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INAUGURACIÓN DE LA JORNADA SOBRE “IMPACTO DEL BREXIT EN EL MERCADO DE TRABAJO, INCERTIDUMBRES Y RETOS”; ORGANIZADA POR LA FUNDACIÓN FERMÍN CARNERO Y EL NORTE DE CASTILLA (Sede de la FRMP y del CES de Castilla y León) Valladolid, 27 de marzo de 2017 Buenos días a todos. Permítanme, en primer lugar, felicitar a la Fundación “Fermín Carnero” y al diario “El Norte de Castilla” por la iniciativa que han mostrado al organizar esta interesante jornada, dirigida a tratar sobre un tema de tanta actualidad como el Brexit, y analizar las posibles incertidumbres y retos que presenta, fundamentalmente sobre el mercado laboral. En el transcurso de esta jornada, podremos escuchar diferentes opiniones y criterios de los acreditados representantes de los agentes sociales, españoles y foráneos, que en ella participan. Opiniones y criterios sobre las posibles consecuencias derivadas de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, que sin duda servirán para arrojar algo de luz sobre un escenario obviamente incierto, donde es imposible pronosticar efectos sin temor a errar; y máxime cuando ni siquiera se ha presentado todavía ante las instituciones comunitarias la solicitud formal para hacer efectiva la salida de la Unión, y se desconocen las condiciones concretas en que ésta se producirá y se desarrollará. En efecto, habrá que esperar a pasado mañana para que la primera ministra Theresa May notifique formalmente el inicio del proceso, invocando el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea, y se inicien las consiguientes negociaciones sobre los términos concretos del “divorcio”. Asistimos además a un proceso totalmente novedoso, del que no hay más precedente que la salida de Groenlandia hace más de treinta años, que ni siquiera era un Estado sino un territorio dependiente de Dinamarca, y la Unión Europea distaba mucho de constituir la unión política y económica en que hoy se ha convertido. Es pronto, por tanto, para poder conocer las repercusiones del Brexit y no queda más remedio que esperar a que los británicos den ese primer paso y expongan cuál es el camino que pretenden seguir, momento a partir del cual las instituciones comunitarias podrán graduar su respuesta y el conjunto de países que permanecemos en el seno de la Unión Europea podremos también actuar en consecuencia. Lo que sí resulta evidente es que, con el Brexit, se abre una nueva etapa de desafíos para toda la Unión Europea, empezando porque, ya de entrada, todos los miembros habrán de aportar más recursos al abandonar el grupo uno de los mayores contribuyentes netos. Y también por el temor a un “efecto contagio” de otros miembros comunitarios que, por el peligroso auge de los populismos domésticos, pudieran decidir seguir los pasos del Reino Unido como fichas del dominó. Algo felizmente desechado el pasado día 15 en los Países Bajos tras sus elecciones, pero aún pendiente de lo que pueda suceder en otros países de la Unión; el primero de ellos, Francia, que celebra comicios presidenciales el próximo mes de abril. Este fenómeno sería, de hecho, percibido –al menos por quien aquí les habla– con mayores riesgos y peores efectos que la propia salida del Reino Unido, que –no lo 1 olvidemos–siempre tuvo un status especial que le permitió ser ajeno a buen número de acuerdos generales de la Unión Europea, como el uso de la moneda común, la supresión de fronteras terrestres, el pacto de estabilidad y disciplina presupuestaria o la Carta Social Europea, constituyéndose en una especie de “verso suelto” dentro de una Europa cada vez más cohesionada. Pero, a pesar de las peculiaridades del socio británico, es innegable que, con su salida de la Unión, se abre un período de incertidumbre política y económica y de alta volatilidad en los mercados financieros que, no obstante, es de prever que tengan sobre todo incidencia en el propio Reino Unido. Así, ha habido tradicional unanimidad entre los analistas en considerar, como principal impacto del Brexit, un notable enfriamiento de la economía británica, que, a su decir mayoritario, podría verse afectada por un importante descenso de la demanda externa y, aunque en menor grado, también de la demanda interna, con una previsible destrucción de empleo. Bien es cierto, sin embargo, que en 2016 no se produjeron los desastrosos efectos inicialmente augurados para la economía británica y la temida recesión post-Brexit, aunque el panorama para el presente año 2017 parece presentarse bastante más sombrío y lo peor estaría todavía por llegar. También está por ver cuáles serán las repercusiones