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Revista de Antropología y Arqueología Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Antropología Bogotá Colombia VOL 13 2001/2002 Volumen Especial Objetos y relatos: estudios de cultura material REV.VINCULADA.pmd 3 05/09/2003, 08:29 a.m. Contenido Volumen Especial Objetos y relatos: estudios de cultura material ARTÍCULOS 6 Las cerámicas esmaltadas al estaño de origen europeo: una aproximación a la etiqueta doméstica en la colonia BEATRÍZ ROVIRA 26 Objetos cotidianos en la historia de la resistencia indígena en Colombia. Del documento de archivo al material arqueológico JIMENA LOBOGUERRERO ARENAS 49 Hacia una interpretación antropológica de la cerámica vidriada de Popayán W I L H E L M L O N D O Ñ O DÌAZ 61 Estructuras arquitectónicas bienes muebles y adornos personales: alternativas de ostentación en la antigua ciudad de Panamá JUAN GUILLERMO MARTÍN-RINCÓN 73 La arqueología histórica como historia de vida ELENA UPRIMNY REV.VINCULADA.pmd 4 05/09/2003, 08:29 a.m. 89 Correrías de san Pedro Claver: narrativas alrededor de la cultura material MONIKA THERRIEN 113 La amante negra del libertador ANGÉLICA NUÑEZ 125 Recordando a los Uribe. Memorias de higiene y de templanza en la Bogotá del Olimpo Radical (1870-1880) FELIPE GAITÁN AMMANN 147 Patrones de consumo de fauna como indicadores de cambio sociocultural: el caso de la Quinta de Bolívar ELIZABETH RAMOS ROCA 169 La leyenda de María Isaacs: su correlación etnoarqueológica con el cementerio de Santa Elena, 1880-1996 (El Cerrito - Valle) LUIS FRANCISCO LÓPEZ C. 183 Historias arqueológicas bajo el mar CATALINA GARCÍA CHÁVEZ 199 Loza fina para Bogotá: una fábrica de loza del siglo XIX MARÍA CAROLINA LAMO MEJÍA MONIKA THERRIEN 229 Tirantas bogotanas. Narrativas visuales sobre el patrimonio RODRIGO ORRANTIA G. JUAN CARLOS ORRANTIA B. REV.VINCULADA.pmd 5 05/09/2003, 08:29 a.m. Las cerámicas esmaltadas al estaño de origen europeo: una aproximación a la etiqueta doméstica en la colonia Beatríz Rovira Patronato Panamá Viejo y Universidad de Panamá Resumen L as vajillas son unas de las mercancías a las que poco se alude en la documentación histórica, publicada hasta el momento, acerca del período colonial en Panamá. En este sentido, la información arqueológica ofrece la posibilidad de aproximarse al paisaje doméstico de la ciudad, mediante el estudio de este menaje. En este artículo se presenta una colección de mayólicas europeas con decoración pintada halladas en un contexto arqueológico fechado en términos ante y post quem de 1580 y 1617, respectivamente. Estas constituyen el 20% del total de las mayólicas, mientras que el 64% corresponde a las mayólicas europeas blancas lisas y el 16% restante a las de manufactura panameña. Durante la transición entre los siglos XVI y XVII, se observa cómo los estilos austeros de tradición morisca son paulatinamente reemplazados por una estética de influencia renacentista. El enfoque es estilístico e histórico: en cada uno de los casos presentados se intenta identificar motivos o elementos decorativos que remitan a tradiciones históricamente documentadas. PALABRAS CLAVE mayólicas, mudéjar, técnicas de manufactura morisca, estética renacentista, berettino, Liguria, estilo rafaelesco, grotesco, compendiario, faenza. Las cerámicas esmaltadas al estaño Beatriz Rovira | 6 REV.VINCULADA.pmd 6 05/09/2003, 08:29 a.m. Abstract D innerware is one of the household goods that have been little referred to in historical documents, published until now, regarding the Colonial period in Panama. In this sense, archaeological information offers possibility to approach the domestic scenario through the study of these goods. This paper presents a collection of European majolica wares with painted decoration, found in an archaeological context dated in terms of ante and post quem of 1580 and 1617, respectively. These constitute 20% of the total majolica ware, while 64% correspond to smooth white European majolica wares and the remaining 16% to those manufactured in Panama. During the transition between the 16th and 17th centuries, the austere Moorish tradition styles were gradually replaced by Renaissance influenced aesthetics. The approach is stylistic and historical; in each one of the presented cases the motives or ornamental elements will be identified, referring to historically documented traditions KEYWORDS majolica, mudéjar, moorish manufacturing techniques, renaissance esthetics, berettino, Liguria, Rafaelesque style, grotesque, compendiario, faïence 7 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 7 05/09/2003, 08:29 a.m. Introducción La identificación de las muestras de mayólicas o cerámicas europeas esmaltadas al estaño,1 de finales del siglo XVI e inicios del XVII y halladas en las excavaciones que se realizan en el sitio de Panamá La Vieja, resulta de interés por su aporte al conocimiento de la vida material de la ciudad colonial, en el sentido más amplio (que incluye desde cuestiones relativas a los vínculos comerciales hasta las preferencias estéticas). Paradójicamente, dada la escasa atención que ha merecido el estudio arqueológico de la llamada en Europa cerámica “moderna”, nuestra preocupación desde la “periferia” puede estimular las investigaciones en el viejo continente. En efecto, la información existente acerca de la producción europea de mayólicas deriva, fundamentalmente, de la revisión de ejemplares albergados en museos de historia o de arte, en los cuales se han conservado piezas consideradas importantes desde el punto de vista de los coleccionistas, pero cuya relación con los artefactos arqueológicos (generalmente fragmentos de vasijas de uso común) no siempre es fácil de establecer. Afortunadamente en años recientes ha ido en aumento el interés de los arqueólogos por dichos materiales, lo cual permite prever que algunos de los interrogantes planteados en este artículo - específicamente acerca de las localidades en donde se produjeron- puedan ser resueltos en el futuro. La idea de publicar este trabajo, de alguna manera inacabado, con más inquietudes que conclusiones, obedece a la intención de divulgar una muestra de cerámicas mayólicas europeas con 1 Las cubiertas estañíferas, blancas y opacas, constituyen el rasgo distintivo de las “mayólicas”. Se lograban mezclando una pequeña proporción de plomo con estaño y arena. Este último ingrediente tenía como función evitar la volatilización de los otros durante la cocción (Sánchez Cortegana, 1994:58). Las cerámicas esmaltadas al estaño Beatriz Rovira | 8 REV.VINCULADA.pmd 8 05/09/2003, 08:29 a.m. decoración pintada, perfectamente contextualizada, que reposa en el laboratorio de arqueología del Patronato Panamá Viejo, como manera de incorporar todos aquellos aportes que eventualmente esta motive. Constituye, junto al resto de los datos arqueológicos recuperados en las excavaciones, una expresión de la sociedad colonial a partir de la cual es posible explorar la vida cotidiana. El contexto arqueológico El grupo de cerámicas esmaltadas al estaño de origen europeo y con decoración pintada aquí presentado, procede de un depósito arqueológico perfectamente sellado, con un terminus ante quem de 1617 (dado por los datos disponibles en torno a la historia constructiva del solar en el cual se halló) y un teminus post quem de 1580 (basado en el fechamiento de los artefactos). Se trata de un pozo de agua en el que se arrojó todo tipo de desechos antes de ser cubierto por actividades relacionadas con la construcción de las casas de Terrin (ubicadas al norte de la Plaza Mayor), durante los primeros años del siglo XVII.2 El conjunto de artefactos cerámicos de este depósito es mayoritariamente de importación (VER TABLA 1). No es sino hasta bien adentrado el siglo XVII, al consolidarse una industria local de mayólicas, cuando las frecuencias con que aparecen los productos importados declina notablemente (Rovira, 1997). Tabla 1. Frecuencias relativas de las diferentes categorías de cerámicas presentes en 2 Ver el informe de excavación de este contexto presentado por Brizuela y Mendizábal (PAPV, 1997a). 9 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 9 05/09/2003, 08:29 a.m. Tabla 1. Frecuencias relativas de las diferentes categorías de cerámicas presentes en el contexto analizado. *productos de importación Tal como puede observarse en la Tabla 2, dentro del total de la muestra de mayólicas, aquellas de origen europeo, en número de 905, constituyen el 84%. Las mayólicas europeas han sido organizadas en dos grupos: decoradas y lisas. El objeto de este estudio son las primeras (220 fragmentos) que representan el 24% del total de mayólicas europeas (y el 20% del total de las mayólicas) presentes en la muestra. La colección de las segundas (lisas), más abundantes, han sido descritas previamente por Tomás Mendizábal (PAPV, 1997b). Tabla 2. Frecuencias relativas de las mayólicas europeas (lisas y decoradas) y panameñas. Las cerámicas esmaltadas al estaño Beatriz Rovira | 10 REV.VINCULADA.pmd 10 05/09/2003, 08:29 a.m. El contexto histórico La muestra corresponde a un momento histórico caracterizado por profundos cambios en los patrones estéticos de la España expansionista, en los cuales la influencia italiana jugó un papel central. En efecto, durante el siglo XVI, cobró singular fuerza la producción de cerámicas esmaltadas al estaño en el norte de Italia. Las innovaciones tecnológicas y estéticas allí desarrolladas incidirían notablemente en la producción alfarera del resto de Europa y, en especial, de la península ibérica. El horno árabe (de planta circular), fue reemplazado por el horno quadrado, se introdujo el uso de accesorios con el fin de controlar la atmósfera de cocción, mientras que los manierismos renacentistas se instalaban en la nueva gramática expresiva (Lister y Lister, 1987: 147-148). Resulta sin duda tentador relacionar este avance italianizante en la cerámica ibérica con el proceso de persecución de los moriscos, que culminó con su expulsión definitiva en 1609, recordando que eran precisamente de tal filiación étnica quienes desarrollaban oficios artesanales y en quienes descansó la industria alfarera durante siglos (Sanz Ayán, 1999:132-133). En Andalucía, con su imaginario de futuro imperial promisorio, las nuevas ideas y procesos llegaron junto a muchos artesanos italianos quienes -coincidiendo con el desvanecimiento de lo mudéjar-, encontraron un nicho fértil para sentar las bases de su industria. Panamá era entonces una ciudad de inmigrantes, de extracción social y origen étnico diversos. Aquéllos procedentes del viejo mundo perseguían una fortuna a la que no todos pudieron acceder, contraviniendo así el estereotipo del indiano enriquecido (Sánchez Belén, 1999:287). Durante el período en el cual se ubica el contexto arqueológico de la muestra aquí 11 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 11 05/09/2003, 08:29 a.m. analizada, el número de “vecinos” era de 400 y 500 (cf. Castillero, 1980:34-35), quienes empleaban alrededor de 1600 esclavos negros en tareas domésticas y otros servicios urbanos (Ward, 1993:35). El remanente de indígenas, asentados en los confines de la ciudad, apenas alcanzaba los 70 individuos en 1603 (Ward, 1993:47). En una sociedad compleja y diversa como ésta, resulta aventurado vincular un contexto arqueológico con quienes contribuyeron a constituirlo. Sin embargo, los estudios existentes acerca de la ciudad colonial y de la carga simbólica de sus espacios (cf. Castillero, 1999), minimizan el riesgo de establecer relaciones erradas. Dada la localización del depósito en un punto jerarquizado de la ciudad, éste puede ser interpretado como el correlato material del segmento de la población de mayor poder adquisitivo, relacionada directamente con la actividad comercial. Recordemos aquí que el rango temporal, 1580-1617 (en terminus ante y post-quem), se inserta en un período calificado por Christopher Ward (1993:123) como la edad de oro del comercio istmeño (15801628), que coincide además con una fase de intensa migración de colonos a América (Sánchez Belén, 1999:281). Problemas que se presentan en el estudio de las cerámicas europeas No es quizás éste el espacio adecuado para exponer exhaustivamente el estado de la cuestión acerca de los estudios de las cerámicas coloniales desde la perspectiva arqueológica, sin embargo, es necesario señalar algunos de los problemas que se presentan a la hora de su identificación, especialmente en relación con uno de los parámetros básicos como lo es la procedencia. Luego de la consulta de las fuentes usualmente Las cerámicas esmaltadas al estaño Beatriz Rovira | 12 REV.VINCULADA.pmd 12 05/09/2003, 08:29 a.m. empleadas en la identificación de muestras arqueológicas (Deagan, 1987; Lister y Lister, 1987; entre otros), persiste la dificultad de discriminar -basándose en atributos macroscópicos- entre, por ejemplo, las cerámicas que se produjeron en España a partir de la llegada de influencias renacentistas italianas y sus prototipos del norte de Italia (fundamentalmente la cerámica elaborada en las localidades de la costa de Liguria). Además, la falta de uniformidad en los criterios de clasificación como también en las nomenclaturas, sigue siendo un escollo significativo en los estudios de arqueología colonial en América. Es deseable que los arqueólogos europeos se interesen por los conjuntos de cerámicas de los siglos XVI y XVII, requisito esencial para abordar su interpretación en los sitios coloniales americanos. El énfasis europeo en las investigaciones de los períodos pre-romano, romano e islámico ha dejado marginada a la arqueología medieval y post-medieval o moderna, sesgo que afortunadamente, como dije, ha empezado a corregirse hace algunos años. Es importante por último que, con el objeto de trascender el enfoque estilístico, se continúe con la aplicación de técnicas físico-químicas de análisis de pastas y esmaltes, perspectiva que si bien tiene una historia relativamente larga, aún no ha sido explotada en todo su potencial (cf. Myers et al., 1992; Olin et al., 1978). La muestra Dado el elevado nivel de integridad de la muestra, se optó por estimar el número mínimo de individuos. De los treinta y tres calculados, se reconocen diecisiete platos, trece tazas, una jarra, más dos individuos de forma no identificada. La mayor 13 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 13 05/09/2003, 08:29 a.m. parte de los individuos reconocidos (veinticinco) se caracterizan por tener una cubierta estañífera de color azul, aunque con tonalidades variadas. Los restantes, de fondo blanco, se organizaron en dos grupos: aquellos con decoración azul y los decorados con dos o más colores. A continuación se reúnen comentarios generales sobre los grupos definidos, acompañados de la descripción de algunos de los ejemplares correspondientes. Se hace énfasis, en la medida de lo posible, en la identificación de motivos o elementos de la decoración que remitan a tradiciones estéticas históricamente documentadas. a. Mayólicas con fondo azul Los problemas que se presentan a la hora de establecer la procedencia de las muestras son evidentes en el caso de las mayólicas esmaltadas con fondo azul, a las cuales la literatura arqueológica alude con diversos nombres: Ichtucknee Azul sobre Azul (Goggin, 1968), Sevilla Azul sobre Azul y Liguria Azul sobre Azul (Deagan, 1987). Corresponden a una modalidad decorativa conocida en Italia como berettino. Esta técnica consistía en agregar un pequeño porcentaje de óxido de cobalto a la cubierta estañífera, de color blanco -característica de las mayólicas-, dándole un tonalidad azulada. Sobre este fondo los motivos generalmente se ejecutaban utilizando tonos azules de mayor intensidad y, en ocasiones, amarillos, ocres y verdes. Dicha modalidad decorativa, considerada típica de los talleres de cerámica de Génova, en la costa de Liguria, fue también adoptada por otros centros de manufactura vecinos tales como Albisola y Savona, como así también en Andalucía (Lister y Lister, 1976:25). Deagan sostiene que el Liguria Azul sobre Azul, de procedencia italiana se diferencia de la versión ibérica, Sevilla Azul sobre Azul, por la tonalidad de la pasta y también por los diseños decorativos, indicando que, por oposición a los Las cerámicas esmaltadas al estaño Beatriz Rovira | 14 REV.VINCULADA.pmd 14 05/09/2003, 08:29 a.m. sevillanos, “son precisos, intrincados, cuidadosamente ejecutados” (1987:70, mi traducción). Los resultados obtenidos en los análisis de la composición de pastas han revelado, no obstante, que las variaciones en las características visuales no se asocian necesariamente a focos de manufactura particulares (Myers et al., 1992:26). En efecto, tiestos que a la vista se ajustan a la descripción de los sevillanos, tienen pastas cuya composición es afín a la de fragmentos de cerámica de Montelupo (Italia), de procedencia bien documentada. También se observó la situación inversa, en que tiestos macroscópicamente “italianos” presentaron características de pasta similares a la de cerámicas de seguro origen sevillano. En efecto, aún cuando algunos registros de embarque de mercancías desde Sevilla hacen referencia a “platos y escudillas azules de Talavera” y a “loza azul hecha en Sevilla” (Lister y Lister, 1987:317-318), resulta arriesgado indicar una localidad de procedencia de las piezas presentadas a continuación, hasta que se disponga de criterios firmes para distinguir entre los productos de manufactura italiana o española. Veamos algunos ejemplares: Figura 1. Plato Presenta un tratamiento del cavetto 3 a la manera del bianco sopra-bianco 4 de algunas piezas italianas de la época (cf. Lister y Lister, 1976:25; Helman, 1998:48). 3 El término italiano cavetto se utiliza para designar el área comprendida entre el fondo y el ala de los platos (Lister y Lister, 1976:33). 4 La técnica de decorar con diseños realizados en pigmento blanco sobre un fondo del mismo color, pero de diferente grado -frecuente en la cerámica italiana-, se denomina bianco sopra bianco (Helman, 1998:47). 15 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 15 05/09/2003, 08:29 a.m. La corona de hojas y frutas representada sobre el ala es un motivo de raíces renacentistas, profusamente utilizado en la tradición de azulejería sevillana inaugurada por Niculoso Pisano 5 . Se encuentra generalmente rodeando escenas de carácter religioso como, por ejemplo, en el Retablo de la Visitación de los Reales Alcázares de Sevilla (realizado por Pisano en 1504) y en los medallones de arcilla vidriada de la portada de la Iglesia del Convento de Santa Paula atribuidos a Andrea della Robbina y al imaginero Pedro Millán. En un contexto secular también fue utilizado en el azulejo “Busto de Dama” de Pisano que se exhibe en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. La cerámica del norte de Italia utilizó dicho motivo recurrentemente durante el siglo XVI, enmarcando a veces los escudos de armas de sus propietarios (cf. albarelo6 ilustrado en Helman, 1998:40). También puede observarse en un plato de estilo berettino de la primera mitad del siglo XVI, correspondiente a la colección del Museo Internazionale delle Ceramiche de Faenza (No. de catálogo 14790). El borde de este plato tiene una guarda de motivos fitomorfos estilizados, limitada por líneas concéntricas. 5 Francisco Niculoso, firmaba usualmente sus obras como “el Pisano”, en alusión a su ciudad de origen, Pisa. Instalado en Sevilla desde principios del siglo XVI, fue agente importante en las transformaciones estéticas y tecnológicas de las cerámicas sevillanas (Lister y Lister, 1976:72). 6 Albarelo es el nombre de origen árabe que reciben las vasijas que tuvieron como función contener productos medicinales. Tal nombre está asociado particularmente a una forma distintiva que imita la de los recipientes orientales fabricados con bambú (Lister y Lister, 1976:13). Las cerámicas esmaltadas al estaño Beatriz Rovira | 16 REV.VINCULADA.pmd 16 05/09/2003, 08:29 a.m. Figura 2. Taza (catálogo laboratorio de Arqueología: 147-97) El borde de esta pieza está decorado, en su superficie interna, con una guarda similar a la descrita en el plato anterior. El resto de dicha superficie está cubierto por diseños foliares; sobre algunas de las hojas representadas, se disponen pequeños trazos en blanco. En el exterior, se observa un patrón de arcos superpuestos, recurrente en el grupo de las cerámicas azules. Figura 3. Plato El mismo diseño de decoración de la pieza anterior se adapta en este caso a un plato. El reverso presenta también el diseño de arcos sobrepuestos. Fragmentos similares a éstos, atribuidos a Sevilla por Lister y Lister (1987:206. fig. 119), se recobraron en un naufragio de 1554, mar afuera de la Isla del Padre, Texas. Por el contrario, Deagan (1987:69. fig. 4-37) identifica una pieza similar - procedente de Santo Domingo- como Liguria Azul sobre Azul, de origen italiano. Figura 4. Fragmentos de plato Este fragmento de plato (correspondiente a la base) recuerda la serie policromada de la cerámica talaverana de fuerte influencia italiana. Una de sus modalidades decorativas incorporaba, como en este caso, la 17 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 17 05/09/2003, 08:29 a.m. representación de escudos monásticos (Martínez, 1969:25). Resulta, sin embargo, difícil proponer con certeza su foco de manufactura, dada la ya mencionada amplia difusión de los estilos italianizantes. Por otrolado, vasijas decoradas con el motivo de los escudos monásticos, aparecen con cierta insistencia en diversas expresiones de arte sevillano, entre ellas, el cuadro de Zurbarán “El milagro de San Hugo” (en este caso con el escudo del fundador del monasterio de los cartusianos en Sevilla) (cf. Lister y Lister, 1987:161). En el reverso se percibe el arranque de los arcos superpuestos, característicos de las cerámicas azules. b. Mayólicas con decoración azul sobre blanco El uso de decoración azul, obtenida a partir de óxido de cobalto, fue, muy probablemente, una respuesta a la intención de aproximarse a la apariencia de las porcelanas chinas, apreciadas en Europa por su calidad y durabilidad desde principios del siglo XVI (Deagan 1987:96). Los portugueses, a partir de su llegada a las costas de la China en 1514, jugaron un papel importante en el comercio de estos productos, desde sus bases en Indonesia y Malasia (Medley, 1998: 216). En diferentes épocas y lugares, la producción de mayólicas azules sobre fondo blanco ha sido recurrente, y es común que se registre una considerable cantidad de tiestos azules sobre blanco “indeterminados” en las muestras arqueológicas. Es probable que esta mayólica decorada en azul sobre blanco, sea la “loza blanca y azul hecha en Triana” o la “loza azul y blanca de Talavera”, consignadas en los registros de mercancías fletadas desde Sevilla a finales siglo XVII (Lister y Lister, 1987: 317). Las cerámicas esmaltadas al estaño Beatriz Rovira | 18 REV.VINCULADA.pmd 18 05/09/2003, 08:29 a.m. Figura 5. Fragmentos de jarra Sobre el esmalte blanco de tiestos pertenecientes a una jarra, está delineada en azul una inscripción en caligrafía gótica lamentablemente incompleta. El trazo, tiene similitud con el que se aprecia en fragmentos atribuidos a Sevilla y que datan de la segunda mitad del siglo XVI (cf. Lister y Lister, 1987:218. fig.124-f) Figura 6. Plato Resulta ésta una pieza muy interesante por el hecho de conservar rasgos morfológicos y de manufactura morisca claramente definidos: cavetto poco definido, confección mediante el medio molde árabe y cicatrices producidas por el uso de separadores de tres pies visibles tanto en la superficie interna como externa. La decoración fitomorfa, ejecutada con gruesas pinceladas en azul, se estructura en un amplio medallón central limitado por líneas concéntricas. c. Mayólicas con dos o más colores sobre fondo blanco Tres ejemplares estilísticamente dispares ilustran este grupo, revelando una vez más los consabidos problemas que se enfrentan a la hora de la clasificación arqueológica. 19 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 19 05/09/2003, 08:29 a.m. Figura 7. Plato (catálogo laboratorio de Arqueología: 142-97) Este plato presenta cierta afinidad con las piezas que integran la llamada serie punteada de la cerámica talaverana. Tales motivos son: figuras antro-zoomorfas en el centro y borde ornamentado con tallos y hojas, con fondo de puntos (Martínez, 1969:17). En este caso, sin embargo, la estructura del diseño es diferente, ya que el punteado y el ornamento fitomorfo no se restringen al ala sino que invaden la totalidad de la pieza. Dicho ornamento fitomorfo tiene, a diferencia del que se observa en la serie punteada, un carácter realista, representando hojas y frutos de vid. No responde por lo tanto con justeza al modelo talaverano, haciendo difícil descartar definitivamente su origen andaluz. Los motivos, rellenos con ocre, amarillo y verde, están delineados en azul, sobre un fondo blancuzco. Figura 8. Plato Es ésta la única pieza con decoración antropomorfa que ha sido reportada en las excavaciones de Panamá La Vieja. El tratamiento de la figura humana es notablemente coincidente con el del estilo rafaelesco, si bien en esta pieza, aparece desvinculada de la abigarrada composición de elementos grotescos,7 que lo caracterizan (cf. Helman, 1998: 57). 7 En los primeros años del siglo XVI, Rafael (1483-1527) se encargó de los frescos de las Logias del Vaticano, inspirado en pinturas romanas que habían sido encontradas Las cerámicas esmaltadas al estaño Beatriz Rovira | 20 REV.VINCULADA.pmd 20 05/09/2003, 08:29 a.m. Figura 9. Fragmento de plato Fragmento de la base de un plato, cuya calidad de vidriado -muy gruesoy delgadez de las paredes, junto a la presencia de un diseño aislado pintado en naranja y azul con un fino delineado de manganeso, sugieren que corresponde al estilo compendiario,8 desarrollado por los ceramistas de Faenza (localidad del norte de Italia) durante el siglo XVI (Lister y Lister, 1976:35; Helman, 1998:55). Este fragmento posee, además, otro rasgo característico de la manufactura de Faenza, consistente en el uso de moldes. Este recurso tecnológico facilitaba la obtención de formas complejas y, además, el logro de piezas muy finas. Con base en la bibliografía consultada pareciera no haber dudas acerca de su procedencia italiana. La doctora Carmen Ravanelli Guidotti (com. personal, noviembre 2000), curadora del Museo Internazionale delle Ceramiche de Faenza (Italia) opina, luego de observar la fotografía correspondiente, que “potrebbe anche essere un compendiario faentino, ma occorrerebbe visionare altri frammenti”. Lamentablemente no se encontró ningún otro fragmento. para esas fechas, adornando los interiores de cavernas o “grotte”, término del cual deriva el nombre “grotesco” con que se conoce dicha composición (Helman, 1998:56). 8 El término compendiario deriva de la palabra italiana “compendiato”, que en español significa “abreviado”. Alude a lo sencillo, esquemático y sencillo de los diseños pintados, sobre todo en comparación con estilos precedentes (ie:“istoriato”,“bello”,“raffaellesco”) (Ravanelli Guidotti, 2000). 21 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 21 05/09/2003, 08:29 a.m. Comentarios finales: dicotomía mueble- inmueble en el lenguaje del prestigio El estudio de las cerámicas llamadas “coloniales” (desde la periferia) o “modernas” (desde la metrópoli), por ser incipiente, ofrece un espectro de posibilidades inexploradas, para cuyo desarrollo pleno es necesario aún la aplicación de técnicas de identificación de los especímenes, particularmente en lo que respecta a sus focos de manufactura. A pesar de esta limitación, importante si se trata, por ejemplo, de rastrear los vínculos comerciales, el estudio de estas cerámicas abre rutas de interpretación novedosas para aproximarse a la vida del Panamá colonial. El potencial interpretativo de la cultura material, núcleo de la arqueología, está fuera de discusión y ha pasado a ocupar un papel importante en las investigaciones históricas, especialmente en lo que atañe a su cualidad de ser expresión y confirmación de la identidad social, uno de los sentidos profundos del consumo. Llama la atención, cuando se revisa la colección arqueológica aquí presentada, la existencia de cantidades elevadas de cerámicas importadas (84% de las cerámicas esmaltadas al estaño son de origen europeo), incluyendo piezas de notable calidad, lo cual implicó un traslado costoso desde Portobelo (terminal atlántica de las rutas transístmicas9), que solamente puede entenderse en términos de necesidades socialmente generadas, más allá de un mero utilitarismo. La vajilla de mesa que hemos descrito (platos, tazas, jarra) nos aproximan a un tema escurridizo que es el de los patrones de etiqueta, en este caso, a la hora de comer... En estas remotas tierras coloniales, desde muy temprano (recordemos los términus ante y post-quem 9 A lo largo del istmo de Panamá. Las cerámicas esmaltadas al estaño Beatriz Rovira | 22 REV.VINCULADA.pmd 22 05/09/2003, 08:29 a.m. 1580-1617), se manifestó en los hábitos domésticos de la elite, la transición hacia los gustos más frívolos (comparándolos con los del siglo anterior) del siglo XVII (Santamaría Arnáiz, 1999:305). El asombro es mayor cuando, a partir de las investigaciones realizadas en torno a la vivienda colonial de la ciudad de Panamá, se evidencia el desinterés de sus habitantes por la ciudad como lugar para vivir. La “pobreza arquitectónica”, sin ostentaciones, carente de esfuerzos decorativos (Mena García, 1992:21) y las viviendas de mala calidad -aunque caras- (Castillero, 1994:66) constituían el escenario en el que transcurría la vida de una población compuesta en gran medida por factores o agentes mercantiles venidos de España o de Lima que no mostraban interés por echar raíces (Mena García, 1992:116), y que visualizaban su experiencia colonial sólo como alternativa de promoción social (Sánchez Belén, 1999:279). El “menaje” doméstico que se manifiesta exiguo en los inventarios y embargos publicados, y más generoso, dada su naturaleza, en las dotes (Castillero, 1994:282), se complementa con la información arqueológica. Al repertorio de objetos suntuarios (cortinados, cuadros, tapices, joyas, ropas de lujo, camas) reconstruido a partir de dicha documentación se le agregan, entonces, las vajillas de mesa aquí analizadas, entre las cuales, por ejemplo, sobresale un ejemplar de reconocida calidad, muy probablemente producido en Faenza (Italia). Las vajillas de cerámica recuperadas en las excavaciones brindan así la posibilidad de ampliar la aproximación al paisaje doméstico en uno de los rubros menos representados en los documentos escritos. Lo austero de la arquitectura, más que una opción por la practicidad, aparece como una metáfora del transístmico, desplazándose la simbología del prestigio desde lo inmueble a lo mueble, en lo que podría ser una modalidad de la “estrategia del caracol” (parafraseando el título de la 23 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 23 05/09/2003, 08:29 a.m. película de Sergio Cabrera), en la cual los signos de distinción se llevan a cuestas. Esta es la hipótesis que parece tomar fuerza a partir de los datos históricos y arqueológicos disponibles, y que quizás pueda ser reforzada en la medida en que se exploren otros grupos de artefactos arqueológicos tales como indumentaria y adornos personales, entre otros. BIBLIOGRAFÍA CASTILLERO, A. (1980). Economía terciaria y sociedad. Panamá, siglos XVI y XVII. Panamá: Impresora de la Nación. CASTILLERO, A. (1994). Arquitectura, urbanismo y sociedad. La vivienda colonial en Panamá. Historia de un sueño. 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E- mail: patropan@pty.com o brovira_2@yahoo.com 25 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 25 05/09/2003, 08:29 a.m. Objetos cotidianos en la historia de la resistencia indígena en Colombia. Del documento de archivo al material arqueológico Jimena Loboguerrero Arenas Antropóloga e historiadora Resumen A su llegada al Nuevo Mundo, los españoles implantaron varios sistemas de organización a fin de regular el nuevo orden durante el periodo colonial. Uno de ellos, el de dominación, generó respuestas inmediatas de resistencia dentro de la población directamente afectada, la indígena. Varios autores, bajo el enfoque de la escuela de historia social y económica, prevalente en la década de 1970, han tratado este tema. Desde la perspectiva del español, ellos describen la dominación como un proceso en el que las estructuras tanto físicas como sociales y, por ende, las costumbres y tradiciones de los indígenas, desaparecieron a raíz de una fuerte arremetida de carácter bélico por parte de los peninsulares. Pero esta posición ha desconocido, tal vez sin intención alguna, las diversas formas en las que el proceso de resistencia se manifestó desde la perspectiva del indígena. Así, desde el presente, con base en el análisis de objetos indígenas de uso cotidiano: aquellos recuperados durante las excavaciones efectuadas en el pueblo de indios de Gachantivá Viejo, por un lado, y los que se encontraban consignados en documentos de archivo como testamentos e inventarios, por el otro, fue posible entender la resistencia desde la óptica del nativo. El análisis de dicha información deja ver que el indígena no rompió radicalmente los lazos que lo ataban a sus antepasados. Varias características propias de la cultura indígena continuaron vivas y permanecieron vigentes durante los primeros años de vida colonial. PALABRAS CLAVE arqueología histórica, cultura material, dominación, resistencia. Objetos cotidianos en la historia REV.VINCULADA.pmd 26 Jimena Lobo Guerrero Arenas 05/09/2003, 08:29 a.m. | 26 Abstract U pon their arrival in the New World, the Spaniards introduced several organization systems so as to regulate the new order during the Colonial period. One of these, domination, generated immediate resistance responses within the directly affected population, i.e. the Indians. Several authors, using the approach of the social and economical history school prevailing during the nineteen seventies, have addressed this subject. From a Spanish perspective, the Spanish domination is described as a process where both the physical and social structures, and hence the indigenous customs and traditions, disappeared due to a fierce war enacted by the Spaniards. But this position has disregarded, perhaps unintentionally, the different forms in which the resistance process manifested itself from the point of view of the Indians. Thus, from the present, based on the analysis of everyday Indian artifacts that, on the one hand, were recovered during excavations carried out in the Gachantivá Viejo Indian village and those that, on the other, were recorded in archives as wills or inventories, it was possible to understand the resistance from the natives’ point of view. Analysis of this information shows that the Indians did not radically cut the ties that linked them to their ancestors. Several typical characteristics of the indigenous culture were kept alive and in use during the first years of Colonial life. KEYWORDS historical archaeology, material culture, domination, resistance. . 27 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 27 05/09/2003, 08:29 a.m. Lecturas unidireccionales han sido dadas al término “resistencia”. La más generalizada la presenta el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, que en su tercera acepción la define como: “conjunto de las personas que, clandestinamente de ordinario, se oponen con violencia a los invasores de un territorio o a una dictadura” (DRAE, 1992) En la Historia de Colombia pareciera como si esta definición hubiese sido tomada literalmente, o por lo menos así lo dejan ver aquellos trabajos inscritos en la escuela social y económica de la década de 1970, entre ellos los de Colmenares (1978, 1984), Fals Borda (1973) y Jaramillo Uribe (1964) En estos estudios, la resistencia indígena ha sido entendida como el levantamiento armado que los nativos ejercieron contra los peninsulares, situación que presupone una dominación enmarcada en el ámbito de lo económico y vista siempre desde la perspectiva del español, que dio como resultado un mestizaje homogeneizante de carácter pasivo y que además supone el éxito de la imposición de las costumbres españolas y una pérdida de las tradiciones indígenas. Lo anterior definitivamente no puede ser considerado como la única alternativa para interpretar la manera en la que los indígenas asumieron el contacto con sus invasores, porque es innegable que, incluso con mayor frecuencia que la resistencia física, un tipo diferente de oposición, una oposición silenciosa, se dio en el plano de lo cotidiano bajo los principales principios de comportamiento, pensamiento y desarrollo que caracterizaron su tradición cultural. ¿Qué quiero decir con esto? Que el esfuerzo cotidiano de los indígenas por conservar su tradición debe ser entendido como otra forma de resistencia ante la dominación y que, gracias a ella, la conquista y colonización española no significó la imposición absoluta de las tradiciones y las costumbres europeas. Por el contrario, ésta Objetos cotidianos en la historia REV.VINCULADA.pmd 28 Jimena Lobo Guerrero Arenas 05/09/2003, 08:29 a.m. | 28 dio como resultado un mestizaje que fue más allá de lo étnico, un mestizaje también cultural, con una carga importante de la tradición indígena prehispánica. En la tarea por reunir los elementos que ejemplifiquen la anterior afirmación podríamos decir que “muchos son los caminos que conducen a Roma” y si lo pienso detenidamente me arriesgaría a decir que la arqueología es una de tantas vías, ya que sin lugar a dudas existe hoy en día la posibilidad de reunir en un solo espacio diferentes disciplinas que apunten a la construcción de discursos en los que la cultura material de los individuos sea la protagonista. Significa entonces que la arqueología, tanto como la historia o como la arqueología histórica son sólo algunas de las herramientas que bajo postulados teóricos y metodológicos específicos, pueden acercarse a la elaboración de relatos en torno a temas particulares. Shanks y Tilley lo señalan cuando se refieren a la arqueología como una discusión crítica contemporánea sobre el pasado que no tiene un final lógico, es decir, un único final, para ellos, “la arqueología es histórica y la historia no tiene un final” (Shanks y Tilley, 1987: 245) En este sentido, este escrito propone entender, desde la arqueología histórica y no sólo desde la historia o la arqueología, el problema de la resistencia indígena durante la colonia. La arqueología y la historia no son en absoluto disciplinas opuestas, éstas se complementan mutuamente utilizando cada una por su lado una metodología específica mediante, como bien lo dicen Orser y Fagan, “la combinación en términos iguales, de los materiales de la historia y la arqueología en el estudio del pasado” (Orser y Fagan, 1995: 8). Así, el propósito aquí es mostrar esa no tan evidente resistencia que opusieron los indígenas, en particular los del altiplano cundiboyacense, basándome en el estudio de los objetos de uso cotidiano de los habitantes del resguardo de Gachantivá y algunos otros vecinos pueblos de indios. Objetos 29 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 29 05/09/2003, 08:29 a.m. que, por un lado, quedaron registrados en sus propios testamentos y, por el otro, conforman el registro arqueológico producto de excavaciones realizadas en dicho pueblo. El objetivo específico es entender, con base en los vestigios de la cultura material de los individuos del pasado, algunos de esos cambios y permanencias sutiles o fuertes en las prácticas culturales de los indígenas que vivieron durante los siglos XVI y XVII de vida colonial en el altiplano cundiboyacense. Durante el periodo colonial, la Corona española exigía que los indígenas se organizaran en pueblos para así facilitar la doctrina y delimitar las tierras que habrían de cultivar. En ese contexto se definieron las estructuras que caracterizarían la distribución social y espacial de la reducida población nativa: el resguardo y el poblado propiamente dicho. Entre muchos otros, hacia 1630 se erigió Gachantivá, hoy conocido como Gachantivá Viejo, localizado en el departamento de Boyacá, a diez kilómetros de Villa de Leyva.1 (VER PLANO 1 y FIGURAS 1 y 2) Plano No. 1 Localización Geográfica de Ganchativá Viejo 1 Durante el período colonial, lo que hoy sus habitantes denominan “los escombros”, constituyó el resguardo de Gachantivá Viejo (Boyacá) que existió entre 1630 y 1865 (Avila Zabaleta, 1987) Objetos cotidianos en la historia REV.VINCULADA.pmd 30 Jimena Lobo Guerrero Arenas 05/09/2003, 08:29 a.m. | 30 Figura No. 1 plano del pueblo de Ganchativá Viejo Figura No. 2 Estructuras ubicadas en el perimetro de Ganchativá Viejo Iglesia Vivienda Vivienda Aquí me detengo un momento para señalar que la selección del espacio geográfico mencionado no resulta al azar, cobra sentido al momento de examinar detenidamente las siguientes ideas. Resulta sumamente interesante entender los pueblos de indios como aquellas “zonas de contacto” (Pratt, 1992) en las que se pueden observar con claridad cuáles y cómo se desarrollaron los mecanismos de convivencia e intercambio entre grupos con trayectorias históricas, sociales y geográficas distintas. Retomando la idea de Quijano, estas zonas podrían convertirse para el caso que nos atañe, en aquellos espacios “intersticiales”, es decir, en espacios de negociación entre el grupo dominante y el grupo dominado en los que “en poco tiempo los dominados aprenden, primero, a dar significado y sentido nuevos a los símbolos e imágenes ajenos y después a transformarlos y subvertirlos por la inclusión de los suyos propios a toda imagen, rito o patrón expresivo impuesto por los dominadores” (Quijano, 1999: 95) al tiempo que mediante la permanencia de éstos últimos renuevan constantemente su propia tradición. 31 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 31 05/09/2003, 08:29 a.m. Ahora, teniendo en cuenta lo anterior, las preguntas que siguen son, en estos espacios ¿cómo percibir tales cambios y permanencias? ¿de qué manera se manifestó dicha resistencia? Dos son los conceptos que permiten responder a los anteriores interrogantes, al tiempo que explican cómo se entiende y cómo se hace evidente dicha resistencia. Uno, el significado que cobra el término tradición y dos, el significado y las formas en las que dicha tradición se expresa a través de la cultura material. Son varios los trabajos históricos (Baudot, 1983; Braudel, 1998; Vovelle, 1985; entre otros) que se ocupan del estudio de las mentalidades colectivas de larga duración y de los aspectos que caracterizan la vida cotidiana de los individuos. Algunos remitiéndose al recuerdo, a la memoria, a formas de resistencia, pretenden entender a las sociedades como continuidades históricas en donde la larga duración prevalece sobre los cambios abruptos que determinan la ruptura de mecanismos de desarrollo dentro de las mismas. Según Braudel (1985), los diversos significados que adquieren las sociedades a través de las resistencias, permanencias o lentas deformaciones permiten definirlas como continuidades, interminables continuidades históricas. En este sentido, dado que los seres humanos son tanto inventores como rutinarios (Braudel, 1985), el estudio de la cultura material que les rodea se convierte en un terreno fértil para investigar situaciones de cambio y permanencia cultural dentro del continuo histórico en el que se encuentran inmersos. Así, el concepto de tradición se convierte en el punto de referencia o parámetro de identificación de las condiciones que determinan el cambio o la permanencia que sufren dichas prácticas y costumbres ejecutadas por la sociedad (Therrien et al., 2002), finalmente reflejadas en la cultura material, que no es otra cosa que, “el -producto material- del pensamiento, ese sector de nuestro medio ambiente físico que es modificado a Objetos cotidianos en la historia REV.VINCULADA.pmd 32 Jimena Lobo Guerrero Arenas 05/09/2003, 08:29 a.m. | 32 través de un comportamiento culturalmente determinado” (Deetz, 1996:35, mi traducción) Se asume entonces, considerando a las sociedades como unidades complejas con un continuo histórico que las determina, en este caso caracterizadas por un fuerte mestizaje no sólo étnico sino también cultural, que en situaciones de contacto acaecidas dentro de espacios específicos como los pueblos de indios, los grupos enfrentados pudieron o no expresar a través de su cultura material respuestas culturales de diversa índole (Lobo Guerrero, 2000, 2001), es decir, de negociación, resignificación, cambio y permanencia. Aquí, éstas últimas, influenciadas por tradiciones específicas como la indígena, serán entendidas como formas de resistencia. De acuerdo con lo anterior y con base en los resultados del análisis de la cerámica y de los objetos inventariados en los testamentos, dos fueron las líneas de interpretación o comportamientos en los que, a través de la presencia o ausencia de cierto tipo de objetos, se hacen evidentes las formas de oposición a las nuevas normativas sociales. Por un lado, se constató la existencia de un alto porcentaje de objetos de uso cotidiano con características propias del mundo prehispánico. Por el otro, se observó un gran grupo en el que predominaba la heterogeneidad de materiales, tanto locales como importados, cuyas características sugerían un tipo de resistencia diferente. Esta fue considerada como una forma de resistencia estratégica en la medida en que los indígenas hicieron uso de este grupo de objetos como medio para insertarse en el nuevo orden colonial. La primera línea de interpretación se observa en el comportamiento que presenta el material cerámico procedente de las excavaciones llevadas a cabo en el pueblo de indios de Gachantivá Viejo. Como resultado del análisis de dicho material, fueron identificados dos tipos cerámicos 33 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 33 05/09/2003, 08:29 a.m. correspondientes y representativos de las formas que integraron el quehacer doméstico de los individuos que habitaron el pueblo. Se trata de los tipos Desgrasante Arrastrado Grueso (DAG) y Desgrasante Arrastrado Fino (DAF). El primero (VER FIGURA 3), de formas gruesas, burdas y a veces mal cocidas, predomina al comienzo de la colonia y luego es reemplazado lentamente por el segundo, que presenta formas más livianas y mejor cocidas. Figura No. 3 tradición indígena, tipo Desgrasante Arrastrado Grueso Objetos cotidianos en la historia REV.VINCULADA.pmd 34 Jimena Lobo Guerrero Arenas 05/09/2003, 08:29 a.m. | 34 Estos tipos comprenden básicamente todas las formas culinarias del menaje doméstico: ollas, jarras, cuencos, ollas cuenco, areperos y pailas (VER FIGURAS 4-5) Figura No. 4 35 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 35 05/09/2003, 08:29 a.m. Figura No. 5 En ellos, características como el uso de desgrasantes, la cocción a bajas temperaturas, la técnica de elaboración por rollos y por modelado, el acabado de las superficies, las formas, así Objetos cotidianos en la historia REV.VINCULADA.pmd 36 Jimena Lobo Guerrero Arenas 05/09/2003, 08:29 a.m. | 36 como su decoración, recuerdan rápidamente el tipo de cerámica utilizada durante el periodo prehispánico en el altiplano. Estas características son aún más evidentes si observamos detenidamente el primero de estos tipos cerámicos (VER FIGURAS 6-7). Figura No. 6 Tradición indigena, Tipo Desgrasante Arrasado Grueso 37 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 37 05/09/2003, 08:29 a.m. Figura No. 7 En el Desgrasante Arrastrado Fino se identificó una variante que fue denominada Desgrasante Arrastrado Fino, variante decorada blanco sobre rojo (VER FIGURA 8). Objetos cotidianos en la historia REV.VINCULADA.pmd 38 Jimena Lobo Guerrero Arenas 05/09/2003, 08:29 a.m. | 38 Figura No. 8 Ésta aparece tímidamente en el periodo temprano y consiste en vasijas como platos, cuencos, pequeñas ollas y copas decoradas con motivos florales, puntos, rayas formando helechos y diseños geométricos, que rememoran específicamente la decoración del tipo Guatavita Fino rojo sobre blanco, característico del periodo prehispánico muisca tardío. No obstante, las vasijas Desgrasante Arrastrado Fino son más burdas y pesadas que estas últimas. 