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INTRODUCCIÓN En este artículo se hará un intento por diferenciar conceptos sobre Dislalia, Disartria, Dispraxia, Retraso en el Desarrollo del Habla y del Lenguaje. Ante toda duda, es necesario realizar una evaluación transdisciplinaria de todos los usuarios que presenten alguna de estas alteraciones, orientada por el Terapeuta del Lenguaje, Fonoaudiólogo o Psicopedagógo. Esto permitirá dilucidar las características del trastorno, diseñar el plan individual / familiar de intervención terapéutica y enseñársele a los padres, de manera práctica, cómo estimular a sus hijos integral e integradamente en todas las esferas de su desarrollo. Ha de notarse que los prefijos como "dis" tratan de establecer parámetros clínico – patológicos (criterios de enfermedad) a hechos que muchas veces son solo producto del normal desarrollo de la persona, o no son tan graves como podría pensarse. El profesional debe ser cuidadoso al emitir estos diagnósticos, ya que producen generalmente miedo y preocupación a los padres de familia. Es mejor hacer una explicación sencilla sobre su caracterización y la manera de abordarlo desde el hogar y la consulta. De otro lado, es necesario comprender que los trastornos comunicativos no pueden seguir teniendo una connotación de enfermedades, sino de eventos que afectan el bienestar psico – social de la persona. Esto permite ubicar al Terapeuta del Lenguaje, Fonoaudiólogo o Logopeda como un profesional de las Ciencias Humanas y no en el campo médico o clínico – asistencialista. LENGUAJE Y DISCURSO ORAL Las tres funciones neuropsicológicas básicas del ser humano son: Praxias, Gnosias y Lenguaje. La aparición de éstas, parte de la capacidad que tiene el ser humano para aprender y son a la vez las fuentes fundamentales para continuar aprendiendo. La adquisición y el perfeccionamiento del lenguaje, están estrechamente asociados con la evolución del movimiento. Cada pequeño traslado o cambio de posición de nuestro cuerpo, no solo trae consigo todo un mensaje, sino que también contribuye a que las estructuras anatómicas encargadas de la aparición del habla, cumplan su función. Entre las características más fascinantes de nuestro cerebro se destaca su capacidad para modificar constantemente su propia función en respuesta a las experiencias, que se presentan de segundo a segundo. Es decir, la posibilidad de recordar y aprender. El aprendizaje hace referencia a los procesos por medio de los cuales adquirimos nuevo conocimiento acerca de los sucesos del mundo que nos rodea. El proceso funcional de aprendizaje debe tener la capacidad para recibir, codificar, almacenar, evocar, relacionar, analizar y manejar la información, de manera que pueda surgir desde dentro el razonamiento, la correlación, la idea. Para recibir información, la atención juega un papel clave. En la misma se distinguen tres factores básicos: a) el estado de activación, alerta o vigilia (encendido del sistema); b) la detección del estímulo (mecanismos por los cuales se identifica la entrada de una señal); y c) la orientación hacia él (respuesta motora en la búsqueda del estímulo). Después de la detección del estímulo, debemos reconocerlo y discriminarlo. Es decir, saber de dónde proviene, definir su tipo: gustativo, olfativo, auditivo, visual, propioceptivo, interioceptivo, etc. y comprenderlo. En esto consiste la Gnosia: es el reconocimiento del estímulo con base en la información que ya se tiene y el contraste con otros estímulos, para diferenciarlo. Así, se pueden definir Gnosias simples como el color y Gnosias complejas, como el reconocimiento de una palabra en un idioma determinado. La Gnosia puede ir al tiempo u ocasionar una Praxia. Es decir, la planificación de un movimiento coordinado desde el cerebro para realizar una acción determinada. Hay Praxias simples, como indicar o mover un dedo, hasta Praxias tan complejas como expresar una oración hablada o escrita. El Lenguaje, a su vez, necesita de Gnosias y Praxias para su realización. Como facultad de la mente humana implica la capacidad para codificar o descodificar un mensaje, mediante mecanismos que permitan transformar ideas, emociones y conceptos en Praxias, previo el reconocimiento de los estímulos internos y externos que nos inducen a la