Download Atención de Líquidos y Electrolitos en el Paciente crítico
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DESEQUILIBRIO HIDROELECTROLITICO: ALTERACIONES DEL VOLUMEN Pueden ser de tres tipos B) DISMINUCION DEL VOLUMEN CORRESPONDIENTE A DEPLECIONES MIXTAS DE SAL Y AGUA.- A) Aumento del volumen (Edemas) B) Disminución del volumen (depleción mixta de sodio y agua) c) Distribución extracelular anormal del de la orina, más las probables pérdidas insensibles, menos el agua de formación endógena. La hipertensión endocraneana, puede aliviarse con la infusión endovenosa de 50 a 150 ml. de solución de cloruro de sodio al 5%, si existe un déficit real de sodio, se deberá administrar soluciones salinas hipertónicas para promover la movilización del agua del compartimiento intracelular hacia el extracelular y lograr un aumento de la osmolalidad plasmática. líquido A) EL AUMENTO DEL VOLUMEN.Constituye el denominado síndrome de dilusión. Según Hamburger "para que se produzca hace falta sufrimientos tisulares que permitan la inundación acuosa de la célula". Se produce una expansión del volumen de los líquidos del organismo, disminución de los electrólitos y proteinas en el plasma. El fenómeno se presenta por ingestión excesiva de agua pura sobrepasando la capacidad de eliminación renal o bien sin la ingestión paralela de sal, administración excesiva de agua y glucosa en el postoperatorio o por aumento de la producción endógena. En todos estos casos existe generalmente alteraciones en la filtración glomerular, insuficiencia cardíaca, enfermedades hepáticas que producen ascitis. También se han descrito tumores epiteliales (carcinoma broncógeno), que elabora un polipéptido que tiene acción similar a la hormona antidiurética. Los síntomas precoces son vagos: astenia, anorexia, nauseas, vómitos, dolores abdominales, cefalea, puede existir hipertensión endocraneanaTRATAMIENTO.- Consiste en suspender la ingestión de líquidos por algunos días, hasta eliminar el exceso, posteriormente el ingreso se limitará a la cantidad similar Lo síntomas que presenta un paciente que sufre una depleción mixta de sal y agua, son muy característicos, se exteriorizan por una pérdida de peso corporal en el curso de pocos días, ello nos indica que el balance de ingresos y egresos no han sido bien manejados, existiendo pérdidas mal compensadas. La disminución del volumen se caracteriza clínicamente por taquicardia, hipotensión ortostática y presión diferencial reducida, hemoconcentración y consiguientemente el hematocrito, hemoglobina y los compuestos nitrogenados se encuentran elevados. En la orina existe una densidad elevada, con oliguria, el sodio urinario por lo general se encuentra por debajo de 30 mEq/l. aún en los casos en los que existe alteración renal METABOLISMO DEL AGUA, LOS ELECTRÓLITOS, LOS MINERALES El volumen de los líquidos corporales, la concentración de los electrólitos y el equilibrio acidobásico se mantienen normalmente dentro de límites muy estrechos a pesar de las amplias variaciones en la ingesta dietética, la actividad metabólica y las exigencias ambientales. La homeostasis de los líquidos corporales se conserva sobre todo por la acción de los riñones y está controlada por diversos mecanismos fisiológicos interrelacionados. Este capítulo resume muchos aspectos de esos mecanismos en estado de salud, de sus respuestas a las exigencias de la homeostasis y el diagnóstico y tratamiento de varios trastornos comúnmente presentes de los líquidos, los electrólitos y el equilibrio acidobásico. [Pick the date] C) DISTRIBUCION EXTRACELULAR. CAUSAS DE LA DISMINUCIÓN DE VOLUMEN 1. Vía digestiva: Vómitos Diarreas aspiración gástrica o intestinal ileostomía 2. Vía cutánea: Sudoración quemaduras procesos supurativos 3. Vía renal: Diabetes insípida (HAD inadecuada) Diabetes insípida nefrogénica (insensible a HAD) Enfermedades renales que cursan con poliuria Diuresis osmótica (diabetes mellitus, manitol, dextran) Uso indiscriminado de diuréticos En el examen físico del paciente se aprecia la existencia de sequedad de las mucosas, para valorar este síntoma hay que tener en cuenta una serie de pequeñas circunstancias que pueden inducir a error, en primer lugar si el paciente tiene disnea con respiración bucal, presenta la lengua seca. Existe iuna circunstancia especial que puede dar lugar a una marcada sequedad de la lengua sin que exista deshidratación, nos referimos a la uremia, el paciente tiene la lengua seca, aunque el grado de hidratación sea óptimo. La pérdida de elasticidad de la piel y los ojos hundidos, constituyen signos precoces de deshidratación, el enfermo se halla "ojeroso", los relieves óseos se hacen más evidentes, pómulos salientes, la nariz se torna afilada que refleja un acentuado déficit hidrosalino. También existe anorexia, sed intensa, astenia, laxitud, apatía, estupor que puede llegar al coma, existe abolición de los relfejos e ileo paralítico. ANORMAL DEL LIQUIDO En diversas situaciones pueden presentarse un acúmulo patológico de líquido en determinadas zonas del organismo, con detrimento del líquido extracelular, constituyendo un verdadero secuestro, que dificlmnete puede ser absorbido, cuando ello ocurre es necesario que el paciente disponga de una verdadera reserva cardíaca y renal para evitar una sobre carga acuosa CAUSAS DE LA DISTRIBUCION ANORMAL * Quemaduras * Trombosis venosa * Derrame pleural * Ileo mecánico o paralítico * Peritonitis * Insuficiencia cardíaca METABOLISMO DEL AGUA Y DEL SODIO Agua El contenido de agua corporal total (ACT) es en promedio un 60% del peso corporal en los hombres jóvenes. El tejido graso tiene un contenido de agua menor; así, la fracción del ACT es en promedio algo inferior en las mujeres (55%) y es considerablemente más baja en las personas obesas y en los ancianos. Alrededor de 2/3 del ACT es intracelular y 1/3 es extracelular. En torno a 3/4 del líquido extracelular (LEC) reside en el espacio intersticial y en los tejidos conjuntivos que rodean las células, mientras que 1/4 es intravascular. Ingesta: La cantidad de agua ingerida puede variar considerablemente de un día a otro. La ingestión está influida en gran parte por la costumbre, los factores culturales, el acceso a las bebidas y la sed. El margen de volumen de agua que puede ingerirse está determinado por la capacidad del riñón para concentrar y diluir la orina. Un adulto medio con función renal normal necesita de 400 a 500 ml de agua para excretar una carga de solutos diaria en una orina de 2 [Pick the date] concentración máxima. Además del agua ingerida, se forman de 200 a 300 ml/d de agua mediante el catabolismo tisular, reduciendo así a un mínimo muy bajo (200 a 300 ml/d) la ingesta de agua imprescindible para evitar la insuficiencia renal. Sin embargo, se necesita una ingesta diaria de agua de 700 a 800 ml para igualar las pérdidas de agua totales y permanecer en equilibrio hídrico (v. más adelante). Una ingesta crónica <700 a 800 ml producirá un aumento de la osmolalidad y un estímulo de la sed. Si la carga de soluto fuera excretada en una orina con dilución máxima se acercaría a un volumen de 25 litros. Una ingesta crónica >25 litros de agua al día llevaría con el tiempo a una pérdida de la homeostasis de los líquidos corporales y a una disminución de la osmolalidad plasmática. Pérdidas: Las pérdidas insensibles de agua debidas a la evaporación se producen por el aire espirado y la piel, y constituyen entre 0,4 y 0,5 ml/h/kg de peso corporal o unos 650 a 850 ml/24 h en un adulto medio de 70 kg. Cuando hay fiebre pueden perderse de 50 a 75 ml/d adicionales por cada grado centígrado de elevación de la temperatura sobre la normal. Las pérdidas por el sudor son generalmente insignificantes, pero en los climas más cálidos pueden ser importantes si hay fiebre. Las pérdidas de agua por el tracto GI también son despreciables en condiciones de salud, pero pueden ser importantes en las diarreas graves o los vómitos prolongados. Osmolalidad Existen importantes diferencias en la composición iónica del líquido intracelular (LIC) y el LEC. El principal catión intracelular es el potasio (K), con una concentración media de 140 mEq/l. La concentración de K extracelular, aunque es muy importante y está estrictamente regulada, es muy inferior, de unos 3,5 a 5 mEq/l. El principal catión extracelular es el sodio (Na+), con una concentración media de 140 mEq/l. La concentración intracelular de Na+ es mucho más baja, de unos 12 mEq/l. Estas diferencias son mantenidas por la bomba de iones Na+, K+-ATPasa localizada en la práctica totalidad de las membranas celulares. Esta bomba consumidora de energía acopla el movimiento del Na+ hacia fuera de la célula con el movimiento del K hacia el interior de la célula utilizando la energía almacenada en el ATP. El movimiento del agua entre los compartimientos intracelular y extracelular está controlado en gran parte por la osmolalidad de cada uno de los departamentos, porque la mayoría de las membranas celulares son sumamente permeables al agua. En condiciones normales, la osmolalidad del LEC (290 mOsm/kg de agua) es aproximadamente igual a la del LIC. Por tanto, la osmolalidad plasmática es una guía práctica y precisa de la osmolalidad intracelular. La osmolalidad de los líquidos corporales se puede calcular aproximadamente mediante la siguiente fórmula: OSMOLARIDAD=2{[NA]+[K]}+GLIC/18 +BUN/2.8 donde la (Na+) sérica está expresada en mEq/l y la concentración de glucosa y el BUN en g/dl. Como señala esta fórmula, la concentración de Na+ es el principal determinante de la osmolalidad plasmática. Por