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las ciencias sociales y gerenciales Juan Carlos Cortázar 1 Pontificia Universidad Católica del Perú Resumen Juan Carlos Cortázar Las prácticas de gestión pública. Un marco conceptual desde El presente artículo releva la importancia de comprender las prácticas mediante las cuales los funcionarios públicos lideran sus organizaciones. Para contribuir en ello, construyo un marco teórico, analizando en profundidad dichas prácticas a partir de tres enfoques básicos: las prácticas gerenciales como rutinas organizacionales, el desarrollo de las prácticas al interior de una tensión permanente entre la repetición de un patrón y la provocación del cambio, y la adquisición de características particulares por parte de los escenarios colectivos donde tiene lugar las prácticas. Finalizo, sistematizando los aportes recogidos a los largo del marco teórico en una definición de las prácticas de administración pública. Palabras clave: Gerencia pública, prácticas gerenciales, rutinas, patrones, organizaciones públicas, lógica de lo apropiado, comunidades de práctica 1 Profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Profesor del Magíster en Gestión y Políticas Públicas de la Universidad de Chile. Estudios en el programa de PhD en Management, London School of Economics and Political Science; magíster en Gestión y Políticas Públicas, Universidad de Chile. Licenciado en Sociología, Pontificia Universidad Católica del Perú. 85 Fortalecimiento Institucional La gerencia pública es un campo de estudio, de enseñanza y de práctica enfocado en el desempeño de la función ejecutiva en las organizaciones públicas (Lynn, 1996) y, el diseño y la aplicación del planeamiento estratégico en la provisión de servicios públicos (Hood, 2005). A partir de la contribución de diversas disciplinas (administración pública, política pública, ciencia política, ciencia organizacional y gerencia), la gerencia pública se centra en el modo en que los oficiales ejecutivos –vistos como gerentes– asumen la responsabilidad por el desempeño de las organizaciones públicas (Metcalfe y Richards, 1987) y promueven la creación de valor a través de las políticas públicas (Moore, 1997). Analizando este concepto en mayor profundidad, Barzelay (2001) realiza una subdivisión en los intereses de la gerencia pública, resaltando cuatro áreas temáticas: el diseño del plan estratégico de las organizaciones, el liderazgo ejecutivo en el Gobierno, la gestión de Gobierno y las políticas transversales de administración pública. Concentrándose en una o más de estas áreas, varios estudiosos han coincidido en el creciente interés por comprender las prácticas efectivas mediante las cuales los funcionarios públicos lideran –de manera exitosa o no– sus organizaciones hacia el buen desempeño y la creación del valor público.2 Comprender dichas prácticas es un tema pendiente que, sin embargo, resulta crucial para el desarrollo –profesional y académico– del campo de la gerencia pública. El presente artículo quiere ser un aporte en esa línea, concentrándose en un aspecto poco abordado, el cual es la construcción de un marco teórico (con base, fundamentalmente, en las ciencias sociales y gerenciales) que permita comprender la naturaleza y la dinámica interna 86 2 de las prácticas gerenciales en el ámbito público. Se espera ofrecer al lector, al final de estas páginas, una conceptualización rigurosa de las prácticas de gerencia pública, atendiendo de forma particular a la tensión entre reproducción y cambio que las atraviesa. La evolución de la literatura sobre prácticas gerenciales en el ámbito público Pressman y Wildavsky, en su obra Implementation (1984), centraron ya su análisis en el conjunto de prácticas relacionadas a la implementación infructuosa de un gran número de proyectos de vivienda pública en Estado Unidos. En Agendas, Alternatives and Public Policies (1995) Kingdon desarrolla un marco teórico para comprender los procesos de planificación estratégica al analizar varios casos de gestión de política en Estados Unidos. Dirigiendo su atención a un país en vías de desarrollo, Tendler, en su obra Good Government in the Tropics (1997), analiza los logros más destacados de una serie de proyectos de política social implementados en un estado de bajos recursos ubicado al noreste de Brasil. Bardach, en su obra Getting Agencies to Work Together (1998), realiza un análisis detallado de las prácticas asociadas en la colaboración exitosa entre varios organismos públicos norteamericanos, intentando construir una teoría que dé cuenta de lo que denomina ‘artesanía gerencial’. Barzelay, en su obra Breaking through Bureaucracy (1988), se centra en las prácticas gerenciales involucradas en un ambicioso proyecto con el fin de modernizar la administración pública de Massachussets. Luego, junto con Campbell, analiza minuciosamente las prácticas de desarrollo estratégico en las Fuerzas Aéreas estadounidenses en la obra Preparing for the Future (2003). Hood (2005) y Lynn (2005) identifican el foco sobre los funcionarios y sus prácticas como un enfoque reciente y distintivo dentro del campo de la administración pública, en contraste con una atención exclusiva en los dispositivos institucionales más amplios. Todos estos autores intentaron comprender no solo los eventos y situaciones particulares, sino los procesos causales generales que hacían que las prácticas gerenciales fuesen exitosas o no, con relación al propósito de mejorar el desempeño de las organizaciones y políticas públicas. Barzelay y Gallego (2005) descubrieron en esta tendencia un giro disciplinario en los estudios de la administración pública hacia lo que ellos identifican como ‘procesualismo institucional’. Este enfoque emergente “tiene como fin obtener una comprensión causal de los procesos, comprendidos como tipos de procesos que incluyen: la gestión política, la toma de decisiones organizacionales y el cambio organizacional” (13). El interés específico en este giro disciplinario, es que pone énfasis en el estudio de las prácticas (flujos de interacciones), considerándolas procesos que se desarrollan en estrecha relación con un contexto temporal particular, es decir, como prácticas situadas. Bardach (1998) fue el primero en focalizar su atención en la noción de práctica, al proponer la noción de las ‘prácticas inteligentes’ para la colaboración interorganizacional. Bardach define la práctica como “un método específico de interacción con una situación, que tiene como fin producir algún resultado” (36). Basándose en la intuición básica de Bardach sobre la interacción entre las prácticas y las situaciones particulares, Barzelay (2006a) propone interpretar el concepto anterior como ‘prácticas situadas’, es decir, acciones realizadas dentro de un contexto de circunstancias concretas y particulares (Suchman, 1987). Elaborando sobre esta conceptualización de las prácticas como ‘métodos’ (modos de hacer sistemáticos o estructurados) tendientes a lograr determinados resultados organizacionales, Barzelay se plantea considerar las prácticas como patrones de actividad interdependiente, diseñados e implementados para el desempeño de funciones que resultan esenciales para el logro de los resultados organizacionales (2006b). Para poder desarrollar la idea de las prácticas como dispositivos con el fin de llevar a cabo funciones principales, Barzelay y Thompson (2006) plantean una taxonomía especificando que la actividad organizacional implica el desarrollo de cuatro funciones esenciales: el desarrollo estratégico, el desarrollo de habilidades y capacidades (innovación), la producción (implementación) y el control de gestión.3 Juan Carlos Cortázar Las prácticas de gestión pública. Un marco conceptual desde las ciencias sociales y gerenciales Realizar generalizaciones respecto del modo en que los funcionarios públicos pueden desempeñar estas funciones fundamentales –una problemática central en la gestión pública, relacionado con el interés principal que este campo tiene en el desempeño de la función ejecutiva (Lynn, 1966)– , implica analizar en profundidad las prácticas que los funcionarios desempeñan, ya que solo las prácticas organizacionales (no las funciones) pueden ser estudiadas empíricamente (Barzelay, 2006c). Este análisis en detalle requiere que se consideren las contribuciones de los marcos teóricos asociados a las prácticas sociales y a las organizaciones. De estos marcos surgen tres 3 Al discutir la aplicabilidad de esta taxonomía general a la especificidad de las organizaciones públicas, los autores consideran que el hecho de que el sector público posea características específicas que lo diferencian de otras organizaciones (características que provienen principalmente de la relación con un orden legal y los incentivos relacionados con la relación de las organizaciones públicas con el sistema político) lleva a considerar un contenido distintivo para un enfoque científico sobre las organizaciones públicas, pero no necesariamente un enfoque metodológico diferente al que se desarrolla en las ciencias sociales y organizacionales. De este modo, esta taxonomía funcional, que difiere de la administración pública tradicional centrada en categorías, como recursos financieros y humanos, es muy útil, ya que permite el diálogo con una comunidad de expertos más amplia. Su utilidad se basa en proveer una base para sintetizar el trabajo de muchos y en organizar el conocimiento de un modo que sea significativo para los estudiosos. Un ejemplo de cómo esta taxonomía puede ser utilizada para dialogar con la literatura correspondiente tanto al campo de la gestión pública como al de política pública es: Cortázar (2006), donde se desarrolla la función particular de ‘producción’ considerando la bibliografía sobre la ‘implementación’ de políticas públicas. 