comunicación. Tal facultad se operacionaliza o implementa, mediante una estructura neuropsicológica conformada por una red de alta complejidad de mecanismos y centros nerviosos especializados genéticamente en: la organización de la producción y el reconocimiento de las cadenas sonoras del habla; las reglas que gobiernan el ordenamiento secuencial de las palabras en frases y oraciones; y el sistema de significado que se adhiere a éstas, como consecuencia de las experiencias cotidianas y la interacción social del individuo en una variedad de situaciones comunicativas. Es importante señalar que los centros cerebrales relacionados con el lenguaje se formaron y evolucionaron a medida que el hombre necesitó una comunicación más eficaz para la supervivencia de la especie y la tecnificación del trabajo. Luria (1978) indica que el lenguaje se pudo originar en la actividad productiva y surgió bajo la forma de movimientos manuales abreviados que representaban ciertas actividades laborales y gestos señalizadores mediante los cuales los humanos se comunicaban entre sí. Sólo en el curso de un periodo histórico muy largo en el cual, generación tras generación, fueron apareciendo dispositivos neurológicos cada vez más especializados, se llegó a realizar la disociación entre gesto y sonido. Los sonidos que el hombre primitivo emitía reiteradamente en una situación determinada provocaban una actividad analítico - sintética diferenciada de los analizadores auditivo y fónico - motor. La satisfacción de sus necesidades, posterior a tal conducta, reforzaba la correspondiente reacción vocal, así como la adecuada imagen acústica, afianzando en la corteza las asociaciones útiles (Spirkin, 1962). Durante este proceso, se desarrolló un complejo código oral mediante el cual era posible no sólo representar objetos separados, sino abstraer la acción y la cualidad, categorizar a los objetos, representar sus relaciones más complejas y transmitir sistemas globales de conocimiento. El lenguaje, entonces, surge por la necesidad que tiene el hombre de relacionarse con sus semejantes y explicar su acción en el mundo. Todas las estructuras cerebrales identificables están presentes desde el nacimiento, pero el desarrollo de las células continúa, incrementando la complejidad de la estructura dendrítica y expandiendo sus conexiones con otras neuronas (DeConde, 1984), según la estimulación que se proporcione al niño y una adecuada nutrición. DISLALIA La DISLALIA, teóricamente, es una alteración funcional del habla, caracterizada por omisiones, sustituciones o distorsiones de sonidos dentro de las palabras. Los niños con “dislalia” presentan un retraso significativo, respecto a otros individuos de su edad, en la adquisición y maduración de los esquemas motrices del fonema y en la producción de la palabra. Como se decía arriba, una Praxia es la planificación de un movimiento coordinado desde el cerebro para realizar una acción determinada. En el caso de los sonidos del habla (que son Praxias complejas), estos son aprendidos en la medida que los adultos u otros niños con mayor dominio del idioma, son mediadores de tal proceso. En otras palabras, hablar se aprende escuchando y hablando. Las familias que tienen éxito en la adecuada estimulación del lenguaje y el habla en sus hijo, seleccionan los niveles del discurso en función de la capacidad del niño para entender el mensaje y no por su habilidad para producirlo. Un discurso demasiado simple no motiva al niño para aprender nuevo vocabulario o nuevas estructuras gramaticales. Y el discurso demasiado complejo es difícil de comprender. La emisión verbal ideal se compone de un 90% de palabras y estructuras gramaticales que conoce el niño y un 10% de nuevas palabras o estructuras. Slobin (1973) encontró una serie de estrategias que se utilizan con niños que presentan un desarrollo normal, para el aprendizaje de su idioma. Una de las más importantes es que los adultos usan nuevas formas (palabras) con viejas estructuras (gramática), o viejas formas (palabras) con nuevas estructuras (características gramaticales). ¿Por qué se pone más atención a que los niños adquieran nuevas palabras, hablen más claramente o usen enunciados más largos y no en el mensaje? Cualquier persona, cuando no se le entiende, se siente frustrada y reduce sus