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Document downloaded from http://www.elsevier.es, day 05/06/2017. This copy is for personal use. Any transmission of this document by any media or format is strictly prohibited. Med Clin (Barc). 2011;136(10):447–453 www.elsevier.es/medicinaclinica Conferencia clı́nicopatológica Varón subsahariano de 34 años con epigastralgia y vómitos de cinco meses de evolución 34-year old sub-saharan male with epigastralgia and vomits for five months evolution Angel Domı́nguez-Castellano a,* y José Molina Gil-Bermejo b, Sociedad Andaluza de Enfermedades Infecciosas (SAEI) a b Unidad Clı́nica de Enfermedades Infecciosas y Microbiologı´a, Hospital Virgen Macarena, Sevilla, España Unidad Clı´nica de Enfermedades Infecciosas, Microbiologı´a y Medicina Preventiva, Hospital Virgen del Rocı´o, Sevilla, España I N F O R M A C I Ó N D E L A R T Í C U L O Historia del artı´culo: Recibido el 4 de agosto de 2010 Aceptado el 5 de octubre de 2010 On-line el 8 de diciembre de 2010 Varón de 34 años, natural de Liberia, con residencia en España desde 1992. Desde entonces sólo habı́a viajado en dos ocasiones a Francia y Portugal, respectivamente. Referı́a contactos heterosexuales de riesgo frecuentes, pero negaba hábitos tóxicos ni transfusiones previas de hemoderivados. Realizó un intento de autolisis en 1994 que llevó a cabo mediante la ingesta de cápsulas cuya composición no recordaba y que le produjeron intensa pirosis. Recibió tratamiento exclusivamente con antiácidos y no se realizaron pruebas diagnósticas en este sentido. El paciente consultó en nuestro centro en julio de 2001 por un cuadro de epigastralgia de ritmo cólico, con náuseas y vómitos, que venı́a apareciendo de manera intermitente durante los últimos 5 meses. En el último mes el cuadro se habı́a agudizado, presentando episodios de dolor cada vez más frecuentes y evitación de la ingesta por este motivo, con quebrantamiento del estado general. Referı́a una pérdida de peso ponderada en unos 7 kg a lo largo de todo este proceso. No habı́a registrado fiebre ni cambios en el hábito intestinal. Tampoco habı́a objetivado productos patológicos en las heces. El resto del interrogatorio dirigido por órganos y aparatos no reveló otros sı́ntomas. Tras repetidas consultas en el servicio de Urgencias, ingresó finalmente en planta de hospitalización por la refractariedad de los sı́ntomas a pesar del tratamiento ambulatorio. A su ingreso en planta, el paciente presentaba un estado general preservado, aunque afectado por el dolor abdominal. La presión arterial era de 90/50 mmHg, con frecuencia cardiaca de 85 lpm. Estaba afebril y eupneico y presentaba adecuada hidratación de * Autor para correspondencia. Correo electrónico: saei.secretariatecnica@gmail.com (A. Domı́nguez-Castellano). piel y mucosas, que estaban normocoloreadas y no presentaban lesiones. No habı́a muguet oral. La auscultación cardiorrespiratoria era normal y el abdomen doloroso a la palpación del epigastrio, sin defensa ni signos de irritación peritoneal, sin objetivarse masas ni visceromegalias. Las extremidades inferiores eran normales. No se palparon adenopatı́as en ningún territorio. El paciente pesaba 66 kg y su talla era de 173 cm (ı́ndice de masa corporal 22 kg/m2). Con motivo de los signos y sı́ntomas referidos, en la primera semana de su hospitalización fueron realizadas diferentes pruebas de imagen, entre las que se incluyeron una radiografı́a de tórax (informada como normal), un tránsito gastroduodenal, una ecografı́a y una tomografı́a computarizada (TC) abdominal. El tránsito reveló una disminución del calibre del tercio medio esofágico a nivel de la impronta esofágica de la aorta (unos 3 cm), con mucosa respetada, lo cual sugerı́a compresión extrı́nseca, ası́ como un estómago distendido con gas. La TC de abdomen con contraste objetivó un infiltrado pulmonar difuso bilateral, con mı́nimo derrame pleural bilateral, ası́ como edema de la pared intestinal, con dilatación gástrica, colónica y vesicular, sin hallarse otras alteraciones en el resto de los órganos. Se practicó finalmente una endoscopia oral que no evidenció anomalı́a alguna en el esófago, y sólo describı́a una mucosa antral y duodenal friables con petequias que sangraban al roce del endoscopio, y de las que se tomaron biopsias al azar. Los estudios de laboratorio preliminares incluyeron un perfil bioquı́mico completo con los siguientes valores: creatinina 0,7 mg/ dL; urea 30 mg/dL; Na 125 mEq/L; K 4,4 mEq/L; Ca total 6,6 mg/dL; fósforo 3,3 mg/dL; proteı́nas totales 3,7 g/dL; creatinfosfocinasa y lactatodeshidrogenasa (LDH) normales. La bioquı́mica hepática completa fue normal. En el proteinograma destacaba albúmina 1,5 g/dL y gammaglobulinas 0,8 g/dL, con inmunoglobulina (Ig) G e IgA normales e IgM de 18,60 mg/dL. El factor reumatoide y 0025-7753/$ – see front matter ß 2010 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.medcli.2010.10.001 Document downloaded from http://www.elsevier.es, day 05/06/2017. This copy is for personal use. Any transmission of this document by any media or format is strictly prohibited. 