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Sección: Política Mundial La Victoria Electoral de Bush: Preludio a un ascendente conflicto político Gary Hoskin * * Profesor de la State University of New York (SUNY), en Buffalo, y actualmente profesor visitante del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Los Andes. George Bush triunfó en forma impresionante en la elección presidencial de los Estados Unidos, el 8 de noviembre de 1988, obteniendo 426 votos electorales comparados con los 112 que logró el candidato demócrata Michael Dukakis. El candidato republicano obtuvo 54% del voto popular, mientras que un 46% de la población votó por Dukakis. La victoria de Bush se debió a una identificación casi total con el altamente popular Presidente Reagan, a una campaña muy bien orquestada y competente, a la percepción por parte del público estadounidense de una economía sana, a la tranquilidad relativa en la escena internacional, y a los malos manejos y errores cometidos en la campaña demócrata. Sin embargo, llegado el caso de que los demócratas hubieran realizado un esfuerzo más efectivo en este sentido, pareciera que la abrumadora victoria de Bush era inevitable. No obstante lo anterior, el margen de voto del Presidente electo es un tanto ilusorio en la medida en que se registró en una elección caracterizada por la tasa de abstención más alta desde 1924, por un descontento muy marcado hacia los dos candidatos por parte del electorado y por el ansia de continuidad de la Revolución Reagan, que efectivamente encubrió problemas estructurales de índole económica generados por un endeudamiento externo cuantioso. Asimismo, el mandato de Bush probablemente es algo aún no muy sólido dado el control que los demócratas todavía ejercerán en el Congreso y en las legislaturas estatales; las consecuencias de la campaña "sucia" de los republicanos, tácticas éstas que indudablemente afectarán los logros de Bush al trabajar con el Congreso; la aparente inhabilidad de Bush para atraer directamente, al público norteamericano en forma efectiva como lo hizo el carismático Reagan; y la inevitable confrontación con la realidad económica,. El triunfo de Bush en el Colegio Electoral fue decisivo (426 a 112) lo cual refleja la mecánica de este que de alguna manera distorsiona el voto popular 1 Si los votos electorales se distribuyeran con base en el voto popular, Bush habría recibido 291 (se necesitan 270 para ganar) votos. El presidente electo venció en 40 estados, la mayoría de los cuales se ubica en el sur y en la región de las Montañas Rocallosas. Por el contrario, los 10 estados y el Distrito de Columbia que votaron por Dukakis, estuvieron principalmente localizados en el área norte del país (New York, Massachussetts, Rhode Island, West Virginia, Hawaii, Iowa, Minnesota, Oregon, Washington y Wisconsin). Con el fin de subrayar idiosincrasias del Colegio Electoral, un viraje de aproximadamente 590.000 votos en 1. Cada voto de un estado en el Colegio Electoral equivale al número de senadores y de representantes que envía a Washington. Más aún, al candidato que recibe una mayoría simple de los votos en el estado, se le atribuye el voto total del estado en el Colegio Electoral. Este sistema contribuye a la fuerza de los estados pequeños y discrimina contra los electorados urbanos. 11 estados (menos de 1 % del voto total) le habrían dado el triunfo a Dukakis por una pequeña diferencia2. En términos de voto popular (54% a 46%) a Dukakis le fue mucho mejor, obteniendo mucho más apoyo que cualquier otro colega suyo, aspirante demócrata al cargo de presidente desde 1964, con la excepción del Presidente Cárter en 1976. Mientras que la fuerza electoral de Bush se concentró en el sur, él registró victorias estrechas en estados claves del norte y del oeste, como Illinois, Maryland, Pennsylvania y California. Si se observan los resultados de las encuestas electorales de la cadena CBS3, el presidente electo recibió el siguiente tipo de apoyo: el sur (58% a 41% para Dukakis), hombres (57% a 41%), blancos (59% a 40%), grupos con ingreso superior a 50.000 dólares (62-65% a 3237%) y electores de Reagan en 1984(80 a 19%). Por el contrario, a Dukakis le fue mejor con los negros (86 a 12%), los hispanos (69 a 30%), las mujeres (49 á 50%) los no bachilleres (56 a 33%), los católicos (52 a 47%), los judíos (64 a 35%), las familias sindicalizadas (57 a 42%), los obreros (54 a 44%), las personas con ingresos por debajo de 12.500 dólares (62 a 37%), los liberales (81 a 18%) y en el este del país (49 a 50%). Estos datos muestran que la antigua coalición del New Deal (Nuevo Trato) mantiene alguna fuerza, aunque atenuada, en particular respecto de la plaza demócrata tradicional del sur, y más allá de las ciudades grandes que se han modificado por la transición demográfica. ¿Realineamiento Partidista? A pesar de que el partido republicano ha conservado prácticamente el monopolio de la presidencia en los últimos años —han ganado 5 de las 6 elecciones— el triunfo de Bush no se extendió a la arena legislativa, ni a nivel nacional, ni estatal. Los demócratas aumentaron su control en el Senado, agregando un escañó adicional (la nueva distribución partidista favorece a los demócratas 5545); aumentaron su fuerza en la Cámara de Representantes en 5 escaños (262-173), y les fue bastante bien en las legislaturas estatales, obteniendo 13 escaños más4. Este último logro, es en particular importante como consecuencia de la nueva distribución de la Cámara de Representantes y de las legislaturas de los estados, tal como está previsto constitucionalmente a partir del censo de 1990. El partido que controla una legislatura estatal puede reasignar escaños de tal forma que maximize sus posibilidades de victoria. De acuerdo con el estratega republicano, Kevin Philips, la tendencia de los republicanos de ganar la presidencia y de los demócratas de controlar el Congreso, refleja en últimas, que el partido republicano cuenta con la imagen de liderazgo y de credibilidad de los Estados Unidos en cuestiones nacionales, pero que los electores confían más en los demócratas cuando se trata de construir colegios, de ofrecer garantías políticas para el medio ambiente, y de velar por los intereses de la clase media5. En términos generales, la elección de un nuevo presidente implica que su partido gana 2. New York Times, Noviembre 10, 1988. 4. Ibid., Noviembre 18, 1988. 3. Ibid. 5. Ibid. escaños en la arena legislativa, pero este fenómeno electoral no se materializó en el caso de Bush —desde 1960 no se veía que el partido del presidente perdiese escaños en la Cámara de Representantes. En resumen, Bush no podrá contar con una "luna de miel" feliz con el Congreso cuando asuma el poder; los congresistas demócratas parecen no estar de humor como para cooperar con Bush, en parte debido a sus tácticas de campaña. Por otro lado, si se tiene en cuenta que el partido del presidente por lo general pierde escaños en las elecciones de Mitaca y que algunos de los 34 senadores que les corresponde postularse nuevamente en 1990, obtuvieron sus escaños en la victoria abrumadora de Nixon de 1972; la reacción a mitad del período del Presidente Cárter en 1978 y la aplastante victoria de Reagan en 1984, las perspectivas republicanas no parecen muy prometedoras para 1990. A diferencia de las expectativas en torno a la "Revolución" Reagan, las elecciones de 1988 revelaron muy poca evidencia de un realineamiento partidista duradero. De hecho, Dukakis y los demócratas aparentemente invirtieron la tendencia que venía dándose en la coalición del New Deal hacia Reagan y al partido republicano. El realineamiento no sólo exige cambios de control en el partido de gobierno como ocurrió desde 1968, sino también cambios en las lealtades de las masas partidistas. El registro de partidos aún favorece a los demócratas sobre los republicanos (39 a 33, con 25 6. Walter Bumham, Jerome Clubb y William Flanigan, "Partisan Realignment: A Systemic Perspective" en Joel Sibley ET. al., The History of American Electoral Behavior (Princeton: Princeton University Press, 1978). Independientes)7, los demócracratas aumentaron su control en las legislaturas, y muchos electores demócratas tradicionales regresaron al redil (demócratas de Reagan, miembros de sindicatos, negros, hispanos, judíos, personas de ingresos bajos). Estudios electorales revelan que el realineamiento por lo general, incluye una movilización de nuevos votantes, pero las encuestas sugieren que esto no ocurrió en 1988. Así, mientras la "Revolución" Reagan bien pudo impulsar a Bush hacia la presidencia, su potencial de realineamiento, parece insignificante. El electorado estadounidense parece estar modificándose; lo cual refleja lo que algunos llaman un desalineamiento; es decir