consiguiente, la hipernatremia indica generalmente hipertonicidad plasmática y celular (deshidratación). La hiponatremia suele indicar hipotonicidad plasmática y celular. Normalmente la osmolalidad plasmática no se ve afectada demasiado por las concentraciones de glucosa o BUN. Sin embargo, la hiperglucemia o una azoemia importante pueden elevar la osmolalidad plasmática en algunas situaciones. En una hiperglucemia intensa, la osmolalidad del LEC aumenta y supera a la del LIC, puesto que la glucosa atraviesa lentamente las membranas celulares en ausencia de insulina, lo que produce un movimiento de agua que sale de las células hacia el LEC. La concentración de Na+ disminuye proporcionalmente a la dilución del LEC, descendiendo 1,6 mEq/l por cada 100 g/dl (5,55 mol/l) de incremento en el nivel de glucosa plasmática por encima del normal. Este trastorno se ha denominado hiponatremia por desplazamiento, puesto que no ha tenido lugar ningún cambio neto del agua corporal total (ACT). No está indicado ningún tratamiento específico, porque la concentración de Na+ volverá a ser normal en cuanto la concentración plasmática de glucosa disminuya. A diferencia de la glucosa, la urea penetra con facilidad en las células; dado que la concentración intracelular de urea es igual a la concentración extracelular, no se produce ningún cambio importante del volumen celular. En la azoemia, por consiguiente, aunque aumenta la osmolalidad plasmática, la tonicidad, u osmolalidad plasmática «efectiva», no cambia. 3 [Pick the date] Por último, los cambios que se presentan en la osmolalidad plasmática pueden ser la consecuencia de errores en la determinación del Na+ sérico. Puede existir una seudohiponatremia plasmática con una osmolalidad plasmática normal en la hiperlipidemia o en casos de hiperproteinemia extrema, puesto que los lípidos o las proteínas ocupan parte del espacio en el volumen de la muestra obtenida para el análisis. Los métodos más recientes de determinación de los electrólitos plasmáticos con electrodos iónicos selectivos soslayan este problema. La osmolalidad plasmática se puede determinar directamente. Existe un hiato osmolar cuando la osmolalidad plasmática medida supera la calculada mediante la fórmula anterior en >10 mOsm/l. El volumen de ACT está regulado por la sed, la secreción de hormona antidiurética (ADH) y los riñones. Los osmorreceptores situados en el hipotálamo anterolateral son estimulados por la elevación de la osmolalidad plasmática y estimulan a los centros de la sed adyacentes. El estímulo de la sed produce la percepción consciente de la sed y aumenta en consecuencia la ingesta de agua. Los osmorreceptores responden asimismo a la hiperosmolalidad mediante la inducción de la liberación de ADH por la hipófisis posterior. La secreción de ADH causa a su vez un aumento de la reabsorción de agua en la nefrona distal al aumentar la permeabilidad de este segmento de la nefrona, por lo demás relativamente impermeable al agua. La osmolalidad del LEC se mantiene normalmente dentro de unos límites estrechos. Un aumento de un 2% produce sed y liberación de ADH. Además del aumento de la osmolalidad plasmática, puede tener lugar una estimulación no osmótica de la liberación de ADH. En casos de grave depleción del volumen, se secreta ADH para preservar el LEC con independencia de la osmolalidad plasmática. En esta situación, el agua se retiene a expensas de la osmolalidad plasmática. Sodio Dado que el sodio (Na+) es el principial catión osmóticamente activo en el compartimiento del LEC, los cambios en el contenido total de Na+ del organismo van seguidos de cambios correspondientes en el volumen del LEC. Cuando el contenido total de Na+ es bajo, el volumen del LEC resulta deplecionado. Esta depleción del volumen del LEC es detectada por los barorreceptores situados en las aurículas del corazón y las venas torácicas y causa un aumento de la retención renal de Na+. Cuando el contenido total de Na+ es alto, aparece una sobrecarga de la volemia. Los receptores de presiones altas localizados en el seno carotídeo y el aparato yuxtaglomerular detectan la sobrecarga y aumentan la natriuresis para que la volemia pueda ajustarse a la normalidad. El contenido total de Na+ del organismo está regulado por un equilibrio entre la ingesta dietética y la excreción renal del Na+. Una depleción de Na+ importante no se produce a no ser que existan pérdidas de Na anormales renales o extrarrenales -por la piel o el tracto GI-, combinadas con una ingesta insuficiente de Na+. Los defectos de la conservación renal del Na+ también pueden originarse por una nefropatía primaria, por insuficiencia suprarrenal o por un tratamiento diurético. Análogamente se produce una sobrecarga de Na+ si hay un desequilibrio entre la ingesta y la excreción, pero dada la gran capacidad excretora de Na+ de los riñones normales, una sobrecarga de Na+ implica por lo general una excreción renal de Na+ defectuosa. La excreción renal de Na+ puede ajustarse con amplitud de acuerdo con la ingesta de Na+. El control de la excreción renal de Na+ se inicia con el ajuste del flujo sanguíneo renal y la TFG. La cantidad de Na+ transportada a la nefrona para su reabsorción es directamente proporcional a la TFG. Por consiguiente, puede haber una retención de Na+ secundaria a la insuficiencia renal. Igualmente, la disminución del flujo sanguíneo renal, como en la insuficiencia cardíaca, reducirá la TFG y la carga de Na+ filtrada, con producción de edemas. El eje renina-angiotensina-aldosterona es probablemente el principal mecanismo regulador de la excreción de sal. En los estados de depleción de la volemia, la TFG y el aporte de Na+ a la nefrona distal disminuyen, causando liberación de renina por las células arteriolares aferentes del aparato yuxtaglomerular. El angiotensinógeno (sustrato de la renina) es escindido enzimáticamente por la renina para formar el polipéptido inactivo angiotensina I. La angiotensina I es escindida una vez más por la enzima conversora de angiotensina (ECA) a la 4 [Pick the date] hormona activa angiotensina II. Ésta aumenta la reabsorción de Na+ mediante una disminución de la carga de Na+ filtrada y potenciando la reabsorción de Na+ en el túbulo proximal. La angiotensi-na II estimula también a las células de la corteza suprarrenal a secretar el mineralocorticoide aldosterona. La aldosterona eleva la reabsorción de Na+ por medio de efectos directos sobre el asa de Henle, el túbulo distal y el túbulo colector. Las alteraciones de la regulación del eje renina-angiotensina-aldosterona conducen a diversos trastornos del volumen de líquido y los electrólitos. La actuación farmacológica sobre el sistema reninaangiotensina-aldosterona sigue siendo el pilar principal del tratamiento de muchos de esos trastornos. TRASTORNOS DEL METABOLISMO DEL AGUA Y DEL SODIO Aunque los trastornos del equilibrio del agua y del Na+ suelen presentarse juntos, es útil considerarlos por separado. Equilibrio del agua: El agua corporal total (ACT) está distribuida entre el LIC (2/3) y el LEC (1/3). Los déficits o los excesos puros de agua se distribuyen entre el LIC y el LEC aproximadamente en la misma proporción. En consecuencia, los signos clínicos de alteración del volumen del LEC no suelen ser llamativos en los trastornos puros del ACT; en lugar de ello, los signos están relacionados por lo general con los cambios de la osmolalidad del LEC. Dado que la concentración de Na+ sérico es el principal determinante de la osmolalidad del LEC, en la hiponatremia se produce hiperhidratación, mientras que en la hipernatremia se produce deshidratación. El término deshidratación se suele usar para referirse a un déficit combinado de Na+ y de ACT, pero es una mejor descripción de la depleción relativamente pura de ACT. Hiperhidratación es la mejor descripción de un aumento relativamente puro del ACT. Na+ Equilibrio del sodio: Dado que el está restringido sobre todo al LEC, los déficits o los excesos del contenido total de Na+ del organismo se caracterizan respectivamente por signos de depleción o de sobrecarga del volumen del LEC. La concentración sérica de Na+ no se modifica necesariamente con los déficits o los excesos del Na+ corporal total. La determinación del estado del volumen del LEC se apoya exclusivamente en la exploración física. La presión venosa central (PVC) se puede calcular sumando 5 mm Hg a la altura de la pulsación venosa de la yugular interna por encima del segundo espacio intercostal con la cabeza y el tronco del Paciente elevados 30º mientras descansa en decúbito supino. La PVC puede medirse directamente utilizando un catéter venoso central situado en la aurícula derecha o la vena cava superior. La PVC normal es de 1 a 8 cm de H2O (1 a 6 mm Hg). Esta determinación indica de forma fiable el estado del volumen intravascular, salvo si el Paciente tiene taponamiento pericárdico, disfunción de la válvula tricúspide, insuficiencia ventricular izquierda aguda o insuficiencia cardíaca derecha pura. Si estos trastornos están presentes, la presión capilar pulmonar de enclavamiento valora con más precisión la presión de llenado del ventrículo izquierdo y el volumen intravascular efectivo. La presión capilar pulmonar de enclavamiento es normalmente de 6 a 13 cm H2O (5 a 10 mm Hg). Además de un aumento de la PVC, el exceso de volumen del LEC también causa edema. En un adulto medio de 70 kg tiene que acumularse un aumento del LEC de unos 3 litros antes de que el edema pueda detectarse en la exploración física. Si se descartan las causas locales de edema, como obstrucción venosa o linfática, la