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CAPITAL SOCIAL Y ASOCIACIONISMO José Antonio López Rey Universidade da Coruña (UdC), jlopezr@udc.es Abstract/Resumen: En este trabajo se proponen dos indicadores de capital social: extensión de red y movilización de la red (este último subdividido a su vez en tres dimensiones: recursos expertos, no expertos e institucionales) y se relacionan con otros indicadores clásicos del capital social: confianza generalizada y pertenencia a asociaciones. De esta manera se vinculan tres perspectivas que existen desde la teoría sobre el capital social: como recurso social individual que los individuos insertos en una red movilizan (Bourdieu; Coleman), como bien público de carácter general que se obtiene del compromiso cívico individual (Putnam), y como confianza generalizada (Putnam; Coleman). Se detalla la relación existente entre las redes y el asociacionismo, con el objetivo de determinar hasta qué punto la pertenencia a asociaciones ayuda a conformar capital social y de qué tipo (si de amplitud de redes simplemente o de redes útiles). Se contrasta la afirmación de la sabiduría convencional con respecto a que la participación activa en las organizaciones difiere de la mera pertenencia a ellas. Finalmente se profundiza en si las asociaciones contribuyen a crear redes sociales y, por tanto, capital social, pero prestando especial atención a qué tipo de organizaciones conforman mejor qué tipo de capital social. Se presentan los datos de una encuesta realizada a la población española mayor de 18 años y que contó con un tamaño muestral de 3.400 casos (p=q, nivel de confianza del 95,5%, error del 1,7%). Las técnicas de análisis son las habituales en el análisis bivariado: correlaciones, ANOVA, chi-cuadrado. Se constata que los diferentes indicadores están relacionados entre sí. La confianza generalizada en los demás correlaciona positivamente con los niveles de extensión de las redes, así como con la obtención de distintos tipos de recursos útiles de esas redes sociales. Cuanto mayores son las redes y los recursos obtenidos, mayor es la confianza. Se proporciona evidencia al respecto de que, pese a lo que se suele pensar, a efectos agregados y en relación con otros indicadores, no hay apenas diferencia entre la participación activa y la mera pertenencia a las organizaciones. También se demuestra que cuanto mayor es el nivel de asociacionismo de los individuos, mayores son las redes y las redes útiles. Finalmente, se profundiza en el tópico de que el asociacionismo confiere capital social. El tópico es cierto, pero no del todo. En el nivel micro no todas las organizaciones confieren el mismo volumen y tipo de capital social. Las organizaciones que más capital social confieren son las profesionales y las ecologistas, menos las culturales, deportivas y ONGs, menos aun sindicatos y partidos políticos y, en último lugar, las organizaciones religiosas. Palabras clave: capital social, indicadores, asociacionismo, participación 1 INTRODUCCIÓN La relación entre asociacionismo o participación en organizaciones del tercer sector y calidad de la democracia viene de antiguo. La sabiduría convencional afirma que una sociedad con un tejido asociativo fuerte goza de mejor salud democrática que otra más atomizada. Esta idea se reforzó con la obra de Coleman (1988) pero sobre todo la de Putnam (1993a), a partir de la cual se generó una amplísima producción científica que trata de determinar la importancia del capital social (medido habitualmente como participación en asociaciones, entre otros indicadores) en el plano político (pero también económico; Pena y Sánchez, 2009). Sin embargo el capital social tiene más dimensiones que las contempladas por Putnam y sus seguidores. Es más, la concepción de capital que tiene este autor dificulta la medición del capital social en el nivel individual, por lo que es preciso adoptar otras definiciones diferentes de la anterior. La contribución de Bourdieu (1980) en este sentido es enormemente valiosa, así como operativizaciones del concepto realizadas por investigadores que lo consideran desde perspectivas semejantes (Lin y otros, 