39 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 39 05/09/2003, 08:29 a.m. El segundo comportamiento lo observamos en el material vidriado (VER FIGURA 9). Figura No. 9 Formas de vasijas vidriadas Fotos y dibujos de fragmentos Grueso de vasijas vidriadas La elaboración de vasijas vidriadas fue una técnica introducida por los españoles a América, implementada por los grupos indígena, mestizo y criollo y difundida muy rápida y ampliamente a lo largo y ancho del altiplano cundiboyacense durante los siglos XVI y XVII (Therrien, et al., 2002). Este tipo corresponde a la cerámica de pasta arcillosa muy fina, sin Objetos cotidianos en la historia REV.VINCULADA.pmd 40 Jimena Lobo Guerrero Arenas 05/09/2003, 08:29 a.m. | 40 desgrasantes, cuya superficie fue tratada con minerales como el plomo para darle la apariencia y el lustre del vidrio, de ahí su nombre. Sus formas fueron utilizadas para servir, esto es bandejas, platos, tazas, cuencos y lebrillos; como objetos decorativos en forma de candelabros, floreros o materas, o para objetos de higiene y uso personal, es decir, bacines, morteros para la preparación de ungüentos y pociones medicinales, entre otros usos (Therrien, et al., 2002) En este grupo se observó entonces la siguiente característica. Las formas identificadas no sólo corresponden al grupo de objetos descrito anteriormente, sino a un conjunto diferente, no tan común, relacionado con características propias del mundo español como con aquellas resultado de la combinación de éstas últimas, con aspectos formales propios de la cerámica indígena prehispánica. Esto es, la existencia de bordes evertidos de vasijas que fueron elaboradas mediante la técnica de modelado por rollos, pertenecientes al tipo DAG, pero que no eran vidriadas y presentaban formas típicas del mundo español como platos, bacinillas y pequeños lebrillos (VER FIGURA 10). Figura No. 10 41 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 41 05/09/2003, 08:29 a.m. Podemos reafirmar entonces la idea que se refiere al indígena quien al tiempo que asimila las técnicas y nuevas formas introducidas por el español, como por ejemplo el torno y el borde evertido, decide aplicarlas también a la forma tradicional de elaboración de su cerámica. Esto significa que el indígena, mediante la combinación de técnicas tradicionales con formas españolas, en la elaboración de este tipo de vasijas, en cierta medida estaba expresando su propia resistencia a la dominación española. Este tipo de resistencia es el que he denominado estratégico en el sentido en que, mediante la apropiación de nuevas técnicas y formas, con el propósito, tal vez no explícito en aquel tiempo, pero si evidente para nosotros a partir del registro arqueológico, de perpetuar su tradición, el nativo se introduce casi que clandestinamente dentro del nuevo orden colonial como respuesta a la necesidad de no ser eliminado, o mejor, como respuesta a la necesidad de continuar siendo parte activa de la sociedad. Por lo tanto, parafraseando a Gutiérrez de Pineda y Pineda Giraldo (1999), se arguye que la elaboración de estas vasijas tuvo que ver no sólo con la idea de un préstamo tecnológico y estético ni tampoco solamente de adaptación a un nuevo medio físico, sino más bien con la intrusión de cambios trascendentes en pautas de comportamiento o, también, transformaciones institucionales que los indígenas requirieron como mecanismos de adaptación o resistencia a las nuevas circunstancias. De acuerdo con lo anterior, resistir no necesariamente significó oponerse a lo diferente, a lo nuevo; cambiar y modificar los elementos preexistentes sirvió también como respuesta, esta vez, estratégica para adaptarse al nuevo orden establecido por el español. Objetos cotidianos en la historia REV.VINCULADA.pmd 42 Jimena Lobo Guerrero Arenas 05/09/2003, 08:29 a.m. | 42 Hasta aquí el análisis cerámico. Ahora, con base en la lectura y análisis de testamentos2 de indígenas del siglo XVII, los dos comportamientos referidos anteriormente se presentan de la siguiente manera. Sin embargo, antes de seguir adelante, quisiera aclarar que debido a la inexistencia de testamentos pertenecientes estrictamente a indígenas de Gachantivá Viejo, la mayoría de éstos corresponden a nativos que habitaron en distintos pueblos del altiplano. Esto no alteró en lo absoluto el análisis ni los resultados del trabajo, dado que lo que interesaba no era tanto el espacio físico, como la cultura material de las personas que habitaron dichos espacios, que sí necesariamente debían ser indígenas. En los testamentos existía un orden previamente establecido para la enumeración de los bienes que la persona se proponía testar. De acuerdo con este orden, fue posible dividir en tres grupos dichos objetos y hacer las siguientes consideraciones. Un primer grupo conformado por los bienes que tenían mayor valor, estos eran por lo general el solar o cualquier propiedad de tierra. El segundo, integrado por aquellos objetos que seguían en estima, estos fueron objetos de uso cotidiano pero con una característica que determinaba su valor: eran importados. Entre los más comunes encontramos prendas de vestir, muebles, vasijas de plata y adornos para el cuerpo. Así, por ejemplo, tenemos ropa importada de Europa, como faldellines de paño de Castilla azul y del sur del continente americano, como mantas de Quito. Finalmente, un tercer grupo comprendía todos aquellos objetos que fueron considerados por el testado como de menor valor, genéricamente denominados “trastes de poca consideración”. Estos objetos eran similares a 2 Ver bibliografía fuentes primarias para los documentos citados dentro del texto y una versión más extensa en Lobo Guerrero (2001). 43 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 43 05/09/2003, 08:29 a.m. los del segundo grupo, pero tenían una característica que los distinguía: fueron elaborados localmente. A estos artículos el indígena les atribuía calificativos como viejo, usado, de poca consideración, angosto o quebrado. Así, por ejemplo, Francisca de Guevara, india natural del pueblo de Fúquene, declara tener “un pedazo de solar en el que vive, dos cajas, una con llave otra sin ella, dos mantas y otros trastes de poca consideración...” (AGN, Notaria 3, Tomo 27, 1630). Ana de Coro, india ladina, dice tener por bienes suyos “una manta blanca que es nueva que le costó cinco pesos, una camisa que tiene labrada las mangas de hilo azul que es de ruan esta camisa, con otra manta blanca delgada...” (AGN, Notaria 3, Tomo 26). Francisca de Castro dejó registrados “unos faldellines de paño azul de Quito, otros usados de manta blanca a veces pintados, una camisa y otros anacos de los Pastos” (AGN, Notaria 3, Tomo 37, 1633) y Juana, india natural del pueblo de Guasca, hace el inventario de todas sus pertenencias entre las que cita «un cuarto de solar en el que hay edificado una casa de tapia y teja, un anaco de Quito, una caja con llave, un faldellín de paño azul de Quito usado, dos mantas blancas, una repulgada y la otra no, otra cobija de ruan llana, un anaco de diferentes colores usado, dos chumbes uno de Quito y otro de Tunja, dos cucharas de plata, dos cintillos de garganta, uno todo de perlas, una sortija de oro con una piedra de Susa, tres pares de manillas, unas de corales finos y los dos pares de granates ordinarios, dieciocho botijas grandes, ocho múcuras, más de tres artesas, dos buenas y una quebrada y dos cedazos” (AGN, Notaria 3, Tomo 38, 1633). Estos objetos, su uso, contexto de aparición y posible significado social, cobran sentido si se les concibe de acuerdo con las líneas de interpretación y comportamiento que mencioné en un principio. La primera de ellas tiene que ver con los objetos que conforman Objetos cotidianos en la historia REV.VINCULADA.pmd 44 Jimena Lobo Guerrero Arenas 05/09/2003, 08:29 a.m. | 44 el tercer grupo. Estos son, aquellos trastes de poca consideración, en términos generales, todos los objetos calificados como viejos, usados o quebrados. Estos no son otros que las ollas, vasijas, tazas, enseres, butacos, mantas y anacos, artículos que evidentemente fueron elaborados localmente, destinados al uso doméstico, características fundamentales para sugerir su relación con los elementos de uso diario típicos de la tradición indígena prehispánica. Vargas Lesmes (1990:60) afirma que, para la época colonial, el vestido original de los indígenas era hecho de algodón que éstos obtenían de sus sementeras en tierras templadas y calientes o del comercio con comunidades vecinas. Los hombres utilizaban un largo vestido “camiseta o camiza”, complementado por la manta, mientras que las mujeres usaban un vestido de dos piezas, la primera de ellas compuesta por un pedazo largo de tela de algodón que se envolvía en el pecho a manera de camisa. En este sentido, podemos pensar que la mujer indígena, a pesar de la existencia de nuevas telas, colores, texturas y diseños, sigue utilizando sus tradicionales mantas blancas o pintadas o como en el caso de Fransisca de Castro, empleando anacos (manta cuadrada) a manera de cobijas. Y es que no se trata simplemente de un problema de poder adquisitivo, ya que sencillamente aquellas prendas importadas también hacen parte de los objetos testados por los indígenas. Se trata de una condición social a la que los nativos no dejan de pertenecer y que se ve reflejada en el uso continuo de su vestimenta tradicional. El segundo comportamiento estaría relacionado entonces, con los bienes que conforman el segundo grupo. Se trata de aquellos adornos, vestidos, muebles, enseres, platos de mesa y utensilios de cocina que el español importa y que el indígena apropia e inserta gradualmente en su mundo como forma estratégica para resistir al nuevo orden establecido. Aquí vemos 45 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 45 05/09/2003, 08:29 a.m. entonces como podemos reafirmar la idea que tiene que ver con ese tipo de resistencia en la que el nativo se opone a ser olvidado o si se quiere invisibilizado, en un mundo en el que predomina lo nuevo y exótico. El indígena adquiere mediante la compra o el trueque, probablemente con algunos de sus vecinos blancos pobres, artículos propios del mundo español, que le sirven para responder abiertamente a una sociedad mercantilista a la que no estaba acostumbrado; discrimina las cosas que le sirven y las que no, para configurar estrategias de inserción dentro del nuevo orden social y de esta manera resistir al cambio. Las ideas expuestas anteriormente corresponden a esa forma alternativa en la que podemos entender la resistencia indígena a la dominación española. Los artefactos, en general, no aparecen porque sí, son el resultado de las necesidades concretas de sus creadores y se convierten en recipientes de sus pensamientos y sentimientos. En este sentido, el indígena, condicionado por las nuevas estructuras que ordenan el mundo colonial, expresó a través de su cultura material, específicamente a través de la elaboración, uso, apropiación o desecho de objetos de su cotidianidad, por un lado, la intención por perpetuar su propia tradición y por el otro, el deseo de insertarse en el nuevo orden como una forma estratégica de resistir al cambio. Se trata entonces de una resistencia tanto de cambio como de permanencia, ni muere la tradición del indígena, ni se impone como exclusiva la del español. El ingrediente de cambio dentro de sociedades tradicionales con un continuo histórico específico, tal y como se nos presentan las sociedades prehispánicas del altiplano, se convierte en un ámbito de estudio en busca de respuestas cuando dicha trayectoria o continuidad es interrumpida. Esas formas de actuar o estrategias que inventó el indígena para adecuarse a un ambiente que le era propio pero en donde Objetos cotidianos en la historia REV.VINCULADA.pmd 46 Jimena Lobo Guerrero Arenas 05/09/2003, 08:29 a.m. | 46 nuevos elementos habían irrumpido con tanta fuerza, plantean, por un lado, la existencia de un fuerte apego a lo tradicional, es decir, la conservación de costumbres tales como la producción de cerámica y objetos artesanales y por el otro, la asimilación de materiales importados, como una de las formas de insertarse y llegar a ser parte activa de la sociedad de aquel entonces. Así, aparte del mestizaje concretamente étnico, se generó en el mundo americano durante los primeros años de vida colonial un mestizaje cultural con una proporción muy alta de elementos foráneos pero con otra también bastante significativa de ingredientes nativos, que configuraron, cohabitando en un mismo espacio, un panorama de mestizaje, dominación y resistencia. 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E-mail: jimelg9@hotmail.com Objetos cotidianos en la historia REV.VINCULADA.pmd 48 Jimena Lobo Guerrero Arenas 05/09/2003, 08:29 a.m. | 48 Hacia una interpretación antropológica de la cerámica vidriada de Popayán Wilhelm Londoño Díaz Antropólogo, Universidad del Cauca Resumen E ste artículo tiene la intención de presentar una propuesta interpretativa de uno de los fenómenos arqueológicos más recurrentes en el Valle de Popayán, la cerámica vidriada y demostrar con ello que los estudios disciplinarios enfocados hacia los periodos colonial o republicano pueden ser más útiles que la simple corroboración de eventos relatados en textos históricos. En este sentido, el trabajo en mención es más que una producción sustantiva de lo que se ha venido a llamar arqueología histórica y se circunscribe específicamente como una propuesta en el marco de los estudios de cultura material. PALABRAS CLAVE arqueología histórica, cerámica colonial, sistema de creencias hispanocristianas. 49 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 49 05/09/2003, 08:29 a.m. Abstract T he purpose of this paper is to present an interpretive proposal for one of the most common archaeological phenomenon in the Valley of Popayán, i.e., glazed ware, and thereby demonstrate that the disciplinary studies focused on the Colonial and Republican periods may be more useful than the simple corroboration of events told in history texts. In this sense, the mentioned work is more than a substantive production of the so-called historical archaeology and it is specifically circumscribed as a proposal within the framework of material culture studies. KEYWORDS historical archaeology, colonial ceramics, Christian beliefs system. Hacia una interpretación antropológica REV.VINCULADA.pmd 50 Wilhelm Londoño Díaz | 50 05/09/2003, 08:29 a.m. Introducción La teoría antropológica de la cual la arqueología ha sido subsidiaria (Binford, 1962), diferencia en la cultura dos contextos: por un lado, están las manifestaciones de lo sacro, como los rituales y los sistemas de ideas, y, de otra parte, están los actos profanos, cotidianos, rutinarios, pragmáticos o corrientes que están en apariencia desconectados de los sistemas de creencias y de los que se pueden inferir hechos concretos (White, 1975). Sin embargo, esta dicotomía, que resulta tan pertinente en antropología, parece perder sus posibilidades interpretativas cuando la utilizamos en el campo de la cultura material. Mi intención, de ahora en adelante, es demostrar este hecho por medio de un estudio de caso, relacionado con la cerámica vidriada de Popayán. Para darle coherencia a este artículo hablaré de la organización espacial y temporal de este fenómeno de cultura material y luego expondré una interpretación que busca responder un cuestionamiento fundamental. En el año de 1999 se realizó una prospección arqueológica en el resguardo de Novirao, ubicado a 15 km. al noreste de la ciudad de Popayán. Allí se recolectaron 3500 fragmentos de cerámica vidriada, todos los cuales, a excepción de los bordes y las aplicaciones, presentaban barniz vidriado en su cara interna. En este sentido, la pregunta axial de ésta reflexión es: ¿cuál era el sentido de marcar una diferenciación entre las superficies que tocaban los alimentos de las que no lo hacían? Ya que la totalidad de los fragmentos reportados se encontraron en contextos domésticos (Londoño, 2000), consideramos relevante el punto al que hace referencia el interrogante en mención. En el valle de Popayán una de las características del registro arqueológico es la frecuente aparición de la cerámica vidriada, más bien, de fragmentos de artefactos cerámicos elaborados con 51 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 51 05/09/2003, 08:29 a.m. una técnica que se conoce como el vidriado (Bolaños, 1983). Al respecto de esta materia es poco lo que sabemos, ya que en el Cauca no existen investigaciones específicas sobre esta técnica, desde una perspectiva arqueológica. Algunos trabajos en arqueología histórica, realizados por el profesor Miguel Méndez (1987), solo se circunscriben a describir ciertas generalidades de algunos templos de la ciudad de Popayán. Algo que resulta interesante señalar es que en el Cauca muchos estudios arqueológicos han tratado el tema de la cerámica vidriada pero de manera tangencial (Cubillos, 1958, 1959; Dorado, 1977; Escobar, 1984; Iribarne, 1983; López, 1978); es decir, el registro arqueológico mismo ha puesto como imperativo el mencionar la cerámica vidriada y estos elementos arqueológicos en la mayoría de los casos han sido expuestos en los famosos misceláneos. Para nuestro asombro encontramos que no existe la primera investigación que se dedique a escudriñar con detenimiento los contextos cronológicos, espaciales y culturales de este fenómeno. Los mexicanos han sido tal vez los más incisivos en el tema de las cerámicas coloniales. En un artículo de Gonzalo López (1977), se documentaba la aparición de la técnica de la cerámica vidriada en la península ibérica, introducida por los musulmanes en el siglo VII D.C., de lo cual se interrogaba por los posibles sincretismos resultantes en el contexto de la aparición de éstas técnicas peninsulares en poblaciones indígenas americanas. Aunque el artículo es en cierta medida programático, uno de los mayores aportes consiste en la interrogación sobre la variable diacrónica de la cerámica vidriada, en otras palabras, las preguntas fundamentales de ese texto son ¿Cuándo ingresó la técnica de la cerámica vidriada en América? ¿Por cuáles canales? A estos interrogantes podríamos añadir ¿Cuáles fueron las necesidades culturales que condujeron a la introducción de esta técnica o los primeros artefactos? Al tratar de responder el Hacia una interpretación antropológica REV.VINCULADA.pmd 52 Wilhelm Londoño Díaz | 52 05/09/2003, 08:29 a.m. segundo interrogante es cuando comienza a vislumbrarse una anomalía en la teoría dicotómica de lo sacro y lo profano, como lo demostraré más adelante. Aunque a esta altura he mencionado en varias oportunidades el tema de la cerámica vidriada, no he descrito sus características. La cerámica vidriada es una técnica de elaboración de artefactos cuyo atributo principal lo constituye la aplicación de un barniz elaborado con plomo. La técnica opera de la siguiente manera: una vez la pieza ha sido expuesta al calor de un horno cerrado y la forma de arcilla se convierte en cerámica, esta se saca del fuego, se deja enfriar y se le aplica el barniz, luego de lo cual se somete a una nueva cocción y transcurridas unas cuatro horas ya se tiene la pieza terminada. El barniz se consigue al poner plomo en un crisol, el cual se expone a grandes temperaturas de manera tal que pasa de sólido a líquido. En los últimos dos viejos alfares de Popayán aún se siguen elaborando piezas con esta técnica, sólo varían las formas y los estilos decorativos con relación a los artefactos coloniales, mientras que se siguen utilizando las mismas fuentes de arcilla, ubicadas al oriente de la ciudad, y el mismo tratamiento tecnológico. En la actualidad, por ejemplo, se elaboran piezas de cerámica vidriada de tres colores que son los más comunes en los contextos arqueológicos: en primer lugar están las de tono oliva, color que se obtiene con la aplicación de la mezcla de plomo sin ningún aditivo durante el final de la primera cocción; en segundo lugar está el color amarillo-rojizo, el cual se obtiene agregándole a la mezcla de plomo fragmentos de cuarzo y, por último, el color café que resulta de aplicarle al barniz plúmbeo fragmentos metálicos, de aluminio principalmente, los cuales han sido previamente carbonizados. 53 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 53 05/09/2003, 08:29 a.m. Organización temporal La cerámica vidriada en Popayán es un fenómeno arqueológico que no cuenta con fechas absolutas. En un reconocimiento realizado por Iribarne (1983) se logró asociar restos de cerámica vidriada con una moneda acuñada a principios del siglo XIX. Hasta el momento, en el valle de Pubenza, dicha asociación es la que más argumentos empíricos brinda frente a la idea de la organización temporal de este fenómeno arqueológico. Así, hablar sobre la temporalidad de la cerámica vidriada en el valle de Popayán parte de conjeturas que podemos tomar como hipótesis; no existe, por ahora, una sola excavación de un sitio en el valle de Pubenza, con altos niveles de concentración de este material, que permita tener una idea más acertada de la temporalidad de la técnica. Tampoco existe una investigación de archivo que permita entrever, a través de los documentos de la colonia, cuándo se formó el barrio de los loceros o cuándo ingresaron los primeros alfareros a Popayán. Un primer elemento que nos permite considerar la profundidad temporal del fenómeno en mención, lo constituye un hecho peculiar de esta cerámica: esta era y es elaborada en alfares localizados en un sector específico de la ciudad. Al respecto, podemos mencionar que siguiendo el modelo de urbanización de las ciudades peninsulares, cada actividad debía estar circunscrita a un espacio específico ubicado en los alrededores de la plaza principal, donde se concentraban los dos focos de la organización, el gubernamental y el eclesiástico (Jaramillo, 1982). Desde esta perspectiva, el barrio de los loceros debe haberse configurado cuando Popayán se consolidó como ciudad siguiendo el modelo español. En palabras del historiador Guido Barona, los barrios que agrupaban oficios no pueden haberse formado antes del siglo XVIII, ya que solo en esta Hacia una interpretación antropológica REV.VINCULADA.pmd 54 Wilhelm Londoño Díaz | 54 05/09/2003, 08:29 a.m. centuria es cuando el proyecto de ciudad peninsular se concretó en Popayán (Barona, 1995). Es posible que antes de la formación del barrio de los loceros existiesen alfareros dedicados a este tipo de trabajos, pero hasta que no tengamos pruebas de su existencia o asociaciones de restos de cerámica con carbón no podemos asegurar que dicha técnica fuese utilizada antes de que Popayán se convirtiera en ciudad. A esta altura resulta curioso preguntarse ¿Por qué es en el principio del siglo XVIII cuando en Popayán se comienza a fabricar esta loza? ¿Las gentes de la vecindad, mestizos, en que artefactos consumirían y prepararían sus alimentos antes de la existencia de los alfares? ¿Cómo se transformó la dieta indígena en una dieta hispanizada? O ¿Cómo los productos indígenas fueron domesticados por la lógica hispanizante? Organización espacial Como lo mencionaba atrás, la cerámica vidriada es un fenómeno común en el valle de Popayán; en todas las investigaciones realizadas en inmediaciones de la capital caucana se reportan sin excepción fragmentos cerámicos vidriados, además de los habituales restos de cerámica prehispánica, cerámica importada -mayólicas- y fragmentos líticos de obsidiana. Así como la técnica cerámica del vidriado es un hijo pródigo de las predilecciones de los arqueólogos, es muy poca la bibliografía donde se reportan vestigios de esta naturaleza. De otra parte, en la región del Valle de Popayán conozco que para la primera mitad de este siglo los nasa de Tierradentro utilizaban el peltre para servir alimentos (Arcila, 1989). 55 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 55 05/09/2003, 08:29 a.m. La necesidad de comer en loza Partamos de un hecho, la técnica de la cerámica vidriada pudo entrar al valle de Popayán desde cualquier parte, a partir de la segunda mitad del siglo XVI y hasta principios del siglo XVIII. A pesar de que exista un vector de tiempo tan largo, lo que si es seguro es que la producción en serie de estos artefactos se consolidó con la estructuración de Popayán como ciudad, a principios del siglo XVIII, cuando en esta provincia se comenzó a disfrutar de una bonanza aurífera. Como ya lo mencioné, solo se puede hablar de Popayán como una ciudad según los modelos significativos hispanos, desde comienzos del siglo XVIII, cuando en la ciudad convergieron dos variable interrelacionadas, por un lado, la necesidad de convertir a Popayán en ciudad y, de otra parte, la circulación de grandes cantidades de oro (Torres, 1999). A diferencia de como lo expone la historiografía tradicional, la mayoría de las ciudades colombianas no se consolidaron como tales desde el siglo XVI. Podríamos decir que para la segunda mitad del siglo XVI se implementaron proyectos urbanos que solo vendrían a tomar forma dos siglos después, aunque este no es el tema que nos ocupa aquí. Popayán actualmente es un ciudad cuya fama reposa tanto en las grandes como en las pequeñas pero magníficas obras de arte religioso realizadas en el periodo colonial con los recursos económicos provenientes del trabajo con el oro. La mayor parte de las ganancias de la minería se utilizaron en la construcción de bienes religiosos cuyo sentido funcional era el de proporcionar cierta distinción a las familias que patrocinaban estas obras. Sin embargo, lo que estaba de fondo era la reproducción de un sistema cultural en el que preponderaba una cosmovisión cristiana (Londoño, 2001). En este sistema de creencias imperaba todo un imaginario que se puede explicar Hacia una interpretación antropológica REV.VINCULADA.pmd 56 Wilhelm Londoño Díaz | 56 05/09/2003, 08:29 a.m. en pares binarios opuestos: bondad-maldad, blanco-negro, brillante-opaco, frio-calor, luz-oscuridad. Desde esta taxonomía moral todo lo blanco remite a la deidad y, por oposición, todo lo negativo remite a la maldad. Por eso la piel de Jesús en la representación de la natividad es rosada y la piel del demonio en diversos ritos es roja; por ese mismo motivo, la institución del sacramento del bautismo se hace con un traje blanco y la aceptación social de la muerte de un ser querido se hace con el uso del color negro. Desde esta perspectiva resulta comprensible, y este es mi aporte a la interpretación del barniz de peltre, que los artefactos alimenticios de los nuevos hispanos de Popayán comiencen a divergir del modelo policromo de base ocre de la cerámica indígena, inclinándose por los colores claros de la cerámica vidriada, los cuales además están adornados por un barniz que proporciona a las superficies una profundidad evidentemente traslúcida. Esta profundidad, sin duda, se puede relacionar con las concepciones hispano-cristianas de la pureza, la castidad, la santidad y la virginidad y la blancura de la piel como representación de la blancura del alma. Esta positividad moral, expresada o manifestada por la blancura, también vendría a determinar la materialidad de la alimentación. Así, cuando se consolida el proyecto cultural de vida hispana en Popayán, se obvia la parafernalia material de la dieta de origen prehispánico y se comienza a marcar una distinción con respecto a ésta, al utilizar loza “blanca”; así el sistema de creencias cristiano estaría determinando en qué tipo de platos se consumirían y se prepararían los alimentos. Pero decir que el sistema de creencias determina la forma de los utensilios de comida, es solo la primera parte del problema. Al implementar un sistema de vida peninsular se estaban creando con ello los elementos distintivos sobre los cuales se construiría la dicotomía entre lo indígena y lo hispano. Es sobre esta base cultural donde funcionarían todos los 57 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 57 05/09/2003, 08:29 a.m. posteriores parámetros que harían de costumbres como el masticado de la yuca para la producción de bebidas, acciones merecedoras de asco; al respecto resulta relevante leer como funciona el asco como elemento747 diferenciador: El asco ayuda a definir los límites que se establecen entre ellos y nosotros y entre tú y yo. Ayuda a evitar que nuestro modo quede subsumido bajo su modo. El asco, junto con el deseo, establece los límites de otro, como algo que debe eludirse, repelerse, o atacarse... (MILLER, 1998) De ésta manera, la aplicación del barniz de peltre solo en las superficies que rozarían con los alimentos, puede interpretarse como una extrapolación de la concepción de los rituales cristianos, en los que uno come y bebe el cuerpo y la sangre de Cristo, respectivamente. En dichos rituales, específicamente, la comida sagrada se ofrece en artefactos brillantes, muchas veces hechos en oro y plata; no es gratuito que al aplicar el barniz de peltre, las superficies cerámicas toman la apariencia de metal. Conclusión La necesidad de consumir alimentos en la cerámica vidriada surgió como un elemento de concordancia con la implementación, en su totalidad, de las prácticas del sistema de creencias cristiano. En este sistema simbólico lo oscuro y lo terrestre, como el barro café que sirve de base a las superficies de los artefactos indígenas, se opone a la idea de una divinidad clara, blanca, limpia e indiscutiblemente separada de los estados terrenales y de la tierra misma, cuyo color es como el de las pieles de los indígenas de quienes había que separarse de manera Hacia una interpretación antropológica REV.VINCULADA.pmd 58 Wilhelm Londoño Díaz | 58 05/09/2003, 08:29 a.m. tajante. Como en toda religión, las gentes de la Popayán antigua imitaron a sus dioses y empezaron a eliminar los artefactos de tonos ocres, herencia de la cultura prehispánica para reemplazarlos por elementos de una cultura material que lleva incrustada una idea muy precisa de lo que debe ser el alimento. Desde esta perspectiva, se puede comprender que no gratuitamente en los ritos cristianos, el alimento que es el cuerpo de Cristo, se simboliza con un pan de harina blanca mientras que la bebida, la sangre de Cristo, parece que entrara a ser purificada al envasarse en recipientes brillantes como todo lo positivo en esta cultura. De otro lado, la adopción del modelo hispano-cristiano, además de ser una estrategia ineludible para tornar en un hecho lo que era solo un proyecto de urbanidad, permitió crear los elementos comparativos para marcar una diferenciación con la cultura material y no material indígena; esta diferenciación determinaba que lo indígena era asqueroso, sucio, opaco como el color de sus epidermis. BIBLIOGRAFÍA ARCILA, G. (1989). Los indígenas Paéz de Tierradentro, Cauca Colombia. Medellín: Universidad de Antioquia. BARONA, G. (1995). La maldición de Midas en una región del mundo colonial. Popayán 1730-1830. Cali: Universidad del Valle. BINFORD, R. L. (1962). “Archaeology as Anthropology”. American Antiquity 28 (2):217-225. BOLAÑOS, A. (1983). La Producción Cerámica Artesanal en Popayán. Monografía de grado, Departamento de Antropología, Universidad del Cauca, Popayán. CUBILLOS, J. C. (1958). “Pubenza. Arqueología de Popayán. Cauca, Colombia. S. A”. Boletín Antropológico 1: 7-31. 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Es la inclusión forzada del continente americano a lo que denominamos occidente: nuevo sistema económico, nuevas creencias religiosas. Según Braudel (1979), el control social, a través de la ostentación, surge cuando el dinero se convierte en la base del poder, manipulando los más pequeños detalles y usándolos para demostrar el derecho a gobernar o el poder para gobernar, mediante su lucimiento. En este sentido, asumo que el traslado y adaptación de un modelo de regulación social (estratificación, ejercicio de poder) debe fortalecerse durante el desarrollo temprano de las nuevas comunidades, manifestándose en diversos aspectos del registro arqueológico. El objetivo de este documento es el de establecer la validez de esta hipótesis, enfocando el análisis en tres niveles de datos que hacen parte del registro arqueológico: los pisos (estructuras arquitectónicas), las mayólicas (bienes muebles) y los pasamanos (adornos personales). PALABRAS CLAVE arqueología histórica, ostentación, estratificación social, “transportabilidad” del status 61 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 61 05/09/2003, 08:29 a.m. Abstract T he Spanish occupation of Panama la Vieja (1519-1673) allows us access to a restricted historical period. It deals with the beginnings of the Spanish settlement in American lands. It is the forced inclusion of the American continent to what we call the West: a new economic system, new religious believes. According to Braudel (1979), the social control, through ostentation, emerges when money becomes the base of power, manipulating the smallest details and using them to demonstrate the right to govern or the power to do so, by means of its display. In this sense, I propose that the transfer and adaptation of a social regulation model (stratification, exercise of power) must be strengthened during the early development of new communities, revealing itself in a variety of aspects of the archaeological record. The purpose of this article is to establish the validity of this hypothesis, focusing the analysis on three data levels that are part of the archaeological record: floors (architectural structures), majolica ware (movables) and braids (personal trimmings). KEYWORDS historical archaeology, ostentation, social stratification, status “transportability”. Estructuras arquitectónicas REV.VINCULADA.pmd 62 Juan Guillermo Martín-Rincón | 62 05/09/2003, 08:29 a.m. A manera de introducción La arqueología histórica es una arqueología que se enfoca en el surgimiento y expansión del capitalismo. Por tanto, desde la perspectiva del materialismo histórico es posible alcanzar el entendimiento de los sistemas culturales y sus procesos de operación (fuerzas y sistemas de producción) y, en particular, cómo la gente del pasado explotó la energía disponible (humana y no humana) a través de la distinción de clases sociales. La base económica condiciona los aspectos superestructurales de la sociedad. Dentro de estos aspectos la propiedad, la organización política, las creencias religiosas y la estética (Trigger, 1992) hacen uso de la ostentación como un mecanismo, que mediante el lucimiento, intenta persuadir al subordinado que el poder, a través de la riqueza, linaje, herencia o filiación religiosa, legitima la autoridad (Leone, 1988), teniendo en cuenta que no es un mecanismo que surge a nivel individual, sino que hace parte, y es reconocido, dentro de un contexto social determinado. La organización social en el Nuevo Mundo a pesar de trasladar un conjunto de reglas de clase preestablecidas, desarrolló otras, ocupó nuevas tierras y generó formas alternas de hacer dinero. La ostentación fue uno de los medios sociales utilizados, en ausencia de un poder y una jerarquía consolidada, para proteger sus nuevos y amplios recursos. Por tanto el esfuerzo de la arqueología se debe dar en el enlace de los patrones arqueológicos con los procesos sociales del pasado. No se trata sólo de llegar a establecer tales patrones sino de utilizarlos como herramientas metodológicas para comprender el comportamiento pasado y los procesos responsables de éste. 63 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 63 05/09/2003, 08:29 a.m. Los pisos, las vajillas y los adornos personales Panamá La Vieja, primera fundación hispana en el Pacífico (1519), posee en la actualidad un programa de investigación arqueológica permanente desde 1996. La regulación y desarrollo de este programa ha permitido recolectar un sinnúmero de datos de diversos contextos relacionados con la vida cotidiana de los antiguos habitantes de esta ciudad. Foto 1. Vista de las ruinas del Convento de Las monjas de la Concepción. En este caso las estructuras inmuebles (pisos y pavimentos), los artefactos cerámicos (mayólicas) y los objetos de uso personal (pasamanos) hacen parte del conjunto de datos al que se ha podido acceder a través de las excavaciones arqueológicas. Considero que estos tres niveles de datos ofrecen información acerca de los procesos sociales de la ciudad y las estrategias de control ejercidas por quienes adquirieron y ostentaron el poder en el pasado en este asentamiento. Los pisos han sido estructuras arquitectónicas identificadas en diversos contextos. De éstos poseemos básicamente dos tipos: de ladrillo y de cantos rodados con adoquines. Cada uno de ellos ubicado en lugares específicos, con ciertas técnicas constructivas y diseños particulares (cf. Martín-Rincón, 2001). Los pavimentos de canto rodado encontrados hasta ahora en el Conjunto Monumental presentan ciertas características Estructuras arquitectónicas REV.VINCULADA.pmd 64 Juan Guillermo Martín-Rincón | 64 05/09/2003, 08:29 a.m. básicas: su uso es recurrente en áreas de tráfico pesado (pasillos y patios) y espacios públicos (calles). Aunque no presentan un diseño particular, se observa en la mayoría de ellos la utilización de maestras cada 80 o 90 cm, lo que les da cierta modulación y diseño. La utilización de un mismo tamaño de roca parece ser una constante y, en algunos casos, se combina con el uso de adoquines sobre el eje de las calles (cf. Martín-Rincón, 2001) . Foto 2. Empedrado en la Calle del Obispo. Por otro lado, los pisos de ladrillo han sido encontrados, hasta ahora, en el interior de templos (catedral, iglesia de Santo Domingo e iglesia de los jesuitas), conventos (Santo Domingo y monjas de la Concepción), viviendas (dos casas de la familia Terrin) y en el hospital San Juan de Dios. En algunos de estos casos se identificaron maestras1 cada 80 o 90 cm. Se han encontrado también baldosas de 40 x 40 cm aunque éstas no hacen parte de pisos completos. Los únicos diseños definidos hasta ahora son en espina de pez dispuestas a 90° y 45°. El mortero utilizado es de cal y arena y, a menudo, se observa el uso de concha molida. En ambos contextos (religioso y habitacional) es común observar ladrillos fragmentados (Martín-Rincón, 2001). 1 Son cada una de las fajas de baldosa, ladrillo, roca o mortero, que, como referencia, se disponen para facilitar, ordenar y orientar el tendido de un lecho de piso o pavimento. 65 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 65 05/09/2003, 08:29 a.m. Foto 3. Piso interior del Convento Las monjas de la Concepción. En Panamá la utilización de ladrillos y piedra era restringida debido a su alto costo (Castillero, 1994), ello estaría confirmado incluso por la reutilización de fragmentos de ladrillos para el recubrimiento de los pisos. El uso de estos materiales se dio en las calles principales, edificios religiosos (templos, conventos y hospital), viviendas de personajes acaudalados (casas de la familia Terrin) y construcciones de carácter político (cabildo) (Castillero, 1994). Las estructuras arquitectónicas coloniales, en nuestro caso los pisos, nos ofrecen información acerca de la estratificación social de esta ciudad. La construcción de este tipo de inmuebles y, específicamente, de sus pisos, requiere del poder adquisitivo para la explotación y obtención de recursos materiales y control social que permita explotar los flujos de energía disponible (mano de obra). La diferenciación en la utilización de ciertos materiales revela desigualdades socioeconómicas marcadas e incluso el hecho de utilizar, como en el caso de las Casas de Terrin, ladrillos para los pasillos exteriores en la vivienda del marco de la Plaza Mayor, denota la intención de ostentar su poder económico (dado el costo del material utilizado).Es importante anotar además que los pisos identificados hasta ahora se relacionan con los otros poderes reguladores durante la colonia: el político (el cabildo) y el ideológico (iglesias y conventos). Esto confirma una vez más la concentración de recursos y energía alrededor de éstos. Estructuras arquitectónicas REV.VINCULADA.pmd 66 Juan Guillermo Martín-Rincón | 66 05/09/2003, 08:29 a.m. Los artefactos de uso doméstico y, específicamente, las mayólicas, han recibido especial interés. Hacen parte del registro arqueológico más tradicional y, de alguna manera, mejor documentado. La localización de Panamá La Vieja, como lugar de tránsito e intercambio de las mercancías provenientes del sur del continente y de Europa, permitió a sus pobladores acceder a un sinnúmero de artículos suntuarios, entre ellos, las lozas europeas. Este tipo de artefactos, en Panamá, ha sido ampliamente estudiado por Beatriz Rovira (1984, 1997, 2001 y este volumen). Son elementos que a pesar de su fragilidad son fáciles de transportar y permiten mostrar una posición social y un nivel adquisitivo. Foto 4. Plato europeo encontrado durante las excavaciones en el marco de la Plaza Mayor de Panamá la Vieja. La presencia de abundantes cerámicas provenientes de Europa, e incluso porcelana China, en contextos tempranos del Conjunto Monumental, a pesar de las características incómodas y adversas de la ruta transístmica, nos motivan a pensar que la adquisición de estos artefactos no hace parte sólo de preferencias estéticas, sino que poseen una connotación social muy importante (Rovira, este volumen). Son elementos indicadores de status, social y económico y, dado su carácter mueble, pueden ser transportados con mayor facilidad, si tenemos en cuenta la gran movilidad de los moradores de la antigua ciudad de Panamá. No sólo permiten trasladarse con 67 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 67 05/09/2003, 08:29 a.m. mayor comodidad sino que pueden hacerlo llevando consigo su posición social a través de las colonias españolas. Foto 5. Pasamanos Tipo I, “Nudo de cabeza de turco” asociados a enterramientos de la Catedral. Por otro lado, los artefactos de uso personal, en este caso los pasamanos, han sido identificados en contextos religiosos (Martín-Rincón y Figueroa, 2001). Este tipo de objetos, importados (su materia prima o el mismo pasamanos), son de carácter suntuario y de acceso restringido. No todos pueden acceder a esta clase de artefactos y muy probablemente menos pudieron irse a la tumba con ellos. En este contexto adquieren una doble significación: una por ser parte de un proceso ritual complejo que se relaciona directamente con la regulación social a través de las creencias religiosas (mediante estrictas reglas funerarias), la otra por “transgredir” algunas de estas reglas (la austeridad, por ejemplo) ya que este tipo de adornos hacían parte, seguramente, de prendas de vestir elaboradas que denotan un nivel económico diferencial. El hecho de ostentar durante un ritual religioso y público ornamentos costosos y suntuarios, no sólo indica la “transportabilidad” del status social sino que el mismo cadáver se convierte a su vez en objeto de ostentación por parte de la familia y allegados. Estructuras arquitectónicas REV.VINCULADA.pmd 68 Juan Guillermo Martín-Rincón | 68 05/09/2003, 08:29 a.m. Estratificación social, ostentación y “transportabilidad” del status Sin lugar a dudas, gran parte del éxito de la colonización española del Nuevo Mundo se debió al control de los flujos de energía a través de la religión (mediante la conversión), concentración del poder económico (esclavitud) y fortalecimiento del poder militar (construcción de fortificaciones). Un sistema social que marcaría y establecería diferencias sociales que permitían a las clases altas disponer y aprovechar el potencial de las más bajas en beneficio propio. Foto 6. “Bia, la hija ilegítima de CosimoI de Medici” Bronzino, 1542, Galería de los Uffizi. En nuestro caso el análisis de este conjunto de datos no puede basarse en la documentación histórica ya que la información que ofrecen los historiadores no es la prioritaria para los arqueólogos. Para acercarnos a la comprensión de la variabilidad social debemos incluir aspectos demográficos, rangos de impuestos, ocupaciones, diversidad étnica y relación interétnica, patrones de residencia y estructura social. Si queremos conocer aspectos relevantes de la cultura material y la estructura económica, tendríamos que manejar información específica acerca de los mecanismos, manifestaciones y variabilidad de la producción, e intercambio en la sociedad. Finalmente, y para acercarnos a los procesos de formación de sitio, requeriríamos información referente a las alteraciones en la tierra, métodos y secuencias 69 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 69 05/09/2003, 08:29 a.m. constructivos, desastres culturales y naturales, prácticas sanitarias y trabajos públicos. Toda esta información pasa desapercibida, en la mayoría de los casos, por el historiador y a menudo hace parte del registro histórico (Deagan y Scardaville, 1985). Incluso en muchas ocasiones las condiciones de los grupos marginales tan sólo están documentadas en el registro arqueológico. La organización socioeconómica, parcialmente, define cómo se distribuye la gente y cómo utiliza y aprovecha su espacio (tipos de asentamientos y residencias) a través de decisiones que se toman en sociedad. Este manejo espacial establece entonces la estructura del sitio, facilidades, edificios y la distribución de artefactos y de desechos. A través de este proceso, la organización socioeconómica afecta directamente los asentamientos, los patrones residenciales y la arquitectura asociada a ellos (Oswald, 1987). La variabilidad en las características de los elementos arquitectónicos utilizados y los grupos de artefactos asociados a ellos, son herramientas analíticas que permiten determinar status socioeconómico y diferencias temporales y funcionales reflejadas en el registro arqueológico (South, 1988). En nuestro caso y siguiendo a South, poseemos un conjunto de datos que corresponden a subsistemas sociales específicos: tecnológico, social, simbólico y comercial. Estos subsistemas poseen estrategias que permitieron a las elites explotar los recursos ambientales y la energía humana disponibles. Rovira contrasta la “pobreza” y austeridad de la vivienda colonial panameña con las vajillas cerámicas recolectadas durante las excavaciones arqueológicas, haciendo hincapié en que la simbología del prestigio, dado el carácter de tránsito de la ciudad, se desplaza de lo inmueble a lo mueble, en donde “...los signos de distinción se llevan a cuestas” (Rovira, este volumen). Estructuras arquitectónicas REV.VINCULADA.pmd 70 Juan Guillermo Martín-Rincón | 70 05/09/2003, 08:29 a.m. La ostentación es clave en los lugares en donde se adaptan y adecuan estructuras sociales preestablecidas y se redefinen los componentes de los estratos sociales. Quien dispone de recursos económicos y, por ende, dispone de autoridad, directa o indirecta, se da el lujo incluso de utilizar elementos de prestigio en su vivienda; elementos inmuebles y de, casi, imposible traslado. En la antigua ciudad de Panamá lo hace entonces quien proyecta radicarse y tiene los medios para sostener un status. Por el contrario, quien pretende una posición en la sociedad y es transeúnte en busca de riqueza, se ve obligado a ostentar elementos de prestigio transportables, que no necesariamente denotan ni determinan el poder adquisitivo ni el nivel social de quien los posee, tan sólo le facilitan el “transporte” de un status a través de las colonias. Es así cuando la ostentación se convierte en ese pretender ser, tan característico de nuestra sociedad. BIBLIOGRAFÍA CASTILLERO, A. (1994). La Vivienda Colonial en Panamá. Historia de un Sueño. Panamá: Fondo de Cultura SHELL. DEAGAN, K. y M. SCARDAVILLE. (1985). “Archaeology and History on Historic Hispanic Sites: Impediments and Solutions”. Historical Archaeology 19(1):3237. LEONE, M. y P. Jr. POTTER. (1988). “Issues in Historical Archaeology”. En: The Recovery of Meaning, Historical Archaeology in The Eastern United States. M. Leone y P. Jr. Potter. (Eds.). Washington D.C.: Smithsonian Institution Press, pp. 1-23. MARTÍN-RINCÓN, J. G. (2001). “Pisos coloniales de Panamá La Vieja: una manera de afianzar el status”. En: Arqueología de Panamá La Vieja – Avances de Investigación, Época Colonial. B. Rovira y J.G. Martín-Rincón (Eds.). Panamá: Patronato Panamá Viejo, pp. 225 - 238. MARTÍN-RINCÓN, J. G. y P. FIGUEROA. (2001). “Pasamanería colonial: el arte de anudar y trenzar hilos”. En: Arqueología de Panamá La Vieja – Avances de 71 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 71 05/09/2003, 08:29 a.m. Investigación, Época Colonial. B. Rovira y J.G. Martín-Rincón (Eds.). Panamá: Patronato Panamá Viejo, pp. 215 -224. OSWALD, D. B. (1987). The Organization of Space in Residential Buildings: A Cross-cultural Perspective. En: Method and Theory for Activity Area Research: an Ethnoarchaeological Approach. S. Kent (Ed.) New York: Columbia University, pp. 295-448. ROVIRA, B. (1984). “La cerámica histórica en el ciudad de Panamá: tres contextos estratigráficos”. En: Recents Developments in Isthmian Archaeology. F. Lange (Ed.) Oxford: British Archaeological Reports, International Series, pp. 288315. ROVIRA, B. (1997). “Hecho en Panamá: la manufactura colonial de mayólicas”. Revista Nacional de Cultura 27:67-85. Panamá. ROVIRA, B. (2001). “Presencia de mayólicas panameñas en el mundo colonial: algunas consideraciones acerca de su distribución y cronología”. Latin American Antiquity, 12 (3). págs SOUTH, S. (1988). “Santa Elena, Threshold of Conquest”. En: The Recovery of Meaning. Historical Archaeology in The Eastern United States. M. Leone y P. Jr. Potter (Eds.) Washington D.C.: Smithsonian Institution Press, pp. 27-71. TRIGGER, B. (1992). Historia del pensamiento arqueológico. Barcelona: Editorial Crítica. JUAN GUILLERMO MARTÍN-RINCÓN Antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia. Es el coordinador de arqueología del proyecto arqueológico de Panamá La Vieja (Aptdo. Postal 87-4432, Zona 7 Ciudad de Panamá, Panamá). Su área de interés ha sido la arqueología histórica. Actualmente desarrolla un proyecto de investigación sobre la ocupación prehispánica del este de Panamá. E-mail: spiff94@hotmail.com Estructuras arquitectónicas REV.VINCULADA.pmd 72 Juan Guillermo Martín-Rincón | 72 05/09/2003, 08:29 a.m. La arqueología histórica como historia de vida Elena Uprimny Departamento de Antropología Universidad de los Andes Resumen D urante los años 1999 y 2000 se llevó a cabo la prospección arqueológica de la Casa Torresar, situada en la Calle de La Universidad de la ciudad de Cartagena de Indias, Colombia. Por un lado, se excavaron ciertas zonas dentro de la vivienda con el objetivo de conocer las diferentes etapas de la construcción de la morada. Por otro, se trabajó en forma minuciosa en las zonas de abundante basura doméstica encontrada en la parte posterior del inmueble y en el patio trasero. El estudio histórico señala que el personaje más reconocido, antiguo habitante de esta morada, fue don Juan de Díaz Pimiento y Torresar. A partir de estos análisis se elabora una disquisición sobre la interrelación entre la identidad cultural y el estudio del género “Historias de Vida”. PALABRAS CLAVE arqueología histórica, historia de vida, Torresar, identidad. 