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IX ENFERMEDADES ENDOCRINAS Y METABÓLICAS IX.1. ENFERMEDADES ENDOCRINAS IX.1.1. IX.1.2. IX.1.3. IX.1.4. IX.1.5. IX.2. Diabetes mellitus Trastornos de la glándula adrenal Síndrome de neoplasias endocrinas múltiples Enfermedades de la glándula tiroides Trastornos de las glándulas paratiroides ENFERMEDADES METABÓLICAS IX.2.1. IX.2.2. IX.2.3. IX.2.4. Aminoácidos Carbohidratos Lípidos Otras enfermedades metabólicas CAPÍTULO IX ENFERMEDADES ENDOCRINAS Y METABÓLICAS Manuel Sánchez Salorio, José Manuel Benítez del Castillo Sánchez, Rosario Touriño Peralba, José Manuel Cabezas Agrícola, Javier Benítez del Castillo Sánchez, Soledad Aguilar Barbadillo IX.1.2. DIABETES MELLITUS Manuel Sánchez Salorio, Rosario Touriño Peralba, José Manuel Cabezas Agrícola La Diabetes Mellitus (DM) es un síndrome clínico caracterizado por un trastorno en el metabolismo de los hidratos de carbono producido por la disminución de la secreción o de la efectividad de la insulina lo que ocasiona hiperglucemia La importancia de la enfermedad radica en su capacidad para producir alteraciones metabólicas graves (cetoacidosis diabética, coma hiperglucémico hiperosmolar no cetósico) y complicaciones vasculares tardías importantes ya sea en forma de macroangiopatía por ateroesclerosis (cardiopatía isquémica, enfermedad cerebro vascular, enfermedad vascular periférica) o de microangiopatía (retinopatía, nefropatía, neuropatía) (1). 1. EPITEMIOLOGÍA. PREVALENCIA La D.M. es una de las enfermedades generales más frecuentes y extendidas en todo el mundo. El incremento actual de su prevalencia se debe principalmente al aumento de la expectación de vida en la población general, a la disminución de la mortalidad precoz en los pacientes diabéticos y a la imposibilidad de prevenir la aparición de la enfermedad. También pueden haber influido cambios en el nivel y en el estilo de vida que son propios de las sociedades industrializadas (obesidad, disminución del ejercicio físico, dieta alimenticia con predominio de grasas e hidratos de carbono). La determinación cuantitativa de la prevalencia de la DM depende de los criterios que se utilicen para su diagnóstico. La estimación de la prevalencia de DM en la población general oscila entre el 2% y el 4%. La diabetes tipo I (insulino dependiente) representa un 10% del total de los casos de DM. En España el Ministerio de Sanidad y Consumo (1991) estimó en un 0,3% la prevalencia de la diabetes tipo I y en un 3,8% la de la diabetes tipo II. La incidencia de la diabetes tipo I se estimó en 10 casos/100.000 habitantes/año. Esta cifra es claramente inferior a la estimada en los paises del norte de Europa (Finlandia, Suecia, Noruega) que oscila entre 15 a 35 casos por 100.000 habitantes cada año (2). La incidencia y la prevalencia de la diabetes tipo II son más difíciles de determinar por el gran número de casos que no son diagnosticados en las etapas iniciales de la enfermedad. La prevalencia de la diabetes tipo II aumenta claramente con la edad. La DM representa un importantísimo problema médico y social no sólo por su gran prevalencia sino por sus consecuencias: es una de las dos causas más frecuentes de ceguera, es la causa más importante de insuficiencia renal y de amputación de las extremidades inferiores y los pacientes diabéticos tienen entre 2 y 5 veces más probabilidades de padecer cardipatía isquémica o ictus cerebral que las que tiene la población no diabética (1,3). 2. CRITERIOS DIAGNÓSTICOS El diagnóstico de la diabetes no ofrece dificultad cuando aparecen los signos típicos de hiperglucemia sintomática: poliuria, polidipsia y pérdida de peso con ingesta alimenticia normal. En la diabetes tipo I el diagnóstico suele establecerse por aparecer esos signos o por presentarse cetoacidosis diabética (poliuria, náuseas, vómitos, somnolencia, letargia, dolor abdominal). En la diabetes tipo II el diagnóstico puede sospecharse en una hiperglucemia sintomática pero 262 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales Tabla 1. Criterios diagnósticos de diabetes mellitus (no de diabetes gestacional) • Síntomas de diabetes (poliuria, polidipsia, pérdida de peso inexplicada) + glucemia plasmática al azar (a cualquier hora del día independientemente de la hora de la última comida) ≥200 mg/dl, O BIEN • Glucemia plasmática en ayunas (al menos tras 8 horas sin comer ) ≥126 mg/dl (medido en 2 ocasiones) O BIEN • Glucemia plasmática a las 2 horas de una sobrecarga oral de glucosa —SOG— (75 gr de glucosa disuelta en agua) ≥200 mg/dl muchas veces se establece como consuecuencia de una revisión médica y analítica convencional o ante la presentación de una complicación tardía. El problema surge en las formas asintomáticas. Si el criterio diagnóstico se basa en la glucemia en ayunas la cuestión consiste en determinar cual es el límite superior de la glucemia que no va a producir hiperglucemia sintomática, cetoacidosis, coma hiperglucemico hiperosmolar no cetósico o, a medio o largo plazo, las complicaciones tardías clásicas (retinopatía, nefropatía, arteriopatía ateroesclerótica de las extremidades, cardiopatía isquémica, ictus cerebral). En lo que se refiere a la cifra de hiperglucemia como indicador diagnóstico el National Diabetes Data Group en 1979 estableció los criterios diagnósticos siguientes: 1. En ayunas: concentración de glucosa en plasma venoso superior a 140 mg/dL determinada al menos en dos momentos distintos. Tabla 2. Categorías de tolerancia a la glucosa • Normal: glucemia plasmática en ayunas <110 mg/dl; glucemia plasmática en ayunas <110 y a las 2 h de la SOG <140 mg/dl • Glucemia en ayunas alterada o deterioro de la glucemia en ayunas: glucemia plasmática en ayunas ≥110 y <126 mg/dl; glucemia plasmática en ayunas ≥110 y a las 2 h de la SOG <140 mg/dl • Intolerancia a los hidratos de carbono: glucemia plasmática a las 2 h de la SOG ≥140 e <200 mg/dl • Diabetes: glucemia plasmática en ayunas ≥126 mg/dl; glucemia plasmática a las 2 h de la SOG ≥200 mg/dl 2. Sobrecarga oral de glucosa (SOG). Después de tomar por vía oral 75 gr. de glucosa glucémica en plasma venoso superior a 200 mg/dL a las dos horas y, al menos una vez, en otro momento antes de las dos horas. Pero la prueba de la tolerancia oral a la glucosa tiene muchos inconvenientes. Una respuesta normal excluye claramente el diagnóstico de diabetes pero una reducción de la tolerancia (cifras por encima de 200 mg/dL) no tiene valor predictivo, y si se usa como criterio único conduce a un exceso de diagnósticos. Además la prueba sólo puede ser valorada en pacientes que no presenten infecciones, enfermedades cardiovasculares o cerebrales vasculares agudas, enfermedades hepáticas o renales. Debe tenerse en cuenta también que muchos fármacos (glucocortidoides, tiacidas, indometacina, estrógenos sintéticos) alteran los resultados de la prueba. Por todo ello la prueba de la tolerancia oral a la glucosa se ha considerado como innecesaria. Probablemente su indicación actual quede reducida a aquellos casos en los que en un paciente normoglucémico se presenta una alteración que puede ser interpretada como una complicación tardía de una diabetes (retinopatía, polineuropatía). Si el resultado de la prueba es normal puede descartarse la etiología diabética. Si hay una disminución de la tolerancia a la glucosa aumenta la verosimilitud de la sospacha de la etiología diabética. En 1997, la American Diabetes Association (ADA) (4) estableció unos nuevos criterios diagnósticos de las distintas categorías de hiperglucemia, que afectaban fundamentalmente a la glucemia en ayunas, y a la aparición de una nueva categoría de intolerancia a los hidratos de carbono conocida como glucemia en ayunas alterada o deterioro de la glucosa en ayunas (tablas 1 y 2). Esta clasificación fue posteriormente adoptada por la OMS con alguna modificación (5). Estas modificaciones en los criterios diagnósticos fueron realizadas tras comprobar en varios trabajos epidemiológicos que la prevalencia de aparición de la complicación microvascular característica de la DM, la retinopatía, y de cardiopatía isquémica aumentaban mucho con glucemias que estaban entre 120 y 126 mg/dl. En efecto, ese rango de valores de glucemia daba la misma prevalencia de DM que una glucemia plasmática ≥200 mg/dl tras una sobrecarga oral de glucosa (SOG). En ese consenso se redujo por tanto el criterio diagnóstico de DM en la glucemia plasmática en ayunas a 126 mg/dl (antes era 140 mg/dl). Los pacientes de las categorías de glucemia en ayunas alterada y con intolerancia a los hidratos de carbono (medido mediante SOG) tienen un riesgo mayor de diabetes en el futuro y de enfermedades cardiovasculares. Este Comité de Expertos recomienda emplear la determinación de glucemia plasmática Capítulo IX. en ayunas para el diagnóstico y no emplear de forma rutinaria la SOG, si bien han aparecido críticas (6,7) a esta última recomendación desde la publicación del consenso, debido a que un porcentaje importante de pacientes que cumpliría criterios de glucemia en ayunas alterada en base únicamente a la glucemia en ayunas (pero no de DM) si se les realizara la SOG serían clasificados como diabéticos. Además en dichos trabajos se ponía de manifiesto que la glucemia plasmática a las 2 h de la SOG predecía el riesgo de mortalidad cardiovascular mejor que la glucemia en ayunas, sobre todo en ancianos > 65 años. Por este motivo son muchos los autores que siguen recomendando la realización de la SOG en pacientes con glucemia en ayunas alterada. Estos criterios diagnósticos son aplicables igualmente a los niños. En este documento de la ADA se considera que dada la elevada prevalencia de DM a partir de la cuarta década de la vida se debe realizar el despistaje de diabetes mediante la determinación de la glucemia plasmática en ayunas en todas las personas mayores de 45 años cada 3 años, o antes de esa edad si cumplen los siguientes aspectos (4): Enfermedades endocrinas y metabólicas 263 — Obesidad (≥120% del peso ideal o índice de masa corporal ≥27). — Familiares de primer grado con DM. — Miembros de etnias de alto riesgo (Afroamericanos, Hispanos, Indios americanos). — Antecedentes de hijos macrosómicos (>4 kg) o antecedentes de diabetes gestacional. — Hipertensión arterial (>140/90 mm/Hg). — Colesterol HDL < 35 mg/dl o trigliceridos >250 mg/dl. — Antecedentes de intolerancia oral a la glucosa o glucemia en ayunas alterada. 3. CLASIFICACIÓN TIPOS DE DIABETES La nueva clasificación de la DM propuesta por la ADA se basa en la etiología, aunque en algunos casos ésta se desconozca (tabla 3) (4). Todas estas formas de diabetes tienen una evolución distinta pero el pronóstico y el tratamiento no suele diferir. En esta clasificación se elimina los términos insulín dependiente y no insulín dependiente y los sustituye por las denominaciones DM tipo 1 y tipo 2. Cualquier forma de Tabla 3. Clasificación etiológica de la diabetes mellitus (American Diabetes Asociation, ADA 1997) I. DM tipo 1 (destrucción de la célula ß pancreática que suele conllevar un déficit absoluto de insulina) A. Autoinmune B. Idiopática II. DM tipo 2 (con un rango de manifestaciones que van desde una forma caracterizada por una insulín resistencia con déficit relativo de insulina, a una forma con déficit de insulina predominante con resistencia a la insulina) III. Otros tipos específicos A. Defectos genéticos de la función de la célula β (diabetes tipo MODY; diabetes mitocondrial; otras) B. Defectos genéticos en la acción de la insulina (insulín resistencia tipo A; leprecaunismo; síndrome de Rabson-Mendenhall; diabetes lipoatrofica; otras) C. Enfermedades del páncreas exocrino (pancreatitis; pancreatectomía o trauma; neoplasia; fibrosis quística; hemocromatosis; otras) D. Enfermedades endocrinas (hipertiroidismo; acromegalia; síndrome de Cushing; glucagonoma; feocromocitoma; aldosteronoma; otras) E Inducida por fármacos o productos químicos (corticoides; pentamidina; ácido nicotínico; hormona tiroidea; diazóxido; agonistas ß adrenérgicos; tiazidas; fenitoina; interferón; vacor; otras) F. Infecciones (citomegalovirus; rubeola congénita; otras) G. Formas infrecuentes de diabetes autoinmune (síndrome del hombre rígido —«stiff-man» syndrome—; anticuerpos antireceptor de la insulina; otras) H. Otros síndromes genéticos que se asocian a veces a la diabetes (síndrome de Down; síndrome de Klinefelter; síndrome de Turner; distrofia miotónica; porfiria; síndrome de Prader-Willi; síndrome de Wolfram; ataxia de Frierdrich; corea de Huntington; síndrome de Lawrence-Moon-Bield; otras) IV. Diabetes Gestacional 264 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales diabetes puede requerir insulina a lo largo de la evolución de la enfermedad, de tal forma que su uso por sí misma no clasifica al paciente. La inmensa mayoría de los pacientes diabéticos están incluidos en las 2 primeras categorías, DM tipo 1 y DM tipo 2, ésta última representando cerca del 90% de todos los diabéticos. Pasamos a continuación a realizar una breve descripción de los distintos tipos de diabetes. 3.1. DM tipo 1 Antes llamada diabetes mellitus insulín dependiente o diabetes juvenil, es consecuencia de la destrucción de las células β secretoras de insulina del páncreas, y por lo tanto del déficit importante de insulina que ello conlleva. En el subtipo autoinmune de la nueva clasificación de la ADA, que es con diferencia el tipo de DM tipo 1 más frecuente, la destrucción de los islotes pancreáticos productores de insulina está mediado por mecanismos autoinmunes, iniciados posiblemente por algún virus o tóxico en un sujeto con una susceptibilidad genética marcada por los antígenos de histocompatibilidad clase 2 (DR3 y DR4). Suele ser un proceso lento, que se inicia años antes del diagnóstico clínico, teniendo que destruirse más del 90% de las células β para que se desencadene la sintomatología clínica. En este tipo de diabetes en el momento del diagnóstico se ha hallado infiltrado inflamatorio de los islotes pancreáticos formado por monocitos y linfocitos T pero no polimorfonucleares. Estas células secretarían citokinas (interleukina 1, 6 y Factor de Necrosis Tumoral a) que inducirían la producción de radicales libres y lesionarían la célula b. Marcadores serológicos de dicha destrucción (que no causantes), y por lo tanto, útiles para la clasificación diagnóstica, serían: anticuerpos antiislotes (ICA), presentes entre el 60-90% de los diabéticos tipo 1 recién diagnosticados, disminuyendo su título a medida que aumenta la duración de la enfermedad; anticuerpos anti GAD (decarboxilasa del ácido glutámico) que es el anticuerpo más precozmente elevado y muy frecuente (cercano al 90%); anticuerpos anti IA2 (que es una tirosina fosfatasa) y que se halla elevado en el 70% de los diabéticos tipo 1; y anticuerpos antiinsulina. La combinación de anticuerpos anti GAD y anti IA2 identifican el 95% de los casos de DM tipo 1 autoinmune de recién diagnóstico, y son los más usados en la práctica clínica. Aproximadamente el 50% de los casos de DM tipo 1 son diagnosticados antes de los 20 años con un pico en la incidencia antes de la pubertad (14 años). Clínicamente suelen ser pacientes delgados, si bien la presencia de obesidad no descarta el diagnóstico, con inicio abrupto de los síntomas cardinales diabéticos (poliuria, nicturia, polidipsia, astenia, pérdida de peso), con tendencia a la cetoacidosis, y a requerir insulina de forma obligada para su tratamiento. Al tratarse de una enfermedad autoinmune puede asociarse a otras enfermedades autoinmunes sobre todo tiroideas como enfermedad de Graves, tiroiditis crónica autoinmune (tiroiditis de Hashimoto), enfermedad de Addison, vitíligo, formando a veces parte de los síndromes pluriglandulares autoinmunes. Aunque este tipo de diabetes suele aparecer antes de los 30 años, puede desarrollarse a cualquier edad. De hecho, una fracción significativa de pacientes inicialmente diagnosticados de DM tipo 2 son en realidad diabéticos tipo 1 (los estudios de prevalencia son variables oscilando entre un 4% a un 12% o incluso un 25%, si se incluyen a pacientes con fracaso secundario a los antidiabéticos orales). Este grupo de pacientes inicialmente clasificados como diabéticos tipo 2 tienen un curso evolutivo diferente en el cual se produce un agotamiento pancreático precoz con una significativa disminución en la secreción de insulina y por lo tanto a una necesidad temprana de insulina para conseguir la normoglucemia. Suelen ser sujetos delgados y en los cuales se detectan anticuerpos anti GAD y anti IA2. Este tipo de diabetes se la conoce como diabetes latente autoinmune del adulto (LADA) (8), aunque también existen otros sinónimos: diabetes tipo 1 y medio, diabetes mellitus lentamente progresiva, diabetes mellitus tipo 1 de comienzo tardío. Ha de sospecharse, por consiguiente, en pacientes con DM tipo 2 «delgados», con empeoramiento rápido (meses o pocos años) del control glucémico a pesar de un tratamiento adecuado, asociados a otras enfermedades autoinmunes sobre todo tiroideas. En el otro subtipo de DM tipo 1, llamada idiopática en la nueva clasificación de la ADA, no existe evidencia de autoinmunidad, ni se asocia a ciertos haplotipos HLA, pero son pacientes con insulinopenia permanente y con tendencia a la cetosis. En su mayoría son de pacientes de ascendencia asiática o africana. 3.2. DM tipo 2 Representa cerca del 90% de todos los diabéticos (1,4,5), y es más prevalente a medida que se avanza en edad (de hecho más del 50% de todos los diabéticos tipo 2 son mayores de 65 años), en obesos y en mujeres con antecedentes de diabetes gestacional. Antes se la conocía como diabetes mellitus no insulín dependiente, diabetes del adulto, términos éstos inadecuados ya que un gran porcentaje de los diabéticos tipo 2 acabarán necesitando insulina para lograr un buen control metabólico dependiendo de los años de Capítulo IX. evolución de la enfermedad, y porque ésta clase de diabetes puede aparecer a cualquier edad, hasta el punto que dada la cada vez más elevada incidencia de obesidad en niños y adolescentes, la prevalencia de DM tipo 2 en ésta franja de edad está progresivamente aumentando sobre todo en ciertos grupos étnicos (9,10). La fisiopatología de la DM tipo 2 se caracteriza por una secreción insuficiente de insulina y una resistencia periférica (sobre todo a nivel hepático y muscular) a la acción de la insulina, factores ambos necesarios para que aparezca la diabetes. Actualmente existe evidencia de que el factor inicial, y probablemente determinado genéticamente, es una incapacidad de la célula β en responder con una apropiada secreción de insulina a una sobrecarga de glucosa. Simultáneamente, puede existir una mayor demanda de insulina debido a una situación sobreimpuesta de resistencia a la acción de la insulina (como puede ser la causada por la obesidad y el sedentarismo) pero que se compensará con un aumento en la secreción de insulina, que será suficiente para mantener la euglucemia. Si esta situación perdura el trastorno en la secreción de insulina o la resistencia periférica a la acción de la insulina pueden empeorar y producir entonces hiperglucemia, la cual a su vez empeora aún más la secreción de insulina y la sensibilidad periférica a su acción (lo que se conoce como toxidad de la glucosa). Las manifestaciones clínicas de la DM tipo 2 pueden pasar desapercibidas, estableciéndose el diagnóstico a menudo en un chequeo rutinario, o tras aparecer complicaciones en alguno de los órganos diana de la enfermedad (retinopatía, nefropatía, macroangiopatía), de ahí que en el momento del diagnóstico de la diabetes el paciente lleve padeciéndola entre 5-7 años sin saberlo. Desde un punto de vista clínico la característica principal de éstos pacientes es la obesidad presente en al menos el 85% de los casos. Otras características son la escasa tendencia a la cetosis, a no precisar insulina, al menos al principio, para sobrevivir, y tener un fuerte componente genético (20% de parientes de primer grado con DM tipo 2). En la practica puede considerarse como diabetes mellitus tipo I aquella que se inició antes de los 30 años y ha sido tratada desde el principio con insulina y como tipo II la que se inició después de los 30 años y ha sido tratada con dieta hipoglucemica, antidiabéticos orales o insulina. 3.3. Diabetes Gestacional La diabetes gestacional (DG) se define como una intolerancia hidrocarbonada de severidad variable diagnosticada por primera vez durante el embarazo, independientemente de que el tratamiento se realice Enfermedades endocrinas y metabólicas 265 con dieta o insulina, y de su evolución posparto (4,11). Esta definición no excluye que en realidad se trate de una DM tipo 2 o tipo 1 no diagnosticada previamente. Al menos 6 semanas tras el parto se debe realizar una SOG para clasificarlas de nuevo en alguna de las siguientes categorías: 1) normoglucemia, 2) intolerantes a los hidratos de carbono, 3) glucemia en ayunas alterada, y 4) diabetes. La mayoría de las pacientes, sin embargo, son clasificadas como normoglucémicas. La frecuencia de la DG oscila en países occidentales entre un 2 y un 5% de todas las gestaciones, aunque algunos autores la sitúan en nuestro país entre un 10 y 16%, según la metodología empleada (11). Los factores de riesgo para desarrollarla son la obesidad, factores étnicos, historia familiar de DM tipo 2, edad > 35 años, DG previa, y otras (hipertensión arterial, tabaquismo, historia obstétrica de multiparidad, polihidramnios,…). La DG surge en mujeres con una resistencia a la acción de la insulina previa a la gestación, que se ve empeorada a partir de la segunda mitad del embarazo momento en que aumenta la insulín resistencia por el efecto de las hormonas placentarias como el lactógeno placentario. Este aumento de la resistencia insulínica acabaría agotando la secreción pancreática compensadora, dando lugar al trastorno del metabolismo hidrocarbonado. La importancia de la detección precoz de la DG estriba en el riesgo aumentado de morbimortalidad materna (mayor riesgo de cesáreas, hipertensión arterial, polihidramnios) y fetal (mayor riesgo de macrosomía, hipoglucemia, hipocalcemia, hiperbilirrubinemia, traumatismos obstétricos). Existen varias pautas diagnósticas de DG según el organismo o Comité de Expertos consultados (ADA, OMS, IV International Workshop sobre Diabetes Gestacional). La más empleada en nuestro país se establece en dos pasos: un test de despistaje (test de O’Sullivan) y un test confirmativo (SOG con 100 gr de glucosa). El test de O’Sullivan se realizará entre la semana 24 y 28 de gestación, a cualquier hora del día y sin tener en cuenta la ingesta previa de alimentos. Consiste en la administración oral de 50 gr de glucosa y la determinación 1 h más tarde de la glucemia plasmática. Se considera positivo si la glucemia es ≥140 mg/dl. Si el resultado es positivo se realizará entonces el test confirmatorio que consiste, tras una noche de ayuno y tras seguir una dieta rica de hidratos de carbono durante los 3 días previos, en la administración oral de 100 gr de glucosa y la determinación de la glucemia plasmática basal a la hora, a las dos y las tres horas, interpretándola según los criterios de Coustan y Carpenter: glucemia basal: 95, 1 h: 180, 2h: 155, 3h: 140 mg/dl, considerándose patológico el test si se tienen 2 o más valores anormales. Sin embargo, algunos grupos recomiendan realizar los 266 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales test de despistaje ya incluso desde el primer trimestre de gestación. Los criterios de la OMS para el diagnóstico de la DG son los mismos que para adultos no gestantes. A continuación pasamos a comentar algunas clases de diabetes con especial repercusión desde el punto de vista oftalmológico: * Síndrome de Wolfram: es un trastorno autosómico recesivo, cuyo gen se ha localizado en el cromosoma 4, caracterizado por DM insulín dependiente, atrofia óptica bilateral, diabetes insípida y sordera neurosensorial, de ahí que se le conozca también con el acrónimo inglés DIDMOAD (Diabetes Insipidus, Diabetes Mellitus, Optic Atrophy, Deafness). La mortalidad en estos pacientes es precoz falleciendo el 60% antes de los 35 años sobre todo de enfermedades neurológicas y de infecciones urinarias de repetición. La DM de éstos pacientes suele requerir insulina desde el diagnóstico pero hasta la fecha no se han hallado datos de autoinmunidad y en los casos que se pudo realizar autopsia se comprobó una atrofia de los islotes. La diabetes es la primera manifestación de la enfermedad en estos pacientes. La atrofia óptica suele ser también precoz y diagnosticarse con una media de edad de 13 años, y evolucionar en pocos años a ceguera. En los pacientes a quienes se les diagnosticó de retinopatía diabética tenían al menos 15 años de evolución de la diabetes. Otras anomalías neurológicas encontradas en gran proporción y que son en realidad las que marcan el pronóstico vital son anomalías pupilares, neuropatía periférica, ataxia, disfunción bulbar, epilepsia. También son muy frecuentes las infecciones urinarias con hidronefrosis. Otras malformaciones halladas han sido cardíacas, hipoplasia congénita del vítreo, estrabismo,... (12). * DM mitocondrial. Mutaciones puntuales en el ADN mitocondrial y trasmitidas por vía materna se han asociado a Diabetes Mellitus y a sordera neurosensorial. La mutación más frecuente está en el gen de la leucina en la posición 3243 (A3243G). Esta DM asociada a mutaciones en el ADN mitocondrial es fundamentalmente debida a trastornos en la secreción de insulina. Fenotípicamente este tipo de diabetes presenta una serie de características clínicas: se asocia con frecuencia (60%) a sordera neurosensorial; suele comenzar antes de los 40 años; la mayoría de los pacientes no son obesos; hay ausencia de autoinmunidad así como de haplotipos específicos; elevada frecuencia de retinopatía y trastornos cardiacos; y presencia escasa en la biopsia muscular de ragged red fibers (fibras musculares desestructuradas). Este tipo de diabetes mitocondrial se ha visto con frecuencia en otras enfermedades mitocondriales como el síndrome de Kearns-Sayre (oftalmoplejia externa progresiva antes de los 20 años con retinitis pigmentaria, ataxia, bloqueo cardiaco) y el síndrome MELAS (encefalopatía mitocondrial, acidosis láctica, episodios similares a ictus). 4. MANIFESTACIONES NO GENERALES. COMPLICACIONES CRÓNICAS La DM puede presentarse de formas muy variadas que dependerán en definitiva de la severidad de la deficiencia insulínica. Así, la sintomatología cardinal clásica diabética —poliuria, nicturia, polidipsia, astenia, pérdida de peso— son consecuencia de la hiperglucemia y del déficit subyacente de insulina, que es la forma de comienzo de la DM tipo 1 (a menudo en forma de cetoacidosis), y menos frecuentemente de la DM tipo 2. La DM tipo 2 sin embargo, es más frecuente que se manifieste de forma insidiosa o incluso en forma de complicaciones específicas de la diabetes (retinopatía, macroangiopatía,…). A menudo aparecen en el momento del diagnóstico otras manifestaciones como son cambios en la refracción ocular (debido a cambios osmóticos en el cristalino), prurito vulvar o balanitis (como consecuencia de infecciones por Cándida). La cetoacidosis diabética (en la DM tipo 1) y el síndrome hiperosmolar no cetósico (en la DM tipo 2) son dos formas de manifestarse la diabetes con una mortalidad en los países occidentales afortunadamente muy baja, y cuyos factores precipitantes van desde infecciones, abandono del tratamiento hipoglucemiante,… Básicamente se tratan de dos estados de deshidratación severa con mayor o menor déficit insulínico. Instaurada ya la diabetes el estado de hiperglucemia crónica mantenido durante años junto a otros factores de riesgo tales como el tabaco, la hipertensión arterial y la hiperlipemia, darán lugar a la aparición de lesiones vasculares macroangiopáticas (cardiopatía isquémica, isquemia en extremidades inferiores, enfermedad cerebrovascular) y microangiopáticas (retina, riñones, nervios periféricos). 4.1. Complicaciones microvasculares Existe una relación continua entre el grado de control glucémico y la incidencia y progresión de las complicaciones microvasculares, como quedó puesto de manifiesto tras la publicación en 1993 del Diabetes Control and Complications Trial (DCCT) (13) en diabéticos tipo 1, y en 1998 del United Kingdom Prospective Diabetes Study (UKPDS) (14-16) en diabéticos tipo 2. En el primero, estudio multicéntrico americano con 1441 diabéticos tipo 1, se demostró que el mantenimiento de los valores glucémicos lo más cercanos a la normalidad (media de HbA1C < 7%) mediante un tratamiento intensivo conseguía impedir (grupo de prevención primaria) o retrasar (grupo de Capítulo IX. Enfermedades endocrinas y metabólicas 267 Tabla 4. Principales resultados del DCCT • Reducción del riesgo de retinopatía diabética clínicamente significativa en un 76% • Reducción del riesgo de progresión de la retinopatía diabética en el grupo de prevención secundaria en un 47% y de tratamiento con láser en un 56% • Reducción del riesgo de edema macular en un 25% • Reducción del riesgo de microalbuminuria en el grupo de prevención primaria en un 34% y en el de prevención secundaria un 43% • Reducción del riesgo de proteinuria clínica (>300 mg/24 h) en el grupo de prevención secundaria en un 56% • Reducción del riesgo de neuropatía clínica en un 60% prevención secundaria) la aparición de las complicaciones microangiopáticas en diabéticos tipo 1 en comparación con aquellos diabéticos tratados de forma convencional (media de HbA1C 9%) (tabla 4). En la DM tipo 2, el estudio UKPDS demostró que una reducción de la HbA1C al 7% frente al 7.9% del grupo tratado de forma convencional, redujo las complicaciones finales de la diabetes (infarto de miocardio, insuficiencia renal terminal, amputación, ceguera) en un 12% con un mayor descenso de las complicaciones microvasculares (25%). Así mismo, éste estudio mostró que un estricto control de la tensión arterial reducía las complicaciones finales de la diabetes en un 24%, de las complicaciones microvasculares un 37% y de ictus un 44% (tabla 5). Los mecanismos por los cuales la hiperglucemia crónica puede producir las complicaciones microvasculares son la glicación no enzimática de las proteínas (proteínas de membranas, circulantes, proteínas estructurales de las paredes arteriales) con la formación de productos terminales de la glicación no enzimática avanzada; estrés oxidativo; activación de la vía de los polioles; activación de la diacilglicerol y de la proteinquinasa C, y otros menos importantes. 4.1.1. Retinopatía: ver más adelante 4.1.2. Nefropatía: la nefropatía diabética (ND) se caracteriza por la presencia de albuminuria persistente, disminución progresiva de la tasa de filtrado glomerular, y aumento significativo de la presión arterial (17,18). Es la causa más frecuente de insuficiencia renal terminal en EEUU (30-40%), y en España se señala una incidencia del 12%. Los pacientes con DM tipo 1 y nefropatía establecida presentan un riesgo de mortalidad hasta 100 veces superior a la población no diabética, mientras que en diabéticos tipo 1 sin proteinuria este riesgo es solo 2 veces superior. Se calcula que un 40% de los diabéticos tipo 1 de más de 20 años evolución y un 15-25% de los diabéticos tipo 2 desarrollarán una nefropatía diabética. En la patogenia de la ND se han involucrado a factores genéticos, control glucémico, hipertensión arterial, hiperlipemia, proteinuria, ingesta proteica, tabaquismo. La historia natural de la ND en la DM tipo 1 está mejor conocida que en la DM tipo 2. Mogensen et al. (17) la dividió en 4 estadios: estadio 1 (fase de hipertrofia renal): fase caracterizada por aumento del filtrado glomerular en un 20-50% y que es reversible con el control glucémico estricto. En esta fase la tasa de excreción de albúmina es normal o aumentada de forma reversible; estadio 2 (fase de normoalbuminuria, esto es, excreción urinaria de albúmina <20 µg/min, y lesiones glomerulares tempranas): histológicamente se ve engrosamiento de la membranas basal glomerular y aumento de la matriz mesangial glomerular. En este estadío todos los pacientes están normoalbuminúricos y el filtrado glomerular puede estar aumentado un 20-50%; estadio 3 (fase de nefropatía incipiente: fase de microalbuminuria): el Tabla 5. Principales resultados del UKPDS en las complicaciones microvasculares Reducción observada de las complicaciones Reducción Reducción Reducción Reducción Reducción Reducción complicaciones microvasculares retinopatía a los 12 años de progresión de retinopatía a los 9 años intervención cataratas de disminución visión de albuminuria a los 12 años Control glucémico (%) Control TA (%) 25 21 — 24 — 33 37 — 34 — 47 — 268 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales término de microalbuminuria (Ma) fue acuñado en 1982 para referirse a pequeñas elevaciones en la tasa de excreción urinaria de albúmina que está por debajo de los métodos estándares de detección, y que se define como la excreción de albúmina en orina de 24 h entre 30-300 mg/24 h o tasa de excreción de albúmina entre 20-200 µg/min, comprobado en dos de tres determinaciones en un intervalo de 6-12 semanas. El pico de incidencia de Ma en diabéticos tipo 1 se da entre los 10 y 20 años del diagnóstico y rara vez aparece en los primeros diez años, declinando tras el citado pico, de modo que el riesgo de presentar ND en pacientes normoalbuminúricos es muy bajo cuando la evolución de la enfermedad es superior a los 30 años. La importancia de esta fase es que señala a diabéticos con mayor riesgo de desarrollar una insuficiencia renal terminal, enfermedad cardiovascular (esto último sobre todo en diabéticos tipo 2), y mayor mortalidad. En efecto, el 80% de los diabéticos tipo 1 con Ma desarrollarán nefropatía clínica comparado con solo un 4% de los DM tipo 1 sin Ma. Tanto en los diabéticos tipo 1 como 2 el desarrollo de ésta fase se asocia fuertemente al desarrollo posterior de retinopatía proliferativa y de neuropatía, y es considerado un factor de riesgo independiente cardiovascular. Todo lo anterior ha llevado a sugerir que la Ma reflejaría un proceso patológico generalizado del sistema vascular que afecta al glomérulo, retina e íntima de los vasos como lo sugiere también la tasa de escape de otros marcadores indirectos de la función endotelial. En ésta fase el tratamiento consiste en normalizar de forma agresiva la glucemia y añadir inhibidores de la enzima conversora incluso en ausencia de hipertensión, lo cual retrasará o evitará la progresión a fases más avanzadas de nefropatía; estadio 4 (fase de nefropatía clínica: proteinuria clínica o macroalbuminuria): se define como la excreción de más de 300 mg/24 h de albúmina o tasa de excreción de albúmina > 200 mg/min. En esta fase el 75% de los pacientes acabarán en insuficiencia renal terminal en 10 años, y la prevalencia de hipertensión arterial es muy alta. También es frecuente el síndrome nefrótico. Histológicamente hay glomerulosclerosis difusa; estadio 5 (fase insuficiencia renal terminal): esta fase y sus múltiples complicaciones cardiovasculares ocurren tras 25-30 años de evolución de la diabetes en el 35% de los diabéticos tipo 1. Es irreversible independientemente del tratamiento que se haga. En la DM tipo 2, hasta un tercio de las causas de insuficiencia renal son de origen no diabético (a diferencia de la DM tipo 1 que solo ocurre en menos del 5%). Aunque la historia natural es menos conocida que en la DM tipo 1 dado la imprecisión en la fecha del inicio de la diabetes, se cree que el curso evolutivo es similar, si bien como se dijo antes el papel predictivo de insuficiencia renal terminal de la Ma no es del todo conocido. La prevalencia de albuminuria persistente (>300 mg/24 h) en la DM tipo 2 es del 15% y se puede achacar a la diabetes si cumple los siguientes criterios: presencia de retinopatía diabética y ausencia de datos de otras enfermedades renales. Sin embargo, esto no siempre es así pues hasta un 60% de los pacientes proteinúricos por ND no se hallaron datos de retinopatía (a diferencia de la DM tipo 1 en los cuales solo un pequeño porcentaje carecería de retinopatía, aunque la inversa no es cierta, esto es, hasta un tercio de los diabéticos tipo 1 con retinopatía proliferativa no tienen proteinuria). La prevención y tratamiento consistirá pues en intentar lograr un buen control metabólico como se vio en DCCT y añadir en fase de Ma y proteinuria clínicas, inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECAs), fármacos de primera elección en estos pacientes (excepto en embarazadas y pacientes con estenosis de la arteria renal). En fase de insuficiencia renal terminal se recurrirá a la hemodiálisis o al trasplante simultáneo páncreas-riñón indicado en diabéticos tipo 1 y tipo 2 <60 años. 4.1.3. Neuropatía: es una de las complicaciones crónicas más frecuentes de la diabetes, pero cuya prevalencia en el pasado fue sobrestimada dependiendo de diversos factores (el tipo de diabetes, características de la muestra, edad al momento del estudio, metodología) (19). Actualmente existen varios estudios de prevalencia en varios países (EEUU, Reino Unido, Italia, España). En general, en dichos estudios se halló una prevalencia de polineuropatía periférica en diabéticos tipo 1 del 12,9% (España) o 22,7% (Reino Unido), y en diabéticos tipo 2 del 24,1% (España) o 32% (Reino unido) (20). En todos los anteriores estudios se comprobó la prevalencia de ésta complicación aumentaba con la edad y con la duración de la diabetes desde el momento del diagnóstico. También se asocia habitualmente a otras complicaciones como retinopatía y nefropatía. Existen múltiples clasificaciones de la neuropatía diabética, una de ellas es la expuesta en la tabla 6. Básicamente existen 3 síndromes neuropáticos mayores a los que hay que añadir el componente autónomo de la neuropatía: polineuropatía simétricas distales, neuropatías motoras proximales, neuropatías focales y neuropatía autónoma. La más frecuente con diferencia es la primera. Se trata de una polineuropatía sensitivomotora simétrica de localización en las extremidades inferiores progresivamente ascendente cuyas manifestaciones clínicas variarán dependiendo del tipo de fibras nerviosas afectadas (delgadas o gruesas). Si predomina la afectación de las fibras delgadas los síntomas prominentes serán el dolor y las parestesias (hormigueo, quemazón, entumecimiento). Si predominan la afectación de fibras gruesas habrá pérdida de reflejos aquíleos, disminución de la Capítulo IX. Enfermedades endocrinas y metabólicas 269 Tabla 6. Clasificación de las neuropatías diabéticas Polineuropatías simétricas Polineuropatía sensitivomotora Neuropatía simétrica motora proximal de EEII Neuropatía motora distal aguda Neuropatía autónoma Neuropatías focales y multifocales Neuropatía craneal Mononeuropatía de tronco y extremidades Neuropatía asimétrica motora de EEII Formas mixta sensibilidad vibratoria y artrocinética y ataxia sensitiva en fases muy avanzadas. En fases más tardías, y con la afectación de las fibras autónomas, habrá riesgo muy aumentado de aparición de úlceras en pie con el consiguiente riesgo de amputación. La disfunción del sistema nervioso autónomo muestra una incidencia del 20 al 40% de los diabéticos, y sus manifestaciones a nivel cardiovascular aumentan mucho el riesgo de muerte súbita. Afecta por igual al simpático que al parasimpático pero el primero se afecta más precozmente. A nivel cardiovascular puede dar lugar a hipotensión ortostática, taquicardia de reposo, muerte súbita; a nivel gastrointestinal, a hipomotilidad gástrica, diarrea, estreñimiento; a nivel genitourinario a impotencia, vejiga neurógena; a nivel pupilar miosis, trastornos en la dilatación pupilar; a nivel termorregulador, trastornos de la sudoración. 