2001). En este artículo se relacionan ambas perspectivas, profundizando en la relación que existe entre la participación en organizaciones del tercer sector y la confianza en los demás, por un lado, y los niveles de capital social entendidos como amplitud de las redes sociales y profundidad de las mismas (los recursos que proporcionan). Para ello se ofrecen datos de una encuesta realizada a la población española. EL CAPITAL SOCIAL: DIFERENTES PERSPECTIVAS Desde que Robert Putnam publicó Making Democracy Work. Civic Traditions in Modern Italy (Putnam 1993a) han sido muchos los trabajos de tipo académico, pero también institucional, que profundizaron en su tesis básica de que la participación en asociaciones tiene efectos positivos observables en el nivel macro en términos económicos y, muy especialmente, políticos. En realidad, a Putnam hay que agradecerle que popularizara la idea, pero no la autoría original. Ya Toqueville en su La democracia en América había constatado la importancia de las asociaciones de carácter voluntario y comunitario en una sociedad joven, en la que las jerarquías y liderazgos eran muy diferentes de los característicos del Antiguo Régimen. Tampoco se debe atribuir a 2 Putnam la autoría del término por el que se hizo mundialmente famoso, el capital social, aunque este sí es mucho más reciente. Fue un economista preocupado por la pobre explicación que las teorías económicas clásicas daban al hecho constatado de que los hijos de padres negros heredaban de ellos tanto la escasez de recursos materiales como educativos y, también, menos conexiones en el mercado de trabajo y menos información acerca de sus oportunidades en él (Loury, 1977). A estos últimos aspectos los denominó capital social, pero apenas operativizó el concepto. Quien lo hizo fue Pierre Bourdieu en su “Le capital social. Notes provisoires” (1980). Bourdieu entiende el capital social como un recurso individual, como beneficios que obtienen los individuos de su participación en grupos, pero también como una construcción deliberada de la sociabilidad para alcanzar esos recursos (Bourdieu, 19802001). Para Bourdieu las redes sociales no son algo natural ni tampoco algo dado, sino que son construidas mediante estrategias de inversión que están orientadas a la institucionalización de las relaciones grupales que luego se podrán convertir en fuente de otros beneficios. El capital social se compone así de dos elementos: la red o conjunto de relaciones sociales que permiten a los individuos acceder a los recursos y los recursos mismos (Portes 1999, 245). Bourdieu define el capital social como una más de las cuatro formas que adquiere el capital. Las otras son el capital económico, el cultural y el simbólico. En realidad, la teoría de Bourdieu sobre el capital es una teoría sobre el poder, la dominación y las jerarquías, sobre cómo ocurren y cómo se reproducen socialmente (Martínez García, 2003). Y en esta teoría el capital social es residual con respecto al económico y al cultural, que son los que jerarquizan verdaderamente. Sólo a igualdad de los anteriores el capital social adquiere relevancia (o en contextos societales en los que exista una mayor redistribución de la riqueza, como las socialdemocracias nórdicas) porque jerarquiza, discrimina entre los individuos (Martínez García, 2003). Si bien la definición que Bourdieu hizo del capital social permite una buena operativización del concepto para la investigación, no tuvo tanto éxito como la de Coleman (1988-2001), quien realiza una aportación muy semejante a la del francés, pero con diferencias importantes. Es semejante porque también entiende el capital social desde una perspectiva estructural: “una diversidad de entidades con dos elementos en común: todas consisten en algún aspecto de estructuras sociales y facilitan 3 cierta acción de los actores (ya sean personas u entidades corporativas) dentro de la estructura” (Coleman 1988-2001, 51). Difiere de la definición de Bourdieu en que mientras para este la distinción entre las redes y los recursos es explícita, en el caso de Coleman se entremezclan, de manera que los mecanismos que confieren capital social (las