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BEATOS
francisco y jacinta marto
Boletín de los Pastorcitos
POSTULAÇÃO
DE FRANCISCO E JACINTA MARTO
Publicación trimestral – precio 1 E
| issn 1645-1317
ENERO - MARZO 2013 – 208 (Anno 51)
Cuando Dios
abre su corazon
¡No tengáis miedo! Cuando Dios abre su corazón, la luz disipa las tinieblas. Así también sucedió con Lucía, Francisco
y Jacinta, los pequeños pastores que aceptan abrir la hu-
Pedro Valinho Gomes
mildad de sus corazones a la promesa de Dios. La Señora
Postulación de Francisco y Jacinta Marto
de blanco que, desde lo alto de la encina, revela a los pequeños pastores de Fátima la belleza de Dios, y les convida
«No se turbe vuestro corazón»
(Jn 14,1)
a la confianza, sabe de lo que habla. En la madrugada de
la salvación, el Ángel le trajo la Alegría del Dios de la confianza: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo! No
María, corazón confiado en el Corazón de Dios
temas, pues hallaste gracia delante de Dios» (Lc 1,28.30)1
Cuando Dios abre su corazón, se desatan pa-
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está conti-
labras de confianza: No tengáis miedo!
go! No temas, pues hallaste gracia delante de
Dios» (Lc 1,28.30)
Así sucedió con Abraham, que creyó asombrado, en la promesa de llegar a ser padre de
una multitud tan numerosa como las estrellas
del cielo (Gen 15,5). Y también con el pueblo
de Israel, amedrentado por la amenaza de los
enemigos, rescatado por la mano de Dios con
promesas de alegría (Is 41,14. 43,1). Sucedió así con
María, la joven de Nazaret que aceptó, perpleja, el asombro
de ser la madre del Salvador (Lc 1,30). Y lo mismo con los
hombres de Galilea, hechos pescadores de hombres (Lc
5,10), a quienes el Resucitado promete su presencia para
siempre (Mt 28,10.20).
Anunciación, Sandro Botticelli (1445-1510)
M
«esta será la alianza que estableceré con la casa de Israel.
de la promesa de un Dios que le tocó el corazón, María
Seré su Dios y ellos serán mi pueblo.» (Jer 31,33).
aría confía. No porque vea claro. En el crepúsculo
confía como quien camina en la oscuridad, iluminada por
Imprimiré mi ley en su interior y la grabare en su corazón.
María graba el Verbo encarnado en su corazón.
una luz interior. Luz de Luz. Esa luz del sol naciente que es
el corazón misericordioso de Dios que nos visita (Lc 1,78),
como invitado inesperado, pero deseado desde siempre.
Es esa luz del corazón de Dios, deletreada en un dialogo de
amor, que iluminará su corazón de madre del Mesías.
Cuando Dios abre su corazón, revela una promesa de misericordia al corazón de quien le acoge en un fíat, «hágase
así». En su adviento, María es la Señora de la espera y de
la esperanza. Porque confía en que la voz que le dice «No
temas» es la voz de un Dios que le abriga el corazón con el
Amor que es él mismo (1 Jn 4,8); la voz de un amor nuevo
que se da a saborear a quien le acoge en la humildad de su
corazón. María confía porque conoce la intimidad de Dios.
En su silencio, ella ha de contemplar a su hijo Jesús como
quien saborea la vida, confiada en la presencia amorosa de
Dios. Envuelta por el misterio que se da a conocer en un
salto de fe, en las fronteras de la incomprensión, María conserva «todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Lc
2,19), para en resumen confiar ese mismo corazón inquieto
Pastorcitos, corazones consagrados
a la luz de Dios
Es éste corazón lleno de luz, iluminado por el Corazón de
Dios, que se ofrece a los pastorcitos de Fátima. A la sombra
de una encina, somos recordados, por una voz maternal,
de que el corazón de Dios está entre nosotros. Que es esa
la razón por la cual no tenemos que temer. Los pequeños
pastores de Fátima son deslumbrados por la misteriosa luz
de Dios, esa luz que era Dios,2 a través de las manos maternales de María. La Virgen, con el corazón transbordante
de la vida trinitaria, se torna mistagoga de los humildes de
Yahvé.
