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Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar Las problemáticas del crimen o delito y asociado a ellos de la seguridad o, mejor dicho, de la inseguridad ciudadana, están fuertemente vinculadas con la violencia y la salud. Este trabajo tiene dos secciones, en la primera se analizan las dimensiones económicas del delito en general para detenerse luego en la problemática de la violencia y hacer algunas consideraciones desde la economía de la salud. La segunda sección analiza el caso particular de la economía del delito en la República Argentina.Se puede afirmar que hoy el crimen y el delito configuran un fenómeno complejo que es determinado y condicionado por múltiples factores. Entre los determinantes se destacan variables económicas y sociales mientras que entre los condicionantes se puede identificar un amplio conjunto de elementos jurídico-normativos e institucionales. Del preciso y exhaustivo análisis de estas variables y sus relaciones se obtendrá el diagnóstico adecuado para la formulación de políticas de seguridad efectivas. Se pueden identificar dos momentos en la historia reciente de la investigación sobre las políticas de prevención y represión del delito. Hasta fines de la década del `60 lideraban estudios de corte psicológico y sociológico que partían de la hipótesis de una sobre determinación de la criminalidad por factores relacionados con el entorno social como los niveles de educación, los niveles de desempleo y la pobreza. Las recomendaciones a los policymakers que surgían de estos trabajo eran extremas. No debían destinarse recursos a las políticas de seguridad ya que estas no tenían ninguna influencia sobre el crimen. A finales de los sesenta la publicación del trabajo de Gary Becker (1968) planteó un cambio paradigmático en los estudios sobre el crimen. Por primera vez se considera al crimen como una actividad económica más y al criminal como un individuo racional. Al revisar las investigaciones sobre el crimen que se han desarrollado en nuestro país durante la última década se verifica que ambos paradigmas han reclutados sus seguidores. De ahí, que hoy se pueden distinguir dos grupos de investigaciones claramente diferenciados. Un primer grupo de trabajos considera como unidades de análisis al país en su conjunto o a determinadas regiones y provincias. Se trata de estudios cuantitativos que toman a la tasa de criminalidad como variable dependiente buscando establecer relaciones entre ella y diversas variables económicas, demográficas y sociales. Gran parte de las investigaciones económicas sobre el delito que se han realizado en nuestro país responden a este modelo. El segundo grupo de estudios toma como unidades de análisis a los propios criminales. Se apoyan en métodos cualitativos y apuntan a analizar en profundidad las motivaciones de la conducta delictiva. Ambos abordajes presentan fortalezas y debilidades. Los primeros, a pesar de asumir objetivos ambiciosos, suelen terminar limitándose a abordajes exploratorio-descriptivos. Aunque buscan modelizar explicaciones sobre los determinantes del crimen llegan, en su mayoría, a conclusiones contradictorias y sospechosas. Por ejemplo, en algunos de ellos se concluye que el desempleo no afecta la criminalidad o que el delito responde a causas agregadas más que a particularidades regionales. Las investigaciones del segundo grupo tienden a avanzar más en la explicación de las causas del delito, pero al tratarse de estudios limitados a muestras reducidas carecen de representatividad como para extraer conclusiones válidas para la formulación de políticas. Por otro lado, hasta el momento los aportes que ambos tipos de estudios han hecho a la formulación de políticas públicas de represión y prevención del delito en Argentina han sido limitados, como se comprueba tanto al observar las acciones públicas contra el crimen como sus resultados. Con relación a las primeras se registran bajos niveles de innovación en la organización de las acciones públicas de seguridad. Con relación a los resultados de estas acciones la situación es aún peor: en todo el país los niveles delincuencia han aumentado progresivamente durante los últimos años y consecuentemente la ciudadanía ha recurrido a esquemas privados de provisión de seguridad. Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar En conclusión es necesario ampliar el debate sobre la problemática del crimen en nuestro país y en particular sobre las características que el mismo ha adquirido en los últimos tiempos de forma que las investigaciones consigan abordar el fenómeno en su complejidad. El presente trabajo asume ese objetivo, buscando iniciar la construcción del puente entre ambos tipos de estudios. El supuesto que guía la investigación es que los hallazgos locales se pueden potenciar y convalidar a la luz de la revisión de las experiencias internacionales tanto de investigación sobre el crimen como de formulación, implementación y evaluación de políticas de seguridad. I. Economía del Delito Los argentinos gastamos anualmente alrededor de seis mil millones de pesos en prevenir y reprimir el delito. Esto significa aproximadamente 169 dólares por habitante cada año. Desde la óptica del costo de oportunidad de esta inversión podríamos preguntarnos qué compraríamos si el crimen y la violencia dejaran de ser una preocupación central de los Argentinos. Los recursos serían suficientes para generar un seguro de desempleo que auxiliara a un millón ochocientos mil trabajadores desempleados con un beneficio del orden de los $260 mensuales. Además una inversión de esa magnitud sostenida durante cinco años sería suficiente para reducir en un 50% la mortalidad infantil llevándola a niveles europeos. Con esto conseguiríamos aumentar la esperanza de vida de todos los argentinos alrededor de un año más. Otro uso alternativo podría consistir en generar un programa de protección de las madres solteras y prevención del embarazo adolescente lo cual podría permitir reducir en un tercio la cantidad de niños que nacerán y crecerán en condiciones de pobreza en nuestro país durante la primera década del siglo XXI. Los números considerados contemplan sólo los costos directos de las políticas públicas y emprendimientos privados para represión y prevención del crimen. Si fuera posible incluir costos indirectos cuantificando pérdidas en términos de capital físico, intelectual y social; el volumen de recursos sería mucho mayor. Solamente la pérdida y deterioro de la infraestructura y el capital físico representa un costo anual de alrededor de $317 millones, mientras que el costo en atención médica de las víctimas del crimen y la violencia representa un monto anual del orden de los $425 millones. En esta sección se analizan las dimensiones económicas del delito, en primer lugar, para luego abordar sus particularidades en Argentina. Dimensiones económicas del delito En tanto fenómeno social el delito y la violencia implican un conjunto de dimensiones económicas. En otras palabras, se puede afirmar que el delito involucra.. Una conducta económica. Desde un análisis tradicional centrado en las elecciones individuales se puede postular que “una persona comete un crimen si la utilidad esperada de éste excede la que podría lograrse usando el tiempo y otros recursos en actividades lícitas. De esta forma, algunas personas cometen crímenes no porque sus motivaciones básicas difieran de la de otros individuos, sino porque sus costos y beneficios son diferentes. En otras palabras, se puede postular una visión desde la teoría económica que consideraría al crimen como una actividad alternativa a la legal, a la cual se ingresa por una decisión racional. La mayoría de los análisis económicos del delito siguen este enfoque cuyo precursor fue el trabajo de Gary Becker (1968) que considera a los delincuentes como personas racionales, maximizadoras de ganancias que antes de obrar analizan los costos y beneficios del delito. Sobre esta hipótesis se afirma la teoría de la disuasión. La producción de un bien público. El esfuerzo de una sociedad por disminuir y evitar los niveles de delito y violencia significan producir socialmente el bien “seguridad”. Se podría Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar argumentar que se trata de un bien público en tanto: Su generación satisface necesidades sociales. La seguridad en si constituye una necesidad de la población y ha sido proclamada como un derecho humano básico. Pero además está correlacionada con otras necesidades sociales y económicas. De hecho cuando en una determinada ciudad disminuyen los niveles de criminalidad tiende a incrementarse la