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EL SABER FILOSÓFICO. 1.- Introducción.Os encontráis con una nueva asignatura. Como siempre, ante lo desconocido uno reacciona de acuerdo con su propia personalidad: Hay quien siente preocupación (incluso un poco de temor), quien piensa que puede aportarle algo nuevo y mantiene una actitud expectante, quien con lo que ha oído ya se ha hecho una idea y piensa que es un rollo, quien ha concluido que es una asignatura más que hay que aprobar, incluso quien pronostica que será una pérdida de tiempo porque… ¿para qué me va a valer a mí la filosofía? Bueno, estaría bien empezar planteándonos qué entendemos por filosofía, qué creéis que vamos a estudiar en esta asignatura, si puede haber algo interesante en su estudio, qué es lo que os han contado y cuánto hay de verdad en ello… y ya estamos empezando a filosofar. ¿Os habéis planteado alguna vez lo diferentes que pueden ser las interpretaciones que distintas personas hacen de una misma realidad? Fijaos que eso nos lleva a otras cuestiones: ¿quién tiene razón?, ¿qué es la verdad, entonces?, ¿puede uno estar seguro de una cosa y no ser cierta?. Y ¿cómo lo sabemos?, seguramente dialogando, utilizando el lenguaje para comunicarnos, ¿pensáis que hay otros animales en la naturaleza que pueden comunicarse de la manera que nosotros los hacemos?. En fin, podríamos seguir encadenando preguntas y nos iríamos, casi sin darnos cuenta, adentrando en el contenido del saber filosófico. Hay una primera definición de filosofía, que es la que se basa en su etimología, en el significado de los términos que componen la palabra: filo (φυλοσ) – sofia (σοφόσ): amor a la sabiduría. Este término se atribuye generalmente a un filósofo griego que conoceréis por otras cuestiones, se llamaba Pitágoras y a él se dirigió el tirano León llamándole sabio, a lo que Pitágoras contestó que él no era un sabio, sino alguien que aspiraba a serlo, que amaba la sabiduría, que buscaba el saber y el conocimiento. Ese es el significado etimológico de la palabra filosofía: amor a la sabiduría. 1 Hoy desde muchos ámbitos, incluso el filosófico, se levantan voces que anuncian la muerte de la filosofía en nuestro mundo. Parece que en un momento en que la ciencia pretende llegar desde lo más recóndito del ser humano a lo más alejado en el espacio ya no hay lugar para ese tipo de reflexión, siempre frustrada, siempre recurrente, que más que avanzar, profundiza, que más que progresar, golpea terca e insistentemente el mismo lugar, sobre los mismos conceptos. Y es que, tradicionalmente, la filosofía ha cumplido un buen papel social. El filósofo en Grecia, poco menos que dirigía la sociedad. Elaboraba constituciones, educaba a la juventud, justificaba la situación establecida. Era una persona que, en realidad, cumplía una función importante. En la Edad Media acercaba los misterios a las mentes más racionalistas, servía a la teología para que ésta fuese creíble desde un ámbito meramente humano. En el Renacimiento dirigía toda la cultura, esa explosión de Humanismo, de pensamiento en ebullición, de clases de saber, de planteamientos nuevos. Incluso la Ilustración necesitaba un soporte teórico que, en definitiva, es aportado por la filosofía. Pero parece ser que en el mundo actual la legitimación de la realidad, de la situación, ya no debe venir de la filosofía, sino de la ciencia. Se necesita una base absolutamente segura, y la filosofía ha perdido esa capacidad de ofrecer seguridad que en otros tiempos tuvo. Actualmente somos más prácticos, más técnicos, quién sabe si menos personas, pero no importa. De todas formas tampoco estoy seguro de poder definir filosofía de una manera absoluta, es decir, que contemple todos los matices que la actividad tiene y que expresa toda la amplitud y la profundidad de su intención. La filosofía se identificó con la sabiduría en Grecia. Santo Tomás la definió como la ciencia de todas las cosas en sus últimas causas utilizando sólo la luz natural de la razón humana. A partir de Descartes, la filosofía se convirtió en el intento de llegar a descubrir un método para llegar al conocimiento cierto. En Kant la filosofía se convierte en una crítica a las desnaturalizaciones de la razón. Con Marx la filosofía toma tierra y se transforma en una guía para transformar las condiciones reales de la existencia. En Nietzsche es un grito desesperado en defensa de la vida. En Wittgenstein se convierte en un mero análisis del lenguaje, ya que es un saber sustantivo; y, en cambio, en Marcase y la Escuela de Frankfurt es una crítica de la razón instrumental, de la razón científico-técnica. 2 Y a pesar de los pesares se sigue haciendo filosofía. Y a pesar de haber decretado su muerte, la filosofía, como Lázaro, resucita permanentemente y sigue transitando con mayor o menor fortuna, por todos los caminos del mundo. Y es que, de alguna manera, el proceso de humanización, eso que nos hace ser los animales más especiales de cuantos existen, se debe precisamente a la capacidad de interrogarnos por nosotros mismos, por nosotros como individuos (cada uno de nosotros), y por nosotros como sociedad (las distintas agrupaciones de las que formamos parte) y eso no es otra cosa que filosofar. Se convierte así la filosofía en una nota característica, definitoria de nuestra realidad como especie, constitutiva de eso que nos conforma, que nos hace, que nos realiza. 2.- El origen de la filosofía. Existe un gran acuerdo entre los especialistas en situar el nacimiento de la filosofía en las poleis de Asia Menor sobre el Siglo VI a.C., concretamente en la región de Jonia (una colonia griega) y, concretando aún más, en la polis de Mileto. En el Siglo VI a.C. la Hélade, o mundo griego, ocupaba buena parte de las costas del Mediterráneo. Jonia, en Asia Menor, era uno de sus centros más activos. Aquí se habían establecido los antiguos aqueos (huyendo de la arrasada Micenas) y aquí había “escrito” Homero sus obras. Además, en esta época Grecia sufrió una importante transformación socio-económica. Antes era un país primordialmente agrícola, pero a partir de entonces comenzó a desarrollarse cada vez más la industria artesana y el comercio. Se hizo necesario entonces fundar centros de presentación comercial que, precisamente surgieron primero en las colonias jónicas. En la polis de Mileto, el centro económico más importante, Tales será el primer filósofo. 2.1.-La religión: religión pública y religión mistérica. Se suele dividir la religión de los griegos en pública y mistérica. La pública será la practicada por la mayoría de los ciudadanos y estará basada fundamentalmente en los mitos de Homero y Hesiodo (es lo que se conoce como mitología griega). La mistérica surgirá cuando una serie de personas se sienten decepcionados por la religión pública y fundan una serie de sectas donde practican cultos alternativos al oficial. 3 La religión pública era fundamentalmente politeísta: una gran cantidad de deidades que representaban fuerzas naturales a través de formas humadas idealizadas (Zeus, del rayo; Eolo, del viento; Efestos, del fuego; etc.). Los dioses son hombre amplificados e idealizados y, en consecuencia, sólo difieren de los hombres en cantidad y no en cualidad. Al ser, fundamentalmente, representantes de las fuerzas naturales y no ser cualitativamente distintos a los hombres, se considera la religión griega como una forma de naturalismo. Así, lo que esta religión exige del hombre no es un radical cambio interior, un elevarse por encima de sí mismo, sino, por el contrario, seguir su propia naturaleza. Todo lo que se pide al hombre es que haga en honor a los dioses aquello que es conforme a la propia naturaleza. Por ello, un tema fundamental en el pensamiento griego, será la naturaleza. La religión de los misterios se alejaba de esta visión (si bien se enmarcaba en su politeísmo general) y se centraba en unas creencias específicas con unos rituales propios. La religión no oficial más importante fue la representada por los misterios órficos. El orfismo fue fundado por el poeta Orfeo, del que no tenemos ningún registro histórico, y basa su importancia en introducir un nuevo esquema de creencias y una nueva interpretación de la existencia humana. El núcleo de estas creencias puede centrarse en lo siguiente: en el hombre alberga un principio divino (un demonio o alma) que se encarna en un cuerpo debido a una culpa originaria. Este demonio no muere con el cuerpo sino que va reencarnándose buscando su purificación y la plena expiación de su culpa. Cuando acaba este ciclo de reencarnaciones el alma va a un más allá donde es premiado. Esta idea de premios y castigos de ultratumba surge cuando el hombre se enfrenta al absurdo de que en esta vida los virtuosos sufren y los viciosos gozan. Con esta concepción surge el dualismo que caracterizará gran parte de la historia de la filosofía y cae en declive el naturalismo de la religión pública, ya que para purificarse, el hombre ha de renunciar a sus impulsos naturales y dejar en soledad el elemento divino: hay que desprenderse del cuerpo. Esto tendrá gran influencia en los pitagóricos y en Platón. 2.2.- Características fundamentales del mito. Homero y Hesíodo. Los mitos constituyen uno de los primeros intentos del ser humano de hacerse cargo del mundo que le rodea: explicar y dominar la naturaleza y, también, comprender quién es el mismo. Este tipo de narraciones ocupó un lugar importante en la evolución de muchos pueblos, entre ellos el griego, porque les proveyó de sus primeras descripciones y explicaciones del mundo: de su entorno natural, de los 4 fenómenos atmosféricos, de las principales culturas o de la vida de ultratumba. Los principales rasgos que comparten los mitos serán los siguientes: a) Recurren a personajes legendarios. Dioses o grandes héroes serán los protagonistas de los relatos. Los dioses serán personificaciones de los fenómenos naturales que pretenden explicar (antropomorfismo). b) Ocurren en un pasado remoto prestigioso. El presente es visto como una época degenerada de una anterior Edad de Oro en el que ocurrieron todos aquellos grandes eventos c) Son relatos imaginativos y fantásticos. Aunque se basan en una atenta observación de la realidad y de los problemas fundamentales de la existencia, sus explicaciones no son racionales porque no se justifican ni se demuestran. Los fenómenos que se describen no obedecen a leyes precisas y comprobables, sino a la voluntad caprichosa de los dioses, a sus disputas y amores. Por lo tanto, la realidad es caótica y arbitraria, poco ordenada. d) El autor es siempre desconocido y colectivo. Los mitos no son fruto de la creación consciente e intencionada de una persona concreta a quien se le puedan atribuir, sino que son consecuencia de una formación lenta, espontánea y popular. e) Poseen un carácter tradicional y acrítico. Al ser anónimos y, además, normalmente no están escritos, se transmiten de padres a hijos. Los miembros de una cultura reciben los mitos y lo aceptan, pero no participan activamente en su formación. Los mitos no se critican ni se modifican, se aceptan y asumen tal y como vienen dados por la tradición. El corpus de mitos griegos viene dado fundamentalmente por las obras de dos autores: Homero y Hesiodo. Homero: históricamente apenas sabemos nada de él (se duda incluso de su existencia), pero suponemos que vivió sobre el siglo VIII a. C. y que era ciego (Homero puede venir de ho me horón, el que no ve). Fue un poeta o rapsoda al que se le atribuyen los dos grandes poemas épicos griegos: La Iliada y la Odisea. a) La Iliada narra los últimos episodios de Troya. París, hijo de Príamo y príncipe de Troya, rapta a Helena, prometida de Menelao, rey de Esparta, lo que desata la guerra. 