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ISSN: 1888-9891 revista de psiquiatría y salud mental Revista de Psiquiatría y Salud Mental Órgano Oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica Volumen 2, Número 2. Abril-Junio 2009 EDITORIAL Reconceptualización de la nosología psiquiátrica: el caso de la conducta suicida ORIGINALES Evaluación telefónica de los sistemas de activación e inhibición conductual Estudio empírico de los correlatos psicosociales y clínicos del trastorno delirante: el estudio DELIREMP Predictores clínicos del funcionamiento interpersonal en pacientes bipolares ψ Variabilidad en el gen COMT y modificación del riesgo de esquizofrenia conferido por consumo de cannabis ARTÍCULO ESPECIAL Ansiedad bipolar CARTAS AL DIRECTOR Cuidados psicológicos del paciente crítico abril-junio 2009 Apoyo a los familiares de pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos - volumen 2 - numero 2 AGENDA 2009 www.elsevier.es/saludmental PORTADA ABRIL_JUNIO.indd 1 14/7/09 07:58:06 Revista de Psiquiatría y Salud Mental Sumario www.elsevier.es/saludmental Volumen 2, Número 2/2009 EDITORIAL 63 R econceptualización de la nosología psiquiátrica: el caso de la conducta suicida M.A. Oquendo, D. Currier y K. Posner ORIGINALES 66 E valuación telefónica de los sistemas de activación e inhibición conductual A. Pinto-Meza, D. Suárez, X. Caseras, J.M. Haro, A. Serrano-Blanco y R. Torrubia 72 U n estudio empírico de los correlatos psicosociales y clínicos del trastorno delirante: el estudio DELIREMP E. de Portugal, N. González, M. Vilaplana, J.M. Haro, J. Usall y J.A. Cervilla 83 P redictores clínicos del funcionamiento interpersonal en pacientes bipolares A.R. Rosa, C.M. Bonnin, L. Mazzarini, B. Amann, F.P. Kapczinski y E. Vieta 89 V ariabilidad en el gen COMT y modificación del riesgo de esquizofrenia conferido por consumo de cannabis B. Gutiérrez, M. Rivera, L. Obel, K. McKenney, R. Martínez-Leal, E. Molina, M. Dolz, S. Ochoa, J. Usall, J.M. Haro, M. Ruiz-Veguilla, F. Torres y J. Cervilla ARTÍCULO ESPECIAL 95 Ansiedad bipolar G.M. Goodwin y E.A. Holmes CARTAS AL DIRECTOR 99 Cuidados psicológicos del paciente crítico L. Santana Cabrera, J. Martín Alonso y M. Sánchez-Palacios 102 Apoyo a los familiares de pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos L. Santana Cabrera, J. Martín Alonso y M. Sánchez-Palacios AGENDA 00 SUMARIO ABRIL_JUNIO.indd 38 14/7/09 07:58:52 Revista de Psiquiatría y Salud Mental Contents www.elsevier.es/saludmental Volume 2, Number 2/2009 EDITORIAL 63 Reconceptualizing psychiatric nosology: the case of suicidal behaviour M.A. Oquendo, D. Currier and K. Posner ORIGINALS 66 Telephone assessment of behavioral inhibition and activation systems A. Pinto-Meza, D. Suárez, X. Caseras, J.M. Haro, A. Serrano-Blanco and R. Torrubia 72 A n empirical study of psychosocial and clinical correlates of delusional disorder: the DELIREMP study E. de Portugal, N. González, M. Vilaplana, J.M. Haro, J. Usall and J.A. Cervilla 83 C linical predictors of interpersonal functioning in patients with bipolar disorder A.R. Rosa, C.M. Bonnin, L. Mazzarini, B. Amann, F.P. Kapczinski and E. Vieta 89 V ariability in the COMT gene and modification of the risk of schizophrenia conferred by cannabis consumption B. Gutiérrez, M. Rivera, L. Obel, K. McKenney, R. Martínez-Leal, E. Molina, M. Dolz, S. Ochoa, J. Usall, J.M. Haro, M. Ruiz-Veguilla, F. Torres and J. Cervilla SPECIAL ARTICLE 95 Bipolar anxiety G.M. Goodwin and E.A. Holmes LETTERS OF DIRECTOR 99 Psychological care of critically ill patients L. Santana Cabrera, J. Martín Alonso and M. Sánchez-Palacios 102 Support to the relatives of patients admitted to intensive care units L. Santana Cabrera, J. Martín Alonso and M. Sánchez-Palacios AGENDA 00 SUMARIO ABRIL_JUNIO.indd 39 14/7/09 07:58:52 Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.) 2009;2(2):63-65 ISSN: ISSN: 1888-9891 1888-9891 revista de psiquiatría y salud mental revista de psiquiatría y salud mental Revista de Psiquiatría y Salud Mental Revista Revistade de Psiquiatría Psiquiatría yy Salud Salud Mental Mental Órgano Órgano Oficial Oficial de de la Sociedad la Sociedad Española Española de de Psiquiatría Psiquiatría y de y de la Sociedad la Sociedad Española Española de de Psiquiatría Psiquiatría Biológica Biológica Enero-Marzo Abril-Junio 2009 Volumen Volumen 2, Número 2, Número 1. 2. EDITORIAL EDITORIAL Necesidad Reconceptualización de proteger de y fomentar la nosología la salud psiquiátrica: física enelpersonas caso de lacon conducta suicida enfermedad mental grave ORIGINALES ORIGINALES Evaluación telefónica de los sistemas de activación e inhibición conductual Comparación de la eficacia de las formas farmacéuticas de liberación Estudio empírico de los correlatos psicosociales y clínicos del trastorno retardada (depot) y las orales de los antipsicóticos típicos y atípicos delirante: el estudio DELIREMP comercializados en España para pacientes diagnosticados de esquizofrenia Predictores clínicos del funcionamiento interpersonal en pacientes bipolares Implicaciones clínicas de la edad de inicio del trastorno bipolar I: gen COMT y modificación del riesgo de esquizofrenia dosVariabilidad subgruposen conel diferente pronóstico conferido por consumo de cannabis Polimorfismos serotoninérgicos como predictores de la gravedad clínica delARTÍCULO trastornoESPECIAL de pánico Ansiedad bipolar REVISIÓN ψ Trastorno bipolar: ¿qué efecto tiene el cumplimiento terapéutico en el riesgo CARTAS AL DIRECTOR deCuidados conductaspsicológicos suicidas? del paciente crítico enero-marzo 2009 abril-junio 2009 - volumen 2 - numero 1 - volumen 2 - numero 2 www.elsevier.es/saludmental Apoyo ESPECIAL a los familiares de pacientes ARTÍCULO ingresadoscardiovascular en las unidades de cuidados Enfermedad y diabetes en personas conintensivos enfermedad mental grave AGENDA AGENDA 2009 www.elsevier.es/saludmental www.elsevier.es/saludmental EDITORIAL Reconceptualización de la nosología psiquiátrica: el caso de la conducta suicida Reconceptualizing psychiatric nosology: the case of suicidal behaviour María A. Oquendo*, Dianne Currier y Kelly Posner Columbia University, New York State Psychiatric Institute, Department of Psychiatry, New York, United States Los suicidios se cobran aproximadamente un millón de vidas cada año en todo el mundo1, y se estima que causan la pérdida de 20 millones de años de vida sana como consecuencia de la muerte prematura o de la discapacidad (AVAD, años de vida ajustados en función de la discapacidad)2. Por cada muerte debida a suicidio, se estima que se producen entre 8 y 25 intentos de suicidio que no llevan a la muerte3, con considerables diferencias en función del grupo de edad. Por ejemplo, en Estados Unidos, las proporciones descritas de intentos de suicidio no mortales en los adolescentes son de hasta 87:1 y en los adultos de más de 65 años son sólo de 4:14,5. A partir de los datos epidemiológicos nacionales, se estimó que en 2003, en Estados Unidos, hubo aproximadamente 500 intentos de suicidio por cada 100.000 habitantes, con una proporción de aproximadamente 50:1 para los intentos de suicidio respecto a los suicidios consumados6. La conducta suicida (muertes e intentos de suicidio) es la mayoría de las veces una complicación de un trastorno psiquiátrico, de manera que más del 90% de las personas que fallece como consecuencia de un suicidio presenta una enfermedad psiquiátrica7; los trastornos del estado de ánimo suponen un 60% del total de los casos8. Las tasas de intentos de suicidio son elevadas también en los individuos con otros trastornos psiquiátricos, con valores del 29% en el trastorno bipolar, del 16% en el trastorno depresivo mayor9, del 1629% en los trastornos de consumo de alcohol10-13 y del 2330% en los trastornos psicóticos14,15, en comparación con el 2,7% descrito en los estudios de la población general7. Los trastornos de ansiedad16 y los trastornos de la personali- *Autor para correspondencia. Correo electrónico: mao4@columbia.edu (M.A. Oquendo). dad17 se asocian también a un aumento del riesgo de conducta suicida. La comorbilidad de los trastornos psiquiátricos incrementa también el riesgo de conducta suicida. En un análisis reciente de los datos del National Comorbidity Survey, se ha indicado que, aunque la depresión fue el elemento con una asociación más intensa con el inicio de los pensamientos suicidas, fue en cambio la presencia de otros trastornos relacionados con el control de los impulsos (trastornos de consumo de sustancias, trastornos de la conducta) y con la ansiedad/agitación (p. ej., trastorno de estrés postraumático) los que presentaron una asociación más intensa con el paso de los pensamientos suicidas al intento de suicidio18. Aproximadamente, un 10% de los individuos que se suicidan o intentan hacerlo no presentan una enfermedad psiquiátrica identificable8. Dada la relación estrecha que hay entre los trastornos psiquiátricos y la conducta suicida, y la gravedad de las consecuencias de ésta, la identificación y la evaluación de los pensamientos y las conductas relacionados con el suicidio deben ser parte integrante de la práctica clínica. Sin embargo, en la actual nosología diagnóstica de la cuarta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV, en sus siglas en inglés), la conducta suicida se considera tan sólo en el contexto de un síntoma del episodio depresivo mayor (EDM) o del trastorno de la personalidad límite (TPL). En consecuencia, los instrumentos de evaluación y valoración utilizados en el contexto clínico que se basan en esta nosología, como la Mental Status Examination, tienen un diseño que está lejos de ser óptimo para detectar el riesgo de suicidio. Durante su evaluación, los clínicos establecen el diagnóstico principal causante del síntoma principal y utilizan preguntas generales para identificar la posible comorbilidad. Si no hay signos de EDM o 1888-9891/$ - see front matter © 2009 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados 01 EDITORIAL 24 (63-65).indd 63 14/7/09 08:10:39 64 M.A. Oquendo et al TPL, es posible que no se planteen preguntas acerca de la conducta suicida previa. Así pues, los algoritmos diagnósticos actuales pueden llevar a los clínicos a pasar por alto los pensamientos o la conducta suicida, por ejemplo, en el trastorno de estrés postraumático, en el que los pacientes pueden contemplar el suicidio como forma de escapar a sus flashbacks, o en el alcoholismo, en el que la desinhibición durante la intoxicación puede hacer que los pacientes sean menos capaces de resistir los pensamientos suicidas. En estos individuos de riesgo alto hay una propensión a la no identificación. Además, incluso en presencia de un EDM o un TPL, la Mental Status Examination se centra en el trastorno actual, por lo que es posible que a los pacientes que niegan tener pensamientos o conductas suicidas en ese momento no se les pregunte por acciones suicidas previas. Esto puede causar también una infravaloración del riesgo de suicidio, ya que los antecedentes de conducta suicida son el factor de riesgo identificado de manera más fiable respecto a futuros intentos de suicidio o suicidios consumados, mientras que las expresiones de pensamientos y conductas relacionados con el suicidio son oscilantes y pueden no existir en el momento de la entrevista19. Incluso en situaciones en las que se identifican pensamientos o conductas suicidas, los clínicos se encuentran en una situación en la que el diagnóstico no resalta de forma suficiente el riesgo de suicidio como elemento central de preocupación clínica. Nosotros hemos recomendado que la conducta suicida se considere una categoría diagnóstica aparte en el DSM, y que se documente en un sexto eje. La conducta suicida cumple los criterios de validez diagnóstica, tal como los plantean Robins y Guze20, como ocurre en la mayor parte de trastornos que tratamos21. Este tipo de enfoque permitiría la clasificación y la documentación de las conductas relacionadas con el suicidio, como hemos descrito en el Columbia Classification Algorithm of Suicide Assessment22. Es decir, la autolesión no suicida o los pacientes con antecedentes o intentos de suicidio, intento abortado o intento interrumpido, quedarían señalados en este eje y eso facilitaría su identificación para prestarles la atención y la asistencia clínica adecuadas. Esta solución propuesta trataría cuestiones tanto conceptuales como prácticas relativas a la cuestión de la evaluación y la valoración del riesgo de suicidio en el contexto clínico. Hay quien podría argumentar que no es necesario un diagnóstico adicional o un eje aparte. Por ejemplo, la conducta suicida podría conceptualizarse como un trastorno de control de impulsos no clasificado. Sin embargo, sabemos que no siempre es impulsiva. Desde otro punto de vista, si tuviéramos que situar la conducta suicida en la categoría de otros trastornos que pueden motivar atención clínica, quedaría relegada a una posición menor en la jerarquía diagnóstica, de una manera que no corresponde a la gravedad de las posibles consecuencias de la conducta suicida. Otro enfoque propuesto ha sido el de añadir un dígito adicional de modificación del diagnóstico primario del DSMIV, de la misma manera que se indica la gravedad y la recurrencia. Aunque esto tiene cierta utilidad nosológica, es poco práctico en un contexto clínico, puesto que el sistema de números de los diagnósticos del DSM es algo críptico y poco utilizado. Además, un enfoque de este tipo deja oculta, nuevamente, mucha información clínica importante, 01 EDITORIAL 24 (63-65).indd 64 que es útil para el diagnóstico y no pone en ella el énfasis adecuado. El establecimiento de la conducta suicida como una categoría aparte en un sexto eje comportaría que se añadieran estas preguntas a los apartados de EDM y TPL de la Mental Status Examination; la conducta suicida se abordaría de forma sistemática y se identificaría mediante la revisión de las preguntas por sistemas. En la práctica, el establecimiento de un eje para las acciones suicidas, en vez de una categoría diagnóstica, llevaría al desarrollo de estructuras clínicas y administrativas destinadas a la determinación del riesgo de suicidio en los individuos a los que se evalúa en un contexto psiquiátrico. De este modo, su presencia podría documentarse como parte de un diagnóstico de múltiples ejes, lo cual daría la prominencia que merece en los informes escritos y la planificación del tratamiento de los pacientes vulnerables. Financiación Este trabajo fue financiado por MH59710; MH62185; AA15630; MH48514. Bibliografía 1. WHOSIS. WHO Statistical Information System (WHOSIS). Evidence and information for health policy. WHO Statistics [citado 14 Abr 2009]. Disponible en: http://www3.who.int/ whosis/menu.cfm 2. Bertolote JM, Fleischmann A, De Leo D, Wasserman D. Psychiatric diagnoses and suicide: revisiting the evidence. Crisis. 2004;25:147-55. 3. Goldsmith SK, Pellmar TC, Kleinman AM, Bunney WE. Reducing Suicide. A National Imperative. Washington, DC: The National Academies Press; 2002. 4. Levinson D, Haklai Z, Stein N, Gordon ES. Suicide attempts in Israel: age by gender analysis of a national emergency departments database. Suicide Life Threat Behav. 2006;36:97102. 5. Parkin D, Stengel E. Incidence of suicidal attempts in an urban community. Br Med J. 1965;5454:133-8. 6. Kessler RC, Berglund P, Borges G, Nock M, Wang PS. Trends in suicide ideation, plans, gestures, and attempts in the United States, 1990-1992 to 2001-2003. J Am Med Assoc. 2005;293:248795. 7. Nock MK, Borges G, Bromet EJ, Cha CB, Kessler RC, Lee S. Suicide and suicidal behavior. Epidemiol Rev. 2008;30:133-54. 8. Cavanagh JT, Carson AJ, Sharpe M, Lawrie SM. Psychological autopsy studies of suicide: a systematic review. Psychol Med. 2003;33:395-405. 9. Chen YW, Dilsaver SC. Lifetime rates of suicide attempts among subjects with bipolar and unipolar disorders relative to subjects with other Axis I disorders. Biol Psychiatry. 1996; 39:896-9. 10. Chignon JM, Cortes MJ, Martin P, Chabannes JP. Attempted suicide and alcohol dependence: results of an epidemiologic survey. Encephale. 1998;24:347-54. 11. Driessen M, Veltrup C, Weber J, John U, Wetterling T, Dilling H. Psychiatric co-morbidity, suicidal behaviour and suicidal ideation in alcoholics seeking treatment. Addiction. 1998;93: 889-94. 12. Preuss UW, Schuckit MA, Smith TL, Danko GP, Buckman K, Bierut L, et al. Comparison of 3190 alcohol-dependent individuals 14/7/09 08:10:39 Reconceptualización de la nosología psiquiátrica: el caso de la conducta suicida with and without suicide attempts. Alcohol Clin Exp Res. 2002; 26:471-7. 13. Asnis GM, Friedman TA, Sanderson WC, Kaplan ML, Van Praag HM, Harkavy Friedman JM. Suicidal behaviors in adult psychiatric outpatients, I: Description and prevalence. Am J Psychiatry. 1993;150:108-12. 14. Cohen S, Lavelle J, Rich CL, Bromet E. Rates and correlates of suicide attempts in first-admission psychotic patients. Acta Psychiatr Scand. 1994;90:167-71. 15. Radomsky ED, Haas GL, Mann JJ, Sweeney JA. Suicidal behavior in patients with schizophrenia and other psychotic disorders. Am J Psychiatry. 1999;156:1590-5. 16. Cougle JR, Keough ME, Riccardi CJ, Sachs-Ericsson N. Anxiety disorders and suicidality in the National Comorbidity SurveyReplication. J Psychiatr Res. 2009;43:825-9. 17. Zaheer J, Links PS, Liu E. Assessment and emergency management of suicidality in personality disorders. Psychiatr Clin North Am. 2008;31:527-ix. 01 EDITORIAL 24 (63-65).indd 65 65 18. Nock MK, Hwang I, Sampson NA, Kessler RC. Mental disorders, comorbidity and suicidal behavior: Results from the National Comorbidity Survey Replication. Mol Psychiatry. 2009 [En prensa]. 19. Oquendo MA, Currier D, Mann JJ. Prospective studies of suicidal behavior in major depressive and bipolar disorders: what is the evidence for predictive risk factors? Acta Psychiatr Scand. 2006;114:151-8. 20. Robins E, Guze SB. Establishment of diagnostic validity in psychiatric illness: its application to schizophrenia. Am J Psychiatry. 1970;126:983-7. 21. Oquendo MA, Baca-Garcia E, Mann JJ, Giner J. Issues for DSMV: suicidal behavior as a separate diagnosis on a separate axis. Am J Psychiatry. 2008;165:1383-4. 22. Posner K, Oquendo MA, Gould M, Stanley B, Davies M. Columbia Classification Algorithm of Suicide Assessment (C-CASA): classification of suicidal events in the FDA’s pediatric suicidal risk analysis of antidepressants. Am J Psychiatry. 2007;164:1035-43. 14/7/09 08:10:40 Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.) 2009;2(2):66-71 ISSN: 1888-9891 revista de psiquiatría y salud mental Revista de Psiquiatría y Salud Mental Revista de Psiquiatría y Salud Mental Órgano Oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica Volumen 2, Número 2. Abril-Junio 2009 EDITORIAL Reconceptualización de la nosología psiquiátrica: el caso de la conducta suicida ORIGINALES Evaluación telefónica de los sistemas de activación e inhibición conductual Estudio empírico de los correlatos psicosociales y clínicos del trastorno delirante: el estudio DELIREMP Predictores clínicos del funcionamiento interpersonal en pacientes bipolares ψ Variabilidad en el gen COMT y modificación del riesgo de esquizofrenia conferido por consumo de cannabis ARTÍCULO ESPECIAL Ansiedad bipolar CARTAS AL DIRECTOR Cuidados psicológicos del paciente crítico abril-junio 2009 - volumen 2 - numero 2 www.elsevier.es/saludmental Apoyo a los familiares de pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos AGENDA 2009 www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL Evaluación telefónica de los sistemas de activación e inhibición conductual Alejandra Pinto-Mezaa,b,*, David Suáreza, Xavier Caserasb, Josep Maria Haroa, Antoni Serrano-Blancoa y Rafael Torrubiab a Fundación Sant Joan de Déu, Unidad de Investigación y Desarrollo, Sant Joan de Déu-SSM, Barcelona, España Unidad de Psicología Médica e Instituto de Neurociencias, Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona, España b Recibido el 13 de noviembre de 2008; aceptado el 20 de febrero de 2009 PALABRAS CLAVE Evaluación telefónica; Sistema de activación conductual; Sistema de inhibición conductual; CSCSR Resumen Introducción y objetivos: La actividad de los sistemas de activación e inhibición conductual (SAC y SIC) se ha relacionado con diversos trastornos mentales. Tener un instrumento que permita evaluar telefónicamente la actividad del SAC y el SIC podría facilitar la investigación. El objetivo del presente estudio fue evaluar la validez del procedimiento de administración telefónica del cuestionario sensibilidad al castigo y sensibilidad a la recompensa (CSCSR) como medida de la actividad del SAC y el SIC, mediante sus dos escalas: la escala sensibilidad al castigo (SC) y la escala sensibilidad a la recompensa (SR). Métodos: Un total de 231 sujetos fueron evaluados en dos oportunidades con el CSCSR (una vez por teléfono y otra en formato autoadministrado). Se calcularon el coeficiente de correlación intraclase y el índice kappa. Además, se exploraron posibles diferencias entre la media de las puntuaciones obtenidas en ambas modalidades y la consistencia interna. Resultados: Los resultados permiten establecer que la evaluación telefónica y en formato autoadministrado del SIC y el SAC, mediante el CSCSR, ofrece resultados similares, lo que avala una adecuada validez del procedimiento de la administración telefónica del cuestionario. Hay una tendencia pequeña pero estadísticamente significativa (beta estimada = 0,62; intervalo de confianza del 95%, 0,33-0,92; p < 0,001) a puntuaciones menores para la administración telefónica de la escala SC y para la interacción “primera o segunda evaluación/CSCSR aplicado por teléfono o en formato autoadministrado” para la escala SR (p = 0,023). Conclusiones: Los resultados de este estudio avalan la fiabilidad de la evaluación telefónica del SIC y el SAC mediante el CSCSR. © 2008 Sociedad Española de Psiquiatría y Sociedad Española de Psiquiatría Biológica. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. * Autor para correspondencia. Correo electrónico: apinto@sjd-ssm.com (A. Pinto-Meza). 1888-9891/$ - see front matter © 2008 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados 02 ORIGINAL 00 (66-71).indd 66 14/7/09 08:16:53 Evaluación telefónica de los sistemas de activación e inhibición conductual Telephone assessment of behavioral inhibition and activation systems KEYWORDS Telephone assessment; Behavioral activation system; Behavioral inhibition system; SPSRQ Abstract Introduction and objectives: The activity of behavioral inhibition and activation systems (BIS and BAS) has been related to several mental disorders. The availability of a validated questionnaire to assess BIS and BAS over the telephone could aid research. The objective of the present study was to evaluate the procedural validity of telephone administration of the sensitivity to punishment/sensitivity to reward questionnaire (SPSRQ) as a measure of BIS and BAS activity (by means of its two scales: the sensitivity to punishment [SP] scale and the sensitivity to reward [SR] scale). Methods: A total of 231 participants were assessed with the SPSRQ twice (over the telephone and in a self-administered format). Intraclass correlation coefficients and kappa indices were calculated. Additionally, possible differences between the mean scores obtained with the two assessment procedures and internal consistency were explored. Results: Telephone and self-assessment of BIS and BAS, by means of the SPSRQ, provided similar results, supporting the procedural validity of telephone administration. A slight but statistically significant tendency (estimated betha = 0.62; 95% CI, 0.33-0.92; p < 0.001) toward lower scores was observed for the telephone-administered SP scale and for the interaction “first or second assessment/telephone or self-administered SPSRQ” for the SR scale (p = 0.023). Conclusions: The results of the present study support the reliability of telephone assessment of BIS and BAS by means of the SPSRQ. © 2008 Sociedad Española de Psiquiatría y Sociedad Española de Psiquiatría Biológica. Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción Desde una perspectiva neuroconductual, los rasgos de personalidad surgirían de diferencias individuales en la actividad de ciertos sistemas o circuitos cerebrales. De acuerdo con Gray1, el sistema de inhibición conductual (SIC) y el sistema de activación conductual (SAC) son dos (de un total de tres) sistemas generales que subyacen a dos dimensiones de la personalidad ortogonales. El tercer sistema propuesto por el autor, el sistema de lucha/huida, mediaría emociones como la ira o el pánico. Se ha propuesto que diferentes constelaciones de la actividad del SIC y el SAC estarían relacionadas con diversos trastornos mentales. Por ejemplo, se ha apuntado a que la hiperactividad del SIC se relaciona con los trastornos ansiosos1; la hipoactividad del SIC, con la psicopatía2,3; la hipoactividad del SIC y la hiperactividad del SAC, con problemas por uso de sustancias y trastornos de personalidad histriónico y antisocial4, y la hipoactividad del SAC, y la hiperactividad del SIC, con la depresión5-7. Tradicionalmente, la actividad del SAC y el SIC ha sido evaluada mediante cuestionarios autoadministrados. Sin embargo, al realizar estudios epidemiológicos o estudios que impliquen muestras amplias distribuidas en áreas geográficas extensas, la administración telefónica de los instrumentos representa una gran ayuda, sobre todo porque disminuye las barreras geográficas, lo que facilita el contacto con los entrevistados. De hecho, varias entrevistas estructuradas y escalas de síntomas han mostrado una adecuada validez de procedimiento de sus versiones administradas por teléfono, ya que se ha establecido un grado de acuerdo 02 ORIGINAL 00 (66-71).indd 67 67 razonable entre las evaluaciones realizadas cara a cara y las realizadas telefónicamente (por ejemplo, el Personality Disorder Examination8, la Structured Clinical Interview for DSM-III axis I Disorders SCID9 o el Patient Health Questionnaire 9-item Depression Module PHQ-910). El concepto de validez de procedimiento se refiere a la medida en que un nuevo procedimiento (por ejemplo, la administración telefónica de una determinada escala o cuestionario) ofrece resultados similares a los resultados de un procedimiento establecido que se utiliza como criterio (por ejemplo, la aplicación autoadministrada). La validez del procedimiento se refiere sólo a la cuestión de la validez del procedimiento de evaluación y no a la validez del instrumento en sí11. El objetivo principal del presente estudio fue determinar la validez de procedimiento de la administración telefónica del cuestionario sensibilidad al castigo/sensibilidad a la recompensa (CSCSR) en una muestra de sujetos de atención primaria (AP). El CSCSR es un cuestionario autoadministrado diseñado para evaluar las diferencias individuales en la actividad del SAC y el SIC (una descripción detallada de este instrumento puede consultarse en otros artículos12,13. Además, se evaluaron otros dos aspectos: a) hasta qué punto las diferencias en la media de las puntuaciones obtenidas entre los dos procedimientos de evaluación podían estar relacionadas con la diferencia en la modalidad de administración del instrumento o con el hecho de responder al mismo instrumento en dos oportunidades, y b) la consistencia interna del cuestionario administrado telefónicamente en comparación con la consistencia interna del cuestionario aplicado en formato autoadministrado. 14/7/09 08:16:54 68 A. Pinto-Meza et al Métodos Sujetos El presente estudio es parte de un proyecto más amplio cuyo objetivo principal fue evaluar el coste-efectividad del tratamiento farmacológico prescrito en AP para el tratamiento de la depresión14. Para el objetivo de evaluar la validez de procedimiento de la administración telefónica del CSCSR se reclutó una muestra adicional. Los sujetos fueron seleccionados por dos médicos de AP entre individuos que buscaban atención médica en dos centros de AP de la provincia de Barcelona (España). Todos los sujetos fueron informados del propósito del estudio y firmaron un consentimiento informado. Se incluyó un total de 231 individuos con edades entre los 18 y los 75 años. Material El CSCSR12 mide específicamente la actividad del SIC y el SAC valorando las diferencias individuales en cuanto a la sensibilidad al castigo (SC) y la sensibilidad a la recompensa (SR) y los patrones conductuales resultantes, ya sean la inhibición o la aproximación conductual. Es un cuestionario autoadministrado y consta de 48 ítems, de los cuales 24 evalúan la SC y 24 la SR. Los ítems se puntúan sí/no, asignándose 1 punto a cada respuesta positiva. La puntuación total de cada escala puede oscilar entre 0 y 24. La escala SC, diseñada para medir específicamente diferencias individuales en la actividad del SIC, mide: a) la inhibición conductual (evitación pasiva) en situaciones generales que involucran novedad o posibles consecuencias aversivas, y b) el miedo o los procesos cognitivos producidos por la amenaza de castigo o fracaso. La escala SR, diseñada para valorar las diferencias individuales respecto de la actividad del SAC, evalúa la tendencia de respuesta frente a situaciones en las cuales las personas pueden realizar acciones para obtener refuerzo positivo. Estas situaciones incluyen temas como dinero, pareja sexual, eventos sociales, poder, búsqueda de sensaciones, etc. Ambas escalas son ortogonales y han mostrado propiedades psicométricas adecuadas12,13,15-18. Procedimiento Todos los sujetos respondieron el CSCSR en dos oportunidades (una vez por teléfono y otra en el formato autoadministrado) en un periodo de entre 2 y 7 días (media ± DE de 3,38 ± 1,8 días). La muestra se dividió en dos grupos en función del orden de las administraciones: autoadministrado/administrado por teléfono (AT) y administrado por teléfono/autoadministrado (TA). Con el propósito de evitar el posible efecto de conocer los resultados de una evaluación previa, las puntuaciones finales de ambas administraciones fueron calculadas cuando todos los datos estaban recogidos. Los sujetos no fueron asignados a los grupos de manera aleatoria, de modo que primero se completó el grupo AT y luego el TA. Los sujetos del grupo AT accedieron voluntariamente a responder el CSCSR en formato autoadministrado (mientras esperaban ser visitados en su centro de AP) y a ser reentrevistados telefónicamente más tarde. Los sujetos 02 ORIGINAL 00 (66-71).indd 68 del grupo TA fueron contactados primero por su médico de AP de modo de obtener permiso para que la evaluadora les telefoneara. Nuevamente los sujetos accedieron a participar de manera voluntaria. Con el objetivo de aumentar la probabilidad de respuesta a la posterior autoadministración del cuestionario, los sujetos seleccionados tenían una visita programada con su médico de AP dentro de los 7 días siguientes a la evaluación telefónica. Considerando que las instrucciones del CSCSR no eran completamente adecuadas para su administración telefónica (las instrucciones originales eran: “Por favor, responda a cada pregunta rodeando con un círculo la palabra sí o la palabra no, según sea su modo de pensar o sentir. No existen respuestas buenas ni malas, ni preguntas con truco. Trabaje rápidamente y no piense demasiado sobre el significado exacto de la pregunta”), las instrucciones para la administración telefónica del CSCSR fueron modificadas a las siguientes: “Voy a hacerle varias preguntas. Para cada pregunta las respuestas posibles son sí o no, según sea su modo de pensar o sentir. No existen respuestas buenas ni malas, ni preguntas con truco por lo que no piense demasiado sobre el significado exacto de la pregunta”. El estudio fue aprobado por el comité de ética de San Juan de Dios-Servicios de Salud Mental y la Fundación San Juan de Dios. Análisis estadísticos El grado de acuerdo entre las respuestas obtenidas en las aplicaciones telefónica y autoadministrada se analizó calculando el coeficiente de correlación intraclase (CCI) para puntuaciones individuales (se utilizó un modelo ANOVA bilateral de efectos mixtos con medidas de acuerdo absoluto). Además, se calculó el índice kappa para cada uno de los ítems del CSCSR. Se ha establecido que los valores del CCI y kappa menores de 0,4 indican un grado de acuerdo pobre; valores entre 0,41 y 0,75, un acuerdo moderado a bueno, y valores mayores de 0,75, un grado de acuerdo excelente19. Considerando que el intervalo entre 0,41 y 0,75 puede parecer amplio, se ha propuesto que los valores mayores de 0,6 indiquen un grado de acuerdo bueno20. Para evaluar hasta qué punto las diferencias en la media de las puntuaciones entre las dos modalidades de evaluación pueden relacionarse con el procedimiento diferente o con el hecho de responder dos veces a un mismo instrumento, se compararon las medias de ambas modalidades con la prueba de la t de Student para muestras repetidas, se calculó el tamaño del efecto con el estadístico de Cohen y se construyeron linear generalized estimated equation (GEE) models para las escalas SC y SR, considerando como factores el orden de la administración (es decir, si era la primera o la segunda evaluación) y la modalidad de administración (CSCSR administrado por teléfono o en formato autoadministrado), y el sexo, la edad y el nivel de estudios como covariables21,22. La consistencia interna del CSCSR administrado por teléfono se evaluó calculando el alfa de Cronbach y se comparó con la consistencia interna del instrumento aplicado en formato autoadministrado. Finalmente, las características sociodemográficas de los grupos fueron comparadas mediante las pruebas de la χ2 o ANOVA. 14/7/09 08:16:54 Evaluación telefónica de los sistemas de activación e inhibición conductual Resultados Las características sociodemográficas se encuentran resumidas en la tabla 1. No se observaron diferencias estadísticamente significativas en la distribución por sexo, estado civil o situación laboral. Sólo el nivel de estudios (p = 0,006) y la edad (p = 0,016) resultaron significativamente diferentes entre los grupos. Los sujetos del grupo AT tenían más años de estudio y eran más jóvenes que los sujetos del grupo TA. Los CCI entre las aplicaciones telefónica y autoadministrada del CSCSR fueron elevados, entre 0,93 y 0,91. Con respecto a la escala SC, los CCI fueron 0,92 (intervalo de confianza [IC] del 95%, 0,88-0,95) para el grupo AT; 0,93 para el grupo TA (IC del 95%, 0,9-0,95), y 0,93 (IC del 95%, 0,9-0,94) para el total de la muestra (grupo AT más grupo TA). En el caso de la escala SR, los CCI fueron 0,91 (IC del 95%, 0,87-0,93) para el grupo AT; 0,92 para el grupo TA (IC del 95%, 0,89-0,95), y 0,92 (IC del 95%, 0,89-0,94) para el total de la muestra (grupo AT más grupo TA). Al analizar el acuerdo por ítems del CSCSR aplicado por teléfono o autoadministrado, la mayoría de los ítems de la escala SC mostraron valores entre 0,41 y 0,75 (20 de los 24, que representa un 83,33%). Entre éstos, un total de 15 (75%) mostró valores kappa mayores de 0,6; 4 (16,76%) ítems mostraron índices kappa sobre 0,75 y ningún ítem presentó valores por debajo de 0,41. Con respecto a la escala SR, la mayoría de los ítems (15 de los 24, que representa el 62,5%) presentaron valores kappa entre 0,41 y 0,75. Entre éstos, un total de 12 (80%) mostró valores sobre 0,6; 8 (33,33%) ítems mostraron valores kappa sobre 0,75 y sólo un ítem (el número 24 del cuestionario) mostró un valor kappa menor de 0,41. Sin embargo, al analizar el índice kappa es impor- 69 tante mencionar que este ítem también mostró un porcentaje de respuesta positiva muy bajo (la mayoría de los sujetos respondió no, es decir, una respuesta de 0 puntos), que osciló entre el 1 y el 2,1%. La media de las puntuaciones obtenidas en el CSCSR, las diferencias entre las medias y el tamaño del efecto de Cohen entre cada par de evaluaciones se resumen en la tabla 2. La comparación de medias mostró diferencias estadísticamente significativas en la escala SC para los pares AT y TA. Los sujetos presentaron puntuaciones ligeramente más bajas para la aplicación telefónica de la escala SC al compararla con la autoadministrada. Sin embargo, el tamaño del efecto de Cohen resultó mínimo para ambos pares (0,11 y 0,09 respectivamente). Considerando que surgieron diferencias en la media de las puntuaciones del CSCSR entre los grupos, que variables como el sexo y la edad parecen influir en las puntuaciones en las escalas SC y SR12 y que los grupos presentaron diferencias respecto del nivel de estudios, se ajustaron modelos GEE para las escalas SC y SR. Al analizar la escala SC, se observó una tendencia pequeña (0,62 puntos) pero estadísticamente significativa a puntuaciones mayores para la forma autoadministrada (beta estimada = 0,62; IC del 95%, 0,33-0,92; p < 0,001). Además, el sexo femenino (beta estimada = 2,98; IC del 95%, 1,36-4,6; p < 0,001) y la edad (beta estimada = 0,05; IC del 95%, 0,01-0,1; p = 0,027) fueron significativos en el modelo, con mayores puntuaciones en la escala SC para las mujeres y las personas de mayor edad. Por otro lado, no se observó un efecto significativo de la interacción “primera o segunda evaluación/CSCSR aplicado por teléfono o en formato autoadministrado”. Al analizar la escala SR, se observó un efecto estadísticamente significativo para la interacción “primera o segunda evaluación/ Tabla 1 Características sociodemográficas por grupo AT (n = 116) TA (n = 115) Total (n = 231) Mujeres Edad (años)*, media ± DE (mediana) Estado civil Casada o convive Nunca casada Divorciada, separada, viuda Situación laboral Trabaja No trabaja (baja laboral, desempleo) Ama de casa Otro (estudiante/jubilado) Nivel de estudios (años)* 0-4 5-8 9-12 Más de 12 69,5% 48,01 ± 16,35 (47) 63,7% 53,07 ± 15,32 (57) 66,7% 50,48 ± 16,02 (51) 71,2% 15,3% 13,5% 70,9% 10,6% 18,5% 71% 13% 16% 33,1% 15,3% 28% 23,6% 31% 13,3% 41,5% 14,2% 32% 14,3% 34,6% 19,1% 27,6% 19% 27,5% 25,9% 28,3% 37,2% 21,2% 13,3% 27,9% 27,9% 24,5% 19,7% AT: cuestionario autoadministrado/administrado por telefono; DE: desviación estándar; TA: cuestionario administrado por teléfono/ autoadministrado. Para las comparaciones entre grupos se utiliza la prueba de la χ2 o ANOVA. *p < 0,05. 02 ORIGINAL 00 (66-71).indd 69 14/7/09 08:16:54 70 A. Pinto-Meza et al Tabla 2 Media de puntuaciones en el CSCSR, diferencias de media y tamaño del efecto de Cohen por grupos Grupos formados en función del orden del procedimiento de administración AT (n = 116) Autoadministrado Adminsitrado por teléfono Diferencia de medias: A-T Tamaño del efecto de Cohen TA (n = 115) Administrado por teléfono Autoadministrado Diferencias de media: T-A Tamaño del efecto de Cohen SC SR 10,88 ± 6,19 6,07 ± 3,4 10,16 ± 6,31 6,1 ± 3,42 0,72a –0,03 0,11 0,01 10,15 ± 5,79 7,28 ± 3,96 10,68 ± 6,17 7,02 ± 4,18 –0,53b 0,26 0,09 0,06 AT: cuestionario autoadministrado/administrado por telefono; CSCSR: cuestionario sensibilidad al castigo/ sensibilidad a la recompensa; SC: sensibilidad al castigo; SR: sensibilidad a la recompensa; TA. cuestionario administrado por teléfono/autoadministrado. Los datos indican media ± desviación estándar. a p < 0,001. b p < 0,05. CSCSR aplicado por teléfono o en formato autoadministrado” (p = 0,023). Es decir, si tomamos como referencia a los sujetos que respondieron una segunda administración por teléfono, los sujetos que respondieron una primera evaluación por teléfono obtuvieron 1,16 puntos más; los individuos que respondieron una primera evaluación en formato autoadministrado obtuvieron 0,03 puntos menos, y los sujetos que respondieron una segunda evaluación en formato autoadministrado obtuvieron 0,09 puntos más. Además, el sexo femenino resultó significativo en el modelo (beta estimada = –2,23; IC del 95%, –3,27 a –1,19; p < 0,001), es decir, las mujeres obtuvieron puntuaciones menores que los varones. El alfa de Cronbach para el CSCSR aplicado telefónicamente fue 0,89 (IC del 95%, 0,87-0,91) para la escala SC y 0,76 (IC del 95%, 0,69-0,8) para la escala SR. El alfa de Cronbach para el CSCSR en formato autoadministrado fue 0,89 (IC del 95%, 0,87-0,91) para la escala SC y 0,76 (IC del 95%, 0,71-0,81) para la SR. Discusión Los resultados del presente estudio permiten establecer que la evaluación telefónica y en formato autoadministrado del SIC y el SAC, mediante el CSCSR, ofrece resultados similares, lo que avala una adecuada validez del procedimiento de la administración telefónica del cuestionario. Hay una tendencia pequeña pero estadísticamente significativa a puntuaciones mayores para la forma autoadministrada de la escala SC y para la interacción “primera o segunda evaluación/CSCSR aplicado por teléfono o en formato autoadmi- 02 ORIGINAL 00 (66-71).indd 70 nistrado” para la escala SR. Además, la consistencia interna del CSCSR aplicado telefónicamente es buena y muy similar a la del cuestionario autoadministrado. Los CCI entre la aplicación telefónica y la autoadministrada fueron buenos, con independencia del orden del procedimiento de aplicación (AT o TA). Más aún, la concordancia por ítems (calculada a partir del índice kappa) mostró grados buenos o excelentes para la mayoría de ellos, a excepción del ítem 24 de la escala SR. Este ítem también mostró un porcentaje muy bajo de respuesta positiva (la mayoría de los individuos contestó no, una respuesta de 0 puntos). De acuerdo con Grove et al23 y Spitznagel et al24, en estos casos la interpretación del índice kappa es problemática, ya que sus valores dependen de la prevalencia del fenómeno estudiado. De hecho, se indica que, cuando la prevalencia es muy baja (< 5%), no se debería calcular el índice kappa. Por ejemplo, dados unos valores de especificidad y sensibilidad constantes a 0,95, un valor de kappa puede disminuir de 0,81 a 0,14 si la prevalencia disminuye del 50 al 1%. Por lo tanto, los valores de kappa diferentes pueden atribuirse completamente a las diferencias en la prevalencia. Tomando todo esto en consideración, podemos asumir que la aplicación telefónica y autoadministrada del CSCSR producen resultados muy concordantes, esto avala una adecuada validez de procedimiento para la aplicación telefónica del instrumento. La comparación de la media de las puntuaciones del CSCSR reveló una tendencia significativa a puntuaciones mayores para la escala SC autoadministrada. Sin embargo, las diferencias fueron mínimas (0,62 puntos) y probablemente de muy poca relevancia para la evaluación de las diferencias individuales. Si bien ambos procedimientos (aplicación telefónica y autoadministración) consideraron las mismas preguntas (ítems), podría ocurrir que contestar individualmente (es decir en formato autoadministrado) puede favorecer el reconocimiento de ciertas características que, en el caso de estar frente a otro que pregunta (por teléfono), podría inhibirse ya sea por desconfianza o por falta de privacidad (si es que el entrevistado no está solo al momento de responder). Tal y como Evans et al25 señalaron: “es más difícil asegurar la privacidad en una entrevista telefónica, ya que el entrevistador no sabe quién más puede estar presente, posiblemente inhibiendo la apertura del sujeto”. Si bien la interacción “primera o segunda evaluación/CSCSR aplicado por teléfono o en formato autoadministrado” resultó estadísticamente significativa para la escala SR, creemos que una disminución de 0,03 puntos al contestar en primer lugar en formato autoadministrado puede no considerarse relevante al evaluar diferencias individuales. La consistencia interna de las escalas SC y SR administradas telefónicamente resultó buena y casi idéntica a la de la autoadministrada. Debemos reconocer algunas limitaciones de este estudio y de la evaluación telefónica en general. En primer lugar, los sujetos no fueron aleatorizados a los grupos. Esto puede explicar por qué los grupos presentaron diferencias en algunas características sociodemográficas. En segundo lugar, la muestra fue seleccionada a partir de personas que buscaban asistencia médica en centros de AP y, mayoritariamente, estaba compuesta por mujeres, lo cual limita la genera- 14/7/09 08:16:55 Evaluación telefónica de los sistemas de activación e inhibición conductual lización de nuestros resultados. En tercer lugar, debido a problemas de confidencialidad (evaluadora no autorizada para acceder a los datos personales, como el teléfono de los pacientes), los sujetos fueron contactados primeramente por su médico de AP, con el fin de obtener autorización para entrevistarlos telefónicamente. Por lo anterior, los resultados del presente estudio pueden tener limitaciones al generalizarlos a estudios donde el primer contacto con los individuos sea telefónico. Finalmente, debemos tener en cuenta que cuando evaluamos telefónicamente estamos excluyendo selectivamente a los individuos sin teléfono (por ejemplo, individuos de áreas rurales) y, por lo tanto, hay un sesgo en nuestros resultados. Conclusiones Los resultados de este estudio avalan la fiabilidad de la evaluación telefónica del SIC y el SAC mediante el CSCSR. Creemos que esto posibilitará el desarrollo de más estudios respecto de la actividad del SIC y el SAC y su relación con la psicopatología, con el fin de superar barreras geográficas y favorecer la inclusión de medidas de SIC y SAC en estudios longitudinales con evaluaciones de seguimiento frecuentes o en grandes estudios epidemiológicos. Financiación Estudio financiado por la Agencia Catalana de Evaluación de Tecnologías e Investigación Médica (063/26/2000). David Suárez cuenta con una beca del Instituto de Salud Carlos III, Ministerio de Ciencia e Innovación, España (FIS CA05/ 0177). Bibliografía 1. Gray JA. 