87 Fortalecimiento Institucional enfoques básicos para comprender las prácticas de la administración pública. En primer lugar, las prácticas generalmente adoptan la forma de rutinas en un escenario organizacional. En segundo lugar, las prácticas se desarrollan al interior de una tensión permanente entre la repetición de un patrón y la provocación del cambio. En tercer lugar, las prácticas tienen lugar dentro de escenarios colectivos y dichos escenarios (y las prácticas relacionadas) adquieren características particulares cuando tienen como fin la creación del valor público. Las siguientes secciones abordarán cada uno de estos enfoques. Las prácticas gerenciales como rutinas organizacionales Como ha observado Kelman “mucho de lo que ocurre en las organizaciones es rutina” (1987: 175). Esto se debe a que las prácticas organizacionales tienden a estabilizarse a través de procesos rutinarios que estandarizan la actividad de un gran número de individuos, sacan provecho de sus especializaciones, facilitan la coordinación y realizan predicciones posibles sobre los resultados de su actividad. La rutina consiste en una serie de patrones repetitivos y reconocibles de acciones interdependientes, a partir de la cual los miembros de la organización ejecutan acciones particulares (Feldman y Pentland, 2003; Feldman, 2000). La importancia indudable que tiene la iteración como una característica clave de las rutinas conduce a que las mismas aparenten ser un fenómeno simple y mecánico. Sin embargo, las rutinas poseen una dinámica muy compleja. 88 Feldman y Pentland (2003, 2005) sostienen que la dinámica interna de las rutinas es el resultado de la interacción entre las acciones inducidas por la rutina y la interpretación que los participantes tienen de sus acciones. Adoptando el lenguaje de Latour, los autores denominan aspecto performativo al primer elemento y aspecto ostensivo, al segundo. El aspecto ostensivo consiste en el patrón abstracto o general que da forma a la percepción de qué es la rutina en cuestión, y permite a los participantes u observadores conectar un flujo de acciones singulares con la noción de una rutina en particular. De hecho, los participantes utilizan este patrón abstracto no solo para guiar su acción, sino para dar cuenta del sentido o de las acciones que realizan. Dado que varios individuos y grupos pueden participar en una misma rutina, generalmente existen distintas interpretaciones del patrón abstracto, lo que puede dar origen a interpretaciones más o menos consensuales o conflictivas de la rutina. El aspecto performativo consiste en la serie de acciones singulares realizadas por individuos o grupos específicos en contextos y tiempos determinados, en el marco de lo que ellos entienden como una rutina específica. Las acciones implican siempre un importante grado de improvisación, desviándose de esta manera respecto a lo previsto en el patrón abstracto, porque requieren atender a lo que hacen otros participantes y a las características de la situación singular en que ocurren (contexto). Así, mediante la acción reiterada, los participantes crean, mantienen y modifican el aspecto ostensivo de una rutina. El acercamiento entre estas dos dimensiones genera la secuencia de acciones estable y fluida que idealmente caracteriza a una rutina (Nelson y Winter, 1982). Sin embargo, es importante tener en cuenta que los aspectos performativo y ostensivo no necesariamente convergen armoniosamente. La falta de consenso –e incluso el conflicto– sobre la interpretación de un patrón abstracto (aspecto ostensivo) puede dar origen a una variación (dispersión) excesiva en las acciones. La variación excesiva de las acciones, a su vez, puede conducir a múltiples interpretaciones de la rutina. Las divergencias entre ambos aspectos disparan conflictos dentro de las organizaciones, ya que los participantes pueden identificarse con diferentes versiones de los aspectos performativo y ostensivo de una rutina compartida. En la ejecución de las acciones y la construcción de interpretaciones sobre ellas, los participantes se apoyan en un conjunto de artefactos: reglas, procedimientos operativos, herramientas, má quinas, diagramas, etc. Así, Pentland y Feldman (2005) consideran los artefactos como un tercer elemento de la dinámica interna de las rutinas, que materializa los aspectos ostensivos y performativos en dispositivos específicos creados por las organizaciones (usualmente por sus gerentes) para darle forma a las actividades de los miembros. Los artefactos son resultado de un proceso de reificación de las experiencias dentro de la organización, ofreciendo un punto de referencia concreto y claro alrededor del cual las variaciones y divergencias relacionadas a los aspectos ostensivos y performativos pueden ser ‘negociadas’ (Wenger, 1998). Los artefactos, en la medida en que son resultado de la negociación del significado de las rutinas y de la obtención de acuerdos que permiten negociar las discrepancias, son marcas concretas de una suerte de ‘tregua’ dentro de la organización. Las prácticas gerenciales, en cuanto rutinas, son así el resultado de acciones repetitivas que, siendo guiadas por un patrón abstracto, en realidad lo recrean y mantienen a través del tiempo. Esta dinámica interna, anclada en las características repetitivas propias de la rutina, dificulta visualizar la manera en que las rutinas cambian a través del tiempo. Sobre este punto, Pentland y Feldman (2005) sostienen con claridad que la dinámica de las rutinas incluye un ciclo de cambio endógeno. Pero, para entender este argumento con mayor precisión, es necesario considerar, basándonos en un análisis teórico social, la relación entre la estructura social y la acción humana. Prácticas, estructura social y acción humana La mirada de Feldman y Pentland (2003) sobre la interrelación entre los aspectos ostensivos y performativos de las rutinas organizacionales tiene origen en las teorías sobre la relación entre las estructuras sociales y las organizaciones. Las teorías de la práctica son una ‘familia de teorías’ (Reckwitz, 2002) que conceptualizan las prácticas sociales como fenómenos (simbólicos) culturales. Entienden, así, las prácticas como comportamientos rutinarios que siguen un modelo y que se ponen en acto mediante una multitud de acciones singulares, a veces únicas, que reproducen la práctica. La relación entre el patrón que organiza los posibles comportamientos y, las múltiples y diversas acciones que reproducen dicho patrón es una de las cuestiones clave de la teoría de la práctica. Anthony Giddens y Pierre Bourdieu –probable– mente los intelectuales que han realizado las contribuciones más relevantes al desarrollo de las teorías de la práctica– critican a aquellas escuelas de pensamiento que consideran la acción como un efecto no reflexivo de las estructuras sociales o, por el contrario, consideran que los actores reflexivos e interactivos –casi libres de cualquier limitación estructural– son la fuente principal de las prácticas sociales. Giddens (1979, 1984) expone la noción de ‘dualidad de la estructura’, que expresa la dependencia mutua de la estructura y las organizaciones asegurando que “las propiedades estructurales de los sistemas sociales son tanto el medio como el resultado de las prácticas que constituyen esos sistemas” (1979: 69). Mientras que los sistemas sociales se configuran por prácticas recurrentes sociales, la ‘estructura’ es interpretada como la propiedad estructural de dichos sistemas que permiten y limitan de manera simultánea las prácticas. Estas propiedades estructurales consisten en una serie de reglas y recursos generativos, como la comunicación del significado, el poder (dominación) y la sanción normativa. Desde el punto de vista de Giddens, la estructuración de un sistema social consiste en el modo en que los actores –que son parcialmente conscientes de las condiciones de sus comportamiento– se basan en reglas y, recursos estructurales que permiten y limitan sus prácticas, produciendo y reproduciendo involuntariamente Juan Carlos Cortázar Las prácticas de gestión pública. Un marco conceptual desde las ciencias sociales y gerenciales 89 Fortalecimiento Institucional aquellas propiedades estructurales a través de la interacción. Bourdieu (1990) sigue un camino similar, argumentando que diferentes condiciones de existencia producen diversos ‘hábitos’, es decir, “sistemas de disposiciones durables, trasladables, estructuras predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios que generan y organizan prácticas y representaciones que pueden ser adaptados objetivamente a sus resultados sin presuponer la búsqueda de un resultado o un dominio inmediato de las operaciones necesa rias para obtener dichos resultados” (53). Siguiendo un razonamiento similar al que utiliza Giddens para vincular estructura y acción mediante la noción de la dualidad de la estructura, Bourdieu propone que los esquemas generativos de percepción, pensamiento y acción que los actores adquieren como parte de una colectividad (el ‘hábito’) es lo que les permite generar un conjunto de prácticas que, al mismo tiempo, produce y reproduce tales esquemas al ponerlos en práctica.4 El análisis realizado por Feldman y Pentland sobre la estructura y la dinámica interna de las rutinas organizacionales se asemeja al modo en que Giddens y Bourdieu conceptualizan la relación entre estructura y acción: Adoptar una estructura o una perspectiva basada en la teoría de la práctica, nos permite observar el aspecto ostensivo y el aspecto performativo de las rutinas organizacionales como recursivamente relacionadas con las acciones que crean y recrean el aspecto ostensivo, así como la manera en que el aspecto ostensivo limita y posibilita las acciones (2003: 105). Bajo esta visión, los patrones abstractos de una rutina adquieren propiedades estructurantes con relación a las acciones singulares, haciéndolas 4 90 posibles y, al mismo tiempo, estableciéndoles límites. Sin embargo, los patrones también dependen de las acciones para poder subsistir. A esta altura una pregunta que deberíamos plantearnos sería: ¿cómo cambian los patrones? Varios críticos encuentran las ideas Giddens y Bourdieu demasiado focalizadas en la reproducción de las estructuras sociales, evitando profundizar en la explicación del cambio de las estructuras. Emirbayer y Mische (1998) consideran que el concepto de acción humana que utilizan los autores mencionados anteriormente es “habitual, repetitivo, y dado por sentado” (963). Dejando de lado la discusión sobre la calidad de las propuestas de Giddens y Bourdieu, resulta importante para nuestro análisis sobre prácticas gerenciales considerar la definición que ofrecen Emirbayer y Mischer del término acción, como un proceso de involucramiento colectivo influenciado por el pasado (y de esta manera por estructuras heredadas: reglas, fuentes, patrones y esquemas), y a su vez orientado hacia el futuro (como una capacidad para imaginar posibles alternativas) y, hacia el presente (contextualizando las prácticas en las contingencias del momento). Siguiendo