Todo sucede con gestos sencillos. Un abrir de manos. Una
luz intensa. Del corazón de la Señora de blanco, resplandece la belleza luminosa de Dios.3 También en los corazones
de Francisco, de Jacinta y de Lucía Dios establece su morada.
en las manos del Dios de la promesa. Era ese el poema
El encuentro con la luz de Dios, ofrecido en el corazón de
que el propio Dios vendría a escribir desde siempre: «Estas
madre de la Señora de blanco, enamora para siempre el
palabras que hoy te dicto estarán en tu corazón» (Dt 6,6),
corazón de niña de Jacinta. Ella “muchas veces dijo que le
«grábame como un sello en tu corazón» (Ct 8,6), porque
gustaba tanto Nuestro Señor, que sentía fuego en el pecho,
A la sombra de una encina, somos recordados,
por una voz maternal, de que el corazón de Dios
está entre nosotros. Que es esa la razón por la cual
no tenemos que temer. Los pequeños pastores
de Fátima son deslumbrados por la misteriosa
luz de Dios, esa luz que era Dios,a través
de las manos maternales de María
pero que no sabía como no se quemaba. Decía que no sa-
luz delante de los hombres. (Mt 5,16). La luz divina que el
bía como era, pero que sentía a Dios dentro de ella y que le
corazón de la madre ofrece abre las puertas de los cora-
daba tanta alegría.”4
zones de los pequeños pastores para que esa luz continúe
También a Francisco Dios se le manifiesta como una zarza ardiente (Ex 3,2-12), que arde sin quemar su corazón:
“Nosotros ardíamos en aquella luz que es Dios y no nos
quemábamos. ¡Como es Dios! ¡No se puede expresar!”5 A
la manera de los discípulos de Emaús que sentían arder sus
corazones (Lc 24,32), este misterio indecible de la luz de
“iluminando a los que viven en las tinieblas” (Lc 1,79). El
desahogo apasionado de Jacinta nos lo revela tan bien: “¡Si
yo pudiese meter en el corazón de todo el mundo el fuego
que llevo aquí dentro en el pecho, que me quema y me
hace gustar tanto del Corazón de Jesús y del Corazón de
María!”8
Dios ha de pautar la vida del pequeño pastor. Vivía fascina-
La vida de los niños de Fátima late el ritmo del corazón de
do con la garantía dada por el Ángel de que los corazones
Dios. Porque es su palpitar el que ellos acogen, «ponderan-
de Jesús y de su madre les escuchaban atentamente.6 Y les
do en su corazón», tal como la Madre. No es de extrañar
hablaba, en el silencio de su corazón de niño. De los sabo-
que la Señora del corazón enamorado de Dios se presente
res de la contemplación del Corazón de Dios brota conti-
a los pequeños pastores como la Señora del Rosario. Des-
nuamente una sed insaciable de ese amor primero.
de muy temprano, Jacinta, Francisco y Lucía son llevados
Para Lucía, el corazón se convierte en el sello de la promesa de Dios: “No desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi Corazón
Inmaculado será tu refugio y el camino que te conducirá hacia Dios.” El corazón le trae una palabra de confianza. Y es
7
esa palabra, hecha promesa, que ha de ser el fundamento
y el sustento de toda una vida.
Cuando Dios abre su corazón se desatan deseos de lo infinito.
a la contemplación de Dios, en el silencio de sus corazones: Dios Mío, yo creo, adoro, espero y os amo. El rosario
no será otra cosa que esa manera contemplativa de, como
María, guardar los rasgos de Cristo en el corazón.9
Y a la pregunta «¿Queréis ofreceros a Dios?» el fíat estaba
ya dado en el diálogo silencioso de amor, de Corazón a
corazón. Consagrarse al corazón no ha de ser otra cosa
sino, a la manera de María, acoger en el corazón “todas
estas cosas” que hablan de un Dios que es amor, y vivir
Una vez mas la historia se repite. A la manera de María,
a partir de El. Como quien confía. Es vivir al ritmo del latir
aquel que posee un corazón enamorado del Corazón de
del corazón de Dios, siendo por el transformados en un
Dios no tiene otro deseo sino el de hacer resplandecer su
“hombre según su corazón” (1 Sam 13,14).10
yo siempre presente en Dios, donde debo adorarlo, amarlo
y servirlo con fe, esperanza y amor.”13 Solo se dice amor,
donde existe esta presencia mutua, de corazón a corazón.