448 [()TD$FIG] A. Domı´nguez-Castellano, J. Molina Gil-Bermejo / Med Clin (Barc). 2011;136(10):447–453 antiestreptolisina eran normales. La proteı́na C reactiva era de 29,9 mg/L y la velocidad de sedimentación globular de 6 mm/h. Los marcadores tumorales estaban en el intervalo normal. En el hemograma se observaba: leucocitos 11,4 109/L (neutrófilos 7,3 109/L [64,1%]; linfocitos 2,9 109/L [25,7%]; monocitos 0,7 109/L [6,4%] y eosinófilos 0,4 109/L [3,8%]); plaquetas 323 109/L y hemoglobina 104 g/L (volumen corpuscular medio 99,7 fL; hemoglobina corpuscular media 32,6 pg y amplitud de distribución eritrocitaria normal). El estudio de metabolismo del hierro describió unas cifras de sideremia de 32 mg/dL, transferrina 111 mg/dL, ı́ndice de saturación de transferrina 24% y ferritina 49 mg/L. Un estudio de anemias posterior no reveló datos de hemólisis, y describió un frotis poco expresivo, catalogando el cuadro como una anemia regenerativa. Fue solicitado un estudio hormonal que incluyó cortisol, hormona adrenocorticotropa, y hormonas tiroideas, que fue normal. El estudio de autoinmunidad (anticuerpos antinucleares, anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos y anticuerpos antimembrana basal) fue igualmente normal o negativo. Entre los estudios iniciales de microbiologı́a se incluyeron baciloscopias seriadas de orina negativas y, por último, una serologı́a frente al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) que resultó positiva. A su ingreso el paciente recibió una dosis de 100 mg de hidrocortisona por la sospecha de insuficiencia suprarrenal, sin mejorı́a del cuadro clı́nico. Se prescribió nutrición parenteral y tratamiento sintomático por la imposibilidad de mantener nutrición adecuada por vı́a enteral. Tras verificarse la positividad de la serologı́a para VIH, el paciente fue trasladado a camas del Servicio de Enfermedades Infecciosas en el dı́a +5. El dı́a +9 comenzó con un cuadro progresivo de disnea y deterioro del estado general, con taquipnea a 42 rpm, frialdad, sudoración e hipotensión (80/60 mmHg), con una saturación en sangre arterial del 92%. En la radiografı́a de tórax se objetivó un infiltrado intersticial bilateral (figs. 1–3), por lo que se inició tratamiento empı́rico con oxigenoterapia a alto flujo, cotrimoxazol a dosis terapéuticas, gangiclovir y esteroides sistémicos, con respuesta parcial del cuadro y mejorı́a del estado general. En los dı́as posteriores se recibieron tinciones e inmunofluorescencia en esputo para Pneumocystis jirovecii negativas, y antigenemia y reacción en cadena de la polimerasa para citomegalovirus (CMV) negativas. La carga viral del VIH fue de 74.800 copias/mL y los linfocitos CD4 de 2.750 células/mL. Los sucesivos hemogramas de control revelaron unas cifras de hemoglobina de 89 g/L, leucocitos de 14,9 109/L, con 8,3 109 neutrófilos/L (55,9%), 4 109 linfocitos/L (26,7%), 1 109 monocitos/L (6,6%) y 1,49 109 eosinófilos/L eosinófilos (10%), con cifras de plaquetas normales (359 109/L). El dı́a +12 el paciente presentó una crisis convulsiva tónicoclónica, tras la que quedó poscrı́tico, con mala situación clı́nica e importante taquipnea. Le fue realizado un estudio de TC craneal de manera urgente (posteriormente informado como normal), pero durante la realización de la prueba sufrió una parada cardiorrespiratoria y fue finalmente exitus. Se recibió post mórtem un nuevo hemograma que revelaba una anemización importante con cifras de hemoglobina de 65 g/L. Fue solicitada necropsia, que dio el diagnóstico. Diagnóstico diferencial Dr. Ángel Domı́nguez Castellano. El caso que nos ocupa trata de un varón de 34 años, natural de Liberia, con residencia en España desde 1992. No habı́a realizado ningún viaje durante este perı́odo, pero sı́ contactos sexuales de riesgo. A su ingreso referı́a Figura 1. Radiografı́a de tórax al dı́a 9, donde se objetivó un infiltrado intersticial bilateral. [()TD$FIG] Figura 2. TAC de