esta perspectiva, los autores identifican tres dimensiones de la acción humana. En primer lugar, la ‘iteración’, que consiste en la reactivación selectiva que realizan los actores de los patrones de pensamiento y acción del pasado, los cuales se incorporan de manera rutinaria en las prácticas. En segundo lugar, la ‘proyectividad’, que comprende la generación imaginativa de posibles trayectorias futuras para las acciones, que de esta manera pueden reconfigurar los patrones recibidos. En tercer y último lugar, la ‘evaluación práctica’, consiste en la capacidad Bourdieu sugiere la idea de un hábito específico relacionado con agentes especializados gubernamentales (funcionarios). También propone la idea de que tal hábito se centraría en la manera en que los funcionarios públicos producen y reproducen su monopolio de la razón de estado, imponiéndola a la sociedad como un imperativo universal (1998: 57-60). que los actores tienen para hacer juicios prácticos y valorativos sobre las posibles trayectorias de sus acciones; en respuesta a los requerimientos, dilemas y ambigüedades propias de las situaciones específicas que van enfrentando.5 Mientras que la iteración está relacionada con la reproducción de las estructuras, la acción humana es capaz de introducir un cambio por medio de la proyectividad y la evaluación práctica.6 Volviendo a considerar la idea que Feldman y Pentland (2003) desarrollan respecto a la existencia de un ciclo de cambio endógeno de las rutinas, cabe mencionar que dicha propuesta se basa justamente en postular que la acción humana abre posibilidades para introducir desviaciones con relación al patrón abstracto de la rutina, recreándolo mediante la improvisación. Los autores mencionados interpretan el cambio de una rutina como el resultado de dos movimientos: desde lo ostensivo hacia lo performativo y viceversa. El primer movimiento consiste en el proceso mediante el cual los actores utilizan el patrón abstracto de la rutina para guiar (aplicando un modelo o marco normativo), dar cuenta de (explicar y legitimar retrospectivamente) y referirse (dar sentido) a sus acciones. El segundo movimiento comprende el modo en que las acciones crean (mediante la repetición), mantienen (mediante la representación) y modifican (eligiendo desviarse e improvisando) el patrón abstracto del cual partieron. Este ciclo de cambio endógeno es, entonces, resultado del entrecruzamiento de las acciones de guiar/dar cuenta de/referirse a las acciones con las de crear/mantener/modificar el patrón que representan. De este modo –y de manera congruente con la noción de dualidad de estructuras de Giddens– el aspecto ostensivo de las rutinas posibilita y limita el desempeño (acción), mientras que las acciones recrean y, transforman los patrones como resultado de la improvisación y adaptación a los requerimientos de situaciones específicas. Es importante advertir la capacidad trans formadora que, desde esta perspectiva, puede asignarse a las prácticas gerenciales como rutinas organizacionales. Así, como resultado del ‘monitoreo reflexivo’ (Giddens, 1979) o de la proyectividad y los procesos de evaluación prácticos (Emirbayer y Mische, 1998) que los actores ejercen sobre sus propias acciones, los participantes pueden improvisar y transformar parcialmente las condiciones generativas de su práctica. Giddens resume esta idea al considerar la acción como “un flujo de intervenciones causales, reales o previstas, de los seres físicos en la corriente de acontecimientos del mundo” (1979: 55). Considerar las prácticas como intervenciones es muy útil para comprender las prácticas gerenciales, ya que generalmente implican el propósito explícito de mejorar (cambiar) el desempeño organizacional. Además, la cita nos recuerda que las prácticas sociales (y gerenciales) están siempre situadas dentro de un flujo continuo de sucesos (Suchman, 1987). Juan Carlos Cortázar Las prácticas de gestión pública. Un marco conceptual desde las ciencias sociales y gerenciales 5 Los autores identifican la ‘esquematización’ como el proceso principal que hace posible la iteración. De manera semejante, la ‘hipotetización’ y la ‘contextualización’ son consideradas como los procesos básicos para la proyectividad y la evaluación práctica. 6 Se puede decir que la dimensión de la ‘evaluación práctica’ de Emirbayer y Mische se asemeja a la idea de Giddens sobre el ‘monitoreo reflexivo’ de las acciones por los participantes (1979). Además, ni Giddens, ni Bourdieu negarían una capacidad ‘proyectiva’ por parte de los actores, sino que asegurarán que la capacidad de proyectar acciones futuras y alternativas se ve posibilitada y restringida por las propiedades estructurales de los sistemas sociales o por los esquemas generativos de la percepción, el pensamiento y la acción que constituyen el hábito. Así, la interrelación de reproducción y cambio puede ser más compleja que considerar algunas dimensiones de las acciones se relacionan con la estabilidad y algunas otras con el cambio. 91 Fortalecimiento Institucional Feldman (2000) propone una taxonomía muy útil sobre las maneras en que los participantes de una rutina (o de una práctica gerencial) ejercitan esta capacidad transformadora, mediante distintas respuestas a la percepción que ellos mismos tienen de los resultados de sus acciones. Como se muestra en la tabla 1, cuatro valoraciones diferentes de tales resultados pueden conducir a tres tipos de respuesta. La reparación, la expansión y el esfuerzo son tipos específicos de respuesta que aplican la capacidad transformadora de las prácticas gerenciales, introduciendo cambios en los aspectos ostensivos y performativos de las rutinas, y en los artefactos que también utilizan.7 Una o más de estas respuestas guían los esfuerzos de rediseño y reforma desarrollados por los gerentes para mejorar los resultados de sus organizaciones. Pero, generalmente, estas no son respuestas individuales, sino que requieren de la intervención de una colectividad o comunidad de profesionales. De este modo, comprender la recreación y la modificación de las prácticas gerenciales implica prestar atención a los escenarios colectivos donde ellas ocurren. Prácticas, comunidades y gestión pública Es obvio que las prácticas organizacionales ocurren, tal como lo indica su nombre, dentro de escenarios colectivos. Pero algunas de las características específicas de los escenarios en donde se efectúan las prácticas organizacionales en general y las prácticas de gestión pública en particular, no son evidentes. Wenger (1998) sostiene que las prácticas organizacionales son propiedad de una especie particular de escenario colectivo, a la que denomina ‘comunidades de práctica’. Estas comunidades existen por y alrededor de prácticas específicas, y se crean para promover una iniciativa compartida. Los individuos se involucran en prácticas dentro de una o más de estas comunidades, desarrollando un conjunto de prácticas como un mecanismo para fomentar la participación recíproca de los participantes en una red de relaciones, participar en el esfuerzo conjunto de enfrentar ciertas situaciones, y compartir un repertorio de actividades (rutinas), símbolos y objetos pertenecientes a la práctica. Si Tabla 1. Taxonomía de respuestas a los resultados de rutinas* Percepción del resultado Respuesta 1.Las acciones no producen los resultados esperados. Reparación: reparar la rutina para restaurar su equilibrio mientras se mantienen los estándares de trabajo establecidos. 2.Las acciones producen resultados imprevistos o indeseables (nuevos problemas). Expansión: introducir cambios para sacar ventaja de las nuevas posibilidades y situaciones, alterando los estándares de trabajo establecidos. 3.Las acciones generan nuevos recursos y posibilitan nuevas oportunidades. 4.Los resultados obtenidos son los esperados, pero los participantes aún perciben posibles mejoras: los resultados están por debajo de los ideales. Esfuerzo: invertir esfuerzo y cambiar estándares con el objetivo de alcanzar el de alcanzar el desempeño ideal. * Fuente: Feldman (2000) 92 7 Aunque Feldman considera que la ‘reparación’ no se relaciona con el cambio porque no altera los estándares de trabajo, consideramos que los tres tipos de respuesta –incluso cuando se mantienen sus estándares originales– conllevan la introducción de cambios. las prácticas son “un proceso por el que podemos experimentar el mundo y nuestro compromiso con él como significativo” (Wenger, 1998: 51), las comunidades de práctica son escenarios donde se construye el significado por medio del ejercicio de una práctica común. Wenger sugiere que la producción de experiencias significativas dentro de estas comunidades tiene lugar mediante los procesos de negociación de significado, participación y reificación. Mientras que los procesos de reificación se relacionan con la creación de los artefactos que Pentland y Feldman (2005) consideran como una dimensión de las rutinas, se puede asociar la noción de participación de Wenger a los aspectos performativos y ostensivos de las rutinas, porque crean comprensión y acciones. La noción de negociación de significado se refiere al proceso mediante el cual los profesionales enfrentan las circunstancias particulares de las situaciones en que encuentran. En consecuencia, no solo las prácticas, sino también las comunidades que las sostienen, están ‘situadas’ en el sentido que Suchman (1987) le asigna al término. Sin embargo, no toda organización es una comunidad de práctica. Una comunidad de práctica existe cuando hay una experiencia colectiva de involucramiento en una práctica compartida y significativa. Por supuesto, estas comunidades pueden tomar lugar dentro de organizaciones, en cuyo caso los profesionales deberán desarrollar su experiencia ajustando las demandas institucionales con la realidad de las situaciones particulares que enfrentan (Wenger, 1998: 46). También puede suceder que mediante su práctica varias comunidades se interrelacionen dentro de la misma organización, constituyendo lo que Wenger denomina una “constelación de prácticas interconectadas” (Ibíd: 127). Las comunidades de práctica pueden existir en cualquier organización. Pero es válido pensar que las comunidades relacionadas con las prácticas de gestión pública tienen características particulares, derivadas del carácter público de los escenarios (organizaciones) donde suceden. Siguiendo a Moore (1997 y 2000), consideramos que el ámbito público muestra