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UNA CARDIÓLOGA DE CORAZÓN por Bárbara Margarita González Mejides Entonces comprenderás lo que es justo y honrado, lo que es recto y conduce a la felicidad. Entonces entrará la sabiduría en tu corazón y el saber será tu alegría. Del libro de los proverbios. La Biblia. Mujer representativa del siglo XX que le tocó vivir, la doctora Ada Kourí Barreto fue una cubana excepcionalmente comprometida con su tiempo. Una gran luchadora por un mundo mejor en el que siempre creyó y por el cual perseveró con su quehacer humanista. De avanzada en su profesión médica, en particular en la especialidad de Cardiología, esta científica nuestra, es poseedora de todos los atributos necesarios para afirmar sin temor que es una de las más grandes figuras dentro de esta especialidad, no solo en Cuba, sino que además trasciende las fronteras de la medicina insular. Sus aportes en este ramo hablan de ella como un paradigma, y explican el hecho de ser considerada parte de la historia de la cardiología de nuestro país. Siendo esta profunda y definitoria verdad, junto a otras características especiales de su personalidad la motivación que nos lleva a escribir este artículo, que no es una tesis doctoral, ni un texto con pretensiones científicas, sino una semblanza enriquecida por numerosas anécdotas que he recibido de las personas que tuvieron la feliz ocasión de relacionarse e interactuar con esta célebre mujer, para que la conozcamos mucho más como ella, su obra y toda su trayectoria vital merecen. Raíces familiares: Ambiente científico familiar Sus raíces familiares proceden de emigrados del Medio Oriente (libaneses y sirios de filiación cristiana maronita), arribados a nuestro país a finales del siglo XlX, desplazados por la opresión Otomana y sus consecuencias políticas y socio-económicas. Precisamente en esta etapa llega a Cuba Santiago Kourí Bschara (Monte Líbano, 1863) de origen humilde, que posteriormente pasó a ser un próspero comerciante quien junto a María Esmeja su emprendedora esposa, conformó una pareja de profunda fe cristiana que procreó una numerosa familia, ellos fueron los abuelos de nuestra Dra Kourí. Entre los hijos de este matrimonio encontramos dos grandes científicos fundacionales de la medicina cubana: Juan Bautista y Pedro. Juan Bautista Kourí Esmeja nacido en Santiago de Cuba (1892-1966), fue el hijo mayor que asistía a sus padres en el negocio familiar, mas cuando concluyó su bachillerato decidió venir a La Habana a estudiar medicina, decisión que necesitó de mucho coraje por el joven Kourí, pues su destino no era ser científico, sino comerciante y este paso de Juan Bautista fue muy criticado por la comunidad sirio-libanesa de Santiago de Cuba, que no comprendieron al joven. Empero tuvo el apoyo de sus padres y él mismo, más tarde, trajo consigo a sus hermanos para la Capital. Médico, profesor altamente respetado por generaciones en la Universidad de la Habana, Presidente del Instituto de Ciencias Médicas y Educacionales, distinguido investigador en el campo de la Helmintología, representó a Cuba en eventos internacionales y dejó una obra importante no solo en las ciencias médicas entre las que se destacaron Paralelo entre Alejandro Magno, Julio César y Carlomagno, y Fisiopatología del Sistema Nervioso. En el año 2001 Ada y Martha Alicia (dos de sus hijas) realizaron un folleto sobre su padre que titularon “Semblanza de Juan B. Kourí”. Por su parte Pedro Kourí Esmeja (Santiago de Cuba, 1900-1964) fue un notable médico especialista en Parasitología, con una sólida obra científica y director fundador del Instituto de Medicina Tropical de La Habana, prestigioso Centro que hoy lleva su nombre. Estos dos médicos cubanos criaron sus familias con sentimientos de amor y respeto hacia la carrera médica; varios de sus hijos continuaron la tradición iniciada por sus padres, entre ellos se destaca Ada, también tres de sus hermanas y dos de sus primos, los destacados científicos cubanos Gustavo (1936-2011) y Juan Bautista hijos de su tío Pedro Kourí. Nació la doctora Ada Kourí Barreto un 26 de mayo del 1917, y fue la primogénita de siete vástagos del matrimonio de Juan Bautista y su esposa la doctora Josefina Barreto, descendiente de una antigua familia de patricios camagüeyanos. Sus siguientes hijos fueron nombrados: Josefina, Silvia Margarita, Martha Alicia (Beba), Juan, Julio y Sara Nejhie. Contribución de la presencia árabe en la práctica médica cubana La última entrevista concedida en vida, por la Doctora Ada, fue a la valiosa periodista María Grant, el jueves 3 de noviembre del 2004 en la Revista Opus Habana, vol. VIII, No. 3, pp. 16-27; Ada da su opinión sobre el significado que tuvo la decisión de su padre de venir a la capital a estudiar medicina: …“Creo que mi padre abrió el camino hacia los estudios superiores que siguieran muchos jóvenes de familias árabes, distinguiéndose más de uno por su capacidad y talento en diferentes profesiones…” Es innegable que en el ámbito cubano del siglo XX y en el actual siglo XXI, se destaca un importante número de familias descendientes de árabes en diferentes profesiones, entre los que cuentan médicos de un elevado y acreditado nivel científico y profesional. Mi cirujano cardiovascular: Manuel Nafeh, por ejemplo, es libanés-cubano, nacido en el Líbano, hijo de padres libaneses. Y como amiga de la infancia de esta familia puedo dar testimonio de la filosofía de vida de sus padres, los queridos e inolvidables Manuel y Basma, éste me dijo en sobremesa un día mientras Basma asentía: …“los emigrantes de otras nacionalidades se dedican a acumular dinero, como si eso fuera ‘el futuro’, para nosotros los árabes, lo principal de nuestros recursos y esfuerzos va dedicado para los muchachos y el estudio, que sean profesionales de valor”, al final esta pareja libanesa, le dio a nuestro país tres científicos en el campo de la medicina: Nelly, Luís, y Manuel Nafeh con sus respectivas descendencias. En cada familia árabe de nuestro país había un deseo que un hijo fuera médico, esto era un fenómeno ancestral, por la tradición en la médicina de ellos. Primeros estudios Ada cursó los estudios de primaria y superior, en el Colegio María Corominas, obteniendo medalla de Oro en todos sus años desde el primero al séptimo, por sus notas sobresalientes. La destacada e ilustre pedagoga Dra. María Corominas de Hernández, propietaria y profesora del colegio, dejó testimonio escrito sobre las sobresalientes características de su alumna, al concluir el séptimo grado, realzando sus cualidades humanas y retratándola con una visión profética: “Tiene una fisonomía moral perfectamente definida y desde muy pequeña alcanzaba gran relieve su responsabilidad. Se caracteriza por la facultad de dominio propio: no acepta lo que considera injusto y lo demuestra o declara inmediatamente. Posee la rebeldía característica de la superioridad mental, de aquí que responde al poder de la convicción no al de la fuerza”. Testimonio que su hijo el Dr. Raul Roa Kourí me alcanzó para este trabajo con amabilidad solidaria, recogido en su libro inédito Roa que roe, dentro del capítulo “Mi Madre”. En relación con la vocación de Ada, la Dra. Corominas sentenció: “La medicina, carrera a la cual encamina sus pasos, hará de Ada una notabilidad cubana, tanto más, cuanto que ya cuenta con las cualidades que deben ser peculiares en todo médico: amor y protección para sus semejantes y desinterés material. Ada es así: superior, modesta, desinteresada y amorosa”. (fdo) Dra. María Corominas de Hernández. En la Graduación de Ada del Colegio “María Corominas” Recuerdos de la niña, la adolescente La Dra. Ada guardaba preciosos recuerdos de su niñez en la barriada del Cerro, en la calle Tulipán. Me contaba que habían sido vecinos del valioso, pero olvidado poeta cubano Gustavo Sánchez Galarraga; de cómo ella y sus hermanitas pedían a su padre su paseo preferido, que era en animado jubileo, pasear en máquina por lo que ella definía como la “Bella Calzada de Jesús del Monte”, calzada elogiada en antológico libro por nuestro poeta Eliseo Diego. Ella evocaba al Cerro de su infancia con admiración y nostalgia. Más tarde, el establecimiento de la familia en la calle Perseverancia, en pleno centro de La Habana, fue muy importante, por la actividad que las hermanas tenían en esta zona. No faltaron las salidas a las que se añadieron las luchas revolucionarias propias de los adolescentes y jóvenes en la década del 30 del siglo pasado. Ada y Raúl El amor de Ada y el joven Raúl Roa García fue un gran amor, una unión feliz, compenetrada en sentimientos y comprometida en ideales. Juntos fueron uno hasta el final de sus días. Su hijo Raúl me relata cómo se conocieron sus padres en el año 1930: Ada fue al Castillo del Príncipe acompañando a Olivia Roa, a la visita del primo preso, Raúl Roa, Olivia era mayor que Ada, pero condiscípula en el Colegio. Ese fue el día que se conocieron. Mamá tenía 13 años y mi padre 23. Cuando salió en libertad, visitaba la casa de mi abuelo Juan B., amigo de Rubén Martínez Villena y de otros revolucionarios, para conversar con el "viejo", pero también para ver a "la morita cara de luna". Por aquellos días, tanto mi padre como Pablo de la Torriente Brau fueron asiduos concurrentes a la casa de Kourí, donde no pocas veces "pegaban la gorra”. Desde este encuentro ya Roa queda prendado de Ada. Respecto a este gran amor, el hijo, nos remite al libro de su padre Presidio Modelo, Retorno a la Alborada, La Habana, 1977, Editorial de Ciencias Sociales, pp. 34: … “Esta tarde he recibido una carta de X. Su primera carta desde que estoy preso. X escribe deliciosamente. Ha puesto en su carta toda la frescura de su juventud en flor. Recuerdo que la conocí estando yo preso la otra vez, en el Castillo del Príncipe. Me sorprendió el extraño fulgor de sus ojos y su aire tan fino y propio. Luego, ya en la calle, fui su amigo. Fue una amistad brevísima, relampagueante. Empero, en esos pocos días, pude penetrar algo en su espíritu. Me pareció un temperamento delicado, con cierto fondo de tristeza sutil. A pesar de sus años, su feminidad tenía ya madurez de mujer y