abdomen, donde se observa edema de la pared intestinal, con dilatación gástrica, colónica y vesicular. epigastralgia intensa, vómitos de 5 meses de evolución, disminución de la ingesta y pérdida de peso. No tenı́a fiebre ni diarrea. Entre los datos analı́ticos sólo destacaba un nivel de sodio de 125 mmol/L, proteı́nas totales 3,7 g/dL y albúmina 1,5 g/dL. En el hemograma no habı́a leucocitosis, pero sı́ signos de anemia regenerativa (hemoglobina entre 65 y 104 g/L). La cifra de eosinófilos al ingreso fue de 0,4 109/L (1,5 109/L el dı́a + 9 de ingreso). Se le solicitó una serologı́a frente al VIH que fue positiva, con una cifra de linfocitos CD4 de 2.750 células/mL (confirmado). Document downloaded from http://www.elsevier.es, day 05/06/2017. This copy is for personal use. Any transmission of this document by any media or format is strictly prohibited. A. Domı´nguez-Castellano, J. Molina Gil-Bermejo / Med Clin (Barc). 2011;136(10):447–453 Entre las pruebas de imagen destacaban una radiografı́a simple de abdomen y una ecografı́a abdominal en las que se apreciaba una importante dilatación de la cámara gástrica y del intestino delgado proximal. En una TC de tórax y abdomen, practicada en el dı́a +5 de ingreso, se observaba un infiltrado pulmonar difuso pulmonar bilateral, edema de la pared intestinal y dilatación gástrica, colónica y vesicular. La evolución fue la siguiente: el paciente sufrió un empeoramiento progresivo, a pesar del tratamiento instaurado, con insuficiencia respiratoria, hipotensión, convulsiones tónico-clónicas y fallecimiento en el dı́a +12 del ingreso. Por tanto, nos encontramos ante un caso con los siguientes puntos claves, que nos serán de utilidad para iniciar la discusión: inmigrante de un paı́s subsahariano, residente en nuestro paı́s desde hacı́a años, con un cuadro caracterizado por afectación digestiva (epigastralgia y dilatación gastrointestinal), pulmonar (infiltrado difuso) y de sistema nervioso central -SNC- (convulsión tónico-clónica), con infección por el VIH, que terminó provocándole el fallecimiento a los pocos dı́as del ingreso. A la hora de plantear el diagnóstico diferencial podemos tomar como punto de partida la patologı́a digestiva de la población general en occidente, ya que nuestro paciente llevaba viviendo en nuestro paı́s un largo perı́odo de tiempo. En este grupo podemos pensar en patologı́as que producen distensión gastrointestinal de naturaleza médica, como una insuficiencia suprarrenal, cuadro en el que pensaron los clı́nicos que atendı́an al paciente, pero que descartaron poco después ante la nula respuesta a la hidrocortisona, o una pancreatitis aguda, una porfiria aguda intermitente, un saturnismo o una lúes; o patologı́as del campo de la Cirugı́a, como vólvulos, hernias raras (por ejemplo, hernia duodenal), compresión de la arteria mesentérica, el sı́ndrome de Bouveret (un tipo infrecuente de ı́leo biliar producido por la obstrucción a nivel duodenal tras la migración de un cálculo biliar a través de una fı́stula colecistogástrica o colecistoduodenal), etc. ? Figura 3. TAC de tórax. Se observa infiltrado pulmonar difuso bilateral, con mı́nimo derrame pleural bilateral. 449 Pero ninguno de ellos justifica convincentemente la duración de los sı́ntomas durante más de 5 meses ni la patologı́a pulmonar y neurológica posterior tan hiperaguda y mortal. El siguiente ‘‘camino’’ a tomar serı́a partir de la patologı́a digestiva de la población con infección por el VIH en occidente. Ahı́ tenemos múltiples patologı́as como las esofagitis y gastritis con o sin úlceras (por CMV o por virus herpes simple tipo I), la infección por Cryptosporidium, Isospora, Microsporidia, Ciclospora o Giardia. Sin embargo, ninguna de estas infecciones tiene un cuadro cı́nico compatible con lo que tenı́a nuestro paciente ni al inicio y menos aún en la evolución posterior. Los tumores asociados a la infección por el VIH requieren una mención aparte; es el caso de los linfomas no hodgkinianos (linfoma de cavidades, linfomas intestinales o linfomas primarios del SNC), el sarcoma de Kaposi o el linfoma tipo Burkitt. Estos tumores podrı́an explicar muchas de las manifestaciones clı́nicas que presentaba nuestro paciente1. No obstante, consideramos que la ausencia de adenopatı́as, la clı́nica, los hallazgos endocópicos y la escasa posibilidad de que un linfoma en un paciente con VIH, por ejemplo, afecte a la vez al intestino y al SNC, hace poco probable que nos hallemos ante este diagnóstico, pero no podemos descartar completamente que alguno de ellos estuviera presente en nuestro caso. El último ‘‘camino’’ que podemos emprender para el diagnóstico del caso es el de la patologı́a digestiva en el trópico. No podemos olvidar que el enfermo procedı́a de Liberia, un paı́s del área subsahariana, al oeste de África. A partir de aquı́ podemos seguir la ley clásica en Medicina ‘‘del paraguas y la gabardina’’. Es decir, que el paciente puede tener varias patologı́as simultáneas y no relacionadas: por ejemplo, una afectación abdominal propia del trópico y una patologı́a pulmonar debido a su infección por el VIH. Por tanto, podemos plantearnos dos preguntas. La primera: Tenı́a el paciente un esprue tropical con malabsorción? Este cuadro se caracteriza por diarrea crónica de más de dos meses de evolución con pérdida ponderal importante, más un cuadro de malabsorción con glositis, anemia megaloblástica, depresión, letargia, valores bajos de vitamina B12 y ácido fólico, hipoalbuminemia y edemas. En el estudio baritado se observa una dilatación de asas de yeyuno y fragmentación del contraste2. El cuadro, como se ha indicado anteriormente, es de desarrollo crónico, se caracteriza por diarrea y no cabrı́a esperar el desarrollo final que tuvo el paciente que estamos comentando. La segunda pregunta: Tenı́a el paciente un infiltrado pulmonar secundario a una infección oportunista en el contexto de su infección por el VIH? Estas infecciones podrı́an ser por P. jirovecii, CMV, infecciones bacterianas o tuberculosis, entre otras. La presentación clı́nica, una inmunofluorescencia para Pneumocystis jirovecii y baciloscopias de esputo negativas, una antigenemia y la reacción en cadena de la polimerasa en sangre periférica de CMV negativas, la nula respuesta al tratamiento antimicrobiano instaurado (ganciclovir y cotrimoxazol) y el alto valor de CD4 hacen también improbables estas posibilidades3. Por todas estas razones, si buscamos un diagnóstico único que explique el intenso dolor y la distensión abdominal, junto con la anemia y la eosinofilia en un paciente procedente del trópico (área subsahariana), independientemente de que tenga o no una infección por el VIH, claramente nos daremos cuenta de que estamos ante una parasitosis. Ante una grave y mortal parasitosis. Las infestaciones por parásitos que podı́an explicar algunos de estos signos y sı́ntomas, ası́ como una eventual afectación pulmonar o del SNC, serı́an, en principio: Diphyllobothrium latum, Ancylostoma duodenale, Entamoeba histolytica, Trichuris trichiura, Schistosoma mansoni y Strongyloides stercoralis4,5. Diphyllobothrium latum no es propio de esta zona; además, produce anemia megaloblástica por déficit de vitamina B12, mientras que el paciente tenı́a una anemia normocı́tica. ? [()TD$FIG] Document downloaded from http://www.elsevier.es, day 05/06/2017. This copy is for personal use. Any transmission of this document by any media or format is strictly prohibited. 450 A. Domı´nguez-Castellano, J. Molina Gil-Bermejo / Med Clin (Barc). 2011;136(10):447–453 Ancylostoma duodenale produce la uncinariasis, caracterizada por anemia ferropénica y, en casos de enfermedad grave, hipoproteinemia y malabsorción. Puede producir también neumonitis con pequeñas hemorragias e infiltrados pulmonares en la fase migratoria larvaria. Trichuris trichiura produce una diarrea irritativa o ulceración del colon/recto, con anemia e hipoalbuminemia. En ocasiones hay que hacer el diagnóstico diferencial con la enfermedad inflamatoria intestinal. Suele existir una frecuente coinfección con otros helmintos y/o protozoos. Entamoeba histolytica produce abdominalgia intensa, diarreas con sangre y moco, úlceras de mucosa e incluso peritonitis por perforación. La forma extraintestinal más común es el absceso hepático, pero otras formas son la neumonı́a o pleuritis amebiana, e incluso la cerebral. El cuadro clı́nico del paciente podrı́a encuadrarse dentro de una forma extraintestinal grave y diseminada, pero parece poco plausible. Además, la ausencia de diarrea colónica previa hace improbable el diagnóstico. Los huevos de Schistosoma mansoni producen, en la fase crónica de la enfermedad, una reacción inflamatoria en la mucosa, que se manifiesta como un dolor abdominal intenso con diarrea acompañada de sangre y pérdida de peso. Los huevos transportados hasta el hı́gado producen fibrosis periportal y, con el tiempo, hipertensión portal. Puede existir afectación de otros órganos como pulmón, cerebro o canal medular. Precisamente la ausencia de diarrea y larga cronicidad de esta