presencia de edema es un signo fiable de exceso de Na+. Las manifestaciones adicionales de exceso de Na+, como el edema pulmonar, dependen en gran parte del estado cardíaco y de la distribución del LEC entre los espacios vascular e intersticial. Contracción extracelular del volumen de líquido Disminución del volumen del LEC causada por una disminución neta del contenido total de sodio corporal. Patogenia Las pérdidas de Na+ del organismo están siempre combinadas con pérdidas de agua. Por consiguiente, el resultado final de la depleción de Na+ es una depleción del volumen del LEC. Que la concentración de Na+ plasmático aumente, disminuya o permanezca constante con depleción del volumen depende en gran parte de la vía de la pérdida de volumen (p. ej., GI, renal) y del tipo de líquido de reposición ingerido por la persona o que se le administra. Otros factores que pueden afectar también a 5 [Pick the date] la concentración plasmática de Na+ en una depleción de volumen son, entre otros, la secreción de ADH o la disminución del aporte de soluto al túbulo distal, cuyo resultado es la retención de agua. En la tabla 12-2 se enumeran las causas frecuentes de una depleción del volumen del LEC. Síntomas, signos y diagnóstico La depleción de volumen del LEC debe sospecharse en los Pacientes con historia de ingesta líquida insuficiente (especialmente en Pacientes comatosos o desorientados), vómitos, diarrea (o pérdidas GI yatrogénicas, p. ej., aspiración nasogástrica, ileostomía o colostomía), tratamiento diurético, síntomas de diabetes mellitus y enfermedad renal o suprarrenal. A veces se obtiene también una historia reciente de pérdida de peso. En una depleción leve del volumen del LEC, los únicos signos pueden ser la disminución de turgencia de la piel y de la tensión intraocular. La sequedad de las mucosas no suele ser fiable, especialmente en los ancianos y en los Pacientes que respiran por la boca. Son signos más fiables la hipotensión ortostática (disminución de la presión sistólica en >10 mm Hg al ponerse de pie) y la taquicardia y una PVC baja, aunque la hipotensión ortostática puede presentarse en Pacientes encamados sin depleción de volumen del LEC. Cuando el volumen del LEC ha disminuido aproximadamente en un 5% o más, la taquicardia y/o la hipotensión ortostáticas están generalmente presentes. Una depleción grave del volumen del LEC puede producir desorientación y un shock manifiesto. Unos riñones funcionalmente normales responden a la depleción del volumen del LEC con una retención de Na+. Cuando la depleción del volumen es lo bastante grave como para producir una disminución del volumen de orina, la concentración de Na+ urinario suele ser <10 a 15 mEq/l; la fracción de excreción de Na+ (Na+ + urinario/Na sérico dividido por creatinina urinaria/creatinina sérica) suele ser <1%, y la osmolalidad de la orina suele estar elevada. Si además de la depleción del volumen del LEC existe alcalosis metabólica, la concentración urinaria de Na+ puede ser alta y, por ello, engañosa como medida del estado del volumen; en este caso, una concentración baja del cloruro (Cl) urinario (<10 mEq/l) indica de modo más fiable una depleción del volumen del LEC. Si las pérdidas de Na+ son debidas a nefropatía, diuréticos o insuficiencia suprarrenal, la concentración urinaria de Na+ es generalmente >20 mEq/l. Datos de laboratorio como el hematócrito aumentan a menudo en la depleción de volumen, pero son difíciles de interpretar a no ser que se conozcan los valores basales. Una depleción importante del volumen de LEC produce con frecuencia aumentos leves o moderados en los niveles plasmáticos de BUN y creatinina (azoemia prerrenal; cociente BUN/creatinina >20:1). Tratamiento La depleción del volumen del LEC leve o moderada puede corregirse aumentando la ingesta oral de Na+ y agua si el Paciente está consciente y no tiene disfunción GI. Hay que corregir la causa subyacente a la depleción de volumen mediante la interrupción de los diuréticos o tratando la diarrea. Cuando la depleción de volumen es grave y se asocia con hipotensión, o cuando no es posible la administración oral de líquidos, la primera opción es el suero salino i.v. (v. más adelante las precauciones descritas). Cuando la excreción renal de agua es normal, el 6 [Pick the date] déficit de Na+ y agua puede reemplazarse sin peligro con solución salina al 0,9%. Cuando existe un trastorno asociado en el metabolismo del agua, los líquidos de reposición se modifican en la forma que se expone en las secciones siguientes. Cuando la depleción del volumen del LEC se debe a trastornos metabólicos como la cetoacidosis diabética o la enfermedad de Addison, o está complicada por ellas, debe prestarse atención a la corrección de estos problemas además de a la reposición del volumen. (V. también caps. 9 y 13.) Expansión del extracelular volumen de volumen se enumeran en la tabla 12- líquido Aumento del volumen del LEC causado por un aumento neto del contenido total de sodio del organismo asociado con formación de edema. Patogenia Dado que el Na+ está en gran medida limitado al LEC, los aumentos del contenido de Na+ total del organismo se reflejan en incrementos subsiguientes del volumen del LEC. Los aumentos del volumen intravascular suelen conducir a incrementos inmediatos en la excreción renal de Na+ y agua. Por consiguiente, el mantenimiento de una sobrecarga del volumen del LEC y la formación de edema implican un secuestro de líquido en el espacio intersticial. El movimiento de los líquidos entre los espacios intersticial e intravascular es una función de las fuerzas de Starling en los capilares. Un aumento de la presión hidrostática capilar, como ocurre en la insuficiencia cardíaca; una disminución de la presión oncótica plasmática, como ocurre en el síndrome nefrótico, o una combinación de ambos, como ocurre en la cirrosis hepática grave, producen un movimiento neto de líquido hacia el espacio intersticial y la formación de edema. En esas enfermedades, la depleción de volumen subsiguiente conduce a un aumento de la retención de Na+ por los riñones y al mantenimiento de un estado de sobrecarga. Las causas frecuentes de sobrecarga de 3. Síntomas, signos y diagnóstico Los síntomas iniciales de sobrecarga de volumen del LEC son bastante inespecíficos y pueden presentarse antes de una formación manifiesta de edema. Entre ellos están la ganancia de peso y la debilidad. Cuando la sobrecarga de volumen es causada por insuficiencia del ventrículo izquierdo, pueden presentarse también tempranamente disnea de esfuerzo, reducción de la tolerancia al ejercicio, ortopnea y disnea paroxística nocturna. En los comienzos de la formación de edema son frecuentes síntomas como los ojos hinchados al levantarse por la mañana y los zapatos apretados al final del día. En la insuficiencia cardíaca los edemas suelen presentarse en partes declives y pueden acompañarse de una multitud de hallazgos físicos, como estertores pulmonares, PVC elevada, ritmo de galope en S3 y corazón agrandado con edema pulmonar y/o derrames pleurales en la radiografía del tórax. El edema se limita con frecuencia a las extremidades inferiores y se asocia con ascitis en la cirrosis hepática. Suelen existir signos asociados con la cirrosis, como angiomas vasculares, ginecomastia, eritema palmar y atrofia testicular. En contraste, el edema suele ser difuso en el síndrome nefrótico y a veces va acompañado de anasarca generalizado con derrames pleurales y ascitis. El edema periorbitario 7 [Pick the date] se observa con frecuencia, pero no de forma constante, en el síndrome nefrótico. Tratamiento El tratamiento inicial debe orientarse a la corrección de la causa subyacente a la expansión de volumen del LEC. Es preciso tratar la disfunción ventricular izquierda, la isquema miocárdica y las arritmias cardíacas. El uso de la digital, los agentes inotrópicos y la reducción de la poscarga para mejorar la función cardíaca pueden disminuir o evitar la necesidad de diuréticos a través del aumento del aporte de sodio a los riñones y reduciendo de ese modo la retención de Na+ renal. El tratamiento de las causas subyacentes al síndrome nefrótico es variable y depende de la histopatología renal específica presente. Varias de las causas subyacentes al síndrome nefrótico no responden al tratamiento; no obstante, a menudo puede reducirse el nivel de proteinuria mediante un inhibidor de la ECA. Los inhibidores de la ECA tienen que emplearse siempre con precaución en Pacientes con deterioro renal que necesitan ser monitorizados por empeoramiento de la insuficiencia renal e hiperpotasemia. Los diuréticos son de gran utilidad en la sobrecarga de volumen del LEC. Los diuréticos del asa, como la furosemida, inhiben la reabsorción de Na+ en la rama ascendente gruesa del asa de Henle. Los diuréticos tiazídicos inhiben la reabsorción de Na+ en el túbulo distal. Tanto los diuréticos del asa como las tiazidas conducen a una pérdida de K, que puede ser problemática en algunos Pacientes. Los diuréticos ahorradores de K, como la amilorida, el triamtereno y la espironolactona, inhiben la reabsorción de Na+ en la parte distal de la nefrona y en el túbulo colector. Cuando se usan solos, tienen unos efectos natriuréticos moderados. El triamtereno y la amilorida se han utilizado conjuntamente con una tiazida para prevenir la pérdida de K. La resistencia a los diuréticos es un hecho corriente; el origen es con frecuencia multifactorial. En la mayoría de los casos, las principales causas que contribuyen a la resistencia son el tratamiento insuficiente de la etiología subyacente a