expectativas de reciprocidad, la imposición grupal de las normas), las consecuencias de su posesión (el acceso privilegiado a información) y las propias redes sociales se confunden en el concepto de capital social (Portes, 1999: 46-247). Lamentablemente no fue Bourdieu, sino Coleman, el autor en quien se basó Putnam para realizar su propia definición de capital social. Para él son las “características de la organización social, como por ejemplo redes, normas y confianza, que facilitan la cooperación y la coordinación en beneficio mutuo” (Putnam 1993b-2001, 36). Putnam realiza ya una definición del capital social desde una perspectiva culturalista: el capital social es una propiedad del sistema social, no de los individuos, y favorece siempre a la democracia y al desarrollo económico, siendo homologable al civismo (Rodríguez, 2006). Esta definición de capital social es la que ha hecho correr ríos de tinta, tanto a favor como en contra (Levi, 2001: 105). El trabajo de Putnam ha inspirado a numerosos científicos sociales que trabajan campos como la cultura política, el desarrollo económico y la acción colectiva (véase el exhaustivo repaso que tras dos décadas de vigencia del concepto realizaron Herreros y de Francisco, 2001). Y no solo del ámbito académico, puesto que fue rápidamente adoptado por instituciones como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo (Rodríguez 2006). Este tipo de instituciones comenzaron a publicar estudios e informes sobre la importancia del capital social como variable explicativa de un amplio tipo de fenómenos; Woolcock y Narayan, por ejemplo, y basándose en una distinción de Gittel y Vidal (1998) entre capital social bonding (que une, intra-comnitario) y bridging (que tiende puentes, extra-comunitario) llegaron a concluir la existencia de países funcionales y disfuncionales en lo relativo a su capital social y como explicación a su situación económica (Woolcock y Narayan, 2000). Pero también incorporaron el capital social (y en consecuencia la sociedad civil) como elemento clave de sus políticas de desarrollo (como demuestra la existencia desde 1996 de una “Iniciativa para el Capital Social” dentro del Departamento de Desarrollo Social). 4 En cualquier caso, mucha de la investigación reciente sobre la relación que existe entre capital social y fortalecimiento de la democracia es de gran calidad. Putnam sigue siendo inspiración para muchos investigadores (Deth, Montero y Westholm, 2007; Maloney y Robteutscher, 2007; Jaime Castillo, 2009). Últimamente se han desarrollado iniciativas que pretenden profundizar en el conocimiento de dicha relación, precisamente para clarificar muchas de las cuestiones que las obras de Putnam y sus seguidores dan por supuestas. Maloney y Robteutscher (2007), por ejemplo, junto con otros diecinueve investigadores participaron en un potente proyecto internacional que estudió exhaustivamente las entidades (formales e informales) de seis ciudades europeas. Entre las conclusiones alcanzadas destaca especialmente una: cuestionan la idea de que el número de asociaciones influye sobre la salud democrática de la sociedad; tan importante como la cantidad de entidades es la calidad de la participación de los individuos (muy activos), que puede compensar la ausencia de un gran número de entidades del tercer sector. Este proyecto se complementó con un análisis que se centró en los individuos y no en las organizaciones (Deth, Montero y Westholm, 2007), en el que se tratan de manera amplia, junto a otros temas, la relación entre participación política y orientaciones cívicas. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA La propuesta que aquí se presenta comparte la intención de clarificar el a veces oscuro concepto de capital social, pero lo hace desde una perspectiva diferente de la de Putnam. Partiendo de la definición de Bourdieu de capital social, y a partir de indicadores basados en los realizados por Lin y otros (2001), el objetivo de este trabajo es arrojar luz sobre la relación entre las distintas dimensiones que tiene el concepto: tanto la confianza generalizada como la participación en asociaciones (indicadores habituales en la obra deudora de Coleman y Putnam) como las redes sociales y los recursos que de ella se obtienen (constitutivos del capital social según Bourdieu). De esta manera se relacionan tres perspectivas que existen desde la teoría sobre el capital social: como recurso social individual que los individuos insertos en una red movilizan (Bourdieu; Coleman), como bien público de carácter general que se obtiene del compromiso cívico individual (Putnam), y como confianza generalizada (Putnam; Coleman). En primer lugar se comprobará hasta qué punto las distintas operativizaciones que se han hecho del capital social están relacionadas. Cabe pensar que sí, puesto que en la 5 teoría responden a distintas dimensiones del mismo concepto, pero confirmaremos este extremo con datos inéditos en el caso de España. A continuación se detalla la relación existente entre la red y el asociacionismo, con el objetivo de determinar hasta qué punto la pertenencia a asociaciones ayuda a conformar capital social y de qué tipo (si de red simplemente o de red útil). También se trata de dilucidar si hay diferencias reales entre la participación activa en entidades del tercer sector y la simple pertenencia. Posteriormente se profundiza en si las asociaciones contribuyen a crear redes sociales y, por tanto, capital social, pero prestando especial atención a qué tipo de organizaciones conforman mejor qué tipo de capital social Para ello se analizan los datos de una encuesta realizada a la población española mayor de 18 años y que contó con un tamaño muestral de 3.400 casos (p=q, nivel de confianza del 95,5%, error del 1,7%). Esta encuesta se cita como "OSIM1 Encuesta sobre capital social en España. 2011". EL CAPITAL SOCIAL EN ESPAÑA La primera conclusión que se extrae de la información que se presenta en la Tabla 2 es que todas las dimensiones del capital social que se muestran en ella están relacionadas. La segunda es que dicha relación no es muy fuerte. Esto no debe restar validez al concepto de capital social, puesto que lo que se pone en relación son diversos aspectos que, de suyo, son diferentes entre sí. La confianza generalizada es una medida estándar ampliamente utilizada en las encuestas que trata de medir la predisposición que los individuos tienen con respecto a los demás. Una sociedad en la que sus miembros poseen un elevado porcentaje de confianza generalizada es una sociedad predispuesta a establecer relaciones, a firmar acuerdos, a delegar… El 44, 6% de los encuestados afirmaron que se puede confiar en la mayoría de la gente, mientras que el 55,4% opinó que nunca se es lo suficientemente prudente (descontando la no respuesta)2. Sin embargo, entre quienes cuentan con redes sociales de poca amplitud la confianza generalizada desciende al 35,6%, y si son de amplitud mediana o grande (de 6 a 9 contactos y más) se eleva a más del 51%. Esta misma relación existe con respecto a la profundidad de la red: entre quienes carecen de OSIM: Grupo de Investigación en Organizaciones Sociales, Instituciones y Mercados de la Universidade da Coruña (http://osimudc.es). 2 Toda la información que se ofrece en este trabajo es, a no ser que se especifique lo contrario, estadísticamente significativa. 1 6 redes de las cuales obtener recursos, la confianza generalizada apenas supera el 26%; pero en el grupo con redes de recursos más amplias el porcentaje de “confiados” es del 51% (Gráfico 1). Gráfico 1. Fuente: OSIM Encuesta sobre capital social en España. 2011. Elaboración propia. No se debe confundir la confianza generalizada con la particularizada, que es la que ocurre en las interacciones cara a cara, en las situaciones concretas. La confianza generalizada es uno de los indicadores que se extrae de la obra de Coleman y de Putnam y se emplea habitualmente en las ciencias sociales para realizar análisis en el nivel macro. En este caso, la confianza correlaciona positivamente con el resto de indicadores, pero nunca supera el 20%3. La pertenencia a asociaciones es el otro indicador que se suele emplear en la literatura académica deudora de Putnam y Coleman. En este caso, para medir el nivel de asociacionismo se presentó una batería de ocho tipos de organizaciones (religiosas, deportivas, culturales, sindicatos, partidos, ambientalistas, profesionales y ONGs) y las opciones de “no pertenencia”, de “pertenencia” y de “participación activa”. Con las respuestas se elaboraron dos índices: el de asociacionismo 1 y asociacionismo 2; la En este caso se dicotomizó la variable para que adquirirera valores 0 y 1 y poderla comparar en una tabla de correlaciones bivariada. No aparece en la tabla 2 por razones de espacio y porque la información relevante se presenta en la Tabla 1. 