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1 El poder de las redes asociativas en las políticas públicas locales: El milagro del Candeal Michelle Fernández1 mfernandez@usal.es Universidad de Salamanca "Da janela da minha cidade, enxergo o mundo". Carlos Drummond de Andrade Palabras claves: Participación ciudadana; redes asociativas; periferias; derechos económicos, sociales y culturales. RESUMEN En los países en vía de desarrollo consolidar la democracia se vuelve más difícil por el escenario de desigualdad que se presenta en estas sociedades. Muchas veces el Estado no cumple efectivamente su papel a la hora de garantizar los derechos básicos de los ciudadanos y eso lleva a que se agrave la situación de desigualdad social. En este trabajo se plantea la idea de la reconstrucción del concepto de políticas públicas en el escenario político contemporáneo. En esta nueva realidad de las políticas públicas se atribuye un papel importante a la sociedad civil y, más específicamente, a las redes asociativas cuando se habla de políticas en periferias de países en vías de desarrollo. Así, lo que se intenta demostrar es la importancia de las redes asociativas en la creación, implementación y gestión de las políticas locales y contestar a la pregunta: ¿pueden las redes locales hacer que sus políticas se extiendan más allá de su entorno cercano? 1 – Introducción. Para el sostenimiento de una sociedad democrática, es decir, una sociedad formada por individuos dotados de derechos y que, a su 1 Michelle Fernández es alumna del Programa de Doctorado Procesos Políticos Contemporáneos de la Universidad de Salamanca/España, es máster en Derecho con Especialidad en Estudios de la Unión Europea por la Universidad de La Coruña/España, es especialista en Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos por la Universitat Oberta de Catalunya y licenciada en Ciencia Política por la Universidad de Brasilia/Brasil. Actualmente es colaboradora en el Centro de Estudios Brasileños de la Universidad de Salamanca. 2 vez, reconocen que los poseen, el Estado tiene el deber de reconocer estos derechos al mismo tiempo de respetarlos y promoverlos para que se evite la reproducción de situaciones de exclusión y discriminación. El dificil proceso histórico de construcción de muchos de los Estados en los países en vías de desarrollo muestra que enfrentar la exclusión social que está inmersa en esta realidad sólo será posible si se crea un nuevo formato de democracia, capaz de reconocer a los excluidos como ciudadanos, crear espacios públicos de participación, control social y reparación de la desigualdad, y aplicar eficazmente las políticas públicas redistributivas (Krischke, 2003). En la realidad actual predominan las dimensiones del cambio por sobre los factores de estabilidad. A grandes rasgos, se puede hablar de una transición de la sociedad liberal capitalista industrial a una neoliberal también capitalista pero posindustrial, donde la variable internacional adquiere gran peso; con la salvedad, por supuesto, de que se pueden identificar matices en los distintos continentes y según países. Sin embargo las consecuencias de esta variable internacional pueden ser sentidas más fuertemente en el ámbito local. Es por ese motivo que es importante pensar en soluciones locales para problemas que, por lo que se puede observar, son sensibles en los cuatro rincones del mundo. Toda la estructura social ha sido tocada por estas transformaciones: la esfera mercantil, la relacional, la doméstico familiar y la estatal (Adelantado et. al, 2001). Los cambios en la economía son quizá los más visibles. Como el sistema mundial es, antes que nada un mercado, es en esta esfera donde la globalización actúa de manera más rápida y eficaz. Así, la deslocalización de la producción en pro de la optimización de benefícios para las empresas es una de esas 3 principales “ventajas competitivas” que, en el terreno del empleo, se traduce fácilmente en paro estructural y en precarización de los puestos de trabajo disponibles. Nada mejora si a esta tendencia sumamos, por ejemplo, la actual liberalización de los mercados de mercancías –tras la de los mercados de divisas y capitales- que solían proteger las industrias nacionales, generadoras a su vez de recursos con los que el Estado pueda llevar a cabo políticas de bienestar. En estos países donde las periferias urbanas son regla, y no excepción, la institucionalidad democrática no se construyó sobre bases sólidas. La plena vigencia de los derechos humanos como el imperativo ético de la democracia encuentra graves obstáculos en el aumento de la desigualdad social y económica. En la construcción de la sociedad contemporánea la búsqueda de una nueva institucionalización para la democracia que sea capaz de atender conjuntamente a los principios de reconocimiento, de participación y de redistribución identifica el momento actual. Se trata de un vínculo entre la innovación social y la innovación institucional que permitiría la construcción de una nueva cara para la democracia, teniendo en cuenta que más que un conjunto de normas, la democracia implica el reconocimiento del otro, la inclusión de todos los ciudadanos en una comunidad política, la promoción de la participación activa y la lucha contra todas las formas de exclusión social. 2 – Periferias urbanas: espacios de exclusión social. 2.1 Los espacios urbanos modernos y el surgimiento de las periferias Una característica de la modernidad en que vivimos es la agrupación de las personas en las ciudades. El ambiente urbano ha adquirido, desde principios de la edad moderna y del final del sistema feudal, un papel importante en la organización de la sociedad. Sin embargo, es 4 con la revolución industrial y su factor de atracción de mano de obra que las ciudades pasan a ser más llamativas que la vida campesina. En Brasil, ese proceso de migración del campo hacia la ciudad ocurrió de manera más extensa y expansiva a partir de la década de 19602. En menos de cincuenta años, bajo el impulso de la industrialización y la desruralización productiva del campo, Brasil se transformó en un gran territorio articulado por un complejo sistema urbano- metropolitano (Ribeiro, 2008). La convivencia social en las ciudades, a diferencia de lo que pasa en la vida en el campo, está marcada por dos características fundamentales: el alejamiento social entre las personas por el ritmo de vida que impone la modernidad en las ciudades, y el escenario pluralista complejo formado por las distintas personas que conforman el ambiente urbano. Vivir en un ambiente urbano se caracteriza por el hecho de la creciente dislocación entre la proximidad física y la proximidad social entre las personas que habitan un mismo espacio (Zubero, 2008). Es decir, la proximidad física entre las personas que implica la vida en la ciudad no se traduce en acercamiento social. Por eso, la ciudad se configura como un lugar repleto de desconocidos que viven en estrecha proximidad y que son, en general, muy distintos entre sí. En las últimas décadas la ciudad viene perdiendo una de sus características más originales, que es la de ser un lugar de encuentro e intercambio entre las diversas personas que en ella habitan. La ciudad ha renunciado a ser un espacio compartido y sistémico, en el que cada parte necesita de las otras para destinar espacios definidos 2 En 1960, de los 70 millones de brasileños más de la mitad vivían una vida rural tradicional. Hoy en día, menos de un cuarto de la población, que supera los 170 millones de personas viven en zonas rurales. (Oliva, Jaime y Giansanti, Roberto, “O espaço agrário brasileiro”, en: Jaime Oliva, Jaime y Giansanti, Roberto, Temas da Geografia do Brasil, São Paulo, Atual Editora, 1999. Pp.239-273). 