características distintivas con relación al proceso de desarrollo de estrategias organizativas. Moore sostiene que desarrollar una estrategia en las organizaciones públicas requiere una triple mirada, que conduzca a los gerentes o directivos a considerar si la estrategia lleva a resultados sustancialmente valiosos para los supervisores, los ciudadanos y los beneficiarios; además, si es legítima y políticamente viable; y, finalmente, si es operacional y administrativamente posible. Juan Carlos Cortázar Las prácticas de gestión pública. Un marco conceptual desde las ciencias sociales y gerenciales Mientras que el último punto no conduce a diferencias sustanciales entre las organizaciones públicas y privadas, los primeros dos establecen un carácter distintivo para el caso de las organizaciones públicas, ya que involucran necesariamente procesos políticos. La política es, así, el campo que deben observar los gerentes públicos para descubrir y dar forma al ejercicio de su mandato, ya que solo mediante la interacción política se pueden resolver las visiones conflictivas sobre el valor de distintos propósitos públicos. Adicionalmente, los gerentes públicos obtienen sus recursos (autoridad y dinero) de un entorno de instituciones y autoridades políticas y, en consecuencia, deben responder ante dicho entorno, marco legal e institucional vigente (Moore, 1997: 105). La relación estrecha que las organizaciones públicas mantienen con la institucionalidad política e, incluso, con la acción política misma, las sitúa dentro de un marco marcadamente regulado. De hecho, todas las actividades relacionadas con definir los mandatos organizacionales, delegar la autoridad, asignar los fondos públicos y responsabilizar a los funcionarios públicos ante la ley dependen enormemente de un extenso conjunto de reglas gubernamentales. En este tipo de escenario, la ‘lógica de lo apropiado’, sugerida por March (1994), posee una fuerte influencia sobre el 93 Fortalecimiento Institucional comportamiento y las decisiones de los actores. Sin excluir el cálculo racional como una lógica que también puede dirigir las decisiones y las prácticas de los actores en las organizaciones públicas –tal como lo indican las teorías de la elección pública–, es posible proponer que en los ámbitos que están fuertemente regidos por reglas (como el público) se tiende a tomar decisiones con una lógica distinta a la optimización racional. March confronta la lógica de consecuencias del cálculo racional con la ‘lógica de lo apropiado’, mediante la cual los individuos y las organizaciones construyen identidades y utilizan las reglas que consideran apropiadas para enfrentar las situaciones en las que se encuentran. En una perspectiva de cumplimiento de las reglas, quienes toman las decisiones deben resolver tres preguntas: “1) la pregunta sobre el reconocimiento: ¿qué tipo de situación es esta?; 2) la pregunta sobre la identidad: ¿qué tipo de persona soy? o, ¿qué tipo de organización es esta?; 3) la pregunta sobre las reglas: ¿qué hace una persona como yo, o una organización como esta en una situación como la que tengo en frente?” (1994: 58). De esta manera, la lógica de seguimiento de reglas no se basa en el cálculo comparativo de las consecuencias que tendrían distintas alternativas de acción, sino que procede “estableciendo y haciendo coincidir las reglas con las situaciones identificadas” (Ibíd). Como se trata de un proceso que requiere interpretación, selección y correspondencia, está expuesto a los problemas de incertidumbre (cálculo impreciso de las consecuencias futuras de las acciones presentes), ambigüedad (falta de consistencia entre las diferentes interpretaciones de las situaciones o de las relaciones causales que vinculan acciones y consecuencias, o de los propósitos de los participantes) y el conflicto estratégico entre los actores involucrados. 94 La ‘lógica de lo apropiado’ resulta útil para aclarar varios aspectos de la dinámica de las prácticas de gestión pública y de las comunidades en las que los actores se involucran. En primer lugar, la lógica de lo apropiado ayuda a comprender que las comunidades de práctica no son solo un escenario para compartir ‘conocimiento operacional’ (Nelson y Winter, 1982), sino fundamentalmente un ámbito donde construir una identidad común. Como sostiene Wenger (1998), mediante el involucramiento en las prácticas, los participantes de una comunidad negocian no solo el significado de dichas prácticas, sino también su identidad como parte de la organización. En segundo lugar, la ‘lógica de lo apropiado’ ayuda a obtener un entendimiento refinado de la relación entre los aspectos performativos y ostensivos de las rutinas: los actores reelabo ran los patrones abstractos de las rutinas (por lo general consolidados en reglas y procedimientos operacionales) mediante el establecimiento de identidades y la búsqueda de correspondencia entre las reglas y procedimientos con las situa ciones identificadas. En tercer lugar, la ‘lógica de lo apropiado’ ayuda a comprender el cambio en los escenarios regidos por reglas y rutinas. Así, se puede aclarar la idea, desarrollada por Feldman y Pentland (2003), de que los actores pueden modificar los patrones de la rutina –eligiendo como respuesta el improvisar ante las demandas de la situación o ante una evaluación negativa de los resultados de la rutina–, si consideramos que el actor interpreta la situación o los resultados como problemáticos y, de este modo, decide qué modificaciones deben ser introducidas a su identidad o cómo utilizar creativamente las reglas para enfrentar la inesperada situación. Resulta evidente que –contrariamente a lo que el sentido común puede entender como una acción que sigue reglas– la interpretación de March sobre el cumplimiento de las reglas abre la puerta a considerar la capacidad transformadora de la acción humana en la toma decisiones. De este modo, la lógica de lo apropiado es compatible con la opinión de Emirbayer y Mische (1998) sobre proyectividad y evaluación práctica, porque los actores deben no solo elegir dentro de un repertorio de reglas, sino también deben interpretar la situación y sus propias identidades, una tarea claramente abierta a la proyección reflexiva y a la evaluación. Finalmente, considerar los problemas que generalmente afectan el cumplimiento de reglas –incertidumbre, ambigüedad y conflicto– ayuda a explicar con mayor detalle las dificultades relacionadas con los patrones abstractos no consensuados. Resumen: ¿qué son las prácticas de gestión pública? Para cerrar, ofrecemos una definición de las prácticas de la administración pública que resume los distintos aportes considerados en las páginas anteriores. Las prácticas de gestión pública son patrones rutinarios de actividad o intervención interdependiente, diseñados e implementados para llevar a cabo funciones esenciales relacionadas con los logros de las organizaciones públicas. El patrón apunta a condensar o abstraer los requerimientos organizacionales relacionados con el logro de la función. Se mantiene (reproduce) mediante la repetición de acciones llevadas a cabo por individuos o grupos específicos en momentos y situaciones específicas, y por el uso reiterativo de artefactos. Los actores realizan prácticas de gestión pública principalmente (pero no exclusivamente) al establecer identidades y hacer coincidir las reglas a situaciones reconocidas. Sin embargo, los individuos y los grupos pueden improvisar durante las acciones, eligiendo desviarse del patrón mediante la aplicación de diferentes identidades y reglas o mediante la modificación de las ya recibidas. La improvisación es la respuesta del actor ante: 1) las acciones llevadas a cabo por otros participantes, y 2) los problemas particulares y desafíos impuestos por la situación donde ocurre la actividad. El patrón de la práctica también puede ser modificado como resultado de los esfuerzos dirigidos a reparar, extender o mejorar la práctica. La reproducción y la modificación de las prácticas suceden dentro de comunidades de práctica, es decir, grupos de actores interrelacionados que comparten una iniciativa común y están mutuamente comprometidos en una práctica. Dentro de estas comunidades, distintas comprensiones de la identidad, los patrones, las acciones y los artefactos relacionados con una práctica son constantemente negociadas. Las comunidades de práctica relacionadas con las prácticas de gestión pública son escenarios delimitados por reglas, y las decisiones y acciones de sus miembros se ven fuertemente influenciadas por la lógica de lo apropiado. Juan Carlos Cortázar Las prácticas de gestión pública. Un marco conceptual desde las ciencias sociales y gerenciales Bibliografía BARDACH, Eugene. 1998 Getting agencies to work together. The practice and theory of managerial Craftsmanship. Washington D.C.: Brookings. BARZELAY, Michael. 1988 Breaking trough bureaucracy. A new vision for managing Government. Berkeley, California: University of California Press. 2001 The new public management. Improving research and policy dialogue. California: The University of California Press. BARZELAY, M. y R, GALLEGO. 2005 From new institutionalism to institutional processualism: advancing knowledge about public management policy change. BARZELAY, Michael. 2006a Management instruments and social behaviour. HEC, CEMS. 2006b Clarifications about the course (versión 2). GV 494/MN 401. LSE. 2006c “Studying strategy development in Government Organizations: integrating strategic manage ment and theories of social practices”. 