73 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 73 05/09/2003, 08:29 a.m. Abstract D uring the years 1999 and 2000 an archaeological survey of the Casa Torresar, located at Calle de la Universidad in Cartagena de Indias, Colombia, was carried out. On the one hand, certain zones within the living quarters were excavated in order to establish the different building stages of the dwelling. On the other, middens found at the rear part of the building and in the backyard were thoroughly unearthed. Historical study indicates that the most prominent old dweller of this house was don Jose de Díaz Pimiento y Torresar. From these analyses a disquisition on the interaction between the cultural identity and the study of “Life Stories” genre is carried out in this article. KEYWORDS historical archaeology, life stories, Torresar, identity. La arqueología Histórica como historia de vida REV.VINCULADA.pmd 74 Elena Uprimny | 74 05/09/2003, 08:29 a.m. Durante los años 1999 y 2000 se realizaron 17 Unidades de Excavación en una casa de 2600 metros de construcción en la actual Calle de La Universidad de la ciudad de Cartagena. Los sondeos se efectuaron en los sectores del acceso y de la zona central de esta vivienda, así como en el recinto y patio posteriores. En la zona central se hallaron evidencias de las diferentes etapas de construcción: durante el siglo XVII y, aún tal vez en el XVI, se elevaron los cuerpos delantero y trasero. Hacia el final de este período, se hizo lo mismo con el cuerpo lateral. Con posterioridad, en el siglo XVIII, se construyó un segundo piso, (reafirmado por la huella de la antigua cumbrera en un muro del segundo piso) y se adicionó una arcada central al patio, es decir, se enalteció la casa. Figura 1. Plano del levantamiento de la primera planta de la casa Torresar al inicio de las excavaciones. Se indica la ubicación de las 17 Unidades de excavación. (Cortesía de Cristina Vieco). El recinto posterior contenía restos arqueológicos, un gran aljibe y huellas de humo en los muros. Probablemente en esta sección se llevaron a cabo labores de cocina y almacenamiento. El patio trasero (el cual pudo haber hecho parte del centro de manzana) mostró gran cantidad de basura acumulada desde el siglo XVII hasta la actualidad. 75 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 75 05/09/2003, 08:29 a.m. Foto 1: Casa del Marqués de Premio Real (tomado de Escovar et. al., 2001: 38). Los restos arqueológicos consistieron de gran cantidad de cerámica (más de 2500 fragmentos), vidrio, huesos de fauna (estudiados actualmente por la Dra. Elizabeth Ramos),artefactos metálicos, restos contemporáneos de tela, caucho, plástico, etc. Según la documentación histórica esta construcción perteneció, durante el XVIII, a don Juan de Díaz Pimiento y Torresar; quien fuera gobernador de Cartagena entre 1772 y 1782, y probablemente fue él mismo quien enalteció la vivienda. Don Juan estaba casado con una criolla, doña Maria Ignacia de Sala y Hoyos, nieta de los muy prestantes marqueses de Valdehoyos y del Premio Real. De hecho, las reformas arquitectónicas del Siglo XVIII recuerdan el estilo de la famosa casa del marqués de Valdehoyos. Foto 2: Casa del Marqués de Valdehoyos (tomado de Escovar et. al., 2001: 58). A lo largo del siglo XX fue utilizada como colegio, como hotel (en la basura del patio había un sello de caucho de la Corporación de Turismo) y como fábrica y bodega de licores (Vieco, 2000). En el momento de los trabajos arqueológicos, el cuerpo delantero era empleado como La arqueología Histórica como historia de vida REV.VINCULADA.pmd 76 Elena Uprimny | 76 05/09/2003, 08:29 a.m. recinto para diferentes cafeterías y loncherías estudiantiles, pues al frente se encuentra la sede de la Universidad de Cartagena, emplazada en el antiguo convento de San Agustín. Los sectores posteriores se encontraban abandonados, con restos de grandes toneles de licor. Una casa es, entonces, como un ser vivo: en permanente proceso de evolución. Algunos aspectos se mantienen, otros cambian. Ellos reflejan diversos procesos sociales. Precisamente estos procesos son los que estudiamos los arqueólogos y los historiadores. Cerámica arqueológica El análisis del sitio se fundamentó en la cerámica excavada: desde los restos fabricados en el siglo XVI hasta los del siglo XX. El 90% de los fragmentos fueron elaborados localmente, sólo el 10% corresponde a cerámica foránea. Dado que los primeros se utilizaron para labores culinarias o como recipientes y que los segundos fueron utilizados para el servicio de comedor ¿Se podría asumir que por cada 9 personas de servicio (especialmente esclavos) hay un individuo de la elite? O ¿Qué el 90% de las actividades fueron culinarias? Foto 3: Casa Torresar al inicio de las excavaciones. Se puede cotejar esta relación porcentual con las asociaciones estratigráficas y con su ubicación: por supuesto la cerámica local (de uso culinario y de servicio doméstico) está asociada en su totalidad a los restos de fauna. Los 77 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 77 05/09/2003, 08:29 a.m. niveles más antiguos señalan una mayor utilización de la cerámica local. La zona del patio central tiene una menor cantidad de estos restos y allí la proporción de cerámica importada es mayor. Fue interesante también observar que los artefactos no cerámicos más contemporáneos se encontraron en las Unidades de Excavación del patio trasero más cercano a la casa. Tenemos entonces que durante los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX se arrojó la basura en la sección posterior y durante el XX, la poca que hay, cerca de la casa. Igualmente se colige que durante estos primeros siglos se utilizó una mayor cantidad de cerámica burda local. Vale la pena detallar aquí, aunque sea en forma somera, la proporción de la cerámica según el sector de su ubicación ( VER FOTO 1). Cuerpo delantero: Foto 4: Fragmentos de cerámica hallados en la casa Torresar: Arriba primero a la izquierda estilo Crespo. Otros estilo Cartagena criollo. El estilo Crespo (local, más burdo, esencialmente de uso culinario) duplica la cerámica foránea (siglos XVI a XIX) y duplica también el estilo Cartagena Criollo (de uso doméstico, proveniente del tejar de San Bernabé en Tierra Bomba, el cual produjo cerámica entre 1650 y 1767). Este cuerpo es el más antiguo de la casa, como es usual en Cartagena, construido hacia finales del XVI o inicios del XVII. Con las exploraciones en este sector La arqueología Histórica como historia de vida REV.VINCULADA.pmd 78 Elena Uprimny | 78 05/09/2003, 08:29 a.m. se buscó también, inútilmente, la asociación con la huella del “muerto” de una escalera ya desaparecida. Cuerpo trasero: Foto 5: Fragmentos de cerámica hallados en la casa Torresar de estilo Cartagena criollo. Este cuerpo también es original de la primera etapa de construcción de la casa. Allí, la cerámica foránea (siglos XVI a XIX) corresponde únicamente a la cuarta parte de los vestigios de estilo Crespo, así como también a la cuarta parte de aquellos provenientes de tejar de San Bernabé. La diferente proporción de fragmentos entre estos dos cuerpos contemporáneos se debe ante todo al uso de los mismos: en el primer caso, se trata del acceso a la edificación, y en el segundo el de las actividades culinarias. Patio Central: Los escasos fragmentos señalan una proporción equivalente al cuerpo delantero, es decir, el estilo Crespo duplica los otros dos. En este caso, entre los restos foráneos sobresalen aquellos del siglo XVII. Esta zona presentó la mayor cantidad de cambios arquitectónicos, especialmente durante el siglo XVIII, lo cual explica esta peculiaridad. 79 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 79 05/09/2003, 08:29 a.m. Patio posterior sector cercano a la vivienda: Aquí tenemos ante todo vestigios del siglo XIX y del siglo XX. La proporción de fragmentos muestra que el 85% es cerámica foránea (ante todo de origen inglés), el 3% Cartagenero criollo y el 12% Crespo. Es decir, es nuevamente evidente que a partir de la independencia las relaciones comerciales con Gran Bretaña aumentan considerablemente, la fábrica del tejar de San Bernabé cesa su producción y continúa, aunque en menor cantidad, el consumo de cerámica culinaria local. Patio posterior sector lejano a la vivienda: En este sector la diferencia estratigráfica es evidente. Durante los siglos XVII y XVIII tenemos que el 43% es importado, el 39% corresponde al estilo Crespo y el 18% pertenece al estilo Cartagena criollo. Posteriormente durante los siglos XIX y XX, el 10% es estilo Crespo, el 73% es foráneo y 9% es Cartagena criollo, lo cual confirma la interpretación anterior. Identidad, arqueología e historias de vida Se ha tratado de relacionar nuestra identidad actual ante todo con datos de culturas prehispánicas y con datos etnográficos. Pero no siempre esta relación es exitosa. Poco tenemos de prehistóricos y nuestras culturas indígenas actuales tienen también 400 años de cambios (algunos de ellos escuchan rock y usan computador) bajo la influencia del mundo occidental. La arqueología Histórica como historia de vida REV.VINCULADA.pmd 80 Elena Uprimny | 80 05/09/2003, 08:29 a.m. Tanto la historia como la literatura de los últimos 400 años son excelentes fuentes para el conocimiento de nuestra identidad. Se refieren, frecuentemente en forma algo marginal, a relaciones sociales, interétnicas, laborales, de género, de clases, a veces producen datos demográficos, anécdotas sobre la existencia de grupos sociales y de sus actividades, etc. Pero solo la arqueología histórica puede explicar, aunque sea solo parcialmente, los procesos culturales. Es decir, nuestra identidad no está en la mera descripción de los diferentes grupos de los cuales descendemos. Está en el conocimiento y explicación de los procesos de interacción de estos grupos. ¿Cómo ocurren? ¿Cómo varían regionalmente? ¿Cómo cambian a lo largo del tiempo? ¿Cuál es la diferencia entre lo urbano y lo rural? Estos procesos se reflejan en la evidencia arqueológica más que en otras fuentes, así antes que ser descartadas deben ser explicadas. Buen ejemplo de estos procesos culturales variables se encuentra en las diferentes características evolutivas de la cerámica local posterior al período prehispánico: en unos casos varía la decoración, en otros cambian las formas o se altera la técnica de fabricación. Según la zona y el paso del tiempo, estos cambios y diferencias reflejan diversas relaciones sociales (Therrien et al., 2002). A pesar de la común añoranza por las culturas prehispánicas o por la arquitectura colonial (Tellez, 1995), nuestra identidad no tiene nada de “pureza”. Cambia a lo largo del tiempo y es variable en diferentes regiones (Herrera, 2002). Me permito hacer una analogía con la música. Nuestra malograda Ministra de Cultura, Doña Consuelo Araujonoguera, recientemente propuso que no se debería promover el rock, tampoco el jazz y, aún menos, la música “culta” llamada también “clásica”. Solamente se escucharía música autóctona: el bambuco, el vallenato, el pasillo, el joropo. Por supuesto, estos últimos tampoco son autóctonos: son una interesante 81 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 81 05/09/2003, 08:29 a.m. combinación melódica, armónica, rítmica e instrumental europea, americana y africana, adaptada a las condiciones locales. Por ejemplo, el joropo llanero, de ritmo europeo (6/8 combinado) con una acentuación muy singular (¿africana?), se ejecuta con un arpa europea algo transformada y con un “cuatro” también adaptado de los instrumentos europeos. Se escucha al calor de unas cervezas, de guarapos de fruta, de aguardiente de caña, o de whiskey inglés, mientras se consume mamona. Tal vez el único de origen nativo es el guarapo de fruta! Se baila como cualquier danza europea, siempre en pareja, con ropas también del Viejo Continente. Su texto relata frecuentemente historias de vida y situaciones vivenciales relativamente recientes y características de la región. Este canto es ejecutado por voces masculinas agudas (no tan europeas). Probablemente son esas historias de vida las que la hacen autóctona y, por lo tanto, más fácilmente producen sentimientos de identidad: se refieren a problemas concretos de los personajes, a sus vivencias, a sus sentimientos. No se trata de probar científicamente si estos problemas, vivencias y sentimientos ocurrieron. Se trata de identificarlos como propios. En este contexto, la arqueología histórica y, más específicamente, las historias de vida basadas en los hallazgos, también son útiles para la comprensión de la identidad. Utilizo aquí el término “historias de vida” como equivalente al vocablo norteamericano storytelling. Sin embargo, sería también posible la traducción literal, “contar historias”, ya que éstas se refieren a anécdotas específicas. Las historias de vida reúnen aspectos literarios, históricos y arqueológicos. No responden a los intereses generales de la arqueología tradicional y aún menos a aquellos de la arqueología científica. Sin embargo, nos liberan del dilema entre presentar el pasado bajo el lente de un modelo teórico o seguir nuestra imaginación individual. Es una forma más de La arqueología Histórica como historia de vida REV.VINCULADA.pmd 82 Elena Uprimny | 82 05/09/2003, 08:29 a.m. explicar los sitios arqueológicos, no reemplaza las interpretaciones arqueológicas tradicionales. Son una forma interpretativa moderna –o post-moderna- que no nos demanda responder las “preguntas teóricas básicas” (Praetzellis, 1998). Me atrevería a afirmar que sería este género una posible aplicación de la Teoría de Acción, propuesta por Marcus y Flannery, a la Arqueología Histórica (Marcus y Flannery, 1996). En nuestra profesión hay una desafortunada tendencia a menospreciar la literatura popular. Esta se percibe como opuesta a la documentación técnica o científica (Deetz, 1998). Según este mismo autor, para desventaja nuestra hemos despreciado los aspectos emocionales de nuestro material, interesándonos más en los reportes de sitios arqueológicos que, sin duda, son importantes pero no los únicos. Si queremos continuar con nuestro trabajo, éste debe efectuarse en el contexto de la percepción pública. En nuestra actual maraña colombiana, si queremos hacer algún aporte a la comprensión de la identidad, debemos utilizar lenguajes apropiados para ello. Pero el alcance de estas “historias de vida” es aún mayor: a medida que intentamos elaborarlas nos vemos forzados a alejarnos de una visión microscópica de los hallazgos. Incesantemente esto nos lleva a recapacitar sobre lo que conocemos y lo que deseamos conocer de nuestros sitios (McKee y Galle, 2000). Frecuentemente, entonces, ponemos en evidencia aspectos interesantes de los procesos culturales del pasado. Datos arqueológicos e históricos de esta investigación en la casa Torresar se prestarían a unas historias de este género. Durante la restauración arquitectónica de la casa Torresar fue hallada una cama en el patio posterior. Una cama de bronce completa, con espaldar, apoyo de pié y soporte que había sido arrojada a la basura. 83 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 83 05/09/2003, 08:29 a.m. Foto 6. Cama de bronce hallada entre la basura de la casa Torresar. Este es un acto poco usual. Una cama se regala, se vende, se repara, se adjudica para uso de otros individuos de la casa, pero no se bota a la basura. Este tipo de mobiliario fue muy utilizado por las clases más pudientes a partir del siglo XVII (http:// www.furniturefind.com, http: //www. colonialbrass.com). Si asumimos que esta cama fue utilizada por don Juan de Díaz Pimiento y Torresar ¿qué clase de explicación damos al hecho? Los conceptos de higiene y contagio del siglo XVIII, no se prestan a pensar que se haya descartado el mueble por estar “infectado”. Además no se hallaron vestigios de otros muebles ni piezas de ropa contaminados. ¿Sería que don Juan (español de 76 años) halló a su esposa (criolla de 17 años) en actividades “non sanctas” en aquel lecho y en un acto de ira arrojó la cama a la basura? Interesante historia para explicar el hallazgo. Corría el año de 1782 y ante la irrevocable renuncia del Virrey Manuel de Flores, Don Juan de Diaz Pimiento y Torresar fue nombrado virrey interino. Se le adjudicó un sueldo correspondiente a la mitad del sueldo asignado a este empleo. Emprendió entonces, acompañado de su familia y algunos soldados, el viaje hacia Santa Fé de Bogotá. Múltiples periplos acaecieron durante este trayecto por el río Magdalena (Anónimo, 1980), entre otros, el parto de un hijo malnacido. La arqueología Histórica como historia de vida REV.VINCULADA.pmd 84 Elena Uprimny | 84 05/09/2003, 08:29 a.m. Doña María Ignacia se enfrentó entonces a un mundo totalmente desconocido para ella: “el sentimiento de dejar a su madre y hermanas la afligía” (Anónimo, 1980). Además esta era la primera vez que ella embarcaba. Buena parte de estos periplos a los cuales hace referencia el cronista recuentan las condiciones precarias del viaje: muebles totalmente inadecuados para uso de la virreina, exigüidad de alimentos, alojamientos precarios. Doña María Ignacia no llevó ningún mobiliario adecuado. No se hizo acompañar de sirvientas y ni siquiera trajo un elemental avío para los primeros días. Durante el mes que transcurrió entre el nombramiento y el inicio del viaje (24 de marzo a 21 de abril de 1782) no tuvo información sobre las condiciones del viaje. Ni siquiera manifestó alegría por ser ella la primera virreina criolla. Tenemos entonces que la joven señora conocía muy poco de las situaciones y condiciones que le esperaban. Su mundo se limitaba al mundo femenino del “corralito de piedra”. Sí, éste era un mundo femenino. Los estudios demográficos de la Cartagena del siglo XVIII (Meisel y Aguilera, 1998) confirman la alta proporción del género femenino vs el género masculino. Pero este universo mental de las mujeres de la clase criolla más prestante, carecía por completo de poder político o de información sobre el mundo “externo”. Nuestra virreina fue lanzada abruptamente a un mundo masculino, acuático y escaso, lejos del bienestar acostumbrado, sin posibilidades de compartir sus inquietudes con otras mujeres. El estudio de la proporción cerámica hallada en su vivienda confirma esta visión: la escasa cantidad de vajilla europea durante el siglo XVIII, más dada a ser utilizada en actividades sociales con importantes visitantes, puede interpretarse aquí como un reflejo de una exigua relación con información foránea. 85 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 85 05/09/2003, 08:29 a.m. Es decir, el imaginario masculino (algo más cosmopolita) y femenino de la Cartagena del siglo XVIII difieren enormemente ¿Tendrá esta interpretación una relación con el imaginario de los cartageneros contemporáneos? En el Puerto de Honda don Juan de Díaz Pimiento y Torresar fue recibido por el arzobispo don Antonio Caballero y Góngora quien le ofreció excelentes banquetes. El arzobispo, declarando encontrarse indispuesto, comió poco. Al cabo de algunos días se inició el ascenso a Santa Fé y a medida que transcurría el trayecto, don Juan enfermaba más. A pesar de los diligentes cuidados de don José Celestino Mutis, médico y botánico, quien acompañaba al arzobispo, don Juan falleció en la localidad de Facatativá el 11 de junio de aquel mismo año y, por lo tanto, según la ley, don Antonio Caballero y Góngora fue nombrado virrey (Anónimo, 1980). Otras interesantes interpretaciones pueden sugerirse a partir de estos hechos. Por supuesto, un estudio paleopatológico de los restos de don Juan aclararía la sugerencia de un posible envenenamiento ¿O podría lograrse con un estudio de la basura de las residencias de Mutis y Caballero y Góngora? Se han esbozado aquí apenas posibles historias de vida basadas en la documentación histórica y en los hallazgos de la casa Torresar. Estas nos permiten plantear algunas conclusiones: Por un lado, las historias de vida son una forma de imaginería. El uso de imágenes es acertado para trabajar las representaciones del mundo (Little, 2000). La imaginería traduce el mundo real y el mundo deseado. Es una forma entonces de comprender nuestra identidad. Por otro, podemos afirmar, como dice Gibb (2000), que elaborar historias de vida no solamente atrae y capta al público: es una forma de análisis arqueológico ya que explora nuevas visiones y realza sutilezas de las relaciones sociales, pasadas por La arqueología Histórica como historia de vida REV.VINCULADA.pmd 86 Elena Uprimny | 86 05/09/2003, 08:29 a.m. alto en análisis convencionales. Al integrar la narrativa literaria con la documentación material, se sugieren patrones culturales y relaciones sociales que los arqueólogos examinarán posteriormente en documentación de archivo y en evidencias arqueológicas (Lewis, 2000). He tratado en estas breves palabras incitar a mis colegas hacia las “historias de vida”. Propongo y sugiero esta forma de hacer arqueología histórica. Como plantea Majewski (2000), la inherente interconexión entre el ámbito literario y el reporte técnico nos reta a explorar las áreas de intersección entre ambas. Damos la bienvenida por lo tanto, al potencial de las “historias de vida”, tanto para la interpretación pública como para el análisis arqueológico. AGRADECIMIENTOS Al Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes la ayuda prestada para la presentación de esta ponencia en el II Congreso Nacional de Arqueología llevado a cabo en la ciudad de Ibagué los días 9,10 y 11 de mayo de 2002. Al arquitecto Ernesto Moure por permitir y estimular la labor arqueológica llevada a cabo en esta casa. BIBLIOGRAFÍA ANÓNIMO. (1980). Un Virrey Apoplégico. En: Crónica Grande del Río Magdalena. A. Noguera. (Comp). Bogotá: Fondo Cultural Cafetero. DEETZ, J. (1998). “Discussions: Archaeologist as Storytellers”. Historical Archaeology 32 (1): 94-96. 87 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 87 05/09/2003, 08:29 a.m. ESCOVAR, A.; OBREGÓN, D. y R. SEGOVIA. (2001). Guía Cartagena. En: Guías Elarqa de Arquitectura Tomo I. Bogotá: Ediciones Gamma. GIBB, J. (2000). “Imaginary, But by No Means Unimaginable: Storytelling, Science, and Historical Archaeology”. Historical Archaeology 34 (2): 1-6. HERRERA, M. (2002) Ordenamiento Espacial y Control Político en las llanuras del Caribe y en Los Andes Centrales Neogranadinos, siglo XVIII. Bogotá: ICANH. LEWIS, K. (2000). “Imagination and Archaeological Interpretations: A Methodological Tale”. Historical Archaeology 34 (2): 7-9. LITTLE, B. (2000). “Compelling Images Through Storytelling: Comment on Imaginary, But by No Means Unimaginable: Storytelling, Science, and Historical Archaeology”. Historical Archaeology. 34 (2): 10-13. MAJEWSKI, T. (2000). “We are Storytellers: Comments on Storytelling, Science, and Historical Archaeology”. Historical Archaeology 34 (2): 17-19. MARCUS J. y F. KENT. (1996). Zapotec Civilization. Londres: Thames and Hudson. MCKEE, L. y J. GALLE. (2000). “Scientific Creativity and Creative Science: Looking at The Future of Archeological Storytelling”. Historical Archaeology. 34 (2): 14-16. MEISEL, A. y M. AGUILERA. (1998). “Cartagena de Indias en 1777: un análisis demográfico”. Boletín Cultural y Bibliográfico 34 (45): 21-57. PRAETZELLIS, A. (1998). “Introduction: Why Every Archaeologist Should Tell Stories Once in a While”. Historical Archaeology 32 (1): 1-3. TÉLLEZ, G. (1995). Casa Colonial. Bogotá: Villegas Editores. THERRIEN, M.; UPRIMNY, E; LOBO GUERRERO, J.; SALAMANCA, M. F.; GAITÁN, F. y M. FANDIÑO. (2002). Catálogo de Cerámica Colonial y Republicana en la Nueva Granada. Bogotá: FIAN, Banco de la República. VIECO, M. V. (2000). Casa Torresar, Estudio Histórico. Informe Inédito. http://www.colonialbrass.com http://www.furniturefind.com ELENA UPRIMNY Licenciada en Antropología de la Universidad de Los Andes con master en Antropología SUNY, Buffalo, N.Y. Actualmente es profesora titular del departamento de Antropología de la Universidad de Los Andes. Sus temas de interés en investigación son los referentes a la arqueología histórica, las historias de vida, la teoría arqueológica, la identidad y el patrimonio E-mail: euprimny@uniandes.edu.co La arqueología Histórica como historia de vida REV.VINCULADA.pmd 88 Elena Uprimny | 88 05/09/2003, 08:29 a.m. Correrías de san Pedro Claver: narrativas alrededor de la cultura material Monika Therrien Departamento de Antropología Universidad de los Andes Resumen D esde la mirada de la arqueología histórica hasta la del turismo cultural, se narran las correrías de san Pedro Claver como objeto de devoción y de milagros en el siglo XVII, protagonista en la expulsión y el regreso de la comunidad jesuita en los siglos XVIII y XIX, y como representación artística y redentor de la estética de los cuerpos marginados y excluidos del escenario histórico en el siglo XX. Mediante el seguimiento arqueológico, documental y oral de los diversos traslados a los que fueron sometidos los restos óseos y las imágenes de Claver: por la muralla, las iglesias y el edificio del colegio de la Compañía en Cartagena de Indias y la plaza que la circunda, se construye un marco narrativo que ayuda a aproximarnos a los diferentes momentos y significados del culto al santo que dedicó parte de su vida a cristianizar esclavos africanos. Estos restos óseos hacen parte de una de las tantas esferas de la cultura material, la del cuerpo (otras pueden ser el paisaje, la ciudad o la música), con la que en el contacto intercultural se instituye y confiere sentido a la diferencia: se define cual es puro y cual salvaje, cual es bello y cual enfermo. A través de esos cuerpos se configuran los espacios físicos y sociales donde se exhiben, se transforman, se recuerdan y se olvidan, conformando múltiples capas de memorias que alientan esta narración y que propende por difundirla en múltiples relatos. PALABRAS CLAVE narrativas, cultura material, cuerpo, arqueología histórica, turismo cultural. 89 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 89 05/09/2003, 08:29 a.m. Abstract F rom an historical archaeology perspective to that of cultural tourism, the displacements of saint Pedro Claver as object of cult and miracles in the 17th century, as a central character in the expulsion and return of the jesuitic religious order in the 18th and 19th centuries, and as an artistic icon and emancipator of marginalized and excluded bodies from the historical scenario in the 20th century, are narrated. Based on archaeological, documentary and oral data, the transfer of his skeletal remains as well as his images along the city walls, the church and the school of the Jesuit Society in Cartagena de Indias as well as the plaza that surrounds them, is used to construe a narrative framework that helps us understand the different moments and meanings of the cult rendered to this saint dedicated to christianize African slaves. These skeletal remains make part of one sphere of material culture studies, that of the body (others may be the landscape, the city or music), through which difference is stated and conferred in intercultural contact and where pure and savage, beautiful and sick bodies are defined. It is with these bodies that social and physical spaces are structured and where they are exhibited, transformed, remembered and forgotten, forming multiple layers of memories that give way to this narrative and encourages further ones. KEYWORDS narratives, material culture, body, historical archaeology, cultural tourism. Correrías de san Pedro Claver: Monika Therrien | 90 REV.VINCULADA.pmd 90 05/09/2003, 08:29 a.m. Introducción El cuerpo entendido como cultura material se convierte en el bastidor de relatos con que se significan las identidades y mediante el cual los individuos y los grupos se comunican cuando establecen contacto. Este contacto de los cuerpos determina un orden y una forma de organizar las relaciones entre esos grupos, y son específicos para cada escenario y tiempo. No obstante su versatilidad, existen ciertas narraciones que se apropian de estos cuerpos y los encajonan, negando a espectadores y oyentes la posibilidad de recrear sus propios relatos y activar formas alternas de significación. En efecto, derivadas de las ideologías nacionales modernas, se estatuyen distintas narrativas sobre el pasado, algunas de ellas basadas en el cuerpo, en las que prima sólo una versión de lo acontecido. En las arqueológicas, las momias y entierros, con sus ricos y bellos ajuares, se convierten en los íconos de culturas extintas que cobran vida en los museos y parques arqueológicos como las raíces de la identidad del país. En las narraciones históricas, las obras y los proyectos políticos de próceres y adalides, representados y reiterados en pinturas, fotografías y esculturas distribuidas en recintos públicos y privados, de grandes ciudades como de pequeños pueblos, anuncian el advenimiento de una modernidad equitativa y equilibrada. Otras más, como las arquitectónicas, convierten a estas personalidades y culturas desaparecidas en grandes monumentos que opacan la memoria de otros tiempos, hechos y protagonistas: la Quinta de Bolívar, el claustro de san Pedro Claver o Ciudad Perdida. Los relatos que se desprenden de estas narraciones: los paquetes turísticos, los textos escolares y los espacios cotidianos rinden sus versiones particulares de los hechos, asumiendo como natural la notoriedad de esos objetos: son la es-sentia. 91 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 91 05/09/2003, 08:29 a.m. Así mismo, con el afán de activar una creciente población y fortalecer en ella una ideología del consumo, que propende por estructurar y satisfacer las múltiples identidades individualizadas de hoy, también se emplean otros mecanismos, como los comics, las novelas, el cine, que asimilan y divulgan versiones trivializadas de los eventos pasados. Estas narraciones, percibidas como del sentido común, se acogen sin cuestionamiento porque son ligeras y atractivas, a la vez que crean sentimientos de complicidad al reflejar ideales que son compartidos por buena parte de la población, lo cual propicia su reproducción en relatos que circulan masivamente. Son versiones antagónicas a las anteriores y por esto desde el saber experto comúnmente son clasificadas de nonsense o absurdas; es decir, non-sentia. Las narrativas, entendidas como las expresiones más difundidas de los marcos discursivos oficiales, se convierten entonces en un instrumento poderoso que moldea lo que puede o no ser pensado por los individuos en sus relatos. Por lo general, la información que le llega al público es suministrada primero por distintos medios de comunicación y en ella se mezclan, en distintos grados de acuerdo al tema, versiones tanto fantasiosas como fundamentadas en estudios de los hechos del pasado. Una de las razones principales de estas estructuras narrativas es la de captar más seguidores, pero también está la de subsanar las dificultades que ofrecen para la comprensión los textos especializados y la poca acogida que tienen entre las masas por su lenguaje técnico. Aun cuando tal esquema sea tentador, por lo que se puede atraer un público más amplio, no es el recurso que se seguirá en la siguiente narración. No obstante, si es claro que con el ánimo de propiciar un puente para impulsar relatos más diversos, no encajonados y con contenidos creativos, hay que diseñar otras opciones narrativas que permitan a los lectores experimentar Correrías de san Pedro Claver: Monika Therrien | 92 REV.VINCULADA.pmd 92 05/09/2003, 08:29 a.m. diferentes perspectivas de un mismo hecho y entender que pueden existir distintas versiones. Se trata también de lograr erradicar la percepción de que los sujetos/objetos no poseen de manera natural ciertas dotes que los hacen superiores ni estas son conferidas por poderes extrasensoriales o metafísicos, son significados y construidos al verlos, tocarlos o mencionarlos: son ex-sentia. Para abordar el significado del cuerpo a través de Pedro Claver, el santo y el monumento que porta su nombre en Cartagena de Indias, pondré en contexto algo del escenario. La comunidad de la Compañía de Jesús llegó a Cartagena en 1604, aproximadamente 80 años después de la fundación de la ciudad. En un comienzo se instalan cerca de la plaza mayor de la ciudad y luego, en 1614, se trasladan al sitio que ocupan actualmente, cercano a la plaza de la aduana donde anclaban todos los barcos y hasta donde llegaban también los piratas. En 1610, cuando cumplía 30 años de edad, el sacerdote español Pedro Claver arriba a la Nueva Granada para terminar sus estudios, primero en Santafé, luego Tunja y, finalmente, 5 años después se instala en Cartagena, donde firma sus votos solemnes: Petrus Claver aethiopum semper servus e iniciaría una particular manera de vida que lo individualizaría y diferenciaría del resto. Prólogo: el milagro del cuerpo ¿Por qué es importante el cuerpo de san Pedro Claver? Antes de que Claver iniciara sus labores de cristianización,1 1 Los apartes de los relatos citados aquí son tomados de los testimonios brindados por varios testigos en el proceso de canonización y beatificación de Claver. El documento que reúne toda la información, compuesto aparentemente por 1771 folios, fue enviado a Roma, se desconoce la fecha (Rodríguez, 1997). 93 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 93 05/09/2003, 08:29 a.m. el también jesuita Alonso Sandoval, se había inclinado por socorrer y bautizar a los africanos traídos a América, etíopes como los llamó, privilegiando así su procedencia y no su color negro, ni la condición de esclavos o la de moros paganos. Para acometer esta labor se aplicó al estudio del origen, lengua, costumbres y temperamento de todos aquellos que arribaron al puerto, información que luego fue compendiada en su obra Historia de la Etiopía. Ni el inmenso conocimiento prodigado por este documento, ni su interés personal por los africanos, fueron razones suficientes para llevar a reconocer históricamente en Sandoval al redentor de los esclavos, como si se hizo con su alumno Pedro Claver. Aunque éste último siguiera las instrucciones de su tutor: bautizar confesar, proteger y auxiliar en la enfermedad y en el bien morir a los etíopes, su notoriedad como futuro santo se suscitó a partir de su actuación paradójica2 como religioso frente al proceso civilizador que se desenvolvía en ciertos círculos de occidente. Como misión, la Compañía de Jesús se propuso reestablecer la alianza perdida con Dios, en medio de la marcha de un proceso donde los humanos se erigían por encima de todas las demás formas de vida existentes en la naturaleza. Este proceso significó civilizar el cuerpo, constreñirlo y disciplinarlo (Elías, 1997), apartarlo de cualquier gesto o comportamiento que lo semejara al de los demás animales además de desistir de un destino impuesto por un ser supremo. En Europa, los religiosos redoblaron sus tareas de evangelización y educación como estrategia para evitar el distanciamiento del cuerpo de los preceptos morales cristianos que nutrían el alma. 2 A diferencia de lo propuesto por varios arqueólogos (Journal of Social Archaeology, 2001), quienes retoman a Bourdieu e indagan sobre los comportamientos que oscilan entre extremos: la ortodoxia y la heterodoxia, entre conformes o quienes disienten, la para-doxa se refiere a aquellas situaciones en las que se transgrede el orden natural de las cosas más no constituye una opción para crear otro orden. Correrías de san Pedro Claver: Monika Therrien | 94 REV.VINCULADA.pmd 94 05/09/2003, 08:29 a.m. No obstante, en el contacto con nuevas poblaciones, estos procesos sufrieron varios cuestionamientos y formas de ponerlos en práctica, procesos heterodoxos en cuanto se apartaban del modelo conocido. La cristianización fue una manera de abordar estos propósitos, con el adoctrinamiento de indígenas y africanos en el conocimiento del dios que iba a regir su porvenir y domesticar sus cuerpos. Como lo indica uno de los testigos de los milagros de Claver, ello era posible mediante el uso de imágenes sacadas de libros, particularmente en temas ininteligibles como “la santísima trinidad... el misterio de la encarnación... la muerte y la pasión... la resurrección gloriosa al cielo y... la resurrección de la carne a la cual debemos todos resucitar para tener gloria eterna o pena perpetua en el juicio universal...” ( Rodríguez, 1998: 25). Algunas ilustraciones se referían a escenas del cielo y del infierno, otras más a las almas “que se quemaban y eran atormentadas por demonios” o también la de un Cristo emanando chorros de sangre. Su fin, provocar el miedo a la muerte y en el deceso, antes de abandonar el cuerpo, cumplir con el acto de contrición final. Otros mecanismos involucraban al cuerpo directamente, mediante castigos como los inflingidos por Claver a los africanos, con golpes en la cabeza ante su incapacidad de santiguarse (según lo indica el testigo Andrés Sacabuche, negro de Angola, Splendiani y Aristizábal, 2002: 101) o cuando, una vez bautizados, los inducía a rasgar sus pieles con las manos hasta que sangraran, activando la conciencia de su corporalidad, si bien era reconocido que carecían de almas (Rodríguez, 1998: 23). A la vez que Claver implementaba estos métodos de control y disciplinamiento en otros, él los transgredía en circunstancias que eran repulsivas para la población blanca y en donde se exigía mayor constreñimiento. 95 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 95 05/09/2003, 08:29 a.m. Foto 1. Botellas de vidrio medicinales. Claustro de San Pedro Claver. El religioso además de orientar su labor a la cristianización se dedicó a la atención de los enfermos, principalmente de los leprosos del hospital san Lázaro, “donde se desprendía un fétido olor que para él no era insoportable” (según Diego Folupo, esclavo e intérprete de Claver, Splendiani y Aristizábal, 2002: 271). A ellos les sanaba sus llagas mediante emplastos de hierbas y otras preparaciones medicinales elaboradas a partir de plantas y animales, haciendo caso omiso a las sensaciones que, en esa domesticación del cuerpo, potenciaban el rechazo hacia los otros, los incapaces de civilizarse. Foto 2. Mortero Vidriado. Claustro de San Pedro Claver. Foto 3. Bacín elaborado en la locería de los jesuitas, tipo Mayólica Cartagena. Convento de Santo Domingo, Cartagena de Indias. Otro testigo más sostenía que él “... entraba en las cavas donde metían a todos los negros que también olían muy mal no solo por el olor natural de los negros sino por la gran cantidad de Correrías de san Pedro Claver: Monika Therrien | 96 REV.VINCULADA.pmd 96 05/09/2003, 08:29 a.m. infectados” (padre Nicolás González, coadjutor de la Compañía, Splendiani y Aristizábal, 2002: 52). Más aún, a diferencia de las náuseas y vómito que estos escenarios provocaban en Nicolás González, asistente y amigo de Claver, según Diego Folupo, él con sus propias manos lavaba lebrillos, platos, cucharas y escudillas en los que habían comido los pobres. Otras vasijas lavadas por él eran los bacines, que servían de orinales y eran ubicados cerca de los confesionarios en las iglesias (el confesionario de Claver se localizaba cerca a la puerta del perdón). El jesuita no sólo podía pasar por alto los olores y apariencias de los cuerpos vejados y sus secreciones, sino que, en aras de sumar otro ingrediente más a sus actuaciones paradójicas, se regó el chisme de que lamía y besaba las llagas de los enfermos: “Antes es voz común en esta ciudad que había limpiado a algunos en algunas ocasiones, con su boca y lengua, las llagas malolientes que tenían” (Splendiani y Aristizábal, 2002: 254). Así, la notoriedad de un individuo sobre otro, no se fundó sobre méritos tan modernos como la propuesta de Sandoval, sino por el comportamiento paradójico de Claver frente al proceso civilizador. Las observaciones y apuntaciones sobre la diversidad de los pueblos africanos, con la clasificación y propuesta de una metodología conducente a controlar y evangelizar a los esclavizados, desarrollada por Sandoval, quedaron relegadas ante la osadía y capacidad de Claver, para sobreponerse a las inmundicias de estos seres, que en el escenario de la conquista y esclavitud, compartían con los animales las más bajas escalas del proceso. Juan Flórez de Ocariz, otro testigo excepcional de la época, así lo reitera en su obra Genealogías del Nuevo Reino de Granada en la cual señala que Claver “ejércitóse en la conversión, y instrucción de la santa fe de los negros, que solo el servicio de Dios, y la caridad pueden obligar a que los sabios traten con brutos, y a que la limpieza se mezcle 97 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 97 05/09/2003, 08:29 a.m. con la asquerosidad, que lo uno y otro tiene este género de gente recién llegada de su región” (Florez de Ocariz, 1990: 222, Libro 1°). “Lo mismo el padre Alonso de Sandoval, también tuvo su misión de negros en la ciudad de Cartagena, donde murió. Imprimió un libro sobre la naturaleza de los negros de Etiopía, primero en 1627, luego añadió e imprimió en 1647” (Florez de Ocariz, 1990: 224). Foto 4. Escudilla tipo Mayólica Cartagena (en bizcocho), Claustro de San Pedro Claver. Sobre sí mismo, Claver también se inflingía autocastigos para doblegar/civilizar su cuerpo y enaltecer su alma, descritas por Bartolomé de Torres, catedrático y médico, como: “...grandes mortificaciones, abstinencias, disciplinas y cilicios y otras austeridades con que se mortificaba el cuerpo”, siendo, por ejemplo, su comida diaria “una escudilla de caldo y una sopa de pan los días especiales” (Splendiani y Aristizábal, 2002: 363 y 367). Exangüe sobre su lecho, se consideró al jesuita capaz de continuar con la labor de actuar con su cuerpo sobre el de los demás. Al respecto, Nicolás González relata que: “...