parasitosis descartan este diagnóstico. Por último, Strongyloides stercoralis. Es un geohelminto de distribución mundial, pero, a pesar de ello, un gran olvidado de la Medicina6,7. Este nematodo tiene dos formas de vida: una parasitaria y otra libre, en el suelo. Presenta tres formas de desarrollo: adulto, larva rabditiforme y larva filariforme (que es la infectiva). Caracterı́sticamente, tiene un ciclo autoinfectivo que permite que los helmintos adultos puedan permanecer en el intestino durante mucho tiempo, incluso más de 30 años. Los sı́ntomas y signos de su infestación son: dolor abdominal, epigastralgia, diarrea, pérdida de peso, prurito, dermatitis por larva migrans, anemia y eosinofilia8. A veces, la clı́nica es tan paucisintomática que sólo se manifiesta con elevación de los eosinófilos, por lo que es una de las causas más frecuentes de eosinofilia crı́ptica por parasitosis. Sin embargo, en ocasiones se manifiesta de forma virulenta y explosiva como un sı́ndrome de hiperinfestación. Dicho sı́ndrome se produce cuando se rompe el equilibrio entre la inmunidad y el parásito en situaciones como leucemia, alcoholismo, malnutrición, tratamiento con corticoides o inmunodepresores, infección por el VIH y/o HTLV-1, trasplantes, etc. Se produce una diseminación sistémica de las larvas filariformes, con afectación multiorgánica. La mortalidad puede llegar al 90%8. La eosinofilia, hallazgo diagnóstico común en las parasitosis, está usualmente presente en la estrongiloidiasis sin hiperinfección, pero frecuentemente ausente en la enfermedad diseminada. De hecho, la eosinopenia es un signo de mal pronóstico. En los pacientes con infección por el VIH, la carencia de eosinofilia y los bajos valores de IgE están asociados con alta mortalidad, lo que indica una pobre respuesta inmune9, como probablemente ocurrió en el caso que nos ocupa. La patogenia de este sı́ndrome serı́a la siguiente: en pacientes con alteración de la inmunidad celular se producirı́a una replicación incontrolada del parásito. Un importante porcentaje de larvas rabditiformes mudarı́an a larva filariforme, penetrando de forma masiva en la mucosa intestinal e invadiendo múltiples tejidos, como corazón, hı́gado, tiroides, paratiroides, glándulas suprarrenales, próstata, páncreas, nódulos linfáticos, riñones, vejiga, ovarios y SNC9. Suele producirse sepsis, meningitis, peritonitis o endocarditis por microorganismos entéricos que alcanzan los tejidos transportados en la cutı́cula externa de las larvas. La mayorı́a de los pacientes fallecen generalmente con signos de sepsis y fallo multiorgánico10. La clı́nica del sı́ndrome de hiperinfestación por Strongyloides stercoralis en los pacientes con infección por el VIH es similar a la de los pacientes con otras inmunodeficiencias. Los pacientes presentan sı́ntomas gastrointestinales como náuseas, vómitos, anorexia, dolor abdominal difuso severo o intensa epigastralgia, sangrado digestivo alto o bajo que puede llegar a ser masivo, con importante distensión abdominal9. El cuadro clı́nico respiratorio se produce por la infiltración larvaria de los espacios vasculares y alveolares y da como resultado edema pulmonar, bronconeumonı́a y microhemorragias intraalveolares que producen neumonitis, sı́ndrome de distrés respiratorio del adulto y fallo multiorgánico11–13. Las alteraciones neurológicas que se observan en este sı́ndrome van desde la confusión mental al estupor y coma, y puede haber crisis convulsivas. La causa más frecuente de afectación del SNC es la siembra hematógena de las meninges durante la bacteriemia, generalmente por bacilos gramnegativos, aunque es posible una invasión de las larvas al SNC14. El diagnóstico se realiza a partir de la sospecha clı́nica y la presencia de larvas en el lavado bronquioalveolar obtenido por fibroboncoscopia o en biopsias de los tejidos afectados15–17. Otros geohelmintos, como Trichuris trichura, pasan del suelo, en el que viven en estado libre, hasta el intestino humano, donde viven como parásitos, a través de la vı́a digestiva. Sin embargo, al Strongyloides stercoralis no parece gustarle el camino fácil. Su ciclo vital es como una aventura, porque penetra por la piel intacta y llega al intestino a través de un camino rocambolesco: las larvas infectantes filariformes penetran por la piel, entran al sistema linfático, después pasan al sistema venoso y, a través del corazón derecho, llegan a los pulmones (fig. 4). Allı́ atraviesan los alvéolos y migran hacia el árbol traqueobronquial, donde son tragadas, llegando