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S1 Declaración Mexicana de Posición para el tratamiento de la Leucemia Mieloide Crónica, 2005 Renán A. Góngora-Biachi1,2, Julio Selva-Pallares1,2, 3, David Gómez-Almaguer2, Luis A. Meillón-García2, Jorge Vela-Ojeda2, Francisco Espinosa-Larrañaga4, Grupo Colaborativo AMEH/LMC2. 1 Coordinador Académico de la "Declaración Mexicana de Posición para el tratamiento de la Leucemia Mieloide Crónica, 2005". 2 Socio Titular de la Agrupación Mexicana para el Estudio de la Hematología, A.C. 3Presidente de la Agrupación Mexicana para el Estudio de la Hematología. A.C. 4Especialista independiente en Comunicación Médica. México. INTRODUCCIÓN. La Leucemia Mieloide Crónica (LMC) es una enfermedad clonal mieloproliferativa que resulta de la transformación neoplásica de las células hemato-poyéticas pluripotenciales1. En México no se cuenta con un registro nacional de padecimientos onco-hematológicos que nos permita precisar la incidencia real de la LMC. En el mundo, la LMC tiene una incidencia de 1 a 2 casos por cada 100 000 habitantes. Se considera que a la LMC le corresponde entre el 15% y 20% de todas las leucemias que se presentan en adultos2. Un hecho distintivo en la LMC es la presencia de una translocación recíproca entre los brazos largos del cromosoma 9 y 22, t(9,22)(q34;q11), conocida como cromosoma Filadelfia (Ph)3,4 y el producto de esta traslocación se detecta en alrededor del 95% de los pacientes que sufren de LMC5. Esta traslocación balanceada yuxtapone secuencias de la región de agrupamiento de sitios de ruptura (BCR “breakpoint cluster region”) en el cromosoma 22 con el gen cAbl, que codifica una cinasa de tirosina, en el brazo largo del cromosoma 95. Esta traslocación genera el gen de fusión Bcr-Abl que es requerido para la patogénesis de la LMC. La fusión de secuencias de Bcr a Abl durante la traslocación, incrementa la acti- vidad de la cinasa de tirosina que codifica Abl, evento esencial para la transformación leucémica mediada por este gen de fusión5.6. Dependiendo del sitio de ruptura en la traslocación, se formarán proteínas Bcr-Abl con diferente peso molecular. La LMC se presenta con más frecuencia alrededor de los 50 a 60 años, y es poco frecuente en menores de 20 años (menos de 10%). Durante la historia natural de la enfermedad, se pueden identificar tres fases en su desarrollo: una fase crónica (FC), una fase acelerada (FA) y una fase blástica (FB)7. A partir de los años 50 del siglo XX, iniciaron los primeros cambios importantes en el tratamiento, que han influido de manera significativa en su curso clínico y –en algunos casos- su pronóstico. En las últimas dos décadas, este avance se ha traducido en mayor supervivencia de los pacientes que sufren de LMC al disponer de tratamientos cada día más efectivos. En 1953, el busulfán, un agente alquilante, fue el primer fármaco efectivo para el control hematológico de la LMC8. En 1966, la hidroxiurea fue indicada para el tratamiento de esta leucemia8 y en 1993 se demostró que era superior al busulfán, al ocasionar mayor supervivencia entre los pacientes (58 meses vs. 45 meses, p=0.008) con menor tóxicidad9. Solicitud de reimpresos: Agrupación Mexicana para el Estudio de la Hematología, A.C., San Francisco 1626-406, Col. del Valle, Delegación Benito Juárez, CP 03100. México D.F. México. e-mail: amehac@prodigy.net.mx Revista de Hematología Vol. 6, Supl.2, 2005 S2 RA Góngora-Biachi, J Selva-Pallares, D Gómez-Almaguer y col. En 1983 se reportó que el interferón era activo en la fase crónica de la LMC10 y en 1994 se reportó que el interferón-alfa era superior, terapéuticamente, al busulfán y la hidroxiurea11 . La adición de arabinósido de citosina al interferón-alfa ha resultado en mayor incidencia de respuestas citogenéticas y mayor supervivencia de los pacientes12. A partir de 1996 se ha demostrado la utilidad terapéutica, potencialmente curativa, del trasplante de células hematopoyéticas (TCH)13. El desarrollo del mesilato de imatinib –fármaco capaz de inactivar la proteína quimérica BcrAbl, proteína con una actividad de cinasa de tirosina incrementada, responsable de la proliferación celular y un componente esencial en la génesis de la LMC-, ha sido un avance trascendental en la terapéutica de este síndrome