[ cambió] la camisa con la que murió para ponerle una limpia y guardarla como reliquia de un hombre tan santo, después de muerto... todos los que estaban presentes guardaron parte de sus cabellos... finalmente le quitaron a la fuerza las uñas de los pies y de las manos conservándolas como reliquias” (Splendiani y Aristizábal, 2002: 447), todo lo cual fue a parar a manos de un pequeño grupo de religiosos allegados a Claver. A la gente le Correrías de san Pedro Claver: Monika Therrien | 98 REV.VINCULADA.pmd 98 05/09/2003, 08:29 a.m. estaba reservado otro tipo de contacto: “...vino también un innumerable pueblo de todas las condiciones, particularmente niños y pobres que venían gritando, ¡queremos ver al santo que ha muerto!... finalmente pudieron entrar a la estancia donde estaba el cuerpo que movían de pies y manos para que todos pudieran tocarlo... [luego de los funerales] pidieron que se pusiera el cuerpo en parte pública donde todo el mundo pudiera verlo... apenas despuntó el alba del tercer día de la muerte empezó de nuevo la concurrencia de la gente... al momento de conducirlo todo el pueblo quería guardar reliquias de los vestidos sacerdotales... fue necesario tirar pedazos de cojín por la ventana para que permitieran sacar el cuerpo” (Splendiani y Aristizábal, 2002: 448). Claver muere en 1654, aquejado de varias enfermedades, entre ellas un severo caso de Parkinson y es enterrado en la capilla del Cristo, localizada dentro de la iglesia donde él mismo confesó a cientos de fieles a lo largo de su vida en Cartagena. Esta primera parte de la narración, compuesta por los múltiples relatos de testigos que conocieron y no pudieron entender ni acoger las paradojas que Claver proponía, lo convierte en un bastidor de las diversas identidades de quienes enfrentan a través de él sus propios cuerpos. Es un escenario colonial caracterizado por contraponer, a cada paso del proceso civilizador del mundo moderno, un cuerpo constreñido y disciplinado de otros salvajes, desaforados o enfermos y a los que urge domesticarlos y moralizarlos. Los relatos sobre Pedro Claver disputan la autenticidad de estas oposiciones, la ortodoxia del modelo y las heterodoxias que lo cuestionan, para dar paso a formas paradójicas de actuar y de otorgar sentido a aquello que no obedece a patrones convencionales, aceptables ni imaginables. 99 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 99 05/09/2003, 08:29 a.m. Arquitectura e historia: el cuerpo físico Para continuar con la narración, me referiré brevemente a la historia de la construcción del colegio de la Compañía, en el emplazamiento en que se halla actualmente. Un año después del traslado de los jesuitas desde la plaza mayor, en 1615, con motivo del regreso del padre Claver a Cartagena, se describe la nueva sede de la comunidad de la Compañía la cual carecía de las comodidades deseadas: “La iglesia corta, que no tenía treinta pies (orientada de norte a sur)... la habitación tan limitada, que a los pocos que eran los obligaba a estar de dos en dos en una celda» (Aristizábal en Rentería, 1998). En 1620, el colegio seguía edificándose cuando llegó hasta los predios de los jesuitas la muralla en piedra que rodearía y protegería a la ciudad, construida bajo la dirección de don Cristóbal de Roda. Ello dio inicio a una larga disputa entre la comunidad y las autoridades sobre la propiedad del predio y de la muralla misma. En 1629 se logró un arreglo cuando el Gobernador, Francisco de Murga, autorizó a los padres construir sobre la muralla; sin embargo, el usufructo de los espacios internos de esta, donde se acondicionarion almacenes, siguieron siendo para la ciudad. En 1645 el pleito seguía sin llegar a un acuerdo sobre la tenencia, hasta que en 1656, con la propuesta efectuada por Juan de Somovilla de construir un tramo nuevo de muralla que corriera paralelo al existente, es aceptada por la comunidad quienes además pasan a adueñarse de los almacenes; así se finaliza tan largo episodio. Foto 5. Las murallas en disputa Correrías de san Pedro Claver: REV.VINCULADA.pmd 100 Monika Therrien | 100 05/09/2003, 08:29 a.m. En lo que respecta a la nueva iglesia (esta vez orientada en sentido oriente-occidente), se desconoce la fecha en que sa da inicio a su construcción. Lo que sí es cierto es que esta obra significó la reorganización casi total de la edificación: se derriba la iglesia primitiva, se reorganiza el acceso y se construye una nueva escalera para acceder a los pisos superiores. Los primeros reportes de ésta reforma se efectúan en 1695, cuando el padre Juan Martínez de Ripalda señala que «dicho mi colegio a muchos días que está entendiendo de la fábrica de su nueva iglesia...» (Marco Dorta 1988). Ya en 1716, en el plano de don Juan de Herrera y Sotomayor aparece la planta de la actual iglesia (Rentería, 1998) a la que, en 1741, son trasladados los restos del padre Claver. Figura 1 Conformación actual del claustro de San Pedro Claver, Cartagena de Indias Reutilización Primera Iglesia Nueva Iglesia (Siglo XVIII) Mur Plaza de San Pedro alla N Actual Capilla del Cristo 101 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 101 05/09/2003, 08:29 a.m. Turismo: la resurrección de los muertos ¿Dónde estuvo enterrado san Pedro Claver? Es la pregunta que inspira el recorrido turístico del hoy claustro de San Pedro Claver y es la que el guía se apresta a responder dando inicio al recorrido en el amplio corredor de recibo del edificio, donde se obvian las transformaciones de los espacios existentes para dar forma a sus relatos. Esta versión deriva de aquella producida por los jesuitas a su regreso en los albores del siglo XX y, tal como la de ellos, busca materializar el alma de quien diera su cuerpo y nombre al lugar. Foto 6. Fachada de la iglesia actual (vista desde la plaza) y del claustro. La guía turística comienza frente a la plaza de san Pedro Claver, donde a la derecha se observa la iglesia construida en el siglo XVIII (orientada occidente-oriente) y a la izquierda, parte del edificio que alberga hoy el despacho parroquial en el primer piso, oficinas en el segundo y celdas en el tercero. Correrías de san Pedro Claver: REV.VINCULADA.pmd 102 Monika Therrien | 102 05/09/2003, 08:29 a.m. Foto 7: Escalera principal del claustro construida en el siglo XVIII. Una vez adentro, las inmensas escaleras en las que remata la galería de acceso al claustro, son identificadas como aquellas por donde transitaba el padre Claver para subir o bajar de su aposento, situado en el entrepiso del costado sur del edificio. Aunque su construcción no corresponde con la época en que vivió Claver, su majestuosidad las hace dignas de pautar los pasos del santo en sus correrías diarias así como las de los turistas que concurren actualmente en el edificio. Foto 8: Aposento de Pedro Claver, localizado en el entrepiso de la muralla. Desde la pequeña ventana a la izquierda el santo veía desembarcar a los esclavos africanos 103 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 103 05/09/2003, 08:29 a.m. Arqueología: la excavación de los cuerpos ¿Dónde estuvo enterrado san Pedro Claver? Fue la pregunta que suscitó mayor interés entre los religiosos, guías y visitantes en el proceso de ejecución del proyecto arqueológico, realizado como parte de la propuesta de restauración del edificio, financiada por la comunidad jesuita (Therrien et al., 1998, Therrien 2000). Figura 2. Corte de la fachada de la muralla y de la antigua iglesia (vista de la plaza) (Therrien, 2000). Las excavaciones, los documentos históricos y la interpretación de planos antiguos de la ciudad, producen una imagen muy distinta del edificio y del entorno de la plaza en el siglo XVII. A la derecha aspecto del interior de la antigua iglesia, orientada en dirección norte-sur y a la izquierda parte de la muralla y su entrepiso, construida en predios de los jesuitas y sobre la cual edificarían los religiosos el segundo piso del claustro sin permiso, lo que dio paso a muchos pleitos. Correrías de san Pedro Claver: REV.VINCULADA.pmd 104 Monika Therrien | 104 05/09/2003, 08:29 a.m. Figura 3. Planta de la vieja iglesia reconstruida a partir de las excavaciones (Therrien, 2000). Los vestigios de cimientos y materiales de relleno indican la ubicación de la vieja iglesia, compuesta por dos cuerpos: uno que conducía al altar principal y el otro, el “corredor de hombres”, que remataba en una capilla. El área que ocupa la nueva y majestuosa escalera de piedra coralina construida en el siglo XVIII, coincidiría con esa capilla, la del Cristo, en la que fuera enterrado Pedro Claver a mediados del siglo XVII. Más que sitio para el ascenso cotidiano del religioso a la intimidad de su celda o de descenso para cristianizar a los africanos, la escalera constituye hoy un cuerpo arquitectónico alegórico de la inhumación del santo y, a la vez, de la elevación de su alma. 105 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 105 05/09/2003, 08:29 a.m. Turismo cont... Foto 9: Montaje en la antigua enfermería, según guión turístico. Luego del ascenso por las escaleras se llega al entrepiso donde los turistas se encuentran la enfermería lugar del deceso de Claver y cuya muerte se representa con una urna dentro de la cual se exhiben unos restos óseos ricamente ataviados. En el extremo opuesto, traspasando un comedor privado, se encuentra la pequeña celda que albergó al religioso y desde la cual, según reitera el guía, tenía una vista privilegiada hacia la plaza del mar, donde atracaban los navíos con los esclavos africanos. Foto 10: Montaje en la Capilla del Cristo, en las bóvedas de la muralla. Siguiendo los pasos de Claver, el recorrido continúa nuevamente por el primer piso, en un acogedor espacio conformado por las bóvedas internas de la muralla, aquella sobre la cual los jesuitas edificarían el ala sur del colegio. Ahí se ha escenificado la capilla del Cristo, donde fuera enterrado el religioso, cuya memoria resguardan dos ángeles. A un lado, en la pared extrema de la muralla, se encuentra un nicho donde hasta hace poco reposaba otra urna indicativa del primer traslado de los restos de Claver, luego de ser desenterrados del piso; el motivo, mermar la devoción por el religioso, la cual había derivado en escandalosos ritos y romerías sobre el lugar de su inhumación. Correrías de san Pedro Claver: REV.VINCULADA.pmd 106 Monika Therrien | 106 05/09/2003, 08:29 a.m. Arqueología cont.... Foto 11. La excavación dentro de la muralla muestra que la pequeña ventana baja, era en realidad la antigua puerta de acceso a ésta; parte del relleno que modifica la altura se debe al derribamiento de la antigua iglesia. Foto 12. Nicho en el que se representa el traslado de los restos de Claver. Según la excavación ésta era una ventana para ventilar el cual recibía la brisa marina. Con la intención de responder a la insistente pregunta sobre el entierro de Claver, las primeras excavaciones se realizaron en las bóvedas de la muralla, donde hoy se escenifica la capilla del Cristo, los resultados indican que éste espacio aparentemente funcionó como un cuerpo separado del colegio, probablemente para usos tan prosaicos como los de una carnicería. A ella se accedía desde la plaza y se descendía por unas escaleras de ladrillo (VER FGURA 1). Foto 13. Nicho dentro de la nueva iglesia al que fueron nuevamente trasladados los restos de Claver. En 1695, los jesuitas deciden derribar su pequeña y ya vieja iglesia, para construir una que estuviese a la altura de las tendenciasbarrocas urbanas que invadían ya otras ciudades. Mientras se realizaban las obras de la nueva iglesia, los restos de Claver fueron llevados al entrepiso, a la enfermería donde murió, en las que nuevamente se guardaron en una pared de aquel recinto. Casi 50 años después, en 1747, una vez finalizadas las obras del majestuoso templo, el papa Benedicto XIV declara venerable a Claver y sus restos son transferidos a una de las columnas que soportan la cúpula de la nueva iglesia. 107 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 107 05/09/2003, 08:29 a.m. Post scriptum: cuerpos esculturales El proceso encaminado a distanciar al hombre de la naturaleza, estructuró un sinnúmero de escenarios y condujo a concebir y responder a ello de diversas maneras. En América, especialmente, la entrada y contacto continuo de poblaciones de diferente procedencia, como lo atestiguaba el documento de Sandoval, activó este encumbramiento de lo humano, dejando relegados por el camino a un sinfín de individuos, por no incluir otros organismos vivos, que no lograron disciplinar y constreñir sus hábitos y costumbres para adecuarse a aquellos considerados moralmente correctos. El dolor, el sufrimiento, la agresividad, la enajenación y espiritualidad, involucrados en situaciones de conquista, esclavitud, de contacto físico entre individuos de trayectorias culturales y sociales distintas, están muy alejados de las percepciones y tratamientos del cuerpo posmoderno; tan solo podemos relatarlos bajo nuestras manifestaciones contemporáneas, sin poder sentir ni expresar los estragos de su materialización, ahora que hemos naturalizado, e intentamos desnaturalizar, mucho de este proceso de modernización. El contexto de Cartagena, en el siglo XXI, sigue siendo rico para interpretar el curso del proceso civilizador que, aunado al de la modernidad, estructura un entramado complejo de relaciones sociales y significados simbólicos, donde una vez más por encima de la primacía de una versión moral e ideológica, el cuerpo se diversifica en muchos contrarrelatos. Correrías de san Pedro Claver: REV.VINCULADA.pmd 108 Monika Therrien | 108 05/09/2003, 08:29 a.m. Foto 14. Restos del santo bajo el altar mayor. Como en el claustro, la práctica de guardar fragmentos del cuerpo o de las pertenencias de individuos a quienes se les confirió el carácter de excepcionales, es bastante antigua dentro de la tradición cristiana. La motivación por la cual se perpetúa la veneración de las reliquias, de los sujetos/objetos (cuerpos/restos óseos, en este caso), varía de acuerdo a ideologías que marcan una época. En el caso de Pedro Claver, estas hoy se traducen en su significación como defensor de los derechos humanos, en un contexto nacional constantemente vetado por la transgresión de estos. Foto 15: Escultura del maestro Grau, plaza de san Pedro. Las narraciones actuales del cuerpo instan a consumirlo como arte, en creaciones escultóricas de bronce en las que se eleva la figura del santo a través de la genialidad del artista contemporáneo, inspirado en las paradojas que potenció su cuerpo. Una vez más, como la reliquia en que se ha constituido, es trasladado a la plaza como símbolo de los derechos humanos. 109 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 109 05/09/2003, 08:29 a.m. Foto 16. Vanesa Mendoza, reina del concurso nacional de belleza efectuado en Cartagena de Indias, 2001 (tomado de El Tiempo). Así también el cuerpo es consumido como artefacto, en reinados de belleza que exigen otro disciplinamiento, mediante el artificio de aparatos que ejercitan los músculos y controlan la mente, a la vez que lo “liberan” de todo constreñimiento mediante el desparpajo provisto por las siliconas que llevan a menearlo en la pasarela (Bolívar, Arias, Vásquez, 2001). La elección de Vanesa Mendoza se constituyó en su momento en una nueva situación de paradoja, en que los medios evidenciaron la culminación (milagro) de ese largo proceso de disciplinar un cuerpo negro (Cunin, 2003: ver 173-187). Las diversas imágenes contemporáneas del cuerpo denotan la coexistencia de los distintos discursos que dieron paso a su modernización; de ello han derivado las narraciones históricas, arquitectónicas y arqueológicas, entre otras, que alientan la búsqueda de sus paradojas y abren paso a relatos alternos del cuerpo como los esqueletizados o los implantados. En un mundo totalmente higienizado y erotizado en la virtualidad, las reliquias simbólicas se representan ya no por urnas de cristal que los encierran sino cubiertos por pieles que provocan múltiples sensaciones por medio de jabones, perfumes, tatuajes y piercings con que se acicalan. Correrías de san Pedro Claver: REV.VINCULADA.pmd 110 Monika Therrien | 110 05/09/2003, 08:29 a.m. AGRADECIMIENTOS Buena parte de los datos que inspiraron este relato sobre el cuerpo de Pedro Claver se debe al trabajo de campo etnográfico e histórico emprendido por seis inquietos estudiantes quienes durante varios meses exploraron a profundidad los diferentes escenarios en que se relata y delata la presencia del santo: Juanita Arango, Silvana Bonfante, Adriana Gómez, Jimena Lobo Guerrero, Nadia Rodríguez y Alvaro Santoyo. Así mismo, comprende la colaboración en el trabajo arqueológico de Angélica Suaza, Adriana Balén y Marta Fandiño. BIBLIOGRAFÍA BOLÍVAR, I.; ARIAS, J. y M.L. VÁSQUEZ. (2001). Estetizar la política: lo nacional del a belleza y la geografía del turismo, 1947-1970. En: Belleza, fútbol y religiosidad popular. I. Bolívar, G. Ferro y A. Dávila (coords.). Bogotá: Ministerio de Cultura, Cuadernos de Nación. CUNIN, E. (2003) Identidades a flor de piel. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia. ELIAS, N. (1997) El proceso de la civilización. México: Fondo de Cultura Económica (1ª ed. 1936). FLÓREZ DE OCÁRIZ, J. (1990) Genealogías del Nuevo Reino de Granada. (2 libros). Bogotá: Insituto Caro y Cuervo, Instituto Colombiano de Cultura Hispánica (ed. facsimilar 1674, Libro 1°, 1ª ed.de Madrid). Journal of Social Archaeology (2001). Special Issue: Lebenswelt and Doxa, 1(2). MARCO DORTA, E. (1988). Cartagena de Indias, Puerto y Plaza Fuerte. Bogotá: Fondo Cultural Cafetero. RENTERÍA, P. (1998). Investigación histórica para la valoración arquitectónica y espacial del claustro de san Pedro Claver de la Compañía de Jesús. Bogotá: Instituto de Investigaciones Estéticas, Pontificia Universidad Javeriana; Bogotá. RODRÍGUEZ, N. (1998) Transformaciones a través del tiempo de la imagen de san Pedro Claver s.j.: evangelizador de negros. Semestre de campo, Depto. de Antropología, Universidad de los Andes, Bogotá. SPLENDIANI, A.M. y T. ARISTIZÁBAL, s.j. (2002) Proceso de beatificación y canonización de san Pedro Claver (trad. del latín y del italiano). Bogotá: CEJA. 111 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 111 05/09/2003, 08:29 a.m. THERRIEN, Monika (2001) Estudio arqueológico en el Claustro de San Pedro Claver, Cartagena de Indias, 2a Fase. UNESCO - Instituto de Investigaciones Estéticas, Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá. THERRIEN, Monika; Elena Uprimny; Ma. Fernanda Salamanca; Jimena Lobo Guerrero; Felipe Gaitán y Marta Fandiño (2002) Catálogo de cerámica colonial y republicana de la Nueva Granada: Producción local y materiales foráneos (costa caribe-altiplano cundiboyacense, Colombia). Bogotá: FIAN, Banco de la República. THERRIEN, Monika; Angélica Suaza y Adriana Balén (1998). Estudio arqueológico del claustro de San Pedro Claver, Cartagena de Indias. Instituto de Investigaciones Estéticas - Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá. MONIKA THERRIEN Actualmente se desempeña como coordinadora de investigaciones, Departamento de Antropología, Universidad de los Andes. Dirige un programa de investigación arqueológica en centros históricos, uno de cuyos proyectos es “Civilidad y policía e n la Santafé colonial, siglos XVI-XVII”, y otro sobre el reconocimiento del patrimocto “De barrio a fábrica: urbanidad y urbanización en la Fábrica de Loza Bogotana”. E-mail: mtherrie@uniandes.edu.co Correrías de san Pedro Claver: REV.VINCULADA.pmd 112 Monika Therrien | 112 05/09/2003, 08:29 a.m. La amante negra del libertador Angélica Nuñez Antropóloga Resumen L a memoria social adquiere diversas formas en el devenir de los grupos humanos, el siguiente relato es un intento de mostrar de una forma subjetiva una memoria oral que ha tomado forma de museo. Este relato será presentado desde tres instancias: La primera es la versión literaria de los acontecimientos que cuenta el museo; la segunda es una descripción etnográfica sobre la forma que toma la memoria en el museo y la última es una reflexión sobre la puesta en escena de los objetos involucrados en hechos históricos. PALABRAS CLAVE memoria, objetos, pastiche, seducción, ilusión 113 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 113 05/09/2003, 08:29 a.m. Abstract S ocial memory acquires different forms in the transformation of human groups. This account is an attempt to show, in a subjective manner, an oral memory that has taken the form of a museum. This account will be presented based on three sources: The first is the literary version of the events as told by the museum; the second is an ethnographic description of the form that the memory takes in the museum; and the last is a reflection on the staging of the objects involved in historical events. KEYWORDS memory, objects, pastiche, seduction, illusion. La amante negra del libertador REV.VINCULADA.pmd 114 Angélica Nuñez | 114 05/09/2003, 08:29 a.m. La niña de la triste mirada llegó a su destino por un gran río que serpenteaba por el valle, navegó río arriba a bordo de una embarcación hecha de guaduas y amarres de bejucos, en donde seguramente sintió el vértigo de las fuertes turbulencias internas de este ser que bajaba con fuerza buscando el mar. Era el fin de un largo viaje, había sido mecida ya por todas las mareas, por todos los vientos que soplaron para traerla desde su lejano continente a las frondosas riveras del río Cauca; por fin, arrivaba a tierra firme en un lugar rodeado de árboles gigantes, donde iba a ser marcada por el fuego metálico de la historia. Ana Cleofe Lucumí, que así se llamaba la niña, tenía 10 años y llegó un domingo de Junio de 1812 al Paso Real, donde comerciaban a personas que como ella, venían de África en calidad de esclavos; allí conquistó con sus tristes y asombrados ojos a José María Cuervo, quien había ido al mercado a comprar esclavos para que se encargaran de las labores domésticas de la hacienda, ella y sus padres Domingo Lucumí y Josefa Matuto, fueron comprados por el hacendado; desde ahora dejaría el Africano Apellido y llevarían en la piel el símbolo de su esclavitud. Fueron llevados a la casona de la hacienda Mulaló en las faldas de la empinada cordillera, allí, Ana Cleofe creció tocada por otros vientos, no menos violentos que los que la arrastraron hasta este lugar, pero que moldearon sus formas con tal belleza, que causó sensación en toda la región, creció alimentada con la sustancia de los chivos criados en la hacienda, endulzada por le manjar blanco de la leche y refrescada por una pócima exquisita, resultado de la cocción del maíz, lulo y hojas de naranjo. Corrían los agitados días de la independencia, el río Cauca era la ruta por donde se movilizaban, ideas, armas y soldados. En diciembre de 1821, el ejército libertador venía victorioso desde Carabobo y Simón Bolívar, ya entre los laureles de la gloria, marchaba hacia el sur ansioso de cumplir su gran sueño, unificar a los países conquistados por España bajo un solo gobierno criollo. 115 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 115 05/09/2003, 08:29 a.m. El paso Real era puerto obligado en la ruta del río Cauca; aquí el ejército pasó las fiestas decembrinas invitados por Joaquín Caicedo y Cuero, quien fue uno de los hacendados vallecaucanos que apoyaron la causa criolla. Desde hacía algún tiempo, la casona de Mulaló era refugio de las ideas libertarias de los jóvenes patriotas de la región; aquí, se fraguó el primero de los muchos gritos de independencia que se darían en el continente, y ahora daban gustosos la bienvenida al general Simón Bolívar y a su ejército. Esa noche, se dio en la casona una gran fiesta, los héroes celebraban sus victorias y los esclavos tocaron la tambora hasta el amanecer. Al momento de servir la cena, Ana Cleofe deslumbró a los invitados con su altiva belleza y cautivó la oscura y magnética mirada del general con su rítmico movimiento de caderas, quien la llevó a la alcoba principal donde alumbraban tímidas lamparillas de aceite y un cristo tallado en madera era testigo mudo de los amantes que olvidaron el festejo para entregarse a la pasión. A la mañana siguiente, el ejército partió enriquecido con 100 soldados más, esclavos que habían quedado libres para unirse a la causa, marcharon con el cristo de la alcoba principal, a quien llevaron como patrono y que años después regresaría con los combatientes, como un gran héroe, mutilado de una pierna y un brazo y con la fama de hacer milagros a los creyentes. El general también regresó, presintiendo ya, que la misma ruta que lo llevara a la gloria, ahora, lo conduciría tristemente a la traición y a la desintegración de su sueño apenas cumplido. La casona de Mulaló lo esperaba aún con los brazos abiertos y con la sorpresa de una niña, producto de la amorosa noche que le brindó Ana Cleofe y a quién bautizó con el nombre de su amor eterno: Manuela, Manuela Josefa Bolívar Cuero la llamó y nació sin marcas de la esclavitud. Así, Ana Cleofe diosa y madre original, habita en la memoria de Mulaló, su belleza es el recuerdo más preciado y la gloria del general el símbolo de la libertad. La amante negra del libertador REV.VINCULADA.pmd 116 Angélica Nuñez | 116 05/09/2003, 08:29 a.m. La memoria toma forma de museo El anterior relato fue inspirado por la memoria de Mulaló, expresada en la voz de un anciano guía y los objetos exhibidos en un museo; este, fue creado por los habitantes del pueblo, tras el derrumbe de las ruinas de la antigua hacienda, de donde tomaron todo lo que les servía para darle vida a la memoria oral que permanecía en las voces de los abuelos. El museo fue organizado en la antigua capilla de la hacienda, es un cuarto repleto de cosas de todas las formas, tamaños, épocas y orígenes, una superposición de tiempos y contextos que no atienden a un orden aparente; aquí, el eje conductor es el relato del guía, él se sirve de los objetos para recrear lugares y personajes de la historia, lo importante en la exposición, es la forma como recuerda la historia oral, los datos tomados de la historia académica han enriquecido el relato, sin que sean muy relevantes para demostrar su validez. En la iglesia, hay una vitrina donde se exhiben algunos libros sobre Simón Bolívar, más como objetos significativos, que como textos que confirman la historia; por otro lado, le dan un lugar dentro del museo a un artículo de periódico escrito por Germán Arciniegas: “Ana Cleofe, la negra linda de Mulaló” (VER FIGURA 1), tal vez porque se acopla con tono poético a la versión que cuenta el museo y exalta la belleza y sensualidad de la protagonista. Figura 1. “Ana Cleofe” (de Erick Marín E). Más que el personaje de Ana Cleofe en sí, la protagonista de esta historia es la belleza que atrajo al libertador, los personajes están, presentes entre grabados, retratos, miniaturas, bustos, litografías y óleos, pero no se habla mucho sobre sus rasgos personales. 117 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 117 05/09/2003, 08:29 a.m. La mayoría de los objetos del museo, hacen referencia a la visita del libertador, la noche que pasó con Ana Cleofe y al bautizo de Manuela. Se exhibe un mortero para quemar pólvora, con el cual le dieron la bienvenida al ejército libertador en esa ocasión; las lamparillas de aceite que alumbraron a los amantes, el cristo tallado que colgaba en la cabecera de la cama, el baúl en que el general guardó su ropa; las llaves y bisagras que cerraban las puertas de la habitación central de la hacienda. También unas tamboras de cuero de chivo, iguales a las que tocaron los esclavos durante la épica noche decembrina. Como testigos del bautizo de Manuela, se exponen, la campanilla tocada en la ceremonia y la prensa para hacer hostias usadas por las monjas de la capilla y como reconocimiento legal de la niña, las partidas de bautizo de los dos. Según el relato, después del bautizo, Bolívar parte a su último viaje en una mula barcina, pues su compañero de batallas, Palomo, se queda en la hacienda, enfermo de muerte. Este hecho es recurrente a lo largo del relato, Palomo es un personaje importante, tanto, que bajo la Ceiba centenaria reza una placa de mármol que dice: “ Descanse en paz su más noble y fiel amigo, honor y gloria a su recuerdo”, indicando el sitio cómo su tumba, también, se muestran los aperos usados por él, estribos, frenos, herraduras, la argolla y la Ceiba donde fue amarrado, hasta la huella de su herradura en un trozo de cerámica. En esta historia solo se cuentan los hechos cruciales, es decir, no se elabora sobre otros aspectos como la vida cotidiana de la esclavitud, ni detalles de la época. A pesar de que se muestran algunos objetos de labranza, marcas de hierro, estos aspectos, se relacionan más que con objetos, con lugares: el paso de la torre, llamado antiguamente Paso Real, puerto de comercio sobre el río Cauca, donde aún se conservan cinco ceibas gigantescas, en una de las cuales permanecen los grilletes con los que sujetaban a los esclavos para venderlos, también hablan La amante negra del libertador REV.VINCULADA.pmd 118 Angélica Nuñez | 118 05/09/2003, 08:29 a.m. de la loma de la cruz en Mulaló, donde se supone era el cementerio de los esclavos. Se muestran pinturas al óleo alusivas a estos lugares, todos pintados por Miss Isis Abraham, personaje célebre del pueblo, cuya historia figura en el siguiente texto: “Esclava prófuga de San Andrés islas, descendiente directa de los esclavos traídos a las islas por inmigrantes Jamaiquinos de origen Inglés que las poblaron en el S. XVI”. La independencia como momento histórico, es recreada únicamente con un fusil, su bayoneta y sus balas, además, con algunos aperos encontrados en la casona, estos aparecen como símbolos representativos del ejército libertador, sin embargo, no hay recuerdos de batallas y ninguna información sobre la situación política en general. En el jardín de la capilla hay una reproducción de los cepos utilizados para castigar a los esclavos que servían en la hacienda, sin embargo no se muestra la esclavitud como un yugo, ni la independencia como una gran liberación de cadenas opresoras; al nombrar a Joaquín Caicedo y Cuero dueño de la hacienda, se nota más bien un tono amable y respetuoso, no apelan a la rebelión para liberarse; para ellos, la verdadera redención fue la belleza de Ana Cleofe que engendró la libertad con el nombre de Manuela Josefa Bolívar Cuero. Todos los objetos del museo mencionados anteriormente, son partícipes activos en la recreación de la historia; sin embargo, están subordinados a la voz que los nomina y ella les da un lugar y un tiempo en el relato; los demás, están al margen, parecen anécdotas, curiosidades de diferentes tiempos y lugares, vagos recuerdos de historias propias y ajenas: Un radio, lámparas de gasolina, hoz Suiza, planchas de carbón, máquina de coser, tijeras antiguas, trípode utilizado en el trazado de la carretera del pacífico; mariposas disecadas, amanites y piedras fósiles hachas de piedra, ocarina prehispánica, 119 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 119 05/09/2003, 08:29 a.m. vasijas y fragmentos de cerámica; escultura de mujer con ánfora al estilo griego, pirámide egipcia, huellas de ”mensajes extraterrestres” en una piedra, retablo de pato salvaje en ciénaga, escultura de paloma de la paz, escudo de Colombia, afiches de orquídeas Colombianas, chiva campesina, arrieros antioqueños, pueblito paisa; fotografías de la antigua plaza de Caicedo en Cali, de artistas de teatro y televisión, políticos y empresarios en actos públicos e ilustres visitantes. Ante la presencia de objetos tan disímiles como estos, dentro de un relato semejante, no se puede evitar la sensación de absurdo e incoherencia; sin embargo, estos objetos no deben ser pensados como entidades aisladas y sin sentido, ellos adquieren significado, si se ven como un todo, como una sola imagen, una suerte de Pastiche cuyo artífice es la memoria, que toma forma de museo para permanecer. Según Jameson (1991), el pastiche es una colección de fragmentos, de discontinuidades plasmadas en una sola superficie, planos temporales que se superponen provocando una dispersión de significantes sin posible explicación a la luz de la razón, es la ruptura de la lógica causal. Así, el pastiche expresa la pérdida de los referentes temporales, la ruptura de una de las bases fundamentales del discurso moderno, como es el sentido lineal y evolutivo de la historia. En nuestro caso, no sería tanto como “pérdida” o “ruptura” de referentes temporales y semánticos; si no, mas bien la “ausencia” de ese sentido lineal y causal del tiempo y de la historia construido por occidente. Aquí, el tiempo adquiere otro sentido, ordenado por la historia oral 1 , con una forma 1 Aquí acojo la perspectiva de Barona donde un hecho, narrado por la historia oral llega a ser reconocido como acontecimiento histórico, dependiendo del [... ” sistema de valores y su jerarquía que un grupo cultural, cualquiera que este sea, construye en los derroteros de su cotidianidad, es decir, es un valor dependiente de otros cuyo nivel metafórico está reafirmado y más acentuado en una colectividad específica. Desde esta perspectiva el valor hecho histórico está en correspondencia con el horizonte de sucesos del grupo: le pertenece, no importando la subjetividad (que también es histórica) de su concreción.” (1996: 48) La amante negra del libertador REV.VINCULADA.pmd 120 Angélica Nuñez | 120 05/09/2003, 08:29 a.m. particular de usar las palabras, objetos y lugares para mostrar un acontecimiento que ha trascendido el tiempo que ha sido recreado y trasformado de generación en generación, usa un tiempo no reversible en términos causales. La continuidad temporal del relato está en la voz del guía, pues, la disposición de los objetos no ofrece una noción hilada del tiempo, el guía es el vocero de la memoria social2 que se subordina desde su contexto rural y marginal; el museo direcciona la memoria con un sentido propio, representa el papel de los esclavos dentro de la escena de la independencia, desde una percepción particular del mundo. Allí, convergen las instancias de sentido del grupo, se fija su esencia. Hablo de esencia y no de construcción identitaria o etnicidad, puesto que, lo que he querido ver en esta ocasión, es la forma que toma la memoria social en el museo; más que verlo como un instrumento de movilización identitaria o una estrategia política, he querido ver las instancias de sentido con las cuales se recrea la historia, cómo se expresa, cómo las marcas idiosincrásicas están presentes y se hacen perceptibles a los sentidos a partir de los objetos puestos en escena y tomándose la escena, creando la ilusión de un acontecimiento del pasado. Para acercarse a los sentidos plasmados en el museo, es necesario darle cabida al azar, a la ilusión provocada por la evocación de un evento, cualquiera que sea el sentido temporal que abrigue, lo importante es llegar al objeto y al pasado como entidades que pueden estar por fuera de la razón y de su lógica. 2 Memoria social: “... Es ese dispositivo de referencialidad temporal que reside en prácticas colectivas y que permite que el pasado se perciba de una manera particular, inextricablemente ligada a la forma en que se perciben el presente y el futuro, la memoria social es todo aquello que los individuos recuerdan de sus experiencias locales, regionales, y en menor grado extrarregionales”. (Gnecco, 2000: 171) 121 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 121 05/09/2003, 08:29 a.m. Es acercarse al efecto que los objetos y el pasado producen en nosotros, al secreto que guardan.3 Seducción es todo aquello que transgrede, que subvierte la verdad y lo real, excluida y conjurada por todos los discursos, por las disciplinas que ven amenazada su verdad; la ruptura de las cadenas significantes no es más que la irrupción de la seducción en el orden racional. El museo como ilusión Para que una cosa tenga un sentido, hace falta una escena, y para que exista una escena hace falta una ilusión, un mínimo de ilusión, de movimiento imaginario, de desafío de lo real, que nos arrastre, que nos seduzca que nos revele. (BAUDRILLARD, 1984) El museo es un escenario dispuesto por la gente de Mulaló, a partir de su estética y con sus marcas idiosincrásicas, esto, es un hecho; sin embargo, los objetos por si solos guardan un secreto, si logramos concederles algo de autonomía, podemos ver que de ellos emana la ilusión, el movimiento imaginario que le da sentido a la representación de esta escena del pasado. Ajenos al inventario cotidiano, los objetos del museo permanecen en el ámbito de lo sagrado; no por auténticos, por lejanos, por haber viajado por el tiempo, el solo hecho de hacernos pensar que han existido antes que nosotros, crean una distancia y esa distancia los hace mágicos, los une con fantasmas 3 “La seducción representa el dominio del universo simbólico, mientras que el poder representa solo el dominio del universo real” (Baudrillard, 1989:15). En adelante intento mirar los objetos y la escena histórica del museo desde el punto de vista de Baudrillard, su discurso sobre la seducción y la transparencia del mal. La amante negra del libertador REV.VINCULADA.pmd 122 Angélica Nuñez | 122 05/09/2003, 08:29 a.m. del pasado, trascendiendo al sujeto que los observa. Carentes de significación propia, incitan al descubrimiento, a adivinar qué lógica o azar los confina en este lugar, retan a la razón, a lo real, a lo verdadero; provocan a la historia, indignan al ortodoxo y causan risa al desprevenido. Los objetos vistos en su forma pura, guardan un secreto, su mutismo nos deja atónitos, contienen su propio encadenamiento, son signos que establecen entre sí un pacto de alianza, no de continuidad o efecto causal, esto es realmente lo que nos seduce, porque rompen las cadenas de significado, este es su poder, su fuerza, su genio, lo que nos libera, nos induce a imaginar la historia no a creerla. Este museo es un artificio de la memoria, ilusión que seduce al visitante, incita a imaginar, a trasladarse a una instancia de la historia a través de los valores esenciales del grupo: la belleza negra, su fuerza sexual, la atracción que ejerce, atracción que no pudo resistir ni el blanco ni el criollo, representada con el más querido personaje de la historia de América, mostrando su faceta lúdica, criollo atrapado en la fuerza promiscua del mestizaje, entre la percusión de los tambores y el movimiento de los cuerpos. En el presente, la trama de la práctica social se teje con los mismos hilos, que en el relato del museo cada domingo, cuando se rompe la calma tensa de una semana silenciosa, transcurrida entre el sopor de un desierto poblado de chivos cuando llegan gentes desde poblaciones cercanas, a comer los típicos platos afrodisíacos, a refrescarse y exhibirse en los balnearios donde suenan estridentes las columnas de sonido; el calor y la percusión se toman los cuerpos que buscan aparearse, reproduciendo incesantemente la fuerza oculta de su esencia; en este acontecimiento el museo es una de las atracciones, un referente del pasado que justifica desprevenidamente el presente. 123 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 123 05/09/2003, 08:29 a.m. AGRADECIMIENTOS Agradezco a los creadores del museo de Mulaló, en especial al señor Iván Escobar Melguizo, por proporcionarme amablemente la información que con entusiasmo ha recopilado sobre esta historia, también a Père Quintín y a Wilhelm Londoño por sus oportunos comentarios. BIBLIOGRAFÍA BARONA, G. (1996). “El discurso problemático de la historia oral”. En: Cuadernos de trabajo. Culturas, tiempos y espacios 1. Popayán: El Colectivo. BAUDRILLARD, J. (1984). Las estrategias fatales. Barcelona: Anagrama. BAUDRILLARD, J. (1989). De la seducción. Madrid: Cátedra Teorema. GNECCO, C. (2000). “Historias hegemónicas, historias disidentes: la domesticación política de la memoria social”. En: Memorias hegemónicas, Memorias disidentes: el pasado como política de la historia, c.gnecco y m. zambrano (eds.). Bogotá: ICANH, Unicauca, pp. 171-194. JAMESON, F. (1991). Posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado. Barcelona: Paidós. ANGÉLICA NUÑEZ Antropóloga de la Universidad del Cauca. Actualmente se desempeña como investigadora independiente. Sus temas de interés en investigación son los referentes a la divulgación del conocimiento sobre el pasado, especialmente los museos. E-mail: angelnu@hotmail.com La amante negra del libertador REV.VINCULADA.pmd 124 Angélica Nuñez | 124 05/09/2003, 08:29 a.m. Recordando a los Uribe. Memorias de higiene y de templanza en la Bogotá del Olimpo Radical (1870-1880)1 Felipe Gaitán Ammann Antropólogo Resumen E n tiempos del Olimpo Radical, una distinguida familia bogotana instaló su residencia secundaria en el bucólico marco de la Quinta de Bolívar. Más de cien años después, la manera en que la alta burguesía de la capital adaptó sus prácticas de mesa y sus hábitos de acicalamiento personal a una mentalidad más higiénica e individualista, puede ser analizada a partir de los desechos domésticos accidentalmente recuperados en su morada campestre. Así, este estudio de Arqueología Histórica busca identificar cuáles fueron las expresiones materiales que, en nuestro país, acompañaron y sustentaron la adopción de unas normas de comportamiento crecientemente modernas, así como sugerir la manera en que éstas han persistido o se han transformado hasta nuestros días PALABRAS CLAVE arqueología histórica, cultura material, modernidad, burguesía, higiene, individualidad, siglo XIX. 1 Este artículo sintetiza el contenido de mi monografía de grado, titulada Expresiones de Modernidad en la Quinta de Bolívar: Arqueología de la alta burguesía bogotana en tiempos del Olimpo Radical, presentada al Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes en septiembre del 2001. 