5 a funciones y clases sociales diversas, construyendo guetos y zonas privilegiadas (Zubero, 2008). La ciudad se asocia cada vez más con el peligro. Históricamente la ciudad es considerada el espacio privilegiado para la civilidad, la sociabilidad, la comunicación, el encuentro, la participación. Sin embargo, con los cambios de la modernidad si ve reducida a un espacio sin referencia, un espacio que ya no es necesario para la vida. Por otro lado, la complejidad generada por la coexistencia de personas distintas es la que ha hecho de las ciudades poderosos mecanismos de desarrollo de progreso cultural y económico sin los que la vida moderna no hubiera sido posible. No obstante, en las últimas décadas esta diversidad que siempre ha enriquecido el espacio urbano ha dado lugar a la segregación. La búsqueda de la diversidad ha sido sustituida por la tendencia a buscar islas de semejanza e igualdad en medio de la variedad y de la diferencia. El factor miedo pasó a determinar el arreglo territorial de las ciudades. Las personas pasaron a organizarse de acuerdo con modelos que les garantizaran una sensación de seguridad. Así, por ejemplo, las clases medias en sus edificios, las clases altas en sus conjuntos habitacionales cerrados y de lujo, los más pobres arrojados en barrios degradados; muchas veces este es el escenario que remonta el miedo en las ciudades. De esta manera, el sentido de comunidad se construye cada vez más a través de los miedos compartidos y menos a través de las responsabilidades colectivas. Proliferan los espacios vetados y las comunidades cerradas cuyo fin no es otro sino prohibir el acceso a los extraños (Zubero, 2008). En este escenario de alejamiento entre personas y disminución de los espacios plurales se configuran las periferias urbanas como comunidades de supervivencia. Aparte de las ya conocidas tendencias 6 de autoaislamiento de las capas superiores de la sociedad en ciudades fortificadas, se observa la formación de territorios que concentran una población que vive la acumulación de varios procesos de vulnerabilización social, que apuntan a una tendencia a la reproducción de la pobreza y de las desigualdades (Ribeiro, 2008). Se trata de espacios periféricos que tienden a concentrar una combinación de varios mecanismos de exclusión social articulados con una expansión de la expresión de la violencia lo que forma un espacio insalubre para vivir. Así, las periferias urbanas son espacios que surgen por la necesidad de aislamiento de los estratos sociales más altos por el hecho de que lo extraño les causa miedo y repulsa. A través de este proceso los estratos sociales más bajos, por no tener la opción de elegir dónde vivir, terminan concentrados en estos ambientes urbanos que aquí se refieren como periferias. Más allá de la unión física, esta gente acaba por aglomerarse por su propia condición social. Por lo tanto, de acuerdo con Zubero (2008), la manera más directa de unir las vidas sociales de la gente es por pura necesidad, haciendo que con que los hombres se conozcan mutuamente con el fin de sobrevivir. Además, ese autor afirma que a partir de la idea de que la acción común sólo surge de la semejanza, las periferias ofrecen el medio necesario para que estos ambiente urbanos funcionen como comunidades supervivencia. 2.2 Periferias como espacios sociales de exclusión y de segregación territorial. Hasta hace muy poco el escenario propio de la exclusión social era el campo. En los últimos cincuenta años, las situaciones de exclusión y desigualdad fueron trasladadas al ambiente urbano con la aparición 7 de diversas comunidades periféricas al margen de las grandes ciudades. Pero este entorno no es sólo una consecuencia de la desigualdad, sino de alguna forma, es también generado por la misma (Burgos, 2005). En la actualidad, el fenómeno urbano está presidido por la disociación entre urbes (la forma espacial y arquitectónica de la ciudad) y civitas (las relaciones humanas y políticas). Estas dos dimensiones de la condición urbana emanciparon a los individuos, tanto por la ruptura con los lazos de dependencia personal que los ligaba a los señores como por la aparición de nuevos patrones de interacciones sociales basados en la tolerancia y el reconocimiento de las diferencias (Ribeiro, 2008). Es decir, como ya se abordó anteriormente, las ciudades se reorganizaron en el mundo actual a partir del alejamiento entre las personas y el aumento del individualismo en detrimento de fuertes relaciones sociales, que ha conlleva a la disminución del pluralismo en el espacio urbano, y a la segregación de las personas en el arreglo espacial de la ciudad. A partir de tal perspectiva, las personas de los estratos sociales más pobres se ven expulsadas de ámbitos donde viven otras clases sociales y, por lo tanto, pasan a vivir agrupadas, lo que hace que la pluralidad en el ámbito urbano se vea reducida. En consecuencia, las ciudades pasan a ser divididas entre barrios de clase alta, barrios de las clases medias y barrios periféricos de muy diversa denominación. Estos barrios periféricos, carentes de muchos recursos que no son accesibles a su población pasan a ser vistos por los habitantes de las otras partes de la ciudad como ambientes problemáticos por excelencia. Por tanto, existe una percepción colectivamente compartida de los problemas de la ciudad, es decir, existe una conciencia común que afirma que los males de la ciudad nacen y son 8 reproducidos en las periferias. La percepción común, además, da por hecho que la vida colectiva que se organiza en estos territorios es la culpable de los males que aquejan a la sociedad y no la manera en que son organizadas las relaciones sociales, políticas e institucionales de estas poblaciones con la ciudad como sociedad urbana de la que son parte integrante (Ribeiro, 2008). Por lo tanto, la pobreza y la exclusión social tienden a estar territorialmente concentradas (Subirats y Blanco, 2008). Cuando se habla de exclusión social se hace referencia a la situación de precariedad y deterioro en las condiciones de vida acompañada por el factor de marginalización del grupo excluido ante la sociedad y la privación de los derechos ciudadanos en general (Ziccard, 2008). En Brasil esta situación ha tendido afectar a grandes mayorías, y en todo caso, se ha amplificado y agudizado con la adopción de políticas económicas neoliberales. El fenómeno de la exclusión social es complejo y ha sido ampliamente discutido desde hace algunas décadas. Sin embargo, en este estudio se adoptan con las tres formas de tratar la exclusión social sugeridas por Brugué et. al. (2002), es decir, la exclusión como situación, como riesgo y como proceso: • La exclusión como situación puede servir para definir la circunstancia en la que se encuentra una persona o un colectivo. Así, la exclusión suele definirse como un estado de necesidad intensa provocado por múltiples factores (materiales, educativos, urbanísticos, sanitarios, etc.). La acumulación de factores ubica a las personas en situación de exclusión en una marginalidad extrema y sin posibilidades de poder ser vistos desde las instancias normales de actuación. 9 • La exclusión como riesgo no es únicamente una situación, sino que también hace referencia al contexto de soledad que acrecienta el propio riesgo de caer en la exclusión. El excluido no es solo el más pobre, sino el que vive su pobreza en soledad; sin relaciones y sin vínculos en los que apoyarse. Sin redes sociales, con estructuras familiares cada vez más débiles y sin valores comunitarios sólidos. La exclusión define no únicamente una situación de pobreza sino una extrema desconexión. El excluido está muy abajo, evidentemente, pero sobre todo, está muy fuera. En nuestras sociedades proliferan las personas en situación de exclusión, pero también se extiende un proceso individualizador que nos hace cada vez más vulnerables y generaliza el riesgo de la exclusión. • La exclusión como proceso, el excluido es un resultado inevitable del progreso. El modelo de crecimiento los produce, es decir, los modelos económicos neoliberales determinan un arquetipo económico que aumenta el proceso de “periferización” de las ciudades que, a su vez, pone a sus habitantes en camino de la exclusión social. Las desigualdades sociales y espaciales urbanas se expresan más en forma de exclusión horizontal (dentro-fuera), que en los términos habituales de exclusión vertical (arriba-abajo). En este nuevo escenario se subraya que la fragilidad de los vínculos sociales y la falta de integración son los elementos que van caracterizando la situación desde el punto de vista espacial-urbano (Subirats y Blanco, 2008). El dualismo social implícito en la propia noción de exclusión tendría por tanto una clara traducción en la realidad urbana, es decir, las periferias son una expresión espacial de la falta de cohesión. Por lo tanto, barrios periféricos y exclusión social tienden a coincidir y sobreponerse como una única realidad. 