intentos por comunicarse. Si los interlocutores corrigen siempre la forma de expresarse del niño, lo que éste aprende es que dicha forma es más importante que su contenido. Hay que moldear el discurso, más que corregir, repitiendo la forma adecuada de las producciones poco inteligibles del niño, como al descuido, sólo en determinados momentos. La edad ideal para iniciar una terapia logopédica o del habla, formal, es hacia los 4 años. Antes de ello, la familia, con una adecuada asesoría por parte del Terapeuta del Lenguaje, Fonoaudiólogo o Logopeda, puede ayudar al niño a superar el problema. La intervención terapéutica debe ser específica para cada persona, centrándose primero en los sonidos más relevantes para la comprensión del discurso. El tratamiento debería concluirse antes de la vinculación del niño a un programa escolar, para prevenir y evitar dificultades en el aprendizaje de la lectura y en el proceso de asociación fonema - grafema. CLASIFICACIÓN DE LAS DISLALIAS Algunos autores dividen esta entidad en los siguientes tipos: 1. 1. DISLALIA EVOLUTIVA. Se refiere a las fallas en la pronunciación (articulación) de los sonidos del habla en los niños más pequeños, como consecuencia del proceso normal de aprendizaje de la lengua nacional, nativa o materna. Consideramos que no debería hablarse aquí realmente de Dislalia, pues si se trata de un proceso normal, ¿para qué rotularlo como trastorno? 2. 2. DISLALIA AUDIÓGENA. Es la alteración en el habla como consecuencia de pérdidas auditivas (hipoacusias, sorderas) o desórdenes en la discriminación auditiva. Aquí la Dislalia sería un síntoma y a la vez un resultado de tales trastornos auditivos. Hay que tratar primero el problema auditivo. 3. 3. DISLALIA PSICÓGENA. Se tipifica como un trastorno del habla que presentan generalmente las personas con retraso en su desarrollo global, debido a la lentitud de su aprendizaje. 4. 4. DISLALIA ORGÁNICA. Se genera como secuela de malformaciones de las estructuras del mecanismo fono – articulador del habla. Obviamente deben comenzar solucionarse con la corrección de tales malformaciones. a AUDICIÓN Y HABLA Uno de los elementos indispensables para los procesos normales de la audición y el habla es el sonido. Este, en sí es una onda mecánica longitudinal que se propaga a través del aire. Entre sus características específicas se encuentran la frecuencia y la intensidad, que son objeto de estudio de la acústica, una rama de la física (Cromer, 1978; Miller, 1979). El oído humano en situaciones normales puede captar sonidos de una frecuencia entre 16 y 20.000 ciclos por segundo (vibraciones dobles por segundo o hertz), aunque es más sensible a las diferencias entre un tono y otro cuando se hallan 50 dB (decibeles) por encima del umbral de audición y en gama de los 500 a los 4.000 ciclos por segundo (zona de la discriminación auditiva del habla). Entre mayor sea el número de hertz (Hz) de la onda sonora, más agudo será el sonido según la sensación subjetiva del individuo, y mayor será la frecuencia. Es de anotar que los sonidos del habla, al igual que todos los que se producen en la naturaleza no son tonos puros, sino complejas mezclas que se congregan en un espectro, por lo cual el oído debe ser capaz no sólo de captarlos, sino de analizarlos y enviarlos al cerebro para que éste identifique los mensajes que portan. Para Cromer (1978), Di Nicola (1979) y otros, siguiendo un proceso evolutivo, los órganos del hombre destinados primariamente a la respiración y a la alimentación han desarrollado la función adicional de proferir una rica sucesión de sonidos, cuyo uso es aprendido desde la más temprana infancia y se utilizan simbólicamente con otras personas que tienen la misma lengua y están en capacidad de percibirlos y comprenderlos. Por esto, al habla se la conoce algunas veces como “función superpuesta”. Así, la producción de la expresión oral, en su fase mecánica, se divide en dos etapas: la emisión de un sonido audible cuando las cuerdas vocales vibran, produciendo una frecuencia fundamental (F0 = 125 - 250 Hz); y la constitución de un fonema concreto por medio de modificaciones adaptativas del aparato articulador, el cual tiene algunas estructuras que pueden cambiar de posición. Según la concepción de Bloomfield (1933), los fonemas de una lengua