una situación como injusta, intolerable y por lo tanto, susceptible de ser cambiada; b) la construcción de un antagonista al cual se le atribuye, en términos de causalidad, la responsabilidad de dicho agravio; c) la creación de actores colectivos capaces de cambiar al mundo (Eder; 1998). De esta manera, se llega a una “nueva moderación analítica” (Eder; 1998) en el estudio de los movimientos sociales que recalca la complementariedad de las perspectivas de la investigación empírica. Las acciones de protesta se explican a través de dos tipos de variables “aquellas variables identificadas dentro de la teoría de la movilización de recursos (potencial de movilización, organizaciones de movimientos sociales) y aquellas señaladas dentro de la perspectiva de los nuevos movimientos sociales (cambios macrosociales estructurales y culturales) (Eder; 1998: 342-343). 2) Los procesos de enmarcado El concepto de marcos y enmarcados, alude a la asignación de significados e interpretación. La estrategia teórica del análisis de los marcos garantiza sobre todo el Ficha de Cátedra Nº 10 8 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte "retorno de la cultura", en el terreno de investigación sobre la acción colectiva (Cefaï, 2001). Los aportes de Goffman, en su obra "Frame Analysis" (1974) incitaron a estudiosos como Gamson (1992), Snow, et. al. (1992, 1994), Show y Benford(1988) Donati (1992), Rivas entre otros, a elaborar la "noción de marcos de análisis" y aplicarlos los estudios sobre movimientos sociales. La noción de marco fue implementada originalmente por Gregory Bateson, cuando trataba de explicarse el fenómeno de la comunicación. El marco alude a los mensajes (el nivel metacomunicativo) que definen las intenciones de comunicación (Rivas, 1998:182) El marco en psicología social, es usado para definir a un conjunto de esquemas interpretativos que simplifican y ordenan el mundo través de la selección y énfasis de objetos, situaciones, eventos y secuencias de acciones presentes y pasadas. La propuesta de Goffman, basada en los aportes de la etnometodología, de Schütz, Austin y Wittgenstein, suponía el análisis de la construcción social de la realidad, para lo que el "marco" designaba los elementos de que servían de base a esa construcción. El autor propuso por un lado, una sistematización de los marcos en marcos interpretativos primarios que podían ser naturales o sociales y por otro una serie de procesos como la "modulación" relacionado con la transcripción de lo que sucede y el "reenmarcamiento" que tiene en cuenta cómo al mismo tiempo que las personas enmarcan los acontecimientos, negocian las relaciones interpersonales o alineamientos que constituyen los acontecimientos (Ibidem, 186). A partir de estos trabajos la noción de marcos se aplicó a todo tipo de investigaciones, con diversos resultados Dentro del corpus teórico sobre la acción colectiva, los marcos se refieren a esquemas interpretativos de la realidad que inspiran y legitiman las acciones no ya de un individuo sino de un movimiento social. Son producto de los esquemas y sentimientos preexistentes en una población dada como del trabajo de significación que efectúan participantes y organizadores. En otras palabras, los marcos son representaciones simbólicas e indicaciones cognitivas utilizadas para representar conductas y eventos de forma evaluativa y para sugerir formas de acción alternativas (Gamson, 1992; Zald 1996) Para Gamson los marcos tiene tres componentes que se hallan fácilmente en el discurso de los movimientos sociales y actores colectivos: el de la injusticia, el de la agencia y el de la identidad. El primero supone un juicio intelectual o componente Ficha de Cátedra Nº 10 9 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte emotivo sobre lo equitativo; el segundo a la creencia de que es posible a través de la acción colectiva modificar las situaciones y el tercero se refiere al proceso de definición de un nosotros en oposición a un ellos. El impacto de los marcos en la sociedad depende para el autor, de en qué medida están vinculados y resuenen familiares a la cultura política en la que se insertan. Rivas sostiene que para Gamson los marcos son una forma útil de analizar el discurso un método para sistematizar cuestiones del debate público y ver cómo éstas se modifican a lo largo del tiempo (1998:191). Interesa