las coaliciones tradicionales de partido se disipan, y cada vez menos votantes se identifican con alguno de los dos partidos8. Su longevidad ha sido una característica única de este desalineamiento partidista; el ciclo electoral completo en sistemas de partido anteriores duró de 30 a 40 años, mientras que la coalición del New Deal (hoy como una vendimia de su forma original) ha durado cerca de 50 años. Como consecuencia de este prolongado desalineamiento, el modelo de Michigan sobre comportamiento de votación, que se basa principalmente en la identificación partidista para predecir resultados electorales, ha perdido algo de sentido al tratar de explicar la opción del votante y en consecuencia, explora otras variables para predecir el voto —factores -de contexto— como percepciones sobre la economía, conflicto internacional, y desempeño 7. New York Times, Noviembre 8, 1988. 8. Ronald Inglehart y Avram Hochstein. "Alignment and Dealignment of the Electorate in France and the United States", en Comparative Political Studies, 5 (1972). gubernamental junto con percepciones de los votantes sobre los candidatos y sobre los temas electorales. Volatilidad del Electorado La fase de desalineamiento del ciclo electoral lleva consigo una volatilidad pronunciada por parte del electorado estadounidense, a lo que dan fe varios factores. En primer lugar, la tasa de abstención fue extremadamente alta, alrededor del 50% de los votantes elegibles. Como lo sugirió Walter Dean Burham, el número de los votantes en 1988 probablemente, se habría aumentado aproximadamente en un 10%, si el pre-registro fuera eliminado. Esto, sin embargo, dejaría 2/3 partes del enigma sin explicar10. Excluyendo a los 11 estados sureños, la concurrencia de los electores a las urnas en la elección presidencial de 1988, fue la más baja en 164 años11. La menor concurrencia provino de los estratos bajos en la escala socioeconómica, grupos que tradicionalmente han favorecido al partido demócrata. El segundo factor que mostró la alta volatilidad del electorado fue que ninguno de los dos candidatos fue lo suficientemente atractivo para los votantes tres semanas antes de la elección, 57% de aquellos entrevistados dijeron que ellos habrían preferido candidatos distintos12. 9. Paul Alien Beck, "Choice, Context and Consequence: Beaten and Unbeaten Paths Towards a Science of Electoral Behavior", en Herbert Weisberg (ed) Political Science: The Science of Politics (New York: Agathon Press, 1986) p. 267. 10. Walter Dean Burnham, "Letter to the Editor" en el New York Times, Noviembre 24, 1988. 11. Ibid. Los once estados sureños no están incluidos en este cálculo porque la Ley délos Derechos Civiles de 1965 abrió las puertas a la votación negra en la región, distorsionando con el tiempo las tasas de participación. En tercer lugar, los datos sobre la opinión pública fluctuaban considerablemente durante la campaña. Dukakis llevó la delantera aproximadamente en 18 puntos sobre su rival después de la Convención Demócrata en Atlanta; Bush, a su vez, llegó a obtener un margen por encima del 15% sobre su oponente, para luego caer aproximadamente a un 5%, justo antes de las elecciones13. Finalmente, alrededor de un 20% de los votantes sólo se decidieron en el último momento, de cuyos votos Dukakis ganó en una proporción de 3 a 214. Así, en un período de desestabilización partidista y de una intranquilidad aguda en torno al futuro económico y sobre el rol de los Estados Unidos en asuntos mundiales, muchos votantes potenciales se abstuvieron, mientras otros tenían la dificultad de decidirse, o de votar con muy poco entusiasmo. Votación Retrospectiva Ante la carencia de alineamientos partidistas estables, de candidatos atractivos, y de confianza en el futuro, muchos votantes se atuvieron a lo que los científicos denominan "votación retrospectiva"; es decir, que ellos votan de acuerdo con sus sentimientos con respecto a la evaluación que hacen sobre la administración Reagan, posiblemente, comparándola con los años turbulentos de la administración Cárter15 . Para la mayoría de aquellos que votaron, su situación económica personal mejoró durante los años de Reagan así como sus 12. The Economist. Noviembre 12-18, 1988). (Londres: 13. New York Times. Noviembre 7, 1988. 14. Estos resultados provienen de una encuesta sobre la que informó The Economist. 