10 Como se discutió previamente, la intensificación de las dinámicas de exclusión socio-espacial urbana está vinculada a un conjunto de transformaciones estructurales globales, pero aunque esto signifique que estas dinámicas sean inevitables, no quiere decir que sean accidentales, o que no sean objeto de una respuesta política. El territorio tiene una dimensión política que se expresa claramente en los aspectos de exclusión social que aquí se discuten, por eso, no se puede obviar que las desigualdades socio-espaciales urbanas son una expresión del resultado de asimetrías de poder entre actores y colectivos sociales (Subirats y Blanco, 2008). Por lo tanto, comprender la dinámica local de las periferias de los grandes centros urbanos es muy comunidades desarrollo. importante locales Por ese para entender pueden motivo convertirse se vuelve en cómo las propias generadoras importante de estudiar y comprender los mecanismos que rigen la participación políticociudadana y las redes asociativas en los barrios periféricos, así como de la labor de estas redes para incrementar la participación ciudadana en estas comunidades para intentar hacer efectivos sus derechos, es decir, cómo estas redes muchas veces asumen las funciones sociales que quedaron olvidadas por el aparato gubernamental. 3 – Participación, redes asociativas y creación de ciudadanía. 3.1 ¿Qué es participación político-ciudadana? En un escenario político marcado por formalismos, desafección política, distanciamiento entre representantes y representados, asimetría entre los recursos disponibles para los ciudadanos, la participación política ocupa un lugar central en los debates políticos 11 dirigidos al funcionamiento actual de los sistemas democráticos. Por Participación Política se entiende la acción de individuo y grupos sociales con el objetivo de influenciar en el proceso político (Avelar, 2004). La participación política puede definirse como toda actividad de los ciudadanos dirigida a intervenir en la designación de sus gobernantes o a influir en la formación de la política estatal. Esta definición amplia abarca los diversos tipos de actividades que la Ciencia Política contemporánea considera como indicadores de la participación política de los individuos. La participación política surgió juntamente con el Estado de soberanía popular en la época de los movimientos revolucionarios europeos de los siglos XVIII y XIX. La consolidación de un Estado de soberanía popular proporcionaba la posibilidad de que cada individuo pudiera reivindicar sus derechos. En este proceso la extensión del voto a las clases populares fue una herramienta para el incremento de la participación política (Avelar, 2004). Sin embargo, fue con la posibilidad de organizarse políticamente que los individuos lograron subir muchos escalones en el proceso de construcción del ciudadano, es decir, en la posibilidad de que los individuos se transformaran en sujetos políticos. Así, los partidos políticos, los movimientos sociales y los grupos de interés son ejemplos actuales de esta ampliación de participación y del fortalecimiento de la sociedad organizada que tuvo inicio en finales del siglo XVIII. En Brasil, este proceso de incremento de participación ocurrió solamente a mediados del siglo XX. Este es un proceso que coincide con el movimiento de personas del campo hacia las ciudades, mediado por las industrialización organizaciones brasileña de sindicales este periodo. fruto Este de la nueva proceso fue promovido también por las desigualdades sociales y la situación de 12 miseria de la población que notó a partir de lãs migraciones masivas de las zonas rurales a las urbanas, sobre todo a través de la movilización de las comunidades eclesiales de base de la Iglesia Católica progresista (Avelar, 2004). Desde entonces, la participación política figura como un componente necesario para la consolidación de la democracia. Sin embargo, dependiendo del enfoque teórico tomado en cuenta es definida la importancia del papel del individuo como sujeto político participativo. Esta diferencia se hace notar a partir de la comparación entre la teoría participativa y la teoría elitista (Anduiza y Bosch, 2004). De acuerdo con la teoría elitista, los individuos deben participar en los procesos electorales cuando son convocados, además no hace falta una participación continuada ya que las decisiones políticas son tomadas por los representantes elegidos por los individuos. Por otro lado, la teoría participativa considera que los individuos deben participar de forma directa y continuada en la toma de decisiones públicas en todos los âmbitos, ya que la participación masiva incide en la mejoría de las decisiones tomadas. Las teorías participación convencional, arriba mencionadas política. que se Esta remiten última relaciona con a puede la los dos darse teoría tipos de elitista, de manera o no convencional, que se relaciona con la teoría participativa (Vallès, 2007). La participación política convencional se da por medio de acciones políticas aceptadas por las sociedades y ajustadas a los valores dominantes, es decir, se trata de formas legitimadas y de cierto modo promovidas por las elites políticas. El ejemplo más claro de este tipo de participación política es el voto. Por otro lado, la participación política no convencional es una manera de hacer política que entra en conflicto con valores dominantes en la sociedad; este tipo de participación trata de expresar demandas sociales que 13 difícilmente serían solucionadas a partir de la forma convencional de participación. Un ejemplo de esta tipo de participación son las manifestaciones populares. Tomando como punto de partida la división de la participación política en convencionales y no convencionales, y centrándose en la forma no convencional, se puede encontrar tres nuevas categorias o formas de participación política no convencional, es decir, la de presencia, de activación y de participación (Bobbio et. al., 2002). La primera forma, la participación política de presencia, es la que este autor caracteriza como menos intensa y más marginal, em la que el sujeto político se comporta de manera receptiva o pasiva. La participación política de activación corresponde a la participación política que implica el desarrollo de actividades de forma continuada. Y finalmente, la participación política de participación, aunque suene redundante, es la participación tomada en sentido estricto; em otras palabras, es la participación que se da en situaciones en las que el individuo contribuye más directamente para una decisión política. Es este último tipo de participación el que se trata de discutir y entender a lo largo de este texto. Figura 1 Clasificación de la participación política 14 Fuente: Elaboración Propia De modo amplio, la Participación Político-Ciudadana, es decir, la participación política no convencional participativa, es la acción que se desarrolla solidariamente entre los individuos en el ámbito del Estado o de una clase, con el objetivo de cambiar la estructura y valores de un sistema de intereses dominantes a través de la participación directa de estos individuos en el proceso político (Avelar, 2004). 3.2 Las redes asociativas y los espacios sociales de exclusión. El tema de las redes sociales es un tema muy abordado en los estudios actuales sea desde un prisma político sea del sociológico. En las ciencias sociales el análisis de las redes es un campo de interdisciplinariedad. La noción de redes sociales puede ser entendida como procesos que posicionan a los actores sociales en prácticas de sociabilidad, formando círculos sociales y vinculándolos a instituciones. El diseño de esta red posicionará a estos actores en un ambiente social, lo que resultará en trayectorias biográficas particularizadas y que se derivan de sus posiciones en la estructura social y de las experiencias por ellos vividas. Lo que significa que, si de un lado podemos encontrar determinantes en la estructura social, del otro, diferentes factores de importancia igualmente significativa pueden encontrarse en las acciones de los individuos (Fontes, 2008). Una red es un conjunto de relaciones relativamente estables, de naturaleza no jerárquica, que vinculan a una variedad de actores autónomos que comparten intereses e intercambian recursos para 15 perseguir los objetivos compartidos, reconociendo que la cooperación es la mejor manera de alcanzar las metas comunes (Mariñez, 2007). Es importante resaltar la importancia de las interacciones individuales en la definición de una estructura social comunitaria. El estudio de redes implica analizar una relación de doble vía que permite explorar el modo como los individuos están condicionados por el tejido