la sobrecarga del volumen, el incumplimiento por parte del Paciente (especialmente respecto a la restricción dietética de sal), la depleción de volumen del LEC y la insuficiencia renal. Las dosis escalonadas de diuréticos del asa suelen tener éxito en la promoción de la diuresis. También ha resultado útil combinar un diurético del asa y una tiazida para tratar a los Pacientes resistentes a la diuresis con uno u otra por separado. Una vez corregida la sobrecarga de volumen mediante la natriuresis, el mantenimiento de la euvolemia requiere restricción del Na+ dietético (principalmente por medio del ajuste de los hábitos dietéticos), a no ser que pueda eliminarse totalmente la enfermedad subyacente. Suele ser difícil determinar la ingesta de Na+ por medio de la historia clínica, pero puede monitorizarse con éxito midiendo el Na+ urinario en una muestra de orina de 24 h una vez alcanzado el estado estacionario (es decir, en ausencia de cambios de peso o cambios recientes de la dosis de diuréticos). Las dietas con un contenido de 2 a 3 g/d de Na+ se toleran muy bien y actúan razonablemente en todos los casos de sobrecarga de volumen, salvo en los muy graves. Generalmente se utilizan sales de potasio como sustitutos de la sal para ayudar a los Pacientes a tolerar la dieta baja en sal; sin embargo, se debe tener precaución, especialmente en el caso de los Pacientes que reciben diuréticos ahorradores de K o inhibidores de la ECA y en los que tienen insuficiencia renal, porque puede producirse una hiperpotasemia potencialmente mortal. Hiponatremia Disminución de la concentración de sodio plasmático por debajo de 136 mEq/l causada por un exceso de agua en proporción a los solutos. Incidencia, etiología y patogenia La hiponatremia es el más frecuente de los trastornos electrolíticos, con una incidencia de hasta un 1% de los Pacientes que ingresan en el hospital. La hiponatremia se ha descrito en más de un 50% de los Pacientes hospitalizados con SIDA. La hiponatremia refleja un exceso de ACT en relación con el contenido total de Na+ corporal. Dado que este contenido se refleja en el estado del volumen del LEC, es útil clasificar las causas de hiponatremia con las de hipovolemia, volumen del LEC normal e hipervolemia. En la tabla 12-4 se resumen las principales causas de hiponatremia. 8 [Pick the date] de volumen (v. Alcalosis metabólica, más adelante). Las pérdidas de líquido renales que llevan a una hiponatremia pueden producirse en la deficiencia de mineralocorticoides, en el tratamiento diurético, la diuresis osmótica o la nefropatía con pérdida de sal. Esta clase de nefropatía abarca un grupo de nefropatías intrínsecas, vagamente definido, con disfunción principalmente intersticial (tubular). Tales enfermedades son la nefritis intersticial, la enfermedad quística medular, la obstrucción parcial del tracto urinario y, a veces, la nefropatía poliquística. Generalmente las causas renales de hiponatremia hipovolémica se pueden diferenciar de las causas extrarrenales por medio de la historia clínica. Los Pacientes con pérdidas renales continuas de líquidos se diferencian de aquellos con pérdidas de líquido extrarrenales porque tienen una concentración de Na+ urinario inadecuadamente alta (>20 mEq/l). Una excepción a esto se presenta en la alcalosis metabólica (como ocurre en los vómitos prolongados), donde se pierden con la orina grandes cantidades de HCO3 que fuerzan a una excreción de Na+ para mantener la electroneutralidad. En la alcalosis metabólica, la concentración de Cl urinario diferencia muchas veces el origen renal o extrarrenal de la depleción Los diuréticos pueden producir también hiponatremia hipovolémica. Los diuréticos tiazídicos, en particular, afectan a la capacidad de dilución de los riñones a la vez que aumentan la excreción de Na+. Una vez que se presenta la depleción de volumen, la liberación no osmótica de ADH puede causar retención de agua y empeorar la hiponatremia. La hipopotasemia concomitante desplaza Na+ hacia el interior de la célula y potencia la liberación de ADH, agravando con ello la hiponatremia. Este efecto de las tiazidas puede durar hasta 2 sem tras la interrupción del tratamiento; por otra parte, la hiponatremia suele responder a la reposición del K y el déficit de volumen junto con una prudente restricción de la ingesta de agua hasta que desaparezca el efecto del fármaco. Los Pacientes ancianos pueden ser especialmente susceptibles a la hiponatremia inducida por las tiazidas, especialmente si existe un defecto preexistente de la excreción renal de agua. En raras ocasiones, esos Pacientes pueden desarrollar una hiponatremia grave, peligrosa para la vida, pocas semanas después del inicio del uso del diurético tiazídico, como consecuencia de una natriuresis exagerada y de un deterioro subyacente de la capacidad de dilución de la orina. Los diuréticos del asa causan hiponatremia con una frecuencia mucho menor. Existen muchas causas posibles de hiponatremia en el SIDA debido a los múltiples sistemas orgánicos afectados en esa enfermedad. La hiponatremia puede originarse por la administración de líquidos hipotónicos en caso de deterioro de la función renal o bien por la liberación no osmótica de vasopresina debida a depleción del volumen intravascular, con o sin administración coincidente de fármacos que reducen la excreción renal de agua. Además, la insuficiencia suprarrenal se ha hecho cada vez más frecuente en los Pacientes con SIDA como consecuencia de adrenalitis por citomegalovirus, infección por micobacterias o interferencia con la síntesis de glucocorticoides y mineralocorticoides renales debida a ketoconazol. Por último, el síndrome de secreción inapropiada de ADH (SIADH) puede presentarse en Pacientes con SIDA debido a infecciones coexistentes pulmonares o del SNC. 9 [Pick the date] La hiponatremia hipovolémica se caracteriza por deficiencias de agua y de Na+, aunque proporcionalmente se haya perdido más Na+ que agua. La hiponatremia puede presentarse cuando las pérdidas de líquido como las que se producen por vómitos prolongados, diarrea grave o secuestro de líquidos en el tercer espacio son repuestas con la ingestión de agua libre o tratadas con líquido i.v. hipotónico. También se producen pérdidas importantes del LEC con la liberación no osmótica de ADH, que causa retención de agua por los riñones y el mantenimiento de la hiponatremia o un nuevo empeoramiento de la misma. La hiponatremia hipovolémica puede producirse por pérdidas de líquido tanto extrarrenales como renales. Las pérdidas extrarrenales son las GI y las del tercer espacio. Pueden secuestrarse volúmenes de líquido sorprendentemente grandes en la pancreatitis, la peritonitis y la obstrucción del intestino delgado, o pérdidas en las quemaduras graves de grandes áreas de la superficie corporal. La respuesta renal normal a la pérdida de volumen es la conservación del Na+. En las causas de hipovolemia extrarrenales se produce típicamente una concentración urinaria de Na+ <10 mEq/l. La hiponatremia euvolémica se produce cuando aumenta el ACT y no existe un cambio importante del contenido total de Na+ corporal. La polidipsia primaria sólo puede causar hiponatremia si la ingesta de agua desborda la capacidad de los riñones para excretarla. Dado que los riñones normales pueden excretar hasta 25 litros de orina/d, la hiponatremia debida exclusivamente a la polidipsia se produce sólo por la ingestión de grandes cantidades de agua o por defectos de la capacidad de dilución renal. Esto suele ocurrir sólo en casos de psicosis o en Pacientes con grados más moderados de polidipsia e insuficiencia renal. La hiponatremia dilucional puede ser también el resultado de una ingesta de agua excesiva sin retención de Na+ en presencia de insuficiencia renal, enfermedad de Addison, mixedema o secreción no osmótica de ADH (p. ej., por estrés, estados postoperatorios y fármacos como clorpropamida o tolbutamida, opiáceos, barbitúricos, vincristina, clofibrato y carbamazepina). La hiponatremia postoperatoria ocurre hasta en un 4,5% de los Pacientes como consecuencia de una combinación de liberación de ADH no osmótica y administración excesiva de líquidos hipotónicos después de la cirugía. Ciertos fármacos, como la ciclofosfamida, los AINE y la clorpropamida, potencian el efecto renal de la ADH endógena, mientras que otros, como la oxitocina, tienen un efecto directo análogo al de la ADH sobre el riñón. Una deficiencia de excreción de agua es común a todos esos trastornos. La hiponatremia hipervolémica se caracteriza por un aumento del contenido total de Na+ corporal y también del ACT. Diversos trastornos edematosos, como la insuficiencia cardíaca y la cirrosis hepática, se asocian con hiponatremia hipervolémica. La hiponatremia ocurre raras veces en el síndrome nefrótico, pero debe tenerse presente la seudohiponatremia debida a la interferencia en la determinación del Na+ por los lípidos elevados. En cada uno de estos trastornos, la disminución del volumen circulante efectivo conduce a la liberación de ADH y angiotensina II. La hiponatremia, si existe, es el resultado del efecto antidiurético de la ADH sobre el riñón, así como del deterioro de la excreción renal de agua por la angiotensina. La disminución de la TFG y la estimulación de la sed potencian también el desarrollo de hiponatremia. Además de la hiponatremia y el edema, las concentraciones de Na+ bajas (<10 mEq/l) y la alta osmolalidad urinaria (en relación con el plasma) se producen generalmente en ausencia de diuréticos. Efectos sobre el SNC: Experimentalmente, el contenido de agua celular del cerebro está elevado tanto en la hiponatremia aguda como en la crónica; sin embargo, como consecuencia de la disminución del contenido de electrólitos de la célula cerebral, el aumento del contenido de agua del cerebro es menor del que sería de esperar para el grado de osmolalidad plasmática. En la hiponatremia aguda, las células cerebrales no pueden ajustar su tonicidad con normalidad y se produce hinchazón. Por ello, los síntomas de disfunción del SNC son más frecuentes y la mortalidad es considerablemente mayor en la hiponatremia aguda que en la crónica. El síndrome de secreción inadecuada de ADH (SIADH) está definido por una orina diluida en un grado inferior en presencia de hipoosmolalidad e hiponatremia plasmáticas. Además, el diagnóstico se apoya en la ausencia de depleción o sobrecarga de volumen, estrés emocional o dolor y diuréticos u otros fármacos que estimulan la secreción de ADH y en la presencia de función cardíaca, hepática, renal, suprarrenal y tiroidea normales. La SIADH se asocia con multitud de trastornos (v. tabla 12-5). 