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Spitznagel EL, Helzer JE. A proposed solution to the base rate problem in the Kappa statistic. Arch Gen Psychiatry. 1985;42: 725-8. 25. Evans M, Kessler D, Lewis G, Peters TJ, Sharp D. Assessing mental health in primary care research using standardized scales: can it be carried out over the telephone? Psychol Med. 2004;34:157-62. 14/7/09 08:16:55 Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.) 2009;2(2):72-82 ISSN: 1888-9891 revista de psiquiatría y salud mental Revista de Psiquiatría y Salud Mental Revista de Psiquiatría y Salud Mental Órgano Oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica Volumen 2, Número 2. Abril-Junio 2009 EDITORIAL Reconceptualización de la nosología psiquiátrica: el caso de la conducta suicida ORIGINALES Evaluación telefónica de los sistemas de activación e inhibición conductual Estudio empírico de los correlatos psicosociales y clínicos del trastorno delirante: el estudio DELIREMP Predictores clínicos del funcionamiento interpersonal en pacientes bipolares ψ Variabilidad en el gen COMT y modificación del riesgo de esquizofrenia conferido por consumo de cannabis ARTÍCULO ESPECIAL Ansiedad bipolar CARTAS AL DIRECTOR Cuidados psicológicos del paciente crítico abril-junio 2009 - volumen 2 - numero 2 www.elsevier.es/saludmental Apoyo a los familiares de pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos AGENDA 2009 www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL Un estudio empírico de los correlatos psicosociales y clínicos del trastorno delirante: el estudio DELIREMP Enrique de Portugala, Nieves Gonzálezb, Miriam Vilaplanab, Josep M. Haroc, Judit Usallc y Jorge A. Cervillad,* Departamento de Psiquiatría, Hospital Gregorio Marañón, Madrid, España Unidad de Investigación y Desarrollo, Sant-Joan de Déu-SSM, Barcelona, España c Unidad de Investigación y Desarrollo, Sant-Joan de Déu-SSM, CIBER en Salud Mental (CIBERSAM) nodo de Sant Joan de Déu, Barcelona, España d Departamento de Psiquiatría e Instituto de Neurociencias, Universidad de Granada, CIBER en Salud Mental (CIBERSAM) nodo de la Universidad de Granada, Granada, España a b Recibido el 29 de abril de 2009; aceptado el 29 de abril de 2009 PALABRAS CLAVE Trastorno delirante; Paranoia; Psicopatología; Psicosis; Síntomas Resumen Objetivo: La finalidad de este estudio es describir los correlatos psicosociales y clínicos del trastorno delirante (TD) y sus tipos. Este enfoque es importante porque la mayor parte del conocimiento existente sobre el TD no procede de datos empíricos obtenidos con el empleo de un método de investigación sistemático validado. Métodos: Se llevó a cabo un estudio transversal en una muestra de 86 pacientes que cumplían los criterios del DSM-IV para el TD según lo determinado con la aplicación del SCID-I. Las variables estudiadas se evaluaron con una metodología sistemática y con instrumentos estandarizados, e incluyeron los posibles factores de riesgo psicosocial (bajo nivel socioeconómico o aislamiento social, inmigración, deficiencias sensoriales, edad avanzada al inicio), los antecedentes psiquiátricos familiares y personalidad premórbida (SAP), la psicopatología psicótica (PANSS), el síndrome depresivo (MADRS), la función cognitiva general (MMSE), la comorbilidad de eje I (MINI) y otros aspectos clínicos, como el funcionamiento general (GAF) y la discapacidad (SDI). Se completó también un cuestionario sociodemográfico y clínico. Resultados: La media de edad al inicio del TD era 39,6 años y un 61,6% de los pacientes eran mujeres. Los tipos más frecuentes de TD fueron el persecutorio (59,3%) y el celotípico (22,1%). Casi un 21% de los pacientes tenían antecedentes familiares de esquizofrenia y el 17,4%, de TD (en un porcentaje significativamente mayor en el tipo celotípico). El 64% de los pacientes tenían trastorno de la personalidad premórbido (el 38,4%, paranoide, y el 12,8%, esquizoide). El tipo de TD de grandiosidad se relacionaba de manera significativa con unas puntuaciones más altas de la subescala positiva de la PANSS, y el tipo mixto, con puntuaciones más bajas de la subescala negativa de la PANSS. La depre- * Autor para correspondencia. Correo electrónico: jacb@ugr.es (J.A. Cervilla). 1888-9891/$ - see front matter © 2009 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados 03 ORIGINAL 11 (72-82).indd 72 14/7/09 08:27:03 Un estudio empírico de los correlatos psicosociales y clínicos del trastorno delirante: el estudio DELIREMP 73 sión afectaba al 45,3% de los pacientes (principalmente, depresión leve) y un 45,3% tenía alucinaciones (el 20,9%, táctiles, y el 16,3%, olfatorias), que eran más frecuentes en los casos de tipo somático. La media ± desviación estándar de la MMSE era 27,6 ± 2,5, lo cual indicaba una función cognitiva preservada. La media de GAF era 63,9 ± 11,3, que corresponde a un grado moderado de discapacidad; este aspecto era significativamente peor en los casos del tipo de grandiosidad. Conclusiones: Este estudio aporta una evidencia única, de carácter empírico y fiable, sobre los correlatos psicosociales, clínicos y psicopatológicos reales del TD y sus tipos. © 2009 Sociedad Española de Psiquiatría y Sociedad Española de Psiquiatría Biológica. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. KEYWORDS Delusional disorder; Paranoia; Psychopathology; Psychosis; Symptoms An empirical study of psychosocial and clinical correlates of delusional disorder: the DELIREMP study Abstract Objective: We aim to describe psychosocial and clinical correlates of delusional disorder (DD) and its types. This approach is important because most knowledge on DD does not come from empirical data collected using a validated systematic research method. Methods: A cross-sectional study was conducted in a sample of 86 patients fulfilling DSMIV criteria for DD as established using the SCID-I. Variables were evaluated using a systematic methodology and standardized instruments, and included possible psychosocial risk factors (low socioeconomic status or social isolation, immigration, sensory deficits, older age at onset), family history of psychiatric disorders and premorbid personality (SAP), psychotic psychopathology (PANSS), depressive syndrome (MADRS), global cognitive functioning (MMSE), axis I comorbidity (MINI) and other clinical aspects such as global functionality (GAF), and disability (SDI). A sociodemographic and clinical questionnaire was also completed. Results: The mean age at onset was 39.6 years and 61.6% of the cases were female. The most frequent DD types were persecutory (59.3%) and jealous (22.1%). Nearly 21% had a family history of schizophrenia and 17.4% had DD (significantly higher among those with the jealous subtype). Sixty-four percent had a premorbid personality disorder (38.4% paranoid, 12.8% schizoid). The grandiose type was significantly associated with higher scores on the PANSS positive subscale and the mixed type with lower scores on the PANSS negative subscale. Depression affected 45.3% of subjects (mainly mild depression) and 45.3% had hallucinations (20.9% tactile, 16.3% olfactory), which were more common among somatic cases. The mean MMSE was 27.6 ± 2.5 suggesting a preserved cognitive function. Mean GAF was 63.9 ± 11.3 indicating a moderate degree of disability, which was significantly worse amongst grandiose cases. Conclusions: This study provides unique empirical and reliable evidence on the real psychosocial, clinical, and psychopathological correlates of DD and its types. © 2009 Sociedad Española de Psiquiatría y Sociedad Española de Psiquiatría Biológica. Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción El trastorno delirante (TD) es infrecuente (incidencia estimada de 1-3 nuevos casos/100.000 al año)1 y se caracteriza por presentar un sistema de ideas delirantes, no extrañas, de carácter persistente2. El DSM-IV describe siete tipos diferentes de TD en función del tema predominante de los delirios (persecutorio, celotípico, somático, de grandiosidad, erotomaníaco, mixto y no especificado)2. La baja frecuencia de este trastorno y el hecho de que muchos pacientes con TD no soliciten ayuda psiquiátrica han dificultado su 03 ORIGINAL 11 (72-82).indd 73 estudio3. Así, hay pocos estudios empíricos sobre el TD, y muchos de ellos se basan en muestras de pequeño tamaño, utilizan criterios diagnósticos diferentes y tienen diseños diversos, con lo que los resultados son contradictorios en cuanto a los parámetros psicosociales y clínicos del TD y a las diferencias entre sus distintos tipos. Durante la última década, cuatro estudios epidemiológicos del TD han indicado que los casos de TD de mayor prevalencia son los de tipo persecutorio4-7. Cuando el tipo mixto no estaba incluido, Yamada et al4 observaron, en sus 54 casos de TD diagnosticados según los criterios del DSM-III-R, 14/7/09 08:27:03 74 E. de Portugal et al que el tipo persecutorio era el más frecuente (51%), seguido del tipo somático (27,5%). De forma análoga, Maina et al5, con 64 pacientes diagnosticados mediante entrevistas clínicas estructuradas para el DSM-IV, observaron también una prevalencia mayor del tipo persecutorio (54,4%), seguido del tipo somático (17,4%). Hsiao et al6, en un estudio retrospectivo de 86 casos de TD según los criterios del DSMIV, señalaron también que el tipo persecutorio era el más frecuente, aunque con un porcentaje más elevado (70,9%), mientras que el tipo mixto era el segundo más común (14%). Nuestro grupo, en un reciente estudio retrospectivo de carácter descriptivo, en el que se examinaron 370 casos de TD, observó asimismo que el tipo específico más frecuente era el persecutorio (47,4%), seguido del mixto (11,5%)7. En el metaanálisis de Kendler1 de 1982, así como en la mayoría de los estudios posteriores, se observó que la media de edad de inicio oscilaba entre los 35 y los 45 años4-9. Yamada et al4 indicaron que la edad de inicio más avanzada era en el tipo persecutorio y la más temprana en el tipo somático. Kendler1 observó también que el número de mujeres afectadas era ligeramente mayor que el de varones (con una proporción de mujeres:varones de 1,2:1), mientras que en estudios más pequeños del TD se ha observado una proporción mujeres:varones incluso mayor (de entre 1,9:1 y 3:1)4,5,8. Varios estudios han indicado que la mayor parte de los pacientes con TD estaban casados, tenían empleo, vivían con su propia familia y formaban parte de un grupo de nivel educativo y socioeconómico bajo1,5,9. Aunque hay muchas teorías acerca de la causa del TD, la evidencia empírica existente al respecto es limitada3,10. Entre los factores de riesgo de posible relevancia para el TD se encuentran la edad de inicio avanzada, el nivel socioeconómico bajo o el aislamiento social1,5, la inmigración11, las deficiencias sensoriales12,13, los rasgos de personalidad premórbidos del cluster A7,14-16 y la transmisión familiar. Esta última es el factor de riesgo mejor documentado. Las familias de los pacientes con TD presentan unas tasas elevadas de celos, suspicacia, trastorno de personalidad paranoide y TD, aun cuando las tasas de esquizofrenia o trastornos del estado de ánimo no son superiores1,17-24. Además, en los últimos años se ha hecho especial hincapié en la importancia de factores orgánicos sutiles, como los traumatismos craneoencefálicos con pérdida del conocimiento premórbidos, el abuso de sustancias premórbido o la edad avanzada, que pueden ser importantes en la inducción de la aparición de un TD25,26. Por lo que respecta a la mayor parte de los posibles factores de riesgo citados, nuestro estudio previo no observó diferencias significativas entre los distintos tipos de TD7. Diversos autores han descrito una frecuencia elevada (20-53%) de síndrome depresivo en los pacientes con TD5-9. Dos grupos de estudio han comparado la prevalencia de la depresión en los distintos tipos de TD y no han observado diferencias significativas4,7. En esos mismos estudios se observó que las alucinaciones no eran infrecuentes en los pacientes con TD (casi un 15%), y que las más comunes eran las de tipo auditivo no prominentes (9,6-11,6%), seguidas de las táctiles (4,4-5,8%)4,7. Sorprendentemente, hasta donde nosotros sabemos, no se han realizado estudios en los que se haya evaluado la psicopatología psicótica del TD y sus tipos mediante entrevista estructurada estándar para 03 ORIGINAL 11 (72-82).indd 74 los trastornos psicóticos. Maina et al5 estudiaron la concomitancia de trastornos del eje I del DSM-IV y el TD, y determinaron que un 71,9% de los pacientes presentaban, como mínimo, un trastorno comórbido a lo largo de la vida (y un 31,3% lo presentaba en el momento de la evaluación), principalmente trastornos del estado de ánimo, sobre todo en los casos de TD persecutorio. La primera consulta psiquiátrica suele tener lugar entre 4 y 6 años después del inicio del trastorno4,5,9. En la mayor parte de los pacientes el inicio es insidioso; en casi un 40% de los casos se identifican factores desencadenantes, y en en el 63-90% de los casos de TD hay un curso crónico ininterrumpido9,27. Por lo que respecta a las características de la evolución del TD, no hay ningún estudio que haya comparado las diferencias entre los distintos tipos de TD. Nuestro grupo ha indicado en un estudio previo que el paciente con TD tiene un bajo grado de funcionamiento psicosocial y que éste es significativamente peor en los casos erotomaníacos y de grandiosidad7. Esta escasez de estudios descriptivos empíricos y sistemáticos sobre el TD nos brinda una oportunidad única de explorar los correlatos psicosociales y clínicos del TD con el empleo de una muestra relativamente grande y estudiada de manera detallada. Describimos empíricamente y cuantificamos la frecuencia de los tipos de TD y exploramos los parámetros psicosociales del TD y sus tipos, así como sus características clínicas. Métodos Muestra Se seleccionó aleatoriamente una muestra de carácter transversal, formada por 106 individuos con diagnóstico de TD a partir de un registro informatizado de casos de cinco centros de salud mental (CSM) ambulatorios pertenecientes a Sant Joan de Déu-Serveis de Salut Mental (SJD-SSM)7. SJDSSM es una institución de financiación estatal que presta asistencia psiquiátrica completa en centros ambulatorios y hospitalarios y que presta servicio a una población de 607.494 habitantes de un área bien definida del sur de Barcelona (España). Los criterios de inclusión fueron los siguientes: a) estar diagnosticado de TD según el DSM-IV2; b) tener 18 años de edad o más; c) residir en el área de asistencia de los CSM participantes; d) haber acudido al CSM al menos en una ocasión durante los 6 meses previos; f) que el psiquiatra clínico referente aceptara que el paciente participe, y e) que el paciente también aceptara participar. Los criterios de exclusión fueron los siguientes: a) no cumplir la confirmación diagnóstica de TD al aplicar el módulo de psicosis de la entrevista clínica estructurada para trastornos de eje I del DSM-IV (Structured Clinical Interview for DSM-IV Axis I Disorders, SCID-I)28,29, y b) diagnóstico de retraso mental. Seis pacientes rechazaron participar en el estudio, 8 no fueron incluidos porque sus psiquiatras clínicos no aceptaron que participaran y se excluyó a otros 6 por no cumplir la confirmación diagnóstica de TD mediante la aplicación del SCID-I (en 3 de ellos se observó finalmente que cumplían los criterios del DSM-IV para la esquizofrenia, en 1, los del trastorno esquizoafectivo; en 1, los de trastorno psicótico debi- 14/7/09 08:27:04 Un estudio empírico de los correlatos psicosociales y clínicos del trastorno delirante: el estudio DELIREMP do a enfermedad médica y en otro caso, los de trastorno psicótico debido a abuso de sustancias). Así pues, se completó la evaluación en 86 pacientes, que forman la muestra final de nuestro estudio. Se proporcionó a todos los pacientes una descripción completa del estudio, y se obtuvo su consentimiento informado por escrito para la participación después de una invitación mediante una carta de su psiquiatra. El estudio fue aprobado por el comité ético del SJDSSM. Variables e instrumentos de valoración Diagnóstico de TD. Todos los pacientes fueron evaluados por un estudiante de posgrado licenciado en psicología clínica, adecuadamente formado para la administración de todos los instrumentos del estudio. El diagnóstico de TD se validó con el módulo de psicosis de la Structured Clinical Interview for DSM-IV Axis I Disorder, versión clínica (SCID-I CV)28,29. Los pacientes fueron asignados a uno de los siete tipos de TD del DSM-IV (persecutorio, celotípico, somático, erotomaníaco, de grandiosidad, mixto y no especificado). Datos sociodemográficos y generales. Se utilizó un inventario sistemático para la obtención de las variables demográficas (edad, sexo, estado civil, nivel de estudios, nivel socioeconómico en función de los ingresos), los antecedentes psiquiátricos familiares de primer y segundo grado, sordera premórbida (definida como una pérdida de la audición que motivara dificultades de comunicación), inmigración premórbida, traumatismos craneoencefálicos con pérdida del conocimiento premórbidos, abuso de sustancias premórbido (según los criterios del DSM-IV), intentos de suicidio, problemas conyugales, episodios de heteroagresividad física hacia personas, problemas legales y encarcelamiento, factores desencadenantes según el eje IV del DSM-IV, edad de inicio del TD, edad de la primera consulta psiquiátrica, forma de inicio (aguda [< 3 meses] o insidiosa [> 3 meses]), tiempo desde el inicio, tipo de curso del trastorno (crónico ininterrumpido o fásico con remisión total) y uso de recursos psiquiátricos (número de ingresos psiquiátricos a lo largo de la vida y visitas en el servicio de urgencias en los últimos 5 años). Personalidad premórbida. Se utilizó la Standardised Assessment of Personality (SAP)30 para evaluar la personalidad premórbida. La SAP detecta la presencia y el tipo de trastorno de la personalidad, con independencia de la naturaleza de la enfermedad, mediante el empleo de una entrevista semiestructurada breve con un informante (familiar o amigo íntimo). Las preguntas están adaptadas a los criterios de la CIE-10 y el DSM-IV para el diagnóstico de los trastornos de la personalidad. El informante debe conocer al paciente desde al menos 5 años antes del inicio del trastorno y debe estar familiarizado con su comportamiento en una amplia gama de situaciones. Síntomas psicóticos. Se evaluaron mediante la escala Positive and Negative Syndrome Scale for Schizophrenia (PANSS)31,32. Los antecedentes de síntomas psicóticos se evaluaron con el módulo B (síntomas psicóticos y concomitantes) del SCID-I CV28,29. Síntomas depresivos. Los síntomas depresivos y su gravedad se evaluaron con la escala Montgomery-Asberg Depres- 03 ORIGINAL 11 (72-82).indd 75 75 sion Rating Scale (MADRS)33,34. La MADRS está formada por 10 ítems, a cada uno de los cuales se asigna una puntuación de entre 0 y 6. Los criterios de interpretación de la puntuación total, que va de 0 a 60 puntos, establecen que una puntuación de 7-19 indica una depresión leve; una puntuación de 20-34, una depresión moderada, y una puntuación mayor de 35, una depresión grave. Funcionamiento cognitivo general. Se evaluó con la MiniMental State Examination, versión de 30 ítems (MMSE-30)35,36, que es una prueba diseñada para detectar el deterioro cognitivo mediante 30 ítems que exploran áreas cognitivas como la orientación temporoespacial, la memoria inmediata, la concentración y el cálculo, la memoria tardía, el lenguaje y la praxis. Una puntuación de 23 o menos se considera indicativa de un posible deterioro cognitivo. Comorbilidad psiquiátrica. La coexistencia de trastornos psiquiátricos del eje I del DSM-IV y riesgo de suicidio se diagnosticó con la Mini International Neuropsychiatric Interview (MINI) para el DSM-IV37-39. Funcionalidad. El funcionamiento psicosocial general se evaluó con la escala Global Assessment of Functioning (GAF)40. La escala GAF está formada por un solo ítem de actividad general del paciente que se puntúa en una escala de 100 (actividad satisfactoria) a 1 (expectativa clara de muerte). Discapacidad. Se evaluó con el Sheehan Disability Inventory (SDI)41,42. El SDI está formado por cinco ítems que se agrupan en las tres escalas siguientes: a) discapacidad, que incluye los primeros tres ítems y evalúa el grado en que los síntomas interfieren en tres dominios de la vida del paciente (trabajo, vida social y vida familiar); b) estrés percibido, que evalúa el grado en que los episodios estresantes y los problemas personales han deteriorado la vida del paciente, y c) apoyo social, que evalúa el apoyo que obtiene el paciente en comparación con el que necesita. Los primeros cuatro ítems se puntúan mediante una escala de Likert que va de 0 (ninguna en absoluto) a 10 (extrema). Los valores de 1 a 3 se consideran “leves”, los de 4 a 6 se consideran “moderados” y los de 7 a 9 se consideran “intensos”. El quinto ítem se puntúa con una escala porcentual, en la que el 100% significa que los pacientes reciben todo el apoyo que necesitan. Se obtienen tres puntuaciones, una para cada escala. La puntuación de la escala de discapacidad se obtiene sumando las puntuaciones de cada uno de los tres ítems de la escala. Análisis estadísticos Se analizaron las características sociodemográficas y clínicas mediante estadística descriptiva (frecuencias, media y desviación estándar). En el análisis según los tipos de TD, se utilizaron pruebas no paramétricas debido al pequeño tamaño muestral de la muestra y a que no se cumplía el supuesto de normalidad. Para analizar las diferencias estadísticas entre las variables cuantitativas y cada tipo de TD, se utilizaron pruebas de la U de Mann-Whitney. La relación estadística entre las variables cualitativas y cada tipo de TD se determinó con la prueba de la χ2. Se utilizó la prueba exacta de Fisher en el caso de tablas de contingencia de 2 × 2 con una frecuencia esperada < 5. 