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Nueva York: Cambridge University Press. ¿un nuevo paradigma sobre la relación entre estado y mercado en Estados Unidos Andrés Martín Garrido Sánchez 1 Pontificia Universidad Católica del Perú Resumen El presente artículo es un análisis de la reforma financiera del gobierno del presidente Barack Obama, especialmente la implementación a la fecha de la Ley Dodd-Frank, tanto en lo que concierne a los aspectos económico-financieros como en lo referente a los aspectos políticoinstitucionales. Su objetivo es demostrar que, si bien la referida política de reforma conllevaría a la reivindicación del papel regulador y supervisor del Estado en el sistema financiero de Estados Unidos (surgiendo con ello la posibilidad de un nuevo paradigma en la relación entre Estado y mercado), su implementación no equivaldría a una reforma integral del mismo. Ello, a razón de que los mismos responsables de la crisis de 2008 se mantienen en el poder; a que se estaría dejando sin resolver otras dificultades importantes; las críticas de congresistas republicanos y la oposición de las grandes compañías de la industria financiera. Andrés Martín Garrido Sánchez La reforma financiera del gobierno del presidente Barack Obama: Teniendo en consideración el objetivo del artículo, el tipo de investigación es explicativa y el método se compone de un estudio de procesos dadas las unidades de observación: a) la crisis financiera de 2008-2010, b) las implicancias de la crisis, c) los rescates financieros, y, d) la reforma financiera como expresión de la reivindicación del Estado en el sistema financiero de Estados Unidos. El énfasis del análisis estará en los procesos, incorporando los principales factores políticos y económicos que influyen en dichos procesos. Palabras clave: crisis financiera, industria financiera, reforma financiera, Estado, mercado, Estados Unidos, Barack Obama El autor es primer secretario del Servicio Diplomático del Perú y máster en Ciencia Política y Gobierno con mención en Relaciones Internacionales de la PUCP. El presente artículo es un resumen de su tesis de grado. Asimismo, el autor es magíster en Diplomacia y en Derecho Internacional de los Tratados por la Academia Diplomática del Perú; realizó estudios de posgrado en la United Nations University, Tokio, Japón; y en la Temple University, Campus Japan. A partir del 1 de octubre de 2012, desempeña funciones en el exterior en la Embajada del Perú en la República de Costa Rica. 1 97 Fortalecimiento Institucional Introducción Justo antes de las elecciones de 2008, cuando la crisis financiera se hizo más evidente, el candidato a la presidencia Barack Obama señaló que “la ambición e irresponsabilidad de Wall Street y las fallas de regulación provocaron la crisis”. Subrayó que “la falta de supervisión en Washington y en Wall Street es lo que nos metió en este problema”. Luego de asumir la presidencia en enero de 2009, Barack Obama habló de la necesidad de reformar la industria financiera: “Necesitamos regular el riesgo sistémico, más requisitos de capital, una protección financiera al consumidor y cambiar la cultura de Wall Street”. El 11 de julio de 2010, el presidente Obama refrendó la Ley Dodd-Frank de reforma financiera y de protección de los consumidores, fecha en la que entró en vigor. Debe su nombre al senador senior Christopher Dodd del Estado de Connecticut y al representante Barney Frank del Estado de Massachusetts. Ambos son miembros del Partido Demócrata. La ley fue patrocinada por el 111 Congreso de Estados Unidos, controlado por los demócratas. Se trata de una enorme y compleja ley que, según se informa, fue resultado de varios compromisos.2 En ese sentido, la ley Dodd-Frank aborda una reforma financiera que alcanza casi todos los aspectos de la industria de los servicios financieros con el objetivo de devolver a los inversores la confianza en la integridad del sistema. Análisis de la Ley Dodd-Frank La ley Dodd-Frank fue escrita en el período que siguió a la crisis financiera bajo considerable presión política con dos objetivos muy claros: 1) reducir los riesgos del sistema bancario paralelo (shadow banking system) mediante una regulación más cuidadosa de los instrumentos e instituciones de las actuales finanzas y 2) reducir los daños en caso que grandes instituciones financieras colapsen (too big to fail). Se podría decir que entre las fortalezas de la ley se incluye su énfasis en las pruebas de resistencia del sector financiero, a fin de demostrar su solvencia.4 Ver Binyamin Appelbaum, Lawmakers At Impasse On Trading, The New York Times, 23 de junio de 2010: htpp:// www.nytimes.com/2010/06/24/business/24regulate.html; y Jim Puzzanghera, Congressional Negotiators Wrap Up Work On Financial Reform Legislation, The Los Angeles Times, 26 de junio de 2010: htpp://articles.latimes.com/2010/jun/26/ business/la-fi-financial-reform-20100626. 3 “Promover la estabilidad financiera de los Estados Unidos al promover la rendición de cuentas y la transparencia en el sistema financiero, terminar con ‘demasiado grande para fallar’, proteger el pago de impuestos americanos al terminar con los rescates, proteger a los consumidores de las prácticas abusivas del servicio financiero y para otras finalidades”. Texto de la Dodd-Frank Wall Street Reform and Consumer Protection Act: http://docs.house.gov/rules/finserv/111_hr4173_finsrvcr.pdf. 4 Para ello se ha creado la Consumer Financial Protection Bureau (CFPB), agencia independiente encargada exclusivamente de velar por la protección del consumidor de productos y servicios financieros (http://www.consumerfinance.gov); el Financial Stability Oversight Council (FSOC), consejo de supervisión de estabilidad financiera presidido por el Secretario del Tesoro, con importantes responsabilidades, entre ellas identificar y responder riesgos sistémicos (http://www.treasury. gov/initiatives/fsoc/Pages/default.aspx). La Office of Financial Research OFR que pertenece al Departamento del Tesoro, cuyo personal está formado por expertos con conocimientos altamente sofisticados que apoyan el trabajo del FSOC recopilando datos financieros y llevando acabo análisis económicos; y, la Office of Credit Ratings OCR dentro de la Securities Exchange Commission (SEC), esta última equivalente en el Perú a la Superintendencia de Banca y Seguros, con el poder para multar a las agencias de calificación crediticia. 2 98 El objetivo de la ley, de acuerdo con su primera página, es: «to promote the financial stability of the United States by improving accountability and transparency in the financial system, to end “too big to fail”, to protect American tax payers by ending bailouts, to protect consumers from abusive financial services practices, and for other purposes.».3 Asimismo, incluye la llamada Regla Volcker y el enfoque en la regulación de las más grandes instituciones financieras no bancarias.5 La ley; sin embargo, tendría varias debilidades por ser compleja e irregular, en términos de regulación. Deja vacíos para algunas actividades y en otras es excesivamente reguladora. Además, resulta problemática en la calidad de la supervisión (Ludwig, 2012). Queda claro que el sistema financiero sigue siendo tan proclive a los rescates después de la ley Dodd-Frank como lo fue en el pasado y que podría tener más sentido enfocarse en la bancarrota como una solución a escoger para las instituciones financieras en problemas. David Skeel, en su libro The New Financial Deal, understanding the Dodd-Frank Act and its (unintended) consequences, sostiene que no basta ver la sustancia de la ley, sino también el clima político y económico que llevó a cabo esta regulación. Skeel identifica dos temas que considera surgen de la ley y que son muy peligrosos: 1) la asociación entre el gobierno con las más grandes instituciones financieras y 2) la especial inter vención por parte de los reguladores, en vez de una mayor respuesta basada en reglas predecibles a la crisis (Skeel, 2011). Skell, al igual que Charles Ferguson en su documental Inside Job (2010), destaca la tendencia o inclinación del gobierno del presidente Obama hacia las corporaciones, en particular de aquellas personas vinculadas a los rescates del año 2008, tales como Tim Geithner, su actual Secretario del Tesoro. En resumen, la reforma financiera del gobierno del presidente Obama da ciertas muestras de debilidad. Cuestiones críticas como la creación de un fondo especial financiado por las instituciones financieras que sirva de respaldo para futuras crisis (también como un mecanismo para recuperar el dinero gastado por el gobierno en los rescates), el futuro de las calificadoras de riesgo, del poder de los lobbistas y las compensaciones a los ejecutivos, no han recibido propuestas significativas. Por otro lado, el Congreso habría fracasado en tratar de resolver una de las principales causas de la crisis financiera: los límites del apalancamiento financiero, lo que constituye una grave falencia en la actual reforma financiera. Para los más críticos, la política de reforma financiera ha conseguido muy pocos logros porque estaría siendo influenciada por lobbies de Wall Street y Washington D.C., en especial de la Financial Services Roundtable.6 Algo interesante de observar, es que el actual Secretario del Tesoro, Timothy Geithner, el principal asesor económico del Obama; Larry Summers,el presidente de la CFTC; Gary Gensler y la Presidenta de la SEC, Mary L. Shapiro, todos asesores económicos del Presidente Obama, son las mismas personas que habrían construido la anterior estructura financiera que condujo a la crisis de 2008, y continúan en el poder (Ferguson, 2010). En 2009, Obama volvió a nombrar a Ben Bernanke. Por otra parte, llama la atención que desde 2010 no se ha demandado penalmente a ningún ejecutivo, ni corporación financiera, vinculados a la crisis de 2008, por delitos, por títulos o fraude en contabilidad. La administración de Obama tampoco ha hecho nada por recuperar, por ejemplo, las compensaciones que se dieron a los ejecutivos durante la burbuja inmobiliaria. Andrés Martín Garrido Sánchez La reforma financiera del gobierno del presidente Barack Obama Uno de los políticos más críticos de la Ley Dodd-Frank, es el actual presidente del Comité de Servicios Financieros del Congreso, el La Regla Volcker busca prevenir otra crisis financiera y poner fin al too-big-to-fail (demasiado grande para caer). Establece requisitos más exigentes sobre el capital y nivel de endeudamiento a los bancos estadounidenses, le pone restricciones en la negociación de acciones propias, en inversiones en fondos de inversión libre, entre otros. La regla también es aplicable a instituciones no bancarias. 