destacar la idea de que los marcos resuenan en las narraciones culturales, mitos, e historias populares que hacen a la herencia cultural de los actores (Gamson, 1992; Snow y Benford, 1988) El aporte de Snow es interesante en tanto destaca el entrelazamiento de los intereses, valores y creencias de los individuos y las orientaciones interpretativas propuestas por las organizaciones de los movimientos. A ese entrelazamiento denomina él "alineamiento de marcos". En otras palabras el alineamiento de los marcos significan que coinciden las significaciones y por ende las orientaciones a la acción de las dos partes. El trabajo de Paolo Donati sobre los discursos políticos, le imprime otro matiz a los marcos. Para él un marco es una estructura de la percepción general, predefinida que permite el reconocimiento y guía la percepción. Ante una nueva situación, los actores seleccionan esas estructuras que le permiten construir expectativas sobre lo que va a suceder. Esos marcos además se objetivan y se les da existencia social a través del lenguaje y del discurso. El discurso es el lugar en el que se llevan a cabo esfuerzos por definir la realidad, por eso el análisis del discurso político es el instrumento que permite estudiar las formas en que la realidad política se enmarca a través del discurso y por ende el modo en como las personas llegan a entenderla (Donati, 1992, citado en Rivas, 1998:198). El análisis supone pues descubrir los marcos utilizados por las diferentes voces sobre un tema[2]. Dentro de los estudios franceses de la sociología pragmática, Cefaï señala que el análisis de los marcos, sólo se torna interesante cuando abandona la perspectiva estática y describe el trabajo de coproducción de los mismos y cómo ese trabajo de enmarcamiento o esa "praxis cognitiva" dan lugar a una "política identitaria" (Cohen, 1985) o a una "liberación cognitiva" (Mc Adam, 1999) (Cefaï, 2001). Según el autor, los actores interactúan para definir y controlar situaciones problemáticas, emitir sus diagnósticos y sus pronósticos, proyectar y justificar las acciones, y de ese modo van Ficha de Cátedra Nº 10 10 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte constituyendo "redes de circulación de información", conforman organizaciones que llevan sus causas al espacio público. Por ello, trabajar con la noción de marcos implica tener en cuenta los componentes de una "arena multiorganizacional y multiinstitucional", observando la dinámica temporal de la interacción entre estos múltiples componentes (Cefaï, 2001). Las operaciones de enmarcamiento se despliegan explícitamente en situaciones problemáticas: cuando un asunto o problema se acelera y potencia e influye a la opinión pública; cuando emerge un problema público. En estos casos los actores están obligados a proponer descripciones e interpretaciones de la situación, a formular causas y principios, a señalar a las víctimas y a los culpables, a proponer soluciones realizables, e imaginar escenarios de intervención, evaluar recursos, encontrar aliados y proyectar objetivos. Es a partir de un estudio fino de esas dinámicas de crisis que aparecen las operaciones de enmarcamiento. Estos valores y símbolos cristalizan significados sentimientos, entendimientos, que promueven la construcción de una identidad colectiva. Por otro lado, los marcos comprenden valores, símbolos o normas, con los que los actores proyectan entre ellos mismos y hacia fuera la legitimidad de sus demandas, con este componente se genera la solidaridad con otros actores o movimientos sociales. En estos componentes se hacen evidentes aspectos de la cultura política hegemónica que comparte y/o manipulan los actores, así como conceptos nuevos y antagónicos. (2002:32) 3) La estructura de oportunidades políticas como concepto a analizar El concepto de estructura de oportunidades políticas es un término por demás polémico debido a que entre los principales teóricos de los movimientos sociales existen ciertas dificultades para encontrar una definición unívoca del concepto. En efecto, Gamson y Meyer (1999) sostienen que los analistas han operacionalizado el concepto de manera diferente, otorgándole funciones disímiles. En un intento programático por establecer cierto consenso conceptual en dicho acercamiento teórico, Gamson y Meyer (1999) reunieron las variables utilizadas por distintos investigadores