su inteligencia empezaba a cuajarse… Mi oscura vida de presidiario se aclara un poco con esta carta de X. Cultivaré su amistad. Presiento que seré comprendido por ella. Me acuesto con el ánimo embanderado de júbilo." Se casaron en el año 1935, el matrimonio se realizó por poder pues Roa se encontraba exiliado (segundo exilio) en Nueva York, en donde Ada se le unió, ya ella se encontraba comprometida con la militancia en el Ala Izquierda Estudiantil, del Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana donde cursaba su bachillerato. Luchaba por la gratuidad de la matrícula para los estudiantes pobres y los de clase media, entre otros temas. De esta unión nació su único hijo, el destacado diplomático e intelectual Dr. Raúl Roa Kourí. Así quedó unida su vida con uno de los fundadores del Directorio Estudiantil Universitario (DEU) e integrante del Ala Izquierda Estudiantil (AIE). Roa García al triunfo de la Revolución fue fundador del Partido Comunista de Cuba y miembro de su Comité Central, intelectual destacado, profesor de la U.H., y sobre todo “Canciller de la Dignidad” del pueblo cubano, que lo amó y nombró así por la defensa de la soberanía y la dignidad de Cuba. La importancia vital de la presencia y permanencia de Ada en la vida de un hombre de la altura de Roa se ve reflejada en el testimonio de su hijo Raúl Roa Kourí en el texto inédito antes citado: “…el Viejo acostumbraba a consultar con mamá no solo las decisiones importantes, sino sus artículos y conferencias, que ella leía antes de ser publicados o impartidas. Tenía buen tino y ejercía la crítica con mesura, pero no callaba sus opiniones. Mi padre siempre tuvo gran confianza en su juicio e, incluso, en más de una ocasión aceptó hacer lo que ella sugería.” Ada y el exilio en Nueva York En el primer exilio que Ada sufre, tendría experiencias que le aportarían mucho a su formación ideológica. En la entrevista concedida a María Grant por la que obtenemos tan valiosos testimonios para este trabajo, la Dra. Kourí nos narra: “fue una experiencia única: ser obrera y convivir con gentes que debían forzosamente ganarse la vida en una pequeña «factoría», donde se pagaba a destajo: tanto hiciste, tanto ganaste. Esta experiencia —realmente inesperada— fue para mí una gran enseñanza: me permitió conocer en carne propia la vida difícil y rutinaria de los obreros en aquellas fábricas y la necesidad impostergable de batallar por un mundo mejor, más justo y solidario, como hacían mi esposo y sus compañeros”. En el exilio comparte actividades junto a Raúl, Pablo de la Torriente Brau y su esposa Teté Casuso, entre otros revolucionarios, que se unían para acordar acciones entre las que se encontraban conferencias, mítines, propagandas y movilizaciones que promovieran la unión de los cubanos que sufrían emigración y deseaban luchar por Cuba. La participación y colaboración revolucionaria, la narró Ada en la susodicha entrevista del siguiente modo: “... A los pocos meses, se fundó la Organización Revolucionaria Cubana Antiimperialista (ORCA) y su periódico Frente Único, así como el Club José Martí, por iniciativa, en primer término, de Pablo. Allí se daban conferencias y se hacían fiestas para recaudar fondos y enviar algún dinero a los presos en Cuba”. Retorno de Nueva York, regreso a los estudios y graduación Cuando regresa del exilio termina su bachillerato, interrumpido por tres años de cierre de las escuelas, y comienza su carrera universitaria. En la entrevista concedida al periodista Norland Rosendo González, intitulada “Ada Kourí: La Viuda del Canciller”, la Dra. Ada al respecto de sus estudios de medicina dice: “...Tras mi regreso de Estados Unidos, en el año 1937 comencé a estudiar Medicina hasta el 1943. Trabajé durante mucho tiempo en el Hospital Calixto García. Allí montamos el primer departamento de Hemodinámica del país.” Estudia en el Hospital Universitario General Calixto García donde culminó sus estudios de Medicina con notas sobresalientes, siempre muy estimulada por su padre, quien ella decía que “deseaba que todos sus hijos fuesen médicos”, y su esposo quien la apoyó toda su vida en su carrera profesional. Ella me contaba que en las tardes las hermanas todas repasaban y estudiaban junto a su eminente padre Juan Bautista sus clases cotidianas, quien además fue profesor de ellas en la Escuela de Medicina de dicho Hospital Universitario.. Por esa época mi primo el Dr. Lizardo González Cruz, anestesiólogo ya fallecido, condiscípulo de la Dra. Ada, contaba que su compañera, era una alumna de gran belleza, de brillante inteligencia, la primera de su curso. Solidaria con los compañeros con quien compartía sus conocimientos, ganadora de reconocimientos y premios, él me insistía mucho en un hecho muy destacado entre los estudiantes de su curso por mi doctora, y fue, que Ada por oposición había ganado la ayudantía del Dr. Pedro Iglesias Betancourt, eminente profesor de la cátedra de Patología Médica. Roa Kourí, su hijo enfatiza:: …“Para ella fue muy importante ganar la ayudantía de P. Iglesias Betancourt, quien fue su gran maestro de clínica, le aportó todos sus conocimientos de la medicina francesa (famosa por su clínica); pero en ella ejerció influencia decisiva su padre, Juan B. Kourí –como ella misma afirmó.” La importancia de la clínica en su formación como médica aparece expresada en la entrevista concedida a Grant: “Me orienté hacia la clínica, y no fue sino durante nuestro exilio en México, en 1953, que aproveché la ocasión para estudiar mi especialidad en el Instituto de Cardiología, que gozaba ya de gran prestigio internacional. Siempre pensé que profundizar en cardiología enriquecería mi formación médica y que, a mi regreso a Cuba, seguiría siendo internista. Mi preparación como clínica fue muy útil en la especialidad pues, como decíamos, el corazón no está «colgado del techo», sino en un organismo que es necesario conocer y valorar cuando se estudia a un paciente; además de las condiciones de otros órganos y aparatos del organismo y las afecciones que pudieran coexistir con las del aparato cardiovascular.” Continuidad del Desempeño Profesional Trabajó varios años en el Hospital Universitario General Calixto García donde continuó con la docencia que comenzó de estudiante. Ingresa en la Sociedad Cubana de Cardiología en el año 1952, aun antes de realizar sus estudios especializados. En esta etapa recibió una fuerte influencia en su formación profesional de los profesores Dres. María Victoria de la Cruz y Narno Dorbecker y del cardiólogo mexicano Dr. Enrique Cabrera, que comenzaba a dar en nuestro país sus conferencias. Exilio en México: Cardiología con el Profesor Dr. Enrique Cabrera En noviembre de 1953 muere asesinado Mario Fortuny, amigo y compañero de luchas de Roa. Raúl y Ada asisten a sus funerales y se desata una persecución fuerte sobre ellos lo que determina que deben salir del país un tiempo, llegan el 12 de diciembre de 1953 a México. En la década de los años 50 México vivía su “Etapa de Oro” en la Cardiología, con un Instituto de renombre mundial. Los lazos de amistad ya establecidos con el Dr. Enrique Cabrera a quien conocía desde 1951, se profundizaron y Ada se incorpora a hacer la especialidad en dicho Instituto. Esta etapa en México, es muy fructífera, estudia intensamente, escribe varios trabajos para la Revista del Instituto de Cardiología de México y es una etapa de formación en la que tanto el Dr. Enrique Cabrera, como otros profesores influencian en su sólida formación como cardióloga, alcanzando altos logros como estudiante. En conversación que sostuve con el Dr. Prohias Martínez sobre el tema de la Dra. Kourí y México, me explicaba que en México, todavía se le recuerda en el ámbito de la Cardiología. Ada redactó una memoria en ocasión del sentido fallecimiento de su profesor y amigo, el gran Dr. Enrique Cabrera titulado “Enrique Cabrera, una vida ejemplar”, impreso en 1964. En relación con lo cual declaró a María Grant: “Escribí ese trabajo al ser designada para hablar en el salón de actos del hospital conocido como Hospital Nacional donde él laboraba y que hoy lleva su nombre. Conocí a Cabrera en 1951, cuando ofreció en La Habana su primer curso de Electrocardiografía. Volvió a Cuba muchas veces a ofrecer cursos hasta su traslado definitivo a nuestra patria en 1962. La amistad se anudó, en los años de nuestro exilio en México, al calor de su hogar y su familia, en el ambiente inolvidable de su casa de Valladolid, donde a menudo nos reuníamos en gratas veladas en las que, a veces, le oíamos interpretar al piano a Bach, Mozart, Beethoven, Chopin, Vivaldi… No voy a referir ahora todo el proceso que se desató en México alrededor de un viaje suyo a La Habana. Baste decir que culminó con la separación del Dr. Cabrera del Instituto de Cardiología. Al conocerse tal decisión, numerosas instituciones científicas de Estados Unidos, Checoslovaquia, Brasil y Cuba invitaron a Cabrera de inmediato, aceptando éste enseguida la invitación nuestra. Arribó a La Habana en plena efervescencia, ante la esperada agresión, poco antes de la Crisis de Octubre. Cabrera y yo pasamos esos momentos «acuartelados» en el Hospital William Soler, de Altahabana, con los colegas de dicho centro y, a ratos, con los del vecino Hospital Nacional, que «se daban un salto» para conversar y discutir la situación, pero también temas culturales, médicos, de cine… En los días siguientes, el Dr. Cabrera se hizo cargo de los departamentos de Cardiología de ambos hospitales de Altahabana, pediátrico uno, y de adultos, el otro. Desde que la Revolución Cubana descendió de la Sierra Maestra, Cabrera figuró entre sus más probados, tenaces y consecuentes amigos. Colaborador de la revista Política, defendió en ella el derecho de Cuba a elegir el socialismo como vía de desarrollo nacional. Fue además un profundo crítico de arte. Sus ensayos sobre pintura –entre los cuales sobresale el dedicado al muralismo mexicano– revelan su dominio del tema y la riqueza de su espíritu”.. Encuentro con el Dr. Ernesto Guevara de la Serna De esta etapa dejó un valioso testimonio a la periodista Grant, de cómo conoció al Che Guevara, con quien después