5 Todos los pueblos griegos aúnan sus fuerzas y se lanzan a la conquista de Troya. Tras diez años de guerra, mediante la famosa estratagema del caballo, los aqueos conquistan la ciudad. Los personajes principales serán Aquiles (el mejor guerrero aqueo, ideal del aristoi), Ulises (rey de Ítaca), Héctor (hijo de Príamo y hermano de Paris, será el mejor troyano), o Agamenón (rey de los aqueos). En esta obra se verán claramente las características de la moral agonal (de agon, fueza), propia del ideal aristocrático griego previo a la revolución socrática del siglo V a.C., representada, sobre todo, por el personaje de Aquiles. Esta moral entenderá la areté como habilidad con la espada (si bien también será ya importante la habilidad con la palabra, representada por Ulises), la búsqueda de la inmortalidad entendida como la fama o gloria (permanecer en la memoria de los otros por las hazañas conseguidas), y el linaje o prestigio familiar (Aquiles será hijo de Tetis y Ulises desciende en última instancia de Zeus). b) La Odisea narra la vuelta a casa (Ítaca) de Odiseo (Ulises) una vez acabada la guerra de Troya. Ulises tardará veinte años en volver a Ítaca donde su fiel esposa, Penélope, ha de soportar a sus múltiples pretendientes. Con su astucia (metis), Ulises se enfrentará a todos los problemas ocasionados por el designio de los dioses. Hesiodo nació en Ascra (cerca de Tebas) hacia la segunda mitad del siglo VIII a. C. Pudo ser contemporáneo de Homero e incluso rival suyo en certámenes poéticos. Sus obras fundamentales son La Teogonía (donde explica el origen del universo y las primeras generaciones de dioses), El escudo de Heracles (donde narra la expedición de Heracles para batirse con Cicno, hijo de Ares) y Los trabajos y los días (donde muestra su fascinante visión de las edades del hombre). La explicación del origen del universo y la primera generación de dioses de la mitología griega (según Hesiodo) viene a ser la siguiente: Urano engendró a los Titanes (Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Tea, Rea, Temis, Mnemósine, Febe, Tetis, Crono) en la Madre Tierra (Gea) después de haber arrojado a sus hijos rebeldes, los Cíclopes (gigantes con un solo ojo) y los Hecatónquiros (seres con cien brazos y cincuenta cabezas), al Tártaro, un lugar tenebroso en el mundo subterráneo que está tan lejos de la tierra como ésta del cielo. Un yunque que cayera en él 6 tardaría nueve días en tocar fondo. En venganza1, la Madre Tierra convenció a los Titanes para que atacaran a su padre, y así lo hicieron, encabezados por Crono, el más joven de los siete, al que ella armó con una hoz de pedernal. Sorprendieron a Urano mientras dormía, y con la hoz de pedernal, el despiadado Crono lo castró sujetando sus genitales con la mano izquierda (que desde entonces se considera la mano del mal agüero) para arrojarlos después al mar, junto con la hoz, en el cabo Drépano. Pero algunas gotas de sangre que salieron de la herida fueron a caer en la Madre Tierra, que parió a las tres Erinias, furias que vengan los crímenes de parricidio, llamadas, Alecto, Tisífone y Mégera. De esta sangre también nacieron las ninfas del fresno (tres Furias con un humor más festivo), llamadas Melíades. Los Titanes entonces liberaron a los Cíclopes del Tártaro y pusieron la soberanía de la Tierra en manos de Crono. Sin embargo, en cuanto Crono se sintió amo absoluto de todo, desterró nuevamente a los Cíclopes al Tártaro junto con los hombres de cien manos, y tomando a su hermana Rea como esposa, gobernó en Élide. Crono se casó con su hermana Rea, a la que está consagrado el roble. Pero la Madre Tierra y su moribundo padre Urano profetizaron que uno de sus hijos le destronaría. Por tanto, cada año engullía a los hijos que Rea daba a luz: primero a Hestia (diosa del fuego, que da calor al hogar), luego a Deméter (diosa de la agricultura) y Hera (diosa del nacimiento y del matrimonio), después a Hades (dios de ultratumba) y Posidón (dios del mar). Rea estaba furiosa. Dio a luz a Zeus, su tercer hijo varón, en plena noche en el monte Liqueo de Arcadia, donde ninguna criatura proyecta su sombra, y, habiéndolo bañado en las aguas del rio Neda, se lo entregó a la Madre Tierra. Ésta lo llevo a Licto, en Creta, y lo ocultó en la cueva de Dicte, en el monte Egeo […] En torno a la cuna dorada del niño Zeus, que estaba colgada de un árbol para que Crono no lo encontrara ni en la tierra, ni en el cielo ni en el mar, permanecían los Curetes armados, hijos de Rea. Se golpeaban las lanzas contra los escudos y gritaban para amortiguar el llanto del niño, por temor a que Crono pudiera oírle desde la distancia, pues Rea había envuelto una piedra en pañales y se la había dado a Crono en el monte Taumacio de Arcadia, haciéndole creer que lo que se iba a tragar era el recién nacido Zeus […] Hesíodo señala en la Teogonía que la causa de la venganza era que: “los hijos más terribles, estaban irritados con su padre desde siempre. Y cada vez que alguno de ellos estaba a punto de nacer, Urano los retenía a todos ocultos en el seno de Gea sin dejarles salir a la luz y se gozaba cínicamente con su malvada acción.” 1 7 Zeus alcanzó la edad viril entre los pastores de Ida, ocupando otra cueva aparte. Luego buscó por todas partes a Metis la Titánide, que vivía junto a la corriente del océano. Siguiendo su consejo fue a buscar a su madre Rea y le pidió que le nombrara copero de Crono. Rea le ayudó de buen grado en su tarea de venganza, proporcionándole la poción emética que Metis le había dicho a Zeus que mezclara con la bebida enmelada de Crono. Éste, después de un buen trago, vomitó primero la piedra, y luego a los hermanos y hermanas mayores de Zeus. Salieron todos ilesos y, en señal de gratitud, le pidieron que le condujera en la guerra contra los Titanes, que habían elegido al gigante Atlante como caudillo (hijo de Jápeto y hermano de Prometeo, Epimeteo y Menecio), pues Crono ya no tenía edad para esas lides. La guerra duró diez años, pero al fin la Madre Tierra profetizó la victoria a su nieto Zeus a condición de que tomara como aliados a aquellos que Crono había desterrado al Tártaro. Así pues, Zeus se acercó en secreto a Campe, la vieja carcelera del Tártaro, la mató, tomó las llaves y, tras liberar a los Cíclopes y a los Gigantes de Cien Manos, los fortaleció dándoles comidas y bebidas divinas. Los Cíclopes le dieron inmediatamente el rayo como arma ofensiva, a Hades le entregaron un yelmo que le tornaba invisible y a Posidón un tridente. Después que los tres hermanos hubieron celebrado un consejo de guerra, Hades entró sin ser visto en la morada de Crono para robarle sus armas; y mientras Posidón le amenazaba con el tridente para distraer su atención, Zeus le derribó con el rayo. Entonces los tres Gigantes de las Cien Manos alzaron rocas y las lanzaron contra los restantes Titanes, y un grito súbito de la cabra Pan los puso en fuga. Los dioses salieron en su persecución. Crono y todos los Titanes derrotados, excepto Atlante, fueron desterrados a una isla británica en el lejano oeste (algunos dicen que fueron confinados en el Tártaro) y se encuentran allí custodiados por los Gigantes de Cien Manos. Nunca más volvieron a perturbar la Hélade. Atlante, su caudillo guerrero, recibió un castigo ejemplar, siendo obligado a cargar el cielo sobre sus hombros. Sin embargo, las Titánides fueron perdonadas, por consideración a Metis y Rea. 2.3.- El paso del Mito al Logos. Características fundamentales del logos. La filosofía surge como un tipo de conocimiento distinto y, en muchos sentidos, opuesto al mito, en torno al siglo VI a.C. con los 8 pensadores de la escuela de Mileto. Por esa razón, el origen de la filosofía suele caracterizarse con la expresión el paso del mito al logos. La palabra logos significa en griego razón, discurso, palabra; es decir, el paso del mito al logos va a suponer el paso progresivo de unas explicaciones de la realidad de tipo mítico a otras de tipo racional. Veamos las características fundamentales del nuevo pensamiento racional: a) No recurre a personajes legendarios. La razón o logos, intenta explicar la realidad a partir de la observación directa de lo que ocurre, buscando en ella principios y causas naturales. Las explicaciones se hacen entonces menos antropomórficas (el rayo ya no es un dios, sino un fenómeno natural que obedecerá a causas naturales) En general, los primeros filósofos van a mantener un cierto escepticismo hacia los dioses. b) Se centra en el presente. Para explicar lo que ocurre no hace falta irse a un pasado remoto lleno de dioses y héroes. Hay que observar la realidad aquí y ahora y explicarle desde este mismo presente. c) Las explicaciones requieren justificación racional. Las descripciones de la realidad no se aceptan sin más, sino que se intentan dar razones, justificar racionalmente el por qué. Parten de la observación e intentan explicarla racionalmente. La realidad se hace entonces ordenada, sujeta a leyes y principios y no ya sujeta a los caprichos y vicisitudes de la vida de los dioses. d) El autor es conocido e individual: la filosofía no es anónima ni creada popularmente por la tradición. Cada filósofo será conocido por sus propias teorías. Así hablaremos de la filosofía de Platón o de Kant. e) Es crítico con la tradición. La filosofía no va a aceptar nada sin un previo análisis crítico. El logos va a dudar de todo aquello que no sea racional y como el mito esencialmente no lo es, será muy crítica con el mito. Autores como Jenófanes serán muy críticos con la religión pública PROMETEO Y PANDORA Según los primeros griegos, los creadores del hombre fueron Zeus y Prometeo. Prometeo era un Titán, uno de los viejos dioses que habían ayudado a Zeus en su lucha contra Crono. Fue Prometeo el que modeló a los primeros hombres de 9 barro, concediéndoles la posición erecta para que mirasen a los dioses. Zeus les dio el soplo de la vida. Los primeros hombres eran aún seres primitivos que vivían de lo que podían matar con sus arcos de madera, sus hachas de cuerno y sus cuchillos, y de las escasas cosechas que lograban hacer crecer. No conocían el fuego, así que comían la carne cruda y se envolvían en gruesas pieles para abrigarse del frío. Eran incapaces de hacer vasijas o escudillas y no sabían trabajar los metales para procurarse herramientas útiles y armas. Zeus estaba contento de que vivieran en aquel estado, porque temía que alguno pudiera crecer lo suficiente como para rivalizar con él. Pero Prometeo había aprendido a amar al género humano y sabía que con su ayuda los hombres podían progresar. Él y Zeus habían creado la raza humana, no unos animales cualquiera. - Tendríamos que enseñarles el secreto del fuego –dijo a Zeus-, si no, serán siempre como niños inermes. Tendríamos que terminar lo que hemos empezado. Son felices con lo que tienen –respondió Zeus-. ¿Para qué preocuparnos? Prometeo comprendió que no conseguiría convencer a Zeus y entonces subió secretamente al Olimpo –donde ardía el fuego día y noche- y encendió una tea. Con ella prendió un pedazo de carbón vegetal hasta convertirlo en un tizón, lo escondió entre los tallos de una planta de hinojo y se lo llevó a los hombres. Aquel primer tizón proporcionaría el fuego a los hombres y Prometeo les enseñó a utilizarlo. También los ayudó de otros modos. Por ejemplo, cuando se hacían sacrificios, la parte mejor de la carne del animal sacrificado iba siempre destinada a los dioses, y la peor, a los hombres. Valiéndose de un engaño, Prometeo aseguró a los hombres una parte más adecuada. Dividió la carne de un buey en dos montones: uno, el más aparatoso, no contenía más que huesos mondos cubiertos de grasa; el otro, la carne mejor. Zeus escogió el primero, y al verse engañado de ese modo se encerró en un irritado silencio. Con ayuda de Prometeo el hombre hizo rápidos progresos. Aprendió a modelar vasijas y escudillas, a construir casas con bloques de arcilla cocida y con el tejado de ladrillos en vez de trenzado de cañas. Aprendió a trabajar el metal para defenderse y cazar. Pero una noche en que Zeus estaba mirando desde el cielo, vio un juego que ardía en la tierra y comprendió que había sido engañado. Mandó llamar a Prometeo. - ¿No te prohibí que dieras a conocer al hombre el secreto del fuego? – preguntó-. Dicen que eres sabio, pero ¿no comprendes que con tu ayuda algún día el hombre desafiará a los dioses? 