de los movimientos sociales, organizándolas en dos pares de dimensiones de las estructura de oportunidades políticas: volátil -estable y cultural institucional. El gráfico Nº1 resume, según los autores, algunas de las muchas variables Ficha de Cátedra Nº 10 11 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte que los distintos investigadores de los movimientos sociales consideran parte de la estructura de oportunidad política. Gráfico Nº1 Dimensiones de la estructura de oportunidad política ESTABLE Mitos y narraciones, valores, temas culturales, sistemas de creencias, formas de ver el mundo Tradición estatalista fuerte / débil CULTURAL (sociedad) Legitimidad, conciencia de clase Clima, Zeitgeist Estado de ánimo nacional Culturas conflictivas Discurso público Los medios dan estructura a las ideas de forma fluida Fuerza de las instituciones Fuerza y número de los partidos políticos. Capacidad e independencia judicial y legislativa Centralización de las instituciones políticas Fuerza de las escisiones sociales Organización y economía Política de los medios de comunicación de masas Modelos de vinculación entre grupos de interés y el gobierno INSTITUCIONAL (estado) Tendencias económicas y tecnológicas que crean dislocaciones Fuerza de las organizaciones autóctonas Infraestructura de los movimientos Acceso a los medios de comunicación de masas Cambios en las alianzas políticas Ruptura entre las élites Cambios en las políticas Ámbito del conflicto Capacidad de control social Errores en el control social elecciones VOLÁTIL Fuente: Gamson y Meyer (1999: 398) En cuanto a la dimensión cultural e institucional, Gamson y Meyer (1999) sostienen que “la oportunidad tiene un fuerte componente cultural y por lo tanto, si nos Ficha de Cátedra Nº 10 12 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte fijamos únicamente en las variaciones habidas en las instituciones políticas y las relaciones existentes entre actores políticos, corremos en riesgo de perdernos algo” (pág. 395). Siguiendo a Nash (2001), analizar los aspectos culturales deviene de suma importancia en la medida en que podemos analizar el rol de la cultura en la constitución de relaciones sociales y en las identidades. En este sentido, “tradiciones, principios y arreglos no pueden ser fácilmente desechados por los insurgentes. Ellos son estructurales en el sentido de que son supraindividuales y constriñen la acción individual” (Polletta; 1999: 68). En este mismo sentido, Tarrow (1992) sostiene que los elementos culturales y relativamente estables de la oportunidad política como las “mentalidades sociales” (social mentalities) y la “cultura política” poco nos ayudan en la tarea de explicar el nacimiento de una acción colectiva. Con el primero concepto, el autor denota aquellos “valores popularmente sostenidos y prácticas acerca vida privada y comportamiento” mientras que por el segundo hace referencia a aquellos “puntos más claramente moldeados del interés acerca relaciones sociales y políticas, sistema que contiene tanto elementos de soporte como de oposición” (Tarrow; 1992: 176). Ambos conceptos, deben ser vistos como fundamentos parciales para la acción colectiva. Las mentalidades sociales no pueden impulsar por sí mismas una acción colectiva, ya que ellas se tratan de interpretaciones pasivas del status quo, aislados de la agencia. Mientras que una acción colectiva es episódica, altamente focalizada, y resultado de las decisiones explícitas de los agentes históricos y de las personas, las mentalidades son de larga duración, desfocalizadas y creencias populares pasivas sobre la sociedad existente. Por lo tanto, no están orientadas hacia la acción en la arena pública (Tarrow; 1992). Al mismo tiempo, la cultura política, si bien es organizada alrededor de puntos comunes de consenso y de definiciones de situaciones, ella es raramente suficientemente unívoca o aislada de los símbolos que sostienen el sistema que provee de una firme base para la acción colectiva contra él (Tarrow; 1992). Como sostienen Jordan y Weedon (citados en Alvarez, Dagnino y Escobar, 1998), “la legitimación de las relaciones sociales de desigualdad y el conflicto para transformarlas son un asunto central para la cultura política. La cultura política determina fundamentalmente los sentidos de las prácticas sociales y, sobre todo, qué grupos e individuos tienen