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Aneurismas viscerales Splanchnic Artery Aneurysms Germán Alberto Castrillón* María del Pilar Montoya** Resumen Palabras clave (DeCS) Aneurisma Angiografía TC multidetector Key words (MeSH) Aneurysm Angiography Multidetector CT Los aneurismas viscerales, aunque son infrecuentes, son considerados una emergencia médica, debido a su alto riesgo de ruptura. Tradicionalmente, su diagnóstico se ha hecho con angiografía convencional. Sin embargo, con el uso cada vez más regular de las imágenes de tomografía computada con multidetectores (TCMD), que nos permite realizar reconstrucciones en 3D y tener imágenes de máxima intensidad (MIP) y multiplanares (MPR) de la aorta y sus ramas, pueden ser detectados con mayor frecuencia y en pacientes asintomáticos. El tratamiento de estos aneurismas depende de su localización, tipo, tamaño y situación clínica del paciente. Este artículo muestra nuestra experiencia con el uso de TCMD, tanto con las imágenes axiales como con las reconstrucciones MPR, MIP y 3D en el diagnóstico y manejo de los pacientes con aneurismas viscerales. Summary Splachnic artery aneurysms are rare but can be clinically significant, especially in the setting of rupture, with a high associated morbidity and mortality. Catheter angiography has been the traditional mean of diagnosis. However, multidetector computerized tomography (MDCT) angiography and the reconstructions MPR, MIP and 3D, which allow visualization of the aorta and its branches, may detect splachnic artery aneurysms with greater frequency in symptomatic and in asymptomatic patients. The treatment depends on the location, type, and size of the aneurysm and the medical condition of the patient. This article demonstrates our experience with MDCT angiography and the different reconstructions in the diagnosis and treatment of the splachnic aneurysms. Introducción * Médico radiólogo, Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. Profesor del Departamento de Radiología y miembro del Grupo de Gastrohepatología, Universidad de Antioquia. ** Residente de Radiología de tercer año, Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. 2128 Los cinco casos que se van a comentar en este artículo fueron analizados en el Hospital Universitario San Vicente de Paúl, con un equipo de 16 detectores General Electric, con una colimación de 1,25 mm y un intervalo de reconstrucción de 0,625 mm, pitch de 1,3 y velocidad de inyección de 3-4 cm3/s. Se obtuvieron imágenes en fase arterial a los 30 segundos y en fase portal a los 60 segundos. Además, en una estación de trabajo Advantage 4.2 se hicieron reconstrucciones de imágenes multiplanares (MPR), imágienes de máxima intensidad (MIP) y 3D. El primer caso corresponde a una mujer de 40 años de edad, con antecedente de trauma cerrado de abdomen. Se le realiza una tomografía contrastada de abdomen, donde se observa un seudoaneurisma originado de la arteria gastroepiploica (Figura 1). Se confirma el diagnóstico con arteriografía y se realiza una embolización endovascular con espirales (Figura 2), con una aceptable respuesta tanto clínica como imaginológica. análisis de series de casos A B Fig. 1. Tomografía contrastada de abdomen. (A) Imagen axial. (B) Imagen coronal donde se observa el seudoaneurisma originado de la arteria gastroepiploica (flechas). El segundo caso es el de un hombre de 17 años de edad, que ingresa a urgencias por un trauma cerrado de abdomen. Se le realiza una tomografía donde se observa un seudoaneurisma originado de la arteria hepática izquierda (Figura 3). El diagnóstico se confirma con arteriografía y se realiza embolización con micropartículas de polivinilalcohol (Figura 4). A B Fig. 2. Tomografía contrastada. (A) Imagen axial. (B) Imagen coronal que muestra espirales que excluyen el seudoaneurisma (flechas). A B Fig. 3. (A) TC contrastada de abdomen imagen axial. (B) Angiografía con sustracción digital que muestra un seudoaneurisma originado en la arteria hepática izquierda (flechas). Rev. Colomb. Radiolog. 2007; 18:(2):2128-32. 