3 7 diferencia entre ellos es que el primero prima la participación activa sobre la mera pertenencia (Maloney y Robteutscher, 2007), mientras que en el segundo no existe esa diferencia. A la luz de los datos, esa diferencia es mínima, llegando a correlacionar mejor con el resto de indicadores asociacionismo 2 que asociacionismo 1. Asociacionismo 1 comprende valores de entre 0 y 10, tiene una media de 1,12 y desviación típica de 1,1616; asociacionismo 2 tiene un rango de 0 a 8, media de 0,84 y desviación típica de 1,146. Tabla 1. ANOVA de las medias de los indicadores estructurales y de asociacionismo en las categorías de la variable confianza generalizada. ANOVA Suma de Media cuadrados gl cuadrática F Sig. Índice de Inter-grupos 201,977 1 201,977 79,738 0,000 asociacionismo Intra-grupos 7.930,863 3.131 2,533 1 Total 8.132,840 3.132 Índice de Inter-grupos 113,352 1 113,352 88,150 0,000 asociacionismo Intra-grupos 4.026,120 3.131 1,286 2 Total 4.139,472 3.132 Amplitud de la Inter-grupos 890,519 1 890,519 67,007 0,000 red Intra-grupos 41.398,300 3.115 13,290 Total 42.288,819 3.116 Profundidad de Inter-grupos 972,459 1 972,459 65,309 0,000 la red Intra-grupos 45.652,809 3.066 14,890 Total 46.625,269 3.067 Recursos de Inter-grupos 171,546 1 171,546 55,878 0,000 tipo experto Intra-grupos 9.704,257 3.161 3,070 Total 9.875,804 3.162 Recursos de Inter-grupos 106,703 1 106,703 60,723 0,000 tipo Intra-grupos 5.545,761 3.156 1,757 institucional Total 5.652,464 3.157 Recursos de Inter-grupos 78,717 1 78,717 29,303 0,000 tipo no experto Intra-grupos 8.435,116 3.140 2,686 Total 8.513,834 3.141 Fuente: OSIM Encuesta sobre capital social en España. 2011. Elaboración propia. No ocurre así con los siguientes indicadores, amplitud y profundidad de la red, que responden a una perspectiva estructural semejante a la definición de Bourdieu de capital social, pero elaborados a partir del generador de posiciones de Lin y otros (2001). Para conocer la amplitud de las redes de los individuos se estableció una batería de 14 preguntas, pero a diferencia de Lin, que mantiene las mismas opciones para determinar la utilidad de las mismas, en este caso se decidió ofrecer otra tanda de 14 posibilidades 8 de obtener ayuda en distintas situaciones de la vida cotidiana, que informan de la profundidad de la red. Amplitud y profundidad de la red adquieren valores de entre 0 y 14, medias de 4,94 y 8,70 y desviaciones típicas de 3,683 y 3,914 respectivamente (el primero se obtuvo a partir de 3.260 casos y el segundo de 3.209). Las opciones de la vida cotidiana que se plantearon para determinar la posibilidad de obtener ayuda en diversas situaciones y calcular así la profundidad de la red comprenden una variedad de posibilidades: a) asesoría en temas laborales; b) en temas financieros; c) en temas fiscales; d) en temas legales; e) ayuda para una mudanza; f) en la compra cuando se está enfermo; g) dejar un sitio para vivir mientras no se encuentra una vivienda; h) cuidar de los niños; i) cuidar de ancianos u otras personas dependientes; j) préstamo de una importante suma de dinero; k) encontrar trabajo; l) dar buenas referencias para un empleo; ll) asesoramiento en temas educativos; m) en temas de salud. Las situaciones a) a d) se refieren a recursos de tipo experto; las comprendidas entre e) y j), por el contrario pueden ser prestados por cualquier persona que simplemente esté dispuesta a proporcionarlos (salvo la j); las opciones k) a m) se refieren a diversos ámbitos institucionales (mercado de trabajo, educación y salud). Por eso, el indicador de profundidad de red pudo subdividirse en