el poder de definir esos sentidos. La cultura política tiene que ver también con la subjetividad y Ficha de Cátedra Nº 10 13 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte la identidad, desde que la cultura juega un rol central en la constitución del sentido de nosotros mismos” (pág. 5; las cursivas corresponden al original). En este contexto, si bien la ideología, la identidad y otras prácticas culturales influencian la dinámica de un determinado movimiento social, las mentalidades sociales y la cultura política se quedan a medio camino para explicar el surgimiento de una acción colectiva. Por este motivo, un marco para la acción colectiva debería ser opuesto a, por lo menos, algunos de los elementos de las mentalidades existentes o, al menos, identificar circunstancias que justifique salir de su habitual pasividad a las personas ordinarias. Para que esto suceda, deberá sacar provecho de la existencia de una cultura política de oposición, ya que la cultura política provee a los líderes de un reservorio de símbolos con los cuales construir un marco cognitivo para la acción colectiva. Destacar la dimensión cultural de la oportunidad política permite analizar la resonancia de ciertos marcos en el proceso de generación de una oportunidad política. Ahora bien, ¿cómo opera la estructura de oportunidades políticas, en general y dichas variables, en particular, en el surgimiento y el éxito de un movimiento social? Concordamos con Goodwin y Jaspers (1999) en la imposibilidad de utilizar la estructura de oportunidades políticas como un modelo invariable o en otras palabras, ver al modelo del proceso político como una teoría general. En cambio, debemos “explorar cómo las formas organizacionales, los repertorios de acción, y las consecuencias de los movimientos sociales son moldeados contingentemente por cambios históricos en las constelaciones del proceso político” (Goodwin y Jaspers; 1999: 29-30). Si las variaciones y las formas de la acción colectiva dependieran primariamente de las alteraciones en las oportunidades, más que pensar los cambios en la estructura de oportunidades políticas como ventanas que se cierran o se abren, debemos pensarla como avenidas institucionales que canalizan la protesta de determinadas maneras pero que raramente se encuentran cerradas de manera total. En este sentido, la serie de opciones disponibles en un particular tiempo y lugar afectan el repertorio estratégico que los movimientos sociales tienen a su disposición (Koopmans; 1999). Así por ejemplo, una estructura de oportunidad política cerrada invitará a la realización de acciones más ilegales que legales, más disruptivas que institucionales, etc. Sin embargo, no sólo las instituciones inspiran o demandan acciones sino también las constriñe. Los repertorios utilizados también dependen del ambiente cultural, el cual facilita la elección Ficha de Cátedra Nº 10 14 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte de aquellos que son conocidos y aceptables y la exclusión de aquellos que son desconocidos o inaceptables. Del mismo modo, la represión de un movimiento social no necesariamente reduce las chances de suceso de un movimiento así como elites divididas tampoco necesariamente aseguran el éxito (Goldstone; 1999). Tarrow (1997) sostiene que las divisiones entre las elites no sólo incentivan el desarrollo de una acción colectiva por parte de los grupos con recursos escasos. También pueden generar profundas divisiones entre los grupos sociales y por lo tanto, alianzas y coaliciones, alguna de carácter extraño, sostiene el autor, entre rebeldes y defensores del régimen. En este sentido, Goldstone (1999) sostiene que "para entender por qué ciertos grupos realizan ciertas acciones en determinados tiempos, tenemos que conocer más acerca de la precisa relación entre grupos y elites que de las unívocas condiciones destacadas por la actual teoría de las oportunidades políticas" (pág. 350). Del mismo modo, estructuras estatales centralizadas amparan, en algunas circunstancias, el desarrollo de movilizaciones colectivas mientras que en otras las impide. Dada la ambigüedad del concepto de estructura de oportunidades políticas, Goldstone (1999) sostiene que "es necesario tomar un enfoque relacional, en el cual el preciso efecto de un factor específico depende de un movimiento particular, de los asuntos y de las relaciones entre otros factores que están operando" (pág. 357, las cursivas pertenecen al autor). 