15. Ver Anthony Downs, an Economic Theory of Democraey (New York: Harperand Row, 1957. percepciones sobre la economía. Los estudios e investigaciones sobre el comportamiento de la votación en los EE.UU. revelan de forma consistente que las percepciones sobre las condiciones generales de la economía constituyen una determinante primaria del voto —lo que llaman votación sociotrópica16. Por lo menos, de manera superficial, la economía de los Estados Unidos se desempeñaba bien: el índice de miseria (tasa de inflación más desempleo) estuvo en su punto más bajo en 14 años, la economía ha venido creciendo desde los primeros años de la década de los 80, y la tasa de interés ha descendido de 15.5% en 1980 a 10% en noviembre de 1988. De acuerdo a la encuesta de la cadena NBC, 28% de aquellos entrevistados sostuvieron que la economía iba a mejorar, 16% creyeron que empeoraría y 48% que sería más o menos igual. Dukakis obtuvo el 73% de los pesimistas, mientras que Bush atrajo el 61% de los optimistas y el 58% del grupo medio17. Las evaluaciones favorables de naturaleza retrospectiva en torno al Presidente Reagan contribuyeron al triunfo de Bush; 53% de aquellos entrevistados aprobaron el desempeño de Reagan de los cuales un 86% votó por Bush18. Temas Electorales Durante el período de alineamiento partidista estable como el de los años 50, época en que fue formulado el modelo Michigan, éste se basó principalmente en la identificación de partido más que en los temas electorales, para predecir 16. Donald Kinder y Roderick Kiewiet, "Sociotropic Politics: The American Case", en British Journal of Political Science, 11 (1981). 17. Time No. 47, Noviembre 21, 1988. p. 11. 18. Ibid. el comportamiento del votante. Sin embargo, el trabajo pionero de V. O. Key, junto con un ciclo de desalineamiento, impulsó el argumento acerca del rol de los temas electorales como determinante primario del voto 19 . Estudios posteriores realizados por Carmines y Stimson que distinguen entre temas electorales "fáciles" y "duros" en términos de las demandas cognoscitivas que tienen significación para el votante, indican que la política de votación no exige niveles muy altos de sofisticación y en consecuencia, pueden ser más difusos que lo que se había pensado anteriormente 20 . Los temas electorales de la campaña asumieron un papel más extenso en la contienda electoral de 1988. Dukakis, intentó ganar la presidencia discutiendo lo que él percibió que eran los temas básicos que confronta el país, mientras George Bush lanzó un discurso, más en términos de ideología, de valores básicos y de continuidad de los años Reagan, esquivando los temas "duros", como la deuda nacional, hoy por encima de 2,5 trillones de dólares, el déficit comercial, el desequilibrio presupuestal, y la pobreza. A pesar de ello, Bush capturó a los votantes en una campaña cuidadosamente planeada y ejecutada. Por lo tanto, de acuerdo con la encuesta de la cadena NBC, Bush contó con más apoyo que su rival en cuatro de los cinco temas electorales principales, y Dukakis llevó la delantera en lo que se refiere a la defensa de los programas de la clase media. En cuanto a los principales temas de campaña de Bush, en su mayoría controlados al nivel de gobierno estatal —crimen, licencias a prisioneros, obliga19. V.O. Key Jr., The Responsible Electorate (Cambridge, Mass.: Belnap, 1966). 20. Citado en Beck, p. 52. 21. Time. ción de recitar el juramento a la bandera— se comprobó que fueron irrelevantes; y sin embargo, la poca simpatía que estos temas generaron en los votantes, no le impidió ganar votos sobre los temas que intencionalmente evitó evocar durante la campaña. Evaluaciones sobre los Candidatos Además de la identificación de partido y de temas electorales, otro aspecto de la opción electoral que se ha desarrollado como una variable importante, es el relativo a las evaluaciones que se hagan sobre los candidatos. Davidson ha identificado tres componentes generales diferentes de evaluación sobre éstos: experiencia, calificaciones e imagen o personalidad22. Bush, claramente, ganó la batalla en este sentido. El puso énfasis en su larga trayectoria de experiencia gubernamental a nivel nacional, en claro contraste con los antecedentes de Dukakis quien se limitó exclusivamente a su cargo como gobernador de Massachussets. Las experiencias de Bush como vicepresidente, embajador y director de la CÍA, lo habilitaban, como lo repitió en casi todos sus discursos, para tratar con los soviéticos, mantener una defensa fuerte y administrar el gobierno nacional. Llegó a los votantes en forma más personal, menos tecnocrática que su rival, a pesar de la lejanía con las multitudes y sus antecedentes aristocráticos. Para sorpresa de todos, inclusive de sus consejeros más cercanos, Bush fue un candidato formidable durante la campaña, tal como se vio en su excelente desempeño en el segundo debate frente a Dukakis. 