concretas que se avecinan sobre la economía global y, de modo particular, sobre la española, donde los analistas coinciden en aventurar los impactos más directos en campos como el turismo, las inversiones, el comercio exterior o los movimientos poblacionales. Obviamente, la posible desaceleración de la economía británica, el debilitamiento de la libra y las trabas a los libres movimientos de personas y mercancías afectarán a los flujos turísticos y al gasto de los británicos en España, donde el Reino Unido es el principal mercado: - Uno de cada cinco euros gastado por extranjeros en nuestro país procede de manos británicas. - El Reino Unido es el principal país emisor de turistas extranjeros en España: casi uno de cada cuatro (el 23% en 2015, con 15.724.000 visitantes británicos). - España es el destino mundial donde más veces van, más noches pasan y más dinero gastan los ciudadanos británicos, fuera de su país. - Y más allá del turismo vacacional, hay residiendo en España de continuo en torno a un millón de personas del Reino Unido. En el caso concreto de Castilla y León: Los viajeros británicos han ido aumentando y ganado peso de forma constante en el sector turístico, siendo hoy el segundo país por número de visitantes extranjeros a la región, sólo por detrás de Francia y rebasando a Portugal y Alemania, que tradicionalmente ocupaban en el pasado la segunda y tercera posición. - En concreto, en 2016 visitaron Castilla y León 203.636 ciudadanos británicos, que supusieron cerca del 13% del total de visitantes extranjeros que recibió la Comunidad. - Así, en sólo un año se ha doblado el número de visitantes británicos a Castilla y León, y casi se ha triplicado desde el año 2008; aumento muy 2 superior al registrado por la media de viajeros extranjeros en el mismo período y al aumento de los visitantes del Reino Unido al conjunto de España. A pesar de ello, es evidente que la previsible disminución de la renta de los británicos tendrá más incidencia en unas Comunidades Autónomas que otras, y que, en cuanto a su incidencia sobre el turismo, resultarán mucho más afectadas que Castilla y León regiones “de sol y playa” como las del sur peninsular, las mediterráneas o las insulares, que, además, podrían acusar también significativos descensos en sectores como el de la construcción residencial, donde los británicos habían venido interviniendo en buen número de transacciones. Aparte del turismo, también es previsible una reducción de la inversión extranjera directa realizada desde el Reino Unido en España. Entre 2008 y mediados de 2016, se computa una inversión británica directa en nuestro país superior a los 30.600 millones de euros: el 18,5% del total recibido; lo que convierte a Gran Bretaña en la primera nación emisora del mundo en inversión extranjera en España. En Castilla y León, el Reino Unido es también el principal inversor desde al año 2008, con una cuantía acumulada de 110 millones de euros hasta mediados de 2016, que suponen el 14,4% de toda la inversión extranjera recibida por Castilla y León. Los últimos datos de inversión extranjera directa, publicados la semana pasada, indican que ésta cayó en el conjunto del año 2016 tanto a nivel nacional como autonómico; y que también se ha reducido la inversión española directa total en el extranjero, siendo, no obstante, el Reino Unido el principal destino de la inversión productiva española, con 8.601 millones, que representan el 37 % del total. En cualquier caso, aunque aventurar el porvenir es incierto, sí es de suponer que las eventuales reducciones futuras de la inversión extranjera directa afectarán más a los mayores receptores de la misma, principalmente Madrid y Cataluña, que serían las Comunidades españolas que, previsiblemente, más notarían su repercusión. También se verían obviamente afectados los trabajadores españoles en Gran Bretaña, por las previsibles nuevas condiciones de acceso al país, a su mercado de trabajo, a los servicios sociales, etc. Hay que destacar que existe una importante colonia de españoles en Gran Bretaña, que –de acuerdo con los últimos datos del Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero, publicados este mismo mes de marzo–, a fecha de 1 de enero de 2017, superaba con creces las 115.000 personas: un 13% más que el año anterior, con más de 13.000 residentes españoles más que en 2016, a pesar del Brexit. De hecho, es en el Reino Unido donde se registra el mayor crecimiento, en términos absolutos, de población española en el extranjero; aunque aún es mayor el número de británicos que residen en nuestro país, cuya cifra supera las 256.000 personas según