10 - No tiene por qué suceder, si lo amamos y le damos buenas enseñanzas –respondió Prometeo. Pero Zeus se enfureció sobremanera y no quiso oír más explicaciones. Ordenó que Prometeo fuese llevado a las montañas del este y encadenado a una roca. Un águila feroz se alimentaba todos los días con su hígado, y el hígado volvía a crecerle durante la noche para que la tortura pudiera empezar otra vez. Pasaron muchos años antes de que Prometeo fuera liberado: hay quien dice que treinta mil, y no está claro cómo sucedió. Según una leyenda fue a liberarlo el poderos Hércules. De todos modos Zeus no había quedado satisfecho con su venganza e hizo sufrir todavía al género humano. Por voluntad suya su hijo Hefesto modeló una muchacha con una mezcla de arcilla y agua. Atenea le infundió el soplo de la vida y la instruyó en las artes femeninas de la costura y la cocina; Hermes, el dios alado, le enseñó la astucia y el engaño, y Afrodita le mostró cómo conseguir que todos los hombres la desearan. Otras diosas la vistieron de plata y le ciñeron la cabeza con una guirnalda de flores; luego la llevaron en presencia de Zeus. -Toma este cofrecito –le dijo, entregándole una cajita de cobre bruñido. Es tuyo, llévalo siempre contigo, pero no lo abras por nada del mundo. No me preguntes la razón y sé feliz, ya que los dioses te han dado lo que todas las mujeres desean. Pandora, que así se llamaba la muchacha, sonrió. Pensaba que el cofrecito estaría lleno de joyas y piedras preciosas. -Ahora tenemos que encontrarte un marido que te ame, y yo conozco al hombre adecuado: Epimeteo. Él te hará feliz. Epimeteo era hermano de Prometeo, pero le faltaba toda la prudencia de su hermano. Prometeo le había advertido que no aceptara ningún regalo de Zeus, pero él, un poco halagado y quizá temeroso de rechazarle, aceptó a Pandora como esposa. Hermes acompañó a la muchacha hasta la casa del flamante marido en el mundo de los hombres. - Bueno, amigo Epimeteo –le dijo- No olvides que Pandora tiene un estuche que no debe abrir por ningún concepto. Epimeteo tomó el estuche y lo colocó en sitio seguro. Al principio, Pandora fue feliz viviendo con él y olvidó el estuche; más tarde empezó a reconcomerla el gusanillo de la curiosidad. - ¿Por qué no podemos ver al menos lo que contiene? –dijo a su marido. Luego, mientras Epimeteo dormía, abrió el cofrecito y, rápidos como el viento, salieron todos los males que desde entonces nos afligen: el cansancio, la pobreza, la vejez, la enfermedad, los celos, el vicio, las pasiones, la 11 suspicacia,... Desesperada, Pandora intentó cerrar el cofrecito, pero era demasiado tarde. Su contenido se había desparramado por todas partes. La venganza de Zeus se había realizado: la raza humana no podía ser noble como había querido Prometeo. La vida sería una lucha constante contra dificultades de todo género. Había pocas probabilidades de que el hombre pudiera aspirar al trono de Zeus. Pero el triunfo del rey de los dioses no era completo. Una cosita de nada había quedado en el fondo del estuche y Pandora consiguió encerrarla. Era la esperanza. Con ella el género humano había encontrado la manera de sobrevivir en este mundo hostil. La esperanza les daba una razón para seguir viviendo. Los físicos jonios: el logos teórico. Los primeros desarrollos filosóficos parecen haber surgido a principios del siglo VII a.C., en Jonia, en la costa oeste del Asia Menor (la actual Turquía, justo al otro lado del mar Egeo desde la Grecia continental). Más concretamente hizo aparición en la ciudad de Mileto, en la costa sur de Jonia, de la mano de TALES, ANAXIMANDRO y ANAXÍMENES, extendiéndose posteriormente por todo el territorio. Mientras la misma Grecia se hallaba en un estado de caos y de relativa barbarie, a consecuencia de las invasiones dorias del siglo XI a.C., que hundieron la antigua cultura egea, Jonia conservó el espíritu de la civilización anterior. Fue en Jonia donde se originó la nueva civilización griega. Jonia, donde la vieja sangre y el espíritu egeos perduraron más. Enseñó a la nueva Grecia, le dio las monedas acuñadas y las letras, el arte y la poesía, y sus marinos, quitándoles la primacía a los fenicios, llevaron su nueva cultura hasta los que entonces pasaban por ser los confines de la tierra. La filosofía nació allí con el carácter de una actividad ociosa, es decir, no impulsada por las necesidades de tipo práctico, sino ocupada tan sólo de la verdad: como un modo de saber que sólo pretende saber. Para entender bien la transformación del espíritu griego será útil pasar de lo accesorio o meramente descriptivo a lo fundamental, de modo que podamos formarnos primero una imagen mental del impacto socio-cultural que debieron causar aquellas nuevas formas de vida. Para a continuación entender las profundas motivaciones que hacían de la vida de aquellos hombres algo verdaderamente nuevo. Lo que salta claramente a la vista en la figura de los primeros filósofos –que no se atribuyeron, naturalmente, a sí mismos este nombre 12 platónico- es su peculiar actitud espiritual: su consagración incondicional al conocimiento, al estudio y la profundización del ser por sí mismo. Esta actitud pareció a los griegos posteriores, y aun a los contemporáneos, algo completamente paradójico, pero suscitó al mismo tiempo, su más alta admiración. La sosegada indiferencia de aquellos investigadores por las cosas que parecían importantes al resto de los hombres, como el dinero, el honor, e incluso la casa y la familia; su aparente ceguera para sus propios intereses y su indiferencia ante las emociones de la plaza pública, dieron lugar a las conocidas anécdotas relativas a la actitud espiritual de aquellos pensadores que, recogidas especialmente por la Academia platónica y por la escuela peripatética, fueron puestas como ejemplo y modelo de la vida teorética, considerada por Platón como la verdadera praxis de los filósofos. En estas anécdotas el hombre es el gran extravagante, algo misterioso, pero digno de estima, que se levanta por encima de la sociedad de los hombres, o se separa deliberadamente de ella para consagrarse a los estudios. Es ingenuo como un niño, torpe y poco práctico y existe fuera de las condiciones del espacio y el tiempo. El sabio TALES, abstraído por la observación de algún fenómeno celeste, cae en un pozo, y su criada, natural de Tracia, se burla de él porque quiere saber las cosas del cielo y no ve lo que hay bajo sus pies. PITÁGORAS, al serle preguntado por qué vive, responde: Para considerar el cielo y las estrellas. ANAXÁGORAS, acusado de no cuidar de su familia ni de su patria, señala con la mano hacia el cielo y dice: Allí está mi patria. Común a todos es esta incomprensible consagración al conocimiento del cosmos, a la “meteorología”, como se decía todavía entonces en un sentido más amplio y más profundo, es decir, a la ciencia de las cosas de lo alto. Lo que no saltaba tan claramente a la vista, y sin embargo constituía el verdadero manantial de la filosofía, era la novedosísima consideración del fundamento como asistencia intrínseca ejercida en la propia realidad, ello fijó la indagación de un modo preciso. Los presocráticos repiensan la forma mítica de considerar la realidad y se dicen: ¿cómo va a estar el fundamento o principio de las cosas que ahora existen en un pasado?; ¿cómo se puede pensar que lo que hace que algo sea real no sea él mismo ya real, sino que lo fue?; el pasado es “lo que ya no es” y el futuro es “lo que todavía no es”, pero entonces, en rigor, ni el pasado ni el futuro son. ¿Cómo entonces el no-ser va a ser fundamento y origen del ser? Véase lo decisivo de su concepción del tiempo: en el mito, “lo que ya no es” es; ¿se puede decir un absurdo más grande? esto es para nuestros amigos una pura contradicción, locura desatada. Ellos piensan: sólo el presente es. Y de pronto el mundo se les ilumina: ¡se ha hecho la luz, el fundamento de las cosas está en las 13 cosas! El fundamento no es independiente de lo fundado y viceversa. Un objeto pasado o futuro no es objeto en absoluto. Los objetos sólo lo son en presente, por ejemplo: la lluvia llueve. A esta indisoluble unidad de verbo y nombre, sin la que es imposible pensar nada real, es a lo que habitualmente se denomina physis. Aquello que se busca es, sin embargo, la arché (que significa principio). Así pues, la physis es el modo de considerar el principio (el principio es principio, no por ser una cosa material, sino por fundar el aparecer de la cosa). La determinación de la arché aparece con nitidez en el comienzo de esta nueva modalidad sapiencial. Se trata de un pensar concentrado, que sabe de antemano dónde ha de buscarse el fundamento, por más que sea recóndito o difícil de identificar. La dificultad no se debe a que el fundamento esté colocado en el pasado (mito), sino que es cuestión de profundidad. El fundamento está, en todo caso, en el fondo: el fundamento es fondo, pero lo es ahora, ya. La filosofía o cosmología jonia es pues, principalmente, un intento de aclarar en qué consiste el principio de todas las cosas o dicho de otro modo, en qué consiste su ser. El saber qué elemento eligió cada filósofo como arché no importa tanto cuanto el hecho mismo de que tuvieron en común esta idea. La escuela de Mileto, denominada así por proceder TALES, ANAXIMANDRO y ANAXÍMENES (siglo VI a.C.) de esta ciudad de la costa sur de Jonia, propusieron una explicación monista, es decir, defendieron la existencia de un único principio de toda la realidad. TALES DE MILETO: Dos ideas principales: 1. “La tierra flota sobre el agua que es, en cierto modo, la fuente de todas las cosas”. 2. “Incluso los seres aparentemente inanimados pueden estar vivos, el mundo está lleno de dioses” Ambas ideas presentan la posibilidad de ser interpretadas de diversos modos. ¿Quiere decir que todas las cosas proceden del agua, o que el agua es un constitutivo de todas las cosas y no sólo su origen? ¿Podemos decir que todas las cosas tienen un alma o que el mundo, como un todo dinámico, posee alma? 14 ANAXIMANDRO Anaximandro se plantea cómo de un elemento determinado (el agua) puede surgir su contrario (el fuego, por ejemplo) y para solucionarlo piensa que el “arjé” es el “ápeiron”, que se puede traducir por indefinido, ilimitado, infinito, indeterminado, en definitiva, falto de límites. El problema que plantea lo “ápeiron” es el de su naturaleza, ya que para unos será algo conceptual y para otros será algo material. Y de cualquier manera, sigue planteando el problema de cómo a partir de algo indeterminado puede surgir algo determinado. ANAXÍMENES El principio constitutivo de todo para Anaxímenes es el aire. Para algunos esto significa un retroceso respecto de Anaximandro, pero si nos damos cuenta, realmente viene a solucionar el problema que éste se planteaba, ya que el aire no tiene un contrario determinado y, además, es un elemento determinado, con lo que soluciona el problema de lo “ápeiron”. Además, el aire tiene una similitud con el “pneuma” (aliento) que para los griegos es el alma, por lo que el aire parece el “pneuma” del mundo. Otros filósofos presocráticos importantes son: JENÓFANES Para su temática plantea el problema de dónde encuadrarlo. Critica la inmoralidad y el antropomorfismo de los dioses homéricos. Resalta tres notas de dios: su unidad, su no antropomorfismo y su inmutabilidad. Critica además el alcance del conocimiento humano del que parece sugerir su relatividad. PITÁGORAS Se ha especulado con la posibilidad de que no sea una persona física, aunque los últimos estudios sí se inclinan por esta posibilidad (que es una persona física). Funda una secta de tipo religioso-intelectualpolítico, secreta y con ritos un tanto extraños. Cualquier descubrimiento de la secta se atribuye a Pitágoras. Entre las teorías que podemos considerar suyas están: la transmigración de las almas; la idea de purificación progresiva mediante la contemplación del orden del universo; la reducción de las cosas a números; el dualismo. 