14/7/09 08:27:04 76 E. de Portugal et al Resultados Frecuencia de los tipos de TD y correlatos psicosociales Se dispuso de datos completos de la totalidad de los 86 participantes y todos ellos fueron incluidos en el análisis. El tipo persecutorio fue el más frecuente y se daba en el 59,3% de los casos, seguido del tipo celotípico (22,1%). La media ± desviación estándar de edad era 54 ± 14,4 años y la media de edad de inicio del TD era 39,6 ± 14,3 años. El 61,6% del total de la muestra estaba formado por mujeres. El número medio de años de estudios a tiempo completo era 7,3 ± 1,1. El tipo erotomaníaco se asignaba de manera significativa a un menor número de años de estudios. El más frecuente (52,3%) era el estado civil casado o con pareja, con una relación significativa con el tipo celotípico. Más de la mitad de los pacientes vivían con su propia familia (53,5%), mientras que un 19,8% vivían solos. En la tabla 1 se resumen las características sociodemográficas del TD y sus tipos. En la tabla 2 se muestran los posibles factores de riesgo para el TD y sus tipos. Se identificaron antecedentes familiares de primer y segundo grado de esquizofrenia, TD y trastornos afectivos en el 20,9, el 17,4 y el 25,6% de los pacientes, respectivamente. El tipo celotípico tuvo una relación significativa con los antecedentes familiares de TD. El 64% de los pacientes tenían al menos un trastorno de la personalidad premórbido; el más frecuente era el paranoide (38,4%), seguido del esquizoide (12,8%). El tipo persecutorio se asoció de manera significativa con una mayor frecuencia de trastorno esquizotípico de la personalidad, mientras que el tipo somático con el trastorno obsesivo de la personalidad. Casi una cuarta parte de los casos de TD (24,4%) se inició en pacientes de edad avanzada (> 50 años). El 18% tenía sordera premórbida y un 9,3% eran inmigrantes en el momento del inicio del trastorno. Había antecedentes de traumatismos craneoencefálicos con pérdida del conocimiento premórbidos en un 17,4% y de abuso de sustancias premórbido en un 18,6%. El tipo persecutorio tendía a una relación significativa con una mayor frecuencia de antecedentes de Tabla 1 Características sociodemográficas del trastorno delirante y sus tipos Trastorno delirante Total Persecutorio, (n = 86) n = 51 (59,3%) Edad (años) Edad de inicio (años) Sexo Varones Mujeres Estado civil Soltero Casado Separado /divorciado Viudo Años de estudios Vive con Nadie Familia de origen Familia propia Centro Ingresos (euros/mes) % % Celotípico, n = 19 (22,1%) p % Somático, n = 3 (3,5%) p % Erotomaníaco, De grandiosidad, Mixto, n = 4 (4,7%) n = 4 (4,7%) n = 5 (5,8%) p % p % p % p 54 ± 14,4 52,5 ± 14,4 0,368 54,6 ± 11,6 0,759 56,6 ± 26,2 0,841 62,2 ± 7,9 0,251 56,6 ± 24,3 0,667 55 ± 16 0,934 39,6 ± 14,3 40 ± 14,6 0,829 39,4 ± 9,8 0,588 44,6 ± 33,2 0,859 38 ± 20,7 0,704 30,75 ± 7,4 0,186 40,4 ± 14,7 0,775 — 38,4 61,6 — — 22,1 37,1 — 0,797 — — 9,3 — 12,7 0,188 — 0,705 — — 2,3 — 1,1 0,006a — 0,556 — — 0,814 — 0 4,6 — 0,296 — — 0,43 — 2,3 2,3 — 0,636 — — 0,551 — 2,3 3,4 — 1 — — 0,247 24,4 52,3 16,3 16,3 25,6 11,6 — 0 — 18,6 — 3,5 — — — — — — 1,1 1,1 1,1 — — — 2,3 2,3 0 — — — 3,4 2,3 0 — — — 7 7,3 ± 1,1 5,8 7,6 ± 1,5 — 0 0,339 6,3 ± 1,7 — 0 0,489 8 ± 15,9 — 1,1 0,863 2,9 ± 4,2 — 0 0,042b 6,5 ± 5,2 — 0 — 0,957 11,1 ± 10,9 0,335 — 19,8 19,8 — 15,1 12,8 0,156 — — 2,3 — 0 0,096 — — 0 — 1,2 0,663 — — 1,1 — 1,1 0,001a — — 1,1 — 1,1 0,319 — — 0 — 3,5 0,12 — — 53,5 27,9 — — — — — 2,3 — 6,9 673 ± 354 3,5 673 ± 354 — 1,1 0,799 888 ± 566 — — 0 375 ± 487 — 0,203 18,6 1,1 2,3 0 2,3 1,1 1,1 — 0 — 1,1 — 1,1 0,394 1.021 ± 252 0,238 542 ± 347 0,399 720 ± 426 Los datos indican media ± desviación estándar, excepto donde se indica. a p < 0,01. b p < 0,05. 03 ORIGINAL 11 (72-82).indd 76 14/7/09 08:27:05 Un estudio empírico de los correlatos psicosociales y clínicos del trastorno delirante: el estudio DELIREMP traumatismo craneoencefálico con pérdida del conocimiento premórbido, mientras que el tipo mixto tenía relación significativa con un mayor abuso de sustancias premórbido. 77 fue 13,8 ± 4,5 y 9,9 ± 2,8, respectivamente, y la media de la puntuación de la subescala psicopatología general de la PANSS fue 23,8 ± 4,8. El tipo de grandiosidad conllevó, de manera significativa, unas puntuaciones más altas de la subescala positiva de la PANSS, y el tipo mixto, unas puntuaciones más bajas de la subescala negativa de la PANSS. El 45% de los participantes presentaban depresión según la MADRS (depresión leve en un 37,2% y moderada en un 8,1% de los pacientes), y en un 20,9% había habido intentos de suicidio. Refería alucinaciones el 45,3% de los pacientes (las alucinaciones táctiles eran las más frecuentes [20,9%], seguidas de las olfatorias [16,3%]). El Correlatos clínicos y psicopatológicos del TD y sus tipos En la tabla 3 se indica la psicopatología y la comorbilidad de eje I del DSM-IV observada con el TD y sus tipos. La media de puntuaciones de las subescalas positiva y negativa de la PANSS Tabla 2 Posibles factores de riesgo para el trastorno delirante y sus tipos Trastorno delirante Total (n = 86) % Antecedentes 61,6 familiares Esquizofrenia20,9 Trastorno 17,4 delirante Trastorno 25,6 afectivo Personalidad 64 premórbida (SAP) Paranoide 38,4 Esquizoide 12,8 Esquizotípico8,1 Antisocial 0 Límite 2,3 Histriónico 2,3 Narcisista 4,7 Obsesivo 11,6 Por depen- 5,8 dencia Por evitación 9,3 Inmigración 9,3 premórbida Sordera 18,6 premórbida Edad de inicio 24,4 avanzada (> 50) Traumatismo 17,4 craneal premórbido Abuso 18,6 de sustancias premórbido Persecutorio, n = 51 (59,3%) Celotípico, n = 19 (22,1%) % p % 37,3 0,797 13,9 13,9 5,8 p 0,877 Somático, n = 3 (3,5%) % p Erotomaníaco, De grandiosidad, Mixto, n = 4 (4,7%) n = 4 (4,7%) n = 5 (5,8%) % p % p % p 3,5 0,282 2,3 0,663 2,3 0,636 2,3 0,367 0,474 3,5 0,024a 9,3 0,751 1,1 0,003b 1,1 0,51 0,442 0 1,1 0,575 0,542 2,3 0 0,192 1 0 0 0,579 0,582 11,6 0,125 6,9 0,556 1,1 0,16 1,1 1 0 0,568 3,4 0,103 33,7 0,17 13,9 0,97 3,4 0,291 2,3 0,626 3,4 1 5,8 0,152 19,7 8,1 8,1 0 2,3 1,1 2,3 6,9 1,1 0,246 1 0,038a — 0,512 1 1 1 0,153 10,4 2,3 0 0 0 0 0 1,1 0 0,361 1 0,34 — 1 1 0,571 0,447 0,582 2,3 0 0 0 0 0 0 3,4 1,1 0,556 1 1 — 1 1 1 0,001b 0,166 1,1 0 0 0 0 1,1 1,1 0 1,1 1 1 0,542 — 1 0,091 0,176 1 0,217 2,3 0 0 0 0 0 1,1 0 1,1 0,636 1 1 — 1 1 0,176 1 0,217 2,3 2,3 0 0 0 0 0 0 1,1 1 0,121 1 – 1 1 1 1 0,264 4,6 5,8 0,71 1 2,3 2,3 1 1 1,1 0 0,257 1 0 0 1 1 0 0 1 1 1,1 1,1 0,394 0,394 11,8 0,773 4,6 0,746 1,1 0,465 0 1 1,1 0,586 0 0,579 15,2 0,78 4,7 1 1,1 1 1,1 1 0 0,568 2,3 0,592 13,9 0,073 3,4 1 0 1 0 1 0 1 0 0,582 8,1 0,16 4,6 0,746 1,1 0,465 1,1 0,568 0 1 3,4 0,043a SAP: Standard Assessment of Personality. a p < 0,05. b p < 0,01 03 ORIGINAL 11 (72-82).indd 77 14/7/09 08:27:05 78 E. de Portugal et al Tabla 3 Gravedad de la psicopatología y la comorbilidad del eje I en el trastorno delirante y sus tipos Trastorno delirante Total Persecutorio, (n = 86) n = 51 (59,3%) % Trastornos 4,6 Alucinaciones 45,3 (SCID-I) Auditivas no 15,1 prominentes Visuales no 8,1 prominentes Táctiles 20,9 Olfatorias 16,3 Gustativas no 4,7 prominentes Intento 20,9 de suicidio Agresividad 10,4 física Problemas 27,9 legales Encarce- 6,9 lamiento Problemas 74,4 conyugales PANSS 13,8 ± 4,5 positiva PANSS 9,9 ± 2,8 negativa PANSS 23,8 ± 4,8 general Depresión 45,3 (MADRS) Depresión 7,8 ± 7,3 (MADRS) Función cog- 27,6 ± 2,4 nitiva (MMSE) Comorbilidad 46,5 de eje I (MINI) Trastornos 32,5 depresivos Trastorno 16,2 depresivo mayor TDM 8,1 recurrente Distimia 17,4 Trastornos 13,9 de ansiedad Trastornos 1,1 de la conducta alimentaria Trastornos 4,6 por abuso de sustancias Riesgo de 15,1 suicidio (MINI) % Celotípico, n = 19 (22,1%) p % Somático, n = 3 (3,5%) p % Erotomaníaco, De grandiosidad, Mixto, n = 4 (4,7%) n = 4 (4,7%) n = 5 (5,8%) p % p % p % p 4,6 23,2 0,142 0 0,168 11,6 0,571 0 0,47 3,4 1 0 0,089 1,1 1 0 0,623 1,1 1 0 0,623 4,6 1 0,172 10,4 0,429 2,3 0,724 0 1 0 1 1,1 0,487 1,1 0,569 4,6 1 0,34 1 0 1 1,1 0,292 2,3 0,051 8,1 5,8 2,3 0,047a 4,6 0,05 5,8 1 0 1 3,4 0,288 1,1 0,571 1,1 0,008b 1,1 0,417 0 0,135 0 1 1 1 0 0 0 0,575 3,4 1 3,4 1 1,1 0,06 0,029a 0,217 10,6 0,366 3,4 0,751 2,3 0,11 2,3 0,192 0 0,575 2,3 0,28 4,6 0,476 5,8 0,022a 0 1 0 1 1 1 17,6 0,387 5,8 0,45 0 0,557 1,1 0,894 2,3 0,31 1,1 1 5,8 0,214 1,1 1 0 1 0 1 0 1 0,528 39,7 0,047a 22,1 0,002b 2,3 1 3,4 1 2,3 0,269 4,6 13,7 ± 4,3 0,996 12,1 ± 3,1 0,079 13 ± 3,6 0,85 16,2 ± 4,1 0,21 23 ± 5,4 0,003b12,6 ± 3,6 0,56 9,7 ± 2,6 0,473 9,4 ± 1,8 0,854 8 ± 1,7 0,17 8 ± 1,1 23,1 ± 4,4 0,156 23,6 ± 4,7 0,68 23,2 0,058 11,6 0,624 3,4 0,104 3,4 7,1 ± 7,5 0,162 8,6 ± 7,4 0,532 9 ± 3,4 0,403 10,7 ± 6,8 0,261 2 ± 2,8 0,048a12,4 ± 7,6 0,053 27,6 ± 2,2 0,778 27,3 ± 2,8 0,987 29 ± 1,7 0,232 28,5 ± 1,2 0,525 27 ± 4 0,917 26,6 ± 2,7 0,325 24,4 0,231 11,6 0,545 3,4 0,097 2,3 1 0 0,12 4,6 0,179 15,1 0,041a 9,3 0,314 2,3 0,246 2,3 0,593 0 0,299 3,4 0,324 9,3 0,857 4,6 0,5 1,1 0,415 0 1 0 1 1,1 1 3,4 0,355 2,3 0,647 1,1 0,227 0 1 0 1 1,1 0,353 6,9 6,9 0,094 4,6 0,536 1,1 0,773 1,1 0,286 1,1 0,442 2,3 0,367 1,1 0,139 0 0,458 0 1 1 2,3 3,4 0,208 0,018a 1,1 1 1 0 1 0 1 0 1 0 1 4,6 0,142 0 0,571 0 1 0 1 0 1 0 1 8,1 0,664 2,3 0,724 1,1 0,392 1,1 0,487 0 1 2,3 0,162 0 0 0 28,6 ± 5,6 0,078 22 ± 1,8 0 0 0 1 0,105 13,25 ± 5,2 0,081 13,4 ± 2,4 0,005b 0,491 28,25 ± 8,5 0,188 26,2 ± 2,4 0,077 0,344 0 0,118 5,8 0,022a MADRS: Montgomery-Asberg Depression Rating Scale; MMSE: Mini Mental State Examination, versión de 30 ítems; MINI: Mini International Neuropsychiatric Interview; PANSS: Positive and Negative Syndrome Scale for Schizophrenia; SCID-I: Structured Clinical 03 ORIGINAL 11 (72-82).indd 78 14/7/09 08:27:05 Un estudio empírico de los correlatos psicosociales y clínicos del trastorno delirante: el estudio DELIREMP tipo somático presentó una frecuencia significativamente superior de alucinaciones táctiles. El tipo celotípico conllevó, de manera significativa, un mayor número de episodios de heteroagresividad física hacia personas y de problemas conyugales. La media de la MMSE-30 era 27,6 ± 2,4. Se observó trastorno depresivo mayor, distimia y trastorno de ansiedad en el 16,2, el 17,4 y el 13,9% de los pacientes, respectivamente. El tipo 79 persecutorio presentó una significativa menor frecuencia de trastornos depresivos, mientras que en el tipo mixto se observó una relación significativa con la mayor frecuencia de trastorno de ansiedad. En la tabla 4 se indica el curso, la funcionalidad y el uso de recursos del TD y sus tipos. La media de edad al inicio del TD era 39,6 ± 14,3 años y la edad de la primera consulta Tabla 4 Evolución, función y uso de recursos del trastorno delirante y sus tipos Trastorno delirante Total Persecutorio, (n = 86) n = 51 (59,3%) % % p Celotípico, n = 19 (22,1%) % p Somático, n = 3 (3,5%) % Erotomaníaco, De grandiosidad, Mixto, n = 4 (4,7%) n = 4 (4,7%) n = 5 (5,8%) p % p % p % Edad 39,6 ± 14,3 40 ± 14,6 0,829 39,8 ± 9,5 0,588 44,6 ± 33,2 0,859 38 ± 20,7 0,704 30,7 ± 7,4 0,186 40,4 ± 14,7 de inicio (años) Edad de la 43,4 ± 14,9 42,5 ± 15,2 0,431 46,7 ± 10,4 0,171 46,6 ± 31,4 0,803 45 ± 24,2 0,819 39 ± 14,2 0,549 41 ± 15,1 primera consulta Forma — — 0,378 — 0,398 — 0,553 — 0,576 — 1 — de inicio Insidioso 70,9 44,1 — 13,9 — 3,4 — 2,3 — 3,4 — 3,4 Agudo 29,1 15,1 — 8,1 — 0 — 2,3 — 1,1 — 2,3 Factor 47,7 32,5 0,105 8,1 0,284 1,1 1 2,3 0,618 2,3 1 2,3 desencadenante Tipo — — 0,464 — 0,678 — 1 — 1 — 1 — de curso Fásico 9,3 6,9 — 1,1 — 0 — 0 — 0 — 1,1 Crónico 90,7 53,3 — 20,9 — 3,4 — 4,6 — 4,6 — 4,6 Años 14,6 ± 12,2 12,8 ± 11,3 0,113 14,8 ± 11,1 0,743 11,9 ± 7,1 0,859 24 ± 23,7 0,652 28,9 ± 15,8 0,031* 14,2 ± 6,3 de evolución GAF 63,9 ± 11,3 63,8 ± 11,9 0,936 68,1 ± 8,8 0,069 65 ± 8,6 0,838 60 ± 4 0,325 50 ± 14,1 0,034* 62 ± 8,3 SDI Discapacidad 13,8 ± 7,8 14,4 ± 8,6 0,377 11,8 ± 6,6 0,195 12 ± 10,8 0,814 11,2 ± 3,8 0,485 13,7 ± 6,3 0,992 17,6 ± 5,1 Vida 5,2 ± 3,5 5,5 ± 3,7 0,448 4,1 ± 3,2 0,117 6,6 ± 5,7 0,342 5,5 ± 2,3 0,959 4,5 ± 3,3 0,508 7 ± 3,3 laboral Vida 4,3 ± 2,9 4,5 ± 3 0,47 3,4 ± 2,5 0,174 1,3 ± 2,3 0,083 3,2 ± 1,2 0,439 5,7 ± 3,8 0,265 7 ± 1,8 social Vida 4,2 ± 3,1 4,3 ± 3,4 0,891 4,2 ± 2,8 0,871 4 ± 3,6 0,915 2,5 ± 2 0,255 3,5 ± 3,1 0,649 5,4 ± 2,3 familiar Estrés 2,3 ± 2,9 2,3 ± 2,8 0,581 1,7 ± 3,2 0,153 2,6 ± 4,6 0,823 4,7 ± 2,9 0,055 0 ± 0 0,046 3,4 ± 1,5 percibido Apoyo 69,3 ± 33,4 64,9 ± 36,7 0,338 73,6 ± 24,9 1 90 ± 17,3 0,243 47,5 ± 45,7 0,294 87,5 ± 18,9 0,29 88 ± 13 social Ingresos 48,8 25,5 0,202 10,4 0,885 2,3 0,612 3,4 0,355 3,4 0,355 3,4 psiquiátricos Número 0,9 ± 1,3 0,6 ± 0,9 0,038* 0,9 ± 1,3 0,978 1,33 ± 1,1 0,394 2,2 ± 2,2 0,138 1,5 ± 1,2 0,24 2 ± 2,1 de ingresos Número 1,5 ± 3 1,1 ± 3,6 0,118 0,7 ± 1,3 0,709 1,5 ± 0,7 0,108 2 ± 2,1 0,09 0,6 ± 1,1 0,962 2,6 ± 3 de visitas de urgencias p 0,775 0,865 0,625 — — 1 0,394 — — 0,574 0,679 0,206 0,28 0,05 0,347 0,106 0,278 0,673 0,213 0,138 Los datos indican media ± desviación estándar, excepto donde se indica. GAF: Global Assessment of Functioning; SDI: Sheehan Disability Inventory. *p < 0,05. 03 ORIGINAL 11 (72-82).indd 79 14/7/09 08:27:06 80 E. de Portugal et al psiquiátrica era 43,4 ± 14,9 años. El inicio del TD fue insidioso en un 70,9% de los pacientes; un 47,7% presentaba al menos un factor desencadenante, y en un 90,7% el curso era crónico e ininterrumpido. La media del GAF era 63,9 ± 11,3. El funcionamiento psicosocial fue significativamente peor en los casos de grandiosidad. El dominio que mostraba un mayor grado de discapacidad era el de la vida laboral (SDI trabajo, 5,2 ± 3,5). Discusión Que nosotros sepamos, éste es el primer estudio de una muestra relativamente grande de pacientes con TD en el que se exploran empíricamente los correlatos psicosociales y clínicos del TD y sus tipos mediante medidas estandarizadas válidas del diagnóstico, de los síntomas psicóticos, de la psicopatología comórbida y de la funcionalidad. Hemos cumplido nuestro objetivo de describir de manera empírica los posibles factores de riesgo o parámetros psicosociales y clínicos del TD y de investigar su relación con tipos específicos de TD. Frecuencia de los tipos de TD y resultados sociodemográficos En consonancia con lo indicado por la mayor parte de los estudios previos, observamos que el tipo de TD de mayor prevalencia era el persecutorio4-8. Sin embargo, a diferencia de otros estudios previos, nuestros resultados indican que el tipo celotípico es el segundo más prevalente y que el tipo somático muestra una tasa de prevalencia comparativamente inferior4,5,8. Hemos observado que el TD es una psicosis de una fase media o avanzada de la vida que se da con mayor frecuencia en las mujeres (la proporción de mujeres: varones fue 1,6:1). Esta proporción de mujeres es superior a la descrita en el estudio más amplio existente sobre este tema basado en pacientes hospitalizados (en el que la proporción de mujeres:varones fue 1,2:1)1, pero es inferior a la descrita en estudios más pequeños (con proporciones de mujeres:varones de entre 1,9:1 y 3:1)4,5,8. Al igual que lo observado en estudios previos1,5,9, aproximadamente la mitad de nuestros pacientes con TD estaban casados y vivían con su propia familia. Sin embargo, había una proporción mayor que la esperada de pacientes no casados (24,4%), lo cual puede indicar que a los pacientes con TD les resulta más difícil iniciar o mantener relaciones estables. Es interesante señalar que el hecho de estar casado se asocia a los celos (en las culturas mediterráneas esto puede estar relacionado con los supuestos locales acerca del matrimonio). El bajo nivel de estudios y socioeconómico que observamos concuerda con los resultados obtenidos en la mayoría de los estudios previos1,5,9 y con los de nuestro grupo7. Correlatos psicosociales del TD y sus tipos Nuestros resultados concuerdan con los de otros estudios previos en los que no se utilizó una metodología de evaluación estandarizada7,14-16 e indican que el TD se produce a menudo junto con un trastorno de la personalidad (64%), en especial 03 ORIGINAL 11 (72-82).indd 80 en los pacientes del denominado cluster A y, de manera más especifica aún, en los que tienen un trastorno paranoide de la personalidad (38,4%). La asociación entre el TD tipo persecutorio y el trastorno esquizotípico de la personalidad relaciona este tipo de TD con el espectro esquizofrénico43. El tipo somático se asociaba al trastorno obsesivo de la personalidad, lo cual concuerda con los estudios que señalan una relación estrecha entre el TD de tipo somático y el espectro obsesivo44-46. Nuestros resultados indican que los pacientes con TD pueden compartir una misma vulnerabilidad con los pacientes esquizofrénicos y con otros trastornos psicóticos, incluida la mayor frecuencia de inmigrantes (9,3%)11 o de personas con deficiencias sensoriales (18,6%)12,13 en el TD. Nosotros observamos una frecuencia elevada de esquizofrenia (20,9%) en los familiares de nuestros pacientes con TD, a diferencia de lo observado en estudios familiares previos17,18,20,21,23. De hecho, esta frecuencia no difiere de la esperada en los familiares de pacientes con esquizofrenia47. Así pues, nuestros resultados podrían respaldar el concepto de que el TD forma parte del espectro paranoide, en el que los trastornos psicóticos como la esquizofrenia paranoide y el trastorno esquizotípico de la personalidad, forman parte de un espectro continuo y están ligados por una transmisión hereditaria compartida43,48. Los antecedentes familiares de TD son significativamente más frecuentes en el tipo celotípico, en consonancia con lo descrito en cuanto a los patrones familiares de comportamiento celotípico23,49. La frecuencia elevada de traumatismos craneoencefálicos con pérdida del conocimiento premórbidos (17,4%), abuso de sustancias premórbido (18,6%) y aparición a una edad avanzada (24,4%) respaldan el concepto propuesto por Munro25 de que pueden ser factores de riesgo para el TD. El traumatismo craneoencefálico con pérdida del conocimiento premórbido tiene relación con el tipo persecutorio, lo cual concuerda con lo indicado por los estudios sobre las lesiones cerebrales y la psicosis paranoide50. Correlatos clínicos y psicopatológicos del TD y sus tipos Tal como se esperaba, observamos que los resultados de la subescala positiva de la PANSS eran superiores a los de la subescala negativa de la PANSS. El tipo de grandiosidad se asociaba de manera significativa a una puntuación más alta de la subescala positiva de la PANSS, y el tipo mixto, a una puntuación más baja de la PANSS negativa. Aunque estos datos son difíciles de comparar con los de otros estudios debido a que casi ninguno de ellos ha utilizado una entrevista estructurada estándar para los trastornos psicóticos, sí indican que hay un mínimo grado de sintomatología negativa en los pacientes con TD; sin embargo, no se evaluó el grado en que la medicación antipsicótica podía ser un factor contribuyente. El síndrome depresivo evaluado mediante la MADRS fue frecuente (45,3%) en nuestros pacientes, en consonancia con lo indicado en estudios previos5,6,8,9. Las puntuaciones de los síntomas depresivos fueron significativamente menores en los tipos de TD de grandiosidad, en comparación con los demás tipos. Hemos observado una frecuencia de alucinaciones (45,3%) mayor que la de dos estudios retrospectivos previos, en los que posiblemente se infravaloraran los resultados debido a una notificación incompleta6,7. Las alucinaciones más frecuentes en nues- 14/7/09 08:27:06 Un estudio