los últimos datos del padrón, correspondientes a 1 de enero de 2016. En el caso concreto de Castilla y León se invierten esas proporciones. De acuerdo con las fuentes citadas, hay en nuestra Comunidad Autónoma 764 personas de nacionalidad británica, mientras que hay 5.203 castellanos y leoneses en Gran Bretaña: el 3% de la población total de la Comunidad en el extranjero; siendo el Reino Unido el cuarto país del continente europeo donde más personas de Castilla y León residen y el décimo a nivel mundial. Pero más que la cifra absoluta, resulta destacable el importante aumento registrado en los últimos años, ya que desde 2009, cuando el colectivo de castellanos y leoneses residentes en el Reino Unido no alcanzaba las tres mil personas, se ha 3 producido un incremento superior al 74%, mucho más intenso que el aumento del total de oriundos de la Comunidad Autónoma residentes en el extranjero. Evidentemente, nuestra mayor preocupación son las personas, y lo primero que hemos de procurar es que el Brexit sea lo menos problemático posible para nuestros ciudadanos; para esos más de 5.000 castellanos y leoneses y más de 115.000 españoles que están viviendo en el Reino Unido. Tenemos que pensar en ellos: en los ciudadanos nuestros que están en estos momentos trabajando allí, y que no pueden verse afectados por la situación derivada de la postura británica. Ellos han de ser nuestra principal prioridad. Y también, obviamente, en las 764 personas del Reino Unido que residen en Castilla y León, aunque puedan parecer una cifra modesta cuantitativamente hablando. Porque hay que resaltar que, en contraste con lo que sucede en España, donde la proporción de británicos mayores de 65 años es muy elevada, aquí la población en edad de estudiar o trabajar tiene mayor peso, representando casi el 90% de la población británica total en Castilla y León. En cualquier caso, más allá de cómo evolucionen los acontecimientos y de cómo se produzca finalmente la salida del Reino Unido de la Unión Europea, será esencial articular el procedimiento de la mejor forma posible y desde la base esencial del diálogo, a fin de salvaguardar los intereses de los británicos aquí y los derechos de nuestros conciudadanos allá. Y, de forma especial, deberemos tratar de evitar que el mercado de trabajo sea uno de los mayores damnificados, con restricciones a la libertad de permanencia y desplazamiento de los trabajadores y de los desempleados, deslocalizaciones empresariales, posibles caídas dramáticas de la contratación, un eventual desplome de los contratos indefinidos, el impacto del Brexit en las retribuciones salariales, las carencias de personal cualificado, el acceso a la sanidad pública de los empleados extranjeros, la necesidad de expedir permisos de trabajo, el impacto sobre las pensiones futuras y, en definitiva, las turbulencias laborales de distinto e incierto signo que, sin duda, ocuparán los debates en el recinto que nos acoge a lo largo de esta mañana. Por ello, no me detendré ahora específicamente en aventurar las posibles consecuencias laborales negativas del Brexit que, en cualquier caso –insisto–, habrán de combatirse con diálogo, diálogo y más diálogo. Y todo, por supuesto, dentro del espíritu de la Carta Social Europea que, paradójicamente, el Reino Unido declinó en su día suscribir, y que constituye la base elemental de los derechos sociales fundamentales de los trabajadores europeos. De la búsqueda del consenso por la vía del diálogo sabemos bastante en Castilla y León, donde desde el gobierno autonómico hemos sido capaces de caminar de la mano de los agentes económicos y sociales, sindicatos y empresarios, para alcanzar fructíferos acuerdos, con un mecanismo participativo consagrado en nuestro Estatuto de Autonomía como una de nuestras principales fortalezas y señas de identidad: el Diálogo Social. Algo que quiero remarcar hoy aquí, donde nos acompañan tan significativos representantes de agentes sociales y económicos. En resumidas cuentas, en lo que a nosotros se refiere, lo que los expertos señalan es que el Brexit supondrá “una dificultad más para la economía de las distintas regiones españolas, que se verá afectada a través de múltiples canales”, con una minoración del crecimiento del PIB nacional que BBVA Research cifraba el pasado año, para el bienio 2016-2017, en el entorno de cuatro décimas para el conjunto de España, matizando que obviamente sería mayor en unas regiones que en otras. 