social donde están insertos, pero también posibilita entender cómo estos individuos influyen en los intereses y en la conformación de las redes (Portugal, 2007). La estructura de las redes puede condicionar la práctica política de los actores (Fontes, 2004). La construcción del espacio público se da por medio de estructuras de sociabilidad localizadas en la esfera privada, sustentada en lo que se hacen llamar de lazos fuertes. Por eso, se puede afirmar la importancia de las redes sociales para la participación político ciudadana. Eso se hace notar cuando se observan actores con posiciones sociales semejantes y prácticas políticas distintas resultantes de los diferentes patrones de redes donde están inmersos. Existen cuatro principios fundamentales en la teoría de las redes: los actores y sus acciones son percibidos como interdependientes; los lazos entre los actores funcionan como canales de flujo de recursos; la estructura de las relaciones como oportunidad para la acción individual; y los modelos de las redes conceptualizan la estructura como patrones constantes de relaciones entre actores (Portugal, 2007). Una de las clasificaciones para las redes es la que establece la diferencia entre una de lazos estrechos y otra de lazos flojos (Portugal, 2007). La primera determina una red que posee muchas relaciones entre sus miembros y la red de lazos flojos es aquella cuyas relaciones son menos intensas. 16 Las unidades sociales que componen una red pueden ser individuos o grupo de individuos, formales o informales. Las relaciones entre los elementos de las redes pueden ser transacciones monetarias, intercambio de bienes y servicios, traspaso de información. Las relaciones pueden ser directas, por medio del contacto físico, o indirecta, además de permanente o esporádicas (Portugal, 2007). Para describir bien una red y analizar su funcionamiento hay que tener en cuenta quién forma esta red, cuáles son los contenidos intercambiados en ella, y cuáles son las normas que regulan el funcionamiento de la misma, por lo que en la búsqueda por definir estas cuestiones resulta necesario conocer los nodos y los lazos que componen una red en general. Los nodos son los individuos o las agrupaciones que forman la red. Ya los lazos se pueden presentar de distintas formas, es decir, pueden ser negativos o positivos; fuertes o flojos; pasivos o activos (Portugal, 2007). En la tabla que sigue se especifican las distintas características que pueden tener los lazos que forman una red social. Tabla 1 Características de los lazos en las redes sociales Positivos Lazos de identificación, Negativos hacen Lazos de diferenciación, hacen que los actores se consideren que los individuos se establezcan miembros de una entidad común. como pertenecientes a un grupo distinto. Fuertes Con duración en el Flojos tiempo, Poca duración, mucha intensidad emocional, y emocional baja, intensidad y pocos 17 multiplicidad en los contenidos de contenidos intercambiados por los cambio establecidos por el lazo. nodos utilizando el lazo establecido. Pasivos Lazos afectivos inconstante, de pero Activos interacción Basado en una interacción directa con durabilidad en el tiempo. una frecuente, en general tiene que ver con ayudas directas y apoyo continuado. Fuente: Elaboración Propia. Las características de los nodos y los lazos permite identificar algunas propiedades de las redes (Portugal, 2007): • Dimensión: número de elementos que constituye la red; • Densidad: relación entre lazos existentes y el total de miembros en potencia; • Orientación: relaciones establecidas en el sentido vertical u horizontal; • Polarización: por si hay actores catalizadores en las relaciones establecidas; • Segmentación: los diferentes nodos interactúan entre sí o son núcleos de interacción independientes; • Disociación: si hay solo uno o más de un contenido por cada lazo establecido. A partir de la clasificación presentada anteriormente se pueden clasificar las redes sociales en tres tipos: las redes de íntimos, constituida por individuos considerados importantes y cercanos por el nodo central de la red; las redes de interacción, basadas en individuos que interaccionan de manera rutinaria; y las redes de cambio, que son las redes donde hay la probabilidad de recompensa de cambio elevada en la interacción entre los individuos. 18 El concepto de capital social es de suma importancia para entender las redes asociativas. Según el concepto presentado por Putnam (2007) capital social es la conexión entre los individuos, es decir, las redes sociales y las normas de reciprocidad y confianza que emergen de ella. Al referirse a capital se refiere a los recursos de la organización social como confianza, normas y sistemas que ayudan a aumentar la eficacia de la sociedad, facilitando la coordinación de acciones. Por lo tanto, desde la perspectiva de Putnam, el capital social es un atributo que está directamente vinculado al carácter cívico de las relaciones sociales y a los factores que estimulan este carácter. De este modo, para Putnam, es el carácter cívico de las relaciones humanas que producen los beneficios de la interacción. La primera definición de comunidad cívica: comunidad caracterizada por ciudadanos virtuosos, que participan activamente en las relaciones publicas, bajo la condición de igualdad política y que busca en muchos casos el interés colectivo. Esta definición está basada en los valores y pautas culturales de los miembros de la colectividad y reforzada por la existencia de una red asociativa. La comunidad cívica depende de la medida en que los individuos están dispuestos a cooperar con la comunidad política y participar en ella de acuerdo con normas cívicas. Putnam explica la comunidad cívica por la existencia de capital social, es decir, la existencia de expectativas mutuas de cooperación entre los habitantes de una comunidad. Eso genera un círculo virtuoso de cooperación (Boix, 2000). Boix (2000) dice que al contrario de lo que supuso Putnam, la relación entre participación en asociaciones civicas y resultados sociales no es axiomática. Para Putnam el simple hecho de asociarse, más allá de los objetivos de las asociaciones, lo que facilita la cooperación social y hace que la democracia avance. No todas las 19 asociaciones generan capital social, la generación depende de las finalidades de cada asociación. La simple existencia de capital social no es garantía de su uso para el bien de la comunidad. Hay que tener en cuenta hasta qué punto el capital social creado dentro de un grupo tiene utilidad fuera de este grupo, es decir, tener en cuenta la distinción entre capital social bridging – que vincula los grupos - y nobridging. Otra distinción importante es la de asociaciones productoras de bienes públicos contra asociaciones productoras de bienes privados. Lo que se esperaría de las asociaciones cívicas que dispensan bienes públicos es que produzcan un tipo de capital social más fuerte que las dedicadas a la provisión de bienes primarios. Las asociaciones de bienes públicos requieren un proceso de cooperación. El poder del capital social depende en grande parte de su capacidad de promover cooperación en situaciones en que los incentivos para la aparición de oportunismos son altos, por eso el capital social creado en una asociación fomentadora de bienes públicos es suceptible de ser muy fuerte. La producción de bienes privados tiene más que ver con el interés de los miembros de la asociación que con las relaciones de confianza entre ellos. Así un grupo productor de bienes privados tiene poca relación con el grado de espiritú cívico de la comunidad en general (Boix, 2000). Pero la pregunta que inquieta es la misma que siempre se hace cuando se habla de capital social: ¿de dónde surge este capital?; ¿seria una especie de recurso mágico que aparece de la nada y cambia la realidad político-social? Las respuestas a estas preguntas no son sencillas, pero en este estudio se trabaja con una hipótesis que es desarrollada en los párrafos que siguen. En la actualidad la identidad es un tema muy discutido. Por un lado se afirma que la identidad local es valorizada en un escenario global y ella fomenta la construcción de espacios donde los individuos puedan 20 vivir juntos y sentirse implicados en los conflictos y en la convivencia común (Brugué et. al., 2002). Por otro lado hay quien afirme que la identidad tiene que ser tomada con mucho cuidado por su poder de construir grupos cerrados, como los conocidos