125 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 125 05/09/2003, 08:29 a.m. Abstract I n the times of the “Olimpo Radical”, a distinguished Bogotá family moved into their second home in the pastoral setting of Quinta Bolivar. More than a hundred years later, the way in which the city’s haute bourgeoisie adapted their table manners and their personal grooming habits to a more hygienic and individualistic mentality may be assessed from household wastes accidentally recovered in their country estate. Thus, this historical archaeology study aims at identifying which were the material expressions that in our country, accompanied and supported the adoption of increasingly modern behavior patterns, as well as suggesting the way in which these have persisted or have been transformed until our days. KEYWORDS historical archaeology, material culture, modernity, bourgeoisie, hygiene, individuality, 19th Century. Recordando a los Uribe REV.VINCULADA.pmd 126 Felipe Gaitán Ammann | 126 05/09/2003, 08:29 a.m. En el mes de julio de 1998, un antiguo aljibe aparece sepultado en la huerta de la que, casi dos siglos atrás, fuera la residencia favorita de Simón Bolívar (VER FOTO 1). De su interior, milagrosamente se rescatan incontables testimonios materiales de un pasado cotidiano que, hacia finales del siglo XIX, pocos juzgaron digno de ser recordado en los textos escritos. Afortunadamente, la riqueza del hallazgo, por lo demás realizado en un espacio museístico que busca recrear el ambiente de la quinta decimonónica en la que vivió el máximo prócer de la independencia latinoamericana, le valieron a estos restos arqueológicos un destino muy distinto de la concluyente desaparición a la que solemos condenar todo desecho material cuyo aspecto nos resulta demasiado familiar. Así, sólo fue un feliz concurso de circunstancias y no una investigación arqueológica solícitamente planeada dentro de un gran proyecto de restauración arquitectónica, el que nos permitiría evaluar la manera en que los representantes de las capas dominantes de la Bogotá republicana poblaron su vida diaria con comportamientos modernizantes que contribuyeron a la redefinición de su identidad de clase y al fortalecimiento de su hegemonía social en un momento de profunda crisis institucional en la historia de Colombia. Foto 1. El aljibe de la Casa Museo Quinta de Bolívar después de su restauración. La realización de una investigación como esta, inédita en el marco de la arqueología colombiana, significó el sometimiento de numerosos datos materiales y documentales a las tres dimensiones de análisis empleadas en la 127 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 127 05/09/2003, 08:29 a.m. historiografía de influencia braudeliana para abordar el estudio de los hechos del pasado (cf. Shackel, 1993). Primero, se elaboró una síntesis histórica de larga duración, que describe el fenómeno de la modernización occidental en términos de un gran proceso civilizatorio centrado en un universo adulto, masculino, blanco y cristiano (Elías, 1973; Wallerstein, 1997; Pedraza, 1999). A su vez, se resaltó la manera en que este espacio social se nutre económica y culturalmente de la explotación de un Nuevo Continente en el que, gradualmente, se asientan los diversos avatares del dominio europeo (Dabat, 1994). En este contexto, el devenir histórico del mundo moderno se resume en una serie de acontecimientos inscritos en modelos históricos estrictamente controlados, cuya aparente coherencia contribuye a contrarrestar el pánico latente que los occidentales sienten ante una idea incierta de lo que el futuro les depara (cf. Clifford, 1998). Ahora bien, el verdadero interés de este primer nivel de análisis consiste en poner en evidencia las ambigüedades cronológicas y geográficas sobre las cuales se basa la vernácula concepción de la modernidad, una idea ahistórica y difusa a la que la sociedad occidental se ha referido desde tiempos inmemoriales como a una inevitable transición culturalmente homogenizante y obstinadamente encarada hacia una contradictoria noción del porvenir. Segundo, con base en crónicas de viajeros y documentos de primera mano, se realizó una síntesis histórica de mediana duración que muestra la manera en que las élites de la Bogotá republicana se sirvieron de una cultura material cada vez más individualista e higienizada para proteger las fronteras simbólicas de su posición social. Aquí, centenares de registros comerciales, constancias aduaneras y avisos de prensa fueron revisados para dar cuenta de la sorprendente variedad de artículos modernizantes que ingresaban al país procedentes de Europa o Norteamérica. Posteriormente, se señaló la manera en Recordando a los Uribe REV.VINCULADA.pmd 128 Felipe Gaitán Ammann | 128 05/09/2003, 08:29 a.m. que las más sofisticadas modas y tecnologías decimonónicas se encaminaban por las precarias vías de comunicación que conducían a Bogotá, en donde cumplían con la misión de satisfacer los distinguidos gustos de quienes podían y sentían la necesidad de adquirirlas. De hecho, aunque el aislamiento geográfico en el que entonces se mantenía la capital colombiana ciertamente contribuyó a imprimirle un carácter excesivamente discreto al refinamiento de la alta burguesía local, la relativa modestia con que las primeras expresiones de modernidad se manifestaron en las clases altas de la Bogotá de 1870 nunca constituyó un obstáculo para que sus segregantes efectos se hicieran evidentes ante el resto de la población local. Así, muy lejos de pregonar las normas de democracia y equidad social sobre los cuales se funda la mentalidad republicana, muchos miembros de las élites capitalinas se aferraron a unos conceptos premodernos que presentaban la elegancia como una condición innata, directamente relacionada con la capacidad natural que las personas de calidad poseían para someterse al disciplinamiento físico y mental codificado en los tratados de urbanidad y en los manuales de etiqueta característicos del siglo XIX (Elías, 1973; Pedraza, 1999). Es aquí en donde este artículo se enfoca en el último escalón del modelo histórico anteriormente referido, en un tiempo de corta duración especialmente sensible a los eventos particulares y de las acciones individuales. Desde este punto de vista, se considera que el registro arqueológico constituye el reflejo material de una serie de acontecimientos concretos de utilización y desecho de productos culturales cuyas particularidades históricas generalmente se desconocen. Ahora bien, aunque no es este el lugar indicado para precisar los motivos por los que las particularidades teóricas y metodológicas de la arqueología histórica le confieren enormes ventajas en el momento de realizar estudios sobre el pasado 129 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 129 05/09/2003, 08:29 a.m. reciente (cf. Deetz, 1996; Yentsch, 1993, 1994), no sobra resaltar que esta disciplina es, ocasionalmente, la única en otorgarle a sus adeptos el maravilloso y caprichoso deleite de ponerle nombres y rostros reales a los actores sociales a cuyas fragmentadas pertenencias se enfrentan los arqueólogos. Así, más allá de la presunta solidez científica que tantos investigadores han buscado alcanzar mediante el riguroso manejo de los datos estadísticos en arqueología, a continuación se plantea un ejercicio lúdico que, por medio de un minucioso contraste entre los materiales arqueológicos y las fuentes documentales tradicionales, busca desafiar las memorias oficialmente registradas con el ánimo de crear unas visiones más democráticas del ayer (cf. Yamin, 1998; Lobo Guerrero, este volumen; Therrien, este volumen; Uprimny, este volumen). Por lo tanto, este artículo necesariamente diverge de una estéril disertación sobre el concepto de modernidad y en ningún momento pretende construir una definición satisfactoria de un término tan amplio y tan equívoco. Por el contrario, lo que se propone es devolverle a la noción de lo moderno un carácter histórico que, en este caso, se desprende del relato de una historia de vida recordada a partir del mundo de los objetos. Gracias a la evidencia material involuntariamente conservada en un recóndito lugar de la Quinta de Bolívar, es posible subrayar el origen hegemónico y arbitrario de muchos de los comportamientos que, hoy en día, hemos adoptado y consideramos indispensables para el digno transcurrir de nuestra vida cotidiana. Así mismo, tal como se hizo en el proyecto de arqueología pública “Arqueólogos en la Quinta” (Gaitán, 2001), aquí se insinúan las pautas de una arqueología que puede y debe modificar la complejidad de su lenguaje, con el fin de crear nuevos canales de comunicación que contribuyan a saciar la curiosidad que un público general cada vez más Recordando a los Uribe REV.VINCULADA.pmd 130 Felipe Gaitán Ammann | 130 05/09/2003, 08:29 a.m. numeroso siente por un pasado que también le pertenece (Jameson, 1997; Heath, 1997; Stone, 1997). De lo blanco y de lo santo La creación de nexos interpretativos entre la información contenida en el testamento de don Diego Uribe, propietario de la Quinta de Bolívar entre 1870 y 1878, y los materiales recuperados del que muy seguramente fue el basurero de su casa campestre, permiten resaltar la manera en que su historia de vida correspondió con una experiencia de ascenso social característica de la Bogotá republicana. Ahora bien, es obvio que la distinción de la familia Uribe no podría haberse medido solamente en términos de la cantidad de bienes suntuosos identificados entre sus pertenencias; por el contrario, la tarea aquí realizada también consistió en detectar indicios tanto históricos como arqueológicos que demostraran la utilización de dichos bienes en contextos espaciales y temporales socialmente aceptados. Así, los resultados de esta investigación sugieren que, para los Uribe, la legitimación de su promoción social probablemente haya significado un completo amoldamiento de su estilo de vida al discurso de la templanza, una doctrina espiritual directamente inspirada en la moral cristiana, que fomentaba la adopción de unos comportamientos moderados y altamente regularizados entre las más selectas esferas de la sociedad occidental (Reckner y Brighton, 1999). Históricamente, se sabe que, a lo largo del siglo XIX, los ideales de la templanza se incorporaron fácilmente al proceso de consolidación de unas identidades de clase fundadas en la aparente negación de los bienes terrenales y en una creciente confianza en la función civilizadora de la educación racional 131 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 131 05/09/2003, 08:29 a.m. (Wall, 1999). Así, a pesar de que muchos de los simpatizantes del liberalismo sectario que dominó la vida política colombiana durante los años del Olimpo Radical provenían de las familias más prestantes de la burguesía local (Jaramillo Uribe, 1964), no cabe duda de que, en el ámbito doméstico, las clases altas bogotanas no desdeñaron la legitimidad social que podía brindarles el perfilarse como las guardianas de la moral cristiana en el mundo moderno. Foto 2. Platillo de loza perlada con un diseño del Sagrado Corazón posiblemente fabricado en la Fábrica de Loza Bogotana. (c. 1870 - 1880). Al igual que la mayoría de la alta burguesía capitalina, los Uribe probablemente fueron asiduos defensores de la fe católica en un momento en el que las reformas emprendidas por el Estado nacional comprometían seriamente el papel de la Iglesia en la vida diaria de la sociedad colombiana. Por lo menos, esto es lo que sugiere el tono sinceramente devoto con el que don Diego dicta sus últimas voluntades, así como la presencia en su basurero de un platillo de loza decorado con la inconfundible figura del Sagrado Corazón y de la parte baja de una estatuilla de cerámica esmaltada que representa a Santa Teresa de Jesús (VER FOTOS 2 y 3) . En este punto, es curioso anotar que Santa Teresa es reconocida en el mundo católico como patrona de los enfermos y, en especial, de quienes sufren de cefaleas o migrañas. En realidad, el hallazgo de esta figurilla en el apacible marco de la Quinta de Bolívar también nos recuerda que, ya desde los tiempos del Libertador, la aventajada situación de la casa Recordando a los Uribe REV.VINCULADA.pmd 132 Felipe Gaitán Ammann | 132 05/09/2003, 08:29 a.m. campestre fue muy apreciada por enfermos, convalecientes, o por todos aquellos deseosos de escapar de la contaminación y del caos reinantes en la capital colombiana. Tristemente, el testamento de don Diego Uribe señala que el menor de sus hijos era víctima de lo que hoy se denominaría un severo retraso mental, y no cabe duda de que esta desafortunada circunstancia pudo ser una de las razones que impulsaron a los Uribe a domiciliarse temporalmente en la Quinta de Bolívar. Foto 3: Santa Teresa de Jesús representada en una estatuilla de cerámica Esmaltada (c. 1870 - 1880). Muchos autores coinciden en afirmar que la regularización y complejización de las formas de consumir alimentos es una de las expresiones más fieles del avance del proceso de modernización en Occidente (cf. Elías 1973, 1974; Shackel, 1993; Deetz, 1996). En efecto, más que el espacio en el cual se satisfacen las necesidades biológicas de los seres humanos, la mesa es un lugar especialmente propicio para la exhibición de los comportamientos distintivos sobre los cuales se fundamenta la identidad de la altas esferas del mundo occidental (Elías, 1973). Por otra parte, son varias las investigaciones en arqueología histórica que demuestran que los juegos de vajilla de loza fina fueron comúnmente utilizados para exaltar los valores segregantes e individualistas propios de una mentalidad moderna (cf. Deetz, 1996; Yentsch, 1996). 133 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 133 05/09/2003, 08:29 a.m. Foto 4. Plato de granito blanco. Alfarería de J & G Meakin, Hanley - Inglaterra. Así, desde el punto de vista de la cultura material, no cabe duda de la importancia que la familia Uribe le otorgó a la modernización de unos modales de mesa que, en ese entonces, debían reflejar el buen gusto y la elegancia de su acaudalado hogar. En efecto, los fragmentos de vajilla que se recuperaron en el antiguo aljibe de la Quinta de Bolívar presentan un grado de homogeneidad particularmente elevado que, sin duda, puede considerarse como un testimonio de la rigurosidad con la que la familia Uribe modernizó su comportamiento durante el ritual de la comida (cf. Wall, 1999). La familia Uribe contó con un mínimo de dos servicios de mesa. El primero de ellos era de Granito Blanco, un tipo de cerámica industrial que se desarrolló en las grandes alfarerías de Inglaterra hacia el año de 1840 (Ewins, 1997) (VER FOTO 4); por su parte, el segundo estaba elaborado en porcelana, el más valioso de los materiales cerámicos en los que se pueden elaborar los servicios de mesa modernos (VER FOTO 5). Aquí, es interesante notar el reiterado gusto que los Uribe muestran por la blancura y la sencillez de sus servicios de mesa, un rasgo que pone en evidencia la manifestación más pura de la excelencia y del ascetismo electivo que caracteriza a las altas burguesías del mundo moderno (Bourdieu, 1979). Por otro lado, recientemente se ha sugerido que la preferencia por la loza blanca también podría estar relacionada con la adopción del espíritu de la templanza entre unos grupos sociales bien definidos (cf. las clases medias norteamericanas), pues la completa ausencia de decoración en una vajilla probablemente Recordando a los Uribe REV.VINCULADA.pmd 134 Felipe Gaitán Ammann | 134 05/09/2003, 08:29 a.m. pudo ser considerada como una representación material de ideales morales como la economía y la modestia, prevalecientes entre dichos sectores (Fitts, 1999). Foto 5. Pocillo de porcelana, posiblemente de procedencia francesa (c. 1870 - 1880). Dentro del mismo orden de ideas, existen evidencias de que el discurso de la templanza comenzó a promulgar una completa abstinencia de bebidas alcohólicas entre los medios burgueses norteamericanos de finales del siglo XIX (Reckner y Brighton, 1999). De igual manera, en la Bogotá de 1870, la persistencia del consumo de chicha entre las clases bajas fue muy criticado por los miembros de la alta burguesía como un fuerte factor de atraso, de degeneración y de disipación moral entre los sectores populares. Sin embargo, en último caso, también es claro que la retórica de la templanza constituye ante todo un instrumento de distinción social, pues la alta burguesía bogotana siempre se caracterizó por su elevado consumo de vinos y licores importados o de fabricación artesanal (cf. Röthlisberger, 1993:110). Con todo, es interesante notar que, en la Quinta de Bolívar, se encontraron muchos más fragmentos de vasos para agua que de copas para vino. Nuevamente, datos tan sencillos como estos solamente cobran sentido al ser analizados dentro de un amplio conjunto de evidencias independientes, cada una de las cuales parece confirmar que el hogar de los Uribe realmente se esforzó por acogerse a los más completos preceptos de la templanza cristiana. 135 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 135 05/09/2003, 08:29 a.m. Preservando la salud y cultivando la belleza Por más de medio siglo, María Antonia Restrepo, esposa de don Diego Uribe, cumplió con los deberes domésticos que le correspondían a las mujeres de su categoría en tiempos del Olimpo Radical. Realmente, no cabe duda de que doña María Antonia le inculcó a cada uno de sus seis hijos, y especialmente a su única hija, María Dolores, las normas básicas de la urbanidad y el respeto por los valores católicos. De hecho, frecuentemente se ignora que, hacia finales del siglo XIX, el proceso civilizatorio de Occidente se expresa en términos de la creciente feminización de la cotidianidad burguesa. No obstante, si bien este fenómeno habitualmente se encuentra desterrado de la historiografía tradicional del mundo moderno, sus distintas manifestaciones se encuentran claramente registradas en el campo de las artes y las letras del período victoriano, mediante el surgimiento de una nueva concepción de la estética femenina, estrechamente vinculada al sensual redescubrimiento del aseo y de la belleza corporal (Silva Beauregard, 2000) (VER FIGURA 1). Figura 1. Etiqueta promocional para el Agua Florida de Murray & Lanman (c. 1890). Los materiales presentes en el aljibe de la Quinta de Bolívar sugieren que esta fragancia fue comúnmente utilizada por los miembros de la familia Uribe (tomado de www. antiquebottles.com). Recordando a los Uribe REV.VINCULADA.pmd 136 Felipe Gaitán Ammann | 136 05/09/2003, 08:29 a.m. En general, los códigos de urbanidad dirigidos a la alta burguesía latinoamericana insisten en que, lejos del amparo del hogar, la virtud de las mujeres sólo podía ser garantizada mediante una rígida educación cristiana (cf. Carreño, 1993; Silva Bauregard, 2000). Desde esta perspectiva, el bello sexo no debía recibir más que la instrucción necesaria para presentarse como un ejemplo de templanza y de recato ante sus hijos y maridos. Por lo tanto, no debe sorprendernos la naturalidad con la que don Diego Uribe admite en su testamento que, a diferencia de sus hermanos varones, María Dolores Uribe no contó con el privilegio de recibir una educación formal. Por otra parte, a menudo se olvida que, mediante la incorporación de la etiqueta moderna a la inocencia de su terreno de juegos, las niñas occidentales también contribuyeron a reproducir los gentiles ideales de la domesticidad mediante la emulación de comportamientos socialmente aprobados. Así, no resulta extraño que del antiguo aljibe de la Quinta de Bolívar se haya recuperado un fragmento de la vajilla en miniatura con la que, posiblemente, la pequeña Antonia Páez, hija única de doña María Dolores Uribe, aprendió a reconocer los comportamientos distintivos de las clases altas de la capital desde antes de poder leer los manuales de buenas maneras que circulaban en la Bogotá republicana. Textos como el clásico Manual de Miguel Antonio Carreño presentan una idea muy clara de la relevancia que las prácticas de acicalamiento personal tenían en la rutina diaria de las élites latinoamericanas (González, 1995). Sin embargo, es interesante observar que, inclusive entre las clases altas de la Bogotá republicana, el consumo de productos de perfumería probablemente fue bastante restringido. Así, pocos frasquitos de vidrio recuperados en la Quinta pudieron ser identificados con certeza como envases de esencias, perfumes o colonias importadas. No obstante, el hallazgo de varios fragmentos de 137 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 137 05/09/2003, 08:29 a.m. potes para ungüentos o cremas para el cutis en el basurero de la Quinta sugieren que, en el tocador de María Antonia de Uribe, también se materializó un romántico culto a la belleza femenina y se contribuyó a la atención y naturalización de una renovada estética corporal (VER FOTO 6). Foto 6. Tapa de un pote de crema de belleza para pieles resecas. Este producto era elaborado en Francia para ser comercializado en Norteamérica (c. 1870 - 1880). Por otra parte, el cuidado de la dentadura ocupa un lugar especialmente importante entre los hábitos de aseo corporal recomendados por las guías de urbanidad de finales del siglo XIX. Sin embargo, hasta las primeras décadas del siglo XX, los cepillos de dientes continuaron siendo bienes extremadamente raros entre la población mundial (Mattick, 1998). En esta medida, uno de los encuentros más sorprendentes realizados en la Quinta de Bolívar fue el del primer cepillo de dientes arqueológico que se haya reportado en Colombia, una inequívoca expresión material de la modernidad y de la distinción de la familia Uribe (VER FOTO 7). Foto 7. Cepillo de dientes elaborado en hueso. Tipo England, variedad Maryland. Procedencia francesa (c. 1870 - 1879). Recordando a los Uribe REV.VINCULADA.pmd 138 Felipe Gaitán Ammann | 138 05/09/2003, 08:29 a.m. Foto 8. Tapa de bacinilla elaborada en Granito Blanco (c. 1870 - 1880). Es cierto que, a medida que avanza el siglo XIX, los vínculos entre el aseo corporal y la preservación de la salud se hacen más evidentes (Vigarello, 1985). Sin embargo, se debe insistir en que la imaginación de la sociedad bogotana de 1870 sigue cautivada por la idea de que el aire y el agua son los principales medios propagadores de las enfermedades. En la Quinta de Bolívar, el descubrimiento de una tapa de bacinilla elaborada en Granito Blanco es una buena evidencia de que, inclusive en el saludable ambiente campestre de su residencia secundaria, la familia Uribe seguía temiéndole al nefasto efecto de los miasmas y los vapores putrefactos (VER FOTO 8). De hecho, cabe recordar que, para el momento en que se establecieron en la Quinta de Bolívar, don Diego y doña María Antonia ya habían sobrepasado los sesenta años de edad y, tanto ellos como el desafortunado Juan Crisóstomo Uribe pudieron sentirse propensos a sufrir todo tipo de dolencias. Con todo, una concepción premoderna, miasmática y humoral de la salud también se deduce de la manera en que algunos de los remedios habitualmente consumidas por la familia Uribe son promovidos en los avisos de prensa de la época del Olimpo Radical. Entre los brebajes medicinales cuyos envases pudieron ser plenamente identificados en la Quinta, se destaca la Zarzaparrilla de Bristol, el Fermento de Peptona y la Emulsión de Scott, el mismo aceite de hígado de bacalao tan conocido hoy en día2. 2 Los avisos de prensa aquí transcritos fueron tomados del Directorio General de Bogotá publicado en 1888. Sin embargo, avisos prácticamente idénticos fueron encontrados en el Diario de Cundinamarca para fechas comprendidas entre 1870 y 1880. 139 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 139 05/09/2003, 08:29 a.m. Y los platos no siempre son lo que parecen... En general, todos los manuales de buenas maneras que circulaban en la Bogotá republicana suponían que la disponibilidad de empleados domésticos le era inherente a la posición social de quienes aspiraban a modernizar su comportamiento. Del contenido de estos textos se deduce que los domésticos al servicio de las clases altas debían aprender a controlar y a disciplinar sus movimientos hasta el punto en que la misma regularidad de sus acciones las hiciera pasar desapercibidas en el transcurso del ritual de la comida. Esto nos lleva a pensar que, mucho antes que otros miembros de las Recordando a los Uribe REV.VINCULADA.pmd 140 Felipe Gaitán Ammann | 140 05/09/2003, 08:29 a.m. clases bajas, la servidumbre de la burguesía bogotana tuvo que someterse a un proceso civilizatorio de facto que le permitiera comprender y compartir el lenguaje simbólico de la distinción que legitimaba la posición social de sus amos. Foto 9. Cazuela tipo La Chamba. Más del 80% de la cultura material recuperada en el curso de esta investigación guarda un vínculo directo con las actividades cotidianas de la servidumbre bogotana. No hay que olvidar que los artefactos que ponían en evidencia la sofisticación de las clases altas en los campos de la mesa y de la higiene, pasaban por las manos de los sirvientes para ser limpiados y ordenados después de haber sido utilizados. Sin embargo, los criados también se encargaban de manipular los implementos más tradicionales de la vida doméstica bogotana, relacionados con sus propios hábitos alimenticios y procedimientos culinarios (VER FOTOS 9 y 10). En esta medida, la servidumbre tenía, más que cualquier otro sector de la población local, la opción de diseñar su identidad de clase con base en unas proporciones oscilantes de tradiciones arraigadas y de innovaciones culturales modernas. De hecho, el correcto acatamiento de unas ordenes impuestas por los sectores dominantes puede entenderse como parte de un ventajoso proceso de emulación de comportamientos socialmente aceptados que, finalmente, contribuyeron a la transformación de la estructura de sus habitus individuales y colectivos. 141 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 141 05/09/2003, 08:29 a.m. Foto 10. Jarra tipo La Chamba. Es probable que los criados al servicio de familias como la de los Uribe hayan competido entre sí por el poder simbólico que les brindaba la apropiación y ostentación de objetos semejantes a los que se utilizaban en las clases altas. Sin embargo, en el momento de sustentar consideraciones como las anteriores, se pone en evidencia la carencia de fuentes escritas que, más allá de la curiosidad o del rechazo con el que los viajeros del siglo XIX describieron la rusticidad de los criados neogranadinos, permitan comprender la manera en que los sectores más populares de la capital neogranadina percibieron su propia transición hacia la modernidad. El material cerámico rescatado en el aljibe sugiere que dos tradiciones culturales diferentes estuvieron vinculadas con la vida diaria de la servidumbre de la Quinta. En primer lugar, se encontraron numerosas evidencias de una tradición alfarera mestiza, producto del ajuste de la cultura material indígena a las necesidades propias del mundo colonial. Por otro lado, también se recuperaron testimonios de una tradición cerámica criolla, en la que se perpetúan las formas y las técnicas decorativas heredadas de la Europa medieval pero también se manifiestan unos gustos estilísticos específicos, desarrollados por la población local a lo largo del período republicano (Therrien et al., 2002). Foto 11. Taza y tazones de loza vidriada. Esta última se caracteriza por vasijas torneadas y decoradas con bandas concéntricas o chorreados de esmalte de Recordando a los Uribe REV.VINCULADA.pmd 142 Felipe Gaitán Ammann | 142 05/09/2003, 08:29 a.m. plomo (VER FOTO 11). Mientras que la loza doméstica de tradición mestiza parece cumplir con funciones esencialmente culinarias, la mayor parte de los platos, tazas y tazones vidriados se vinculan directamente con el consumo de alimentos entre las clases populares. Sin embargo, lo importante aquí es señalar que, en su propio ritual de la comida, los domésticos de los Uribe se esforzaban por emplear una cultura material significativamente estandarizada: contaban con varios juegos de platos vidriados en los que se reconocieron diseños recurrentes (VER FOTO 12). Sin embargo, la predominancia de formas hondas en el servicio de mesa de los criados de la Quinta igualmente sugiere que, en los sectores populares de la capital decimonónica, las prácticas culinarias seguían dominadas por preparaciones líquidas y largamente hervidas que se consideran propias de un estilo de vida premoderno (Yentsch, 1996). Foto 12. Platos de loza vidriada, en los que se reconocen la variedad Naranja Anillada y la Variedad Bicroma. Olvidos y recuerdos del mundo moderno No podría concluir este artículo sin mencionar que, afortunadamente, el registro arqueológico es menos selectivo que la historiografía tradicional en cuanto a la información que logra preservar bajo tierra. En particular, las basuras de nuestros ancestros nos muestran que nuestra vida cotidiana está hecha 143 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 143 05/09/2003, 08:29 a.m. más de olvidos que de recuerdos y que, tal como espero haberlo señalado aquí, los mecanismos que rigen la transformación del mundo moderno lo condenan a no ser comprendido sino en términos de su porvenir. Finalizo, pues, con un interrogante: si tantas expresiones de modernidad se mantuvieron relativamente a salvo entre las paredes del vertedero de la familia Uribe ¿cuántas manifestaciones materiales de los modernizados comportamientos cotidianos de Simón Bolívar, de su eterna compañera Manuelita Sáenz o de su fiel servidor José Palacios, así como de tantos hombres y mujeres, ricos y pobres, para quienes la Quinta constituyó ante todo un refugio y un hogar, no habrán sido menospreciadas y olvidadas, víctimas de las ideas preconcebidas que tenemos sobre nuestra propia historia? 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Ha realizado investigaciones arqueológicas en el centro histórico de Bogotá, en el antiguo pueblo de Usaquén y en el convento del Santo Ecce-Homo (Sutamarchán, Boyacá). Es coautor del Catálogo de cerámica colonial y republicana de la Nueva Granada (FIAN, 2002) y, actualmente, se desempeña como coinvestigador del proyecto “Civilidad y policía en la Santafé colonial, siglos XVI y XVII”. E-mail: fgammann@hotmail.com. Recordando a los Uribe REV.VINCULADA.pmd 146 Felipe Gaitán Ammann | 146 05/09/2003, 08:29 a.m. Patrones de consumo de fauna como indicadores de cambio sociocultural: el caso de la Quinta de Bolívar Elizabeth Ramos Roca Departamento de Antropología y Sociología Universidad de Caldas Resumen P or lo general, los restos de fauna de contextos arqueológicos prehistóricos e históricos han sido interpretados como reflejo directo de actividades económicas relacionadas con la subsistencia y la dieta. Sin embargo, aunque esta información es importante, por sí sola deja de lado el enorme potencial que el estudio de los patrones culturales asociados con la selección, distribución y pautas de apropiación y consumo de la fauna proporciona en relación con otros aspectos de la vida cotidiana y con los procesos de transformación social y cultural en general. En este artículo y bajo esta perspectiva, se discuten los resultados del análisis de la muestra de fauna correspondiente a la ocupación de la Quinta de Bolívar durante la segunda mitad del siglo XIX. Particularmente se abordan algunos de los problemas inherentes al interpretar diferencias socioeconómicas y grupos étnicos a partir de los restos de fauna. Igualmente, se enfatiza en la importancia de acompañar este tipo de análisis con información documental relativa entre otros aspectos a los sistemas de mercadeo, distribución, abastecimiento y valor de los cortes de carne para la época. PALABRAS CLAVE arqueología histórica, análisis de fauna, patrones de consumo, diferenciación social. 147 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 147 05/09/2003, 08:29 a.m. Abstract G enerally, faunal remains in prehistorical and historical archeological contexts have been interpreted as a direct reflex of economic activities related to subsistence and diet. However, although this information is important, taken only as this disregards the huge potential that the study of cultural patterns associated to the selection, distribution, acquisition and consumption of fauna offers in relation to other aspects of everyday life and to the social and cultural transformation processes in general. In this paper and under this perspective the results from faunal samples corresponding to the second half of the 19th century when Quinta Bolivar was occupied are presented. Some of the inherent problems when interpreting social and economical differences and ethnic groups based on faunal remains are discussed in particular. Likewise, the importance of accompanying this type of analysis with documentary information relative to, among other aspects, the marketing, distribution, supply and value of meat cuts for the epoch is stressed. KEYWORDS historical archaeology, faunal analysis, patterns of consumption, social differentiation. Patrones de consumo de fauna REV.VINCULADA.pmd 148 Elizabeth Ramos Roca | 148 05/09/2003, 08:29 a.m. Introducción En el curso de los últimos diez años, especialmente en Norteamérica, se han incrementado notablemente las investigaciones en arqueología histórica en las cuales los restos de fauna, como un componente más de la cultura material, contribuyen significativamente a la interpretación de los fenómenos socioculturales. Se busca que los restos de fauna además de reflejar en parte la dieta de los grupos humanos que habitaron un contexto social y temporal determinado, proporcionen elementos de análisis que permitan ampliar el rango de preguntas de investigación relacionadas con el comportamiento humano y las prácticas culturales en el pasado. Bajo esta perspectiva, en el presente artículo se discuten los resultados del análisis del material de fauna excavado en la Quinta de Bolívar, correspondiente a la ocupación del inmueble durante la segunda mitad del siglo XIX. La información relacionada con otros aspectos de la investigación es ampliamente discutida por Gaitán (2001); por lo tanto, aquí nos centraremos en cómo el análisis de los restos de fauna contribuye a la discusión sobre los procesos de transformación sociocultural en la Nueva Granada durante ésta época. Este análisis, en particular, se ha orientado a recopilar información que permitiese aproximarnos a dos aspectos fundamentales: 1. El proceso de modernización en la Nueva Granada reflejado en la manera como los habitantes de la Quinta seleccionaron, procesaron y descartaron la fauna. 2. Indagar de qué manera los mecanismos de distinción socioeconómica pueden estar afectando los patrones observados en la fauna. 149 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 149 05/09/2003, 08:29 a.m. De manera específica, se buscó, desde el análisis de fauna, ahondar en la discusión de algunos de los argumentos planteados por Gaitán en torno al proceso de legitimación tanto de la burguesía como de la servidumbre, reflejado no solamente en el comportamiento en la mesa sino en una “mejor” manera de comer (calidad y preparación) y de servir los alimentos. La muestra y la metodología del análisis En la Quinta de Bolívar se recuperó un total de 1394 fragmentos de restos óseas animales, todos provenientes del aljibe y correspondientes a una sola ocupación. En general, la preservación de la muestra es excelente y, en este sentido, tenemos cierto grado de confianza en que las especies representadas estén reflejando, al menos en parte, aquellas utilizadas. Es necesario anotar que en las excavaciones de la Quinta de Bolívar la tierra no fue cernida y tampoco se tomaron muestras para flotación. Lo anterior es un problema particularmente crítico para aquellos sitios en donde se espera encontrar la presencia de especies muy pequeñas o con elementos muy frágiles, lo cual afortunadamente no es el caso de la Quinta de Bolívar. Sin embargo, no descartamos que durante el proceso de excavación no se hayan detectado algunos restos pequeños, particularmente de peces. Otros factores que pueden haber influido en la muestra son los factores tafonómicos, los ambientales, la intervención humana y el hecho de que las especies representadas estén reflejando un grupo étnico o social específico, los cuales constituyen algunos de los problemas más comunes inherentes a este tipo de análisis, como lo han señalado recientemente algunos autores (Rothschild y Balkwill, 1993). Como es de Patrones de consumo de fauna REV.VINCULADA.pmd 150 Elizabeth Ramos Roca | 150 05/09/2003, 08:29 a.m. suponer, cada uno de estos aspectos fue tenido en cuenta al momento de interpretar los resultados del análisis. El 84.4% de la muestra no presenta ningún tipo de transformación, mientras que el 11.9% deja ver marcas causadas, en la mayoría de casos, por cortes. Un porcentaje pequeño (2.4%) de fragmentos presenta huellas de haber sido masticado por carnívoros, cuestión que resulta afortunada para el análisis, pues este tipo de marcas, normalmente producidas por carroñeros, puede afectar significativamente las muestras. Unos cuantos fragmentos presentan modificación por fuego y marcas de raíces, en porcentajes poco significativos. Para la investigación se trabajó con las siguientes variables: i) identificación taxonómica, dentro de lo posible, a nivel de especies, ii) elemento o parte del animal, iii) porción o parte del hueso incluido, iv) edad de los especímenes y v) registro de las modificaciones dentro de las que se incluyen las marcas de corte. Con esta información se exploraron tres aspectos básicos como son la distribución de las partes presentes del animal, los patrones de muerte (tiempo de sacrificio de los animales) y los patrones de corte; cada uno de los anteriores fue evaluado para cada una de las especies más representadas. En el análisis de los patrones de corte se registró el tipo de marca, describiendo la localización exacta de ésta en el hueso. Para la descripción de los tipos de cortes se siguió la clasificación propuesta por Reitz y Scarry (1985) y Crader (1990). Para diferenciar una marca accidental de una marca de corte se utilizaron los criterios de forma, redundancia (ocurrencia sistemática) y propósito; criterios adoptados por algunos autores que trabajan con fauna de sitios históricos y prehistóricos. Es necesario tener en cuenta que el corte del animal involucra una serie de actividades como son la matanza, 151 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 151 05/09/2003, 08:29 a.m. el retiro de la piel, la evisceración, el desmembramiento, la división en porciones menores y los cortes asociados a la preparación y el consumo (Landon, 1996). Por lo anterior, reconocer la etapa del proceso que estas marcas reflejan resulta de vital importancia para la interpretación. La aproximación a los patrones de matanza requiere de una apropiada determinación de la edad relativa por especie. En zooarqueología tres son los criterios utilizados para la determinación de la edad: la fusión de la epífisis, la erupción y desgaste dental y el estudio de estructuras incrementales en huesos y dientes (Davis, 1987; Hesse y Wapnish, 1985; Landon, 1996). En esta investigación, dada la ausencia de dientes, se utilizó el primero de estos criterios, asignando la edad en categorías generales como adulto y subadulto. Debido a la falta de una colección de referencia de individuos con diferentes rangos de edad consideramos poco confiable aventurarnos a un diagnóstico de edad más preciso. Para abordar lo relacionado con las diferencias sociales se indagó acerca del acceso diferencial a porciones y elementos que representasen partes más apetecidas por su sabor o por la cantidad o calidad de la carne. Dentro de lo posible se buscó establecer una relación entre los cortes y partes del animal y las formas de preparación de los mismos. Es importante tener en cuenta aquí, que la división del animal debe ser correctamente entendida en términos anatómicos ya que, muchas veces, aun conociendo la porción del hueso presente es difícil determinar a que corte de carne se asocia pues diferentes cortes pueden involucrar porciones de un mismo hueso (Szuter, 1996). Otra de las maneras de indagar por diferencias socioeconómicas es ordenar por importancia los cortes de carne de acuerdo con las listas de precios del momento. Sin embargo, hay que tener en cuenta que lo que esto puede estar reflejando no es el status socioeconómico sino prestigio, grupos étnicos o Patrones de consumo de fauna REV.VINCULADA.pmd 152 Elizabeth Ramos Roca | 152 05/09/2003, 08:29 a.m. una combinación de estos factores. Desafortunadamente para este estudio no contamos con listas de cortes y precios para esa época en la Nueva Granada. Resultados A nivel de clase, la mayoría de los fragmentos corresponden a mamíferos (87.7%) seguidos por aves (9.5%) y, en un porcentaje muy pequeño, por peces (0.1%); cabe destacar que sólo un 2.6 % de la muestra no pudo ser asignado a ninguna clase y es registrado como indeterminado. Un 28.6% de los fragmentos de mamíferos corresponden a la categoría de mamífero grande, un 1.5% a mamífero mediano y un 8.9% se clasificó sólo como mamíferos sin ser posible determinar su tamaño. La distribución por especies (% NISP) sugiere que la dieta animal estaba fundamentalmente constituida por carne de res (Bos taurus, 66.2 %), gallina (Gallus gallus, 14.7%), oveja1 (Ovis aries, 14.1) y cerdo (Sus scrofa), este último en cantidades moderadas (3.9 %). La presencia de un fragmento de pavo y dos fragmentos de un pez no identificado nos hace pensar en el uso ocasional de ciertas especies tal vez en la preparación de platillos especiales o para eventos particulares. A su vez, se encontraron siete fragmentos de caballo (Equus caballus, 0.5%). Es interesante anotar que algunos de estos fragmentos presentan marcas de corte, sin embargo, no tenemos datos sobre el consumo de esta especie. 1 Nos referiremos aquí en general a oveja (oveja/carnero), sin embargo, existe la posibilidad de que algunos de los fragmentos identificados como oveja pertenezcan a cabra (Capra hircus), puesto que existe gran similitud morfológica a nivel óseo entre estas dos especies lo cual dificulta su diferenciación 153 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 153 05/09/2003, 08:29 a.m. A continuación se discutirán algunos de los patrones observados a partir del análisis de la distribución de los elementos o partes del animal representadas por especie. Con relación al ganado vacuno, en general, los elementos más representados son los huesos largos, los cuales pertenecen al cuarto trasero y delantero del animal, se destaca la presencia de fragmentos de fémur los cuales constituyen el 14.2 % de la muestra; le siguen en ocurrencia las costillas (12.2%), los fragmentos de cráneo (10%), las vértebras (8.7%), la pelvis (6.1%) y las falanges (5.1%). Es de anotar que en esta especie aunque están representadas todas las partes del esqueleto incluido el hioides, los mayores porcentajes se concentran, en el cuarto trasero, las costillas y el cráneo, las vértebras y la pelvis (VER TABLA 1). De igual manera, la mayor parte de las marcas de corte se presentan en éstos mismos elementos (VER FIGURA 1). Tabla 1. Frecuencia de elementos para Bos taurus. Patrones de consumo de fauna REV.VINCULADA.pmd 154 Elizabeth Ramos Roca | 154 05/09/2003, 08:29 a.m. Figura 1. Esqueleto de Bos taurus ilustrando. Los sitios de mayor ocurrencia de marcas de corte. Las marcas de corte fueron, en su mayoría, ejecutadas con cuchillos y hachas, aunque un pequeño porcentaje de fragmentos presenta huellas de un instrumento más sofisticado posiblemente una segueta manual. Como se mencionó anteriormente, el análisis de la frecuencia y localización de las marcas de corte hace necesario identificar el propósito para el que fueron hechas con el fin de poder precisar cual de las etapas, en la apropiación del animal, están representando. En los fragmentos de fémur, modificados en un 14.5 %, encontramos marcas de corte en la porción distal y proximal del hueso así como en la diáfisis. De acuerdo con la evidencia de otros sitios históricos, los cortes en la porción proximal y distal están por lo general asociados con la desarticulación del fémur de la pelvis y del fémur de la tibia respectivamente, mientras que marcas de corte y pequeñas rayas incisas en la diáfisis del mismo (VER FIGURA 2 – 2a) se relacionan con la preparación y el consumo de carne, particularmente con el proceso de descarnamiento. No tenemos evidencias concretas de fragmentación del hueso para extracción de la médula ósea, sin embargo, la cantidad de fragmentos de diáfisis con marcas de corte en la cara interna y la forma en que están rotos algunos 2A 2B fragmentos podría sugerir esta práctica en algunos casos. Figura 2. Localización específica de las marcas de corte en algunos de los elementos óseos de Bos taurus ilustrando 2a) Fémur, 2b) Costila, 2c) Pelvis, 2d) Cráneo. 2C 2D 155 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 155 05/09/2003, 08:29 a.m. El 21.3% de las marcas de corte en el ganado vacuno ocurre en las costillas, fundamentalmente en la parte medial del cuerpo de las mismas (VER FIGURA 2 - 2b); el tamaño promedio de los fragmentos sugiere que estas fueron fragmentadas en dos o tres partes. En su mayoría presentan marcas superficiales producidas por cuchillos, lo cual podría reflejar patrones de fragmentación asociados con la preparación de platos específicos o con maneras social o culturalmente determinadas para preparar ciertos platos. En relación con la pelvis, el 16.2% de los fragmentos presenta marcas de corte localizadas fundamentalmente en el íleon y el acetábulo (VER FIGURA 2 - 2c). Algunas de las marcas ocurridas alrededor del acetábulo están asociadas con la desarticulación del fémur de la pelvis, correspondiendo en su mayoría a marcas de cuchillo y hacha, estas últimas posiblemente como producto de la división de la pelvis en segmentos. Algunas de las marcas de corte observadas en la pelvis podrían también estar relacionadas con cortes comúnmente utilizados en la actualidad, como por ejemplo la punta de anca. El significativo número de huesos de cráneo, por una parte y las marcas de corte asociadas a este, por otra (VER FIGURA 2 2d), muestran que el consumo de cabeza de ternera en la Quinta de Bolívar no fue ocasional, sin embargo, la reconstrucción de los patrones de corte para el cráneo en general, se dificulta debido a la naturaleza fragmentaria de la mayoría de estos. La presencia de numerosos restos de cráneo asociados con el consumo de cabeza de ternera es reportada en algunos sitios históricos (Landon, 1996; Yentsch, 1994); ello no resulta sorprendente si tenemos en cuenta que por lo menos en parte de Norteamérica, hasta bien entrado el siglo XIX, la cabeza de ternera permaneció como un plato de alto status con múltiples formas de preparación: asada, a la parrilla, guisada, sofrita y decorada con champiñones y perejil (Bowen, 1992: 275). Más Patrones de consumo de fauna REV.VINCULADA.pmd 156 Elizabeth Ramos Roca | 156 05/09/2003, 08:29 a.m. aún, su preparación parece haber sido bastante extendida como lo sugiere King, en 1844: “De hecho, una residente rica de Salem, [Massachussets], a comienzos del siglo XIX, escribió que ella y su familia comúnmente cenaban una deliciosa sopa de cabeza de ternera con bolas de carne” (en Bowen, 1992: 275). En la Quinta de Bolívar, algunos cortes realizados en el frontal y los apriétales, en particular, sugieren la extracción de sesos. En lo que respecta a la Nueva Granada en el siglo XIX, la existencia de recetas cuyo ingrediente principal es la cabeza de ternera y los sesos hace pensar que en este contexto fue también un plato apetecido, por lo menos entre las clases altas. Cabe mencionar aquí la guía de cocina “El Estuche” (Moreno, 2000) en la que, hacia 1870, figuran platos como la cabeza de ternera en tortuga, cabeza de ternera a la llanera, pastel de sesos a la jardinera, copetes de sesos y torta de sesos, entre otras. Retomando lo anterior, tenemos que la mayor parte de los elementos de ganado vacuno representados en la muestra están asociados con cortes del cuarto trasero (pelvis y fémur) y costillas. Del cuarto trasero se obtienen cortes apetecidos como el lomo y la punta de anca, los que pueden ser preparados a la plancha o asados y con las costillas se asocian los cortes de carne utilizados en el siglo XIX para guisos y estofados (Dirkmaat, 1989; Schávelzon y Silveira, 1998). Según Gaitán (2001:113), estas partes han sido descritas por Truth como relacionadas con la preparación del caldo de carne, componente esencial y base para muchas recetas de la época. Resultaría lógico suponer que utilizaron estos cortes de carne y que, posteriormente, los huesos asociados con estos sirvieran como base para los caldos, sin embargo, en “El Estuche” se menciona que la carnes utilizadas en la olla de los caldos eran fundamentalmente el muslo y el cuarto trasero y también la espaldilla o paletilla. De igual manera, se habla de la preparación de caldo con el lomo y se aclara que con esta 157 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 157 05/09/2003, 08:29 a.m. parte “se consigue buena carne para comer pero el caldo siempre es débil, a causa de que esta presa, excelente para los asados, para la parrilla etc. no es suficientemente carnosa para dar un caldo suculento” (Moreno, 2000: 26, el énfasis es mío). En nuestro concepto, las marcas de corte observadas en la fauna de la Quinta de Bolívar es probable que representen en gran parte actividades como el desmembramiento y la preparación y el consumo de alimentos más que cortes de carne específicos. En cuanto a la información relativa a los patrones de matanza, encontramos restos de animales adultos (50.5%) y en proceso de crecimiento (49.5%) en porcentajes similares. Aunque lo anterior requiere de una aproximación más precisa en cuanto a la edad de sacrificio, es claro que existió preferencia y disponibilidad de animales tanto jóvenes como adultos. Esta tendencia es también soportada por una variedad de recetas en las que se especifica si el corte o la porción debe ser de ternera, vaca o buey (Moreno, 2000). Vemos entonces como en la distribución de las partes representadas en el ganado vacuno parecen estarse evidenciando dos elementos: el gusto particular por ciertos platos y preparaciones, por un lado y las ofertas del mercado local, por el otro. De otra parte, el consumo de oveja y carnero (5.2%) no es ocasional; la distribución de los elementos, representados en un 68% por costillas y un 15 % por metapodios, muestra un patrón diferente al del ganado vacuno y muy similar al observado en algunos sitios históricos en Norteamérica en donde se compraban preferencialmente miembros anteriores y posteriores y cabeza (Yentsch, 1994: 229). En la Quinta de Bolívar no encontramos fragmentos de cráneo. Una de las posibilidades para explorar, respecto a esta peculiar distribución de las partes de oveja, sería la de buscar explicar si los huesos Patrones de consumo de fauna REV.VINCULADA.pmd 158 Elizabeth Ramos Roca | 158 05/09/2003, 08:29 a.m. que aparecen en el sitio están relacionados con la preparación de ciertos platos y si el resto de la carne fue distribuido sin hueso (Dirkmaat, 1989). El porcentaje de individuos jóvenes (65%) es mayor, lo cual coincide también con la información de otros sitios históricos donde se menciona que la carne de carnero era preferida por blanda y de mejor sabor (Dirkmaat, 1989); sin embargo, la gente de la Quinta también consumió especímenes adultos. El patrón de distribución de las partes del cerdo es muy similar a aquel observado en los ovinos. El 65.6% de los fragmentos son costillas y el 21% corresponde a las patas traseras. La utilización del cerdo en la sociedad santafereña del siglo XIX no es evidente. Aunque, como lo menciona Gaitán, los documentos claramente muestran su utilización en los enlatados, no existen datos sobre la distribución de sus partes en los mercados locales ni sobre los patrones de consumo. Se ha tendido a asociar la presencia de patas y cabezas de cerdo con los patrones alimenticios de la clase baja, sin embargo, la evidencia en algunos sitios históricos muestra que estos elementos aparecen mezclados con las partes más carnosas (Bowen, 1992) y que, además, las “patas de cerdo” constituyeron un platillo de importancia (Schávelzon y Silveira, 1998; Moreno, 2000) En la Quinta de Bolívar, el 80% de los restos de cerdo corresponde a individuos jóvenes, lo cual ocurre también en algunos sitios históricos en Norteamérica y es consistente con el planteamiento de que aquellos animales criados sólo para propósitos comestibles son sacrificados a edades más tempranas que aquellos que suplen múltiples propósitos como sería el caso del ganado vacuno (Landon, 1996). Es necesario tener en cuenta que el tamaño de la muestra no permite ahondar más en este sentido. 