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La Investigación Psicológica en Sonora CONDUCTA INTELIGENTE Y CURRICULUM 1 Intelligent behavior and curriculum Juan José Irigoyen y Daniel González Lomelí Programa de Maestría en Psicología UNIVERSIDAD DE SONORA RESUMEN En el presente trabajo se ensaya sobre el modelo de análisis del comportamiento científico propuesto por Ribes (1993); Ribes, Moreno y Padilla (1996) y su aplicación al desarrollo curricular como eje central para el análisis y evaluación de habilidades a desarrollar en los diferentes escenarios educativos. Palabras clave: Curriculum, habilidades, competencia, enseñanza, comportamiento científico. Abstact This paper discusses Ribes´ model (1993, 1996) for the analysis of scientific behavior. Its potential use in the development of school curricula is addressed by considering this model as the central axis in the analysis and evaluation of skills generated in educational settings. Key words: Curriculum, skills, competencies, teaching, scientific behavior. “Las ideas mantenidas durante siglos, de acuerdo con las cuales las estructuras fundamentales de la percepción y de la representación, del razonamiento y la deducción, de la imaginación y el autoanálisis, son formas de la vida anímica invariables en las distintas condiciones sociales cambiantes, resultan falsas. Las categorías fundamentales de la vida psíquica del hombre empiezan a entenderse como producto de la historia social, que cambian cuando se modifican las formas fundamentales de la práctica social y que tiene, de este modo, una naturaleza social” (Luria, 1980, p. 206). 1 La referencia original de este artículo es: Irigoyen, J. J. y González, D. (1997). Conducta inteligente y curriculum. Revista Sonorense de Psicología, 11 (1), 54-59. 401 Conducta inteligente y curriculum Las diferentes sociedades, para su desarrollo, requieren satisfacer entre otras necesidades, la demanda de preparación científica y tecnológica de sus miembros. Es obvio que el proceso enseñanza-aprendizaje se manifiesta en distintos niveles y en forma variada. Sin embargo, cualquier estrategia de revisión curricular debe considerar la identificación de situaciones problemáticas, no sólo como punto de partida para corregir aspectos concretos de la práctica educativa, sino también como una forma de actualización de la práctica cotidiana. Uno de los problemas de la educación superior en nuestro país es la calidad. El crecimiento de las instituciones de educación superior, la necesaria “masificación” de la enseñanza, las limitaciones en los recursos, la obsolescencia de los planes de estudio, el rezago en las metodologías de enseñanza-aprendizaje, el desempeño del personal académico y sus condiciones de actualización y rendimiento, el insuficiente desarrollo de la investigación y su escasa vinculación con la docencia y la problemática social en general, son aspectos que reflejan una preocupación constante en los diferentes niveles de la administración de las instituciones de educación superior en nuestro país. Regularmente cuando se piensa en resolver algún problema educativo, se recurre al diseño de estrategias puramente didácticas (técnicas de enseñanza, cartas descriptivas, objetivos de aprendizaje, etc.) y otros aspectos que tienden a enfocar a la problemática arriba señalada de manera parcial, evitando entrar en contacto con los problemas de concepción, que dan lugar a esta visión parcializada. Es imperativo que las instituciones de educación superior se involucren en un proceso de evaluación integral continua que garantice una educación de mejor calidad, adecuada a los requerimientos actuales y futuros. La evaluación debe servir tanto para valorar la situación prevaleciente, como para definir objetivos, políticas y estrategias dirigidas a transformar el funcionamiento de los diferentes sistemas educativos, facilitando el seguimiento y nivel de logro de las metas planeadas. Según Castañeda, Lugo, Pineda y Romero (en prensa), en la práctica educativa se ha descuidado el modelado de procesos y mecanismos de control intelectual que faciliten el aprendizaje del más “alto nivel”, señalando además la incapacidad del sistema educativo para desarrollar estructuras de conocimiento con un nivel de dominio experto, que posibilite la solución de problemas de manera crítica, eficiente y creativa, así como el modelamiento de estrategias de interacción requeridas para adquirir, estructurar, aplicar y transferir dinámicamente el comportamiento modulado, de esta manera, a nuevas situaciones. 