guetos, y, así, funcionar como un mecanismo de segregación social (Zubero, 2008). Con la debida cautela que el tema exige, se plantea con este trabajo que es justamente la identidad la respuesta para las preguntas sobre el capital social. Con una política de reconocimiento, en la que el individuo se ve en el otro por el simple hecho de compartir semejanzas, lo que puebla el espacio público no son ya las convicciones, sino las identidades. Ahora bien, mientras que las convicciones se argumentan, las identidades se afirman y son irrefutables (Zubero, 2008). En el presente trabajo cuando se habla de identidad se hace referencia a dos sentidos específicos: el primero, al reconocimiento de sí en el otro por compartir un modo de vida semejante que es fundamentalmente determinado por el ambiente donde se vive – a eso se le denomina de identidad local –, y en segundo lugar al hecho identificarse en otros individuos por compartir lazos históricos que se manifiestan en las creencias divididas que se le asigna el titulo de de identidad cultural. Como consecuencia de la discusión que existe en el entorno de este término, surge un nuevo concepto de identidad en la modernidad, es decir, una identidad que busca la semejanza allí donde otros pretenden levantar muros de separación, que señala las diferencias allí donde otros pretenden definir unidades supuestamente naturales. Una identidad irónica, capaz de liberarse de la obsesión de cerrarse y también de la de superarse (Zubero, 2008). 21 Así, la dinámica que surge a través de la interacción de la identidad y del capital social, y la actuación de éstos en las redes sociales y en las redes asociativas, más específicamente, puede ser vislumbrada en la figura que sigue: Figura 2 Dinámica Identidad – Capital Social – Redes Asociativas Fuente: Elaboración Propia. El carácter cívico resaltado por Putnam lleva a que los individuos presten atención a la comunidad donde están inmersos. La importancia dada al énfasis en lo local lleva al fortalecimiento de la participación ciudadana, al desarrollo de los derechos económicos, sociales y culturales para el incremento de la democracia en los países subdesarrollados (Andion, 2003). El énfasis en la participación significa la práctica del desarrollo que, no siendo conducida de arriba hacia abajo, como consecuencias de políticas centralizadoras y alejadas de las necesidades reales de la población, pasan a ser concebidas colectivamente, es decir, los diversos actores sociales pasan a asumir responsabilidades. Esa toma de responsabilidad colectiva transforma el desarrollo en un proceso 22 político, involucrando elecciones y decisiones que sólo pueden ser hechas a partir de una articulación entre lo local y lo global, entre lo individual y lo colectivo y entre las diferentes esferas de la sociedad (Andion, 2003: 1046). Las redes funcionan como estrategias de acción colectiva para la transformación social en determinado ámbito local. Lo local no es percibido solamente como un ámbito de gestión estatal de los asuntos sociales, sino como resultado de la acción de los ciudadanos en sus espacios de vida. Este espacio, a su vez, no es fruto de un corte para fines administrativos, sino de la interacción entre el ciudadano y el ambiente producido por él mismo. A partir de esta interacción del ciudadano con su ambiente local surgen políticas que vienen a suplir las necesidades de estas comunidades. Estas políticas – sean ellas de vivienda, de educación, de salud, etc.–, no son creadas exclusivamente por la comunidad, sino también implementadas y gestionadas por ella. Estos son los mecanismos básicos de funcionamiento de las redes asociativas para fomentar el incremento de derechos económicos, sociales y culturales en las periferias. Así, las redes asociativas locales, a través de la participación ciudadana, se convierten en agentes promotores de desarrollo. Las relaciones sociales y las ligaciones de reciprocidad generadas por ellas funcionan como la propia sustentación de la democracia en los espacios locales periféricos (Andion, 2003). De esta manera, estas relaciones se vuelven determinantes a la hora de precisar si la dinámica del desarrollo está presente o no en una región. De este modo, las redes son entendidas como estrategia de acción colectiva para la transformación social local, como formas de organización y de acción de los actores para promover el cambio político-social, lo que lleva a la construcción de ciudadanía a partir de la reivindicación de 23 derechos y, consecuentemente, el incremento de los derechos económicos, sociales y culturales. 4 – Las redes asociativas y la promoción de los derechos económicos, sociales y culturales: un posible modelo de actuación 4.1 ¿Qué son los derechos económicos, sociales y culturales y cómo medirlos? Los derechos humanos son las facultades, prerrogativas y libertades que las personas poseen por el simple hecho de existir, y sin los cuales no pueden vivir como individuos. Estos derechos se sustentan en la dignidad personal, es decir, garantizan que todo ser humano, sin importar su edad, religión, sexo o condición social, tenga el derecho a disfrutar de ellos. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1948, tiene como principal objetivo proclamar definitivamente los derechos fundamentales de la humanidad y el respeto a la inviolable dignidad de la persona humana. En su artículo 22, la declaración menciona explícitamente lo que más tarde se dio por llamar los derechos económicos, sociales y culturales (DESC), y manifiesta que estos derechos son inherentes a todo ser humano y deben ser garantizados por los Estados y por la comunidad internacional (Mondaini, 2006). El crecimiento de la demanda por los derechos económicos, sociales y culturales se produce conjuntamente con el crecimiento de una situación de injusticia social. Estas injusticias generan un sentimiento de dolor que reclama, por una parte, el inmediato disfrute de los derechos en el nombre de la ética inherente a todo ser humano y, en 24 segundo lugar, las posibilidades efectivas de desarrollo bajo el escenario político-económico dado a los ciudadanos. Por lo tanto, las injusticias y el sufrimiento se han convertido en el estándar dominante en los nuevos centros urbanos de la sociedad globalizada que trae consigo la aparición de reclamos sociales, entre ellos, y principalmente, la aplicación efectiva de los DESC (Observatorio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, 2008). En la promoción de los DESC el Estado debería ocupar un papel central, ya que desde una perspectiva del Estado de Derecho (Domingo, 2006), tiene la obligación de garantizar los derechos que poseen todas las personas por el simple hecho de formar parte de un grupo social y figurar como ciudadano en este grupo. En este sentido, todo Estado tiene la obligación normativa de regular y satisfacer las demandas sociales y poner en marcha mecanismos colectivos para la protección social. Pero, como ya fue señalado con antelación, el Estado de Derecho en los países en vías de desarrollo deja enormes lagunas con relación al mantenimiento de los DESC, y como en política no hay espacios vacíos, es decir, donde el Estado no se hace efectivo otros grupos sociales actúan, aparecen actores colectivos que buscan fomentar y proteger estos derechos. Estos agentes se desenvuelven como generadores de su propia ciudadanía por el medio de la reivindicación de derechos. Por eso, la aparición de redes asociativas (Tarrow, 1997) en las zonas periféricas de las grandes ciudades ha proporcionado un crecimiento en los niveles de calidad de vida de estas comunidades. Por redes asociativas se entiende a las unidades orgánicas que forman la base de una sociedad. La forma más eficaz de redes asociativas son las que se basan en unidades locales semiautónomas 25 arraigadas en el contexto donde se desarrollan, unidas entre sí por estructuras de conexión y coordinadas por organizaciones formales (Tarrow, 1997: 178-9). Dentro de estas redes asociativas se tendrán en cuenta las identidades colectivas como factor de cohesión social (Tarrow, 1997: 197). Estas redes, a través del fomento del capital social, actúan como agentes de transformación de las sociedades en las que están actuando como agentes de creación directa de los DESC. A la hora de valorar la actuación de las redes sobre el incremento de los derechos económicos, sociales y culturales en las periferias hace falta establecer una serie de indicadores que nos permitirían