4.2. Complicaciones macroangiopáticas La enfermedad macroangiopática o macrovascular, que engloba la cardiopatía coronaria, enfermedad cerebrovascular y la enfermedad vascular periférica, es la principal causa de mortalidad de los diabéticos (3,21). Tienen un riesgo de aterosclerosis de 2 a 4 veces mayor que la población no diabética, y ser además más precoz, acelerada y extensa anatómicamente. La enfermedad macrovascular explica cerca del 80% de la mortalidad de la población diabética. Las evidencias epidemiológicas indican que los factores de riesgo cardiovasculares tradicionales (HTA, dislipemia, tabaquismo) tienen el mismo impacto en los diabéticos que en la población no diabética; sin embargo, para un determinado factor de riesgo los diabéticos tienen un riesgo absoluto de eventos cardiovasculares mucho mayor. Es por ello que en ésta población es fundamental el lograr no solo un buen control glucémico sino también tratar de forma muy agresiva los otros factores de riesgo cardiovascular (abandono del tabaco, tratar precozmente la HTA y la dislipemia). En los últimos años a los anteriores factores de riesgo cardiovascular se han añadido otros tales como la lipoproteína (a), homocisteína, microalbuminuria, proteína C reactiva, polimorfismo de la enzima conversora de la angiotensina,… 4.2.1. Cardiopatía coronaria: la DM se asocia a un riesgo de enfermedad coronaria de 2 a 3 veces mayor en varones y entre 4 y 5 veces mayor en mujeres premenopausicas que pierden así la protección natural a desarrollar aterosclerosis, respecto a la población no diabética, siendo además, la mortalidad post-infarto mayor (sobre todo en mujeres) al presentar con mayor frecuencia enfermedad difusa multivaso, arritmias e insuficiencia cardiaca congestiva. 4.2.2. Enfermedad cerebrovascular: el riesgo de ictus isquémico (no del hemorrágico) está aumentado de 2 a 3 veces respecto a la población no diabética. Esta mayor prevalencia se ha asociado al mayor riesgo de HTA que tienen los diabéticos. Además la hiperglucemia también aumenta el tamaño del ictus isquémico empeorando así el pronóstico. 4.2.3. Enfermedad vascular periférica (EVP): la aterosclerosis oclusiva de las extremidades inferiores en la población diabética es de una incidencia y de progresión más rápida que en no diabéticos. En diabéticos tipo 2 está presente al momento del diagnóstico en un 8%, en un 15% tras 10 años, y en un 45% tras 20 años de evolución de la diabetes. La diabetes es la causa más frecuente de amputación de extremidades. Esta mayor propensión a la EVP afecta fundamentalmente a las arterias de los segmentos infrapopliteos (arterias tibiales y peroneales) pero con una menor afectación de los segmentos aortoilíacos y de las arterias pedias. 5. TRATAMIENTO DE LA DIABETES MELLITUS Existe unanimidad general de que el tratamiento de la DM debe ir encaminado a controlar el metabolismo hicrocarbonado, graso y proteico que está alte- 270 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales rado en ésta enfermedad. Tras la publicación del DCCT y del UKPDS, no existen dudas sobre el efecto beneficioso que tiene conseguir la normoglucemia para prevenir o retrasar la aparición de complicaciones micro y macrovasculares. Pero no solo ha de buscarse un control glucémico lo más cercano a la normalidad sino que es igualmente esencial intentar controlar los otros factores de riesgo tales como la dislipemia y la hipertensión arterial. La monitorización de los diabéticos se realiza mediante la automedición de la glucemia capilar, y, sobre todo, mediante la determinación de la hemoglobina glicosilada (HbA1C), parámetro que nos informa del grado de control glucémico los 2-3 meses previos (22). Tanto en la DM tipo 1 como tipo 2 la dieta es una parte esencial del tratamiento, cuyo objetivo es mantener el peso ideal del paciente. Otra parte importante del tratamiento es el ejercicio sobre todo en los diabéticos tipo 2 que a menudo son obesos. El ejercicio físico continuado aumenta la sensibilidad tisular a la insulina, disminuye las cifras de triglicéridos y aumenta las cifras de colesterol HDL, y disminuye la presión arterial. En el apartado farmacológico disponemos en la actualidad de diversas sustancias con mecanismos de acción diversos: — Sulfonilureas: son un grupo de fármacos que se unen a receptores específicos en la célula β lo cual ocasiona el cierre de los canales de potasio ATP dependientes, aumentando así el calcio intracelular el cual estimula la secreción de insulina. Por este motivo estos fármacos pueden producir hiperinsulinemia y por consiguiente, hipoglucemia y ganancia ponderal. Obviamente se requiere que el páncreas funcione correctamente (no se dará en diabéticos tipo 1, embarazadas, pancreatectomizados). — Repaglinida: nuevo grupo de fármacos que se une a receptores de la célula β distintos del de las sulfonilureas, estimulando así la secreción de insulina. Tienen un inicio de acción rápido y duración corta (1 h). — Biguanidas: únicamente comercializada la metformina. Actúa disminuyendo la producción hepática de glucosa y disminuyendo la resistencia periférica a la insulina aunque en menor cuantía. No estimula la secreción de insulina, y por lo tanto no produce hipoglucemia. Su indicación principal es en diabéticos tipo 2 obesos. Está contraindicada, por el riesgo de acidosis láctica, en la insuficiencia renal, y, en general, en situaciones de hipoxia o de hiperproducción de ácido láctico (insuficiencia cardiaca descompensada, EPOC, isquemia, sepsis, hepatópatas, cáncer). — Inhibidores de la α-glucosidasa intestinal (acarbosa, miglitol): estos fármacos, al igual que la repaglinida, son eficaces para controlar la hiperglucemia posprandial. Actúan enlenteciendo la absorción de carbohidratos desde el intestino, y por consiguiente minimizan la hiperglucemia posprandial. — Tiazolidenedionas: nuevo grupo de antidiabéticos orales (aún no comercializados en España) entre los que se encuentran la troglitazona, y pioglitazona cuyo mecanismo de acción principal es disminuir la resistencia periférica a la insulina. Su efecto secundario más grave es la potencial hepatotoxicidad, que en el caso de la troglitazona a llevado a su retirada del mercado. — Insulina: es el único tratamiento posible en diabéticos tipo 1, pancreatectomizados, hepatópatas severos (cirrosis), insuficiencia renal, embarazadas. En la DM tipo 2 es el tratamiento inicial en caso de hiperglucemia severa (descompensación hiperosmolar), fracaso secundario a los antidiabéticos orales, o en casos de cirugía. En la DM tipo 2 tratada con dosis máximas de hipoglucemiantes orales, se puede ensayar combinaciones de fármacos antes de decidir pasar definitivamente a insulina, o combinaciones de fármacos durante el día e insulina a la noche. Así, se puede ensayar un fármaco que aumente la secreción de insulina (ej., sulfonilurea o repaglinida) o que frene la hiperglucemia posprandial (ej., acarbosa, repaglinida, insulina regular) con otro que aumente la sensibilidad periférica a la insulina (ej, tiazolidenedionas, metformina) o que disminuya la producción hepática de glucosa (ej., metformina). 6. MANIFESTACIONES OFTALMOLÓGICAS La principal alteración oftalmológica producida por la D.M. es la retinopatía. Dada su importancia le dedicaremos un apartado específico describiendo a continuación las manifestaciones no retinianas. 6.1. Manifestaciones oftalmológicas no retinianas 6.1.1. Anejos oculares y superficie ocular Aunque no existen lesiones específicas de los párpados, es frecuente observar en los pacientes diabéticos la presencia de xantelasmas (placas amarillentas dispuestas a menudo en los párpados superiores). Su existencia carece de repercusión clínica y se asocia, por lo general, a un desorden lipídico subyacente. La conjuntiva y la córnea son estructuras de la superficie ocular que también pueden estar dañadas. En la conjuntiva se han descrito alteraciones de tipo vascular similares a las encontradas en la retina (microaneurismas, proliferación capilar y tortuosidad vascular) y en la lágrima se detecta una excesiva concentración de glucosa (glicolacria). Lesiones todas éllas asintomáticas. Capítulo IX. En el tejido corneal es frecuente que exista una disminución de la sensibilidad corneal así como una escasa respuesta cicatricial epitelial. La hipostesia se correlaciona con el grado de sensibilidad vibratoria (23,24) y retinopatía (25) presentes en el enfermo, lo que ocasiona la falta de estímulo necesario para el crecimiento epitelial. Este mecanismo, asociado a la existencia de anomalías en los complejos de unión (hemidesmosomas) y en la membrana basal epitelial (engrosada), favorecen la aparición de lesiones como queratitis punteadas superficiales, erosiones recidivantes o úlceras estériles neurotróficas. Por otra parte, un sistema inmune habitualmente deprimido puede facilitar la sobreinfección de úlceras, a menudo polimicrobiana, en pacientes diabéticos. Otras capas de la córnea que pueden también implicarse son el endotelio y la membrana de Descemet. La presencia de pliegues en la membrana de Descemet traduce la existencia de células endoteliales anómalas (26,27). 6.1.2. Cristalino Los cambios de refracción, especialmente los relacionados con la miopía, son usuales y tienden a presentarse de forma súbita alarmando al paciente. Los niveles de glucosa en sangre se correlacionan con cambios de refracción. Mientras que las elevaciones importantes de glucemia parecen conllevar a cambios miópicos en el cristalino, situaciones severas de hipoglucemia ocasionan un incremento de la hipermetropía. Las alteraciones de refracción de tipo hipermétrope tienden a ser transitorias frente los de tipo miópico que son más progresivas. Aunque todavía se sigue debatiendo sobre el mecanismo involucrado en los errores de refracción, se ha sugerido que la entrada de glucosa en el cristalino provoca alteraciones osmolares responsables de una excesiva o escasa hidratación responsable de una miopía o hipertropía en estos enfermos (28). Otras anomalías son las opacidades del cristalino (catarata), que por lo general aparecen de forma más precoz que en la población general (por debajo de los 65 años de edad) (29). La catarata diabética, denominada así para diferenciarla de la catara senil, se relacionada estrechamente con un acúmulo excesivo de metabolitos derivados de la vía de la aldosa reductasa-sorbitol. En condiciones normales la glucosa que penetra en el cristalino es metabolizada por la vía anaerobia de Embden-Meyerhof pero cuando ésta se satura, como sucede en los diabéticos, se activa la vía aldosa reductasa. Esta enzima transforma la glucosa en sorbitol, alcohol de gran poder osmótico que se acumula en el cristalino originando un incremento de la permeabili- Enfermedades endocrinas y metabólicas 271 dad y una rápida opacificación del mismo (30). Otro mecanismo, relacionado sobre todo con los cambios crónicos, es la glicación no enzimática de las proteínas del cristalino (29). Este tipo de catarata, caracterizada por la presencia de opacidades en «copo de nieve», se desarrolla en pacientes jóvenes con un mal control de la glucemia y en donde la restauración de niveles adecuados permiten frenar e incluso revertir esas opacidades. Otro tipo de catarata, presente en la población general y que morfológicamente no se diferencia de la hallada en pacientes diabéticos, es la catarata senil. En contraposición con los sujetos normales su progresión es más rápida y la edad de aparición más precoz (31). 6.1.3. Glaucoma Los variedades de glaucoma más diagnosticados en los enfermos diabéticos son el glaucoma neovascular y el glaucoma primario de ángulo abierto (32,33). La DM es, junto la obtrucción de la vena central de la retina, una de las primeras causas de glaucoma neovascular seguidas de la obstrucción carotidea (34,35). A pesar de que de manera tradicional se ha involucrado en su desarrollo la existencia de áreas difusas de isquemia retiniana posiblemente existan otros mecanismos asociados como el síndrome de isquemia ocular y la isquemia iridociliar o uveal (32). Sí bien el primer signo de proliferación de neovasos se detecta, por lo general, en el borde libre del iris (rubeosis de iris) éstos ya pueden estar presentes en la raíz del iris o en el ángulo camerular. Los neovasos suelen crecer acompañados de un tejido fibroso translucido (clínicamente no visible) y cuya contracción provoca la eversión del esfínter pupilar (ectropión uveal). Otros signos típicos son la midriasis arreactiva y las goniosinequias originadas por el tejido fibrovascular que tapiza la maya trabecular, línea de Schwalbe y superficie corneal posterior. En los pacientes diabéticos puede observarse también fluctuaciones tensionales dependientes de la administración de corticoides tópicos y de la injesta de líquidos (29). 6.1.4. Neuro-oftalmopatías La neuropatía diabética es una de las complicaciones más frecuentes de la DM y su incidencia está relacionada con el tiempo de evolución de esta enfermedad. De los distintos tipos de neuropatías las que suscitan mayor interés, desde el punto de vista oftalmológico, son la neuropatía autonómica y la mononeuropatía. 272 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales La disfunción del sistema nervioso autonómico explica tanto la reducción del tamaño pupilar como la escasa respuesta al estímulo fotomotor. Aunque ambos tipos de inervación (simpática y parasimpática) están afectadas, la alteración del sistema simpático (responsable del músculo dilatador del iris) parece ser la causa principal en la presencia de pupilas mióticas poco reactivas. El grado de dilatación pupilar se relaciona directamente con el control metabólico y duración de la diabetes (36). Otras anomalías, menos frecuentes, pero también relacionadas con anomalías pupilares son la aparición de una pseudopupila de Argyll-Robertson o la presencia de parálisis sectoriales del esfínter de iris originadas por lesiones en los nervios ciliares cortos durante la fotocoagulación retiniana. Las paresias o parálisis de los pares craneales III (motor ocular común), IV (motor ocular externo) y VI (troclear) son lesiones comunes en estos pacientes, y por lo general su aparición depende del tiempo de evolución de la enfermedad microangiopática (37). Las lesiones aisladas (mononeuropatías) son más habituales que la implicación simultánea de varios pares craneales. La mononeuropatía del III par es, sin lugar a dudas, la más frecuente seguida por el IV y VI pares craneales (38). En la parálisis diabética del III par pueden involucrarse todos o tan sólo parte de los músculos por él inervados. La función pupilar se haya respetada en la mayoría de los casos (diferenciándose de otras etiologías intracraneales como aneurismas o tumores que causan disfunción pupilar en el 90% de los casos); no obstante, se ha descrito hasta un 18% de casos con midriasis asociada (35). Con frecuencia son pacientes que acuden a la consulta con un cuadro clínico de diplopia y ptosis de instauración brusca que en ocasiones se precede de un dolor ocular (periorbitario o retroocular) o hemicraneal ipsilateral. La recuperación, habitualmente, es total y tiene lugar, en la gran mayoría de los casos, tras un periodo de tres meses (lo que sugiere un proceso de desmielinización en su etiopatogenia) (39). Ciertos autores (40,41) han descrito, de manera anecdótica, la presencia de nistagmus en sujetos diabéticos. La afectación del nervio óptico es otra de las manifestaciones neurooftalmológicas, que a pesar de ser menos frecuente que las descritas anteriormente, debe de ser igualmente conocida. La papilopatía diabética, o edema agudo y benigno del nervio óptico, ha sido descrito en pacientes con diabetes tipo 1 con menos de 10 años de evolución y con una escasa o nula implicación retiniana (42,43). Oftalmoscópicamente existe un edema papilar de intensidad variable que va desde una discreta hiperemia (por ingurgitación de los capilares papilares) a un edema papilar franco con hemorragias y exudados algodonosos peripapilares. La resolución completa del cuadro se produce aproximadamente en tres meses y sin necesidad de tratamiento. A pesar de que la etiopatogenía permanece todavía desconocida parecen implicarse factores vasculares (41). La neuropatía óptico isquémica anterior a diferencia de la anterior se descubre con mayor frecuencia en pacientes diabéticos tipo 2 con hipertensión asociada. Por lo general, los pacientes se quejan de una pérdida brusca de la agudeza visual asociada a un defecto altitudinal campimétrico con pérdida del punto de fijación, discromatopsia y alteración del reflejo pupilar aferente ipsilateral. Clínicamente en el fondo de ojo se observa un edema total o sectorial de disco con hemorragias en las capas más externas de las fibras del nervio óptico. A diferencia de la papilopatía diabética su evolución es hacia al atrofia papilar y el grado de afectación bilateral es elevado (45). Menos frecuente es la descripción de hipoplasia del nervio óptico en sujetos varones descendientes de madres con DM gestacional (46). Desde el punto de vista oftalmoscópico el disco adopta un tamaño pequeño rodeado por un halo amarillento. Efecto causado por la retina y el epitelio pigmentario al atravesar la lámina cribosa. Histológicamente representa una falta de diferenciación a nivel de las células gliales de la retina. Aunque la agudeza visual suele estar conservada siempre existe un defecto en el campo visual. No es infrecuente que a ésta alteración se asocien otras anomalías de la línea media intracraneal. Algunos autores (47,48) han identificado la presencia de atrofia óptica bilateral en pacientes insulín dependientes y como parte integrante del síndrome de Wolfram. Este síndrome se caracteriza por ser autosómico recesívo y cursar con DM, diabetes insípida, atrofia óptica y sordera neurosensoríal, aunque existen formas frustradas representadas únicamente por DM y afectación ocular. 6.1.5. Mucormicosis invasiva y otras infecciones graves La (ficomicosis o zigomicosis son términos equivalentes) es una infección causada por hongos del orden Mucorales (concretamente el género Rhizopus es la responsable de la mayoría de los casos). Es una infección oportunista, exclusiva de pacientes con gran depresión de la inmunidad celular (pacientes neutropénicos con neoplasias hematológicas, trasplantados, pacientes tratados con corticoides) o DM en cetoacidosis o con mal control metabólico (49). La mucormicosis rinocerebral comienza característicamente en la nariz, senos paranasales o paladar (con necrosis de la mucosa que da lugar a una secreción nasal sanguinolenta), desde dónde puede extenderse Capítulo IX. de forma fulminante a la órbita y estructuras intracraneales. La presentación clínica, pues, suele ser fiebre de inicio súbito, cefalea, malestar general, acompañado pronto de dolor periorbitario, hinchazón, induración, y secreción nasal hemática. Cuando se afecta la órbita y hay compromiso del nervio óptico, puede haber pérdida de visión. La afectación del seno cavernoso puede dar lugar a una oftalmoplejía, pérdida sensibilidad hemicara superior, quémosis y proptosis del ojo afecto, todo ello debido a parálisis de los pares craneales III, IV, VI y la primera u segunda ramas del V par (37). A medida que progresa la enfermedad la trombosis de la arteria carótida interna puede producir hemiparesia y posterior fallecimiento. El diagnóstico de ésta infección requiere la toma de biopsia de la mucosa nasal necrótica y la demostración de la invasión hística de las hifas características. Otros tipos de infección, no tan amenazantes para la vida como la mucormicosis pero sí con una mayor incidencia de presentación son las endoftalmitis oculares. Aunque no se ha demostrado la predilección por un germen concreto, parece haber una mayor predisposición a infecciones por gérmenes endógenos. Enfermedades endocrinas y metabólicas 273 diabética se ha convertido en un tema central de la oftalmología y en un problema muy importante para la salud pública. En las sociedades industrializadas la RD representa en la actualidad la segunda causa más frecuente de ceguera (inmediatamente después de la degeneración macular asociada a la edad) y la primera en una franja de población con edades comprendidas entre los 20 y los 64 años que representa la gran mayoría de la población activa. La estimación de la prevalencia global de la retinopatía en una población diabética depende de los criterios utilizados para su diagnóstico y de la edad de la población estudiada pero pueden aceptarse cifras comprendidas entre un 30% y un 50% (Caird, 37%; Furuda, 48%; Palmberg, 50%; Lestradet, 43%; Pastor, 43,8%; Barahona , 53,3%; Teruel Maicas, 30,3%). En una población no seleccionada de 1179 pacientes diabéticos J. Fernández-Vigo ha estudiado la prevalencia de la RD relacionándola con el tipo de diabetes, el tratamiento, el sexo, la edad y el tiempo de evolución así como la prevalencia de los distintos tipos de retinopatía y de la ceguera en esa misma población. Los resultados se muestran en las figuras que se incluyen en el texto. 6.1.6. Vítreo Además de las modificaciones típicas que se expondrán a continuación, aproximadamente el 5,4% (50) de los diabéticos presentan una hialitis asteroide caracterizada por la presencia de corpúsculos blanco amarillentos compuestos por calcio suspendidos en el cuerpo vítreo. 6.2. Retinopatía diabética II. FISIOPATOLOGÍA. CUADROS CLÍNICOS. ACTITUDES TERAPÉUTICAS En este apartado vamos a describir el proceso que va desde la normalidad hasta la retinopatía diabética proliferante intentando correlacionar la fisiopatología con las manifestaciones clínicas e indicando brevemente cual debería ser en nuestra opinión, la actitud terapéutica ante cada una de las situaciones evolutivas de la enfermedad. I. IMPORTANCIA. PREVALENCIA Desde que en 1921 Banting y Best descubrieron la insulina los trastornos metabólicos agudos dependientes de la hiperglucemia (cetoacidosis, coma hiperosmolar hiperglucémico) perdieron gran parte de su protagonismo en la clínica y en la morbilidad de la DM. Pero el mejor control metabólico al aumentar la expectación de vida de los pacientes diabéticos hizo que pasaran a ocupar a primer plano las complicaciones crónicas tardías (retinopatía, nefropatía , neuropatía, cardiopatía isquémica, enfermedad vascular periférica). Por el enorme incremento de su prevalencia en los últimos cuarenta años, por el carácter amenazante que tiene para la visión y por las repercusiones socioeconómicas que suponen tanto su tratamiento como sus consecuencias incapacitantes la retinopatía A) Retinopatía diabética no proliferante SITUACIÓN I. HIPERGLUCEMIA SIN RETINOPATÍA El paciente presenta hiperglucemia diagnóstica (glucemia en ayunas superior a 126 mg/dl) comprobada varias veces pero el fondo de ojo y la angiografía fluoresceínica son completamente normales. La hiperglucemia puede ser sintomática (poliuria, polidipsia, adelgazamiento) o puede no haber dado síntomas. En esta situación el primer signo de afectación ocular puede ser el aumento de la difusión intravítrea de fluoresceína medida por fluorometría. Este fenómeno, estudiado principalmente por J.Cunha-Vaz, representa una perversión de la permeabilidad de la barrera hematoretiniana pero no se conoce bien la localización de esa alteración. Podría radicar tanto en 274 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales la barrera hemato-retiniana interna (endotelio de los capilares retinianos) como en la externa (células del epitelio pigmentario). Contra la alteración del endotelio capilar argumenta el hecho de que la angiografía en este momento sea normal. Aunque el aumento de la difusión vítrea de la fluoresceínica sea un signo muy precoz de alteración ocular lo cierto es que su valor clínico y predictivo no ha sido bien definido. En esta situación de hiperglucemia y normalidad retiniana ¿qué es lo que está ocurriendo? El metabolismo de la glucosa en hiperglucemia conduce a: a) La sobrecarga de las vías metabólicas normales. La oxidación de una cantidad excesiva de glucosa por la vía normal debe producir un aumento del estrés oxidativo (liberación de radicales libres, superóxido). b) Activación de vías metabólicas alternativas (polioles, glicación no enzimática de proteínas). Por la vía del poliol catalizada por la enzima aldosa reductosa la glucosa pasa a sorbitol. En normoglucemia esta vía está inactiva. El sorbitol no es capaz de atravesar las membranas celulares ni tampoco la fructosa que deriva de su transformación, por lo que se Capítulo IX. acumula en el interior de la célula aumentando la presión osmótica intracelular. La presencia de aldosa reductasa en los pericitos de la pared del capilar retiniano hace pensar que esa vía pueda ser la responsable de la pérdida de pericitos en las fases más iniciales de la retinopatía. La hiperglucemia también produce un aumento en la glicación no enzimática de las proteínas y en productos AGE. c) La expresión de genes relacionados con la síntesis y degradación del colágeno. Estas alteraciones directamente relacionadas con la hiperglucemia y probablemente algunas otras que todavía desconocemos van a alterar la microcircula- Enfermedades endocrinas y metabólicas 275 ción retiniana a través de alteraciones estructurales y microhemorreológicas. Las alteraciones estructurales se producen en la pared del capilar retiniano y consisten en la pérdida selectiva de los pericitos intramurales, en el engrosamiento y vacuolización de la membrana basal y posteriormente en daño endotelial (51,52). Las alteraciones microhemorreológicas se relacionan con cambios que la hiperglucemia origina en la sangre: incremento de la viscosidad, elevación de los niveles de fibrinógeno, rigidez de la membrana de los hematíes, disminución de la capacidad de transferir oxígeno a los tejidos por aumento de la proporción de hemoglobina glicosilada. El conjunto de estas alteraciones va a producir los dos fenómenos clave de la fisiopatología de la microangiopatía diabética y de su posterior evolución: la hipoxia y el edema (53, 54). La disminución de la luz del capilar y la alteración hemorreológica van a producir áreas de no perfusión capilar (hipoxia). La alteración de la permeabilidad va a producir el edema focal y las microhemorragias. A su vez la hipoxia va a producir citoquinas y factores angiogénicos que inducen la proliferación endotelial que da lugar a los microaneurismas que clínicamente constituyen la lesión más típica y precoz de la fase inicial de la retinopatía diabética. En esta situación ¿Cuál debe ser la actitud terapéutica? En el paciente con hiperglucemia sin retinopatía aparente el médico debe informar al paciente sobre el riesgo que tiene de padecer retinopatía diabética y sobre la importancia que para la prevención o retraso de su aparición tiene el control de su glucemia (tratamiento, dieta, ejercicio físico) así como de su tensión 276 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales arterial. Debe informarle también sobre la conveniencia de controlar periódicamente su fondo de ojo. Una revisión anual se considera suficiente. mática de las proteinas (aminoguanidina) no han demostrado en clínica humana ningún tipo de beneficio. SITUACIÓN II. RETINOPATÍA DIABÉTICA INICIAL O LEVE En su fase más inicial el cuadro está caracterizado por la aparición en el polo posterior de puntos diminutos rojos y blancos. Los puntos rojos corresponden a microaneurismas y a microhemorragias intraretinianas, y los puntos blancos a zonas de rezume focal. A medida que la enfermedad evoluciona aumenta el número de microaneurismas, el tamaño de las hemorragias y de las áreas de rezume. En esta fase no suelen existir exudados duros típicos ni afectación de la zona foveal avascular. La angiografía muestra claramente las áreas de no perfusión capilar, las zonas de rezume y un número de microaneurismas claramente superior al que se detectaba en la oftalmoscopia-biomicroscopia. La actitud terapéutica es similar a la de la situación anterior: el control estricto de la glucemia constituye la clave del tratamiento. El oftalmólogo debe informar al médico general que trata al paciente del inicio de la retinopatía. Los datos relacionados con la retinopatía deben registrarse con precisión suficiente para poder valorar en revisiones ulteriores si el cuadro permanece estable o si ha empeorado. Desde un punto de vista teórico tanto en la situación anterior como en ésta podría estar indicado bloquear las vías metabólicas alternativas que activa la hiperglucemia. Pero tanto el bloqueo de la vía aldosareductasa (sorbinil) como el de la glicación no enzi- SITUACIÓN III. RETINOPATÍA DIABÉTICA MODERADA El número de hemorragias aumenta distribuyéndose por los cuatro cuadrantes de la retina. La forma de las hemorragias depende de su localización en la retina. Las que están situadas en los planos profundos tienen forma redondeada, las más superficiales (capa de las fibras nerviosas) adoptan la forma en llama o astilla. Así como las microhemorragias eran producidas por un aumento de la permeabilidad del capilar, estas hemorragias son producidas por la ruptura de los capilares anormalmente frágiles. Cuando no afectan a la fóvea no tienen una significación especial salvo que indican que la enfermedad está progresando (51). Los exudados duros (áreas de rezume) aumentan en número y tamaño tomando un color amarillento debido a la acumulación de colesterol proveniente del plasma. Los exudados pueden aparecer distribuidos de una manera casual o pueden formar círculos o semicírculos alrededor de un racimo de microaneurismas (formas microcircinadas). La acumulación masiva de estos depósitos lipídicos en la retina formando verdaderas placas recibe el nombre de retinopatía hiperlipidémica y se relaciona habitualmente con concentraciones elevadas de lípidos en el plasma (55). Los exudados duros son expresión del aumento de la permeabilidad y de edema retiniano pero el aumento de grosor de la retina es difícil de observar y valorar. El edema retiniano sólo afecta la visión cuando afecta la mácula. Capítulo IX. Enfermedades endocrinas y metabólicas 277 Tabla 7. Criterios clínicos de la RDNP severa y muy severa Hemorragias intrarretinianas abundantes en los cuatro cuadrantes retinianos Arrosariamiento venoso al menos en dos cuadrantes retinianos Anomalías microvasculares intrarretinanas (IRMA) al menos en un cuadrante retiniano * Para el diagnóstico de RDNP severa es necesario al menos la presencia de uno de estos criterios * Para el diagnóstico de RDNP muy severa es necesaria la participacipación de al menos dos criterios En esta situación pueden aparecer también, aunque en pequeña proporción, exudados algodonosos y anomalías microvasculares intrarretinianas, y alteraciones en la morfología de las venas. El exudado algodonoso, también llamado exudado blando, es la expresión de la oclusión aguda de una arteriola terminal: en el territorio correspondiente el flujo axoplásmico se detiene y la capa de las fibras nerviosas aparece aumentada de grosor y de color blanquecino. La angiografía demuestra el área de no perfusión, al principio enmascarada por la opacidad debida al propio exudado, la oclusión de la arteriola y, muchas veces, capilares dilatados y microaneurismas en la vecindad del área de no perfusión. Los exudados algodonosos de la retinopatía diabética tardan más tiempo en desaparecer (8 a 17 meses) que el que tardan los debidos a la hipertensión arterial (6 semanas). Cuando se reabsorben queda como secuela una atrofia de la capa interna de la retina que se expresa como una depresión en su superficie. Aunque el exudado algodonoso es un marcador de isquemia retiniana cuando aparecen en pequeño número no representan más que un signo de la progresión de la retinopatía. Probablemente algunos exudados algodonosos no representen la oclusión anatómica de la arteriola terminal sino solamente la expresión de la hipoxia producida por una disminución local del flujo sanguíneo mas o menos momentánea. Cuando de repente aparecen muchos exudados algodonosos (ocho o más) ya representan un riesgo alto de retinopatía proliferante. Las alteraciones en la morfología de las venas incluyen su dilatación, la dilatación limitada a pequeños segmentos en forma de abalorios o cuentas de rosario (venas arrosiaradas) y la formación de bucles. Las anomalías microvasculares intrarretinianas (IRMA: Intraretinal microvascular anormalities) consisten en pequeños vasos tortuosos intrarretinianos que aparecen en las proximidades de las áreas de no perfusión. Es difícil saber si se trata de vasos preexistentes que se dilatan al funcionar como «shunts» entre áreas de no perfusión o si ya representan vasos neoformados. En la retinopatía diabética moderada sólo se incluyen aquellos casos en los que los exudados algodonosos, los IRMA y las alteraciones morfológicas participan en pequeña proporción. Pero conviene recordar que todas esas alteraciones son expresión de isquemia retiniana y que por esa razón ya existe el riesgo de que el cuadro evolucione hacia una retinopatía proliferante. En un 12% de los casos aparecerá proliferación leve dentro de un año y en un 35% aparecerá retinopatía proliferante de alto riesgo antes de los 5 años. En la retinopatía diabética moderada puede aparecer edema macular cuyas características describiremos al final de este apartado. La actitud terapéutica va a depender de que exista o no edema en el área macular. Su existencia o las condiciones que amenazan su aparición obliga la fotocoagulación focal o en rejilla. A pesar de la existencia de signos de isquemia dado que pertenecen a áreas limitadas del segmento posterior no esta indicada la panretinofotocoagulación pues sus ventajas (prevención de retinopatía proliferante) no sobrepasan a sus posibles inconvenientes. SITUACIÓN IV. RETINOPATÍA DIABÉTICA SEVERA O MUY SEVERA1. RETINOPATÍA DIABÉTICA PREPOLIFERANTE. ISQUEMIA GENERALIZADA DE LA RETINA La característica fisiopatológica de esta situación es la isquemia generalizada en el polo posterior. Consiste en la aparición de áreas muy extensas de no perfusión en la retina. Este fenómeno es producido por la oclusión de arteriolas de calibre superior al de las arteriolas terminales. El cuadro clínico está constituido por: el aumento del número y de la intensidad de los signos ya señalados (exudados algodonosos, IRMA, alteraciones en la morfología de las venas) y por la aparición de: — Hemorragias grandes y oscuras. — Engrosamiento y opacidad generalizada de la retina. 1 Por ser un término utilizado internacionalmente aceptamos aquí el adjetivo «severo» aún sabiendo que en castellano decir «retinopatía diabética severa» o «pérdida severa de la visión» constituye un «grosero anglicismo» (ver J. Corominas.Diccionario Etimológico. Vol IV. Pag 214) En el Diccionario de la RAE severo significa: «riguroso, áspero, duro en el trato o en el castigo. Exacto, puntual y rígido en el cumplimiento de una ley precepto o regla. Grave, serio, moderado». 