cultivó una valiosa amistad. Cito: …“Adquirí magnífica preparación en el Instituto de Cardiología de México, dado el programa de estudio y trabajo, la calidad de los profesores, de los jefes de Servicios y de los Laboratorios donde realizábamos las prácticas. Entré como «ayudante voluntaria»; el horario, de 8 a.m. a 8 p.m., de lunes a viernes, y los sábados hasta las 12 m. Además del personal mexicano, el Instituto tenía becados provenientes de países latinoamericanos… También algunos canadienses, algún norteamericano, italianos, franceses, españoles, una doctora polaca y no recuerdo si un yugoslavo. Un día, al llegar en la mañana, coincidí en el ascensor con un joven argentino. Ambos íbamos al tercer piso, donde trabajábamos. Él, en el Departamento de Inmunología y Alergia; yo, en el de Hemodinámica. Me preguntó si era la esposa de Raúl Roa, a quien conocía por sus escritos, o tal vez por amigos comunes. Averigüé que había llegado de Guatemala hacía poco, tras el derrocamiento de Arbenz por la CIA., le vi. en otra ocasión y conocí a su esposa y a su hijita recién nacida. De regreso a Cuba volví a saber de él. Era ya entonces nuestro inolvidable Che” Regreso a Cuba: 1956 Regresa a Cuba en el 1956 y se incorpora a trabajar ya en la Cardiología de una manera intensa. De su hijo Raulito Roa tenemos el testimonio que en entrevista televisiva dio a Amaury Pérez referiendose a esta etapa de la vida profesional de Ada: “Mi madre, como cardióloga –era médico del Hospital Calixto García– tenía una consulta particular y yo recuerdo que su profesor, Pedro Iglesias Betancourt, que era un gran clínico, muy famoso en la época, le decía: Adita, tú tienes un grave error. Tú no sabes cobrar tus consultas. Y es que mi madre, y en eso salió a mi abuelo Juan, ella jamás creyó que la medicina era un medio para enriquecerse, sino un medio, precisamente, para sanar, para curar”... Tenemos de esta fructífera etapa de trabajo y desarrollo, el testimonio de una paciente, la Dra. Loreto Villa Torres quien siendo una niña de seis años, fue operada de estenosis pulmonar congénita asociada a una CIV, el 5 de junio de 1958, previo cateterismo realizado en el Hospital Calixto García por la Dra. Kourí. La operación fue realizada en la Clínica Infantil Dr. Ángel Arturo Aballí por el Dr. Rogelio Barata Rivero y la Dra. Kourí, y el hijo de éste el Dr. José Rogelio Barata conocido como “Baratica” quien operaba la “Bomba de Lillehei”. La Dra. Villa nos relata que ese día fue la primera persona operada, la segunda operación la realizaron a la niña Esperancita Barrios y fue televisada a todo el país. Actividades Revolucionarias: El Secuestro de Fangio Sus actividades revolucionarias en la última etapa de la tiranía fueron intensas y de mucho peligro, colaborando con el movimiento 26 de Julio, iban principalmente destinadas a tareas de la Resistencia Cívica, la atención a los revolucionarios, en el clandestinaje, asistía enfermos, heridos, recogía dinero y medicinas para los alzados en la Sierra Maestra, procurando asilo en el extranjero para los perseguidos y ayudándolos a esconderse en lugares de seguridad. Ella y Raúl tuvieron una participación especial en el desenlace del secuestro de Fangio el corredor argentino (28 de febrero 1958) y en entrevista realizada por el periodista Norland Rosendo González ella narró el rol que jugaron para llevar a feliz término la devolución del secuestrado: “Le comunicaron a mi esposo que había que devolver a Fangio enseguida (había sido secuestrado en La Habana, adonde vino para participar en una competencia, por un comando revolucionario para demostrar la vitalidad del movimiento, lo que significaría un golpe contundente para la tiranía; el famoso corredor reconoció el trato respetuoso que recibió durante esos momentos.) Temían que los esbirros lo capturaran, lo mataran y al final les adjudicaran el asesinato a los jóvenes revolucionarios. Le dije que yo podía hacer las gestiones porque tenía amigos en la embajada argentina. Planificamos cómo realizar la devolución sin levantar sospechas. Fangio sería conducido hasta el apartamento de un agregado de Argentina, desde donde el deportista sería trasladado hasta la sede de la embajada de ese país. Aunque al principio hubo reservas, porque la entrada del inmueble estaba demasiado iluminada, todo se resolvió sin contratiempos. Le pedí al funcionario que mantuviera mi nombre en silencio para no comprometer a mi marido. Testimonia su hijo Raúl sobre la participación directa junto a Roa en la lucha revolucionaria: …“en la última dictadura de Batista, donde no sólo participó con él (Raúl Roa) en diversas acciones conspirativas, sino que intervino directamente en otras, sin decirle nada, a veces con su hermana Beba (Marta) y otras con Arnol Rodríguez, Carlos Lechuga y otros miembros del 26 de Julio”… Los esbirros de Batista hicieron presiones para que la expulsaran de su trabajo en Maternidad Obrera, donde intervino con fuerte defensa el Colegio Médico Cubano, que no lo permitió. El Triunfo Revolucionario de 1959 Al triunfo de la Revolución por la que luchó, se incorpora de lleno al proceso. Siempre tuvo una profunda convicción revolucionaria y concepto de la obra de la Revolución en la Medicina, ella lo expresó así en la entrevista del periodista Norland Rosendo: “La medicina cubana le debe mucho a la Revolución. Desde los primeros momentos se destinaron recursos, se le dio prioridad a la salud. Aquí están los resultados, y no es que seamos perfectos. No siempre el tratamiento es el adecuado, ni las condiciones las mejores… pero la cantidad de profesionales que tenemos, los indicadores; la extensión de los servicios médicos hasta los lugares más postergados de la Sierra, del Escambray o de la Ciénaga de Zapata, el rigor científico de nuestros especialistas, y el talento, junto con la voluntad política demuestran cuánto se ha hecho en beneficio de la salud de los cubanos.” La Dra. Kourí hizo dejación de su consulta particular y se dedicó a trabajar por entero para Salud Pública, ejerciendo en los Hospitales Nacional y William Soler, junto al eminente Dr. Enrique Cabrera, de esta etapa contamos con el testimonio del prestigioso Profesor Dr. Ramón Casanova Arzola, cardiopediatra de este último, en la entrevista que le hace la periodista Paquita de Armas para su libro A Corazón Abierto: :..”Mi dedicación en el Hospital Pediátrico William Soler prácticamente a partir de su inauguración, se orientó hacia la Cardiología Pediátrica. Se habilitó una sala con este perfil. En 1962 se inauguró con la Dra. Ada Kourí, una consulta para niños cardiópatas reumáticos, que posteriormente se extendió a otros hospitales pediátricos. En esa etapa la Fiebre Reumática constituía una causa muy importante de cardiopatía en el niño”. En el período de 1960-1964 a solicitud del Che, comienza la Dra. Kourí a dirigir el Instituto de Higiene y Epidemiología, dirección que ocupó, alternando con su trabajo de cardióloga en el Hospital Nacional y el William Soler, siendo la primera mujer directora de este Instituto, entrevistada por Norlan Rosendo González la doctora se refirió a su trabajo en Higiene: … “Aquel centro era un desastre: las vacunas no tenían ninguna potencia, no existían reuniones científicas, ni bibliotecas y en los laboratorios los especialistas trabajaban sin aditamentos. Muchos de los equipos estaban en los domicilios de algunos investigadores que trabajaban de forma privada. Enseguida me di a la tarea de averiguar los puntos débiles del lugar, conocer los médicos, buscar asesoría de organismos internacionales como la OPS y la OMS, experiencias foráneas, y consultar con especialistas cubanos muy buenos. Además hicimos la primera casa de animales de experimentos. Se crearon vacunas antitíficas y contra la viruela. Los laboratorios fueron climatizados para poder mantenerlos a una temperatura adecuada, y en cada uno fue reinstalado el equipamiento necesario …Poco tiempo después mi pasión por la cardiología me impidió continuar en el Instituto, pero hoy me siento muy satisfecha con los resultados de aquella labor”. Con su dedicación y prestigio la doctora Kourí, tuvo a bien contribuir a relacionar a la medicina cubana con organizaciones de salud de nivel mundial, a través de sus gestiones obtuvo importantes logros y efectivas relaciones de asesoría y ayuda con estos organismos internacionales lo que en tan temprana etapa de la Revolución la convierte en una institucionalizadora de la salud pública cubana pese al Bloqueo de EE.UU. En el 1966 se incorpora al Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, con el Dr. Hernández Cañero, donde actuó como jefa de la sala de cardiología de adulto y del laboratorio de Fiebre reumática. Laboró intensamente en la avanzada de esta sala de Cardiología Clínica junto a colegas y amigos de gran valor como los ya desaparecidos doctores Mireya Amoedo y Florencio Gamio Capestany. Su sólida formación en el campo de su especialidad adquirida en México y en Cuba le permitió transitar por varias ramas de la cardiología. Prefiriendo al final la Cardiología Clínica. Es conmovedor el testimonio de Cira Hevia veterana trabajadora, fundadora del ICCCV que laboraba en las consultas de Asclepios: …“cuando eran los días de consulta de la Dra. Kourí yo terminaba de noche pues salía con ella y con el último paciente que atendiera, por lo regular, ella era la última doctora que salía, pues no medía el tiempo para con sus pacientes. Yo le tenía que traer todas las placas junto a las historias clínica de estos, era muy meticulosa en ello, en que su paciente tuviera completo todo su chequeo por lo que en más de una ocasión yo buscaba los exámenes que faltaban. Con ella había que trabajar con perfección, más uno lo hacía con mucho gusto pues la doctora era una persona muy amable y delicada para conmigo y todos los trabajadores, no importaba el trabajo que uno hiciera: no podía negarle nada, aunque tuviera que salir y caminar y virar al revés el Instituto hasta encontrar lo que le faltaba a su paciente. Han pasado años y siempre recuerdo a la Dra. Kourí”… La Dra. Kourí se refiere a su trabajo profesional Entrevistada por la Grant, la