Solo se dice amor, donde se confía. Y confiar en la promesa
es saberse acogido en el corazón de Dios.
Es esa la gran historia de Fátima (y del mundo).
La historia de un Dios que (nos) abre su corazón.
El triunfo del Corazón, una invitación
a la esperanza
1 En este diálogo con el mensajero de Dios, María se convierte en el icono
de la hija de Sion, de quien hablara Sofonías. Véase el paralelo: «Alégrate,
hija de Sion [], el Señor está en medio de ti. No temas Sion, el Señor tu Dios
está en tu seno, como salvador, el Señor Dios de Israel.» (Sf 3,14-17)
2 Hermana Lucía, Memorias de la Hermana Lucía, 14ª ed., Fátima: Secretariado de los Pastorcitos, 2010, 174
3Cf. Memorias, 174. 175. 176
4 Hermana Lucía, “Proceso de Coímbra”, Hyacinthae Marto: Positio Super
Virtutibus, Roma: Congregatio pro Causis Sanctorum, 1988, 322
Cuando Dios abre su corazón, se narra una historia de gracia y misericordia. En la visión de Tuy, Lucía descubre las
5 Memorias, 145
6 Cf. Hermana Lucía, “Proceso de Coímbra”, Francisci Marto: Positio Super
Virtutibus, Roma: Congregatio pro Causis Sanctorum, 1988, 201
7 Memorias, 175
palabras llave de todo este dialogo de corazones: gracia
8 Memorias, 130
y misericordia. Ilustrado por la figuración del Dios Trino, la
promesa habla de su don (gracia) y de su corazón compa-
10Como afirma Stefano De Fiores, la “ devoción al Inmaculado Corazón de
María es aproximarse a esta actitud del corazón en la cual el fíat – «hágase
tu voluntad» – se torna el centro conformador de toda la existencia.” S.
De Fiores, “El secreto de Fátima”, coord. Vítor Coutinho, Mensaje de Esperanza para el Mundo: Acontecimiento y Significado de Fátima, Fátima:
Santuario de Fátima, 2012, 130, nota 29
sivo (misericordia). Esto es, del corazón compasivo de Dios
11 Cf. Hans Urs von Balthasar, Solo el Amor es Digno de Fe, Lisboa: Assírio &
Alvim, 2010, 109
hecho don. La luz se manifiesta una vez mas para subrayar
12Cf. Memorias, 177: “Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará”
luz de Dios se manifiesta una vez más para revelar que su
el nombre revelado del Dios de la Nueva Alianza: Amor (1Jn
9 Cf. Juan Pablo II, Rosarium Virginis Mariae, nº 11
13Hermana Lucía, Como veo el mensaje, Fátima: Carmelo de Coimbra – Secretariado de los Pastorcitos, 2007, 37
4,8). El amor como misericordia que viene del corazón.11 El
triunfo del corazón, anunciado por la Señora a los pequeños pastores de Fátima,12 es el triunfo de la misericordia y
de la gracia. Es el eco de la promesa original: “¡Tened confianza! Yo vencí al mundo.” (Jn 16,33)
Cuando Dios abre su corazón, se declaman poemas de
esperanza. Porque la confianza es el léxico de los corazones. Lucía comprendió, con una sabiduría interior, que
la promesa de la Señora del corazón rodeado de espinas
era “la revelación del misterio de Dios presente en mi, y
BEATOS FRANCISCO Y JACINTA MARTO
Publicación trimestral – ISSN 1645-1317
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