402 La Investigación Psicológica en Sonora La modificación que conlleve una evaluación (como mecanismo de autoreflexión), se ha vuelto indispensable para las diferentes instituciones de educación superior, debiendo permitir la reflexión crítica y el replanteamiento en caso necesario, de sus objetivos y maneras de lograrlos. Los retos son variados y poseen diferentes dimensiones, al tener la responsabilidad de formar a las futuras generaciones de profesionales, técnicos y científicos que el país necesita, ante las nuevas demandas sociales, impuestas tanto por el desarrollo del país, como por su inclusión en el contexto de globalización económica, por lo cual se requiere de una preparación distinta en lo cualitativo y cuantitativo, que implique una modernización real en el campo de la educación; entendiendo a ésta como institución social, en donde se construye el proceso de transmisión, reproducción e innovación de prácticas especializadas de trabajo manual e intelectual, produciendo las representaciones y concepciones que se tienen acerca del mundo, del hombre y de sus interacciones recíprocas (Ribes, 1990b). “A pesar de que la evidencia cotidiana señala todo lo contrario, se supone que la relación enseñanza-aprendizaje es una relación paralela, duplicadora, definida desde la perspectiva del que enseña y no del que aprende. No es de extrañar que la investigación educativa está centrada en los procedimientos del enseñar y su efectividad en la forma de productos del aprendiz, en vez de enfocar el proceso de aprender como la diversidad de desempeños efectivos que conducen de distintas maneras a un producto que satisface criterios determinados. Al soslayar el aprender y los diversos ejercicios que constituyen el desempeño inteligente, la institución educativa hace a un lado la funcionalidad del comportamiento del aprendiz individual y se limita a constatar, con dudosa confiabilidad, la efectividad limitada de los procedimientos didácticos que se dirigen a los aprendices en general, al margen de sus interacciones específicas con la situación didáctica y su efectividad relativa” (Ribes, 1990a, p. 222). En este contexto destaca la situación de la tecnología educativa. Dos consideraciones sin embargo son necesarias. Es necesario entender que el concepto de tecnología, en este contexto, está siendo utilizado con dos significados complementarios. Uno, el correspondiente a los aspectos instrumentales, de equipamiento, es decir prácticos, y el segundo correspondiendo a toda aquella estructura conceptual, teórica, que permite articular conocimientos sobre el área de la realidad que pretende transformar (Ribes, 1990b), y es sobre este segundo aspecto, sobre el que reflexionamos fundamentalmente en este ensayo. El proceso enseñanza-aprendizaje implica fundamentalmente un intercambio lingüístico, y no sólo por el hecho de que son palabras las que se utilizan en un salón de clase, sino porque el lenguaje es el medio a través del cual el profesor pone en contacto al aprendiz 403 Conducta inteligente y curriculum con cosas y eventos que de una u otra manera desea referir. El proceso educativo, entonces, debe implicar la generación de competencias conductuales en los aprendices, que les permita modificar sus interacciones de tal forma que entren en contacto con dimensiones, que de otra forma no serían discriminables; “...no se puede hablar de un simple incremento del saber, el estilo del pensamiento tiene que cambiarse y la armonía de las ilusiones a él unida debe romperse para que sea posible el descubrimiento de lo nuevo” (Fleck, 1980, p. 29). Cómo enfrentar esta problemática al momento de plantear la formación de profesionales de la psicología, teniendo presente, que no obstante los avances generados dentro de la postulación teórica-metodológica de la disciplina, su enseñanza no se ha desarrollado de igual manera. “La educación como proceso y la escuela como institución constituyen el vehículo social para transmitir y reproducir el conocimiento. Sin embargo, la falacia dualista respecto al conocimiento ha subordinado, como mitología aceptada, el saber “cómo” al saber “qué” o “eso”. Consecuentemente con esta falacia, la educación ha identificado el conocimiento con los contenidos formales, de manera que soslaya el cómo del conocimiento. Esta concepción del conocimiento tiene tres aspectos negativos: 1) Se ha confundido el producto del desempeño con el conocimiento propiamente dicho; 2) La práctica didáctica se ha centrado en materiales que representan contenidos de conocimiento, en vez de promover condiciones de desempeño; y 3) El aprendizaje se ha supuesto isomórfico y homogéneo respecto a la naturaleza de prácticas didácticas” (Ribes, 1990a, p. 220). Dada la naturaleza genérica que debe poseer la educación, ésta se lleva a cabo como discurso didáctico por el educador y como sistema de interrelaciones sociales en el aprendiz. Ello supone el desarrollo de modos funcionales (competencias lingüísticas) de interacción de relativa independencia de los aspectos situacionales (Ribes y López, 1985; Ribes, Moreno