Dra expresó: “En mi trabajo profesional me sentí siempre útil y realizada. Dediqué todo el tiempo necesario, sin límite de horario, a la atención de mis pacientes, observándoles y oyéndoles su historia clínica, que trataba de hacer minuciosa y completa para, después, practicar el examen físico, hacer las indicaciones oportunas y solicitar los exámenes complementarios que me permitirían confirmar el diagnóstico e imponer el tratamiento adecuado. También disfruté la docencia, gusto que tal vez inicié en mis tiempos de estudiante, cuando era costumbre que los alumnos internos de quinto año ayudaran a los novatos de cuarto en el modo de hacer las historias clínicas y de discutir y presentar los casos. Enseñando se aprende. Más de una vez la pregunta u opinión de alguno de los jóvenes que se formaban en la Institución donde yo trabajaba, me hizo pensar en cosas que a lo mejor ni tenían que ver con las expuestas ni con lo que yo misma tenía en mente en ese momento. ¡Ventajas del trabajo en equipo! Como cardióloga, les decía a mis alumnos que no esperaran que les enseñara toda la especialidad, las subespecialidades con las que hoy contamos. Pretendía darles el «instrumento», el método de la investigación clínica, del análisis y de la interpretación de los síntomas, signos y síndromes hallados, junto con la información que nos proporcionan las investigaciones solicitadas. Creo que la labor de investigación, aunque no sea la pura investigación científica en centros especializados, se realiza en todo estudio de los pacientes: desde sus antecedentes patológicos, familiares y personales; las condiciones de aparición de la enfermedad; los hallazgos del examen físico y de las investigaciones que complementan el estudio del caso; las características de las enfermedades, estudiadas a lo largo de un lapso; los estudios epidemiológicos…” Mi testimonio como paciente de la Cardióloga Ada Kourí La doctora Kourí padecía de una puntualidad paulina. Llegaba en su Chevy Bell Air, de dos colores bien temprano en la mañana, si la consulta empezaba a las ocho ella estaba desde las siete en ella. Su aspecto era muy clásico, de una científica. Vestía siempre con vestidos muy femeninos y su larga bata. Zapatos cerrados, algo altos, bien lustrosos, toda ella con una higiene extrema, su pelo corto con un toque juvenil que mantuvo hasta su fin (yo la conocí con 49 años). Su bello rostro muy árabe, en el que solo había una línea de lápiz en sus ojos y marvelline en sus espesas pestañas y en sus labios un tono claro de creyón, ese sencillo atuendo, resaltaba su belleza natural, un reloj Rolex en su muñeca, sus uñas cortas pues ella decía que una médica debía llevarlas así y mucha sencilléz en su aspecto general, femenino y del todoy científico En tantos años que fui su paciente vi desfilar personas de diferentes posiciones y clases sociales: muy humildes, extranjeros, intelectuales famosos, políticos, presos, a todos les trataba por igual, con modales educados y finos, era muy delicada en su comunicación para con nosotros. Insistía en conocer bien el nombre de la persona que tenía frente a sí; ella me decía que no había nada más triste para un enfermo que perder el nombre sustituído por un número cuando estaban ingresados, o peor que lo identificaran por tal o más cual patología, ella respetaba mucho al paciente. Hasta su relación con mis padres ella la consideraba de “gran compromiso”. La doctora Ada consideraba que sus pacientes debíamos estar bien informados, con lenguaje claro, para saber enfrentar nuestra afección con el estilo de vida adecuado, y a todo lo que que se le preguntaba, ella con delicadeza nos respondía con la verdad, sin crear falsas expectativas, pero siempre fue una médica muy positiva que nos alentaba con ánimo a llevar una vida plena lo más natural posible. Realizaba un profundo interrogatorio, al que le daba mucha importancia pues decía que había que escuchar al paciente, y un vasto y cuidadoso examen físico que llegaba al virtuosismo, escribiendo extensamente con su bella letra Palmer en nuestras historias clínicas, que al pasar de los años se convertían literalmente en libros, como la mía. Para ella “el método clínico” era vital, hoy tan importante como base de la medicina. Ella decía que en él se encontraba un porciento mayoritario del éxito del diagnóstico, a pesar de estar pendiente de todo avance científico y asimilarlo en su valor. Recuerdo la auscultación con un estetoscopio fuera de lo común y que llevaba en un bolsillo preparado para el tamaño de éste, en su bata de médica. Pasaba largo tiempo auscultando mi corazón mientras iba cambiando de posición el estetoscopio y el cuerpo en forma similar a la que mi doctora Ángela Castro dispone hoy en el siempre extenso y meticuloso ecocardiograma que me realiza. Cuando localizaba el foco de auscultación que deseaba en su examen, cerraba los ojos y bajaba la cabeza, en un estado de concentración total; la mano libre apoyada en mi espalda. En mi mente infantil pensaba que entraba virtualmente dentro de mi corazón. La Dra. Ada compartía con sus alumnos esta auscultación a la que le daba una importancia vital. Su pasión por su trabajo era tanta que no medía el tiempo del encuentro en la consulta y lo hacía con un intenso disfrute profesional. Hay una anécdota que no quiero dejar de compartir que denota su pasión por la Cardiología: ya adolescente me inquieté un día ante tanta auscultación por parte de los alumnos, y ella al notar mi nerviosismo, me dijo con esa manera única, fina y muy cubana de hablar: “muchachota, los alumnos tienen que disfrutar de escuchar tu soplo, tú tienes un soplo clásico, bello y muy musical”, (lo grabó un día). ¡Imaginen a una adolescente estudiante de piano, destinada desde niña a vivir en el fuerte mundo del dolor, escuchar de mi médica dar ese sorprendente elogio a mi enfermedad!. Nunca lo he olvidado… Su relación médico-paciente era única, establecía un fuerte lazo que abarcaba todos los renglones de nuestras vidas, nos aseguraba atención en cualquier rama de la medicina que necesitáramos con sus colegas médicos, conversaba y se interesaba en ponerle fin a nuestras preocupaciones, para que no nos afectáramos psíquicamente, siempre nos decía que en el corazón la psiquis era un factor clave y nos daba herramientas al ponernos en contacto con especialistas para aliviar el estrés y los conflictos. Nos daba mucho amparo y seguridad. En mi mente de paciente con ella todo tenía solución. Nunca vi una receta, una orden, ninguna nota, nada que llevara el Dra., ella simplemente firmaba con su legible Palmer: Ada Kourí. Tenía la virtud de saber disfrutar de lo bello y lo bueno de la vida y trasmitirlo a sus prójimos, ella le daba un valor grande a los momentos especiales tanto los grandes como a pequeños detalles. Pasado un tiempo de la partida de su esposo, un día la convencí de asistir a una función de ballet con mis hijas y conmigo en El Gran Teatro García Lorca, le reservé un palco para que se sintiera cómoda y juntas las cuatro disfrutamos de un bello “Lago de los Cisnes” con la maravillosa Aurora Bosch y José Zamorano como partenaire, esa noche me agradeció mucho que debido a mi insistencia hubiera podido tener ese feliz momento que hacía tiempo no tenía, disfrutó con intensidad el superior espectáculo. Como buena hija de camagüeyana la doctora Ada le daba un especial significado al casabe, legado que nos dejaron los Tainos, muy de nosotros los de esa región, siempre nos reíamos juntas, pues decíamos que preferíamos el casabe al pan, y para ella no había alegría más grande que cuando yo le traía o mandaba desde Camagüey un catauro de casabe, que atento y solícito, por lo regular me lo alcanzaba Manuel Nafeh padre, para su paisana, ella se ponía contenta de que fuera de La Sierra de Cubitas, en Camagüey, donde era famoso por su calidad este delicioso producto de nuestros aborígenes, fabricado con utensilios originales tradicionales, casi siempre se lo hacía llegar por fin de año, y ella io repartía entre la familia para disfrutar de él, y sobre todo su madre Josefina a quien le daba un alegrón y eso era muy importante para ella, que era muy familiar y adoraba a su madre. Siendo Josefina ya muy anciana, recuerdo que la Dra. Ada me dice un día que tenía en proyecto un viaje para que su madre viera su Camagüey natal, yo le dije que eso era fantástico, pues además de lo importante que sería para su madre sentimentalmente, Camagüey es un lugar que hace muy feliz a los nativos cuando regresamos, los acoge con ese don especial que tiene, con esa cultura principeña devenida en camagüeyana que tiene características únicas y se ha conservado bastante, caminar por sus calles y callejones estrechos, sus bellas iglesias y plazas aledañas con sus viejos adoquines, por algo se le denomina “La Ciudad de las Iglesias”, indudable que se anticipaba un viaje agradable y reconfortable al espíritu, lo realizó junto a Beba, su querida hermana y mi doctora se sintió muy complacida que su madre no solo volviera y se despidiera de su tierra natal, sino también se encontrara con familiares que permanecían allí, fue una vivencia valiosa, regresaron muy felices y complacidas del viaje a esta ciudad legendaria. La Dra. Ada era precursora de todos los productos naturales: consideraba importante sacar de las frutas y de una dieta balanceada las sustancias responsables de un organismo sano como el potasio antes de ingerirlas en forma de pastillas. De la miel de abeja conocía sus grandes beneficios, ella sabía distinguir cuando la adulteraban pues la consumía mucho desde niña, yo le hacía llegar una bien pura de un señor que durante años me vendió tan preciado líquido: Don José que muy anciano ya vivía en Marianao, sus hijos todavía tenían parte de su finca y de sus colmenas, resulta que este Don José durante años fue uno de los proveedores principales de los laboratorios Kourí de lo que vivía orgulloso, ella recibía esa miel con una carga fuerte de disfrute y emoción, siempre me decía que nunca dejara de tomarla con medida. Muchos secretos de la dietética con respecto a los alimentos y su papel en nuestro organismo los aprendió de su padre