15 Otros pitagóricos posteriores tienen ideas como la existencia del vacío, como que la tierra no es el centro del universo, sino que el centro es el fuego, sobre el que giran las estrellas. HERÁCLITO Se ha pretendido un enfrentamiento real con Parménides, hoy descartado. Por ello, se le considera el filósofo del devenir, dado que pone de manifiesto la universalidad del cambio. Ello implica una valorización de los sentidos, desvalorizados por las concepciones pitagóricas. Pero, por debajo de esa universalidad del cambio, defiende una unidad subyacente, el “logos universal”. El problema que se plantea Heráclito es: ¿es el hombre capaz de captar esa unidad? Se ocupa en mayor medida que sus antecesores del tema del hombre. Su primer principio es “los hombres deberían tratar de comprender la coherencia subyacente a las cosas”, en decir, el logos universal. Este logos le lleva a considerar que los opuestos son lo mismo y la misma unidad depende del equilibrio de los opuestos: “la guerra es el padre de todas las cosas”. Establece una similitud con el fuego. En sus concepciones religiosas se acerca a las posiciones de Jenófanes. PARMÉNIDES La concepción clásica hace de él el filósofo de la estabilidad frente a Heráclito, según esta concepción Parménides negaría la posibilidad del movimiento. Su teoría es el desarrollo lógico de un primer principio: “El ser y el no-ser no es”, el devenir, el cambio es mera ilusión, porque si algo empieza a ser, una de dos, o procede del ser, en cuyo caso ya es y por tanto no empieza a ser, o procede del no ser y entonces no es, puesto que de la nada, nada procede. Esto lo llama Parménides “Vía de la Verdad”, ya que él distingue tres vías de conocimiento o investigación: La de la Verdad (o del ser); la del No Ser y la de la Opinión. Sólo la primera es una auténtica vía de conocimiento. Se suma a la tradición de desprestigio de los sentidos como forma de conocimiento. “Lo mismo es el pensar que el ser”. Todas las características del Ente se deducen de la primera afirmación y estas 16 características son que el Ser es completo, increado (inengendrado), imperecedero (eterno), indivisible, compacto, inmóvil, homogéneo. Su filosofía contiene los gérmenes del idealismo posterior. De todas formas la Vía de la Opinión, deja abierta la posibilidad de un cierto cambio a nivel local y nos lleva a un cierto conocimiento de la realidad. Según esta interpretación lo que Parménides negaría es que el Ser pueda ser engendrado o desaparecer y que pueda ser trasladado en bloque de lugar. Seguidores de Parménides son Zenón de Samos y Meliso. EMPÉDOCLES Más que crear una filosofía, intenta conciliar el pensamiento de sus predecesores. Parménides había sostenido que el ser es y que es material y que el ser no puede nacer ni desaparecer, por tanto la materia no tiene principio ni fin, es indestructible. Ello es aceptado por Empédocles. Pero el devenir, puesto de relieve por Heráclito, no se puede negar, por tanto hay que encontrar el modo de conciliar la tesis de que el ser no puede empezar a ser ni desaparecer con la tesis del movimiento y el cambio. A ello viene la teoría de las mezclas. El objeto, en cuanto un todo, comienza a ser y deja de ser, pero están compuestos de partículas materiales que son en sí mismas indestructibles. Por tanto, hay unos elementos inengendrados e indestructibles (aire, agua, tierra y fuego), pero varían en la proporción en que se mezclan. Ello está regido por el “amor” (armonía) y el “odio” (discordia). ANAXÁGORAS Sigue la teoría de las mezclas, pero más complicada que Empédocles. Habla de “partículas homeómeras”, “en todo hay una porción de cada cosa”. Su gran idea es el “nous” que rige las mezclas. 17 Ethos y polis: el logos práctico. El logos teórico se nos ha mostrado como razón, ley o medida que rige toda la actividad intelectual. Al analizar la índole del logos comprendemos que esas leyes no proceden del capricho o de la voluntad de los hombres, sino que naturalmente subyacen como requisitos del pensar. Son leyes naturales, contrapuestas a las convencionales. ¿Existe un logos práctico natural? ¿Existen leyes naturales de la convivencia? Convivir es naturalmente, algo más que coincidir en el espacio y el tiempo. La unidad espiritual a que aludimos con la convivencia se plasma en la cultura y tiene como elemento indispensable el lenguaje (sin lenguaje o comunicación no hay convivencia). La convivencia es tanto mejor cuanto mayor es la comunicación. La comunicación admite grados: hay signos que entenderían todos los seres humanos independientemente de su idioma, pero parece indudable que es el desarrollo del lenguaje y su carácter comunitario lo que permite la comunicación y la convivencia. El desarrollo de espacios físicos que fomenten la palabra será imprescindible para el pueblo griego. Elementos de la polis a) Ágora, imprescindible en el desarrollo de la ciudad como ente corporativo. Hay dos tipos fundamentales: uno de tipo administrativo y reunión del pueblo en solemnidades y otro como lugar de comercio y negocio. b) Stoa: pórtico cubierto, suele levantarse cerca de lugares de recreo público como gimnasios y teatros. c) Gimnasio y palestra: lugares de ejercicio físico y escuela de lucha. d) Buleuterio y eclesiasterio: edificios públicos para reuniones políticas. e) El teatro. Los dos géneros cultivados en el teatro griego eran la tragedia, en la que se relataban leyendas o hechos históricos, y la comedia, en la que se ridiculizaban las costumbres y los personajes notables de la época. Entre los autores de tragedias se destacaron: Euripides, Esquilo y Sófocles, y en la comedia se destacaron Cretino y Aristófanes. El otro elemento a que debemos aludir al hablar de logos práctico (razón, ley, medida, orden) es el de derecho. El derecho es un cierto poder moral (no físico ni intelectual) por el que cada uno recibe lo que es justo. En función de qué consideremos que merece cada individuo y 18 cada estamento social, obtendremos diversos sistemas políticos: monarquía, aristocracia, timocracia/democracia, oligarquía, tiranía. Organización política: la polis. Frente a los grandes estados orientales, cuyas dimensiones territoriales exigen un poder coactivo, que suprime la libertad del individuo, el griego se organiza en ciudades estado. Las guerras médicas, entre persas y griegos, son un enfrentamiento entre dos concepciones políticas antagónicas, una confrontación entre subditos y ciudadanos. En la organización primitiva, la koiné (aldea), se mantenía el régimen gentilicio, el grupo de familias unidas por un tronco común. Las sucesivas invasiones de pueblos que entran en la península helénica obligan a buscar una organización más amplia, la polis, que se antepone a los intereses de los genos, los grupos familiares. Tres funciones influyen en el emplazamiento y estructura de la polis: a) Militar: se elige el lugar más fácil de defender, la acrópolis, fortaleza, que repite la fórmula de Micenas. b) Económica: se busca un emplazamiento próximo al mar o a caminos naturales. En Atenas, el ágora desplazó a la acrópolis como centro de la vida urbana, cuando la complejidad de los intercambios comerciales exigió una ubicación en un lugar menos agreste que la colina sagrada. c) Estética: el marco natural ha de satisfacer unos ideales de belleza. Ideal político griego: la democracia. Una serie de hombres públicos relevantes, Solón, Efialte, Clístenes, Pericles, se esfuerzan en configurar para Atenas un régimen político basado en la igualdad y el gobierno del pueblo. Los griegos se enorgullecen de someterse a un orden, no a un hombre. La ley aglutina la ciudad más hondamente que la tierra, el comercio o la religión. Heráclito dirá: “el pueblo debe combatir por la ley como por la muralla de la ciudad”. Algunos pensadores consideran la norma objetiva (ley) como una invención y un don de los dioses. Frente a la concepción aristocrática de que existen hombres con talento político innato, PROTÁGORAS defiende la idea de que cada hombre tiene una parcela de sentido cívico perfeccionable por la experiencia. En consecuencia, el ciudadano tiene el deber de colaborar en los asuntos públicos, como expresa PERICLES en la emotiva Oración fúnebre por los muertos en la guerra del Peloponeso: “pues somos los únicos que consideramos no 19 hombre pacífico sino inútil al que nada participa en ella” (la cosa pública), “fue por una ciudad así por la que murieron ellos”. El funcionamiento de la democracia ateniense se basaba en tres instituciones: La Asamblea o Ekklesia tenía el mayor poder. En ella se trataban los asuntos más importantes de la polis, se aprobaban las leyes se decidía sobre la guerra y la paz. Formada sólo por los ciudadanos (varones mayores de 21 años, hijos de padre y madre atenienses). Se reunían al menos cuatro veces al mes, y en ella, los ciudadanos podían expresar su opinión. Al finalizar, se votaba a mano alzada y se proclamaba el resultado. La Boulé o Consejo de los Quinientos preparaba las leyes y asuntos que se trataban en la Asamblea, y controlaban su funcionamiento y el trabajo de los magistrados. Constaba de 500 miembros, elegidos cada año por sorteo. Los magistrados ejecutaban las decisiones de la Asamblea. Eran 9 arcontes, responsables de los asuntos civiles y militares, y 10 estrategas o jefes de ejército. Los elegía en parte la suerte y en parte la Asamblea. Clases sociales de Atenas. En la sociedad ateniense existieron tres grupos sociales: Los ciudadanos. Sólo ellos tenían derecho a participar en la vida política. Los metecos o extranjeros trabajaban como artesanos y comerciantes. Pagaban impuestos y formaban parte del ejército, pero tenían limitados los derechos políticos. Los esclavos trabajaban en el campo, las minas y las canteras, o en el servicio domestico y carecían de derechos. El origen de la esclavitud era muy variado: deudas, guerra, condena judicial, etc. Todas las manifestaciones culturales de Grecia están presididas por una preocupación por el hombre. Se trata de una cultura antropocéntrica, como define la famosa sentencia de PROTÁGORAS: “el hombre es la medida de todas las cosas” o la de MENANDRO: “nada es más amable que el hombre cuando es hombre”. A diferencia de la cultura egipcia, todos los edificios deben estar proporcionados a la escala del hombre. Estos edificios no se entienden como entes aislados, sino como parte de un conjunto. En resumen, el constructor griego estudia la escala, la dimensión comunitaria del edificio, su funcionalidad, la relación con la topografía, etc. 20 La búsqueda de la armonía visual les obliga a alejarse de la medida matemática y a jugar con la óptica. Estas modificaciones no responden a ninguna necesidad funcional ni estructural sino al elevado idealismo de unas construcciones que desean responder a las severas exigencias del espíritu humano y corregir las perturbaciones que los efectos ópticos introducen. Mientras el templo y teatro transmiten las aspiraciones de la colectividad la casa traduce dimensiones del individuo. La vida doméstica gravitaba en torno al peristilo, un patio con columnas al que se asomaban las habitaciones y que equivalía en el ámbito familiar al ágora urbana. Los escultores plasmaron en la figura humana sus concepciones de belleza física y equilibrio espiritual. La belleza concebida como medida, proporción entre las partes, anatomía armoniosa, idealización del cuerpo humano, alcanza su plenitud. La expresión intenta exteriorizar los sentimientos, fusionando la vertiente espiritual del hombre y su fachada física. También plasman el dinamismo. Sócrates y los sofistas. En el conjunto de la cultura Griega, con su siempre presente ideal de formación humana, hallamos en la sofística el momento cultural en que este ideal se hace plenamente consciente. Hacia el siglo V a. C., en tiempo de Sófocles, se inicia un movimiento espiritual de incalculable importancia para la posteridad: es el origen de la educación en el sentido estricto de la palabra: la paideia. Los sofistas o maestros de sabiduría, como los llamaban sus contemporáneos y pronto se designaron a sí mismos, se ofrecían a enseñar la virtud política –elevando su aptitud intelectual y oratoria, que en las nuevas condiciones del siglo V era lo decisivo- a cambio de dinero. Los pocos conocimientos que tenemos de ellos proceden principalmente de sus adversarios. Representan, como tantas veces se ha dicho, la Ilustración de la Grecia clásica y, por tanto, la desmitificación de la vida griega, la crítica atrevida de las costumbres y las creencias, y la secularización. Son la manifestación (también una de sus causas) de una situación espiritual inédita en la que los atenienses habían dejado de creer en sus tradiciones, en sus dioses y en su pasado. En la obra de los sofistas es el hombre el que va a ocupar el centro de todas las cosas. No hay ninguna verdad, ningún principio 21 superior, ningún absoluto por encima del hombre, ninguna medida objetiva a la que éste deba ajustarse, nada ante lo que el hombre esté obligado a inclinarse. Son auténticos maestros de la retórica, que enseñan a la juventud deseosa de éxitos políticos a desenvolverse en el ágora, la asamblea o los tribunales. La vida intelectual tomaba para ellos el cariz de una competición deportiva en la que el aplauso del público tenía la última palabra. El más famoso de los sofistas es PROTÁGORAS DE ABDERA (480-415). Se dice que fue fundador de la gramática. El fragmento más significativo de su pensamiento es: “el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son, y de las que no son en tanto que no son”. Ahora bien, si el hombre es la medida de las cosas, las cosas no tienen medida objetiva. Si el hombre es la medida o ley de las cosas, no hay leyes naturales. Se trata de la disputa entre las nociones de physis y nomos (naturaleza y convención). El otro gran sofista es Gorgias, que define su arte como arte oratorio y afirma que está dispuesto a formar en tal arte a todos lo que lo deseen. Se vanagloriaba de haber contestado a cuantas cuestiones se le habían propuesto, ofreciéndose después a verificar lo argumentado. Forma parte de la primera generación de sofistas junto con Protágoras con quien compartió el presupuesto básico de su filosofía: el relativismo y el escepticismo. Nos movemos en el mundo de la mera opinión, siendo la verdad para cada uno de nosotros aquello que nos persuade como tal. La retórica es la técnica de la persuasión, y el sofista, el maestro de la opinión. Recogió la temática de la Filosofía eleática concluyendo que nada existe. Se encuentran en una de sus obras, Sobre la Naturaleza o el No Ser, tres célebres tesis, muy conocidas y difíciles de entender: 1. No existe realidad alguna. 