6 Asociación que congrega y representa a todos los sectores de la industria de servicios financieros. http://www.fsround. org/fsr/about/member_companies.asp 5 99 Fortalecimiento Institucional representante Republicano Spencer Bachus. Señala que la ley es poco práctica e innecesaria para las instituciones financieras del país. Sostiene que sería una pesada carga para las pequeñas empresas: el duplicarles los trámites burocráticos, en vez de atraerlas a la realización de actividades que contribuyan al crecimiento de la economía y generación de empleos (incluso la llama the Burden Tracker bill). Bachus indica que la ley obliga a los reguladores oficiales proponer alrededor de 400 nuevas reglas y requerimientos que deberán ser seguidos e implementados por el sector privado.7 En el campo académico, también se aprecia fuertes críticas. El Committe on Capital Markets Regulation (CCMR), cuyos vicepresidentes son nada menos que Glenn Hubbard, actual Decano de Columbia Business School, y John Thornton, presidente de la Brookings Institution, considera que el principal problema de la regulación, sigue siendo el prevenir el riesgo sistémico. En ese marco, sostiene que la Regla Volcker no tiene ningún potencial para reducirlo porque no apuntaría a la deuda que posee las instituciones, ni la posición de sus derivados, ni su ámbito y complejidad de sus relaciones financieras; para la CCMR, la reforma debería enfocarse principalmente a reducir el riesgo sistémico mediante la reducción de la interconetividad de las instituciones fallidas en el sistema para que su eventual caída no cause daños mayores (Scott, 2011).8 Implementación de la Ley Dodd-Frank De acuerdo con Michel Barr, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan y uno de los arquitectos de la nueva estructura financiera, no obstante lo avanzado, la reforma financiera y el sistema financiero enfrentan amenazas importantes. La más impor tante es que los reguladores necesitan culminar el trabajo de implementación de la Ley y de sus nuevas reglas. Sin embargo, según Barr, un problema central ha sido el Congreso: un número de Republicanos ha tratado de frustrar la reforma al bloquear la dación de fondos necesarios (para la Commodity Futures Trade Commission, CFTC), bloquear nominaciones (como con el caso de la Consumer Financial Protection Bureau), o presentar medidas adicionales para revocar partes de la ley (como los requerimientos para la venta libre de derivados) (Barr, 2011). A partir de su implementación en julio de 2010, la ley Dodd-Frank ha conducido a una reforma integral en diferentes áreas a través de la creación Considerando que la ley de reforma tiene como principal objetivo el evitar una nueva crisis, Paul Krugman ha manifestado que a Estados Unidos http://financialservices.house.gov/News/DocumentSingle.aspx?DocumentID=291036 Ante la crítica y presión de políticos y lobbistas, el Secretario del Tesoro Geithner salió al frente a defender los avances de la reforma: These reforms are not perfect, and they will not prevent all future financial crises. But if these reforms had been in place a decade ago, then the rise in debt and leverage would have been less dangerous, consumers would not have been nearly as vulnerable to predation and abuse, and the government would have been able to limit the damage that a financial crisis could have on the broader economy. President Obama, along with Sen. Chris Dodd and Rep. Barney Frank, deserves enormous credit for pushing for tough reforms quickly. (Geithner, 2012). 7 8 100 de una autoridad que regula a las compañías de Wall Street que constituyan una amenaza para la estabilidad financiera, sin importar su tamaño o tipo corporativo; la promulgación de una resolución para reducir a estas grandes compañías en caso de una crisis sin generar pánico financiero o poner a los contribuyentes en apuros; el atacar la evasión regulatoria, restringir actividades de riesgo y fortalecer la supervisión bancaria; exigir transparencia en las transacciones e intercambios de capital y derivados estandarizados en todo el mercado; y, crear una agencia para la protección financiera del consumidor dedicada a velar por los intereses de los hogares estadounidenses. le va a tomar un buen tiempo recuperarse si es que no realiza una reforma profunda del sector financiero (Krugman, 2010). Uno de los factores que obstaculizaría la viabilidad de la reforma, según Krugman, es la indecisión del Gobierno en llevarla a cabo a plenitud, lo que conlleva a una pérdida de impulso para efectuarla. Está claro que algunos representantes repu blicanos, lobbistas y grandes bancos se oponen a realizar una reforma real. Ello implica establecer reglas drásticas a las grandes corporaciones al introducir disciplina al mercado, básicamente no prometiendo rescatar a los bancos en el futuro. Sin embargo, dice Krugman, a la hora de la verdad los gobiernos siempre terminan rescatando a las instituciones financieras clave durante una crisis. Al ver sombrío el panorama del sector financiero, Joseph Stiglitz también considera que es mil veces mejor no hacer la reforma financiera si es que esta se va hacer mal, dado que una reforma financiera débil –Stiglitz ya la califica de fallida– no se vería puesta a prueba hasta la siguiente gran crisis (Stiglitz, 2010). Análisis de la crisis financiera 2008-2010 La crisis no fue un accidente, fue causada por una industria financiera fuera de control, en la que el Estado no estaba preparado para cumplir su rol. Muestra de ello es que los reguladores y las grandes corporaciones fallaron, más de una vez, en entender los riesgos que presentaba cada institución.9 La crisis motivó una rápida y fuerte intervención del Estado mediante un millonario rescate financiero. Aquí se puede observar que los llamados ‘defensores del libre mercado’ en Estados Unidos traicionaron los principios del pensamiento económico neoliberal. El criterio aplicado fue realista. El objetivo fue salvar el sistema financiero estadounidense del desastre. El Estado norteamericano nacionalizó la banca, las entidades financieras y aseguradoras quebradas con la esperanza de recuperar la confianza para reactivar el sistema de crédito en el país: sin embargo, por otro lado, se dio inicio a un tiempo de recesión internacional y de dificultades para el empleo. En síntesis, tal como sucedió en Islandia, la amplia desregulación y la débil supervisión por parte del Estado permitieron que las finanzas, incluida la corrupción de Wall Street y de Washington D.C., se impusieran a la economía real y provocara su ruina (Rithotltz, 2009). Aunque parezca increíble, los funcionarios públicos y altos ejecutivos, tomadores de decisión, responsables de la crisis que se beneficiaron a costa de la pérdida pública en Estados Unidos, se mantienen en el poder. Andrés Martín Garrido Sánchez La reforma financiera del gobierno del presidente Barack Obama Nomi Prins, destacada periodista experta en temas financieros, en su libro It Takes a Pillage: Behind the Bonuses, Bailouts, and Backroom Deals from Washington to Wall Street, sostiene que las razones de la crisis de 2008-2010 son básicamente políticas y no económicas. No se permitió la intervención del Estado en el sector financiero por cuestión ideológica (Prins, 2009). De acuerdo con Prins, la FED, años atrás con Alan Greenspan a la cabeza, al reducir las tasas de interés drásticamente, permitió a los bancos ofrecer grandes cantidades de préstamo, lo que generó un exceso de capital, el cual, por su natural ambición, fue aprovechado El Gobierno del presidente Bush dejó caer a Lehmann Brothers, según opinión de Henry Paulson y Ben Bernanke “para calmar los mercados”, pero no coordinaron ni consultaron a sus pares internacionales sobre las decisiones que tomarían, Paulson y Bernacke no llegaron a entender las consecuencias de la quiebra de Lehmann Brothers en otros países, especialmente en Reino Unido. Londres fue un caos y contagió a todo el sistema financiero internacional. Singapur, China y otros países fueron afectados. Al final la población más pobre fue la más afectada. 9 101 Fortalecimiento Institucional por el capital financiero en financiar la compra de casas o hipotecas, lo que generó una fuerte especulación. Posteriormente, la crisis obligó al gobierno norteamericano a intervenir, al efectuar el multimillonario rescate financiero. Prins cuestiona la legitimidad del rescate, al que califica de pillaje y extorsión cuasi-legal de los banqueros de Wall Street y de las autoridades del Departamento del Tesoro y de la Reserva Federal, miembros del grupo de los llamados en el mundo académico como los Amos del Universo (Kennedy, 2009).10 Nomi Prins, se cuestiona el rescate financiero por ser antidemocrático y por su falta de legitimidad (Prins, 2009). En tal sentido, es necesario revisar el carácter de la decisión del rescate financiero por parte de los tomadores de decisión (conservadores y neoliberales) que habrían traicionado los principios de su doctrina por puro pragmatismo.11 Por otra parte, hay que tener muy presente la teoría de inversión de partidos políticos del reconocido politólogo norteamericano Thomas Ferguson.12 Afirma que son las élites económicas y no los votantes los que juegan el papel principal en los sistemas políticos en Estados Unidos. Describe las elecciones presidenciales y congresales, por ejemplo, como el momento en que especialistas en inversión coinciden y compiten para controlar el Estado, conservando, en ausencia de la sociedad civil organizada y de sindicatos, el poder que pasa a manos de la economía y, sostiene, En Estados Unidos, es legal que las corporaciones ejerzan el derecho a apoyar las candidaturas políticas que más se ajusten a sus intereses. Observando la realidad, la actual campaña presidencial en Estados Unidos nos ilustra el argumento de Ferguson y el objetivo de la industria financiera en ese país. Se ha podido apreciar que al 21 de abril de 2012, la campaña por la reelección del presidente Obama había logrado reunir de grandes donantes la suma de US $ 88,618,307,000 millones. Las seis primeras empresas de la lista eran Microsof Corp., DLA Piper, University of California, Sidley Austin LLP, Google Inc, y Harvard University.13 Por el lado del candidato republicano Mitt Romney, potencial principal rival de Obama, al 21 de abril de 2012, había recibido la suma de US $ 74,869,092 millones, siendo las seis primeras compañías de su lista, las más poderosas de la industria financiera: Goldman Sachs, JPMorgan Chase & Co, Bank of America, Morgan Stanley Credit Suisse Group y Citigroup Inc.14 De acuerdo con Norberto Bobbio, por legitimidad, específicamente se entiende como el atributo del Estado que consiste en la existencia en una parte relevante de la población de un grado de consenso tal, que asegure la obediencia sin que sea necesario, salvo en casos marginales, recurrir a la fuerza (Bobbio, 2010). Considerando que todo poder intenta ganar el consenso para que se le reconozca como legítimo al transformar la obediencia en adhesión, surge la pregunta ¿quién votó para que el Gobierno decida el salvataje financiero? ¿A quién le consultó el Gobierno para llevar a cabo esa dura medida? 