4) Otros conceptos propuestos Cadena Roa (1999), propone la noción de tejido social, como pivote para pensar cómo las condiciones sociales externas facilitan o dificultan la creación y conformación de la acción colectiva. Esta noción remite directamente a los estudios orientados a los análisis de redes sociales. Los mismos sostienen que las organizaciones del movimiento social, se forman a partir del tejido comunitario existente y que a partir de ahí se van entrelazando con otras redes (Broadbent, 1986; Della Porta, 1988; Fernández y McAdam, 1988; Gould, 1991; McAdam, 1986 y 1988 y otros citados en Cadena Roa). La tendencia de estos estudios es a concluir que donde el tejido comunitario es denso y tupido el actor colectivo se establece con rapidez y firmeza, como pueden ser las comunidades indígenas. En cambio donde el tejido social es más disperso y disgregado el actor enfrenta mayores dificultades para formarse, arraigarse. A partir del Ficha de Cátedra Nº 10 15 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte tejido social los actores sociales se entraman en un diversidad de redes, por un lado sociales (de líderes, activistas), políticas (partidos y organizaciones políticas legales y clandestinas) e institucionales (centros educativos, iglesias, oficinas de los tres poderes del estado y de los tres niveles de gobierno). Entre más conexiones tengan los individuos con miembros de otras organizaciones mayor será el grado de integración y densidad del tejido social. El poder de los movimientos depende en buena medida del grado en que los actores se vinculan con el resto del tejido social, político e institucional y son capaces de usar ese poder para conseguir objetivos. Ahora bien, aún así, ante esta exhaustividad propuesta por la perspectiva de las oportunidades políticas, la crítica usual pergeñada es que este tipo de análisis deja sin comprender lo propio de la acción colectiva, es decir cuál es la dinámica por la que los actores se conmocionan y dan a luz un acontecimiento que configura una nueva situación social. El análisis de las redes sociales, el tejido social y las oportunidades políticas, sin ninguna duda aportan al análisis de la ecología de los movimientos sociales, de las acciones colectivas, sin embargo, las condiciones estructurales, las oportunidades políticas son necesarias para la conformación de actores colectivos pero no son condición suficiente3. Posiblemente estas perspectivas teóricas soslayen el sentido que le dan los actores a las situaciones antagónicas, así como a las oportunidades políticas que ellos mismos crean (Jasper, 1997). Si bien el sentido de la acción de los actores está determinado por la gramática del sistema político, son ellos quienes definen sus propias situaciones y definen sus propios dilemas convirtiéndolos en cuestiones públicas. En otras palabras, la cultura, es el punto ciego de las perspectivas teóricas descriptas anteriormente, y sobre el que debemos ahondar puesto que los actores se mueven sobre universos simbólicos, sobre visiones de los bienes públicos que entran en conflicto permanentemente. Como explica Cadena Roa: para que la acción colectiva se produzca no basta con que el actor esté agraviado; es necesario que se sienta y reconozca agraviado. Esto significa que los agravios suponen un contenido evaluativo, pues los actores pueden atribuir distintos significados a la situación en la que se encuentran. Para que se forme 3 Debemos aclarar que ambas escuelas americanas, hicieron eco de la crítica recibida y comenzaron a integrar en sus análisis la noción de framing o marcos de interpretación empleada originariamente por Goffman. Sin embargo sobre el uso que han realizado, existen muchas observaciones (véase por ejemplo el trabajo de Cefäi) Ficha de Cátedra Nº 10 16 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte un actor colectivo se requiere que, además de sentirse agraviado, se identifiquen las causas de ese agravio, que éstas se definan como injustas, intolerables y remediables; es decir, se requiere de definiciones morales sobre lo que está bien y lo que debe ser, y definiciones de carácter normativo acerca de cómo deben operar en la práctica las definiciones morales más amplias. En suma, se requiere que el significado asociado a situaciones y relaciones sociales sea interpretado o reinterpretado. Desde esta perspectiva, la formación de actores colectivos es un proceso de producción cultural, no un resultado automático o espontáneo que surja inevitablemente de la situación misma. 