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Carta al Pueblo de Dios Año Jubilar Paulino 2008 – 29 de Junio - 2009 Querida Comunidad: Como sabemos desde la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo ha comenzado el año paulino, dedicado para conmemorar los 2000 años de su nacimiento. Con este motivo el Santo Padre Benedicto XVI ha otorgado la gracia de poder recibir la Indulgencia Plenaria según las condiciones establecidas y que se detallan en este folleto, Por otra parte el Señor Arzobispo José María, ha designado Templos donde diariamente pueden recibirse, uno de esos lugares es nuestra Basílica, por eso no perdamos la oportunidad de aprovechar esta gracia que la Divina Providencia nos otorga. El Señor es bendiga y la Virgen Madre los proteja y acompañe siempre. Arquidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz Queridos hermanos: 1. Con ocasión de celebrar el bimilenario del nacimiento del apóstol San Pablo, el Santo Padre ha declarado un año Jubilar desde su Fiesta el 29 de Junio de este año, hasta el próximo 29 de Junio de 2009. La figura y el mensaje del apóstol nos ayudarán, durante este tiempo de gracia, a vivir y a profundizar el seguimiento de Nuestro Señor Jesucristo. El se nos presenta como: “servidor de Jesucristo, llamado a ser Apóstol, y elegido para anunciar la Buena Noticia de Dios” (Rom. 1, 1). Esta clara conciencia de su vocación es una enseñanza que define la vida, el camino y el compromiso de todo cristiano. 2. Durante este año de gracia, la Iglesia nos convoca a renovar el gozo de la fe, la fortaleza de la esperanza y el ardor de la caridad. Será un tiempo de oración y de reflexión, de comunión eclesial como de renovación del espíritu misionero. Qué bueno que de la vivencia de este año jubilar surja el rostro de una Iglesia transformada, llamada a ser ante el mundo sacramento del amor de Dios. Por eso los invito a vivir este tiempo con un corazón bien dispuesto, y con el deseo de adentrarnos en el camino paulino para renovar el compromiso eclesial y misionero de nuestra fe. 3. Adquiere particular relieve en la celebración Jubilar, como testimonio de fe y devoción del pueblo cristiano, el signo de la peregrinación que nos recuerda nuestra condición de peregrinos. Para ello se determinarán lugares de peregrinación en la Arquidiócesis. Es importante que la marcha del peregrino, sobre todo cuando se realiza comunitariamente, esté preparada por una catequesis que sostenga y acompañe el espíritu de oración y de conversión, para que sea expresión de un auténtico camino religioso. 4. La gracia jubilar que la Iglesia predica y pone al servicio del creyente es signo de su misión salvífica y poder sacramental. Lejos de toda actitud mágica de obtener o comprar una indulgencia, la Iglesia quiere predisponer al creyente a abrirse a la gracia de Dios, que busca a sus hijos para ofrecerles su perdón y amistad. En este marco debemos comprender el signo de la Indulgencia, que es un elemento constitutivo y central del año jubilar. En la indulgencia se manifiesta el amor misericordioso de Dios manifestado en su Hijo. Jesucristo es la indulgencia del Padre. 5. Con la palabra indulgencia expresamos en términos humanos el misterio de la autodonación de Dios, que tiene al hombre como destinatario de su amor. En Cristo hemos conocido esta “Buena Noticia” del amor de Dios. La Iglesia, como sacramento del amor sin límites (plenario) de la misericordia de Dios, acompaña con su ministerio sacramental el camino de salvación del hombre, tanto en esta vida como después de la muerte. La Indulgencia es un acto de fe en la misericordia de Dios y en la mediación salvífica de la Iglesia. 