no son sonidos, sino conjuntos de rasgos sonoros que los interlocutores se hallan adiestrados en producir y reconocer dentro de la corriente sonora del habla. Esto ha sido comprobado por diferentes autores, entre ellos Bailey (1983), para quien los diferentes fonemas se distinguen acústicamente por la envoltura del espectro, y particularmente por la frecuencia de los picos espectrales. Estos surgen de las resonancias del tracto vocal y se denominan formantes, identificados por medio de un número (f1, f2, f3, f4, etc.), siendo el primer formante el de más baja frecuencia. Es decir, que el conjunto de formantes (rasgos sonoros) conforma un espectro cuyo corpus o envoltura es en sí lo que constituye el fonema. Buena parte del problema del uso de la discriminación auditiva para aprender a leer es una cuestión de desarrollo cognoscitivo. El ser humano debe desarrollar el concepto de fonema como unidad del sonido oral y el oído es capaz, entonces, de captarlo y discriminarlo según este aspecto, su duración y el intervalo temporal entre la aparición de éste y otro fonema contrastante. Según la colega Analida Pitty de Arango (comunicación personal), Audióloga de la Clínica Crespo, S.A. en los Consultorios Médicos Paitilla y Fundadora del Programa de Detección Temprana de las Pérdidas Auditivas en el Centro de Atención para el Desarrollo Infantil del Centro de Especialidades Médicas en San Fernando., de Panamá: “La primera justificación para realizar un Programa de Identificación Temprana de Pérdidas Auditivas o Hipoacusias en los recién nacidos, se relaciona directamente con el impacto que tiene este impedimento sobre la adquisición y desarrollo del habla, del pensamiento-lenguaje, de sus logros académicos y de su adaptación psicológica y social. El objetivo de estos programas es prevenir y minimizar los efectos adversos sobre la vida y el futuro de nuestros niños. Hace ya algunos años, en muchos países de Europa y de América, se vienen desarrollando programas para identificar, desde el nacimiento, a los niños con algún tipo de pérdida auditiva. En algunos de estos países, incluyendo al nuestro, estos programas se dirigen más al estudio de los bebés con alto riesgo, es decir, que cuentan con antecedentes que nos hacen sospechar que se pueda haber comprometido la correcta formación y desarrollo anatómico y fisiológico del bebé antes o durante el parto, que haya padecido posteriormente de enfermedades que pudieron conllevar a alguna pérdida auditiva y/o que cuente con historia familiar de pérdidas auditivas. Debido a esto, algunas veces se nos escapan niños cuyos antecedentes no reportan ningún tipo de riesgo conocido, y que aún así, llegan a presentar algún grado de pérdida auditiva o hipoacusia. A través de los años, la experiencia nos ha demostrado que la edad promedio para la detección de una hipoacusia oscila entre los 2 y los 4 años de edad, o en edades preescolares o escolares, generalmente porque su lenguaje y/o su aprendizaje no se desarrolla apropiadamente. Esto acarrea como consecuencia el retraso en el establecimiento del diagnóstico y la adaptación de una prótesis auditiva adecuada, que permita estimular los restos auditivos y la iniciación de una terapia que apoye el desarrollo de las habilidades deficitarias del niño hipoacúsico. Las consecuencias de un impedimento auditivo pueden ser muchas y dependerán del grado y tipo de la pérdida, de la edad en que se inicie el tratamiento adecuado y de los métodos de reeducaciòn, los cuales deberán ser constantes a través de los años de desarrollo del niño y exigirán un trabajo en conjunto de los padres, médicos, terapeutas, maestros y de todas las personas que pertenecen al ambiente que rodea al niño. Estas consecuencias pueden abarcar desde leves hasta severos compromisos tales como: Retraso en la aparición y/o adquisición pobre del habla y del lenguaje. Retraso en el desarrollo del pensamiento-lenguaje. Trastornos fonológicos y de pronunciación de los sonidos del habla. Irregularidades en las características de la voz. Dificultades de atención- concentración secundarias. Dificultades del aprendizaje escolar. Dificultades en las adquisiciones de los aprendizajes superiores. Dificultades en la adaptación psicológica y social.” ¿QUÉ HACER PARA PREVENIR LAS DISLALIAS? 1. 