5) La escuela europea Las teorías europeas de la acción colectiva, piensan a la acción como el ensamble de varios tipos de acciones basados en conflictos. Una acción colectiva de protesta, implica la existencia de una lucha entre actores por la apropiación y orientación de los valores sociales y los recursos. Un segundo nivel de la acción incluye todo tipo de conductas que transgreden las normas, que van más allá de las reglas del sistema político y/o que atacan a la estructura de una sociedad. Este segundo nivel de acciones corresponde a los movimientos sociales. En este sentido, la sola existencia del conflicto no basta para que haya movimientos sociales. Alain Touraine, intentó reemplazar una representación de la vida social basada en nociones de sociedad, evolución y rol, por otra donde las nociones de historicidad, movimiento social y sujeto ocuparan el lugar central. Touraine presentaba ciertos principios capaces de conceptualizar una relación como movimiento social y diferenciarlos de otros tipos de conductas colectivas y luchas. Definía al movimiento social como una acción conflictiva que cambiaba tanto las orientaciones culturales como el campo de historicidad en forma de organización social, definidos a la vez por normas culturales generales y por relaciones de dominación social. Es decir, establecía tres principios: orientación cultural; control de la historicidad; lucha contra la dominación social. Para Touraine, la liberación de las barreras simbólicas representadas por los garantes meta-sociales y el creciente control de cada vez más áreas y procesos posibilitados por los avances tecnológicos multiplica las formas de dominación, pero al mismo tiempo crea las condiciones para la constitución de sujetos emancipados tanto de las imposiciones naturales como de los legados culturales. Por tanto se sugiere que para Ficha de Cátedra Nº 10 17 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte este autor la aparición de los NMS se conecta a la existencia de una nueva formación social Se propuso, además, analizar los movimientos socio-culturales, los movimientos socio-históricos y los movimientos sociales como parte de procesos ligados y relacionados. En la misma orientación, Alberto Melucci afirma que la sociedad informática disuelve las solidaridades previas y que no crea nuevas, por lo tanto los NMS emergen entre otras cosas para resolver este déficit de solidaridad, creando nuevas identidades colectivas. Ahora bien, para que haya MS es necesario que la acción colectiva provoque una ruptura en los límites de compatibilidad del sistema en el cual se sitúa, sea a nivel del mercado o del Estado. Una acción colectiva, nos dice este autor, implica la existencia de una lucha entre dos actores por la apropiación y orientación de los valores sociales y de los recursos. Pero la acción colectiva incluye un segundo aspecto: conductas que transgreden las normas que han sido institucionalizadas en roles sociales. Es decir acciones que tienden a una ruptura de los límites de compatibilidad del sistema dentro del que se encuentran situados. Los Movimientos Sociales (MS) están constituidos por acciones colectivas que cumplen con la primera y la segunda condición. De este modo, nos advierte, los MS no son objetos empíricos sino contrucciones analíticas. Esta analítica nos conduce a la búsqueda de significados de tales acciones y a situarlas en el sistema de relaciones sociales. Dice Melucci "Se trata por tanto de captar esta multiplicidad de elementos sincrónicos y diacrónicos, y de explicar entonces como están combinados en la unidad concreta de un actor colectivo. Cada fenómeno empírico proporciona información sobre un segmento de la estructura social, de la misma forma en que un corte transversal en una roca revela su composición interna". La crítica de Melucci (1994), a la perspectiva de las oportunidades políticas, es que todas sus contribuciones se centraron sobre el nivel político y no tuvieron en cuenta a la sociedad civil. Los conflicto sociales, se reducen a protestas políticas y son parte del sistema político. Melucci supone