mieloproliferativo14. La LMC se diagnóstica en alrededor de 80% de los casos durante la fase crónica. Un 40% de estos pacientes se encuentra asintomático al momento de su diagnóstico, por lo que éste se realiza de manera incidental al encontrar leucocitosis con formas jóvenes e inclusive cuadros leucoeritroblásticos y trombocitosis en sangre periférica7. La fase crónica de la enfermedad tiene una duración de aproximadamente 35 a 65 meses y dos tercios de los pacientes evolucionan a una fase denominada acelerada, la que generalmente tiene una duración entre 12 y 24 meses15. Finalmente, la última etapa corresponde a la fase blástica con una supervivencia de 3 a 12 meses. La historia natural de la enfermedad sólo puede ser influida por el tratamiento médico. En los casos de LMC tratados con busulfán o hidroxiurea como monoterapia, la supervivencia es muy semejante a la de los pacientes no tratados, a pesar del control hematológicoque se obtiene en la mayoría de los pacientes7. El busulfán y la hidroxiurea no son capaces de inducir remisión citogenética o retraso significativo de la fase blástica, condición por la cual estas terapias son consideradas actualmente como paliativas. Los efectos adversos asociados al busulfán8 son: mielosupresión prolongada; neumonitis y fibrosis pulmonar intersticial; hipofunción gonadal; cansancio, hiperpigmetación cutánea y ungueal, sin evidencia de insuficiencia suprarrenal. La hidroxiurea tiene Revista de Hematología Vol. 6, Supl.2, 2005 menos efectos colaterales8, todos ellos reversibles y con mayor frecuencia de tipo hematológico (macrocitosis, cambios megaloblastoides en médula ósea, mielosupresión). Otros efectos incluyen náusea y anorexia, atrofia de piel, fiebre por medicamentos, dermatosis liquenoide, úlceras orales, en genitales y cutáneas (principalmente en extremidades inferiores)8. El tratamiento con IFN-alfa ha logrado mejorar la supervivencia de los pacientes con LMC que logran remisiones citogenéticas con esta terapéutica (66% a 5 años)16. En los casos que logran respuesta citogenética completa la probabilidad de supervivencia a 10 años es de 78%17. Con la intención de mejorar la tasa y la duración de la respuesta, el IFN se ha probado en combinación con quimioterapia (conAra-C). Los resultados mostraron mayor supervivencia y mayor respuesta citogenética completa, pero también se incrementó la tasa de toxicidad en 26%, lo que favoreció una alta frecuencia de abandonos de tratamiento12. El TCH ofrece la posibilidad de curación en 40%60% de los pacientes a los que se les realiza el procedimiento18 . Es la terapia más efectiva en cuanto a la producción de remisión molecular de la enfermedad. La supervivencia libre de leucemia a 10 años es de 40% cuando los pacientes se trasplantan durante la fase crónica de la enfermedad. Los resultados empeoran cuando el trasplante se realiza en las fases acelerada y blástica. Estos resultados se han reproducido en México, en donde se ha encontrado que la supervivencia libre de enfermedad a 5 años es del 55%19, 20. Existen reportes de supervivencia a tres años del 78% de los pacientes y se considera que se requiere de una observación a largo plazo, más de 10 años, para poder situar el impacto del TMO en el tratamiento de la LMC18. Independientemente del tratamiento utilizado, algo que se ha aprendido del curso clínico de la LMC, es que la enfermedad sólo se ve influida cuando un tratamiento produce remisión citogenética. Como fue previamente mencionado, hasta un 40% de los pacientes con LMC se encuentran asintomáticos, lo cual hace difícil contar con un diagnóstico temprano y un tratamiento oportuno, debido al desarrollo insidioso de la fase temprana. Sin embargo, en el res- S3 Tratamiento de la Leucemia Mieloide Crónica to de los pacientes, la LMC se puede revelar con la presencia de síntomas como fatiga, sudoración nocturna, pérdida de peso, anorexia y sí existe esplenomegalia, puede manifestarse además por incomodidad abdominal a nivel de hipocondrio izquierdo, con sensación de plenitud postprandial. La fase blástica es considerada una fase avanzada o final de la LMC, que se caracteriza por la presencia de más de 30% de blastos en sangre periférica o médula ósea o la presencia de manifestaciones extramedulares de la enfermedad. La trasformación blástica ocurre principalmente por células de origen mieloide en 50% de los pacientes, de origen linfoide en 25% y en el otro 25% de origen indiferenciado. La transformación blástica de tipo mieloide y la de tipo indiferenciado tienen el peor pronóstico, con una supervivencia promedio de tres meses, mientras que es de alrededor de nueve meses para la fase blástica de origen linfoide7. La fase acelarada ha sido difícil definirla. Actualmente existen tres posturas. Una propuesta por Kantarjian y col. del MD Anderson Cancer Center (MDACC)15, otra de la Organización Mundial de la Salud (OMS)21 (la más reciente) y finalmente una tercera, por cierto la más antigua de las tres, del Registro Internacional de Trasplante de Médula Ósea (IBMTR)22. Una variable común, aunque no uniforme para las tres clasificaciones, es el incremento de blastos en MO: igual o mayor a15% según MDACC, igual o mayor a10% el IBMTR y de 10-19% de acuerdo a la OMS. Otro criterio común es la cuenta de plaquetas. Para el MDACC una cuenta <100 x 103/µL es un indicador de la fase acelerada; para el IBMTR una cuenta plaquetaria que se incrementa o decrece persistentemente; para la OMS cifras <100 x 103/µL o >1000 x 103/µL. Un criterio uniforme en las tres clasificaciones para identificar la fase acelerada, es la evolución citogenética de la clona leucémica, que ocurre en 20 a 40% de los pacientes23. La anormalidad más frecuente en la que un cromosoma se asociada a evolución clonal es la trisomía 8 en 30% al 40%, la presencia de un segundo cromosoma Ph en 20% a 30% de los pacientes y la presencia de un iso-cromosoma 17 u otras alteraciones del cromosoma 17 en 15% a 20% de ellos15. Majlis y col., en 1996, propusieron un sistema de evaluación para los pacientes con evolución clonal que permite identificar a tres subgrupos con diferentes pronósticos a largo plazo24. Este sistema ha sido utilizado para evaluar la respuesta a IFN y recientemente a imatinib25. El IFN-alfa fue el primer tratamiento médico efectivo para la LMC que dio como resultado la eliminación del cromosoma Ph26. La remisión citogenética completa o parcial se observa en 35% a 55% de los pacientes. El tratamiento con IFN-alfa ha dado como resultado un retardo en la progresión de la enfermedad y una supervivencia más prolongada, en particular en aquellos que logran una remisión citogenética prolongada, y muchos de ellos son considerados en el momento actual como curados17. Existen características clínicas asociadas a buena respuesta a IFNalfa que incluyen: buen estado físico, encontrarse asintomático al momento del diagnóstico, ausencia o mínima esplenomegalia, niveles de hemoglobina normales, cuenta de leucocitos baja, plaquetas normales y porcentaje de blastos periféricos bajo. Se ha observado que los adultos mayores de 60 años de edad, en general, muestran una mayor susceptibilidad para presentar toxicidad a la terapia con IFN-alfa27. La clasificación de riesgo de Sokal ha sido útil para predecir la supervivencia a largo plazo28. Recientemente, la evaluación periódica molecular en pacientes con LMC con la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) y en particular la PCR cuantitativa, ha mostrado el valor de esta técnica en el seguimiento de los pacientes en terapia29. Entre los pacientes con IFN-alfa que presentaron respuesta citogenética completa, existe una heterogeneidad en los niveles de transcriptos de Bcr-Abl y con base en ello, se ha podido observar que a más bajo nivel de transcriptos, menor probabilidad de recaída (pacientes con niveles de transcriptos de Bcr-Abl <0.045% tienen 4% de probabilidad de recaída a 4 años y con > 0.045%, esta probabilidad es de 48% )31. El análisis prospectivo de series de pacientes tratados con IFN-alfa demuestra que en pacientes con respuestas citogenéticas completas y persistentes, la probabilidad de supervivencia a 10 años es de 100%, 76% Revista de Hematología Vol. 6, Supl.2, 2005 S4 RA Góngora-Biachi, J Selva-Pallares, D Gómez-Almaguer y col. con PCR negativas transitorias y 46% para los pacientes con PCR persistentemente positivas17. La mayoría de los pacientes que reciben IFN experimentan inicialmente un síndrome febril tipo influenza (calosfríos, mialgias, malestar general, cefalea, náusea, vómito y diarrea)31. Los efectos adversos tardíos limitan el incremento de la dosis e incluyen fatiga persistente, pérdida de peso, neurotoxicidad, depresión, insomnio, alopecia, hipoplasia de médula ósea y ocasionalmente complicaciones mediadas por inmunidad32. Hasta hace poco tiempo se reconocía al TCH alogénico como el único tratamiento potencialmente curativo en LMC (probablemente en algunos pocos casos el IFN sea curativo. Sin embargo se puede observar recaídas dentro de los primeros 5 años después del trasplante hasta en un 20% y los factores de riesgo involucrados son: la edad del pacientes (a mayor edad mayor probabilidad de recaída), intervalo mayor de un año del diagnóstico al trasplante y esplenectomía previa al trasplante13. Por otro lado, esta opción terapéutica sólo es curativa en aproximadamente 40%-50% de los pacientes que reciben un TCH33. La supervivencia a largo plazo, cuando se utiliza un donador relacionado HLA compatible, se estima entre 45% y 70% de pacientes en fase crónica. En los que se trasplantan en la fase blástica o en la fase acelerada, es <20% a cinco años33. El éxito del TCH es dependiente de la edad, del grupo de riesgo, de la fase de la enfermedad y del tipo de trasplante (relacionado o no relacionado). Los resultados óptimos se observan en pacientes jóvenes de alrededor de los 21 años, observándose una caída de la supervivencia en cada década posterior a dicha edad en la que se realiza el TCH. El riesgo de enfermedad injerto contra hospedero en un TCH alogénico es del 40%-50% y algunos pacientes que presentan recaída responden a la infusión de linfocitos (inmunoterapia adoptiva)34. La probabilidad de muerte relacionada al TCH se encuentra entre el 20% y 40% en general y en el TCH de donador relacionado HLA compatible, es un poco menor del 30%35. Una estrategia para disminuir la mortalidad relacionada al trasplante, es reducir la intensidad de los regímenes de acondicionaRevista de Hematología Vol. 6, Supl.2, 2005 miento usados en TCH, por lo que el TCH de intensidad reducida, es ahora una realidad en esta enfermedad, produciendo resultados similares al trasplante convencional, pero con menor toxicidad. Sin embargo, es necesario tener un seguimiento a largo plazo (10 años) en este tipo de trasplantes36, 37. El mesilato de imatinib ha cambiado el panorama terapéutico actual de la LMC. El imatinib es un producto anti-neoplásico que se administra por vía oral, inhibe específicamente la proteína quimérica Bcr-Abl con actividad de cinasa de tirosina, responsable de la proliferación celular y considerada esencial en la génesis y mantenimiento de la LMC38. Contrario al IFN, en el cual no se conoce con precisión su mecanismo de acción, en el imatinib sí se conoce y su efectividad se puede medir a través de técnicas de biología molecular 39. En pacientes tratados con imatinib posterior a fracaso a la terapia con IFN, se obtiene respuesta citogenética completa hasta en 60% de los casos40. Cuando los pacientes con LMC en fase crónica son tratados con imatinib como terapia de primera línea (400 mg cada 24 h), se logra la respuesta citogenética completa en 75% a 90% de los casos41. El mesilato de imatinib ha sido adecuadamente tolerado incluso a dosis altas (800 mg/día). Los eventos adversos más frecuentemente observados son edema, náusea, diarrea, calambres y eritema cutáneo. La presencia de edema generalizado, derrame pericárdico o pleural, ascitis o anasarca, se ha observado en un porcentaje bajo: 1% en la fase crónica y 3% en la fase blástica 42. La mielosupresión que se ha observado es más frecuente en pacientes con LMC en fase avanzada y que están recibiendo dosis altas de imatinib. Sin embargo, en la mayoría de los casos, en presencia de citopenias, no se requiere disminuir la dosis ni suspender el imatinib41. Los resultados del estudio IRIS sugieren que el imatinib puede modificar la historia natural de la LMC en fase crónica. En pacientes de reciente diagnóstico, el imatinib a dosis de 400 mg/día comparado con IFN (5 MU/m2/día s.c.) + Ara-C (20 mg/m2/día s.c. por 10 días por mes) produce respuesta hematológica completa en 95.3% vs. 55.5% respectivamente, p<0.001) y respuesta citogenética completa de 73.8% S5 Tratamiento de la Leucemia Mieloide Crónica vs. 8.5%, respectivamente, p<0.001)43. También se ha observado que el