159 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 159 05/09/2003, 08:29 a.m. Para explicar mejor los patrones observados en cuanto a las partes presentes y a los patrones de matanza se hace indispensable profundizar en los documentos que nos informan sobre la distribución de cerdos y ovejas. Aunque las partes presentes de estas dos especies son diferentes a las del ganado vacuno, nuevamente, para este caso, es posible que ello se deba a su disponibilidad en los mercados locales donde por ser especies sustancialmente más pequeñas, se cortaran y distribuyeran las partes de manera diferente a las del ganado mayor. Finalmente, en la distribución de elementos correspondientes a las gallinas (pollos) el mayor porcentaje corresponde a huesos pertenecientes al miembro anterior y posterior (muslos y contramuslos). Aunque otras partes están representadas la proporción es mínima y, en general, se resalta la completa ausencia de fragmentos de cráneo, patas y esternón, éste último correspondiente a la pechuga. Si bien la preservación diferencial puede estar jugando un papel importante aquí, la presencia de huesos como la fúrcula (pequeño y frágil) hacen pensar lo contrario. En este sentido, resulta curioso que las recetas de la época en su mayoría involucran la preparación de pollos enteros, por lo cual esperaríamos una representación de todas las partes del cuerpo. Otra razón para esperar una representación de todos los elementos sería aquella de que la mayoría de las aves consumidas en esta época eran criadas en corrales caseros o se compraban enteras en los mercados locales. Dos posibles razones encontramos para el patrón encontrado, o bien algunas de la partes no muy apetecidas como patas, cráneo etc. eran utilizadas como alimento para otros animales y en esa medida no se preservaron, o existe un sesgo diferencial en términos de preservación. Las respuestas a estos interrogantes pueden surgir Patrones de consumo de fauna REV.VINCULADA.pmd 160 Elizabeth Ramos Roca | 160 05/09/2003, 08:29 a.m. de la comparación de los patrones observados con otras muestras de fauna excavadas en sitios contemporáneos. Conclusiones Para concluir quisiera puntualizar, en primer lugar, algunos aspectos relacionados con la aproximación teórica a este tipo de estudios y, en segundo lugar, retomar los resultados del análisis de los restos de fauna de la Quinta de Bolívar en el contexto de los objetivos propuestos. En el campo teórico la investigación realizada nos lleva a reflexionar sobre varios aspectos. El primero de ellos es la inconveniencia de traducir fragmentos de hueso en cortes de carne y cortes de carne con diferencias étnicas y sociales. Como ha sido demostrado recientemente por algunos autores, los factores socioeconómicos y étnicos no constituyen el único factor cultural que determina las conformación de la muestra de restos de fauna (Bowen, 1992; Landon, 1996). La información contextual de los sitios, en términos de su articulación con sistemas de mercadeo y de distribución de productos animales, resulta indispensable para la interpretación. En un sentido general, sólo la información sobre los patrones de apropiación, consumo y descarte de fauna observados en la escala de las unidades domésticas y la comparación entre contextos domésticos y no domésticos y entre centros urbanos y rurales podrá permitirnos a corto y largo plazo abordar preguntas más amplias relacionadas con las dinámicas socioculturales, particularmente lo relacionado con sistemas de subsistencia. Más concretamente, es necesario enfatizar en que la información relativa a las diferentes etapas del procesamiento de un animal, los centros de distribución, el 161 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 161 05/09/2003, 08:29 a.m. valor relativo de los cortes, las preferencias culturales, los patrones de matanza, la representación de las partes del animal y los patrones de corte constituye parte integral de los análisis. Con respecto a las evidencias concretas del proceso de modernización, varios elementos observados en el análisis de los restos de fauna de la Quinta de Bolívar atestiguan este proceso. Por una parte, la diversidad de especies en la muestra es reducida y se corresponde con aquellas obtenidas en los mercados locales. Por otra parte, la homogeneidad en las partes seleccionadas y la regularidad de algunos cortes y su localización evidencian cierta estandarización propia de sistemas de abastecimiento fuera de la unidad doméstica y, en este sentido, enrolados en sistemas de abastecimiento en mercados. Otra posible evidencia del proceso de modernización la constituye la presencia de algunos pocos fragmentos con marcas de corte realizadas con instrumentos de mayor precisión, posiblemente seguetas de mano. Datos de algunos sitios históricos en Boston (Bowen, 1992) muestran que durante la primera mitad del siglo XIX las técnicas de corte empiezan a cambiar de hacha y cuchillo a seguetas manuales, lo cual implicó un cambio de trozos de carne grandes a pequeños, más adecuados para la preparación de asados. En Buenos Aires, Schávelzon y Silveira (2001) reportan la utilización sistemática de hachas hasta mediados del siglo XIX y estiman la introducción de serrucho o sierra manual hacia finales de la década de 1840. Con relación al objetivo de indagar por diferencias socioeconómicas y de legitimación de la servidumbre, el primer factor a tener en cuenta es que en el caso concreto de la Quinta de Bolívar la mezcla en el depósito de los restos de comida de todos los habitantes de la casa ofrece una limitante a tal interpretación en el sentido en que no permite aislar los desechos de los dueños de la casa y los de la servidumbre. Una Patrones de consumo de fauna REV.VINCULADA.pmd 162 Elizabeth Ramos Roca | 162 05/09/2003, 08:29 a.m. alternativa la constituye mirar la relación entre los cortes de carne y el tipo de preparaciones que pueden hacerse con cada uno de ellos y correlacionar esto a su vez con otros elementos de la cultura material. A este respecto, Gaitán (2001:109) ha mencionado la presencia recurrente de platos hondos para sopa asociados con la servidumbre; así, aunque a través del análisis de fauna no se podría corroborar que las sopas eran el plato de la servidumbre lo que si puede corroborarse es que las sopas, representadas en partes específicas del animal, eran parte importante de la dieta de los habitantes de la Quinta, información que al relacionarla con el estudio de las formas y decoración de la cerámica y los documentos existentes permitirá corroborar esta hipótesis. La presencia en la Quinta de Bolívar de un buen porcentaje de partes correspondientes a cortes de carne de buena calidad y la preferencia por ciertos platos podrían estar sugiriendo una dieta de “alto status” y, por tanto, correspondiente a los dueños de la casa. Sin embargo, en concreto, el análisis de fauna no muestra claramente un patrón que nos permita hablar de diferencias socioeconómicas entre los distintos sectores sociales cohabitando en la Quinta. Creemos, en principio, que los patrones observados distan de ser el reflejo directo de las diferencias socioeconómicas entre los dueños de la casa y la servidumbre y tampoco constituyen evidencias concretas en relación con un proceso de afianzamiento de la identidad por parte de la servidumbre. No se afirma aquí que esto no esté ocurriendo, sino que se pone en evidencia que, los patrones observados en la fauna parecen estar influenciados por otros factores adicionales a las diferencias socioeconómicas. Una posibilidad es que dichos patrones, más que diferencias socioeconómicas, estén reflejando las tendencias culinarias y gastronómicas de los Uribe o de los habitantes de la casa en 163 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 163 05/09/2003, 08:29 a.m. general, en concordancia con las restricciones impuestas por un sistema de mercadeo local. Los datos sugieren que muy probablemente la carne llegaba a la casa de mercados locales, donde por preferencias culturales o restricciones las partes distribuidas muestran un patrón homogéneo. La evidencia de algunos sitios históricos muestra que en sistemas de abastecimiento orientados hacia mercados, ciertas partes de los animales son controladas y tienden a mantenerse alejadas de los consumidores (Bowen, 1992:268). Entonces antes de hablar de diferencias étnicas o sociales debemos establecer los parámetros del sistema de abastecimiento y determinar cuáles podrían ser los efectos visibles que los sistemas de mercadeo existentes en la Nueva Granada para la época pudieron tener en las especies y en las partes representadas en la Quinta de Bolívar. En este sentido, resulta imprescindible indagar en los documentos referidos a centros de distribución y listados del valor relativo de los cortes. De acuerdo con Bowen (1992) los estudios de status basado en diferencias socioeconómicas reflejadas en el consumo animal han demostrado ser problemáticos, en la medida en que los patrones reflejados en la fauna no permiten caracterizar de manera clara una dieta de alto y bajo status. Por lo tanto, se sugiere que las diferencias socioeconómicas se pueden observar mejor en las formas diferenciales de preparar la comida, en el tipo de platos y especias utilizadas antes que en los cortes y porciones, cuestión que debe ser estudiada con más detalle. Para la Nueva Granada, el análisis de fauna de la Quinta de Bolívar constituye el primer intento de indagar en las diferencias socioeconómicas a partir de la muestra obtenida, aunque por ahora no contamos con parámetros comparativos locales. Algunas referencias de la época nos permiten suponer que establecer estas diferencias de manera directa podría ser riesgoso, especialmente porque no parecen haber existido Patrones de consumo de fauna REV.VINCULADA.pmd 164 Elizabeth Ramos Roca | 164 05/09/2003, 08:29 a.m. marcadas diferencias en las formas de alimentación entre las distintas clases sociales como se ilustra en la siguiente cita: “En las clases inferiores, porque entonces no había ni hay aún clase media en la sociedad, los alimentos no eran diferentes a los que acabo de describir [refiriéndose a las costumbres bogotanas de la época]. Los artesanos, no muy numerosos y los campesinos se alimentaban especialmente de ajiaco, que es una mezcla de carne de res o de oveja, cortada finamente y cocida con papas y sasonada con ajo y cebollas...” (Moreno, 2000: XI, citando a un viajero de la época). Algunas investigaciones recientes en sitios históricos de Buenos Aires también apuntan en este sentido, sugiriéndose que para mediados del siglo XIX la cocina de los dominicos y trabajadores no muestra mayores diferencias y estaba constituida fundamentalmente por “cocidos para ganado vacuno y ovino y quizás para aves” (Schávelzon y Silveira, 1998). Retomando lo anterior, es indispensable entonces tener en cuenta el hecho de que al estudiar la fauna excavada en contextos domésticos correspondientes a segmentos de la población con diferentes posiciones socioeconómicas, los resultados han mostrado más similitudes que diferencias (Bowen, 1992; Reitz, 1987). Sin embargo, aunque en la mayoría de los estudios no se observan claras diferencias de status en los cortes de carne sabemos con certeza que sí existía distinción entre la manera como comían unas personas y otras y, por lo tanto, debemos explorarlas. Así, estamos de acuerdo con Bowen (1992) en que la asignación de status debería basarse en un análisis cualitativo de la importancia de los cortes y como esta importancia ha cambiado a través del tiempo entre los distintos segmentos de la población, antes que en la presencia de un alto porcentaje de cortes de alta calidad. En otras palabras, lo que les gustaba y a lo que tenían acceso los pobres en un momento les pasó a gustar a los ricos en otro y viceversa. 165 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 165 05/09/2003, 08:29 a.m. Finalmente, consideramos importante recalcar el hecho de que aunque el estudio de fauna de contextos históricos constituye un campo relativamente nuevo e inexplorado en la arqueología colombiana, ofrece un enorme potencial para la reconstrucción de los patrones de utilización animal que articulados con otras evidencias de cultura material nos permiten intentar responder preguntas antropológicas más amplias. Sin embargo, abordar este tipo de preguntas nos exige además de la realización de rigurosos análisis de la fauna, llenar algunos vacíos en lo relacionado con: 1. Sistemas de abastecimiento y mercados durante el los siglos XVI – XIX. 2. Documentos sobre el valor de los cortes de carne en los distintos períodos. 3. Excavación de contextos domésticos y no domésticos y urbanos y rurales, para establecer comparaciones entre los patrones observados en los distintos períodos. 4. Valores culturales asociados con los distintos platos y formas de preparación. 5. Investigación sobre los sistemas de producción y distribución agrícola en la época y como la disponibilidad de productos vegetales, pueden estar influenciando la distribución de productos animales en los mercados. 6. Análisis paleobotánicos que complementen la información proporcionada por la fauna. Patrones de consumo de fauna REV.VINCULADA.pmd 166 Elizabeth Ramos Roca | 166 05/09/2003, 08:29 a.m. AGRADECIMIENTOS Agradezco a Felipe Gaitán el invitarme a “entrar en la cocina de los Uribe” y por compartir los resultados de su investigación en la Quinta de Bolívar. A Carmen E. Henao, Susy C. Gallego, Paula A. Rivera, Carolina Salgado y Francia V. Soto, estudiantes de Antropología de la Universidad de Caldas, por su colaboración en el análisis del material de fauna. A Monika Therrien por su apoyo y aporte de referencias bibliográficas. BIBLIOGRAFÍA BOWEN, J. (1992). “Faunal Remains and Urban Household Subsistence in New England”. En: The Art and Mystery of Historical Archaeology, Essays in honor of James Deetz. A. E. Yentsh y M. Beaudry (Eds). Boca Ratón: CRC Press, pp. 267-281. CRADER, D. C. (1990). “Slave Diet at Monticello”. American Antiquity 55: 690-717. DAVIS, S. J. (1987). La arqueología de los animales. New Haven y Londres: Yale University Press. DIRKMAAT, D. C. (1989). Zooarchaeological Analysis of Vertebrate Remains from the Gateway Center Station Sites, Light Rail Transit System. Tesis doctoral sin publicar. Pittsburgh: Universidad de Pittsburgh GAITÁN, F. (2001). Expresiones de Modernidad en la Quinta de Bolívar. Arqueología de la alta burguesía bogotana en tiempos del Olimpo Radical. Tesis de grado sin publicar. Bogotá: Departamento de Antropología, Universidad de los Andes. HESSE, B. y P. WAPNISH (1985) Animal Bone Archaeology: From Objections to Analysis. Wash. D.C.: Taraxacum. LANDON, D. (1996). “Feeding Colonial Boston: A Zooarchaeological Study”. Historical Archaeology 30 (1). MORENO, L. (2000). Sabores del Pasado. Recetas de El Estuche. Bogotá: Editorial Panamérica. REITZ, E. (1987). “Vertebrate Fauna and Socioeconomic Status”. En: Consumer Choice in Historical Archaeology. S. M. Spencer-Wood (Ed.). New York: Plenum Press, pp. 101-120. 167 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 167 05/09/2003, 08:29 a.m. REITZ, E. y M. SCARRY (1985). “Reconstructing Historic Subsistence with an Example from Sixteenth-Century Spanish Florida”. Society for Historical Archaeology. Special Publication Series # 3. California, Pennsylvania. ROTHSCHILD, N. y D. BALKWILL (1993). “The Meaning of Change in Urban Faunal Deposits”. Historical Archaeology 27 (2): 71-89. SCHÁVELZON, D. y M. SILVEIRA (1998). Excavaciones en Michelángelo. Buenos Aires: Ediciones Corregidor. SCHÁVELZON, D. y M. SILVEIRA (2001). Excavaciones arqueológicas en San Isidro. Buenos Aires: Editorial Dunken. SZUTER, C. R. (1996). “A Faunal Analysis of Home Butchering and Meat Consumption at the Hubbell Trading Post, Ganado, Arizona”. En: Images of the Recent Past. Readings in Historical Archaeology. C. E. Orser Jr (Ed.). Londres: Altamira Press. YENTSCH, A. E. (1994). A Chesapeake Family and their Slaves. A Study in Historical Archaeology. Londres: Cambridge University Press. ELIZABETH RAMOS ROCA Antropóloga de la Universidad de los Andes con maestría y doctorado en Arqueología de la Universidad de Pittsburgh. Actualmente está vinculada como docente en la Universidad de Caldas. Sus temas de interés en investigación son los relacionados con arqueología y medio ambiente, zooarquelogía y bioantropología. E-mail: eramos@col2.telecom.com.co Patrones de consumo de fauna REV.VINCULADA.pmd 168 Elizabeth Ramos Roca | 168 05/09/2003, 08:29 a.m. La leyenda de María Isaacs: su correlación etnoarqueológica con el cementerio de Santa Elena, 1880-1996 (El Cerrito - Valle) Luis Francisco López C. Antropólogo Universidad Nacional de Colombia Resumen E l análisis espacial del cementerio de Santa Elena (Valle) brinda la oportunidad de percibir el objeto arqueológico como parte de una dinámica social, donde la “Tumba de María” constituye el soporte de la memoria que otorga vigencia a la leyenda isaacsiana. Este artículo pretende discutir la noción de cultura material desde una óptica que integra fuentes orales y de archivo para generar un aporte a la interpretación arqueológica de contextos prehispánicos, coloniales y republicanos. PALABRAS CLAVE Santa Elena (Valle), cultura material, leyenda isaacsiana, etnoarqueología, método integral. 169 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 169 05/09/2003, 08:29 a.m. Abstract S patial analysis of the Santa Elena (Valle) cemetery offers the opportunity to perceive the archaeological object as part of social dynamics, where “María’s Tomb” constitutes a support for the memory that gives validity to the legend that emerged from the novel written by Jorge Isaacs. The purpose of this paper is to discuss the notion of material culture from a point of view that integrates oral and archive sources as a means of contributing to the archaeological interpretation of prehispanic, colonial and republican contexts. KEYWORDS Santa Elena (Valle), material culture, the Isaacs legend, ethnoarchaeology, integral method. La leyenda de María Isaacs REV.VINCULADA.pmd 170 Luis Francisco López | 170 05/09/2003, 08:29 a.m. Cuando era niño pensaba que las leyendas tenían la facultad de comprometer nuestras aspiraciones personales con la búsqueda de algo misterioso. Alguna vez, a instancias del profesor, leímos en la escuela el primer capítulo de María, donde ese personaje es descrito “bajo las enredaderas que adornaban el aposento” de la madre de Efraín, protagonista de la historia, quien aparentemente, se consideraba así mismo como testigo de los sucesos narrados. Al regresar a casa, lo primero que hice fue recurrir a mi madre para corroborar algo que el profesor había insinuado: los acontecimientos trágicos que rodearon la temprana desaparición de la heroína eran reflejo de acontecimientos reales involucrados con la vida del escritor colombiano Jorge Isaacs (1837-1895), el verdadero Efraín, tal como pensaba la mayor parte de la sociedad vallecaucana durante la década de los setenta. Entonces comprendí que María era algo más que una novela romántica en su propio medio, y siendo niño, me propuse buscar una respuesta al gran enigma sobre la existencia de ese personaje. Años después, el periódico Occidente de Cali publicó un artículo sobre una pequeña población llamada Santa Elena, donde, según los reporteros, existía la tumba en la que aparentemente habían sepultado a María, agregando que los antepasados de los santaeleneños habían sido testigos de ese acontecimiento, ocurrido allí “muchos años” atrás, en el propio cementerio de la localidad. De repente, volvió a brillar el interés por la leyenda y antes de consolidar mi ingreso a la carrera de Antropología de la Universidad Nacional de Colombia, me preguntaba si acaso estudiar la “tumba de María” era parte de una investigación arqueológica o no, pues era común asociar ese tema con problemáticas exclusivamente indígenas ¿Era arqueológico algo no propiamente indígena? Ahí fue donde todo comenzó, en 1995, como una tesis inspirada en una fantasía infantil. 171 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 171 05/09/2003, 08:29 a.m. Santa Elena es un corregimiento del Municipio de El Cerrito (Valle) ubicado en el piedemonte de la Cordillera Central, a una altitud aproximada de 1.100 m.s.n.m. Al norte, está delimitado por la quebrada Pajonales y al sur por la quebrada La Honda, mencionada en la obra literaria. La comunidad está compuesta por unos 9.000 habitantes distribuidos en la cabecera y las veredas aledañas. Hacia el oriente, se halla la antigua casa de la hacienda El Paraíso, escenario de los episodios más importantes de María por el simple hecho de que la familia Isaacs vivió allí entre 1855 y 1858. El desarrollo de la fase arqueológica en el cementerio de la localidad dependió de la realización de dos etapas anteriores llevadas a cabo de manera simultánea: recuperación de historia oral y consulta de archivos. La expectativa del método era que al integrar esas tres fases, alcanzaríamos (digo alcanzaríamos por la participación de otras personas en la investigación) elementos suficientes para explicar el origen y desarrollo de la leyenda de María Isaacs en Santa Elena, logrando comprometer a la comunidad a través del ejercicio etnográfico. Con la fase arqueológica se perseguía, esencialmente, comprender los aspectos culturales implicados en el desarrollo estructural y contextual del monumento funerario conocido popularmente como la “tumba de María”: cómo los habitantes llegaron a concebir que ese objeto “arqueológico” correspondía con el lugar de sepultura del personaje literario inmortalizado por Isaacs. La propuesta teórica, basada en los planteamientos de Deetz (1996), McGuire (1992) y O´Shea (1984), concebía que la historia, la organización y las jerarquías sociales, así como los imaginarios religiosos entrelazados con la misma leyenda, deberían estar reflejados en el cementerio, quizá de esa manera, sin pretender desafiar el imaginario local procediendo a la excavación de la “tumba”, se revelaría la correlación espacial y simbólica del monumento funerario con las tradiciones orales La leyenda de María Isaacs REV.VINCULADA.pmd 172 Luis Francisco López | 172 05/09/2003, 08:29 a.m. y la información de archivo; esto conduciría a valorar el sitio como patrimonio cultural de los habitantes de acuerdo a la función que éste cumple en la época actual. La “tumba de María”, consistente en un viejo túmulo de ladrillo sobre el cual se levanta una cruz metálica, era además un recurso mnemotécnico, el objeto intermediario entre el pasado y el presente de Santa Elena. Dicho argumento es el que permite recurrir al enfoque etnoarqueológico para justificar una interpretación del problema basada en observaciones actuales, como lo son el registro de la historia oral y del componente etnográfico por acción - participativa durante los meses de noviembre de 1995 a enero de 1996 y de marzo a junio de este último año. Antes, el proyecto debió superar, al menos ideológicamente, la idea tan extendida y, en cierta forma, respaldada por la legislación colombiana de que los contextos arqueológicos hacen referencia exclusiva al paradigma prehispánico y a la práctica de la excavación (cf. Ley General de Cultura, 1997). El objetivo consistía en demostrar que esto no era tan cierto, que más allá del tiempo transcurrido, sean milenios, sean siglos, sean años, lo que aquí se denomina “cultura material” se transforma en documento arqueológico según el valor que le otorga la memoria colectiva. Es la sociedad, en una época posterior generalmente, la que de cierta manera “fetichiza” determinados objetos a través de textos míticos, leyendas, imaginarios y corrientes artísticas de mucha demanda para luego convertirlos en reliquias sagradas o valiosa mercancía. La baratija que ahora sepultamos en el jardín de nuestra casa, se ha de convertir en un objeto apetecido cuando ochocientos años pesen sobre él y los especialistas disfruten con ansiedad la exploración de su significado, y cuando eso suceda, gran parte de la magia se habrá perdido. No es igual el oro a la cerámica, no es igual la vasija del agricultor a la del cacique, no es igual 173 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 173 05/09/2003, 08:29 a.m. el bolígrafo con el que redacto este artículo al que utiliza Gabriel García Márquez. La memoria parece otorgar más valor a unos objetos que a otros, evidente reflejo de una sociedad jerarquizada (cf. Funari et al., 1999). Todo esto explica porqué la “tumba de María” es para los antropólogos diferente a la de cualquier campesino. Pues bien, el análisis espacial del cementerio de Santa Elena, como sitio efectivamente arqueológico, demuestra que las jerarquías sociales no sólo están reflejadas en el contexto funerario, sino que también están involucradas en la formación de la leyenda isaacsiana, la cual terminará afianzando el poder local a través del prestigio de algunos linajes cuyo antepasado (tronco), según las tradiciones, afirmaba haber “conocido” a María, y mas aún, haber participado en el cortejo fúnebre hasta el lugar de sepultura de la novia de Efraín. Así, por ejemplo, Eulalia Canizales repite lo narrado por su abuelo Adolfo López: “Por ese camino venían ellos y la bajaban, en La Honda la bajaron, y volvieron y siguieron hasta allí al cementerio y ahí la enterraron. Y está allá la tumba de María, ahí dizque la enterraron, me decía él, donde está la cruz”1 . Efectuado el levantamiento topográfico del cementerio, se pudo comprobar algo que resultaba interesante para el observador: la denominada “tumba de María” se ubicaba casi de manera exacta en el centro del lote, lo cual no podía ser atribuido al azar sino a un propósito cultural determinado por quienes erigieron ese lugar de enterramiento. La misma concepción del “centro” parece corresponder a un arquetipo universal que expresa cierto nivel de dependencia o jerarquía respecto de una imagen “sagrada”, tangible o intangible, a la cual se atribuye un carácter primigenio, el origen de una 1 Entrevista, 27 de marzo de 1996 La leyenda de María Isaacs REV.VINCULADA.pmd 174 Luis Francisco López | 174 05/09/2003, 08:29 a.m. comunidad dada, de un sistema de creencias que converge hacia dicho objeto (Eliade, 1949). La formulación de la hipótesis ad sanctos, según la cual las tumbas de Santa Elena convergían hacia el monumento legendario, buscaba correlacionar este problema con un tradición que nos enseñó don Antonio Guerao (1909-2001) el 21 de diciembre de 1995: “Eso era una tumba vieja [la de María] de madera que le han hecho un letrerito así de ladrillo, al pie de un palo de guayabo [de gualanday]. El cementerio estaba cercado de alambrado, entonces después fueron sepultando así en redondo hasta que ya se llenó el pedazo de terreno” El análisis espacial, apoyado en cuatro cuadrículas virtuales (A/1, A/2, B/1, B/2), trazadas desde el centro, es decir, desde la tumba de María, facilitó que se analizaran independientemente cada uno de esos sectores. Esta división permitió descubrir el reflejo de las jerarquías sociales y la distribución territorial en la manera como las sepulturas, asociadas paleográfica, epigráfica y tradicionalmente con cada linaje (grupo que identifica al antepasado común), se aproximaban o distanciaban del punto de convergencia al tiempo que definían su inclusión en una cuadrícula según el grupo de edad y de acuerdo a alianzas con otros linajes. Así, por ejemplo, lejos de ser una simple “coincidencia”, la cuadrícula A/1 se superpone al lugar de enterramiento de los niños, mientras el análisis muestra una fuerte asociación entre A/2 y algunos linajes que históricamente son originarios del sur, antiguo emplazamiento del caserío de Santa Elena (siglos XVIII-XIX). En cambio, linajes muy ramificados y prestigiosos como López, García y Rodríguez no sólo tienden a estar más cerca de la tumba de María, con mayor frecuencia en el número de sepulturas, sino que por documentos y genealogías (Archivo de la iglesia Nuestra Señora de Chiquinquirá de El Cerrito) se pueden demostrar relaciones sociales como el compadrazgo entre dichos ancestros y la familia 175 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 175 05/09/2003, 08:29 a.m. Isaacs, la cual, como señalamos, vivió en la zona entre 1855 y 1858 (hacienda El Paraíso). La tradición oral, incluso, enfatiza en el hecho de que los López estén involucrados con el origen del cementerio. Una población (N) compuesta de 288 tumbas y sometida a una clasificación estilística y tipológica, permite discutir el alcance de técnicas muy utilizadas para establecer cronologías como la seriación: por un lado, el coeficiente de correlación (r) entre la distancia al centro y la fecha más antigua inscrita en cada monumento funerario es poco significativa (11%) y, por el otro, la búsqueda de una curva lenticular en la seriación de los porcentajes tipológicos ordenados por décadas, no es completamente satisfactoria, pues algunos de esos grupos permanecen aislados y no se ajustan a la normal, que surge, aumenta y decrece cuando otro estilo funerario lo reemplaza ¿Explicación? Proponemos una: la fecha inscrita no corresponde a la primera inhumación y tampoco es contemporánea con el monumento erigido sobre ésta muchos años después; además, se verifica que elementos posteriores (cruces, pedestales, etc.) fueron reutilizados en tumbas más antiguas, tal como sucede con la 207, que a pesar de tener inscrita la fecha “1912”, posee una cruz del tipo 4 (1960-1969). Todo esto hace pensar que clasificaciones y dataciones obtenidas a partir de motivos decorativos y características físicas del material, pueden ser dudosas en ocasiones; así mismo, la datación por asociación resulta controvertida si examinamos la posibilidad de que algunos objetos sean transmitidos generacionalmente hasta el momento de ser integrados al contexto arqueológico, y si ese objeto es susceptible de datación por radiocarbono, el anacronismo se hace más interesante. En nuestras mismas casas, a veces conservamos reliquias y pertenencias que fácilmente pueden superar los cien años de edad; incluso, me pregunto si los indígenas, por ejemplo, reactivaban la funcionalidad de La leyenda de María Isaacs REV.VINCULADA.pmd 176 Luis Francisco López | 176 05/09/2003, 08:29 a.m. aquellas hachas líticas encontradas al remover la tierra durante las actividades agrícolas. Así también, y de acuerdo a mi opinión personal, es evidente que en el cementerio prehispánico de Coronado (Palmira - Valle), los miembros de la sociedad o transición Bolo-Quebradaseca (siglo XIII D.C) llegaron a reutilizar algunas sepulturas mucho tiempo después de que los Malagana (siglos I - IX D.C) abandonaran la zona ¿Esqueletos Bolo-Quebradaseca en tumbas Malagana? La orientación de estos últimos, por cierto, estaría determinada por el ajuste a un modelo cosmogónico en el que la correlación astronómica y territorial jugaban un papel importante en las concepciones de estas comunidades antiguas (López, 1999). Señalo esto por una razón: aparentemente, los primeros habitantes de Santa Elena, al margen de la autoridad eclesiástica y el rito católico, sepultaron a los muertos mirando al sur (lugar de origen) hasta que se hizo efectiva la sanción de la parroquia de El Cerrito, la cual obligó a sepultar a los individuos orientándolos hacia la salida del Sol, hacia el oriente, como lo estipulaba el Ritual Romano. Figura 1. Correlación espacial y etnoarqueológica de la Tumba de María. Cementerio de Santa Elena. 1880 - 1996. 177 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 177 05/09/2003, 08:29 a.m. Etnográficamente, se observa cómo este suceso histórico facilitó el desarrollo de una serie de imaginarios populares asociados a tesoros y luces en la noche y, sobre todo, a la costumbre de ubicar la cruz a los pies del cadáver según reza la creencia de que al llegar el fin de mundo, la persona resucita: “... y se agarra de la cruz” para salir de la fosa2 . Esta serie de valores culturales de carácter intangible no son observables en el registro arqueológico. Podemos estar frente a una tumba con el esqueleto orientado en sentido oeste – este y que, además, ofrece un fragmento de cruz a los pies del individuo, pero no podemos definir el texto oral, llámese mito o leyenda, sin recurrir a la analogía etnográfica, un recurso al que directa o indirectamente siempre han recurrido los arqueólogos desde mucho antes de que se hablara de “etnoarqueología”. Cuando no se tiene la ventaja de acceder a la tradición oral, a documentos de archivo y a la lectura de pictogramas, la interpretación adolece de unos recursos vitales para comprender el registro arqueológico. Es así como los contextos prehispánicos que son objeto de investigación, se ven sometidos a las conclusiones de la estadística descriptiva y a una que otra referencia etnohistórica que, audazmente, yuxtapone apreciaciones etnocéntricas de los siglos XVI y XVII (no sometidas a la crítica histórica y a la revisión de fuentes) a problemáticas arqueológicas que se relacionan con otras condiciones ambientales, con otros procesos adaptativos y con otros perfiles demográficos, territoriales y culturales que tienen lugar en siglos anteriores a la Conquista. Al estudiar la leyenda de María Isaacs, se puede concebir que todo registro arqueológico es producto de la integración de factores económicos, psicológicos, tecnológicos, políticos, religiosos y de todos aquellos componentes de una cotidianidad donde los imaginarios y las cosmogonías son determinantes históricos que generan distintas realidades, distintas La leyenda de María Isaacs REV.VINCULADA.pmd 178 Luis Francisco López | 178 05/09/2003, 08:29 a.m. interpretaciones de la vida. Fue curioso descubrir que el origen de la llamada tumba de María se remonta a principios de 1880, casi treinta años después que los Isaacs abandonaran la hacienda El Paraíso, cuando el anciano sacerdote José Patricio Paredes consagró el terreno donado por los López para el cementerio de la naciente comunidad de Santa Elena. Allí, siguiendo las exigencias del ritual, hizo erigir una cruz de madera alta en el centro del lote, el lugar “sagrado” cerca del cual empezarían a ser inhumados los miembros de algunos linajes que por su prestigio y alcance económico, impulsarían la erección de la primera capilla. Antes de transformarse en la Tumba de María, el viejo monumento funerario evolucionó desde un túmulo de calicanto (calvario) hasta el pedestal de ladrillo y la cruz de hierro que los turistas nacionales e internacionales reconocen y hasta rinden culto desde que, en 1953, la Gobernación del Valle adquirió El Paraíso y dio impulso a la leyenda. Antes, entre 1921 y 1922, los antiguos santaeleneños habían presenciado la filmación de la película muda de Máximo Calvo y Alfredo del Diestro; en ella, los mismos habitantes trasladaron el cuerpo de la actriz hasta el viejo cementerio. Generaciones después, los jóvenes comentaban que sus antepasados habían visto cómo bajaban el cadáver de María desde la hacienda: una dramatización que fue integrada a la memoria colectiva como un acontecimiento histórico (López, 2002). Esa misma memoria es la encargada de que un objeto cualquiera, de que la “cultura material”, se vuelva arqueológica. Manuel Santos Cabrera (1808?- 1933), un anciano ciego, que según tradiciones familiares había conocido a María cuando trabajaba para los Isaacs, afirmaba poco antes de morir, a principios del siglo XX: “Era muy hermosa y todos la queríamos por su simpatía. Desgraciadamente, pocos años después murió y bajamos con el cadáver hasta el cementerio de Santa Elena, cercano a esta chagra”. La búsqueda de aquella 179 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 179 05/09/2003, 08:29 a.m. María histórica de los sueños infantiles, inspiradora de la novela que el escritor Jorge Isaacs publicó en 1867, estaba a punto de culminar, pero eso es otra historia. El conjunto de estas apreciaciones me hace concluir que: 1) Es importante el desarrollo de un método integral para la investigación antropológica: integración de fuentes, integración metodológica, integración teórica. 2) La denominada Arqueología Histórica puede hacer sustanciales aportes a la interpretación de los contextos prehispánicos. 3) La Arqueología debe superar las limitaciones del pasado para transformarse en un agente dinamizador que se involucre con las problemáticas sociales. Pienso que sólo así, ganará mayor alcance, reconocimiento y valoración. El interés de varios especialistas por traducir los resultados a elementos pedagógicos dirigidos a museos, escuelas, colegios y universidades, constituye una buena alternativa para enlazar el pasado con el presente, buscando que la proyección del arqueólogo se haga más humanística, que no se reduzca a la evidencia más antigua o al objeto más exótico de la región menos explorada. 4) El ejercicio arqueológico no implica necesariamente la práctica de la excavación. Muchos de los objetos y sitios que nos rodean, y que aún cumplen una función social, pueden ser analizados de acuerdo a metodologías específicas. Tampoco implica la noción de antigüedad que tradicionalmente se atribuye a la “cultura material”, sino que depende de las transformaciones de la memoria colectiva, ella juzga lo que es arqueológico o no. 5) Los criterios utilizados para definir lo que constituye el patrimonio histórico y arqueológico de la nación no debe basarse únicamente en cualidades estéticas, sino que debe considerar valores intangibles como tradiciones legendarias La leyenda de María Isaacs REV.VINCULADA.pmd 180 Luis Francisco López | 180 05/09/2003, 08:29 a.m. o míticas, ceremonias, etc. (cf. Therrien, 1992), más allá de una concepción fetichista y elitista de lo que debe ser un “monumento nacional” ¿Qué otra cosa podría explicar el hecho de que El Paraíso sea valorado porque allí vivió el autor de María y de que, en cambio, el cementerio de una población campesina como Santa Elena no tenga mucho reconocimiento en el país? El nuevo Plan Nacional de Cultura (2002: 37), ofrece una visión distinta del patrimonio tangible e intangible: lo propone como referencia de identidades “dinámicas” capaces de establecer diálogos que motiven el impulso creativo para todos los pueblos y comunidades de la nación. Objetos y relatos. ad augusta per angusta BIBLIOGRAFÍA DEETZ, J. (1996). In Small Things Forgotten. Nueva York: Anchor Books (1a ed.1976). ELIADE, M. (1949/1952).El mito del eterno retorno. Buenos Aires: Empecé Editores. FUNARI, P. P.; JONES, S. y M. HALL (1999). “Introduction: Archaeology in History”. En: Historical Archaeology: Back from the Edge, P.P. Funari, M. Hall y S. Jones (eds). Londres: Routledge, pp. 1-20. LEY GENERAL DE CULTURA. (1997). Santafé de Bogotá: Ministerio de Cultura. LÓPEZ CANO, L. F. (1999). Análisis espacial a partir de la orientación de los esqueletos en el sitio arqueológico de Coronado (Palmira - Valle) Informe inédito. Cali: Instituto Vallecaucano de Investigaciones Científicas - INCIVA. LÓPEZ CANO, L. F. (2002). La Tumba de María Isaacs. Génesis y desarrollo de una leyenda vallecaucana. Santafé de Bogotá: Ministerio de Cultura, Premios Departamentales. McGUIRE, R. (1992) Death, Society, and Ideology in a Hohokam Community. Westview Press. O’SHEA, J. (1984) Mortuary Variability: An Archaeological Investigation. Florida: Academic Press. 181 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 181 05/09/2003, 08:29 a.m. PLAN NACIONAL DE CULTURA. 2001-2010. (2002). Santafé de Bogotá: Ministerio de Cultura. THERRIEN, M. (1992). Preservación del patrimonio cultural nacional. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología. LUIS FRANCISCO LÓPEZ C. Antropólogo de la Universidad Nacional. Actualmente es profesor de la Universidad Autónoma de Occidente y de la Universidad del Valle, es también investigador asociado del INCIVA. Sus temas de interés en investigación son los relacionados con cosmogonías, formación de leyendas, simbologías y procesos bioantropológicos en contextos prehispánicos, coloniales y republicanos. Email: franlopez@eudoramail.com La leyenda de María Isaacs REV.VINCULADA.pmd 182 Luis Francisco López | 182 05/09/2003, 08:29 a.m. Historias arqueológicas bajo el mar Catalina García Chávez Antropóloga Fundación Argos Resumen T eniendo en cuenta la importancia de un acercamiento académico y científico a los sitios arqueológicos sumergidos, la investigación relacionada con estos se aborda desde dos dimensiones diferentes pero muy relacionadas entre sí: la primera de ellas hace referencia a los yacimientos sumergidos como resultado del momento específico en el que se produce el naufragio; desde este punto de vista es posible determinar, entre otras cosas, las causas que provocaron el acontecimiento. La segunda considera que la investigación no puede desvincularse del contexto histórico que rodeaba el viaje o la travesía por el mar. De ahí la importancia de combinar el estudio arqueológico con aquel basado en documentos históricos, planteado a partir de hipótesis científico sociales, pues la gran cantidad de información que proporcionan estos hundimientos nos permite entender su significado a partir del conocimiento del conjunto de hechos del que hizo parte. Con el ejemplo de los restos de un naufragio que yacen en la Bahía de Cartagena y que se presume pertenecen a un navío de guerra hundido a propósito por el Almirante Blas de Lezo, en 1741, se exponen estas dos aproximaciones. PALABRAS CLAVE patrimonio sumergido, Cartagena de Indias, historia naval, cápsula de tiempo, arqueología subacuática. 