10 [Pick the date] de síntomas neurológicos tardíos que culminan en coma, estado vegetativo persistente o muerte. Se han observado diversos cambios anatómicos, como edema cerebral, herniación de la amígdala cerebelosa y lesiones desmielinizantes (tanto pontinas como extrapontinas). Se han descrito cambios neuropatológicos de mielinólisis pontina central asociados con la hiponatremia, especialmente en Pacientes con alcoholismo, malnutrición u otras afecciones debilitantes crónicas. Se discute la relación de la mielinólisis con la rapidez y el grado de corrección de la hiponatremia o con la anoxia (v. Tratamiento, más adelante). Tratamiento Síntomas y signos Los síntomas de hiponatremia se presentan generalmente cuando la osmolalidad plasmática efectiva desciende a 240 mOsm/kg con independencia de la causa subyacente. La tasa de descenso, sin embargo, puede ser tan importante como la magnitud absoluta del mismo; los síntomas pueden aparecer con osmolalidades plasmáticas algo más elevadas si el cambio tiene lugar con rapidez. Las manifestaciones de hiponatremia pueden ser poco perceptibles y consisten sobre todo en cambios de la situación mental, como alteración de la personalidad, letargo y confusión. Cuando la hiponatremia va acompañada de alteraciones en el contenido total de Na+ corporal, también existen signos de depleción o sobrecarga de volumen (v. más atrás Contracción del volumen de líquido extracelular y Expansión del volumen de líquido extracelular). Cuando el Na+ plasmático cae por debajo de 115 mEq/l, puede producirse estupor, hiperexcitabilidad neuromuscular, convulsiones, coma prolongado y muerte. Raras veces, la mejoría inicial en respuesta al tratamiento puede ir seguida El tratamiento de la hiponatremia leve y asintomática (es decir, Na+ plasmático >120 mEq/l) es sencillo, en especial si es posible identificar la causa subyacente y suprimirla. Así, en Pacientes con hiponatremia inducida por tiazidas, la supresión del diurético y la reposición de las deficiencias de Na+ y/o K puede bastar. Análogamente, si una hiponatremia leve es consecuencia de la administración inadecuada de líquidos por vía parenteral en un Paciente con dificultad para la excreción de agua, puede ser suficiente con interrumpir simplemente el tratamiento con líquidos hipotónicos. La presencia de hiponatremia, hiperpotasemia e hipotensión debe sugerir una insuficiencia suprarrenal y puede requerir la administración i.v. de glucocorticoides (100 a 200 mg de hidrocortisona en 1 litro de solución de dextrosa al 5% en solución salina al 0,9% a lo largo de 4 h para el tratamiento de la insuficiencia suprarrenal aguda, v. también Tratamiento en Enfermedad de Addison, cap. 9). Cuando la función suprarrenal es normal, pero la hiponatremia está asociada con depleción de volumen del LEC e hipotensión, la administración de solución salina al 0,9% suele corregir la hiponatremia y también la hipotensión. Si el trastorno subyacente responde con lentitud o la hiponatremia es intensa (es decir, Na+ plasmático <120 mEq/l), es muy eficaz la restricción de la ingestión de agua a no más de 500 a 1.000 ml/24 h. La mayoría de los Pacientes en los que la hiponatremia dilucional se asocia con una expansión de volumen del LEC debida a la retención renal de Na+ (p. ej., insuficiencia cardíaca, cirrosis o síndrome 11 [Pick the date] nefrótico) tienen pocos síntomas relacionados con la hiponatremia. En estos casos suele tener éxito la restricción de agua combinada con el tratamiento de la enfermedad subyacente. En Pacientes con insuficiencia cardíaca, el captopril, un inhibidor de la ECA, junto con un diurético del asa, puede corregir la hiponatremia refractaria al tratamiento. El captopril y otros inhibidores de la ECA también pueden ser eficaces en estados de expansión del volumen del LEC caracterizados por aumento de actividad del eje renina-angiotensinaaldosterona, en especial el síndrome nefrótico. Si está presente un SIADH, es necesaria una intensa restricción, de un 25 a un 50%, de agua de mantenimiento. La duración de la restricción depende del éxito del tratamiento del proceso patológico subyacente. Muchos especialistas recomiendan que el Na+ plasmático no se incremente con una rapidez superior a 1 mEq/l/h y que el aumento absoluto no sea mayor de 10 mEq/l/24 h. Lo que sigue es un término medio razonable: se infunden lentamente por vía i.v. 250 ml de solución salina hipertónica (3%) y se determina el sodio sérico 10 h después. Si los valores siguen siendo demasiado bajos la cantidad puede repetirse, manteniendo el aumento del Na+ sérico dentro de los 10 mEq/l/24 h. La secuela neurológica más importante consecutiva a una corrección demasiado rápida de la hiponatremia es la mielinólisis pontina central (desmielinización de la protuberancia basal central). La desmielinización puede afectar también a otras áreas del encéfalo. En pocas semanas o meses pueden aparecer una tetraparesia, así como debilidad de la parte inferior de la cara y la lengua. La lesión puede extenderse en dirección dorsal y afectar a los tractos sensitivos y dejar al Paciente con un síndrome de bloqueo (un estado consciente y sensible en el que el Paciente, debido a una parálisis motora generalizada, no puede comunicarse, excepto tal vez mediante movimientos oculares convenidos). El daño suele ser permanente, y pueden sobrevenir complicaciones sistémicas. Si el Na+ se repone con demasiada rapidez (p. ej., cuando se administran grandes volúmenes de solución salina fisiológica a un Paciente quemado), la inducción de hiponatremia con líquido hipotónico a veces puede mitigar el desarrollo de la mielinólisis pontina central. Elevación de la concentración plasmática de sodio por encima de 145 mEq/l causada por un déficit de agua en proporción al soluto. Incidencia, patogenia y etiología La hipernatremia es menos frecuente que la hiponatremia, y se presenta en <1% de los Pacientes ingresados en un hospital de cuidados intensivos; sin embargo, la hipernatremia en un Paciente adulto está entre los trastornos electrolíticos más graves, con una mortalidad descrita del 40 al 60%. Dado que el Na+ es el principal determinante de la osmolalidad del LEC, la hipernatremia implica hiperosmolalidad del compartimiento del LEC. La hipertonicidad del LEC en relación con el LIC determina un movimiento del agua, que sale del espacio intracelular hasta que la tonicidad celular aumenta hasta la del LEC. Las elevaciones del BUN también conducen a hiperosmolalidad del LEC, pero puesto que el BUN atraviesa libremente las membranas celulares, esto no conlleva un movimiento de salida de agua del compartimiento del LIC o los síntomas asociados. Generalmente se produce hipernatremia cuando se pierde agua corporal y no se repone suficientemente. Las pérdidas de agua pueden ser aisladas o pueden tener lugar en conjunción con pérdidas de Na+. Por tanto, la hipernatremia puede estar asociada con depleción de volumen del LEC, con euvolemia o con sobrecarga de volumen del LEC. Con independencia del estado del volumen, la hipernatremia implica habitualmente o bien un deterioro del mecanismo de la sed o bien un acceso limitado al agua. La gravedad de los procesos patológicos subyacentes que suelen conducir a una incapacidad para beber se considera responsable en parte de la alta mortalidad que se observa en la hipernatremia. En la tabla 12-6 se enumeran las causas más frecuentes de hipernatremia. Hipernatremia 12 [Pick the date] posiblemente la hiperglucemia presente junto al coma hiperglucémico-hiperosmolar en los Pacientes diabéticos. Dado que la glucosa no penetra en las células en ausencia de insulina, la hiperglucemia deshidrata aún más el LIC. El grado de hiperosmolalidad puede resultar amortiguado por la reducción artificial del Na+ plasmático resultante del movimiento del agua que sale de las células hacia el LEC (v. más atrás, Osmolalidad). Una enfermedad renal intrínseca como la insuficiencia renal crónica también puede impedir la formación de una orina de concentración máxima y predispone a la hipernatremia. Cuando existe un déficit exclusivo de agua, la hipernatremia se produce sin alteraciones del equilibrio del Na+. Las causas extrarrenales de pérdidas acuosas, como la sudación excesiva, conducen a alguna pérdida de Na+, pero dado que el sudor es hipotónico, se puede producir hipernatremia antes que una hipovolemia importante. Un déficit puro de agua ocurre también en la diabetes insípida central o nefrógena. La hipernatremia asociada con una depleción del volumen aparece