11 En relación al argumento anterior, vale la pena resaltar las declaraciones hechas por Noam Chomsky a pocos días de sucedida la crisis financiera en el año 2008: “Such interventionism is a regular feature of state capitalism, though the scale is unusual. A study by international economists Winfried Ruigrok and Robvan Tulder fifteen years ago found that at least 20 companies in Fortune 100 would not have survived if they had not been saved by their respective governments, and that the rest gained substantially by demanding that governments ‘socialize their losses’, as in today´s tax saver financed bail out” (Chomsky, 2008). 12 En su clásica obra, Golden Rule: the investment theory of party competition and the logic of money-driven political systems, Ferguson enseña que la regla de oro del análisis político es: “to discover who rules, follow the gold”. Esta teoría permite conocer cómo funciona el complejo sistema político estadounidense e, incluso, pronosticar la política gubernamental. Está basada en un estudio sobre las relaciones políticas partidarias en Estados Unidos. 13 http://www.opensecrets.org/pres12/contrib.php?id=N00009638 14 http://www.opensecrets.org/pres12/contrib.php?id=N00000286 10 102 que la candidatura con mayor financiación es siempre la ganadora. Asimismo, afirma que los congresistas de Estados Unidos defienden los intereses de una élite y arbitran los conflictos de interés de los diferentes grupos inversores en las campañas políticas. De este modo, se constituye una oligarquía que va rotando en función de intereses privados (Ferguson, 1995). Bajo el parámetro de la Golden Rule de Ferguson, se puede desprender que los actores más importantes de la industria financiera tradicional en Estados Unidos estarían luchando nuevamente para apoderarse del Estado y lograr que no se lleve a cabo la reforma financiera en lo que afecte a sus intereses (sobre todo que sus ganancias no disminuyan) y, contra todo pronóstico, recuperar el prestigio perdido ejerciendo su derecho a realizar lobbies sin restricciones en el Congreso. Indicios del surgimiento de un nuevo paradigma en la relación Estado-Mercado en Estados Unidos y a nivel global El Estado sigue siendo el centro de la política y del poder económico mundial; sin embargo, como señala Stiglitz, en los últimos tiempos ha venido siendo restringido, por las fuerzas de la economía global, y por las demandas políticas dedevolución de poder. La globalización habría logrado una integración mucho más estrecha entre los países –entiéndase Estados– pero frente a ella ha surgido la necesidad de una mayor acción colectiva entre los países y los individuos para resolver sus problemas comunes (Stiglitz, 2006); ahora más que nunca cuando la crisis financiera de Estados Unidos pasó a convertirse en una crisis global. En ese sentido, ideas como la de Stiglitz, de que los mercados no se corrigen solos y que la intervención del Estado sí funcionan para controlarlos, habrían sido tomadas en cuenta por el gobierno de Obama luego de la crisis (como por ejemplo, la creación de una agencia para la protección financiera del consumidor) porque coadyuvan a que la economía crezca y aseguran que dicho crecimiento sea distribuido más equitativamente (Stiglitz, 2002). El presidente Barack Obama ya ha señalado en varias oportunidades, que el Estado debería cumplir un rol más preponderante dentro de la economía en sociedad con el mercado, para combatir el desempleo, la desigualdad y la contaminación. El Gobierno, sostiene que debe dejar de lado ideologías e intereses particulares para así implementar políticas públicas que permitan mayor transparencia en la economía, mejorar la calidad de la información sobre qué hacen las instituciones públicas y privadas, lo cual permitirá a aquellas personas afectadas por estas políticas tener mejores sugerencias en su formulación. No obstante, al igual que muchos intelectuales, Stiglitz advierte la necesidad de reinventar el Estado para hacerlo más eficiente y más responsable (Stiglitz, 2006). Se habría abierto paso a la necesidad de una nueva relación entre el Estado y el mercado, con adecuada regulación y supervisión a la economía, a fin de evitar que el mercado se deje llevar por su natural tendencia hacia los excesos (Ugarteche, 2010). Para Stiglitz, la mano invisible de Adam Smith ya no existiría, puesto que los actores privados, en especial los ambiciosos banqueros, persiguen su propio interés que no tiene por qué encajar con los intereses generales de la sociedad. Andrés Martín Garrido Sánchez La reforma financiera del gobierno del presidente Barack Obama Para Paul Krugman, la economía global plantea nuevos retos, como la reacción de los Estados contra una serie de crisis financieras sin precedentes (Krugman, 2007). Krugman consi dera que la economía mundial está entrando a una etapa previa a la Tercera Depresión, por lo que el Estado debe cumplir a cabalidad su papel de protagonista en la economía para evitar otros colapsos financieros y asegurar el aumento general del bienestar en la población (Krugman, 2010). Sostiene que entre la economía y la política hay una estrecha relación y ha denunciado las falacias económicas que se esconden detrás de ciertos intereses. Con relación a la reforma del gobierno del presidente Obama, Krugman ha sido muy crítico con las políticas condescendientes de los bancos que causaron la crisis financiera. Considera que las medidas del rescate financiero a las grandes instituciones fueron “dictadas sin condiciones ni contrapartidas por el miedo a dañar la confianza financiera”, las que acabaron por desatar el enfado populista, en beneficio del grupo de 103 Fortalecimiento Institucional políticos republicanos, quienes son todavía más condescendientes con los bancos. En síntesis, de acuerdo al análisis anterior, se puede afirmar que la política de reforma del gobierno del presidente Obama sí sería favorable a la renovación de la política y del Estado dentro de la economía de mercado, puesto que el modelo que propone sería, asimismo, similar a lo que se conoce como Estado Administrador, al cual hace referencia Max Weber. En el plano internacional, se puede destacar lo manifestado por el reconocido historiador britá nico Paul Kennedy: “el Estado ha vuelto…y a lo grande”, refiriéndose a que el mundo del predominio de los actores no estatales y del capitalismo de libre mercado sin control, se habría encontrado con un final brusco y escalofriante a causa de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 y la crisis financiera internacional de 2008-2010. Concuerda con otros brillantes académicos, que el Estado tuvo que intervenir para hacerse del control de la situación tanto económica como política.15 Por supuesto, ni para Kennedy ni para nadie, el Estado nunca se quitó de en medio, pero resulta llamativo el vuelco en las economías desarrolladas que hasta ahora se regían por el mercado, sobre todo en Estados Unidos. En cualquier ámbito de la sociedad, a toda política de reforma debidamente autorizada que incentive una mayor presencia del Estado para asegurar el bienestar de la mayor parte de la población se le considera una acción a favor del protagonismo que le es inherente al Estado (Heller, 2004). Si esta regla se implementa en el sector financiero de Estados Unidos, es decir, si se instalara el modelo de Estado Administrador, se estaría dando un nuevo escenario de revalorización del Estado en Estados Unidos y en otras economías desarrolladas. 104 En ese escenario, los señores del capital privado y sus cooptados burócratas (“Los amos del Universo”, según Kennedy) serían testigos de la reivindicación de la vieja verdad de que los líderes políticos, elegidos o no, son quienes suelen tener las riendas del poder. A fin de conocer a ciencia cierta si hay un nuevo paradigma sobre la relación entre el Estado y el mercado en Estados Unidos, se requiere identificar y utilizar gran diversidad de instrumentos (como el análisis de involucrados) y gestiones que implican un estudio planificado y sofisticado sobre cómo se pueden relacionar economía, política y sociedad, teniendo en cuenta que el cambio tecnológico representa un elemento clave para hablar de modelos de producción y desarrollo (Ugarteche, 2010). Ello incluye precisar qué agencias y actores tienen influencia en cada tema específico, identificar cuál es la vinculación adecuada con ellos, conocer quiénes conforman los equipos especializados por tema, buscar posibles aliados dentro y fuera de Estados Unidos por tema, e incluso trabajar la relación con los medios de comunicación, controlar lobbies, entre otros. En ese sentido, es necesario que el gobierno del presidente Obama ejerza un fuerte liderazgo en el tema. Debe hacerlo sin precipitarse, hacerlo con flexibilidad y paciencia, si es que quiere cambiar la imagen ganada de su gobierno y de su política como lo señala Nomi Prins: “es un Government Sachs con una reforma que está hecha para velar por los intereses de Wall Street y no de los de Main Street” (Prins, 2009). Por su parte, el gobierno del presidente Obama se habría propuesto llevar adelante la reforma; sin embargo, vive tiempos complicados al tener que lidiar en el frente externo con dos guerras lejos de su territorio (Irak y Afganistán) y en el frente interno con la reparación del sistema financiero y la reforma de salud, entre otros. En ese contexto, queda claro que la seguridad nacional seguirá Cabe destacar que luego del atentado del 09/11, el gobierno de George W. Bush aplicó la doctrina de ‘Guerra preventiva’ para hacer frente a la amenaza del terrorismo internacional. 