medir, de manera cuantitativa y/o cualitativa, la ampliación de los DESC. Al momento de elegir estos indicadores se debe tener en cuenta la factibilidad para conseguir estos datos, además de un sistema de indicadores representativo y acotado para que ejerza bien su papel de interpretación de la realidad. En esta sección se presentan los indicadores que para este trabajo son los que se consideran que puedan medir los derechos económicos, sociales y culturales. Dichos indicadores son los que se pueden ver en la tabla que sigue: Tabla 2 Derechos Económicos, Sociales y Culturales y sus indicadores Indicadores DESC Salud Educación Mercado laboral Vivienda Participación social Género Seguridad 26 Fuente: Elaboración propia, con base en los datos del Observatorio de Derechos Humanos del Mercosur. En las líneas que siguen se describirá cada una de las variables señaladas en la tabla anterior. La relevancia del análisis de estas variables se basa en los estudios del Observatorio de Derechos Humanos del Mercosur (2004). A la hora de describir estas variables se tiene en cuenta las características tal cual las toma dicho observatorio, sin embargo para esta investigación se usarán las variables de una manera modificada porque no se estudia a países completos, como lo hace el observatorio, sino comunidades dentro de una ciudad metropolitana, es decir, se explora una dimensión micro mientras que el observatorio fija las variables desde una perspectiva macro. Otro punto distinto que se tiene que tener presente a la hora de analizar estas variables es el carácter eminentemente cuantitativo que utiliza el observatorio para medirlas, mientras que los datos referentes a la comunidad que se estudia en este manuscrito son de carácter cualitativos basados, sobretodo, en la percepción de los individuos que componen esta comunidad con respecto a la mejora de los indicadores aquí presentados. 4.2 El modelo de las tres esferas de actuación de las redes asociativas. ¿Puede hoy en día el Estado cargar toda la responsabilidad social?; ¿Hasta qué punto el mercado también es responsable de los cambios por los que pasa la sociedad?; ¿Debe la comunidad intervenir en los asuntos políticos-económicos locales? Estas y otras preguntas surgen cuando un lector atento se pone a leer la obra La Gran transformación de Karl Polanyi (1989). Este es un trabajo clave que cuestiona el liberalismo económico tal cual como lo conocemos al día 27 de hoy. Sin embargo, aunque los temas centrales del libro de Polanyi sean muy importantes en la discusión tratada en este trabajo, lo que interesa para este análisis es el tema de la interrelación entre las tres esferas de la sociedad que presenta el autor, es decir, la relación entre las esferas política, económica y comunitaria. Polanyi, en su obra, crea una categorización más compleja y no contempla la economía como la única esfera dominante. Su análisis, además, no se limita a una dicotomía entre Estado y mercado. Para el autor, la sociedad también se contrapone al mercado y estaría a favor de políticas públicas basadas en esta distinción. Así, la figura que sigue ilustra la interrelación entre las tres esferas que componen la sociedad y que fue presentado por Polanyi (1989): Figura 3 Interrelación de esferas que componen la sociedad según Polanyi Fuente: Elaboración propia. De acuerdo con el modelo de las tres esferas las políticas públicas son fruto de la interacción entre estos tres ámbitos de la sociedad. A la 28 hora de interaccionar estas esferas no poseen un papel dominante una sobre las otras. Sin embargo, a medida que las fronteras entre Estado/mercado/comunidad pierden nitidez, los parámetros de las políticas económicas, sociales y culturales creadas por esta interacción cambian (Reilly, 1998). En el escenario político-social actual en los países en vías de desarrollo este equilibrio de actuación de las tres esferas se encuentra descompensado. Promover políticas públicas conjuntas entre Estado, comunidad y mercado no se hace plausible. En estos países, muchas veces, lo que hay es una comunidad desarticulada político-socialmente, un mercado sin responsabilidad social y un Estado que alcanza de la misma manera a todos los ciudadanos. En este escenario desesperanzador y desarticulado surge una teoría de actuación que, a priori, demuestra una solución alternativa para el funcionamiento de la teoría de las tres esferas con el objetivo de incrementar los DESC en periferias urbanas. Esta teoría tiene como punto central las redes asociativas, que fueron presentadas en este trabajo previamente. Las redes asociativas funcionarían como herramienta catalizadora para la actuación de las otras tres esferas propuestas por Polanyi, es decir, las redes funcionarían como una cuarta esfera, céntrica, que haría el papel de facilitador del trabajo entre estas otras tres esferas que en un ambiente periférico urbano no interactúan para la creación e implementación de políticas públicas. La figura 4 ilustra lo dicho anteriormente. La esfera de las redes asociativas, en el centro, es la herramienta que posibilita la actuación del Estado, del mercado y de la comunidad en el incremento de los DESC en las periferias. Así, las redes asociativas facilitan al Estado la 29 creación e implementación de las políticas públicas3; posibilitan la creación de un mercado en estas zonas urbanas, caracterizadas por sus altos niveles de desempleo y desarticulación económica en el ámbito local; y facilitan la creación y fortificación de los lazos comunitarios donde antes había una comunidad desarticulada con bajos niveles de cultura cívica. Figura 4 Las Cuatros Esferas Sociales Fuente: Elaboración propia. 5 – La red asociativa en el Barrio do Candeal Pequeno de Salvador de Bahia 5.1 Espacio y sociedad en Salvador de Bahia 3 Existe un debate sobre las consecuencias de delegar a otros sectores de La sociedad la tarea de fomentar y promover las políticas públicas. Para profundizar en este debate ver: CUNILL GRAU, Nuria, “¿Mercantilización y neo-clientelismo o reconstrucción de la administración pública?. Nueva Sociedad Mar/Abr. Nº 160, Caracas, 1999, pp. 101-117. . 30 Al igual que los grandes centros urbanos de América Latina, Salvador de Bahia pasó por un proceso parcial de modernización a finales de los años 60 y que quedó paralizado por la crisis petrolera de 1973. Salvador, capital del estado de Bahia, fue la primera ciudad de Brasil y su capital administrativa por más de dos décadas. Hoy en día es una ciudad moderna y ocupa el cuarto lugar en población en el país con más de 3 millones de habitantes. Esta ciudad, desde la colonia tuvo un papel importante en la economía con la explotación de las plantaciones de caña de azúcar y la comercialización de ganado que llegaba e iba desde Salvador al interior del país. Sobre estas bases la ciudad desarrolló un vasto patrimonio y conjuntamente niveles muy altos de desigualdad social (Urrutia, 1988). Desigualdad que se hizo sentir aún más fuerte con la incorporación de los negros ex-esclavos después de la liberación. La herencia colonial de la asimetría social sumada a la herencia esclavista compuso en Salvador una sociedad desigual caracterizada por “bolsones” de pobreza y guetos culturales. En esta, como en muchas otras de las grandes ciudades de América Latina, los DESC no son plenamente garantizados a la ciudadanía. Las personas que viven en las zonas periféricas se ven privados de sus derechos de ciudadanía lo que hace que el proceso político democrático, que se encuentra en desarrollo en todo el país, no se vea traducido en términos de democracia ciudadano-social. 