empírico de los correlatos psicosociales y clínicos del trastorno delirante: el estudio DELIREMP 81 tra muestra fueron las táctiles, seguidas de las olfatorias, a diferencia de lo indicado por otros estudios6,7, en los que las alucinaciones más frecuentes fueron las auditivas no prominentes, seguidas de las táctiles. Igual que en un estudio anterior7, observamos que las alucinaciones táctiles se asociaban de manera significativa al tipo somático. La observación de que los problemas conyugales tienen una relación significativa con el tipo celotípico concuerda con lo indicado por la mayor parte de la literatura51,52. Nuestro estudio revela una mínima alteración de la función cognitiva general que se sitúa dentro de los límites de la normalidad, observación que concuerda con los pocos estudios neuropsicológicos existentes acerca del TD53-55. Por último, nuestros resultados son muy similares a los de Maina et al5 en cuanto a la concomitancia de TD y otros trastornos del eje I del DSM-IV (46,5%)5, principalmente trastornos afectivos (32%). Éstos pueden tener una influencia importante en la fenomenología del TD, que podría considerarse uno de los tipos más “afectivos” del trastorno psicótico. Pero, a diferencia del estudio de Maina, observamos que los trastornos afectivos estaban inversamente relacionados con el tipo persecutorio. nuevas vías de investigación, como la de explorar la validez de los tipos actuales de TD mediante el análisis de la estructura de los síntomas de cada tipo de TD, en vez de basarse únicamente en el tema de los delirios. Así, tanto la psicopatología psicótica como la cognitiva pueden ser útiles para definir mejor las subdivisiones actuales de los tipos de TD. De igual modo, la comparación de los resultados empíricos en los pacientes con TD con los existentes en otras psicosis puede aclarar la controversia sobre la validez de la actual nosología psicótica. Por último, los estudios genéticos o neurofisiológicos pueden ser útiles también para identificar endofenotipos del TD que nos permitan describir mejor el TD y otras categorías psicóticas. Evolución, funcionalidad y uso de recursos en el TD y sus tipos Financiación La edad de inicio (39 años) y la de la primera consulta psiquiátrica (44 años) en nuestra muestra son similares a las observadas en estudios previos1,4-9. A diferencia de lo indicado por el estudio de Yamada et al4, nosotros no observamos diferencias significativas entre la edad de inicio de los distintos tipos de TD. Por lo que respecta a la forma de inicio, los factores desencadenantes y el tipo de curso del TD, nuestros resultados concuerdan con los de estudios previos9,27,56. Así pues, nuestros resultados confirman que el TD tiene un factor desencadenante en casi la mitad de los casos, en aproximadamente dos terceras partes tiene un inicio insidioso, y en más de tres cuartas partes de los casos presenta un curso crónico ininterrumpido. Nosotros observamos que el funcionamiento psicosocial general (GAF, 63,9) era ligeramente mejor que en los estudios previos7,8, pero continuaba indicando que la discapacidad moderada parece alterar la vida laboral y que es significativamente peor en los casos del tipo de grandiosidad7. Limitaciones y líneas de investigación futuras La baja prevalencia del TD (< 0,1%) y el número reducido de pacientes con TD que solicitan tratamiento1,3 dificultan el reclutamiento de una muestra amplia. No obstante, aunque tan sólo examina a 86 pacientes, el estudio DELIREMP es la muestra de TD más amplia en la que se ha realizado hasta la fecha una evaluación psicosocial, psicopatológica y clínica detallada y validada. Es posible que la muestra de nuestro estudio tenga un sesgo de selección, puesto que tuvimos que seguir las recomendaciones de nuestro comité ético local en cuanto a que participaran tan sólo pacientes cuyo psiquiatra estuviera de acuerdo con su participación, lo cual puede haber llevado a una selección de pacientes con un TD menos grave. Nuestro estudio descriptivo puede abrir 03 ORIGINAL 11 (72-82).indd 81 Agradecimientos Quisiéramos dar las gracias a los médicos, enfermeras y administrativos de Sant Joan de Déu-Serveis de Salut Mental, sin cuya inestimable colaboración no hubiéramos podido llevar a cabo este estudio. El estudio fue financiado en parte por una subvención del Fondo de Investigaciones Sanitarias (FIS: PI021813). Éste es un estudio de colaboración en el que participaron varios centros de investigación incluidos en la Red de Salud Mental CIBER del Ministerio de Sanidad de España. Bibliografía 1. Kendler KS. Demography of paranoid psychosis (delusional disorder). A review and comparison with schizophrenia and affective illness. Arch Gen Phychiatry. 1982;39:890. 2. APA. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSMIV). Washington (DC): American Psychiatric Association; 1994. 3. Manschreck TC. Delusional disorder: the recognition and management of paranoia. J Clin Psychiatry. 1996;57:32-8. 4. Yamada N, Nakajima S, Noguchi T. Age onset of delusional disorder is dependent on the delusional theme. Acta Psychiatr Scand. 1998;97:122-4. 5. Maina G, Albert U, Bada A, Bogetto F. Occurrence and clinical correlates of psychiatric co-morbidity in delusional disorder. Eur Psychiatry. 2001;16:222-8. 6. Hsiao MC, Liu CY, Yang YY, Yeh EK. 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Abril-Junio 2009 EDITORIAL Reconceptualización de la nosología psiquiátrica: el caso de la conducta suicida ORIGINALES Evaluación telefónica de los sistemas de activación e inhibición conductual Estudio empírico de los correlatos psicosociales y clínicos del trastorno delirante: el estudio DELIREMP Predictores clínicos del funcionamiento interpersonal en pacientes bipolares ψ Variabilidad en el gen COMT y modificación del riesgo de esquizofrenia conferido por consumo de cannabis ARTÍCULO ESPECIAL Ansiedad bipolar CARTAS AL DIRECTOR Cuidados psicológicos del paciente crítico abril-junio 2009 - volumen 2 - numero 2 www.elsevier.es/saludmental Apoyo a los familiares de pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos AGENDA 2009 www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL Predictores clínicos del funcionamiento interpersonal en pacientes bipolares Adriane R. Rosaa,b, Caterina Mar Bonnina, Luis Mazzarinia, Benedikt Amannc, Flavio P. Kapczinskib y Eduard Vietaa,* Programa de Trastorno Bipolar, Instituto de Neurociencias, Hospital Clínic, Universidad de Barcelona, IDIBAPS, CIBERSAM, Barcelona, España b Programa de Trastorno Bipolar, Centro de Pesquisas, Hospital Clinic de Porto Alegre, Brasil c Unidad de Investigación, CSAM, Hospital Psiquiátrico Benito Menni, CIBERSAM, St. Boi de Llobregat, Barcelona, España a Recibido el 10 de diciembre de 2008; aceptado el 19 de febrero de 2009 PALABRAS CLAVE Relaciones interpersonales; Funcionamiento; Funcionamiento social; Trastorno bipolar Resumen Objetivo: Numerosas investigaciones han demostrado un marcado deterioro funcional en pacientes bipolares asintomáticos. Sin embargo, hay poca evidencia sobre las áreas específicas del funcionamiento como, por ejemplo, las relaciones interpersonales. El objetivo de este estudio fue investigar cuáles son los predictores clínicos del empobrecimiento en las relaciones interpersonales de los pacientes bipolares. Métodos: Se utilizó el dominio “relaciones interpersonales” de la prueba breve del funcionamiento (FAST) para evaluar una muestra de 71 pacientes eutímicos (HAM-D < 8; YMRS < 5) con trastorno bipolar. Se dividió la muestra en dos categorías: bueno o pobre funcionamiento en las relaciones interpersonales, según el cálculo de la mediana de la muestra. Se aplicaron análisis multivariables para dilucidar posibles predictores clínicos del empobrecimiento en las relaciones interpersonales. Resultados: Se observó que la edad (p = 0,026), el número previo de episodios depresivos mixtos y las puntuaciones de HAM-D eran estadísticamente diferentes entre ambos grupos (p < 0,05). Respecto a los episodios de manía, se observó una tendencia (p = 0,064). Tras el análisis multivariable, la edad (p = 0,026), los síntomas depresivos (p = 0,055) y los episodios de manía (p = 0,033) fueron los únicos relacionados con un empobrecimiento en las relaciones interpersonales. Este modelo predice el 83,3% de la variancia (R = 0,59; gl = 1; p < 0,001). Discusión: Los pacientes con mayor edad, más síntomas depresivos residuales y mayor número de episodios previos de manía presentaban un marcado deterioro en las relaciones interpersonales. Tal y como demuestran los resultados, los pacientes con este perfil están realmente discapacitados en esta área, por ello, se necesitan intervenciones psicológicas que ayuden a mejorar el pronóstico de este tipo de pacientes. © 2008 Sociedad Española de Psiquiatría y Sociedad Española de Psiquiatría Biológica. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. *Autor para correspondencia. Correo electrónico: EVIETA@clinic.ub.es (E. Vieta). 1888-9891/$ - see front matter © 2008 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados 04 ORIGINAL 02 (83-88).indd 83 14/7/09 08:28:29 84 A.R. Rosa et al Clinical predictors of interpersonal functioning in patients with bipolar disorder KEYWORDS Interpersonal relationships; Functioning; Social functioning; Bipolar disorder Abstract Objective: Functional impairment has been repeatedly reported in patients with bipolar disorder even during clinical remission. Less is known about specific domains, such as interpersonal relationships. The aim of this study was to identify clinical predictors of poor interpersonal relationships. Methods: Using a specific subscale of the Functioning Assessment Short Test (FAST), we assessed the interpersonal relationships of a sample of 71 euthymic bipolar (Hamilton Depression Rating Scale [HAM-D] < 8; Young Mania Rating Scale [YMRS] < 5) patients. The sample was divided into two categories: low vs. high level functioning in interpersonal relationships according to the median of the sample. Multivariate analyses were applied to identify significant predictors of interpersonal functioning. Results: Age (p = 0.026), the number of previous depressive and mixed episodes and HAMD scores differed significantly between the two groups (p < 0.05). For manic episodes, only a tendency was detected (p = 0.064). After running multivariate analyses, age (p = 0.026), depressive symptoms (p = 0.055) and the number of previous manic episodes (p = 0.033) could be considered predictors of poor interpersonal functioning. The model predicted 83.3% of the variance (R = 0.59; gl = 1; p < 0.001). Discussion: Our results indicate a link between greater impairment in interpersonal relationships and being older and having more residual symptoms and a higher number of previous manic episodes. Patients with these features should be carefully monitored and specific psychosocial interventions should be implemented to improve their outcome. © 2008 Sociedad Española de Psiquiatría y Sociedad Española de Psiquiatría Biológica. Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción El trastorno bipolar (TB) es una enfermedad crónica, grave y recurrente que afecta cerca del 4,4% de la población1. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el TB ocupa el sexto lugar entre las enfermedades más discapacitantes2,3. Numerosas investigaciones demuestran un deterioro funcional en pacientes bipolares, tanto en comparación con individuos sanos como con pacientes unipolares4,5. Hay una correlación directa entre la gravedad de los síntomas afectivos y el grado de deterioro funcional. De hecho, la sintomatología depresiva es la que tiene más impacto en el funcionamiento psicosocial4,6-9. Este dato es especialmente importante ya que muchos pacientes presentan síntomas depresivos durante la mayor parte de sus vidas10. Asimismo, es importante remarcar que sólo un 40% de los pacientes recuperan el grado de funcionamiento premórbido durante los periodos de remisión clínica7,11. Hay estudios que han descrito dificultades en diferentes áreas de funcionamiento; concretamente, en el área laboral se ha observado una disminución de la productividad, un mayor número de días perdidos a lo largo de 1 año y elevadas tasas de desempleo12,13. En las relaciones interpersonales, un estudio llevado a cabo por nosotros ha señalado dificultades graves para mantener relaciones sexuales satisfactorias, un aumento de conflictos en la familia y con amigos y una menor participación en actividades sociales14. En cuanto a la interacción familiar, se ha indicado que la calidad de las relaciones entre sus miembros puede afectar 04 ORIGINAL 02 (83-88).indd 84 el grado de funcionamiento psicosocial y aumentar las recaídas15,16. A pesar de que las relaciones interpersonales son un aspecto crítico, este tema ha recibido poca atención. Esto se debe, en parte, al hecho de que la gran mayoría de los estudios usan escalas de evaluación integral del funcionamiento y ofrecen una visión general sin especificar los dominios afectados. Otra razón es que no hay instrumentos fiables y específicos para evaluar las relaciones interpersonales en el trastorno bipolar. Así pues, se sabe poco sobre qué factores influyen negativamente en esta área. El objetivo de este estudio es averiguar, a partir de un subanálisis17, posibles predictores clínicos del empobrecimiento de las relaciones interpersonales en una muestra de pacientes bipolares eutímicos. Métodos Se aplicó un subanálisis de un estudio recientemente aceptado sobre predictores clínicos del deterioro funcional general en una muestra de pacientes eutímicos17. En el estudio original se comparó el grado de funcionamiento entre pacientes y controles sanos, y se identificaron variables clínicas predictoras del deterioro funcional observado. Los resultados más detallados están disponibles en el artículo original. El presente artículo únicamente se ha centrado en uno de los dominios del funcionamiento, el de las relaciones interpersonales, y en la identificación de sus variables clínicas predictoras. 14/7/09 08:28:29 Predictores clínicos del funcionamiento interpersonal en pacientes bipolares Sujetos Los pacientes que participaron del estudio prospectivo original hacían su seguimiento en el Programa de Trastorno Bipolar del Hospital Clínic de Barcelona. Los criterios de inclusión fueron: pacientes con 18 años o más, diagnosticados de trastorno bipolar tipo I o II según criterios del DSM-IV, criterios de eutimia, de al menos 3 meses de duración, definidos con puntuaciones < 8 en la 17-item Hamilton Depression Rating Scale (HAM-D)18, y puntuaciones < 5 en la Young Mania Rating Scale (YMRS)19. Evaluación Con los datos obtenidos de la evaluación de 71 pacientes con la prueba breve del funcionamiento (FAST) del artículo original, se aplicó un subanálisis de uno de los dominios de la FAST, concretamente el de “relaciones interpersonales”. Este dominio consiste en 6 ítems, donde se evalúan las relaciones con amigos, familia, la frecuencia de participación en actividades sociales, mantener relaciones sexuales satisfactorias, así como el grado de asertividad. La puntuación para cada uno de los ítems oscila entre 0 y 3. Así, la puntuación total para este dominio (intervalo, 0-18) se obtiene de la suma de las puntuaciones de los 6 ítems. El punto de corte se situó en 3, de tal manera que las puntuaciones mayores indican deterioro en este dominio14. Por lo que respecta a las variables clínicas, se contemplaron las siguientes: edad de inicio, número de episodios totales, número de episodios de manía/hipomanía, número de episodios de depresión, número de episodios mixtos, número de hospitalizaciones, historia de psicosis, historia familiar de trastornos afectivos, suicidio y comorbilidades psiquiátricas (eje I y II). También se recogieron los datos sociodemográficos pertinentes. Métodos estadísticos Los análisis estadísticos se ejecutaron con el Statistical Package for Social Sciences (SPSS) software para Windows (v.14.0). Se calculó la mediana para las puntuaciones del dominio “relaciones interpersonales” de la FAST con el objetivo de dividir la muestra en dos grupos: bueno o escaso funcionamiento en las relaciones interpersonales. Considerando la mediana = 3, los pacientes con puntuaciones de 0-3 fueron clasificados como buena interacción, y > 4 como escaso funcionamiento. En primer lugar se aplicó la prueba de la χ2 para valorar la relación entre las variables categóricas y los dos grupos. Se utilizó una prueba de ANOVA para las comparaciones de las variables continuas y los distintos grupos. Posteriormente, se aplicó un análisis multivariable en el que el dominio interpersonal de la FAST se introdujo como variable dependiente. Las variables clínicas que mostraron diferencias estadísticas significativas (p < 0,05) o una tendencia entre los dos grupos se introdujeron como variables independientes. Resultados De los 71 pacientes con una media ± desviación estándar de edad de 45 ± 13,5 años, 34 (47,9%) eran mujeres. Práctica- 04 ORIGINAL 02 (83-88).indd 85 85 mente la mitad de la muestra presentaba un buen nivel educativo (47,9%) y el 35,2% vivía en pareja. El resto de las variables aparecen descritas en la tabla 1. Respecto a la división de los grupos, el 47,9% del total quedó clasificado en la categoría de bajo grado de relaciones interpersonales. Al aplicarse los análisis bivariables, que comparaban los dos grupos, se constató que la edad, las puntuaciones en HAM-D, los episodios depresivos, mixtos y la situación laboral eran estadísticamente significativos (p < 0,05). Los episodios maníacos no alcanzaron significación estadística, pero se detectó una firme tendencia (p = 0,064). Después de la aplicación del análisis multivariable (R = 0,59; gl = 1; p < 0,001) sólo la edad (p = 0,026), las puntuaciones en HAM-D (p = 0,055) y los episodios maníacos (p = 0,033) fueron estadísticamente significativos. Este modelo predice el 83,3% de los casos. Discusión En general, en nuestra muestra prácticamente la mitad de los pacientes (47,9%) experimentaban empobrecimiento en las relaciones interpersonales. Tras aplicar el análisis multivariable, esta discapacidad fue más evidente en pacientes de mayor edad, con más episodios maníacos y con más sintomatología subclínica depresiva. Nuestros resultados van en la misma línea que anteriores estudios en los que se ha documentado mayor disfunción social entre pacientes bipolares en comparación con individuos sanos20-22. Concretamente, se han demostrado dificultades en el funcionamiento, principalmente en las relaciones familiares y conyugales, disfunción laboral, así como menor capacidad para disfrutar del tiempo libre23. Recientemente, Goldstein et al24 han estudiado una muestra de adolescentes bipolares que presentaban dificultades tanto en las relaciones interpersonales como en el ámbito académico. Sin embargo, en ese estudio la sintomatología psicótica y las comorbilidades psiquiátricas eran las únicas variables que se relacionaban con empobrecimiento social. Las diferencias entre estos resultados y nuestro estudio podría deberse a diferencias metodológicas como, por ejemplo, la edad de la muestra seleccionada y el tipo de instrumento de evaluación utilizado. A pesar de que los pacientes cumplían criterios estrictos de eutimia (HAM-D < 8; YMRS < 5, por lo menos durante 3 meses), se observó que la sintomatología subclínica depresiva afectaba de forma negativa a las relaciones interpersonales. Estos resultados apoyan los obtenidos por otros autores11,25,26. Es más, parece ser que hay una correlación lineal entre la gravedad de la sintomatología depresiva y el grado de deterioro funcional10,27. Los síntomas depresivos no sólo afectan al funcionamiento integral, sino también a áreas específicas del funcionamiento como, por ejemplo, las actividades laborales y/o domésticas, así como las relaciones con familia/amigos28. Además, el hecho de tener sintomatología subclínica depresiva hace más vulnerable a las recaídas depresivas, con el consecuente deterioro funcional11. Nuestros hallazgos indican que hay una relación entre la sintomatología depresiva residual y el grado de deterioro en el área interpersonal. Esto indica la necesidad de introducir intervenciones psicológicas centradas en el tratamiento de 14/7/09 08:28:30 86 A.R. Rosa et al Tabla 1 Características sociodemográficas y clínicas de la muestra (bueno o mal funcionamiento de las relaciones interpersonales) Total Buen funcionamiento Mal χ2 funcionamiento o ANOVA* Sexo Mujeres 34 (47,9) 18 (48,6) 16 (47,1) Situación laboral Inactivos 32 (45,1) 12 (32,4) 20 (58,8) Calificación laboral No calificados 37 (52,1) 16 (43,2) 21 (61,8) Adaptación laboral Mala adaptación 20 (32,8) 6 (17,6) 14 (51,9) Autonomía Mala 12 (19) 5 (14,7) 7 (24,1) Estado civil Sin cónyuge 46 (64,8) 25 (67,6) 21 (61,8) Antecedentes familiares 36 (53,7) 18 (58,1) 18 (50) Antecedentes familiares de trastorno afectivo 32 (49,2) 18 (50) 14 (48,3) Historia familiar de suicidio 14 (20,6) 8 (22,1) 6 (18,8) Síntomas psicóticos, primer episodio 22 (35,5) 13 (40,6) 9 (40,9) Comorbilidad del eje I 38 (53,5) 19 (51,4) 19 (55,9) Comorbilidad del eje II 29 (40,8) 13 (35,1) 16 (47,1) Ciclación rápida 8 (11,6) 4 (11,4) 4 (11,8) Edad 44,99 ± 13,5 40,78 ± 12,55 49,6 ± 13,18 Edad de inicio 27,51 ± 11,17 24,1 ± 7,38 30,82 ± 13,29 Edad al primer ingreso 25,25 ± 17,2 21,22 ± 12,8 28,27 ± 19,98 Número de ingresos 1,37 ± 1,53 1,23 ± 1,14 1,5 ± 1,8 Episodios maníacos 2,73 ± 3,88 1,78 ± 2,136 3,79 ± 5,03 Episodios mixtos 0,35 ± 0,91 0,08 ± 0,4 0,65 ± 1,19 Episodios depresivos 5,23 ± 6,42 2,96 ± 3,35 7,68 ± 7,96 Episodios totales 11,89 ± 15,2 11,17 ± 8,68 12,71 ± 20,35 Cronicidad 17,88 ± 10,95 17,02 ± 11,4 18,73 ± 10,57 Intentos de suicidio 0,51 ± 1,4 0,48 ± 0,81 0,53 ± 1,85 YMRS 1,07 ± 2,07 0,89 ± 1,89 1,26 ± 2,26 HAM-D 2,08 ± 3,31 1,19 ± 2,31 3,06 ± 3,94 p 0,018 0,286 4,98 0,023* 2,436 0,93 7,99 0,005* 0,903 0,264 0,262 0,396 0,436 0,019 0,125 0,764 0,146 1,043 0,002 8,252* 6,443* 2,87* 0,396* 3,604* 5,14* 7,959* 0,17* 0,409* 0,018* 0,57* 6,04* 0,34 0,544 0,48 0,272 0,443 0,218 0,629 0,005* 0,014* 0,096 0,532 0,064 0,028* 0,007* 0,69 0,525 0,89 0,453 0,017* Los datos expresan n (%) o media ± desviación estándar. estos síntomas con el objetivo de mejorar el pronóstico de estos pacientes. Algunos estudios observaron que los pacientes en fase aguda de hipomanía presentan más dificultades en el área social en comparación con pacientes eutímicos29,30. Morris et al29 demostraron que los pacientes hipomaníacos presentaban peor funcionamiento social, en especial en el ámbito de las relaciones conyugales, familiares e interpersonales. Sin embargo, en nuestra muestra, es el número previo de episodios de manía el mejor predictor de un peor funcionamiento en las relaciones interpersonales. En esta misma línea, el efecto acumulativo de estos episodios maníacos parece explicar parte del marcado deterioro cognitivo presente en el TB30-32. Además, parece haber una correlación entre los episodios recurrentes de la enfermedad y las alteraciones estructurales en el área cerebral como, por ejemplo, la dilatación ventricular, así como la disminución de los factores neurotróficos (BDNF), que tienen un papel muy importante en los mecanismos de neuroplasticidad33,34. 