278 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales Tabla 8. Efectos secundarios y complicaciones relacionadas con la fotocoagulación Efectos secundarios Visión nocturna disminuida (nictalopía) Retracción concéntrica del campo visual periférico Discromatopsia Complicaciones Quemaduras en fovea, córnea, cristalino e iris Ruptura de vasos, membrana de Bruch Hemorragia vítrea Neovascularización coroidea, efusión coroidea Atrofia progresiva del epitelio pigmentario de la retina — Arteriolas blancas fibrosadas próximas a la mácula. Un hecho muy importante es que la isquemia no sólo afecta al polo posterior sino también a la media periferia. Clásicamente se admitía que las oclusiones arteriolares se producen solamente en los 30∞ centrales del fondo de ojo lo que es cierto en las fases iniciales pero en casos evolucionados la valoración de la isquemia exige estudiar angiográficamente hasta los 60º. Dado que la isquemia es la causa principal de liberación de factores angiogénicos en el tejido retiniano, este cuadro tiende a transformarse rápidamente en una retinopatía proliferante (56, 58). Este riesgo oscila entre un 40% y un 60% dependiendo del grado de afectación (56, 58, 59). Para establecer el grado de gravedad de la retinopatía se ha propuesto la regla 4-2-1 cuyos criterios se señalan en la tabla 7. pero entre estos criterios no se incluye el grado de isquemia periférica que, repetimos, es una alteración fundamental en la génesis de la neoformación vascular. El riesgo de aparición de retinopatía proliferante se ha estimado en la proporción siguiente: En la retinopatía severa: el 52% de los pacientes desarrollan retinopatía proliferante en un año, y el 60% desarrollan retinopatía proliferante de alto riesgo en 5 años. En la retinopatía muy severa: el 75% de los pacientes desarrollan retinopatía proliferante antes de un año. Este alto riesgo hace que el seguimiento de los pacientes con retinopatía diabética severa o muy severa deban incluir revisiones cada dos o tres meses. En lo que se refiere a la actitud terapéutica aunque la opinión más generalizada no incluye la indicación de la panretinofotocoagulación por su posible yatrogenia (ver tabla 8). Nosotros (M.S.S.) creemos que cuando existe isquemia periférica extensa debe realizarse pero distribuyendo los impactos en varias sesiones con intervalos entre sí al menos de 7 días. Cuando exista edema macular debe ser tratado previamente con fotocoagulación focal o en rejilla. Esta actitud que preconiza la práctica de la panretinofotocoagulación aunque no se evidencien neovasos va a depender del grado de la isquemia pero hay situaciones en las que está especialmente justificada: paciente joven con diabetes tipo I grave, probabilidad de que no se cumplan los controles periódicos sucesivos, existencia de proliferación en el otro ojo, probable empeoramiento en el embarazo, antes de la cirugía de catarata cuando el cristalino todavía permite la fotocoagulación, presencia de rubeosis iridis. La estrategia de la fotocoagulación cuando existe edema macular se discutirá al tratar la maculopatía diabética. SITUACIÓN V. RETINOPATÍA DIABÉTICA PROLIFERANTE Aunque la formación de microaneurismas y de IRMAS representan, en sentido estricto, fenómenos de proliferación vascular el término de retinopatía diabética proliferante se reserva para aquella situación en la que a partir de una retinopatía moderada o severa se producen vasos neoformados en la retina o en la papila del nervio óptico acompañados o no de proliferación conectiva. Estos vasos se extienden por la superficie interna de la retina o penetran en el cuerpo vítreo. Habitualmente se disponen en forma de redes (rete mirabile) siendo muy característica su disposición en forma de radios que nacen de una placa central y en la periferia terminan en un vaso en forma de semicircunferencia (imagen en rueda de carro). Al principio los vasos crecen sin un tejido que los soporte pero más tarde se acompañan de tejido conectivo (proliferación fibrovascular). La evolución y la tasa de crecimiento es muy variable existiendo fases de regresiones. Los neovasos se adhieren a la superficie posterior del vítreo formando condensaciones en formas de placas. Mientras no se produce el desprendimiento posterior del vítreo los neovasos apenas dan síntomas. Pueden aparecer pequeñas hemorragias subhialoideas que no repercuten en la visión. La angiografía demuestra muy claramente la difusión de la fluoresceína en los neovasos. Este gran aumento de la permeabilidad del vaso es muy superior al que presentan los IRMA y en algunos casos es importante para la diferenciación entre unos y otros. Cuando se produce el desprendimiento del vítreo posterior el cuadro clínico cambia dramáticamente. La contracción del vítreo hace que este traccione sobre los paquetes de neovasos originando su ruptura y la hemorragia. Cuando la hemorragia ocupa el espacio retrohialoideo se reabsorbe en semanas o pocos meses conservando el color rojo hasta su desa- Capítulo IX. parición. Cuando penetra o se produce en el interior del vítreo forme tarda mucho más tiempo en reabsorberse y adquiere un color blanquecino. La contracción del tejido conectivo que se extiende por la superficie interna de la retina produce la distorsión o el desplazamiento horizontal de la mácula (tracción tangencial) provocando disminución de la visión. La contracción de las bandas conectivas que se han formado en el vítreo provoca tracciones centrípetas sobre la retina originando desprendimientos traccionales o regmatógenos. En esta situación suele aparecer también rubeosis en el iris y en el ángulo camerular. Dejada a su evolución natural la retinopatía diabética proliferante puede entrar en una fase involucional. El desprendimiento del vítreo posterior se completa, así como los desprendimientos traccionales que suelen afectar a la mácula. Las arteriolas retinianas se atenúan y algunos aparecen como cordones blancos fibrosos. Cesan las hemorragias y no aparecen microaneurismas ni anomalías venosas. La pérdida visual es muy importante por isquemia o por desprendimiento traccional de la mácula. La rubeosis del ángulo camerular puede producir un glaucoma neovascular de muy difícil tratamiento. Actitud terapéutica La causa de la proliferación neovascular es la isquemia retiniana y la clave de su tratamiento consiste en la destrucción selectiva del tejido isquémico mediante laserfotocoagulación (60, 61). Aunque en las fases iniciales de la RDP en pacientes considerados de bajo riesgo pueda discutirse la indicación de la panretinofotocoagulación debido a su posible yatrogenia nosotros creemos que el tratamiento debe instaurarse muy precozmente. Siempre que exista neovascularización evidente especialmente si afecta a la papila óptica debe practicarse la panretinofotocoagulación. También está indicada en cuanto se presente una hemorragia vítrea o retrohialoidea aunque no podamos evidenciar la neovascularización. La difusión de la hemorragia en el vítreo o la aparición de una nueva hemorragia pude dificultar el tratamiento si no lo realizamos en el primer momento. Ciertamente cuando existen tracciones vítreas sobre la mácula la panretinofotocoagulación puede empeorar la tracción pero si la mácula no está afectada más discutible es el efecto del control metabólico en esta situación. Es cierto que existe una correlación entre mal control metabólico y progresión de la RDP pero no es fácil discernir si la progresión se debe al mal control metabólico o si tanto el mal control y la progresión de la RDP se deben a la gravedad de la enfermedad diabética general. Algunos pacientes empeoran cuando se instaura un tratamiento muy agresivo para reducir su glucemia. No se ha demostrado que la reducción drástica de la glucemia mejore la evolución Enfermedades endocrinas y metabólicas 279 de la RDP. De todos estos datos se deduce que debe aconsejarse el mejor control de la glucemia que es tolerado por el paciente y que la disminución de la glucemia no debe conseguirse bruscamente. El perfeccionamiento de la Vitrectomía la ha convertido en un medio esencial en el tratamiento de aquellos casos de RDP que no son controlados por laserfotocoagulación (62, 63). Su utilización precoz asociada a la endolaser-fotocoagulación ha mejorado el pronostico de los casos con hemorragias vítreas que impiden la observación del fondo de ojo y la fotocoagulación. Y lo mismo ha ocurrido con los desprendimientos traccionales que afectan a la fovea, con las distorsiones y desplazamientos maculares producidos por tracciones tangenciales y con los desprendimientos regmatogenos de la retina. SITUACIÓN VI. MACULOPATÍA DIABÉTICA. EDEMA MACULAR Exceptuando sus fases iniciales en cualquiera de los momentos evolutivos de la retinopatía diabética pude producirse la afectación de la mácula con la correspondiente disminución de la agudeza visual. Esta afectación macular puede ser originada por diversos mecanismos. 1) Edema macular focal o difuso. 2) No perfusión de los capilares parafoveales (maculopatía isquémica). 3) Hemorragia macular. 4) Tracción de la mácula por retracción del tejido fibrovascular neoformado (desplazamiento y distorsión por tracciones tangenciales, desprendimiento traccional o regmatógeno por tracciones centrípetas). 5) Combinación de varios de esos mecanismos. Por su frecuencia e importación aquí sólo nos referiremos al edema macular. Edema macular Es la causa más frecuente de la disminución de la visión en la retinopatía diabética no proliferante. Se considera como edema macular el engrosamiento de la retina en el área comprendida en un circulo que tuviese un radio de 2 diámetros papilares a partir de la fóvea. Se denomina edema macular significativo aquel que afecta realmente o amenaza con afectar el centro de la mácula (64). El edema puede ser focal o difuso. El edema focal es bien delimitado y casi siempre proviene de racimos de microaneurismas vecinos. En la periferia del área edematosa aparecen exudados duros constituidos por depósitos lipideos. El tratamiento del edema macular focal consiste en la destrucción de los microaneurismas mediante fotocoagulación (fotocoagulación focal). 280 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales En el edema difuso el rezume no nace de un punto concreto sino de la pared de los capilares. En el edema difuso o no hay depósitos lipoideos o aparecen en muy pequeña proporción. El edema difuso parece estar más relacionado que el focal con condiciones generales que cursan con edema: insuficiencia cardiaca o renal, hipertensión arterial grave, preeclampsia. En la patogenia del edema macular difuso no puede descartarse la participación de una alteración de la permeabilidad de la barrera hematorretiniana externa (unión entre las células del epitelio pigmentario)(64). También ha sido resaltada al asociación del edema macular difuso a una hialoides tensa y engrosada en la zona premacular. El tratamiento del edema difuso consiste en la fotocoagulación "en rejilla". (impactos de laser de 50-200 micras de diámetro dejando entre ellos un espacio equivalente a su grosor). El mecanismo de acción de este procedimiento no esta claro pero podría consistir en una estimulación de las células de epitelio pigmentario(61). También se ha recomendado la Vitrectomía: por mecanismos no bien establecidos la extirpación de la hialoides posterior, engrosada o no, mejora la visión en algunos casos de edema macular difuso. Dado que la panretinofotocoagulación puede empeorar un edema macular preexistente cuando hay que realizarla debe intentarse previamente estabilizar el edema macular con fotocoagulación focal o difusa y realizar la panretinofotocoagulación con impactos poco intensos y en sesiones espaciadas por varios días. Esta estrategia es difícil de mantener en casos en los que parece inminente la progresión de la neovascularización o la aparición de hemorragia vítrea. En el tratamiento del edema macular también debe tenerse en cuenta que suele empeorar con la cirugía de la catarata. Si la transparencia del cristalino permite la fotocoagulación esta debe realizarse antes de la intervención. Si no lo permite, la actitud dependerá de lo que se observe en el postoperatorio inmediato. BIBLIOGRAFÍA 1. 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TRASTORNOS DE LA GLÁNDULA ADRENAL (Síndrome de Cushing, insuficiencia adrenal, feocromocitoma y neuroblastoma) Rosario Touriño Peralba, José Manuel Cabezas Agrícola SÍNDROME DE CUSHING El síndrome de Cushing (SC) es un trastorno multisistémico causado por la exposición prolongada de los tejidos a un exceso de glucocorticoides (C) y cuyas alteraciones son directamente proporcionales al tiempo y magnitud de la elevación de dichos C. El SC puede ser exógeno (debido a la administración crónica de C —es la causa más frecuente de SC con diferencia en conjunto— o más raramente de ACTH) o endógeno (también llamado espontáneo) debido a una secreción excesiva de ACTH de origen hipofisario u ectópica (SC ACTH dependiente) o a una hipersecrecion autónoma de C (SC ACTH independiente) proveniente de tumores benignos o malignos adrenales (1,2). 1. EPIDEMIOLOGÍA La incidencia del SC endógeno es de 2-4 casos/millón hab./año. El SC ACTH dependiente representa el 85% en adultos (de este porcentaje el 80% es SC hipofisario y el resto ectópico). En niños la causa más frecuente de SC es el adrenal. El SC ACTH independiente (producido por tumores adrenales benignos, malignos, displasia adrenal micronodular pigmentaria primaria, hiperplasia adrenal macronodular, SC inducido por GIP) representa el 15% del SC endógenos, en niños el 60%. 2. MANIFESTACIONES GENERALES Signos y síntomas con su frecuencia aproximada: — Generales: obesidad troncular y plétora facial (80-90%), fatigabilidad y debilidad (85%). — Cutáneos: estrías (60%), equímosis y hematomas (50%), hirsutismo (80%) e hiperpigmentación (5%). — Cardiovasculares: HTA (80%) e insuficiencia cardíaca. — Musculoesqueléticos: osteopenia (80%), miotrofia. — Área gónada: dismimución líbido/impotencia (65%), alteraciones menstruales (75%). — Psíquicos: trastornos del carácter, neurosis, psicosis, depresión. — Metabólicos: intolerancia a hidratos de carbono./diabetes (75%/20%), hipopotasemia (<10% hipofisarios; 80% ectópicos), dislipemia (aumento VLDL, LDL y HDL de ahí aumento colesterol y TG con patrón lla o Ilb). — Sistema inmune: linfopenia e infecciones oportunistas. La obesidad es uno de los signos más precoces de aparición en el hipercortisolismo, refiriendo los pacientes aumento progresivo en el acúmulo de grasa o incapacidad para prevenir aumento de peso. La distribución característica es en forma «centrípeta» o troncular, en las mejillas (facies luna llena), fosa supraclavicular y temporal, base del cuello (collar de grasa muy típico), área dorsocervical (giba de búfalo), mediastino. La piel y pelo. Los glucorticoides inhíben la división celular, síntesis DNA, y la síntesis de procolágeno por los fibroblastos de la piel. Es muy evidente siempre la delgadez de la piel con atrofia llamativa (con mayor probabilidad de equímosis ante traumas mínimos) que permite ver (según las zonas) los vasos sanguíneos dando el aspecto estos pacientes de plétora facial. Las estrías de más de 1 cm de grosor de color púrpura o violácea son patognomónicas de esta entidad apareciendo en abdomen, axilas, nalgas, mamas. Otra lesión es la acantosis nigricans (como ocurre en cualquier situación con hiperinsulinismo e insulín resistencia). También tienen menor capacidad de restauración de las heridas cutáneas. Es muy frecuente la aparición de hipertricosis en mejillas y frente. La virilización franca es muy rara. Capítulo IX. En el músculo el hipercortisolismo produce atrofia de las fibras musculares sin producir necrosis, fundamentalmente de la musculatura proximal antes de afectar a la distal. Aparato osteoarticular. En niños el exceso de corticoides produce retraso velocidad de crecimiento (es el signo más precoz y es debido a la inhibición de la secreción de GH y a un efecto directo de los corticoides en la epífisis inhibiendo la producción de mucopolisacáridos lo cual ocasiona proliferación epifisaria.). A nivel radiológico es muy frecuente la osteopenia. Neuropsicológico. Es muy frecuente la alteración psiquiátrica en estos pacientes yendo desde la depresión, irritabilidad, fatiga, problemas de memoria, ansiedad, insomnio, hasta episodios maníacos. Hematológico e inmunológico. Es usual encontrar en sangre periférica neutrofilia (por aumento liberación del pool vascular que suele representar el 50% del total de leucocitos, así como por reducción de la migración leucocitos del lecho vascular, y también por aumento en la síntesis medular). Asimismo, se puede ver basopenia y eosinopenia. Existe también mayor riesgo de infecciones oportunistas (pneumocistii carinii, hongos,...) así como infecciones en la piel como candidiasis mucocutánea, pitiriasis versicolor, tinea, debido a inhibición del sistema inmune. Aparato cardiovascular. La HTA ocurre en casi un 70% de los pacientes y es de origen multifactorial. Aparato gastrointestinal. En sujetos que toman corticoides es frecuente el riesgo de úlcera péptica localizándose la mayoría a nivel gástrico en el píloro. La pancreatitis es otra enfermedad vista sobre todo en hipercortisolismos exógenos (raro endógenos). Endocrino metabólico. El hipercortisolismo induce aumento de la neoglucogénesis y aumenta la insulin-resistencia todo lo cual puede favorecer la aparición de diabetes mellitus. Si la hipercortisolemia es muy elevada puede haber alcalosis metabólica con hipopotasemia. Con frecuencia se ven alteraciones del área gonadal como amenorrea, infertilidad, disminución de la líbido. 3. ETIOLOGÍA El hipercortisolismo endógeno puede dividirse en dos grandes grupos (1-4). Enfermedades endocrinas y metabólicas 283 casos de Cushing hipofisarios no se encuentran lesión histológica alguna lo cual, en parte, explica la poca sensibilidad de las técnicas de neuroimagen en el diagnóstico de esta entidad (solo el 50% son visualizables con resonancia nuclear). Es más frecuente en mujeres. El tratamiento de elección es la adenomectomía hipofisaria por vía transesfenoidal. — Ectópico (20%): la secreción ectópica de ACTH se ha demostrado en una gran variedad de tumores neuroendocrinos. La mayoría de los tumores de presentación aguda del SC suelen ser tumores radiográficamente aparentes como son los carcinomas pulmonares de «células en avena» y cursan con HTA, hipopotasemia, edemas, intolerancia hidratos de carbono y apenas otros datos de hipercortisolismo dado lo rápidamente progresivo de esta clase de tumores (estos tumores son la causa más frecuente de SC ectópico). Por otra parte los tumores con presentación de SC más crónico suelen ser tumores radiológicamente «ocultos» como los carcinoides bronquiales (los más frecuentes dentro de esta clase de presentación), carcinoides tímicos o pancreáticos, carcinomas medulares de tiroides, feocromocitomas, carcinomas de islotes pancreáticos, carcinomas esofágicos de células pequeñas, carcinomas de colon, ovario, riñón, cérvix, próstata, laringe. Asimismo, se ha descrito en tejidos inflamatorios y en «tumorlets» pulmonares que son grupos microscópicos de células neuroendocrinas (células de Kulchistky) pudiendo degenerar a tumores malignos. También se han descrito tumores secretores de CRH (carcinoma de células pequeñas de próstata, gangliocitoma hipotalámico, medular de tiroides). Desde un punto de vista clínico, el SC ectópico es más frecuente en varones que en mujeres (a diferencia de la enfermedad de Cushing que predomina claramente en mujeres) y la presencia de edemas periféricos, pérdida de peso, debilidad profunda, hiperpigmentación, alcalosis hipopotasémica y diabetes deben claramente orientar hacia un SC ectópico. Ésta es la forma de presentación aguda pero en la forma de presentación crónica es indistinguible del SC hipofisario. El tratamiento va dirigido a encontrar el tumor causal y si no se encuentra tratamiento médico para inhibir la esteroidogénesis (ej., ketoconazol), o adrenalectomía bilateral. 3.2. ACTH independiente (20%) 3.1. ACTH dependiente (80%) — Hipofisario (enfermedad de Cushing): representa el 80% de las causas de SC endógeno, y el 90% son microadenomas. Los macroadenomas son muy raros y los carcinomas excepcionales (alrededor de 15 casos publicados). En un porcentaje elevado de — Adenoma (80%): en niños el 65% de los SC son por patología adrenal (50% carcinoma y 15% adenoma). Esta patología predomina en mujeres. Desde el punto de vista clínico cursa igual que el SC hipofisario con la excepción del hirsutismo que es menos frecuente. El tratamiento es la adrenalectomía 284 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales unilateral que es curativa y tratamiento posterior con glucocorticoides hasta que la adrenal contralateral suprimida recupere su función. — Carcinoma. — Hiperplasia suprarenal macronodular bilateral: entidad cada vez más frecuente que en la serie del NIH de 5 años hasta un 10% de los hipercortisolismos endógenos tenían esta patología. Es una enfermedad muy heterogénea desde el punto de vista bioquímico mostrando grados variables de autonomía adrenal. De acuerdo a esta heterogeneidad bioquímica existen 5 causas de hipercortisolismo e hiperplasia nodular bilateral: 1) Hiperplasia suprarrenal macronodular bilateral: enfermedad que cursa como un SC hipofisario ACTH dependiente con hiperplasia adrenal bilateral pero que progresa a multinodularidad y eventual autonomía adrenal con supresión de la ACTH, 2) Displasia micronodular adrenocortical familiar o adenomatosis micronodular adrenocortical primaria, 3) Hiperplasia suprarrenal inducida por el GIP (Gastric Inhibitory Polypeptide), 4) Hiperplasia macronodular bilateral ACTH independiente caracterizado por grandes nódulos adrenales bilaterales con atrofia del córtex no nodular. En cuanto a la patogénesis, se sabe que entre 20-40% de los SC hipofisarios no tienen hiperplasia adrenal bilateral sino que desarrollan micro-macronódulos, postulándose que la estimulación crónica de las adrenales por la ACTH conllevaría a la formación de nódulos, y que alguno de estos nódulos se podrían volver autónomos. El tratamiento varía según se compruebe que es SC ACTH dependiente o independiente. En el subtipo 1 se puede producir síndrome de Nelson. 4. MANIFESTACIONES OFTALMOLÓGICAS El exoftalmos en pacientes con síndrome de Cushing fue descrito por primera vez por Harvey Cushing en 1932 (5). Desde entonces, varios estudios lo han incluido dentro de la descripción clínica de este síndrome en un porcentaje que oscila entre el 0 y el 33% (6-11). Aunque la etiología de esta manifestación ocular es todavía desconocida se cree que podría estar relacionada con mecanismos no inflamatorios implicados en el aumento de volumen de grasa supraclavicular e interescapular (giba de búfalo) descrita en estos pacientes (10). A diferencia de la oftalmopatía de Graves rara vez adquiere significación clínica, mejorando considerablemente al tratar la enfermedad de base. En el 25% de los pacientes puede encontrarse tensiones intraoculares elevadas, tras el primer o segundo año del inicio del síndrome de Cushing no obstante, el riesgo de glaucoma es escaso (12,13). El exceso de glucocorticoides circulantes parecen ser la causa del aumento de la presión intraocular. Otra manifestación clínica también relacionada con el hipercortisolismo endógeno es la catarata subcapsular posterior (12,14). Su desarrollo depende tanto de la duración como de los niveles de corticoides, pero contrario a lo que podría esperarse la incidencia de cataratas es muy inferior a la observada tras la administración exógena de corticoides (sistémica o tópica) (14). Menos frecuentes son las complicaciones oculares derivadas como consecuencia del desarrollo de una diabetes mellitus e hipertensión arterial, o la presencia de una coriopatía central serosa (14,15). La observación de que la administración de corticoides sistémicos precipitan y agravan la coriopatía central serosa, ha llevado a que ciertos autores sugieran como mecanismo implicado en la aparición de esta lesión al exceso de glucocorticoides circulantes en pacientes con síndrome de Cushing. En raras ocasiones, y sólo cuando la etiología de la enfermedad de Cushing sea por un macroadenoma hipofisario con extensión supraselar se producirá defectos campimétricos. INSUFICIENCIA ADRENAL La glándula adrenal produce tres tipos de hormonas esteroideas: glucocorticoides (cortisol o hidrocortisona), mineralocorticoides (aldosterona) y andrógenos (DHEA y su sulfato, androstendiona). En el hombre, el cortisol es vital para la vida pero no así las otras hormonas adrenales (con la excepción de la aldosterona en los primeros años de vida, si bien su déficit en la edad adulta predispone a la hiperpotasemia). El cortisol posee multitud de papeles fisiológicos, entre ellos efectos anti-inflamatorios, respuesta al estrés, control de la tensión arterial, y efectos en el metabolismo de los carbohidratos y proteínas. Su producción y secreción se halla regulada por la ACTH adenohipofisaria, la cual a su vez se encuentra bajo control de la CRH y ADH hipotalámicas. El cortisol mediante retroalimentación negativa controla a su vez la secreción de la ACTH, CRH y ADH. Si el déficit de cortisol es por destrucción primaria del córtex adrenal (del origen que sea) hablamos de insuficiencia adrenal primaria (IAP) o enfermedad de Addison. Hablamos de insuficiencia adrenal secundaria (IAS) cuando el déficit de cortisol es debido a un defecto en la producción o secreción de ACTH por trastornos hipofisarios o hipotalámicos (16). 1. ETIOLOGÍA Las causas de la insuficiencia adrenal son múltiples, si bien las principales en el caso de la IAP es la Capítulo IX. adrenalitis autoinmune y la tuberculosa, y en el caso de la IAS la más frecuente con diferencia es la ingesta crónica de corticoides (que inhíben la secreción de CRH y por lo tanto de ACTH). 1.1. Insuficiencia adrenal primaria (enfermedad de Addison) — Adrenalitis autoinmune: la destrucción lenta del córtex adrenal por linfocitos citotóxicos es la causa más común de enfermedad de Addison en los países industrializados, desbancando a la etiología tuberculosa que era la principal causa insuficiencia adrenal. Puede ocurrir de forma esporádica o con otras enfermedades autoinmunes, formando parte de los Síndromes Pluriglandulares Autoinmunes (SPA), concretamente del tipo 1 (o APECED) y del tipo 2 (síndrome de Schmidt). El SPA tipo 1 es un trastorno autosómico recesivo que suele manifestarse en la infancia y que se asocia a candidiasis mucocutánea crónica, enfermedad de Addison e hipoparatiroidismo, y con menos frecuencia a otros trastornos como vitíligo, insuficiencia gonadal, diabetes mellitus tipo 1, alopecia,… El SPA tipo 2 (síndrome de Schmidt) consiste en la asociación de enfermedad de Addison, diabetes mellitus tipo 1 y tiroiditis autoinmune, y con menos frecuencia con otras enfermedades autoinmunes. Tanto en las formas esporádicas como asociadas a los SPA se han detectado anticuerpos antiadrenales con una elevada prevalencia. Radiológicamente las adrenales se ven atrofiadas, a diferencia de la ISP producida por tuberculosis u otras micobacterias que pueden producir una característica imagen calcificada de las adrenales y algo engrosadas. — Tuberculosis y otras enfermedades infecciosas: la TB era la causa más frecuente de IAP en los países industrializados, aunque sigue siéndolo en los países en desarrollo. En la actualidad su prevalencia en nuestro medio está aumentando sobre todo en el colectivo con SIDA. Otras infecciones involucradas en la IAP son infecciones por citomegalovirus, pneumocistii, Micobacterim avium intracelulare, histoplasmosis, criptococosis, blastomicosis. — SIDA: cada vez es más frecuente en este grupo de enfermos apareciendo en un 5% de forma clínica, aunque datos de adrenalitis necrotizante se ha encontrado hasta en un 50% de casos. La causa más frecuente es la infección por citomegalovirus (50%), aunque las infecciones arriba señaladas son otras posibles causas. También ciertos medicamentos que alteran la secreción de esteroides (trimetroprim, rifampicina, ketoconazol,...). — Hemorragia adrenal bilateral masiva: entidad descrita cada vez con más frecuencia y con una altísima mortalidad, de presentación aguda, que aparece Enfermedades endocrinas y metabólicas 285 característicamente en pacientes críticos (sepsis, cardiopatas, cirugía cardiovascular o traumatológica), coagulopatías, enfermedades tromboembólicas, o incluso tras tratamiento con ACTH. Otra variante sería la secundaria a septicemia por meningococo (síndrome de Waterhouse-Friderichssen). — Metástasis: principalmente de pulmón, mama, renal, linfomas. — Postquirúrgica: por adrenalectomía bilateral. — Genéticas: incluyen a) la hiperplasia suprarenal congénita en sus formas pierde sal como el déficit de 21-hidroxilasa; b) adrenoleucodistrofia y adrenomieloneuropatía: ambas tienen un modelo de herencia ligada al cromosoma X, caracterizadas por una progresiva desmielinización del sistema nervioso central y periférico, e insuficiencia adrenal. El defecto básico de estas enfermedades es el déficit de una enzima que cataboliza los ácidos grasos de cadena muy larga a cetoácidos, con el consiguiente acúmulo de ácidos grasos de cadena muy larga (de 26 carbonos). Clínicamente suele aparecer entre los 5 y 12 años en forma de convulsiones, demencia, ceguera cortical, neuropatía periférica, ceguera para los colores; c) hipoplasia adrenal congénita e hipogonadismo hipogonadotropo, trastorno autosómico recesivo o ligado al cromosoma X; d) síndromes de insensibilidad a la ACTH: bajo este epígrafe se incluyen a dos síndromes con resistencia a la acción de la ACTH en la mayoría de los casos por mutaciones a nivel del receptor adrenal de dicha hormona: se trata de la deficiencia de glucocorticoides familiar, y el síndrome Triple A (Addison, Acalasia, Alacrimia) o síndrome de Allgrove (17). — Otras: enfermedades infiltrativas como la hemocromatosis, sarcoidosis, amiloidosis. 1.2. Insuficiencia adrenal secundaria Aparte de la IAS a la ingesta crónica de corticoides, que es con diferencia la causa más frecuente de insuficiencia adrenal en general y de IAS en particular, las causas de IAS suelen ser lesiones ocupantes de espacio a nivel hipofisario o hipotalámico (adenomas hipófisis, craneofaringioma, cirugía hipofisaria, radioterapia, silla turca vacía, enfermedades granulomatosas infiltrativas,...). 2. MANIFESTACIONES GENERALES Los síntomas y signos de la insuficiencia adrenal pueden ser divididos según su forma de presentación en crónicos o agudos (16,18). 2.1. Crónico. Muchas de las manifestaciones clínicas de la IAP y la IAS son similares y no específicas, 286 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales como la astenia, debilidad, inestabilidad ortostática, anorexia, pérdida de peso, depresión, náuseas, vómitos, diarrea, disminución de líbido, impotencia. Sin embargo, otros signos y síntomas son más típicos de la IAP o de la IAS. Así, en la IAP la hiperpigmentación de la piel y mucosas debido a las cifras elevadas de ACTH es característica. Otros hallazgos clínicos y analíticos son el vitíligo, la asociación a otras enfermedades tiroideas autoinmunes, la presencia de hiperpotasemia. En la IAS es frecuente la piel fina y pálida, la pérdida de vello axilar y pubiano, y síntomas y signos de patología hipofisaria ocupante de espacio (cefalea). Desde un punto de vista analítico en ambas clases de insuficiencia adrenal se puede encontrar anemia normocítica, eosinofilia leve (test de Thorn), linfocitosis, hiponatremia, hiperpotasemia (solo en la IAP), acidosis metabólica (solo en la IAP), y con menos frecuencia hipercalcemia leve. 2.2. Aguda. Esta forma de presentación es más típica en casos de hemorragia adrenal masiva o en pacientes con insuficiencia adrenal crónica larvada con alguna causa estresante precipitante (cirugía, infecciones,...). Puede haber dolor abdominal, náuseas, vómitos, hipotensión severa. El diagnóstico de laboratorio se realiza mediante la determinación basal de cortisol plasmático y ACTH y mediante la realización de test dinámicos como el test de ACTH. Para el diagnóstico etiológico la combinación de la clínica, técnicas de imagen (TAC de adrenales) y ciertas determinaciones analíticas según la orientación clínica (medición de anticuerpos antiadrenales,…). El tratamiento de la insuficiencia adrenal de cualquier origen consiste en la administración por vía oral de hidrocortisona o prednisona, y de fludrocortisona (en caso de la IAP) por su potente poder mineralcorticoide. En la forma aguda de la insuficiencia adrenal la vía de administración de la medicación es la intravenosa. 3. MANIFESTACIONES OFTALMOLÓGICAS A pesar de la escasa presencia de signos oculares en la insuficiencia suprarrenal, la hiperpigmentación cutánea en relación con la piel de los párpados es un hallazgo constante y notable, sobre todo, en zonas de arrugas y cicatrices. La causa de esta excesiva pigmentación es el exceso de hormona adenocorticotropa (ACTH) circulante que estimula el aumento de la síntesis de melanina por parte de los melanocitos de la piel. De igual forma también puede observarse un incremento en la pigmentación de la mucosa conjuntival pero a diferencia de otros tipos de pigmentación conjuntival (melanosis conjuntival, el nevus de Otta, y nevus y melanoma de conjuntiva) ésta es difusa y simétrica en su distribución. Únicamente, y en aquellas raras ocasiones en que la insuficiencia suprarrenal ocasione una hipertensión intracraneal, podremos encontrarnos con signos de papiledema en el fondo de ojo (19,20). En los casos en que la etiología del síndrome de Addison sea una patología hipofisaria con extensión supraselar podrán existir defectos campimétricos. FEOCROMOCITOMA El feocromocitoma es un tumor neuroendocrino proveniente de las células cromafines del sistema simpotoadrenal. Son tumores que secretan catecolaminas produciendo un cortejo clínico en el que predomina la HTA, aunque no siempre presente, que dejado a su libre evolución tiene una elevada morbimortalidad a expensas de patología cardiovascular (ictus, ICC, IAM,...) (21). El origen neuroectodérmico de este tumor explica su frecuente asociación a otros tumores de este mismo origen como el carcinoma medular de tiroides, neurofibromatosis, ganglioneuromatosis intestinal, .... 1. ORIGEN, PREVALENCIA El 97% de los feocromocitomas están localizados en el abdomen, 2% en el tórax (incluido el corazón) y el 1% en el cuello y base del cráneo. En el abdomen se localizan fundamentalmente en la médula de la glándula suprarrenal (90%), en las células cromafines del sistema nervioso simpático (paraglanglios) incluida la vejiga urinaria y en el órgano de Zuckerkland en la bifurcación de la aorta abdominal (21,22). En el 10% de los casos ocurren en ambas glándulas suprarrenales (en los casos familiares puede ser incluso del 70%), el 10% son extraadrenales (paragangliomas). Aproximadamente el 10% de los feocromocitomas son malignos. La prevalencia de feocromocitomas insospechados clínicamente es considerable, siendo dificultoso su diagnóstico en ancianos posiblemente debido a la pérdida de la sensibilidad de sus tejidos a la acción de las catecolamidas y al estar enmascarado por otras enfermedades. 2. MANIFESTACIONES GENERALES Son tumores muy vascularizados, con excepción encapsulados, y de un tamaño medio de 5 cm. No existe correlación entre el tamaño del tumor o su con- Capítulo IX. tenido en catecolaminas y las manifestaciones clínicas y de laboratorio. Los feocromocitomas malignos solo pueden diagnosticarse cuando se comprueba la existencia de invasión local o de metástasis (ganglios, pulmón, hígado, hueso). Un factor pronóstico para desarrollar un feocromocitoma maligno es la presencia de un tamaño grande así como la existencia de extensión local en la cirugía; mientras que factores de buen pronóstico son la aparición en ancianos, de aparición familiar o en el contexto de un NEM, y para algunos la existencia de tumores DNA diploides (23). Los feocromocitomas secretan en la mayoría de las veces adrenalina y noradrenalina juntos, predominando casi siempre la noradrenalina (a diferencia de la médula suprarrenal normal que secreta fundamentalmente adrenalina), y raramente dopamina o adrenalinas solas. Algunos de estos tumores secretan otros péptidos como VIP, neuropéptido Y, y cromatina A (proteína cosecretada y almacenada junto a las catecolaminas de la médula adrenal y neuronas del sistema nervioso simpático, de utilidad en el diagnóstico de los feocromocitomas) (23). Los signos y síntomas de los feocromocitomas son muy variados. La aparición de la triada hipertensiva: cefalea, diaforesis y palpitaciones (con taqui o bradicardia) tiene una elevada sensibilidad y especificidad, apareciendo al menos dos de estos signos en la mayoría de las series. La HTA aparece en el 90% de los casos, siendo mantenida (50%), en crisis paroxísticas (30%), o no apareciendo en absoluto (20%). No obstante solo el 0,05-0,1% de los hipertensos tienen un feocromocitoma. Otros signos y síntomas son el temblor fino, palidez, ansiedad, debilidad, nauseas y vómitos, y dolor abdominal. Tabla 1. Tests bioquímicos para el diagnóstico del feocromocitoma — Catecolaminas libres urinarias en orina de 24 horas — Catecolaminas plasmáticas (medición hecha en decúbito supino con una vía cogida al menos 30 minutos antes, sin dolor ni estrés alguno) — Metanefrinas o nermetanefrinas urinarias en orina de 24 horas — Ácido vanililmedélico urinario (menos sensible pero más específico) Enfermedades endocrinas y metabólicas 287 Algunas formas de presentación menos frecuentes son la hipotensión, el abdomen agudo (por necrosis tumoral hemorrágica o avascular), las arritmias o el edema pulmonar no cardiogénico, la encefalopatía hipertensiva, el ictus hemorrágico o isquémico, entre otros. Ciertas situaciones, fármacos o maniobras pueden precipitar una crisis hipertensiva en estos enfermos: masaje del tumor, ejercicio físico, coito, maniobras de Valsalva, micción, antidepresivos tricíclicos, antidopaminérgicos, β-bloqueantes, hipoxia, parto. Aproximadamente el 10% de los feocromocitomas están asociados a trastornos familiares como la neurofibromatosis de von Recklinghausen tipo 1. Otra asociación es con las NEM-2A y 2B y su incidencia en los pacientes con enfermedad de von Hippel-Lindau es del 14%. Para su diagnóstico se utilizan pruebas bioquímicas y farmacológicas. Si bien existe cierta controversia acerca de qué tests bioquímicos son los más sensibles y específicos, la mayoría de los autores reconocen los más sensibles son los expuestos en la tabla 1. Otras pruebas son la determinación de la cromogranina A en plasma o la medición de la concentración de catecolaminas plaquetarias (23,24). Para la localización del tumor existen tres técnicas de imagen no invasivas: TAC, RNM y I131-MIBG (metaiodobencilguanidina). Las ventajas de la RNM sobre el TAC son que no se ioniza, se puede utilizar en las embarazadas y en portadores de clips metálicos, no necesita de contrastes para diferenciar entre las estructuras y en T2 dan una imagen característica de alta densidad, cosa que no ocurre en los tumores adrenales benignos. Respecto a I131-MIBG, se trata de un análogo de la guanetidina que es activamente captado por tumores de la cresta neural, aportando tanto información en su localización como en su diagnóstico (24). El tratamiento es siempre quirúrgico. Previa a la intervención, sobre todo en aquellos casos de feocromocitoma con hipertensión matenida, hay que realizar una correcta hidratación del paciente y un tratamiento farmacológico con bloqueantes α-adrenérgicos al que posteriormente se añadirá, sí es preciso β-bloqueantes. 