1. Asegurarse de que el niño no tiene una pérdida auditiva o malformaciones en las estructuras del habla. Los niños con pérdidas auditivas, sean permanentes o intermitentes por un largo tiempo, no se benefician suficientemente de la estimulación normal del lenguaje para mantenerse dentro de los parámetros temporales normales para la adquisición de éste. Diversos investigadores han reportado que el aprendizaje se retrasa en niños con estas patologías (Eisen, 1962; Holm y Kunze, 1969; Kaplan, Fleshman y Bender, 1973; Katz y Ullmer, 1972; Needleman, 1977). Esto podría explicarse teniendo en cuenta los estudios de Werker (1982), Werker, Gilbert, Humphrey y Tees (1981); Werker y Tees (1984) los cuales han demostrado que durante la segunda parte del primer año, los infantes pueden gradualmente perder capacidad para distinguir contrastes sonoros no usados en su idioma nativo. Imaginemos que en ese primer año el bebé ha presentado episodios de otitis media. Obviamente escuchará el habla de manera distorsionada y se conformarán engramas auditivo - articulatorios igualmente distorsionados. Una vez tratada farmacológicamente y curada la otitis, le será muy difícil al niño reestructurar esos engramas, según los parámetros dados por el medio lingüístico circundante y se registrará posiblemente un retraso en el desarrollo del lenguaje. Ya sabemos cómo repercutiría tentativamente esto en la adquisición de la lecto escritura. De otro lado, la presencia de un agente extraño dentro del oído medio podría ampliar la latencia entre la producción del sonido por la fuente sonora y la recepción del mismo en el oído interno, lo cual desequilibraría la asociación visuo - auditiva de la corriente del habla y la percepción rítmica, que afectaría con seguridad el aprendizaje del habla en una forma adecuada. De otro lado, Stark (1988) estudió el desarrollo fonológico de 45 bebés, con edades entre los 2 y los 18 meses, aparentemente normales de acuerdo con los reportes del nacimiento y antecedentes pediátricos. Ella examinó a 30 de éstos cuando estaban en segundo grado y concluyó que las subsecuentes dificultades en la lectura podrían predecirse sobre la base de la identificación temprana de un retraso en el desarrollo fonológico. Sugirió que un significativo incremento en la latencia del desarrollo de las habilidades motoras del habla debería considerarse como predictor de la dificultad para la lectura. Broman, Bien y Shaughnessy (1985) en una investigación sobre los niños con bajos niveles de adquisición de la lectura notaron que éstos tienden a presentar una historia de problemas en la producción e inteligibilidad del habla, sugestiva de un retraso en la maduración del sistema nervioso central. 2. 2. Las familias deben ofrecer a los niños experiencias frecuentes y variadas fuera y dentro de casa. Nelson (1985), demostró que los niños que gozaban de la oportunidad de salir más a menudo de sus casas, tenían mayores niveles de adquisición de lenguaje que otros niños. Las salidas y el cambio de actividades rutinarias dentro del hogar, pueden generar diversas experiencias que proporcionan tanto el contenido como la motivación para compartirlas mediante el discurso. El padre de familia actual, argumenta que "no tiene el tiempo" y / o la formación necesaria para asumir su rol en un mundo cambiante. En el hogar, la comunicación se limita a lo mínimo para la supervivencia o solamente se produce información vaga, órdenes para realizar acciones puntuales o expresiones con tendencia a castigar. Por lo tanto, se genera cierto grado de deprivación sensorial producido por la insuficiente calidad y cantidad de estímulos lingüísticos. Esta, a su vez, genera una respuesta fisiológica alterada, y por lo tanto, un trastorno en el desarrollo del sistema nervioso central que afecta la adquisición del lenguaje. La interacción de los padres con el niño, en el hogar, es el punto de partida para su formación como sujeto social, capaz de comunicarse, participar realmente y de acuerdo con sus posibilidades en el medio social, cooperar, construir conocimientos y expresarse libre y creadoramente. Educar en este contexto, supone facilitarle al niño experiencias e instrumentos variados, cada vez más ricos y complejos, para que construya aprendizajes realmente significativos, de acuerdo a su