04 ORIGINAL 02 (83-88).indd 86 Probablemente, los episodios recurrentes maníacos acaban dañando permanentemente el tejido cerebral con consecuencias cognitivas y funcionales. En el caso de nuestro estudio estas consecuencias se observaron en las relaciones interpersonales. Además, a mayor edad más empobrecimiento en las relaciones interpersonales. Anteriores evidencias han demostrado que los pacientes de mediana edad presentaban un peor funcionamiento general y peor calidad de vida35,36. Una posible explicación de este hallazgo es que los pacientes jóvenes han experimentado menor tiempo de evolución de la enfermedad y, posiblemente, también menos comorbilidad física, lo que favorece su funcionamiento en general y, por extensión, también las relaciones interpersonales. En resumen, este estudio apoya la hipótesis de que los pacientes bipolares, aun eutímicos, presentan un marcado deterioro funcional en las relaciones interpersonales. Sin embargo, al tratarse de un estudio transversal, la causalidad de esta relación no puede determinarse. Es posible que 14/7/09 08:28:30 Predictores clínicos del funcionamiento interpersonal en pacientes bipolares las deficiencias en el funcionamiento interpersonal conlleven más episodios y síntomas depresivos residuales. También es importante mencionar que no hemos evaluado el funcionamiento cognitivo de esta muestra y se sabe que los déficit cognitivos afectan negativamente tanto al funcionamiento laboral como el social. Finalmente, nuestra selección de pacientes se ha llevado a cabo en un centro de referencia para el TB donde se trata a pacientes más complejos y de peor pronóstico, por lo que esto no permite generalizar los resultados a otros ámbitos. Bibliografía 1. Merikangas KR, Akiskal HS, Angst J, Greenberg PE, Hirschfeld RM, Petukhova M, et al. Lifetime and 12-month prevalence of bipolar spectrum disorder in the National Comorbidity Survey replication. Arch Gen Psychiatry. 2007;64:543-52. 2. Murray CJ, Lopez AD. Global mortality, disability, and the contribution of risk factors: Global Burden of Disease Study. Lancet. 1997;349:1436-42. 3. Vieta E, Cieza A, Stucki G, et al. Developing core sets for persons with bipolar disorder based on the International Classification of Functioning, Disability and Health. Bipolar Disord. 2007;9:16-24. 4. Kessler RC, Akiskal HS, Ames M, Birnbaum H, Greenberg P, Hirschfeld RM, et al. Prevalence and effects of mood disorders on work performance in a nationally representative sample of U.S. workers. Am J Psychiatry. 2006;163:1561-8. 5. Parker G, Brotchie H, Fletcher K, Hyett M, Barrett M. Outcome in a specialist referral clinic for mood disorders: a qualitative and quantitative review. Australas Psychiatry. 2007;15:125-9. 6. Judd LL, Schettler PJ, Solomon DA, Maser JD, Coryell W, Endicott J, et al. Psychosocial disability and work role function compared across the long-term course of bipolar I, bipolar II and unipolar major depressive disorders. J Affect Disord. 2008; 108:49-58. 7. DelBello MP, Hanseman D, Adler CM, Fleck DE, Strakowski SM. Twelve-month outcome of adolescents with bipolar disorder following first hospitalization for a manic or mixed episode. Am J Psychiatry. 2007;164:582-90. 8. Altshuler LL, Post RM, Black DO, Keck PE Jr, Nolen WA, Frye MA, et al. Subsyndromal depressive symptoms are associated with functional impairment in patients with bipolar disorder: results of a large, multisite study. J Clin Psychiatry. 2006;67:1551-60. 9. Coryell W, Turvey C, Endicott J, Leon AC, Mueller T, Solomon D, et al. Bipolar I affective disorder: predictors of outcome after 15 years. J Affect Disord. 1998;50:109-16. 10. Judd LL, Akiskal HS, Schettler PJ, Endicott J, Leon AC, Solomon DA, et al. Psychosocial disability in the course of bipolar I and II disorders: a prospective, comparative, longitudinal study. Arch Gen Psychiatry. 2005;62:1322-30. 11. Tohen M, Bowden CL, Calabrese JR, Lin D, Forrester TD, Sachs GS, et al. Influence of sub-syndromal symptoms after remission from manic or mixed episodes. Br J Psychiatry. 2006;189:5159. 12. Simon GE, Ludman EJ, Unützer J, Operskalski BH, Bauer MS. Severity of mood symptoms and work productivity in people treated for bipolar disorder. Bipolar Disord. 2008;10:718-25. 13. MacQueen GM, Young LT. Bipolar II disorder: symptoms, course, and response to treatment. Psychiatr Serv. 2001;52:358-61. 04 ORIGINAL 02 (83-88).indd 87 87 14. Rosa AR, Sánchez-Moreno J, Martínez-Aran A, Salamero M, Torrent C, Reinares M, et al. Validity and reliability of the Functioning Assessment Short Test (FAST) in bipolar disorder. Clin Pract Epidemol Ment Health. 2007;3:5. 15. Hammen C, Gitlin M, Altshuler L. Predictors of work adjustment in bipolar I patients: a naturalistic longitudinal follow-up. J Consult Clin Psychol. 2000;68:220-5. 16. Yan LJ, Hammen C, Cohen AN, Daley SE, Henry RM. Expressed emotion versus relationship quality variables in the prediction of recurrence in bipolar patients. J Affect Disord. 2004;83:199206. 17. Rosa AR, Reinares M, Franco C, Comes M, Torrent C, SánchezMoreno J, et al. Clinical predictors of functional outcome of bipolar patients in remission. 2009 [en prensa]. 18. Bobes J, Bulbena A, Luque A, et al. 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Altshuler LL, Post RM, Black DO, Keck PE Jr, Nolen WA, Frye MA, et al. Subsyndromal depressive symptoms are associated with functional impairment in patients with bipolar disorder: results of a large, multisite study. J Clin Psychiatry. 2006;67: 1551-60. 29. Morris CD, Miklowitz DJ, Waxmonsky JA. Family-focused treatment for bipolar disorder in adults and youth. J Clin Psychol. 2007;63:433-45. 30. Martínez-Arán A, Vieta E, Reinares M, Colom F, Torrent C, Sánchez-Moreno J, et al. Cognitive function across manic or 14/7/09 08:28:31 88 A.R. Rosa et al hypomanic, depressed, and euthymic states in bipolar disorder. Am J Psychiatry. 2004;161:262-70. 31. Robinson LJ, Ferrier IN. Evolution of cognitive impairment in bipolar disorder: a systematic review of cross-sectional evidence. Bipolar Disord. 2006;8:103-16. 32. Martínez-Arán A, Vieta E, Torrent C, Sánchez-Moreno J, Goikolea JM, Salamero M, et al. Functional-outcome in bipolar disorder: the role of clinical and cognitive factors. 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Abril-Junio 2009 EDITORIAL Reconceptualización de la nosología psiquiátrica: el caso de la conducta suicida ORIGINALES Evaluación telefónica de los sistemas de activación e inhibición conductual Estudio empírico de los correlatos psicosociales y clínicos del trastorno delirante: el estudio DELIREMP Predictores clínicos del funcionamiento interpersonal en pacientes bipolares ψ Variabilidad en el gen COMT y modificación del riesgo de esquizofrenia conferido por consumo de cannabis ARTÍCULO ESPECIAL Ansiedad bipolar CARTAS AL DIRECTOR Cuidados psicológicos del paciente crítico Apoyo a los familiares de pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos abril-junio 2009 - volumen 2 - numero 2 www.elsevier.es/saludmental AGENDA 2009 www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL Variabilidad en el gen COMT y modificación del riesgo de esquizofrenia conferido por consumo de cannabis Blanca Gutiérreza,b,*, Margarita Riveraa, Lourdes Obela, Kathryn McKenneya, Rafael Martínez-Leala, Esther Molinaa, Montse Dolzc, Susana Ochoac, Judith Usallc, Josep Maria Haroc, Miguel Ruiz-Veguillad, Francisco Torresa y Jorge Cervillaa,b,e CIBERSAM Universidad de Granada, Granada, España Instituto de Neurociencias Federico Olóriz, Centro de Investigaciones Biomédicas, Universidad de Granada, Granada, España c Sant Joan de Déu-Serveis de Salut Mental, CIBERSAM Sant Boi de Llobregat, Barcelona, España d Hospital Neurotraumatológico de Jaén, Jaén, España e Hospital Universitario San Cecilio, Servicio Andaluz de Salud, Granada, España a b Recibido el 15 de enero de 2009; aceptado el 5 de marzo de 2009 PALABRAS CLAVE Cannabis; COMT; Esquizofrenia; Interacción genéticoambiental Resumen Introducción: Recientemente se ha propuesto que el incremento de riesgo de esquizofrenia en relación con el consumo de cannabis podría modificarse por el polimorfismo Val158Met (rs4680) del gen COMT. Estos hallazgos no han sido replicados hasta el momento en muestras independientes. Material y métodos: En una muestra de 192 controles sanos y 91 pacientes con diagnóstico DSM-IV de esquizofrenia se exploró la posible interacción genético-ambiental de COMT y consumo de cannabis y su efecto en el riesgo de esquizofrenia. El polimorfismo funcional Val158Met del gen COMT se analizó mediante tecnología TaqMan. El consumo de cannabis se determinó teniendo en cuenta la frecuencia de su uso durante el último mes. Se aplicaron modelos de regresión logística para probar perfiles de riesgo genético y/o ambiental concretos definidos a priori para la esquizofrenia. Resultados: El consumo de cannabis tiene firme relación con la condición de enfermo (p < 0,0001). El polimorfismo Val158Met del gen COMT no tenía relación con la esquizofrenia, si bien los individuos homocigotos Val/Val tendían a ser más frecuentes en el grupo de enfermos que en el de controles (el 34 frente al 27%; odds ratio = 1,39; intervalo de confianza del 95%, 0,78-2,47). Por último, se detectó un incremento no significativo (p = 0,152) de mujeres consumidoras de cannabis y portadoras del alelo Val en el grupo de enfermas al compararlo con el grupo control. *Autor para correspondencia. Correo electrónico: blancag@ugr.es (B. Gutiérrez Martínez). 1888-9891/$ - see front matter © 2009 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados 05 ORIGINAL 07 (89-94).indd 89 14/7/09 08:30:13 90 B. Gutiérrez et al Conclusiones: Nuestros resultados apoyarían hallazgos recientes que describen un efecto modulador del gen COMT en el riesgo que confiere para la esquizofrenia el consumo y/o el abuso de cannabis. En nuestro estudio, este efecto sólo se observa en el grupo de mujeres. © 2009 Sociedad Española de Psiquiatría y Sociedad Española de Psiquiatría Biológica. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. KEYWORDS Cannabis; COMT; Schizophrenia; Genetic-byenvironment interaction Variability in the COMT gene and modification of the risk of schizophrenia conferred by cannabis consumption Abstract Introduction: The risk of schizophrenia conferred by cannabis has recently been proposed to be modulated by the Val158Met polymorphism (rs4680) at the COMT gene. To date, these findings have not been replicated in independent samples. Material and methods: We tested the potential gene-by-environment interaction between Val158Met genotype at the COMT gene and previous use of cannabis in schizophrenia in 192 healthy controls and 91 inpatients with DSM-IV schizophrenia. The functional COMT Val158Met polymorphism was analyzed using TaqMan technology. Cannabis use was measured by taking into account the frequency of intake during the previous month. Logistic regression models were used to test the interaction between genetic and environment factors. Results: Cannabis use was strongly associated with the case condition (p < 0.0001). The Val158Met polymorphism at the COMT gene was not associated with schizophrenia, although Val/Val homozygosity tended to be more frequent in the case group than in the control group (34% vs 27%; OR = 1.39; 95% CI, 0.78-2.47). Finally, in women we found a non-significant trend toward the association when we tested for the interaction between cannabis use, the number of Val alleles and susceptibility to schizophrenia (p = 0.152). Conclusions: Our results tend to support recent findings suggesting that the Val158Met polymorphism at the COMT gene modifies the risk of schizophrenia conferred by cannabis use. In our study, this possible effect was only detected in women. © 2009 Sociedad Española de Psiquiatría y Sociedad Española de Psiquiatría Biológica. Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción El cannabis es una de las drogas más consumidas en el mundo. Clásicamente, se ha relacionado su uso con un riesgo incrementado para síntomas psicóticos y esquizofrenia, algo que corroboran estudios prospectivos llevados a cabo sobre amplias muestras poblacionales1. Dos recientes revisiones indican, en concreto, que el cannabis actuaría como un verdadero factor causal en el origen de las psicosis, ya que incrementa el riesgo para estas enfermedades entre 1,4 y 1,9 veces2,3. Este riesgo podría ser mayor en el caso de consumidores jóvenes, adolescentes, en los que quizá el efecto deletéreo del cannabis podría ser mayor al tratarse de individuos especialmente vulnerables en los que el desarrollo cerebral todavía no se habría completado4,5. El efecto del cannabis en el riesgo total para psicosis, y particularmente para esquizofrenia, además podría estar modulado por factores de tipo genético6,7. Así, en un estudio llevado a cabo en Dunedin (Nueva Zelanda) sobre una cohorte de individuos seguidos desde su nacimiento hasta la edad de 26 años, se encontró que los homocigotos para el alelo Val (Valina) del polimorfismo Val158Met del gen de la 05 ORIGINAL 07 (89-94).indd 90 catecol-O-metiltransferasa (COMT) y que además habían consumido cannabis durante su adolescencia tenían, al menos, 5 veces más riesgo de presentar síntomas psicóticos y desarrollar un trastorno esquizofreniforme que los individuos con el mismo genotipo pero que no habían consumido antes cannabis8. La catecol-O-metiltransferasa es el principal metabolizador de la dopamina. El gen que contiene la información para su síntesis está situado en el cromosoma 22q11, una región que ha sido ligada a la esquizofrenia de forma consistente9 y en la que una microdeleción concreta se ha asociado al síndrome velocardiofacial, en el que son muy frecuentes los síntomas psicóticos10. Dentro del gen COMT, el polimorfismo Val158Met, también conocido como rs4680, se caracteriza por presentar dos posibles alelos o variantes genéticas (Val o Met) con repercusiones funcionales diferentes en la proteína resultante. Así, el alelo Val determina una mayor actividad de la enzima catecol-O-metiltransferasa que el alelo Met11,12. Además, el alelo Val parece determinar mayores concentraciones de dopamina en las neuronas del cerebro medio13 y densidades disminuidas de materia gris en el cingulado anterior14. Estas diferencias funcionales entre una forma alélica y otra podrían traducir- 14/7/09 08:30:13 Variabilidad en el gen COMT y modificación del riesgo de esquizofrenia conferido por consumo de cannabis se en vulnerabilidades diferentes para la esquizofrenia, en la que, sin duda, parece haber una disfunción general e inespecífica de la vía de neurotransmisión dopaminérgica. Estudios en familias han descrito una transmisión diferencial del alelo de alta actividad Val en individuos con esquizofrenia; sin embargo, los estudios caso-control han aportado en general resultados poco concluyentes acerca del efecto aislado de este gen en la etiología del trastorno15,16. En este sentido, el estudio de Caspi et al8 aporta hallazgos reveladores porque demuestran, por primera vez, la interacción genético-ambiental (gen COMT y consumo de cannabis) en la causalidad de las psicosis. El efecto único del gen no es muy grande, pero en combinación con un factor ambiental estresante se incrementa significativamente. Aunque todavía no hay replicaciones de estos hallazgos sobre muestras poblacionales, hay 3 trabajos cuyos resultados irían a favor de los de Caspi et al8, y al menos uno que no apoyaría dichos resultados. El primero de los trabajos a favor del de Caspi et al es un estudio de sólo casos que incluía 223 primeros episodios psicóticos. En él, Di Forti et al17 concluían que el efecto del cannabis en la aparición de psicosis estaba moderado por el polimorfismo Val158Met del gen COMT, y que los homocigotos Val/Val, que además habían consumido cannabis, tenían más riesgo para desarrollar un trastorno psicótico en el futuro. El segundo estudio corresponde a un diseño experimental en el que se administraba THC (el principal componente psicoactivo del cannabis) o placebo a individuos voluntarios18. En este trabajo se observó que los individuos homocigotos Val/Val eran más sensibles al efecto del THC y tenían una mayor probabilidad de manifestar síntomas psicóticos tras su administración que los individuos con otros genotipos. En relación con estos resultados, un estudio independiente desarrollado por el mismo equipo investigador describe un riesgo incrementado de alucinaciones tras consumir cannabis en pacientes psicóticos portadores del alelo Val del polimorfismo Val158Met19. Todos estos hallazgos, que aun procediendo de estudios con diseños heterogéneos parecen apoyar la interacción gen COMT y consumo de cannabis en la etiología de la esquizofrenia, contrastan, sin embargo, con los descritos por Zammit et al20, quienes no encuentran evidencias de tal interacción en un reciente estudio de sólo casos con esquizofrenia. Dada la potencial trascendencia de los hallazgos descritos y la escasez de datos hasta el momento, en el presente estudio nos marcamos como objetivo explorar, sobre una muestra española de pacientes con esquizofrenia y controles, la posible interacción entre consumo de cannabis, variabilidad del gen COMT y riesgo para esquizofrenia. Muestra y métodos Muestra La muestra incluida en este estudio estaba constituida por 283 individuos, de los que 91 (66 varones y 25 mujeres) eran pacientes con diagnóstico DSM-IV de esquizofrenia y 192 (96 varones y 96 mujeres) eran individuos sanos, no emparentados entre sí y del mismo origen poblacional que los enfermos. Los pacientes fueron reclutados en unidades de agu- 05 ORIGINAL 07 (89-94).indd 91 91 dos de 2 hospitales españoles (Sant Joan de Déu-Serveis de Salut Mental, Barcelona y Hospital Universitario San Cecilio, Granada). Los controles procedían de centros de atención primaria de Andalucía que acudían consecutivamente a consulta con su médico de cabecera y que accedieron a dar una muestra genética. Todos los participantes firmaron su consentimiento informado para formar parte del estudio; previamente, los comités de ética de los respectivos hospitales habían aprobado los protocolos. Estado de paciente o control Los pacientes habían recibido un diagnóstico clínico de esquizofrenia. Éste fue confirmado, siguiendo criterios DSM-IV para esquizofrenia, por psiquiatras clínicos experimentados independientes. Posteriormente, se evaluó la sintomatología mediante la versión española de la escala Positive and Negative Symptoms of Schizophrenia (PANSS)21. Por su parte, los controles, procedentes de atención primaria, fueron valorados con la versión española del General Health Questionnaire de 28 ítems (GHQ-28)22 y su estado carente de enfermedad fue confirmado cuando su puntuación en esta escala de cribado para trastorno mental fue menor que el punto de corte más restrictivo (2/3). Factores ambientales Se recogieron datos sociodemográficos, incluidos sexo, edad, estado civil y nivel educacional. Por otra parte, se preguntó, tanto a los pacientes como los controles, sobre sus hábitos actuales de consumo de cannabis para aclarar si eran consumidores habituales de dicha sustancia. Se consideró que el consumo era habitual cuando su uso era de al menos una vez por semana durante, como mínimo, 2 semanas en el último mes. Las preguntas relativas a la edad de inicio del consumo de cannabis fueron introducidas en el protocolo de trabajo una vez iniciado el muestreo y sólo se dispone de esa información para una pequeña parte de la muestra. Por ese motivo, la edad de inicio de consumo no es una variable que podamos tener en cuenta en nuestros análisis. Análisis genéticos Tras dar su consentimiento informado, tanto pacientes como controles donaron una muestra biológica de sangre o saliva (en los casos en que dichos sujetos prefirieron esa forma de obtención de la muestra). El polimorfismo Val158Met del gen COMT se analizó en el total de la muestra mediante tecnología TaqMan. Los oligonucleótidos molde, así como la sonda utilizada en dicho análisis, fueron diseñados utilizando el software Primer Express 2.0 (ABI, Foster City, California). Las secuencias de ADN fueron obtenidas mediante GenBank. La discriminación alélica se llevó a cabo con una máquina TaqMan 7900. Se identificaron 4 tipo de señales en forma de clusters gracias al software SDS 1.7 (ABI, Foster City, California). Estos clusters correspondían a los homocigotos Val/Val, homocigotos Met/Met, heterocigotos Val/Met y controles negativos. La validez de cada grupo genotípico o cluster se confirmó mediante la secuenciación de 3 muestras de cada grupo tomadas aleatoriamente. 