imatinib es mejor tolerado que interferón, lo que favorece mejor calidad de vida44. Por todo lo anterior, el imatinib es superior que el interferón en el tratamiento de pacientes con LMC. Con los tratamientos utilizados previamente a la época del imatinib, en general, la respuesta a los mismos y el pronóstico se han asociado a la edad. Los pacientes con LMC de mayor edad (> 60 años) tienen pobre respuesta y mal pronóstico, tanto para la terapia con hidroxiurea, busulfán, IFN o para el TCH, factor pronóstico considerado en las clasificaciones de riesgo de Sokal27 y de Hasford45. En los pacientes bajo tratamiento con imatinib, la edad no juega el mismo papel de riesgo, ni como un factor independiente para sus resultados. En pacientes mayores de 60 años con LMC, en fase crónica, no tratados previamente, que recibieron imatinib, la respuesta citogenética completa fue del 87%, mientras que para el grupo de más jóvenes fue de 79%, sin diferencias estadísticamente significativas (p = 0.28)46. Lo anterior sugiere que el imatinib es efectivo tanto en jóvenes como en mayores de 60 años. A pesar de que el imatinib es un tratamiento efectivo, algunos pacientes han mostrado recaída asociada con enfermedad resistente. Esta resistencia se desarrolla por varios mecanismos. El más común es la reactivación de la actividad de la cinasa de tirosina, que codifica el gen Bcr-Abl, en las células leucémicas por mutaciones puntuales o muy específicas47, pero también se puede presentar como consecuencia de un proceso amplificador de genes48. Dentro de las mutaciones que pueden ocurrir, se relacionan con el sitio de unión de la cinasa de tirosina, evitando el contacto del imatinib con este sitio o interrumpiendo los puntos de contacto crítico entre la proteína y el imatinib, o induciendo una conformación en la cual el Imatinib ya no pueda unirse49. Las experiencia clínica sugiere usar, como estrategia efectiva, un incremento de la dosis de Imatinib para restaurar la respuesta del medicamento49, 50. La actividad persistente de la cinasa Bcr-Abl, a pesar del tratamiento con imatinib, se ha relacionado también con la sobre-expresión de la proteína, hecho que tam- bién puede ser tratado con un escalonamiento de la dosis de imatinib50. Otra estrategia para el manejo de la resistencia a imatinib y la sobre-expresión de BcrAbl, es el uso de imatinib asociado a otros agentes terapéuticos, por ejemplo Ara-C51. OBJETIVO. El propósito de esta comunicación es dar a conocer a la comunidad médica una “Declaración Mexicana de Posición para el Tratamiento de la Leucemia Mieloide Crónica, 2005”, realizada por un grupo de hematólogos mexicanos, con experiencia en el tratamiento de pacientes que padecen esta enfermedad. El objetivo general fue discutir y proponer el tratamiento actual de la LMC y al mismo tiempo realizar una serie de recomendaciones y consideraciones pertinentes al respecto, que pudieran ser útiles y aplicables a la práctica diaria profesional de los médicos que tratan pacientes con LMC. En este documento se describe la metodología desarrollada para obtener las recomendaciones, se da a conocer su desarrollo y se comparten los resultados de la reunión académica. Las conclusiones fueron expresadas como recomendaciones o como consideraciones mediante un formato de tipo Declaración de Posición Conjunta o de Grupo para su divulgación. Se entiende por posición a una opinión científica acerca de o actitud hacia algo. Por lo antes mencionado, en la declaración de posición de un grupo de hematólogos mexicanos, interesados en el estudio y tratamiento de pacientes con LMC, expresan su opinión científica acerca del papel que juegan las diferentes terapias disponibles actualmente en México y al mismo tiempo su actitud profesional hacia el mismo tema. Se definió a recomendación como: “sugerir o aconsejar con base en las evidencias científicas existentes sobre el tratamiento de la Leucemia Mieloide Crónica, algo digno y pertinente de ser aconsejado a los profesionales de la salud, para la toma de decisiones en la práctica profesional diaria de su quehacer”. Se delimitó a consideración como: “algo en lo que se debe pensar antes de tomar una decisión médica profesional relacionado con el tratamiento de la Revista de Hematología Vol. 6, Supl.2, 2005 S6 RA