3. MANIFESTACIONES OFTALMOLÓGICAS Los hallazgos oculares en el feocromocitoma están íntimamente relacionados con el desarrollo de la hipertensión arterial sistémica. Dentro de estas manifestaciones, y dependiendo del grado y duración de la elevación de la presión arterial, podemos encontrarnos con lesiones el tipo angiopatía retiniana, retinopatía hipertensiva, coroidopatía hipertensiva y neuropatía óptica hipertensiva. 288 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales Tabla 2. Lesiones retinianas relacionadas con la retinopatia hipentensiva Lesiones vasculares Lesiones extravasculares Cambios en las arteriolas Trasudados periarteriolares focales intrarretinianos Isquemia focal de capas internas de la retina (exudados algodonosos) Hemorragias retinianas Cambios en los capilares Edema macular y de retina Cambios venosos Exudados lipídicos (exudados duros) Incremento en la permeabilidad del lecho vascular Lesión de las fibras nerviosas de la retina El daño visual suele ocasionarse por la presencia de exudados maculares, isquemia coroidea, desprendimientos serosos focales de la retina o una neuropatía isquémica originados por un incremento brusco en la tensión arterial previa o a una hipertensión maligna. La amaurosis fúgax y las oclusiones vasculares retinianas constituyen otras formas de pérdida de visión. Las lesiones retinianas de la hipertensión arterial pueden clasificarse en lesiones vasculares (angiopatía) y lesiones extravasculares (retinopatía) (tabla 2). El primer evento vascular retiniano que se produce, particularmente en jóvenes, tras un incremento tensional mantenido y no tratado es la vasoconstricción arteriolar focal o generalizada. Este hallazgo puede retornar a la normalidad si la tensión se normaliza, en caso contrario el daño vascular persistirá dando lugar a cambios como la dilatación y tortuosidad de las vénulas, o la aceleración de la arterioesclerosis vascular (aumento en el reflejo vascular arterial, incremento de la tortuosidad arterial, cambios en los cruces arteriovenosos). Los cambios observados en el parénquima retiniano (hemorragias, exudados duros y algodonosos, edema macular y edema en la cabeza del nervio óptico) son producto de la disrupción en la barrera hematorretiniana interna provocada por una elevación aguda y severa de la tensión arterial. La coriodopatía hipertensiva está originada por un mecanismo patogenético distinto al de la retinopatía. La presencia de numerosas fenestraciones en las células endoteliales de la coriocapilar y la ausencia de una barrera hematocoroidea facilita la salida de plasma y macromoléculas al fluido intersticial coriocapilar. En la hipertensión maligna se han identificado estas macromoléculas con potentes vasoconstrictores endógenos del tipo angiotensina II, epinefrina y vasopresina (25) responsables de la vasoconstricción y posterior isque- mia de los vasos coroideos que originan oftalmoscópicamente una esclerosis de la coroides, lesiones degenerativas en el epitelio pigmentario de la retina (manchas de Elschnig y estrías de Siegrist) e incluso desprendimientos serosos y focales de la retina. Un incremento brusco y elevado en la tensión arterial (hipertensión arterial maligna) puede ocasionar una isquemia en la cabeza del nervio óptico e incluso papiledema si los pacientes desarrollan una encefalopatía hipertensiva. El hallazgo de feocromocitomas ha sido descrito asociado a enfermedades como von Recklinghausen (neurofibromatosis), Sturge-Weber, síndrome de von Hipple-Lindau y esclerosis tuberosa. Ante cualquier paciente con datos de retinopatía hipertensiva severa y facomatosis es necesario descartar la existencia de un feocromocitoma (19,26). NEUROBLASTOMA Los neuroblastomas son tumores que proceden de la cresta neural y se localizan en el 80% de los casos en la médula adrenal o ganglios parasimpáticos paraespinales. Al igual que los feocromocitomas pueden asociarse a una producción excesiva de catecolaminas o sus metabolitos. El neuroblastoma con una incidencia entre 69,5 por millón al año, es el tumor sólido más frecuente en la infancia y el segundo tras la leucemia linfoblástica aguda. Se caracteriza por su rápido crecimiento y metástasis a distancia. Asimismo, es un tumor que con relativa frecuencia experimenta una regresión espontánea, hecho éste muy característico de este tipo de tumor. Se cree que suele aparecer in útero, puesto que el 60% se diagnostican antes de los 3 años de edad y el 90% antes de los 5 años (22). Capítulo IX. 1. MANIFESTACIONES GENERALES En los niños menores de 12 meses el neuroblastoma suele presentarse como una enfermedad metastásica generalizada que puede regresar espontáneamente, mientras que en los niños mayores de 3 años suele hacerlo como una enfermedad avanzada. En los neonatos y bebes habitualmente se palpa una masa abdominal, aunque en ocasiones se localiza en la región paraespinal de la región lumbosacra originando una sintomatología neurológica (22). El diagnóstico viene dado por la determinación en orina del ácido homovalínico (HVA) metabolito de la dopamina, y del ácido vanililmandélico metabolito de la noradrenalina. Sustancias que están aumentadas en más de un 90% de los neuroblastomas. Otras técnicas diagnósticas, también utilizadas, son la I131MIBG, el TAC, la RNM y la cuantificación del oncogen N-myc por RCP (la presencia de más de 10 copias de este oncogen indica mal pronóstico con independencia de otros factores como la edad, lugar del tumor o la presencia de metástasis). Su tratamiento consiste en la resección quirúrgica del tumor, y siempre que sea posible, sobre todo en los casos no localizados, acompañarlo de quimioterapia. 2. MANIFESTACIONES OFTALMOLÓGICAS Entre un 35 a un 55% de los pacientes con neuroblastoma desarrollan metástasis orbitarias que originan proptosis ocular con restricción de los movimientos oculares, quémosis, y en casos avanzados neuropatía óptica compresiva, por efecto mecánico de las metástasis sobre el nervio óptico (19,26). Solo en contadas ocasiones, y sobre todo en niños menores de 2 años de edad, cuando el tumor invade la cavidad torácica o infiltra la cadena simpática cervical puede aparecer ptosis, miosis y anhidrosis facial (síndrome de Horner) (26). Signos oculares relacionados con una hipertensión arterial sistémica (retinopatía hipertensiva, coroidopatía hipertensiva y neuropatía hipertensiva) han sido descritos en aquellos pacientes en los que este tumor se acompaña de una excesiva secreción de catecolaminas (19,26). BIBLIOGRAFÍA 1. Aron Dc, Tyrrell JB. Cushing’s syndrome. Endocrinol and Metab Clin of N Am (monography) Sept. 1994. 2. Meier CA, Biller BMK. 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IX.1.3. SÍNDROME DE NEOPLASIAS ENDOCRINAS MÚLTIPLES Rosario Touriño Peralba, José Manuel Cabezas Agrícola El término Neoplasia Endocrina Múltiple (NEM, o MEN del inglés Multiple Endocrine Neoplasia) engloba a una serie de trastornos genéticos que predisponen a lesiones hiperplásicas o neoplásicas en dos o más glándulas endocrinas de un mismo paciente. Se trata de síndromes con una herencia autosómica dominante (aunque existen casos esporádicos como resultado de nuevas mutaciones), con una penetrancia variable, y una escasa prevalencia (el NEM 1 es el más frecuente y se estima su prevalencia en 20-200 casos por millón de habitantes) (1). 1. CLASIFICACIÓN Y MANIFESTACIONES GENERALES En la actualidad se clasifican en NEM 1 y 2 (este último a su vez se subdivide en tres tipos: 2A, 2B y carcinoma medular de tiroides familiar). Ciertos autores tienden a incluir en la actualidad a la enfermedad de Von Hippel-Lindau (hemangioblastomas cerebrales y retinianos, quistes y carcinoma renales, feocromocitomas) en las neoplasias endocrinas múltiples. 1.1. Neoplasia Endocrina Múltiple tipo 1 (NEM 1) Es la neoplasia múltiple más frecuente, afecta por igual a ambos sexos, y su grado de penetrancia es muy alta: el 43% antes de los 20 años (el más joven descrito tenía menos de 10 años), 85% antes de los 35 años, y más del 95% de los casos antes de la quinta década (2). El gen responsable de este síndrome se encuentra en el cromosoma 11 (locus 11q13), y en 1997 se logró clonar. Consiste en 10 exones de los cuales 9 (del exón 2 al 10) son las que codifican una proteína de 610 aminoácidos llamada «menin», localizada en el núcleo celular y cuya función es desconocida. Se cree que el gen es un gen supresor tumoral. Hasta la fecha se han descrito 172 mutaciones (mutaciones puntuales, delecciones, inserciones) en la línea germinal que dan lugar a proteínas truncadas y que afectan a todos los exones aunque es más frecuente que se localicen en los exones 2,3, y 10. Aunque el análisis genético podría ayudar a identificar a familiares de riesgo, en la actualidad no existen recomendaciones al respecto debido al gran número de mutaciones descritas y al hecho de que no todas las familias tienen dichas mutaciones (menos del 5%), y sobre todo por que la identificación de una determinada mutación no implica ninguna intervención terapéutica preventiva (a diferencia del NEM 2) (2-4). Algunos autores recomendarían el análisis genético en a) pacientes con dos o más tumores característicos de este síndrome, b) en sujetos con tumores de esta entidad con edad inferior a los 30 años, c) en pacientes con gastrónomas y d) en pacientes con múltiples lesiones o tumores paratiroideos. Actualmente, con los datos disponibles, no existe evidencia de una correlación genotipo/fenotipo, dado que el fenotipo es muy variable entre familias y dentro de la propia familia respecto a la edad de inicio, presentación clínica e historia natural. Desde un punto de vista clínico cursa con, por orden de frecuencia, de hiperparatiroidismo primario, tumores neuroendocrinos, gastroenteropancreáticos y tumores hipofisarios (2,3). También, aunque en menor frecuencia se han descrito tumores en otras localizaciones tales como lipomas, carcinoides, adenomas adrenales,...: — Hiperparatiroidismo primario. Es la manifestación más frecuente (90-100%), y la primera en aparecer (antes de los 20 años en la mayoría de los casos). Sus manifestaciones clínicas suelen ser más leves que en las variedades esporádicas, siendo el despistaje mediante la determinación de la calcemia y la paratohormona intacta la que lleva al diagnóstico. La afectación de las glándulas paratiroideas suele ser múltiple (hiperplasia más o menos asimétrica de las 4 glándulas), motivo por el cual el tratamiento recomendado consiste para la mayoría de los autores en paratiroidectomía subtotal (extirpación de 3 glándulas y media). Otros autores recomiendan la paratiroidectomía total de las 4 glándulas con implante de un fragmento en el brazo no dominan- Capítulo IX. te ya que tiene menor número de recidivas que la anterior (20%), aunque un riesgo mayor de hipoparatiroidismo definitivo. — Tumores neuroendocrinos gastroenteropancreáticos. Son los segundos en frecuencia (4085%), y los que, debido a su potencial maligno (entre el 40-70%) marcan el pronóstico vital del paciente. Debido a que con frecuencia son asintomáticos su detección precoz mediante despistaje periódico es fundamental mediante técnicas de imagen como TAC o RNM abdominal o ganmagrafía con análogos de la somatostatina marcados con In111 (In111-pentreotido), y medición de gastrina y polipéptido pancreático. Los más frecuentes son los gastrinomas (en general, el 50% de éstos se asocian al NEM 1) tumores pequeños, difusos, productores de gastrina (que ocasionará el síndrome de ZollingerEllison) localizados principalmente en el duodeno pero también en el páncreas, dando lugar en el 70% de los casos adenopatías peripancreáticos-periduodenales. Debido a su multicentricidad y presencia de metástasis al momento del diagnóstico el tratamiento quirúrgico rara vez es curativo, recurriéndose al tratamiento con inhibidores de la bomba de protones (omeprazol) o anti-H2 o con análogos de la somatostatina (octeotrido, lanreotido). Los siguientes en frecuencia son los insulinomas (benignos pero múltiples localizados en el páncreas, y curables mediante cirugía) seguidos de los tumores pancreáticos no funcionantes (también conocidos como PPomas por secretar el polipéptido pancreático cuya determinación en sangre ayuda a diagnosticarlos precozmente). Otros tumores menos frecuentes son los glucagonomas, VIPomas, somatostatinomas. — Tumores hipofisarios. La prevalencia oscila en las distintas series entre el 16-65%, soliendo tratarse de adenomas y más raramente de hiperplasias. La mayoría de estos tumores son prolactinomas (50%), seguidos por adenomas no funcionantes, adenomas secretores de GH y más raramente de ACTH. La evolución y pronóstico de estos tumores son similares a los tumores esporádicos. El despistaje se debe realizar mediante RNM hipofisaria y medición de PRL e IGF-1. También se han descrito otros tumores con menor frecuencia: a) carcinoides (16%) en varias posibles localizaciones como el timo (característicamente en el NEM 1 rara vez se asocia a síndrome carcinoide ni a síndrome de Cushing ectópico) de comportamiento agresivo; bronquiales, gastrointestinales; b) tumores adrenales (16%) que suelen ser no funcionantes y poco agresivos; c) tumores tiroideos (12%) como adenomas foliculares, carcinomas papilares; d) lipomas múltiples (34%), angiofibromas faciales múltiples, colagenomas cutáneos, manchas «café con leche». Enfermedades endocrinas y metabólicas 291 1.2. Neoplasia Endocrina Múltiple tipo 2 (NEM 2A, NEM 2B, carcinoma medular de tiroides familiar) La característica principal de los síndromes de los NEM tipo 2 es la presencia de carcinoma medular de tiroides, presente en cerca del 95% de los casos, y que es la neoplasia que marca el pronóstico. Dependiendo de que otros tejidos se vean afectados la NEM 2 se subdivide en 2A, 2B y carcinoma medular de tiroides familiar (CMTF) (5-7). 1.2.1. Neoplasia Endocrina Múltiple tipo 2A (NEM 2A) Representa el 90% de los NEM 2, y se caracteriza por la tríada de carcinoma medular de tiroides, feocromocitoma e hiperparatiroidismo primario. La penetrancia de este síndrome es incompleto dado que hasta un 50% de los pacientes con mutaciones del gen RET desarrollan la enfermedad a los 50 años. El carcinoma medular de tiroides (CMT) está presente en cerca del 100% de los casos. Se trata de un tumor procedente de las células parafoliculares C del tiroides secretoras de calcitonina, hormona que se emplea para el despistaje de estos tumores ya sea basal o tras estímulo con pentagastrina. Suelen ser multicéntricos (a diferencia de los CMT esporádicos) y ser precedidos por una fase de hiperplasia. Suelen presentarse en forma de bulto cervical anterior o más raramente en forma de metástasis o en el contexto de un síndrome paraneoplásico (sobre todo síndrome de Cushing por secreción ectópica de ACTH). Se pueden detectar a los 5 años de edad. El feocromocitoma aparece aproximadamente en el 50% de los casos de NEM 2A pero su prevalencia es muy variable. Puede ser bilateral en la mitad de los casos (aunque algunos autores aseguran que casi siempre lo son aunque en estadios evolutivos distintos), y su rango de edad de presentación ser también muy variable. Su detección precoz mediante determinación de catecolaminas libres urinarias y metanefrinas y normetanefrinas urinarias y técnicas de imagen (TAC adrenales, RNM, ganmagrafía con metayodobencilguanidina) es fundamental para evitar riesgo de crisis hipertensiva incluso muerte súbita. Debe de operarse antes que los otros tumores. El tercer componente es el hiperparatiroidismo primario presente en sólo el 20-30% de los casos y casi nunca es el proceso que lleva al diagnóstico de la NEM 2. Suele tratarse de hiperplasia de las glándulas paratiroideas. También se han descrito en este síndrome una lesión dérmica llamada liquen cutáneo amiloidótico, localizada en la línea media alta de la espalda producida por el depósito de amiloide. Tiene un aspecto eritematoso, pruriginoso. 292 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales El despistaje de los familiares afectos de la NEM 2A consistía, antes del advenimiento del análisis genético, en el análisis anual desde los 5 años de edad de la calcitonina basal y tras estímulo con pentagastrina, catecolaminas y metanefrinas urinarias y calcio con PTH intacta, para detectar los distintos tumores que componen el síndrome. Desde hace unos años el gen del NEM 2 se ha localizado en el cromosoma 10, y ha sido llamado protoncogen RET. Consiste en 21 exones que codifican por una tirosina quinasa presenta en las células de los tejidos que provienen de la cresta neural. Hasta la fecha se han identificado más del 95% de las mutaciones que se hallan en los exones 10 (codón 609, 611, 618, 620), 11 (codón 634), 13 (codón 768), 14 (codón 804) y 16 (codón 918). En la NEM 2A las mutaciones suelen afectar a los exones 10, 11 y 14 representando las mutaciones en los 2 primeros la mayoría, sobre todo el codón 634 (exón 11) que se suele correlacionar con la presencia de feocromocitoma e hiperparatiroidismo. En la actualidad se recomienda realizar análisis genético del protooncogén RET en pacientes con CMT aparentemente esporádico o con feocromocitomas uni o bilaterales. 1.2.2. Neoplasia Endocrina Múltiple tipo 2B (NEM 2B) Este síndrome se caracteriza por la presencia de CMT de aparición más precoz y agresiva que el anterior, y unas características faciales que le son patognomónicas: neuromas en las mucosas de los labios, lengua y conjuntiva ocular que anatomopatológicamente se corresponden con nervios engrosados muy ramificados con abundante perineuro. La lengua y los labios aparecen engrosados como mamelones blandos. También aparece en este síndrome ganglioneuromatosis intestinal que puede dar lugar a estreñimiento, e incluso a megacolon. Existe como componente fenotípico un hábito marfanoide con delgadez extrema y escaso desarrollo muscular, pectus excavatum, o carinatum, pie cavo, pero a diferencia del síndrome de Marfan no hay alteraciones en la aorta ni ectopia lentis. En el NEM 2B es mucho menos frecuente el hiperparatiroidismo. En éstos pacientes la mutación del RET característica está en el exón 16 (codón 918). 1.2.3. Carcinoma medular de tiroides familiar (CMTF) El CMTF, que es el tercer componente de la NEM 2, el carcinoma medular de tiroides es el único componente y de evolución menos agresiva. Para su diagnóstico se requiere que al menos cuatro miembros de la familia lo tengan y que no tengan ni feocromocitoma ni hiperparatiroidismo. Las mutaciones del protooncogén RET se han hallado en los exones 10, 11, 13 y 14. 2. MANIFESTACIONES OFTALMOLÓGICAS De los distintos síndromes de endoplasias endocrinas múltiples el que clásicamente se asocia a manifestaciones oculares es el MEN tipo 2B. A pesar de que tanto en el síndrome de Werner (MEN tipo 1) como en el síndrome de Sipple (MEN tipo 2A) se involucran glándulas endocrinas que pueden ocasionar por sí mismas manifestaciones oculares, apenas se han descrito hallazgos relacionados con los mismos. La única alteración identificada en relación directa con la afectación glandular ha sido el defecto en el campo visual originado por una hipertrofia de la glándula pineal en el MEN tipo 1. En lo que respecta al MEN tipo 2B sí se han descrito diversas alteraciones. La más característica es la existencia de prominentes nervios corneales presentes ya desde temprana edad en el 100% de los enfermos (8-11). Histológicamente estos nervios están constituidos por numerosos axones nerviosos desmielinizados y multitud de células de Schwann, lo cual los hace fácilmente visibles a la exploración con lámpara de hendidura (12,13). Recientemente, distintos autores (14,15) han descubierto este hallazgo en algunos pacientes con MEN tipo 2A sugiriendo una posible relación entre ambas anomalías ubicadas en el mismo cromosoma (Cr 10). A pesar de que el aumento en la visibilidad de los nervios corneales es constante en esta entidad, también puede observarse en patologías como la distrofia de Fuch, queratocono, distrofia polimorfa posterior, queratitis herpética, enfermedad de Refsum, ictiosis congénita y neurofibromatosis de Von Recklinhausen con las que han de hacerse siempre un diagnóstico diferencial. Otras manifestaciones son los neuromas conjuntivales, presentes en el 87% de los pacientes con MEN tipo 2B y claramente visibles en el área limboescleral (16). Éstos, a diferencia de los anteriores, están constituidos por axones mielinizados y desmielinizados de fibras nerviosas y células de Schwann rodeados por una prominente vaina neural. Los neuromas palpebrales, algo menos frecuentes (80%) (16), se localizan en al margen posterior del borde libre palpebral provocando su engrosamiento y eversión (8-10). Si bien la mayoría de los neuromas se han descrito en las anteriores localizaciones, algunos estudios han demostrado su presencia en otras estructuras oculares derivadas también de la cresta neural (iris, cuerpo ciliar y úvea) (8-10,16). Otra anomalía ocular relacionada con el MEN tipo 2B es la queratoconjuntivitis sicca (67%) (8,9,16). Capítulo IX. Aunque el origen de esta disfunción se desconoce no se descarta la posibilidad de neuromas a nivel del sistema nervioso autonómico (10). Menos frecuentes son la aparición de vasos prominentes alrededor del limbo, la ectopía del punto lagrimal, cejas prominentes, escasa dilatación pupilar y un aumento de la presión intraocular (8-11,16). Enfermedades endocrinas y metabólicas 293 multiple endocrine neoplasia type 2 A: diagnostic implications: World J Surg 1992; 16: 620-624. 15. Kinoshita S Tanaka F, Ohashi Y, Ikeda M, Takai S. Incidence of prominent corneal nerves in multiple endocrine neoplasia type 2 A. 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El término hipertiroidismo implica que el exceso de hormonas tiroideas es debido a una alteración de la propia glándula tiroidea. El hipertiroidismo es muy frecuente y afecta a cerca del 2% de las mujeres y al 0,2% de los hombres, aunque en pacientes ancianos las manifestaciones clínicas pueden pasar fácilmente desapercibidas (forma apática del hipertiroidismo) (1,2). Clasificación de las tirotoxicosis según la captación de yodo radioactivo Desde un punto de vista clínico las tirotoxicosis puede dividirse en tres grandes grupos según sea la ganmagrafía tiroidea realizada con Tecnecio 99, yodo 131 o yodo 123. La medición de yodo radiactivo por el tiroides se expresa como RAIU (Radio Active Iodine Uptake). Así, la captación puede ser normal-elevada, disminuida o suprimida: — Tirotoxicosis con RA'IU normal-elevada Enfermedad de Graves-Basedow. Bocio multinodular tóxico. Adenoma tóxico. Hipertiroidismo no autoinmune autosómico dominante. Tumor hipofisario productor de TSH. Resistencia hipofisaria a las hormonas tiroideas. Enfermedad trofoblástica: coriocarcinoma o mola hidatidiforme. Metástasis en el tiroides (linfoma o adenocarcinoma). 294 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales — Tirotoxicosis con RAIU disminuido Hipertiroidismo inducido por yodo. — Tirotoxicosis con RAIU anulado (< del 1%) Tiroiditis subaguda: Tiroiditis granulomatosa de De Quervain. Tiroiditis linfocítica subaguda (o indolora o silente): Tiroiditis postparto. Tiroiditis inducida por citokinas (interferon α e IL-2). Tiroiditis inducida por litio. Tiroiditis por daño celular: Tiroiditis inducida por amiodarona. Tiroiditis subaguda traumática: biopsia, cirugía, palpación, trauma. Tiroiditis postradiación: I131 o radiación externa. Tirotoxicosis facticia. Tirotoxicosis por hamburguesas (ingestión de carne contaminada con tiroides animal). Cáncer tiroideo metastásico. Estruma ovárico. En todos estos procesos existe tirotoxicosis pero sólo se consideran como hipertiroidismo aquéllos en los que la tirotoxicosis está producida por la hipertensión continuada de la glándula tiroides. La enfermedad de Graves-Basedow, el bocio nodular tóxico y el adenoma tóxico representan el 95% de los casos de hipertiroidismo. Cada uno de los procesos reseñados presenta su propio cuadro clínico específico pero las manifestaciones debidas a la tirotoxicosis son similars en todos ellos y se detallarán al tratar el cuadro clínico de la enfermedad de GravesBasedow única entidad a la que nos referimos por su particular interés oftalmológico. 2. ENFERMEDAD DE GRAVES-BASEDOW (EGB) La enfermedad de Graves-Basedow es un trastorno autoinmune órgano-específico en el cual el síndrome clínico y bioquímico de la tirotoxicosis aparece asociado a bocio difuso hiperfuncionante, oftalmopatía con características específicas y a veces dermopatía infiltrativa. Para establecer el diagnóstico no es necesario que las tres manifestaciones se presenten de modo simultáneo. 2.1. Prevalencia La EGB puede aparecer a cualquier edad, pero suele presentarse en la cuarta o quinta década de la vida. Su prevalencia ha sido estimada en un 2% de la población y su incidencia en tres casos por 1.000 anualmente. Es más frecuente en el sexo femenino en una ratio que se ha calculado en 3:1 ó 7:1. La enfermedad tiene una incidencia familiar evidente: el 30% de los pacientes tienen familiares con la enfermedad. 2.2. Etiopatogenia En la actualidad se piensa que es una enfermedad autoinmune, poligénica, de base multifactorial en la cual individuos genéticamente susceptibles son expuestos a insultos ambientales que acaban activando al sistema inmunológico. Sin embargo, la influencia de los factores genéticos no es tan importante como se creía, siendo el papel de los factores ambientales más decisivo. Estos factores ambientales serían la ingesta de yodo, infecciones (que podrían por varios mecanismos desencadenar fenómenos autoinmunes), contaminantes químicos, tabaco, estrés y otros por establecer. Sea cual fuere la causa, la E G-B se caracteriza por la presencia de anticuerpos estimulantes del receptor de la TSH (presentes en el 95% de los pacientes sin tratar y que se comportan como anticuerpos estimuladores tiroideos), y una infiltración tiroidea linfocítica (linfocitos B y T, macrófagos, y células dendríticas), siendo los linfocitos T los que suministran la ayuda para la producción de dichos anticuerpos, secretar citokinas o actuar como células citotóxicas. En cuanto a la patogenia de la oftalmopatía de Graves (3), en el cual hay exoftalmos e hinchazón de la musculatura extraocular con afectación de su funcionalidad, en los estadios tempranos hay infiltración linfocítica (sobre todo linfocitos T) que producirían citokinas que estimulan la proliferación de fibroblastos, la producción de glicosaminoglicanos y la expresión de moléculas de histocompatibilidad HLA-DR. Todo lo anterior son los responsables de la inflamación edematosa de los tejidos orbitarios. A medida que progresa la enfermedad la inflamación se sustituye por fibrosis. La primera fase de inflamación activa es subsidiaria de tratamiento con inmunosupresores mientras que la fase estática de fibrosis no. 2.3. Clínica. Manifestaciones generales El cuadro clínico de hipertiroidismo consiste en tirotoxicosis debida a hiperfunción continuada del tiroides, bocio difuso hiperfuncional y con menor frecuencia dermopatía infiltrativa (mixedema pretibial). 1) La tirotoxicosis produce nerviosismo, labilidad emocional, temblor, insomnio, irritabilidad, hipersudoración, intolerancia al calor, astenia, palpitaciones, taquicardia, pérdida de peso, hiperfagia, hiperdefecación y alteraciones menstruales. En los pacientes jóve- Capítulo IX. nes predomina el nerviosismo y la labilidad emocional mientras que en los de mayor edad lo hacen las manifestaciones cardiovasculares (angina de pecho, insuficiencia cardíaca). 2) El bocio difuso tóxico se expresa como un aumento del tamaño de la glándula aunque en un 30% de los casos se mantiene normal. El aumento de tamaño casi nunca llega a producir comprensión de los órganos vecinos tal como ocurre en los bocios multilobulares. 3) Dermopatía infiltrativa: consiste en edema e induración de tejido subcutáneo. La piel presenta aspecto de «piel de naranja» y puede acompañarse de prurito o de hiperpigmentación. También se conoce como mixedema pretibial o localizado pero el término es incorrecto porque no se relaciona con el hipotiroidismo. La dermopatía infiltrativa es una manifestación infrecuente (sólo aparece en un 5%10% de los casos) que se presenta en fases tardías de la enfermedad y casi siempre en pacientes que ya tienen oftalmopatía. 4) Alteraciones bioquímicas. Bioquímicamente la TSH está suprimida y los niveles de hormonas tiroideas tanto libres (además hay una disminución de la TBG) como totales están elevados. La elevación de la T3 es más intensa que la de T4 y la ganmagrafía tiroidea típicamente muestra una captación aumentada y difusa. La presencia de los anticuerpos estimulantes del receptor de la TSH es diagnóstica pero no siempre guarda correlación con la situación clínica. La determinación de estos anticuerpos es de interés en el curso del tratamiento ya que la elevación persistente de los mismos es un indicador de mal pronóstico en cuanto a alcanzar la remisión, y en el caso de la mujer embarazada para valorar el riesgo de E G-B neonatal. 2.4. Tratamiento El tratamiento consiste inicialmente en normalizar la función tiroidea mediante antitiroideos de síntesis y posteriormente en el curso de los siguientes meses o años valorar un tratamiento definitivo con yodo 131 o cirugía tiroidea. 3. OFTALMOPATÍA TIROIDEA La llamada oftalmopatía tiroidea constituye un componente muy importante —y a veces muy grave— de la enfermedad de Graves Basedow. Cuando su diagnóstico se basa en la observación de los signos clínicos clásicos se estima que aparece en un 50% de los casos de E.G.B. pero si se tienen en cuenta los datos aportados por las técnicas de imagen Enfermedades endocrinas y metabólicas 295 diagnóstica la cifra se eleva a un 90%. En la oftalmopatía existen dos componentes principales. Un componente funcional o espástico que depende directamente de la tirotoxicosis (retracción palpebral, mirada de asombro) y un componente infiltrativo que provoca alteraciones mecánicas (exoftalmia, quémosis, oftalmoplejía, congestión ocular). El hecho de que la oftalmopatía tiroidea pueda presentarse en pacientes eutiroideos plantea dudas y problemas sobre su fisiopatología. En este apartado trataremos en primer lugar los mecanismos patogenéticos de la enfermedad de Graves-Basedow y de la oftalmopatía para después referirnos a su cuadro clínico. 3.1. Mecanismos patogenéticos de la enfermedad de Graves-Basedow de la oftalmopatía Para comprender el proceso general a través del cual se constituye y se expresa clínica y bioquímicamente la enfermedad conviene recordar algunas nociones elementales sobre el funcionamiento normal de la glándula tiroides y de su regulación así como de las distintas causas por las que esa regula- Tabla 1. Clasificación etiológica del hipotiroidismo 1.1. Hipotiroidismo primario — Agenesia tiroidea — Disgenesia tiroidea — Destrucción glándula tiroidea (tiroiditis crónica autoinmune-enfermedad de Hashimoto-; postquirúrgico; postradiación con I131 o radioterapia externa; post-tiroiditis subaguda) — Atrofia glándula tiroidea (forma atrófica de la enfermedad de Hashimoto —tiroiditis atrófica—) — Trastornos de la síntesis de hormonas tiroideas (déficit de yodo; fármacos antitiroideos; déficits enzimáticos hereditarios) 1.2. Hipotiroidismo secundario — Lesiones ocupantes de espacio hipofisario o hipotalámicos (tumores, lesiones infiltrativas,…) — Postcirugía o radioterapia hipofisaria 1.3. Resistencia generalizada o periférica a las hormonas tiroideas 296 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales ción puede romperse originándose el síndrome general de la tirotoxicosis. Posteriormente expondremos con mayor detalle la situación particular en la que el tiroides y los tejidos blandos de la órbita aparecen como tejidos-diana del trastorno inmunológico del Graves-Basedow. 3.1.1. El funcionamiento normal del tiroides. La hormonogénesis tiroidea y su regulación El tiroides es una glándula de secreción interna que produce dos hormonas: la tiroxina (T4) y la triyodotironina (T3). Estas hormonas son esenciales para el metabolismo general del organismo pues regulan el consumo de oxígeno en la mayoría de las células e intervienen en el metabolismo de las proteínas, de los lípidos y de los hidratos de carbono. La mayoría de las acciones de las hormonas tiroideas se producen a través de su unión a receptores específicos situados en el núcleo de las células actuando sobre la transcripción. Por este mecanismo originan el incremento de la actividad oxidativa de las mitocondrias, de la termogénesis, de la lipólisis, de la glucogénesis-glucólisis y de la síntesis de proteínas. Los receptores son específicos pero se consideran miembros de una superfamilia en la que se incluyen los receptores para hormonas esteroideas, para vitamina D y para retinoides. La hormona que realmente se une y estimula al receptor es la T3. Desde este punto de vista, la T4 puede ser considerada como una pro-hormona que en los tejidos se convierte en T3. 1. Biosíntesis de las hormonas tiroideas. La T4 es producida exclusivamente en el tiroides mientras que la T3 puede ser producida tanto en el tiroides como en localizaciones extratiroideas que son capaces de producir la desyodización de la T4. La unidad funcional productora de hormonas es el folículo tiroideo. Éste está constituido por una capa monocelular de células epiteliales (tirocitos) dispuestas de tal modo que conforman un espacio interior, lumen o luz del tirocito. Este espacio está ocupado por una substancia coloide. Este coloide está compuesto en su mayor parte por una glicoproteína sintetizada específicamente por las células epiteliales del folículo. Esta glicoproteína es la tiroglobulina (TG). La biosíntesis de la tiroglobulina se realiza en la célula epitelial del folículo de modo similar a la de cualquier glicoproteína y está estimulada por la hormona tirotropa o TSH (hormona estimuladora del tiroides) a través de un mecanismo que detallaremos más adelante. Las hormonas tiroideas (T3, T4) van a formarse a partir de la tiroglobulina que puede ser considerada como una pro-hormona. El primer paso de esa transformación consiste en la yodación de la tiroglobulina. Este proceso es realizado en su totalidad por el tirocito. La célula epitelial del folículo tiroideo tiene la capacidad de captar el yodo circulante y de concentrarlo en su interior. También es capaz de transportarlo desde su superficie externa (membrana basal) hasta la que está en contacto con el interior del folículo (membrana apical). En esta última zona, en la interfase constituida por la membrana apical del tirocito y el coloide que llena la cavidad del folículo es donde se produce la incorporación del yodo a la molécula orgánica de la tiroglobulina. A partir de esta tiroglobulina yodada se sintetizan la T3 y la T4 que quedan almacenadas en el interior del folículo. Gracias a este almacenamiento, las hormonas tiroideas pueden ser segregadas rápidamente sin necesidad de ser sintetizadas en ese momento. Debe tenerse en cuenta que la proporción importante de la T3 circulante y producida cada día es originada fuera del tiroides a través de la desyodación de la T4 en el hígado y en el riñón. 2. La regulación de la hormonogénesis. La biosíntesis y la secreción de las hormonas tiroideas están reguladas a través de un sistema de feedback negativo gracias al cual los niveles de T3 y T4 circulante se mantienen con pocas variaciones. El sistema regulador funciona según el esquema siguiente: a) En los núcleos supra ópticos y paracentricular del hipotálamo se sintetiza una hormona llamada TRH (Tyrotropin-releasing hormone, hormona liberadora de tirotropina). Después de ser almacenada en el hipotálamo llega al lóbulo anterior de la hipófisis a través de la circulación portal hipofisaria. En la hipófisis la TRH se une a los receptores que poseen las células tirotropas, estimula su metabolismo y las células responden sintetizando su producto específico: la hormona tirotropa y tirotropina también conocida como TSH (thyroid-estimulating hormone). La TSH pasa a la circulación general y llega a la glándula tiroides. b) En el tiroides la TSH se une a los receptores específicos que poseen las células epiteliales de los folículos (tirocitos) y activa todos los procesos relacionados con la biosíntesis de las hormonas tiroideas (captación y transporte de yodo, yodación de la tiroglobulina del folículo, proteolisis de la tiroglobulina yodada hasta llegar a T3 y T4). Las hormonas pasan a la sangre en la que circulan unidas a proteínas del suero. Estas proteínas son la TB6 (Thiroxine-binding globulina) la TTR (transthy retin) y la albúmina. c) El aumento del nivel de las hormonas tiroideas circulantes actúa sobre la hipófisis frenando la producción de TSH. Los tirocitos dejan así de ser estimulados y disminuye la síntesis y liberación de hormonas tiroideas. Este arco hipotálamo-hipófisis-tiroides funciona por lo tanto como un servomecanismo con retroalimentación negativa que garantiza el ajuste Capítulo IX. entre las necesidades de consumo de hormonas tiroideas y su producción manteniendo los niveles de T3 y T4 circulantes dentro de escasas variaciones. 3. El funcionamiento no regulado de tiroides. Patogenia de hipertiroidismo. Tirotoxicosis. En algunas condiciones patológicas, la producción de hormonas tiroideas se escapa de la regulación del servomecanismo. La glándula se vuelve autónoma y produce T3 y T4 sin necesidad de se estimulada por la TSH pero el tiroides sigue segregando T3 y T4 lo que origina la aparición del síndrome clínico y bioquímico del hipertiroidismo o tirotoxicosis. Las alteraciones del tiroides capaces de producir hipertiroidismo son muy variadas: enfermedad de Graves-Basedow, tiroiditis, bocio tóxico multinodular, adenoma tóxico, tirotoxicosis ectópica, carcinoma tiroideo. Este exceso de hormonas circulante produce un aumento general del metabolismo y el funcionamiento acelerado de múltiples sistemas del organismo. Este proceso se expresa clínicamente a través de signos y de síntomas cuyo conjunto es nombrado como hipertiroidismo o tirotoxicosis. Por este mecanismo aparece nerviosismo, inestabilidad emocional, sudoración, intolerancia al calor, taquicardia, palpitaciones, temblor en los dedos de las manos, fatiga, incremento del apetito y pérdida de peso. La causa más frecuente de esta tirotoxicosis es con mucho la enfermedad de Graves-Basedow que además es la que nos interesa como oftalmólogos pues sólo en ella la tirotoxicosis se presenta asociada a una verdadera oftalmopatía. Por esa razón pasaremos a exponer la patogenia de la tirotoxicosis en la enfermedad de GravesBasedow y a continuación la de la oftalmopatía. 3.1.2. Patogenia de la Enfermedad de Graves-Basedow a) Tiroxicosis La cuestión clave consiste en conocer por qué en un momento dado el tiroides comienza a producir una cantidad excesiva de hormonas tiroideas y por qué esa hiperfunción no puede ser frenada por el servomecanismo descrito anteriormente. Hasta mediados los años cincuenta se pensó que la causa de la hiperfunción del tiroides en la E.G.B. radicaba en el lóbulo anterior de la hipófisis. Una secreción excesiva de hormona tirotropa (TSH) estimularía la producción de T3 y T4 por el tirocito originándose así la tirotoxicosis. Con el perfeccionamiento de las técnicas de determinación de hormonas se vio sin embargo que la hormona tirotropa (TSH) no sólo no está aumentada sino que está disminuida por efecto de la supresión que los niveles altos de T3 y T4 circulantes ejercen sobre su producción en la hipófisis (efecto feed-back negativo). Enfermedades endocrinas y metabólicas 297 A mediados de los años cincuenta se supo que en los pacientes con enfermedad de Graves-Basedow existía una inmunoglobulina circulante capaz de estimular el tiroides y pudo ser medida. Esta IgG fue denominada LAST (long-acting thyroid stimulator). Poco a poco se fue abriendo paso la evidencia de que la clave del proceso consistía en una alteración inmunológica en la que se producían autoanticuerpos contra el tiroides que estimulaban su función. A favor del carácter autoinmune del proceso argumentan los hechos siguientes: a) La infiltración linfocitaria es la alteración histológica más característica en los órganos diana (glándula tiroides, músculos orbitarios). b) En las fases activas de la enfermedad puede demostrarse la activación del sistema inmunológico (anticuerpos contra el tiroides, células T activadas). c) Existe cierta relación entre la enfermedad y la presencia de antígenos de histocompatibilidad clase II (HLA-DR3). Aunque muchos datos son todavía contradictorios la situación actual de la cuestión podría resumirse del modo siguiente: En personas genéticamente predispuestas con más frecuencia en las mujeres que en los varones en la tercera década de la vida el tiroides recibe un insulto constitucional o ambiental cuyas características no estamos en condiciones de precisar. A partir de este momento aparecen anticuerpos que van a unirse a las células del tiroides estimulando su función (TS ab= Thyroid-stimulanting antibodies). En las fases activas de la enfermedad, en el 95% de los casos puede demostrarse la presencia de estos anticuerpos circulantes. Son inmunoglobulinas IgG que se unen específicamente a los receptores para TSH que poseen los tirocitos. Al ocupar esos receptores los activan «imitando» la función de la TSH. La correlación entre los niveles en suero de anticuerpos circulantes (TSH-R ab) con la gravedad de la tirotoxicosis y con el volumen total del tiroides es muy estrecha. In vitro se ha demostrado que estos anticuerpos estimulan la proliferación de las células tiroideas cultivadas. En la enfermedad de Graves-Basedow se ha demostrado también la existencia de anticuerpos contra la proxidasa tiroidea (TPO ab) y contra la tiroglobulina (Tg ab) pero no parece que estos anticuerpos influyan en la hormonogénesis. Pero desconocemos totalmente por qué en un momento dado fragmentos del receptor para TSH (TSH-R) son reconocidos y procesados como material «non self», como antígenos. El esquema del proceso es el siguiente: tendrían que existir linfocitos B capaces de producir anticuerpos contra el tiroides. Esta capacidad puede ser congénita o adquirida siendo más probable que sea congénita (podría existir un clon de células B prohibido que no hubiese sido supri- 298 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales mido por las células T supresoras en los primeros momentos de la maduración inmunológica): Para ser activados estos linfocitos B productores de anticuerpos y APRA que su actividad sea persistente necesitan la presencia de interleukinas y citoquinas producidas por los linfocitos T helper. Para que el linfocito T produzca esas citoquinas necesita que fragmentos del antígeno se combine con moléculas del antígeno de histocompatibilidad clase II (HLA-D) y ese complejo se una a los receptores de la célula T helper-inductora (CD4). Los tirocitos de los pacientes con enfermedad de Graves-Basedow expresan de modo aberrante ese antígeno HLA-D mientras que no lo hacen los tirocitos de los sujetos normales. A partir del momento en que los linfocitos T helper reconocen al complejo antígeno + antígeno de histocompatibilidad en la superficie de la célula que presenta al antígeno se produce una cascada de acontecimientos que activa a todo el sistema inmunológico. La infiltración linfocitaria, la producción de citoquinas y de anticuerpos se autoperpetúa. Los anticuerpos así producidos ocupan los receptores para la TSH y estimulan la producción de adenosin monofosfato (AMP) a través del sistema adenil ciclasa. El resultado es el aumento de la vascularización y del tamaño del tiroides así como el incremento de la hormonogénesis. Los niveles séricos de T3 y T4 aumentan, en virtud del servomecanismo frenan la producción de TSH en la hipófisis y de la TRH en el hipotálamo pero el tiroides sigue produciendo hormonas en exceso porque la estimulación a través de los anticuerpos lo ha convertido en autónomo con respecto al sistema hipotálamo – hipófisis – tiroides que lo regula en condiciones normales. La liberación local de citoquinas dotadas de un alto potencial inflamatorio potencia la inflamación plasmolinfocitaria y autoperpetúa la inflamación. 3.1.3. Patogenia de la oftalmopatía tiroidea Llegamos ahora a la cuestión que nos atañe más particularmente: a la patogenia de las alteraciones cuyo conjunto se conoce como oftalmopatía orbitaria o exoftalmía tiroidea. En la enfermedad de GravesBasedow contrariamente a lo que acontece en hipertiroidismos de otras etiologías, un porcentaje muy importante de pacientes presenta un cuadro clínico caracterizado por edema y retracción palpebral, exoftalmía, miopatía restrictiva, extrusión de la grasa orbitaria a través del septum y edema de la conjuntiva que puede llegar a quémosis. En todos estos pacientes los métodos de Diagnóstico por Imagen revelan el aumento de volumen de los vientres de los músculos extraoculares especialmente en el recto inferior y en el recto medio. En muchos de estos pacientes aparece también un edema pretibial de tipo mixedematoso. La discusión de la Patogenia de la oftalmopatía tiroidea obliga a plantearse dos cuestiones. Una es la referente a su relación con el hipertiroidismo y la tirotoxicosis. La otra se refiere a los mecanismos a través de los cuales se producen los signos y los síntomas en los que se expresa clínicamente la alteración fundamental. 1. La asociación hipertiroidismo-oftalmopatía. La estimación de la prevalencia de la oftalmopatía en la enfermedad de Graves-Basedow depende de la selección de los pacientes y de la sensibilidad de los métodos empleados en su exploración. Si sólo se tiene en cuenta la exoftalmía, la oftalmopatía aparece en un 10%-25% de los casos; si se tienen en cuenta las alteraciones palpebrales, la estimación sube al 30%-45% y si se tienen en cuenta los hallazgos de los métodos de Diagnóstico por Imagen (TC, RM), encontramos oftalmopatía en más de un 70%-90% de los casos. Vemos por lo tanto que la discordancia entre la presencia de tirotoxicosis y la de oftalmía en la enfermedad de Graves-Basedow es menor de la que hasta hace poco se aceptaba pero no puede negarse la existencia real de dos situaciones muy difíciles de explicar patogénicamente: la presencia de tirotoxicosis típica clínica y bioquímicamente sin oftalmopatía también típica sin que existan signos clínicos ni bioquímicos de tirotoxicosis. Vemos por lo tanto que en el Graves-Basedow existe una correlación estrecha pero no constante entre el hipertiroidismo y la oftalmopatía. La cuestión clave consiste en conocer si la asociación se produce porque la tirotoxicosis y la oftalmopatía son manifestaciones de una misma enfermedad y entonces el problema consistiría en explicar por qué se expresan de modo diferente y a veces separadas o si, por el contrario se trata de dos enfermedades diferentes en cuyo caso la dificultad consistiría en explicar la frecuencia de su asociación. 1. La relación causa-efecto. En primer lugar podríamos suponer que la oftalmopatía fuese un efecto directo de la tirotoxicosis. El exceso de hormonas tiroideas circulantes producirían las alteraciones orbitarias a través de mecanismos similares a los que producen la taquicardia, el incremento de la termogénesis o la inestabilidad emocional. El aumento del metabolismo podría producir incremento del volumen de los tejidos blandos orbitarios (ya Von Basedow indicó que la exoftalmía se debía a una hipertrofia «estrumosa» de tales tejidos). Existen evidencias clínicas, bioquímicas e histológicas para que esa suposición deba ser absolutamente descartada. Desde el punto de vista clínico y bioquímico tres son los hechos principales que descartan la hipótesis: a) no existe correlación estadística entre los niveles de T3 y T4 en sangre y la presentación o gravedad de la oftalmopatía; b) la normalización medicamentosa o quirúrgica de los niveles de T3 y T4 Capítulo IX. no sólo no produce automáticamente la mejoría de la oftalmopatía sino que puede originar su agravación y c) no puede negarse la existencia de casos en los que hay tirotoxicosis clínica y bioquímicamente evidente sin que exista oftalmía así como también la de casos de oftalmopatía absolutamente típica sin manifestación clínica o bioquímica de hipertiroidismo. Si la causa de la oftalmopatía fuese el hipertiroidismo, es decir el aumento de T3-T4, esos hechos bien probados serían absolutamente inexplicables. Pero también lo que conocemos sobre el substrato histopatológico de la alteración orbitaria descarta esa suposición. Lo que aparece en la oftalmopatía es una infiltración celular (linfocitos, neutrífilos, células plasmáticas) de los tejidos blandos de la órbita así como acumulación de agua y de mucopolisacáridos. En ningún otro lugar del organismo las hormonas tiroideas producen tales efectos. Histopatológicamente la oftalmopatía del Graves-Basedow es una oftalmopatía infiltrativa más propia de poder ser producida por una alteración auto-inmune que por el efecto metabólico generado por el exceso de hormonas tiroideas. Vemos pues que lo que asocia la oftalmopatía al hipertiroidismo no es el efecto de las hormonas tiroideas sobre los tejidos blandos de la órbita. Habría sin embargo que hacer una pequeña salvedad: la tirotoxicosis produce por sí misma un cierto grado de retracción del párpado superior. La hipersimpaticotomía que originan estimula la contracción del músculo de Müller. Por esa razón existe un cierto grado de retracción en los hipertiroidismos no producidos por la enfermedad de Graves-Basedow y también por ella ese grado de retracción mejora con la aplicación tópica de fármacos simpaticolíticos tal como sucede con la instalación de colirio de guanetidina (Ismelin). 2. El origen hipofisiario de la oftalmopatía. Durante algún tiempo se pensó que la oftalmopatía podría ser producida por alguna subunidad de la hormona tirotropa (TSH), que actuaría como exoftalmogénica. De modo similar al que activa las células del tiroides la TSH podría originar alteraciones en la órbita. Esta suposición tenía la ventaja de poder explicar la agravación de la oftalmopatía que se producía al extirpar el tiroides. Al disminuir los niveles séricos de las hormonas tiroideas se estimularía la producción de TSH en el lóbulo anterior de la hipófisis y esa sería la causa del agravamiento en la órbita. Desde que se pueden determinar con seguridad los niveles de TSH en la sangre esa explicación no se sostiene: en la enfermedad de Graves-Basedow existe una supresión de la formación de TSH en la hipófisis y sus niveles en sangre son muy bajos. Además la agravación de la oftalmía al practicar la ablación del tiroides no es un echo aceptado unánimemente. Cuando se produce se interpreta como una expresión del diferente curso evolutivo de la tirotoxicosis y de la oftalmopatía. La Enfermedades endocrinas y metabólicas 299 agravación de la oftalmopatía iba a producirse aunque la ablación del tiroides no disminuyese los niveles sanguíneos de hormonas tiroideas. Vemos por lo tanto que la oftalmopatía no puede estar originada por una hiperfunción del lóbulo anterior de la hipófisis a través de la liberación excesiva de hormona tirotropa (TSH). 3. La alternación auto-inmune. Todo parece indicar que lo que ocurre en los tejidos blandos de la órbita es el resultado de una alteración autoinmune. La cuestion de la unidad o diversidad patogénica del hipertiroidismo y de la oftalmopatía se traslada a otro nivel. Ahora el problema consiste en saber si una misma alteración autoinmune es la que produce la tirotoxicosis y las alteraciones orbitarias o si, por el contrario, se trata de dos procesos diferentes. (Conviene advertir sin embargo que el grado de conocimiento de los mecanismos del proceso autoinmune que afecta al tiroides dista mucho del alcanzado en la órbita. El tejido diana responsable del hipertiroidismo —el receptor para TSH— no sólo ha sido identificado sino que ha sido clonado y secuenciado comenzando a conocerse sus epitopes. Nada de eso ha sido logrado todavía en la órbita. Resulta evidente que si se tratase de un trastorno inmunológico único en la órbita debería ser mediado a través de los anticuerpos contra el receptor de TSH (TSH-R ab). La condición necesaria sería que en los tejidos blandos de la órbita se expresasen receptores para TSH que pudieran ser ocupados por los anticuerpos. Durante algún tiempo se pensó que el trastorno inmunológico causante de la oftalmopatía estaba mediado por la aparición de anticuerpos contra los músculos extracelulares. Pero todo parece indicar que la célula diana es el fibroblasto de los tejidos blandos de la órbita incluidos los músculos. En fibroblastos cultivados provenientes de la órbita de pacientes con oftalmopatía se ha demostrado que expresan el mRNA del dominio extracelular del receptor para TSH. No se comprende muy bien la razón por la que estructuras tan diferentes embriológicamente y funcionalmente como son el tiroides y los tejidos blandos de la órbita tengan los mismos receptores para TSH pero ése sería el hecho clave para explicar la asociación tirotoxicosis-oftalmopatía en la enfermedad de Graves-Basedow. Los mismos anticuerpos ocuparían los mismos receptores en el tiroides y en la órbita. Esta suposición estaría en parte de acuerdo con un hecho clínico: en los pacientes en los que existe oftalmopatía aparece una prevalencia más alta de anticuerpos, contra el receptor de TSH que la que aparece en los que no hay oftalmopatía. Pero quedaría sin explicar la mala correlación existente entre el nivel absoluto de anticuerpos y la gravedad de la oftalmopatía. 300 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales La hipótesis más probable para explicar la patogenia de la oftalmía tiroidea sería la siguiente: En los tejidos blandos de la órbita especialmente en los fibroblastos que rodean el perimisio de la fibra muscular existen receptores para TSH. En la enfermedad de Graves-Basedow por los mecanismos ya descritos al discutir la patogenia de la tirotoxicosis aparecen anticuerpos circulantes contra el receptor para TSH del tirocito. Estos anticuerpos circulantes llegan al receptor aberrante del fibroblasto y éste es estimulado sintetizando una gran cantidad de mucopolisacaridos y colágeno. La enorme hidrofilia de los muchopolisacridos, especialmente del ácido hialurónico explicaría el edema de los tejidos orbitarios y el colágeno sería el causante de la fibrosis y posterior retracción de los músculos, La liberación local de interleukinas y otras citoquinas orquestaría la cascada inmunológica e inflamatoria explicando la infiltración plasmolifocitaria de caracteriza histológicamente a la oftalmopatía de la enfermedad de Graves-Basedow. 3.2. Clínica de la oftalmopatía tiroidea 1. Párpados La retracción palpebral es una de los signos más característicos que afecta, por lo general, al párpado superior y en raras ocasiones (cuando la retracción palpebral es excesiva) origina una falsa imagen de exoftalmos sin evidencia clínica de proptosis. Habitualmente se acompaña de mirada fija y brillante y de retraso en el descenso del párpado superior cuando el paciente dirige su mirada hacia el suelo. Todas estas manifestaciones, constituyen la denominada oftalmopatía no infiltrativa, la cual acontece durante la fase de tirotoxicosis. La retracción del párpado superior es, sin lugar a dudas, la manifestación más frecuente. Se relaciona con la actividad hipertiroidea del sujeto y más de un mecanismo puede estar involucrado. La excesiva descarga adrenérgica por parte del sistema simpático sobre el músculo de Müller es posiblemente el más importante sin embargo, las fibrosis y adherencias producidas en los retractores del párpado, el aumento en el tono y la sobrecorrección del complejo recto superior–músculo elevador, por fibrosis en el músculo recto inferior, juegan también un papel destacado en la patogenia de le retracción palpebral. 2. Exoftalmia La afectación de tejidos blandos origina una serie de síntomas y signos que reflejan el estado inflamatorio de los tejidos oculares. La epífora, la sensación de cuerpo extraño y de dolorimiento retrobulbar son síntomas a menudo descritos en este tipo de pacientes. Entre los signos más habituales destacan: la inyección y quémosis conjuntival, la presencia de lagoftalmos (por un cierre incompleto de los párpados), una glándula lagrimal palpable por hipertrofia de la misma, la herniación de grasa orbitaria a través del septum orbitario y la inflamación próxima a la inserción de los músculos rectos horizontales (21). Estos síntomas y signos traducen un incremento en la presión y un daño en el drenaje venoso orbitarios causados por el engrosamiento muscular y el aumento de la grasa orbitaria. A pesar de que muchos de estos cambios reflejan la actividad de la oftalmopatía tiroidea, su papel es muy limitado cuando el médico quiere realizar una valoración clínica de la misma dada la difícil cuantificación y falta de especificidad de muchos de estos hallazgos. El exoftalmos es quizás, de todos los signos clínicos descritos hasta el momento, el que con más frecuencia se asocia a la oftalmopatía distiroidea y a diferencia de otros es el único que puede ser cuantificado (exoftalmómetro). Se trata de un desplazamiento anterior del globo ocular originado por un incremento en el volumen de las estructuras orbitarias (especialmente músculos y grasa) dentro de una cavidad ósea delimitada (órbita). Está presente en el 40-70% de los pacientes con oftalmapatía de Graves (7) y en un porcentaje elevado de enfermos su presentación es bilateral (7,22). Cuando la proptosis progresa el globo ocular es susceptible de padecer irritación conjuntival y sequedad debido a la dificultad de los párpados a cubrir completamente la superficie anterior del globo durante el parpadeo espontáneo (parpadeo ineficaz). En exoftalmos severos, con retracciones palpebrales importantes, el cierre activo de los párpados es igualmente ineficaz provocando una continua exposición de la cornea con el subsiguiente desarrollo de úlceras que pueden sobreinfectarse e incluso perforarse. También se ha descrito en estos pacientes una mayor incidencia de queratoconjuntivitis límbica superior que en la población general (23), sugiriéndose que la aparición de la misma es un signo de mal pronóstico para la oftalmopatía distiroidea (24). A pesar de que el exoftalmos es uno de los rasgos más comunes y característicos del Graves, en ocasiones no resulta fácil establecer el límite entre lo normal y lo patológico puesto que existen factores como el sexo, la raza, el método empleado para su cuantificación e incluso el propio explorador que influyen en su valor (25). En la raza caucásica, que es en la que nos movemos, se considera normal un valor igual o inferior a 21mm de proptosis ocular. Capítulo IX. 3. Músculos extraoculares Entre un 10-15% de los pacientes con orbitopatía tiroidea desarrollan una oftalmoplejía por afectación moderada o severa de los músculos extraoculares. La infiltración celular por parte de linfocitos y fibroblastos, el edema, y finalmente una fibrosis restrictiva parecen ser la causa de tal disfunción muscular (7). Los síntomas clínicos de los que se acompaña son la diplopía intermitente o continua así como de una sensación opresiva retroocular. Los músculos recto inferior y recto medio son, sin lugar a dudas, los más afectados. En algunas circunstancias, la fibrosis del recto inferior y del recto medio originan una falsa parálisis de los músculos elevadores o del recto lateral al ocasionar una limitación de la supraducción o abducción del globo. 4. Tensión ocular Otro signo, importante y sugestivo de oftalmopatía incipiente, es la aparición de una diferencia en la presión intraocular igual o superior a 4 mmHg cuando ésta es tomada en posición primaria de la mirada y en supraducción (test de Braley). 5. Neuropatía óptica compresiva A nivel del ápex orbitario, donde los músculos extraoculares (excepto el oblicuo inferior) tienen su origen en el anillo de Zinn, un incremento en la masa muscular puede provocar una neuropatía óptica compresiva con presencia de discromatopsia, pérdida de visión y alteración del reflejo pupilar aferente. La neuropatía compresiva se diagnostica en el 3-5% de los pacientes con oftalmopatía y curiosamente acontece en pacientes con leve o moderada proptosis ocular. Aunque raramente tiene lugar en ausencia de signos y síntomas congestivos sugestivos de oftalmopatía, todavía existe una escasa correlación entre la severidad de los hallazgos clínicos y el curso de la neuropatía. La rápida recuperación visual tras la descompresión orbitaria en la neuropatía óptica de estos enfermos sugiere la existencia de un mecanismo de compresión vascular como causa del edema de papila, la ingurgitación venosa y quémosis conjuntivales e incluso, si la presión intraorbitaria es suficiente, de la obtrucción de la vena y/o arteria central de la retina. Además de todo el espectro de signos y síntomas descritos con anterioridad, los enfermos con disfunción tiroidea de tipo hipotiroidismo pueden presentar: ptosis bitateral y edema periorbitario (por inchazón secundario al acúmulo de mucopolisacáridos); pérdida de pestañas y del tercio externo de las cejas Enfermedades endocrinas y metabólicas 301 (como causa de algún déficit nutricional); ojo seco (por la degeneración de las glándulas lagrimales originadas por la invasión de tejido mixematoso), nictalopía (en relación con un déficit en la síntesis de retinoides), nistagmus (en posible relación con la miopatía restrictiva) y glaucoma (presumiblemente como consecuencia de los depósitos de aminoglicanos en el interior de la maya trabecular) (26). En los pacientes hipotiroideos, a diferencia de los hipertiroideos o eutiroideos, se han descrito una mayor incidencia de queratocono, edema corneal y cataratas (27). 6. Oftalmopatía unilateral La manifestación ocular unilateral en la E G-B ocurre en el 5-14% de los pacientes con diagnóstico de oftalmopatía y representa la causa más común de proptosis unilateral (15-30%) (7,28). La importancia de esta alteración, especialmente en enfermos eutiroideos, radica en excluir otras causas que también originan una proptosis unilateral. Por otra parte, el empleo de técnicas radiológicas como la ecografía, la tomografía computerizada y la resonancia nuclear magnética han puesto en conocimiento que en un elevado porcentaje de pacientes con diagnóstico de oftalmopatía unilateral en realidad se trataban de oftalmopatías bilaterales asimétricas (5090%) donde la unilateralidad no es más que estadio previo a una afectación bilateral (29,30) y cuyos mecanismos resultan todavía difíciles de comprender. 7. Oftalmopatía en niños y adolescentes Todavía es motivo de controversia si las manifestaciones oculares son menos frecuentes en niños y adolescentes que en adultos, dada la baja incidencia de tirotoxicosis en los primeros y la ausencia de datos epidemiológicos contrastados. Sin embargo, sí sabe que las manifestaciones oculares son menos severas a edades infantiles que a mayor edad y que la oftalmopatía infiltrativa es extremadamente rara en los niños (menos del 5% de todos los pacientes con tirotoxicosis) (31). La retracción y retraso palpebral, la mirada fija y brillante, y la proptosis leve son hallazgos causados por un aumento en la estimulación adrenérgica producido por el exceso de hormonas tiroideas. Por lo general son procesos autolimitados y no precisan tratamiento especifico, salvo control de la disfunción tiroidea. Estas manifestaciones han sido descritas entre un 25 y 60% de niños y adolescentes con E GB (31). En los pocos casos en los que desarrollan oftalmopatía infiltrativa ésta no se correlaciona con el curso de la enfermedad pudiendo permanecer o progresar tras el tratamiento de la crisis tirotóxica. 302 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales Los recién nacidos con hipertiroidismo congénito, debido a una E G-B materna, presentan con frecuencia lesiones oculares transitorias que requieren tratamiento específico. Recientemente se han descrito recién nacidos con tirotoxicosis congénita y alteraciones oculares en relación con mutaciones en los receptores de TSH (31). En estos casos, por lo general, los síntomas y signos clínicos desaparecen al restaurarse el estado eutiroideo, estando restringido el tratamiento con corticoides a casos severos con afectación de músculos y tejidos blandos. 3.3. Clasificación de la oftalmopatía de Graves Werner, en 1969 (32) y en colaboración con otros miembros del comité Ad Hoc de la American Thyroid Association, crean el primer sistema de clasificación de la oftalmopatía tiroidea en donde los principales síntomas y signos son catalogados sistemáticamente en siete clases, a su vez subdivididas en cuatro grados diferentes, que se corresponden correlativamente con la regla nemotécnica «NO SPECS». En la tabla 2 se muestra esta clasificación. Aunque se trata de una clasificación muy detallada presenta algunos fallos como la falta de un orden secuencial entre las clases, una carencia en la indicación de la actividad del proceso o la ausencia de signos menores de la oftalmopatía. Donaldson y cols. (33) intentaron solventar esos errores cuantificando cada una de las subclases de la Werner/ATA (0,a,b,c) a través de puntuaciones que iban de 0 a 3, estableciendo una máxima puntuación de 15 puntos. No obstante, esta modificación tam- Tabla 2. Clasificación de oftalmopatía Graves (Werner) CLASES GRADOS SIGNOS Y SINTOMAS OCULARES 0 No signos y síntomas (No signs or symptoms) 1 Solo signos, no síntomas (Only signs): Retracción parpebral con o sin retraso parpebral o proptosis 2 0 (ausencia) a (mínimo) b (moderado) c (marcado) Signos y síntomas de tejidos blandos (Soft tissue): Edema palpebral Edema e hiperemia de conjuntiva y carúncula Hipertrofia de glándula lagrimal Disminución de la retropulsación 3 0 (ausencia) a (mínimo) b (moderado) c (marcado) Proptosis de 3mm o más con o sin síntomas (Proptosis): Mínimo: 21-23mm (Hertel) Moderado: 24-27mm (Hertel) Marcada: >28mm (Hertel) 4 0 (ausencia) a (mínimo) b (moderado) c (marcado) Trastorno de la motilidad ocular (Extraocular muscles): Diplopía Mínima: en posiciones extremas Moderada: en posición primaria Marcada: oftalmoplejía 5 0 (ausencia) a (mínimo) b (moderado) c (marcado) Afectación corneal (Corneal involvement): Mínima: queratitis punteada Moderada: ulceración Marcada: necrosis y perforación 6 0 (ausencia) a (mínimo) b (moderado) c (marcado) Afectación del nervio óptico (Slight loss): Papiledema, palidez del nervio y pérdida de agudeza visual Mínima: AV 20/20-20/60 Moderada: AV 20/70-20/200 Marcada: AV<20/200 Capítulo IX. bién mostraba una importante deficiencia en lo que se refiere a la valoración del tratamiento y pronóstico de la inflamación de los tejidos blandos. Años después Van Dyk (34) correlaciona el grado de afectación de los diferentes tejidos con la presencia de seis signos recogidos bajo la regla nemotécnica «RELIEF» (tabla 3) y donde cada uno de ellos es a su vez catalogado en ausente, mínimo, moderado y marcado, lo que permite reflejar la actividad de la oftalmopatía. Son diversas las clasificaciones que han surgido desde entonces sin que ninguna de ellas está exenta de problemas. Recientemente, y tras la creación del comité internacional de la Ad-Hoc que engloba a miembros de asociaciones de los cuatro continentes para el estudio de enfermedades del tiroides, se ha establecido por consenso que la clasificación de Cerner/ATA es la más adecuada para cubrir fines didácticos y establecer la evaluación clínica de la oftalmopatía, pero sin alcanzar fines pronósticos o terapéuticos (35). 3.4. Diagnóstico de la oftalmopatía. Pruebas complementarias Incluso cuando el exoftalmos aparece de forma bilateral y se acompaña de retracción palpebral, retraso en el descenso del párpado superior en la infraversión y oftalmopatía restrictiva pueden existir dudas acerca del diagnóstico de oftalmopatía tiroidea, sobre todo si se trata de pacientes eutiroideos. Aún cuando la clínica ocular es muy sugestiva la medición de la proptosis puede variar en uno o dos milímetros dependiendo del tipo de oftalmómetro utilizado o de la experiencia del clínico. Las diferencias étnicas también influyen en los valores normales de la proptosis (asiáticos 18 mm, blancos 20 mm y negros 22 mm) (36). Esta duda se incrementa todavía más ante el hallazgo de un exoftalmos unilateral, dada la posibilidad de que se trate de otro tipo de patología entre las que destacan: tumores orbitarios (primarios, secundarios o metástasis), linfomas, enfermedades granulomatosas (sarcoidosis, amiloidosis, granulomatosis de Wegener), miositis orbitarias, pseudotumores orbitarios, miopía axial, aumento de grasa retroorbitaria debido a una obesidad o enfermedad de Cushing, malformaciones arteriovenosas (aneurisma del seno cavernoso), infecciones orbitarias, etc. El estudio orbitario con técnicas radiológicas sofisticadas ha permitido recoger no solo información sobre cambios acontecidos en las distintas estructuras orbitarias de pacientes con oftalmopatía, sino también confirmar su diagnóstico. La ecografía ocular permite detectar las alteraciones inflamatorias acontecidas en la orbitopatía del Graves diferenciándolas de otros procesos inflamatorios como el pseudotumor o de procesos expansivos como los tumores. Enfermedades endocrinas y metabólicas 303 Tabla 3: Clasificación del grado de afectación del tejido blando (van Dyk) Regla nemotécnica Afectación tejido blando R Resistencia a la retropulsación E Edema de conjuntiva y carúncula L Aumento de volumen de la glándula Lagrimal I Inyección de la conjuntiva E Edema palpebral F Hernia grasa a través del septo (Fullness lid) La tomografía computerizada (TC) con cortes axiales y coronales, ha ayudado a describir hallazgos característicos de la oftalmopatía tiroidea como son el exoftalmos, la protusión del tejido graso a través del septum orbitario, el engrosamiento de músculos extraoculares con ausencia de afectación del tendón, la implicación bilateral asimétrica de la oftalmopatía, el engrosamiento de la glándula lagrimal, entre otros. A pesar de los recientes avances de la resonancia nuclear magnética (RNM) en imágenes ponderadas en T2 que permiten medir la actividad inflamatoria de la enfermedad, su aportación no supera al TC de alta resolución. Más recientemente, se han propuesto a los análogos de la somatostatina como método diagnóstico de la actividad de la oftalmopatía del Graves (37,38) al encontrarse receptores para esta sustancia tanto en el tejido tiroideo como en el tejido orbitario (linfocitos sobre todo, células musculares orbitarios, fibroblastos). En la fase activa de la oftalmopatía (cuando predomina la infiltración linfocitaria) y no en la fase de reposo (cuando predomina la fibrosis) los análogos de la somatostatina marcados con In111 (In111-DTPA-Octeotrido u Octreoscan) se acumulan en los tejidos inflamados permitiéndonos seleccionar, en la práctica clínica, que pacientes serían candidatos a un tratamiento con inmunosupresor (corticoides, radioterapia,...). 3.5. Tratamiento El tratamiento de la oftalmopatía distiroidea está indicado fundamentalmente por razones funcionales y cosméticas. En su resultado final influyen tanto el tiem- 304 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales po de evolución de la oftalmopatía como el estado de la función tiroidea y el estado psíquico del paciente. La primera medida a tener en cuenta, sea cual sea el grado de alteración de la glándula tiroides, es normalizar su función evitando caer en un hipotiriodismo posterapeútico causante de un empeoramiento del cuadro ocular. Un porcentaje no despreciable de oftalmopatías revierte espontáneamente con ésta mediada, y entre las diferentes modalidades de tratamiento (medicamentos antitiroideos, radioterapia o cirugía) no parece existir un mayor efecto beneficioso sobre el curso clínico de las mismas. No obstante, no siempre el tratamiento general conlleva a una mejora del cuadro ocular siendo necesario instaurar otro tipo de tratamientos. El tratamiento con medidas locales es enormemente útil para aliviar la sintomatología y evitar posibles complicaciones futuras, pero cuando los pacientes presentan una oftalmopatía severa requieren tratamientos más agresivos. Los corticoides, potentes antiinflamatorios e inmunoupresores, permiten aliviar de forma rápida (sobre todo sí la oftalmopatía es de corta instauración) el edema, la inyección conjuntival y el dolor relacionados con los cambios inflamatorios de los tejidos blandos. También se han descrito mejorías en el exoftalmos, oftalmoplejía y neuropatía óptica compresiva incipientes. Aunque el mecanismo por el cual los corticoides mejoran la inflamación en los tejidos es desconocido posiblemente se relacione con la inhibición de la síntesis de aminoglucósidos por parte de los fibroblastos orbitarios. Otros inmunosupresores como la ciclosporina, la ciclofosfamida, la azatriopina, el metrotrexate, también han sido utilizados en el tratamiento de la oftalmopatía del Graves pero sus efectos beneficiosos son limitados como terapia única. Sin embargo, cuando éstos se administran asociados a corticoides permiten disminuir la dosis de estos últimos, evitando sus efectos secundarios sin que ello se asocie a mayores recurrencias. Últimamente algunos autores (37-39) han propuesto como tratamiento de la oftalmopatía del Graves a los análogos de la somatostatina (Octreoscan®) al actuar éste selectivamente en la fase activa, pero se requieren más ensayos para esclarecer su mecanismo de acción antes de recomendar su empleo. Son escasos y poco concluyentes los resultados terapéuticos obtenidos con la Plasmaféresis (36). La radioterapia y la cirugía orbitarias son terapias alternativas cuando el tratamiento médico no es eficaz y/o EPÓNIMOS DE LA OFTALMOPATÍA TIROIDEA Ballet Boston Cowen Dalrymple Enroth Gellinek Gifford Gofroy Griffith Knies Kocher Loewi Möbius Payne-Trousseau Pochin Riesman Rosenbach Sainton Snellen-Donders Suker Stellwag Vigoroux Von Graeffe Wilder Parálisis de los músculos extraoculares Párpado en resorte (oftalmopatía restrictiva) Hippus acentuado del reflejo consensual Retracción del párpado superior en posición primaria de la mirada Edema de párpado inferior (anomalía retorno venoso) Hiperpigmentación del párpado superior (por edema de larga evolución) Dificultad para eversión palpebral Supraversión sin pliegues en el frontal Retracción párpado superior en supraversión Midriasis irregular en penumbra Retracción espasmódica del párpado superior en mirada fija Dilatación pupilar con adrenalina al 1:1.000 Déficit de la convergencia Luxación ocular Disminución del parpadeo espontáneo Soplo palpebral Fibrilaciones en párpados cerrados Pérdida de la acción del elevador Sensación de ruido ocular Incapacidad de mantener la fijación en mirada extrema lateral Parpadeo infrecuente o incompleto Hinchazón palpebral Retracción párpado superior en infraversión Sacudidas oculares en ABD y ADD * Tabla recogida del libro Oftalmopatía tiroidea. JV Pérez Moreiras. Capítulo IX. su utilización se asocia a efectos adversos. La radioterapia orbitaria mejora la inflamación de los tejidos blandos porque actúa sobre la proliferación de fibroblastos como sobre la producción de sus mucopolisacáridos (40). Al igual que los corticoides su efecto beneficioso es más intenso cuanto menor sea el curso de la oftalmopatía, y el uso combinado de ambos (corticoides y radioterapia orbitaria) parece ser más eficaz que cuando se utilizan por separado, lo que sugiere un posible efecto sinérgico de ambos tratamientos (41). Aunque la radioterapia reduce y estabiliza la proptosis y la oftalmoplejía, su utilización no evita la necesidad de cirugía (descompresión orbitaria, cirugía de estrabismo y cirugía de los párpados) y no está exenta de complicaciones (hiperemia y quémosis conjuntival, edema orbitario, cataratas). 