5.2 Bairro do Candeal Pequeno y su red asociativa En una ciudad llena de desigualdades socio-culturales y pobre en cultura político-cívica se encuentra una comunidad periférica que se comporta de manera distinta a las demás comunidades de esta ciudad. El desenvolvimiento distinto de esta comunidad ha traído 31 consigo consecuencias inesperadas y esperanzadoras, y se puede decir que es como un oasis en el medio del desierto. El Bairro do Candeal Pequeno es fruto de una finca que fue comprada en el año de 1781 por una negra africana que llegó a Brasil en la búsqueda de familiares suyos que habían sido llevados como esclavos. La finca comprada por Josefa de Santana, originaria de Costa de Marfil, fue transformándose poco a poco en un quilombo a medida que los esclavos huían de los latifundios y encontraban refugio en este sitio. De refugio de esclavos, el Candeal se transformó en refugio de la cultura negra en la ciudad de Salvador. El elemento cultural común sirvió de herramienta aglutinadora en la comunidad. A partir de este elemento aglutinador aparecieron las diversas asociaciones que componen el tejido asociacionista del barrio. Sin embargo, la cultura afro, que siempre estuvo presente en la comunidad, no funcionó por si sola, como generadora del capital social que necesitaba la sociedad para ocasionar el cambio necesario. Fue a través de una figura ilustre de la comunidad que el elemento cultural siempre presente en el Candela pudo ser canalizado para la generación de los cambios necesarios. Carlinhos Brown y sus proyectos musicales dieron el primer paso para que la comunidad pudiera pensar en un futuro de cambios, en mejores condiciones de vida, en el empoderamiento de sus derechos y volverse efectivamente ciudadanos en una sociedad desigual. Son muchas las asociaciones que componen el tejido asociativo del Candeal Pequeno. De esas asociaciones surgen un sinnúmero proyectos que involucran a toda la comunidad en su realización. Las asociaciones son: • Asociación religiosa de Candoblé; • Escuela Pracatum; 32 • Grupo de Mujeres; • Grupo de Jóvenes; • Asociación de Vecinos; • Filarmónica del Candeal. Las actividades del candomblé son realizadas en el barrio desde que éste era todavía un quilombo. Se supone que buena parte de la herencia africana preservada tal como se ve hoy en día en el barrio se dio por el mantenimiento de los cultos de candomblé en la comunidad. Así, la asociación religiosa del barrio puede ser considerada como herramienta de preservación de la identidad cultural africana que luego sería de fundamental importancia para la generación de capital social en la comunidad. La Escuela Pracatum puede ser considerada el mecanismo de institucionalización de las actividades asociativas de la comunidad del Candeal. La escuela sirve como punto de encuentro entre sus jóvenes alumnos, generadora de educación musical y profesional, de empleo en la comunidad, y de otros proyectos más allá de los temas musicales. La escuela es la gran ONG de la comunidad que al día de hoy alcanza, incluso, a personas que vienes de fuera del Candeal. La Filarmónica del Candeal es una organización que está vinculada a la Escuela Pracatum, pero que no depende de ésta. Lo mismo ocurre con otros grupos musicales que son formados por alumnos y antiguos alumnos de la Escuela Pracatum y que ya rebasan las barreras del barrio. El Grupo de Mujeres surgió de un movimiento contra la alcaldía de Salvador para la ocupación de casas en la calle 9 de Julio en el barrio del Candeal. Esas mujeres se unieron para impedir que fuesen desalojadas de una zona en el barrio que estaba siendo reclamada 33 por las autoridades como zona pública. A partir de este movimiento de resistencia, las mujeres crearon el grupo y pasaron a luchar por otros derechos de ciudadanía en esta calle, en específico, y en todo el barrio. El Grupo de Jóvenes surge a través de la movilización musical que ocurre en todo el barrio, sea por medio de la escuela Pracatum, sea por los movimientos musicales callejeros que ocurren en el Candeal. Los jóvenes, más allá de la música, pasan a preocuparse por la situación general del barrio. El Grupo de Jóvenes tiene como una de sus principales iniciativas el curso de gestión de políticas públicas y desarrollo local. Con cursos como éstos, lo que se intenta formar en la comunidad es una masa de ciudadanos pensantes y preocupados con la situación político-social de su entorno inmediato. La Asociación de Vecinos del barrio Candeal es fruto de la movilización política de los miembros de la comunidad en el intento de cambiar un poco la realidad de exclusión social por la que el barrio estuvo durante muchos años sometido. Un gran número de los proyectos llevados a cabo por la Asociación de Vecinos tienen su origen en la Escuela Pracatum o en las otras asociaciones de la comunidad. El tejido asociativo del barrio funciona de manera interconectada lo que permite que un proyecto sea creado en una asociación y sea ejecutado por otra u otras de las asociaciones que están en el barrio. A partir de lo descrito anteriormente sobre las asociaciones del Candeal y su funcionamiento, se puede analizar cómo es que la teoría de las esferas funciona en esta comunidad. Lo que ya está claro hasta aquí es que la red asociativa que existe en el barrio influye de manera directa en la esfera de la comunidad del barrio fomentando su participación en proyectos que tienen como consecuencia el 34 cambio individual y comunitario de la ciudadanía. Con relación a las otras dos esferas que cierran el modelo, la del Estado y la del mercado, vale la pena observar cómo las redes asociativas operan sobre estos dos ámbitos y cómo esta interacción actúa en el incremento de los DESC de la comunidad. Como ya fue dicho anteriormente, los proyectos creados por una determinada asociación del barrio muchas veces no puede ser llevado a cabo únicamente por éstas, algunas veces siquiera se logra llevar a cabo un proyecto creado en el entorno asociativo de la comunidad por la propia comunidad por falta de recursos financieros. Es en este momento que las esferas Estado y mercado interaccionan con la red asociativa local y juntos proporcionan un incremento de los DESC. En el apartado que sigue, algunas de las experiencias que incrementaron los derechos ciudadanos fueron realizadas en colaboración directa con el Estado y/o el mercado. 5.3 ¿Hubo milagro en el Candeal? A finales de los años 80 y principios de los 90 el Candeal era una favela, como muchas otras en Brasil, llamada Ilha dos Sapos. Era un área caracterizada por la exclusión social, donde cerca de 1500 familias vivían en condiciones precarias de vivienda e infraestructura urbana, y en muy malas condiciones de salud y educación. La tasa de analfabetismo alcanzaba 6%; 17% de la población en edad laboral estaba desempleada y los que trabajaban tenían una renta mensual muy baja. De los 5.500 habitantes del barrio, 77,29% cobraban una renta per cápita mensual de US$ 80; 25% de las viviendas amenazaban ruina, mientras que 37% de los hogares presentaban problemas de saneamiento (Almeida, 2004:31). 35 Hoy en día quien visita el Candeal se depara con un escenario distinto del que fue descrito en el párrafo anterior. La red asociativa presente en el barrio, con el apoyo de las otras tres esferas sociales, Estado, mercado y comunidad, cambiaron el escenario político-social del Candeal. En las líneas que siguen serán presentados los dos proyectos que sirvieron de guía para cambiar el escenario de la comunidad. Con estos proyectos fueron tocados los siete indicadores de DESC que se expusieron en el apartado 4 y, además, se puede observar la dinámica de actuación de las cuatro esferas sociales que también fue presentada previamente en este trabajo. Los dos grandes proyectos que guían la actuación en el barrio Candeal Pequeno son la Escuela de Música y el proyecto Tá Rebocado. Ambos proyectos tenían como objetivo general cinco líneas de acción que son: a) a mejorar las condiciones de vivienda e infraestructura de la comunidad; b) educación y cultura; c) salud y medio ambiente; d) generación de empleo y renta; y, e) organización comunitaria. Para implementar el desarrollo de ambos proyectos a través de un programa de desarrollo comunitario participativo, se proyectó la constitución de una base comunitaria que pudiese garantizar legitimidad a las acciones realizadas por la Asociación Pracatum. Así, en 1996, se puso en marcha la formación de asambleas comunitarias para apoyar social y políticamente las propuestas elaboradas en el ámbito del Consejo Deliberativo y del equipo técnico contratado inicialmente para diseñar la propuesta pedagógica que sería desarrollada. El éxito de los proyecto se debe a la capacidad de movilización en la comunidad y fuera de ella. Fueron establecidos acuerdos de colaboración por la Pracatum y todos los sectores de la sociedad para que fuera realizado conjuntamente con los habitantes del Candeal la ejecución del Plan de Desarrollo, obteniendo de esa manera, recursos 36 técnicos, humanos y financieros procedentes del sector público, privado y de instituciones filantrópicas. Los líderes comunitarios del Candeal unieron esfuerzos para crear la Junta de Gobierno de la Asociación Pracatum para la Acción Social. Dicha junta dio prioridad a aquellos proyectos que garantizaban la autogestión y la