Góngora-Biachi, J Selva-Pallares, D Gómez-Almaguer y col. Leucemia Mieloide Crónica, de acuerdo también a las evidencias médicas científicas existentes al momento de esta declaración”. MATERIALY MÉTODOS. Se convocó a través de la Agrupación Mexicana para el Estudio de la Hematología, A.C., a un grupo de médicos especialistas en Hematología dedicados a la atención de pacientes con LMC en cualquiera de sus fases o estadios. Los criterios de selección fueron: contar con diploma en la especialidad de Hematología; tener acreditación vigente por el Consejo Mexicano de Hematología; ser miembro de laAgrupación Mexicana para el Estudio de la Hematología, A.C.; tener más de cinco años de experiencia en el campo de la Hematología y en especial en el tratamiento de pacientes con LMC. Se realizó una revisión de la literatura relacionada con el tema, que incluyó principalmente dos descriptores o palabras claves: Leucemia Mieloide Crónica y tratamiento. Otras características de la búsqueda incluyeron: estudios de meta-análisis, clínicos ciegos controlados, aleatorizados y reportes de series de casos y controles. Con la revisión de los artículos se obtuvieron premisas o argumentos científicos que fueron utilizados para construir un instrumento de validación con 35 argumentos, el cual, en un primer paso, fue sometido a validación por expertos de contenido y de forma por un grupo de 17 de 70 de los hematólogos que cumplieron con los criterios de selección. Como resultado de este primer paso, se incluyeron cuatro argumentos más, y se realizó la modificación en los casos sugeridos de la forma. En un segundo paso del proceso llevado a cabo en la ciudad de Oaxaca del 31 de marzo al 3 de abril de 2005, con el instrumento modificado y constituido ahora por 39 argumentos científicos, fue sometido a una validación por 56 de los 70 expertos que cumplieron con los criterios de inclusión. Durante este proceso, se les solicitó a los 56 participantes que cada uno de ellos incluyera un argumento adicional, si lo consideraban pertinente y necesario. Los participantes consideraron incluir 58 argumentos científicos adicionales con lo cual se construyó un instrumento comRevista de Hematología Vol. 6, Supl.2, 2005 plementario que fue sometido a validación también de forma y contenido. Como resultado del segundo instrumento y el instrumento complementario, se elaboraron las conclusiones que constituyen las “Recomendaciones y las Consideraciones de esta Declaración Mexicana de Posición para el tratamiento de la Leucemia Mieloide Crónica, 2005”, realizada por un grupo de hematólogos mexicanos. Se utilizó para la validación de los instrumentos un sistema de medición con escala tipo Liker para mediciones semicuantitativas con cinco posibilidades de respuesta: 1)Totalmente de acuerdo. 2) Más de acuerdo que en desacuerdo. 3) Ni de acuerdo ni en desacuerdo. 4) Más en desacuerdo que de acuerdo. 5) Totalmente en desacuerdo. Se consideró un acuerdo unánime, cuando el 100% de los respondientes consideró una sola opción de respuesta. Se consideró “acuerdo de mayoría”, cuando el 70% o más de las respuestas estuvieran consideradas en el mismo sentido. Por ejemplo, los que respondieron “totalmente de acuerdo” + los que respondieron “más de acuerdo que en desacuerdo”. Y cuando existió una dispersión de respuestas en todos sentidos, en las cuales no se alcanzó un porcentaje > del 70% para la indicación de acuerdo o desacuerdo o se logró > 70% en el rubro de “ni de acuerdo ni en desacuerdo”, se consideró como una falta de acuerdo52. RESULTADOS. Los 56 médicos que acudieron a la ciudad de Oaxaca, Oaxaca procedieron de 26 estados de la República Mexicana, el 40% de ellos procedió de los estados centrales como son el Distrito Federal, Estado de México y Querétaro; 23.6 % de los estados de Sinaloa, Jalisco,Aguascalientes, Zacatecas, San Luis Potosí, Michoacán y Guanajuato; 18.2% de los estados de Baja California Norte y Sur, Sonora, Chihuahua y Durango y el otro 18.2% de los estados de Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Hidalgo, Puebla, Veracruz, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Tabasco y Yucatán. 