14/7/09 08:30:14 92 B. Gutiérrez et al Análisis estadísticos Se analizó el equilibrio Hardy Weinberg para las frecuencias genotípicas, tanto en pacientes como controles, mediante la prueba de la χ2 (paquete estadístico EPI Info VI y SPSS v.12.0). Este mismo test estadístico se utilizó para comparar la distribución de consumidores y no consumidores de cannabis, y las frecuencias alélicas y genotípicas, entre grupos de esquizofrénicos y controles. Se aplicaron modelos de regresión logística para controlar perfiles de riesgo genético y/o ambiental concretos, definidos a priori, para la esquizofrenia. Dichos modelos de regresión logística se usaron para ajustar las asociaciones e interacciones por posibles factores confusores, tales como el sexo y la edad. Se estimaron también las asociaciones (odds ratio [OR], con intervalos de confianza [IC] del 95%) entre la enfermedad, el consumo de cannabis y las variantes genéticas analizadas. Tabla 1 Consumo de cannabis en pacientes con esquizofrenia y controles Consumo de cannabis Sí Enfermos Controles 51 (58,6%) 25 (13%) No 36 (41,4%) 167 (87%) χ2 = 62,812; gl = 1; p < 0,001. Odds ratio = 9,463 (intervalo de confianza del 95%, 5,19917,225). Resultados Tabla 2 Distribución de las frecuencias alélicas y genotípicas del polimorfismo Val158Met del gen COMT en casos y controles Consumo de cannabis y esquizofrenia Controles Casos Frecuencias alélicas Met Val 182 (47%) 202 (53%) 75 (41%) 107 (59%) χ2 = 1,907; gdl = 1; p = 0,167 Frecuencias genotípicas Met/Met Met/Val Val/Val 42 (22%) 98 (51%) 52 (27%) χ2 = 1,948; gdl = 2; p = 0,378 Se encontró que el consumo de cannabis tenía una firme relación con la condición de enfermo. Así, el uso de esta sustancia fue significativamente más frecuente en casos con esquizofrenia que en controles (χ2 = 62,812; p < 0,0001) (tabla 1). Esta relación se mantuvo cuando se analizó el consumo de cannabis en función del sexo. Aunque en nuestra muestra las mujeres fumaban menos cannabis que los varones, en el grupo femenino también se observó un mayor consumo entre las mujeres que presentaban la enfermedad que entre aquellas que no la tenían (χ2 = 7,36; p = 0,006; OR = 3,831; IC del 95%, 1,39210,542). En el caso de los varones esta asociación entre consumo de cannabis y esquizofrenia se incrementaba (χ2 = 49,7; p = 0,0001; OR = 14; IC del 95%, 6,29-31,162). Gen COMT y esquizofrenia Las frecuencias genotípicas del polimorfismo Val158Met del gen COMT estaban en equilibrio Hardy Weinberg tanto en casos como controles. El análisis de asociación genética entre dicho gen y la esquizofrenia desveló que no había diferencias estadísticamente significativas en la distribución de frecuencias alélicas y genotípicas cuando se comparaba a enfermos y controles (tabla 2), aunque la proporción de individuos portadores en homocigosis del alelo Val tendía a ser mayor en el grupo de casos (el 34 frente al 27%; χ2 = 1,45; p = 0,228; OR = 1,39; IC del 95%, 0,78-2,47). Tampoco se encontraron diferencias cuando se hicieron los análisis estratificados en función del sexo. Tanto en casos como en controles la distribución de alelos y genotipos fue similar en varones y mujeres. De nuevo, aunque no se llegaba a la significación estadística, en ambos casos se observó una mayor proporción de genotipos Val/Val en enfermos que en controles (datos no mostrados). Esquizofrenia, gen COMT y consumo de cannabis Se encontró que el consumo de cannabis era independiente del genotipo para el polimorfismo Val158Met del gen COMT 05 ORIGINAL 07 (89-94).indd 92 15 (16%) 45 (50%) 31 (34%) tanto en casos (χ2 = 1,146; gl = 2; p = 0,564) como en controles (χ2 = 1,676; gl = 2; p = 0,433). Cuando se analizó la posible interacción de la variabilidad del gen COMT con el consumo de cannabis y el riesgo de esquizofrenia que estos dos factores conferían de forma conjunta, no se detectaron efectos significativos generales al comparar casos y controles. Sin embargo, cuando los datos fueron analizados en función del sexo, encontramos que el máximo riesgo de esquizofrenia correspondía a las mujeres que consumían habitualmente cannabis y que además eran homocigotas para el alelo Val. En el caso de mujeres consumidoras de cannabis heterocigotas Val/Met se obtenía un riesgo intermedio para la esquizofrenia y, finalmente, las mujeres consumidoras de cannabis homocigotas Met/Met eran las que presentaban el riesgo menor para dicha enfermedad (fig. 1). Sin embargo, este patrón dependiente de la dosis entre número de alelos Val, consumo de cannabis y riesgo para esquizofrenia en mujeres no llegó a alcanzar la significación estadística (p = 0,152). Discusión El consumo continuado y/o el abuso de cannabis se ha asociado consistentemente con un riesgo incrementado para desarrollar síntomas psicóticos y/o esquizofrenia1,23. Este 14/7/09 08:30:14 Variabilidad en el gen COMT y modificación del riesgo de esquizofrenia conferido por consumo de cannabis Controles Casos Individuos que consumen cannabis (%) 50 45 40 35 30 25 20 15 10 5 0 Met/Met Met/Val Val/Val Genotipo Figura 1 Mujeres consumidoras de cannabis en función del genotipo Val158Met del gen COMT. riesgo podría ser mayor en individuos genéticamente vulnerables. Concretamente, hallazgos recientes del grupo de Caspi et al8 indican que el consumo de cannabis durante la adolescencia aumentaría por 5 el riesgo para esquizofrenia en individuos homocigotos Val/Val para el polimorfismo Val158Met del gen COMT. Este incremento de riesgo no se observa en personas con el mismo genotipo pero que no han consumido antes cannabis8. El gen COMT codifica para la catecol-O-metiltransferasa, una enzima clave de la neurotransmisión dopaminérgica, y el polimorfismo Val158Met, en concreto, es un polimorfismo funcional que afecta a la actividad transcripcional del gen y, en consecuencia, a la eficacia con que la dopamina es metabolizada en la corteza prefrontal12. Clásicamente, se ha considerado que el gen COMT es candidato para esquizofrenia y, dentro de este gen, se ha estudiado ampliamente el polimorfismo funcional Val158Met en relación con el origen de dicha enfermedad. Sin embargo, los resultados de los estudios de asociación genética, en general, no han sido concluyentes. Dos recientes metaanálisis encuentran evidencias mínimas, o no las encuentran, de asociación entre el polimorfismo Val158Met del gen COMT y la esquizofrenia24,25. Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente, parece plausible que, más que un efecto mayor, el gen COMT podría tener un papel modulador del efecto de determinados factores de riesgo ambiental para esquizofrenia como, por ejemplo, el consumo de cannabis. Esta hipótesis, apoyada por el estudio de Caspi et al8, no ha sido replicada hasta el momento en una muestra independiente, si bien hay 3 trabajos que, de forma indirecta, muestran resultados favorables17-19. En el presente estudio nos propusimos como principal objetivo explorar, en una muestra española, la posible interacción de estos dos factores (consumo de cannabis y variabilidad del gen COMT) y su papel en el riesgo de esquizofrenia. En primer lugar, tal y como habían descrito 05 ORIGINAL 07 (89-94).indd 93 93 otros autores3,7, nuestros resultados mostraron una firme asociación entre consumo de cannabis y esquizofrenia. Esta asociación se observó tanto en el grupo de varones como en el de mujeres, si bien en los primeros la magnitud del efecto era significativamente mayor que en estas últimas. Ciertamente, nuestro estudio está basado en un diseño transversal, en el que no es posible establecer relaciones causa-efecto y, por lo tanto, sólo podemos afirmar que, en nuestra muestra, el consumo de cannabis es significativamente más frecuente entre aquellos que padecen la enfermedad que entre aquellos que no la padecen, sin poder determinar si el consumo es previo a su manifestación o se estableció posteriormente. Respecto al posible papel del gen COMT en la causalidad de la esquizofrenia, nuestros resultados no parecen apoyar que la variabilidad analizada en dicho gen tenga relación con un riesgo diferencial para esa enfermedad, aunque tanto en el análisis general como en el estratificado por sexos encontramos una tendencia no significativa hacia un incremento de homocigotos para el alelo Val (Valina) entre los enfermos al compararlos con los controles. Es probable que, de conservarse esas tendencias en una muestra mayor, los resultados pudieran alcanzar la significación estadística. Sin embargo, teniendo en cuenta los datos de los que disponemos en la actualidad, la frecuencia en la población no enferma de los genotipos de riesgo y el tamaño de nuestra muestra, estimamos que contamos con un poder del 80% (IC del 95%) de detectar un riesgo mínimo de 2,2 en el caso de que se considere como genotipo de riesgo el homocigoto Val/Val, o de 3,2 en el caso de que consideremos como genotipos de riesgo las combinaciones Val/Met y Val/Val. Se trata en ambos casos de riesgos de cierta magnitud, probablemente por encima de los esperados para el gen COMT. Para detectar efectos menores necesitaríamos una muestra sensiblemente mayor y, en ese sentido, nuestro poder muestral actual es limitado. Por último, y en relación con el incremento de riesgo para esquizofrenia que podría propiciar la interacción entre el consumo de cannabis y la variabilidad del gen COMT, en nuestro estudio encontramos evidencias que apoyarían esta interacción sólo en el grupo de mujeres y no en el de varones. Estas tendencias no llegan a ser estadísticamente significativas, posiblemente por una falta de poder muestral. Sin embargo, van en la misma dirección que los hallazgos de Caspi et al8 y deberían ser exploradas en mayor profundidad en una muestra mayor. Nuevos estudios en este sentido deberían desarrollarse, idealmente en el contexto de diseños longitudinales, para esclarecer, por un lado, el papel modulador del gen COMT en el riesgo del cannabis para la esquizofrenia y, por otro, la magnitud de ese efecto. Financiación Este estudio ha sido posible gracias a la financiación de la Fundació la Marató de TV3 (TV32001-36), el Ministerio de Educación y Ciencia (proyecto SAF-2004-01310) y la Consejería de Innovación (Junta de Andalucía), Proyecto de Investigación de Excelencia P06-CTS-01686. 14/7/09 08:30:19 94 B. Gutiérrez et al Bibliografía 1. Murray RM, Morrison PD, Henquet C, Di Forti M. Science and society - Cannabis, the mind and society: the hash realities. Nat Rev Neurosci. 2007;8:885-95. 2. Henquet C, Krabbendam L, Spauwen J, et al. Prospective cohort study of cannabis use, predisposition for psychosis, and psychotic symptoms in young people. BMJ. 2005;330:11-4. 3. Moore THM, Zammit S, Lingford-Hughes A, et al. Cannabis use and risk of psychotic or affective mental health outcomes: a systematic review. Lancet. 2007;370:319-28. 4. Arseneault L, Cannon M, Poulton R, Murray R, Caspi A, Moffitt TE. Cannabis use in adolescence and risk for adult psychosis: longitudinal prospective study. 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Abril-Junio 2009 EDITORIAL Reconceptualización de la nosología psiquiátrica: el caso de la conducta suicida ORIGINALES Evaluación telefónica de los sistemas de activación e inhibición conductual Estudio empírico de los correlatos psicosociales y clínicos del trastorno delirante: el estudio DELIREMP Predictores clínicos del funcionamiento interpersonal en pacientes bipolares ψ Variabilidad en el gen COMT y modificación del riesgo de esquizofrenia conferido por consumo de cannabis ARTÍCULO ESPECIAL Ansiedad bipolar CARTAS AL DIRECTOR Cuidados psicológicos del paciente crítico abril-junio 2009 - volumen 2 - numero 2 www.elsevier.es/saludmental Apoyo a los familiares de pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos AGENDA 2009 www.elsevier.es/saludmental ARTÍCULO ESPECIAL Ansiedad bipolar Bipolar anxiety Guy M. Goodwin* y Emily A. Holmes University Department of Psychiatry, Oxford, Reino Unido Recibido el 7 de enero de 2009; aceptado el 17 de marzo de 2009 Introducción Papel de las imágenes mentales La ansiedad es el problema olvidado del trastorno bipolar. Nueve de cada 10 pacientes bipolares sufren un trastorno de ansiedad como comorbilidad a lo largo de su vida1. Esto sucede tanto en los casos de trastorno bipolar I como en los de trastorno bipolar II, y esta frecuencia parece ser superior a la prevalencia de la comorbilidad de ansiedad en la depresión mayor (50%)2 o la psicosis no afectiva (63%)3. Parece razonable interpretar la ansiedad como una dimensión central del tratamiento bipolar4 y es frecuente que los síntomas de ansiedad precedan a la aparición de éste5. Por último, la ansiedad es también un factor de riesgo para el aumento de los intentos de suicidio y las muertes por suicidio durante la evolución del trastorno bipolar6,7. ¿Por qué es tan frecuente la ansiedad? La relación entre el trastorno bipolar y la ansiedad no está clara. La ansiedad puede estar determinada por factores de riesgo comunes o incluso como efecto secundario de la psicopatología primaria. Otra posibilidad es que acompañe al trastorno bipolar en el desarrollo, precediendo al inicio de éste, pero sin tener un papel directo en la polaridad en sí. Por último, los síntomas de ansiedad pueden ser un precursor necesario para el desarrollo y la plena expresión de la bipolaridad. Comentaremos aquí si los síntomas de ansiedad pueden facilitar un aumento de la reactividad del estado de ánimo y la inestabilidad intrínseca de éste en el trastorno bipolar: puede consultarse una descripción más completa en el trabajo de Holmes et al8. En el trastorno bipolar, atribuimos un papel central a las imágenes mentales perturbadoras involuntarias, acerca del pasado o el futuro, que acuden a la mente de forma espontánea, habitualmente con un alto grado de involucración afectiva. Por ejemplo, un paciente puede ver en ellas “mentalmente” una imagen vívida y detallada de un evento muy estresante como un daño que sufrirá. O puede ver, en cambio, una imagen vívida de sí mismo en un casino en el que gana brillantemente en las apuestas. Las imágenes mentales se consideran actualmente un proceso crucial que exacerba los estados de emoción normal y anormal9 y que puede amplificar la emoción en mayor medida que el pensamiento verbal (basado en el lenguaje). Una característica distintiva del fenotipo bipolar es que constituye un trastorno emocionalmente volátil. Parece probable que las imágenes mentales puedan ser un amplificador emocional de diversos estados de ánimo en el trastorno bipolar y, en especial, en la ansiedad. En la actualidad, la evidencia directa que respalda esta hipótesis de las imágenes mentales continúa siendo limitada. Mansell et al10 observaron que los pacientes bipolares en remisión tenían respuestas de memoria autobiográfica ante palabras clave negativas de un carácter aún más sobregeneralizado que en un grupo de pacientes unipolares en remisión que presentaban depresión: el contenido de los recuerdos negativos era predominantemente ansioso. Estas memorias sobregeneralizadas tienden a estar menos basadas en imágenes, pero son indicativas de imágenes intrusivas supresoras11. Tzemou et al12 examinaron directamente las imágenes mentales traumáticas intrusivas, además del sesgo de memoria sobregeneralizada en indivi- * Autor para correspondencia. Correo electrónico: guy.goodwin@psych.ox.ac.uk (G.M. Goodwin). 1888-9891/$ - see front matter © 2009 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados 06 ARTICULO ESPECIAL (95-98).ind95 95 14/7/09 08:35:22 96 G.M. Goodwin et al Desencadenantes de ansiedad Interpretación de la amenaza Evitación duos con trastorno bipolar I, depresión unipolar e individuos de control. Los dos grupos con trastornos clínicos presentaron un sesgo de memoria sobregeneralizada en comparación con los individuos de control, y aproximadamente la mitad de los pacientes de estos dos grupos indicaron que experimentaban en ese momento recuerdos traumáticos perturbadores. Tal como sabemos que ocurre en el trastorno de estrés postraumático (TEPT), estos recuerdos traumáticos y flashbacks adoptan la forma de imágenes vívidas. Un mayor sesgo de memoria sobregeneralizada se asociaba a un menor número de intrusiones traumáticas. Se propuso que la evitación cognitiva de los recuerdos emocionales era la causa del mantenimiento de los síntomas. Sin embargo, no se investigaron las imágenes mentales no traumáticas adicionales (la experiencia de las imágenes mentales se provocó con un instrumento relevante para el TEPT) y no se presentó una información detallada sobre los demás síntomas de ansiedad experimentados por estos pacientes. Mayor creencia en la amenaza Ansiedad (reforzada por las imágenes mentales) (elevada por las imágenes mentales) Imágenes mentales causantes de ansiedad Imágenes mentales Imágenes mentales positivas Si, como nosotros proponemos8, los pacientes bipolares son especialmente propensos a las imágenes mentales, esto lleva a diversas predicciones acerca de la ansiedad bipolar que pueden ser objeto de verificación. En primer lugar, las imágenes mentales actúan rápidamente, amplificando la emoción, y en el trastorno bipolar, la intensidad de este mecanismo (en terminología de retroalimentación, la ganancia del sistema) puede explicar diversas de sus psicopatologías clave. La ansiedad está relacionada con la aprehensión respecto a una amenaza futura, y los trastornos de ansiedad se han relacionado claramente con las imágenes mentales patológicas, por ejemplo, los flashbacks en el TEPT o las autoimágenes negativas en la fobia social13 (fig. 1). Así pues, un exceso de imágenes mentales relativas a amenazas estimulará la ansiedad en el trastorno bipolar. Es importante señalar que, en el trastorno bipolar, podría haber un mecanismo cognitivo similar involucrado en estados de ánimo positivos. El proceso de elevación del estado de ánimo continúa sin estar suficientemente explicado en el trastorno bipolar en el área cognitiva. Los individuos afectados pueden tener imágenes mentales intensas tanto positivas como negativas14,15. Las imágenes que elevan el estado de ánimo (por ejemplo, ganar en el juego, como se ha indicado antes) nos permiten “preexperimentar” cómo sería alcanzar un objetivo deseado, lo cual, a su vez, puede estimular la manía y reforzar la interpretación de que se trata de un estado que es un objetivo positivo real a alcanzar, y que lleva a actuar en consecuencia16 (fig. 1). Cabría imaginar también un papel de la ansiedad en los estados mixtos, en los que podríamos predecir que las imágenes mentales más ambiguas podrían generar amplificaciones del estado de ánimo tanto negativas como positivas. En segundo lugar, la comorbilidad bipolar en casos de abuso de sustancias, juego patológico o incluso suicidio podría tener raíces comunes en las imágenes mentales17-19. En tercer lugar, la inestabilidad del estado de ánimo es otra característica poco aclarada del trastorno bipolar20,21. Las imágenes mentales tienen una inmediatez y una completitud que podrían explicar los cam- 06 ARTICULO ESPECIAL (95-98).ind96 96 Abordaje Consecuencias de la ansiedad Elevación del estado de ánimo Aumento de creencias que elevan el estado de ánimo, (potenciada por imágenes mentales) objetivos y probabilidad de acción (reforzado por las imágenes mentales) Interpretación positiva Desencadenantes de elevación del estado de ánimo Figura 1 Un modelo del papel de las imágenes mentales en la emoción en los pacientes con trastorno bipolar: las imágenes mentales amplifican la ansiedad y la manía (reproducido con permiso del director de Behaviour Research and Therapy). bios rápidos del estado de ánimo positivo o negativo en los pacientes que se encuentran en fases intermedias entre episodios completos. Nosotros sugerimos que esto constituye principalmente un mecanismo importante en los pacientes clínicamente eutímicos y no tan sólo en presencia de un episodio florido. En consecuencia, puede ser un elemento clave en el riesgo de recurrencia y, por lo tanto, en su prevención. En resumen, nosotros sugerimos que los pacientes bipolares pueden ser especialmente propensos a las imágenes mentales. El efecto catalítico de los mecanismos de estas imágenes en la emoción podría contribuir a producir los extremos de intensidad del estado de ánimo en el trastorno bipolar, así como cambios rápidos en el estado de ánimo diario. La hipótesis de las imágenes mentales indica que pueden tener repercusiones importantes en cuanto a preex- 14/7/09 08:35:25 Ansiedad bipolar 97 perimentar el futuro y aumentar la probabilidad de acción. Además, esta hipótesis está relacionada con ciertas manifestaciones que se dan ampliamente en concomitancia con la ansiedad bipolar y que no han sido explicadas. ¿Es posible que esta nueva formulación del papel de las imágenes mentales y la ansiedad genere nuevos enfoques terapéuticos? Nosotros creemos que sí. La medicación continúa siendo un elemento crucial del tratamiento del trastorno bipolar. Sin embargo, su mecanismo de acción sistémico no es bien conocido. Una mejora de la teoría cognitiva de la psicopatología bipolar podría llevar a comprender mejor los mecanismos de acción de los fármacos, como ha sucedido con los antidepresivos22. Sin embargo, es evidente que es en el desarrollo de los tratamientos psicológicos donde somos más optimistas. La ausencia de una evidencia formal en la que basar el tratamiento farmacológico de la ansiedad bipolar es paralela a la ausencia de un estudio formal de tratamientos psicológicos para abordar dicho trastorno. La terapia cognitiva conductual (TCC) es el tratamiento preferido para varios trastornos de ansiedad, incluido el trastorno de angustia (panic disorder)23,24. Sin embargo, en el trastorno bipolar, no se ha demostrado por el momento la utilidad de la TCC. En un importante ensayo25 los resultados fueron decepcionantemente negativos26. La TCC para el trastorno bipolar ha sido pragmática en su desarrollo. Todas las teorías propuestas se han centrado en la depresión y la manía, por lo que los aspectos cognitivos de la ansiedad no parecen haberse explorado suficientemente. Otras terapias psicosociales para el trastorno bipolar basadas en la evidencia, como la terapia centrada en la familia27,28, la terapia de ritmo social interpersonal29,30 y la psicoeducación31 no abordan de manera específica los procesos de ansiedad. Una forma de desarrollar tratamientos psicológicos con una base teórica que den mejores resultados es la investigación sobre procesos cognitivos que van más allá de las fronteras diagnósticas32. Si las “imágenes mentales intrusivas afectivas” resultan tener prevalencia e importancia mucho mayores de las que actualmente se les atribuye en el tratamiento bipolar, esto podría proporcionar un enfoque teórico y práctico que resulta muy necesario. Las imágenes mentales son el lenguaje de la emoción inmediata, y el trastorno bipolar es emocionalmente volátil: ambas cosas parecen estar lo suficientemente maduras para converger. Financiación Emily A Holmes contó con la ayuda de una Royal Society Dorothy Hodgkin Fellowship y, en parte, de una subvención del Economic and Social Research Council (RES-061-230030) y una subvención John Fell OUP Grant (PRAC/JF Ref 052/54). Guy Goodwin recibe actualmente financiación para investigación del Medical Research Council, Economic and Social Research Council y el Stanley Medical Research Institute: ha sido asesor remunerado de AstraZeneca, BMS, Eli Lilly, Lundbeck, P1Vital, Servier y Wyeth durante el último año. 06 ARTICULO ESPECIAL (95-98).ind97 97 Bibliografía 1. Merikangas KR, Akiskal HS, Angst J, Greenberg PE, Hirschfeld RM, Petukhova M, et al. Lifetime and 12-month prevalence of bipolar spectrum disorder in the National Comorbity Survey replication. Arch Gen Psychiatry. 