2129 A B Fig. 4. Tomografía contrastada de abdomen. (A) Reconstrucción VR. (B) Máxima intensidad MIP, donde se observa un seudoaneurisma originado en una rama menor del tronco celiaco (flechas). El tercer caso corresponde a una mujer de 67 años de edad, con un seudoaneurisma espontáneo originado en una rama menor del tronco celiaco, manejado quirúrgicamente (Figura 5). A El cuarto caso es el de una mujer de 32 años de edad, con un cuadro de hemorragia del tubo digestivo y dolor abdominal. En la tomografía se aprecia un seudoaneurisma de la arteria B C Fig. 5. Tomografía contrastada de abdomen. (A) Imagen axial. (B) Imagen coronal. (C) Reconstrucción en VR donde se observa un seudoaneurisma originado en la arteria esplénica (flechas). esplénica. Pasa a manejo quirúrgico (Figura 6). El quinto caso corresponde a una paciente de 79 años de edad con un seuA B doaneurisma espontáneo de una rama de la arteria esplénica, al cual se le realiza embolización (Figura 7). C Fig. 6. Tomografía contrastada de abdomen. (A y B) Imágenes axiales. (C) Arteriografía donde se observa un seudoaneurisma esplénico (flechas rectas) con una zona de infarto adyacente (flechas curvas) 2130 Aneurismas viscerales. Castrillón G, Montoya M. análisis de series de casos Discusión Los aneurismas viscerales son raros. Su incidencia está entre 0,01% y 0,2% en las autopsias. Los aneurismas de la arteria esplénica representan el 60% de los casos; los de la arteria hepática, el 20%; los de la arteria mesentérica superior, el 5,5%; los del tronco celiaco, el 4%, y las arterias pancreáticas y gastroduodenales, el 3,5%. Estos últimos, sobre todo, en pacientes con historia de pancreatitis (1). Los aneurismas de la arteria esplénica son la tercera causa de aneurismas abdominales, después de los aneurismas de la aorta abdominal y de las arterias iliacas. Son más comunes en mujeres y están asociados con el embarazo y la multiparidad (2,3). Todavía no se conoce la causa exacta de los aneurismas esplénicos; pero se sabe que no son consecuencia a la arterioesclerosis, aunque esta pudiera estar presente como un proceso secundario (4). La mayoría de los aneurismas esplénicos son aneurismas verdaderos, lo cual significa que contienen todas las capas de la pared del vaso (2). Los seudoaneurismas son histológicamente diferentes y son el resultado de pancreatitis, traumatismos, cirugía o úlcera péptica, y al carecer de todas las capas normales de la pared vascular, son más frágiles (5). Su riesgo de ruptura es mayor que el de los aneurismas verdaderos (35%) en la mayoría de las series, y la mortalidad es alta (aproximadamente 90%) (6). Los aneurismas de la arteria hepática han aumentado un 20% con respecto a lo conocido históricamente. Una revisión de la literatura médica desde 1985 hasta 1995 sugiere que estos aneurismas son más frecuentes de lo establecido y pueden representar hasta el 40% de los aneurismas viscerales (1,7). Es posible que este aumento esté relacionado con el uso más frecuente de procedimientos invasivos en el hígado y la vía biliar, los cuales pueden desencadenar el desarrollo de seudoaneurismas arteriales intrahepáticos (7). Estos ocurren más frecuentemente en hombres que en mujeres. Los factores de riesgo para ruptura son difíciles de definir y la literatura médica varía en las incidencias, que van de un 20% a un 80% (8). Los aneurismas de la arteria mesentérica superior se encuentran en tercer lugar en frecuencia de los aneurismas viscerales, con una incidencia del 5,5% (7). La mayoría ocurre en el segmento proximal, usualmente a 5 centímetros del origen y pueden ser saculares o fusiformes (7). Estos aneurismas pueden ser clasificados como verdaderos o seudoaneurismas —estos últimos son los más frecuentes—. La endocarditis es la principal causa, y se encuentra hasta en el 33% de los casos. Otras causas incluyen la enfermedad ateroesclerótica y la pancreatitis. Los aneurismas del tronco celiaco son raros y corresponden al 4% de los aneurismas viscerales (7). Típicamente ocurren en la sexta década de la vida. El riesgo de ruptura es del 13% y la mortalidad luego de la ruptura es del 100% (1,9). La causa más común es la degeneración quística de la media, aunque la ateroesclerosis también se ha encontrado hasta en el 30% de los pacientes. Otras causas, como traumatismos e infección micótica, también se han presentado, pero son muy raras (1,7,9,10). El riesgo de ruptura es de aproximadamente el 13% y después de la ruptura la mortalidad es casi del 100% (1,9). Rev. Colomb. Radiolog. 