22. Dorothy Davidson, "Candidate Evaluation: Rational Instrument or Affective Response". Documento presentado en la Convención de Ciencia Política del Medio Oeste, Chicago, 1982. Este George Bush, estuvo bien disimulado antes, habiendo servido lealmente a Ronald Reagan por ocho años en una forma casi totalmente oscura, precedido por experiencias análogas en las presidencias de Nixon y de Ford. Este curriculum largo y algo vago provocó que el Senador Kennedy preguntara a los delegados de la Convención Demócrata " ¿Dónde está George?", en particular con referencia al asunto Iráncontras. A pesar de estas duras críticas, por parte de los demócratas, Bush y sus consejeros contra-atacaron al punto de que su rol en el escándalo Irán-contras, sus relaciones, con Noriega y su inactividad en los años de Reagan, dejaron de ser grandes "issues". De hecho, su experiencia gubernamental se convirtió en un elemento favorable -una encuesta mostró que aquellos electores que consideraban la experiencia como el factor más importante en su opción, apoyaron a Bush por una mayoría abrumadora, 94% a 6%23. Así Bush, debido a razones no muy claras a la luz de sus antecedentes, se convirtió en el candidato capaz de evocar simpatía y confianza en los electores. La Campaña El éxito de la candidatura de Bush puede ser reconstruido a partir no sólo de los factores de contexto favorables y de su identificación con la administración Reagan, sino también en buena parte, a la organización y al manejo de la campaña que demostraron ser una obra maestra, en especial con respecto a la hábil utilización de los medios de comunicación. Durante los inicios del verano, el vicepresidente Bush y sus asistentes se empeñaron en un ataque disciplinado, coherente contra Dukakis haciéndole ver 23. Time, p. 19. como un individuo por fuera de la corriente principal24. Este esfuerzo fue productivo, al tiempo que lo describían como un liberal (palabra que se convirtió en palabra "sucia" durante la administración Reagan), débil frente al crimen (tal como fue transmitido en el aviso comercial más fuerte y controvertido de la campaña que mostraba un retrato de un asesino convicto, un hombre negro llamado Willie Horton, a quien Dukakis había dado una licencia por el fin de semana durante el cual mató a una mujer de Maryland); y antipatriota (Dukakis había vetado una ley en Massachussets, exigiendo a los niños del colegio recitar el juramento a la bandera -la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos había declarado inconstitucional una ley similar). Estos temas, todos los cuales tomó prestados de la campaña de Pat Robertson en las primarias, fueron retransmitidos a través de los medios de comunicación por el hábil consultor de Bush en esta materia, Roger Ailes. De forma similar, el esfuerzo de campaña se maximizó con los talentos organizacionales de James Baker, Craig Fuller y Robert Teeter. Mientras la campaña se desenvolvía, los consejeros de Bush confiaron cada vez más en los medios de comunicación y evitaron exponer al vicepresidente a multitudes grandes y a la prensa, dando lugar a afirmaciones de que Bush era lejano e inaccesible. La campaña presidencial es, en buena parte, una guerra de comunicaciones y el equipo de Bush claramente demostró su superioridad técnica sobre la gente de Dukakis. Además del componente temático se debe reiterar que la campaña de Bush lo identificó, casi totalmente, con el Presidente Reagan y con sus políticas, en 24. New York Times, Noviembre 12, 1988. particular, con sus promesas de no aumentar los impuestos y de mantener una defensa fuerte. Posiblemente el error más protuberante de la campaña de Bush fue el de elegir al Senador Quayle como compañero de fórmula, error que supuestamente le costó a la fórmula republicana cerca de un 2% del voto25. A pesar de ello, la pérdida fue minimizada por los consejeros de Bush, quienes colocaron a Quayle en el trasfondo