que la acción colectiva se desarrolla sobre la base de un interés y unas expectativas colectivas. La identidad colectiva constituye por si misma un incentivo selectivo para la acción. Abordar la explicación de la existencia de un interés común o colectivo es hacer referencia a un proceso de identificación. Para este autor, los Ficha de Cátedra Nº 10 18 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte actores buscan la constitución de solidaridades e identidades que son bienes no medibles ni calculados. La propuesta de este autor para pensar la construcción de identidades colectivas resulta interesante, ya que el haber identificado un conjunto de de intereses colectivos supone un proceso previo de elaboración discursiva en que los actores se constituyen mediante la re-definición de sí mismos en relación con las identidades previas. El concepto de identidades colectivas ya estaba presente en autores como Pizzorno (1978) y Touraine (1988) sin embargo él redefinió esta noción, alejándose del tratamiento más “puro” e incluyendo conceptos de otras tradiciones y analizándola como un “proceso de construcción interactivo”; lo que la aleja de los enfoques que la asumen como algo dado por la clase social de los sujetos que participan en el MS. De este modo puede superarse el dualismo entre “condiciones objetivas” y “conciencia subjetiva” (1996). Los MS deben tener cierta permanencia en el tiempo y sin cierta unidad de acción es casi imposible hablar de “movimientos”, sin embargo entiende estas características como resultados de procesos complejos a través de los cuales los miembros invierten energías emocionales y cognitivas y discuten distintas vías de acción. Otra distinción acuñada por este autor, es la distinción entre la fase de latencia y la de visibilidad en de los MS. En general, sostiene el autor, las nociones heredadas de movimiento social están muy influidas por el análisis de las movilizaciones, protestas, marchas y declaraciones públicas. Sin embargo, los MS tienen la fase latente que existen antes y después de la fase visible, y a veces pueden ser incluso más importantes. La latencia permite la experimentación con nuevos sentidos, valores y pautas culturales. La visibilidad permite la confrontación pública de esos nuevos valores con los dominantes y facilita la transmisión de nuevas pautas culturales a otros grupos sociales (1985). Ambas fases se complementan. La latencia proporciona los marcos culturales y las solidaridades requeridas para las movilizaciones públicas. La visibilidad refuerza las redes sumergidas y facilita la formación de nuevos grupos. Mario Diani a su vez, consideraba cuatro aspectos para definir a los MS: acciones colectivas desarrolladas en situaciones de conflictos; que tales acciones se desarrollen fuera de la vida institucional; redes informales de interacción y creencias y solidaridades compartidas. Hay una marcada preferencia por parte de este autor al uso del concepto acciones colectivas sobre el de "movimientos sociales": al tratarse de un concepto más amplio, argumenta, puede referir a una gama más amplia de aspectos. No Ficha de Cátedra Nº 10 19 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte es fácil aislar un "movimiento social" de otras formas de acciones tales como la protesta política o las movilizaciones. 6) Un intento de síntesis Para Jasper, autor, entre otros que pretende realizar una síntesis entre la escuela americana y la europea, comprender la dimensión cultural de las acciones colectivas de protesta, nos conduce al encuentro con los actores, con sus biografías, trayectorias, idiosincrasias complejas, que son elementos fundamentales para el análisis de las acciones colectivas, ya que son ellos quienes toman las decisiones estratégicas del cómo, del cuando y el por qué. Si se ignora esta dimensión, los conceptos tales como estructura de oportunidades, recursos o identidades, son forzados a magnificar sus potenciales explicativos. Por otra parte no es dable pensar, desde esta perspectiva, la existencia de las oportunidades políticas objetivas e independientes de las interpretaciones que de ellas hacen los actores, o bien que los recursos son independientes de lo que las personas piensan de ellos y de cómo utilizarlos, o bien que las redes sociales importan más allá de los significados y lealtades afectivas que presentan para los