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Reunión CARPE 14/10/09 Actividad: Presentación: Panelista de la CARPE: Panelistas invitados: Daniela Dosso (docente de salud mental). Comprensión integral de los problemas de salud. Carolina Mamblona (Ex Metapraxis, UNLP).Trabajo con org. Sociales. En el imaginario del campo de nuestra profesión existe la concepción de trabajador social participativo. En contraposición, en los procesos de formación profesional se reproduce en varios casos la relación de dominación sabelotodo-ignorante. La formación profesional excede a la malla curricular ya que también es necesario el aprendizaje que puede obtenerse en la participación en espacios polítco-académicos donde debería tomarse decisiones en forma colectiva como la búsqueda de una práctica aúlica de aprendizaje participativo. Estos dos procesos participativos deben irse desarrollando conjuntamente para la constitución efectiva del estudiante como sujeto dinámico. O sea la democratización del ámbito académico. ¿Si como trabajadores sociales apuntamos a contribuir a la organización de los sectores oprimidos, no es necesario nuestro propio aprendizaje de procesos de auto-organización? Pensar en la gran inscripción del trabajador social en la división social del trabajo como mero ejecutor de políticas públicas implica, si el desafío es formar trabajadores y trabajadoras sociales críticos, problematizar la vía disciplinatoria y de sujeción a la obediencia que tienen algunas propuestas pedagógicas. Párrafos para la actividad: De Iamamoto y Carvalho 1984: 88-89: “El anáisis de la profesión (…) al sobreestimar la eficacia política de la actividad profesional, subestima el lugar de las organizaciones políticas de las clases sociales en el proceso de transformación de la sociedad, en tanto sujetos de la historia; por otro lado, parece desconocer la realidad del mercado de trabajo (…) la actuación del asistente social es necesariamente polarizada por los intereses de tales clases, tendiendo a ser cooptada por aquellos que tienen una posición dominante. Reproduce también, por la misma actividad, intereses contrapuestos que conviven en tensión, responde tanto a demandas del capital como del trabajo y sólo puede fortalecer uno u otro polo por la mediación de su opuesto…” Extraído de “Servicio social en la contemporaneidad” (M. Iamamoto - p. 215) Una de las exigencias que se vislumbra en la reconstrucción del proyecto de formación profesional es estimular la aproximación de los asistentes sociales a las condiciones de vida de las clases subalternas y de sus formas de lucha y de organización. Captar las formas de explicitación social, cultural y política de sus intereses y necesidades, creadas en el enfrentamiento colectivo e individual de situaciones de vida, de experiencias vivenciadas. Intereses que no se manifiestan sólo en sus organizaciones político-partidarias, articuladas a la construcción del poder de clases, sino también en las luchas organizativas por mejoras parciales de vida (en el cotidiano de las fábricas, los campos, en los demás locales de trabajo, los barrios, etc.), así como en el conjunto de sus expresiones asociativas y culturales cotidianas que denotan sus modos de vivir y de pensar. Detectar ahí sus aspiraciones, los núcleos de contestación y resistencia que se vienen creando –muchas veces situados en el “simple” nivel de defensa de la vida – y madurados bajo múltiples formas, estimulando las luchas, la imaginación y la inventividad de la vida en sociedad: el proceso de constitución de sujetos sociales colectivos, en la y a partir de la historicidad de la historicidad de la vida cotidiana. Esto implica la ruptura con el papel tutelar, a veces escondido en un discurso de su negación –que caracteriza a las acciones burocratizadas, tecnicistas y tradicionales del asistente social, en que el profesional dispone de una relación de extrañamiento con la población usuaria de los servicios prestados, porque es de hecho un “extraño” en su universo. Extraído de “Servicio social y división de tareas” (M. Iamamoto – p. 207) Otra cuestión decisiva es la comprensión de los nexos de poder institucional, reforzando alianzas que posibiliten reorientar las políticas institucionales, sensibilizándolas para las demandas reales y potenciales de las clases que conforman el público de nuestro trabajo. Esto supone dar densidad histórica, competencia intelectual y técnica a nuestras pretensiones. Exige recursos teóricos y un horizonte político para descifrar la dinámica coyuntural, los sujetos colectivos ahí presentes y sus relaciones con la profesión. Exige que los Asistentes Sociales sean más que meros técnicos ejecutores, que puedan osar enfrentar la realidad y los desafíos de un profesional que también es un intelectual. Extraído de “Condiciones de trabajo de los trabajadores sociales” (F. Cademartori – J. Campos – T. Seiffer – p.20) Un Trabajo Social Crítico es un Trabajo Social que se enfrenta con su qué hacer en la búsqueda de la necesidad concreta de su acción. Es un Trabajo Social que se reconoce en su enajenación y busca tomar en sus manos las potencias históricas que tal enajenación le impone en el camino a la construcción de la comunidad de individuos libres: en el camino al socialismo. (…) (…) Quienes asumimos la necesidad de la construcción de un proyecto de sociedad alternativo al actual, debemos comprendernos como agentes activos y constituirnos como sujetos colectivos para dar las disputas necesarias que sienten las bases de un proyecto emancipador. Solo entonces la construcción de un trabajo social crítico y contrahegemónico cobrara sentido y materialidad, ya no como una declamación sino como herramienta de transformación política. Extraído de “Los recursos en la intervención profesional del Trabajo Social” (A. Oliva – pág 78-79) Para las tendencias que reivindican la asistencia como derecho, que desempeñan una gestión participativa y apuntan a realizar tareas educativas emancipadoras, los recursos profesionales se complejizan implicando una capacitación teórica-política mayor. Los conocimientos teóricos, la información actualizada, el análisis de la coyuntura en general y de las políticas sociales en particular, así como de la especificad de la problemática ocupan un papel primordial. El lenguaje es considerado central, ya que el profesional intenta ir más allá de lo individual, y poner como objeto las situaciones cotidianas, apuntando a superar una comprensión inmediatista de la asistencia, de la función de las instituciones estatales, de la demanda de los usuarios, de las formas de participación. Por otra parte, la tarea educativa que realiza el profesional su máxima expresión apunta a una conciencia humanogenérica, ya sea utilizando el diálogo u otros recursos audiovisuales. Además, estas tendencias, se proponen el desarrollo de estrategias, y por ello exige mayores esfuerzos del profesional, porque es remar contra la corriente, donde se necesita poner todas las fuerzas, correr riesgos, y en ello, cabe agregar, que la convicción juega un papel imprescindible.