2. Si algo existiera, no lo conoceríamos. 3. Aún en el caso de que pudiéramos conocer algo, no podríamos comunicarlo a los demás. El relativismo de Protágoras pasa a ser en Gorgias escepticismo, al declarar falsas todas las opiniones (puesto que ninguna opinión puede ser contrastada con la realidad). 22 En este ambiente surge, con el derrumbe de las tradiciones, la contraposición physis-nomos, lo natural y lo convencional, y lo que se descubre fruto de la convención se considera relativo, mudable, arbitrario, perecedero. Todo el orden de las cosas humanas aparece como mudable y contingente. Surge así el problema en torno a la ley natural y la pura arbitrariedad de la ley positiva. Cabe destacar la postura de CALICLES, para el que la justicia natural ordena el sometimiento de los débiles a los fuertes, mientras que la justicia legal, es considerada como barrera puesta por los débiles, para someter a los fuertes. Frente a todo el movimiento sofista se alza SÓCRATES, principal interlocutor de las obras platónicas y creador de un movimiento cultural que haría del pensamiento heleno, el fundamento mismo de todo occidente y de la racionalidad. Hijo de SOFRONISCO y FENARETA, nació en el año 470 a. C. Fue en tres ocasiones a la guerra, donde parece que dio muestras de gran valor y dominio de sí. Se casó con la proverbial JANTIPA, casi tan famosa como él; esta mujer ruidosa y vulgar, hostigaba continuamente a SÓCRATES exigiéndole que trabajara. Quizá es cierto que un día llegó a arrojarle un cubo de agua sucia cuando el maestro se hallaba en plena conversación filosófica. SÓCRATES era pobre y, sin embargo, no necesitaba nada. Se contaba que, ante la puerta de una tienda repleta de objetos, exclamó: “¡Cuánto es lo que necesitan los atenienses!”. ARISTÓTELES lo presenta descalzo. Vivía como un holgazán, dedicado por completo a la conversación con los conciudadanos. Cualquiera podía, de repente y sin desearlo, convertirse en su interlocutor. Parsimonioso, regordete, feo, entabla conversación con el general y el zapatero, con el estadista y el arriero. El diálogo socrático tiene dos momentos. En primer lugar –ironía socrática-, mediante una serie de preguntas hábilmente dirigidas, pone de manifiesto la superficialidad e inconsistencia de las ideas dominantes. Quiere evidenciar la ignorancia, pues es el primer paso hacia el auténtico saber: el deseo de saber como paso obligado hacia la sabiduría verdadera. Así cobra valor la sentencia del oráculo en Delfos: “Sócrates es el más sabio de los mortales” al saber de su ignorancia: “Sólo sé que no sé nada”. Cabe pensar que bajo este aspecto se formula una de las grandes discrepancias entre los sofistas y Sócrates. La virtud no se puede enseñar porque no es conocimiento objetivo sino reconocimiento de la ignorancia. La virtud no es sabiduría sino filosofía. 23 El segundo momento del diálogo es la mayéutica, arte que dice haber aprendido de su madre que fue comadrona. Sócrates finge actuar únicamente como partero, incapaz de pensar por sí mismo y por propia cuenta. Sin embargo, el interlocutor acabará por confesar que ha dicho más cosas de las que creía saber. Ha vuelto a encontrar lo que ya sabía: conocer es recordar la verdad que llevaba dentro. El concepto universal y el Bien: para Sócrates, más allá de los entes particulares sensorialmente, se encuentra el universal concebido por la mente, el concepto, que ya no depende de la percepción de los hombres, sino que es una y es verdadera en sí, aunque los hombres la desconozcan o la ignoren. En segundo lugar, Sócrates buscaba el Bien en sí mismo. En el orden moral se eleva desde lo meramente deseado hacia lo deseable como tal, aquello que es bueno en sí y por sí. (Pondré un ejemplo que aclare la objetividad con que Sócrates se enfrenta a los universales y al Bien: algunas culturas indias (los calatias) practican el canibalismo de sus progenitores al morir estos; para un griego del s. VIII, eso sería algo horrible, pues lo adecuado es quemar a los muertos. Aparentemente es muy distinto lo que hacen, pero en el fondo es lo mismo, ya que ambos intentan rendir respeto a sus padres. De hecho el escándalo nace en ambos porque creen que el otro no les está rindiendo el respeto merecido. De todo ello se desprende que tras las aparentes diferencias se encuentran los universales). El intelectualismo moral: para Sócrates, el mal es un cálculo erróneo de aquel que busca el bien. El bien es lo amable, por tanto, dirigirnos hacia aquello que por definición se odia, es tanto como no haberlo reconocido como malo. En definitiva, nadie hace el mal a sabiendas. CONCLUSIÓN: Somos hijos de los griegos, y si queremos entendernos, los tendremos que entender a ellos. 3.- Partes de la filosofía. La filosofía es un saber de vocación universalista, se ocupa de toda la realidad, “de todas las cosas”, decía Santo Tomás, representa, como hemos visto en la época griega, el intento de establecer una interpretación racional del universo, de lo que existe, sea cual sea su existencia. Pero es cierto que con el paso del tiempo se han ido desarrollando distintas especializaciones, distintas ramas: 24 Metafísica: Significa etimológicamente “más allá de la física”, a veces se la ha identificado con la propia filosofía, porque estudia “el ser”, “la realidad”, “lo que es”, es decir, las propiedades de todo lo que existe. Lógica: Etimológicamente procede de Logos (razón, palabra), se ocupa, como veremos en el tercer bloque de este curso, de los razonamientos correctos expresados con palabras, estudia la estructura, la forma, si están bien construidos y si son válidos. Epistemología: (también se conoce como gnoseología). Etimológicamente viene de episteme y logos, por eso también la conocemos cono teoría del conocimiento. Se ocupa de investigar qué formas, qué tipos de conocimiento existen y cuáles son los límites que tiene nuestra razón. Ética: Se deriva de ethos (costumbre, carácter), tiene como objeto el estudio de los códigos morales, analiza las normas de comportamiento, su validez, su universalidad, su fundamentación, ¿son moralmente válidas todas las leyes que tenemos que cumplir?, ¿qué diferencia hay entre distintos tipos de leyes?. Estética: deriva del griego aisthesis (sensación, sensibilidad) y el sufijo –ika (relativo a). Analiza la naturaleza de, en qué consiste la belleza. Hoy se confunde con la teoría del arte, al ser este su objeto más claro de estudio. Además de estas partes clásicas de la filosofía, todas las ciencias sociales tienen una buena dosis de filosofía: Antropología, Sociología, Psicología. Además la filosofía se ocupa de la fundamentación de otras disciplinas, por lo que podemos hablar de filosofía del derecho, de la cultura, de la ciencia, del lenguaje, etc. 4.- Panorámica de la historia de la filosofía. “Todo gran filósofo se nutre del pensamiento que le ha precedido e influye en los venideros. Cuando Pitágoras descubre que los números pueden expresar la esencia de las cosas, da un paso de gigante en el desarrollo intelectual de Occidente. Desde entonces, el mundo deja de estar dominado por potencias oscuras e indescifrables, pues el número expresa orden, racionalidad y verdad. Dos mil años más tarde, Galileo confirmaba la genial intuición pitagórica: Que el universo es un gran libro abierto, escrito en el lenguaje de la matemática y la geometría. 25 Por otra parte, la reflexión filosófica siempre es hija de su tiempo. En el siglo de Pericles hubiera sido imposible una discusión sobre la experimentación con embriones humanos, pues tal posibilidad ni siquiera existía. Sin embargo, la libertad política real, estrenada por entonces, hizo que Platón y Aristóteles, al escribir la República y la Política, iniciaran el gran debate sobre la democracia y las demás formas de gobierno. En concreto Platón, desengañado por la injusta muerte de Sócrates y por la derrota de Atenas en la guerra del Peloponeso, escribió la República para denunciar los defectos de la democracia. Después de dos milenios, al hilo de sus experiencias históricas, Marx escribía El Capital para denunciar los efectos perversos del capitalismo y Popper La sociedad abierta y sus enemigos para denunciar, a su vez, el totalitarismo marxista. Especialmente hija de su tiempo es la reflexión filosófica sobre la ambivalencia del progreso científico y tecnológico. Por una parte, conocimiento, liberación y bienestar. Por otra, contaminación masiva, experimentación inhumana y tecnologías de la muerte, como Auschwitz y el Gulag” o la propia energía atómica. (“la filosofía en su historia”, pág. 39 y 40 de Filosofía y ciudadanía, de J.R. Ayllón). Este texto es esclarecedor del sentido de las preguntas, siempre, en cierto modo, repetidas, y, en cierto modo, nuevas. Suele dividirse la Historia de la Filosofía en cuatro grandes períodos: Época antigua, que iría desde el s. VI a. C. hasta el siglo III d. C., abarca la filosofía desarrollada en Grecia y Roma. En ella podemos destacar, a grandes rasgos, los presocráticos, que ya hemos visto, Sócrates y los Sofistas, de los que también hemos hablado, dos grandes filósofos que constituyen la época clásica, Platón y Aristóteles. Y lo que se conoce como período helenístico, donde se desarrolla el epicureísmo (Epicuro), el estoicismo (Zenón de Citio) y el cinismo (Diógenes). En la época romana tiene lugar el neoplatonismo de Plotino. Platón y Aristóteles constituyen un hito fundamental en la historia de la filosofía, de hecho, todo el pensamiento posterior se referirá de uno u otro modo a ellos, porque sistematizan dos formas enfrentadas de abordar la realidad: El idealismo o racionalismo (Platón) y el empirismo o realismo (Aristóteles). Estos pensadores desarrollan grandes sistemas que 26 intentan dar explicación de todo: La realidad, el ser, el conocimiento, la naturaleza, la ética, la política, incluso la lógica (Aristóteles). En el período helenístico, los distintos filósofos, también conocidos como Socráticos menores (frente a Platón), se dedican fundamentalmente al ámbito de la ética, su objeto es la búsqueda de la felicidad, que ya no se va a encontrar en la actividad política, en la participación en los asuntos de la polis, sino que sólo va a poder conseguirse a través de una vida tranquila (ataraxia o apathía), sin miedos o expectativas irracionales, viviendo en comunión con la naturaleza, huyendo del dolor y de las frustraciones y constituyendo pequeñas sociedades de amigos, no en el tráfago de la polis y su gobierno (como pretendían Platón y Aristóteles). Época medieval. Es uno de los periodos más largos, abarcaría desde el s. III al s. XV. En esta época confluyen múltiples culturas y religiones: Cristianismo, judaísmo, islamismo, la herencia grecorromana. El tema esencial que se plantea la filosofía medieval es la relación entre razón y fe, entre filosofía y teología, ¿son ambas distintas caras de un mismo proceso de conocimiento?, ¿so, al menos compatibles?, ¿nos llevan a la misma verdad?. Tres autores destacan sobre el resto: San Agustín, que es el máximo representante de la Patrística (nombre que se debe a los Santos Padres de la Iglesia, pensadores que se propusieron sentar la base de la interpretación de los Evangelios, al mismo tiempo que su difusión). Santo Tomás es el más grande representante de la Escolástica, elaboró las famosas cinco vías de acceso racional al conocimiento de la existencia de Dios. Para él no puede haber contradicción entre fe y razón, ya que la verdad es una y Dios no puede equivocarse. El tercero es Guillermo de Ockham, representa la crisis de la Escolástica y se le conoce como la puerta de entrada a la época moderna. Su teoría más destacada es el Nominalismo, que defiende que no existen ideas o conceptos universales, sólo individuos que se asemejan entre sí, en ese sentido los humanos utilizaríamos nombres para referirnos a esas agrupaciones, pero eso no significa que haya una esencia que compartan todos esos individuos. Época moderna, que iría del s. XV al s. XIX. Empieza con el Renacimiento, una vuelta a la cultura grecolatina y un claro auge del humanismo, se sustituye el teocentrismo de la época anterior por un antropocentrismo, la preocupación fundamental, el centro de nuestro conocimiento y nuestra actividad ya no va ser Dios, sino el propio hombre, reivindica, por tanto, la dignidad y el valor de la persona. 