al duodeno (figs. 5 y 6), donde atraviesan la mucosa y maduran a helminto adulto. El nematodo femenino puede albergar más de 40 huevos dentro de ella. En la luz intestinal, los huevos se desarrollan a larva rabditiforme, que son excretados con las heces. Un determinado porcentaje de larvas rabditiformes puede mudar a larva filariforme, penetrando por la mucosa intestinal a nivel colónico o ileocecal, o por la piel perianal, estableciendo ası́ la ‘‘autoinfección’’ endógena. La ‘‘tasa’’ de autoinfección se cree que es regulada por la inmunidad mediada por células. En algunos casos (inmunodeprimidos), la multiplicación del S. stercoralis es incontrolada, llevando al sı́ndrome de hiperinfestación o estrongiloidiasis diseminada9. Llegado a este punto, nos podrı́amos preguntar si es posible que [()TD$FIG]se produzca este sı́ndrome en un paciente, como el nuestro, que Figura 4. Larva pulmonar. Document downloaded from http://www.elsevier.es, day 05/06/2017. This copy is for personal use. Any transmission of this document by any media or format is strictly prohibited. [()TD$FIG] A. Domı´nguez-Castellano, J. Molina Gil-Bermejo / Med Clin (Barc). 2011;136(10):447–453 451 cuadro clı́nico es compatible con una hiperinfestación por Strongyloides stercoralis en un paciente con infección por el VIH. Pero entonces queda una ‘‘pieza suelta del puzzle’’ sin resolver, por qué tenı́a el paciente una cifra de CD4 tan elevada (2.750 células)? Pues bien, entre las causas que predisponen al sı́ndrome de hiperinfestación están aquellas procesos que provocan inmunodepresión, entre ellos la infección por virus inmunosupresores como el VIH, pero también, y aún más, el HTLV-120–23. A pesar de que el Strongyloides stercoralis es el único nematodo implicado en infecciones diseminadas en personas con VIH/sida, actualmente ya no se incluye como infección oportunista en la clasificación del Centers for Disease Control. El sı́ndrome de hiperinfestación fue inicialmente considerado como enfermedad indicadora de sida también por la OMS, pero no fue confirmado posteriormente, puesto que solamente se han descrito varias docenas de casos en pacientes infectados por el VIH2,24,25. Cabe la posibilidad de que encontrar estrongiloidiasis en personas infectadas con VIH sea debido a causas indirectas, como el sı́ndrome de emaciación asociado al VIH, el uso de esteroides para la pneumocistosis severa o la frecuente co-infección por HTLV-1, un retrovirus que también es inmunodepresor24. En un interesante artı́culo de Fantry et al se describe a pacientes con coinfección por el VIH y HTLV-1 con cifras de linfocitos CD4 de hasta 5.300 células, pero con enfermedades oportunistas provocadas por inmunodeficiencia celular, como la candidiasis o el herpes zóster diseminado. Refieren incluso que la elevación exagerada de linfocitos CD4 en pacientes con infección por el VIH debe hacernos sospechar una coinfección por el HTLV-126,27. La asociación entre HTLV-1 y Strongyloides está ampliamente descrita en la bibliografı́a. Este virus provoca una elevación de los linfocitos T helper o células CD4, pero a pesar de ello, provoca una severa inmunodepresión. Su principal célula diana son, precisamente, los linfocitos T CD4 (+), en los que persiste integrado durante toda la vida de los sujetos infectados. El virus induce una proliferación espontánea de linfocitos T, que incluso puede provocar leucemia o linfoma de células T28, y una alta producción de interferón gamma, junto con el descenso de otras interleucinas (IL), como la IL-4, IL-5, IL-13, e IgE, moléculas que participan en la defensa del organismo frente a los helmintos. Todo ello provoca que los pacientes infectados por el HTLV-1 e infestados por Strongyloides puedan acabar desarrollando un sı́ndrome de hiperinfestación y una insuficiente respuesta a la terapia29,30. ? Figura 6. Corte axial de una larva alojada en la lámina propia del tubo digestivo, entre los enterocitos. llevaba más de 15 años fuera del área endémica y que no habı́a vuelto a viajar. De hecho, tras 3-5 años de estancia, van apareciendo enfermedades propias de la población autóctona y van disminuyendo las parasitosis importadas. Sin embargo, hay una serie de parasitosis que pueden aparecer años después: Se han descrito abscesos hepáticos amebianos después de 5 años. En paludismos no tratados, P. falciparum puede permanecer durante 1-2 años, P. vivax-ovale durante 3-5 años y P. malariae durante más de 30 años. Por último, infecciones crónicas como tuberculosis, estrongiloidiasis (con