183 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 183 05/09/2003, 08:29 a.m. Abstract C onsidering the importance of the academic and scientific approach to underwater archaeological sites, the research relative to these is discussed from two different, but much related, dimensions: the first one refers to the underwater sites resulting from the specific time when the shipwreck occurred; from this point of view it is possible to determine, among other things, the causes that provoked the event. The second one considers that the research cannot be isolated from the historical context surrounding the travel or voyage by sea. Hence the importance of combining the archaeological study with data based on historical documents. Using social and scientific hypothesis, the great amount of information these shipwrecks render allows us to understand their significance within the set of events of which they were part of. Taking as an example the remains of a shipwreck in the Cartagena Bay, presumed to correspond to a warship sunk on purpose by Admiral Blas de Lezo in 1741, these two approaches are explained. KEYWORDS underwater heritage, Cartagena de Indias, naval history, time capsule, underwater archaeology. Historias arqueológicas bajo el mar REV.VINCULADA.pmd 184 Catalina García Chávez | 184 05/09/2003, 08:29 a.m. Los relatos de infortunios y desastres en el mar son numerosos y fascinantes, las eventualidades que acompañaban a navegantes y aventureros en cada travesía por el océano y los imprevistos propios de cada viaje hacían parte de la vida de quienes se dedicaban a la exploración y conquista de nuevos territorios. Las inclemencias del tiempo, los piratas, los rumbos desconocidos, las cartas de navegación imprecisas y los enemigos, entre muchos más, hacían de cada viaje una nueva experiencia en la que los marineros se jugaban la vida. Su éxito dependía no sólo de las habilidades de los navegantes sino de la benevolencia de la naturaleza, de modo que el conocimiento con el que contaban los hombres de mar era poco teniendo en cuenta todos los riesgos y peligros que les deparaba cada travesía. El resultado de la combinación de estos factores, pocos de ellos previsibles, era que algunas de las embarcaciones llegaban a sus destinos mientras que otras fracasaban y sucumbían en el intento. Muchos de los desastres en el mar se debían a factores climáticos, es decir que, pese a las habilidades desarrolladas por los navegantes, sus embarcaciones estaban a merced del estado del tiempo. Las desgracias podían presentarse en alta mar o bien en sitios cercanos a la costa, en los que existía aún la posibilidad de rescatar parte del cargamento del barco y, lo que es más importante, salvar las vidas de los tripulantes. Son estos sobrevivientes a las tragedias los que nos ayudan a entender en el presente cómo era la vida de los marineros de otras épocas. Las calamidades por las que estos hombres atravesaban quedaban muchas veces plasmadas en diarios de a bordo o en declaraciones en los que se narraban los hechos sucedidos. Estos relatos acompañan el estudio de los naufragios y, hoy en día, son herramientas que arqueólogos e historiadores 185 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 185 05/09/2003, 08:29 a.m. emplean en las investigaciones sobre el estudio de la relación del hombre con el mar en el pasado. Actualmente, la arqueología aplicada a sitios sumergidos se hace tan interesante como los relatos de otra índole. Los restos materiales de los naufragios, a los que ahora tenemos acceso, son producto de situaciones históricamente documentadas en el pasado, por lo que la oportunidad de acceder a ellos bajo una perspectiva científica, toma cada vez más importancia desde el punto de vista de las ciencias sociales y humanas. Dentro del marco de la arqueología histórica, la arqueología subacuática proporciona evidencia circunstancial, en forma de asociaciones materiales que pueden ser evaluadas en relación con los acontecimientos históricos que se investigan (Gould, 2000). Esto quiere decir que bajo los vestigios culturales hay historias por contar. Historias que pueden relacionarse con el momento en el que la desgracia se produjo, así como también con los procesos socioculturales de la época en la que acontecieron los hechos. El yacimiento arqueológico de El Conquistador Teniendo en cuenta que en Colombia no se han divulgado investigaciones en el campo de la arqueología subacuática, me referiré brevemente al trabajo desarrollado en la Bahía de Cartagena, por estudiantes de Antropología y de Restauración y miembros de la Armada Nacional, como un ejemplo de las iniciativas que proporcionan evidencia histórica y arqueológica sobre este tipo de yacimientos en nuestro país (García y del Cairo, 2002). Plantearé en este caso las posibilidades que ofrece el estudio e investigación en este tipo de sitios. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la arqueología subacuática no se basa Historias arqueológicas bajo el mar REV.VINCULADA.pmd 186 Catalina García Chávez | 186 05/09/2003, 08:29 a.m. solamente en el estudio de barcos hundidos en el mar, la gama de posibilidades de investigación incluye cualquier huella de actividad humana bajo nuestras costas, lagunas, ríos, ciénagas y otros medios hundidos en el agua, en donde se encuentran no sólo parte de las fortificaciones de las ciudades, como es el caso de Cartagena y de la Isla de Tierrabomba, sino también sitios arqueológicos como conchales, santuarios y lugares de explotación económica, evidenciados mediante los objetos asociados a estos vestigios culturales. Para la práctica realizada en Cartagena, se contó con documentos históricos e información proporcionada por buzos y habitantes de la ciudad. Se propuso un proyecto de investigación en el que uno de sus objetivos consistía en comprobar si los restos de una embarcación que yacían en el fondo del mar, cerca de las costas de la ciudad de Cartagena, pertenecían a un navío de guerra hundido por el Almirante Blas de Lezo en el año de 1741, en el transcurso de la batalla conocida como “El sitio a Cartagena por parte de la Tropa Inglesa al mando del Almirante Edward Vernon”. Fuentes de información Para ello se contaba, por un lado, con información histórica referente a la batalla que enfrentó a ingleses y españoles por el dominio de Cartagena de Indias, uno de los principales puertos comerciales de la época, la cual definiría el poderío de una de estas potencias europeas (Zapatero, 1978; Marco Dorta, 1988). De otra parte, nos encontramos con información y datos actuales sobre la presencia de restos culturales en la bahía de Cartagena y que quizá coincidan con el sitio en el cual Blas de Lezo, como un último recurso para no perder la batalla, hundió a propósito sus únicos barcos restantes para impedir así el paso 187 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 187 05/09/2003, 08:29 a.m. de las embarcaciones inglesas y forzar la retirada del enemigo. Ahora bien, si unimos estos dos tipos de evidencias, tenemos una historia que contar, un relato que contiene restos materiales junto con información documentada del pasado, donde se narra el desarrollo de la batalla según aquellos que la vivieron y aquellos a los que les fue transmitida y que la plasmaron en documentos que hoy rescatamos para la investigación. ¿Qué nos cuenta esta historia? Basándonos en la definición proporcionada por la UNESCO sobre la Protección Jurídica del Patrimonio Cultural y que dice, Los pecios son inestimables para reconstruir estilos de vida desaparecidos en tierra y representan un tesoro en cuanto se refiere a conocimiento de la vida a bordo, a la construcción naval y a las rutas comerciales. Un pecio es, pues, una cápsula del tiempo a la espera de ser abierta desde que se detuvo el tiempo en el momento en que el navío zozobró. (UNESCO, 2001) El estudio del naufragio puede ser abordado desde dos dimensiones: una, que se refiere al yacimiento como un elemento que en sí mismo nos proporciona datos sobre el hecho propiamente dicho y, otra más, en la que la investigación nos lleva a indagar sobre la situación por la que atravesaba tanto Cartagena de Indias como Europa y el resto de América. Si nos centramos en las circunstancias inmediatas que causaron el desastre y desde el punto de vista de la evidencia material con la que contamos, la investigación se desarrolla en torno al momento en que la embarcación se hunde. Historias arqueológicas bajo el mar REV.VINCULADA.pmd 188 Catalina García Chávez | 188 05/09/2003, 08:29 a.m. El naufragio como cápsula de tiempo Cuando se hace referencia a yacimientos arqueológicos subacuáticos, una de las características más sobresaliente, y que demuestra su importancia, es la de su función como “cápsula de tiempo”, es decir, son el resultado de un momento particular en la historia el cual ha quedado de alguna manera congelado en el tiempo y que, por lo tanto, ofrece oportunidades únicas de conocer los aspectos relacionados con el momento en el que sucedió el hecho. Bajo esta perspectiva, se presentan tres indicadores generales que podemos identificar y que nos aproximan a las causas del hundimiento: - Los vestigios culturales en sí mismos que yacen en el fondo del mar - La posición del barco - La disposición y asociación de los elementos que se encontraban a bordo y que están dispersos en el lecho marino ¿Cómo se produjo el hundimiento? En un primer acercamiento, el estudio se ha de centrar en los restos de la estructura de la embarcación. Por el registro arqueológico con el que contamos podemos afirmar que a la embarcación hundida en la Bahía de Cartagena se le abrieron una serie de agujeros al casco y luego se le prendió fuego. La evidencia material muestra rasgos de madera quemada, y si se realiza una investigación más profunda, podría llegarse a comprobar que el casco de la embarcación sufrió daños, causados con el propósito de llevarlo al fondo del mar antes de que llegaran los ingleses. Don Blas de Lezo era un hombre conocedor de las técnicas de navegación y de las estrategias de guerra, debió pensar muy 189 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 189 05/09/2003, 08:29 a.m. bien el posicionamiento de sus barcos y calcular el tiempo en que estos demoraban hundiéndose, además que conocía la profundidad de la bahía, por lo cual sabría que con esta maniobra obstruiría el acceso de los enemigos. En efecto, la evidencia que encontramos en el fondo del mar nos revela parte de la estrategia que utilizó el español buscando no ser derrotado. Teniendo, en cuenta los datos históricos podremos también confirmar si, según las dimensiones establecidas para un navío de guerra de la época, los restos que se encuentran en el fondo pertenecen a un barco de tales características (Serrano Mangas, 1992). Igualmente la posición del barco en el lecho marino cuenta sobre el momento del hundimiento. Si queremos comprobar nuestra hipótesis sobre la identidad de la embarcación, hemos de remitirnos a los documentos escritos en los que se hace referencia al momento en el que el almirante inglés Edward Vernon alcanza a tomar el mástil del barco para moverlo de su posición y así dar paso y entrada a la bahía a sus barcos y a su tropa (Marco Dorta, 1988). Ello será muy importante durante el desarrollo de la investigación arqueológica, pues de los planos y mapas de la batalla se infiere que la posición original en la que Lezo colocó la embarcación tenía una orientación oriente occidente y la posición en la reposan los restos de este naufragio en particular es de norte a sur, producto de la maniobra implementada por el almirante inglés. El último de los indicadores se refiere al cargamento del navío. ¿Qué encontramos en él? Superficialmente sólo quedó visible el casco de la embarcación después de su hundimiento. Algunos de los cañones se encuentran dispersos a lo largo del sitio del naufragio, su número y disposición en el fondo podrían comprobar otra de las características típicas de una nave de guerra y, aún mas, proporcionar un acercamiento a los datos sobre un navío llamado “Conquistador” y del cual se hace Historias arqueológicas bajo el mar REV.VINCULADA.pmd 190 Catalina García Chávez | 190 05/09/2003, 08:29 a.m. referencia en documentos históricos sobre la época en la cual fue construido (Potter, 1988). Sin embargo, no hay aparentemente ningún otro elemento que pertenezca al cargamento de la embarcación. Las piedras de lastre y los ladrillos representan una parte muy importante dentro de los elementos fundamentales con los se contaba para realizar un viaje a través del mar, o para darle mas peso a la embarcación buscando hundirla rápidamente, pero ¿dónde está el resto de los elementos? Es posible que las tropas españolas contaran con el tiempo suficiente para sacar todo aquello que les fuera útil de la embarcación, pero así mismo es posible que los ingleses contarán con el tiempo no sólo para girar un navío de 800 toneladas (Potter, 1988) sino también para extraer y saquear el cargamento que podría servirle a sus tripulantes, y que constaba no sólo de ollas, vasijas y algunas armas, sino también de las partes propias y constitutivas del mismo, como el mástil, la madera y demás elementos útiles para las reparaciones y cargamento general de sus naves (Arrazola, 1955). Así que, teniendo en cuenta los relatos que hacen referencia a la batalla, observamos que las fuentes que informan sobre estos datos son muy escasas, y es la investigación arqueológica sobre cada uno de estos aspectos lo que nos llevará a comprobar o desechar nuestra hipótesis sobre si en verdad los restos pertenecían al “Conquistador”. Ahora bien, nos hemos referido a tres aspectos de los restos materiales con respecto al momento en el que se produjo el naufragio. Pero la investigación sobre los hechos va mucho mas allá, pues paralelo a la historia del hundimiento hay una serie de condiciones sociales que desencadenaron la pérdida del barco. 191 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 191 05/09/2003, 08:29 a.m. Contexto histórico del hundimiento Al respecto, es necesario considerar no sólo las circunstancias físicas que causaron el naufragio, sino que se hace indispensable llamar la atención sobre los procesos sociales, políticos, económicos y legales que rodearon el desastre (Schiffer, 1996). Es así como las condiciones que produjeron el naufragio y las consecuencias que de él se derivan, son tan significativas como el hecho en sí mismo (Gould, 2000). Basados en estos principios, es necesario ahora hacer énfasis en los procesos socioculturales que acompañan el acontecimiento y con la historia como herramienta para la investigación, sabemos que mientras que España había decaído como potencia naval, Inglaterra había aumentado y desarrollado su poderío marítimo (Haring, 1939). De tal forma que para la época en la que se llevó a cabo la batalla que pretendía sitiar y tomarse Cartagena, los españoles se encontraban en desventaja, lo que favoreció la confianza de los ingleses en el sitio a la ciudad, a la que llegaron el 13 de junio de 1741 con impresionantes tropas al mando del Capitán Vernon. Dado que los españoles no contaban con las fuerzas necesarias para rechazar el ataque inglés, una de las estrategias para retrasar su llegada a tierra firme consistió en bloquear las entradas a la ciudad hundiendo sus embarcaciones, esto funcionó en cierta medida, pues los ingleses sufrieron de epidemias y enfermedades que los diezmaron considerablemente en número. Sin embargo, el enemigo logró avanzar hasta el canal principal de la bahía razón por la cual Blas de Lezo utilizó como recurso desesperado perforar y quemar sus dos últimos navíos de guerra disponiéndolos de tal forma que impidieran el paso por el canal. En esta estrategia no tuvo mucha suerte pues una de las naves (el “Conquistador”) queda a media agua y la tropa inglesa logra tomarla por el mástil y removerla para abrir de nuevo el paso (Zapatero, 1979). Historias arqueológicas bajo el mar REV.VINCULADA.pmd 192 Catalina García Chávez | 192 05/09/2003, 08:29 a.m. La batalla termina cuando, a pesar de este incidente, los españoles, bastante reducidos en número y casi derrotados, logran atacar a los ingleses cuando estos intentan tomarse el castillo de San Felipe de Barajas (Zapatero, 1979). Ahora bien, en este contexto la investigación que se lleva a cabo en el yacimiento nos lleva a plantearnos el porqué España contaba con tan pocos navíos de guerra, armas y hombres, en una situación en la cual su prioridad era mantener el control de las colonias portuarias y comerciales y protegerlas de los enemigos. Situación de España e Inglaterra Recurriendo a interpretaciones históricas recientes, se ponen de manifiesto aspectos referentes a la ideología española con relación a la visión que tenía sobre su dominio en las colonias y de la cual nos habla García-Pelayo (1945), quien explica cómo la corona aplicó su dominio en América basándose en políticas de civilización enfocadas a la irradiación del orden de vida occidental en el nuevo continente, mientras que Inglaterra centraba sus fuerzas en aumentar su poderío naval, lo que se tradujo finalmente en la desigualdad con respecto a la potencia naval al momento de la batalla. Sin embargo, los españoles habían invertido sumas considerables en la fortificación de la ciudad, estableciendo en ella un gran sistema de defensa (Lemaitre, 1983) lo que a la postre significó su victoria sobre los ingleses. El arte de la guerra Las estrategias de las batallas navales son uno de los aspectos que dan lugar a investigaciones a partir de los restos del naufragio como producto de un hecho histórico. Dentro del arte de la guerra entraban en juego muchos factores, pues no era suficiente contar con la cantidad de tripulantes, ni el número 193 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 193 05/09/2003, 08:29 a.m. de cañones o de pólvora en funcionamiento, sino que igual importancia adquirían la disponibilidad de las provisiones, el estado en el que se encontraban las embarcaciones, los brotes de epidemias y enfermedades que los atacaban a bordo, entre muchos otros aspectos que llegaban a ser factores decisivos en el momento de ganar o perder una batalla (Martínez, 1999). La piratería y el contrabando Hay que tomar en cuenta otra consideración más que se deriva de la investigación sobre el hundimiento, y hace referencia a la importancia del comercio como parte del poderío de un estado sobre otro. En este caso España sufría las graves consecuencias del contrabando y la piratería, que para ese momento hacían parte de los riesgos en las travesías marinas y que afectaban considerablemente al gobierno español. Inglaterra había desistido de convertirse en poderío comercial, mientras que aumentaban en número y estrategia los piratas, filibusteros y contrabandistas apoyados por la Marina Real inglesa que atacaban las flotas españolas y portuguesas (Haring, 1939). Para cumplir con este objetivo habían desarrollado técnicas de navegación e ingeniería naval que fortalecían su experiencia en marinería, aumentando así la desventaja española. Todos estos aspectos, algunos de ellos vagamente enunciados, hacen parte de la información que se deriva del estudio de los restos de la embarcación hundida. El caso que presenté tiene como desventaja el hecho de que el sitio no ha sido excavado, por lo tanto la información que de él se ha obtenido se deriva sólo del resultado de un registro superficial que consta principalmente de parte del casco de la embarcación, un número reducido de cañones, piedras de lastre, ladrillos y un ancla que aparentemente pertenece al navío. Sin embargo, al hacer referencia a este caso quiero enfatizar que es un trabajo producto de una investigación corta llevada a cabo Historias arqueológicas bajo el mar REV.VINCULADA.pmd 194 Catalina García Chávez | 194 05/09/2003, 08:29 a.m. en Colombia y que hasta ahora comienzan a plantearse estudios más profundos en estos sitios, lo que más adelante se reflejará en nuevas y más interpretaciones referentes a dicho naufragio. Así mismo, es importante tener en cuenta que las costas colombianas han sido sistemáticamente saqueadas, por lo que este yacimiento, como tantos otros presentes en la bahía de Cartagena, ha sido alterado por procesos de dragado de la bahía y de él se han extraído elementos muy significativos que nos permitirían ampliar nuestro conocimiento y formular más preguntas encaminadas a estudios mas profundos sobre este tipo de sitios. Sin embargo, no sólo las alteraciones producidas por el hombre modifican los vestigios, los procesos físicos que afectan los yacimientos sumergidos deben ser tenidos en cuenta en la investigación arqueológica, pues la sedimentación y las alteraciones naturales, propias del medio en el que se encuentra, y que afectan a cada sitio, hacen parte de los factores que intervienen en las inferencias que se deriven de la investigación. Para finalizar La imagen del navegante derrotado por la violencia del mar era muy común en tiempos de los primeros navegantes, sin embargo, el evento de la pérdida de una embarcación se debía a muchos factores, contamos entre ellos a las tormentas y huracanes, los piratas o las guerras. Y ahora, cuando nos acercamos a un yacimiento sumergido de esta naturaleza, podemos extraer de él tanta información como sea posible al abordarlo desde una perspectiva arqueológica basada en documentos históricos con hipótesis científico sociales. 195 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 195 05/09/2003, 08:29 a.m. Los objetos del pasado poseen al mismo tiempo la característica de pertenecer simultáneamente al pasado y al presente y la investigación basada en estos parámetros nos proporciona la oportunidad de hacer concretos los hechos relatados en las crónicas de los viajeros, de extraer de ellos la información que escapa a la historia. A su vez, son los registros escritos los que nos proveen las bases para formular hipótesis que deriven en investigaciones arqueológicas relacionadas con los yacimientos marinos. Las vías con las que contamos para acceder al pasado por medio de los sitios sumergidos es amplia y es por esto que las posibilidades de interpretación que ofrece a los investigadores es inmensa e invaluable. La arqueología subacuática tiene la prioridad de presentar una clara pintura, tanto como le sea posible, de los procesos socioculturales que produjeron el patrón observado en el registro; así pues la pérdida de una embarcación se relaciona no sólo con un momento en el tiempo que produce una unidad de investigación por sí misma, sino que el estudio e investigación en los naufragios tiene como uno de sus principales objetivos identificar y relacionar las asociaciones físicas representadas en el sitio y las instituciones sociales que convergieron en él. El patrimonio sumergido debe ser entendido como un conjunto de bienes culturales inmerso en un contexto que nos permite entender su significado a partir del conocimiento de las asociaciones de los vestigios y el contexto que rodeaba al conjunto de hechos del que hizo parte del acontecimiento. Es decir, la investigación de los vestigios materiales es importante sólo al comprender el medio en el que el yacimiento se encuentra incluido, lo que a la vez le confiere a estos sitios y a cada elemento en particular las características de ser únicos y particulares. Historias arqueológicas bajo el mar REV.VINCULADA.pmd 196 Catalina García Chávez | 196 05/09/2003, 08:29 a.m. Ha llegado el momento para que los arqueólogos subacuáticos hagan un mejor uso de la arqueología como ciencia para formular investigaciones mas serias acerca del comportamiento humano del pasado en relación con el medio ambiente marino. BIBLIOGRAFÍA ARRÁZOLA, R. (1955). Historia de Cartagena: Documentos originales de la toma de Cartagena por el varón Pointis y de la expedición del Almirante Vernon contra esta ciudad. Cartagena de Indias: Casa Nacional del Periodismo. GARCÍA PELAYO, M. (1945). El Imperio Británico. Madrid: Revista de Occidente GOULD A., R. (2000). Archaeology and Social History of Ship. Cambridge: Cambridge University Press. HARING, C. H. (1939). Comercio y navegación entre España y las Indias en la época de los Hasburgos. México: Fondo de Cultura Económica. LEMAITRE, E. (1983). Historia General de Cartagena. Tomos I y II. Bogotá: Banco de la República. MARCO DORTA, E. (1988). Cartagena de Indias: Puerto y Plaza Fuerte. Bogotá, Fondo Cultural Cafetero. (1ª ed. 1960). MARTÍNEZ, J. L. (1999). Pasajeros de Indias. Viajes trasatlánticos en el siglo XVI. México: Fondo de Cultura Económica. GARCÍA M. C. y C. DEL CAIRO H. (comps.) (2002). Curso de protección y conservación del Patrimonio Cultural Sumergido. Bogotá: Ministerio de Cultura, Escuela Naval de Cadetes ‘Almirante Padilla’. POTTER, J. S. (1988). The Treasures Diver´s Guide. Florida: Port Salerno. UNESCO. (2001). Sobre la Protección Jurídica del Patrimonio Cultural. En: http:/ / www.unesco.org/culture/legalprotection/water/html SCHIFFER, M. (1996). Formation Processes of the Archaeological Record. Salt Lake City: University of Utah Press. SERRANO MANGAS, F. (1992). Función y evolución del galeón en la Carrera de Indias. Madrid: Editorial MAPFRE. ZAPATERO, J. M. (1978). La fortificación abaluartada en América. San Juan de Puerto Rico: Instituto de Cultura Puertorriqueña. 197 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 197 05/09/2003, 08:29 a.m. ZAPATERO, J. M. (1979). Historia de las fortificaciones de Cartagena de Indias. Madrid: Ediciones Cultura Hispánica del Centro Iberoamericano de Cooperación y Dirección General de Relaciones Culturales del Ministerio de Asuntos Exteriores. CATALINA GARCÍA CHAVES Antropóloga de la Universidad Nacional. Asistente en el Ministerio de Cultura en lo relacionado con gestión cultural y el Sistema Nacional de Información Cultural (SINIC). Sus temas de interés en investigación son el patrimonio sumergido, la arqueología subacuática y la ingeniería y técnicas de construcción naval entre los siglos XV-XVII. E-mail: mcatalinagarcia@hotmail.com Historias arqueológicas bajo el mar REV.VINCULADA.pmd 198 Catalina García Chávez | 198 05/09/2003, 08:29 a.m. Loza fina para Bogotá: una fábrica de loza del siglo XIX María Carolina Lamo Mejía1 Restauradora de Bienes Muebles Monika Therrien2 Departamento de Antropología Universidad de los Andes Resumen E n Colombia, son pocas las referencias relacionadas con el estudio de la producción, circulación y consumo de cerámica colonial y más escasas aún son las que aluden a la loza industrial, por lo cual nos interesa abrir el camino a la investigación retrospectiva e interdisciplinaria de algunos aspectos del contexto histórico en los cuales estaban inmersos estas actividades. Se pretende entender cómo, fruto de los ideales de progreso propagados por los industriales ingleses, se estableció en Bogotá una fábrica de loza fina en el siglo XIX con la intención de introducir un nuevo orden socioeconómico y cambiar tradiciones arraigadas en el régimen colonial. Con este objeto se aborda la tecnología de producción, con sus estrategias de regularizar el trabajo y los estilos decorativos de la loza producida, como forma de incidir en las prácticas diarias del consumo. PALABRAS CLAVE arqueología industrial, cerámica industrial, Fábrica de Loza Bogotana, siglo XIX, trabajo. 1 Parte de la información del artículo se basa en la tesis “Estudio de la cerámica producida en la primera fábrica de loza fina en Santafé de Bogotá, siglo XIX..” Universidad Externado de Colombia, 2000. 2 Actualmente dirige un proyecto interdisciplinario respecto al tema, “De fábrica a barrio: Urbanización y urbanidad en la Fabrica de Loza Bogotana”. 199 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 199 05/09/2003, 08:29 a.m. Abstract I n Colombia there are few references related to the study on the production, circulation and consumption of Colonial wares and even scarcer are those that refer to industrial pottery. As such we are interested in opening the path for retrospective and interdisciplinary research on some aspects of the historical context in which these activities were immersed. The objective of this paper is to understand the purported effects that a factory for fine pottery established in Bogotá in the 19th century should have in this environment. A new socioeconomic order and the ending of traditions rooted in the Colonial regime were expected, based on the ideals of progress divulged by English industrialists. With this in mind the production technology, including its work regulation strategies and the pottery decorative styles, as a way of influencing daily consumption practices, will be discussed. KEYWORDS industrial archaeology, industrial pottery, Fábrica de Loza Bogotana, 19th century, work. Loza fina para Bogotá María Carolina Lamo / Monika Therrien | 200 REV.VINCULADA.pmd 200 05/09/2003, 08:29 a.m. En Colombia no se ha estudiado con suficiente profundidad la producción y uso de la cerámica para los períodos posteriores a la conquista, lo que conduce a que los materiales no sean debidamente identificados en el registro arqueológico de los diferentes tipos de proyectos: reconocimientos regionales, excavaciones o en la restauración de bienes inmuebles patrimoniales, ni sean valorados en sus múltiples dimensiones en los museos y las colecciones particulares. Dado que la búsqueda y hallazgo de estos bienes se contemplan como actividades importantes para la promoción del patrimonio cultural del país, se hace necesario su identificación, valoración, documentación y conservación. Los materiales cerámicos que circularon por la Nueva Granada, durante los períodos colonial y republicano, fueron muchos y muy variados (Therrien et al., 2002), no obstante, constantemente en los estudios arqueológicos se alude a ellos genéricamente como “modernos”, mientras que en el campo de la restauración de bienes muebles son menospreciados ante la gran significación otorgada a los materiales prehispánicos como objeto de culto nacionalista. Paradójicamente, tan solo uno de tantos tipos de cerámica, la loza elaborada industrialmente, fue considerada a la vez el oficio y el instrumento que podría contribuir con el proceso social y económico de configuración del naciente estado nacional colombiano en los albores del siglo XIX. Resulta entonces indispensable entender los múltiples significados y utilidades de dichos materiales culturales en la interacción humana, durante los periodos históricos. Con este objeto, se parte de una perspectiva que posibilite conocer a partir de las industrias, de la Fabrica de Loza Bogotana específicamente, cómo se constituyeron y consolidaron prácticas económicas e identidades sociales en torno a éste fenómeno particular y que caracterizaron los ideales de la época. En el seno de la fabrica se configuran y reproducen relaciones 201 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 201 05/09/2003, 08:29 a.m. humanas (obrero-patronales) cuyas características adquieren una identidad propia (de orden-disciplina-mando) y es dentro de ella que se comparten rutinas (trabajo y cohabitación) y significados culturales comunes que median en las relaciones (interés colectivo, particular, de progreso). De esta manera, mediante un innovador proceso tecnológico, el industrial, y una clase de producto singular, la loza fina, se pretendió insertar a los nacionales en el advenimiento de la modernidad y sustentar la economía del estado en formación, basada en la producción y circulación de mercancías. El análisis aborda el origen y ubicación de la fábrica, el contexto de las relaciones económicas y sociales poco después de la independencia, el contraste con la producción de loza en Inglaterra, así como las técnicas de producción: la capacitación y el desempeño de los empleados en la producción local de loza, a través de las enseñanzas de técnicos extranjeros. Así mismo, en cuanto a la mercancía resultante se describen los criterios de gusto dominantes como recurso ideológico civilizador, con diseños artísticos traídos del exterior al igual que otros inspirados en artistas colombianos. La base del análisis la constituyen tanto las piezas cerámicas identificadas en distintos museos de Bogotá: Museo del Siglo XIX, Museo del 20 de Julio, Museo de Arte Colonial, Museo Nacional, Museo del Chicó y colecciones particulares, así como fragmentos obtenidos a través de excavaciones arqueológicas (Benavides, 1992; Therrien, 1996-1997). A estos últimos se les efectuaron secciones delgadas, con el objeto de determinar otros posibles criterios de diferenciación entre los materiales locales e importados, además de los decorativos, como el de la pasta. Los resultados iniciales muestran características distinguibles entre unos y otros (cf. Lamo, 2000). Loza fina para Bogotá María Carolina Lamo / Monika Therrien | 202 REV.VINCULADA.pmd 202 05/09/2003, 08:29 a.m. Progreso y modernidad En los inicios del siglo XIX, formuladas unas bases ideológicas iniciales que pondrían en marcha la organización del territorio y del Estado “independiente”, entre los proyectos que buscaron emprender algunos de sus gestores intelectuales estuvo el de potenciar la economía y cortar con las prácticas que los aferraba al régimen colonial: Hasta 1810 en que felizmente las colonias españolas se separaron para siempre de la Madre Patria, los americanos tuvieron que pasar por todas las desventajas y por todos los sacrificios que debía naturalmente traerles el comercio indirecto de esta clase sostenidos tenazmente por la corte de Madrid en favor de unos pocos peninsulares. ¡¡¡Qué vasto campo se ofrece aquí a las reflexiones del patriota, y al amigo de la humanidad, para confusión eterna de los que todavía suspiran por aquel orden de cosas tan absurdo, como injusto y gravoso a los americanos!!! (CUALLA, 1952: 65) El contagio por el progreso y sus bondades no sólo se limitaba a lo que de éste se decía en el exterior, también, poco después, internamente, se pontificó sobre las bondades de las industrias y el comercio. Era claro que ellas se constituirían en el mecanismo de financiación de los ideales políticos del Estado nacional y de los particulares de la elite que lo gobernarían (directa o indirectamente). Pero más importante aún, la actividad comercial sería uno de tantos instrumentos con los cuales se modernizarían las costumbres y hábitos tradicionales de la mayoría de los habitantes: 203 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 203 05/09/2003, 08:29 a.m. El comercio dice Robertson tiende sobremanera a aniquilar aquellas preocupaciones que alimentan la animosidad y el odio entre los pueblos: dulcifica y pule las costumbres del hombre: los une por el lazo más fuerte que la sociedad tiene, y los obliga a suplirse recíprocamente sus necesidades: los dispone a la paz: promueve en todos los estados diferentes de la vida el amor al orden, y los compele a constituirse por su propio interés, los guardianes más celosos de la tranquilidad pública. Tan luego como el comercio adquiere vigor y comienza a tomar ascendiente sobre la sociedad, vemos que genio más benéfico anima la política, las alianzas, las guerras y las negociaciones de las naciones entre sí, y a medida que ha influido sobre los países de Europa, los ha obligado a dirigir su atención hacia objetos y costumbres que distinguen y forman las naciones civilizadas. (CUALLA, 1952: 62-63) Ya en Europa y en Estados Unidos los alcances de la industrialización no sólo eran una expectativa sino que los resultados comenzaban a vislumbrarse de manera notoria, al punto en que sus manifestaciones, medidas especialmente en la opulencia económica resultante de la producción y circulación de bienes, servían de referencia para las comparaciones efectuadas por los viajeros en sus travesías por distintos países. De ahí que se multiplicaran las necesidades sentidas por la elite neogranadina de emprender de manera autónoma estas tareas de cambio social y de productividad económica, y con ello sustituir las importaciones procedentes de Europa, principalmente. Inicialmente esta empresa la acometieron en 1832 Rufino Cuervo (eminente estudioso del Derecho, a la sazón Gobernador de Bogotá), el coronel Joaquín Acosta (además de militar, historiador, bibliófilo y político al igual que Cuervo), Nicolás Leiva, José María y Rafael Álvarez, José de Jesús Oramas, Ángel María y José María Cháves y Luis Loza fina para Bogotá María Carolina Lamo / Monika Therrien | 204 REV.VINCULADA.pmd 204 05/09/2003, 08:29 a.m. María Montoya, quienes crearon la «Sociedad de Industria Bogotana» con el objeto de establecer una fabrica de loza fina, mediante privilegio otorgado por el Congreso (cf. Vargas, 1883; Ortíz, 1964; Historia de Bogotá, Tomo II, 1989). Sin embargo, desde sus inicios esta tuvo que sortear varios tropiezos. En el transcurso de dos años compraron el predio e iniciaron la construcción de la fábrica, e importaron de Inglaterra el equipamiento (maquinaria, moldes e insumos) y dos operarios, todo traído por Joaquín Acosta. A pesar de los ánimos y expectativas, la noche anterior a su apertura, en 1834, se incendió la edificación. Los costos de la empresa y los insucesos llevaron a que uno tras otro los socios vendieran su parte de la sociedad, pasando entre otras por las manos del nefando Judas Tadeo Landínez, quien con sus estratagemas financieras por poco quiebra a este y otros negocios y con ellos al país. A pesar de ello, la fábrica logró sobrevivir en propiedad de Nicolás Leiva, quien asumió el control desde 1845 hasta su muerte, acaecida en 1887, después de lo cual subsistió en manos de sus operarios aparentemente hasta entrado el siglo XX (se desconoce aún la fecha de cierre). Desde el punto de vista político económico el incipiente Estado nacional que emergería del territorio neogranadino, se enfrentaba a dos sistemas que afectaron de diferentes maneras la estabilidad de la fábrica: de un lado, el sistema proteccionista, con el que se facilitó en la década de 1830 la fundación y funcionamiento de ésta y otras industrias (vidrio, papel, textiles) a través de medidas y exenciones que favorecieron la producción local (Ospina Vásquez, 1955) y, el otro, el aperturista, instaurado periódicamente, con que se consintió la importación de bienes para todo el territorio nacional, compitiendo con los productos internos (Ocampo, 1998). En estos vaivenes de las políticas económicas de los gobiernos de turno, se estableció y se mantuvo en pie la fábrica por casi 70 205 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 205 05/09/2003, 08:29 a.m. años. De ahí que, a lo largo de este tiempo, a los industriales se les percibió como una elite comprometida con la empresa, más por empeño patriótico que por ambición personal: En algunos héroes (llámese en un comienzo patriotas) del trabajo es probable que esa particular manera de percibir su actuación como empresarios y el carácter de su prestigio e imagen social impusiera un rumbo particular a su conducta. Tanto el público y allegados en el entorno social, como el empresario en sus motivos y acciones parecían igualmente permeados de esa esencia heroica del trabajo y la empresa, de modo que los elementos de lucro material y el éxito quedaban en segundo plano. (VALERO, 1999:55) Otros datos indican que aunque los gastos y pérdidas de estas iniciativas podrían interpretarse como los principales motivos para que los políticos e intelectuales abandonaran tales empresas, las razones podrían encontrarse también en las dificultades experimentadas en el intento de incidir y controlar las tradicionales formas de comportamiento de los operarios, reclutados entre la población de mujeres, niños huérfanos y vagos que deambulaban por los arrabales de la ciudad. Es probable que tal tarea resultara agotadora y desesperante, como ocurría en otros países: Para algunos las tensiones fueron agonizantes. Sidney George Fisher, el caballero de Philadelphia quien desesperadamente añoraba dedicarse por completo a su cultura mental, sufría con la necesidad de verse involucrado en negocios. Él escribió ‘los negocios y hacer dinero, para alguien que ha probado este placer intoxicante, son detestables’ a lo cual agregó que los hombres de negocios ‘viven en un mundo muy básico e inferior’. La idea de pulir costumbres y el Loza fina para Bogotá María Carolina Lamo / Monika Therrien | 206 REV.VINCULADA.pmd 206 05/09/2003, 08:29 a.m. comercio eran como el agua y el aceite y Fisher no encontró la manera de mezclarlos. (BUSHMAN, 1993: 412) Con el sólo seguimiento de las actividades que retomaron los gestores de la idea de la fábrica de loza una vez la vendieron (Acosta como director del Museo Nacional y luego como secretario de Relaciones Exteriores, por ejemplo, o Cuervo como vicepresidente de la república), bastaría para poner a prueba el carácter amplio y profundo de las nociones de progreso que deseaban introducir, más allá de las meramente relacionadas con el avance económico y el bienestar material del país. En cuanto a la viabilidad de la empresa, esta quedaría en manos de un grupo de comerciantes, quienes liderarían (¿a medias?) el proceso de transformación ideado originalmente por las próceres y héroes de la Patria y a quienes se les conferiría estos atributos sobrehumanos también. Cabría preguntarse ¿Cuáles eran esos cambios específicos que quería introducir esa elite política e intelectual? ¿Cómo afectaron el desarrollo industrial y social del país las nociones particulares de progreso que buscaron implantar? ¿Cómo modelaron estas ideas los espacios físicos y sociales de un sector de la ciudad? Aunque escasos, existen indicios que arrojan algunas evidencias sobre esas nociones de progreso que buscaban ser impuestas con claras intenciones de romper con prácticas tradicionales fuertemente arraigadas. Este cambio incluía la transformación del ser urbano y del paisaje urbanístico de los arrabales de Bogotá, así como del entorno de las áreas de producción, en particular: Situada la dicha fábrica al sudeste de la parte alta de la ciudad, se llega al sitio de los edificios después de recorrer un corto camellón 207 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 207 05/09/2003, 08:29 a.m. empedrado, que tiene a uno y otro lado algunos sauces, nogales, cerezos, retamos y viejas matas de rosas, y descuella en la portada un frondoso fresno cubierto constantemente de vistosas y amarillas flores. (VARGAS, 1883: 286) Adicionalmente a esta descripción del exterior, se aludía a la existencia de espaciosos patios internos, igualmente separados por sembrados de flores, todo lo cual brindaba un aspecto muy diferente al que ofrecían la explotación de canteras de cal y arcilla así como los tejares aledaños a este nuevo paisaje industrial Figura 1. De la fábrica de loza se han encontrado varios documentos gráficos, entre estos una acuarela sobre papel con el título “Fábrica Colonial”, pintada en el año de 1907 por Ricardo Moros Urbina, 20,2 x 30 cm., propiedad del Museo Nacional de Colombia. En ella se observa un cerramiento en tapia pisada, un horno hexagonal con su respectiva chimenea y el depósito y las oficinas construidas en tapia pisada y el techo en teja de barro española; se destaca el ambiente campestre rodeado de árboles y enmarcado, al fondo, por los cerros orientales. De otra parte, se esperaba que los cambios en el aspecto de este sector de la ciudad incidieran a la vez en las formas de habitar de los operarios, mediante el control en los diseños de sus viviendas y en los espacios de producción: Las casas [de los operarios] estaban hechas con base en el mejor modelo europeo y se observaba en la fábrica un gran orden y cuidado, se Loza fina para Bogotá María Carolina Lamo / Monika Therrien | 208 REV.VINCULADA.pmd 208 05/09/2003, 08:29 a.m. hallaba en medio de terrenos muy extensos y encerrados entre un sólido muro. (STEUART, 1989: 128) En cuanto a los productos industriales, como la loza, se estimaba que no solo poseían un valor económico intrínseco sino un valor social. El proceso productivo en si se percibía como capaz de ennoblecer a las tan despreciadas capas bajas urbanas: ...la fabricación de las vajillas y utensilios de tierra cocida, o de porcelana, exige toda una serie de operaciones, siempre largas y difíciles. Ella señala, pues, los primeros pasos del hombre en la vía de la civilización y de las artes. (VARGAS, 1883: 285) Así también con sus productos se anhelaba fortalecer la configuración de una clase media como consumidora y reproductora potencial de la economía nacional. Los bienes provenientes de la incipiente industria pretendían ser asequibles en comparación con los importados y diferentes de los productos locales, elaborados con técnicas tradicionales, de apariencia burda y barata y, por ende, de uso popular. Hoy en día, de la fábrica se conserva buena parte de la estructura principal, uno de los molinos y algunas de las viviendas de los trabajadores, externas al edificio. Todos estos inmuebles, que aún subsisten, se encuentran ocupados bajo la modalidad de inquilinato. Así, por ejemplo, las características del molino, una estructura sólida dada por el espesor de los muros y su armadura en hierro, permitieron dividirlo en dos niveles donde en cada uno de ellos habita una familia, mientras que el edificio de la fabrica lo comparten al menos 30 familias. Los predios que alguna vez ocupó esta industria hoy conforman el barrio Antigua Fábrica de Loza, cuyos habitantes guardan piezas completas y fragmentadas de loza, encontrada 209 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 209 05/09/2003, 08:29 a.m. ocasionalmente en la remoción de pisos, no tanto como memoria del pasado o por la importancia de la fabrica sino como posible mercancía cuyo valor puede satisfacer sus ideales actuales de progreso. Foto 1. Molino de la antigua fábrica, hoy vivienda (foto tomada por el padre Edisson Sahamuel, 1998). Producción de loza en Inglaterra Aunque existe información acerca de la Fábrica de Loza Bogotana aún se desconocen algunos datos sobre la fundación y el proceso de producción. De alguna manera la industria de Inglaterra nos puede dar luces al respecto puesto que para el establecimiento de la fábrica se trajeron técnicos ingleses y, además, se importó de ese país la maquinaria, los equipos y los moldes necesarios para la producción de la cerámica (Ortíz, 1964). Una de las más prominentes fábricas fue la de Etruria, establecida por Josiah Wedgwood y que a que a fines del siglo XVIII ya contaba con unos 700 trabajadores (Ashton 1994). Aunque las cifras muestran un variado rango de edades y de género (entre 6 y 80 años), la ocupación de esta fuerza laboral se distribuía de manera desigual en el proceso de producción y ello dependía de las subdivisiones existentes en el mismo espacio físico: una correspondía al de la elaboración de las vasijas, que comprendía el trabajo de la arcilla y el moldeado de los recipientes, y el otro, al departamento de acabados, en donde Loza fina para Bogotá María Carolina Lamo / Monika Therrien | 210 REV.VINCULADA.pmd 210 05/09/2003, 08:29 a.m. se decoraban las piezas, se apartaban y se empacaban (Dupree, 1995). En el primer departamento tenían cabida los hombres jóvenes quienes se encargaban de preparar la arcilla de manera que quedara en óptimo estado para evitar su fractura al ser horneada. Aunque en el moldeado participaban tanto hombres jóvenes como mujeres, el grueso de la fuerza laboral lo constituían los hombres adultos quienes eran los encargados de tornear, poner asas y de presionar la materia para conseguir las formas de los platos, tazas y jarros. Una vez estuvieran listas las piezas estas eran horneadas por primera vez, tarea a cargo de los hombres también, tanto de los que elaboraban los contenedores dentro de los cuales se introducían los objetos de arcilla cruda, como de aquellos que los introducían en el horno, los que cuidaban el horno y los que encendían y mantenían el combustible y decidían cual era la temperatura y el tiempo de cocción correctos. La mayoría de mujeres y niñas, por el contrario, tenían mayor cabida en el departamento de acabados. Desde los 11 o 12 años las niñas eran entrenadas para pintar la cerámica, lo hacían en un cuarto que compartían con otras 10 a 30 niñas o mujeres jóvenes bajo la supervisión de una mujer adulta. Los pocos hombres que se encontraban en este departamento tenían la tarea de sumergir las piezas en el plomo líquido que le daría el brillo tan anhelado para semejarse a la porcelana. En este escenario, a finales del siglo XVIII, el proceso industrial consolidó su manufactura en cadena de la loza, lo que agilizó su producción; no obstante, la decoración manual retardaba de nuevo la salida del producto final. La técnica del transfer-print o pintura por transferencia, implementada a comienzos del siglo XIX, así como la