15 siendo el principal tema de su gobierno. En tal sentido, independientemente de la calidad del proceso de toma de decisiones en Estados Unidos en materia internacional y financiera, es indispensable comprender que el mismo no va a cambiar porque los países de Europa u otros lo consideren inadecuado. Esto obliga a las otras economías desarrolladas a trabajar en ese marco, como un dato de la realidad, y a buscar las mejores maneras para interactuar con el sistema financiero norteamericano. El análisis de involucrados realizado nos motiva a no ser ingenuos. El carácter antidemocrático y apolítico de los tomadores de decisión liberales que traicionaron sus principios por puro pragmatismo, es una muestra que el pragmatismo también se impone a los principios y valores en el sistema financiero norteamericano. Gracias a Thomas Ferguson, se ha entendido mejor cómo funciona el sistema político estadounidense y el fuerte apoyo financiero a las campañas contra la Ley DoddFrank. Eso nos permite pronosticar que el futuro de la política de reforma financiera del presidente Obama no sería muy alentador. Mientras el sector financiero estadounidense se ha estabilizado considerablemente, y la economía de Estados Unidos está creciendo nuevamente, lenta pero crece, la crisis permanente en Europa amenaza con poner fin al progreso obtenido y ahogar su recuperación. Ciertamente, Estados Unidos ya no es el claro dominador de las finanzas internacionales, ni tampoco lo es el Reino Unido. Hoy Brasil, Rusia, India, China, entre otros, también forman parte del grupo de potencias que coordinan la política financiera internacional. En la última década se ha podido apreciar dos grandes tendencias. En primer lugar, la redistribución del poder entre Estados, especial mente después de la disminución relativa de la hegemonía de Estados Unidos; en segundo lugar, la redistribución del poder de los Estados a los mercados que llevó al aumento relativo del papel de actores no estatales en temas esenciales como la determinación del valor de las monedas o el acceso al crédito. Es decir, el sistema financiero internacional se volvió menos hegemónico y más determinado por el mercado. Ambas tendencias definían la agenda de investigación de los especialistas financieros en el campo de las relaciones internacionales. Luego de la crisis financiera de 2008, se podría haber abierto la oportunidad para establecer un nuevo sistema financiero al estilo Bretton Woods; sin embargo, ello no es posible mientras los actores centrales del sistema internacional, los Estados (Estados Unidos y las potencias europeas, principalmente), no se pongan de acuerdo en una nueva arquitectura financiera internacional que reemplace a lo que actualmente se conoce como el no-sistema (Parodi, 2011).16 Mientras duró el sistema de Bretton Woods, se logró muchas cosas por la existencia de un líder económico dominante: Estados Unidos. En ese entonces, los negociadores norteamericanos tenían una gran influencia y lograron un compromiso compartido con el nuevo sistema. Los participantes de la Conferencia fueron aliados de la guerra. Ninguna de estas condiciones o similares están presentes en la crisis actual. Bretton Woods desaparece entre 1971, cuando Estados Unidos anuncia la no convertibilidad del dólar, y cuando en 1973 se acuerda la generalización de la flotación de las tasas de cambio: No-Sistema. En las décadas de 1980 y de 1990, se nota que el sistema es uno de mercados financieros globalizados y desregulados. Los gobiernos promovieron la liberalización y desregulación de los flujos financieros. Con ello se promovió la integración de los mercados financieros, un régimen financiero neoliberal globalizado. En total, 28 años duró el sistema creado en Bretton Woods, y ya van por 40 años del No-Sistema. En este, los bancos centrales tienen como reservas, de acuerdo a sus propias decisiones nacionales, una canasta de monedas fuertes, oro y derechos especiales de giro (DGE). El régimen de tasas de cambio fue variado, desde naciones que continuaron ancladas al dólar, a una canasta de monedas hasta la tasa de cambio flotante. Además se crearon formas de cooperación adicionales a los del FMI para administrar la estabilidad financiera internacional como: el Grupo de los 7 (ahora G8) y el Banco Internacional de liquidaciones. El sistema se ha vuelto más descentralizado y difuso, bordeando en el caos. Andrés Martín Garrido Sánchez La reforma financiera del gobierno del presidente Barack Obama 16 105 Fortalecimiento Institucional En términos de teoría económica, con la crisis de 2008 se habría iniciado la fase de crisis de legitimidad del sistema económico internacional y del modelo neoliberal. El epicentro fue en los mercados desarrollados. La legitimidad del pensamiento neoliberal ha sido cuestionada y el liderazgo financiero de Estados Unidos ha sido resquebrajado. La actual situación económica de este país y de otras economías europeas sobreendeudadas, se debería “al haber sobreestimado el poder del mercado y descuidado el papel regulador del Estado” (Kennedy, 2009). La coordinación internacional de las políticas que deben realizar los Estados, es uno de los más importantes temas de la economía internacional y de la economía política internacional (Krugman, 2007). Si se considera que un problema fundamental de la economía internacional y política internacional es el cómo conseguir un grado aceptable de armonía entre el comercio internacional, en tiempo de crisis como la actual, esta coordinación se hace más necesaria (Gilpin, 2003). Con respecto al viejo y eterno debate sobre quién debe dirigir la economía de un país, el Estado o el mercado libre, se debe subrayar que la respuesta correcta es: debe haber una mezcla balanceada de ambas cosas. Eso sí, no hay recetas mágicas, cada sociedad y cada gobierno tienen que hacerlo según su propia realidad. 106 La presente tesis no pretende ofrecer soluciones a la crisis, pero si considera firmemente que la salida que se dé, debe ser consecuente con un principio central de la Ciencia Política y de las Relaciones Internacionales: los Estados no tienen amigos, tiene intereses. Sin embargo, necesitan de buenos socios para sus fines. En ese sentido, ninguna solución sustentable a la crisis financiera apelará a que por lo que digan las leyes del mercado, los Estados sacrificarán su interés nacional. Dada la importancia de la subsistencia de la nación y del Estado en su conjunto, llevar a cabo alianzas y promover la cooperación en áreas como la seguridad financiera, energética y alimentaria, asuntos de seguridad nacional, podrían contribuir a mejorar la coordinación de políticas entre Estados para que dejen de sospechar entre sí, como es el caso de Estados Unidos y la Unión Europea. La crisis actual por la que están pasando los países europeos es reflejo de que no se ha llegado aún a un buen entendimiento con los demás países afectados por la crisis financiera. Conclusiones La causa de la crisis financiera en Estados Unidos no solo habría sido de corte estructural, por falta de una adecuada regulación y supervisión de los sofisticados mercados financieros y de capitales, sino principalmente habría sido de corte político al permitir que las leyes del mercado se impongan sobre el Estado y su rol de velar por el bienestar general. A través de la implementación de la Ley DoddFrank, el gobierno del presidente Obama ha dado muestras de un compromiso político de llevar a cabo la reforma financiera. En el aspecto formal, se propone el establecimiento de un nuevo modelo de Estado en Estado Unidos, similar al modelo del Estado Administrador que existió durante el gobierno de Franklin D. Roosevelt: un Estado que rige y administra las relaciones entre las instituciones financieras y la sociedad, en razón a que no se crea que las leyes del mercado deban regir solas, pues terminan en casos de abusos y poca transparencia que afectan a los ciudadanos. Sin embargo, no se puede afirmar que esté surgiendo un nuevo paradigma en la relación Estado-mercado en Estados Unidos, dado que la Ley Dodd-Frank apunta principalmente a evitar una nueva crisis financiera. La ley de reforma tiene un alto contenido de políticas públicas que incrementan la participación del Estado en el sector financiero norteamericano. Sin embargo, el gobierno del presidente Obama reconoce que no será suficiente para que la economía de su país se recuperare de la fuerte caída sufrida durante el período 2008-2010. La Ley Dodd-Frank apunta a robustecer la institucionalidad del Estado para lograr un mercado financiero fuerte y saludable que haga posible que los empresarios accedan nuevamente a créditos y creen nuevos empleos. Sin embargo, su futuro no es alentador pues colisiona con los intereses y el poder de la industria financiera que desean mantener el statu quo. En ese sentido, se podría afirmar que de las tres principales teorías o modelos de economía política que existen (liberalismo, marxismo y nacionalismo económico), la marxista sería la más adecuada para explicar las causas de la dinámica y el funcionamiento del Estado durante la crisis financiera internacional. Difícilmente el gobierno del presidente Obama implementará a cabalidad la Ley DoddFrank debido a la fuerte influencia que tiene la industria financiera en su gobierno. Los mismos funcionarios responsables de establecer la arquitectura financiera que llevó a Estados Unidos a la crisis de 2008, son sus asesores y tienen mucho poder. Además, la posibilidad que tiene la industria financiera de cooptar el Estado a través de millonarios financiamientos de campañas políticas e intercambio de favores (Golden Rule) sigue vigente. La codicia e irresponsabilidad de Wall Street llevó a Estados Unidos a la crisis. El compromiso político del gobierno del presidente Obama está en tela de juicio puesto que desde que aprobó la Ley Doddd-Frank, los mismos responsables que causaron la crisis no han sido castigados y, por el contrario, han recibido ayuda del gobierno por puro pragmatismo. El error de estos ha sido pagado por la mayoría de personas que perdieron sus viviendas, ahorros y trabajo (privatizaron sus ganancias pero socializaron sus pérdidas). La crisis financiera de Estados Unidos pasó a ser de una crisis doméstica a ser una crisis global. No se puede asegurar si Estados Unidos está a salvo de una nueva crisis hasta que la Ley Dodd-Frank se aplique apropiadamente en todos sus alcances por los reguladores y supervisores. Además, subsiste la amenaza de que el poco progreso logrado sea frenado hasta que los países de Europa no solucionen su crisis de deuda. En tal sentido, se requiere más que nunca de una eficaz coordinación internacional de políticas públicas entre los Estados involucrados, especialmente las economías desarrolladas, dentro de un necesario marco de confianza y cooperación. Bibliografía ACHARYA VIRAL V. y RICHARDSON Matthew. 2009 Restoring financial stability, how to repair a failed system. Nueva York: New York University. Andrés Martín Garrido Sánchez La reforma financiera del gobierno del presidente Barack Obama BARR, Michael S. 2011 The financial crisis and the path of reform: three years later. New Jersey: The Brookings Institution. 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