32.7% de los asistentes eran del género femenino. Más de la mitad de ellos (58.9%) con edad entre los 41 y 50 años, 21.4% de ellos era menor de 40 años, y el S7 Tratamiento de la Leucemia Mieloide Crónica 19.7% mayor de 50 años. El 82.1% de los asistentes realiza práctica profesional mixta (46 hematólogos), tanto institucional pública como privada, y sólo un 5.4% de ellos sólo practica la privada (3 asistentes). El 37.5% de los hematólogos asistentes trabaja en dos o más instituciones públicas. El 30.4% labora en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), 16.1% en Instituto de Salud y Seguridad Social de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y 7.1% en la Secretaría de Salud (SSA). La formación de los hematólogos que asistieron se realizó según la siguiente distribución: 44.6% de ellos en el IMSS; en la SSA 30.4%; 12.5% en el ISSSTE, 8.9% en otras instituciones y en instituciones educativas extranjeras 8.9 %. De los 39 argumentos científicos sometidos a validación de forma y contenido en la reunión llevada a cabo en la ciudad de Oaxaca del 31 de marzo al 2 de abril, sólo 2.6% fue validada por unanimidad, es decir el 100% de las respuestas fue totalmente de acuerdo. El 97.9%, 38 argumentos, fueron aceptados por acuerdo de mayoría. No se presentó ningún caso de totalmente en desacuerdo, ni tampoco de mayoría por desacuerdo, ni incluso de no acuerdo. Con respecto a los argumentos científicos en el instrumento complementario, de los 58 argumentos complementarios, 33 (56.89%) fueron aceptados por unanimidad, y en 25 (43.11%) no hubo acuerdo. De las 58 preguntas, 40 (68.96%) eran argumentos científicos reales y 18 (31.04%) mostraban dudas de manejo o falta de experiencia en el manejo del TCH y del uso de imatinib. DISCUSIÓN. La LMC es un padecimiento onco-hematológico que dentro de su historia natural sin tratamiento conduce a la muerte en un lapso de 35 a 65 meses. En la LMC como en otros problemas malignos, su historia natural, manifestaciones clínicas, pronóstico y supervivencia han sido modificados por los diferentes tratamientos hoy en día disponibles Sin embargo, actualmente se sabe que la actividad incrementada de la cinasa de tirosina codificada por el gen Bcr-Abl, promueve proliferación celular e inhibe la apoptosis, lo que ubica a esta proteína quimérica como el sustrato principal de la patogénesis de la LMC5, 53. Lo antes mencionado dio las bases racionales para el diseño y desarrollo del imatinib, un agente inhibidor de la actividad de la cinasa de tirosina codificada por el Bcr-Abl. Los médicos tienen la responsabilidad social de evaluar y establecer el papel que juegan los nuevos tratamientos farmacológicos y desarrollos tecnológicos emergentes. La evaluación la realizan a través de protocolos de investigación en sus diferentes diseños, por estudios de meta-análisis y reportes de estudios terapéuticos, entre otros, cuyos resultados y conclusiones se convierten en evidencias científicas. Otra manera, es a través de la lectura crítica de la información científica publicada, lo que les permite distinguir las evidencias científicas sólidas o fuertes, que permiten su actuar profesional ante los pacientes. Es así, cuando un grupo de expertos que tiene un mismo campo de estudio, pero sobretodo con la capacidad de mirar con objetividad y rigidez científica, puede, con base en las evidencias médicas actuales disponibles, definir una posición académica en torno a un tópico, que permita hacer recomendaciones y consideraciones para sugerir lineamientos para la buena práctica médica entre profesionales de la salud, iguales o pares. Desde este punto de vista, el grupo de médicos hematólogos expertos en el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de los pacientes que sufren de LMC, establecieron su posición y realizaron las siguientes recomendaciones y consideraciones. RECOMENDACIONES: 1. Realizar estudios epidemiológicos en México para conocer la incidencia real de la LMC. 2. La participación del paciente en la toma de decisión sobre el tratamiento, posterior a recibir información acerca de los beneficios potenciales y los riesgos, tanto de la evolución natural de la enfermedad como de los tratamientos. 3. Realizar una evaluación clínica, hematológica y citogenética completa al paciente con LMC, para elegir el procedimiento terapéutico más apropiado. 