4. HIPOTIROIDISMO El térmico hipotiroidismo hace referencia a cualquier grado de deficiencia de hormonas tiroideas. El término mixedema suele reservarse para aquellos casos de suficiente intensidad o duración como para provocar cambios en la exploración física (4). Desde el punto de vista epidemiológico se trata de una enfermedad muy prevalente, afectando a más del 2-3% de la población. Es más frecuente en la mujer que en el hombre, sobre todo por encima de los 40 años. El denominado hipotiroidismo subclínico afecta entre el 5 y el 9 % de la población general según varios estudios epidemiológicos (5,6). 4.1. Etiología El hipotiroidismo, ya sea transitorio o permanente, puede desarrollarse como consecuencia de diversas enfermedades tiroideas o inducido por drogas y representan el 95% del total (hipotiroidismo primario) o por enfermedad hipotálamo hipofisaria (hipotiroidismo secundario) que representa el 5% del total, y mucho más raramente por resistencia periférica a las hormonas tiroideas (tabla 1). En adultos, alrededor del 90% de las causas de hipotiroidismo primario son debidas a la tiroiditis crónica autoinmune (enfermedad de Hashimoto o su variante atrófica), o bien al tratamiento quirúrgico o con yodo radioactivo de alguna de las causas de hipertiroidismo sobre todo bocio multinodular tóxico, adenoma tóxico o la E G-B. La tiroiditis crónica autoinmune (o enfermedad tiroidea autoinmune) es la causa más frecuente de hipotiroidismo espontáneo, y predomina claramente en mujeres. Clínicamente puede clasificarse de dos formas: forma bociosa (enfermedad de Hashimo- Enfermedades endocrinas y metabólicas 305 to) o forma atrófica (tiroiditis atrófica). Histológicamente existe infiltración linfocítica con ocasionales folículos linfoides y ciertos grados de fibrosis que reemplaza al tiroides normal sobre todo en la forma atrófica. En las dos formas los sujetos pueden estar eutiroideos o tener hipotiroidismo subclínico y clínico. Como dato fundamental para el diagnóstico está la presencia en sangre de anticuerpos antiperoxidasa (antes llamados antimicrosomales), cuyos títulos son mayores en las formas atróficas. 4.2. Clínica y diagnóstico El espectro clínico del hipotiroidismo varía desde el paciente asintomático con exploración física normal, hasta el paciente mixedematoso con gran expresión clínica (4). Esta enfermedad afecta a la práctica totalidad de los órganos de la economía, y las manifestaciones clínicas son independientes de la causa. Los signos y síntomas más frecuentes (no pretende ser una lista exhaustiva) son la astenia, letargia, bradipsiquia, depresión, intolerancia al frío, voz ronca, piel seca, aumento de peso, estreñimiento, irregularidades menstruales, artralgias, parestesias, bradicardia, hiporeflexia, pelo quebradizo y seco, facies abotargada con edema palpebral y caída de la cola de las cejas. El diagnóstico se establece mediante la clínica y la determinación sanguínea de la TSH y la T4 libre: en el hipotiroidismo primario la TSH estará elevada con cifras de T4 libre normales (en este caso hablaríamos de hipotiroidismo primario subclínico) o bajas. En el hipotiroidismo secundario (esto es, de causa hipofisaria o hipotalámica) la TSH será normal o baja con cifras de T4 libre bajas. Siempre a la hora de interpretar éstos resultados hormonales hay que valorar el contexto clínico dado que en el síndrome del enfermo eutiroideo (pacientes con enfermedades agudas graves sin enfermedad tiroidea intrínseca) pueden presentar alteraciones analíticas similares. 4.3. Tratamiento El tratamiento del hipotiroidismo permanente consiste en administrar hormona tiroidea en forma de tiroxina (que es la T4) que posteriormente se trasformará en el ámbito periférico en T3, su forma activa. MANIFESTACIONES OCULARES EN ENFERMEDADES DE LA GLÁNDULA TIROIDES La E G-B es sin lugar a dudas, de las enfermedades autoinmunes que afectan a la glándula tiroides la que con más frecuencia cursa con manifestaciones oculares. 306 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales A pesar de que la afectación ocular asociada a patología tiroidea acontece habitualmente dentro del contexto de un hipertiroidismo, existe entre un 5% a un 10% de pacientes que padecen de hipotiroidismo o eutiroidismo (7,8). La combinación de oftalmopatía y dermopatía asociadas a un hipotiroidismo primario (tiroiditis crónica autoinmune) es extremadamente rara (8). En un estudio retrosprectivo poblacional y de larga duración realizado por Bartley y cols. (9), en el condado de Olmstead Minnesota encontraron que en el momento del diagnóstico de la oftalmopatía de Graves el 95% de los pacientes presentaban hipertiroidismo, como forma más común de disfunción tiroidea, frente al 5,8% que fueron eutiroideos y el 3,3% que padecían de una tiroiditis de Hashimoto. Puesto que este tipo de oftalmopatía puede acontecer tanto en enfermos hipertiroideos como hipo y eutiroideos, algunos autores prefieren utilizar denominaciones como la oftalmopatía asociada al tirioides, enfermedad ocular asociada al tiroides u orbitopatía distiroidea en vez de la oftalmopatía del Graves, al representar mejor a todas las disfunciones tiroideas. Dentro de las alteraciones oculares que constituyen la oftalmopatía asociada al tiroides las hay que se relacionan directamente con el estado de tirotoxicosis del paciente (oftalmopatía no infiltrativa) mientras que otras lo hacen con la enfermedad autoinmune (oftalmopatía infiltrativa). Es importante diferenciar ambos tipos de afectaciones puesto que la evolución es distinta. Mientras que en la primera de ellas la mejoría es evidente con el tratamiento del estado tirotóxico, en la oftalmopatía infiltrativa o inflamatoria el curso es independiente. En el 50% de los de los pacientes hipertiroideos con E G-B existe una oftalmopatía clínica evidente sin embargo, esta cifra que puede verse superada (90%) gracias a la utilización de técnicas sofisticadas como la tomografía computerizada o la ultrasonografía orbitaria que permiten detectar la presencia de oftalmopatías subclínicas (7). Aunque en la mayoría de los enfermos la afectación ocular es leve o moderada, existen de un 3 a un 5% que desarrollan formas severas (10). En lo que respecta a la edad de presentación de la oftalmopatía tiroidea parece existir una clara distribución bimodal con dos picos bien establecidos. Uno de ellos entre los 40-45 años de edad, donde se encuentran la gran mayoría de los enfermos, y otro entre los 60-69 años de edad, donde la ofatalmopatía es menos frecuente pero en contraposición más severa (7,8). La influencia del sexo sobre el desarrollo y severidad de la oftalmopatía tiroidea parece ser motivo de continuas controversias. A pesar de existir un cierto predominio del género femenino sobre el masculino (ratio F:M; 2-5:1) este no es tan evidente como el encontrado para la propia enfermedad per se (ratio F:M; 5-10:1) (11,12). 1. Etiopatogenia Las alteraciones de los niveles hormonales, durante y tras el tratamiento del estado hipertiroideo en la E G-B, desempeñan un papel todavía incierto en la patogénesis de la oftalmopatía pudiendo ésta preceder, coincidir o incluso aparecer una vez estabilizado el estado hipertiroideo (7). Aún así, existe entre un 821% de sujetos que, presentando manifestaciones oculares propias del Graves, no han tenido o tienen historia de hipertirodismo, sugiriendo ésto la posibilidad de una anomalía tiroidea oculta o un subtipo de anticuerpos tiroideos (no detectados con las técnicas actuales de laboratorio) no causantes de clínica. Son diversos los signos y síntomas relacionados con cambios inflamatorios y de tipo proliferativo del tejido conectivo en la cavidad orbitaria donde todas las estructuras (globo ocular, musculos extraoculares, nervios, grasa, glándula lagrimal principal) son susceptibles de verse afectadas. A pesar de que gran parte de las correlaciones clínico-patológicas han sido obtenidas del material sustraído tras las descompresiones orbitarias o tras la cirugía de los músculos extraoculares, se ha demostrado la presencia de células inflamatorias (principalmente de linfocitos T, aunque también de células B y células plasmáticas) involucradas en la patogenia de la orbitopatía tiroidea (7). Los linfocitos producen citokinas que estimulan la proliferación de fibroblastos, la secreción por parte de éstos de mucopolisacáridos (glicosaminoglicanos) e inducen la expresión de moléculas inmunomoduladoras como la HDL-DR y el HSP72, hallazgos todos ellos responsables del engrosamiento edematoso de los tejidos orbitarios (7,13). Por qué los linfocitos infiltran la órbita sigue siendo motivo de estudio no obstante, en condiciones normales existen células en la órbita capaces de expresar antígenos y presentarlos al sistema inmune (14). Durante algún tiempo se especuló que tal antígeno podría ser una proteína muy similar a la expresada por las células tiroideas capaz de inducir una reacción cruzada autoinmune de anticuerpos tirodeos causantes de hipertiroidismo y oftalmopatía de Graves. Algunos autores (7,15) han identificado ese antígeno con el receptor de TSH, el cual está presente en fibroblastos y preadipocitos de la cavidad orbitaria. Si bien el aumento en la concentración de este tipo de anticuerpos (anti-receptores TSH) es evidente en pacientes con oftalmopatía, existe una débil correlación entre los niveles absolutos y la severidad de la manifestación ocular (13), lo que sugiere que tales anticuerpos se unan posiblemente a regiones específicas de los receptores de TSH propias, quizás, del órgano ocular (7). Otros estudios (16) han identificado, como causantes de las alteraciones oculares, la presencia de otro tipo de anticuerpos específicos dirigidos contra Capítulo IX. los músculos extraoculares. Ante este hallazgo, se ha propuesto a la orbitopatía del Graves como una enfermedad autoinmune órgano-específica diferente a la E G-B, pero genéticamente ligada a ella (7,16); supuesto que todavía que no ha podido ser demostrado. El descubrimiento de factores predisponentes han permitido mejorar los conocimientos sobre la etiopatogenia de la oftalmopatía tiroidea. La E G-B es una entidad multifactorial donde los factores ambientales parecen jugar un papel destacado. Un ejemplo de ello es el tabaco, factor que se vincula tanto al hipertiroidismo como a la oftalmopatía tiroidea (17,18). Un interesante estudio holandés (19) ha logrado establecer la existencia de una fuerte asociación entre tabaco y oftalmopatía (odds ratio 7.7), indicando que el grado de severidad es mayor en sujetos fumadores que en no fumadores. Es posible que esta sustancia actúe a través de diferentes mecanismos entre los que destacan: su capacidad para alterar la estructura del receptor de TSH (haciéndolo más inmunogénico y aumentando la producción de anticuerpos anti-TSH que reaccionen contra el tejido retrobulbal), su facilidad para incrementar la respuesta inmune de cualquier factor que precipite la E G-B, e incluso como elemento sensibilizador del tejido retroorbitario a anticuerpos u otras sustancias causantes de oftalmopatía. Otro factor también predisponente a la oftalmopatía es el tratamiento con yodo radiactivo. Es bien conocido que una función tiroidea mal controlada influye negativamente sobre la severidad de la enfermedad ocular (13) y el rápido restablecimiento a un estado eutiroideo proporciona el primer paso a seguir en el tratamiento de un paciente con oftalmopatía. No obstante, existen datos a cerca de cómo el tratamiento con yodo radiactivo puede agravar la enfermedad ocular. En un trabajo randomizado llevado a cabo en Italia (20) con sujetos hipertiroideos y con escasa o nula oftalmopatía se observó que aquellos pacientes que habían sido tratados con drogas antitiroideas la oftalmopatía preexistente había mejorado en un 4% de los sujetos y progresado en otro 4%, sin embargo ninguno de los tratados con yodo radiactivo mejoró habiendo incluso un 24% de enfermos en los que la oftalmopatía empeoró, siendo necesario instaurar el tratamiento coadyuvante con inmunosupresores. En base a los resultados obtenidos de este estudio podría extrapolarse que en aquellos pacientes con enfermedad ocular activa debería estar contraindicado el tratamiento con yodo radiactivo, y de ser necesario debería de combinarse con corticoides (inmunosupresores útiles en el tratamiento de la oftalmopatía activa). Desafortunadamente en el momento actual, no existen criterios clínicos o radiológicos que permitan valorar el grado de actividad de la enfermedad ocular Enfermedades endocrinas y metabólicas 307 Fig. 1. Representación esquemática del curso natural de la oftalmopatía endocrina. Curva de Rundle. y el tratamiento con corticoides no está exento de efectos secundarios. Una alternativa podría ser esperar y ver sí la oftalmopatía progresa, pero esto no sería ético. Por otra parte, se admite de forma genérica la existencia de una evolución natural en la oftalmopatía del Graves (curva de Rundle. Fig 1), en donde la fase activa se caracteriza por exacerbaciones y remisiones que anteceden a una mejoría espontanea pero que nunca llega a alcanzar el estado premórbido, de ahí la utilización de la radioterapia orbitaria como alternativa terapéutica en la enfermedad ocular (13,20). BIBLIOGRAFÍA 1. Weetman AP. Graves disease. En Diseases of the thyroid. MH Wheeler, JH Lazarus. 1994. 2. Tirotoxicosis. 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Se halla distribuido en el hueso (99%) y en los líquidos extracelulares y tejidos blandos. Las cifras de calcio iónico (la forma metabólicamente activa) vienen determinada por la PTH (polipéptido de 84 aminoácidos que se libera con rapidez de la paratiroides en reacción a la disminución del calcio iónico y que ejerce su acción a nivel renal y óseo) y la 1,25 (OH) vit. D (calcitriol), que es el metabolito activo de la vitamina D. 1. ETIOLOGÍA. FISIOPATOLOGÍA DE LA HIPOCALCEMIA En general, las hipocalcemias se pueden clasificar en base a su asociación con cifras inapropiadamente bajas de PTH (hipocalcemia por hipoparatiroidismo) o cifras de PTH elevadas indicativas de un correcto funcionamiento de las paratiroides (hipocalcemias no paratiroideas). 1.1. Hipocalcemia por hipoparatiroidismo (secreción PTH ausente o inapropiadamente baja) El hipoparatiroidismo se puede deber a una gran variedad de enfermedades adquiridas o congénitas que producen una alteración en la síntesis y secreción de la PTH. En las distintas causas de hipoparatiroidismo las glándulas paratiroideas pueden estar ausentes, aplásicas o hipoplásicas, rudimentarias o totalmente reemplazadas por grasa. Desde un punto de vista bioquímico es característico la hipocalcemia y la hiperfosfatemia, cifras inapropiadamente bajas o ausentes de PTH, cifras de calciuria y de calcitriol descendidas. — Postquirúrgico: es la causa más frecuente de hipoparatiroidismo y ocurre tras cirugía de tiroides extensa (tiroidectomía total) o de cuello (por ejemplo tras paratiroidectomía repetida). Puede ser transitoria o permanente, y su incidencia es de 1-2%. La transitoria puede ocurrir tras resección de un adenoma de paratiroides productor de hiperparatiroidismo y con extensa osteítis fibrosa quística: es el síndrome de hueso hambriento (ocurre tras depositarse el calcio en las lesiones óseas y suele correlacionarse con cifras elevadas previas de calcio, fosfatasa alcalina y PTH previas). — Idiopático: el término hipoparatiroidismo idiopático describe un grupo heterogéneo que tiene en común el trastorno en la secreción de PTH siendo la mayoría esporádica, si bien se han descrito casos Enfermedades endocrinas y metabólicas 309 familiares perteneciendo algunos de ellos a trastornos autoinmunes (síndrome pluriglandular tipo 1 o APECED) o pertenecientes a ciertos trastornos congénitos. En el síndrome pluriglandular tipo 1 o síndrome APECED, trastorno autosómico recesivo, se caracteriza clásicamente por la triada: candidiasis mucocutánea crónica, hipoparatiroidismo idiopático y enfermedad de Addison (presente los 3 en tan sólo un 60% de los casos), requiriendo para el diagnóstico dos de estas enfermedades o una enfermedad y un hermano con dos enfermedades. El hipoparatiroidismo aparece en el 79% de los casos en un rango de edades de 16 a 43 años y es la endocrinopatía de este síndrome más frecuente, detectándose los anticuerpos antiparatiroideos en el 43% de estos pacientes en comparación con el 33% de los casos esporádicos. El hipoparatiroidismo idiopático esporádico es aquel en que no se asocia a otros trastornos autoinmunes o anomalías congénitas pudiendo aparecer a cualquier edad y es más frecuente en mujeres. También se han visto casos familiares con distintos patrones de herencia (autosómico dominante, autosómico recesivo y ligado al X) con edades de diagnóstico muy variables. En estos casos familiares se han demostrado mutaciones en el gen de la PTH (2 familias con herencia autosómico dominante) pero sobre todo mutaciones en el gen que codifica al receptor sensor del calcio. Este receptor regula la secreción de la PTH y la reabsorción del calcio en los túbulos renales en respuesta a alteraciones en las cifras de calcemia. Mutaciones de este receptor del calcio (concretamente en sus porciones trasmembrana y extracelular) ocasionan la hipercalcemia hipocalciurica familiar (también conocida como hipercalcemia benigna familiar). En 1996 se describieron 6 familias con mutaciones en las zonas extracelulares del receptor que daban lugar a hipocalcemia e hipercalciuria con cifras bajas de PTH (pero no indetectables) y que hasta la fecha estaban diagnosticados como hipoparatiroidismo idiopático familiar. Se debe sospechar este síndrome cuando las cifras de PTH no sean indetectables o muy bajas y la calciuria esté elevada. Es importante diferenciarlos pues el tratamiento con calcitriol puede producirles nefrocalcinosis, litiasis renal e incluso insuficiencia renal. En estos casos se debe reservar la administración de calcitriol para casos con muchos síntomas y con objeto de mantener cifras de calcemia en limite bajo de la normalidad (e incluso por debajo de la normalidad). — Congénita: el hipoparatiroidismo congénito puede ser por agenesia o disgenesia de las paratiroides de forma aislada en una forma con herencia autosómica recesiva o ligada al X. Otra forma es el síndrome de DiGeorge (cromosoma 22) que es debido a mal desarrollo del 3.º y 4.º arco branquial y caracterizada por la triada de hipoparatiroidismo, 310 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales ausencia de timo (con el consiguiente trastorno de la inmunidad mediada por linfocitos T y riesgo de infecciones víricas o fúngicas), malformaciones cardíacas (tetralogía de Fallot, truncus arteriosus). Otras malformaciones son hipertelorismo, implantación baja de las orejas, micrognatia. Otros síndromes son el de Kenny-Caffey asociado a hipoparatiroidismo, retraso crecimiento y estenosis medular de los huesos; síndrome de Kearns-Sayre (oftalmoplejía, retinitis pigmentosa, bloqueo cardiaco). — Infiltrativa: por infiltración de hierro en la hemocromatosis; amiloidosis; acúmulo de cobre en la enfermedad de Wilson; sarcoidosis; metástasis. — Irradiación y fármacos. — Déficit severo de magnesio: Se han descrito alteraciones reversibles de la función paratiroidea en situaciones de déficit de magnesio (alcohólicos, diarrea crónica,…). — Neonatal: en el período neonatal existe una caída fisiológica en las cifras de calcio hacia el día 4 recuperando cifras normales hacia la segunda semana. La hipocalcemia neonatal transitoria se clasifica en temprana (cuando ocurre en los primeros 4 días del nacimiento) y tardía (cuando aparece más allá de esa fecha). La hipocalcemia neonatal temprana suele ocurrir a los 2-3 días del nacimiento en hijos de madre diabética, prematuros con distrés respiratorio y mujeres con preeclampsia. El tratamiento consiste en calcio iv. La hipocalcemia neonatal tardía puede ocurrir tras 4 días del nacimiento y es más frecuente en recién nacidos a término que en prematuros y suele ocurrir en niños alimentados con leche de vaca con contenido muy elevado de fósforo (hasta 4 veces más que la leche humana). Esta hiperfosfatemia produce un trastorno en la eliminación renal de fósforo y cifras bajas transitorias de PTH. Otras formas de hipocalcemia neonatal es la que aparece en hijos de madres con hiperparatiroidismo y que puede durar hasta 10 meses posparto. — POEMS (5). 1.2. Hipocalcemia no paratiroidea (los niveles de PTH estarán elevados) La hipocalcemia puede aparecer en trastornos en las cuales las glándulas paratiroideas son normales. En estas situaciones la hipocalcemia producida por un determinado trastorno produce un aumento compensatorio en la secreción de PTH por parte de las glándulas paratiroideas. Esta situación de «hiperparatiroidismo secundario» produce un aumento en las cifras de calcio plasmático a niveles casi normales a costa de aumentar la resorción ósea, la reabsorción tubular renal de calcio e incluso si es posible la absorción intestinal de calcio. La causa más frecuentes son el déficit de vitamina D o sus metabolitos. Desde un punto de vista bioquímico en las hipocalcemias de origen no paratiroidea sobre todo por déficit de vitamina D cursarán con hipocalcemia (debido a que el déficit de calcitriol producirá un descenso en la absorción intestinal de calcio), hiperparatiroidismo secundario e hipofosfatemia (secundario a la eliminación renal aumentada de fosfato por el hiperparatiroidismo resultante). En el seudohipoparatiroidismo el fósforo sérico es normal. Únicamente nos referiremos a ésta última enfermedad. — Seudohipoparatiroidismo (SHP): el SHP es el primer síndrome de resistencia hormonal descrito en 1942 por Albright. Es un trastorno heterogéneo caracterizado por hipoparatiroidismo bioquímico (hipocalcemia e hiperfosfatemia), cifras elevadas de PTH y resistencia tisular a la acción de la PTH. La diferencia pues fundamental con el hipoparatiroidismo es que las cifras de PTH sérico están elevadas y las glándulas paratiroideas están hiperplásicas. En sujetos sanos la administración de PTH induzca un aumento en las cifras de AMPc urinario, base del test de infusión de PTH (test de Ellsworth-Howard) que permite diferenciar los subtipos de SHP descritos hasta la fecha. En el SHP tipo 1 no hay aumento en las cifras de AMPc urinario ni de fosfaturia, mientras que en el mucho menos frecuente SHP tipo 2 sí hay aumento del AMPc urinario con ausencia de elevación de la fosfaturia. SHP tipo 1: en estos pacientes existe una ausencia de elevación el AMPc urinario. Se subclasifica en SHP 1a, 1b, 1c siendo el patrón hereditario poco claro postulándose sin embargo para el tipo 1a herencia A. dominante. El SHP 1a consiste en la asociación de resistencia a múltiples hormonas (PTH, TSH, gonadotropinas y glucagón) cuyas acciones están mediadas por el AMPc y una constelación de características somáticas conocidas como osteodistrofia hereditaria de Albright (OHA): obesidad, facies redonda, osificaciones subcutáneas, braquidactilia (huesos metacarpianos y metatarsianos cortos), talla baja, retraso mental. Estos pacientes tienen una reducción del 50% en la actividad de la G en todos los tejidos. Algunos pacientes con OHA no tienen sin embargo evidencia bioquímica de resistencia a la PTH. Esta variante normocalcemica del OHA se llama seudoseudohipoparatiroidismo (seudoSHP). Esta variante está relacionada con el SHP tipo 1a dada la coexistencia en la misma familia de estas 2 formas clínicas. La variante SHP tipo 1b existe resistencia limitada a la acción de la PTH y tienen actividad normal de la G y no tienen las características morfológicas de la OHA. Otra variante es la SHP tipo 1c . SHP tipo 2: es un trastorno heterogéneo y muy poco frecuente en el cual existe una resistencia a la acción de la PTH localizada a nivel renal, manifestán- Capítulo IX. dose en forma de ausencia de respuesta fosfatúrica a la PTH o respuesta reducida, a pesar de respuesta normal del AMPc urinario. 2. MANIFESTACIONES GENERALES Aunque los signos y síntomas de la hipocalcemia son muy variados la sintomatología neuromuscular es la que predomina. 2.1. Síntomatología neuromuscular: la sintomatología más precoz y siempre presente en la hipocalcemia aguda son las parestesias en cara y extremidades en forma de hormigueo, adormecimiento. A medida que se irrita más la unión neuromuscular aparecerá hiperreflexia, calambres musculares y espasmos musculares con el típico espasmo carpopedal o mano en comadrón (esto puede ponerse en evidencia inflando el manguito del tensímetro por encima de la presión sistólica durante 3-5 minutos: signo de Trousseau) o mediante el signo de Chovstek: se golpea el nervio facial justo delante de la oreja, siendo la respuesta positiva si se obtiene una contracción ipsilateral de los músculos faciales. Estos dos signos revelan la existencia de una tetania latente. Otra forma de tetania es en forma de espasmo laríngeo y convulsiones generalizadas al disminuir el umbral de excitación en sujetos con epilepsia subclínica. Las manifestaciones neuromusculares que aparecen en cuadros más crónicos son irritabilidad, paranoia, depresión, psicosis, elevación de la presión del LCR (seudotumor cerebral), calcificación intracraneales fundamentalmente ganglios basales (20%) pudiendo haber signos y síntomas de parkinsonismo, aumento susceptibilidad a las fenotiazinas incluso en ausencia de calcificación de dichos ganglios (la calcificación de los ganglios basales es más común según más crónica sea la hipocalcemia, por eso es más frecuente en el hipoparatiroidismo idiopático y seudohipoparatiroidismo que en el hipoparatiroidismo posquirúrgico). En la hipocalcemia (sobre todo descrito en el hipoparatiroidismo idiopático) se puede ver también elevación de la CPK muscular. 2.2. Síntomatología cardiovascular: puede haber hipotensión, disminución contractilidad miocárdica, cambios electrocardiográficos (QT prolongado es el cambio en el ECG más frecuente —siendo a veces la única pista de estar ante una hipocalcemia— prolongación del ST, y cambios en la onda T). 2.3. Otra sintomatología: son los trastornos de la dentición, piel seca, cabello grueso, uñas frágiles, empeoramiento de la psoriasis. El tratamiento dependerá de la forma de instauración de la hipocalcemia: Enfermedades endocrinas y metabólicas 311 Hipocalcemia aguda: la decisión de tratar a un paciente con hipocalcemia depende de la gravedad, la rapidez con la que se ha desarrollado y la presencia o ausencia de síntomas. Así pacientes con hipocalcemia leve (entre 7,5 y 8,5 mg/dl) pueden ser tratados con suplementos orales de calcio (250-500 mg de calcio elemental/6 h). Por el contrario, pacientes con tetania o convulsiones deben ser tratados agresivamente con calcio iv, o pacientes con cifras de calcio <7,5 mg/dl sin clínica tan grave. Hipocalcemia crónica: una vez se ha determinado la causa de la hipocalcemia y si la causa precipitante puede corregirse (hipomagnesemia, hiperfosfatemia) deberá iniciarse tratamiento a largo plazo con sales de calcio y vitamina D, con objeto de mantener cifras de calcemia en el límite bajo de la normalidad para aliviar los síntomas y evitar hipercalcemia e hipercalciuria. Simultáneamente debe iniciarse tratamiento con vitamina D, y más concretamente con calcitriol que es el metabólito más potente, de inicio más rápido y duración de acción menor. 4. MANIFESTACIONES OFTALMOLÓGICAS Los signos y síntomas clínicos oculares son originados, como el resto de manifestaciones generales, por la alteración en la concentración sanguínea de iones de calcio y fósforo. La principal manifestación ocular de la hipocalcemia, es sin lugar a dudas la calcificación progresiva de ambos cristalinos que se inicia con la presencia de pequeños depósitos de cristales policromados o blanquecinos situados en el córtex anterior y posterior del critalino. Entre un 50 a 60% de los pacientes con hipoparatiroidismo, en su mayoría en fase de tetania, presentan cataratas bilaterales (cataratas tetánicas) (6). Su desarrollo está en relación directa con el tiempo de duración del hipoparatiroidismo, siendo más frecuente su aparición en el pseudohipoparatiroidismo e hipoparatiroidismo ideopático que en el hipoparatiroidismo de causa quirúrgica (7). En ocasiones estos pacientes manifiestan una falsa ptosis (seudoptosis) debido al blefarospasmo o contracción involuntaria del músculo orbicular provocado por un incremento en la excitación neuromuscular (7). Las manifestaciones oculares pueden preceder al resto de hallazgos clínicos por lo que es importante que ante la presencia de éstos se descarte un hipoparatiridismo subyacente. Otros signos son la queratoconjuntivitis con inyección conjuntival, la queratopatía superficial con vascularización marginal y la fotofobia, relacionadas con el descenso de la secreción lagrimal o como parte de un proceso autoinmune. Menos fre- 312 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales cuentes son la pérdida de pestañas o madarosis y la oftalmoplejía externa progresiva (7). Cuando los niveles de hipocalcemia se mantienen de forma crónica puede producirse una elevación en la presión del líquido cefalorraquídeo que origina la presencia de signos neurológicos, papiledema o incluso una oftalmoplejía externa progresiva que simulan la clínica de un tumor intracraneal (pseudo tumor cerebral) (8). Por lo general, estos signos oculares mejoran con la restauración plasmática de los niveles normales de calcio, a excepción de las cataratas. HIPERPARATIROIDISMOS Los trastornos hiperparatiroideos cursan con concentraciones elevadas de hormona paratiroidea (PTH) secretada por las glándulas paratiroideas. Se subclasifican en primario, secundario y terciario según sea el mecanismo fisiopatológico que lo desencadene. Así, el hiperparatiroidismo (HPTH) primario se caracteriza por una síntesis y secreción anormal y autónoma de PTH por parte de una (en la inmensa mayoría de las veces) o varias glándulas anormales paratiroideas. El HPTH secundario, por el contrario, es un trastorno adquirido que representa una respuesta normal a perturbaciones en el metabolismo del calcio, concretamente es una respuesta compensadora a concentraciones bajas de calcio como consecuencia de un déficit de metabolitos de la vitamina D (sobre todo calcitriol) de la causa que fuere y que se ve fundamentalmente en la insuficiencia renal crónica terminal. El HPTH terciario es un término que describe a pacientes con HPTH secundario persistente que desarrollan cifras elevadas de calcio plasmático, y la mayoría se tratan de pacientes en insuficiencia renal terminal; en éstos últimos las glándulas paratiroideas se han vuelto autónomas. 1. EPIDEMIOLOGÍA Su frecuencia ha aumentado significativamente (prevalencia de hasta un 1% e incidencia de hasta 1,5/1.000 en los pacientes de edad avanzada) desde la introducción de la determinación de Ca en la analítica de rutina, pasando de cuadros clínicos muy floridos con grave repercusión sistémica en el pasado (nefrolitiasis osteitis fibrosa quística), a formas clínicas «asintomáticas» en las cuales las anteriores manifestaciones clínicas son pocos frecuentes. Es 2 ó 3 veces más frecuente en mujeres, aumentando esta relación con la edad con un pico de máxima frecuencia en la sexta década de la vida, aunque puede aparecer a cualquier edad (9). 2. ETIOLOGÍA El HPTH primario es causado por un adenoma benigno (solitario en el 80% de los casos) o por una hiperplasia de las cuatro paratiroides (15-20%) que puede ocurrir de forma esporádica o más frecuentemente en el contexto de la neoplasia endocrina múltiple tipo 1 ó 2A. Mucho más raro es el carcinoma de paratiroides como causa de HPTH primario (9,10). La forma más habitual de presentación del HPTH primario es en forma esporádica, pero en otras ocasiones se puede presentar en forma familiar que incluye las neoplasias endocrinas múltiples tipo 1 y 2A, HPTH primario familiar no asociado a otras endocrinopatías, HPTH primario asociado a tumores fibrosos mandibulares. 3. MANIFESTACIONES GENERALES El HPTH primario clásicamente se asocia a manifestaciones en dos sitios: huesos y riñones, si bien su espectro clínico es muy amplio. Así, las manifestaciones renales incluyen litiasis renal, nefrocalcinosis (que actualmente se ven en solo el 20% de los casos), hipercalciuria. En el ámbito óseo, es muy frecuente la desmineralización ósea generalizada, y la clásica osteitis fibrosa quística (que hoy sólo se ve en el 5% de los casos) que incluye la resorción subperióstica de las falanges distales, cráneo con imagen finamente moteada (en sal y pimienta) vista en la radiografía craneal, quistes óseos y tumores pardos en los huesos largos. Otras manifestaciones son las neuropsiquiatras que van desde la apatía, debilidad, fatiga, depresión, hasta la demencia, psicosis ó coma. Mucho menos frecuentes son los síntomas gastrointestinales como la anorexia, nauseas, vómitos, úlcera péptica incluso pancreatitis que se observan sobre todo en casos de hipercalcemia severa, actualmente poco frecuentes en el HPTH primario. También se puede ver seudogota, anemia de enfermedad crónica (9,10). En la actualidad sin embargo, lo más frecuente es que se llegue al diagnóstico de forma casual al realizar una análisis de rutina en la que se verá una leve hipercalcemia. Desde un punto analítico los hallazgos característicos son hipercalcemia, hipofosfatemia, aumento de la PTH (de forma inapropiada para los niveles de calcio) e hipercalciuria. La cirugía es el único tratamiento curativo, que en manos experimentadas es del 100% en el caso de adenomas solitarios. Si las condiciones del paciente lo aconsejan toda forma sintomática debe ser operada. Los criterios quirúrgicos, sin embargo, han cambiado en los últimos años como consecuencia de la alta frecuencia de formas asintomáticas, habiendo autores que no aconsejan la cirugía en todos los casos, mien- Capítulo IX. Enfermedades endocrinas y metabólicas 313 Tabla 1. Criterios Quirúrgicos I. Manifestaciones clínicas significativas: A. Nefrolitiasis. Litiasis renal B. Aclaramiento de creatinina disminuido (sin otra causa) C. Evidencia radiológica de afectación ósea. ó significativa afectación densitométrica D. Afectación neuromuscular E. Síntomas atribuibles a la hipercalcemia per se F. Episodios previos de hipercalcemia con riesgo vital II. Calcemia >12mg/dl (>3mmol/L) III. Calciuria >400mg/D (>10mmol/d) IV. Densidad mineral ósea menor de 2 SD para su edad y sexo. V. Edad <50 años VI. Falta de garantía de una adecuada monitorización clínica A. Requerimiento de cirugía por parte del paciente B. Imposibilidad de un seguimiento C. Enfermad concomitante que enmascare o dificulte la valoración de la progresión de la enfermedad tras que otros sí la aconsejan en base a que no creen que existan dichas formas. En 1990, se expuso en una reunión de consenso los criterios quirúrgicos del HPTH primario (tabla 1) (9-11). MANIFESTACIONES OCULARES Son varios los hallazgos oculares relacionados con la hipercalcemia, y en ocasiones es el primer signo de aparición de un hiperparatiroidismo no diagnósticado. Estas manifestaciones pueden ir desde simples depósitos microscópicos de calcio en diferentes tejidos oculares sin clínica aparente, a causar una sintomatología ocular tipo cuerpo extraño o incluso disminución importante de la agudeza visual. La queratopatía en banda, aunque rara, es uno de los signos más frecuentes asociados con la hipercalcemia (12-14). Se trata de opacidades blancogrisáceas situadas en el área interparpebral de la córnea y originadas por los depósitos intracelulares de cristales de hidroxiapatita cálcica en las células basales del epitelio de la córnea, membrana de Bowmann e incluso del estroma anterior. El epitelio que descansa sobre la queratopatía en banda permanece intacto en la mayoría de los casos. Típicamente estos depósitos comienzan por la periferia de la córnea, en los meridianos horizontales, separados del limbo por una estrecha banda de córnea normal. La opacidad progresa de forma gradual y hacia el centro de la cornea dejando multitud de pequeños agujeros, presumiblemente relacionados con la entrada de los nervios corneales no calcificados. A pesar de que la queratopatía en banda es visible en muchos pacientes con hiperparatiroidismo su aparición no es específica de este tipo de patología. La sarcoidosis, la intoxicación por vitamina D, la insuficiencia renal, las inflamaciones crónicas del segmento anterior tipo uveitis, e incluso la gota (con depósitos de cristales de urato) son entidades que pueden originar la presencia de una queratopatía en banda. Estos depósitos de calcio no precisan tratamiento salvo que interfieran en la visión o provoquen molestias. En estos casos, pueden ser eliminados con aplicación tópica de EDTA (ácido tetracético de etilenediamina sódica) o incluso con queratectomía superficial asistida por láser excimer. Los depósitos cálcicos pueden también localizarse en forma de acúmulos superficiales en la conjuntiva y esclera anterior formando placas blanquecinas que provocan irritación y prurito ocular. De manera ocasional este tipo de depósitos ha sido descubierto en el epitelio pigmentario y procesos del iris, en el músculo y procesos del cuerpo ciliar y en el espacio supracoroideo (15-17). La predilección por estos tejidos parece estar íntimamente vinculada a los cambios locales de pH (12). A pesar de haberse descrito la presencia de estrías angiodes en algunos de estos enfermos, su asociación con el hiperparatiroidismo es incierta y su mecanismo desconocido (14,18). BIBLIOGRAFÍA 1. Downs RW, Levine MA. Hypoparathyroidism and other causes of hypocalcemia. In: Becker KL (editor). 