y Padilla, 1996). Si se considera que la educación en una profesión se orienta hacia formar en el aprendiz capacidades para resolver problemas propios de su campo, el proceso educativo ha de desembocar en la generación de desempeños inteligentes, como desempeños efectivos variados y apropiados a cada situación (Ribes, Moreno y Padilla, Op. cit.), es decir, el aprendiz deja de ser “novato” y convertirse en “experto” dentro del ejercicio de su profesión. El 404 La Investigación Psicológica en Sonora comportamiento inteligente se caracteriza así, como conducta efectiva que se ajusta a las situaciones novedosas; dicho comportamiento se evalúa en la medida en que se “desliga funcionalmente” (se abstrae de las propiedades tempo-espaciales de los objetos y situaciones con las que interacciona) de una situación a otra (Varela y Quintana, 1995). Así, la práctica educativa debe tender a propiciar el desarrollo de habilidades y competencias lingüísticas, que permitan el desarrollo de comportamiento efectivo, mediante la socialización del aprendiz con la profesión específica, estableciendo los juegos del lenguaje propios de la misma, ya que son estos los que se establecen como mediadores entre el conocimiento y el comportamiento (Ribes, 1993). El estado de la educación hasta aquí esbozado nos lleva a hacer un replanteamiento del proceso enseñanza-aprendizaje, tomando como eje central un enfoque de lo psicológico. Su integración ha de buscarse alrededor de una definición del proceso enseñanza-aprendizaje fundamentado en la construcción de lo psicológico. Dicha integración consideraría la evolución de las potencialidades conductuales (habilidades, competencias y aptitudes), de manera que las capacidades que involucren comportamientos de “mayor complejidad” se construyan sobre la base de aquellos menos complejos. Por otro lado, dado que el producto “intelectual” más acabado, está representado por el comportamiento de los investigadores, de los científicos, la necesidad de reflexionar acerca del comportamiento del científico mismo, de la ciencia como actividad creativa, pero sobre todo, debido a la necesidad de adaptarse a nuevas situaciones paradigmáticas que requieren el ajuste y operación de su propia naturaleza, ajustes que apuntan hacia una “humanización de la ciencia”, en el sentido de que se orientan a precisar alcances y limitaciones de la misma práctica científica, la propia acción del científico ha tenido un alcance “desmitificador” permitiendo poner en la mesa de discusión la misma conducta del científico, dejando ver a ésta como una actividad analizable, en términos de que los condicionantes de ésta son del orden de cualquier actividad o comportamiento “general”· El diseño de un plan de estudios entonces, se estructuraría a partir de las diferentes modalidades de prácticas de conocimiento que los diferentes científicos despliegan en contacto con su objeto de estudio específico (y en particular los científicos del comportamiento), y que a su vez delimitan, como herramienta analítica, los diferentes niveles funcionales de una teoría científica (Ribes, 1993; Ribes, Moreno y Padilla, 1996), a saber: 1) Categorías taxonómicas (función clasificatoria de: eventos, clases, estados, 405 Conducta inteligente y curriculum relaciones, procesos). 2) Categorías operacionales (función descriptiva de operaciones o manipulaciones: presentación, retiro o privación, ordenamiento en tiempo y/o espacio. 3) Categorías de medida (función de dimensionalización: analógicas, digitales). 4) Categorías representacionales (función de comunicación: simbolización matemática, simbolización geométrica, aparatológicos, etc.). Cada categoría de hecho representa un contenido diferente. Cada una así, dispone la direccionalidad y significación a la interacción del científico, delimitando su práctica lingüística. En la Figura 1, se describen las diferentes relaciones funcionales que se dan entre las diferentes categorías, es de hacer notar, que las categorías representacionales afectan directamente a las taxonómicas e indirectamente a las de medida y a las operacionales, pero no son afectadas por éstas. Fig. 1. Se describen las diferentes interacciones para las categorías funcionales, como consecuencia de la práctica expresada en términos de comportamiento por un científico (Ribes, Moreno y Padilla, 1996). La implicación directa de esto nos lleva a considerar el relativamente estable papel que juegan las “creencias”, los marcos de referencia “primario” como categorías de anclaje, de ordenamiento de la realidad (Irigoyen, 1997). 