Juan Bautista. Conocí y viví parte de su historia como profesora de muchos cardiólogos destacados. Fue una hacedora de grandes cardiólogos clínicos y cirujanos cardiólogos, no solo ella era una salvadora de vidas, formaba con rigor hombres en una especialidad compleja y altamente necesaria. Citando algunos tenemos al Dr. Graña, y el Dr. Enrique Panisello ya desaparecidos, a los Dres. Joaquín Bueno Leza, Margarita Dorantes, Eduardo Rivas Estany, Francisco Carballés García, Alfredo Dueñas Herrera, José Darío Barrera, Paquito Cabrera Toledo, Carlos Ramos Emperador, y muchos más que aún se encuentran activos. Ella le impregnaba a sus alumnos, lo que yo llamo “un sello inconfundible”, tanto es así que en el Hospital Hermanos Ameijeiras, durante mi primer ingreso, llegó a mi cama de enferma el Dr. Ramos Emperador. En su proyección, comprendí que era alguien con “el sello” como yo digo, que es un conjunto de “detalles especiales en el galeno”, que marcan un desempeño y una personalidad médica única. Observaba la relación con sus pacientes y alumnos, la ética que mantenía en sus actividades, sus maneras, cuando me entrevistó y me auscultó. Le dije que fui toda mi vida una paciente de la Dra. Kouri, él, con iluminado rostro, les explicó con orgullo a sus alumnos quién fue su profesora, y no me equivoqué “era un alumno de ella” ...y todos llevan esa marca ética… Era abierta a recibir los beneficios de los adelantos científicos. Cuando llegó el primer equipo de ecocardiografía, la doctora me llamó a mi pueblo y me pidió que adelantara, de ser posible, la fecha de la consulta para hacerme una investigación nueva, yo vine rápido y me llevó personalmente a hacerme el eco, muy entusiasmada con “aquel avance científico”, que según su criterio iba a revolucionar la Cardiología, y así fue... Vivía con pasión su profesión: la relación profesor-estudiante-paciente llena de amor y compromiso, así es mi recuerdo de la Dra. Kourí, envuelta en esa dinámica fabulosa de aquellos intensos tiempos en la docencia, en ese mundo de trabajo y creación. Solía participar en muchos Congresos Internacionales muchas veces cuando acompañaba a su esposo en viajes diplomáticos, para ampliar sus conocimientos, contactando con grandes médicos e instituciones, con las que mantenía estrechas relaciones profesionales para beneficio de nuestra patria. Personalidad El mundo de Ada, y de su personalidad carismática, no se circunscribía solo a la ciencia, ella se extendía a un universo muy rico de actividades y relaciones sociales. Tanto ella como Raúl rendían culto a la amistad. Tenían una estrecha relación con personalidades intelectuales de otras esferas, y del arte; cubanos y extranjeros, tan importantes como Rómulo Gallegos, y el padre Gaztelu. En declaraciones a María Grant rememora esta alquímica vida plena: Juan David, genial caricaturista, y Graziella, su encantadora esposa y compañera, fueron mis primeros amigos artistas. Lo eran ya de mi marido, quien me introdujo en este «clan» interesante y simpático. Por mediación de ellos, conocí a Juan J. Sicre –y a su esposa—, quien era muy respetado y al que, pienso, mucho le debe nuestro movimiento escultórico. En el taller de este último estudiaban Julito Girona e Ilse, los que más tarde se casaron y tuvieron dos hijas. No obstante haber nacido en el extranjero, donde aún viven, ellas se sienten muy cubanas y vienen con frecuencia. Así, visitaron varias veces a Julito en La Habana, donde vivió sus últimos años, feliz con la Cuba de hoy. Casi hasta su muerte, él siguió animando a jóvenes pintores y mantuvo estrecho contacto con el Centro Pablo, que fundó y dirige Víctor Casaus. Julito venía con relativa frecuencia y pasábamos ratos maravillosos escuchándole sus cuentos de la guerra mundial; sus «aventuras» insólitas como policía militar del ejército norteamericano en París; sus experiencias de la vida cotidiana en Nueva York, cuando estudiaba arte... ¡Qué gracia la suya para hacer sus cuentos fabulosos! Luego los publicaría junto a poemarios y otras prosas. De su época de escultor, conservamos un busto magnífico que hizo a Raúl cuando tenía 22 ó 23 años. Preside nuestra biblioteca y, aunque tal vez un día lo donemos al Museo, ¡ese día no ha llegado todavía! Conocí a René Portocarrero, buen conversador cuando quería; decía siempre que «pintaba a las Kourí». Le visité, por última vez, valiéndome de mi condición de médica, cuando estaba ingresado en el Hospital Hermanos Amejeiras por una grave quemadura. Nos vimos a través de una vidriera y hablamos por un telefonito especial. Estaba optimista. ¡Qué pena perderlo! Mariano, Jorge Rigol, Carreño y Víctor Manuel fueron otros de los grandes que conocí (y me perdí el retrato que los dos últimos quisieron hacerme). Milián venía a casa con Portocarrero... si no iba nadie más. Sandu Darié y su esposa Lily se convirtieron en nuestros amigos desde que llegaron de la Europa en guerra. Con cierta frecuencia hacíamos «tenidas» en casa de los David, donde se hablaba, se discutía, se cantaba y se cenaba. A veces hasta se bailaba. Los «fijos» entonces éramos «Porto», los Sicre, Carreño y la familia de Juan David: su hermano Eduardo, con su esposa Luz; su hermana Lila y el marido, y la madre de ellos, Trinidad, asturiana de estirpe, y Raúl y yo. A Eduardo —Loló, como le decían en su casa y muchos amigos— se debe la publicación de un libro que Juan David dejó inconcluso y que aquél terminó: Juan David abrazado a sí mismo, que el autor llamaba en broma «su novela». Andando el tiempo, «el grupo» incorporó a mi hermana Beba y su esposo, Gustavo Torroella; a Salvador Bueno y su mujer, mi tocaya; a Sara Hernández Catá y Wangüemert... Ocasionalmente, acudían Carlos Rafael y Toni Henríquez, don Fernando y María, y Edith García Buchaca. Rigol prefería el poco bullicio: era un gran conversador, culto y con cierta mordacidad que sabía emplear con mucha gracia. Le visité a menudo, disfrutando agradables jornadas en compañía de su hermana Teté. Tras publicar sus excelentes Apuntes sobre el grabado y la pintura en Cuba, decidió no escribir —como había planificado— la segunda parte. Nos perdimos, sin duda, una visión penetrante sobre el arte cubano. Fueron amigos nuestros Luis Martínez Pedro y Gertrudis; siempre me gustaron sus dibujos, así como los óleos de Carlos Enríquez, a quien traté poco, a pesar de que Raúl era viejo amigo suyo. Servando Cabrera Moreno fue uno de mis amigos más cercanos, pues nos conocíamos de pequeños. Durante años nos perdimos de vista, y fue ya siendo adultos el reencuentro. Sus guajiros y milicianos, perfiles de mujeres florecidas y dos óleos —del Che y de Guiteras— que hizo para Raúl, figuran entre mis preferidos. Jorge Arche cultivó también nuestra amistad. Conservo un magnífico óleo que hizo a Raúl y otro, no menos bueno, a mi hermana Silvia. Estimados por ambos fueron Armando Maribona, María Luisa Valentino y Palko Lukacs, quienes me hicieron retratos en épocas distintas de mi vida. Eduardo Abela, creador de su «Bobo» y de magnífica pintura, fue también gran amigo. Puedo decir lo mismo sobre Harry Tanner, más joven que los demás del «grupo», al que espero seguir viendo cada vez que nos visite. De él es el último retrato de Raúl, un óleo magnífico, impresionante, por el parecido y la calidad de la factura. Unas palabras sobre Marta Arjona, destacada ceramista, gran amiga desde que regresó a la patria, concluida su estancia como becaria en París. Ella me presentó a Amelia Peláez, relevante personalidad de nuestro arte, modesta, cordial, acogedora y culta. Marta me acompañó la primera vez que visitamos la amplia y bonita casa de Amelia en La Víbora, donde también conocí a sus dos hermanas. Estaban emparentadas con Julián del Casal, pero no recuerdo en qué grado... ¡Y qué decir del gran amigo que fue Enrique Moret, «el gallego Moret» no obstante ser valenciano! Entró en la «familia» cuando casó con Delia Echeverría, amiga fraterna, como su hermana Estrella y Aureliano, y sus padres, los «viejos» Luz y Perico... El retiro Fue triste su retiro, a los 75 años, cuando estaba en plenitud de sus facultades mentales y físicas, además, de una aún elevada capacidad profesional, y la abundante experiencia acumulada. Ya estaba nuestro país envuelto en una etapa dura, agobiado por el derrumbe del campo socialista y el bloqueo, el problema del combustible era precario, y la transportación exigía grandes esfuerzos y sacrificios no exentos de riesgos. Realmente era muy complicado el trasporte desde su casa al Instituto. La cardiología y nosotros sus pacientes fuimos los que junto a ella, sufrimos este retiro, la pérdida de años de servicios que tan grande médica hubiese aún podido prestar. Y aunque nunca escuché una queja al respecto de parte de ella, pienso que debió haber sentido mucho esta forzada decisión de su prematuro retiro, porque su pasión era la práctica de la medicina, y una de sus principales razones de vida: nosotros sus pacientes y sus alumnos. No obstante retirada, ella se mantuvo al tanto de los adelantos científicos y bien informada gracias a su amplia gama de relaciones científicas y de toda índole. En sus horas de retiro profesional, esa energía que ella emanaba, en parte la encaminaba hacía la jardinería, trabajando en ella con sus manos hacedoras del bien, era para ella un gran disfrute su contacto con la naturaleza y mostraba con orgullo su obra. La doctora Ada mantuvo su covicción revolucionaria hasta el final de su vida. Cuando los sucesos del niño Elian, salió de su retiro para pronunciarse internacionalmente a favor del regreso del pequeño cubano, todos la vimos enérgica en el reclamo, hablar con firme y valientes palabras, era la misma joven del pre de la Habana que reclamaba por los pobres, y de tantas batallas libradas, ella siempre fue la inclaudicable luchadora por la justicia, esa imagen suya estará entre nosotros, en nuestras mentes.. Su Partida Recurrimos al fidedigno e íntimo testimonio que su hijo Raulito quiso compartir con nosotros y para la posteridad en su inédito libro Roa que roe, para narrar esta etapa final, de la partida de nuestra querida Dra. Kourí: …“Cuando Ada estuvo con nosotros en Roma, en 