del debate. Desde el comienzo, Dukakis procuró dirigir una campaña positiva orientada hacia los temas electorales, que hiciera hincapié en su capacidad y competencia como administrador para resolver los problemas principales. Sin embargo, él no logró establecer la agenda de la campaña, dejando esto a los consultores de los medios de comunicación de Bush. Posiblemente, el mayor desatino de la campaña de Dukakis fue su rechazo a responder enérgicamente a la difamación sistemática por parte de su rival, de sus antecedentes como liberal, débil frente al crimen, antipatriótico y derrochador. En pocas palabras, un "futuro presidente "que revertiría la "Revolución" Reagan. Dukakis junto con sus asistentes cercanos, no captó sino hasta los últimos días de la campaña, la fuerza y la potencia de los ataques de Bush. Aún más, los funcionarios de la campaña demócrata, en su mayoría provenientes de Massachussets y de Harvard-MIT eran relativamente neófitos en cuanto a campañas nacionales, y sus esfuerzos organizacionales y de comunicación, inferiores a aquellos del campo opositor. Tal como lo sugirió un asistente cercano al candidato demócrata "lo breve y lo senillo del asunto es que el campo de Bush implementó 25. Tomado de la encuesta de la cadena CBS sobre la que informo el New York Times, Noviembre 9, 1988. una mejor campaña 26 de lo que nosotros lo hicimos" Dukakis también se distanció de Jesse Jackson tratándolo como un estorbo y después del rol de alto perfil que Jackson tuvo durante la Convención Demócrata, rehusó la posibilidad de involucrarlo a él o a su causa populista dentro de la campaña. Solo hasta los últimos días de la contienda, Dukakis cambió su estrategia, contra-atacando la campaña de comunicación de Bush y tachándola de injusta y de racista, abrazando la causa populista de Jackson y declarando que se sentía orgulloso de ser calificado como un liberal en la línea de Franklin Roosevelt, y John Kennedy. Este último cambio fue efectivo en la medida en que pudo reducir la distancia que le llevaba Bush en las encuestas27. Pero tal como lo anotó el encargado principal de las encuestas de Bush, "el desafío ante el cual se encontraba Dukakis era bien desalentador porque tenía que lograr que pasaran muchas cosas, en muchos lugares, a un mismo tiempo” 28. Resumiendo, la campaña presidencial dejó al público estadounidense con una sensación de desilusión en torno al proceso electoral, empezando por su superficialidad en cuanto a los temas electorales; descontento con las opciones que les fueron presentadas y con el énfasis negativo dado a las campañas de comunicación, en particular por parte de la gente de Bush. John B. Dakes escribió "jamás en este siglo, había habido una campaña de difamación personal a nivel presidencial"29. La contienda electoral no produjo imágenes claras para el electorado en 26. Ibid., Noviembre 12, 1988. 27. Time. 28. New York Times, Noviembre 7, 1988. 29. Ibid., Noviembre 5, 1988. en cuanto a cómo se comportarían como presidentes. 0 más concretamente, sobre los programas que seguirían, de ser elegidos. La campaña según el conocido científico político, Robert Dahl, "representa una verdadera pérdida del control sobre el proceso de gobierno. La gente no controla más las cuestiones principales de política"30. A pesar de los cientos de trabajos sobre los temas electorales y de las miles de horas utilizadas en el sendero de la campaña, no se tiene muy en claro lo que George Bush sostiene y hacia dónde va. De acuerdo al historiador Garry Willis, "su mandato (el de Bush) significa ignorar las amenazas a nuestra economía, mantener el legado de Reagan de let's preterid y servir de figurón de lo que América se ha convertido: un imperio asustado que esconde los problemas a sí mismo"31. La campaña fue en particular divisiva, dando aliciente a enconos Inter. partidistas, profundizando en las hendiduras socioeconómicas y promoviendo tensiones raciales. A pesar de que Michael Dukakis ganó la batalla en relación con el alto calibre de su campaña, perdió la guerra con Bush quien cosechó pocos elogios por los estándares éticos que utilizó en su camino hacia la Casa Blanca. La Presidencia de Bush Independientemente de que George Bush emerja en la presidencia, sea el peleador, el conflictivo, el reaganista ideológico de la campaña, o el moderado conciliador, o el pragmático republicano de una era anterior, Bush