su ciclo autoinfectivo) o la enfermedad de Chagas pueden reactivarse después de incluso 30 años. En un artı́culo de Etxebarria et al se describe precisamente un caso de hiperinfestación por Strongyloides stercoralis tras más de 10 años de abandonar el área endémica18. Tal es ası́, que algunos autores recomiendan la desparasitación profiláctica con ivermectina a todo paciente que vaya a recibir terapia con corticoides, si ha vivido en una zona endémica, a fin de prevenir el sı́ndrome de hiperinfestación19. Nosotros añadirı́amos a los pacientes con leucemia o trasplantes, los que van a iniciar terapia biológica o a aquellos infectados por el VIH y/o HTLV-1. Para terminar, tras recordar los puntos claves del caso que indicábamos que nos servirı́an para el diagnóstico (‘‘inmigrante de paı́s subsahariano, residente en nuestro paı́s desde hacı́a años, con un cuadro caracterizado por afectación digestiva, pulmonar y de SNC, que terminó provocándole el fallecimiento a los pocos dı́as del ingreso’’), podemos concluir, con lo dicho hasta ahora, que este Diagnóstico del Dr. Domı́nguez Castellano Nuestro juicio clı́nico final serı́a, por tanto, hiperinfestación por Strongyloides stercoralis en un paciente con infección por el VIH y posiblemente coinfectado con el HTLV-1. Dr. Juan de Dios Colmenero. Se consideró la posibilidad de realizar un aspirado gastroduodenal durante la endoscopia oral? Opino que podrı́a haber dado el diagnóstico del caso. Dr. Ángel Domı́nguez. Por lo general es el cultivo de muestras de heces el que da el diagnóstico de la entidad que se sospecha en este caso, pero en la información que se proporcionó para el caso no se disponı́a de ningún estudio microbiológico de heces. Dr. José Molina. La endoscopia se solicitó en una fase inicial del ingreso y el ı́ndice de sospecha para helmintiasis u otras parasitosis era bajo. En cambio, los datos del estudio gastroduodenal sugerı́an una alteración estructural del esófago, que finalmente no se documentó en la endoscopia. Dr. Arı́stides de Alarcón. De hecho, se realizó un único estudio de heces durante el ingreso de este paciente, pero resultó negativo. En cualquier caso, como veremos, las biopsias del antro gástrico que se realizaron durante la endoscopia fueron efectivamente diagnósticas. ? Figura 5. Larva en tubo digestivo, en la proximidad de luz vascular. [()TD$FIG] Document downloaded from http://www.elsevier.es, day 05/06/2017. This copy is for personal use. Any transmission of this document by any media or format is strictly prohibited. A. Domı´nguez-Castellano, J. Molina Gil-Bermejo / Med Clin (Barc). 2011;136(10):447–453 452 Dr. José Antonio Girón. Me llama la atención la ausencia de fiebre en todo momento, y la negatividad de los hemocultivos que supone fueron realizados a este paciente. Dr. Ángel Domı́nguez. La sepsis por bacilos gramnegativos se asocia con frecuencia al sı́ndrome de hiperinfestación por Strongyloides stercoralis. Con los datos de que se disponen, consideramos que es muy posible que el desenlace final estuviera motivado por un shock séptico en el que pudiera haber existido participación de enterobacterias. Dr. Francisco Martı́nez. Sin embargo, el hemograma de que disponemos al final de la evolución del cuadro clı́nico no sugiere en absoluto una etiologı́a bacteriana. Dr. Enrique Nuño. A qué se atribuye el cuadro neurológico final con el episodio de crisis comicial? Dr. Ángel Domı́nguez. Se ha descrito afectación del SNC en pacientes con hiperinfestación por Strongyloides por diversas causas, que incluyen la invasión de las meninges por enterobacterias favorecida por la migración transmural de las larvas filariformes intestinales, e incluso por invasión del SNC por las propias larvas. Cualquiera de estas posibilidades pudiera haber acontecido y la normalidad de la TC no las descarta. Dr. Elı́as Cañas. No hay que olvidar la posibilidad de que en este paciente, con una situación de ı́leo paralı́tico y desnutrición importante, pudieran haber coexistido trastornos hidroelectrolı́ticos graves que pudieran justificar o favorecer la aparición de convulsiones. Dr. Jesús Santos. A qué se debe la escasa relación entre la infección por el VIH y los casos de hiperinfestación por Strongyloides? Dr. Ángel Domı́nguez. Hay pocos casos descritos de pacientes con infección por VIH con hiperinfestación por Strongyloides. La inmunodepresión que produce el VIH es distinta a la que ocasiona el HTLV-1. Probablemente, los pocos casos descritos que existen en pacientes con infección por VIH no