4. Prescribir imatinib como tratamiento de primera línea, a una dosis inicial de 400 mg/día, para Revista de Hematología Vol. 6, Supl.2, 2005 S8 RA Góngora-Biachi, J Selva-Pallares, D Gómez-Almaguer y col. pacientes con LMC en fase crónica, incluyendo a aquellos de riesgo alto sin posibilidad de TCH. Utilizar imatinib en LMC en pacientes que presentan falla a interferón alfa o a TCH. 5. Se recomienda en caso de resistencia a imatinib, como primera medida, incrementar la dosis del mismo (dosis escalonada) y como segunda medida el uso de terapia combinada. 6. El uso de imatinib a dosis de 600 a 800 mg/ día, solo o en terapia combinada en pacientes con LMC en fase blástica o con enfermedad residual. 7. Realizar estudios fármaco-cinéticos con imatinib para conocer la dosis más apropiada para la población Mexicana. 8. Se recomienda cuando existe buena respuesta a imatinib (clínica, hematológica, y citogenética), continuar su uso indefinidamente hasta que no existan evidencias médicas que sugieran lo contrario. 9. Realizar evaluación periódica molecular con técnicas de PCR en pacientes con LMC que han logrado respuesta citogenética para identificar enfermedad residual mínima SE DEBE CONSIDERAR QUE: 1. El tratamiento con TCH ha probado ser curativo y por lo tanto una buena opción, pero hay que tener en cuenta que sólo el 25% de los pacientes tienen un donador HLA compatible, pues en México, los TCH de donador no relacionado o de cordón umbilical, todavía no se han desarrollado lo suficiente. Solamente el 40%-50% de los pacientes sometidos a TCH alogénico de donador relacionado, logran curar su enfermedad. 2. El TCH ocupará un lugar de primera línea en el grupo de alto riesgo, siempre y cuando existan las condiciones favorables para realizarlo y el paciente cumpla los requisitos mínimos. El de mayor peso es tener un donante con histocompatibilidad relacionada. 3. Es necesario realizar un estudio a largo plazo, para evaluar la verdadera utilidad del TCH alogénico de intensidad reducida. 4. Que son factores de mal pronóstico el inicio de cualquier tratamiento en fases aceleradas y blásticas de la LMC y en pacientes considerados de alto riesgo. Revista de Hematología Vol. 6, Supl.2, 2005 5. La mielosupresión como evento adverso del imatinib debe ser vigilada. 6. En un paciente al que se le administra varios fármacos, el uso de inductores e inhibidores de CYP3A4 pueden influir disminuyendo o incrementando los niveles séricos de imatinib. 7. Como tiempo adecuado para evaluar la respuesta citogenética en pacientes que reciben imatinib, 3 y 6 meses. 8. Al IFN actualmente como una terapia de segunda línea. 9. El uso prolongado IFN en pacientes con buena respuesta al mismo y que no presenten datos de toxicidad intolerable. 10. Cambiar a imatinib cuando un paciente que recibe IFN con buena respuesta presenta datos clínicos de toxicidad intolerable al mismo, o que presenten recaída hematológica, recaída citogenética; en el caso de recaída molecular, que tenga incremento en la enfermedad residual mínima en dos muestras diferentes. 12. Al busulfán y la hidroxiurea como tratamiento de tercera línea en LMC o cuando no está disponible otro tratamiento. Agradecimientos. A los Dres. Erick CrespoSolís y Luis Mario Villela-Martínez, por sus valiosos comentarios en referencia al presente documento. A Novartis Farmacéutica, S.A. de C.V. por apoyo incondicional para el desarrollo de esta “Declaración Mexicana de Posición para el tratamiento de la Leucemia Mieloide Crónica, 2005”. REFERENCIAS. 1.- Fialkow PJ, Jacobson RJ, Papayannopoulou T. Chronic myelocytic leukemia: clonal origin in a stem cell common to the granulocyte, erythrocyte, platelet and monocyte/macrophage. Am J Med 1997; 63: 125-30. 2.- Faderl S, Kantarjian HM, Talpaz M. Chronic myelogenous leukemia: update on biology and treatment. Oncology 1999; 13:169-80. 3.- Nowell PC, Hungerford DA.Aminute chromosome in human chronic granulocytic Leukemia. Science 1960; 132:1497-501. S9 Tratamiento de la Leucemia Mieloide Crónica 4.-Nowell PC, Hungerford DA. Chromosome studies in human leukemia. Chronic granulocytic leukemia. J Natl Cancer Inst 1961; 27:1013-34. 5.-Pendergast AM. BCR/ABL protein domain function and signaling. En Carella AM, Daley GQ, Eaves CJ, Goldman JM, Hehlman R, editores. Chronic Myeloid Leukaemia. 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