27 Tienen lugar una serie de movimientos filosóficos muy interesantes, además del Humanismo (Erasmo de Rotterdam), desde el pensamiento utópico (Campanella, Tomás Moro) hasta el realismo político (Maquiavelo), desde una nueva concepción de la naturaleza (Roger Bacon) hasta la revolución científica (Copérnico, Galileo). En esta época se produce un gran desarrollo de las ciencias empíricas y por ello también un gran interés por determinar los límites del conocimiento, su origen, cómo se produce en realidad, qué es auténtico conocimiento, cómo llegar “de verdad” a la verdad. Nace el Racionalismo (Descartes), que apoya su filosofía en el conocimiento matemático, el problema del conocimiento es un problema de método y tendremos que encontrar, al menos, una primera verdad evidente sobre la que sustentar adecuadamente el edificio de nuestros conocimientos, las verdades son universales y necesarias y el conocimiento real se produce a través de la mente, no de los sentidos que pueden confundirnos. Enfrentado a este movimiento se encuentra el Empirismo (Hume), para él el punto de partida del conocimiento es la experiencia sensible, conocemos a través de los sentidos, la mente sólo trabaja sobre la información que recibe de la percepción. Sin ser un movimiento estrictamente filosófico, pero, sin duda ninguna con una gran base filosófica, se produce la Ilustración, que es también un movimiento político, social cultural, literario… Su logro más importante es poner en el primer plano del pensamiento la reivindicación de la emancipación humana, la libertad, la tolerancia, la capacidad de progreso, la necesidad de una organización social nueva que tenga en el pueblo su referente. Loa máximos representantes serían Rousseau y Voltaire. Como superación, en cierto modo, del racionalismo y el empirismo, e imbuido por el espíritu de la ilustración, surge el Criticismo de Kant, uno de los sistemas filosóficos más importantes de la historia. Su gran preocupación es investigar los límites del conocimiento humano y descubrir si la metafísica es un saber científico o no, se trataría de responder a la pregunta ¿qué podemos saber?, también se plantea cuál debe ser la norma que rija nuestro comportamiento, respondiendo a la pregunta ¿qué debemos hacer?, establece una ética basada en el deber que tiene como lema el “imperativo categórico”. Otras investigaciones lo llevan por el camino de la estética e, incluso, de la religión, intentando responder a una tercera pregunta ¿qué me cabe esperar?. El resumen de esas preguntas, en definitiva, sería la cuestión más importante: ¿Qué es el hombre?. Para cerrar esta época tenemos el Idealismo alemán (Hegel), que llega a plantear que todo lo que existe, todo lo real es racional, que la historia es progreso necesario y avanza la teoría de la dialéctica, que será posteriormente revisada por Marx. 28 Época contemporánea, que abarcaría desde el s. XIX hasta ahora. Es difícil una sistematización de esta época por la multitud de tendencias, de temas, de métodos, de intereses, de movimientos. Quizá pudiéramos decir que todos ellos tienen el hilo común de su talante crítico y su actitud de denuncia y de sospecha, pero, en definitiva, eso son actitudes consustanciales con la propia filosofía. Vamos a enumerar una serie de escuelas o movimientos filosóficos, dando una brevísima pincelada de su teoría y nombrando a sus cultivadores más importantes: Positivismo (Auguste Comte), es la primera reacción al sistema idealista de Hegel, pretende llegar a un conocimiento positivo, científico, incluso para la sociedad (se le considera “el padre de la sociología”). Marxismo (Karl Marx), hace una interpretación materialista de la historia a la luz de la lucha de clases, la economía es la base de la historia, mientras que la ideología es un instrumento en manos del poder para doblegar a la mayoría trabajadora. La filosofía debe ser un instrumento de transformación de la realidad, no basta con su conocimiento. Vitalismo (Friedrich Nietzsche), destaca la importancia de lo irracional, de lo poético, que es lo auténticamente humano, la importancia de la vida, frente al conocimiento, frente a la ciencia, lo importante es vivir, no conocer, es una reivindicación de la libertar frente a las creencias, del nihilismo frente a fenómenos como la religión, por eso proclama “la muerte de Dios” y el nacimiento del superhombre. Existencialismo (Sartre), proclama la importancia de nuestra existencia, condenados a la libertad de construirnos, creándonos con cada decisión que adoptamos (incluso si renunciamos a decidir). Reivindican la existencia frente a la esencia, la vida frente a la razón, la praxis frente a la teoría y la libertad frente al determinismo. Neopositivismo y Filosofía analítica (Wittgenstein, Russell, Carnap), no son exactamente lo mismo pero se han desarrollado conjuntamente, defendiendo la inexistencia de la metafísica, su falta de validez para el conocimiento, que debe ser empírico, lógico y experimental. La filosofía analítica, además, se centra en el análisis del lenguaje, de donde vienen las mayores confusiones y los grandes errores. Escuela de Frankfurt (Jürgen Habermas), se propone una reflexión crítica sobre la sociedad posindustrial, bajo la inspiración de la teoría marxista, pero revisando los conceptos clásicos de lucha de clases o 29 propiedad de los medios de producción, revisan también la concepción de la dialéctica y apuestan por el diálogo, como instrumento de la razón y el entendimiento, criticando todo aquello que contribuye a la deshumanización de la sociedad contemporánea. Existen multitud de escuelas y movimientos más: personalismo, filosofía psicoanalítica, fenomenología, hermenéutica, estructuralismo, filosofía de la ciencia …, pero no nos vamos a detener en ellos en esta visión panorámica. 5.- El papel de la filosofía en el conjunto de la cultura. Desde los inicios de la filosofía y durante un largo período de tiempo no hubiese tenido sentido el plantearnos el tema que nos estamos planteando. Sencillamente la filosofía, que empezó siendo el único tipo de conocimiento racional de la naturaleza, no perdió el privilegio de ser el principal componente de la cultura hasta la época, relativamente reciente de la total separación ciencia-filosofía. En este sentido, históricamente hay que reconocer que la filosofía no ha cumplido una función, sino múltiples funciones en el seno de la cultura humana, y, como veremos, probablemente hoy sigue existiendo esa misma situación. La filosofía surge en el mundo griego, ya lo hemos visto, como una reacción ante el pensamiento mítico, aunque en verdad se sigue nutriendo en gran parte de él. Así, el pensamiento filosófico, progresivamente racional, se centra en sus inicios en el estudio de la physis. Aunque es de resaltar que no se trata sólo de una física, sino también de una metafísica, en el sentido de que va más allá de lo meramente sensible, tratando de encontrar el constitutivo sustancial de la Naturaleza. La filosofía es entonces una búsqueda de la verdad. Junto a esta función surge tempranamente otra, que a menudo se olvida y es la función de crítica de las ideas prevalecientes en la época y que conforman el conjunto de los conocimientos, el bagaje cultural de las gentes de la época. Baste recordar la crítica de Jenófanes a los dioses homéricos, o la de Parménides a esos mortales (errantes, bicéfalos) que consideran el ser y el no ser, como lo mismo y no lo mismo. Al tiempo que la reflexión sobre la naturaleza se hace más abstracta, más compleja, empieza a obrarse un viraje que culminará en la perspectiva netamente antropológica de la filosofía de los sofistas. A 30 partir de aquí la filosofía se va a convertir en un saber que englobará no sólo la realidad física, sino también la realidad humana. Dentro de esta perspectiva va a tener origen una distinción de importancia posterior: - Uno, filosofía como saber teórico o conocimiento de los principios (que representaría Aristóteles). Y dos, filosofía como saber práctico (en el sentido de la afirmación platónica en Eutidemo: “La filosofía es el uso del saber para ventaja del hombre”). Esta segunda dirección (socrático-platónica) adquirirá grandes dimensiones en plena crisis de la conciencia helenística. El individualismo helenístico transformará a la filosofía en voluntad de salvación personal. La filosofía se transforma en moral y su pretensión es delimitar las condiciones de la eudaimonía individual. (Estoicismo, epicureísmo, escepticismo, neopitagorismo y neoplatonismo). Con la llegada del cristianismo la filosofía se convierte en la aspiración a conocer mediante la razón aquello que la fe establece. El conocimiento de la verdad es en esta época un “itinerarium mentis in Deum”, en fórmula de San Buenaventura. Pero no queda excluido la noción de filosofía como norma para la vida, como revela esta frase de Grabmann: La filosofía es “rerum humanarum divinarumque cognitio cum studio bene vivendi coniuncta”. En la Edad Moderna, separada ya la filosofía de la teología, surge una concepción de la filosofía como intento de eludir la equivocación, el error. Para Descartes la filosofía es el saber que averiguan los principios de todas las ciencias. La filosofía se transforma en una epistemología, en la búsqueda de la verdad. Pero no de cualquier verdad, sino fundamentalmente de la verdad científica. La filosofía quiere fundamentar la ciencia. En este deseo de fundamentar la ciencia incide tanto la crítica de las ideas abstractas y la reflexión crítica sobre la experiencia que hace el empirismo inglés, como la crítica de las posibilidades de la razón científica como prolegómeno de la filosofía trascendental, en Kant. Con Hegel culmina la dirección iniciada en Descartes y la filosofía ya no se interpreta como fundamento de la ciencia, sino como la ciencia única. La filosofía no es más que la propia autoconciencia del hombre y de la humanidad, lograda dialécticamente de acuerdo con esa ingente lucha descrita en la Fenomenología del espíritu. 31 Posteriormente, Comte hace de la filosofía la ciencia de la generalidad, en lo teórico y en lo práctico en la “raison publique”, es decir la única salida posible de la crisis y en la única base posible de la moralidad humana, que desemboca así en la religión de la humanidad. A partir de aquí, la filosofía va yuxtaponiendo las sucesivas funciones culturales que hemos nombrado, e incluso agrega algunas más. En la actualidad, bajo el imperio de una racionalidad científica, esto se interpreta como falta de progreso, falta de coherencia, etc. Ello lleva a que la filosofía hoy, tal vez más que ninguna otra disciplina, sea criticada como no relevante para los problemas humanos. En segundo lugar es importante hoy la crítica porque realmente los filósofos antiguos y sus sucesores durante un largo periodo mantuvieron elevadas aspiraciones con respecto a lo que podían lograr con su materia (recordemos la República). Hoy, en cambio, el panorama es mucho más “negro”. Popper, por ejemplo, piensa que la filosofía “profesional se encuentra urgentemente necesitada de una defensa de su existencia” y que desde el tiempo de Platón “la megalomanía ha sido la enfermedad más extendida del filósofo”. Smart, se queja de que hay en la filosofía “un desacuerdo total y una total incomprensión”. Ahora bien, es difícil, por ejemplo, determinar si el fracaso en desarrollar un cuerpo de resultados con el cual todos los filósofos estuvieran de acuerdo, debiera o no contarse en contra de la filosofía. Sin duda ello debiera preocuparnos si hacemos la filosofía similar a la ciencia, en cambio si la hacemos semejante al arte, por ejemplo, la preocupación no es tal. Para descubrir la función de la filosofía en la cultura hoy, tendríamos que ir a la búsqueda de su naturaleza, sobre todo su naturaleza específica, diferente de otras disciplinas, pero vamos a ver que ello origina muchos problemas. Realmente está claro que la filosofía es una actividad intelectual, en cuanto tal puede ser considerada como un intento de proporcionar respuestas a cuestiones. Esto es compartido con otras actividades intelectuales. Pero a partir de aquí podemos establecer ya una distinción: Hay filósofos que consideran primariamente a la filosofía como una actividad crítica con el fin de proporcionar soluciones para problemas