4 De hecho, a decir de los expertos, sería precisamente Castilla y León una de las regiones que previsiblemente acusaría efectos más reducidos, con una contracción del PIB causada por el Brexit inferior a tres décimas, frente a otras regiones (como Murcia o la Comunidad Valenciana) que llegarían a doblar dicha contracción. Lo cierto es que en el año 2016, la economía de Castilla y León creció un 3,2%: dos décimas por encima del año anterior y cinco por encima de las previsiones iniciales del gobierno autonómico , según anunció este mismo mes de marzo la Consejera de Economía y Hacienda, Pilar del Olmo, avalando que “la economía regional se comportó muy bien en el año que España fue la locomotora de Europa”, doblando prácticamente nuestra Comunidad el crecimiento de la zona euro y el del conjunto de la Unión Europea. Es verdad, no obstante, que en el transcurso del año 2016 se produjo una desaceleración del crecimiento de seis décimas, pero también menor de lo previsto inicialmente, como indicó la citada Consejera, que no consideró que el crecimiento del PIB en 2017 vaya a ser inferior al 2,5% pronosticado, a pesar de las “muchas incertidumbres de las que depende la economía regional”, entre las que se encuentra, precisamente, el Brexit. Por ello, atendiendo tanto a los riesgos que éste supone como a las fortalezas económicas de Castilla y León, una de las cuestiones principales a considerar, que intencionadamente he querido dejar para el final, es la relativa a las relaciones comerciales: Entre enero y diciembre de 2016, España realizó exportaciones a Gran Bretaña por un importe de 19.153 millones de euros, lo que significa que en torno al 7,5% de las ventas españolas totales al exterior se dirigen a ese mercado. Las importaciones sumaron 11.184 millones de euros, arrojando así un superávit comercial de mercancías entre ambos países en 2016 cercano a los 8.000 millones, con un crecimiento interanual frente a 2015 superior al 44%. Automóviles y máquinas y aparatos mecánicos son tanto lo que más exporta como lo que más importa España hacia y desde el Reino Unido. En 2016, Castilla y León volvió a ser líder nacional, por segundo año consecutivo, en crecimiento de las exportaciones, con unas ventas totales a mercados exteriores, de enero a diciembre, por valor de 17.180 millones de euros, que suponen un aumento del 9,5% interanual, frente al 1,7% del conjunto nacional. La diferencia con las importaciones, de un valor global de 12.708 millones de euros, arrojaron un superávit de 4.472 millones de euros de nuestra balanza comercial, con una tasa de cobertura del 135%; frente al déficit comercial de 18.754 millones del conjunto de España y una tasa de cobertura nacional del 93%. Hace seis días se hicieron públicos también los datos correspondientes al mes de enero de 2017, que arrojan unas exportaciones en Castilla y León de 1.250 millones de euros durante el primer mes del año, con un aumento interanual del 2,1%; unas importaciones por valor de 1.085 millones de euros, y un consiguiente superávit comercial de 165 millones de euros y una tasa de cobertura del 115,2%. Pues bien: El Reino Unido también ocupa una posición de privilegio dentro del comercio exterior de Castilla y León: - De enero a diciembre de 2016, las exportaciones a Gran Bretaña alcanzaron casi 1.450 millones de euros, lo que sitúa a este país como el tercer 5 mercado en importancia para Castilla y León (sólo superado por Francia y, por muy poco margen, por Bélgica, concentrando el 8,4% de nuestras ventas al exterior, y experimentando un aumento del 28,4% frente a 2015 en ventas al mercado británico. - De acuerdo con los datos de enero de 2017, el Reino Unido ha ascendido un puesto, pasando a ser el segundo mercado en peso de las exportaciones de Castilla y León en el primer mes del año, con el 9,2% del total de exportaciones y 115 millones de euros; sólo por detrás de Francia. - Las importaciones del Reino Unido que hizo Castilla y León en 2016, sin embargo, fueron prácticamente la mitad que las exportaciones: 733 millones de euros, el 5,8% del total; siendo el británico el quinto mercado al que más compramos en el transcurso del pasado año, con un pequeño ascenso del 1,1% frente a 2015. - Y, de acuerdo con los datos de enero de 2017 recién publicados, las importaciones del Reino Unido alcanzaron cerca de 56,8 millones de euros: el 5,2% de las importaciones totales; siendo, como en el conjunto de 2016, el quinto mercado de compra de Castilla y León en el extranjero. En términos interanuales, el mayor descenso de las importaciones de Castilla y León se registra en el Reino Unido, con un -12%. - En el lado contrario, hay que destacar el importante aumento de nuestras exportaciones al Reino Unido en los últimos años, que se han incrementado alrededor