se enfrentará con una multitud de problemas, con poco apoyo político en el Congreso para abordarlos, y con un carisma insuficiente para llevar su caso ante el público norte- americano con la efectividad del "Gran Comunicador". El legado de Reagan de una deuda nacional astronómica, presupuestos desequilibrados, impuestos bajos, desajustes comerciales, pobreza creciente, y descontento de la clase media, no auguran lo mejor para la continuidad de una hegemonía republicana. "En razón del endeudamiento externo, Reagan fue capaz de darle a los americanos, oportunidad para gastar más de lo que ganaban y eso les gustó. Bajo Mr. Bush tendrán que ganar más de los que gasta, y eso no les va a gustar"32. Teniendo en cuenta que el índice de miseria es el más bajo en más de una década, y la presencia de agudos problemas socio-económicos, casi nada de lo que el presidente haga respecto de la economía lo podrá volver popular, viéndose posiblemente con la necesidad de dirigirse hacia el área de los asuntos exteriores con el fin de elevar su popularidad. El éxito de su administración dependerá en buena parte, de su habilidad para trabajar con un Congreso hostil de mayoría demócrata. Pocos esperan que George Bush brille como presidente en razón de su intelecto; más bien, su mejor opción está en su larga (aunque menos que estelar) trayectoria como político pragmático, un hombre sin creencias ideológicas rígidas que se adapta a las exigencias del momento para lograr una victoria. Bush reflejará, inevitablemente, las tensiones que emanarán de los conflictos entre Bush, el de la campaña, y Bush el presidente; en particular durante las primeras fases de su administración cuando le será especialmente difícil aumentar impuestos o negociar con el gobierno sandinista. El "gentil" George Bush bien puede pre 30. Ibid., Noviembre 10, 1988. 32. The Economist. 31. Time, p. 29. dominar; es decir un Bush que elimine los ángulos ásperos de la "Revolución" Reagan, obviamente sin decirlo en público, y confiando principalmente en lo que aparentemente es un grupo pragmático y altamente competente de funcionarios de gabinete y de asesores. Que él pueda ser capaz de dirigir al público y a las élites de la sociedad estadounidense a un replanteamiento del rol de los Estados Unidos en los asuntos mundiales en el contexto de una hegemonía en declive, así como de mostrarse resuelto —o por lo menos dar marcha atrás— en cuanto a las tendencias acuciantes de índole económica y social, parecería, por lo menos, problemático. Sección: Documentos La Concertación: Un Instrumento para la Profundización de la Democracia* Los mandatarios de los países que conforman el Mecanismo Permanente de Consulta y Concertación, nos hemos reunido para renovar nuestra voluntad política y ahondar el compromiso con la paz, el desarrollo y la democracia de América Latina. La combinación de realismo, flexibilidad y decisión política, que ha caracterizado al proceso de concertación, arroja hoy un balance altamente satisfactorio. La amplia convergencia de intereses y opiniones, y el ánimo franco de integración, otorgan a este nuevo encuentro validez y sobre todo, vigencia futura para el Grupo. La respuesta de la gran mayoría de los países de la comunidad internacional ha sido la de reconocernos el carácter de interlocutores válidos para la discusión de los grandes desafíos políticos y económicos que en el momento han adquirido trascendencia. Logros que alimentan la esperanza A comienzos del decenio de tos ochenta, América Latina se encontraba golpeada por fuerzas adversas en todos los órdenes. El regreso a la democracia en muchos de los países de la región, estaba amenazado por la profundidad de la crisis. Las dificultades se hacían aún más pronunciadas ante la realidad de un desmoronamiento de los instrumentos tradicionales de acción multilateral y ante la deserción política que se presentó en los distintos escenarios de integración regional y sub-regional. *Discurso del Dr. Virgilio Barco, Presidente de la República de Colombia, pronunciado en la ceremonia de apertura de la Segunda Reunión de Presidentes del Grupo de los Ocho, celebrada el 27 de Octubre de 1988, en Punta del Este (Uruguay). La acción del "Grupo de los Ocho" ha contribuido, con hechos, a afianzar el proceso de democratización y a renovar la cooperación regional. No se puede decir que todas las dificultades que existían al