nivel evolutivo y al contexto sociocultural en el que vive. Durante el siglo XIX, y de modo más intenso en el siglo XX, se va consolidando la relación del binomio juego y educación. El "aprender jugando", se va apoderando de la realidad familiar y escolar. Podemos encontrar las ideas de autores como Pestalozzi y Fröebel, los aportes desde el campo de la educación especial de Montessori o Decroly, la innovación metodológica propiciada por la Escuela Nueva y las generadas a partir de la obras de Wallon y Vygotsky, entre otros. Cada individuo, desde que nace, interactúa con un ambiente y tiene una serie de experiencias que le permiten paulatinamente comprender, valorar y prospectar su propia existencia. Posee unas características que varían de acuerdo con el proceso evolutivo, las cuales están determinadas por variables madurativas, hereditarias y heurísticas, lo que representa un conocimiento del niño como individuo único e irrepetible, que tiene unas potencialidades a aprovechar en el medio circundante y susceptible al cambio, dada la permeabilidad en su estructura psíquica. El ambiente de y para la educación será todo el entorno que rodea a la persona, sin necesidad de crear uno específicamente para este fin. Corresponde a la familia el establecimiento de unas relaciones reforzantes con el niño, la creación de un ambiente de estimulación desde períodos tempranos del desarrollo lo que repercute significativamente en la competencia social, desempeño intelectual e independencia personal, entre otros. Se deben buscar las ocasiones para jugar con el niño, ojalá en el suelo, con elementos manipulables (animales, carros, muñecos, etc., de materiales durables). Se pueden crear situaciones, moviendo los juguetes y narrando lo que está pasando. 3. 3. El interlocutor se muestra entusiasmado por comunicarse. A ninguno de nosotros se nos ocurriría hablar con alguien que no parece interesado en lo que estamos diciendo. El interlocutor ayuda a mantener el interés del niño por comunicarse, con sus respuestas, comentarios y preguntas de final abierto, cuando es posible, con el fin de permitir la ampliación en la longitud y profundidad del tema. Trate de no hacer preguntas cerradas al niño; es decir aquellas que se responden con un sí o un no. Recuerde que comunicarse no es pedirle al niño que repita palabras. Es conversar. Harris (1988) afirma que un rasgo central de cualquier intercambio comunicativo es la expectativa de influir sobre otro individuo. Así, la comunicación presupone una comprensión de lo que ciertas acciones o sonidos pueden significar para otras personas y una decisión para ejecutar aquellas acciones o sonidos, con el fin de evocar tales significados. La pregunta que surge, continúa el citado autor, es cómo los bebés y los niños pequeños se hacen conscientes de su capacidad para mantener interacciones sociales. Una solución al problema es pensar que éstos desarrollan la intencionalidad como resultado de observar a sus mayores responder ante sus acciones ejecutadas al azar, calificándolas erradamente como si fueran intencionales (Ryan, 1974; Shotter, 1975; Newson, 1979). En la misma forma, en una etapa posterior, a las acciones particulares (por ejemplo, alcanzar un objeto) se les puede atribuir un significado social especial y así tomar las características de las mismas por gestos (es este caso, señalar). ALGUNAS DIFERENCIAS BÁSICAS ENTRE DISPRAXIA, DISARTRIA, RDL Y RDH TRASTORNO DISPRAXIA DEL HABLA DISARTRIA RETRASO DEL LENGUAJE RETRASO DE HABLA ORIGEN Sistema Nervioso Central Sistema Nervioso Central o Periférico Psico - Social Psico – Soci Alteraciones en la innervación de las estructuras articulatorias del habla CAUSAS Desconocida RACTERÍSTICAS Dificultades para la producción de los Prenatales, Perinatales y Postnatales variadas. Inadecuada Estimulación en el Hogar Inadecuada Estimulación e Hogar Híper o hipotonía Atraso significativo Atraso significa de los músculos de en la aparición de en la producció sonidos del habla y su secuencia en sílabas o palabras. Errores inconsistentes los órganos fono – articuladores Alteraciones en la respiración fonación, resonancia, articulación y prosodia. etapas normales del desarrollo del lenguaje: Balbuceo Primera palabra Frases Oraciones sonidos específicos d habla. Errores consistentes