2007; 18:(2):2128-32. Los aneurismas de la arteria pancreaticoduodenal son raros; representan aproximadamente el 2% de los aneurismas viscerales (1,11). Su incidencia exacta es difícil de determinar, porque la literatura médica, algunas veces, es confusa para establecer si son aneurismas verdaderos o seudoaneurismas relacionados con pancreatitis. La ruptura de estos aneurismas es común hasta en el 62% de los casos y su mortalidad es del 21% (12). Los aneurismas de la arteria gastroduodenal son los menos comunes de los aneurismas viscerales, pues representan menos del 2% (8). Usualmente, son seudoaneurismas que ocurren en el contexto de una pancreatitis. La ruptura de estos aneurismas se presenta hasta en el 25% de los casos, con una mortalidad del 25% al 75% (13). En los aneurismas viscerales es esencial hacer un diagnóstico y tratamiento oportuno, debido a su alto riesgo de ruptura. La tomografía computarizada, especialmente con el advenimiento de los equipos multidetectores (TCMD), se ha convertido en la primera modalidad diagnóstica no invasiva, que permite valorar de forma global la vasculatura abdominal —incluida la aorta y sus diferentes ramas viscerales— y hacerlas más comprensibles para los médicos no radiólogos, a través de las diferentes reconstrucciones en 3D, MIP y MPR (14). La angiorresonancia magnética es una alternativa útil en aquellas personas que tengan contraindicaciones para la realización de la TCMD. Las secuencias de T1 brindan un mayor detalle acerca de la presencia de trombosis asociada y las imágenes en 3D permiten visualizar la lesión en cualquier proyección (15). Sin embargo, comparada con la TCMD, la angiorresonancia requiere mayor tiempo en la toma de las imágenes, es menos práctica en pacientes politraumatizados o con inestabilidad hemodinámica (que generalmente necesitan un monitoreo continuo) y tiene mayor susceptibilidad a artefactos, principalmente por movimiento (16). La angiografía, aunque ha sido el patrón de referencia (gold standard), en la actualidad, con las ventajas ofrecidas por los métodos no invasivos (exentos de las complicaciones asociadas con la angiografía), pasa a ser un método que se utiliza especialmente para el manejo endovascular de los aneurismas viscerales. En cuanto al tipo de tratamiento, este depende básicamente de la localización del seudoaneurisma, de su morfología y de las características del cuello. Entre las modalidades terapéuticas se encuentran el manejo percutáneo con trombina, el manejo endoluminal con coils o trombina y el tratamiento quirúrgico (17-19). Conclusión Los aneurismas viscerales son raros, pero pueden tener gran significado clínico, sobre todo en el caso de ruptura, cuando se asocian con alta mortalidad y morbilidad. La arteriografía ha sido el método diagnóstico utilizado con mayor frecuencia. Sin embargo, la TCMD (con reconstrucciones 3D, MIP y MPR) es una modalidad de imagen con una alta sensibilidad en el diagnóstico y ofrece una perspectiva global de toda la vasculatura, incluidos los vasos adyacentes a la lesión. Los tiempos de toma de las imágenes son cortos, no es operador-dependiente, detecta otras lesiones adicionales y permite un adecuado planeamiento terapéutico, ya que tiene disminuye la mortalidad gracias a un diagnóstico oportuno, tanto en pacientes sintomáticos como asintomáticos. 2131 Referencias 1. Stanley JC, Thomson NW, Fry WJ. Splanchnic artery aneurysms. Arch Surg. 1970;101(6): 689-97. 2. Sheps SG, Spittel JA Jr, Fairbairn JF 2nd, Edwards JE. 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Correspondencia María del Pilar Montoya Universidad de Antioquia Calle 67 No. 53-108 Medellín, Colombia pilimont32@gmail.com Recibido para evaluación: 2 de abril de 2007 Aceptado para publicación: 21 de mayo de 2007 Aneurismas viscerales. Castrillón G, Montoya M.