específicos. Las técnicas que éstos utilizan son caracterizadas normalmente como analíticas. Las técnicas de la lógica y del análisis lingüístico son indispensables. En este sentido el filósofo se ocupa, por 32 ejemplo, del análisis de conceptos como existencia, conocimiento, creencia, certeza, causa, acción, percepción, emoción. Está interesado en soluciones de problemas como los de la inducción, la analiticidad y la identidad personal. Sus técnicas van desde las pertenecientes a la lógica formal hasta las técnicas semánticas y gramaticales. Podemos incluir aquí el constructivismo crítico que intenta desarrollar un lenguaje construido que exprese cierta y completamente todo lo que debe ser establecido, y nada más, en el área de un problema. Los incluidos en esta postura abrigan la esperanza de llegar a un cuerpo compartido de resultados. Pero esto no deja de ser imposible hoy, ya que deberían ponerse de acuerdo antes en muchas otras cosas (validez de las técnicas utilizadas, objeto propio del análisis filosófico, etc.) Otros filósofos consideran su actividad intelectual como respuesta a preguntas “inmensas”, con lo cual se desarrolla un gran sistema, una única concepción del mundo más o menos coherente. En este aspecto no se vacila en especular para llegar a principios organizativos. Para muchos, una de las características convincentes de esta perspectiva de la filosofía es que busca suministrar un conjunto de respuestas comprensivas a un amplio campo de cuestiones. Se le ataca por exceso de especulación, por alto grado de subjetivismo y sobre todo porque pretende un conocimiento que va en contra de nuestro actual cuerpo de conocimiento científico. Pero cómo responder a tantas preguntas importantes: ¿Cómo se justifica el mal en el mundo si es una construcción racional?, ¿qué es en realidad el ser humano y cuál debe ser la sociedad en la que convivir?, ¿es Dios una realidad, una idea, un sueño, un engaño, un deseo, una esperanza …?, ¿cuál es el sentido de nuestra existencia?, ¿nuestra vida es lo que vemos, lo que vivimos o hay algo más allá?. Y ya en esta cuestión la filosofía actual se enzarza en una lucha por defender y presentar como válido un modo de razonar, de atacar los problemas, de hacer filosofía. Ello nos permite inferir que la función atribuida a la filosofía en el conjunto de la cultura va a depender de la concepción que se tenga de filosofía, de las actividades, y problemas concretos que se traten y la forma de tratarlos. Lo cual creo que nos llevará a un variopinto panorama de funciones culturales cumplida por la filosofía. Vamos a ver algunas. Ortega nos dice: “la filosofía… es constitutivamente necesaria al intelecto. ¿Por qué? Su nota radical era buscar todo como tal todo, capturar el Universo… Mas, ¿por qué ese afán? ¿Por qué no 33 contentarnos con lo que sin filosofar hallamos en el mundo, con lo que ya es y está ahí patente ante nosotros? Por esta sencilla razón: todo lo que es y está ahí, cuanto nos es dado, presente, patente, es por su esencia mero trozo, pedazo, muñón, fragmento. Y no podemos verlo sin prever y echar de menos la porción que falta”. En este sentido la función de la filosofía sería dotar de una cosmovisión donde integrar los datos particulares. Como veremos esto es una idea que se repite bajo diferentes aspectos. Para Popper “la existencia de problemas filosóficos urgentes y serios y la necesidad de discutirlos críticamente es… la única justificación de lo que puede ser llamado filosofía profesional o académica”. Todos los hombres y mujeres tienen determinadas ideas filosóficas, en forma de prejuicios acríticos, de gran relevancia para su vida, la filosofía académica debe examinar críticamente esas extendidas e influyentes teorías. “Pienso que la principal tarea de la filosofía es especular críticamente sobre el universo y sobre nuestro lugar en él, incluyendo nuestros poderes de conocimiento y nuestros poderes para el bien y para el mal”. Para Sydney Hook “la más comprensiva y también la más adecuada concepción de la filosofía que emerge de la historia de la misma es la que entiende que es la consideración normativa de los valores humanos… La filosofía es un estudio de la existencia y de la posibilidad desde la perspectiva del valor y su influencia en la conducta humana”. Para él “los filósofos son mejores como críticos que como galardonados del status quo. Y esto por varias razones. Tienen un agudo sentido de la alternativa. Son más capaces que los demás de darse cuenta de las disparidades entre el ideal y la realidad. Y sobre todo, no pueden, sin frustración, entregar su primaria lealtad intelectual a ninguna noción, causa, partido u organización, sino únicamente a la verdad, tal como la ven”. Hampshire piensa que “hay seis palabras que, tomadas conjuntamente, acotan los intereses principales de los filósofos, tal y como es entendida la filosofía en la tradición griega y occidental. Son las palabras conocer, verdadero, existir, mismo, causa y bueno… Son las nociones organizativas más generales, comunes a todo tipo de discurso; y así, no son asunto de las ciencias positivas específicas, sino, por ser en máximo grado generales, de la filosofía”. Y para él, el pretender construir un sistema filosófico que sea el verdadero y adecuado, en el mismo sentido en que lo son algunas teorías científicas, es un dogma de algunos filósofos racionalistas. 34 Según White “lo que han buscado los filósofos a través de su historia son aquellas características de lo que estaban examinando, ya fuese el conocimiento, la verdad, la necesidad, la mente, la temeridad, el valor o el tiempo, en virtud de las cuales eso es lo que es”. La función de la filosofía es entonces analizar conceptos, pero teniendo en cuenta que lo que diferencia al filósofo del lingüista es su interés por qué es lo que decimos en lugar de cómo lo decimos. Y la filosofía tiene un lugar en la cultura ya que descubre ciertos rasgos importantes que ningún otro estudio puede descubrir, a saber, las características necesarias de cualquier cosa, las características en virtud de las cuales ella es lo que es y por lo que es nombrada. Para Larensen la filosofía es necesaria antes de la ciencia. Y ello para construir un lenguaje profesional que pueda servir a la parte común de todos los lenguajes científicos, técnicos y pragmáticos. “La filosofía es semejante a un paralítico que no pudiera mover nada sin ayuda de colaboradores. Pero las ciencias son como la gente que trabaja en la oscuridad, si no usan la luz de la filosofía para ver cómo se relacionan con las necesidades humanas”. Whitehead pone también en relación a la filosofía con la ciencia: “Yo digo que la filosofía consiste en la crítica de las abstracciones. Su doble función resulta ser, en primer lugar, la de armonizarlas asignándoles su verdadero status relativo como abstracciones, y, en segundo lugar, la de completarlas mediante comparación directa con instituciones más concretas del universo y la de fomentar, por tanto, la formación de esquemas de pensamiento más completas… La filosofía no es una de las ciencias con su propio y reducido esquema de abstracciones en cuya perfección y mejora sigue trabajando. Consiste en la panorámica de las ciencias, con los objetos especiales de su armonía y su culminación”. Fisch propone la filosofía como crítica de las instituciones. Blanshard coloca a la filosofía como parte del intento de comprender el mundo. En este sentido ciencia y filosofía no son rivales, sino complementarias. La filosofía entonces antecede a la ciencia porque “el científico prefiere dar por sentadas muchos de los conceptos que utiliza y muchas de sus suposiciones de trabajo. Puede examinarlos si lo desea y algunos lo hacen. La mayor parte no, porque si esperasen hasta tener claras estas difíciles ideas básicas, nunca conseguirían lo que más les interesa. Pero sería absurdo dejar estas ideas básicas sin examinarlas totalmente. Este trabajo preliminar, en algún sentido ingrato, constituye la tarea del filósofo”. (Estas ideas serían tales como 35 tiempo, espacio, causa, bueno, verdad, mente, justo, yo,…) Y después de la ciencia también es necesaria la filosofía en el sentido de reconciliar y armonizar los resultados de las principales disciplinas entre sí. Para Feyerabend debe haber continuidad entre filosofía y ciencia, aunque hay que recordar el concepto peculiar que de la ciencia tiene este autor. “Necesitamos una filosofía que proporcione al hombre el poder y la motivación de hacer ciencia más civilizada, antes de permitir que una ciencia supereficiente, superverdadera, pero, sin embargo, bárbara, degrade al hombre”. Marcuse parte de la unión entre teoría y praxis para establecer la necesidad de una filosofía en consonancia y relevante para la realidad. En ese sentido resalta que “toda filosofía, por abstracta y especulativa que sea, construye su universo conceptual con el material suministrado por un universo histórico particular, que permanece operativo, aún en las abstracciones y especulaciones más puras”. Declara relevante a la filosofía en cuanto análisis lingüístico (ya que el lenguaje ha sido convertido en instrumento de manipulación y control), estética (como análisis de la obra de arte en sí, su lugar y función ontológica e histórica en la interacción entre arte y sociedad), epistemología, historia de la filosofía (en tanto que algunas partes exigen una reinterpretación). Incluso la llamada “antifilosofía” reclama una función en el conjunto de la cultura en tanto que pretende conseguir una cordura, fuera de la Razón establecida. En este sentido la filosofía no comunica ningún mensaje ni mejora la vigente descripción científica del mundo: Su tarea es expresar, por medio de un estilo, la irreductible posición de la subjetividad, inmersa en la cultura y en la historia, pero no agotada por ellas. Podríamos seguir aumentando el número de funciones reclamadas por la filosofía como parte de la cultura con sólo seguir considerando el pensamiento de otros filósofos o movimientos filosóficos. Intentar hacer una sistematización en todo ello puede ser peligroso pues entraña la necesidad de la mutilación. Decir que actualmente podemos distinguir dos tipos de filosofía: una contemplativa, otra activa, puede ser en algún modo cierto, pero sin duda restrictivo. El profesor Bueno analiza la función de la filosofía en el conjunto del saber tratando de hacer una sistematización de lo que hemos dicho 36 partiendo de una idea que muy bien podría ser la conclusión de lo expuesto hasta aquí: La filosofía es una organización totalizadora, como sin duda lo es la cultura misma. Abarca absolutamente todas las características del ser humano y de ahí, precisamente, la diversidad de filosofías y la diversidad de funciones culturales. Hay que entender organización totalizadora, no como un algo ya dado, sino como el proceso mismo de su hacerse y no de cualquier modo, sino de suerte que este hacerse tenga un alcance práctico, tal que en él quedemos incorporados todos (por ejemplo, los que filosofan de un modo mundano, o de un modo académico, ya que Bueno también –como Popper, entre otros– señala esa característica de que todo hombre o mujer son filósofos de un modo acrítico, lo que se llama filosofía mundana). CONCLUSIÓN.1.- La sabiduría no debe ser considerada como una función “connatural” con la propia “esencia humana”, en el sentido metafísico del texto aristotélico: “todos los hombres tienden por naturaleza al saber”, porque la esencia humana es un concepto que desprendido de su marco histórico, es inoperante. La filosofía debe ser considerada como una forma cultural típica de “reactividad” ante otras formaciones previas –concretamente, ante otros saberes dados de antemano-. 2.- La filosofía es un trabajo con palabras, un trabajo lingüístico. Una filosofía sin palabras es, desde el punto de vista cultural, un concepto tan absurdo como el de una música silenciosa. Pero de aquí no se deduce que la filosofía consiste en ser un trabajo sobre palabras. Filosofía no es filología. Las palabras son el instrumento del trabajo filosófico, no su material exclusivo. La filosofía trabaja con palabras. Precisamente por ser la filosofía una forma de “trabajo verbal”, es posible utilizar la estructura misma de su instrumento para determinar las distintas “especies” o tipos de concepciones de la filosofía. 3.