2007;64:543-52. 2. 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Behav Res Ther. 2003;41:509-28. 14/7/09 08:35:26 Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.) 2009;2(2) 99-101 ISSN: 1888-9891 revista de psiquiatría y salud mental Revista de Psiquiatría y Salud Mental Revista de Psiquiatría y Salud Mental Órgano Oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica Volumen 2, Número 2. Abril-Junio 2009 EDITORIAL Reconceptualización de la nosología psiquiátrica: el caso de la conducta suicida ORIGINALES Evaluación telefónica de los sistemas de activación e inhibición conductual Estudio empírico de los correlatos psicosociales y clínicos del trastorno delirante: el estudio DELIREMP Predictores clínicos del funcionamiento interpersonal en pacientes bipolares ψ Variabilidad en el gen COMT y modificación del riesgo de esquizofrenia conferido por consumo de cannabis ARTÍCULO ESPECIAL Ansiedad bipolar CARTAS AL DIRECTOR Cuidados psicológicos del paciente crítico Cuidados psicológicos del paciente crítico Psychological care of critically ill patients Sr. Director: En la atención integral del paciente crítico, se debe cuidar los problemas físicos u orgánicos, pero no se debe descuidar otros, que pueden pasar inadvertidos, como sus necesidades psicológicas, espirituales o sociales. Estos otros aspectos del cuidado del paciente crítico no son menos importantes que el primero, ya que incluso pueden influir en el pronóstico del paciente grave ingresa do en una unidad de cuidados intensivos (UCI). La enfermedad crítica y el uso de gran cantidad de tecnología que conllevarán una serie de problemas psicológicos y emocionales derivados de su ingreso, así como trastornos de sueño que tendrán consecuencias, no sólo durante su ingreso, sino incluso a largo plazo. La gran cantidad de dispositivos técnicos de los que puede llegar a disponer un enfermo ingresado en una UCI produce importantes barreras para el contacto físico del paciente con el personal y con la familia1. Esto puede hacer que el personal desempeñe más un trabajo técnico que el propio de su profesión, que incluye cinco aspectos2: el compromiso moral en la acción de cuidar; el conocimiento del significado vital que tiene para la persona el proceso de enfermar; la aplicación de cada acción teniendo en cuenta los aspectos biológico, psicológico, emocional y espiritual de la persona enferma; aplicar las técnicas y protocolos desde una base lógica y reflexiva, y por último, ser consciente de que hay una interacción sujeto-sujeto y que no es sólo la aplicación de un procedimiento. En el paciente crítico, tanto por la propia enfermedad como por el uso de tratamientos, se puede llegar a causar una serie de alteraciones psicológicas y, por lo tanto, del comportamiento que el profesional debe reconocer y valorar adecuadamente, con especial cuidado en el uso de sedantes innecesarios para tratar este problema; así disminuirá el sufrimiento del paciente y mejorará su morbimortalidad3,4. Así, hemos de tener en cuenta que el delirio, especialmente en el anciano ingresado en la UCI, es muy frecuente, por lo que el despertar no va a estar exento de trastornos cerebrales, acompañados en muchas ocasiones de ideas delirantes, reales o imaginarias. Podemos proporcionar una serie de consejos para evitar, en la medida de lo posible, estas alteraciones psicológicas, - volumen 2 - numero 2 CARTAS AL DIRECTOR abril-junio 2009 www.elsevier.es/saludmental Apoyo a los familiares de pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos AGENDA 2009 www.elsevier.es/saludmental como orientar al paciente en tiempo y espacio, decirle con frecuencia dónde se encuentra, por qué está allí y quién es, colocar un reloj y un calendario donde pueda verlos, hablarle con calma y en tono tranquilizador, tocarlo suavemente para que se dé cuenta de que estamos allí. Cuando estemos con un paciente que tiene alucinaciones no debemos negarlas ni discutirlas, tampoco debemos irnos de su lado. Otros consejos serían limitar alarmas innecesarias, evitar las conversaciones junto a su cama o habitación, ya que, aunque no se esté hablando de él, el enfermo puede pensar que así es y desconcertarse. Si la política del hospital lo permite, ser flexible en los horarios de visitas. Colocar objetos familiares donde el paciente pueda verlos puede ayudarles también a orientarlos. Por último, procurar que se sienta lo más cómodo posible y minimizar cualquier estímulo doloroso. En relación con la alteración del sueño que sufre el paciente ingresado en la UCI, cabe decir que éste se ve interrumpido debido no sólo a la propia enfermedad, sino también por el estrés psicológico que está atravesando y el efecto de algunas medicaciones, por lo que estamos obligados a conocerlos y poner remedio en la medida de lo posible5. Así, es conocido que el sueño es un proceso activo y complejo que se divide en fases REM, de rápido movimiento de los ojos, y de fases NREM, sin movimiento rápido. Las investigaciones indican que el sueño profundo y la actividad onírica del sueño REM son esenciales para la estabilidad mental. La falta de conocimiento de estas fases del sueño hace que se pueda llevar a cabo valoraciones o intervenciones que pueden alterar la capacidad de dormir del paciente6. La importancia de la interrupción del sueño en el paciente crítico, aunque no está bien estudiada, sí se conocen los efectos de la sepsis y las medicaciones de uso común en el sueño, la relación entre sueño y sedación y, por último, las consecuencias físicas y psicológicas que produce su deprivación7. Se han estudiado, asimismo, protocolos de interrupción diaria de la sedación en los pacientes críticos que parece que no producen efectos psicológicos adversos y, además, parece que disminuyen la incidencia del estrés postraumático8. Como conclusiones, en primer lugar, no hay que olvidar que el personal de la UCI, que maneja gran cantidad de tecnología, no debe descuidar los cuidados propios de su profesión. Hay que recordar constantemente que la recuperación del paciente con enfermedad crítica no debe ser sólo física sino también psicológica, y que ambos aspectos influirán igualmente en el pronóstico. Se debería tener en cuenta las necesidades de sueño dentro del cuidado integral del 1888-9891/$ - see front matter © 2008 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados 07 CARTA DIR 17_20 (99-101).indd99 99 14/7/09 08:51:24 100 Cartas al Director paciente crítico, y vigilar de forma individualizada las medicaciones utilizadas para inducir el sueño, así como de todas aquellas que puedan alterarlo. Se podría programar los cuidados de enfermería de forma que permitan no interrumpir los períodos de sueño: minimizar el ruido, reducir las luces durante los períodos de sueño y proporcionar tranquilidad y apoyo. Sería importante que en el equipo multidisciplinario que cuida del paciente crítico hubiese un encargado/a de cuidar estos aspectos no físicos, pero que, sin duda alguna, repercutirán en una más pronta recuperación del paciente ingresado en una unidad de cuidados intensivos. Nosotros proponemos implementar protocolos de actuación conjunta entre intensivos y psiquiatras cuando el paciente crítico presente problemas de alteración del comportamiento, y que seguramente la visión del psiquiatra o el enfermero/a psiquiátrico/a sería de indudable ayuda. Asimismo, se debería vigilar la incidencia del estrés postraumático en los pacientes que han permanecido ingresados en la UCI tras su alta a planta de hospitalización. Luciano Santana Cabreraa,*, Juliana Martín Alonsob y Manuel Sánchez-Palaciosa Servicio de Medicina Intensiva, Hospital Universitario Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, España b Servicio de Medicina Intensiva, Hospital de Gran Canaria Dr. Negrín, Las Palmas de Gran Canaria, España a Apoyo a los familiares de pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos Support to the relatives of patients admitted to intensive care units Sr. Director: Para cualquier familia el hecho de tener a uno de sus miembros ingresado en la unidad de cuidados intensivos (UCI) supone una tremenda carga emocional, y es obligación del personal sanitario intentar aliviar sus dudas y ayudarles a prepararse para enfrentarse a esta situación de estrés. Los familiares son quienes asumen de forma implícita la información médica y son los que tienen la responsabilidad de tomar las decisiones acerca de los tratamientos que recibirán los pacientes. En este sentido, en un estudio realizado por nosotros1, nos llamó la atención la actitud diferente de los sujetos entrevistados según su estado civil, así los enfermos solteros son quienes demandaban más participación en el proceso de tomar decisiones, lo que podría corresponder a una actitud de los enfermos casados más proclive a delegar las decisiones en la pareja o en la familia que los solteros, que posiblemente estén acostumbrados a una vida independiente y tengan menos ataduras familiares. Está claro que es importante el papel que la familia puede tener en la toma de decisiones para el enfermo2, y todo 07 CARTA DIR 17_20 (99-101).indd100 100 * Autor para correspondencia. Correo electrónico: lsancabx@gobiernodecanarias.org (L. Santana Cabrera). Bibliografía 1. Mann RE. Preserving humanity in an age of technology. Intensive Crit Care Nurs. 1992;8:54-9. 2. Palacios-Ceña D. Management of technology and its influence on nursing care. Enferm Clin. 2007;17:146-51. 3. 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Am J Respir Crit Care Med. 2003;168:1457-61. esto, sumado a la propia situación de crisis que ha originado el ingreso de su familiar en la UCI, hace que más de las dos terceras partes de los familiares de pacientes ingresados sufran síntomas de ansiedad y depresión3, lo que puede afectar a la participación de éstos en las decisiones que se tomen al final de la vida de su familiar. Debería haber programas de formación dirigidos a médicos y enfermeras que ayudaran a evaluar a los familiares de los pacientes ingresados en aspectos como actitudes, conocimientos, satisfacción, valores, síntomas de estrés, ansiedad y depresión, situación financiera y apoyo social4. Esto ayudaría, sin duda alguna, a conseguir una comunicación más efectiva que puede hacer que la estancia en la unidad sea menos estresante, con lo que mejoraría el bienestar psicológico y mental y así se podrá facilitar que la experiencia que se está viviendo deje las menores secuelas posibles. La información ofrecida a estos familiares tiene una enorme importancia y, aunque la mayoría está satisfecho con la información que recibe, tal como lo demostramos en otro estudio realizado en nuestra unidad, sí que debemos esforzarnos en mejorar ciertos aspectos: preocuparnos un poco más por los sentimientos del familiar y explicar también de forma sencilla los medios técnicos que se utilizan con el paciente5. Asimismo, es muy importante explicar a los familiares de los pacientes que están muriendo qué es lo que le ocurre, por qué y cómo ocurrirá la muerte, los cuidados paliativos aplicados para aliviar los síntomas y cómo la familia puede acompañar al paciente durante esos últimos momentos; 14/7/09 08:51:25 Cartas al Director 101 todo eso hará que los familiares entiendan y asuman mejor el proceso6. En otro estudio, llevado a cabo en nuestra unidad con familiares de pacientes que habían fallecido en la UCI7, aunque estaban muy satisfechos con el tratamiento y la asistencia recibida por su familiar, se notó una diferencia significativa en cuanto a las necesidades de información adicional y las dudas sobre la mortalidad de la enfermedad y si el familiar debía estar presente durante el proceso de la muerte o no. La presencia del familiar durante el proceso de la muerte parece disipar muchas dudas sobre el tratamiento recibido, lo que debería ser una actuación generalizada con los pacientes cuya muerte se prevea cercana; esto concordaría con los resultados de estudios previos que señalan que muchos pacientes sienten que tener a un ser querido presente en el momento de la muerte contribuiría a una buena muerte8. En conclusión, podríamos decir que los familiares de los pacientes ingresados en las UCI tienen una serie de necesidades que deben cubrir para evitar secuelas psicológicas a largo plazo, para lo cual dentro del equipo interdisciplinario de la UCI debería haber un psicólogo o un enfermero/a psiquiátrico/a que se encargase de vigilar estos aspectos que, sin duda, pasan inadvertidos dentro de la atención superespecializada y tecnificada que existe en estas unidades. Luciano Santana Cabreraa,*, Juliana Martín Alonsob y Manuel Sánchez-Palaciosa Servicio de Medicina Intensiva, Hospital Universitario Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, España b Servicio de Medicina Intensiva, Hospital de Gran Canaria Dr. Negrín, Las Palmas de Gran Canaria, España a 07 CARTA DIR 17_20 (99-101).indd101 101 * Autor para correspondencia. Correo electrónico: lsancabx@gobiernodecanarias.org (L. Santana Cabrera). Bibliografía 1. 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Abril-Junio 2009 EDITORIAL Reconceptualización de la nosología psiquiátrica: el caso de la conducta suicida ORIGINALES Evaluación telefónica de los sistemas de activación e inhibición conductual Estudio empírico de los correlatos psicosociales y clínicos del trastorno delirante: el estudio DELIREMP Predictores clínicos del funcionamiento interpersonal en pacientes bipolares ψ Variabilidad en el gen COMT y modificación del riesgo de esquizofrenia conferido por consumo de cannabis ARTÍCULO ESPECIAL Ansiedad bipolar CARTAS AL DIRECTOR Cuidados psicológicos del paciente crítico abril-junio 2009 - volumen 2 - numero 2 www.elsevier.es/saludmental Apoyo a los familiares de pacientes ingresados en las unidades de cuidados intensivos AGENDA 2009 www.elsevier.es/saludmental AGENDA 2009 Abril Congreso Internacional WPA (Treatments in Psychiatry: A New Update) Florencia (Italia), 1-4 de abril Información: Newtours S.p.A. Via Augusto Righi, 8. 50019 Osmannoro, Sesto Fiorentino. Florence, Italy Tel.: +39 055 33611. Fax: +39 055 3033895 Correo electrónico: info@wpa2009florence.org http://www.wpa2009florence.org/ Mayo 9th International Review of Bipolar Disorders (IRBP) Lisboa, 6-8 de mayo http://www.irbd.org/ IV Reunión de Medicina de la Adicción Barcelona, 7 de mayo Información: Marketinred Josep Tarradellas, 84-88, 4.o 2.a. 08029 Barcelona Tel.: 934 107 903 Correo electrónico: inscripciones@marketinred.com http://www.medicina-adiccion.com/ Curso Internacional de Psiquiatría Infantil: Prevención en Patología Mental infanto-juvenil Madrid, 7-8 de mayo Información: Agencia Laín Entralgo Fax: 913 089 460 162nd Anual meeting APA (American Psychiatric Association) San Francisco (Estados Unidos), 16-21 de mayo Información: American Psychiatric Association. 1000 Wilson Boulevard, Suite 1825, Arlington, Va. 22209-3901. Tel.: 703-907-7300. Correo electrónico: apa@psych.org http://www.psych.org/ XI Jornada Nacional de Patología Dual Madrid, 29-30 de mayo Información: Tilesa OPC, S.L. Londres, 17. 28028 Madrid Tel.: 913 612 600. Fax: 913 559 208 Correo electrónico: jornadas@patologiadual.es http://www.patologiadual.es/XI_Jornadas/ Junio VI Curso Fases Iniciales de los Trastornos Psicóticos Oviedo, 4 de junio Información: Área de Psiquiatría y Psicología Clínica. Universidad de Oviedo. CIBERSAM. Debates en Psiquiatría Oviedo, 5-6 de junio Información: Viajes Halley, S.A. Cea Bermúdez, 61. 28003 Madrid Tel.: 914 550 028. Fax: 915 499 348 Correo electrónico: congresos@viajeshalley.es http://www.uniovi.es 24 Congreso Nacional de la Asociación Española de Neuropsiquiatría Cádiz, 3-6 de junio Información: Viajes El Corte Inglés, S.A. Área de Congresos Teniente Borges, 5. 41002 Sevilla Tel.: 902 930 167. Fax: 902 930 168 Correo electrónico: 24congresoAEN@viajeseci.es http://www.24congresoaen.com/ Post APA Madrid, 17 de junio; Barcelona, 18 de junio Información: Grupo Ars XXI de Comunicación Tel.: 932 721 750. Fax: 934 881 193 Correo electrónico: opc@ArsXXI.com http://www.post-apa.com/ 71st Annual Meeting. The College on Problems of Drug Dependence (CPDD) Reno/Sparks, Nevada (Estados Unidos), 20-25 de junio http://www.cpdd.vcu.edu/ Salud Mental en el Paciente del Caribe y América Central Barcelona, 26 y 27 de junio, 2009 Información: Servei de Psiquiatria. Hospital Universitari Vall d’Hebron 1888-9891/$ - see front matter © 2008 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados 08 AGENDA (102-103).indd 102 14/7/09 08:52:09 Agenda 2009 103 Passeig Vall d’Hebron, 119-129 08035 Barcelona Tel.: +34 93-489 42 95, Fax: +34 93-489 45 87 Correo electrónico: ysantaella@vhebron.net Información: Fundación Cerebro y Mente General Oraá, 47. 28006 Madrid Tel.: 915 611 267. Fax: 915 641 817 Correo electrónico: congresoFCM2009@gmail.com http://www.cermente.com 9th World Congress of Biological Psychiatry París, 28 de junio-2 de julio http://www.wfsbp-congress.org/ 6th European Congress on Violence in Clinical Psychiatry Stockhol, Sweden, 22-24 October 2209 Información: Oud Consultancy & Conference Management Hakfort 621, 1102 LA Amsterdam, The Netherlands Tel.: 31 (0)20 409 0368. Fax: 31 (0)20409 0550 Correo electrónico: conference.management@freeler.nl http://www.oudconsultancy.nl Septiembre 22.o ECNP Congress Estambul (Turquía), 12-16 de septiembre Información: ICEO-International Congress & Event Organizers 6, Avenue E. Van Nieuwenhuyse. 1160 Brussels. Belgium Tel.: +32 2 777 0188. Fax: +32 2 779 5960 Correo electrónico: www.iceo.be http://www.ecnp.eu/emc.asp 4.a Reunión Nacional sobre Trastornos del Movimiento (trastornos psicóticos y enfermedad de Parkinson) Oviedo, 18-19 de septiembre Octubre 16 Congreso Astur-Galaico de Psiquiatria Avilés (Asturias), 9-10 de octubre Área de Psiquiatría, Facultad de Medicina, Universidad de Oviedo Julián Clavería, 6. 33006 Oviedo Correo electrónico: info@psiquiatriaasturiana.org http://www.psiquiatriaasturiana.org/ XIII Congreso Nacional de Psiquiatría Madrid, 19-24 de octubre Información: Viajes Halley, S.A. Departamento de Congresos Cea Bermúdez, 61. 28003 Madrid Tel.: 914 550 028. Fax: 915 499 348 Correo electrónico: congresos@viajeshalley.es http://www.psiquimadrid2009.org/ Reunión Internacional. Fundación Cerebro y Muerte Mojácar (Almería), 14-18 de octubre 2009 08 AGENDA (102-103).indd 103 Noviembre XIX Reunión Anual Asociación Gallega de Psiquiatría El suicidio y psiquiatría: problemática actual y perspectiva Ferrol, 6-7 de noviembre Información: Orzán Congres S.L. Avda. Primo de Rivera, 11, 2.o izqda. 15006 A Coruña Tel.: 981 900 700. Fax: 981 152 747 Correo electrónico: psiquiatriagallega@orzancongres.com http://www.orzancongres.com XVII Reunión de la Sociedad Española de Psicogeriatría Pamplona, 12-14 de noviembre Información: Lubeck99 Santa Isabel, 14. 28224 Pozuelo de Alarcón (Madrid) Tel.: 913 521 526. Fax: 918 154 303 Correo electrónico: psicogeriatria@lubeck99.com http://www.sepg.es/congresos/2009/nov/reunion.php 15th Biennial Winter Workshop in Psychoses Barcelona, 15-18 de noviembre http://www.wwpsych.org/ 1st. International Congress on Neurobiology and Clinical Psychopharmacology & European Psyquiatric Association Conference on Treatment Guidance Thessaloniki, Greece, 19-22 Novembrer Congress Secretariat: Global Events 117, Egnatias str., GR 546 35. Thessaloniki, Greece Tel.: +30 2310 247734, +30 2310 247743, Fax: +30 2310 247746 E-mail: info@globalevents.gr www.globalevents.gr 14/7/09 08:52:09