radicación de personas y los niveles de inversión1. Sus beneficios se extienden de manera indivisible a toda la comunidad. Ya que pueden ser proporcionados a todos los individuos a un costo no superior al que representaría proporcionárselo a un solo individuo. La seguridad genera externalidades. Por vivir y trabajar en ambientes seguros las personas obtienen beneficios que muchas veces no pagan directamente. De forma inversa, cuando viven en ambientes de alta inseguridad las personas deben asumir costos externos. En síntesis, la seguridad genera externalidades, efectos externos que involucran a otros individuos. Es decir cuanta más seguridad tiene mi vecino más seguridad tengo yo y viceversa2. Un mercado de bienes y servicios de protección. A pesar que la seguridad adquiere carácter de bien público las personas buscan aprovisionarse del mismo de forma individual o privada. Ello responde tanto a esquemas de preferencias de las personas como a la percepción de estar recibiendo niveles insuficientes de seguridad pública. Por este motivo, se configuran mercados de bienes y servicios de seguridad que involucran múltiples productos, desde alarmas, armas3, perros guardianes, hasta seguros, empresas de protección o esquemas prepagos para la eventual recuperación de bienes robados. Una asignación creciente de recursos. El mercado de la seguridad crece a paso veloz en todo el mundo. Es difícil comparar el mercado de bienes y servicios de protección con otros mercados, por su ritmo innovativo la expansión de sus volúmenes de facturación podría llegar a comparárselo con la industria del turismo. Ambos constituyen dos de las actividades económicas que mayor relevancia han adquirido durante la última década del siglo XX. Además, la represión y prevención del delito constituyen una actividad económica que cada año demanda más recursos. En otros términos, la producción del bien “seguridad” resulta inflacionaria, puesto que para producir idénticos niveles del mismo cada vez son necesarios más recursos. Una diversidad de fuentes. Tales recursos provienen de fuentes públicas y privadas. Como la mayor parte de la provisión de seguridad configura una acción pública de las 1 Un artículo publicado en The Economist (1998) analiza el contraste entre los prósperos suburbios y las áreas céntricas de las grandes ciudades incorporando una perspectiva económica. Aún sin tratarse de un diseño científico, el trabajo consigue demostrar que los esfuerzos por reducir las tasas de criminalidad han repercutido en logros económicos y sociales más amplio, como el aumento de la recaudación fiscal y de la oferta de empleos. 2 Desde el enfoque de la “Seguridad Humana” el extremo opuesto al de la seguridad sería la fragmentación social (PNUD, 1994). Partir de este planteo de la seguridad como un continuo entre la seguridad humana absoluta y la fragmentación, resulta favorable para el estudio de las externalidades de la seguridad (beneficios externos) y de la inseguridad (costos externos). Por ejemplo, es posible cuantificar en qué medida la fragmentación perjudica la producción y el intercambio. En la medida en que distintos grupos de individuos desarrollen patrones de comportamiento tales que pierdan efecto los mecanismos de confianza recíproca en los intercambios, sería de esperar que haya mayores “costos de transacción” a través de la economía, con la consiguiente reducción del producto y del potencial de crecimiento. Estas relaciones han sido estudiadas en Argentina y modelizadas en lo que respecta a los niveles de productividad de las personas (Sanguinetti & Heyman, 1995). 3 Para tener una dimensión de este mercado, baste citar que prácticamente en uno de cada dos hogares norteamericanos hay un arma de fuego hay más de 200 millones de armas en el país (The Economist, 1995) Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar fuerzas policiales, la mayor parte de la financiación proviene de los presupuestos públicos. Pero el mercado privado de bienes y servicios también canaliza parte de los recursos de la sociedad hacia la seguridad. Algunos bajo la forma de pagos periódicos de cuotas y primas, otros bajo la forma del desembolso directo y voluntario de las personas cada vez que adquieren un bien para su seguridad. Costos directos e indirectos. La seguridad involucra costos directos de provisión (aquéllos en los que la sociedad y el Estado incurren para generar seguridad). Pero también su contracara, la inseguridad – es decir el delito y la violencia- involucra un conjunto de costos. Estos costos repercuten a nivel pérdidas de: vidas humanas, de días, meses y hasta años de trabajo, lesiones físicas y mentales, de bienes que han sido robados y deteriorados, etc... Por ejemplo, en 1992, en los Estados Unidos de Norteamérica se denunciaron ante la policía 14 millones de delitos. Esos delitos impusieron una grave carga económica, calculada en un informe del PNUD (1994:34) en 425.000 millones de dólares anuales. El mismo informe analiza la violencia sufrida por las personas en su lugar de trabajo que cobró a dos millones de víctimas, y ocasionó un costo en tiempo de trabajo perdido y gastos legales de más de 4.000 millones de dólares. Un estudio que explora las relaciones entre el crimen y el desarrollo para América Latina (Ayres,1998) identifica cuatro vías del impacto del delito sobre el crecimiento. En primer lugar, el crimen y la violencia deterioran los stocks disponibles de capital físico. Los casos de vandalismo asociados a diversas manifestaciones de la violencia involucran destrucción de instalaciones públicas y privadas4. En segundo lugar, el crimen y la violencia obstaculizan la acumulación de capital humano. Sus consecuencias más claras se pueden medir sobre la salud y educación de un pueblo. La violencia genera lesiones y discapacidades. Su impacto total sobre la salud se puede medir a través del indicador de Disability-Adjusted Years of Life –Daylis- o su versión castellana: Años de Vida Saludable –AVISA.5. En educación la violencia genera costos directos al afectar la escolarización de los niños. En ambientes de violencia la concentración que exige el estudio se hace más difícil, en especial para las niñas, y el rendimiento educativo decrece. Un análisis reciente concluye que la acumulación neta de capital humano en América Latina y el Caribe se ha visto cortada por la mitad debido al incremento del delito y la violencia durante los últimos quince años (Londoño, 1996: 2). En tercer lugar, el crimen y la violencia destruyen el capital social. Tal como lo define Robert Putnam en su trabajo sobre democracia y desarrollo en Italia, el capital social se refiere a “aspectos de la organización social, tales como la confianza, normas y redes que pueden fortalecer los niveles de eficiencia de una sociedad facilitando las coordinación de acciones”. El delito tiende a devastar el capital social. Las normas de confianza y reciprocidad son reemplazadas por la “guerra de todos contra todos”. Las capacidades de los miembros de una comunidad para asociarse con otros se ven afectadas. En muchas áreas los centros de cultura y recreación, salones de bailes, clubes juveniles e instalaciones deportivas pierden sus funciones bajo atmósferas delictivas. 4 Por ejemplo, un estudio del Banco Mundial en Perú evaluó en $25 mil millones las pérdidas acumuladas por causa del terrorismo (World Bank, 1994:15). Un análisis de Colombia concluye que la formación bruta de capital es cerca de un 38% menor hoy de la que hubiera sido si las tasas de homicidio se hubieran mantenido en los niveles de 1970 (Rubio, 1996: 93). 5 Los AVISA suman los años de vida perdidos prematuramente (por muertes evitables) a los años de vida con algún nivel de discapacidad. Para su medición se desarrollaron índices que ponderan los niveles de discapacidad generados por cada tipo de lesión. Su ventaja reside en que permite detectar y comparar los impactos que cualquier afección o enfermedad ocasionan sobre la salud de una población. Por este motivo el informe sobre el Desarrollo mundial de 1993 del Banco Mundial “invertir en salud” recomienda su utilización para la confección de las canastas básicas de salud en los países en desarrollo. Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar En cuarto lugar, el crimen y la violencia afectan la capacidad de gobierno. Esto ocurre de varias formas. Los recursos que deben ser asignados a combatir el crimen son substanciales y, en un contexto de ajuste fiscal, con frecuencia crecen en detrimento de otros recursos que podrían ser destinados al desarrollo6. Además el crimen y la violencia contribuyen de forma directa e indirecta a la corrupción dentro de los órganos de gobierno. Por otro lado, cuando la gente busca protección privada tiende a deteriorarse la legitimidad del gobierno. El resultado es doble: la reducción del crecimiento y el incremento de la pobreza. II. Impacto económico del delito en Argentina ¿Cómo afecta el delito a la economía argentina? Para responder a esta pregunta se pueden considerar los mismos cinco puntos de la sección anterior: El delito como actividad rentable El gasto en políticas de represión y prevención del delito. Las dimensiones del mercado de bienes y servicios de seguridad. La evolución reciente del sector “seguridad” La financiación de la seguridad en Argentina Los costos de la inseguridad en Argentina. El delito como actividad rentable En tanto actividad económica el crimen parece haber adquirido un fuerte impulso reciente en nuestro país. Argentina ha venido registrando un incremento continuado de delitos desde 1980. Como lo ilustra el gráfico 1 en el período considerado la tasa de delitos denunciados se ha incrementado desde el 81,0 hasta casi 220 cada 10.000 habitantes. Gráfico 1. Argentina. Evolución de la tasa de delincuencia ( por cada 10.000 habitantes). Período 1971-1994. 220 200 180 160 140 120 100 80 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93 94 95 Fuente: INDEC. Anuario Estadístico 6 Un informe de Naciones Unidas (Pnud,1994: 53-7) se centra en la afirmación que el gasto en armas menoscaba la seguridad humana, al consumir preciosos recursos que podrían haberse destinado al desarrollo humano. Estima dicho gasto en 125.000 millones de dólares para los países en desarrollo. Según el mismo informe con 12% de esos recursos se podría universalizar la atención primaria de la salud y el agua potable, incluyendo la inmunización de todos los niños, se eliminaría la desnutrición grave y se reduciría a la mitad la desnutrición moderada. Si se dedicara un 4% de ese gasto a educación se podría reducir el analfabetismo adulto a la mitad y universalizar la educación primaria. Por último con 8% de ese gasto se podría prestar un conjunto de servicios básicos de planificación de la familia a todas la parejas dispuestas a utilizarlos y estabilizar la población mundial hacia el año 2015. Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar ¿Qué expresa la tasa de delincuencia?. La probabilidad que una persona común tiene de ser víctima de un delito. En realidad no es un indicador lo suficientemente sensible de la violencia en un país. Otros indicadores como la tasa de muertes violentas o de muertes por armas de fuego resultan mucho más expresivas7. En otras palabras, la tasa de delincuencia no es más que la punta del iceberg ya que sólo registra los delitos denunciados y la mayoría de los crímenes que se comenten nunca son denunciados8. El incremento en las tasas de delincuencia puede ser atribuido a diversos factores. En los capítulos subsiguientes de este trabajo se revisan las distintas teorías explicativas del crimen y sus determinantes. Esta sección se limita a un primer análisis empírico de los datos. Desde esta óptica más restricta habría dos variables que podrían impulsar un incremento de las criminalidad: a) un aumento de la población que delinque, es decir del numero de criminales y, b ) un aumento en la productividad de los criminales. Desde un abordaje cuantitativo9 la única forma de explorar estas hipótesis es a través de información del sistema penal. No obstante, esta información no resulta suficiente ya que si las denuncias constituyen sólo una parte de los crímenes cometidos, los arrestos representan aún, una porción menor de los mismos. Y , por último, las condenas que se llegan a concretar configuran la porción menor de los crímenes. Dicho de otra manera, se podría postular que de cada cien crímenes alrededor de cincuenta generan denuncias, y de estos sólo unos diez se traducen en condenas efectivas. Cuando se analizan las cifras de las condenas se obtiene evidencia parcial tanto en favor de la primera como de la segunda hipótesis. Por un lado aumenta el número de arrestos de personas sin prontuario, en especial de los jóvenes10. Por otro lado, se incrementa el número de reincidentes. Los datos no resultan suficientes como para probar ni que hay más delincuentes ni tampoco que los delincuentes delinquen más aunque permiten suponer que la carrera –o vida activa- del delincuente tiende a alargarse. El crimen aparece más que antes como una opción aceptable para los jóvenes (que ingresan o están en edad de ingresar al mercado laboral) y qué continúa siendo una opción aceptable para aquellos que ya han delinquido y han sido castigados. Estos datos resultan útiles para realizar algunas consideraciones económicas. De hecho, el costo de un determinado número de condenas involucra el valor actual del gasto en policía (que 7 Según este indicador (tasa de muertes por armas de fuego cada cien mil habitantes) nuestro país aún se encuentra por debajo de los países (y en especial de las grandes urbes) más violentas del mundo. Sin embargo, también ha registrado un incremento sostenido. Por ejemplo, en 1996 el área metropolitana alcanzaba una tasa de 12,3 (Kusznir, 1997: 40) contra 13 de ciudades como México D.F y Nueva York (The Economist, 1997: 36) 8 No se cuenta aún con estudios que midan cuantos de los crímenes cometidos derivan en una denuncia policial en Argentina. No obstante se pueden tomar aproximaciones. Se puede plantear como hipótesis que los niveles de denuncia son directamente proporcionales a la confianza que la población tiene en la policía y la justicia. Por esta vía se podría estimar que en Argentina las tasas de denuncia serían menores que en los Estados Unidos de Norteamérica donde se calculó que el 36,5% de los delitos realizados en aquel país originaban denuncias (dato obtenido de la “National Crime Victimization Survey, realizada en 1995. Apud Navarro, 1997: 19). Aunque según declaraciones de Mariano Ciafardini (Director de Política Criminal del Ministerio de Justicia de la Nación) al diario Clarín -21/08/96- apud Navarro, 1997) en algunos casos los niveles de denuncia llegarían al 50%. 9 Para una investigación en profundidad de los determinantes y condicionantes del crimen resulta imprescindible recurrir a estudios cualitativos apoyados en fuentes de primera mano tales como las entrevistas personales. Este tipo de investigaciones resultan tan necesarias como difíciles de realizar ya que con frecuencia ponen en riesgo la vida del propio investigador. 10 No se dispone de estadísticas confiables que prueben que ha crecido la participación de los jóvenes en los hechos delictivos. Si se ha podido corroborar un incremento significativo de los episodios violentos protagonizados por chicos de cada vez menor edad. Por otro lado, el aumento de la participación de los jóvenes en la población carcelaria no evidencia necesariamente que haya más jóvenes criminales. Alternativamente, se podría postular que cuando los jóvenes delinquen tienen mayor probabilidad de ser encarcelados. Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar hace posible que existan arrestos), el costo pasado de los procesos y el costo futuro de la pena (por ejemplo, el gasto de mantenimiento en penitenciarías que generarían los nuevos condenados a prisión). El beneficio social de las condenas puede tener diversas causas. La cantidad de condenas puede ser disuasora del crimen, en el sentido que cuando el delincuente percibe que muchos de sus semejantes comienzan a ser condenados, el costo esperado del delito para él aumenta (Navarro, 1997: 24) La tasa de reincidencia constituye un indicador importante para examinar la efectividad de las políticas de represión del delito. Se trata de la proporción entre el número total de sentencias condenatorias reincidentes y el número total de condenas. Cuando esta tasa es baja se puede concluir que la capacidad de corrección del sistema penal es alta. Es decir mantiene una relación inversamente proporcional con la efectividad (impacto) del sistema. En Argentina aproximadamente uno de cada cuatro personas que han sido detenidas y condenadas vuelve a delinquir y a ser detenida y condenada. Esto también tiene un significado económico ya que lo deseable es que las condenas generen un máximo beneficio a un menor costo Otra tendencia que aporta información útil para el análisis del delito como actividad rentable es el tiempo medio de duración de los procesos condenatorios. Los datos a nivel agregado registran un leve aumento de la duración de los procesos entre 1980 y 1990, que se acentúa en 1991 y llega a su máximo en 1992 manteniéndose luego estable hasta 199411. En conclusión, la situación Argentina parece demostrar que: a) Los delincuentes inician su carrera delictiva cada vez más tempranamente. El desempleo afecta esta situación ya que el estar desempleado implica un menor costo de oportunidad de ingresar a la actividad delictiva, por un lado debido a que los ingresos legales en esa actividad son reducidos y por otro, por una cuestión de disponibilidad de tiempo. b) En los casos en que los delincuentes son arrestados la probabilidad de condena viene cayendo año a año. Por lo cual los costos esperados de delinquir se estarían reduciendo. c) Si el delincuente llega a ser arrestado es muy probable que sus proceso se extienda por muchos meses. d) Entre quienes son efectivamente condenados hay cada vez una proporción mayor que luego reincide en el crimen. Es decir que vuelve a considerar al crimen como una actividad que presenta una mejor relación de costo de oportunidad que el no delinquir. Si se asume la hipótesis que considera al crimen como una actividad rentable racionalmente escogida por los actores, se puede encontrar en Argentina un conjunto de evidencias que ayudarían a demostrar que los niveles de rentabilidad de las actividades delictivas son sino altos al menos atractivos. Sin embargo cabe alertar que las informaciones presentadas no pueden ser consideradas suficientes ni conclusivas debido a que, como será analizado más adelante, el supuesto que considera al crimen como una actividad racional es altamente cuestionable. El gasto en políticas de represión y prevención del delito Los efectores de las acciones de gobierno para prevenir y reprimir el delito son los cuerpos de seguridad: policía, gendarmería, prefectura y cárceles. La constitución federal de nuestro país impone una división jurisdiccional de las responsabilidades, por lo cual existen organismos nacionales y provinciales responsables de la seguridad interior. Durante 1997 los organismos nacionales de seguridad interior tuvieron una asignación presupuestaria del orden de los $1.700 millones mientras que la suma de los gastos provinciales12 ascendía a los $2.700 millones. Con relación a la policía en nuestro país existe un cuerpo nacional -la Policía Federal- y 23 cuerpos provinciales. Aunque la Policía Federal actúa en todo el territorio nacional es responsable exclusivo por la seguridad en la Ciudad de Buenos Aires. 11 Mientras que la duración media de los procesos penales que derivaron en condenas de poco más de 19 meses en 1980, era de aproximadamente 23 meses en 1992 y 1994 (Navarro, 1997, página 25) 12 En este monto no se incluye el costo de los establecimientos penales provinciales. Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar El gasto nacional en seguridad interior está integrado por el gasto de la Policía Federal Argentina, el de la Prefectura Naval, el de la Gendarmería Nacional y el del Servicio Penitenciario Federal. A continuación se realiza un breve examen de los mismos y su variación durante los últimos tres años del siglo XX. En el Cuadro 1 se presenta el gasto de la Policía Federal Argentina. El mismo llegó a los 677 millones en el último año del siglo registrando un ligero incremento total del orden del 5% en el trienio. Cuando se considera la apertura programática se verifica que la prestación de servicios de seguridad a personas y bienes constituye el principal componente y representa el 85% del gasto. Este es, a su vez, el programa que registró el mayor incremento durante el período considerado (8,8%). Es notable que el gasto del programa prácticamente coincide con el gasto en personal de la fuerza. Cuadro 1. Argentina. Gasto de la Policía Federal Argentina. Créditos Presupuestarios Programados. Período 1997-1999. 1997 Gasto total de la Policía Federal 644.618.719 Actividades Comunes a los Programas 62.607.454 de Policía Federal Prog. 21: Prestación del Serv. de 532.308.509 Seguridad a Personas y Bienes Prog: 22: Asistencia Médica Sanitaria a 29.745.338 la Policia Federal Arg.Prog:23 Atención de Pasividades 19.957.418 Prog.: 97- Contribuciones a la Secretaría Gral de la Presidencia de la Nación Programa 98 Transferencias a Interpol -- 1998 663.709.521 61.800.801 1999 677.455.905 69.174.725 573.178.675 579.126.350 28.683.395 28.730.830 -46.650 -187.000 -- 237.000 Fuente: Leyes de Presupuestos Años 1997-1998-1999 El cuadro 2 presenta el Gasto de la Prefectura Naval Argentina que asciende aproximadamente a los 390 millones y registra un incremento del orden del 20% durante el trienio. Su principal programa es el número 31 “Servicio de Seguridad de la Navegación y Seguridad Judicial” al que se le asignan la mitad de los créditos presupuestarios. Sin embargo el componente que registró el mayor incremento durante el período considerado son las denominadas “Actividades Comunes de Programas de Prefectura Naval Argentina”. Cuadro 2. Argentina Gasto de la Prefectura Naval Argentina. Créditos Presupuestarios programados. Período 1997-1999. Gasto Total de la Prefectura Naval Actividades Comunes de Programas de Prefectura Naval Argentina Prog 29: Servicio Técnico de Seguridad de la Navegación Prog.30: Servicio de comunicaciones y Control del Tráfico para la Seguridad de la Navegación Prog.31: Servicio de Seguridad de la Navegación y Seguridad Judicial Prog 32: Atención a Pasividades Prog 36: Asistencia Sanitaria Prog.37: Formación y Capacitación 1997 324.474.864 33.797.182 -- 1998 371.126.922 35.071.638 1999 390.079.925 43.285.927 5.698.654 6.055.365 15.808.994 14.025.107 179.059.006 189.493.113 192.591.113 14.731.432 96.887.244 101.649.256 -5.133.113 -18.272.154 Fuente: Leyes de Presupuestos Años 1997-1998-1999 107.697.082 5.450.249 20.975.082 Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar El cuadro 3 presenta el gasto programado de la Gendarmería Nacional que en el último año asciende a 535 millones y registra un leve incremento en el período del orden del 7%. A su vez, en el cuadro 4 se presenta el gasto total del gobierno nacional agregando a los anteriores el gasto central de la Secretaría de Seguridad Interior y el del Servicio Penitenciario Federal. Como se puede observar el gasto de la Policía Federal es el mayor y representa alrededor del 40% del gasto nacional total. Sin embargo, el gasto de la Prefectura Naval es el que registra el mayor crecimiento en el período considerado. Cuadro 3. Gasto de Gendarmería Nacional. Créditos Presupuestarios programados. Período 1997-1999. 1997 Año 1998 526.254.416 501.026.133 Prog.40: Capacidad Operacional de la Gendarmería 293.159.161 303.163.535 Nacional Prog 41: Formación y Capacitación 31.804.957 32.989.359 Prog.42: Asistencia Sanitaria 18.044.320 22.601.522 Prog.43: Pasividades de la Gendarmería Nacional 158.017.695 167.500.000 Gasto total Gendarmería Nacional 1999 535.188.046 311.883.453 31.633.543 20.071.050 171.600.000 Fuente: Leyes de Presupuestos Años 1997-1998-1999 Cuadro 4. Argentina. Gasto del gobierno nacional en Seguridad. Créditos Presupuestarios Programados. Período 1997-1999. 1997 1998 1999 Policía Federal 644.618.719 663.709.521 677.455.905 Prefectura Naval Argentina 324.474.864 371.126.922 390.079.925 Sec. de Seguridad Interior 14.193.611 16.979.962 16.468.503 Gendarmería Nacional 501.026.133 526.254.416 535.188.046 S. Penitenciario Federal 204.037.518 228.398.534 29.698.102 TOTAL 1.688.350.845 1.806.469.355 1.848.890.481 Fuente: Leyes de Presupuestos Años 1997-1998-1999 Evolución 105% 120% 116% 107% 113% 110% En el Cuadro 5 el análisis se detiene sobre las policías provinciales. Como se puede observar el gasto total de los gobiernos provinciales en Defensa y Seguridad alcanzó en 1997 los 2.729 millones de pesos y viene registrando una tendencia ascendente durante los últimos cinco años. Los niveles del gasto provincial son proporcionales al tamaño de las provincias y de sus economías, así Buenos Aires, con sus $1.036,66 millones representó en 1997 el 38% del gasto provincial en seguridad, seguido de lejos por Córdoba y Santa Fé con el 10% cada una. Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar Cuadro 5.Gasto Público de los gobiernos provinciales en Defensa y Seguridad. 