- Un problema filosófico, cuando se formula desde una perspectiva crítica, cuando evitamos incurrir en formulaciones mitológicas o metafísicas, dejará de aparecernos como “la pregunta del hombre extraviado en un mundo lleno de enigmas” para configurársenos como una reacción intra-humana (social, histórica). Los problemas filosóficos no deberían ser formulados, como reacciones del hombre ante la naturaleza, sino más bien como reacciones de ajuste de categorías históricas y socialmente dadas con otras categorías 37 impuestas por las relaciones con la naturaleza. Es decir, se trata de analizar las interpretaciones que se hacen, desde distintos campos del conocimiento, de todo lo que nos rodea, nos preocupa o nos ocupa a la luz de las siempre nuevas circunstancias que la evolución social e intelectual del conjunto de la humanidad va proporcionando. Las ideas de la conciencia vienen necesariamente recibidas del pasado, pero los materiales que tienen que trabar son siempre nuevos. Por ello, se da el caso de que la conciencia no es otra cosa sino el intento de pensar el presente con ideas pretéritas. Los grandes filósofos son aquellos que han vivido con mayor intensidad los desajustes de las ideas con las cuales estaban familiarizadas, y las nuevas situaciones que las ciencias o las experiencias iban planteando. Las ideas pretéritas van, así, rompiéndose en su “rozamiento” con otras ideas menos pretéritas, y con los estímulos del presente, y, por ello, la continuidad de la temática filosófica a lo largo de su desarrollo histórico, no tiene el sentido de la homogeneidad, sino de la transformación. 4.- El “todo” al que la filosofía se refiere no es un universo metafísico, ni un universo amorfo en sí, sino el universo histórico y práctico, es decir, en cuanto constituido por las demás especialidades culturales. Pero esto no significa que la filosofía proceda al margen del método científico, más bien se diría que la filosofía asume virtualmente los métodos de la ciencia. Ya en la distinción clásica entre “sapientia” y “scientia”, aquélla aparece como absorbiendo virtualmente a ésta. La pregunta ¿la filosofía es científica o no científica? es un tanto capciosa, pues quienes desean apartar a la filosofía del campo de las actividades “irracionales”, se ven implicados a defender la cientificidad de la filosofía, y quienes se impresionan por la diferencia de procedimientos y resultados entre la ciencia y la filosofía caen en el peligro de dar a entender que consideran a la filosofía como acientífica en el sentido de poco rigurosa e irracional. La filosofía, pues, no es científica en el sentido de que no procede según la racionalidad científica abstracta, pero esto no significa que la filosofía no sea racional. Lo es desde la perspectiva del racionalismo filosófico, pero desde luego, este racionalismo filosófico no es en modo alguno un puro mimetismo (vacío) del racionalismo científico. 38 La filosofía es razón, y razón crítica: es la misma razón científica si bien abriéndose camino por terrenos diferentes. Sus perspectivas son diferentes, porque sus tareas también lo son. 5.- La filosofía como paideia es una disciplina crítica, se sitúa precisamente en el momento en que los mecanismos de maduración y equilibrio de la conciencia individual deben comenzar a funcionar, a desprenderse de la “matriz social”, que es siempre una matriz mítica. Entendemos aquí la paideia como educación filosófica general, crítica, no como mero saber acumulativo. No puede entenderse que la misión que se le asigna a la filosofía como paideia, como colaboración a la edificación de la “conciencia individual”, sea algo así como una función intimista, psicológica; por el contrario, es una misión de altísima significación social y política. La conciencia que la filosofía trata de edificar es el juicio preparado para que los individuos convivan en el conflicto social. La filosofía mundana, en esta perspectiva, no es tanto una “doctrina” cuanto un método; es decir, la posesión de una disciplina crítico-lógica por el ciudadano, disciplina que le haga capaz de plantear el sentido de las cuestiones, estar consciente de sus propias limitaciones. La filosofía entonces, como paideia, la filosofía académica, es una institución social. Podría decirse que esto es cierto, pero que cada cual ya filosofa a su manera y que esta labor es “espontáneamente” ejercida por todos los individuos de una sociedad civilizada. -Filosofía “mundana”-. Sin duda esto es en parte verdad, pero la filosofía académica puede ayudar a acelerar y, en general, está instituida para promover el proceso espontáneo hacia la filosofía. 6.- Creo que la conclusión más acertada que se puede extraer de la exposición anterior es que los que pretenden reducir la filosofía, en base al concepto que se quiera (cientificidad, progreso, análisis axiológico…) se equivocan, en el sentido de que quieren hacer de la filosofía una disciplina parcial más. La filosofía es omniabarcante del ser humano en todas sus proyecciones. Por ello aparte de que esa aspiración sea un dogma, como dice Hampshire, sería además la misma destrucción de la filosofía. No se avanza más lejos en filosofía con volver a la armonía y la estabilidad, a menos que pretendamos instaurar en filosofía un 39 concepto de progreso científico que, a mi juicio, es un error. Precisamente la función de la filosofía en el conjunto de la cultura viene determinada por esa multitud de funciones que hacen de ella una organización totalizadora. LECTURA.ORIGEN Y DESARROLLO HISTÓRICO DE LA FILOSOFÍA ¿Por qué se empezó a hacer filosofía? En medio de nuestro mundo cultural, cuajada en las páginas de unos libros encontramos una manifestación del saber humano que se ha llamado Filosofía. El hecho de su existencia nos lleva a preguntarnos por qué ha tenido el hombre –algunos hombres- necesidad de “hacer” filosofía. Por supuesto, este interrogante puede extenderse a cualquier obra humana; pero ahora sólo nos interesa preguntarnos por la filosofía. ¿Por qué filosofamos? ¿Por qué han surgido, como producto de una determinada actividad, esos sistemas conceptuales denominados filosofía? Lo primero que podría responderse es que el pensamiento filosófico encuentra su justificación por el hecho de ser respuesta a determinados estímulos. Al comienzo de su Metafísica, Aristóteles (384-322 a.C.) nos habla del asombro como origen de la filosofía. Sin embargo, este asombro no podría producirse si no hubiese una descompensación entre el hombre y el mundo que le circunda. Debido a la peculiar estructura del cerebro humano, producto de una larga fase de acomodación con el entorno, el hombre ha ido despegándose, en parte, de su comportamiento instintivo y adecuándose a situaciones nuevas. Para esta adecuación necesitaba una previa disponibilidad que le permitiese ir rellenando con interpretaciones y con el trabajo el hueco dejado por el simple comportamiento instintivo, insuficiente para adaptarse a esas nuevas situaciones. El lenguaje debió ser, sin duda, la primera y más firme manifestación de solidaridad en el grupo humano que, al mismo tiempo, expresaba su capacidad de creación, o sea, de cubrir la distancia entre el mundo extraño y el hombre que necesitaba asimilar esa extrañeza. Así surgieron los mitos, las viejas leyendas de dioses y héroes en las que se podía descubrir el esfuerzo por establecer un mundo intermedio y común entre la soledad de la naturaleza y la del hombre, y así surgió también la filosofía. Sin embargo, desde un principio apareció ya en ella un elemento característico frente a los mitos o las religiones. 40 Lo mismo que el trabajo fue la manera de dominar y asimilar la naturaleza – valiéndose de los medios más adecuados en cada momento y con los que más fácilmente pudiera ejercerse ese dominio-, la filosofía fue una respuesta en la que, dentro de una sociedad determinada, el hombre pretendía leer la realidad desde los exclusivos presupuestos e intereses de la comunidad a la que pertenecía. Estos presupuestos e intereses, cuando rebasaron los de las clases que, hasta entonces, habían detentado el poder, llegaron a dominar de tal manera, que ya no bastaron las interpretaciones míticas o religiosas para mediar, adecuadamente, entre la naturaleza y el hombre. Fue, precisamente, en las costas de Asia Menor, frente a la península griega, donde comenzó a plantearse ese tipo de actividad que, posteriormente, se iba a llamar filosofía. Como las interpretaciones usuales de este fenómeno han falseado su sentido, conviene hacer una breve referencia a él, sobre todo porque el modelo que podemos extraer de su análisis es válido para entender todo planteamiento posterior del quehacer filosófico. Imaginemos una sociedad nueva, en la que predominan intereses comerciales, que no halla otra salida más adecuada que la expansión por el Mar Mediterráneo, y que ocupa una pequeña franja de terreno entre el mar y el imperio persa. En este territorio existen ciudades –Mileto, Éfeso, Halicarnasoque pretenden, incluso, llegar a una federación siguiendo el consejo de uno de sus ciudadanos, Tales de Mileto (640-545 a.C.), para poder resistir mejor la amenaza del imperio vecino. Imaginemos las necesidades concretas de estos ciudadanos que, por diversas causas, están experimentando un cambio radical en sus estructuras sociales y en su mentalidad, y, por consiguiente, en su manera de adecuarse al mundo que les circunda. Imaginemos también esas ciudades a la orilla del Mediterráneo, con puertos a donde llegan comerciantes de otros lugares y, a través de ellos, los relatos y los objetos de otros mundos culturales. En esta sociedad dinámica no encajan ya los esquemas de la sociedad aristocrática, ni su religión, ni su ideología. Como un resultado, pues, de este cambio, y como expresión del nuevo ambiente cultural, de la situación histórica y de las necesidades de los hombres que viven esta situación, aparecen unos personajes que van a expresar, con sus obras, el cambio producido en el horizonte de la sociedad. La historia nos ha entregado sus nombres. Tales, Anaximandro (610-546 a.C.), Anaxímenes (588-544 a.C.), Heráclito (535-475 a.C.), bajo la denominación común de presocráticos. Esta denominación ya es una primera falsificación, porque, entre otras cosas, poner como punto de referencia la figura de Sócrates es contaminar sus personalidades de unas connotaciones morales e 41 intelectuales que, por razones obvias, nada tienen que ver con ellos. Algo así como si fueran los balbucientes precursores de Sócrates, “el gran mártir del pensamiento”, el primer gran mito filosófico, el primer gran silencio, llenado de diversas maneras –a gusto de los consumidores- por los intereses oficiales de las grandes falsificaciones históricas. En este sentido, nos interesa más conservar la denominación neutral de Aristóteles, quien se refirió a ellos como “los primeros que filosofaron”. Pero, ¿en qué consistió este filosofar?, ¿qué hicieron para que Aristóteles les aplicase tan extraño verbo? “Los primeros que filosofaron” fueron, sobre todo, los ideólogos de la sociedad a la que pertenecían y cuyos intereses reflejaban en su obra. Enseñaban. Por ejemplo, a vadear ríos, a orientarse en las navegaciones sin tener ya que echar mano de oráculos o sacrificios a los dioses –con los que, por cierto, se hundían los barcos-, a medir el tiempo y a leer el gran libro del mundo con ojos que intentaban organizarlo. Para ello se servían, entre otras, de una palabra que habría de convertirse en un descubrimiento decisivo en los orígenes de la filosofía y en el desarrollo posterior del pensamiento: el logos, la razón hecha lenguaje, comunicación, equilibrio, cálculo, sentido, observación, solidaridad, coherencia. Al mismo tiempo, destacaron también otro concepto, techné, en el que se condensaba la proyección del logos sobre las cosas, el arte y la experiencia que brotaban del contacto con la realidad, del manejo y creación de objetos, del aprendizaje de las manos, “el órgano de los órganos”. “Los primeros que filosofaron” no eran sólo intérpretes de la realidad, sino sus modificadores. No especulaban ni, por consiguiente, les preocupaba eso que posteriormente, o en otras culturas, se va a llamar sabiduría, sino que pretendían incidir sobre el mundo, modificarlo y transformarlo. La oposición teoría-praxis fuera del ámbito griego y de su incomparable contexto –del que sólo una parte de la filosofía occidental ha sabido, hasta cierto límite, aprovecharse- es otra de las grandes falsificaciones con las cuales se ha creado una alternativa inexistente, y con la que se debaten en una serie de cuestiones absurdas y vacías, y en una jerga ininteligible y grotesca, algunos filósofos de nuestros días. Emilio Lledó, La filosofía hoy. Barcelona 1975. Salvat. Grandes temas, pp.32 y ss. 42