314 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales Principles and practice of endocrinology and metabolism. Philadelphia: J. B. Lippincott Company; 1 ed. 1990; 447-457. Primer on metabolic bone diseases and disorders of mineral metabolism. In: Favus MJ (editor). New York: Raven Press; 2 ed. 1993. Guise TA, Munchy RD. Clinical review 69: Evaluation of hypocalcemia in children and adults. J Clin Endocrinol Metab 1995; 84: 1473-1478. Bushinsky DA, Monk RD. Calcium. The Lancet. 1998; 352: 306-311. Cabezas Agrícola J, Lado Abeal J, Otero Antón E, Sanchez Leira J, Cabezas-Cerrato J. Hypoparathyroidism in POEMS syndrome. The Lancet 1996; 347: 701-702. Blake J. Eye signs in idiopathic hypoparathyroidism. Trans Ophthalmol Soc UK 1976; 96: 448-451. Stieglitz LN, Kind HP, Kazdan JJ, Fraser D, Kooh SW. Keratitis with hypoparathyroidism. Am J Opthalmol 1977; 84: 467-472. Aurbach GD, Marx SJ, Spiegel AM.Parathyroid hormone, calcitonin and calciferols. In JD Wison & DW Foster, editors. Willams textbook of endocrinology. 8th ed. Philadelphia; W.B. Saunders Company; 1992; 1379-1476. Zahrani AA, Levine MA. 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Los procesos metabólicos se clasifican en anabólicos ,que aseguran la síntesis y renovación de los compuestos del organismo, y en catabólicos, que proveen al organismo de la energía necesaria para realizar todas sus funciones. Las enfermedades metabólicas se deben en su mayoría a errores genéticos que producen alteraciones en las enzimas que dirigen las vías metabólicas. 1. AMINOÁCIDOS Los trastornos metabólicos de los aminoácidos se producen cuando la reacción enzimática que los metaboliza falla, lo cual puede producir: a) Exceso de sustrato. b) Disminución del producto. c) Activación o inhibición de otras reacciones enzimáticas. Estos trastornos se pueden expresar en uno o varios órganos. El diagnóstico definitivo se efectúa valorando la actividad enzimática afecta. CISTINOSIS Y CISTINURIA 1. Concepto La cistinosis o enfermedad de Lignac-Fanconi una afección de sobrecarga autosómica recesiva, debida a una alteración del transporte de la cistina del liposoma al citoplasma. Cuando la cistina está muy concentrada precipita en cristales en diversos órganos, en especial en el globo ocular. La evidencia de los cristales que se ubican en el estroma corneal y la cantidad de cistina intracelular, sobre cultivos de fibroblastos, confirma el diagnóstico (1). 2. Manifestaciones generales La gravedad y la fecha del comienzo de la enfermedad se relacionan con el grado de alteración metabólica. Las manifestaciones generales son múltiples: hipotiroidismo, diabetes, neuropatías, anhidrosis, retra- Capítulo IX. so de crecimiento y sobre todo nefropatía precoz, que condiciona el pronóstico. Se impone el transplante renal, a menudo antes de los 10 años. La evolución de la enfermedad es benigna cuando aparece en los adultos. 3. Manifestaciones oculares Las manifestaciones oculares son debidas a la acumulación intralisosomial de cristales de cistina (2). Se depositan en todos los tejidos oculares: conjuntiva, córnea, iris y retina. La alteración corneal es la más típica y se da en el 90% de niños menores de un año. Los cristales se localizan en el epitelio, tanto en el centro como en la perifería, posteriormente invaden hasta el endotelio, es decir, todo el espesor corneal y se concentran en la zona central. Tienen forma de agujas doradas. Producen gran fotofobia, lagrimeo y blefarospasmo. Son frecuentes las úlceras de repetición, que inducen a neovascularización. Está indicada una queratoplastia penetrante, a pesar que el injerto también va a ser invadido por los cristales. En la conjuntiva (85%) se ven depósitos de color blanco-amarillento con aspecto de hielo picado. Es fácil de confirmar el diagnóstico mediante biopsia conjuntival (3). La afección retiniana es inconstante (4). Está unida a una sobrecarga del EPR por la cistina bajo la forma de de despigmentación progresiva con alteración concomitante del ERG, que se apaga hacia los 15 años (5). Como consecuencia de la retinopatía habrá una ambliopía, que habrá que valorar en caso de realizar queratoplastia. A veces son visibles depósitos de cristales a nivel del iris (6). La administración de cisteamina, agente de deplección de la cistina, permite, en ocasiones, estabilizar las lesiones renales y oculares (7). El tratamiento local de cisteamina en colirio permite luchar contra los depósitos corneales. ENFERMEDAD DE HARTNUP 1. Concepto Es una anomalía del sistema de transporte de los aminoácidos, la que induce una hiperabsorción intestinal y a una hiperaminoaciduria. Son responsables del problema el triptófano y los aminoácidos ramificados, así como también, la fenilamina, histidina y/o treonina. Si se sobreañade una hipotética anomalía del metabolismo del triptófano, se provocará un déficit del ácido nicotínico, comparable al que se aprecia en la pelagra. Enfermedades endocrinas y metabólicas 315 2. Manifestaciones generales La expresión clínica de esta afección autosómica recesiva es variable. Es frecuente la presencia de una aminoaciduria. Otras veces es el origen de un retraso del crecimiento, de una dermatosis con fotosensibilización tipo pelagroide y de una afectación del SNC con ataxia cerebelosa aguda y trastornos psiquiátricos (8). 3. Manifestaciones oculares El cuadro oftalmológico es de un nistagmus horizontal, vertical o rotatorio, que se exacerba con la ataxia. En ocasiones se observa diplopia, estrabismo divergente, insuficiencia de convergencia, ptosis y tics palpebrales. Se han descrito lesiones cutáneas erito-escamosas o bullosas, bilaterales y asimétricas sobre las zonas de los párpados expuestas a la luz. Una cierta fotosensibilidad y xerosis conjuntival acompañan a estas lesiones cutáneas. Ha sido publicado un caso de atrofia óptica bilateral (9). LEUCINOSIS O ENFERMEDAD DE LA ORINA CON OLOR A JARABE DE ARCE (MAPLE SIRUP URINE) 1. Concepto Se trata de una anomalía autosómica recesiva del metabolismo de los aminoácidos ramificados (isoleucina, leucina y valina). Se debe a un defecto de la alfa-cetodeshidrogenasa, que da a la orina ese olor característico. Su incidencia es de 1 por 100.000. 2. Manifestaciones generales Las manifestaciones, de severidad variable, sobrevienen tras la ingestión de una alimentación rica en proteinas tras los primeros días de vida. El cuadro evoluciona a brotes (10). En los primeros días son posibles convulsiones, apnea y muerte. Algunos años después los trastornos neurológicos graves o acidosis, son las causa que inducen a la muerte. 3. Manifestaciones oculares El cuadro oftalmológico puede estar presente desde el período neonatal (oftalmoplejía, ptosis bilateral, disminución del reflejo pupilar, atrofia óptica con retraso de la mielinización). 316 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales El diagnostico se basa sobre la cifra de aminoácidos ramificados y sus derivados cetónicos. La tasa de leucina está significativamente elevada (más de 40 mg/l). HOMOCISTINEMIA 1. Concepto Esta afección autosómica recesiva, afecta a un niño de 200.000. La homocisteína producida en el hígado es catabolizada en presencia del ácido fólico y de las vitaminas B6 y B12. La tasa de homocisteinemia se mantiene alrededor de 10 micromoles/litro. La hiperhomocistinuria es el resultado de una carencia vitamínica (lo que apenas tendría importancia clínica), o es debida a una causa genética por déficit de la cistationina beta-sintetasa. Se diagnostica mediante un test urinario a base de nitroprusiato. Existen varias formas genéticas, según el grado de déficit enzimático o acorde a la respuesta de la actividad enzimática tras la administración de dosis masivas de vitamina B6, B12 y de folatos. En la forma homozigótica, la homocistinuria puede alcanzar 200 micromoles/litro y ser reponsable de numerosas anomalías clínicas. La interacción entre la homocisteína y los grupos aldosa del colágeno, es responsable de las deformaciones esqueléticas y de ectopia del cristalino. 2. Manifestaciones generales Los signos óseos tiene diversos grados: gigantismo, osteoporosis con cifosis y escoliosis, genu valgum y aracnodactilia. La cara es característica, con pómulos rojos y cabellos rubios finos (11). Estudios recientes atribuyen a la hiperhomocistinemia presente en sujetos heterozigóticos la responsabilidad de accidentes vasculares arteriales y venosos recidivantes (12). El pronóstico vital depende de la aparición de accidentes vasculares coronarios, carotídeos y/o cerebrales. La mortalidad es de un 50% antes de los 20 años en los homozigóticos y antes de los 50 años en los heterozigóticos. Un déficit del factor VII es culpable de los accidentes vasculares (13). Las formas severas de homocistinuria se acompañan de retraso mental (11). 3. Manifestaciones oculares La ectopia de cristalino es casi constante (90%): bilateral y simétrica, es debida a anomalías de las fibras de la zónula (14). Su descubrimiento acontece en la primera infancia. Su frecuencia justifica la búsqueda de una alteración metabólica. Está habitualmente orientada hacia sector nasal inferior. Se puede complicar con subluxación (iridodonesis y facodonesis), luxación anterior (glaucoma agudo) (15) o posterior. Se deberá hacer el diagnóstico diferencial con el síndrome de Marfan y otras causas de ectopia de cristalino. Otras alteraciones oftalmológicas pueden ser: miopía (90%); iris claro (70%); desprendimiento de retina (25%); catarata (20%); atrofia óptica (15%); glaucoma (10%); iritis (5%); queratitis (3%); y microftalmía (3%) (14). Tras la extracción de catarata puede ocurrir un desprendimiento de retina. HIPERORNITEMIA Y ATROFIA GIRATA DE LA COROIDES 1. Concepto Esta enfermedad autosomica recesiva se debe, a un déficit de la ornitina aminotransferasa mitocondrial. 2. Manifestaciones generales Las manifestaciones clínicas de la hiperornitemia son principalmente oculares. Se debe diferenciar esta afección de la hiperornitinemia secundaria a un déficit de la ornitil-carbamiltransferasa, que provoca precozmente una hiperamoniemia severa con hipotonía , dificultad respiratoria, convulsiones y coma, a veces irreversible, sin manifestaciones oculares. 3. Manifestaciones oculares Los síntomas más frecuentes son miopía constante y precoz, atrofia corio-retiniana (atrofia girata): conjunto de placas atróficas ecuatoriales, de evolución centrípeta con respeto macular. Como consecuencia de las mismas se presenta una hemeralopía, retracción del campo visual, perturbación de la visión de los colores, del EOG y del ERG. Se puede acompañar de catarata subcapsular (16). OCRONOSIS-ALCAPTONURIA 1. Concepto Es una enfermedad metabólica autosómica recesiva. Su incidencia es de 1 por 250.000. Capítulo IX. Es debida a un déficit de la oxidasa del ácido homogentísico, que interviene en el metabolismo de la fenilalanina y de la tirosina. El exceso del ácido homogentísico es transformado en los tejídos en un compuesto pigmentado de color ocre (de ahí el nombre de la enfermedad) o bien eliminado por la orina (que adquiere un color oscuro). Enfermedades endocrinas y metabólicas 317 El tipo II cursa con hiperqueratosis palmo-plantar y de los dedos. No hay síndrome hepato-renal. A veces se observa retraso mental (19). Se le pueden asociar numerosas anomalías y malformaciones congénitas. 3. Manifestaciones oculares 2. Manifestaciones generales La sintomatología se encuentra a partir del tercer decenio. Está dominada por la pigmentación cutánea y ocular, por litiasis renales y prostáticas, y sobre todo por la instalación progresiva de una espondiloartropatía con calcificaciones intra-articulares y extra-articulares, discopatías y roturas tendinosas. El depósito pigmentario también se acumula en el conjunto del sistema cardio-vascular apareciendo complicaciones valvulares y de tipo ateromatoso (17). Ha sido descrita una ocronosis exógena tras el consumo de antimaláricos o utilización tópica de productos cutáneos a base de fenol. El tipo II es la única que se acompaña de síntomas oculares, que debutan después del tercer mes de vida: enrojecimiento, lagrimeo y sobre todo fotofobia. Clínicamente presenta una queratoconjuntivitis bilateral, recidivante y pseudodendrítica (20). Es posible encontrar úlceras geográficas y discreto edema del estroma. Las úlceras evoluciona hacia la formación de opacidades corneales, a veces vascularizadas (21). Se han descrito formas con debut más tardío con nistagmus y cataratas (22). Se debe descartar el diagnóstico de tirosinosis en niños pequeños con queratoconjuntivitis recidivantes, sobre todo si evoca una herpética. 3. Manifestaciones oculares 2. CARBOHIDRATOS Las manifestaciones oculares se resumen en la pigmentación bilateral ocre de la esclera, predominando a nivel de las inserciones musculares (recto lateral). La alteración de la córnea, más rara, consiste en una pigmentación del estroma paralímbico. También se puede pigmentar la conjuntiva (18). Los errores genéticos de los hidratos de carbono (HC) afectan sobre todo, a la conversión de la fructosa y galactosa en glucosa, a la neoglucogénesis por déficit de glucosa 6-fosfato-deshidrogenasa o a la glicogénesis, con exceso de almacenamiento de diversas formas de glucógeno en el hígado o en los músculos. La deficiencia de las enzimas implicadas en la hidrólisis de los HC en la luz intestinal, provoca una diarrea osmótica. Este es el caso de las alteraciones congénitas de las enzimas necesarias para la absorción de lactosa, sacarosa o maltosa. El déficit en glucosa 6 fosfato deshidrogenasa es responsable de cataratas, en especial en la raza negra, hemorragias vítreas por isquemia retiniana y atrofia óptica (23). Su transmisión puede ser recesiva o ligada al sexo. Se ha encontrado cambios en la concentración de esta enzima en pacientes con cataratas entre los 40-50 años de edad (24). TIROSINOSIS 1. Concepto Han sido descritas varias formas. El tipo I es debido a una deficiencia primitiva de la fumarilacetoacetato hidroxilasa con una disminución del hidroxifenilpiruvato, que provoca una acumulación de tirosina y sobre todo succinilacetona, compuesto muy tóxico. Es una enfermedad autosómica recesiva. El tipo II (síndrome de Richner-Hanhart o hipertirosinemia de tipo Oregón) está caracterizado por una tirosinemia muy elevada (superior a 8 mg/100ml) y por la eliminación a través de la orina de ácido fenólico. Se hereda de forma autosómica recesiva y está provocada por un déficit de la tirosina aminotransferasa hepática. 2. Manifestaciones generales El tipo I cursa con una tubulopatía renal, insuficiencia hepática progresiva, hipertensión arterial y alteraciones neurológicas y psiquiátricas. GALACTOSEMIA 1. Concepto La galactosa proviene de la hidrólisis intestinal de la lactosa aportada por la leche. Por la acción de cuatro enzimas hepáticas puede ser utilizada tras ser convertida en glucosa-1-fosfato. Se llaman galactoquinasa, galactosa-1-fosfato-uridil transferasa, uridil-galactosa-4 epimerasa y uridil-glucosa-pirofosforilasa. 318 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales La deficiencia de las dos primeras es la que provoca formas severas de galactosemia. GLICOGENOSIS DE VON GIERKE 2. Manifestaciones generales 2. Manifestaciones generales y oculares Galactosemia por déficit de galactoquinasa Se trata de una enfermedad rara (un homozigótico entre 40.000 recién nacidos vivos, en tanto que el 1% de la población es heterozigótica asintomática). Provoca catarata bilateral antes del primer año de vida. Ocasionalmente una polineuropatía. Galactosemia por déficit de galactosa-1-fosfatouridil transferasa Aún más rara (un homozigótico entre 70.000 recién nacidos vivos). Se caracteriza por variadas lesiones tisulares, debidas a la acumulación de galactosa y galactitol (como en la forma precedente) y también de galactosa-1-fosfato (más tóxica y capaz de inhibir la galactoquinasa favoreciendo la formación de galactitol en el cristalino). Como consecuencia, se instaura en este órgano, un gradiente osmótico con aflujo de glutation y acumulación de peróxido de hidrógeno, que desnaturaliza las proteínas cristalinianas. Otras manifestaciones de esta galactosemia son la ictericia neonatal prolongada, hepatomegalia que va evolucionar hacia la cirrosis, hemólisis moderada, insuficiencia renal, accidentes septicémicos por inactivación de la fagocitosis y hemorragias neonatales. En ausencia de tratamiento, los supervivientes tiene un desarrollo físico y psíquico retrasado. La catarata es bilateral y precoz (primeras semanas de vida). Clásicamente es una catarata nuclear y cortical. Sin tratamiento evolucionará a una opacidad total. La eliminación precoz de alimentos con galactosa evitará la formación de cataratas (25). Los sujetos heterozigóticos con régimen alimentario rico en galactosa, presentan riesgo de catarata presenil de tipo subcapsular posterior (26). GLICOGENOSIS TIPO I: ENFERMEDAD DE VON GIERKE Y ENFERMEDAD DE POMPE Es consecuencia del déficit de glucosa 6-fosfatasa que provoca, una masiva acumulación de glucógeno en el hígado y riñon con hipoglucemia, acidosis, hiperlipemia y retraso de crecimiento. 3. Manifestaciones oculares El glucógeno se deposita en la córnea bajo la forma de opacidades periféricas nubosas y delimitadas. La retina está alterada por la hiperlipemia secundaria que forma depósitos amarillos paramaculares. ENFERMEDAD DE POMPE 2. Manifestaciones generales Provocada por el déficit de amilo-1-4-glucosidasa. La acumulación de glucógeno en las vísceras provoca una cardiomiopatía. 3. Manifestaciones oculares También se deposita en las células ganglionares de la retina, en la pared de los vasos y en los músculos oculares estriados y lisos. En consecuencia, son frecuentes los estrabismos. La enfermedad puede ser puesta de manifiesto mediante la biopsia conjuntival (27). OXALOSIS 1. Concepto La hiperoxalemia es la consecuencia de una alteración enzimática en el metabolismo del glioxalato, o más raro del hidroxipiruvato. En los dos casos la transmisión es autosómica recesiva. 2. Manifestaciones generales 1. Concepto El glucógeno es un producto de reserva de la glucosa, obtenido a partir de glucosa fosforilada bajo los efectos de una hexoquinasa. Toda anomalía de la síntesis o del catabolismo del glucógeno determina alguna de las formas reconocidas de glicogenosis. Las dos siguientes son las únicas que provocan manifestaciones oftalmológicas: El exceso de ácido oxálico precipita en presencia de calcio en todos los tejidos, con una especial predilección por las paredes y espacios peri-vasculares. Esto induce a una nefrocalcinosis (50% casos) con insuficiencia renal progresiva y litiasis recidivantes. Una hiperoxaluria y glucosuria son constantes. A nivel general se puede observar retraso de crecimento y osteoporosis. Capítulo IX. Enfermedades endocrinas y metabólicas 3. Manifestaciones oculares HUNTER En los ojos se produce una acumulación de cristales en la retina, desde el polo posterior hasta ecuador. Se presentan bajo la forma de lesiones punteadas diseminadas, blancas o amarillentas. Existen desde la infancia. Con la edad estos cristales tienden a acumularse alrededor de los vasos. Favorecen oclusiones vasculares, que suelen ser extensas, con nódulos algodonosos y neovascularización pre-papilar y sub-retiniana (28). También se pueden encontrar estos cristales en todos los tejidos vascularizados: coroides, iris, cuerpo ciliar y conjuntiva (29). 1. Concepto 319 Mucopolisacaridosis de tipo II. El déficit enzimático afecta a la iduronato-sulfatasa produciendo una sobrecarga de heparitin-sulfato y dermatan-sulfato. Su herencia está ligada al cromosoma X. 2. Manifestaciones generales Debut a los 2-3 años. Supervivencia 10-15 años. Las alteraciones generales superponibles al tipo I pero de evolución más lenta. MUCOPOLISACARIDOSIS (HURLER, HUNTER, MORQUIO, SANFILIPPO, SHEIE, MAROTEAUXLAMY, SLY) 3. Manifestaciones oculares Se trata de un conjunto de enfermedades por sobrecarga en las que se acumula en los tejidos un hidrato de carbono (30). La afectación corneal y el glaucoma son raros. No obstante, se aprecian retinitis pigmentaria y neuropatía óptica. HURLER SANFILIPPO 1. Concepto 1. Concepto Mucopolisacaridosis de tipo I, ligada a una anomalía del metabolismo de los mucopoliscáridos por déficit de alfa-L-iduronidasa que produce una sobrecarga de heparan-sulfato y dermatan-sulfato. Se trata de una enfermedad autosómica recesiva en la que el gen afectado está situado en el cromosoma 4p16.3 (31). Mucopolisacaridosis de tipo III. El déficit enzimático afecta a la heparitina sulfamidasa con sobrecarga de heparitin-sulfato. Es una enfermedad autosómica recesiva cuyo gen afecto se localiza en cromosoma 12q14. 2. Manifestaciones generales Comienzo a los 2-6 años. Supervivencia 10-12 años. Las características generales más frecuentes son: facies con gargolismo, frecuente retraso mental, hipertricosis, alteraciones esqueléticas y cardiopatía. La edad de comienzo es a los 6-12 meses. La supervivencia media 8-10 años. Se caracteriza por una dismorfia facial que se agrava con la edad y que adopta el aspecto de gargolismo con escafocefalia, hipertricosis, aplastamiento de la nariz (en silla de montar), engrosamiento de los labios, cuello corto, sordera, cifosis, enanismo y hernia umbilical e inguinal. El retraso mental es constante. También se observan hepato-esplenomegalia, cardiopatía isquémica y alteraciones renales. 2. Manifestaciones generales 3. Manifestaciones oculares Las opacidades corneales son raras y tardías. La retinitis pigmentaria y la neuropatía óptica son frecuentes. MORQUIO 3. Manifestaciones oculares 1. Concepto A nivel del ojo se observan opacidades puntiformes en el epitelio y estroma corneal (80%), glaucoma por sobrecarga de mucopolisacáridos en el trabéculum y retinopatía pigmentaria y neuropatía. Mucopolisacaridosis de tipo IV. El defecto enzimático se localiza en la N-acetilhexosamina-6-sulfatasa con acumulación de queratan-sulfato y condroitin-sulfato. 320 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales La herencia es autosómica recesiva y el gen se encuentra en el cromosoma 3p21 p14.2. 2. Manifestaciones generales Comienza entre el primer y segundo año de vida. La supervivencia es hasta los 20-40 años. Manifestaciones sistémicas: gargolismo, enanismo, sordera, alteraciones del esqueleto y cardio-valvulopatías. 3. Manifestaciones oculares Oftalmologicamente presenta opacidades corneales (32). No se observa retinopatía. 2. Manifestaciones generales Se inicia a los 4 años con una supervivencia de unos 15 años. Son manifestaciones frecuentes: gargolismo, retraso mental, enanismo, cardiovalvulopatía, rigidez articular y alteraciones esqueléticas. 3. Manifestaciones oculares En el ojo podemos encontrar alteraciones corneales y neuropatías pero su presencia es poco frecuente (33). SLY 1. Concepto SCHEIE 1. Concepto Mucopolisacaridosis de tipo V. Se trata de una variante alélica del síndrome de Hurler. Así existe un déficit de alfa-L-iduronidasa que origina un acúmulo de heparitin-sulfato, dermatan-sulfato y condroitin-sulfato. La herencia autosómica recesiva. Y el gen afetado se localiza en el brazo corto del cromosoma 4. 2. Manifestaciones generales El comienzo se situa entre los 5 y 15 años. Supervivencia hasta los 40-60 años. Signos generales igual que el tipo I pero más discretos y de instauración más lenta. Mucopolisacaridosis de tipo VII. La alteración enzimático afecta a la beta-glucoronidasa. Se produce un acúmulo de dermatan-sulfato y heparitin-sulfato. Es de herencia autosómica recesiva. Con un defecto genético localizado en el cromosoma 7q22. 2. Manifestaciones generales Edad de comienzo: 1-2 años. Sintomatología general semejante al tipo I aunque más moderada. 3. Manifestaciones oculares Es raro encontrar las alteraciones corneales, retinianas o neuropáticas. 3. Manifestaciones oculares Las opacidades corneales progresan con la edad, la retinopatía pigmentaria aparece hacia los 10 años y el glaucoma es muy frecuente. MAROTEAUX-LAMY 1. Concepto Mucopolisacaridosis de tipo VI. El defecto enzimático es de la N-acetil-galactosamina-4 sulfatasa. Se produce una sobrecarga de dermatan-sulafto. Es autosómica recesiva. El gen defectuosos se localiza en el cromosoma 5q11-q13. FUCOSIDOSIS, ENFERMEDAD DE DURAND O MUCOPOLISACARIDOSIS F 1. Concepto Es debida a un déficit de la alfafucosidasa responsable de la acumulación intralisosomial de polisacáridos y glicolípidos ricos en fucosa, con sobrecarga hepática, linfocitaria y urinaria. Es una afección autosómica muy rara. 2. Manifestaciones generales Debuta ( entre el primer y segundo año de la vida) por fatiga e hipotonía muscular, hepato-esplenomegalia, Capítulo IX. retraso psicomotor y dismorfismo. Evoluciona con una degeneración del SNC, neumopatías infecciosas, angioqueratosis cutánea del tronco y lesiones musculares. La supervivencia es de unos 10 años. 3. Manifestaciones oculares Oftalmológicamente lo más llamativo son las sinuosidades de vasos conjuntivales y retinianos con cruces arterio-venosos anormales (34). Se han descrito edema de papila con mancha rojo-cereza, opacidades corneales y cristalinianas posteriores (35). MANOSIDOSIS Enfermedades endocrinas y metabólicas 321 2. Manifestaciones generales La edad de aparición es precoz en el tipo II y más tardía en el tipo III. Son comunes a ambos cuadros: displasia esquelética, rigidez articular y retraso psicomotor. Más privativo del tipo II es la displasia facial, en tanto que en el III son la cifoescoliosis, el retraso de crecimiento y las mioclonias (37). 3. Manifestaciones oculares En el globo ocular pueden aparecer opacidades corneales, astigmatismo y maculopatía. 1. Concepto SIALIDOSIS Y GALACTOSIALIDOSIS Se debe a un déficit de la alfa-L-manosidasa que origina una sobrecarga tisular de los oligosacáridos (36). La herencia es autosómica recesiva. Se ha localizado el defecto genético en 19q13-2q12. El déficit de la alfa-neuraminidasa determina una sialidosis, pero si está asociada a otro defecto como la betagalactosidasa, tendremos una galactosialidosis (38). 2. Manifestaciones generales SIALIDOSIS O MUCOLIPIDOSIS O LIPOMUCOPOLISACARIDOSIS La enfermedad puede hacer su aparición en la infancia o adolescencia. Cursa con gargolismo, displasia esquelética, retraso psicomotor, sordera y organomegalias. Existen dos tipos. En el tipo I la sintomatología es más rica y la muerte es más precoz. 3. Manifestaciones oculares Oftalmológicamente encontraremos opacidades corneales puntiformes y cristalinos con cataratas en radios de ruedas. MUCOLIPIDOSIS 1. Concepto Esta afección se engloba entre las enfermedades por sobrecarga (esfingolipidosis (gangliosidosis, esfingomielinosis, cerebrosidosis y esfingolipidosis sulfatídicas) y mucopolisacaridosis) mixtas, ya que acumula al mismo tiempo lípidos y glúcidos. Existen dos tipos: la mucolipidosis II (enfermedad de las células de inclusión) y la mucolipidosis III (pseudo Hurler). La enzima deficitaria es la fosfo-transferasa lo que provoca acúmulo en los tejidos de lípidos y glúcidos complejos. 1. Concepto Sobrecarga en los tejidos de ácido siálico. 2. Manifestaciones generales La mucolipidosis I: es la más típica sialidosis y con más rica sintomatología ocular. — El tipo II (infantil): presenta alteraciones faciales que recuerdan al Hurler, displasia del esqueleto, organomegalia, retraso mental, sordera y cardiomiopatía. — El tipo I (juvenil): afecta a sujetos de origen italiano. Se manifiesta por dificultades de la marcha y mantenimiento del ortostatismo a consecuencia de un síndrome mioclónico. No hay ni dismorfismo ni retraso mental. La mucolipidosis IV o nefrosialidosis: se caracteriza por una grave insuficiencia renal. 3. Manifestaciones oculares En la mucolipidosis I tipo II encontraremos: distrofia corneal precoz (opacidades superficiales y centrales), hemeralopia, discromatopsia , mancha rojo cereza, atrofia óptica con baja visión, tortuosidades y aneurismas en vasos retinianos y también en conjun- 322 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales tiva. La biopsia de conjuntiva ayuda al diagnóstico y revela la presencia de mucopolisacáridos e inclusiones lipídicas. En el tipo I: las mismas manifestaciones pero menos severas. Opacidades de cristalino. En la mucolipidosis IV: opacidades corneales desde el nacimiento. En las células retinianas se encuentra una degeneración lipídica balonizante (39). cos (protuberancia tibial anterior), intradérmicos (xantomas planos plantares) o cutáneos (en las comisuras de los dedos). Son más frecuentes en la hipercolesterolemia familiar IIa y IIb y dislipoproteinemia tipo III. 2. Manifestaciones oculares Xantelasma GALACTOSIALIDOSIS O SÍNDROME DE GOLDBERG 1. Concepto Es el resultado de la deficiencia de dos enzimas, beta-galactosidasa y alfa-neuraminidasa (40). Herencia autosómica recesiva. 2. Manifestaciones generales Frecuentemente aparece en la infancia o adolescencia. La supervivencia es escasa.Las manifestaciones sistémicas más frecuentes son: gargolismo, displasia esquelética, retraso psicomotor, mioclonia, organomegalia y angio-displasia cutánea (41). Son xantomas planos situados a nivel de los párpados, forman placas amarillas (depósitos de colesterol) ligeramente sobreelevadas, con límites netos, de consistencia blanda, tamaño y número variable, puntiformes o extendidas. Se establecen con predilección a nivel de los tercios internos de los párpados cerca del canto interno. Se encuentran en un 20% de sujetos afectos de hipercolesterolemia familiar, pero no son patognomónicos de esta afeccción, ya que la mitad de los portadores de xantelasmas, no presentan ni hipercolesterolemia, ni hipertriglicerinemia, sino una dislipemia más sutil que tiene una alteración de la apoproteína E o una elevación del LDL asociado a una bajada del HDL. Los xantelasmas pueden regresar con el tratamiento de la dislipemia. Por el contrario su exéresis sin tratamiento específico se relaciona con recidivas. La fotodestrucción con láser es una alternativa a la cirugía. 3. Manifestaciones oculares Xantoma tuberoso Opacidades corneales y baja visión en relación con una mácula rojo-cereza. 3. LÍPIDOS Se trata de un amplio conjunto de enfermedades metabólicas, muchas de ellas con repercusión oftalmológica, caracterizadas, la mayoría de ellas, por un acúmulo de lípidos o derivados lipídicos en el interior de las células nerviosas por lo que se afecta la retina. Biológicamente es poco diferente del xantelasma. Consiste en un depósito pseudotumoral de colesterol. A nivel palpebral determina (excepcionalmente) una voluminosa blefarochalasis que obliga a su extirpación quirúrgica. Histológicamente las células tienen citoplasma vacuolar que corresponde a su sobrecarga lipídica. Las células toman, a veces, un aspecto giganto-celular y multinucleado característico (células de Touton). Arco senil o gerontoxon HIPERLIPOPROTEINEMIAS 1. Concepto y manifestaciones generales Son frecuentes pero con pocas manifestaciones oftalmológicas. Forman parte de la semiología de las dislipoproteinemias y permiten sospechar la anomalía metabólica por la presencia de depósitos, tanto más evocadores, cuando van asociados a una coronariopatía, estenosis carotídea, o a otros depósitos extravasculares: xantomas tendinosos (aquíleos y extensores de los dedos), aponeuróticos (plantares), sub-periósti- Se define como una opacidad periférica blancogrisácea, arciforme, separada del limbo por una estrecha banda de córnea clara que disminuye a medida que evoluciona. Se definen tres fases: primero una única superior o inferior, después doble superior e inferior, para terminar con el anillo completo. Está constituido por depósitos de colesterol y fosfolípidos entre la capa de Bowman y la Descemet. Hacia los 60 años se le denomina a este cuadro «arco senil» y no tiene relación alguna con las dislipemias. A los 80 años suele ser bilateral y simétrico. Su presencia en Capítulo IX. sujetos más jóvenes, aunque no sea patognomónico, se le relaciona con una hipercolesteronemia o, al menos, una hipoHDLemia. Estadísticamente el arco senil se halla en el 47% de individuos afectos de hiperlipoproteinemia. Su incidencia aumenta si se asocia diabetes, HTA o tabaquismo. Suele coexistir con ateromas coronarios, angor y antecedentes de infarto de miocardio. La presencia de un arco senill en persona de menos de 50 años constituye un índice de riesgo cardio-vascular importante (42). Distrofia cristalina de Schnyder Se trata de una distrofia corneal de transmisión autosómica dominante. Se presenta bajo la forma de finos cristales, asociado a una opacidad central gris y a un arco senil periférico. Se sitúan estos cristales en el tercio anterior del estroma corneal y están constituidos de colesterol. La hiperlipidemia, en particular, la hipercolesterolemia, se asocian a esta enfermedad. También se asocian xantelasmas y alteraciones osteroarticulares (43). Enfermedades endocrinas y metabólicas 323 ENFERMEDAD DE LOS OJOS DE PEZ 1. Concepto y manifestaciones generales Esta enfermedad genética (autosómica recesiva) rara se caracteriza por una fuerte disminución del colesterol HDL ( del orden del 10% de la concentración normal). Se asocia a una ateroesclerosis prematura en su forma homozigótica. Biológicamente, la baja fuerte del HDL y de la apoproteina A1, se acompaña de una ligera elevación de los triglicéridos, mientras que el LDL permanece normal. La forma heterozigótica sólo es reconocible por la determinación de las actividades enzimáticas de la lecitina-colesterol-aciltransferasa (LCAT), que están disminuidas por mutación del gen de esta enzima. Parece que en esta enfermedad la LCAT ha perdido la capacidad de esterificar el colesterol del HDL. Curiosamente en las otras lipoproteinas la proporción relativa de colesterol esterificado se mantiene normal. 2. Manifestaciones oculares HIPOLIPOPROTEINEMIAS (TANGIER; OJOS DE PEZ; BASSEN-KORNWEIG) ENFERMEDAD DE TANGIER 1. Concepto Está en relación con una disminución familiar (autosómica recesiva) del colesterol HDL. Su única expresión clínica es la opacidad corneal que por su extensión e intensidad recuerda los ojos de un pez hervido. La opacidad está constituida por finos puntos blanco-grisáceos dispuestos en mosaico. Debuta en el segundo decenio de la vida y aumenta constantemente a la par que disminuye la agudeza visual. Histológicamente son depósitos de colesterol en el estroma y la capa de Bowman. El epitelio no se afecta (45). 2. Manifestaciones generales Se caracteriza clínicamente por amígdalas de color amarillo-anaranjado, a veces hepatomegalia y una neuropatía por depósitos extravasculares de colesterol. El diagnóstico se basa sobre el perfil lipídico: HDL colesterol bajo, triglicéridos y LDL colesterol discretamente aumentados. ENFERMEDAD DE BASSEN-KORNZWEIG (ABETALIPOPROTEINEMIA) 1. Concepto Se trata de una afección autosómica recesiva (con predominio masculino) caracterizada por un déficit de beta-lipoproteinas séricas (46-48). 3. Manifestaciones oculares 2. Manifestaciones generales Opacidades corneales, finas y difusas, ocupan el estroma profundo de la córnea central (50% de pacientes). Estas opacidades aumentan con la edad y son casi constantes a partir de los 50 años. La repercusión funcional es escasa. No hay arco corneal periférico. Se han descrito en esta afección ptosis, ectropion y una cierta hipotonía del orbicular (44). Esta enfermedad conlleva un síndrome de mala absorción precoz con retraso estato-ponderal y esteatorrea, acantocitosis, alteraciones neurológicas como ataxia y arreflexia, neuropatías periféricas y cifoescoliosis. Aparece alrededor de los 10 años. Parece estar unida a la carencia de vitaminas A y E. La aso- 324 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales ciación de una mala absorción intestinal y una acantosis a nivel de los glóbulos rojos conducen al diagnóstico. a la «córnea verticillata» debida a la amiodarona. Más raramente se observan opacidades de cristalino. Los vasos conjuntivales y retinianos son tortuosos y muestran dilataciones saculares (51). 