en las pérdidas de Na+ acompañadas de una pérdida relativamente mayor de agua corporal. Las causas extrarrenales comunes son la mayoría de las que originan hiponatremia y depleción de volumen del LEC (v. más atrás). Puede presentarse hipernatremia o hiponatremia en una pérdida de volumen intensa según las cantidades relativas de sal y de agua perdidas y la cantidad de agua bebida antes de la presentación. Las causas renales de hipernatremia y depleción de volumen incluyen el tratamiento con diuréticos del asa. Los diuréticos del asa inhiben la reabsorción de Na+ en la porción concentradora de la nefrona y pueden aumentar el aclaramiento de agua. La diuresis osmótica puede conducir también a un deterioro de la capacidad concentradora renal debido a la presencia de una sustancia hipertónica en la luz del túbulo distal. El glicerol, el manitol, y a veces la urea, pueden causar diuresis osmótica con hipernatremia resultante. La causa más frecuente de la hipernatremia debida a diuresis osmótica es La hipernatremia se asocia también con sobrecarga de volumen. Generalmente, la hipernatremia se produce por una ingesta de Na+ exageradamente elevada asociada con un acceso limitado al agua. Un ejemplo es la administración excesiva de Na+HCO3 hipertónico durante la RCP o en la acidosis láctica. La hipernatremia también puede producirse por la administración de suero salino hipertónico o por hiperalimentación. La hipernatremia es especialmente frecuente en los ancianos. Los motivos pueden ser la dificultad de obtener agua, la alteración del mecanismo de la sed, el deterioro de la capacidad de concentración renal (debido a los diuréticos o a la pérdida de nefronas que acompaña al envejecimiento o por otras nefropatías) y al aumento de las pérdidas insensibles. La liberación de ADH está potenciada en respuesta a los estímulos osmóticos, pero disminuye debido a los cambios de volumen y presión en la ancianidad. Además, algunos Pacientes ancianos tienen una alteración de la producción de angiotensina II, lo cual puede contribuir directamente a deteriorar el mecanismo de la sed, la liberación de ADH y la capacidad de concentración del riñón. En los ancianos es especialmente frecuente la hipernatremia, tanto en el período postoperatorio como en los Pacientes que reciben alimentación por sonda, nutrición parenteral u otras soluciones hipertónicas. 13 [Pick the date] Síntomas y signos El síntoma principal de la hipernatremia es la sed. La falta de sed en los Pacientes conscientes con hipernatremia indica un deterioro del mecanismo de la sed. Los Pacientes con dificultades para comunicarse pueden ser incaPaces de manifestar que tienen sed y obtener con ello acceso al agua. Los principales signos de hipernatremia son consecuencia de disfunción del SNC debida a contracción de volumen de las células cerebrales. Se puede producir confusión, excitabilidad neuromuscular, crisis convulsivas o coma; el daño cerebrovascular con hemorragia subcortical o subaracnoidea y las trombosis venosas son hallazgos frecuentes en la autopsia de Pacientes fallecidos por hipernatremia grave. Experimentalmente, las sustancias activas osmóticamente en el líquido intracelular del SNC se elevan en respuesta a la hipernatremia crónica. Por tanto, el grado de deshidratación de las células cerebrales y los síntomas resultantes del SNC son menos graves en la hipernatremia crónica que en la aguda. Cuando la hipernatremia se produce en asociación con alteraciones del equilibrio del Na+, se presentan los síntomas típicos de depleción o sobrecarga del volumen (v. más atrás, Contracción de volumen del líquido extracelular y Expansión de volumen del líquido extracelular). En los Pacientes con defectos de concentración renal se excreta característicamente un gran volumen de orina hipotónica. Cuando las pérdidas son extrarrenales, la vía de la pérdida de agua suele ser manifiesta (p. ej., vómitos, diarrea, sudación excesiva) y la concentración urinaria de Na+ es baja. Diagnóstico Una prueba de restricción de agua puede servir para diferenciar varios estados poliúricos. Puesto que esta prueba puede originar una hiperosmolalidad peligrosa, sólo debe llevarse a cabo con una monitorización estricta de las concentraciones de los electrólitos, la osmolalidad sanguínea y urinaria y el estado de la volemia. La ingesta de agua se limita hasta que el Paciente pierde de un 3 a un 5% del peso corporal o hasta que tres determinaciones consecutivas de la osmolalidad urinaria con intervalos de una hora están separadas un 10% entre sí. Se debe tener cuidado para evitar una deshidratación excesiva. Una vez alcanzada la osmolalidad urinaria máxima se inyectan por vía s.c. 5 U de vasopresina acuosa y al cabo de 1 h se determina la osmolalidad urinaria. La respuesta normal a la restricción de agua es una elevación de la osmolalidad urinaria a >800 mOsm/l con poco o ningún aumento ulterior por la acción de la vasopresina. En una diabetes insípida central completa, la osmolalidad urinaria máxima con restricción de agua es <300 mOsm/l; esta osmolalidad aumenta considerablemente tras la administración de vasopresina. En la diabetes insípida central parcial, la osmolalidad urinaria máxima oscila entre 300 y 800 mOsm/l tras la restricción de agua; se calcula en >10% el aumento de la osmolalidad urinaria previsible con la vasopresina. En la diabetes insípida nefrógena, la osmolalidad urinaria máxima con la restricción de agua es de 300 a 500 mOsm/l; la osmolalidad cambia muy poco en respuesta a la vasopresina. Además, en la diabetes insípida nefrógena los niveles plasmáticos de ADH obtenidos tras la restricción de agua son bastante altos (>5 pg/ml). Los Pacientes con polidipsia primaria tienen respuestas similares a la restricción de agua y a la administración de vasopresina debido a la atenuación del gradiente de concentración de la médula renal. Estos Pacientes pueden diferenciarse de los que tienen diabetes insípida nefrógena por la presencia de niveles plasmáticos de ADH inhibidos que se obtiene tras la restricción de agua (<5 pg/ml). Pronóstico La mortalidad de la hipernatremia aguda es considerablemente mayor que la de la hipernatremia crónica. La mortalidad de la hipernatremia, en general, sigue siendo alta debido a los efectos de la hiperosmolalidad en el SNC y a la gravedad de la enfermedad subyacente necesaria que cause una imposibilidad para responder a la satisfacción de la sed. Tratamiento La reposición del agua es el principal objetivo del tratamiento. El agua es eficaz administrada por boca en los Pacientes que están conscientes y en ausencia de una disfunción GI de importancia. En la hipernatremia grave o en los Pacientes que no pueden beber por los vómitos continuos o por alteraciones del estado mental se prefiere la hidratación por vía i.v. Aunque 14 [Pick the date] a la mayoría de los Pacientes se les puede administrar solución de dextrosa al 5%, una infusión demasiado rápida puede producir glucosuria, aumentando con ello la excreción de agua libre de sales, y una elevación de la hipertonicidad. Si las alteraciones de la volemia son lo bastante graves como para producir shock, puede ser necesario administrar coloides y solución salina al 0,9% para aumentar el volumen del LEC antes de que se administre solución salina hipotónica y agua libre para corregir la hipernatremia. Si la duración de la hipernatremia es <24 h, debe corregirse en 24 h. Sin embargo, si la hipernatremia es crónica o de duración desconocida, debe corregirse a lo largo de más de 48 h y la osmolalidad se debe reducir a un ritmo no mayor de 2 mOsm/l/h para evitar el edema cerebral causado por exceso de solutos en el cerebro. La cantidad de agua necesaria para reponer el déficit existente se puede calcular mediante la fórmula siguiente: Déficit de agua libre plasmático/140) - 1] = ACT x [(Na+ donde el ACT se expresa en litros y se calcula multiplicando el peso en kg por 0,6; el Na+ plasmático se expresa en mEq/l. Esta fórmula asume un contenido total de Na+ corporal constante. En los Pacientes con depleción del contenido total de Na+ corporal (es decir, en la depleción de volumen), el déficit de agua libre es superior al calculado mediante la fórmula. insípida central con vasopresina y otros fármacos (p. ej., clorpropamida) se expone en el capítulo 7. En los Pacientes con hipernatremia e hipovolemia, especialmente en los diabéticos con coma hiperglucémico no cetósico, se puede administrar solución salina al 0,45% para reponer el Na+ y el agua libre. Si existe una acidosis grave (pH <7,20), el suero salino al 0,45% puede sustituirse con una solución hipotónica de Na+HCO3. Los Pacientes con una diabetes hiperosmolar suelen responder a pequeñas dosis de insulina. Debe administrarse insulina regular por vía i.v. o i.m. hasta que la glucemia disminuya a 250 g/dl (13,88 mol/l) en las primeras horas de tratamiento. El nivel de la glucemia debe monitorizarse con frecuencia durante el tratamiento para evitar una caída demasiado rápida de la glucemia o una hipoglucemia. Las altas dosis de insulina necesarias para tratar la cetoacidosis diabética no suelen ser necesarias en Pacientes con un coma hiperglucémico-hiperosmolar no cetósico y pueden ser realmente perjudiciales, puesto que se asocian con un descenso demasiado rápido de la glucosa plasmática y edema cerebral. METABOLISMO DEL POTASIO El potasio (K) es el catión intracelular más abundante. Sólo alrededor de un 2% del K corporal total es extracelular. Dado que la mayoría del K intracelular está en el interior de las células musculares, el K total corporal es aproximadamente