406 La Investigación Psicológica en Sonora En la medida en que estas creencias, teorías, o axiomas “básicos” son útiles para comprender y “organizar” el mundo que nos rodea, un continuo cambio de ellas podría ocasionar comportamiento variable, poco adaptativo, perdiendo así su función de referencia, de “ordenamiento” (Pérez y Pozo, 1992). Implicaciones para el diseño curricular Establecer habilidades, aptitudes y competencias (desempeño inteligente), constituye desde nuestra perspectiva, el objetivo del diseño curricular. Esto requiere que la planeación curricular considere, tanto el papel preponderante que el establecimiento de los diferentes juegos del lenguaje (Ribes, Cortes y Romero, 1992; Ribes, 1993) propios de la disciplina tienen, como la relevancia que adquiere la capacidad de mediar lingüísticamente las interacciones de otros. La consideración del educando es fundamental en el desarrollo curricular, pero igual estatus y consideración requiere el educador, como agente de profesionalización. El docente debe tener las capacidades que requiere el desarrollo programático, sus desempeños académicos deben corresponder con las capacidades que pretende generar en el aprendiz. En este sentido, el educador debe poseer el conocimiento acerca de lo que habla, en la forma de saber “como” y poder operar en el ejercicio a ese nivel funcional, lo que permitirá la estructuración de condiciones para el ejercicio variado y el establecimiento de comportamiento efectivo. Dos consideraciones para la planeación del discurso didáctico como instrumento en la generación de aprendizaje inteligente, de acuerdo con Ribes (1990a) son: 1) El aprendiz deberá tener repertorio precurrente para responder al discurso didáctico (comportamientos de escucha, hablante, observador, lector), para poder ser reactivo al mismo. 2) Que el aprendiz genere la autoenseñanza de comportamiento inteligente, como recurso autodidáctico, estableciendo su comportamiento inteligente como referencia y facilitador en otros problemas y situaciones. La planeación de situaciones de interacción en aula deberán considerar, de acuerdo con Ribes (Op. cit.): 407 Conducta inteligente y curriculum 1) La omisión de situaciones que involucren repetición no creativa del aprendizaje (memorización, repetición, copiado, etc.). Estas situaciones necesarias por momentos, no deben ser el modo esencial de la interacción. 2) La individualización de situaciones de enseñanza-aprendizaje (la enseñanza es colectiva, pero el aprendizaje no). 3) La situación interactiva debe contemplar tanto resultados como comportamiento de planeación y estructuración de la acción. 4) Diseño de criterios de evaluación individualizados que permitan evaluar comportamiento efectivo y aptitud funcional. 5) Evaluaciones sistemáticas de naturaleza observacional y experimental de las interacciones didácticas maestro-aprendiz, para la identificación de componentes interactivos efectivos de enseñanza-aprendizaje. La aplicación de tecnología educativa en el sentido aquí expuesto, incidiría fundamentalmente de tres maneras en las postulaciones curriculares y de manera directa en la operación y por supuesto concepción del proceso enseñanza-aprendizaje: 1) Generación de tecnología de planeación social del proceso educativo: configuración de los diversos contenidos de la educación, sistemas de evaluación, formación de recursos humanos, etc., como un todo orgánico, con base en el desarrollo social en su conjunto. 2) Establecimiento de técnicas y metodologías de planeación individual del proceso enseñanza-aprendizaje, así como su adaptación a diferentes condiciones de estructuración grupal, contemplando de manera diferenciada procedimientos de diseño, objetivos, técnicas de enseñanza, materiales de enseñanza, etc. 3) Subrayar los procesos instrumentales del desarrollo psicológico, esto es, la dimensión relativa al aprendizaje como adquisición de funciones diferenciales de desempeño, en forma de procesos generales de intercambio del individuo con su entorno. En conclusión, lograr la correspondencia de la educación con los diferentes momentos del desarrollo social sería una empresa viable, en virtud de la acentuación, en la generación de aptitudes funcionales. Con ello, se traslada a necesidad de actualización vía reforma curricular a la incorporación de nuevos paradigmas y tecnologías como contenidos temáticos, no sólo 408 La Investigación Psicológica en Sonora como un alternativa educativa, sino como una “verdadera” solución de los retos y problemas que plantea una educación de calidad. Referencias Castañeda, S., Lugo, E., Pineda, L. y Romero, N. (en prensa). Estado del arte de la evaluación y el fomento del desarrollo intelectual en la enseñanza de Ciencias, Artes y Técnicas. En: S. Castañeda. Evaluación y fomento del desarrollo intelectual en la enseñanza de las Ciencias, Artes y Técnicas: perspectiva internacional en el Siglo XXI. México: Editorial Porrúa. Fleck, L. (1980). La génesis y el desarrollo de un hecho científico. 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