2004, siendo yo embajador ante la Santa Sede, ya la dottoressa, como la llamamos desde aquel primer viaje a Europa, cuando se enamoró de Italia, no tenía su buena salud proverbial. Estaba afectada por una insuficiencia renal senil, que mantenía altísimos los niveles de creatinina en sangre, aparte de sufrir de una gran hernia hiatal, que le producía fuertes dolores cuando se excedía en la manducatoria. (¡Le encantaban las pastas y el risotto!) No pudo, pues, disfrutar de los grandes paseos por la città eterna, ni de los cortos viajes a Calcata, el maravilloso burgo medieval cercano a Roma; a Asís, Orvieto y otros lugares de Umbría, aunque sí fuimos a Deruta, a ver su afamada cerámica, a almorzar por allí cerca con amigos, a Genzano, en “La casina delle rose”, de un combatiente antifascista amigo de Cuba, a Frascati y otros castelli romani, pero no podía ya caminar a sus anchas. Requería hacerse diálisis, mas se negó rotundamente. La experiencia de su hermana Beba, igualmente afectada de insuficiencia renal, le bastó para decidir que no se la haría. Una tarde me dijo: “ve haciéndote psicoterapia, porque no voy a vivir mucho más; pensaba morir a la edad de mamá, cerca de 96 años; pero como van las cosas no lo creo. Ya yo me he hecho mi psicoterapia. Cuando regresemos a Cuba, de vacaciones, me quedo. De diálisis nada”. No pudimos convencerla. Falleció a los 88 años, el 11 de julio del 2005, día en que debíamos partir hacia La Habana. Su corazón dejó de latir y no siguió respondiendo las preguntas de las dos cardiólogas intensivistas que la atendían. Era cerca de las 3 a. m. cuando me llamaron a su habitación, donde aguardaba, para comunicármelo. Según su voluntad, fue cremada, pero no esparcí sus cenizas al viento como pidió, sino en los canteros del jardín que cultivó en nuestra casa habanera. Así, está con nosotros, entre las plantas y flores que sembró y amó. Poco antes de dejarnos, accedió a ser entrevistada por la culta y fina María Grant, para Opus Habana. Es un botón de muestra de quien fuera amorosa y dedicada compañera, amiga, crítica y mujer de Raúl Roa. Mi madre”. Recomendaciones a nuestros médicos Aspiro con este trabajo, desde mi condición de paciente agradecida, saldar una parte de la deuda que la medicina cubana ha contraído con esta mujer excepcional y rescatarla del involuntario silencio que sobre ella permanece en el mundo médico nuestro. Esperamos que algún día una de las decenas de salas de cardiología, bien de niños o de adultos, existentes en nuestro país se pueda bautizar con el nombre de la Dra. Ada Kourí Barreto para perpetuar su memoria, promover su ejemplo y brindarle un homenaje en el centenario de su natalicio el 26 de mayo del 2017. Es hora que los jóvenes médicos y cardiólogos tengan una semblanza biográfica de tan grande mujer de la cardiología cubana. Ada Kourí es un ejemplo a seguir para nuestros jóvenes galenos por los valores que en ella florecen. Mujer inteligente, políglota, culta, amante del arte, y ferviente apasionada de la medicina, de su cardiología, con un profundo sentido de la ética médica, humanista, fiel al juramento Hipocrático que hizo cuando se graduó de médica. Revolucionaria, luchadora por una vida social mejor para el ser humano y convencida de la posibilidad de lograrlo, por lo que luchó contra el mal siempre, sin descanso, sin temor nunca a enfrentar, en el lugar que se encontrara, la maldad y el deshonor y las consecuencias que pudieran traer su vertical postura hasta el final por algo en lo que creía: su Patria, su medicina, sus pacientes, su familia, sus amigos… ¡tantas cosas enaltecedoras de la dignidad humana!... Nunca hizo gala de sus méritos históricos ni de su gran valor como ser humano y profesional, ella ganaba su espacio por derecho propio. No puedo evitar cuando camino por “el Cardio”, sentir la presencia de la Dra. Ada, me parece que en cualquier momento me sorprenderá y la veré acercárseme con su paso largo, elástico y elegante por los pasillos acompañada de la Dra. Amoedo o de la Dra. Dorantes, sus grandes amigas y colegas, o saliendo de su consulta con sus alumnos siempre envuelta en una conversación animada, ejerciendo en sus interlocutores ese fuerte magnetismo, ese espíritu congregante que emanaba de ella. También la veo por momentos en su casa, llena de vitalidad sentada en su sillón frente a mí; inmersas en nuestra actual y antigua conversación ávida de honduras, en nuestra relación de médico-paciente-amigas, a la que me tenía acostumbrada, mientras yo disfrutaba de un delicioso café. Aunque no lo mostraba, ni hablaba de ello, como mujer educada, inteligente y buena anfitriona que era. Yo sabía, que lejos de su cardiología, en ella latía tan fuerte, como dentro de mí late ahora, su ausencia… Semblanzas de la Dra. Ada Kourí por compañeros y alumnos “Fue una bella mujer, inteligente, culta y revolucionaria y como trabajadora, entusiasta, disciplinada y respetuosa de las jerarquías”. Profesor Hernández Cañero La conocí siendo directora del Instituto de Higiene, en los primeros años de la Revolución, pero comenzó a trabajar conmigo en el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular en 1966. Era una excelente internista que se formó en el servicio del profesor Pedro Iglesias Betancourt, cátedra de patología médica del Hospital General Calixto García donde alcanzó las categorías docentes de asociado, adscrito e instructor. Colaboró en el texto de esa asignatura. Interesada en la cardiología, colaboró en la creación en esa cátedra de un laboratorio de hemodinámica donde se llegaron a realizar cateterismos intracardiacos. Ingresó en la Sociedad Cubana de Cardiología en junio de 1952, con un trabajo titulado “Correlación Anátomo Radiológica en laTetralogía de Fallot. Estudio de 23 casos”, con la colaboración de la Dra. María Victoria de la Cruz y el Dr. Narno Dorbecker. Durante su exilio político en México tomó cursos de cardiología en el Instituto Nacional de Cardiología, con el maestro Dr. Enrique Cabrera con el que mantuvo una estrecha amistad. En el ICCCV, actuó como jefa de la sala de cardiología de adulto y del laboratorio de fiebre reumática. Fue una bella mujer, inteligente, culta y revolucionaria y como trabajadora, entusiasta, disciplinada y respetuosa de las jerarquías. Falleció en Roma, el 11 de julio del año 2005. Dr. Alberto Hernández Cañero “Ada Kourí se pasaba horas discutiendo el caso de un paciente, disecando parte a parte, desde la clínica más exquisita hasta los complementarios de mayor complejidad.” Dra. Margarita Dorantes Evoco ahora a la Dra. Ada Kourí, con la misma admiración y cariño de muchos años atrás. A lo largo del tiempo, la conocí primero como mi jefa durante la residencia de Cardiología, después como compañera de trabajo en el hospital y siempre como mi amiga. Fundadora del Instituto de Cardiología, formó generaciones enteras de cardiólogos cubanos y extranjeros, que tuvimos la fortuna de recibir sus muchas enseñanzas. Procedía de la escuela cubana de Medicina de la más alta categoría (Hospital Calixto García, con ilustres profesores, adonde arribó como alumna ayudante mediante concurso oposición); luego se formó en la escuela mexicana de Cardiología, del más alto nivel mundial en aquel momento. La recuerdo exigente en el trabajo pero no costaba esfuerzo seguirla por su ejemplaridad en la tarea diaria. Era elegante en el decir, en el hacer, en el actuar. No he visto antes ni después, mejores historias clínicas ni evoluciones médicas, que las hechas por Ada Kourí: con todo detalle, con minuciosidades que enriquecían el caso clínico, con su letra impecable. Tampoco he conocido quien examinara mejor a sus pacientes, durante horas podía estar precisando detalles auscultatorios (en lo cual era una verdadera artista) hasta afinar diagnósticos con una paciencia admirable. Recuerdo su lealtad y admiración por Enrique Cabrera, ilustre cardiólogo mexicano, que fue su profesor, compañero de trabajo y amigo, de cuyas enseñanzas brillantes nos solía hablar con mucha frecuencia y cuyo recuerdo mantuvo vivo, cuando muchos lo olvidaban a pesar de su gran contribución a la cardiología cubana. Ada Kourí se pasaba horas discutiendo el caso de un paciente, disecando parte a parte, desde la clínica más exquisita hasta los complementarios de mayor complejidad. Siempre tuvo gran interés en el estudio de la fiebre reumática en Cuba, fundó un laboratorio especializado en este campo, preparó clínicos cardiólogos y cirujanos cardiovasculares para enfrentar este problema con nuevas perspectivas, cuando se pensaba que en Cuba no era terreno de mucha importancia. Fue valiente al discutir problemas profesionales, a los cuales les partía de frente, con honestidad y afrontando lo que fuera. A Ada Kourí, por su gran cultura, se le podía oír con deleite mientras hablaba de cualquier tema. Personalmente, me siento orgullosa de haber transitado buena parte de mi vida al lado de Ada Kourí, lamento que generaciones más recientes no la hayan podido ver en su diaria acción y pienso que es nuestro deber trasladarles sus enseñanzas. Dra. Margarita Dorantes “Por su orientación, se inauguró en el Hospital William Soler, una consulta de niños reumáticos, primera en el país, que luego se extendió a otros hospitales pediátricos, a escala nacional.” Dr. Ramón Casanova Arzola La Dra. Ada Kourí, según recordamos, era una persona afable, comunicativa, muy culta y con magnífica formación Clínica y Cardiológica. Tenemos referencia de su participación en el staff del Profesor Iglesias Betancourt, en la Sala Clínica Bajos del Hospital Universitario General Calixto García, antes de la Revolución. En 1962, en plena Crisis de Octubre, llegó a Cuba el eminente cardiólogo mexicano Profesor Enrique Cabrera. En el marco de sus actividades programadas, estuvo la asistencia semanal a la Sala 3B del Hospital William Soler, donde ingresaban los niños cardiópatas. En compañía de la Dra. Ada Kourí y del staff del Servicio, se examinaban los pacientes y se orientaba la conducta a seguir. A la Dra. Ada Kourí, le llamó la atención la gravedad de las lesiones cardiacas en los pacientes con fiebre reumática. Por su orientación, se