proporcional a la masa corporal magra. Un adulto medio de 70 kg tiene en torno a 3.500 mEq de K. El K es el principal determinante de la osmolalidad intracelular. La proporción entre las concentraciones de K del líquido intracelular y el extracelular influye fuertemente sobre la polarización de la membrana celular, la cual a su vez repercute sobre importantes procesos celulares, como la conducción de los impulsos nerviosos y la contracción de la célula muscular (incluida la miocárdica). Así, alteraciones relativamente pequeñas en la concentración de K plasmático pueden tener manifestaciones clínicas importantes. En ausencia de alteraciones metabólicas graves, el nivel plasmático de K proporciona una valoración clínica razonable del contenido total de K corporal. Suponiendo constante el pH plasmático, una disminución de la concentración plasmática de K desde 4 a 3 mEq/l indica un déficit de K total de 100 a 200 mEq. Un descenso de K plasmático <3 mEq/l indica un déficit total de unos 200 a 400 mEq. En muchos estados patológicos, la concentración plasmática de K se convierte en una guía poco fiable del contenido total de K corporal porque los procesos involucrados producen desplazamientos de K hacia dentro y hacia fuera de las células. Equilibrio interno del potasio Son numerosos los factores que afectan al movimiento del K entre los compartimientos del líquido intracelular y extracelular. Entre los más importantes está el nivel de insulina circulante. El K se desplaza al interior de las células en presencia de insulina, reduciendo de ese modo la concentración plasmática de K. Cuando falta la insulina circulante, como en la cetoacidosis diabética, el K sale de las 15 [Pick the date] células, elevando así el K plasmático, incluso cuando existe una deficiencia de K corporal total. La estimulación del sistema nervioso simpático afecta también al movimiento transcelular del K. Los agonistas b-adrenérgicos, en especial los agonistas selectivos b2, promueven la captación celular de K, mientras que un bloqueo -adrenérgico o un estímulo de los agonistas a parecen estimular el movimiento de K al exterior de las células. El K plasmático puede afectar también de manera importante al pH plasmático. La acidosis metabólica aguda facilita el movimiento del K hacia fuera de las células y al LEC. La alcalosis metabólica aguda estimula la transferencia de K en la dirección opuesta. Sin embargo, los cambios de la concentración plasmática de HCO3 pueden ser más importantes que los cambios del pH a este respecto. Así, la acidosis causada por la acumulación de ácidos minerales (hiato no aniónico, acidosis hiperclorémica) es más probable que muestre una elevación del K plasmático debida a desplazamientos transcelulares. Al contrario, la acidosis metabólica por acumulación de ácidos orgánicos (aumento de acidosis por el hiato aniónico) no causa hiperpotasemia. Por ello, la hiperpotasemia que suele acompañar a la cetoacidosis diabética es resultado de la deficiencia de insulina y de la hipertonicidad del LEC, más que de la acidosis por sí misma. La acidosis y la alcalosis respiratoria agudas parecen tener menos efecto sobre la concentración plasmática de potasio que las alteraciones metabólicas. En cualquier caso, la concentración plasmática de K debe interpretarse siempre en el contexto del pH plasmático (y de la concentración de HCO3). Equilibrio externo de potasio La ingesta dietética de K varía normalmente entre 40 y 150 mEq/d. En estado estacionario las pérdidas fecales son relativamente constantes y pequeñas (en torno al 10% de la ingesta). La excreción urinaria está regulada para aproximarse a la ingesta de K, de modo que el equilibrio se mantenga. Sin embargo, cuando la carga de K se ingiere de forma rápida, aparece en la orina sólo un 50% de la carga a lo largo de las horas siguientes. La elevación del K plasmático se reduce al mínimo mediante la transferencia de la mayor parte de la carga de K restante hacia el compartimiento intracelular. Si la ingesta elevada continúa, la excreción renal aumenta debido probablemente a la secreción de aldosterona estimulada por el K. Además, la absorción de K a partir de las heces parece estar bajo cierto grado de regulación y puede disminuir un 50% en caso de exceso de K crónico. Cuando la ingesta dietética de K disminuye, el K intracelular sirve de nuevo como amortiguador frente a las oscilaciones amplias de la concentración plasmática de K. La conservación renal del K se desarrolla en forma relativamente lenta en respuesta a las disminuciones del K de la dieta, y es mucho menos eficiente que la capacidad de los riñones para conservar el Na+. Una excreción urinaria de K de 10 mEq/24 h representa una capacidad de conservación renal de K próxima a la máxima y, por consiguiente, implica una importante depleción de K. El K plasmático se filtra libremente en el glomérulo. La mayor parte del K filtrado es reabsorbido en el túbulo proximal y el asa de Henle. El K es secretado hacia el filtrado en el túbulo distal y el túbulo colector. La excreción renal neta de K está regulada principalmente por los cambios en la secreción de K en el segmento distal de la nefrona. La secreción distal de K es regulada por la aldosterona, el estado acidobásico y la tasa de flujo urinario en la nefrona distal, y por la polaridad de la membrana. Los niveles altos de aldosterona circulante conducen a un aumento de la secreción de K y a caliuresis. La deficiencia o la inhibición de la aldosterona reduce la secreción de K en la nefrona distal y causa la conservación del K. La acidosis aguda dificulta la excreción de K, mientras que la acidosis crónica y la alcalosis aguda conducen a caliuresis (v. Alteraciones del metabolismo acidobásico, más adelante). El aumento del aporte de Na+ a la nefrona distal y las altas tasas de flujo urinario en la nefrona distal favorecen la secreción de K. La reabsorción de Na+ en la nefrona distal aumenta la negatividad eléctrica luminal, un factor que favorece aún más la secreción de K. Por tanto, el aumento de oferta de Na+ a la nefrona distal, como ocurre con una alta ingesta de Na+ o en el tratamiento con diuréticos del asa, están asociados con una elevada excreción de K. TRASTORNOS DEL METABOLISMO DEL POTASIO Hipopotasemia Disminución de la concentración de potasio sérico por debajo de 3,5 mEq/l, causada por un déficit en los depósitos de potasio corporales totales o por un desplazamiento 16 [Pick the date] anormal del células. potasio al interior de las Etiología y patogenia La hipopotasemia puede estar causada por una disminución de la ingesta de K, pero habitualmente se debe a pérdidas excesivas de K en la orina o el tracto GI. Las pérdidas gastrointestinales anormales de K se producen en la diarrea crónica e incluyen las debidas al abuso crónico de laxantes o a una derivación intestinal. Otras causas de pérdidas gastrointestinales de K son la pica de yeso, los vómitos y la aspiración gástrica. En raras ocasiones, el adenoma velloso del colon puede causar una pérdida masiva de K por el tracto GI. Las pérdidas gastrointestinales de K pueden complicarse con pérdidas renales de K producidas por alcalosis metabólica y estimulación de la aldosterona debida a la depleción de volumen. También puede causar hipopotasemia el desplazamiento transcelular de K al interior de las células. Esto puede producirse en la glucogénesis durante la NPT o la hiperalimentación enteral o tras la administración de insulina. La estimulación del sistema nervioso simpático, en especial la de los agonistas como el albuterol o la terbutalina, 2, puede producir hipopotasemia debida a captación celular de K. Análogamente, en Pacientes con tirotoxicosis se presenta a veces hipopotasemia intensa por un exceso de estimulación simpática b-adrenérgica (parálisis periódica tirotóxica hipopotasémica). La parálisis periódica familiar es una rara enfermedad autosómica dominante caracterizada por episodios transitorios de hipopotasemia intensa que se creen debidos a bruscos desplazamientos anormales de K hacia dentro de las células (v. Hiperpotasemia, más adelante). Los episodios se asocian frecuentemente con grados variables de parálisis. Se desencadenan característicamente por una comida abundante en hidratos de carbono o por el ejercicio extenuante, pero se han descrito variantes sin esos rasgos. Diversos trastornos pueden causar pérdidas excesivas renales de K. Puede producirse caliuresis en el exceso de esteroides suprarrenales debido a los efectos directos de los mineralocorticoides sobre la secreción de K en la nefrona distal. El síndrome de Cushing, el hiperaldosteronismo primario, los raros tumores secretores de renina, el aldosteronismo sensible al tratamiento con glucocorticoides (un raro trastorno heredado) y la hiperplasia suprarrenal congénita pueden causar hipopotasemia por el exceso de formación de mineralocorticoides. La inhibición de la enzima 11- -hidroxiesteroide deshidrogenasa (11- -HSDH) evita la conversión del cortisol, que tiene alguna actividad mineralocorticoide, en cortisona, que carece de ella. Sustancias como el ácido glicirretínico (que se encuentra en el regaliz y el tabaco de mascar) inhibe la 11-HSDH, produciéndose altos niveles circulantes de cortisol y pérdida excesiva renal de K. Síntomas, signos y diagnóstico La hipopotasemia grave (con un K plasmático <3 mEq/l) puede producir debilidad muscular y conducir a parálisis e insuficiencia respiratoria. Otras disfunciones musculares consisten en calambres, fasciculaciones, íleo paralítico, hipoventilación, hipotensión, tetania y rabdomiólisis. La hipopotasemia persistente puede dificultar la capacidad concentradora del riñón, produciendo poliuria con polidipsia secundaria. Suele existir alcalosis metabólica, aunque la hipopotasemia también se produce en la acidosis metabólica, como en la diarrea o la acidosis tubular renal. Generalmente la hipopotasemia no afecta a la TFG, ni al equilibrio de agua, ni al Na+. Sin embargo, puede producirse un estado parecido a la diabetes insípida nefrógena con grave depleción de K. Los efectos cardíacos de la hipopotasemia suelen ser mínimos en tanto los niveles plasmáticos de K no sean <3 mEq/l. La hipopotasemia puede producir contracciones ventriculares y auriculares prematuras, taquiarritmias ventriculares y auriculares y bloqueo auriculoventricular de segundo o tercer grado. Los Pacientes con una cardiopatía preexistente importante, y/o los que reciben digital, corren el riesgo de presentar anomalías de la conducción cardíaca incluso por una hipopotasemia muy leve. En la figura 12-1 se muestran los cambios característicos de depresión del segmento ST, aumento de amplitud de la onda U y una onda T de menos amplitud que la onda U (en la misma derivación). 