sostenibilidad del programa ``Ta Rebocado'' y de la Escuela de Educación Musical. El concepto subyacente era que sólo a través de la cultura, la educación, el trabajo en red y una vivienda digna, el barrio Candeal tendría éxito en su combate a la pobreza y el fomento de la integración social de sus jóvenes. Por lo tanto, los objetivos y estrategias de los dos proyectos son el resultado de la participación democrática de los moradores del barrio, líderes locales y profesionales que colaboran con la organización. Las demandas se señalan en la asamblea comunitaria, en la que también se debaten las propuestas para resolver los problemas presentados por la comunidad. Fue así que los problemas más graves de la comunidad fueron señalados y se convirtieron en objetivos específicos para los proyectos en cuestión. Entre los principales objetivos se encuentran: el acceso a la vivienda y a una red de saneamiento básica; la creación de oportunidades de empleo y actividades que generen ingresos; el aumento de la escolarización y la formación profesional, así como la mejora de las condiciones sanitarias. A partir de entonces, con los objetivos específicos en las manos, la red asociativa de la comunidad pasa a pensar en una política de movilización de recursos. Esta política fue una estrategia crucial para el éxito de los proyectos del Candeal, puesto que implicó la participación de todos los sectores de la sociedad (gobierno, sector privado e instituciones filantrópicas). Pracatum se puso en marcha estableciendo acuerdos de colaboración entre el tercer sector 37 (representado en este caso por asociaciones vecinales y por el mismo Pracatum) y el sector público. El Proyecto de Renovación Urbana recibió una financiación de 1'54 millones de dólares americanos a través del acuerdo firmado por el Gobierno Federal y las autoridades del Estado de Bahía. El propio Estado fue el encargado de administrar la mayor parte de estos fondos. Otros organismos gubernamentales como el ayuntamiento de Salvador de Bahia colaboraron proporcionando servicios y asesoramiento. En el campo de la sanidad, los acuerdos de colaboración se establecieron con la Universidade Federal da Bahia y la Associação Dental da Bahia. La COELBA - Compañía Eléctrica de Bahía -, una empresa privada, también proporcionó ayuda técnica suprimiendo las instalaciones eléctricas ilegales y elaborando para los moradores un plan que les enseñara a horrar la energía utilizada en sus casas. La poca costumbre de los habitantes de la comunidad en participar en el proceso decisorio de su entorno representó un reto a la hora de ejecutar la agenda de desarrollo autogestionado de la comunidad. De este modo, trabajar los dos proyectos, es decir, la Escuela de Música y el “Tá Rebocado” de manera conjunta, fue la mejor manera de implicar a la comunidad en estos cambios valorando las habilidades de los moradores, estimulando su autoestima y fomentando su condición de ciudadanos. La Escuela de Educación Musical de Pracatum, construida en el corazón de la comunidad del Candeal, ha desempeñado un papel fundamental en este proceso, basándose en la tradicional vocación musical del barrio, unida al programa educativo enfocado a formar músicos jóvenes. Para fortalecer esta participación comunitaria que estaba siendo fomentada por los proyectos fue institucionalizada una junta de gobierno con el fin de ayudar a reforzar el papel de los líderes locales 38 y crear canales eficaces para la participación comunitaria. La junta de gobierno está compuesta por el 45% de líderes comunitarios; la figura del Mediador Comunitario y un grupo de agentes comunitarios voluntarios. El resultado de toda esta interacción entre las cuatro esferas sociales se vio traducido en resultados concretos para la comunidad y un cambio que pudo ser notado en las vidas de los habitantes de la comunidad y también en el nuevo aspecto físico del barrio. A continuación están expuestos los resultados de los dos proyectos presentados en el Foro Iberoamericano de mejores prácticas en 2005. Estos resultados están divididos de acuerdo con los indicadores de DESC usados para el presente análisis: Educación • Las clases de alfabetización para 90 jóvenes y adultos. • El curso de informática para 300 jóvenes. • Las clases de iniciación para 54 niños a través de talleres de educación artística. Mercado laboral • La formación de 28 asistentes sanitarios de la comunidad. • El fortalecimiento de pequeños negocios a través de cursos empresariales para 20 personas. • El desarrollo de una formación profesional para 60 jóvenes con cursos de Técnicas de Masaje Terapéutico y Auxiliar de Odontología. Vivienda e infraestructura • La ampliación de los sistemas de abastecimiento de agua y de 39 electricidad, así como la ejecución de una red de saneamiento que da servicio a 85% de los hogares. • La ampliación en 500 metros de la red de alcantarillado. • La ampliación de la red viaria con 500 metros más de caminos. • La construcción de 122 viviendas nuevas. • La mejora de 86 viviendas. • El acondicionamiento del campo de fútbol. Participación social • La ampliación del Centro Comunitario. • La creación de la Junta de Gobierno del barrio. • El fortalecimiento de las asociaciones que ya existían antes de los proyectos. Género • Los cursos de formación profesional para 142 mujeres. Estos cursos imparten las siguientes materias: estética afro-brasileña, clases de instrumentos musicales, cocina, fabricación de velas, de jabones, artesanía. • Fortalecimiento de las actividades del Grupo de Mujeres. Salud • La modernización de la fuente de agua potable. • La creación del Programa de Higiene Bucal Infantil con 126 citas semanales. • Los deportes: gimnasia y ejercicios de estiramientos para veinte adultos e instalaciones para el ocio para otros 20 niños. • La formación de 28 asistentes sanitarios de la comunidad. 40 Seguridad • La disminución de los niveles de violencia del barrio (hoy en día el Candeal es considerado el barrio periférico de la ciudad de Salvador con menos índice de violencia y una tasa de homicidio nula) 6 – Conclusiones En el presente trabajo se intentó presentar algunas ideas que pueden contribuir a la mejor comprensión del papel de promotor de desarrollo local de los derechos humanos, y más específicamente de los derechos económicos, sociales y culturales, que pueden ejercer las redes en las comunidades donde se desarrollan. Lo que se hizo aquí fue dejar abierta una agenda de investigación con relación a los temas de la participación ciudadana en las periferias y el incremento de los DESC. De ningún modo esta discusión debe cerrarse con estas breves paginas, sino que por el contrario, todo lo aquí planteado lleva a formular algunas preguntas que podrán ayudar a entender esta dinámica de las periferias en los países en vías de desarrollo, como por ejemplo: ¿cómo las redes asociativas impactan en el desarrollo de los DESC en las comunidades periféricas de los países en desarrollo?; ¿cómo ocurre el desarrollo de una cultura política cívica en ambientes teóricamente inadecuados para la aparición de estas culturas4? ¿Cómo logran estas redes influir en la 4 Según Inglehart, una cultura política cívica propiciamente surge y se mantiene en un ambiente donde los valores posmodernos ya estén instalados, es decir, em comunidades donde las necesidades primarias ya fueron suplidas, y esto no el lo que pasa es las periferias urbanas de los países em vías de desarrollo. INGLEHART y WELZEL, Modernización, cambio cultural y democracia: la secuencia del desarrollo humano, Centro de Investigaciones Sociológicas/Siglo XXI Editores, Madrid, 2006. 41 agenda estatal de políticas públicas y así mejorar la calidad de vida de sus comunidades?; ¿Qué determina el éxito de algunas redes asociativas en periferias en detrimento de otras? Con esta serie de preguntas se deja abierta una amplia agenda de investigación sobre este tema tan actual e importante para entender muchas sociedades. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS ADELANTADO, J., NOGUERA, J., y RAMBLA, X., “Relaciones entre Estructura Social y Políticas Sociales”, en: ADELANTADO, José, Cambios en el Estado de Bienestar, Icaria, Barcelona, 2001. ANDUIZA, E. y BOSCHI, A., Comportamiento Político y Electoral, Ariel, Barcelona, 2004. ANDION, Carolina, Análise de redes e desenvolvimento local sustentável, en: Revista de Administração Pública, FGV, Rio de Janeiro, 2003, pp. 1033-54. 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