inauguró en el Hospital William Soler, una consulta de niños reumáticos, primera en el país, que luego se extendió a otros hospitales pediátricos, a escala nacional. Siempre recordamos con gratitud sus aportes a nuestra institución, y personalmente a nuestra superación. Queda de usted, con saludos fraternales. Dr. Ramón Casanova Arzola “Ada Kourí: es el ejemplo que no se puede perder y que debemos rescatar.” Prof. Dr. Joaquín Bueno Leza Conocí a la doctora Kourí en el año 1962 durante mi internado en el Hospital Nacional de Altahabana, hoy Hospital Enrique Cabrera. Allí la doctora se desempeñaba como cardiólogo clínico y era amiga del Profesor Enrique Cabrera, eminente cardiólogo y electrocardiografista mexicano que trabajaba en dicho hospital adonde había venido por invitación de la doctora Kourí. Al regreso de la medicina rural me encuentro de nuevo con la doctora Kourí en la sala de cardiología 6A, del Hospital Comandante Fajardo, en el Vedado, donde fue mi profesora en cardiología clínica, siendo el jefe de ese servicio el profesor Alberto Hernández Cañero. La doctora Kourí tenía un magnífico oído para la auscultación de los ruidos y soplos del corazón, y los que fuimos sus alumnos salimos con una técnica refinada gracias a sus conocimientos y paciencia en el arte de la auscultación, la cual era luego confirmada con la fonocardiografía. Al terminar la especialidad, a fines de 1969, tuve la oportunidad de recibir del Dr. Noel González Jiménez, cirujano jefe, la enseñanza de la técnica endocárdica de la implantación de marcapasos cardiacos y por tal razón fui enviado, como responsable, al séptimo piso del Hospital Fajardo, sala 7C, con 33 camas, donde se comenzaron a implantar los marcapasos para todo el país. Estando al frente de ese departamento tuve la oportunidad de recibir de la doctora Ada Kourí uno de los consejos más sabios que marcó mi conducta como dirigente para toda la vida. Un día otra profesora fue trasladada para el Instituto de Cardiología y tomó la decisión de entregar la llave del local que ocupaba, a otro colega y yo pensé que debía entregármela a mi como responsable del departamento, y le hice el comentario a la doctora Kourí quien me dio la razón pero me dijo: Mira Bueno, yo soy profesora desde hace años; de una familia de profesores distinguidos, con un historial revolucionario, esposa de Raúl Roa, que estuvimos exiliados en México y descubrí y denuncié a un contrarrevolucionario en el Hospital Nacional y me separaron dos años del hospital, sin sueldo; después se demostró que lo que yo dije era cierto pero pasé el mal rato; por lo tanto, tú que empiezas ahora, te aconsejo que cuando vayas a tomar alguna decisión consultes con tu jefe superior para saber, si ante alguna confrontación, él te apoyaría. Este consejo lo apliqué en todo lo que vale y felizmente pude desempeñarme en mis funciones durante 25 años al frente del departamento. La doctora Ada Kourí fue un ejemplo a seguir, como médico, por su buen trato, por su disciplina profesional y respeto a sus compañeros y a los pacientes; es el ejemplo que no se puede perder y que debemos rescatar. Dr. Joaquín Bueno Leza “¡Mujer excepcional!” Dr. Eduardo Rivas Estany Me ha sido solicitado, al igual que a otros colegas, por Bárbara González Mejides, historiadora, paciente y amiga que escriba unas breves notas a manera de remembranza sobre quien fue nuestra querida e inolvidable profesora y Maestra, la Dra. Ada Kourí Barreto. La Dra. Kourí, como simplemente le llamábamos sus alumnos de entonces, era una de esas personas, que no sólo por su talento e inteligencia, sino también por su personalidad íntegra e integral, fue de esas personas que una vez conocida permanecía, como aún permanece en mis recuerdos, como un verdadero paradigma de profesional médico, más aún en la etapa social y política en que nos encontrábamos en la década de los años 70, época en que más cerca de ella estuve en mi condición de Residente, primero en el Servicio de Cardiología del Hospital Cdte. Manuel Fajardo, luego en el propio Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, ambos en la barriada del Vedado, en la ciudad de La Habana. Recuerdo los modales finos y educados que empleaba para comunicarse y examinar hasta el más humilde de sus pacientes, los mismos que utilizaba para relacionarse con sus compañeros, ya fueran sus alumnos o colegas de profesión, incluso con otros trabajadores de la institución. El método profesional y elegante que aplicaba para auscultar a sus pacientes, en su mayoría portadores de cardiopatía reumática, su vertical dedicación de los últimos años, dejó huellas en sus residentes de la época, lo que propició el amor por la auscultación del corazón en una buena parte de sus alumnos y seguidores de entonces y de ahora. A su condición de mujer científica destacada en su época, y quizás iniciada durante su estancia en el Instituto de Cardiología de México, habría que agregar los inmensos valores que le correspondieron como esposa de un cubano insigne y madre de otro ejemplar. Haber compartido su vida con el “Canciller de la Dignidad”, Raúl Roa García, ilustre escritor, orador, político e intelectual en general, es otro de los grandes méritos y características inmensas de esta gran cubana, de quien habría mucho más que decir y escribir pero quizás sólo una breve frase sintetizaría su quehacer en la vida: ¡Mujer excepcional!. Dr. Eduardo Rivas Estany Presidente, Sociedad Cubana de Cardiología. “La Dra Kourí: apostaba por los jóvenes y les brindaba toda la ayuda ética y profesional que podía, sin límites...” MSc. Aida Margarita Remirez de Estenoz Barciela Hay personas en la vida que marcan positiva y agradablemente a otras y, la Dra. Ada Kourí es una de ellas. Creo que lo que más la caracterizaba (entre otras cosas) era la ética que mantenía con los pacientes y familiares, además con sus compañeros de trabajo cualesquiera que fueran estos, desde sus colegas hasta el más simple trabajador, para ella todos eran iguales y merecían el mismo respeto y atención. Esto emanaba de su personalidad íntegra, inteligente, enérgica y a su vez dulce, sensible, educada, bella y naturalmente elegante. Era de esas personas que creían que a veces los sueños se convierten en realidad y luchaba por todo esto hasta las últimas consecuencias sin faltarle a los demás y con una ética admirable. Era una persona que brindaba con generosidad y rapidez conocimientos a los jóvenes que se iniciaban en su profesión independientemente de su carrera (soy psicóloga) pero que, trabajaban con los pacientes cardiópatas y necesitaban de los conocimientos cardiológicos para ejercer su profesión. Remitía los casos a Psicología para una atención integral de los mismos... Ella apostaba por los jóvenes y les concedía toda la ayuda ética y profesional que podía, sin límites, dado su humanismo que le hacía ser una persona íntegra, honesta y muy buena para con todos. En fin pudiera escribir infinidad de anécdotas sobre la Dra. Kourí, pero creo que lo esencial ya se ha dicho y lo que hay es que recordarle con admiración y respeto, siguiendo su ejemplo de mujer y profesional que fue. Siento que se ha ido una voz amable del Instituto, pero sus ecos siguen resonando en él. MSc. Aida Margarita Remirez de Estenoz Barciela “Aplicaba la anamnesis y el examen físico exhaustivamente. Le gustaba enseñar el examen físico cardiovascular con detalles, dándole la importancia requerida a un signo o síntoma relevante.” Dr. Francisco Carballés García Para mi formación como médico especialista fue muy importante el método de enseñanza de la Profesora Dra. Ada Kouri. Fue un alto honor ser su alumno y poder recibir los conocimientos trasmitidos por ella, que lo hacía de tal forma que a pesar de los años transcurridos persisten y muy oportunamente están vigentes. Su trato con los pacientes, su preocupación y marcado interés por su cura o mejora, a los que transmitía, sin dejar de mencionar la gravedad de su enfermedad, tranquilidad y sensación de seguridad, sin importar el tiempo que tuviera que dedicarle y el tiempo en que, fuera de horario, terminara la consulta. El método clínico nos lo enseñó a aplicar a cabalidad y examinaba al paciente en su totalidad, detectando otras enfermedades y lo remitía al especialista adecuado. Aplicaba la anamnesis y el examen físico exhaustivamente. Le gustaba enseñar el examen físico cardiovascular con detalles, dándole la importancia requerida a un signo o síntoma relevante. Algo que nunca olvidaremos es que exigía que los residentes escribiéramos de forma clara para que los pacientes pudieran leer sin dificultad la indicación de los medicamentos, así como también la escritura en las hojas de consulta o evolución de historias clínicas debía ser fácil de leer y al que no tuviera una letra legible, lo hacía escribir en letra de molde. Disculpe si lo he tenido que hacer atropelladamente, por falta de tiempo, pero no quería quedar mal con Ud. y mucho menos dejar de escribir sobre una profesora tan querida. Saludos Dr. Francisco Carballés García Vicedirector Docencia e Investigaciones Cardiocentro Pediátrico "William Soler" “La Profesora Ada Kouri fue para mi un ejemplo a seguir, contribuyó de manera notable a mi formación como médico, y sobre todo a mi forma de tratar a mis pacientes.” Dr. Alfredo Dueñas Herrera En relación a la admirada, querida y jamás olvidada Dra. Ada Kourí Barreto le puedo decir lo siguiente: Fue una mujer elegante, fina, de trato amable. Como científica fue una médica muy bien preparada, no solo por su preparación al lado de grandes médicos, sino por su estudio diario y constante actualización. Fui su residente en la consulta de fiebre reumática, allí aprendí sobre esta enfermedad y sobre todo aprendí a tratar los maltrechos pacientes que allí veíamos con valvulopatías. Me pide usted una anécdota, un día llegamos los dos residentes a la consulta, que comenzaba a la 1 pm, en la lista de la consulta solo había 5 pacientes, ambos comentamos a las 3 pm ya hemos terminado, ¡qué error de cálculo!, la Dra. Kourí comienza con toda calma a examinar minuciosamente a cada paciente, revisar todas las placas desde las primeras, a