19931997.Ejecutado en millones de pesos corrientes. Provincia 1993 1994 1995 1996 1997 Buenos Aires 714,81 724,51 827,07 797,17 1.036,66 Catamarca 34,52 39,65 38,59 36,84 36,4 Córdoba 260,61 281,59 292,85 277,89 289,91 Corrientes 63,14 65,82 64,91 62,08 70,76 Chaco 61,33 64,61 72,92 71,36 79,3 Chubut 46,57 44,04 38,63 48,48 49,27 Entre Ríos 81,52 112,76 111,44 95,01 97,15 Formosa 32,81 40,38 36,6 48,04 48,78 Jujuy 35,51 45,01 50,43 50,35 53,15 La Pampa 29,4 28,07 30,07 33,16 31,61 La Rioja 30,23 32,21 51,72 47,76 44,49 Mendoza 104,8 100,9 95,61 96,83 101,45 Misiones 44,88 48,17 50,35 50,86 55,39 Neuquen 44,51 70,19 76,91 68,61 73,07 Río Negro 51,75 62,93 61,99 61,19 61,14 Salta 62,34 65,69 68,93 67,16 76,29 San Juan 50,18 57,35 52,64 46,97 48,95 San Luis 34,11 25,19 35,14 28,45 22,02 Santa Cruz 39,27 42,64 54,23 51,33 51,93 Santa Fe 224,5 229,19 227,91 221,21 283,34 S. del Estero 61,9 74,44 69,63 63,76 65,76 T. del Fuego 22,56 22,1 22,91 22,82 24,37 Tucumán 56,6 59,31 68,24 69,56 71,68 TOTAL 2.188 2.337 2.500 2.417 2.729 Fuente: Dirección Nacional de Programación del Gasto Social - Secretaría de Programación Económica y Regional. Ministerio de Economía Obras y Servicios Públicos de la Nación. En el cuadro 6 se presenta la participación porcentual del gasto provincial en defensa y seguridad dentro del gasto público total de cada provincia. El mismo permite detectar el nivel de prioridad que las políticas de represión y prevención del delito adquieren dentro de la agenda de políticas públicas. A la luz de estos datos el ranking se altera. Es interesante notar que el peso del gasto en seguridad en las provincias mayores no resulta significativamente superior al de las de menor tamaño. De hecho en los dos últimos años considerados la Rioja asignó a seguridad una proporción mayor de sus recursos que Buenos Aires. El gasto en seguridad en Santa Fé y Córdoba mantuvo una alta participación en el total durante el lustro considerado. Sin embargo, entre 1994 y 1996 Santiago del Estero fue la provincia argentina que, según este indicador, otorgó mayor prioridad a las acciones de seguridad interna. A lo largo de la serie considerada se tiende a reducir la dispersión de la variable participación del gasto en seguridad dentro del total. Esto significa que la brecha entre las provincias que asignan una mayor proporción de sus recursos a seguridad y las que asignan una proporción menor tiende a disminuirse. A partir de los datos presentados se podría formular como hipótesis que el nivel de prioridad de las acciones de seguridad dentro de las agendas de políticas públicas provinciales tiende a incrementarse y homogeneizarse. Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar La mencionada tendencia resulta más evidente cuando en lugar de analizar el nivel medio del gasto - que pasa del 8,3% al 8,7% en el período- se considera el de las provincias que asignaban la menor proporción de sus recursos en 1993. Neuquén pasa de 5,1% al 7,5%, Formosa del 5,1% al 6%, Río Negro del 5,4% al 8,7% y Jujuy del 5,6% al 9,9%. A su vez, sólo Corrientes y Santa Cruz registran una clara tendencia decreciente, mientras que en San Juan se detectan fuertes oscilaciones en la participación del gasto en seguridad sobre el total. Cuadro 6. Participación del Gasto en Defensa y Seguridad en el Gasto Público. Total de los gobiernos provinciales.1993-1997. En porcentajes Provincia 1993 1994 1995 1996 1997 Buenos Aires 9,9% 8,8% 10,1% 8,7% 9,9% Catamarca 7,5% 8,3% 9,6% 8,4% 7,6% Córdoba 9,3% 9,1% 9,9% 11,2% 10,2% Corrientes 8,6% 8,1% 8,1% 7,7% 7,8% Chaco 7,4% 7,4% 7,5% 7,2% 7,2% Chubut 8,3% 6,7% 6,2% 7,6% 7,1% Entre Ríos 7,4% 9,5% 8,3% 7,7% 7,0% Formosa 5,1% 5,4% 4,9% 7,0% 6,0% Jujuy 5,6% 6,5% 6,9% 7,9% 9,9% La Pampa 6,4% 5,8% 5,9% 6,7% 6,3% La Rioja 6,1% 6,0% 8,3% 10,1% 10,3% Mendoza 8,0% 7,2% 6,3% 6,4% 8,4% Misiones 6,2% 6,4% 6,1% 5,6% 5,7% Neuquen 5,1% 7,3% 6,7% 7,2% 7,5% Río Negro 5,4% 6,9% 6,9% 7,9% 8,7% Salta 7,3% 6,9% 7,0% 8,7% 8,7% San Juan 7,0% 6,4% 6,0% 8,0% 7,2% San Luis 8,5% 5,1% 7,2% 6,6% 5,9% Santa Cruz 8,6% 7,8% 9,0% 7,4% 7,5% Santa Fe 10,1% 9,6% 9,1% 8,9% 10,7% S. del Estero 8,9% 10,6% 11,6% 11,4% 10,2% T. del Fuego 8,8% 6,6% 6,4% 7,3% 6,6% Tucumán 6,4% 5,9% 6,1% 6,7% 7,7% TOTAL 8,3% 8,0% 8,4% 8,3% 8,7% Fuente: Dirección Nacional de Programación del Gasto Social - Secretaría de Programación Económica y Regional. Ministerio de Economía Obras y Servicios Públicos de la Nación. El cuadro 7 expresa la evolución del gasto provincial a través de un índice que considera a 1993 como base = 100. El mismo permite observar que el incremento del gasto total provincial fue del orden del 24,7%. 1996 se presenta como un año atípico dentro de la serie ya que el ritmo de expansión parece detenerse e incluso retroceder. Esto se hace especialmente evidente en algunas provincias como Corrientes, La Rioja, Neuquén, San Juan, San Luis y Santa Fé. Por otro lado las provincias que más incrementaron sus niveles de gasto en seguridad en el período considerado fueron Neuquén (64,2%), Jujuy (49,7%), y Formosa (48,7%). Mientras que las provincias de Cuyo lo redujeron sensiblemente. Este último dato resulta llamativo si se Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar considera que hasta 1993 las tres provincias de esta región (San Juan, San Luis y Mendoza) eran las que presentaban mayores tasas de criminalidad13. Cuadro 7.Evolución del Gasto en Defensa y Seguridad de los gobiernos provinciales.1993-1997. En índice 1993: 100 Buenos Aires Catamarca Córdoba Corrientes Chaco Chubut Entre Ríos Formosa Jujuy La Pampa La Rioja Mendoza Misiones Neuquen Río Negro Salta San Juan San Luis Santa Cruz Santa Fe S.del Estero T.del Fuego Tucumán TOTAL 1993 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 1994 101,4 114,9 108,1 104,2 105,3 94,6 138,3 123,1 126,8 95,5 106,5 96,3 107,3 157,7 121,6 105,4 114,3 73,8 108,6 102,1 120,3 98,0 104,8 106,8 1995 115,7 111,8 112,4 102,8 118,9 83,0 136,7 111,6 142,0 102,3 171,1 91,2 112,2 172,8 119,8 110,6 104,9 103,0 138,1 101,5 112,5 101,6 120,6 114,3 1996 111,5 106,7 106,6 98,3 116,4 104,1 116,5 146,4 141,8 112,8 158,0 92,4 113,3 154,1 118,2 107,7 93,6 83,4 130,7 98,5 103,0 101,2 122,9 110,5 1997 145,0 105,4 111,2 112,1 129,3 105,8 119,2 148,7 149,7 107,5 147,2 96,8 123,4 164,2 118,1 122,4 97,5 64,6 132,2 126,2 106,2 108,0 126,6 124,7 Fuente: Dirección Nacional de Programación del Gasto Social - Secretaría de Programación Económica y Regional. Ministerio de Economía Obras y Servicios Públicos de la Nación. Para tener una idea de la relación entre el gasto en seguridad y el tamaño de la población se elaboró el cuadro 8 en el cual se observa para los años de 1996 y 1997 el gasto per cápita de las policías provinciales. Desde esta perspectiva los órdenes se invierten y se verifica que las provincias de menor población resultan las de mayor asignación (Santa Cruz y Tierra del Fuego). Se puede argumentar que existe cierta economía de escala en la provisión de seguridad y que las provincias mayores consiguen alcanzarla con mayor facilidad. Sin embargo, los gasto menores per cápita corresponden a provincias como Tucumán y Misiones que no figuran entre las mayores. 13 No se dispone de datos más actualizados con respecto a la tasa de criminalidad por provincia. Sin embargo, como ha sido analizado por Navarro (1997:20-21), en 1993 la región de Cuyo registraba una tasa de 231,04 delitos por 10.000 habitantes. La misma resultaba muy superior a la de la región metropolitana (126,70), Pampeana (148,96), Noreste (149,51), Noroeste (227,24) y Patagonia (203,09). Según constata el mismo estudio el aumento sostenido de la tasa de criminalidad no ha alterado su distribución geográfica entre las provincias. Por lo cual aunque es de esperarse que las tasas provinciales se hayan incrementado puede que se hayan también mantenido en las mismas proporciones. Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar Probablemente otro determinante de los niveles de gasto en seguridad sea nivel de urbanización de la provincia. Las que menos gastan son generalmente las que tiene mayor porcentaje de población rural. El alto peso de los niveles de urbanización en la explicación del fenómeno del crimen ha sido asumido y destacado en diversos estudios internacionales y es una de las variables consideradas en la caracterización de las nuevas expresiones de la violencia (United Nations, 1992). Sin embargo, es importante destacar que la relación población urbana sobre población total no ha sido considerada como variable explicativa en la mayoría de los trabajos empíricos que buscan explicar la violencia y el delito en la Argentina durante los últimos años14. Cuadro 8. Gasto Público de los gobiernos provinciales en Defensa y Seguridad. 19961997. Per capita, en pesos corrientes 1996 1997 Buenos Aires 58,9 75,6 Catamarca 124,9 121,1 Córdoba 93,8 96,8 Corrientes 71,3 80,1 Chaco 78,6 86,3 Chubut 118,6 117,7 Entre Rios 88,1 89,4 Formosa 104,8 103,9 Jujuy 89,2 92,5 La Pampa 115,5 108,3 La Rioja 188,1 170,9 Mendoza 63,3 65,5 Misiones 56,1 59,7 Neuquen 142,4 145,9 Rio Negro 107,1 104,9 Salta 68,6 76,2 San Juan 83,9 86,7 San Luis 86,2 65,1 Santa Cruz 275,7 271,5 Santa Fe 74,3 94,2 S.del Estero 90,4 92,5 T.del Fuego 240,3 244,0 Tucumán 56,5 57,5 TOTAL 75,1 83,6 Fuente: Elaboración propia en base a cuadros anteriores Obs.: No se ha incluido ni la población de la Ciudad de Buenos Aires ni el gasto de la Policía Federal El gasto promedio per cápita en seguridad de la provincias fue de $83,6 anual en 1997, si se considera el total del gasto nacional en seguridad interior y se lo divide sobre el total de la 14 Entre los estudios publicados que desarrollan análisis econométricos y buscan modelos explicativos del delito en Argentina durante los noventa se pueden destacar: Navarro, 1997; Kusznir, 1997; Kessler y Molinari, 1997, Pompei, 1999, etc..) Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar población nacional se arriba a un gasto per capita promedio del orden de los $47,9. Por lo cual se podría concluir que el gasto público en seguridad en Argentina alcanzó a $131,5 per cápita en 1997. Para completar el análisis referido al gasto en relación con la población se incorporó del gráfico 2 en el cual se ilustra la dispersión de la variable dependiente gasto per cápita en seguridad con relación a la variable independiente gasto provincial total per cápita. El objetivo de este gráfico es detectar cuales provincias estarían gastando en seguridad por encima de sus posibilidades y cuales por debajo. El supuesto básico es que las provincias podrán asignar recursos a seguridad en proporción al total de recursos públicos disponibles. De modo que se puede identificar el nivel medio de gasto en seguridad correspondiente a cada nivel de gasto total. Las provincias que se alejan mucho de esa línea de tendencia configuran los casos atípicos. Si se asume que la línea diagonal representa un nivel adecuado, o al menos proporcional, de gasto en seguridad de acuerdo con el tamaño del presupuesto provincial, entonces los casos más atípicos sería los de Misiones (que gasta por debajo de sus posibilidades) y La Rioja (que gasta por encima de las mismas). El conjunto de las provincias se ubica de forma muy concentrada, por eso fueron destacadas en el gráfico las provincias de mayor gasto en seguridad (Tierra del Fuego y Santa Cruz) que se ubica en la posición extrema superior del mismo. Gasto en seguridad per capita Gráfico 2. Gasto en seguridad per cápita en función del gasto provincial total per cápita 3 0 0 ,0 S . C ru z T.F u e g o 2 5 0 ,0 2 0 0 ,0 L a R io ja 1 5 0 ,0 1 0 0 ,0 Misiones 5 0 ,0 M is io n e 0 ,0 - 1 .0 0 0 2 .0 0 0 3 .0 0 0 4 .0 0 0 G a s t o p r o v in c ia l p e r c a p it a Fuente: elaboración propia en base a cuadros anteriores El mercado de bienes y servicios de seguridad en Argentina Aún cuando en su mayor proporción la provisión de seguridad continúa siendo una tarea pública, durante los últimos años ha emergido en nuestro país un pujante mercado de bienes y servicios de seguridad. Este mercado está integrado por: Bienes de seguridad. Compuestos fundamentalmente por armas, alarmas, puertas blindadas y cerraduras de alta seguridad, rejas, y en menor medida otros artefactos personales y perros guardianes. Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar Servicios de seguridad. Que incluye los servicios de vigilancia y los seguros. Bienes de seguridad Existen diversos bienes de seguridad que van desde las más sofisticadas tecnologías hasta los recursos más tradicionales. Es muy difícil relevarlos y costearlos a todos. Sin embargo, se pueden identificar tendencias en el mercado y arribar a estimaciones sobre los niveles de giro. En primer lugar se encuentran las armas de fuego de uso personal. En Argentina para adquirir legalmente un arma de fuego la misma debe ser autorizada por el Registro Nacional de Armas RENAR-. Esta institución ha otorgado 1.800.000 permisos hasta la fecha. Durante el último lustro el RENAR otorgó un promedio de 120.000 nuevas licencias anuales. El arma más vendida es el revolver calibre 38 cuyo valor medio en el mercado es de $200 (oscila entre los $100 y los $300). Sin embargo, se estima que en Capital Federal y el Gran Buenos Aires hay cerca de 1.000.000 de armas ilegales y este número podría ascender al millón y medio si se considera todo el país. En conclusión, el stock de armas de fuego en poder de civiles en el país supera los 3.000.000 de unidades y se incrementa a razón de doscientas mil unidades anuales (considerando armas autorizadas e ilegales) lo cual representa un gasto anual del orden de los $40.000.000. En segundo lugar se encuentran los dispositivos de seguridad. El incremento de las tasas de criminalidad indujo a las familias a adquirir diversos mecanismos de seguridad tales como reemplazar vidrios comunes por otros ”templados” o “laminados” que son más resistentes y cuestan $120 por metro cuadrado. También se ha incrementado la instalación de puertas blindadas con costillas de acero cuyo valor medio en el mercado ronda los $2.500, o cerraduras con llave que no pueden duplicarse. En los edificios de departamento los gastos de seguridad constituyen gastos comunes y repercuten directamente sobre las expensas llegando a alcanzar el 40% de las mismas15. En las casas se transforman en gastos individuales y con mayor frecuencia estos gastos son complementados con la instalación de sistemas de alarmas. Una casa de dos pisos con tres habitaciones, living, cocina y garage, debe invertir alrededor de$1.500 para instalar un sistema de alarmas. Cuando los propietarios se suscriben a un servicio de monitoreo deben pagar además una cuota mensual de $50. En síntesis, el de los dispositivos de seguridad es un mercado variado y de alto ritmo innovativo. Estas características hacen que resulte difícil relevar sus niveles de facturación totales. Sin embargo, se detecta que registran una dinámica expansiva y se puede asumir, al menos como hipótesis para estimar el gasto total, que su facturación es al menos simétrica a la del mercado de las armas de fuego. Servicios de seguridad Entre los servicios de vigilancia se pueden distinguir los de vigilancia humana y los de vigilancia electrónica. Los servicios de vigilancia humana en Argentina constan de 1.270 empresas con un total de 85.000 trabajadores. Ambos cuentan con sus correspondientes entidades representativas. Por un lado los vigiladores o trabajadores de la seguridad privada, nucleados en el gremio Unión Personal de Seguridad. Según esta entidad16 los salarios percibidos rondan lo $500 por ocho horas de trabajo. Por otro lado, las empresas están agrupadas en la Cámara Argentina de Empresas de Seguridad -CAESI- según la cual el mercado de la vigilancia privada facturó 900 millones de 15 Información provista por Ricardo Perez Centeno, presidente de la Cámara Argentina de de la Propiedad Horizontal y Actividades Inmobiliarias al diario Clarín y publicada en el informe especial ”inseguridad” el domingo 25 de abril de 1999. 16 Información provista por Angel García , secretario general del gremio al diario Clarín y publicada en el informe especial ”inseguridad” el domingo 25 de abril de 1999. Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar pesos durante 199817. En 1994 la cifra rondaba los 700 millones. Es decir, que en estos años aumentó casi en un 30%. Por servicios de vigilancia electrónica se entienden aquellos que instalan y monitorean sistemas de alarmas, sensores y circuitos de televisión cerrados. Los mismos están agrupados en la Cámara de Empresas de Monitoreo de Alarmas (CEMARA) que comenzó a funcionar en 1994 y registró18 en 1998 una facturación anual del orden de los 100 millones de pesos. En síntesis, los servicios de seguridad en Argentina registran un nivel de facturación del orden de los $1.000. millones de pesos el 90% de los cuales corresponde a servicios personales y se suministra fundamentalmente a barrios y edificios de consorcio. Por último, el mercado de la seguridad incluye a los seguros contra robo e incendios. Aunque las empresas y edificios de propiedad horizontal comenzaron a incorporar tales seguros de forma temprana, la categoría “seguro del hogar” es relativamente incipiente en nuestro país. Durante la década del ochenta no solo se multiplicó la oferta de estos seguros cuyo costo promedio se estima por metro cuadrado y valor total asegurado19 sino también la demanda. Según registros de la Superintendencia del Seguro de la Nación los seguros contra robo e incendio facturaron en 1998 un total de $232 millones de pesos. En conclusión, como lo expresa el cuadro 9, el mercado de bienes y servicios de seguridad en Argentina registró en 1998 un giro anual del orden de los mil trescientos millones. Cuando se distingue entre bienes y servicios de seguridad se comprueba que los segundos registran un alto predominio sobre los primeros constituyendo casi el 94% del total del mercado. En esta suma se han considerado sólo bienes y servicios directa y exclusivamente relacionados con la seguridad, se podrían incorporar también otro tipo de servicios que cumplen con otro objetivo primordial pero en cuyo consumo influye el factor seguridad, tales como servicios de remises y radio taxis. Cuadro 9. Volumen total de facturación del mercado de bienes y servicios de seguridad en Argentina. 