estos tres tipos de recursos. Los indicadores referidos a los recursos útiles de red de tipo experto e institucional comprenden valores entre 0 y 4, con medias de 2,06 y 2,22 y desviaciones de 1,768 y 1,340 respectivamente. El de recursos de tipo no experto ofrece valores de entre 0 y 6, con media de 4,41 y desviación típica de 1,655. Como todos los indicadores de tipo estructural se determinan a partir de los contactos conocidos o a los que se puede recurrir, son fácilmente entendibles: así, un individuo medio conoce a una media de casi 5 personas que ocupan determinadas posiciones en la escala social (de un total de 14 posibilidades) y puede obtener recursos útiles en casi 9 ocasiones (8,8 en realidad, también de 14 posibilidades). Estos recursos son, por término medio, 2,1 de tipo experto, 2,2 de tipo institucional y 4,4 de tipo no experto. Hemos visto que la pertenencia a asociaciones está relacionada con otras dimensiones del capital social, como son la amplitud de las redes sociales y la profundidad de las mismas, o lo que es lo mismo, con el número de contactos diferentes y con los recursos útiles que se pueden obtener. ¿Influye el tipo de participación? ¿Proporciona el mismo capital social participar activamente en una asociación que la mera cuota de socio?. 9 Cabe pensar que no, puesto que al fin y al cabo, es la participación activa la que hace posible la interacción cara a cara con los demás y la que proporciona los contactos personales a los cuales se podrá recurrir en caso de necesidad. Tabla 2. Correlac. estadísticas entre los indicadores de capital social en España. Correlaciones Índice Índice de de Profun asociaci asociaci Amplitu -didad o-nismo o-nismo d de la de la 1 2 red red RecurRecurs- sos de os de tipo tipo instituc experto io-nal Recursos de tipo no expert o Índ. de asoc. 1 Corr. de 1 ,938(**) ,336(**) ,226(**) ,203(**) ,223(**) ,144(**) Pearson Sig. 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 (bil.) 3.279 3.279 3.193 3.143 3.240 3.235 3.219 N Índ. de Corr. de ,938(**) 1 ,345(**) ,234(**) ,202(**) ,232(**) ,156(**) asoc. 2 Pearson Sig. 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 (bil.) 3.279 3.279 3.193 3.143 3.240 3.235 3.219 N Tamaño Corr. de ,336(**) ,345(**) 1 ,549(**) ,486(**) ,541(**) ,344(**) de la red Pearson Sig. 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 (bil.) 3.193 3.193 3.260 3.129 3.222 3.220 3.200 N Rec. Corr. de ,226(**) ,234(**) ,549(**) 1 ,826(**) ,835(**) ,805(**) útiles de Pearson la red Sig. 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 (bil.) 3.143 3.143 3.129 3.209 3.209 3.209 3.209 N Rec. de Corr. de ,203(**) ,202(**) ,486(**) ,826(**) 1 ,570(**) ,424(**) tipo Pearson experto Sig. 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 (bil.) 3.240 3.240 3.222 3.209 3.309 3.267 3.249 N Rec. de Corr. de ,223(**) ,232(**) ,541(**) ,835(**) ,570(**) 1 ,556(**) tipo Pearson institu- Sig. 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 cional (bil.) 3.235 3.235 3.220 3.209 3.267 3.305 3.245 N Rec. de Corr. de ,144(**) ,156(**) ,344(**) ,805(**) ,424(**) ,556(**) 1 tipo no Pearson experto Sig. 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 (bil.) N 3.219 3.219 3.200 3.209 3.249 3.245 3.286 Fuente: OSIM Encuesta sobre capital social en España. 2011. Elaboración propia. 10 Sin embargo, los datos de la Tabla 2 hacen pensar que la diferencia entre la mera pertenencia y la participación no es tan importante como a priori podría pensarse. En ella se observa cómo la mayor diferencia entre participar activamente en asociaciones y simplemente pertenecer a ella como miembro es de apenas el 10% en términos de amplitud de la red y del 9,7% en términos de recursos útiles de tipo experto Tabla 3. Diferencia entre las puntuaciones medias del índice participación en asociaciones con respecto al de mera pertenencia (en porcentaje). A. B. Participación Solo pertenencia activa Valor N Valor N Pertenece a 1 1,48 414 1,52 728 Confianza generalizada Pertenece a 2 o más 1,41 178 1,40 402 Pertenece a 1 5,84 438 5,65 742 Amplitud de la red Pertenece a 2 o más 7,68 184 6,97 401 9,49 427 9,35 722 Profundidad de la Pertenece a 1 red Pertenece a 2 o más 10,36 183 10,14 398 2,38 438 2,28 748 Recursos útiles de Pertenece a 1 tipo experto Pertenece a 2 o más 2,89 190 2,64 406 2,45 437 2,40 753 Recursos útiles de Pertenece a 1 tipo institucional Pertenece a 2 o más 2,80 189 2,72 408 4,68 442 4,66 738 Recursos útiles de Pertenece a 1 tipo no experto Pertenece a 2 o más 4,72 185 4,80 404 Fuente: OSIM Encuesta sobre capital social en España. 