3. Manifestaciones oculares Además de le retinitis pigmentaria han sido descritos otros signos oftalmológicos: ptosis, exotropia, nistagmus y cataratas. Histológicamente se halla una rarefacción de los fotoreceptores y de la células del epitelio pigmentario con depósitos intracelulares de lipofuscina en las células restantes (49,50). ESFINGOLIPIDOSIS (CEREBROSIDOSIS, ESFINGOLIPIDOSIS SULFATÍDICA ESFINGOMIELINOSIS, GANGLIOSIDOSIS) 2. Enfermedad de Farber-lipogranulomatosis diseminada 1. Concepto y manifestaciones generales El déficit de la ceramidasa, propio de esta enfermedad, está seguido de un aumento de la ceramida, que se manifiesta con una marcada displasia del esqueleto (nódulos dolorosos subcutáneos periarticulares, artropatía progresiva e hipostaturismo), hepatoesplenomegalia, y menos frecuente, retraso mental. Se transmite de forma autosómica recesiva. Hay 40 casos descritos. Suele aparecer antes de los 4 meses. La supervivencia suele ser corta (53). CEREBROSIDOSIS 1. Enfermedad de Fabry-Angioqueratosis corporis difuso 1. Concepto Es la consecuencia de un déficit enzimático de la alfa-galactosidasa (51). Es de transmisión hereditaria ligada al cromosoma X. 2. Manifestaciones oculares La córnea sufre una distrofia. En la conjuntiva se observa una xantomatosis y en la retina aparece una mancha rojo-cereza o infiltración gris perifoveal. 3. Enfermedad de Gaucher 1. Concepto 2. Manifestaciones generales y pruebas diagnósticas Comienza en la infancia con parestesias y sensaciones dolorosas de los miembros , raramente relacionadas con su origen en ausencia de conocimiento familiar. Después aparecen «angioqueratomas», que son dilataciones vasculares de la dermis superficial en contacto con la epidermis, formando pequeñas manchas angiomatosas azules o violáceas del tamaño de una cabeza de alfiler o, en ocasiones, pequeñas pápulas violáceas del tamaño de una lenteja. Se localizan en la región escrotal y en la base del tronco. La presencia de angioqueratomas no es específica de la enfermedad de Fabry pero afirma la presencia de una afección lisosomial (fucisidosis, sialidosis, galactosialidosis, etc.) (52). La muerte sobreviene por una insuficiencia cardíaca o renal en la edad media de la vida. 3. Manifestaciones oculares Las lesiones oculares son constantes, pero sin consecuencias visuales. Son característicos los depósitos corneales en bigote de gato, en todo semejantes Es la más común de las afecciones del metabolismo glucolipídico. Los glucocerebrósidos se acumulan en el sistema reticulo-endotelial del hígado, del bazo y de la médula ósea. La herencia es autosómica recesiva. 2. Manifestaciones generales Se distinguen 3 fenotipos clínicos: — Tipo I (adulto): La más frecuente. La alteración pulmonar, menos constante que las manifestaciones óseas, puede ser el origen de una hipertensión arterial pulmonar. La puesta en evidencia de células espumosas en la biopsia medular, permiten afirmar el diagnóstico. — Tipo II (infantil): Muy rara. Asocia a las manifestaciones, ya descritas, otras neuro-oftalmológicas: oftalmoplejía vertical y horizontal (54). — Tipo III: es una mezcla de los dos precedentes con precocidad en la afectación visceral en relación a los síntomas neurológicos. Es frecuente la demencia, parálisis de la lateralidad y parálisis supranuclear afectando a los movimientos oculares. Capítulo IX. Se acompañan de osteonecrosis asépticas y fracturas patológicas, hepatoesplenomegalia y cirrosis. La supervivencia es corta en el tipo infantil y normal en la forma adulta. 3. Manifestaciones oculares Manifestaciones neuroftalmológicas: oftalmoplejía vertical y horizontal en el tipo II y parálisis supranuclear en el tipo III. Los depósitos retinianos blanquecinos son más frecuentes en el tipo II y aumentan tras la esplenectomía. Se han descrito: depósitos corneales, hemorragias retinianas e isquemia periférica (55), opacidades de vítreo y miopía (56). ESFINGOLIPIDOSIS SULFATÍDICA Enfermedad de Krabbe-Leucodistrofia globoide celular 1. Concepto Es una enfermedad de transmisión autosómica recesiva. Se debe a un déficit de galactosil-ceramida, de ahí la sobrecarga galacto-cerebrósidos. Histológicamente se caracteriza por la presencia de células globoides en el encéfalo. 2. Manifestaciones generales De frecuencia rara, existe un tipo infantil (2-6 meses) y otro tardío. La supervivencia es de uno o dos años. Cursa con fiebre de origen central, espasticidad, accesos tónicos, neuropatía periférica, sordera y retraso mental (57). 3. Manifestaciones oftalmologicas Oftalmologicamente se observa nistagmus, estrabismo y atrofia óptica (58). Enfermedades endocrinas y metabólicas 325 2. Manifestaciones generales Se distinguen diversas formas clínicas según la edad de aparición y la sintomatología. Desde el punto de vista general se aprecia retraso mental, ataxia y hepato-esplenomegalia. 3. Manifestaciones oculares Los signos oftalmológicos son de tipo e intensidad variables según las formas: — Tipo A: es una forma aguda con alteración neurológica. En ella observamos mancha rojo-cereza y opacidades corneales en el 50% de los casos. Se asocia a oftalmoplejía supranuclear y otros signos neurológicos. En ella la hepato-esplenomegalia es constante. — Tipo B: no presenta alteración neurológica y simplemente alteración macular. — Tipo C: es la forma crónica con neuropatía, oftalmoplejía vertical y «síndrome DAF» (deafness/ ataxia/ foamy cells) (59). — Enfermedad de Silvertein o síndrome de los histiocitos azul marino (histiocitos esplénicos cargados de gránulos coloreados de azul por el Giemsa): se aprecia mácula rojo-cereza, anillo de manchas amarillas perifoveolares y parálisis supranuclear. GANGLIOSIDOSIS: NORMAN-LANDING, TAYSACHS Y SANDHOFF Tienen en común la acumulación de gangliósidos por déficit de diversas enzimas lisosomiales. Su herencia es autosómica recesiva. Las manifestaciones sistémicas conllevan siempre una disfunción neurológica, combinada con hepatoesplenomegalia y alteración renal. Existe una gran heterogeneidad clínica, según la importancia del déficit, su tipo y su inicio congénito, infantil, juvenil o en el adulto. Norman-Landing 1. Concepto ESFINGOMIELINOSIS Enfermedad de Niemann-Pick-Lipoidosis esfingomielínica Se debe a un déficit de gangliósido-beta-galactosidasa que da lugar a un acúmulo de gangliósido GM1. Es poco frecuente y presenta también formas congénita, juvenil y adulta. 1. Concepto Déficit de la esfingomielinasa con sobrecarga de esfingomielina y colesterol. Poco frecuente y herencia recesiva. 2. Manifestaciones generales Cursa con signos neurológicos, como espasticidad, ataxia, signos extrapiramidales, mioclonias y 326 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales retraso mental. Son frecuentes la hepato-esplenomegalia y las displasias del esqueleto (60). 3. Manifestaciones oculares Se observan mancha rojo-cereza y atrofia óptica en un 50% de casos en la forma congénita que conducen a la ceguera en el 100% de los casos. Presenta facies como de gargolismo tipo Hurler con epicantus, hipertelorismo y opacidades corneales. Tay-Sachs 1. Concepto Es la más frecuente de las gangliosidosis (judíos de Europa Central). Caracterizada por un déficit de la hexosaminidasa A que conduce a un acúmulo de gangliósidos GM2. 2. Manifestaciones generales Cursa con retraso mental, convulsiones, ataques cerebrales, hipotonía, disartria e hiperactividad a los ruidos. Existen tres formas: infantil (3-6 meses), juvenil y del adulto. ENFERMEDAD DE BATTEN (LIPOFUSCINOSIS NEURONAL CEROIDE) 1. Concepto Estudiadas habitualmente junto a las esfingolipidosis, aunque su patogenia permanece oscura. Son afecciones degenerativas severas del sistema nervioso de transmisión autosómica recesiva. La deficiencia enzimática es posible que explique la acumulación de lipopigmentos fluorescentes (ceroides y lipofuscina) en las neuronas y otras células. No existe sobrecarga de gangliósidos ni esfingolípidos. Se describen cuatro formas clínicas. 2. Manifestaciones generales y pruebas diagnosticas Las manifestaciones generales son nerviosas, más o menos precoces, en las cuatro formas descritas: convulsiones, alteraciones de la palabra, de la motricidad, cerebelosas, regresión mental, epilepsia, ataxia, hipotonía muscular, mioclonias y microcefalia. En todas las formas el diagnóstico se confirma con la biopsia cutánea o de conjuntiva. La evolución es fatal en pocos años (63). 3. Manifestaciones oculares En la forma infantil GM2 tipo I, la mancha rojocereza, la atrofia óptica y la ceguera se presentan en el 100% de los casos. El cuadro oftalmológico es menos frecuente en la forma juvenil. Se han descrito retinopatía pigmentaria y movimientos oculares horizontales de seguimiento lentos (61). Sandhoff 1. Concepto Se caracteriza por un deficit de la hexosaminidasa A y B lo que origina un acúmulo de gangliósidos GM2 y globósidos. Esta enfermedad tiene parentesco clínico con las gangliosidosis y bioquímico con las cerebrosidosis ( de ahí que se pueda clasificar en un grupo y en otro). 2. Manifestaciones generales y oculares Su clínica en la forma infantil GM2 tipo II es superponible al Tay-Sachs (62). 3. Manifestaciones oculares Los síntomas oculares son constantes y aparecen en las cuatro formas: — Infantil (Haltia Santavuori): Se inicia al año de vida con una retinopatía pigmentaria atípica que acaba en ceguera. El ERG está apagado, y se observa atrofia óptica y catarata en estrella posterior. — Infantil tardía (Jansky-Bielchowsky) ( Aparece entre los 2-5 años): La pérdida de agudeza visual (AV) es más tardía. Se encuentra una retinitis pigmentaria típica. La mácula presenta acúmulos de pigmento que preceden a la atrofia óptica. — Juvenil (Spielmeyer-Vogt): La afectación de la AV es precoz con discromatopsia rojo verde. Hacia los 6 años se presenta en la mácula una fina pigmentación. La atrofia óptica sobreviene más tarde acompañada de la alteración del ERG. A veces se aprecia una retinitis pigmentaria atípica. — Adulta (Kufs): Tiene poca repercusión visual, aunque se acumulan lipo-pigmentos en las células ganglionares. Esta forma es causante de demencia y epilepsia con movimientos anormales (64). Capítulo IX. ENFERMEDAD DE REFSUM DEL ADULTO 1. Concepto Se trata de una heredopatía atáxica hemeralópica polineurítica. Está clasificada como una lipoidosis. Existe una sobrecarga de ácido fitánico, a consecuencia de la deficiencia del ácido fitánico hidroxilasa, que interviene en la alfa-oxidación de los ácidos grasos metilados. Su transmisión es autosómica recesiva. 2. Manifestaciones generales Debuta a los 10 años, si bien sus manifestaciones son bien patentes hacia los 20 años. Asocia una retinitis pigmentaria, polineuropatía periférica, ataxia cerebelosa, sordera, alteraciones de la conducción cardíaca con arritmia, ictiosis y displasia epifisaria. La inteligencia no suele estar alterada. Este conjunto de síntomas aparecen paulatina y progresivamente y se exarceban tras un embarazo o intervención quirúrgica. Se puede encontrar también sindactilia, anomalías de los metatarsos y falanges e, incluso, anosmia. 3. Manifestaciones oculares Desde el punto vista ocular la retinopatía pigmentaria es muy frecuente (con alteración precoz del ERG), si bien puede estar ausente (65) o ser atípica. Ella es la causante de la mala agudeza visual, con hemeralopía, y escotomas anulares que reducen el campo visual a un tubo, y de la tardía atrofia óptica. Son frecuentes alteraciones pupilares (miosis y mala dilatación) y nistagmus de probable etiología cerebelosa (66). En un 30-50% de casos se observan cataratas subcapsulares posteriores por sobrecarga lipídica (67). Enfermedades endocrinas y metabólicas 327 bajos de colesterol y apolipoproteinas y rasgos faciales dismórficos. Entre el primer y tercer año de vida aparece un retraso del desarrollo con hipotonía y ataxia, retinopatía y sordera neurosensorial. 3. Manifestaciones oculares En el estudio ocular encontraremos una baja importante de la visión unida a una retinopatía pigmentaria atípica. Se suele asociar a una sordera que nos recuerda al síndrome de Usher (68). La atrofia óptica es más tardía, siempre a partir de los 10 años. Han sido descritos nistagmus, estrabismos y microftalmía. HISTIOCITOSIS X 1. Concepto y fisiopatología Las histiocitosis son el resultado de la proliferación de las células de Langerhans normales, anormales o inmaduras. De ahí que se la quiera denominar «histiocitosis de las células de Langerhans». El denominador anatomo-patológico común de las lesiones, es la infiltración por células de gran tamaño, un citoplasma claro y acidófilo, núcleos ovalados o indentados con una cromatina fina y nucleolos poco visibles con un típico pliegue longitudinal. La mitosis son raras. Las imágenes de fagocitosis están limitadas a hemosiderina, algún eritrocito y a la acumulación de colesterol que puede conferir al citoplasma un aspecto espumoso sobre todo en las formas crónicas. Las células multinucleadas son frecuentes. Las lesiones se acompañan de un granuloma inflamatorio variable, constituido de eosinófilos, linfocitos, neutrófilos y raramente plasmocitos. Los eosinófilos son tan abundantes, que pueden formar abcesos eosinofílicos. ENFERMEDAD DE REFSUM DEL NIÑO 1. Concepto La podemos definir como la forma infantil de la afección precedente de la que difiere en algunos aspectos. Recuerda al síndrome de Zellweger, que describiremos posteriormente. 2. Manifestaciones generales Tras un periodo neonatal normal aparecen síntomas digestivos inespecíficos, hepatomegalia, niveles 2. Manifestaciones generales y pruebas diagnósticas La enfermedad se encuentra a todas las edades. Su evolución es crónica, sub-aguda o aguda. Evoluciona a brotes. El diagnóstico se realiza con ayuda de la histioquímica y de técnicas inmunohistológicas. Las células de la histiocitosis X muestran la proteina S100 y los antígenos CD1a y CD4. El microscopio electrónico puede ayudar en casos difíciles al evidenciar gránulos citoplásmicos multilamelares característicos, llamados «gránulos de Bir- 328 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales beck, de Langerhans o gránulos X». Conviene diferenciar la histiocitosis X, en especial sus formas agudas diseminadas, de la histiocitosis malignas, así como de las hemofagocitosis virales (69,70). 3. Manifestaciones oculares La enfermedad es rara y sus formas clínicas muy heterogéneas. Son clásicas las tres siguientes formas: — El granuloma eosinófilo: granuloma óseo osteolítico, único o múltiple, sin afectación visceral asociada. — La enfermedad de Hand-Schüller-Christian: exoftalmía, diabetes insípida y lesiones óseas. — Enfermedad de Litterer-Siwe: formas diseminadas de evolución aguda que ocurren en en niño y que pueden afectar a la órbita. El granuloma eosinófilo solitario se suele localizar a nivel de la pared supero-temporal de la órbita. Aparece en la infancia. Son lesiones osteolíticas de las paredes óseas de la órbita, que empujan el globo ocular hacia adelante y pueden ser responsables de parálisis del III, IV y VI par. En caso de de ruptura perióstica, la lesión puede simular una dacrioadenitis. La puesta en evidencia de una lisis ósea es un elemento clave del diagnóstico diferencial, para el cual, a veces, es necesario recurrir a una punción biopsica. XANTOMATOSIS CEREBROTENDINOSA (ENFERMEDAD DE VAN BOGAERT) 1. Concepto y manifestaciones generales La enfermedad de van Bogaert es una enfermedad de sobrecarga caracterizada por disminución de ácidos biliares y aumento de síntesis hepática de colesterol y colestanol. La herencia autosómica dominante y aparece en la juventud. Se manifiesta con xantomas tendinosos (del tendón de Aquiles), diarrea crónica, alteraciones coronarias, hepatomegalia, ataxia cerebelosa, paraparesia, retraso mental y demencia (72). 2. Manifestaciones oculares Oftalmológicamente cursa con cataratas juveniles (44% antes de los 10 años: 63% antes de los 20 años), xantelasmas, arco senil y neuropatía óptica. 4. OTRAS ENFERMEDADES METABÓLICAS AMILOIDOSIS 1. Concepto Es una enfermedad muy rara de transmisión autosómica recesiva, que afecta a los párpados por lo que se la describe ocasionalmente como « blefarosis moniliforme». Las lesiones cutáneas se deben a depósitos de una substancia hialina PAS + que no reacciona con los reactivos de la substancia amiloide. Esta enfermedad es la consecuencia de depósitos amiloides intratisulares y extracelulares en diferentes tejidos del organismo (73). Se distinguen diferentes tipos: primaria o secundaria y localizada o generalizada. La naturaleza de la proteina amiloide orienta hacia la etiología: la amiloidosis AL se inclina por una disglobulinemia, mientras que la AA es más bien secundaria a una infección o inflamación crónica. En las amiloidosis heredofamiliares el depósito está constituido por prealbúmina. 2. Manifestaciones generales 2. Manifestaciones generales El debut es precoz (en la infancia) y se caracteriza por ronquera y una infiltración papulo-nodular en la cara (lengua, labios y surcos nasogenianos) y de los codos y rodillas. La clínica general suele ser lenta o aguda con fallo visceral. Alteración del estado general, fiebre, síndrome nefrótico con insuficiencia renal, neuropatía periférica, insuficiencia cardíaca, mala absorción, hepatomegalia con ascitis, artralgias, púrpura y macroglosia. PROTEONOSIS LIPODEA (ENFERMEDAD DE URBACH-WIETHE) 1. Concepto 3. Manifestaciones oculares 3. Pruebas diagnósticas Se aprecia también la infiltración papulo-nodular en el borde libre de los párpados (nódulos blancoamarillentos), que pueden provocar una alopecia ciliar definitiva (71). El diagnóstico es histológico: biopsia renal, glándulas salivares o rectal o cualquier otro tejido afectado por el proceso. Los depósitos de amiloide se Capítulo IX. ponen en evidencia al colorearse por el rojo Congo. La amiloide presenta una serie de características físicas como dicroísmo y birrefringencia. 4. Manifestaciones oculares El depósito del material amiloideo puede afectar a todas las estructuras del ojo. La afectación ocular es variable según las diferentes formas de amiloidosis: Amiloidosis primaria generalizada: Idiopática y rápidamente letal (apenas dos años tras el diagnóstico). Los signos oculares son múltiples: Alteraciones oculomotoras con diplopia por infiltración muscular, ptosis, en párpados (púrpura, micropápulas rosa-anaranjadas confluentes o hemorragicas, liquen amiloideo —constituido por nódulos a nivel del canto interno—), nódulos amarillentos con hemorragias en conjuntiva, ojo seco por infiltración de la glándula lagrimal, infiltración orbitaria con proptosis, alteraciones pupilares y de la acomodación, infiltración de la coroides y del cuerpo ciliar y nódulos algodonosos en fondo de ojo. Sin embargo, las alteraciones corneales y de vítreo son raras. La biopsia de conjuntiva muestra depósitos amiloideos alrededor de los vasos. Amiloidosis asociada a un mieloma múltiple: Representa el 10% de las amiloidosis primarias. Las alteraciones oculares son idénticas, quizás con una mayor frecuencia de púrpura palpebral y de infiltración del vítreo. Amiloidosis secundaria generalizada: Se ven en el curso de infecciones o inflamaciones crónicas, en especial tuberculosis, lepra, artritis reumatoide y ciertos síndromes nefróticos. Las alteraciones oculares son idénticas con posibilidad de glaucoma por cierre angular por depósito trabecular. Amiloidosis heredofamiliares: De herencia autosómica dominante. Se dividen en 4 tipos: I (portuguesa); II (Indiana); III (Iowa) y IV (Meretoja). Las I y II, desde el punto de vista ocular, se caracterizan por alteraciones vítreas hacia los 30 años. Esta amiloidosis vítrea (74-77) está constituida por depósitos blanco-grisáceos en contacto con los vasos de la retina y con peri-vasculitis asociada. Pronto alcanzan el vítreo haciéndose fibrilares, como «velos de encaje» o «de lana de vidrio». Se concentran bajo la forma de opacidades blanquecinas, como pseudopodos, en la cara posterior del cristalino. Su bilateralidad es específica de la enfermedad (78). En un tercio de casos aparece un glaucoma secundario de ángulo abierto consecuencia de depósitos amilodeos y/o pigmentarios en el trabéculum. El ojo seco, por alteración de la glándula lagrimal, es frecuente en tipo I. Se asocia a una queratitis neu- Enfermedades endocrinas y metabólicas 329 roparalítica, con úlceras, neovascularización, e incluso perforaciones de la córnea (79). En ocasiones son detectables anomalías pupilares. El tipo III no da alteraciones oculares. El tipo IV, síndrome de Meretoja (forma finlandesa), no altera el vítreo, pero afecta a la córnea, recordando la distrofia reticular de tipo II, que comienza hacia los 30 años. Se asocia a blefarochalasis, ptosis, parálisis facial (que agravará el estado de la córnea) y glaucoma. Amiloidosis localizadas: — Amiloidosis corneal primaria: a) La distrofia reticular de tipo I o distrofia de Biber-Haab-Dimmer. Su herencia es autosómica dominante. Debuta entre los 10-20 años. Aparecen líneas grisáceas, bilaterales, finas y refringentes dibujando una red. Ocupan toda la córnea dejando libre el limbo. No hay vascularización. Histologicamente (80) estos depósitos se hallan en el tercio anterior del estroma. En su evolución serán responsables de erosiones epiteliales recidivantes con dolor, enrojecimiento, fotofobia y disminución visual. b) La distrofia reticular de tipo III es idéntica a la distrofia del tipo II. Las opacidades son más grandes y de aparición más tardía. c) La distrofia gelatinosa en gotas (81) es una enfermedad autosómica recesiva, bilateral y simétrica, que debuta entre los 10-20 años, con una sintomatología funcional rica, alteraciones visuales, fotofobia y lagrimeo. Clínicamente tienen aspecto de gotas gelatinosa centrales, blanquecinas, subepiteliales, que afectan a la parte anterior del estroma. d) Distrofia reticular-granular de Avellino, es la asociación de la reticular tipo I con la distrofia Groenow I. e) La amiloidosis subepitelial familiar se inicia también entre los 10-20 años. Está constituida por nódulos sub-epiteliales, voluminosos, responsable de baja agudeza visual y fotofobia. f) La degeneración amiloide polimorfa, se presenta como un disco corneal central, constituido de opacidades puntiformes y lineales, de la parte posterior del estroma. Bilateral y simétrica, aparece hacia los 40 años, y no afecta a la visión. No hay constancia de afectación familiar. — Amiloidosis conjuntival primaria (82): a) Amiloidosis conjuntivo-palpebral: unilateral y afecta al párpado superior. La conjuntiva es fina, cerosa, frágil y poco vascularizada. b) Amiloidosis del borde libre: masa lisa amarilla. c) Amiloidosis de la conjuntiva bulbar: nódulo amarillo-anaranjado del fornix superior. Puede recordar un linfoma (83,84). d) Amiloidosis límbica: de aspecto seudotumoral. Rara. e) Amiloidosis caruncular. 330 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales Se han descrito amiloidosis corneales secundarias en córneas gravemente alteradas tras uveítis, triquiasis, tracoma, queratitis, etc. Las amiloidosis conjuntivales secundarias, después del tracoma, son frecuentes y han sido descritas también, en la enfermedad de Churg-Strauss. DEGENERACIÓN HEPATO-LENTICULAR DE WILSON 1. Concepto y fisiopatología Es una enfermedad autosómica recesiva con una prevalencia del 0,3/10000. El gen afectado localizado en 13q14-q21, tiene una frecuencia en la población normal de 1/180; esta cifra explica que la enfermedad sea favorecida por la consanguinidad. La enfermedad se produce como consecuencia de una alteración en la excreción hepática del cobre y se asocia a un déficit de ceruloplasmina (su proteina de transporte: <200mg/l ). 2. Manifestaciones generales y pruebas diagnósticas La enfermedad se caracteriza por la acumulación progresiva de cobre en el hígado y en el cerebro. Está presente desde el nacimiento pero se manifiesta a los 5 años. Los depósitos del cobre en el hígado inducen cirrosis y más raramente hepatitis fulminante. En el cerebro, la toxicidad del cobre se asienta en los núcleos de la base (putamen y caudado), provocando temblor, hipertonía con movimientos coreiformes o atetósicos, disartria, ataxia y crisis convulsivas. Las manifestaciones psiquiátricas o demenciales son tardías. Una anemia hemolítica, una nefropatía tubular, artralgias o un dismorfismo óseo de tipo raquítico, son manifestaciones menos frecuentes, pero presentes, a veces, en el inicio de la enfermedad. El diagnóstico se establece por una disminución de la ceruloplasminemia, cupremia normal o baja con cupruria elevada. 3. Manifestaciones oculares Las manifestaciones oftalmológicas son inconstantes pero patognomónicas. El anillo corneal de Kayser-Fleischer es bilateral (85). Se inicia en el meridiano de las XII y VI horas y después se completa, dejando una pequeña banda clara en la perifería. Su color es gris-verdoso, a veces dorado, más oscuro, casi marrón cerca del limbo, aunque verde en la zona interna. Tiene 2-3 mm de ancho. Está constituido por la yuxtaposición de pequeños granos de cobre, depositados en la parte posterior del estroma casi en Descemet. Es visible por gonioscopia y afecta al ángulo irido-corneal. Su presencia es constante en las manifestaciones neurológicas, más inconstante en las hepáticas aisladas (86). El tratamiento con los quelantes del cobre los hace desaparecer. La presencia de cobre en el humor acuoso (tras punción de la cámara anterior) confirma el diagnóstico (87). La catarata es clásica en «girasol». Está formada por un fino punteado verde-gris que dibuja, como un calco, la cara posterior del iris sobre la cara anterior del cristalino (zona central, anillo periférico, opacidades en radios). Su frecuencia es de 10-15% de casos. Parálisis de verticalidad o de la convergencia, pérdida de la acomodación, un nistagmus , o bien, raras crisis oculogiras, revelan la afectación del sistema nervioso (88-92). Se pueen encontrar degeneraciones retinianas periféricas con hemeralopía. Se han observados chalaziones de repetición. HEMOCROMATOSIS 1. Concepto Es una afección hereditaria autosómica recesiva por sobrecarga de hierro debido a una hiperabsorción intestinal. El gen determinante principal está localizado en el cromosoma 6 cerca de los genes HLA de la clase I. Existe una asociación significativa con el histogrupo HLA-A3 (93). Su prevalencia es del 0,1%. 2. Manifestaciones generales y pruebas diagnósticas La enfermedad se hace sintomática a partir de los 30 años (en la mujer algo más tardiamente) (94). Las formas evolucionadas muestran astenia, apatía, hepatomegalia (que puede evolucionar hacia una cirrosis o un hepatocarcinoma), una característica hiperpigmentación cutánea, artropatía pseudogotosa de las segunda y tercera metacarpofalanges y, a veces, un reumatismo crónico difuso. Son frecuentes alteraciones endocrinas: diabetes insulindependiente e hipogonadismo con impotencia o amenorrea. Ocasionalmente se observa cardiomiopatía con alteración del ritmo, más rara es la presencia de insuficiencia cardíaca. A menudo se diagnostica la enfermedad en fase asintomática, en un control familiar o bien con prue- Capítulo IX. bas biológicas como hipersideremia (superior a 22 mg/l para el hombre y 20 mg/l para la mujer) con coeficiente de saturación de la transferrina elevado (por encima del 45%; sugerente si más del 62% y típica + 80%) y, sobre todo, hiperferritinemia (superior a 300 mg/l en el hombre y 200 mg/l en la mujer, y casi patognomónica si pasa de 1.000 mg/l). La punción hepática con estudio ponderal del hierro confirma el diagnóstico. Se debe hacer el diagnóstico diferencial con sobrecargas secundarias de hierro (hemosiderosis) consecuentes a transfusiones repetidas, de enfermedad alcohólica del hígado y de la anemia hemolítica crónica. 3. Manifestaciones oculares El hierro se deposita en los tejidos oculares: epitelio conjuntival (25%) y corneal (cerca del limbo, córnea pseudo verticillata) (95), esclera, epitelio cuerpo ciliar, borde libre de los párpados, más raramente en la papila y epitelio pigmentario de la retina. Se estima que las lesiones retinianas (96), y algunas cristalinianas (catarata subcapsular posterior) son debidas a la diabetes secundaria (97). Es frecuente encontrar un ojo seco (98). En términos generales, las alteraciones visuales son menos importantes, que las de una siderosis consecuente a un cuerpo extraño intraocular de hierro. Enfermedades endocrinas y metabólicas 331 ciadas a un síndrome abdominal agudo, trastornos psiquiátricos (depresión, confusión y alucinaciones) y un síndrome neurológico complejo. La orina toman color de vino de oporto tras la exposición a la luz. La concentración de porfirias urinarias determina el tipo. 3. Manifestaciones oculares Las manifestaciones oftalmológicas son raras pero dramáticas. En la porfiria aguda intermitente (99) aparecen alteraciones neurooftalmológicas durante las crisis, de forma brusca, aunque no dejan secuelas (parálisis oculomotoras, en especial del III par), ceguera cortical por edema occipital y retinopatía de tipo hipertensivo. Fuera de las crisis y en otras formas de porfirias, encontraremos lesiones debidas a una fotosensibilización (párpados con lesiones bullosas, ectropion cicatricial, madarosis y distiquiasis, queratopatía en banda, conjuntiva con lesiones bullosas y simblefaron). Se ha descrito escleromalacia, próxima a las inserciones de los músculos horizontales que puede provocar una perforación del globo. Se ha reportado también atrofia óptica y alteración en la visión de los colores tipo deuteranomalías. SÍNDROME CEREBROHEPATORRENAL DE ZELLWEGER PORFIRIAS 1. Concepto 1. Concepto Son el resultado de la alteración de la biosíntesis del hema, que entra en la constitución de numerosas hemoproteínas y de la mioglobina. Las porfirias constitruyen un grupo de carencias enzimáticas, de expresión clínica muy variada, que no tienen en común más que una elevación en la excreción de las porfirinas. Se distinguen las porfirias eritropoyéticas y hepáticas, según que el lugar de la hiperproducción de las porfirinas sea la médula o el hígado. Son una excepción las porfirias cutáneas que pueden ser adquiridas y no hereditarias. Factores ambientales como la exposición solar, stress, alcohol, tratamientos hormonales y barbitúricos, pueden ser desencadenantes de las mismas. Es un síndrome polimalformativo, de herencia ligada al cromosoma X. Biológicamente hay un aumento del ácido prostanoico y pipecólico y largas cadenas de ácidos grasos. Es la forma más precoz y grave de los trastornos peroxisomales causada por la ausencia o la severa disminución de peroxisomas. La supervivencia es de sólo algunos meses tras el nacimiento. 2. Manifestaciones generales Presentan frente alta, micrognatia, hipertelorismo, hipotonía, retraso del desarrollo psicomotor, hepatomegalia, quistes y distrofia renal (100,101). 2. Manifestaciones generales 3. Manifestaciones oculares Las tres principales porfirias hepáticas (porfiria aguda intermitente, coproporfiria hereditaria y la porfiria variegata ) son de transmisión autosómica dominante. Pueden manifestarse de forma repentina, aso- Oftalmológicamente muestran disgenesia del segmento anterior, glaucoma, cataratas, degeneración tapeto-retiniana y microftalmía. 332 Manifestaciones oftalmológicas de las enfermedades generales GOTA 1. Concepto Es consecuencia de una hiperuricemia (superior a 70 mg/l en el hombre y 60 mg/l en la mujer) primaria o secundaria. La gota se presenta con variados cuadros clínicos. 2. Manifestaciones generales En la forma primaria, es familiar, y aparece sólo en el hombre. Es asintomática durante largo tiempo y se expresa con crisis agudas de monoartritis recidivantes. Es típica la localización a nivel de la articulación metatarso-falangica del dedo pulgar. Los accesos sobrevienen a intervalos de varios meses, lo que guarda relación con fagocitosis leucocitaria intrasinovial de los cristales de urato. En el estadío de gota tofosa se forman tofos intra o extraarticulares. Los tofos son concreciones de cristales de urato con capacidad deformante y destructora. En esta fase puede instalarse un reumatismo gotoso crónico con lesiones de osteolisis, manifestaciones renales y urológicas, relacionadas con la hiperuraturia y con la precipitación de cristales de urato. Preceden o complican estos estadíos la litiasis renal úrica y la insuficiencia renal por nefropatía úrica. 3. Manifestaciones oculares — Iritis: es excepcional. Muy dolorosa, con marcado tyndall, pero poco sinequiante. Coincide con la presencia de tofos en conjuntiva o esclera. — Distrofia úrica de la córnea: constituída por opacidades amarillentas subepiteliales, localizadas cerca del limbo y que se extienden hacia el centro corneal. Puede acompañarse de ulceraciones y neovascularización corneal. Su aparición es poco frecuente. Se origina por depósitos de cristales de urato sódico. — Hipertensión ocular o glaucoma crónico de ángulo abierto. — Hialosis asteroide: se muestra como pequeñas opacidades blanco-amarillentas (favorecidas por la hiperuricemia) que se desplazan con los movimientos del ojo. — Pinguéculas (102). — Con frecuencia se encuentra una especial sensibilidad al examen fïsico ocular que se sigue de un enrojecimiento conjuntival. ALBINOIDISMO O FALSO ALBINISMO: SÍNDROMES DE DONALDSON-FITZPATRICK; BERGSMA Y KAISER-KUPER; APERT; WAANDERBURG Y MENKE (KINKY HAIR) 1. Concepto Son numerosas afecciones que tienen una hipopigmentación ocular y cutánea, y aparentan falsos albinismos. Las alteraciones oculares se diferencian del albinismo verdadero, por la ausencia de nistagmus, de anomalías de las vías visuales y de hipoplasia de la fóvea. La conservación de la agudeza visual es lo habitual. 2. Manifestaciones generales y oculares El falso albinismo puede ser aislado y descubierto, por casualidad, por su iris transiluminable y el fondo de ojo con escasez de pigmento. Estos síntomas constituyen el síndrome llamado «albinoidismo» o «falso albinismo». Son causa de este síndrome una serie de afecciones de transmisión es autosómica dominante y con tirosinasa normal. Una excepción es el «síndrome de Menke», cuya transmisión está ligada al sexo Albinoidismo aislado: Dos cuadros clínicos se han descrito: el albinoidismo oculo-cutáneo de Donaldson-Fitzpatrick (transiluminación iridiana difusa y melanosomas cutáneos normales) y el albinoidismo oculo-cutáneo puntiforme de Bergsma y KaiserKuper (defecto de pigmentación del iris y eritema polimorfo). Síndrome de Apert: Es una craneoestenosis asociada a una sindactilia de pies y manos, que se acompaña, de forma no constante, de hipopigmentación de la piel, cabellos, iris y retina. Son casos esporádicos. Síndrome de Waardenburg: Enfermedad que afecta por igual a los dos sexos y todas las razas (103,104). Se caracteriza por la mecha blanca frontal, calvicie precoz, hipomelanosis de cejas, pestañas y pilosidad corporal. En la piel manchas de hipopigmentación (8-50% casos). Son típicas la sordera y el ensanchamiento de la base de la nariz. Oftalmológicamente se caracteriza por desplazamiento lateral del canto interno, anisocromía o hipocromía de iris (bilateral) y anomalías pigmentarias de la retina (sin afectación de la visión). Síndrome de Menke (kinky hair): Esta rara enfermedad se caracteriza por un defecto de la absorción intestinal del cobre. Asocia una degeneración multifocal cerebral y cerebelosa a una despigmentación postnatal. Capítulo IX. ADRENO-LEUCODISTROFIAS 1. Concepto Afección metabólica, genética, ligada al cromosoma X. Se manifiesta por alteraciones neurológicas severas y precoces, relacionadas con modificación de la mielina por defecto de la beta-oxidación peroxisomial (105). 2. Manifestaciones generales y pruebas diagnósticas Se caracteriza por espasticidad, epilepsia y sordera. La existencia de poli-neuropatías y de insuficiencia medulosuprarrenaliana con pigmentación cutánea es habitual. El diagnóstico biológico se hace por la elevación sérica de los ácidos grasos de cadena larga. 3. Manifestaciones oculares La ceguera por neuropatía óptica o afectación retro-quiasmática es frecuente (106). No es raro la presencia de un estrabismo (107). LEUCODISTROFIA METACROMÁTICA 1. Concepto y manifestaciones generales Esta afección de transmisión recesiva, forma parte de las alteraciones peroxisomiales y está unida a un déficit de arilsulfatasa A (108). 2. Manifestaciones generales Existen diversas formas clínicas en el adulto. Su expresión neurológica es variable: espasticidad, demencia progresiva, alteraciones psiquiátricas, distonías y epilepsia. La RMN muestra una hiperseñal difusa de la substancia blanca. 3. Manifestaciones oculares Es posible observar atrofia óptica y retinopatía pigmentaria. BIBLIOGRAFÍA 1. Galh WA, Reed GF, Thoene JG y col. Cysteamine therapy for children with nepropathic cystinosis. New. Engl J Med. 1.987; 316: 971-977. Enfermedades endocrinas y metabólicas 333 2. Marrakchi S, Lasram L, Bouguila H, Barbirou I, Ouertani A, Ayed S. Apport de l’examen ophtalmologique au diagnistique des nephropaties familiales. À propos de 10 cas. J Fr Ophtalmol. 1994; 17: 238-241. 3. Libert J, Danis P. Diagnostique de maladies lysosomiales de stokage par l’etude ultraestructurale de la biopsie conjonctivale. Bull Mem Soc Fr Ophtalmol. 1982; 93; 144-150. 4. Hachet E, Andre JL, Crance J, Raspiller A. Les manifestations ophtalmologiques de la cystinosis infantile. 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