1998. Componente Bienes de seguridad Armas Otros dispositivos de seguridad Servicios de seguridad Servicios de vigilancia Servicios de vigilancia humana Servicios de vigilancia electrónica Seguros contra robo e incendios TOTAL $ Millones 80 40 40 1.232 1.000 900 100 232 1.312 % 6,1% 3,0% 3,0% 93,9% 76,2% 68,6% 7,6% 17,7% 100,0% Fuente: Elaboración propia en base a información suministrada por: CEMARA, UPS, CAESI, RENAR. En otras palabras, el mercado de bienes y servicios de seguridad en Argentina moviliza cada año un promedio de $37,25 por habitante. Si a estos valores se agregan los $131,5 del gasto público se puede calcular que el gasto total en seguridad de los argentinos ronda los $168,75 anuales. 17 Información provista por Carlos Olivera, presidente de CAESI al diario Clarín y publicada en el informe especial ”inseguridad” el domingo 25 de abril de 1999. 18 Clarín .”informe especial: inseguridad” . Domingo 25 de abril de 1999.páginas 36-37. 19 Por ejemplo, por un departamento de 50m2 un seguro total por $70.000 tiene un costo que oscila entre los $15 y $30 mensuales. Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar Evolución reciente del sector En el presupuesto Nacional ( Policía Federal, Gendarmería, Prefectura y Servicio Penitenciario) se asignó en 1999 un total de 1.848 millones de pesos registrando un incremento del orden del 10% en los últimos tres años. Las provincias, como ha sido analizado, pasaron de 2.188 millones de pesos en 1993 a 2.729 en 1997 registrando un incremento del orden del 24,5% Como se registra en el cuadro 10 las armas registradas por el RENAR pasaron de 1.100.000 en 1994 a 1.800.000 en 1999 lo cual implica un crecimiento anual del orden del 33%. Cuadro 10. Evolución del total de armas registradas en Argentina. En millones de armas. Año Registros Variación 1994 1,100 1997 1,658 151% 1999 1,800 109% Incremento total 164% variación anual 33% Fuente: RENAR Las empresas de seguridad privada incrementaron su nivel de giro del orden de los 700 millones en 1994 a los 900 millones en 1998 registrando un crecimiento del orden del 30%. Los recursos humanos empleados por las empresas privadas crecieron en número, de 30.000 en 1988 a 70.000 en 1996 y 75.000 en 1999. Esto significa una expansión acumulada del orden del 283% o un incremento anual del 26%. Cuadro 11. Evolución del personal de empresas de vigilancia Año 1988 1998 1999 Incremento total Variación anual Personas 30,000 70,000 85,000 Variación 233% 122% 283% 26% Fuente: Unión del Personal de seguridad Las empresas de seguridad electrónica facturaron 40 millones en 1996 y 100 millones en 1998, registrando un incremento total del orden del 60% ó una variación anual del 30%. Cuadro 12.Expansión anual del sector seguridad Componente Gasto Federal (policía, Gendarmería, Prefectura y Servicio Penitenciario Nacional) Gasto de las Policías Provinciales Registro de armas Facturación de las empresas de vigilancia humana Personal empleado en empresas de vigilancia Facturación de las empresas de vigilancia humana Facturación de los seguros contra robo e incendio Variación anual 3,33% Fuente: elaboración propia en base a cuadros anteriores 24,5% 33% 30% 26% 30% 14% Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar En conclusión, si se considera la evolución reciente del sector se verifica que el mercado privado de bienes y servicios de seguridad tiende a avanzar mucho más rápido que el gasto público aún cuando dista mucho de alcanzar los volúmenes de aquél. Dentro del gasto público resulta claro que el incremento más significativo corresponde a los esfuerzos provinciales. Además de estos cambios cuantitativos se registran cambios cualitativos. Por ejemplo, disminuyó la demanda de personal de vigilancia en industrias que mientras se incrementó en edificios, garitas y barrios privados. Financiación de la seguridad en Argentina La mayor parte de la seguridad en Argentina continúa siendo provista desde el Estado (nacional y provinciales) y de forma proporcional, lo mismo ocurre con el gasto. El 77% del gasto en seguridad en nuestro país proviene de recursos presupuestarios (gráfico 3), en su mayoría integrados por impuestos. De estos el 36% corresponde a la Nación y el 64% restante el gasto de las policías provinciales. El segundo lugar está ocupado por los gastos prepagados que corresponden a primas de seguros contra robo e incendio y a cuotas de servicios privados de seguridad. Estos suman un 22% del gasto total del sector en el país. Finalmente y con un escaso 1% del gasto total anual figura la adquisición de bienes de seguridad (armas y dispositivos) por la vía del desembolso directo y voluntario de las personas. Gráfico 3. Composición de la financiación de la seguridad en Argentina. 1998 D esem bolso d irecto 1% C uotas y prim as 22% Im puestos 77% Fuente: elaboración propia en base a cuadros anteriores Costos de la inseguridad en Argentina Deterioro de los stocks de capital físico. Los delitos que registran la tasa más alta en Argentina son los que se perpetran contra la propiedad. Si se consideran datos de 1994 representaban el 63% del total, si se retrocede al 90 o al 85 ascendía al 73%. Los daños a la propiedad generan un alto impacto económico negativo. Por un lado, la propia pérdida de la capacidad instalada, recursos tecnológicos e infraestructura en general involucra un costo de reposición. En la Reunión Cumbre Mundial Sobre Desarrollo Urbano realizada en Estambul en 1996 se estimó este costo en el orden del 0,1 al 0,5% del Producto Bruto Mundial (Banes, et. al, 1996:27). Sin embargo, para el caso específico de América Latina este costo sería mayor. Estudios del Banco Mundial estimaron ese costo en un promedio de $116 per cápita (World Bank, 1996). Aún aceptando que se trata de un procedimiento precario de Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar estimación. Si se realizara una proyección lineal de ese monto sobre el total de la población argentina el costo acumulado de la reposición del total de capital físico robado o deteriorado por violencia y vandalismo en nuestro país ascendería a los $4.200 millones y representaría un flujo anual de recursos del orden de los $317 millones20. En términos comparativos este costo no resultaría tan alto si se consideran los daños que el terrorismo y la guerrilla causaron décadas pasadas, o aún en la década actual en otros países como Perú, país en el cual los daños han sido estimados en el orden de los 25 mil millones de dólares (World Bank, 1994). Por otro lado, los altos niveles de criminalidad perjudican la inversión privada en infraestructura y capital físico. Las empresas no se establecen en lugares, regiones o países inseguros. Esto significa pérdidas de nivel de empleos y de ingresos fiscales para las ciudades. En los Estados Unidos de Norteamérica se utiliza el término Brown field (áreas marrones) para referirse a los inmuebles industriales o empresariales abandonados o inutilizados. La expansión de los brownfields está directamente relacionada con el incremento en las tasas de criminalidad. Así lo demuestra un relevamiento sobre 33 ciudades encargado por la Conferencia de Intendentes21 el cual estimó que hay 500.000 espacios de ese tipo a lo largo del país que representan una pérdida de ingresos fiscales para los municipios del orden de los $200 millones (The Economist, 1998). Tal vez donde se registra el mayor impacto del crimen sobre las inversiones y por consiguiente sobre las pérdidas de recaudación fiscal y de generación de empleos, es en el sector turismo. Deterioro de los stocks de capital humano. El impacto de la violencia y el crimen sobre el capital humano se manifiesta a nivel de la educación y la salud. No se cuenta aún con suficiente evidencia como para estimar las repercusiones que el crimen ha tenido sobre los niveles educativos en Argentina. Sin embargo, se han realizado avances recientes en los intentos de medición del costo económico de la violencia sobre la salud. Las mayores dificultades consisten en que se suelen utilizar conceptos disímiles de violencia y en la discriminación de costos directos e indirectos. El sector salud es un cuello de botella donde confluyen las consecuencias de los hechos violentos, con una fuerte demanda en los servicios de urgencias, terapias intensivas y de atención especializada como