17 [Pick the date] Cuando el déficit y la hipopotasemia son más intensos (K plasmático <3 mEq/l), o cuando es imprescindible un tratamiento continuado con agentes que producen depleción de K, se puede administrar KCl v.o. (cloruro potásico al 10%). Generalmente, 20 a 80 mEq/d, además de las pérdidas actuales de K, administrados en dosis fraccionadas a lo largo de varios días, corrigen el déficit de K. Por otra parte, la necesidad de los suplementos de K puede continuar durante varias semanas en el caso de la realimentación tras una inanición prolongada. . Hiperpotasemia El diagnóstico de hipopotasemia se hace fundándose en un nivel plasmático o sérico de K <3,5 mEq/l (v. Metabolismo del potasio, más atrás). Profilaxis y tratamiento En la mayoría de los Pacientes que reciben diuréticos no es imprescindible la reposición rutinaria del K. Sin embargo, evitar la hipopotasemia es particularmente importante en los Pacientes que reciben digital, en los Pacientes asmáticos que reciben agonistas ß2 y en los diabéticos no dependientes de insulina. Estos Pacientes deben recibir la mínima dosis efectiva de un diurético con una duración de acción moderada; se debe restringir la ingesta dietética de Na+ (<2 g/d) y monitorizar estrictamente el K plasmático tras la iniciación del tratamiento. Una vez comprobada una concentración de K estable, se necesita una monitorización menos frecuente, a no ser que se aumente la dosis o aparezcan síntomas de hipopotasemia u otros problemas. Si se presenta hipopotasemia está indicada la suplementación con K y el diurético debe interrumpirse si es posible. La adición de 100 g/d de triamtereno o de 25 mg de espironolactona 4/d puede ser útil en algunos Pacientes que se hacen hipopotasémicos con el tratamiento diurético, pero debe evitarse en Pacientes con insuficiencia renal, diabetes u otra enfermedad renal intersticial asociada con hipopotasemia debida a hipoaldosteronismo hiporreninémico (acidosis tubular renal tipo 4). La deficiencia de K debe corregirse con gran cuidado en los Pacientes con insuficiencia renal. La corrección de la causa subyacente puede bastar cuando la hipopotasemia es leve. Aumento de la concentración de potasio sérico por encima de 5,5 mEq/l (potasio plasmático superior a 5,0) causada por un exceso de los depósitos de potasio corporal total o un movimiento anormal de salida de potasio de las células. Etiología y patogenia Dado que los riñones excretan normalmente las cargas de K en función del tiempo, una hiperpotasemia sostenida suele implicar una disminución de la excreción renal de K. La hiperpotasemia también puede ser causada por el movimiento transcelular del K hacia fuera de las células en estados de acidosis metabólica, hiperglucemia en presencia de una deficiencia de insulina, ejercicio moderadamente intenso, especialmente en presencia de un bloqueo ß, intoxicación digitálica, lisis tumoral aguda, hemólisis intravascular aguda o rabdomiólisis. La parálisis periódica familiar hiperpotasémica es un raro trastorno heredado debido a una salida brusca del K de las células desencadenado generalmente por el ejercicio. La hiperpotasemia por un exceso del K corporal total es particularmente frecuente en los estados oligúricos (en especial en la insuficiencia renal aguda) y se asocia con la rabdomiólisis, las quemaduras, las hemorragias en los tejidos blandos o el tracto GI y con la insuficiencia suprarrenal, la cual se identifica cada vez más en los Pacientes con SIDA (v. más atrás, Hiponatremia). En la insuficiencia renal crónica, la hiperpotasemia es infrecuente hasta que la TFG desciende por debajo de 10 a 15 ml/min, salvo si la ingesta dietética de K es excesiva o existe otra fuente de exceso de carga de K, como 18 [Pick the date] un tratamiento con K oral o parenteral, hemorragia GI, lesión de los tejidos o hemólisis. Otras causas posibles de hiperpotasemia en la insuficiencia renal crónica son el hipoaldosteronismo hiporreninémico (acidosis tubular renal tipo 4), los inhibidores de la ECA, los diuréticos ahorradores de K, el ayuno (supresión de la secreción de insulina), los fármacos bloqueantes ß y los AINE. Si se ingiere suficiente KCl por vía oral o se administra por vía parenteral, puede producirse una hiperpotasemia grave incluso con una función renal normal. No obstante, la hiperpotasemia yatrogénica se observa con más frecuencia en Pacientes con algún grado de deterioro renal. Otros fármacos que pueden limitar la eliminación renal de K, y producir con ello una hiperpotasemia, son la ciclosporina, el litio, la heparina y la trimetoprima. Síntomas, signos y diagnóstico Aunque a veces se produce parálisis fláccida, la hiperpotasemia suele ser asintomática hasta que sobreviene la toxicidad cardíaca (v. fig. 12-1). Los primeros cambios observados en el ECG con una hiperpotasemia progresiva (K plasmática >5,5 mEq/l) son un acortamiento del intervalo QT y ondas T altas, simétricas y afiladas. La hiperpotasemia progresiva (K plasmático >6,5 mEq/l) produce arritmias nodales y ventriculares, ensanchamiento del complejo QRS, alargamiento del intervalo PR y desaparición de la onda P. Finalmente, el complejo QRS degenera a un patrón de onda sinusal y se inicia la asistolia o la fibrilación. asa puede potenciar también la excreción renal de K. Un K plasmático >6 mEq/l exige un tratamiento más intervencionista. Sin embargo, en la insuficiencia renal aguda o crónica, especialmente en presencia de hipercatabolismo o de lesión tisular, el tratamiento se debe iniciar cuando el nivel de K plasmático supera los 5 mEq/l. Si no existen anomalías en el ECG y el K plasmático no está muy aumentado (<6 mEq/l), se puede administrar sulfonato sódico de poliestireno en sorbitol (15 a 30 g en 30 a 70 ml de sorbitol al 70% v.o. cada 4 a 6 h). El sulfonato Na+ de poliestireno actúa como una resina de intercambio catiónico y elimina el K a través de la mucosa GI. El sorbitol se administra con la resina para asegurar el tránsito a través del tracto GI. Los Pacientes que no pueden tomar medicamentos orales debido a íleo u otros motivos pueden recibir dosis similares mediante un enema de retención. Se elimina alrededor de 1 mEq de K por gramo de resina administrado. El tratamiento con resina actúa con lentitud y a menudo no logra reducir el K plasmático de manera importante en los estados hipercatabólicos. Dado que el K se intercambia por Na+ cuando se emplea el sulfonato Na+ de poliestireno, puede presentarse una sobrecarga de Na+, sobre todo en Pacientes oligúricos con sobrecarga preexistente de la volemia. En urgencias como la toxicidad cardíaca o si el nivel plasmático de K es >6 mEq/l, deben llevarse a cabo inmediatamente las tres medidas que siguen en sucesión rápida sin esperar a repetir las cifras plasmáticas de K después de cada una de ellas: Tratamiento 1. Administración i.v. de 10 a 20 ml de gluconato de calcio al 10% (o de 5 a 10 ml de gluceptato cálcico al 22%) a lo largo de 5 a 10 minutos. Se debe tener cuidado al administrar calcio a Pacientes que toman digital, dado el riesgo de desencadenar arritmias relacionadas con la hipopotasemia. Si el ECG ha empeorado hasta la aparición de ondas sinusales o de asistolia, el gluconato cálcico puede administrarse en infusión i.v. rápida (5 a 10 ml en 2 min). La hiperpotasemia leve (con un K plasmático <6 mEq/l) puede responder a una ingesta de K reducida o a la interrupción de fármacos como los diuréticos ahorradores de K, los bloqueantes b, los AINE o los inhibidores de la ECA. La adición de un diurético del 2. Administración i.v. de 5 a 10 U de insulina regular en forma de pulso i.v. seguido inmediatamente por la infusión rápida de 50 ml de glucosa al 50%. Esto debe ir seguido de solución de dextrosa al 10% a 50 ml/h para evitar la hipoglucemia. En la parálisis periódica familiar hiperpotasémica aparece frecuentemente debilidad durante los ataques y puede evolucionar a una parálisis manifiesta. El diagnóstico de hiperpotasemia se hace con un nivel plasmático o sérico de K >5,5 mEq/l (en plasma >5,0 mEq/l) (v. más atrás, Metabolismo del potasio). 19 [Pick the date] El efecto sobre el K plasmático aparece en 15 min. 3. Inhalación de una dosis alta de un agonista ß, como el albuterol (10 a 20 mg) a lo largo de 10 min (concentración 5 g/ml). Esto ha demostrado ser eficaz y seguro para tratar la hiperpotasemia. El comienzo de la acción tiene lugar antes de unos 30 min. La duración del efecto es de 2 a 4 h. 20