2011. Elaboración propia. A-B (%) -2,95 0,63 3,43 10,16 1,49 2,15 4,56 9,73 1,86 3,11 0,36 -1,65 Aunque no se participe activamente en una asociación en el momento de contestar a la encuesta, es probable que se haya participado anteriormente y que se mantenga la cuota de asociado como apoyo a la organización que en su momento permitió la ampliación y profundización de la red. Sea esta la razón o no, lo relevante es que no existen diferencias importantes entre la militancia o participación activa en las organizaciones y la simple pertenencia. Ambas modalidades proporcionan capital social, como se puede comprobar en el Gráfico 2 (donde se resumen ambas posibilidades en el índice de asociacionismo 1). 11 Gráfico 24. Se puede observar que cuanto mayor es la puntuación en el índice de asociacionismo, más se incrementa el capital social, ya sea en materia de amplitud de red, de profundidad de la misma y en la obtención de recursos de diverso signo. Ahora bien, ¿confieren los diferentes tipos de organizaciones los mismos tipos de recursos? Para responder a esta pregunta se procedió a realizar un análisis de varianza de las medias de los distintos indicadores tomando como factor explicativo la pertenencia a los diferentes tipos de entidades. Para evitar el sesgo producido por la doble pertenencia y para determinar exactamente la influencia que los diversos tipos de entidades tenían en los indicadores, sólo se tuvieron en cuenta los individuos que pertenecían única y exclusivamente a un tipo de organización. Los resultados de dichos ANOVA se encuentran recogidos en la Tabla 3. En ella se puede comprobar como la práctica totalidad de las entidades tienen influencia en la conformación de capital social, salvo los partidos políticos en caso de proporcionar recursos útiles de red de tipo no experto y, muy especialmente, las organizaciones de tipo religioso, que sólo proporcionan amplitud de red, pero estéril, puesto que los miembros de este tipo de La diferencia de medias de las variables para las distintas categorías del índice de asociacionismo es estadísticamente significativa. 4 12 entidad puntúan significativamente más bajo en los indicadores de recursos útiles (no hay relación estadística, véase la Tabla 4). Para ejemplificar mejor estas relaciones, se han elaborado los gráficos 3 a 7. En ellos se representan las diferencias que existen entre las puntuaciones medias que obtienen de los miembros de las diferentes organizaciones en un indicador concreto en relación a la media total de ese indicador. Tabla 4. Existencia de significación estadística entre indicadores de capital social y la pertenencia a diverso tipo de organizaciones. Recursos Recursos de Recursos de tipo tipo de tipo no experto institucional experto Religiosas Sí Deportivas Sí Sí Sí Sí Sí Culturales Sí Sí Sí Sí Sí Sindicatos Sí Sí Sí Sí Sí Partidos Sí Sí Sí Sí Ecologistas Sí Sí Sí Sí Sí Profesionales Sí Sí Sí Sí Sí Fuente: OSIM Encuesta sobre capital social en España. 2011. Elaboración propia. Amplitud de la red Profundidad de la red Gráfico 3 Fuente: OSIM Encuesta sobre capital social en España. 2011. Elaboración propia. 13 Gráfico 4. Fuente: OSIM Encuesta sobre capital social en España. 2011. Elaboración propia. Gráfico 5. Fuente: OSIM Encuesta sobre capital social en España. 2011. Elaboración propia. 14 Gráfico 6. Fuente: OSIM Encuesta sobre capital social en España. 2011. Elaboración propia. Gráfico 7. Fuente: OSIM Encuesta sobre capital social en España. 