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Hernán Cortés inicia el sitio de Tenochtitlan Escrito por Genealogía de México Actualizado: 19.12.79 Genealogía de México (http://www.genealogia.org.mx) Cortés planeó rodear a Tenochtitlan hasta aislarla y así poder vencer al ejército mexica y tomar la ciudad. Para llevar a cabo su estrategia Cortés contó con sus propios hombres, armas, caballos, 13 bergantines, además de los ejércitos aliados de Texcoco y Tlaxcala. Los bergantines fueron hechos para atacar a la Gran Tenochtitlan también por las aguas del lago. De hecho los españoles sólo pudieron utilizar 12 de las naves pues una de ellas resultó defectuosa quedando al mando de ellas, Cortés. Para cercar a la capital mexica, Cortés dispuso la ubicación de sus capitanes: Pedro de Alvarado en Tlacopan, Cristóbal de Olid en Coyoacan y Gonzalo de Sandoval, en Iztapalapa. Las fuerzas de Alvarado y Olid marcharon juntas hasta llegar a Tlacopan para luego dirigirse a Chapultepec y tras rudo combate, rompieron el acueducto que surtía de agua a los mexica. Por su parte, Cuauhtémoc, después de múltiples pláticas con sus consejeros, decidió defender Tenochtitlan y anunció a su pueblo que quien intentara abandonar la lucha sería ejecutado de inmediato. Al iniciarse la marcha de los aliados tlaxcaltecas, se dieron cuenta que Xicoténcatl no estaba presente, enterándose que éste regresaba a Tlaxcala, motivo por el cual Cortés ordenó se le diera alcance y se le ahorcara por desertor. Xicoténcatl nunca fue un verdadero aliado de los españoles. Gonzalo de Sandoval partió hacia Iztapalapa auxiliado por Cortés y sus bergantines para tomar la ciudad pero fueron atacados por los mexicas cuando pasaban por el peñón de Tepopolco. Cortés desembarcó y tomó dicho peñón, acabando con los defensores del lugar. Mientras tanto, una quinientas canoas atacaban a los bergantines, sin embargo el viento le fue favorable a los españoles y las canoas fueron destrozadas en el choque con las naves enemigas. Cuauhtémoc, al comprender que sus esfuerzos por encontrar aliados era inútil siguió una táctica meramente defensiva aunque cuando tenía oportunidad lanzaba sobre Cortés su ejército, tanto en tierra como en agua. Por su parte el ejército español no escatimaba esfuerzos en su avance de perseguir y molestar constantemente a Cuauhtémoc, con el objeto de cansarlo y destruirlo poco a poco. Cuauhtémoc, sabedor de que en él estaba personificado su pueblo, acudió al Tlalocan para sujetarse a la voluntad de éste: la paz o la guerra. La decisión del Tlalocan fue rotunda: mejor morir antes que ser esclavos de los españoles, dedicándose, entonces a organizar una intensa defensa de la ciudad. Entre las medidas tomadas por los mexicas para la defensa de su ciudad sacaron a las personas que consideraron no podían ayudar en la guerra y se aprovisionaron de gran cantidad de víveres y de armas. Todo aquél que pudiera lanzar una piedra o una lanza y blandir una macana, fuera hombre, mujer o niño se aprestó a la defensa de la Gran Tenochtitlan. Los víveres, resultaron insuficientes porque ni mexicas ni españoles calcularon que el sitio se alargara tanto tiempo. Para evitar que los bergantines se acercaran a la ciudad, los mexicas colocaron grandes estacas debajo del agua que varaban las naves españolas y también hicieron profundas cortaduras en las calzadas que impidieran el avance por tierra. Los guerreros mexicas aprendieron a esquivar el fuego de los arcabuces y de los cañones, corriendo en zigzag o tirándose al suelo, al darse cuenta de la dirección que seguían los proyectiles disparados, además, contra la costumbre indígena, Cuauhtémoc emprendió combates nocturnos que si bien no tuvieron los efectos deseados sí lograron desconcertar a sus enemigos. En los combates entre los dos ejércitos la lucha era sin cuartel y, mientras, generalmente, Powered by Elxis 2009.1 (Hecate). Copyright (C) 2006-2017 Elxis.org. All rights reserved. Hernán Cortés inicia el sitio de Tenochtitlan Escrito por Genealogía de México Actualizado: 19.12.79 Genealogía de México (http://www.genealogia.org.mx) los indígenas caían en el momento de la acción, los mexicas procuraban hacerlos prisioneros para sacrificarlos, con la certeza de que eran observados por sus contrincantes. El