escribir detalles y comentarios en la historia clínica (escribía más de una hoja en cada evolución), conclusión terminámos la consulta a las 7 pm. Esto dejó en mí: aplicación del método clínico como herramienta muy útil en la práctica médica, estudio diario para estar actualizado, trato cariñoso y amable a los pacientes y transmitir a los educandos todo lo que les pueda ser útil, no solo en el ámbito científico sino en el aspecto social y político. La Profesora Ada Kouri fue para mi un ejemplo a seguir, contribuyó de manera notable a mi formación como médico, y sobre todo a mi forma de tratar a mis pacientes. En conclución su ejemplo es imperecedero, permanece en nuestros corazones. Saludos Dr. Alfredo Dueñas Herrera Ada , una profesora inolvidable. Dr. Rolando Rogès Machado A Ada Kourí Barreto la recuerdo desde dos ángulos.Como alguien allegado a mis recuerdos familiares debido a su relación con mis padres y por su papel en mi formación como médico . En el santuario de la Medicina cubana que es el Hospital Calixto García, mi padre trabajó varios años con el profesor Kourí , además coincidió con Ada en el inicio de la carrera pero su exilio la hizo graduarse en 1943. Por otra parte, mi madre fue la jefa de sala de Clínica Bajos en el servicio del profesor Iglesias Betancourt, Ada recordaba mucho a mi madre y su disciplina prusiana en la sala. Refería que los estudiantes decían que por lo pequeña que era el profesor la guardaba en el marsupia de su delantal. En el orden personal, ante un viaje, ella puso a mi cuidado a la viuda de José Lezama Lima brindándome acceso a una figura admirada por mí. Siempre agradeceré su confianza. Como profesora, recuerdo un consejo valioso en mi formación, considerar a la consulta externa como un acto importante dentro de la praxis médica, comparable al ingreso hospitalario en cuanto a la calidad de la información. Verle trabajar hacía innecesaria cualquier pregunta sobre el abordaje del paciente cardiovascular. Era la mejor lección, obviaba el discurso. Por otra parte su impecable caligrafía era el mejor llamado a que los médicos no descuidásemos nuestra escritura y diésemos el debido trato a las historias clínicas. Dr. Rolando Rogès Machado OBITUARIO DE LA DRA. ADA KOURÍ BARRETO ACN Agencia Cubana de Noticias División de la Agencia de Información Nacional (AIN) Falleció la doctora Ada Kourí La Habana, 13 jul (AIN) Víctima de un paro cardíaco- respiratorio, falleció en Roma, a los 88 años de edad, la doctora Ada Kourí, compañera en la vida, el exilio y la lucha del Canciller de la Dignidad, Raúl Roa García. La destacada especialista, acompañaba a su hijo Raúl Roa Kourí en la embajada cubana ante la Santa Sede, refiere hoy el periódico Granma. Desde muy joven militó en las filas del Ala Izquierda Estudiantil, y tras la huelga de marzo de 1935 se unió a su esposo en el exilio en Nueva York. Participó en la lucha antibatistiana después del 10 de marzo de 1952 como médico, atendiendo a combatientes clandestinos y en otras tareas de la Resistencia Cívica. En los primeros años de la Revolución dirigió el Instituto de Higiene y, además, figuró entre los fundadores de la rama de la cardiología, en la que laboró afanosamente hasta sus 75 años. Fue miembro de la Federación de Mujeres Cubanas, las Milicias Nacionales Revolucionarias y los Comités de Defensa de la Revolución. Sus cenizas reposarán para siempre en su Patria. FOTOS La Dra. Ada con su esposo el Dr. Raúl Roa García y su hijo Raúl Roa Kourí. México década del 50 Con su padre Dr. Juan B. Kourí y Enriqueta, la viuda de Pendás. 1958 En una recepción diplomática junto a su esposo “el Canciller de la Dignidad” Junto a amigos en la década del 30 al 40 “El clan Kourí”, al decir de su hijo Raulito Roa Ada poco antes de partir Fotos cortesía del Dr. Raúl Roa Kourí y de la periodista María Grant de la Revista Opus Habana. Agradecimientos: Mi gratitud por la ayuda invaluable y la confianza que en mi depositó Raúl Roa Kourí, hijo, destacado diplomático e intelectual nuestro y a la solidaridad mostrada por la exquisita periodista María Grant que tuvo el privilegio de entrevistarla casi a su partida para la Revista Opus Habana, y me hizo llegar textos de gran valor. A la amiga libanesa-cubana Dra. Nelly Nafeh Abi-Resisk que puso todo su empeño en la búsqueda de materiales histórico-biográficos. A cada uno de los médicos que aportaron sus testimonios, que dedicaron su valioso tiempo, tomando parte en este homenaje como colaboradores cercanos y compañeros de labor y estudiantes que se nutrieron con el ejemplo y las enseñanzas de nuestra inolvidable Ada Kourí, mi gratitud por confiarme y compartir esos recuerdos que guardan de ella. A mi Dra. Ángela Castro, que ha mantenido mi ánimo arriba contra viento y marea, mostrando interés por mi trabajo. A los amigos Rogelio F. Hurtado, Marilé Mosley, Damaris Lainé y Gretel Guillén por la corrección minuciosa de estos textos. Al Dr. Juan Adolfo Prohias Martínez destacado cardiólogo nuestro, jefe de cardiología del Hospital Hermanos Ameijeiras, y editor principal del Portal de Cardiología, por acoger con entusiasmo esta compilación cuando todavía estaba en embión, e impulsarme con su alegría, y la admiración profesional que siente por la Dra. Kourí, ya que lo unen ancestrales lazos de amistad con la familia Kourí Barreto, amistad de la que guarda con aprecio bellos recuerdos de su vida personal. Finalmente agradezco a los compañeros del Portal de Cardiología de Infomed el interés en la promoción de este trabajo. Gracias a todos. Referencias: Roa García, Raúl: Presidio Modelo, Retorno a la alborada. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1977. pp. 34. Diego, Eliseo: En la Calzada de Jesús del Monte. Roa Kourí, Raúl: “Mi Madre” en Roa que roe, libro inédito. Grant, María: “Entrevista a la Dra. Ada Kourí”, 3 de noviembre de 2004, Revista Opus Habana , Vol. VIII, No. 3, pp. 16-27 Dra. Ada Kourí: “Enrique Cabrera, una vida ejemplar”. (1964). Fue publicado también por el periodista Luis Gómez Wangüemert en la revista Paz y Soberanía, ya que Cabrera había sido miembro del Movimiento por la Paz y la Soberanía de los Pueblos, en México. González, Norland Rosendo: “Ada Kourí : La Viuda del Canciller”, entrevista. Armas, Paquita: A Corazón Abierto, libro inédito . Diccionario UTEHA . LINK: La Habana 27 de Septiembre del 2013 Querida Bárbara: Primero agradecerte profundamente tu deferencia de enviarme el artículo antes de ser publicado, lo leí con avidez, interés y emoción. Felicitarte y agradecerte sería muy poco, los médicos cubanos y especialmente los cardiólogos de nuestros tiempos estamos en deuda con la Dra. Ada Kourí. Brevemente te narro que a mi llegada al ICCCV a finales de 1989 alcancé a ver personalmente a la Dra. Ada. Le recuerdo en una ocasión –recién llegada- saliendo de su consulta de Asclepios como una mujer muy elegante con su bata médica de mangas largas a nivel de las rodillas con un estetoscopio en el bolsillo, tanto me llamó la atención por su personalidad que pregunté de quién se trataba. Desafortunadamente no alcancé a ser su alumna pues muy poco tiempo después dejó de hacer consultas. Al menos tuve la dicha de que algunos profesores me contaran anécdotas de la doctora y me hablaran de su sencillez y maestría profesional. Pasado un tiempo, como suele ocurrir, no oí hablar más de la doctora, al menos en la cotidianidad. Por ese motivo cuando me comentaste la idea de escribir el artículo me sentí motivada y te animé a que lo hicieras y sugerí algunas personalidades a entrevistar. Hoy es una realidad y pienso que una lectura obligada de todos los profesionales de la salud. Gracias Bárbara, paciente y amiga, por acercarnos a esta mujer excepcional como profesional y científica, esposa y amiga, patriota y cubana, luchadora incansable, sencilla y grande. Siento mucho no haber alcanzado sus enseñanzas, pero al menos puedo ser testigo de que formó e imprimió su ″sello” -como dices- a grandes profesores. Te estimulo a escribir una segunda parte pues estoy segura que mucho quedó por decir. Te hago una confesión, me encantan la Cardiología y el casabe tanto como a la Dra. Kourí. Por último me atrevo a una sugerencia o propuesta personal a nuestras autoridades. De contar en el futuro con otro Cardiocentro en nuestro país, que llevara el nombre de Dra. Ada Kourí Barreto. Pienso que sería un gran honor para todos los cubanos pues sobrados son sus méritos. Una vez más gracias, muchas gracias por esta semblanza de una majestuosa persona a quien admirar, recordar e imitar. Como dice el Maestro ″Horrar honra”. Para ti mi afecto sincero, Dra. Ángela Castro Arca Profesor. Ramón Casanova La Habana, 5 de diciembre del 2013. Estimada Bárbara González, a continuación le expongo mi apreciación sobre su trabajo, titulado: Una cardióloga de corazón. En su biografía, sobre la Dra. Ada Kourí Barreto, Ud. enfoca con un estilo muy acertado, prácticamente todos los aspectos relevantes de su interesante personalidad destacando su trayectoria científica y humana, que la colocan en el pedestal que ella merece, como un ejemplo a seguir por aquellos que eligen y practican la profesión medica en nuestra patria, particularmente en el campo de la cardiología y la docencia médica. Participó en instituciones de alto nivel en Cuba y en el extranjero. Se exponen acertadamente sus convicciones sociales y políticas, destacando su participación en la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista. Un toque muy sensible es de la relación médico-paciente, que con tanto esmero practicaba, así como la relación con sus colegas y alumnos. Pienso que el logro principal de esta biografía, es que rescata para la posteridad la figura de la profesora Ada Kourí. Deseo señalar como un aspecto importante su trabajo muy exquisito en la búsqueda de las fuentes de información y los testimonios para realizar su exitoso trabajo, en el que surge la figura de la Dra. con un brillo y vigencia excepcionales y actuales. La felicito por su brillante trabajo y esperamos ver pronto la impresión del mismo. Queda de Ud. Muy agradecido por la oportunidad que me ha dado de revisarlo. Saludos. Dr. Ramón Casanova.