2011. Elaboración propia. En resumen, son las organizaciones profesionales y las ecologistas/ambientalistas las que más parecen contribuir a la conformación de capital social, puesto que sus 15 miembros son los que muestran valores medios más altos en los distintos indicadores de capital social, tanto en el referido a la amplitud o extensión de la red como a los recursos de diverso signo proporcionados por ella. Les siguen las organizaciones del campo educativo, cultural o artístico y las deportivas y, en menor medida, las ONGs. Los sindicatos son organizaciones cuyos miembros puntúan por encima de la media en cuanto a capital social, pero los partidos políticos menos. Los miembros de organizaciones de tipo religioso son los que muestran menores niveles de capital social estructural. Gráfico 8. Fuente: OSIM Encuesta sobre capital social en España. 2011. Elaboración propia. Se podría objetar que algo que puede influir en esta diferencia entre los distintos tipos de organización y el capital social que poseen sus miembros está mediatizado por la condición social de los individuos. Esto es cierto en parte, puesto que son algunas de las categorías que Goldthorpe ubica en la clase de servicio las que tienden a participar más en las asociaciones de carácter profesional o, también, las personas que pertenecen a las organizaciones ecologistas o ambientalistas suelen tener un nivel de estudios más elevado (el 28,6% tiene estudios universitarios, frente al 17,3% que los tiene en las entidades religiosas). Pero el Gráfico 8 informa de que la composición de clase social (definida a partir de la clasificación de Goldthorpe según García Docampo 2001) de las 16 entidades religiosas no difiere mucho de la de los sindicatos, o la de los partidos políticos de la de las asociaciones culturales, estando en ambos casos bastante separadas en cuanto a los índices de capital social medio ofrecido por sus miembros. CONCLUSIONES En este texto se han repasado las definiciones de capital social que habitualmente se utilizan para explicar este fenómeno en la literatura sobre el tema. Las definiciones de Coleman y Putnam se han solido operativizar en los indicadores de confianza generalizada y pertenencia a asociaciones, con amplia aplicación en los estudios a nivel macro. Pero estos indicadores apenas tienen capacidad explicativa en el plano micro para conocer los niveles de capital social de los que disponen los individuos. En cambio, la definición de capital social de Bourdieu, medido a través de la amplitud de red, la profundidad de red y los tipos de recursos útiles proporcionados por ella, arrojan luz sobre este aspecto. Se ha constatado que estos indicadores están relacionados entre sí. La confianza generalizada en los demás correlaciona positivamente con los niveles de amplitud y profundidad de redes, así como con la obtención de distintos tipos de recursos útiles de esas redes sociales. Cuanto mayores son las redes y los recursos obtenidos, mayor es la confianza. Se ha evidenciado que, pese a lo que se pueda pensar, a efectos agregados y en relación con otros indicadores, no hay apenas diferencia entre la participación activa y la mera pertenencia a las organizaciones. También se ha demostrado que cuanto mayor es el nivel de asociacionismo de los individuos, mayores son las redes y las redes útiles. Finalmente, se ha profundizado en el tópico de que el asociacionismo confiere capital social. El tópico es cierto, pero no del todo. En el nivel micro no todas las organizaciones confieren el mismo volumen y tipo de capital social. Las organizaciones que más capital social confieren son las profesionales y las ecologistas, menos las culturales, deportivas y ONGs, menos aun sindicatos y partidos políticos y, en último lugar, las organizaciones religiosas. Bibliografía 17 Bourdieu, Pierre (1980): Le capital social. Notes provisoires”, Actes de la Recherche en Sciencies Sociales 3. Esta obra está traducida al español y publicada en 2001 en el monográfico de Zona Abierta 94/95, pp. 83-87. Coleman, James (1988): “Social Capital in the Creation of Human Capital” en American Journal of Sociology 94, 95-120. Esta obra está traducida al español y publicada en 2001 en el monográfico de Zona Abierta 94/95, 47-81 Deth, Jan W. Van, Montero, José Ramón y Westholm, Anders (eds.) (2007): Citizenship and involvement in European democracies. 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