variante del flow blue o azul diluido, de rápida aceptación en el mercado inglés y que tuvo su auge desde 1825 hasta 1925 (Snyder, 1995), aceleraron 211 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 211 05/09/2003, 08:29 a.m. el proceso y se impusieron como el estilo decorativo por excelencia; ello no obstó para que la decoración a mano se usara de manera paralela a estas nuevas técnicas. La loza inglesa producida desde el final del siglo XVIII y principios del siglo XIX dio lugar al acceso de una cerámica barata y durable, similar a la tan deseable porcelana china de exportación, en la que sus colores predominantes fueron la combinación del azul y el blanco. El material decorado con la técnica azul diluido continuó produciéndose en Inglaterra hasta el año 1925, mientras que los decorados con pintura por transferencia aún se elaboran, principalmente en los talleres de Stoke-on-Trent y Staffordshire. Hacia finales de 1830, esta loza se popularizó en los mercados de Norteamérica, lo cual dio inicio a su producción local también, aunque con mucha resistencia por parte de los industriales ingleses, quienes hasta entonces habían logrado mantener la prohibición de autorizar la migración a otros países de sus ceramistas (Ewins, 1997). El motivo decorativo más popular presentaba rasgos chinescos y fue conocido como willow pattern (el motivo del sauce), aunque paradójicamente no procedía de la China. El dibujo central, con ciertas variaciones, siempre incluye un templo, unas figuras cruzando un puente y un paisaje de fondo con una pagoda, debajo de dos pájaros que representan a una pareja de amantes; el borde, por su parte, presenta un diseño altamente geométrico. Probablemente la diseñó Thomas Minton, de la factoría Caughley, en Shropshire, alrededor de 1780 y desde entonces ha sido copiada por todas las fábricas importantes (Knowles, 1998). Desde 1825 la comercialización de la loza fina por parte de los europeos se incrementó y podría decirse que desde entonces llegó prácticamente a todos los rincones del globo. Como estrategia para promover su consumo, así como por Loza fina para Bogotá María Carolina Lamo / Monika Therrien | 212 REV.VINCULADA.pmd 212 05/09/2003, 08:29 a.m. motivaciones artísticas e ideológicas, los motivos decorativos cambiaron a lo largo del tiempo, lo que hoy además representa un indicador cronológico importante. Según un estudio realizado por Samford (1997:24) sobre la loza decorada mediante la técnica de pintura por transferencia, los diseños centrales más importantes de esta loza foránea fueron: el chino/ chinesco (usado entre 1783-1834), paisajes americanos e ingleses (1793-1868), históricos americanos (1785-1880), paisajes exóticos (1793-1868), romántico (1793-1870), clásico (1793-1868), floral (1784-1869), pastoral, gótico (1818-1890) y japonés (1864- 1907). De otra parte, para la cerámica azul diluido se proponen tres periodos decorativos: uno Temprano, otro Medio y uno Tardío, también llamados periodos victorianos: “estos nombres dados en honor a la reina Victoria de Inglaterra quien ascendió al trono de ese país en 1837 y terminó su reinado en 1901” (Snyder, 1995:11). Estos periodos comenzaron un poco antes y terminaron un poco después de haber finalizado su reinado. Los modelos, diseños y temas son fácilmente reconocidos a través de cada periodo, con ciertas excepciones durante los años de transición entre uno y otro periodo. En general, en el período Victoriano Temprano se usaban modelos basados en los de la porcelana china importada, especialmente, y en las escenas románticas. A su vez, en el período Victoriano Medio se usaron motivos florales y orientales chinescos. Por último, los diseños japoneses y los inspirados en el Art Nouveau proliferaron durante el período Victoriano Tardío. Varios autores afirman que esta loza inglesa suministró artefactos durables a precios moderados, en efecto, mucho más baratos que los de la porcelana proveniente de la China, diseñada y usada para comidas sociales y servir el té; esto llevó a que se constituyera en herramienta para la elevación del estatus social a una emergente clase media durante la era victoriana. No 213 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 213 05/09/2003, 08:29 a.m. obstante, el que la loza fuese muy durable, hacía innecesario cambiarla con frecuencia, a no ser que se quisieran variar los motivos decorativos, por lo cual, para captar nuevos consumidores, se hizo indispensable rebajar su precio. Ello condujo a su posterior popularización, dejando de lado la posibilidad de servir como marcador de distinción socioeconómica. Tecnología de producción local y regularización del trabajo Una de las más importantes innovaciones introducidas en la fabricación de loza consistió en el incremento de las divisiones en las etapas productivas, esto implicó contar con uno o más operarios especialistas en cada departamento y se tradujo en una mayor diferenciación en la espacialidad del edificio. Con ello se pretendía confrontar los hábitos de talleres artesanales, al menos de los cerámicos, los cuales habían proliferado sin ningún control (social o de calidad) en los arrabales de la ciudad. Así la fábrica de loza fina fundada en Bogotá, derrochaba todas estas características, según la visita efectuada en 1837 por Gerónimo Torres – Vicente De la Roche, por solicitud del gobernador: Encontramos en él una fábrica de considerable extensión, sólidamente construida, con todas las oficinas, hornos, aparatos, almacenes y apartamentos, necesarios para su destino: compuesto de trece oficinas principales para la preparación de las pastas, construcción de las piezas, barnices, adornos de pintura y grabados, moldes, etc. Siete hornos, entre ellos dos de Slip para la evaporación de las pastas, y los demás para el cocimiento de la loza, su vidriado, dorado, experimentos y demás, de completa capacidad y sólida estructura. Tres estufas, dos molinos de caballos, para la distribución de los Loza fina para Bogotá María Carolina Lamo / Monika Therrien | 214 REV.VINCULADA.pmd 214 05/09/2003, 08:29 a.m. materiales. Varios depósitos de loza en bizcocho, y ya concluida. Sesenta y un operarios del país en ejercicio y cuatro extranjeros, fuera de dos directores, el administrador y el portero. (ORTÍZ, 1964: 1996-1997) La fábrica bogotana de loza dio origen a un proceso de fabricación y comercialización inexistentes para la época, en efecto, se pasó de una producción artesanal de cerámica de barro, a una de loza fina, lo que dio lugar a una capacitación particular de la mano de obra local, la que probablemente incluía a la población femenina e infantil, como sucedía en Inglaterra (Dupree, 1995), y a una actividad industrial de producción en cadena. Así mismo, de una población “suburbana” y artesana se pasó a una de operarios urbanos con división del trabajo y funciones productivas. Para mayor control, los trabajadores de la fábrica contaban con alojamiento dentro del edificio así como en casas construidas alrededor de este, rodeadas por un muro y recibían dotación personal consistente en una ruana, cobija, cotizas y esteras. Procesos y técnicas Las diferentes etapas seguidas en este nuevo proceso de producción de loza industrial (inglesa o de otra) fueron: a) Obtención y preparación de los materiales, b) Preparación del “cuerpo” de arcilla, c) Moldeado, d) Acabado y tratamiento de las superficies, e) Secado, f) Decorado, g) Cocción, h) Tratamiento postcocción. A continuación se analizan algunos pasos de acuerdo con la información suministrada por la visita de Torres y de la Roche en 1837 y que indican cómo se pretendió introducir cambios drásticos en los hábitos productivos, mediante rutinas que en apariencia exigían orden y disciplina. 215 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 215 05/09/2003, 08:29 a.m. Obtención y preparación de los materiales: La caolinita es la arcilla requerida para elaborar la loza industrial, de fácil obtención en la Sabana de Bogotá, la cual era extraída y transportada a un depósito dentro de la fábrica. Sobre el reconocimiento de la calidad de la misma, existían discrepancias de acuerdo a quién y cómo se establecía. Según Torres y de la Roche: Al efecto indagamos la composición química y mecánica de las pastas; y de los informes que recibimos resulta que los directores conocen científicamente la primera y que emplean con propiedad la segunda. Que se cuida además de darles la plasticidad y homogeneidad convenientes... (ORTÍZ, 1964: 1997) Mientras que el viajero inglés John Steuart, quién visitó la Nueva Granada entre los años 1836 y 1837, aunque alababa el orden y cuidado de la fábrica de loza, criticaba la capacidad de la mano de obra local y los métodos extractivos de la arcilla, lo que obligaba a los técnicos ingleses a adelantar experimentos para comprobar la calidad de esta: ...es verdad que la tierra abunda en todos los materiales necesarios para el negocio, pero estos deben ser traídos de cierta distancia mediante el lento e inseguro método de los nativos, a quienes, si se les dice que recojan tal tipo de tierra coloreada es seguro que se irían a las montañas situadas a dos días de viaje, para regresar con una buena cantidad de material distinto al ordenado y al precio de 20 reales. Los minerales y las arcillas han de ser buscados y extraídos con laboriosidad y luego probados experimento tras experimento, antes que se pueda obtener de ellos cualquier resultado cierto; y todo es hecho por cuatro trabajadores extranjeros que a menudo fracasan en la operación, por su disipación y descuido. (STEUART, 1989: 128-129). Loza fina para Bogotá María Carolina Lamo / Monika Therrien | 216 REV.VINCULADA.pmd 216 05/09/2003, 08:29 a.m. Preparación del cuerpo de arcilla: Luego de su obtención, las arcillas eran molidas y tamizadas en la fábrica: Se les daba la conveniente igualdad de composición y densidad. Observamos que el lavado, la trituración, la mezcla y batido de las materias se practicaba con la debida regularidad en los pozos, molinos y aparatos que hay en buena confección. (ORTÍZ, 1964: 1997) No obstante, pese a los esfuerzos por introducir la maquinaria industrial necesaria para emprender cada paso del proceso, también se implementaron otros mecanismos tradicionales para llevar a cabo algunas tareas, como el uso de animales de tiro: “el molino que mueve una bestia, cubierto también por un techo de forma redonda; molino que tritura y reduce a polvo fino los materiales que forman el esmalte” (Vargas, 1883: 286). Moldeado: La técnica usada en la fábrica era la del moldeado. Esta consistía en introducir el material preparado en moldes previamente seleccionados con el fin de obtener los objetos deseados tales como platos, pocillos, jarras, etc. Estos se secaban en un cuarto especial o se introducían en un horno especial para secar los platos, una vez perdida buena parte de su humedad se desmoldaban: Las piezas que vimos construir en bosquejo, como sus moldes, tomaban bajo la mano del obrero, y en la imposición, todas las formas e impresiones que se deseaba... Vimos ejecutar con destreza, tanto en bosquejo como en moldes, la hechura de varias piezas de formas elegantes y de las más difíciles, tornear y perfeccionar. (ORTÍZ, 1964: 1997) 217 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 217 05/09/2003, 08:29 a.m. Los moldes, adquiridos en Inglaterra por el coronel Acosta, constituyeron toda una novedad frente a las formas tradicionales de producción, por rollo o torno, con lo que paso a paso se pretendía erosionar las prácticas artesanales y hacer posible la creación de nuevos y variados artículos y de nuevos usos, poco conocidos en la Nueva Granada. Decoración: “...pinturas al pincel y con grabados...” (Ortíz, 1964: 1997) fueron las técnicas decorativas utilizadas en la fábrica de loza. En las piezas identificadas en museos y colecciones se observa que usaron la técnica de impresión por calco o calcografía, también conocida como pintura por transferencia (transfer print), así como la del azul diluido (flow blue). Sin embargo, también existía la posibilidad de producir loza sin decorar: “Algunas veces por la demanda que tenían los productos, la fábrica vendía loza blanca sin decorar” (Steuart, 1989:129). La calcografía consiste en preparar una lámina de cobre (o madera) con un dibujo grabado sobre ella, que se llena de tinta; luego se pone sobre esta una hoja de papel de seda que absorbe el dibujo y se coloca sobre el bizcocho (el plato horneado por primera vez). Luego de esto el papel es retirado mientras la tinta queda fija en el recipiente. La variación en la técnica conocida como azul diluido, consiste en el uso de un papel al que se le aplica tinta de color azul cobalto intenso, el flujo deseado se produce cuando se agrega hierro o clorhidrato de amonio en el molde (Snyder, 1995). Al usar la técnica de la calcografía, con frecuencia se presentan uniones del papel defectuosas cuando este se aplica al borde del plato sin tener cuidado de disimular los diseños presentes en los extremos, lo que ocurría en las lozas tanto nacionales como inglesas. Por lo general, los bordes solían ser Loza fina para Bogotá María Carolina Lamo / Monika Therrien | 218 REV.VINCULADA.pmd 218 05/09/2003, 08:29 a.m. decorados por los aprendices o los niños, mientras los centros los hacían los trabajadores más diestros y con más experiencia. En principio las planchas fueron traídas de Inglaterra por los técnicos de ese país, posteriormente, fueron sustituidas por planchas fabricadas en Bogotá, para lo cual se utilizaron algunas de las pinturas hechas por José María Groot, reconocido personaje bogotano, con las que se representaron paisajes sabaneros, escenas de personas montando a caballo, construcciones y hasta la fábrica de loza (VER FOTO 2 y FIGURA 2). Foto 2. Bandeja elaborada en la fábrica, Figura 2. Boceto en tinta de uno de los en la que aparece representado el edificio personajes que decoran la bandeja. con sus hornos humeantes y rodeado por “Caballo ‘de paso’” de Joseph Brown sobre personajes típicos sabaneros (colección posible original de J.M. Groot (tomado Museo del Siglo XIX, Bogotá). de Tipos y Costumbres de la Nueva Granada, Fondo Cultural Cafetero, Bogotá, 1989). Cocción y postcocción Estos procesos requerían del uso de varios hornos diferentes con el propósito de secar, barnizar y finalizar el proceso de elaboración de la cerámica, en total hubo 9 entre pequeños y uno muy grande, el cual tenía la típica forma de botella pero curiosamente fue recubierto por una estructura octogonal en con cubierta de teja. 219 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 219 05/09/2003, 08:29 a.m. Además de estas estrategias de inducir un orden y una regularidad al trabajo, la calidad del producto final se estimulaba a través de concursos que premiaban los más bellos y mejores objetos: En 1841 acercándose, el aniversario de la Gran Semana de Bogotá, se celebró con una prueba práctica de los beneficios de la paz. Con este motivo se acordó un premio de CIEN PESOS a la obra mejor y más útil que se presentara, trabajada por los hijos del país, en la exposición de los productos de la industria de Bogotá, que tuvo lugar el día 28 de noviembre de 1841 en el claustro principal de San Bartolomé. 3 En dicha ocasión la fábrica de loza participó con la presentación de una jarra decorada con un motivo azul adornado con visos dorados, esta pieza luego fue donada por la industria al Museo Nacional (dirigido en la época por Acosta).4 El arte del consumo Además de confiar en que la elaboración industrial de la cerámica induciría a las transformaciones de las prácticas productivas tradicionales, con los motivos decorativos de la loza se esperaba incidir en las prácticas y la estética cotidianas, imbuyendo a quienes las usaran en una vida civilizada como la que cultivaban los europeos. El contexto al cual llegaba este nuevo producto a la Nueva Granada, se caracterizaba por un variado menaje doméstico de cerámica, aunque en lo referente 3 4 El Constitucional de Cundinamarca, viernes 5 de noviembre de 1841, No. 16, Bogotá. Actualmente se desconoce dónde se encuentra. Loza fina para Bogotá María Carolina Lamo / Monika Therrien | 220 REV.VINCULADA.pmd 220 05/09/2003, 08:29 a.m. a los bienes locales estos no se habían transformado sustancialmente por lo que pasaban desapercibidos, mientras que los importados eran tan escasos que pasaban a ser más afines a los juegos de servicio en plata, oro o peltre, como la vajilla del virrey Ezpeleta (expuesta en el Museo de Arte Colonial de Bogotá). Entre los productos locales más comunes al momento de la introducción de la loza industrial, se encontraban los derivados de la tradición criolla y los de la indígena (Therrien et al., 2002). La tradición criolla mantuvo las características principales de la tradición europea medieval, en la cual su principal distintivo fue el tratamiento de la superficie con cromato de plomo o barniz, de manera tal que adquiría la apariencia del vidrio. Comúnmente las vasijas de arcilla rojiza o blanca eran barnizadas en una variada gama de colores, partiendo del verde oscuro al amarillo al naranja oscuro, aunque también en una baja frecuencia de estas se usaron dos o mas de estos colores combinados en un mismo objeto (VER FOTO 3). Foto 3. Cerámica vidriada verde (izquierda) y mayólica americana azul/blanco (derecha), materiales presentes en el menaje doméstico colonial americano. Esta cerámica vidriada aún se fabrica en diversos lugares, como por ejemplo en Ráquira (Boyacá). Igualmente,otros productos mantuvieron diversas características de las tradiciones nativas, aunque con ciertas alteraciones a lo largo de los siglos, tanto en las formas como en las cualidades de las arcillas: es el caso de las vasijas del altiplano 221 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 221 05/09/2003, 08:29 a.m. cundiboyacense, cuya variación notable fue el acabado exterior que incorporó una nueva técnica: arrastrar el desgrasante de la superficie (Broadbent, 1974; Mora de Jaramillo,1974; Therrien et al., 2002). Otro material local de uso generalizado se elaboró en el área de La Chamba (Tolima); sus vasijas se caracterizaron por el baño rojo bruñido de la superficie o el negro provocado intencionalmente con el humo durante la cocción, mientras que sus formas mantuvieron las características tradicionales. Por último, hasta la llegada del material industrial, la cerámica importada consistía de la mayólica europea (española, luego inglesa y francesa) y americana (mexicana o panameña) que escasamente lograba llegar al seno de los hogares de los más pudientes o los más avezados en los malabares del comercio colonial, del contrabando o del robo. Así, la loza fina, con sus ricos colores, en especial el azul, ausente en los materiales locales, llega luciendo otra técnica adicional, el esmaltado, la cual consiste de un barniz al que se le ha añadido un opacificador (normalmente óxido de estaño), que no dejaba ver el color de la pasta. Las altas temperaturas a las que se produjo, con el mejoramiento de la tecnología de los hornos, hizo que la loza fina se diferenciara de la mayólica por su mayor lustre y por ser más delgada, liviana y dura, cualidades que resultaban bastante atractivas para el consumidor. La locería bogotana en manos de Nicolás Leiva, produjo durante casi setenta años piezas de distinta calidad con lo que mantuvo la oferta gracias a la venta de sus productos en diferentes provincias (VER FOTO 4): En 1849, el catálogo [de productos] incluía: azucareras, bacinillas, bandejas, cacerolas, cafeteras, cajitas para pomadas, cucharones, escupideras, ensaladeras, embudos, fruteros, floreros, jarros con pico, jarros para baño, juguetes para niños, lecheras, mantequilleras, pocillos, pilas para agua bendita, platos, platos dulceros, pimenteros, Loza fina para Bogotá María Carolina Lamo / Monika Therrien | 222 REV.VINCULADA.pmd 222 05/09/2003, 08:29 a.m. paletas para pintores, soperas, tazas con orejas, saleros, tarros para boticas, teteros, tazas para enfermo y tinteros. (MARTÍNEZ CARREÑO, 1996: 350). Foto 4. Jarra decorada con la técnica de pintura por transferencia de la Fábrica de Loza Bogotana (colección Museo Nacional). Así mismo en la fábrica se produjeron algunas obras de arte, bustos y relieves de mérito artístico: Se llega primero a la pieza del Director y dueño señor Leiva; pieza de poco mobiliario, en la cual se ven por todos lados utensilios y vasijas de loza, y sobre las mesas los bustos hechos por él, de porcelana unos y de piedra otros, de Bolívar, Sucre, Santander, D’Elhuyar, Rousseau, Chateaubriand y Santos Gutiérrez. (VARGAS, 1883: 286) Unos y otros fueron decorados con los motivos europeos grabados en las láminas importadas por el coronel Acosta, pero también por diseños elaborados a partir de las ilustraciones hechas por artistas bogotanos (VER TABLA 1). 223 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 223 05/09/2003, 08:29 a.m. Tabla 1. Motivos decorativos usados en la fábrica de loza bogotana. Adicionalmente, la loza producida en la fábrica tuvo diferentes marcas en su reverso, las que posiblemente fueron variando a través del tiempo; tentativamente se plantea el siguiente orden cronológico (VER FOTOS 5 y 6): 1. La leyenda LEIVA E HIJO 2. Cóndor en azul con las alas extendidas y un escudo en el pecho y bajo este la leyenda INDUSTRIA BOGOTANA 2. Cóndor con las alas extendidas y debajo de este una leyenda ilegible en verde 3. La leyenda BOGOTA en bajorrelieve Loza fina para Bogotá María Carolina Lamo / Monika Therrien | 224 REV.VINCULADA.pmd 224 05/09/2003, 08:29 a.m. Foto 5. Marca de la fábrica representada por un cóndor en azul con las alas extendidas y un escudo en el pecho. Bajo este la leyenda INDUSTRIA BOGOTANA. Foto 6. Marca en color verde con un cóndor, la leyenda es ilegible. Comercialización La producción de loza, por su precio y características, estuvo dirigida al público en general, pero posiblemente con mayor interés hacia un grupo social en particular, en gestación, que buscaba separarse y distinguirse de las capas bajas urbanas pero que definitivamente sus magros recursos no los hacían equiparables a las elites. Hacia 1836-37, la fábrica de loza presentaba síntomas inequívocos de prosperidad … La factoría de loza estableció su propia distribuidora en la calle de San Juan de Dios y anunció magníficos descuentos para los que hicieran pedidos de más de $100 con destino a las provincias. (Historia de Bogotá, Tomo II, 1989: 140) En cuanto a los esfuerzos por propalar el consumo de la loza fina en el resto del país, José María Vergara y Vergara y José Benito Gaitán en el Almanaque de Bogotá y Guía de forasteros, 225 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 225 05/09/2003, 08:29 a.m. publicado en 1866, escribieron: “La empresa cuenta con todos los elementos necesarios para poder fabricar la loza suficiente para el consumo de toda la República; pero su poco valor y el mal estado de nuestros caminos no permiten su expendio sino en Cundinamarca, Tolima y Boyacá”. En resumen, al operario y al consumidor se le presentaban ahora, con la industrialización, una variedad de formas nuevas, ornadas con ricas imágenes de paisajes y motivos derivados del romanticismo puro europeo que, con su consumo, pretendían invitar a plasmarlos en la vida cotidiana una vez formaran parte del menaje doméstico como objetos utilitarios o decorativos de las casas. Pero ¿Cómo fue apropiada la noción de progreso por las capas bajas a través de estas nuevas imágenes de orden y belleza proporcionadas por la elite? ¿Buscarían emularlas, imitarlas o serían indiferentes o resistentes a ellas? ¿Realmente se constituyó una clase media a través del consumo de estos productos, que potenciarían y garantizarían un flujo comercial capaz de sustentar la economía y al estado? Lo cierto es que la evidencia arqueológica por ahora muestra que la fábrica no causó mayor incidencia en la creación de esa anhelada clase media ni tampoco fue una opción para las clases populares, los talleres artesanales donde se producía la loza vidriada común siguieron en pie para abastecer a unos y otros, mientras que los más pudientes acudieron a la compra del material importado, bien sea en locales especializados o cada vez con mayor frecuencia a través de sus propios viajes al exterior. Con la muerte de su propietario, la fabrica declinó y fue reemplazada por otros proyectos, de los cuales se vendría a consolidar la “Locería Colombiana” a finales del siglo XIX y la más representativa en este campo a lo largo del siglo XX y que con mayor probabilidad pudo cumplir con acompañar los ideales propuestos casi un siglo antes por un segmento de la elite republicana. Loza fina para Bogotá María Carolina Lamo / Monika Therrien | 226 REV.VINCULADA.pmd 226 05/09/2003, 08:29 a.m. BIBLIOGRAFIA ASHTON, T.S. (1994). La Revolución Industrial. México: Fondo de Cultura Económica (1ª ed. 1948). BUSHMAN, R. (1993). The Refinement of America. Persons, Houses, Cities. Nueva York: Vintage Books. CUALLA, J.A. (1952). Observaciones sobre el comercio de la Nueva Granada, con un apéndice relativo al de Bogotá. Bogotá: Banco de la República (ed. facsimilar del original 1831). BENAVIDES M. (1992). 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CAROLINA LAMO Restauradora de Bienes Muebles, actualmente colabora con el proyecto de arqueología “Civilidad y policía en la Santafé colonial, siglos XVI-XVII” que dirige MonikaTherrien. Sus temas de interés en investigación son los relacionados con el estudio,restauración y conservación de la cerámica y el material arqueológico histórico. E-mail: c_lamo_mejia@hotmail.com MONIKA THERRIEN Actualmente se desempeña como coordinadora de investigaciones, Departamento de Antropología, Universidad de los Andes. Dirige un programa de investigación arqueológica en centros históricos, uno de cuyos proyectos es “Civilidad y policía en la Santafé colonial, siglos XVI-XVII”, y otro sobre el reconocimiento del patrimonio arqueológico industrial colombiano, con el proyecto “De barrio a fábrica: urbanidad y urbanización en la Fábrica de Loza Bogotana”. E-mail: mtherrie@uniandes.edu.co Loza fina para Bogotá María Carolina Lamo / Monika Therrien | 228 REV.VINCULADA.pmd 228 05/09/2003, 08:29 a.m. Tirantas bogotanas. Narrativas visuales sobre el patrimonio Rodrigo Orrantia G. Fotógrafo Juan Carlos Orrantia B. Antropólogo Resumen n ensayo reflexivo sobre el patrimonio y formas expresivas de producción cultural U en Bogotá. PALABRAS CLAVE patrimonio, fotografía, Bogotá. 229 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 229 05/09/2003, 08:29 a.m. Abstract A reflexive essay on heritage and expressive forms of cultural production in Bogotá. KEYWORDS Heritage, photography, Bogotá. Tirantas bogotanas REV.VINCULADA.pmd 230 Rodrigo Orrantía G. / Juan Carlos Orrantía B. | 230 05/09/2003, 08:29 a.m. Me ejercito en el arte de viajar a través del tiempo. Recorro épocas pasadas y contemplo escenas de vidas que muy posiblemente fueron mías. Me siento en el fondo de la habitación miserable donde pernocto, fumo uno o dos cigarrillos de marihuana y mi conciencia se abre, se multiplica y comienzo a viajar en la Historia. Veo construcciones, veo ropa, ciudades, paisajes que hoy en día serían imposibles. Yo llamo a estos viajes “mis vidas anteriores” y constituyen los secretos más íntimos que poseo del conocimiento de mí mismo... (MENDOZA, 1998: 38) 231 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 231 05/09/2003, 08:29 a.m. Bogotá, junio de 2002. Una bala de fusil oxidada, un tiesto del plato de una comida olvidada en los siglos, y un broche, se constituyen en artefactos que atraen a los curiosos transeúntes, profesores y personalidades que entran y recorren el espacio de un presente en busca de la expresión material de la historia. Estoy en la Casa del Marqués de San Jorge en pleno centro histórico de Bogotá como visitante y observador de un “proyecto de arqueología pública, que busca que la gente realmente se involucre con el pasado y la ciudad...”; donde el espacio arqueológico sea entendido como parte de una conexión de doble-vía, que se activa con la gente pero al mismo tiempo activa a la gente. Desde las rejas que separan el recinto histórico de la calle un reciclador nos regala un dibujo de una mano haciendo pistola y otro de una rosa; se ríe, y conversamos sobre las labores de excavación que comparten sus colegas y los míos. Reímos. Luego me entero de las pesquisas de un investigador de la seguridad del Palacio de Nariño (ubicado a solo una cuadra de aquí), quien andaba en búsqueda de túneles por donde se pudiera colar la guerrilla a la casa presidencial. Vuelvo a reír, después me preocupo, y pensándolo bien, me asombro. Entonces recuerdo las palabras de García Márquez en la introducción para un libro de fotografías, de re-creaciones visuales y cómo no históricas, sobre los lugares y las escenas de aquel Macondo, pueblo olvidado y recordado, que por más debiera ser tan patrimonio histórico de la nación colombiana como esta casa. Escribe: Siempre he tenido un gran respeto por los lectores que andan buscando la realidad escondida detrás de mis libros. Pero más respeto a quienes la encuentran, porque yo nunca lo he logrado. En Aracataca, el pueblo del Caribe donde nací, esto parece ser un oficio de todos los días. Allí ha surgido en los últimos veinte años una generación de niños astutos que esperan en la estación del tren a los cazadores de mitos para llevarlos a conocer lugares, las cosas y aun los personajes Tirantas bogotanas REV.VINCULADA.pmd 232 Rodrigo Orrantía G. / Juan Carlos Orrantía B. | 232 05/09/2003, 08:29 a.m. de mis novelas: el árbol donde estuvo amarrado José Arcadio el viejo, o el castaño a cuya sombra murió el coronel Aureliano Buendía, o la tumba donde Úrsula Iguarán fue enterrada-y tal vez viva-en una caja de zapatos (GARCÍA MÁRQUEZ, 1992) Y si estas escenas casi míticas –pero expresivas de la Colombia de hoy- se recrean, la gente viaja a verlas, y más aun están fotografiadas y así registradas para siempre, y si la gente construye, cuenta y registra algo tan pasado como la historia, y además la expone en vitrinas y museos, entonces me pregunto: ¿Cómo se está constituyendo el patrimonio histórico de nuestros tiempos postmodernos o alternativamente modernos, convulsionados, tecnológicamente integrados, inspirados en la re-construcción y la re-interpretación? Pero sobre todo ¿Cómo se interpreta el patrimonio, cómo se puede hacer visible? 233 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 233 05/09/2003, 08:29 a.m. Narrativas visuales sobre memorias entre tirantas: visualizando el patrimonio contemporáneo La Casa del Marqués nos metió y nos sacó del patrimonio. Allí nos encontramos: él fotografiaba tiestos, herramientas, arqueólogos excavando; registraba la construcción del patrimonio para una revista del Distrito. Yo, observaba. Entonces decidimos salir a recorrer la ciudad y excavar la memoria. La idea es que usted como fotógrafo, artista, exprese el patrimonio. No fotos descriptivas del patrimonio y sus representaciones como las que ya tomó. Ahora usted, expresese. Pensamos entonces en planteamientos como los que hace Elizabeth Edwards (1997) quien propuso una lectura de la fotografía como un medio con potencial de cuestionar, despertar curiosidad y hablar en diferentes voces o ver por diferentes ojos desde más allá de la Frontera [antropológica]. Una aproximación a la fotografía como un acto creativo y expresivo, contra-inductivo, que constituye y pretende constituir una interrogación, expresión e interpretación coherentes. En este sentido se busca cuestionar los usos tradicionales de la fotografía en el contexto antropológico –ilustrar, representar y documentar- y reconocerla como una voz dentro de la disciplina, reconociéndose como documento cultural cuya legitimidad surge de su fin de interpretar, expresar y comunicar valores y realidades negociadas. Por eso quisimos reflexionar sobre el patrimonio por medio de la fotografía como medio interpretativo, expresivo y artístico, y entenderla de manera similar a los textos etnográficos que desde posiciones de la crítica cultural han reconocido -o aceptado- los aspectos y capacidades literarias de los textos de interpretación etnográfica (Clifford y Marcus, 1986; Marcus y Fischer, 1999). Tirantas bogotanas REV.VINCULADA.pmd 234 Rodrigo Orrantía G. / Juan Carlos Orrantía B. | 234 05/09/2003, 08:29 a.m. Con esto en mente llegamos a un patio cerrado desde cuyas rejas se ven unos tubos largos que sobresalen a las paredes. Entramos y ahí estaban esos grandes recuerdos blancos con líneas rojas y amarillas con sus enormes “tirantas” amarradas de los techos. Tímidamente nos fuimos acercando, explorando, reconociendo el terreno. Unas primeras fotos desde abajo, por fuera y hacia las inmensas ventanas que hace rato ya no están. Y así, entre llantas viejas, vidrios rotos, tubos, bobinas y cables, esquivando dos grandes canis guardianis, y soltando muchos wow!, ufff!, vea esto!! y demás vocablos de expresión del asombro de la memoria, conversé con Rodrigo sobre el patrimonio, la fotografía y la ciudad. Yo creo que el patrimonio surge de la memoria colectiva y no debe ser impuesto. Hay cosas, sitios, recuerdos que le dicen mucho más a uno que monumentos o casas declaradas. Rodeolandia y la rueda de Chicago destartalada y de madera de colores que traqueaba con el viento en el Parque Nacional, son parte del patrimonio real de nuestra generación. Yo quiero que mis fotos lleven a la gente a sitios escondidos, a lugares de poco acceso pero mucho contenido. Que al ver las fotos inmediatamente se enciendan memorias. ¿Cuánta gente sabe de este sitio? -No sé-. Pero apenas uno nombra los trolebuses la gente se acuerda y se emociona. De los escombros de lata, vidrio, agua estancada y madera podrida surgieron tímidamente los trolebuses. Los TransMilenio de hace un par de décadas, vehículos canadienses, luego rusos y rumanos que en las décadas de 1960 y 1970 recorrían Bogotá como marionetas eléctricas. El historiador de Bogotá, Fabio Zambrano, los recuerda como “vehículos impecables...que dejaron morir”. Así lo expresa en una reciente entrevista1 donde evocando 1 El Tiempo, 7 de agosto, sección 1, p. 8, 2002 235 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 235 05/09/2003, 08:29 a.m. Tirantas bogotanas REV.VINCULADA.pmd 236 Rodrigo Orrantía G. / Juan Carlos Orrantía B. | 236 05/09/2003, 08:29 a.m. memorias generacionales del transporte en la ciudad, entre las inolvidables fotografías de los viejos tranvías de principio de siglo y los modernos TransMilenio, se hace evidente el gran vacío visual de los trolebuses de tirantas. Estos buses parecen invisibles. Al mirar al cielo de la calle 72 o en los alrededores del Campín solo está el vacío de los antiguos trazados y cableados eléctricos que vimos cuando chiquitos. Ni decir de los buses. Algunas cosas que se esfumaron de la memoria de la ciudad se pueden re-descubrir, rescatar y conservar por medio de la fotografía. Es ahí cuando las imágenes mismas se constituyen en el patrimonio. El poder de lo visual es un aporte a la memoria. Nuestra memoria se compone de fragmentos de imágenes, que individualmente no significan mucho, pero que unidos hablan, dicen, recuerdan y nos remontan vívidamente a un pasado que pensábamos perdido. La expresividad de las fotografías se constituye a partir de fracciones de imágenes que potencian la memoria y así las composiciones hablan, dicen, recuerdan y no son únicamente elementos descriptivos. Armados de una vieja cámara Yashika de formato medio, una 35 mm y un trípode escualizable, cuyas patas nos permitieron deslizarnos entre los espacios milimétricos del cúmulo de desechos de este transporte público, nos enfrentamos a esta reflexión sobre el patrimonio. Recorrimos los interiores, los vimos de lejos, los imaginamos vivos, montamos, tocamos y convivimos con los recuerdos del pasado. Destapamos escombros de circuitos y bobinas, retiramos polvo y capas de tizne acumulados y así excavamos una parte de la memoria de Bogotá. Fuimos arqueólogos urbanos del patrimonio reciente y escondido de nuestra ciudad. Ahora, como resultado de esta conversación entre la antropología y la fotografía, presentamos estas creaciones fotográficas que permiten desarticular el patrimonio de los 237 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 237 05/09/2003, 08:29 a.m. Tirantas bogotanas REV.VINCULADA.pmd 238 Rodrigo Orrantía G. / Juan Carlos Orrantía B. | 238 05/09/2003, 08:29 a.m. centros que lo inmovilizan, y así flexibilizar los escenarios históricos al situarlos en el contexto dinámico de la memoria contemporánea. Así, queremos resaltar la importancia de expresiones alternativas para reflexionar sobre la constitución del patrimonio en la Bogotá de principios del siglo XXI y ubicar su papel dentro de formas actuales de producción cultural. Entonces, como medio interpretativo y expresivo la fotografía permite un acercamiento a la complejidad de la producción cultural como crítica cultural (Mahon, 2000; Marcus, 1997) al evocar vívidamente las viejas tirantas eléctricas. 239 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 239 05/09/2003, 08:29 a.m. Tirantas bogotanas REV.VINCULADA.pmd 240 Rodrigo Orrantía G. / Juan Carlos Orrantía B. | 240 05/09/2003, 08:29 a.m. 241 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 241 05/09/2003, 08:29 a.m. Tirantas bogotanas REV.VINCULADA.pmd 242 Rodrigo Orrantía G. / Juan Carlos Orrantía B. | 242 05/09/2003, 08:29 a.m. 243 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 243 05/09/2003, 08:29 a.m. Tirantas bogotanas REV.VINCULADA.pmd 244 Rodrigo Orrantía G. / Juan Carlos Orrantía B. | 244 05/09/2003, 08:29 a.m. BIBLIOGRAFÍA CLIFFORD, J. y G. MARCUS (eds.). (1986). Writing Culture. The poetics and politics of ethnography. Berkeley: University of California Press. EDWARDS, E. (1997). “Beyond the Boundary: a Consideration of the Expressive in Photography and Anthropology”. En: Rethinking Visual Anthropology. M. Banks y H. Morphy. (Eds.). New Haven: Yale University Press. El Tiempo (2002). “Bogotá, del tranvía al TransMilenio”. 7 de Agosto, sección 1, p. 8. GARCÍA MÁRQUEZ, G. (1992). “Hannes en Macondo”. En: Una jornada en Macondo. Bogotá: Villegas Editores. MENDOZA, M. (1998). Scorpio City. Madrid: Seix Barral. MAHON, M. (2000). “The Visible Evidence of Cultural Producers”. Annual Review of Anthropology 29: 467-92. MARCUS, G. (ed.). (1997). Cultural Producers in Perilous States. Editing events, documenting change. Series Late Editions No 4, Cultural Studies of the End of the Century. Chicago: The University of Chicago Press. MARCUS, G. y M. FISCHER (1999). Anthropology as Cultural Critique. An experimental moment in the human sciences. Chicago: The University of Chicago Press. 245 | Revista de Antropología y Arqueología Vol 13 2001/2002 REV.VINCULADA.pmd 245 05/09/2003, 08:29 a.m. RODRIGO ORRANTIA GÓMEZ Maestro en Artes Plásticas con opción en historia del arte y la arquitectura de la Universidad de los Andes. Se ha desempeñado en fotografía editorial y de arte, actualmente realiza una maestría en historia y teoría del arte y la arquitectura en la Universidad Nacional. E-mail: trasatlantico@hotmail.com JUAN CARLOS ORRANTIA Antropólogo de la Universidad de los Andes. M.A. en Antropología Ambiental de la Universidad de Georgia y estudios de doctorado en Antropología en la Universidad de Yale. Se interesa en el discurso del ambientalismo, las representaciones, la cultura popular así como los temas relacionados con cultura y poder. E-mail: juanorrantia@yahoo.com Tirantas bogotanas REV.VINCULADA.pmd 246 Rodrigo Orrantía G. / Juan Carlos Orrantía B. | 246 05/09/2003, 08:29 a.m. Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Antropología MAESTRÍA EN ANTROPOLOGÍA Programa de Arqueología Programa dirigido a egresados de ciencias sociales y carreras afines interesados en profundizar en las perspectivas teóricas y las prácticas contemporáneas de la investigación arqueológica del grupos del pasado remoto y reciente. Programa de Antropología Social Pueblos y Culturas Contemporáneas: Perspectivas Antropológicas Programa dirigido a graduandos en las disciplinas de las ciencias sociales y a profesionales interesados en desarrollar y perfeccionar habilidades de investigación en orientaciones teóricas y metodológicas de la antropología contemporánea. Teléfonos: 3394949 - 3394999 Antropolgía Ext. 2550 y 3324510 e-mail: mantropo@uniandes.edu.co MAESTRÍA EN ETNOLINGÜÍSTICA Centro Colombiano de Estudios de Lenguas Aborígenes-CCELA Programa dirigido a profesionales de Antropología, Filología e idiomas y de Ciencias Sociales afines, para la formación de especialitas en lingüística aborigen y el entrenamiento en investigación de campo y descripción de lenguas indígenas. Teléfonos: 3394949 - 3394999 CCELA Exte. 3342 e-mail: ccela@uniandes.edu.co Duración: 2 años Informes e inscripciones: Universidad de los Andes Cra. 1ª Este No. 18ª - 10 http:// faciso.uniandes.edu.co REV.VINCULADA.pmd 247 05/09/2003, 08:29 a.m. Normas para la presentación de artículos a la Revista de Antropología y Arqueología Todo trabajo debe presentarse en una copia impresa en papel tamaño carta, a doble espacio, dejando 3 cms de márgenes a izquierda y derecha, y 2,5 cms de espacio arriba y abajo. Adicionalmente, debe enviarse una copia en diskette de 3 ½ o CD-ROM (en Word para Windows o Word para Mac 5.1). Debe indicarse en la parte externa del diskette el tipo de programa empleado, así como el nombre completo del autor y el título del trabajo. No se aceptarán trabajos con tachones, enmiendas o correcciones a mano. Todos deben presentarse en forma final. El título del trabajo, así como el nombre del (o de los) autores y su afiliación institucional irán en una página frontal aparte. Debe incluirse la dirección de correo y teléfono del autor principal y, de ser posible, su dirección electrónica. No habrá correspondencia sobre materiales no solicitados. Adicionalmente al artículo, deberá incluirse un resumen y las palabras claves que identifiquen los temas relevantes tocados en éste. A partir del volumen 13, ningún manuscrito podrá exceder de las 25 páginas que cumplan las condiciones arriba señaladas. Los trabajos con más páginas de las permitidas no serán tenidos en cuenta ni serán retornados a sus autores. Referencias bibliográficas REV.VINCULADA.pmd Únicamente deben aparecer en la bibliografía las referencias citadas en el texto. Todas aquellas que no se encuentren en el texto serán eliminadas de la lista bibliográfica. Las referencias en el texto siempre van en paréntesis, y siempre con el apellido completo del autor. No se emplearán abreviaturas como Op.cit, loc.cit, Ibid, etc. Siempre se ha de escribir el apellido del autor citado cuantas veces sea necesario. Excepción a esta norma será únicamente la abreviatura et al., para referirse a diversos coautores, una vez nombrado el autor principal. Ejemplo: (Drennan et al., 1992). Si se hace referencia a una cita textual, debe incluirse siempre el número de la página de la cual se transcribe la cita. Ejemplo: (Drennan, 1996: 237). Si se está haciendo referencia a un concepto o a una idea global de otro autor, basta con citar el autor y el año. Ejemplo: (Drennan, 1996). Para citas textuales siempre se emplearán las comillas (“), y separarse del texto principal. Las citas de cronistas o documentos tempranos se harán siempre en castellano modernizado. Para los trabajos sobre arqueología que presenten fechas de radiocarbono, dichas fechas deben ser dadas en años de radiocarbono antes del presente (BP), indicando además: (a) número de muestra y nombre del laboratorio, (b) si la fecha dada es corregida (convencional) para 13C, (c) material fechado y valor de la tasa 12C- 248 05/09/2003, 08:29 a.m. 13C. No se aceptarán artículos con fechas en años antes de Cristo sin calibrar. Solamente se publicarán fechas en años calendario que sean el resultado de la calibración de la fecha radiocarbónica, y debe indicarse además la curva utilizada y la referencia bibliográfica pertinente. Formato de la bibliografía: No ingrese ningún tipo de comandos en su diskette, como indentar, justificar, etc. Debe dejar la bibliografía sencilla, dejando un espacio entre un título y el siguiente. Solamente subraye el título pertinente: Libros: REICHEL-DOLMATOFF, G. (1978). Beyond the Milky Way: Hallucinatory Imagery of the Tukano Indians. Los Angeles: UCLA Latin American Center. Artículos en revistas: REICHEL-DOLMATOFF, G (1975). “Templos kogi: introducción al simbolismo y a la astronomía del espacio sagrado”. Revista Colombiana de Antropología XIX:199-245. Artículos en libros de contribución: REICHEL-DOLMATOFF, G. (1973). “The Agricultural Basis of the Sub-Andean Chiefdoms of Colombia”. En: Peoples and Cultures of Native South America. D.R. Gross (Ed). New York: Doubleday, pp.28-36. Ilustraciones: Todas las ilustraciones serán en blanco y negro. Solamente se aceptarán fotos en blanco y negro en papel brillante con buen contraste, y siempre y cuando sean indispensables para ilustrar a lo que se refiere el texto. Todas las ilustraciones deben venir marcadas atrás con el nombre del autor y el título del artículo. Así mismo, deben incluir allí su texto explicativo correspondiente. Para cada ilustración, debe haber una referencia en el texto. Los dibujos y mapas deben ser ORIGINALES en tinta negra y papel blanco, o papel pergamino. Los dibujos y mapas impresos por computador NO serán aceptados, a menos que sean de alta resolución. Los mapas o fotografías por computador en línea punteada o con grano visible NO son aceptables. Proceso de evaluación: Tan pronto sea recibido un trabajo por la Revista de Antropología y Arqueología, éste será distribuido a dos evaluadores pares anónimos quienes decidirán sobre el particular. La revista enviará un acuso de recibo a los autores tan pronto lleguen sus artículos, e informará a los mismos sobre la decisión de los evaluadores en un plazo no mayor de 60 días a la dirección de correo o de internet que aparezca en la hoja de presentación del artículo. La Revista de Antropología y Arqueología NO mantendrá correspondencia sobre trabajos rechazados, limitándose a enviar la notificación de rechazo al autor. Todo trabajo que requiera de cambios o ajustes sugeridos por los evaluadores debe ser corregido y enviado de nuevo en un plazo no superior a 20 días. Los originales aceptados para publicación no serán devueltos a sus autores. Por ello sugerimos enviar solamente duplicados de fotografías. REV.VINCULADA.pmd 249 05/09/2003, 08:29 a.m. ADPOSTAL REV.VINCULADA.pmd 250 05/09/2003, 08:29 a.m. CORCAS REV.VINCULADA.pmd 251 05/09/2003, 08:29 a.m.