traumatología, neurocirugía, quemados, salud mental y rehabilitación. Ello determina un importante impacto económico y organizacional en los sistemas de salud. Se suele considerar como causas violentas a las “externas”, generalmente accidentes, heridas y lesiones. Aunque el peso de las asociadas al crimen es alto, a nivel mundial tienen mayor peso las guerras y accidentes de tránsito (Murray & Lopez, 1998). Estos últimos no siempre involucran actos delictivos. En los estudios se consideran como costos directos los gastos médicos, los daños materiales, los gastos administrativos (seguro, tribunales, policía y otros). Entre los costos indirectos se valora la producción perdida tomando para ello el nivel de ingreso, el empleo y un coeficiente de actualización (Spinelli, 1998). A su vez el costo se puede calcular sobre diferentes resultados de salud. Los procedimientos más limitados miden directamente el costo de las muertes ocasionadas por la violencia. Un segundo paso incluiría además las lesiones no mortales. La metodología más sofisticada es la que se concentra en los Años de Vida Ajustados por Discapacidad (AVAD), o Años de Vida Saludable (AVISA) –más conocidos por sus denominaciones en inglés Qualys o Daylis-. La principal ventaja de estos últimos radican en que establecen una medida del impacto de las acciones de salud y a partir de ellos es posible llegar a evaluaciones de costo – efectividad para determinar la conveniencia de invertir en un determinado tipo de acciones sobre otro en un determinado grupo de riesgo sobre otro. 20 Estos valores deben se tomados a título ilustrativo y representan groseras aproximaciones puesto que un cálculo más exacto requeriría de dispositivos metodológicos y del relevamiento de datos que escapan a los límites y posibilidades del presente trabajo. 21 La ”Mayors League” es una entidad que nuclea a los intendentes de las 1.050 ciudades norteamericanas que cuentan con un población superior a los 300.000 habitantes. Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar Los resultados obtenidos por los estudios son discordantes. Por un lado, un relevamiento del primer tipo –es decir que se centra sólo en el costo directo de las muertes violentas- para la región de las América calculó su impacto económico en $10 mil millones anuales, lo cual representaría alrededor del 20% del gasto total nacional en salud de los países (Guerra de Macedo, 1994. Apud: Spinelli, 1998). Otro estudio, del segundo tipo, realizado en base a análisis de casos en ciudades de Brasil, México y Perú estimó este costo de un 4 a un 7% del gasto nacional en salud. Para el cálculo se consideró la atención de sólo el 50% de los casos fatales y el total de los casos severos y leves, tanto del susbsector público como privado. A pesar de tratarse de una muestra sesgada a países de altos niveles de violencia y criminalidad y de considerar no sólo las muertes sino también las lesiones, el valor final estimado del costo de la violencia en términos de salud variaba de $3.600 a $5.600 millones. Por último, un estudio del tercer tipo que incluye tanto la medición del impacto de las muertes prematuras como de las discapacidades generadas arribó a una estimación del orden de los $11.400 millones (Suarez, 1994 Apud: Spinelli, 1998).Sin bien los valores varían mucho de país a país, se estimó un promedio de $20 a $25 por la atención de cada caso leve, entre $500 y $700 por cada caso severo y entre $500 y $2.000 por cada caso fatal. Una revisión detallada de las evaluaciones económicas del costo de la violencia y el crimen en términos de servicios de salud ha concluido que en la región se dedica entre el 8% y el 10% del presupuesto total hospitalario (Spinelli, 1998). En Argentina el gasto hospitalario público22 asciende a $3.145 mientras el de clínicas y sanatorios privados asciende a $2138,5. Por lo cual se puede concluir que los argentinos destinamos anualmente alrededor de $425 millones a la atención médica de las víctimas del crimen y la violencia. Deterioro de los stocks de capital social. En un estudio reciente Juan Luis Londoño (1998) midió el capital social en comunidades colombianas a través de una encuesta centrada en diez cuestiones relacionadas con la fortaleza de las familias, los niveles de seguridad familiar, los niveles percibidos de seguridad en el vecindario, la amistad y la extensión de las organizaciones comunitarias. Basándose en este examen del caso colombiano verificó que hay una fuerte correlación negativa entre los niveles de capital social y la tasa de crímenes reportados. El autor concluyó que la violencia en Colombia es mayor en la provincias con menores niveles de cohesión social entre sus habitantes. El hallazgo es importante para ser considerado en la formulación de políticas de prevención del crimen así como en la búsqueda de modelos explicativos del mismo, aunque sus consecuencias económicas resultan aún difusas y difíciles de medir. Se puede postular que para el caso argentino la situación es similar. Aunque no se han realizado aún en nuestro país estudios centrados en instrumentos estructurados como la encuesta de Londoño, las entrevistas en profundidad que se han realizado para este estudio (a las cuales nos referiremos más adelante) permiten ratificar la tendencia. Además, así como en otras localidades de la región, se puede postular en nuestro país que el crimen es un problema que aqueja predominantemente a los pobres. Los sectores de menores recursos son las mayores víctimas del crimen y la violencia. Desde una perspectiva económica centrada en el volumen de los bienes robados se podría concluir lo contrario ya que una sola estafa millonaria como el escándalo del caso IBM - Banco Nación equivale a millones de robos menores y hurtos. Sin embargo, los términos se invierten cuando se considera la proporción de personas que han sido víctimas de crímenes por quintil de ingresos. 22 Un estudio reciente del gasto en salud en Argentina (González García &Tobar, 1997) calcula el gasto público en salud en el orden de los $3.700 millones de los cuales el 85% correspondería a la atención hospitalaria. El mismo estudio estima en $7.055 millones el gasto de obras sociales y en $1.659 millones el gasto de las empresas de medicina prepaga. En ambos casos el 25% del gasto sería destinado a la internación hospitalaria. Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar ANEXO Cuadro I.Total del Gasto Público de los gobiernos provinciales 1993-1997. Ejecutado en millones de pesos corrientes. 1993 1994 1995 1996 1997 Buenos Aires Catamarca Córdoba 7209,72 8265,74 8163,22 9192,73 10523,13 462,28 479,37 403,00 440,79 479,22 2815,21 3087,46 2967,91 2482,23 2832,19 Corrientes 730,46 817,26 802,94 806,11 909,59 Chaco 824,64 868,71 968,64 986,65 1102,63 Chubut 560,93 654,77 625,82 638,04 694,54 1098,59 1188,39 1338,19 1237,52 1384,51 645,03 752,23 750,59 687,04 814,2 Jujuy 638,14 687,83 730,75 639,35 538,01 La Pampa 460,79 485,33 506,99 496,45 501,69 La Rioja 497,68 539,02 622,56 472 430,74 Mendoza 1303,66 1395,65 1512,94 1514,62 1205,84 Misiones 728,38 757,43 828,11 907,42 972,22 Neuquen 875,49 960,95 1144,2 950,22 980,74 Rio Negro 953,79 913,23 896,59 775,79 704,27 Salta 857,75 950 989,73 773,66 876 San Juan 720,1 899,18 872,69 584,04 677,63 San Luis 403,48 494,86 488,07 428,04 373,41 Santa Cruz 457,77 544,59 602,51 697,41 693,17 2216,73 2380,53 2499,18 2491,68 2646,73 S.del Estero 692,3 699,71 600,71 561,53 647,35 T.del Fuego 257,09 335,32 357,54 312,71 369,35 Tucuman 881,58 1010,75 1127,05 1037,91 926,43 TOTAL 26.292 29.168 29.800 29.114 31.284 Entre Rios Formosa Santa Fe Fuente: Dirección Nacional de Programación del Gasto Social . Secretaría de Programación Económica y Regional. Economía del delito y la violencia en Argentina Federico Tobar Cuadro II. Argentina. Población total según provincias 1996 Capital Federal Buenos Aires 1997 3.032.875 3.036.891 13.544.764 13.711.746 294.895 300.636 2.962.371 2.994.848 Corrientes 870.657 883.567 Chaco 907.389 918.711 Chubut 408.804 418.579 1.078.274 1.087.274 Formosa 458.282 469.573 Jujuy 564.739 574.468 La Pampa 287.175 291.979 La Rioja 253.898 260.321 Mendoza 1.528.895 1.548.729 Misiones 906.092 928.076 Neuquen 481.818 500.886 Rio Negro 571.366 583.079 Salta 979.393 1.000.983 San Juan 560.139 564.898 San Luis 330.026 338.269 Santa Cruz 186.210 191.292 2.979.021 3.008.956 705.460 710.718 Catamarca Córdoba Entre Rios Santa Fe S.del Estero T.del Fuego Tucuman TOTAL 94.968 99.862 1.232.100 1.247.551 35.219.611 35.671.892 Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Censos. CELADE Nº 7/96. Referencias Bibliograficas AYRES, R. 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