de un 74% entre 2010 y 2016, superando las ventas de 2016 la ya elevada cifra total alcanzada en 2015 en 323 millones: un 28,5% más; lo que indica que la incertidumbre asociada al Brexit no parece estar afectando, por el momento, a nuestras relaciones comerciales con Gran Bretaña. En definitiva, tanto los datos acumulados de 2016 como los conocidos del inicio de 2017 evidencian el aumento de las ventas al Reino Unido, a pesar de las incertidumbres. Y los datos ya cerrados de 2015 nos muestran que un total de 430 empresas de Castilla y León exportaron al Reino Unido, una cifra que supone un importante aumento con respecto al año 2008, del 36,5%, que triplica el experimentado por el conjunto de España. Además, más de la mitad de esas empresas, 236, son exportadores regulares, que han vendido de manera continuada en el mercado británico durante al menos los últimos cuatro años. 6 2015 Como todos supondrán, dentro de las exportaciones al Reino Unido el sector con más peso es la automoción, que aglutina hasta el 70% del total. Así, la fabricación de motores supone el 28,3%, la de automóviles el 27,9%, los componentes el 7,4%, la fabricación de furgonetas el 3,3%, los neumáticos el 2,7%; y los grupos electrógenos y eléctricos el 2%. También destacan, curiosamente, los preparados capilares, con el 2,1%, gracias a la planta burgalesa de L'Oréal. Y también la industria agroalimentaria de Castilla y León ocupa un lugar de liderazgo en esta importante labor de internacionalización, pues no en vano registró el mayor número de empresas exportadoras de Castilla y León al Reino Unido en 2015, teniendo un papel destacado la elaboración de bebidas, con 88 empresas exportadoras, y los productos cárnicos, con 46 exportadores. Estas dos ramas son, de hecho, las que han mostrado un mayor dinamismo en el mercado británico en los últimos años, al incrementarse en 38 y 23 sus exportadores, respectivamente, desde 2008. Por el lado contrario, las importaciones que Castilla y León hace del Reino Unido las encabezaron los elementos químicos radiactivos, con un 32,1% del total; seguidas por accesorios de la automoción con un 17%, medicamentos con el 14,4%, hilos y cables de electricidad con el 12,9% y, en torno al 2% cada uno de ellos, sangre para usos terapéuticos, neumáticos o productos planos de hierro o acero. El Reino Unido es, de hecho, uno de los principales socios comerciales de Castilla y León, y constituye uno de los mercados considerados prioritarios en el marco de nuestro IV Plan de Internacionalización Empresarial. Lo que nosotros debemos hacer, en este momento de incertidumbres, es trabajar como hasta ahora y estar preparados para competir en el nuevo escenario. Debemos estar atentos para no perder oportunidades, para mantener cuota de mercado e incluso para seguir apostando por el mercado británico como uno de los más importantes destinos de nuestras exportaciones. Porque a mi juicio, a pesar de las incertidumbres empresariales; a pesar de los riesgos que implica el Brexit; a pesar de los resultados de la negociación; a pesar de cómo puedan desarrollarse los acontecimientos; a pesar de la posible depreciación de la libra esterlina, de las barreras arancelarias y no arancelarias, o del consiguiente encarecimiento de los productos importados, una cosa es segura: los británicos seguirán consumiendo. Y si precisan los bienes que hasta ahora les hemos vendido, los seguirán comprando, en mayor o en menor medida. Y voy ya concluyendo: Aunque es aún muy pronto para poder predecir lo que pueda ocurrir, el Brexit está ahí, es una realidad y como tal habrá que afrontarlo, sin mirar hacia otro lado ni esconder la cabeza como el avestruz, porque, de una forma u otra, va a afectar a todo el ámbito socioeconómico, y evidentemente no va a ser bueno ni para los británicos ni para nosotros. En tan sólo 48 horas se activará el artículo 50 del Tratado de Lisboa y se dará oficialmente el pistoletazo al inicio de las negociaciones. Y hemos de confiar en que éstas se lleven de la mejor manera y de la forma menos perjudicial tanto para el Reino Unido como para el conjunto de países que permanecen en la Unión Europea. 7 A nivel interno, lo que hemos de hacer –insisto– es procurar que el Brexit sea lo menos problemático para nuestros ciudadanos, estar preparados y trabajar todos juntos, empresarios, sindicatos y gobierno autonómico, codo con codo, para detectar los retos y los perjuicios antes de que se desencadenen y poder afrontarlos desde el primer momento. Sólo así, señoras y señores, tendremos éxito y capearemos el temporal, por adverso que pueda ser. Muchas gracias. 8