actores. Es necesario entonces, para comprender cómo los actores construyen y manifiestan un compromiso público, sobre un asunto público, analizar las creencias cognitivas, las respuestas emocionales y las valoraciones morales –los tres subcomponentes de la cultura para Jasper- que conjuntamente motivan, racionalizan y canalizan la acción política (Jasper, 1997). El concepto de “arena pública”, desarrollado por Cefaï (2002) a partir de Dewey, Park, Gusfield y otros, (aporte de la sociología pragmática) alude a experiencias y actividades que se inscriben en el horizonte de un “buen vivir en común”, apuntan a la satisfacción de “intereses” o “deseos” comunes y no privados o de una relación personal, y que tienen además consecuencias que van más allá del círculo de personas reales o ficticias directamente implicadas. Una arena pública es entonces, un lugar de ajuste recíproco y de ordenamiento expresivo de los comportamientos. Es una estructura de coordinación entre versiones alternativas de descripción, de interpretación o de acción, sobre “situaciones problemáticas”, alrededor de las cuales giran campos rivales, dentro de formas de comportamientos colectivos o de opinión pública, y de auditorios. Ficha de Cátedra Nº 10 20 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte El concepto de arena pública va de la mano, siguiendo a Cefaï, con el análisis pragmático, que hace especial hincapié en el análisis de la situación, a través del cual se puede dar cuenta de formas de experiencia, de opinión y de acción pública que no cesan de instituirse. Ese proceso se da simultáneamente, por un lado, a una dinámica de producción de actores individuales y colectivos, en el cual la identidad no está definida a priori, sino que se modula durante sus intervenciones y sus interacciones, y por otro a una dinámica de elaboración de culturas públicas, bajo la forma, por ejemplo de repertorios de argumentos o de vocabularios de motivos (Cefaï y Joseph, 2002). El análisis pragmático se propone comprender la dinámica de emergencia de las “arenas públicas”, en donde, continúa el autor, la formación de creencias compartidas, la adquisición de costumbres convergentes, el arbitraje regulado entre convicciones conflictuales y la convocación de reservas de experiencia, la suscripción a un principio de pluralismo y de tolerancia, la preferencia en recurrir al derecho más que a la fuerza y el entendimiento en el marco de procedimientos racionales y razonables, son los resultados de una larga sedimentación histórica y de un proceso continuo de experimentación. Esta perspectiva, motoriza la idea de que una arena pública, es un episodio social en permanente construcción y no una unidad, no es un espacio-tiempo uniforme y homogéneo, sino que se dispersa en una multiplicidad de escenarios públicos, a la vez susceptibles de ser analizados en situación, y ligados entre ellas en un archipiélago de micro-arenas públicas. Ya adelantamos en las primeras líneas de esta introducción, algunos de los aportes conceptuales de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe a estos problemas. Ellos abordan las condiciones discursivas de la emergencia de una acción colectiva, encaminada a luchar contra la desigualdad, desde los aspectos que hacen a la subversión del carácter diferencial positivo de una posición subordinada de sujeto. El desplazamiento equivalente entre distintas posiciones de sujeto, como condición de emergencia de los antagonismos puede presentarse de dos formas: * pueden ser relaciones de subordinación ya existentes que, gracias a un desplazamiento del imaginario democrático, se rearticularán como relaciones de opresión; Ficha de Cátedra Nº 10 21 Acción Colectiva, Movimientos Sociales, protestas: conceptualizaciones desde el Norte * pueden ser derechos adquiridos puestos en cuestión o relaciones sociales que no habían sido construidos bajo la forma de la subordinación que comienzan a serlo bajo el efecto de ciertas transformaciones sociales. La novedad de los movimientos sociales reside en que ponen en cuestión nuevas formas de subordinación. Pero en todos los casos -afirman los autores- lo que permite a la resistencias asumir el carácter de luchas colectivas es la existencia de un exterior discursivo que impide estabilizar la subordinación como diferencia. 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