mismo Cortés fue hecho prisionero por los tlatelolca y según su costumbre trataron de llevarlo a una canoa rumbo al teocalli de Huitzilopochtli para ser sacrificado, pero uno de sus hombres cortó de un tajo las manos del guerrero que lo detenía, lo que dio tiempo a que Antonio de Quiñones lo pusiera a salvo de la furia mexica. Una de las ventajas que tenía Cortés sobre el ejército mexica era que éste, al no tener aliados no podía reponer las huestes que perdía, en tanto que el extremeño sí podía hacerlo. Los mexica les gritaban a los aliados indígenas de Cortés "mancebas de los extranjeros". A medida que la lucha avanzaba, Cortés iba cerrando el cerco destruyendo lo que encontraba a su paso e impidiendo que los mexicas pudieran abastecerse de víveres. Cortés ordenó un ataque general en el aniversario de la Noche Triste siendo nuevamente rechazado y derrotado. Cortés también vivió momentos difíciles porque no habiendo calculado la larga duración del sitio, la pólvora y las municiones comenzaron a escasear, más providencialmente llegó un barco a Veracruz que lo dotó de dichos elementos. A los mexica, quienes inicialmente pudieron incinerar a sus muertos, la intensidad de la lucha no les permitió después hacerlo y según las crónicas los muertos tapizaban el suelo y el hedor era insoportable, tanto así que el mismo Cortés en uno de sus ataques hubo de replegarse por no aguantar lo terrible y nauseabundo del espectáculo. Los mexica ya estaban tan exhaustos que con las pocas fuerzas que les quedaban intentaban lanzar una piedra o una lanza con el fin de ser muertos por los españoles, en otras palabras, morir antes de ser esclavos de los invasores. Cortés intentó varias veces negociar la rendición de Tenochtitlan con Cuauhtémoc pero la respuesta siempre fue la misma, la que desde el principio asumió por voluntad del Tlalocan. Paso a paso la destrucción de la orgullosa Tenochtitlan se llevaba a cabo, mientras los mexica se refugiaban, sin dejar de combatir, en el último reducto indígena: Tlatelolco. Cuauhtémoc consideró que era inútil seguir resistiendo y prefirió la huída a la rendición, muy posiblemente para rehacerse, buscar alianzas para enfrentar de nuevo al enemigo. Se preparó la canoa real para la fuga, sin embargo ésta fue avistada por García Holguín, cuyos arcabuceros ya estaban dispuestos a disparar cuando Cuauhtémoc poniéndose de pie dijo:No disparen, soy el tlatoani de México, llevadme ante Malintzin…. Al encontrarse frente a frente Cuauhtémoc y Cortés, el primero dijo:"Malintzin, pues he hecho cuanto cumplía en defensa de mi ciudad y de mi pueblo, y vengo por fuerza y preso ante tu persona y poder, toma luego este puñal y mátame con él.". El sitio de Tenochtitlan duró 75 días. LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL SITIO DE TENOCHTITLAN. Versión de textos nahuas: Ángel Ma. Garibay K. Y todo esto pasó con nosotros. Nosotros lo vimos, Nosotros lo admiramos. Con esta lamentosa y triste suerte Nos vimos angustiados. En los caminos yacen dardos rotos, Los cabellos están esparcidos, Powered by Elxis 2009.1 (Hecate). Copyright (C) 2006-2017 Elxis.org. All rights reserved. Hernán Cortés inicia el sitio de Tenochtitlan Escrito por Genealogía de México Actualizado: 19.12.79 Genealogía de México (http://www.genealogia.org.mx) Destechadas están las casas, Enrojecidos tienen sus muros. Gusanos pululan por calles y plazas, Y en las paredes están salpicados los sesos. Rojas están las aguas, están como teñidas, Y cuando las bebimos, Es como si bebiéramos agua de salitre. Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe, Y era nuestra herencia una red de agujeros. Con los escudos fue su resguardo, Pero ni con escudos puede ser sostenida su soledad. Hemos comido palos de colorín, Hemos masticado grama salitrosa, Piedras de adobe, lagartijas, Ratones, tierra en polvo, gusanos… Se nos puso precio, Precio del joven, del sacerdote, Del niño y de la doncella. Basta: de un pobre era el precio Sólo dos puñados de maíz, Sólo diez tortas de mosco; Sólo era nuestro precio Veinte tortas de grama salitrosa. Oro, jade, mantas ricas, Plumajes de quetzal, Todo eso que es precioso, En nada fue estimado. Powered by Elxis 2009.1 (Hecate). Copyright (C) 2006-2017 Elxis.org. All rights reserved.