son debidos directamente a la inmunodepresión inherente al virus, sino a otras condiciones asociadas como la desnutrición, tratamiento esteoideo, etc. Dr. Jesús Rodrı́guez-Baño. Qué pruebas podrı́an haber permitido un diagnóstico más precoz en este paciente? Dr. Ángel Domı́nguez. El estudio microbiológico del lavado broncoalveolar obtenido mediante fibrobroncoscopia suele dar el diagnóstico de manera rápida, y permite iniciar tratamiento precozmente. Dr. Elı́as Cañas. El diagnóstico de la estrongiloidiasis puede ser complejo. Es necesario buscar especı́ficamente las larvas, siendo precisas muestras de heces no fijadas para visualizarlas. Es posible también cultivar las heces en medios de agar sangre. En cualquier caso, en pacientes en los que existen dudas diagnósticas o tienen riesgo epidemiológico de estrongiloidiasis, creo recomendable tratar con antihelmı́nticos, incluso empı́ricamente, en caso de que precisen iniciar tratamiento esteroideo de manera urgente. Dr. Antonio Vergara. En el caso de que se hubiera alcanzado un diagnóstico con mayor rapidez, el pronóstico del paciente se habrı́a modificado? Dr. Arı́stides de Alarcón. No es posible saberlo, el sı́ndrome de hiperinfestación por Strongyloides es un cuadro de muy mal pronóstico. Es cierto que el tratamiento esteroideo pudo haber agravado el curso de la enfermedad, pero no hemos de olvidar que éste fue instaurado cuando los infiltrados pulmonares eran ya evidentes. Dr. Elı́as Cañas. Hay poca experiencia en el tratamiento de las formas graves de estrongiloidiasis en las que, como en nuestro caso, está comprometida la absorción por la vı́a oral. Existe alguna experiencia en el uso de ivermectina subcutánea e intrarrectal, aunque ninguna de estas formas de administración están aceptadas en ficha técnica para su uso en seres humanos. Dr. Jerónimo Pachón. Aunque el curso de la enfermedad fue relativamente corto desde que este paciente fue hospitalizado (sólo 12 dı́as), creo interesante subrayar la larga evolución del proceso previa al ingreso, que es de varios meses. Considero que la estructura de consultas de que disponen actualmente la mayorı́a de nuestros centros, incluso con consultas especı́ficas de salud internacional, permite una derivación más precoz de los pacientes hacia la atención especializada y quizás en este caso habrı́a supuesto un diagnóstico más temprano y un pronóstico diferente. Discusión microbiológica Dr. José Molina Gil-Bermejo. Se recibieron post mórtem los resultados de las biopsias del antro gástrico realizadas durante la endoscopia oral. Éstas revelaron una gran cantidad de larvas filariformes de Strongyloides stercoralis alojados entre los enterocitos e invadiendo la proximidad de los vasos sanguı́neos adyacentes a la mucosa entérica. La necropsia de ambos pulmones evidenció múltiples focos parcheados de hemorragia alveolar, con daño alveolar difuso, ası́ como gran cantidad de larvas que invadı́an los septos interalveolares y la luz de los alvéolos. Todo ello permitió emitir un diagnóstico final de hiperinfestación por Strongyloides stercoralis con invasión digestiva y pulmonar. No fue realizado estudio anatomopatológico del SNC. El resultado de la necropsia resultó llamativo para los clı́nicos responsables del caso, dada la excelente situación inmunovirológica en que se encontraba la infección por VIH de este paciente. Es por ello que fue solicitada una nueva serologı́a sobre muestras de suero almacenadas del paciente ya fallecido, resultando ésta positiva para HTLV-1. Diagnóstico final 1. Hiperinfestación por Strongyloides stercoralis (invasión digestiva y pulmonar). 2. Coinfección por el VIH y HTLV-1. Conferencia celebrada en Antequera (Málaga) el 12 de junio de 2010 en el marco de la Reunión Anual de la Sociedad Andaluza de Enfermedades Infecciosas (SAEI). El Dr. Ángel Domı́nguez Castellano y el Dr. José Molina Gil-Bermejo han sido los ponentes de esta conferencia. El Dr. Julián Torre-Cisneros ha sido el responsable de la coordinación de la actividad y de la edición del manuscrito. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener conflicto de intereses. Bibliografı́a 1. Szelenvi H, Jablonowski H, Armbrecht C, Manegold C, Mauss S, Strohmeyer G. AIDS-associated gastrointestinal non Hodgkin lymphoma (NHL) has a better survival than extra-gastrointestinal NHL. Int Conf AIDS. 1993;9:406 (abstract n8 PO-B13-1627). 2. López-Vélez R, Turrientes MC. Parasitismos asociados al VIH. Medicine. 1998;7:3908–14. 3. 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