6. En este contexto la indulgencia se nos presenta como un diálogo de amor y purificación entre Dios Padre y sus hijos, a quienes busca a través de la Iglesia. El abrazo del Padre en la parábola del hijo pródigo, es la mejor imagen para comprender el significado salvífico de la indulgencia plenaria. A este gesto del amor de Dios lo celebramos como una fiesta; para este encuentro el hijo debe disponer su corazón, reconocer su pecado, lavarse y cambiar de ropa, sólo de esta manera es posible prepararse para participar de la fiesta de la reconciliación (cfr. Lc. 15, 11-32). 7. Desde la realidad de la comunión del Cuerpo místico de Cristo se comprende, también, cómo la santidad de cada uno de sus miembros completa “las tribulaciones de Cristo a favor de su Cuerpo” (Col. 1, 24), y enriquece “con las buenas acciones de los Santos” (Ap. 19, 8), el llamado tesoro de la Iglesia, que, como madre generosa, pone al servicio de sus hijos. La utilidad espiritual de la vida y santidad del hombre, en cuanto miembro del Cuerpo de Cristo, es un signo elocuente de la grandeza del amor de Cristo que no nos deja en la condición de destinatarios pasivos, sino que nos involucra en su acción salvífica. 8. La expresión el “tesoro de la Iglesia” que es “un constante vínculo de amor y un abundante intercambio de todos los bienes” que existe entre los fieles (Catecismo de la Iglesia Católica, 1474), nos ayuda a comprender la vida y el misterio de la Iglesia tanto en su riqueza espiritual como en la realidad solidaria de la comunión de los santos. Que sepamos comprender y valorar, Señor, el valor salvífico de nuestras vidas que Tú has santificado por el bautismo, al hacernos miembros vivos de tu Cuerpo. 9. Por medio de esta carta deseo convocarlos a vivir este tiempo de gracia como un año de renovación espiritual y eclesial. La figura y el mensaje del apóstol será nuestra guía en este camino jubilar. De modo especial, y en el marco de nuestra Misión Arquidiocesana, les marcaría profundizar el aspecto eclesial y misionero de la teología paulina. He nombrado una Comisión encargada de ir acompañándonos con materiales bíblicos, formativos y litúrgicos que nos permitan adentrarnos en la riqueza de su pensamiento. El Año Jubilar no debe ser una actividad más, sino la vivencia de un espíritu que debe iluminar y transformar nuestras vidas y comunidades. 10. Poniendo a los pies de María Santísima, Nuestra Madre de Guadalupe, el camino de este Año Jubilar, para que sea un tiempo fecundo de gracia y de fortalecimiento en nuestra vida de comunión eclesial, les hago llegar junto a mi afecto y oraciones, mi bendición en el Señor Jesús. Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz Santa Fe de la Vera Cruz, 11 de Junio de 2008, Memoria de San Bernabé, apóstol CONDICIONES PARA OBTENER LA INDULGENCIA PLENARIA 1. “La Indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1471). También puede aplicarse por los fieles difuntos a modo de sufragio. La Indulgencia Plenaria se obtiene solamente una vez al día. 2. La gracia de la Indulgencia Plenaria requiere de los fieles las siguientes acciones, que se han de realizar dentro de la semana del lugar visitado: a. la confesión sacramental, b. la comunión eucarística, c. la peregrinación o visita a un lugar indicado por la autoridad eclesiástica, d. el rezo del Credo, Padre Nuestro, Ave María y Gloria, por la intención del Sumo Pontífice. 3. Iglesias elegidas para obtener la gracia de la Indulgencia. a) Durante todo el año: Iglesia Catedral Metropolitana Parroquia San Pablo (SF) Basílica Nuestra Señora de Guadalupe (SF) Basílica Nuestra Señora del Carmen (SF) Basílica Natividad de la Santísima Virgen (Esperanza) Santuario Nuestra Señora de los Milagros (SF) Santuario Nuestra Señora de los Dolores (San Martín Norte) b) En las Parroquias: La celebración de la Fiesta Patronal. c) En toda la Arquidiócesis: Día de Navidad Semana Santa Solemnidad del Corpus Christi Conversión de San Pablo, 25 de enero Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos Jornada Mundial de los Enfermos, 11 de febrero Jornada Nacional de los Enfermos, 9 de noviembre Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz